Imprimir - BiD - Universitat de Barcelona

Anuncio
textos universitaris de
biblioteconomia i documentació
número 16
juny de 2006
ISSN 1575-5886
DL B-19.675-1998
Facultat de Biblioteconomia i Documentació
Universitat de Barcelona
inici • presentació • altres números • instruccions per als autors • referenciat a... • subscripció • consulta
Veinticinco años de automatización de bibliotecas en Cataluña
[Versió catalana], [English version]
Opcions
LLUÍS M. ANGLADA I DE FERRER
Imprimir Recomanar
Citació
Estadístiques Metadades
Consorci de Biblioteques Universitàries de Catalunya
[email protected]
Resumen [Abstract] [Resum]
El artículo presenta la historia de la automatización de las bibliotecas en Cataluña. Haciendo un repaso de las primeras bibliotecas
automatizadas hasta la actualidad, se examinan también la evolución de las tendencias en este ámbito y como se han aplicado en el
entorno catalán. Se exponen las características de los primeros pasos de la automatización y de los primeros programas in house creados
en Cataluña a finales de los años 70, principios de los 80, se analiza la evolución hacia el usos de los sistemas llamados de llave en mano,
y, finalmente, se explica como el Consorci de Biblioteques Universitàries de Catalunya (CBUC) ha realizado el concurso público para la
compra de un sistema automatizado conjunto para las principales bibliotecas de Cataluña. Al mismo tiempo que se exponen las diferentes
etapas por las que ha pasado la automatización de las bibliotecas en Cataluña, se mencionan los principales rasgos de cada momento
desde el punto de vista de servicio y se relacionan estos con las fases de la informatización.
1 Los inicios: la década de 1980
Hablar de los antecedentes de la automatización de las bibliotecas universitarias (de hecho, de las bibliotecas en
general) de Cataluña, significa remontarse a los años 801 y a experiencias muy poco documentadas. Disponemos
de buenos estudios de síntesis de la situación catalana,2 pero los dos hacen referencia a la década de los 90. De las
experiencias de automatización (entonces a menudo se hablaba de informatización e incluso de mecanización) de
aquella época han quedado restos parciales e incompletos. Creemos que con estos 25 años de perspectiva
tendríamos que hacer un esfuerzo para documentar mejor un fenómeno que ha sido el eje conductor de la
modernización de los servicios de las bibliotecas catalanas.
La primera experiencia de automatización se hizo conjuntamente entre tres instituciones: la Universitat Politècnica
de Barcelona (UPB), la Universitat Central de Barcelona y la Caixa de Pensions per a la Vellesa i d’Estalvis de
Catalunya i Balears.3 Estas instituciones firmaron un convenio el 14 de julio de 1978 por el cual se creaba el
Centre de Mecanització de Biblioteques (CMBIB). Todos aportaron su personal bibliotecario, y además, de forma
específica, la Universitat Politècnica la gestión de su Centre de Càlcul (CCUPB), la Universitat de Barcelona (UB)
su Biblioteca Provincial i Universitària y la Caixa el equipo informático y el local. La informatización empezó en
enero de 1979 en la Biblioteca Provincial y un poco más tarde en las bibliotecas de dos escuelas de la entonces
UPB. El objetivo era ambicioso y moderno, se perseguía “la realización de un proyecto de mecanización de las
principales bibliotecas de Cataluña y Baleares para conseguir la creación de un catálogo general de todas las
noticias bibliográficas de la región y su distribución, en formato accesible, a todas las bibliotecas integrantes del
proyecto”.4
La iniciativa terminó en 1981,5 y el programa de automatización siguió tres vías. En la Caixa, la automatización se
inició el 1981 y el programa estuvo en funcionamiento sin modificaciones importantes hasta el 2000, el último año
en que la entidad financiera mantuvo de forma directa las bibliotecas abiertas al público.6 La Universitat
Politècnica automatizó sus bibliotecas a partir del año 1983 con el programa llamado MBUP (Mecanització de
Biblioteques de la Universitat Politècnica). Éste fue modificado el 1986, entre otros factores, para adaptarlo al
formato CATMARC, y fue rebautizado como Mòdul Documental de la Universitat Politècnica (MDUP).7 El
MDUP sirvió para la automatización de las 14 bibliotecas de la Universitat Politècnica y llegó a tener una versión
para PCs que estuvo en funcionamiento en algunas bibliotecas de Cataluña hasta inicios de los 90. Estas
experiencias no han dejado rastro en la literatura profesional.
De la automatización en la UB, en cambio, tenemos testimonios escritos. Cabo y Jansà8 explican como a inicios de
1983 la UB se planteó hacer un catálogo colectivo informatizado de la universidad. Esta decisión implicó el
estudio, como opciones de informatización de los programas DOBIS/LIBIS, SIBIL y SABINI, los dos primeros
realizados por universidades y el tercero por una empresa española. La adopción de cualquiera de estos programas
“conducía a hacer frente a grandes problemas de entorno informático en el Centro de Informática de la
Universidad”.9 Las autoras también mencionan la necesidad y voluntad que el programa usara el formato
UKMARC, entonces adoptado como formato de intercambio en Cataluña por el Institut Català de Bibliografia. La
UB desarrolló, pues, un software propio el 1984 que entró en funcionamiento el 1985, programa que más tarde
recibió el nombre de BUBIS. La evolución y desarrollos posteriores del programa son descritos por Bonsón et al.10
Cabe mencionar aquí la automatización realizada en el Servei de Biblioteques de la Generalitat, automatización
que, en su inicio, tuvo relación con las experiencias anteriores.11 El programa desarrollado recibió el nombre de
Sistema d’informació per a catàlegs automatitzats de biblioteques (SICAB). El SICAB tiene sus orígenes en el año
1981 en la gestión automatizada de la Bibliografia nacional de Catalunya que confeccionaba el Institut Català de
Bibliografia (ICB),12 pero pronto amplió sus prestaciones y pasó a ser también un programa para la automatización
de las bibliotecas populares de la Generalitat de Catalunya y para la confección del catálogo del patrimonio
bibliográfico.13
Tenemos la suerte de disponer de los datos recogidos por el Col·legi de Bibliotecaris-Documentalistes de
Catalunya el 1986 sobre cuántas y qué bibliotecas estaban entonces automatizadas o en vías de serlo en Cataluña.14
El Col·legi distribuyó un cuestionario a cerca de 200 centros que fueron contestados en 38 casos. El estudio
distingue entre sistemas (grupos de bibliotecas), bibliotecas automatizadas, bibliotecas en vías de automatización,
y finalmente, bibliotecas con proyectos de automatización.
Todos los sistemas que se mencionan (los de las entonces tres únicas universidades ya citadas, el de la Caixa y el
del Departament de Cultura de la Generalitat), estaban automatizados con programas propios. Ocho15 bibliotecas
constan como automatizadas con programas propios y tres con programas comerciales. Ocho más afirman estar en
“vías de automatización”, dos con programas propios y dos más con programas adquiridos, el resto no da detalles
al respecto. El grupo de las bibliotecas con proyectos de automatización son nueve16 más, ocho no precisan el
software a usar y una indica que será de compra. Estos desarrollos terminan configurando, desde el punto de vista
de la automatización de bibliotecas, los años 80 como una década de desarrollo de programas propios (in house).17
2 Un cambio de orientación hacia finales de los 80
En el estudio de situación de Busquets (1992), se indica: “[...] durante el bienio 1990—91 se ha incrementado
gradualmente el número de servicios o centros que implementan sistemas automatizados. El número de
instituciones automatizadas se ha triplicado. Según todos los indicios, la cifra seguirá aumentando. Uno de los
rasgos del momento es la tendencia a adquirir sistemas comerciales, ya conocidos y probados en todas partes, o de
implementación reciente y notable en otros países”.18 Ciertamente, en el paso de los 80 a los 90 se produce un
cambio definitivo de tendencia: de elaborar sistemas in house a usar sistemas de “llaves en mano”. Este hecho
comportó el incremento de las bibliotecas automatizadas constatado por Busquets. La tendencia era observable en
bibliotecas populares, universitarias y especializadas.
