¿Cómo nos comunicamos los seres humanos?

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Lic. Silvia N Lema
“¿Cómo nos comunicamos los seres humanos?”
Recopilación. Cátedra de Educación y Comunicación Alimentario Nutricional. Universidad Nacional de
Entre Ríos (UNER) 2000
Conceptos fundamentales:
Etimológicamente “comunicación” proviene del latín “comunis”: al comunicarme intento establecer
una ‘comunidad’ con alguien, compartir una idea, un sentimiento, una actitud. En otras palabras, la
comunicación es un intercambio de información de índoles muy diversas en el marco de una
relación o interacción entre comunicantes.
Hay implícitos, entonces, cuatro elementos: una fuente o emisor (individuo, organismo, etc.), un
mensaje (verbal, gráfico, una señal, un signo, etc.) que se transmite a través de un canal (el papel
en el caso del mensaje escrito, el aire en el del mensaje verbal, etc) y un receptor o destino (otro
individuo, organismo o grupo, etc.). Estos cuatro elementos fueron descriptos en 1948 en el
esquema básico de Shannon.
Sin embargo, la comunicación humana implica un proceso más amplio en el que diferenciamos
analíticamente ciertos aspectos:
• un emisor que encodifica su mensaje -es decir que coloca a la información, sentimiento o
actitud que desea compartir de una forma tal que pueda ser transmitida-: a esta forma la
denominamos código;
• un receptor que decodifica ese mensaje: cuando la comunicación es eficaz el emisor suscita en
el receptor imágenes
o ideas similares a las propias. En este caso el mensaje es
adecuadamente encodificado y decodificado por el emisor y el receptor, respectivamente;
• un contexto en el cual se produce el acto comunicador y que lo condicionan por incluir
dimensiones socioculturales e históricas. Así, una misma palabra o un mismo gesto no tienen
igual significado cuando son emitidos en diferentes culturas o en diferentes momentos
históricos de una misma cultura;
• la existencia de perturbaciones o distorsiones en la comunicación originadas por lo que se
conoce como ruidos en la comunicación: éstos pueden ser físicos (ilegibilidad de un mensaje
escrito, obstáculos sonoros en la transmisión de un mensaje verbal, etc.), o también sociales
y/o psicológicos (la fuente puede carecer de información adecuada, el mensaje puede
encodificarse de manera incompleta, el ritmo o la redundancia pueden ser inadecuados, el
receptor puede carecer de los elementos necesarios para una decodificación adecuada, etc.);
• las perturbaciones o distorsiones en la comunicación pueden corregirse gracias a un proceso
de retorno, retroalimentación o feed-back en el cual -sólo en términos de análisis- decimos que
el receptor se convierte en un nuevo emisor y el antiguo emisor en receptor; en realidad se trata
de dos o más comunicantes involucrados en un sistema dinámico y mutuamente modificante;
• para que la comunicación sea eficaz y adecuada
es necesario que
emisor y receptor
compartan un cierto campo de experiencia vital mínimo y común que incluya aspectos
relacionados al mensaje y al proceso de encodificación del mismo (por ejemplo: compartir el
mismo significado de las palabras que se usan).
Algunos axiomas exploratorios de la comunicación enunciados por Watzlawick
1. No es posible no comunicarse
Toda conducta tiene valor de mensaje. Un pasajero en un avión recostado en su asiento con los
ojos cerrados está comunicando que no desea interactuar con nadie y este mensaje es recibido
por quienes lo rodean, cuya conducta responderá a la influencia particular que tal mensaje haya
tenido sobre ellos.
Dado que no hay nada que sea lo contrario de conducta (no hay no-conducta), tampoco es posible
la no-comunicación. En cambio sí es posible una comunicación no eficaz, a la cual llamaremos
“incomunicación”.
2. Toda comunicación tiene un aspecto de contenido y un aspecto relacional tales que el segundo
clasifica al primero y es, por ende, una metacomunicación.
Una comunicación no sólo transmite información sino que, al mismo tiempo, impone conductas.
Estas dos operaciones se conocen como los aspectos ‘referenciales’ o de contenido del mensaje
(es decir, los contenidos conceptuales, sea esta información verdadera o falsa) y los aspectos
‘conativos’ que aluden a la relación entre los comunicantes.
Por ejemplo: una madre dice a su hijo “Se te está enfriando la comida”. Esta misma información
puede ser transmitida como una simple descripción de algo que efectivamente está ocurriendo,
como un pedido o como una amenaza. La diferencia entre uno u otro reside en los aspectos
relacionales de la comunicación y por lo tanto constituyen una ‘información acerca de la
información’ (metacomunicación).
La
capacidad
para
metacomunicarse
adecuadamente
constituye
una
condición
indispensable para una comunicación eficaz y está íntimamente relacionada con el complejo
problema de la percepción de sí mismo y del otro.
