MISCELÁNEAS CRIMINALES EN LAS DECRETALES

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MISCELÁNEAS CRIMINALES
EN LAS DECRETALES
Comunicación efectuada por el Dr. Francisco I. Castex
en el Centro Interdisciplinario de Investigaciones Forenses
de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires,
el 5 de septiembre de 2006
El objeto de este trabajo es informarnos sobre aspectos jurídico
penales y procesales en las decretales de Gregorio IX.
Primeramente haremos una breve referencia histórica al origen
y ubicación de las referidas decretales en el contexto del tiempo y en
particular dentro del Corpus Iuris Canonici, a cuyo efecto hemos
seguido en un todo la Editio Lipsiensis Secunda post Aemilii
Ludouici Richteri curas ad librorum manuscriptorum et editionis
romanae fidem recognouit et adnotationes critica instruxit Aemilius
Friedberg. Akademische Druck- U. Verlagsanstalt, Graz, 1959, vols.
II1.
Teniendo en cuenta la dificultad para acceder a las decretales,
en latín de época, se consideró oportuno partir de las fuentes citadas
en las partes pertinentes al procedimiento judicial y que obran en las
siguientes codificaciones:
• Codex Iuris Canonici Pii X Pontificis Maximi iussu digestus,
Benedecti Papae XV auctoritate promulgatus, Praefatione, fontium
annotatione et indice analytico-alphabetico ab Emo. Petro Card.
Gasparri auctus, Typis Polyglottis Vaticanis, 1933.
• Codex Iuris Canonici (fontium annotatione et indice analyticoalphabetico auctus). Lib. Ed. Vat., 1989.
• Código de Cánones de las Iglesias Orientales (CCEO). Libreria Ed.
Vat., Romae, 1990.
• Codicis Iuris Canonici Fontes. Ed. Gasparri-Seredi, Roma, 19261939, vols. I-IX.
Tales fuentes, al remitir tanto al Corpus, como a recopilaciones
posteriores que nutren el derecho procesal eclesiástico a partir del
Concilio de Trento y hasta la aparición del código piobenedictino en
las primeras décadas del siglo fenecido, han permitido estructurar un
derecho procesal canónico. Éste a su vez basa sus raíces en el dere1
Disponible en fotocopia completa en biblioteca privada, reproducción del ejemplar obrante en la Universidad Católica Argentina.
309
cho romano de época2, como surge de cualquier estudio comparativo
entre los principios procesales básicos de este último, con los de
aquél3.
En consecuencia, el material de auténtico interés en lo que hace
a derecho procesal comparado, surge con claridad en la fuentes a las
que remiten los diversos cánones de los códigos que componen tanto el código de derecho canónico romano occidental, como el de las
Iglesias Orientales en comunión con Roma. A su vez, ambas se nutren por completo en materia procesal tanto en el Corpus, como en
las fuentes posteriores antes citadas.
I. Breve referencia histórica al origen y ubicación
de las Decretales en el Corpus Iuris Canonici4
En la historia de la ciencia canónica, el inicio de lo que luego
formará el conjunto denominado Corpus, corresponde al denominado segundo período histórico, cuyo inicio suele fijarse con el Decreto
de Graciano (circa 1140). En el primero, es común distinguir tres sub
períodos: el patrístico (ss. 1ª mitad del VIII), el carolingio (2ª mitad
del siglo VIII y IX) y el perteneciente a la reforma imperial y
gregoriana (siglo X a 1140). En cuanto al segundo período –el que
interesa en este trabajo–, se extiende éste a partir del Decreto de
Graciano y hasta el Liber Extra de Gregorio IX (1140 a 1234).
Constituye un dato de elevado interés conocer de qué modo se
gesta la obra de Gregorio IX. Así, con la aparición de la labor del
Maestro Graciano, Concordantia discordantium canonum, se
iniciaron las interpretaciones ya a través del derecho romano, ya a
través de una teología informada por cuestiones canónicas, dándose
de tal modo el llamado tiempo de la decretística clásica y que concluye con la Summa Huguccionis (circa 1190), dando lugar a la edad de
la decretística primordial.
2
1973.
Cfr. Corpus Iuris Civilis. Edit. Weidmann, Dublin/Zürich, vols. 3, ed.1967-
Al respecto remitimos a Mommsen, Teodor, Derecho Penal Romano, Temis,
1991, pp. 223 y ss.
4
Seguimos el estudio exhaustivo de Erdo, Peter, Introducción a la Historia de
la ciencia canónica, Editorial de la UCA, 1993. Sobre cuestiones procesales en el
derecho canónico moderno puede verse Della Rocca, Instituciones de Derecho Procesal Canónico, Debedec, Buenos Aires, 1950.