En un número de Item dedicado al tema se exponen tres experiencias de elección de un sistema comercial llaves en
mano:19 la de la Xarxa de Biblioteques Populars de la Diputació de Barcelona,20 la de la Biblioteca de ESADE21 y
la de las bibliotecas de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).22 Buxó expone que los motivos por los que
se descartó hacer un desarrollo de software propio23 vfueron que se requerían importantes recursos humanos, que
el tiempo de realización superaba el plazo con el que querían automatizar y que se creyó que el coste del desarrollo
sería muy alto. A la vez expone los tres motivos por los que se decidió adquirir un paquete de llaves en mano:
“Hay un gran número de paquetes comercializados, cosa que asegura una selección.
El largo período de tiempo de implantación requerido hace atractivo acortar, al menos, el tiempo de
desarrollo.
Con un paquete comercial se tienen aseguradas mejoras y actualizaciones y el intercambio de experiencias
con otras instalaciones.”24
Coste, tiempo y mejoras constantes son los motivos que la literatura profesional del momento daba para elegir
entre sistemas ya desarrollados en lugar de hacerlos en casa.25 De forma breve y contundente, el artículo sobre la
selección del software de la UPC cuenta en una sola frase por qué se rehusó la opción de desarrollar un sistema
propio: “por considerar que era el camino más lento, caro e inseguro”.26 Después de veinte años de experiencia en
automatización de bibliotecas, la tendencia de usar sistemas comerciales y “cerrados” (llamados llaves en mano,
usando el símil de que recibías las llaves de un coche, y una vez te las daban ya lo podías usar) se había mostrado
predominante al menos en Estados Unidos. (EUA)
La tendencia era clara en EUA. Los distintos artículos que bajo el título común de “Automated system
marketplace” publica el Library Journal cada 1 de abril muestran la evolución del que ya era un “mercado” y no
una fábrica. El de 1988,27 por ejemplo, relaciona 52 vendedores, aunque en las tablas se hable de unos veinte
productos. Nueve softwares tenían más de cien instalaciones y se contaban 472 instalaciones fuera de los EUA. El
mercado “has grown and matured, is healthy and strong”.28 Una situación similar se podía observar en el Reino
Unido donde había once sistemas comerciales disponibles el 1988 y quince el 1990 y donde se podía ver como los
antiguos sistemas in-house (que habían sido cooperativos) habían evolucionado hacia sistemas comerciales con un
uso amplio.29 El número de bibliotecas automatizadas con estos sistemas era de 613 (289 eran large library
systems, y 334, small library systems).
Los motivos por los que esta clara tendencia no se manifestaba en nuestro país los podemos encontrar en un
estudio interno encargado por la Diputación de Barcelona como fase previa a la automatización de su red de
bibliotecas. Entonces se afirma (1987) distintas veces que ni en Cataluña ni en España han llegado aun suficientes
muestras de programas comerciales como para poder hacer una elección en condiciones.30, 31 El estudio
recomendaba comprar un programa comercial de los disponibles entonces – el MDUP – y, a la vez, prepararse para
realizar una decisión más madura al cabo de dos o tres años, período que tenía que permitir, como así fue, que la
oferta, entonces escasa, mejorase.
Hay algunos elementos que las tres selecciones de sistema que tenemos documentadas nos permiten destacar. En
primer lugar, que el mercado ya ofrecía a las bibliotecas españolas numerosos sistemas para elegir. ESADE hace
referencia a nueve (cinco de los cuales eran internacionales), al concurso convocado por la Diputación de
Barcelona se presentaron siete (todos ellos internacionales) y la UPC examinó siete (todos ellos de nuevo
internacionales). En segundo lugar, resaltar que sólo la Diputación hizo un concurso, los otros dos casos parecen
haber operado bajo una oferta abierta a partir del establecimiento de unos requisitos previos. Cabe notar que el
concurso de la Diputación se desarrolló teniendo en cuenta una exhaustiva lista de elementos de valoración tal y
como recomendaba la literatura profesional de la época. Finalmente, destacar que en los tres casos se daba mucha
importancia a factores que, algunos años más tarde, dejaron de tenerla: el hardware, el soporte local, la
conectividad en red y la implementación por fases.
Los mencionados procesos se iniciaron el 1987 en ESADE, 1988 en la Diputación de Barcelona y 1989 en la UPC,
y se resolvieron en 1988,32 1989 y 1990 respectivamente. Siguiendo de nuevo a Busquets, la situación indicaba un
claro cambio de orientación poco tiempo después (en 1992). Además del sistema elegido por la Xarxa de
Biblioteques Populars de la Diputació de Barcelona, otras bibliotecas de este tipo ya usaban sistemas comerciales,
las de la Generalitat de Catalunya (TINLIB) y dos de las tres públicas provinciales (ABSYS). Las bibliotecas
especializadas usaban diferentes tipos de programas comerciales: dos ABSYS, tres ALEPH, catorce DATA TREK,
diez MDUP, cuatro SABINI, cinco TINLIB y dos VTLS. Mientras tanto, la opción de desarrollo de software propio
estaba representada por pocos pero cualificados usuarios. Lo hacía la Generalitat de Catalunya para la Biblioteca,
Fonoteca y Hemeroteca nacionales de Cataluña y para 7 bibliotecas de departamentos o incluidas en el
organigrama autonómico; la Universidad de Barcelona; el sistema de la red de bibliotecas públicas de la Fundació
La Caixa; y las cinco bibliotecas del Col·legi d’ Arquitectes de Catalunya.
3 Los avances de los años 90
La década de los 90 se caracteriza por dos movimientos: la generalización y extensión de la automatización y el
incremento de la cooperación. El proceso de selección de sistema en la UPC se hizo primero manteniendo
“relaciones frecuentes pero informales con la Universitat Autònoma de Barcelona”. Éstas más tarde se estrecharon
y formalizaron hasta conseguir que las dos universidades hicieran confluir sus respectivos procesos de selección en
uno paralelo.33 Los motivos expresados para hacer esta aproximación eran tres: que la selección de un mismo
software facilitaba la interconexión de las dos bibliotecas (aunque no fuera un requisito indispensable), que se
podían obtener mejores condiciones económicas en la compra, y, que la selección conjunta podía facilitar el
proceso de implementación posterior. En el proceso final quedaron seleccionados tres softwares –GEAC,
LIBERTAS y VTLS– y el sistema elegido fue VTLS, que era el mismo que se había seleccionado un año antes para
las bibliotecas populares de la Xarxa de la Diputació de Barcelona.
A principios de los 90, se crean cinco nuevas universidades públicas catalanas, lo que supone la creación de
servicios bibliotecarios y requiere su automatización. Entre los años 1990 y 1995 se automatizan las ocho
universidades públicas, todas con VTLS. La misma decisión tomaron la Biblioteca de Catalunya (1995) y la Xarxa
de biblioteques publiques de la Generalitat de Catalunya” (1996). Así se configuraba una situación en la que las
principales bibliotecas y redes usaban un mismo sistema.
La concentración de softwares —“un hecho no demasiado habitual, a no ser que esté planificado y dirigido por un
organismo superior”—34 puede parecer un fenómeno extraño. Pero las explicaciones pueden ser simples. Durante
la década precedente se había acumulado un cierto retraso; las opciones in house habían consumido muchos
recursos, habían dado pocos resultados y tenían por delante pocas perspectivas de evolución. Había mucha prisa
por recuperar el tiempo perdido y la mayoría de las decisiones se debían tomar con el pragmatismo de elegir una
opción que se sabía que funcionaba porque había sido tomada previamente por bibliotecas que habían arrancado
rápidamente sus procesos de automatización.