Esta ‘información acerca de la información’ aparece en forma implícita en el acto comunicacional a
través de gestos, posturas corporales, emocionalidad en la emisión de la voz, etc. y califican el
contenido explícito de la información de tal suerte que pueden invertir el sentido de la misma
(efecto paradojal).
3. La naturaleza de una relación depende de la puntuación de las secuencias de comunicación
entre los comunicantes.
A simple vista, una serie de comunicaciones puede entenderse como una secuencia
ininterrumpida de intercambios.
Sin embargo, una misma conducta podría pensarse simultáneamente como estímulo o respuesta
de otra conducta posterior o previa, respectivamente, según el momento a partir del cual se
puntuara la secuencia.
En una discusión entre dos personas, la diferencia de puntuaciones entre ambos comunicantes
conduce en numerosas ocasiones a una escalada de reproches del estilo “yo te dije porque vos
me dijiste que yo te dije...”.
Lo que resulta evidente es que la puntuación organiza los hechos de la conducta y por lo tanto es
vital en toda situación interaccional.
4. Los seres humanos se comunican tanto digital como analógicamente. El lenguaje digital cuenta
con una sintaxis lógica sumamente compleja y poderosa pero carece de una semántica adecuada
en el campo de la relación, mientras que el lenguaje analógico posee la semántica pero no una
sintaxis adecuada para la definición inequívoca de la naturaleza de las relaciones.
El código digital en que se transmiten los mensajes corresponde a una serie de símbolos
significativos capaces de transmitir conceptos: la palabra (escrita o verbal) es un elemento
simbólico -gráfico o sonoro- que, en virtud de convenciones culturales que determinan sus
significados, permite evocar representaciones comunes a los individuos que comparten ese
código.
La comunicación analógica es todo lo que no sea comunicación verbal: postura y movimientos
corporales, gestos, expresión facial, inflexión de la voz, secuencia, ritmo, cadencia de las palabras
y todos los indicadores comunicacionales que inevitablemente aparecen en cualquier contexto en
que tiene lugar una interacción y que la connotan.
La comunicación digital posee una estructura compleja, con alta capacidad de abstracción
y
sumamente precisa pautada por reglas que, estableciendo secuencias y relaciones entre sus
unidades,
determinan relaciones lineales e inequívocas entre símbolos y significados. Sin
embargo, resulta insuficiente para brindar información acerca de los aspectos relacionales de la
comunicación. “Un gato es un bello animal” es un mensaje que, en tanto quien lo recibe comparta
el código (esto es, conozca el significado de las palabras ) y el que lo emite lo transmita de esta
manera y no alterando de forma incomprensible el orden de las palabras, será comprendido y
evocará en quien recibe el mensaje la imagen de uno o varios gatos ( y no de cualquier otra cosa),
y por lo tanto la idea que el emisor quiso transmitir. Esto es lo que se llama ‘relación lineal e
inequívoca entre símbolo y significado. Sin embargo, sólo a partir de este texto no es posible
conocer qué aspectos afectivos hay en juego en la relación que el emisor pretende establecer con
el receptor a través de este mensaje.
La comunicación analógica, en cambio, posee una multiplicidad de elementos que dan cuenta de
esos aspectos relacionales (“Un gesto vale más que cien palabras”) enriqueciendo enormemente
la comunicación, pero que se caracterizan por su alto grado de ambiguedad (las lágrimas pueden
deberse a alegría, tristeza, emoción, etc.). Siguiendo con el ejemplo anterior, ‘Un gato es un bello
animal’ puede ser enunciado con ternura (y según el contexto de la conversación podemos pensar
que el emisor está compartiendo un recuerdo o intentando convencer al receptor que adquiera un
gato como mascota) o con ironía (y en ese caso, la intención puede ser la de desalentar la
adquisición de esta mascota).
La complementariedad de ambos códigos contribuye a enriquecer el acto comunicacional cuando
existe una coherencia de significación entre ellos.
Resumiendo:
La imposibilidad de no comunicarse hace que todas las situaciones en las que participan dos o
más personas sean interpersonales y comunicacionales; el aspecto relacional de tal comunicación
subraya aún más este argumento. La importancia pragmática, interpersonal de los modos digital y
analógico radica no sólo en su supuesto isomorfismo con los niveles de contenido y de relación,
sino también en la inevitable y significativa ambiguedad que tanto el emisor como el receptor
enfrentan al comunicarse. Los problemas de puntuación se basan en el hecho de que la
comunicación es un proceso dinámico de intercambio no sólo de información sino de roles.
BIBLIOGRAFIA
• Watzlawick, P.; Bavelas, J.B.; Jackson, D.D.: “Teoría de la comunicación humana”. Editorial
Herder. Barcelona, 1989.
• Romero, R: “La estructura de los pequeños grupos: las estructuras de comunicación y
liderazgo; su instrumentación en Educación para la Salud”. Publicación ‘Educación para la
Salud’, Serie 7 (Ciencias Sociales y Salud), N° 5, 1971.
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