LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA PORTUGUESA Y LA RIVALIDAD CON

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LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA PORTUGUESA Y LA RIVALIDAD CON CASTILLA.
(1415-1498)
En la primera fecha señalada comienzan los portugueses la expansión por el
Atlántico meridional, hecho impulsado desde la llamada escuela de Sagres. Esta
primera fase de exploraciones estará caracterizada por el planteamiento científico de
los descubrimientos.
¿Pero cuales fueron las causas que llevaron a los portugueses a iniciar esta
aventura?
Varios son los factores que podemos señalar a este respecto. Capital será la
motivación económica. La Portugal de inicios del S. XIV atravesaba una difícil
coyuntura económica, que motiva el hecho que los estamentos pudientes de su
sociedad vean en el mar una salida a sus problemas. Así, África se muestra como un
interesante mercado tanto de materias primas, como de mano de obra esclava
esencial para su floreciente industria azucarera y un lugar donde exportar sus
excedentes y explotar ricos yacimientos auríferos. A este hecho habrá que añadir el
interés por establecer un contacto directo con los prósperos mercados asiáticos,
eludiendo el peligro que suponían las injerencias islámicas.
No es menos importante la posición geográfica lusa, su preparación náutica y
su talante aventurero que servirán de acicate a unas clases poderosas que pretenden
aumentar su plataforma de poder.
Y un último aspecto esencial que será el contar con unas autoridades proclives
a la exploración marítima, entre las que descuella singularmente la personalidad de
Don Enrique “El Navegante”. Así, Azurara, el cronista oficial de la corte portuguesa
durante el reinado de este monarca indica que el Navegante estaba interesado en
saber lo que había más allá del Cabo Bojador (situado en la costa noroeste del Sáhara
Occidental) para evangelizar las tierras que fuera descubriendo y romper el monopolio
comercial de los italianos con oriente. Chaunu, P. 1972. La expansión europea
(siglos XIII al XV). Barcelona. Labor.
En todo caso, sea como fuere y al margen de todas estas causas señaladas,
no hemos de perder de vista el hecho que las primeras acciones de los portugueses
en la costa africana se muestran claramente como una continuación de su
reconquista, como se evidencia con la toma de Ceuta en 1415, pues a partir de ese
momento la diplomacia portuguesa jugará un papel trascendental al intentar conseguir
de la iglesia el reconocimiento de estas acciones como una cruzada contra los
musulmanes.
Este proceso no se culminará hasta el desembarco luso en la India en 1498,
siendo esta etapa la conocida por los historiadores portugueses como “la fase africana
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de la expansión”, y que tendrá como meta fundamental el establecimiento de una ruta
comercial directa con la India.
Esta situación se verá favorecida por la coyuntura alcista europea de finales del
S.XIV, que motiva un aumento de demanda de productos y la ausencia de grandes
conflictos en el “viejo Continente”.
Hemos de indicar en todo caso, que a pesar, como antes indicamos, de
destacar la presencia de Don Enrique en el proceso, el ciclo exploratorio portugués
comenzará con el monarca Juan I (1357-1433), tras la antecitada conquista de Ceuta.
El valor estratégico de ésta era incuestionable, pues, por un lado se aseguraba el
dominio del paso del Estrecho y su flujo de mercancías y por otro dispondrá de un
mayor control sobre el peligro islámico que representaba el norte del África.
Sin embargo y a pesar de la conquista el dominio del territorio no se consolida,
lo llevará a plantearse a los comerciantes y autoridades lusas sobre la conveniencia
de la conquista de África o la posibilidad de desarrollar las exploraciones en el
Atlántico sur.
Finalmente triunfa esta opción, que estará patrocinada por los Infantes Don
Enrique (El Navegante) y Don Pedro, hermanos del monarca, Eduardo I ( 1391-1438);
empresa que cobrará un mayor impulso cuando a la muerte del rey el segundo se
convierta en Regente, durante la minoría de edad de su sobrino Alfonso V (14381481).
Éstos organizaron e hicieron productiva la exploración del litoral africano y la
colonización de islas como las Azores, Cabo Verde y Madeira, cuya concesión como
señorío al Don Enrique, se erigirá en un factor de primera magnitud a la hora de
explicar el progreso del ciclo exploratorio, ya que la nueva situación, junto al apoyo
económico de la Orden de Cristo, de la cual era gobernador el Infante, permitiría al
“Navegante” disponer de los fondos necesarios para garantizar el éxito de las
expediciones.