El arranque de la implementación hizo que entre los años 1990 y 1991 las relaciones entre las primeras bibliotecas
usuarias de VTLS —Diputació de Barcelona y las universidades Autònoma, Politècnica y Pompeu Fabra—- fueran
intensas y que de estas relaciones saliera un proyecto colectivo: la interconexión de los catálogos respectivos como
un primer paso para la constitución de un catálogo colectivo. La iniciativa fue formalizada en forma de proyecto
por el que se pidió ayuda al Departament d’ Ensenyament de la Generalitat que era de quien entonces dependían
las universidades. El Departament concurrió con este proyecto a una convocatoria de ayudas del Ministerio de
Educación y se concedió una ayuda económica financiada conjuntamente por la Generalitat y el Ministerio.
Lamentablemente, el Departament d’ Ensenyament excluyó de la ayuda a las bibliotecas de la Diputació, pero
pidió a cambio que este facilitara también la interconexión de las otras universidades de Cataluña.
Este fue el origen del Consorci de Biblioteques Universitàries de Catalunya (CBUC). La interconexión de
catálogos fue una realidad en 1994, pero pronto se vieron las limitaciones y la necesidad de crear un catálogo
colectivo. Los pasos para crear el Catàleg Col·lectiu de les Universitats de Catalunya (CCUC) empezaron a nivel
organizativo y político en 1994 y a nivel técnico en 1995. El CCUC entró en funcionamiento a principios de 1996.
La voluntad de iniciar otros proyectos cooperativos además del CCUC y la necesidad de contratar un equipo
técnico para el mantenimiento del catálogo, llevó a la formalización de esta cooperación en un consorcio.35
El CBUC y el CCUC han tenido una influencia decisiva estos años en la automatización de las bibliotecas de
Cataluña. Pese a llamarse consorcio y catálogo de universidades, han fomentado que las bibliotecas catalanas
incorporasen sus registros al CCUC obteniendo así dos ventajas: hacer el catálogo más útil para el usuario, ya que
recoge documentos de más bibliotecas, y hacer que la catalogación sea más barata al facilitar la copia de
registros.36 El CCUC ha sido por otra parte, el fundamento sobre el cual se han podido asentar otros programas
cooperativos como el de préstamo bibliotecario consorciado, la Biblioteca Digital de Catalunya o los depósitos
electrónicos RACÓ y Recercat.
La opción de usar un sistema de llaves en mano se probó eficaz. Un estudio de 199137 muestra por ejemplo, que las
tres universidades catalanas que ya lo usaban habían puesto todos los módulos en funcionamiento. En el mismo
momento en España solamente había dos universidades más con el módulo de préstamo en funcionamiento y tres
con el de control de revistas. Los avances son comprobables también por los datos suministrados en un estudio
posterior de 1998.38 Los grandes sistemas que tomaron la decisión de usar VTLS tenían en general todos los
módulos del sistema en uso y sus catálogos estaban automatizados en un 100% en seis casos.
El uso de sistemas comerciales se extendió. Según el estudio citado, en Cataluña había 38 bibliotecas usuarias de
Data Trek, 17 de Manegadoc, 11 de Micro-VTS, 10 de TinLib y 20 de VTLS. Todo un avance respecto la situación
de doce años antes expresada en la encuesta del Col·legi de Bibliotecaris-Documentalistes de Catalunya o la de
seis años antes expresada en el estudio de Busquets. En los años 90 que se están describiendo, muchas bibliotecas
catalanas se modernizan en el sentido de automatizar completamente sus funciones y servicios. Este es un proceso
que en los EUA y en otros países pioneros se había realizado en los años 80 pero que en nuestro país se efectuó
más tarde.
4 Las bibliotecas en el cambio de siglo
Alrededor de las bibliotecas ha rondado en los últimos años el fantasma de su obsolescencia y desaparición. A
pesar de lo que tenían en contra para sobrevivir, se han renovado y continúan siendo equipamientos públicos
apreciados y con una buena valoración por parte de los ciudadanos.39 No habrían podido continuar siéndolo sin una
profunda modernización de los servicios y una constante adaptación a un entorno cambiante.
El motor físico del cambio ha sido la automatización de los servicios bibliotecarios. Esta, ha tenido como
consecuencia su modernización pero ha sido un instrumento de cambio en si misma que ha permitido la
reorganización de los servicios bibliotecarios, ha facilitado la profesionalización de su personal y la orientación de
las bibliotecas hacia la satisfacción de las necesidades de sus usuarios.
La(s) sociedad(es) han experimentado en este paso de siglo cambios radicales y profundos. Muchos de ellos han
afectado a las bibliotecas. Querríamos destacar cuatro y señalar como en todos las bibliotecas han dado respuestas
adecuadas si bien no siempre suficientemente contundentes: el incremento de información, la tendencia social de
basar los servicios en el autoservicio, la eclosión de la información electrónica y una demanda social de más
eficiencia en los servicios públicos.
Desde los años 60 estamos viviendo un incremento sin precedentes de la información disponible. A la vez, la
importancia de la información no ha parado de crecer hasta el punto que la sociedad actual recibe el nombre de
sociedad de la información. Las bibliotecas no se han adaptado mal a esta explosión de la información. Han
cambiado un modelo que tendía a quererlo tener todo hacia un modelo en el que la totalidad de las bibliotecas
actúa como red y suma sus recursos para ofrecer al usuario lo que éste pide, aunque esto no esté en el nodo de la
red desde el que el usuario realiza la petición. A la vez, el mercado ha generado (y las bibliotecas han creado este
mercado) bases de datos y otros recursos secundarios de información que ayudan a seleccionar en este universo
cada vez más lleno de información.
Los servicios se han mecanizado y cada vez más partes de la vida cotidiana son regidas por el autoservicio de los
propios consumidores. Las bibliotecas se han adaptado también a esta evolución y han pasado de ser servicios
fuertemente intermediarios (entre la información y los usuarios) a ser servicios desintermediados. Las bibliotecas
se organizan para dar un acceso libre a sus servicios, tanto si esto se hace desde dentro las paredes de las
bibliotecas como si se hace, remotamente, desde fuera. Las bibliotecas han sido pioneras en ofrecer información a
través de la red informática con los OPACs, y hoy continúan haciéndolo dando servicios a distancia vía teléfono, el
correo electrónico o Internet.
Ha habido una eclosión de la información electrónica en distintas formas, y las bibliotecas no han respondido mal
precisamente. Primero fueron las bases de datos, apareció la web, las revistas electrónicas, más tarde los libros e... Todos estos nuevos soportes están presentes en las bibliotecas (en las catalanas, excepto en las universitarias, un
poco menos de lo que haría falta) y las bibliotecas no dejan de incorporar la información digital en sus servicios.
Finalmente, hay una fuerte demanda social de más eficiencia en los servicios públicos. Las bibliotecas han
aprendido en los últimos años a gestionarse mejor, a evaluarse para mostrar a los ciudadanos que les dan soporte,
que hacen un buen uso de los recursos públicos que reciben, a orientar sus servicios a otros usuarios. A la vez, las
bibliotecas están sacando un buen provecho de las posibilidades de las tecnologías para trabajar de forma conjunta.
La cooperación bibliotecaria ha aumentado en todas partes, permitiendo así mejorar algunos resultados, crear
nuevos servicios y ahorrar costes. Los consorcios de bibliotecas, creados inicialmente para comprar información
electrónica, han surgido dondequiera y han extendido sus actividades en diferentes servicios cooperativos.