3
310
A ella le sigue a partir de la promulgación del Liber Extra (1234)
el período conocido como de la decretalística clásica. Este período concluye en 1348 con la muerte de Juan de Andrés, último de los
canonistas clásicos, quien muere de peste. La determinación del período dimana de dos principios diversos. Su comienzo, en razón de la
promulgación de la fuente normativa principal. Su final, con motivo
de la calidad de las explicaciones científicas. A todo ello se siguió la
época post clásica decretalística que concluye en 1563 con el Concilio de Trento. Puede concluirse este párrafo recordando que un
decreto, en líneas generales, puede entenderse como la respuesta del Pontífice Romano a cuestiones precisas que le son sometidas a consideración.
Bajo el aspecto de las fuentes del derecho canónico, que eran
enseñadas por los canonistas en el período comprendido desde la
promulgación de la Decretales de Gregorio IX –es decir del Liber
Extra (1234)– hasta el Concilio de Trento (1545), en cierto modo pudo
considerarse este lapso como un solo período, ya que la principal fuente
escrita del derecho de la Iglesia era el Liber Extra de Gregorio IX, y
aun cuando se le hubieran agregado, poco a poco, otras colecciones de
Decretales, si bien no reemplazaban a éste, ni lo modificaban esencialmente. Pero en razón de las producciones literarias, de la difusión
de cada una de las clases de escritos, del pensamiento de los canonistas, de las cuestiones jurídicas que fueron más especialmente tratadas, y de las importancias de toda la ciencia canónica en la sociedad
en general y de la vida eclesiástica en particular, la época debe ser
dividida en dos períodos.
La colección principal, la cual fue de todas las otras colecciones
de decretales –ya anteriores o posteriores– la más completa y difundida, era sin duda el Liber Extra o Decretales de Gregorio IX, que fue
promulgada por la Bula Rex pacificus del 5 de septiembre de 1234.
La colección era auténtica y, según la expresión de la bula de promulgación, también exclusiva. Así derogó todas las leyes eclesiales, al
menos las generales, promulgadas después del Decreto de Graciano.
Esta fue la razón por la que después de la promulgación del Liber
Extra cesó absolutamente el uso de las compilaciones antiguas. Los
decretalista de este período enseñaron en primer lugar esta colección
y después también otras publicadas con posterioridad, especialmente
las auténticas.
Tales colecciones auténticas eran las nuevas constituciones promulgadas por Inocencio IV (1234-1254), por Gregorio X (1271-1276)
y por Nicolás III (1277-1280), las que fueron sustituidas por el Liber
311
Sextus de las Decretales promulgadas por Bonifacio VIII, colección
que derogó las complicaciones auténticas publicadas después de
Gregorio IX, con excepción de Liber Extra. Sobre el Liber Sextus fueron escritas obras canónicas –es más, la publicación de esta colección
ha provocado un segundo florecimiento de la decretalísta– así como
también sobre las Constituciones Clementinas, conocidas como Clementinas, promulgadas el 25 de octubre de 1317 por Juan XXII. También la colección privada denominada Extravagantes de Juan XXII,
compuesta en el año 1325 por Zenzelino de Cassanis y muy posteriormente incorporada al Corpus Iuris Canonici, completan al mismo si
uno se atiene al compilador citado en este trabajo, debiéndose únicamente agregar al listado, las denominadas Extravagantes Comunes.
II. El sentido histórico de las decretales:
sus implicancias penales y procesales
Adquiere especial interés el Liber Extra, ya que su promulgación
por Bula Rex Pacificus del 5 de septiembre de 1234 constituyó un
esfuerzo por poner orden en el caos de legislación. Por ello se la consideró auténtica y exclusiva, derogando por consiguiente todas aquellas leyes eclesiales, al menos las generales, promulgadas después del
Decreto de Graciano. Ello dio lugar al cese absoluto de las compilaciones antiguas. No obstante ello esta compilación dio origen a toda
suerte de estudios, comentarios, glosas, etc.... entre las que destacan
los llamados Reglamentos Judiciales en los cuales se describía el iter
de un proceso, se analizaban problemáticas de índole procesal y el
cómo tratarlos y se ofrecían modelos de formularios y escritos. De
modo especial, muchos de estos trabajos se destinaban a abogados
noveles, llegando a tener amplia difusión en las universidades, en
especial las de Bolonia y Módena. En este campo destacó sobre todo
el Speculum Iudiciale de Guillermo Durante, el mayor canonista
francés de la época († 1296), profesor en Bolonia y Módena y auditor
en las causas palatinas, antecesor este tribunal de la actual Rota
Romana.
El Speculum Iudiciale, alcanzó 50 ediciones en el año 1678, constando de cuatro libros, de los cuales el cuarto ofrece una amplia colección de formularios. Su elaboración conforma de modo definitivo
el derecho canónico clásico, en especial en cuanto a procedimiento.