La primera fase de la expansión será costosa y lenta, debida a la inexperiencia
de los marineros quienes sacarán como principal experiencia el conocimiento de los
vientos alisios.
La primera meta, el Cabo Bojador. Empresa de gran dificultad que tras varios
intentos fallidos logrará Gil Eanes en 1434. A partir de aquí la exploración se dirigirá al
Río de Oro (Sáhara Occidental).
Simultáneamente a la exploración comienza también la explotación azucarera
de Madeira, empresa que demandará una ingente mano de obra que los portugueses
pretenden conseguir con la adquisición de esclavos africanos, cuestión que obligaba a
desplazarse hacia el sur del continente.
Los beneficios derivados del azúcar y el tráfico de esclavos sería importante,
cuestión que obligaba a tener un punto de apoyo en el trasiego de mercancías desde
los nuevos territorios explorados hasta Portugal. Es en este sentido donde cobra
importancia el dominio de las Islas Canarias.
A tal efecto se dirige en 1434 una expedición dirigida por Fernando de Castro,
que si bien fracasa en primera instancia sirve para reclamar el dominio sobre el
territorio frente a las aspiraciones castellanas. El reconocimiento del papado de las
reivindicaciones lusas significan la reacción castellana, en el Concilio de Basilea
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(1431-1445) que acaba con la inversión de las medidas iniciales y la concesión del
archipiélago a la Corona de Castilla.
A pesar de este contratiempo los portugueses, una vez consolidadas sus
posiciones en la zona del Cabo Bojador, consiguieron en apenas diez años llegar al río
Senegal. La relativa rapidez con la que se realiza esta empresa lleva a pensar a los
lusos, ahora bajo los designios del monarca Alfonso V, que en pocos años se
conseguiría rodear las costas de África. Sin embarga a partir de este momento las
exploraciones se ralentizan notablemente hasta el año 1460, fecha en la que Pedro de
Sintra llega a Sierra Leona.
¿ Pero cuales fueron las razones de este retaso?
1. La actividad desplegada por Don Enrique ante el papado, para que éste
reconociese el derecho portugués sobre los territorios recién explorados. En
este sentido la presión castellana motiva las acciones del Navegante que
consigue la expedición por parte del papado de las bulas Dum Diversas,
Romanus Pontifex y Inter Caetera, por medio de las cuales se reconocen el
derecho de los marinos portugueses a conquistar los territorios de los infieles, a
quienes podían hacer esclavos; el reconocimiento del dominio del monarca
luso de los territorios desde Cabo Bojador hacia el sur, excluyendo de ello a
cualquier otro principe cristiano, cuestión que debía eliminar el peligro
castellano; y el encargo a la Orden de Cristo, dirigida por Don Enrique, de
evangelizar todo el territorio conquistado y el que quedase por conquistar,
cuestión que ejemplificará el deseo de llegar a la India.
2. La necesaria explotación de los recursos de los territorios recién descubiertos,
cuestión que implicaba una estancia relativamente prolongada en las zonas en
cuestión.
3. Razones Geográficas. Ya que una vez llegado tan al sur se debían de asimilar
todos los conocimientos, adquiridos hasta ese momento, como aspecto
fundamental, si se quería continuar con la ambiciosa intención de llegar hasta
las costas asiáticas.
En todo caso, hemos de reseñar, que a partir de este momento las expediciones
portuguesas disminuyen sensiblemente, aspecto que estará estrechamente
relacionado con la muerte, del autentico impulsor de la política expansionista
portuguesa, Don Enrique “El Navegante”, en 1460. Así, tras su desaparición se abre
un periodo de incertidumbre, manifiesta en la sustitución del Algarbe por Lisboa como
eje en las relaciones con el continente negro, cuestión que motivó el descontento de
una notable mayoría de marinos portugueses, que habían conseguido prosperar
desde la capital sureña.
En todo caso, los portugueses continuarán con el proceso, teniendo como
nuevo objetivo llegar al Golfo de Guinea, hecho en el que jugará un papel capital
Fernando Gomes, a quien se le entrega el comercio de Sierra Leona con exclusividad,
a cambio de que sus marinos recorriesen la costa en al menos 100 leguas más,
durante seis años.