El 20 de julio de 2004, el gobierno de la Generalitat aprobó un acuerdo “para la mejora y modernización del
Sistema Bibliotecario de Cataluña en el período 2004-2007”. El acuerdo constataba las mejoras que habían
experimentado las bibliotecas desde la aprobación de la Ley 4/93 del sistema bibliotecario de Cataluña. Se
mencionaban como principales avances: la progresiva organización de las bibliotecas en redes, la creación de
algunos instrumentos colectivos (como el CCUC, el CCLPC o la Biblioteca Digital de Catalunuya) que son
embrión de servicios nacionales, la mejora en las instalaciones y equipamientos en las redes de bibliotecas públicas
y universitarias y en la Biblioteca de Catalunya y la introducción de la información electrónica en los servicios
bibliotecarios.
A la vez se constataba la existencia de puntos débiles que dificultaban que los servicios bibliotecarios tengan la
calidad y la extensión que la ciudadanía de Cataluña necesita y se merece. Los principales serían: la insuficiencia
de los servicios bibliotecarios en algunos casos y especialmente en los centros de enseñanza, que en algunas
bibliotecas les falta el apoyo que puede dar una red con la consiguiente falta de relación de estas con el resto de la
infraestructura bibliotecaria, y la falta de instrumentos realmente colectivos adecuados (un único catálogo, un
sistema de préstamo global, políticas comunes de contratación y puesta en acceso libre de información electrónica,
un almacén para libros obsoletos ...)
En el mencionado acuerdo de gobierno de la Generalitat se manifestaba la importancia de las bibliotecas como
instrumentos para garantizar el acceso democrático e igualitario a la información por parte de los ciudadanos,
constataba la necesidad de tener un acceso global a la información y que era necesario estructurar el sistema
bibliotecario de manera que se produjera la interrelación de la totalidad de las bibliotecas de Cataluña y se
planteaban distintos objetivos. Entre estos, y a efectos de lo que estamos tratando, acordaba “Coordinar la
selección y la actualización conjunta de los sistemas automatizados que gestionan los servicios bibliotecarios
públicos para favorecer la cooperación y la creación de servicios nacionales.”
5 Y la automatización, ¿qué?
Habíamos dejado el panorama internacional de la automatización de bibliotecas a finales de los 80. La situación
entonces podía caracterizarse por la consolidación de los sistemas integrados de gestión de bibliotecas (ILS) que
eran comercializados por un número creciente de empresas especializadas que actuaban en un mercado cada vez
más internacional. Los años 90 fueron años de extensión de la automatización en todas partes usando los ILS
mencionados, extensión que ha significado la automatización de cada vez más bibliotecas, la reconversión total de
los catálogos y el uso de distintos módulos para gestionar las distintas operaciones y servicios de las bibliotecas.
El cambio de siglo presenta algunos nuevos retos para las bibliotecas y, por lo tanto, para los productos que les dan
servicio de automatización. Tal vez el principal cambio fue el nuevo panorama tecnológico derivado de la
aparición y extensión de Internet, la información electrónica y nuevos estándares. La revista Library Journal
publica cada 1 de abril un análisis de mercado bajo el título genérico de “Automated system marketplace” que es
una tribuna privilegiada desde la que se puede ver la evolución de los productos y las principales tendencias del
mercado. Marina Salse40 ha publicado recientemente un artículo en el que se explican las tendencias más recientes.
Desde nuestro punto de vista queremos destacar tres que nos parecen claros y determinantes.41
En primer lugar se constata una concentración de proveedores. El mercado de sistemas de automatización de
bibliotecas ha evolucionado desde la progresiva aparición de empresas proveedoras desde finales de los 80 hasta
una clara reducción en los últimos tres años. Es un largo período del cual hemos visto la aparición y desaparición
de productos y empresas debido a la compra de los mismos por parte de terceros. Desde hace algunos años, la
principal parte del mercado está en manos de 8-10 grandes empresas. El resto suelen tener sus ventas en alguna
parte especializada del mercado (algunos tipos de bibliotecas o algunos países o regiones). En 2002, por ejemplo,
un 73 % de las ventas las hicieron diez compañías. En 2005, el 80 % de ingresos del mercado los realizaban 10
empresas. Una reciente fusión (la de SIRSI con Dynix) ha aumentado aún más la concentración del mercado y
hace prever que en los próximos tres años éste se reduzca todavía un poco más.
En segundo lugar, los cambios tecnológicos que afectan la información y su acceso, viven una aceleración que
comporta un cambio de paradigma. La automatización de bibliotecas había pasado hasta entonces quizás solamente
por tres fases: la automatización “desintegrada” de las operaciones de las bibliotecas, su integración y su
orientación al usuario (OPACs). Internet fue el primer cambio fundamental. Los sistemas tuvieron que adaptarse al
acceso a la información desde un nuevo entorno. Al mismo tiempo, cambiaba la información en si misma. Hasta
1995 la información electrónica consistía en bases de datos de acceso remoto o en CD-ROM. A partir de entonces
empiezan a aparecer las páginas web, las revistas digitales, las bases de datos en texto completo y los libros
electrónicos. Aparecen nuevos estándares (Open URL), nuevos instrumentos de descripción de los documentos
(metadatos) y nuevas necesidades (gestionar los enlaces). Los cambios fueron progresivos (acceso a páginas web
desde los OPACs, por ejemplo) hasta que los productos dejaron de modificarse para volver a diseñarse de nuevo.
Las empresas, a la vez que mantenían los sistemas ”de toda la vida”’ (los que hoy se conocen con el termino de
legacy), preparaban productos nuevos. Aparecieron así los sistemas de nueva generación, pensados para un nuevo
entorno, hechos con nuevas herramientas informáticas y con nuevas prestaciones. Desde hace unos 3-4 años se
observa como las bibliotecas (automatizadas desde hace tiempo con legacy systems) están migrando a los sistemas
de nueva generación. El éxito de las compañías se cifra en su capacidad de retener a los clientes de toda la vida en
este proceso de migración.
En tercer lugar, y para finalizar con este tema, aparecen los consorcios. Estos empezaron su actividad hacia finales
de los 90 y la centraron en la compra o suscripción de productos de información electrónica, pero han ido
extendiendo sus actividades a más ámbitos de los servicios bibliotecarios. Si las décadas de los 80 y 90 han sido
las de catálogos y sistemas de préstamo interbibliotecario a gran escala (OCLC es el ejemplo paradigmático),
actualmente las bibliotecas se inclinan hacia una gestión de proximidad. ¿Por qué ir a buscar en préstamo
interbibliotecario un libro en Berlín cuando a lo mejor lo tiene una biblioteca muy próxima a la nuestra? La
tecnología (y la disminución de sus costes asociados) ha facilitado la creación de catálogos colectivos (algunos de
ellos virtuales, es decir, sin inversión en hardware) y la creación de esquemas de préstamo consorciado de una
efectividad y coste que mejoran los precedentes. A eso se le ha sumado que, entre una alta gama de productos, las
prestaciones de los principales programas no difieren mucho. Ha sucedido de forma lógica que la capacidad de los
consorcios de comprar conjuntamente se ha extendido a la del software. Los sistemas automatizados no sólo se han
tenido que prestar a este tipo de compras sino que han incorporado entre sus prestaciones la gestión consorciada de
servicios.
Entretanto, ¿qué pasaba en Cataluña al menos entre aquellas grandes bibliotecas que habían optado por
automatizarse usando un mismo software? El programa usado pasó a nombrarse VTLS Classic que dejó de
evolucionar en 1998, y al mismo tiempo, la empresa proveedora inició la confección de un producto de nueva
generación que se llamó VIRTUA . Con el cambio de sistema, las bibliotecas de Cataluña se encontraron en una
situación similar a la que tenían con respecto al CATMARC. Cualquier observador neutral situado en el cambio de
siglo podía extraer con facilidad la conclusión que, vista la evolución de los sistemas automatizados o de los
formatos llamados nacionales, hacía falta cambiar (a un sistema de nueva generación y a MARC21). La decisión
clave no era tanto cambiar como cuándo y cómo. La respuesta de las principales bibliotecas catalanas ha sido
cambiar de formato con el cambio de sistema y hacer los dos cambios colectivamente.