En torno también al Liber Extra y a partir del mismo es que se
conforman trabajos referidos al proceso criminal y que responden
312
a novedosas exigencias de los tiempos que trascurrían. A partir de
Inocencio III, se aceptaba el principio de que la fama pública podía
ser el acusador de un crimen, y el juez, casi tomando como denunciante a la fama, debía investigar la verdad, aun cuando no hubiese persona alguna que formalmente presentara una denuncia. Será
con Inocencio IV, cuando el juez queda autorizado a iniciar la causa, aún sin infamia, si se trataba de delitos que fueran en detrimento del bien público de la Iglesia y, a partir del siglo XIV, los meros
indicios bastaban para instar al proceso. Es precisamente en esta
línea que Bernardo Guidonis de la Orden de los Predicadores, inquisidor en Tolosa entre 1307 hasta 1323 y muerto en 1331, compone
su Practica Inquisitionis. Escaso tiempo después, Jacono de
Belviso, muerto en 1335, escribe su Practica criminal. Empero debe
hacerse notar que la mayor parte de la literatura procesal
inquisicional es posterior y aparece en el tardo medioevo5. Es importante señalar que en toda la producción que induce y produce el
Liber Extra se entremezclan la teología moral, la doctrina canónica y, más aún, el derecho civil, siendo mutua la relación, lo que se
refleja en el adagio: legista sine canonibus parum valet, canonista
sine legibus nihil. Esta interdependencia tiene un notable efecto
sobre el derecho procesal.
La extensión del presente trabajo impide realizar un análisis
total del conjunto de fuentes revisadas, pero puede indicarse que se
han extraído algunos puntos de elevado interés que, en primer término, remiten a los libros I, II, III y V, destacándose con el mayor
número de títulos aquél último, en donde, en orden decreciente predominan el título XII –de homicidio voluntario vel casuali–, el título XXXIX –de sententia excommunicationis– y el título XXXVIII –de
poenitentiis et remissionibus–, siguiéndoles, como puede observarse
en las tablas anexas A y B, en frecuencia muy inferior, títulos referidos a delitos varios (simonía, robo, crimen de falsedad, delitos cometidos por menores, injuria e, incluso, un capítulo dedicado a
ciertas materias procesales –X,V, I, c.21–, aun cuando esta materia
reluce en todos los puntos que se enuncian).
En el primero de los textos puede hallarse la instrucción enviada por el Papa Alejandro III al obispo Exoniense, con motivo del asesinato del Arzobispo de Canterbury Thomas Becket y tras lanzar el
primero un interdicto contra los culpables.
5
Al respecto puede consultarse la magnífica obra del Profesor Cavallero, Ricardo Juan, Justicia Inquisitorial, Ariel, 2003.
313
TABLA A
Título I
(II,XXIX,XXXI,XXXIV,XL)
X, de his, quae vi metusve causa fiunt, I, 40, c. 5: c. 2199; c. 2200 § 1; c. 2205
§ 3X, de constitutionibus, I, 2, c.1; X, de constitutionibus, I, 2,c.2
X, de officio et potestate iudicis delegati, I,29,c.4
X, de officio et potestate iudicis delegati, I, 29,c.11
X, de officio iudicis ordinarii, I, 31, c.8
X, de tregua et pace, I, 34, c.1
X, de his quae vi metusve causa fiunt,I,40,c.5
Título II
(XXIV)
X, de iureiurando, II, 24, c.12
Título III
(I, XXVIII,XLII,XLIV)
X, de vita et honestate clericorum, III, I,c.9,13
X, de sepulturis, III, 28, c.11
X, de baptismo et eius effectu,III,42,c.3
X, de custodia Eucharistiae, chrismatis et aliorum sacramentorum, III,
44,c.1
Título V
(I, III, X, XVIII,XX,XXIII,XXVII,XXXVI,XXXVIII)
X, de accusationibus inquisitionis et denunciationibus V,I, c.21
X, de simonia, et ne aliquid pro spiritualibus exigatur vel promittatur,
V,3,c.33
X, de his, qui filios occiderunt,V,10,c.3
X, de furtis,V,18,c.3
X, de crimini falsi,V,20,c.7:
X, de delictis puerorum, V,23,c.1,2
X, de clerico excommunicato deposito, vel interdicto ministrante, V,27,c.9:
c. 2199
X, de iniuriis et damno dato, V,36, c.2,3
X, de iniuriis et damno dato,V,36,c.9; c. 2202 § 1
X, de poenitentiis et remissionibus,V,38,c.3
X, de poenitentiis et remissionibus,V,38,c.7
X, de poenitentiis et remissionibus,V,38,c.3
314
TABLA B
Título V
(XII)
X,
X,
X,
X,
X,
X,
X,
X,
X,
X,
X,
X,
X,
X,
de
de
de
de
de
de
de
de
de
de
de
de
de
de
homicidio
homicidio
homicidio
homicidio
homicidio
homicidio
homicidio
homicidio
homicidio
homicidio
homicidio
homicidio
homicidio
homicidio
voluntario
voluntario
voluntario
voluntario
voluntario
voluntario
voluntario