De este modo hacia 1470 se reanudan las expediciones. Rápidamente se
obtienen resultados y las operaciones comandadas por Pedro Escobar y Juan de
Santarem, llevan a extender el dominio luso hasta el Ecuador, lo que suponía
adentrarse por primera vez en el hemisferio sur.
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En 1472 Fernando Po llevó a cabo el reconocimiento de la costa de Biafra; y
finalmente el objetivo se consigue en la última expedición financiada por Fernando
Gomes, y capitaneada por Gonçalves y Segueira, quienes alcanzarán finalmente el
Golfo de Guinea.
Simultáneamente a estas expediciones tienen lugar las incursiones de los
marineros andaluces en las costas descubiertas por los portugueses, debido a las
noticias que hasta castilla llegan de la riqueza de África.
Estas incursiones obedecerán a iniciativas privadas, puesto que la monarquía pasaba
en esos momentos por una delicada situación derivada del conflicto dinástico acaecido
durante el reinado Enrique IV.
Los marinos andaluces ayudados por los conocimientos transmitidos por los
descontentos portugueses del Algarbe, no tardarán en encontrar el apoyo de la
Corona una vez subida al trono Isabel I en 1474.
La llegada al trono de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos, van modificar
las relaciones con Portugal, máxime cuando los nobles portugueses apoyen a Juana
“la Beltraneja” en sus aspiraciones al trono castellano. Así, Isabel no dudará en apoyar
las incursiones andaluzas, utilizando para ello la concesión de licencias para la
realización de expediciones de comercio con Guinea, cuestión que contravenía las
disposiciones papales establecidas en la bula Inter Caetera.
El enfrentamiento con Portugal obliga a tomas medidas en varias direcciones.
De este modo, los Reyes Católicos no sólo no dudarán en proteger las costas en
posesión castellana y completar el dominio de las canarias, sino también a amenazar
las posesiones lusa en el litoral africano, cuestión que comienza a suponer un cambio
en la estructura de poder en el Atlántico, pasando la iniciativa a la corona castellana,
tras los oscuros años del reinado de Enrique IV (1454-1474).
Este expansionismo castellano tiene también su origen en la consideración de
la propia reina para quien los portugueses se habían aprovechado de la debilidad de
su hermano, Enrique IV, para perjudicar a los castellanos.
De esta manera, y contraviniendo las bulas papales en 1475 se proclaman las
reclamaciones castellanas sobre los territorios africanos, lo que supone un paso más
en los enfrentamientos mantenidos con los lusos, quienes ante el patente
fortalecimiento de Isabel I optan por la senda negociadora. Así, deciden retirar el
apoyo a la “Beltraneja” en la lucha que ésta mantenía por ocupar el trono castellano,
como vía para solucionar las tensiones con Castilla, cuestión que se resolverá con la
firma del Tratado de Alcaçovas-Toledo (1479).
En él se fija por un lado, la retirada portuguesa del conflicto dinástico
castellano, lo que suponía el reconocimiento de Isabel I como reina; y por otro el
mantenimiento del poder luso en las tierras existentes al sur del Cabo Bojador.
El tratado ratificado por Sixto IV en la bula Aeternis Regis, si bien suponía la
garantía para la estabilidad del reino castellano, obligaba a éste a conformarse con las
Islas canarias como único territorio en el Atlántico. [Cerezo Martínez, R. 1991. La
proyección marítima de España en la época de los Reyes Católicos. Instituto de
historia y cultura naval. Madrid]
Esta circunstancia será aprovechada por una Portugal gobernada por Juan II
desde 1481, para iniciar una nueva fase en el proceso exploratorio por la costa
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africana, hecho que contó con el reconocimiento jurídico del monopolio portugués en
la costa de Guinea.
De este modo zarpó una flota con soldados y artesanos que habrían de
establecer una factoría en San Juan de Mina, punto, por otro lado, que se habría de
convertir en una fortaleza militar que garantizase el dominio luso del territorio, ante los
posibles ataques de otras potencias.
Esto significaba de manera efectiva la consecución, por parte de los
portugueses, de los objetivos previstos en el tratado de Alcaçovas y la instauración de
los cimientos de las futuras expediciones hacia el sur del continente africano.