No lo podemos afirmar de todas las bibliotecas usuarias de VTLS Classic, pero en lo que respecta a las del CBUC,
el cambio de sistema fue motivo de debate desde 1997 y la decisión de cambiar fue tomada a finales de 2002.
Había dos motivos que urgían el cambio y dos que recomendaban esperar. La prisa venía de la no evolución del
software y de que algunas bibliotecas lo gestionaban desde máquinas no UNIX y obsoletas. Respecto los dos
motivos que recomendaban tener paciencia, el primero provenía de la prudencia de esperar a que los sistemas de
nueva generación hubieran conseguido un nivel de madurez que permitiera la migración con garantías de recibir a
cambio prestaciones máximas, y el segundo, de la no urgencia derivada de unos servicios eficientes pese a estar
basados en tecnología obsoleta.
Sin embargo, cabe destacar la madurez de la decisión de esperar. Si se hubieran regido sólo por las prisas y las
visiones locales, las bibliotecas podían haber empezado a migrar a VIRTUA, un sistema más nuevo que daba
prestaciones ya imposibles de obtener con el Classic. En esto, y de nuevo al menos en lo que se refiere a las
bibliotecas del CBUC, se consideró que la voluntad de futura mejora de los servicios bibliotecarios requería un
análisis más amplio de las posibilidades del mercado, es decir, crear una situación en la que la selección del nuevo
sistema partiera de cero y permitiera elegir el mejor para nuestras necesidades en un momento dado.
6 Un concurso conjunto para muchas bibliotecas
En enero de 2003 las bibliotecas del CBUC empezaron a trabajar para cambiar el sistema automatizado. Se
consideraba que el momento era el adecuado debido a la consolidación de tres grandes tendencias: los software ya
eran claramente independientes del hardware y podían realizar la gestión consorciada de los datos, había
suficientes sistemas automatizados de tercera generación para elegir, y se había definido un nuevo marco de
prestación de servicios que afectaba la gestión de la información electrónica. El año 2003 se hizo un seguimiento
profundo de la literatura profesional, se estudiaron las prestaciones de los principales sistemas, se inició la
redacción de las condiciones técnicas requeridas y, sobre todo, se fijaron los objetivos del cambio.
Se tomaron también tres decisiones clave. Primero, el necesario proceso de migración de formato (de CATMARC
a MARC21) se incluyó en el de migración de sistema. Puede parecer una decisión obvia, pero no lo es. Las
bibliotecas universitarias de Finlandia, en una situación similar a la de las catalanas, habían decidido migrar
primero de formato y después de sistema. La segunda, se consideró que las necesidades de substitución de
software podían quedar satisfechas por dos grupos de programas que tenían un funcionamiento independiente: los
que gestionaban la biblioteca ”tradicional” (OPAC, préstamo, etc.) y los que gestionaban la digital (gestores de
enlaces y motores de búsqueda federada). La tercera, se quería, a la vez que se cambiaba de sistema, mejorar la
prestación de servicios desde el punto de vista del hardware. Se intuía como posible y conveniente concentrar los
servidores. Para profundizar esta opción se encargó un estudio42 que confirmó que un entorno informático común
para el nuevo sistema de gestión de las bibliotecas del Consorcio era viable, y que esto permitía mejorar las
prestaciones de gestión sin perder ninguna asociada al servicio.
Todos estos trabajos permitieron definir mejor los objetivos del nuevo sistema que quedaron fijados en:
seleccionar y comprar un nuevo sistema automatizado de gestión de bibliotecas (posteriormente, el Lote A del
concurso) y seleccionar y comprar un sistema automatizado para la gestión de la biblioteca digital (posteriormente,
el Lote B del concurso). Entre finales de 2003 y principios de 2004 las bibliotecas de las universidades
consiguieron también financiación para el cambio de sistema.
Fue en estos momentos cuando el acuerdo de la Generalitat mencionado hizo reconsiderar el número de bibliotecas
que habían de participar en el concurso. El acuerdo que instaba a la coordinación en la selección de sistemas de
gestión era un cambio substancial. Si a lo largo de la década de los 90 había existido una coordinación informal
que había conducido a que el software usado en muchas bibliotecas fuera el mismo, la situación era ahora de
coordinación formal. Quedaban implicadas al menos las redes de bibliotecas municipales (gestionadas por la
Diputació de Barcelona y el Departament de Cultura de la Generalitat), las universitarias y la Biblioteca de
Catalunya. Se analizaron distintas opciones para lograr el objetivo marcado por el Gobierno y se decidió que la
única que lo garantizaba era la de hacer un único concurso.
En otro documento43 hemos explicado con más detalle el proceso de preparación del concurso. Sólo a grandes
rasgos, resumir aquí lo que nos parece más relevante del mismo. El concurso conjunto se desarrolló a partir de un
convenio de colaboración entre las administraciones implicadas que encargaba al CBUC la organización de un
concurso público para la contratación coordinada de un sistema de gestión bibliotecaria para la Xarxa de
Biblioteques de la provincia de Barcelona (gestionada por la Diputació de Barcelona”), para las redes territoriales
de Girona, Lleida y Tarragona (coordinadas por el Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya), la
Biblioteca de Catalunya, y las bibliotecas universitarias integradas en el CBUC. El convenio fue firmado el 25 de
febrero y perseguía que la contratación coordinada del sistema consiguiera economías de escala, facilitase la
creación de instrumentos y programas a nivel de Cataluña, y, constituyera un grupo de usuarios potente que
facilitara la implementación de los programas y generase sinergias de innovación en servicios.
Cabe hacer notar que las prescripciones técnicas eludían lo que había sido tradicional en la década de los 90 de
realizar unas especificaciones muy detalladas para cada uno de los módulos o partes de los softwares. Se seguía en
esto los aprendizajes de procesos similares que se tomaron en consideración (consorcio Madroño, de Madrid,
bibliotecas universitarias de Finlandia y algunos procesos consorciados de selección de bibliotecas de los EUA) y
las recomendaciones de la literatura profesional (los distintos artículos del “Automated system marketplace” de
Library Journal, por ejemplo). Éstas expresaban que el mercado había conseguido un grado de madurez
considerable que hacía poco recomendable basar un proceso de selección en el pasado (los requisitos conocidos
extraídos básicamente de los sistemas legacy) en lugar de hacerlo en las posibilidades que presentaban los sistemas
de nueva generación.
El concurso se desarrolló entre febrero y julio y cabe decir que su excepcionalidad hizo que los mecanismos de
control y transparencia se multiplicasen. Ciertamente, podemos encontrar pocas (o ninguna) experiencias de
concursos conjuntos entre distintas administraciones y, por lo tanto, no tenemos ‘jurisprudencia’ al respecto. Lo
que es objeto de este artículo fue preparado por tres asesorías jurídicas, la mesa preceptiva de contratación estaba
formada por 17 personas y ésta (como también es habitual en estos casos) fue asistida por una comisión formada
por 17 personas más, en general distintas de las anteriores.
Se crearon, además, cuatro grupos asesores, todos con miembros de las distintas instituciones y, en todos los casos,
en los grupos hubo bibliotecarios e informáticos. A título indicativo, mencionar que el proceso de selección
implicó directamente más de 60 personas, que hubo 22 reuniones técnicas y 11 sesiones informativas con empresas
y que las horas/persona invertidas solamente en las reuniones formales sumaron un total de 1.906. El resultado fue
adjudicar el lote A a la empresa Dynix (que ofrecía su producto Corinthian) y el B a la empresa Greendata (que
ofrecía los productos SFX y Metalib de la empresa Ex-Libris).
7 La automatización de bibliotecas: los cinco años que tenemos por delante
Caractericemos una vez más la situación resultante. Hay dos tipos de retos, unos que son de escala más local y
afectan a las bibliotecas que han tomado una decisión colectiva (y que representan un porcentaje notable de los
servicios bibliotecarios de Cataluña) y otros más generales que competen al sistema bibliotecario de Cataluña y en
su totalidad.