voluntario
voluntario
voluntario
voluntario
voluntario
voluntario
voluntario
vel casuali,V,12,c.1
vel casuali,V,12,c.2,3
vel casuali,V,12,c.1
vel casuali,V,12,c.1
vel casuali,V,12,c.10
vel casuali,V,12,c.10
vel casuali,V,12,c.14-15
vel casuali,V,12,c.10
vel casuali,V,12,c.10
vel casuali,V,12,c.10
vel casuali,V,12,c.10
vel casuali,V,12,c.22
vel casuali,V,12,c.10
vel casuali,V,12,c.25
Título V
(XXXIX y XLI)
X,
X,
X,
X,
X,
X,
X,
X,
X,
X,
de sententia excommunicationis,V,39,c.1
de sententia excommunicationis,V,39,c.3
de sententia excommunicationis,V,39,c.4
de sententia excommunicationis,V,39,c.10
de sententia excommunicationis,V,39,c.14
de sententia excommunicationis,V,39,c.21
de sententia excommunicationis,V,39,c.23
de sententia excommunicationis,V,39,c.32
de sententia excommunicationis, V,39,c.60
de regulis iuris,V,41,c.4
Del texto de la instrucción surge –en primer lugar– la importancia de tener en cuenta que, para toda imposición de penas, el juez
debe prestar atención a las circunstancias debido a las cuales aumenta o disminuye la gravedad del delito (In poenitentia imponenda
iudex debet attendere circumstantias, ex quibus augetur vel minuitur
delictum), pasándose –en segundo lugar– a detallar diversos grados
de participación en el hecho que se analiza, distinguiéndose entre:
1.- Quien se asocia al homicida con el ánimo de matar, aun cuando no intervenga de modo directo en el o los gestos homicidas (So315
cians homicidam animo occidendi, licet non apponat manum), de seguirse la muerte por tal causa, debe sufrir una pena casi tan severa
como la del homicida mismo (si tamen ex sua causa mors secuta est,
tenetur fere pari poena cum homicida).
2.- Quien se asocia al homicida solamente con el ánimo de lograr
que el delito no se cometa, será pasible de una pena menor (Qui
sociat homicidam tantum animo prohibendi ne impediatur, tenetur
paulo minori poena).
3.- Quien incita a otro a cometer homicidio, será merecedor de
una pena menor que la del homicida, a no ser que el homicidio se
perpetre, en cuyo caso será considerado como homicida (Incitans
alium ad homicidium, mitius punitur quam homicida, secus autem,
si incitavit ad certum homicidium. Nam, eo secuto, tenetur ut homicida).
4.- Quienes custodian los bagajes de los que asesinan conociendo la intención de éstos, no están libres de la pena por homicidio
(Custodientes sarcinas occidentium, scientes, eos esse sicarios, non
sunt immunes a poena homicidii).
5.- Quien se apodera de los bienes del occiso, no por ello será
culpable de homicidio, pero no basta que distribuya tales bienes a los
pobres cuando puede restituirlo a aquéllos de los que consta son
dueños legítimos (Occupans bona occisi, non per hoc tenetur de homicidio, et non sufficit occupanti, quod eroget illa pauperibus, quum
poterit restituere eis, quorum constat fuisse).
6.- Quienes participan con los asesinos en la excomunión, deberán ser castigados de modo diverso adecuado a su grado respectivo
de participación (Participantes interfectoribus in excommu-nicatione,
diversimode puniuntur iuxta modum participationis).
7.- Se considera en este punto la penitencia que deberá imponerse a aquellos clérigos que han prestado auxilio, consejo o favor para
la predicha muerte (In isto... ponitur poenitentia clericorum, praestantium praedictae morti auxilium, consilium, vel favorem).
En la referida instrucción, merece rescatarse sobre todo, aparte de aquello ya referido, el siguiente párrafo: “Sabes mejor que en
los excesos de cada uno, no solo hay que prestar atención a la cantidad y a la cualidad del delito, sino también a la edad, al grado de
conocimiento y al sexo, así como a la condición del delincuente, y no
solamente según las cosas predichas, sino también según el lugar y
el tiempo en los que el delito es cometido, debe ser impuesta la penitencia a cada uno, teniendo en cuenta que el exceso más debe ser
316
castigado en uno que en otro” (Sane, quum vir literatus et sapiens et
discretus et in his plurimum exercitatus exsistas, plenius nosti, quod
in excessibus singulorum non solum quantitas et qualitas delicti, sed
aetas, scientia, et sexus atque conditio delinquentis sunt attendenda,
et non solum secumdum praedicta, sed secumdum locum et tempus,
quo delictum committitur, unicuique poenitentia debet indici, quum,
sicut tu ipse non ignoras, excessus magis sit in uno quam in alio
puniendus).