Así, en 1482, parte de Portugal una expedición capitaneada por Diego Cao,
quien tras hacer escala en San Jorge, descubre la desembocadura del río Congo,
remontando su curso hasta las cataratas Lelala. En su expedición establecería los
primeros contactos con el estado africano del Reino del Congo, para posteriormente
continuar descendiendo a lo largo de la costa de lo que actualmente constituye
Angola, hasta alcanzar los 13º de latitud sur, desde donde vuelve a principios de abril
de 1484.
Al año siguiente organiza una nueva expedición que tendrá como máximo
logro, tras volver a cruzar las agas del Congo, el descubrimiento de las costas de la
actual Namibia. No se sabe si murió en esta exploración o llegó a volver a Portugal,
aunque sus hombres y los enviados del reino del Congo si regresaron a Portugal en
algún momento de 1488, llevados por Bartolomé Dias (1450-1500), quien se
convertiría en el sucesor de Cao en la exploración africana.
Éste comienza en la dirección de las expediciones portuguesas en África tras la
desaparición de Cao, siendo el primer explorador europeo en llegar al extremo sur del
continente africano, hecho que se consigue tras el paso del Cabo de Buena
Esperanza.
La expedición partió de Lisboa a finales de julio o comienzos de agosto de
1487, con dos carabelas. Navegó primero hacia la desembocadura del río Congo,
descubierta en 1486, como anteriormente expusimos por, Diego Cao, para
posteriormente recorrer la costa de Angola y Namibia llegando a finales de diciembre
de 1487 cerca de la desembocadura del río Orange. Al noroeste de la actual
Sudáfrica, se alejó de la costa y fue arrastrado por una tormenta durante el mes de
Enero de 1488, pasando de largo por el cabo que actualmente se denomina Cabo de
Buena Esperanza hacia el sur, sin llegar a verlo.
A comienzos de Febrero de 1488, la expedición llegó a un lugar bautizado
como Bahia dos Vaqueiros (Bahía de los Vaqueros), para seguir posteriormente
recorriendo la costa hacia el este y arribando al llamado por Dias río Infante (actual río
Fish) , en honor a João Infante, comandante de la segunda carabela; en ese lugar y
ya en puertas de adentrarse en Océano Índico, los marineros, debido a la escasez de
provisiones, se rebelaron y forzaron a Díaz a que regresara a Portugal.
De este modo, será en su viaje de vuelta cuando Dias descubra el extremo
más meridional de África, tras su llegada al Cabo de Agulhas y el denominado por el
como cabo de las Tormentas ( Cabo de buena Esperanza) por ser éste el lugar donde
ocurrió la tormenta que lo había desviado de la ruta inicial. Finalmente Dias llegaba a
Portugal en Diciembre de 1488, tras haber explorado mas de 2000 Km. nuevos, de
costas y teniendo, como antes indicamos, el honor del ser el primer europeo en llegar
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al extremo sur del continente africano.
Nueve años tendrán que pasar para que zarpe la expedición de Vasco de
Gama, que tendría como máximo objetivo llegar a las costas de la India.
La tardanza en la organización del viaje se explica por varios factores entre los
que podemos reseñar, la asimilación de los descubrimientos realizados por Bartolomé
Dias; el viaje de Colón que dará como resultado la llegada a América de los
castellanos, situación que implica un nuevo acercamiento diplomático entre las dos
potencias europeas, quienes dirimirán sus desencuentros con la firma del Tratado de
Tordesillas, por medio del cual Juan II reconocía los derechos de España sobre los
países de Occidente, aunque trasladando la línea de demarcación desde 100 a 374
leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, reconociéndose como pertenecientes a la
esfera de influencia de Portugal las tierras y mares situados al este de dicha línea; y
por último, la muerte del monarca portugués que será reemplazado por Manuel I
(1495-1521), monarca que por otro lado no dudará en continuar la senda marcada por
su antecesor en el trono.
De este modo, bajo su tutela, partiría la que sería la última gran expedición de
descubrimiento portuguesa en el atlántico meridional, que habría de ser capitaneada
por Vasco de Gama , quien zarpará de Lisboa en Julio de 1497 teniendo finalmente el
gran honor de ser el primer europeo en llegar a Asia siguiendo la ruta africana, tras
arribar a las costas de Calicut el 20 de Mayo de 1498. [Livingstone. D, 2008. “Viajes
y exploraciones en el África del Sur”, A Coruña; Ediciones del Viento].
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