Los retos que hemos nombrado de escala local son dos, y los dos tienen un marco temporal relativamente
pequeño. Uno afectará el año en curso y el otro, sobretodo, el 2007. Se tratará, en primer lugar, de poner en
funcionamiento los softwares seleccionados. Podríamos decir que tenemos experiencia en la migración de sistemas
(¡algunas instituciones han realizado al menos cuatro!), pero la situación no es del todo la misma. Las migraciones
afectan hoy a sistemas plenamente en uso, que soportan muchas transacciones diarias (de préstamo, por ejemplo) y
el trabajo de mucha gente (hay más de 350 personas que trabajan en alguna biblioteca y que usan el CCUC en su
trabajo diario). La migración supondrá además, pasar del formato usado hasta ahora –el CATMARC – a MARC21.
Un formato mejor y que nos permitirá mejores cosas pero en el que hará falta formar a mucha gente y que
convivirá algún tiempo con el anterior.
El cambio será complejo, tanto en lo que se refiere al sistema de gestión tradicional como lo que supondrá de
adaptación de las mentalidades y servicios bibliotecarios. En estos años, hemos consolidado praxis profesionales y
servicios al usuario con unas prestaciones tecnológicas determinadas. Casi todas supusieron un paso adelante
respecto a la posición precedente, pero algunas han dejado de tener sentido o se pueden hacer de otra manera.
Tenemos que ver cuál será nuestra capacidad de adaptarnos a las nuevas posibilidades mejorando a la vez los
servicios y la eficacia con los que los prestamos.
Otro reto será aprovechar las prestaciones de los nuevos softwares para construir un entorno de gestión más eficaz,
es decir, más productivo. Esto pasará forzosamente por la intensificación de los acuerdos colectivos, lo que querrá
decir que el trabajo de uno pueda ser aprovechado por los otros (a cambio de que el de los otros pueda ser
aprovechado por el uno). Quizá el caso más claro (bien que no el único) sea la gestión del catálogo de autoridades
CÀNTIC, proyecto liderado por la Biblioteca de Catalunya y que se desarrolla en un entorno cooperativo. La
importancia de usar los mismos encabezamientos en los catálogos de distintas bibliotecas y en distintas
aplicaciones bibliotecarias (catálogos, bases de datos o depósitos) ha aumentado con el uso de catálogos colectivos
y con la posibilidad de realizar búsquedas federadas a distintos instrumentos. Si nos enfrentamos a este reto como
hasta ahora, continuaremos produciendo encabezamientos diversos y de baja calidad. La única forma de hacerlo es
la que ha propuesto la Biblioteca de Catalunya: entre todos. El nuevo software de gestión aplicado al CCUC tiene
que permitir la realización de este objetivo en una escala muy mayor que la que tenemos hasta ahora. Se podrían
poner otros ejemplos respecto a la gestión de catálogos “especiales” (como los de fondo antiguo), o respecto al
trabajo necesario pero difícil de ”catalogar” Internet pensando en los usuarios de nuestras bibliotecas. Pero, de esto
último, hablaremos más adelante.
A nuestro entender, y en lo referido a la automatización, el sistema bibliotecario de Cataluña tiene por delante
cuatro retos: extender la automatización a todas las bibliotecas, catalogar automatizadamente la totalidad de los
documentos impresos que conservan, incorporar de forma decidida la información electrónica en sus servicios y
crear servicios bibliotecarios de ámbito catalán.
Desde hace tiempo no tenemos estudios como el del Col·legi de 1986, el de Busquets de 1992 o el de Estivill y
Miralpeix de 1998. Ha habido, por casualidad, uno cada seis años por lo que tocaría disponer de uno en la
actualidad que nos dijera cuál es la situación de la automatizaciónde las bibliotecas de Cataluña en estos
momentos. Los datos que tenemos afectan a un conjunto pequeño pero muy significativo de bibliotecas: las
municipales, las universitarias y la de Catalunya. ¿Pero qué pasa con el resto? Sin datos, las afirmaciones que se
pueden hacer son meras aproximaciones. A pesar de ello, hacemos las nuestras. La situación podría ser mejor y
deberíamos mejorarla en los próximos años. En los precedentes, el problema no ha sido tanto no automatizar como
haberlo hecho con poca eficacia. El estudio que no tenemos nos tendría que demostrar (si es que estamos en lo
cierto) que se ha automatizado bastante pero con unos efectos escasos, es decir, con poca incidencia en los
servicios bibliotecarios por lo que respecta al usuario, y pendiente aún de completar la tarea de informatizar las
fichas catalográficas manuales.
¿Cuántos libros hay en Cataluña pendientes de automatizar? Tampoco lo sabemos. Continuando en la línea del
acierto “a ojo”, creemos que no pueden haber más de cuatro millones. Uno está en fondos de la Biblioteca de
Catalunya y esta biblioteca tiene planes para automatizarlos a lo largo del bienio en curso. Otro puede estar en un
elevado número de bibliotecas especializadas que dependen de distintas instituciones. Otros dos más pueden ser
fondos patrimoniales y deben estar mayoritariamente en centros dependientes de la Iglesia. Los efectos de la
automatización no se dejan oír si esta no es total, sino hay todos los documentos catalogados y todas las
operaciones automatizables en funcionamiento. Los resultados en este ámbito no nos tendrían que satisfacer en
absoluto. Vivimos en 2006 y no haremos definitivamente un paso adelante sino cerramos fases que bibliotecas de
otros países (bibliotecariamente más avanzados) nos muestran qué hace falta dejar atrás como ellas lo hicieron en
los años 90.
La información electrónica es otro reto que tenemos por delante y que tenemos que afrontar colectivamente. Al
respeto, algunas de las ideas que circulan no son claras, hecho que ha comportado un retraso que no era imaginable
ocho años atrás. Fue entonces cuando la Generalitat aprobó su Plan estratégico para la sociedad de la información
y también entonces cuando el CBUC creó la Biblioteca Digital de Catalunya. Han sido años en los que,
lógicamente, lo que hacía falta hacer ha evolucionado de forma considerable en el mismo marco de la literatura
profesional y de las realizaciones de las bibliotecas pioneras. Pero desde hace bastante (al menos desde hace cinco
años) lo que se tiene que hacer está claro: contratar contenidos, poner contenidos, organizar recursos de acceso
libre y crear servicios remotos (o virtuales). Aquí no es lugar para hacer grandes explicaciones sobre qué son y
cómo se han de hacer las bibliotecas digitales. Solamente decir que su problema ahora mismo no es tecnológico,
sino conceptual. Hace algunos años ni estaba claro qué se tenía que hacer ni si se tenían las herramientas para
hacerlo. Hoy la situación ha cambiado radicalmente. De las mejores experiencias y tendencias extranjeras son
deducibles los caminos a tomar y las herramientas (estándares y softwares) están hechos y a nuestro alcance.