De lo comentado, surge una referencia precisa y muy concreta a
los diversos modos de cómo se participa en el delito y ello es fundamento para que se hable de agravamiento, atenuación y hasta de
exclusión de imputabilidad, en legislación posterior inspirada en esta
fuente.
En lo que hace al texto del título dedicado a las problemáticas
que surgen en torno a la aplicación de la sentencia de excomunión (X,
de sententia excommunicationis, V, 39, c.3), éste merece el siguiente comentario:
1.- Se distingue en el delito, la calidad y la intención de quien lo
comete, así como la gravedad de la lesión producida –para el caso de
lesiones infligidas a un clérigo– (Ostiarus qui clericum percussit non
graviter, ab episcopo absolvi potest. Hoc primo. Officialis, deliberate
iniiciens manum in clericum, per Papam absolvitur. Hoc secundo...
Si vero aliquis alicuius potestatis ostiarius, sub praetextu sui officii
malignatus, clericum laeserit, ab episcopo suo potest absolvi, nisi
forte eundem clericum graviter vulneraverit. Officialis vero pro
iniectione manuum in clericum non potest sine mandato Romani
Pontificis absolutionis beneficium promereri, quia nulli laico super
clericum tanta datur auctoritas, nisi forte turbam arcendo irruentem,
non ex deliberatione, sed fortuito casu clericum laedat).
2.- Se distingue en el delito la legítima defensa –en el caso de
rechazo de ataque violento por parte de un clérigo, con fuerza– (Qui
repellendo vim vi clericum percutit, excommunicatus non est).
3.- Se distingue una atenuación en la pena para aquellos que golpeen a un clérigo hallado en un acto torpe con una pariente, diferenciando tal acto del realizado con una extraña (Qui percutit clericum,
turpiter inventum cum propinqua, excommunicatus non est; secus cum
remota, et dicitur propinqua,... Nec ille compellendus est ad sedem
apostolicam venire, qui in clericum, cum uxore, matre (vel) sorore vel
filia propria turpiter inventum, manus iniecerit violentas. Ceterum, si
317
(eum) in stupro vel adulterio, quod committit cum ea, quae ipsum ita
proxima consanguinitatis linea non contingit, ceperit, aut (alias) in
eum violentas manus iniecerit, non erit a sententia illius excommunicationis immunis). Tiene especial interés esta figura, ya que constituye
una clara raíz de referencia para la figura de emoción violenta, justificada ésta por la circunstancia, ya que en el segundo ideograma –el
caso de no ser la (mujer) hallada con el clérigo parienta de quien reacciona– no se da la inmunidad a la sentencia de excomunión.
Este texto es considerado fuente, también, para disposiciones
posteriores sobre eximición de imputabilidad por caso fortuito que no
pudo preverse o que previsto, no puede evitarse, causa de legítima
defensa contra ataque de agresor injusto, cuando se ejercita con la
debida moderación, como exclusión de imputabilidad; de no haber
debida moderación disminución únicamente de la imputabilidad;
causa de provocación y exigencia de una suerte de dolo pleno (pleno
conocimiento y deliberación para la aplicación de las penas latae
sententiae).
En otras fuentes (por ejemplo en lo que hace a las del c.2218 § 1),
es fácil hallar las referencias a la equitativa proporcionalidad que las
penas aplicadas deben tener para con el delito, teniendo en cuenta la
imputabilidad, el escándalo y el daño que se provoca, el objeto y la
gravedad de la ley, la edad, el conocimiento, el sexo, la condición, el
estado mental del delincuente, la dignidad de la persona a quien se
ofende con el delito o que comete al mismo, el fin perseguido, el lugar y el tiempo en que el injusto se comete, si el imputado actuó por
miedo grave o arrastrado por la pasión, la existencia o el grado de
arrepentimiento, si trató éste de evitar los efectos de su conducta y,
asimismo, cualesquiera otras circunstancias semejantes.
