Súper madres con plumas, pelos y escamas

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ESPECIAL
VIERNES
16 DE MAYO DE 2014
juventud rebelde
DETRÁS
DE LA CIENCIA
A cargo de PATRICIA CÁCERES [email protected]
Súper madres con
plumas, pelos y escamas
Para cuidar de un hijo, poco importa la especie.
Así lo demuestran las mejores progenitoras del mundo animal
MUCHO se habla del amor, la ternura, y consagración incondicional de nuestras madres. Cada mes de mayo, las desbordamos de detalles, verdaderos sacrificios envueltos en
papel de regalo, o simplemente con un beso, para demostrarles cuán importantes son en nuestras vidas.
Pero las nuestras no son las únicas que dan pruebas de
amor, ternura y consagración incondicional. A continuación,
una selección de algunas heroínas anónimas, las mejores
madres del reino animal.
KOALAS:
La dieta de los koalas se resume en una: hojas de eucalipto, que son venenosas para otras especies. Gracias a unas
bacterias especiales en sus intestinos, estos animales son
capaces de depurar las toxinas de la planta. No obstante, los
ejemplares recién nacidos no disponen de estas defensas.
Es por ello que las madres deben alimentarlos con sus
heces para así aprovechar los nutrientes del eucalipto. Además, las crías pasan los primeros seis meses de vida dentro de la bolsa de su madre, esperando a desarrollarse
completamente.
ELEFANTE:
Las elefantas no solo tienen el mérito de dar a luz a los
bebés más grandes del planeta (con un peso que oscila
entre los 90 y 115 kilogramos), sino también de llevarlos
en su vientre durante 22 meses.
Como si esto fuera poco, las crías nacen temporalmente ciegas, y dependen totalmente de la manada y de su
madre para movilizarse y descubrir su entorno. Las abuelas, hermanas, tías y hasta primas del pequeño elefante
también colaboran con la crianza.
ORANGUTÁN:
La relación madre-hijo de los orangutanes está considerada la de mayor dependencia del reino animal. Esta habita casi todo el tiempo en lo alto de los árboles, construyendo un nuevo nido de ramas y follaje cada noche. Se
estima que cada una construye más de 30 000 viviendas
en toda su vida.
Nunca se separan de sus crías y las cuidan hasta que
estas alcanzan los seis o siete años. Incluso, algunas suelen visitar zonas habitadas por humanos para adoptar ejemplares huérfanos, quizá liberados de una captura ilegal o
criados en cautividad.
CÁLAO DE SULAWESI:
Las primeras súper mamás son las hembras de esta
ave tropical, que vive en la isla indonesia de Sulawesi. Para
proteger sus huevos —manjar favorito de lagartos y otros
depredadores—, las aves sellan el nido con sus propias
heces y permanecen durante el período de incubación de
dos meses dentro de este pequeño espacio cerrado, soportando el mal olor y sin apenas alimento.
COCODRILO:
Un cocodrilo hembra puede pesar entre los 500 y 700 kilogramos. Como no puede proteger a las crías bajo su cuerpo,
por el riesgo de aplastarlas, las «cocodrilas» llevan a las criaturas recién nacidas dentro de su propia boca durante varios
días. Una vez que están listas para incorporarse al agua, la
madre continúa cuidándolas por un tiempo prolongado.
ELEFANTE MARINO:
Otras elefantas dignas de admiración, pero esta vez del
mar, también se incluyen en la lista de las mejores madres
animales. Durante sus 11 meses de gestación se alimentan de forma abundante. Luego, dan a luz una única cría de
unos 35 kilogramos de peso, a la que nutren con una leche
tan grasa que las hace engordar hasta 4,5 kilogramos al
día.
Las madres no regresan al mar a alimentarse hasta terminar el período de lactancia que dura aproximadamente
entre 19 y 25 días. Durante ese tiempo de ayuno, llegan a
perder hasta el 35 por ciento de su peso corporal, a razón
de ocho kilogramos diarios.
GUEPARDO:
La hembra del guepardo debe ocuparse de cuatro o cinco crías a la vez, sin la ayuda del macho. Como nacen sin
instinto de supervivencia, a ella le corresponde enseñarlos
a cazar, alimentarlos y evitar a los depredadores. Durante
diez meses las crías dependen totalmente de su madre, y
al año y medio, aproximadamente, se independizan y pierden todo contacto.
OSO POLAR:
Tras fecundar a la hembra, los osos polares machos
desaparecen. En el período de dos o tres meses que tarda
el óvulo en fertilizarse y desarrollarse, la futura madre se alimenta para almacenar la mayor cantidad de grasa posible.
Tras dar a luz a una o dos crías, en un refugio excavado
en el hielo, amamanta a sus hijos sin comer nada, motivo
por el cual pierde mucho peso.
En la mayoría de los casos, los jóvenes osos permanecen cinco meses junto a su madre, aunque algunos pueden
convivir con ella durante más de dos años.
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