Finalmente, hemos hablado de la necesidad de crear servicios bibliotecarios de ámbito catalán. La ley 4/93 del
sistema bibliotecari de Cataluña se proponía “definir un sistema que relacione la totalidad de la infraestructura
bibliotecaria [de Catalunya]”. Esto, aunque haya avanzado suficientemente en algunos aspectos, no se ha hecho. La
tecnología del pasado permitió organizar las bibliotecas en redes (de universidades, de provincias o de bibliotecas
del mismo tipo); la tecnología ahora nos ha de permitir organizar la totalidad de las bibliotecas y sus redes en un
sistema compacto, coherente, y al servicio del usuario. No estamos lejos de pretender realizar en Catalunya el
“modelo danés” que define un sistema bibliotecario único y coherente como sistema para asegurar el acceso
universal, personalizado y cotidiano a la información en todo tipo de soportes y también la reinterpretación del
papel de las bibliotecas y de los bibliotecarios en la sociedad de la información y que tiene por base una ley-marco,
combinada con la actuación de la Danish Nacional Library Authority (DNLA), que animan a la cooperación en
todos los ámbitos, el desarrollo profesional y la creación de nuevos servicios, entre los cuales destacan los que se
presentan a través del portal nacional de las bibliotecas danesas, incluyendo aquí el catálogo colectivo y otros
como la referencia electrónica y los portales temáticos.44
Vivimos en una sociedad diferente (la de la información) que hace las cosas de forma distinta. Las bibliotecas,
podemos continuar contribuyendo a los avances y mejoras sociales, pero, para hacerlo, nos tenemos que adaptar
también a lo que la gente necesita y a la forma en la que es mejor prestar los servicios. Hoy, cualquier sociedad que
quiera anticipar el futuro, tiene la necesidad de estructurarse alrededor de una visión ambiciosa: para cualquier
ciudadano – toda la información. La estructuración del sistema bibliotecario de Catalunya no tiene que tener en el
centro ni las bibliotecas ni los documentos, sino lo que hizo nacer las bibliotecas en la era moderna: el usuario,
fomentando y facilitando el consumo de información y hacer que ésta les ayude a gestionar mejor sus vidas.45
La relativamente larga historia de la automatización de las bibliotecas en Cataluña ya tiene más de 25 años.
Empezó con una actuación conjunta de dos universidades y una entidad bancaria y tenía un objetivo ambicioso y
moderno, se perseguía: “la realización de un proyecto de mecanización de las principales bibliotecas de Cataluña y
Baleares para conseguir la creación de un catálogo general de todas las noticias bibliográficas de la región y su
distribución, en formato accesible, a todas las bibliotecas integrantes del proyecto.46
Algunos años después, las principales instituciones sustentadoras de bibliotecas han tomado una decisión que tiene
características similares: se realiza de forma conjunta y con la voluntad de crear instrumentos de cooperación y
mejora colectiva de los servicios. Entre estas dos decisiones (tan similares en el fondo como distintas en la forma)
hay un largo período de 27 años llenos de actividades y con resultados notables.
Tenemos por delante unos años intensos en los que las bibliotecas, gracias a los esfuerzos de su personal, no
parecen ser aquellas instituciones que serían borradas por la historia y la información electrónica. Siempre que
sepamos ser útiles y eficientes tenemos por delante retos apasionantes que las nuevas aportaciones de la tecnología
de automatización de bibliotecas nos ayudaran a conseguir.
Bibliografía complementaria
Borgman, Christine L. (1997). “From acting locally to thinking globally: a brief history of library automation”. The
library quarterly, vol. 67, no. 3, p. 215–249.
Crespo Arce, J. B. (1993). “La informatización de las bibliotecas en la Comunidad Europea: estudio comparativo”.
Madrid: Sedic.
Keefer, Alice; Jiménez, Miguel (2003). “Library automation in Spain: an overview”. Program, vol. 26, no. 3, p.
225–237.
Lynch, Clifford (2000). “From automation to transformation: forty years of libraries and Information Technology
in
higher
education”.
Educause
review,
(January-February),
p.
60–68.
<http://www.educause.edu/apps/er/erm00/pp060068.pdf>. [Consulta: 26/02/2006]
Moscoso, Purificación; Extremeño, Ana (2000). “Spain: country report”. Managing information, vol. 7, no. 1, p.
42–53.
Moscoso, Purificación; Malo de Molina, Teresa (1999). “An after automation, what? Spanish libraries an the
challenge of modernization”. Journal of librarianship and information science, vol. 31, no. 1, p. 111–119.
Moscoso, Purificación; Ríos García, Yolanda. (1992). “Estado actual de la aplicación de las nuevas tecnologías de
la información en las bibliotecas y su impacto sobre el funcionamiento bibliotecario: puesta al día LIB 2/13”. [S.
l.]: Fesabid.
Ortiz-Repiso, Virginia; Ríos, Yolanda (1994). “Automated cataloguing and retrospective conversion in the
university libraries of Spain”. Online & CDROM review, vol. 18, no. 3, 157–167.
Pace, A. K. (2004). “Dismantling integrated library systems”. Library journal, vol. 129, no. 2, p. 34–36.
Fecha de recepción: 02/03/2006. Fecha de aceptación: 01/04/2006.
Notas
1
Esto es lo que dicen todos los autores, a pesar de todo, debía haber experiencias anteriores. Así lo demuestra la existencia del programa
Sistema de información bibliográfica (SIB), en funcionamiento desde 1971 en el Seminario de Árabe de la Universidad de Barcelona.
Vernet Ginés, J.; Guilera Agüera, L., SIB (Barcelona: Laboratorio de Cálculo. Universidad de Barcelona, 197?).
2
Busquets, D., “Automatització de biblioteques: estat de la qüestió a Catalunya”. En: 4es Jornades Catalanes de Documentació: 22, 23 i
24 de gener de 1992 (Barcelona: Col·legi Oficial de Bibliotecaris-Documentalistes de Catalunya, 1992), p. 169–203, i Estivill,
Assumpció; Miralpeix, Concepció, “Estat de l’automatització de les biblioteques a Catalunya”. En: Anuari SOCADI de documentació i
informació (Barcelona: SOCADI, 1998), p. 211–226.
3 Olivella, Lluís, “La informàtica aplicada a les biblioteques: el Centre de Mecanització de Biblioteques (CMBIB)”, Quaderns de l’Obra
Social de la Caixa de Pensions per a la Vellesa i d’Estalvis, núm. 5 (1980), p. 4–8.
4
Olivella, Lluís; Álvarez, José Ignacio; Solé Subiela, Juan, [Centre de Mecanització de Biblioteques], 2a ed. ampliada (Barcelona: Centro
de Cálculo de la Universidad Politécnica de Barcelona, 1979. Document de treball).
5 Busquets, op. Cit., p. 175 citando un trabajo de J. Ballester de 1991 que no he podido localizar: Ballester, Josefina, L’expèriencia del
CMBIB (Centre de Mecanització de Biblioteques, (Barcelona: Servei de Biblioteques, 1991). No publicado.
6
Datos proporcionados por Josep Sebastià Oms Moliné, Jefe del Centro de Documentación y Bibliotecas de la Fundación "la Caixa",
correo electrónico de 20.01.06.
7
Anglada, Lluís; Cortada, Jordi; Farré, Joan-Baptista, “Procés de selecció d’un sistema per a l’automatització de les biblioteques de la
Universitat Politècnica de Catalunya”, Item, núm. 6–7 (gener–desembre de 1990), p. 43.
8 Cabo, Mercè; Jansà, Enriqueta, “El catàleg automatitzat de la Biblioteca de la Universitat de Barcelona”. En: 2es Jornades Catalanes de
Documentació (Barcelona: Col·legi Oficial de Bibliotecaris-Documentalistes de Catalunya, 1986), p. 1-17. La cita ha sido traducida del
original catalán.
9
Ibídem, p. 4
10 Bonsón, Àngels; Cabo, Mercè; Cambrodí, Carme; Jansà, Enriqueta, “Estat actual del catàleg automatitzat de la biblioteca de la
Universitat de Barcelona”. En: 3es Jornades Catalanes de Documentació (Barcelona: Col·legi Oficial de Bibliotecaris-Documentalistes
de Catalunya, 1989), p. 55–78.
11 Olivella, Lluís, “Experiencias de automatización de bibliotecas en Cataluña”. En: Seminario de automatización de servicios
bibliotecarios (Madrid: [s. n.], octubre de 1982), p. [141–157].
12
Anglada i Ferrer, Lluís, “L’automatització del Servei de Biblioteques de la Generalitat de Catalunya: realitzacions i projectes”, Butlletí
de l’Associació de Bibliotecaris de Catalunya, núm. 3 (1983), p. 43-49. Aunque sea un detalle que la historia ha hecho irrelevante,
obsérvese que las siglas ICB aparecen en el acrónimo: sICaB.