La primera fuente del libro I, título 29º, que trata del oficio y de
la potestad del juez delegado, en el capítulo cuarto, refiere –en el
primer ideograma– a una cuestión procesal de validez juridiccional,
texto en donde resalta el respeto al derecho de las partes. En el segundo ideograma, apreciase el derecho del juez a imponer una pena
a discreción suya en donde la ley no ha precisado una determinada
(Ubi certa poena per ius statuta non est, delegatus imponit arbitrariam). En cuanto al tercer ideograma, hace referencia a quienes,
debiendo presentarse al tribunal no lo hacen, autorizando al juez, en
tal caso, a aplicar la pena, en el caso que ésta estuviere estatuida en
el derecho vigente (Illis etiam, qui pro causis tibi commissis ad
citationem tuam venire, aut tuo super his parere iudicio neglexerint,
318
si tale fuerit negotium, quod certa exinde poena in canonibus exprimatur, eandem infligas). Finalmente, instruye para que, en el caso
que la pena no se encuentre establecida en el derecho vigente, procure el juez aplicarla según la cualidad y la causa del delito (alioquin
ipsos pro delicti qualitate et causae secundum tuum arbitrium punire
procures).
En este mismo texto considerado fuente del c.2223 § 3, 3º, texto
éste del CIC 17, se facultaba al juez –en determinados casos, a su
conciencia y prudencia–, a rebajar la pena determinada, o sustituirla
por remedio penal o penitencia, si existiera alguna circunstancia
notablemente atenuante de imputabilidad –entre otras causales–.
Otra fuente a considerar, X, de officio et potestate iudicis
delegati, I, 29, c.11, refiere en primer lugar a la jurisdicción del
delegado papal por sobre cualquier autoridad local (quod iudex a
nobis delegatus vices nostras gerit, unde in causa illa superior est, et
maior illis, quorum causam suscepit terminandam), autorizando a la
aplicación de sanciones en los casos de rebelión o de contumacia, pero
acordes aquéllas a la cualidad y dimensión del hecho (secundum
qualitatem vel quantitatem facti poterit; ...ita, quod iudex, secundum
negotii qualitatem temperate procedens..).
En cuanto a la fuente X de iureiurando, II, 24, c.12, señala
ésta la mayor gravedad que adquiere el perjurio en los obispos, razón por la cual el castigo de los mismos deberá ser mayor. Indica la
no validez de aquel juramento en donde exista compromiso de no
hablar o de no prestar humanitaria ayuda a determinados familiares, por ser contra toda razón, señalando que se debe aplicar una
penitencia a quien efectuare juramento semejante (Illi vero, qui
iurant, non loqui patri vel matri vel sorori vel fratri, aut eis
humanita-tis subsidium non exhibere, absolvendi sunt ab illius
observantia iuramenti, quum illicitum sit et omni contrarium rationi;
iniuncta tamen eis de hoc, quod male iuraverant poenitentia
competenti).
En cuanto a la fuente X, de vita et honestate clericorum, III,
I, c.IX , se ocupa ésta de la facultad de los obispos para establecer
casas de vida en común para los clérigos, dedicando en un párrafo
final alguna observación en torno a la pena a aplicar en el caso en que
entre quienes habitan bajo el mismo techo, alguien pusiera la manos
encima (agresión) de otro, pena que deberá graduarse a la medida del
hecho (Indulgemus etiam, ut, si quisquam eorum, qui simul vivunt,
pro manus iniectione in socium a communione meruerit fieri alienus,
reconciliandi eum et poenitentiam imponendi potestatem plenariam
319
habeatis, nisi forte atrocitas facti poenam graviorem exspectet). Extiende el texto a idénticas consideraciones hacia las mujeres y aquéllos que por edad avanzada no pudieran acudir a su presencia (Quod
etiam de mulieribus et his qui pro senectute vel infirmitate praesentiam nostram adire non possunt volumus observari).
El texto siguiente: X, de vita et honestate clericorum, III, I,
c.13, se ocupa de los delitos contra la castidad cometidos por los
clérigos, debiéndose castigar con mayor severidad a aquéllos que,
conforme a la costumbre del lugar, pueden hacer uso legítimo del matrimonio (Clerici debent continere et caste vivere; contra facientes
punit, et severius puniuntur illi, qui possunt legitimo matrimonio uti;
...Qui autem secundum regionis suae morem non abdicarunt copulam, si lapsi fuerint, gravius puniantur, quum legitimo matrimonio
uti possint). Nótese en este punto el mantenimiento del principio de
la amplitud de criterio en la aplicación de la pena y a la permanente consideración de las circunstancias que rodean el acto punible.
La fuente: X, de accusationibus inquisitionis et denunciationibus V, I, c.21, trata de los procesos por acusación e información. De
su lectura pueden extraerse los siguientes conceptos de interés:
1.- No debe investigarse contra el no acusado sobre la verdad de
los crímenes, aunque el libelo infamante contra él hubiere sido entregado en secreto y se cree en base al testimonio de un testigo principal quien bajo juramento afirma ser enemigo del acusado, o lo
afirmara antes del juramento, a no ser que se presumiera que lo dicho fue bajo engaño (Contra non infamatum super veritate criminum
inquiri non debet, etiamsi libellus famosus contra eum oblatus fuerit
in secreto: nec super principali creditur testi, qui iuratus dicit se
illius, contra quem inquiritur, inimicum. Idem, si hoc dicit ante
iuramentum, nisi praesumatur hoc dixisse in fraudem).
2.- No será castigado alguien por un crimen que no consta sino
por la fama y credibilidad de los testigos y, por los dichos de unos
pocos, no será tenido como infame alguien ante el juez (Non punitur
quis de crimine, de quo non constat, nisi per famam et testium
credulitatem, et per dicta paucorum non debet quis apud iudicem
infamatus reputari). Texto ciertamente valioso a tener en cuenta en
algunos sistemas penales en donde basta para condenar a un sujeto
testimonios cuya falsía se torna imposible de probar, no existiendo
otro indicio de prueba.
3.- En torno a una informativa penal, se responde –ante una
pregunta– señalando la oportunidad de no ocultar el nombre de los
320
testigos ni el contenido de sus respectivos testimonios, como también
las excepciones admitidas y/o réplicas –legítimas– (utrum eorum
publicanda sint dicta et nomina, quos interrogari contingit, prout de
testibus in publicis causis fieri consuevit; an sola dicta eorundem
publicari sufficiat, nominibus tacitis, quum idem episcopus et canonici manifeste sciant, qui fuerint inquisiti, et utrum contra dicta
eadem debeant exceptiones seu replicationes admitti, quum contra
personas dicentium admitiantur), no sea que se otorgue fácilmente
la audacia de difamar por la supresión de los nombres y de destituir
por la exclusión de las excepciones (Ad quod breviter respondemus,
non solum dicta, sed etiam ipsa nomina, ut quid a quo sit dictum
appareat, publicanda, et exceptiones seu replicationes legitimas admittendas, ne per suppressionem nominum infamandi, per exceptionum vero exclusionem deponendi falsum audacia praebeatur).
4.- A otra pregunta en torno al procedimiento penal, en determinados delitos (homicidio y simonía) vuelve a insistirse en que el juez
actúe con discreción al aplicar la pena, según los méritos de la persona y la cualidad del exceso cometido (Quo casu erit, sicut in accusationis iuducio, procedendum, alioquin secundum personae merita
et qualitatem excessus poenam poterit iudicantis discretio moderari).
En cuanto al resto del texto, se destaca el profundo respeto que
se demuestra en guardar la buena fama de toda persona acusada ya
por testigos aislados, con frecuencia enemigos del acusado, ya por
libelos secretos.
Con respecto a la fuente: X, de homicidio voluntario vel
causali, V, 12, c.6, ésta ha sido ya comentada en párrafo previo.
La fuente procedente del X De Furtis XVIII, c.3, originada en
el Penitencial de Teodoro, considera al estado de necesidad como
atenuante de pena. Dice así: Si alguien por causa de necesidad, hambre o desnudez hurtara comida, vestimenta o ganado, hará penitencia
durante tres semanas, pero si devolviere lo robado, no será obligado
a ayunar (Si quis propter necessitatem famis aut nuditatis furatus
fuerit cibaria, vestem vel pecus, poeniteat hebdomadas tres, et, si
reddiderit, non cogatur ieiunare).
Dos fuentes de interés para la temática de este estudio, proceden
del libro V, Título XXIII, dedicado a los delitos de los niños. El
primero de ellos: X, de delictis puerorum V, 23, c.1, se ocupa del
hecho de que los niños, además del vicio de la carne, pueden delinquir en otros pecados, señalando –empero– de que deben éstos ser
castigados con menor rigor que los adultos (Impuberes praeter vitium
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carnis delinquere possunt; puniuntur tamen mitius quam adulti),
pero a partir de los 14 años de edad (Pueris grandiusculis peccatum
nolunt attribuere quidam, nisi ab annis XIV., quum pubescere
coeperint). En cuanto a los menores de 14 años pareciera que no deberían ser castigados como en los mayores (quamvis in eis non ita, ut
in maioribus, punienda videantur). En este punto es conveniente
recordar que la codificación canónica actual considera inimputable
–en el fuero penal– a los menores de 16 años de edad y con imputabilidad disminuida, a los menores que hubieren cumplido los 16 años,
debiéndose tener en cuenta que, para la ley canónica (1983), recién
es mayor de edad aquel fiel cristiano que hubiere cumplido los 18
años de edad (c. 97 § 1).
El segundo de los textos acerca de los niños, X, de delictis puerorum, V, 23, c.2, vuelve sobre el tema de la mayor benignidad en
la aplicación de penas en los menores e insiste, a la vez, en que un
padre no puede ser tenido como culpable por un injusto cometido por
su hijo impúber (Puer non debet ita severe puniri, sicut maior, nec
pater ex delicto filii impuberis tenetur).