13
Ballester, Josefina, “El SICAB com a servei nacional de suport bibliotecari a Catalunya”. En: 3es Jornades catalanes de Documentació
(Barcelona: Col·legi Oficial de Bibliotecaris-Documentalistes de Catalunya, 1989), p. 143–170.
14
L’automatització dels sistemes bibliotecaris i documentals de Catalunya: situació actual (Barcelona: COBDC, 1986).
15
De hecho son diez, pero dos pertenecen a la UPC y las hemos incluído en el apartado ‘sistemas’.
16
De hecho diez, pero una es de la UPC.
17 La situación en España era similar. Ver: Oliver, Victoria. “Situación actual de la automatización de bibliotecas en España”. En:
Seminario de automatización de servicios bibliotecarios (Madrid, [s.n.], octubre de 1982), p. [158-173] i CEE. Dirección General de
Telecomunicaciones, Estado actual de la aplicación de las nuevas tecnologías de la información en las bibliotecas y su impacto sobre el
funcionamiento bibliotecario en España (Bruselas : Comisión de las Comunidades Europeas, 1988), 151 p.
18
19
Busquets, op. cit., p. 175. La cita ha sido traducida del original catalán.
Curiosamente en el mismo número se incluye una experiencia en sentido contrario, ver: Ruiz, Carlos; Agenjo, Xavier, “La
automatización de la Biblioteca Nacional”, Item, núm. 6-7 (gener-desembre 1990), p. 55-68.
20 Agramunt, Pepa; Permanyer, Jordi; Pi, Núria; Cortés, Antoni, “Aladí o la informatització d’una xarxa de biblioteques: descripció i
pautes per a la selecció d’un sistema informàtic”, Item, núm. 6–7 (gener–desembre de 1990), p. 9–36.
21
Buxó, M. Francisca, “Biblioteca ESADE: procés d’informatització”, Item, núm. 6–7 (gener–desembre de 1990), p. 37–41.
22
Anglada-Cortada-Farré, op. cit., p. 43–54.
23
Buxó, op. cit., p. 38.
24
Ibidem, p. 38. La cita ha sido traducida del original catalán.
25 “... si en un primer momento [los sistema ad hoc] resultan más asequibles, a medio y largo plazo, ni por sus prestaciones, ni por la suma
de recursos invertidos en su desarrollo, se pueden equiparar a los sistemas comerciales”, se dice en les ‘conclusiones’ de: CEE. Dirección
General de Telecomunicaciones, Estado actual de la aplicación de las nuevas tecnologías de la información en las bibliotecas y su
impacto sobre el funcionamiento bibliotecario en España (Bruselas : Comisión de las Comunidades Europeas, 1988), p. 118.
26 Anglada-Cortada-Farré, op. cit., p. 44. La cita ha sido traducida del original catalán. Ver además la nota a pie de página en la que se
referencia literatura profesional norteamericana.
27
Walton, Robert A.; Bridge, Frank R., “Automated system marketplace 1988: focused on fulfilling commitments”, Library journal
(April 1, 1989), p. 41–52.
28
Ibídem, p. 41.
29
Blunden-Ellis, John, “A UK market survey of library automation system vendors: January 1989 – January 1990”, Program, vol. 25
(April 1991), no. 2, p. 133–149.
30 Anglada i de Ferrer, Lluís, Recomanacions per a la tria d’un sistema automatitzat per a la gestió de la Xarxa de Biblioteques Populars
de la Diputació de Barcelona (Barcelona, gener de 1987). Citat amb permís de la Xarxa.
31
El mismo motivo es aducido, a nivel español, en el estudio de la CEE. Dirección General de Telecomunicaciones. Op. cit, p. 42.
32 Anglada, Lluís, El format MARC i l’intercanvi d’informació bibliogràfica a Catalunya (Barcelona: Escola Universitària de
Biblioteconomia i Documentació, 1988), nota 13, p. 35.
33
Anglada-Cortada-Farré, op. cit., p. 51.
34
Estivill, Assumpció; Miralpeix, Concepció, op. cit., p. 211-226. La cita ha sido traducida del original catalán.
35
Anglada, Lluís M., “Working together, learning together: the Consortium of Academic Libraries of Catalonia”, Information technology
and libraries, vol. 18 (1999), no. 3, p. 139–144.
36 Según la memoria del CBUC de 2004, eran unas 150 las bibliotecas físicas incorporadas en el CCUC y de cada 100 documentos, 67 se
catalogaban por copia.
37
Estivill Rius, Assumpció, “Automation of university libraries in Spain: a status report”. En: Telephassa Seminar on Innovative
Information Services and Information Handling: proceedings (Tilburg: Tilburg University Library, 1992), p. 91–122.
38
Assumpció Estivill, Concepció Miralpeix. Op. cit.
39
Ver como ejemplo: Perceptions of libraries and information resources (Dublin (Ohio): OCLC, 2005).
40
Salse Rovira, Marina, “Panoràmica dels sistemes de gestió de biblioteques al segle XXI”, BiD, núm. 15 (desembre de 2005),
http://www.ub.edu/bid/15salse.htm. [Consulta: 22/02/2006].
41 Nos hemos basado en los artículos de Library Journal mencionados, aparecidos entre 2001 y 2005. Barry, J., “Closing in on content”,
Library journal, vol. 126, núm. 6 (2001), p. 46–58; Breeding, M., “Capturing the migrating costumer: automated system marketplace
2002”, Library journal, vol. 127, no. 6 (2002), p. 48–54; Breeding, M.; Roddy, C., “The competition heats up: automated system
marketplace 2003”, Library journal, vol. 128, no. 6 (2003), p. 52–64; Breeding, M., “Migration down innovation up: automated system
marketplace 2004”, Library journal, vol. 129, no. 6 (2004), p. 46–56; Breeding, M., “Gradual evolution: automated system marketplace,
2005”, Library journal, vol. 130, no. 6 (2005), p. 42–56.
42
Peña, M., “Anàlisi de viabilitat d’un entorn informàtic comú per al nou sistema de gestió de les biblioteques universitàries”,
RECERCAT (2004), http://www.recercat.net/handle/2072/48. [Consulta: 22/02/2006].
43 Anglada i de Ferrer, Lluís; Comellas Gaya, Núria; Ros Gorné, Ramon; Tort Pascual, Marta, “El procés de selecció de programaris de
gestió per a les biblioteques universitàries i publiques de Catalunya i per a la Biblioteca de Catalunya”. En: Item (2006), pendiente de
publicar.
44 Citamos de la traducción catalana del texto de Thorhauge, Jens, “La biblioteca personal: integrant la biblioteca en la societat en xarxa”,
Traduccions del CBUC, núm. 18 (maig 2004). Este texto fue publicado originariamente en: Thorhauge, Jens, "Emerging visions for
access
in
the
21st
century
library".
En:
CLIR
Conference
proceedings,
(April
21-22,
2003).
http://www.clir.org/pubs/reports/pub119/thorhauge.html. [Consulta: 22/02/06].
45
Ya me gustaría que la frase fuese completamente mía, pero tengo que reconocer en préstamo que le he hecho a J. Thorhauge, op. cit.
46
Olivella, L.; Álvarez, J. I.; Solé Subiela, J. [Centre de Mecanització de Biblioteques], 2a ed. ampliada (Barcelona: Centro de Cálculo de
la Universidad Politécnica de Barcelona, 1979). No publicado.
Facultat de Biblioteconomia i Documentació
Universitat de Barcelona
Barcelona, juny de 2006
http://www.ub.edu/biblio •
Comentaris
Recomanar • Citació • Estadístiques • Metadades
Els textos publicats a BiD estan subjectes a una llicència de Creative Commons
UB • Facultat • BiD
Descargar