La fuente procedente del título dedicado a las penitencias y su
remisión (De poenitentiis et remissionibus V, 38, 3) se ocupa del
exceso en la legítima defensa, debiéndose en tal caso prestar debida
atención a la dimensión del exceso cometido en tal circunstancia
(Consideratis circumstantiis arbitraria poenitentia indicenda est ei,
qui modum excessit se defendendo).
En el capítulo 8º del mismo título (X, de poenitentiis et remissionibus, V, 38, c.8), también citado como fuente del canon acerca
del cual se comenta, vuélvese una vez más a la recomendación –al
aplicarse la pena– de tomar en cuenta la cantidad del exceso cometido, la dimensión de la contrición y las demás circunstancias –que
rodean la comisión del injusto– (Sacerdos poenitentiam arbitrari
debet secundum quantitatem excessus, poenitentis contritionem, et
alias circumstantias). Concluye este texto con una invitación a la
atención espiritual de aquél que comete falta, principio de misericordia y reiteración del espíritu que debe inspirar toda aplicación de
pena, dentro del fuero penal eclesial, temática ya comentada en textos previos.
Por último, en X, de sententia excommunicationis, V, 39,
c.14 se hace referencia por una parte, a la mitigación en la pena que
proporciona cierta forma de ignorancia –incultura– (Ante denunciationem vitandus est excommunicatus pro violenta manuum iniectione
in clericos, nisi sit incultus) y, por la otra, se considera que quien
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mata a un clérigo que habiendo despreciado al hábito se inmiscuyó
en enormidades no cae en la pena de excomunión (Interficiens clericum, qui, contempto clericali habitu, se enormitatibus immiscuit,
excommunicatus non est), debiéndosele –empero– aplicar al homicida una penitencia un tanto más áspera que si hubiera cometido tal
delito sobre la persona de un laico (iniungatur tamen eis poenitentia
competens aliquantulum asperior, quam si omnino in laicos talia
commisissent). El texto que se comenta concluye con una nueva invocación a la consideración de las circunstancias de distancia, edad,
salud, pobreza, en la aplicación y en la remisión de las penas, así
como de otras circunstancias, en la medida en que el daño no fuere
grave (Verumtamen volentes illis, qui in tam remotis partibus tuae
provinciae commorantur, dispensatione providere paterna: fraternitati tuae prasentibus literis indulgemus, ut illos, qui taliter excommunicati sunt ipso iure, si corporum impotentia, aut paupertas eos
impediat, aut aliqua inevitabilis, et manifesta necessitas, dummodo
satisfaciant iis, quos offenderunt et aliquam agant poenitentiam, ad
correctionem sui, ceterorumque terrorem a sententia excommunicationis auctoritate apostolica fretus absolvas, si tamen ex percussione
huiusmodi laesio corporalis enormis aut mors non fuerit subsecuta).
Algunos otros textos en las decretales de Gregorio IX adquieren
interés ya que hacen a la ignorancia, la ebriedad, la omisión de la
debida diligencia, el ímpetu de la pasión y el miedo grave.
En cuanto al miedo, el texto pertenece al X De his quae vi
metusve causa fiunt I, 40, 5 y se refiere especialmente a aquellos
que comunican con un excomulgado inducidos, ya por coacción, ya
por el miedo, distinguiendo entre las conductas producidas bajo una
y otra causa, considerando en el segundo que el miedo puede atenuar
pero no eximir de la culpa.
Sobre la ignorancia, tratan los textos: De constitutionibus I,
q.2, c.2 y X De clerico exc., etc. V, 27, 9, adquiriendo peculiar interés este último en cuanto distingue entre la ignorancia crasa,
supina y errónea, a los efectos de la atenuación o eximición de culpa
en cada caso.
En cuanto a la omisión de la debida diligencia, trátase el tema
en X, De custodia Eucharistiae, Chrismatis et aliorum sacramentorum III, 44, 1 y en X, De his qui filios occiderunt V, 10,
c.3, con un texto cuasi paralelo en X De poenitentiis et remissionibus V, 38, 7, en donde se hace referencia a la omisión de la debida diligencia en el caso de un sacerdote griego que, en legítimo
matrimonio, asfixiara en la cama al hijo, distinguiéndose, entre si el
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hecho es de conocimiento público o no, a efectos de la penitencia, ello
en función del ejemplo y, además, en la cualidad de la omisión.
Tales algunos ejemplos de textos de elevado interés que pueden
hallarse en las Decretales de Gregorio IX y entiendo sirven para ver
las raíces de numerosas cuestiones que hoy aparecen en el discurso
penal y procesal penal.
FACULTAD DE DERECHO
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
DE LA
Seminario de Perspectivas Históricas
Comparadas de Derecho Penal
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