“Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?”. Lc 12

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“Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?”.
Lc 12, 39-48
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Jesús dijo a sus discípulos: “Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué
hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también
estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”.
Dos parábolas nos invitan a meditar y dar una respuesta al Señor, una es la conocida del
ladrón, que llega inesperadamente, a la noche, para entrar, “perforando las paredes” de
adobe. Si el dueño supiese a qué hora iba a venir, estaría alerta. Así se ha de estar alerta
para la parusía u otra previa venida del Señor.
La otra parábola en introducida por una pregunta de Pedro, para saber si la parábola la dice
a ellos o a todos. Pero se responde con otra. Es un “administrador,” que ha de ser “fiel y
prudente,” a quien un señor le dejó, en su ausencia, encargado de atender a su
servidumbre. El fin de la parábola es el mismo que los anteriores: la vigilancia, presentada
aquí bajo la imagen de la fidelidad, que es el modo de estar esperando dignamente a su
señor. Si a su retorno lo encuentra con esta vigilancia fiel, le “pondrá sobre todos sus
bienes.”
Finalmente los últimos versículos, dan un matiz especial al pensamiento. El castigo está
proporcionado al conocimiento que se tenga para esta vigilancia, bajo la forma de fidelidad.
Acaso pudiera aludirse más específicamente con ello a la última actitud de los fariseos
frente al pueblo sencillo e ignorante.
Con estas parábolas Jesús nos orienta y nos advierte contra el hecho de llevar una vida
espiritualmente aletargada, adormecida, a excepción de el hecho de que no se nos avisará
de la hora en que el Señor nos llamará para que le demos cuenta de nuestra vida.
Pedro preguntó entonces: “Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para
todos?”.
Por tanto el asunto continúa siendo el de la vigilancia. Pedro, a quien probablemente
exaspera la pequeña parábola donde aparece la figura del ladrón que asalta la casa de
quien no ha estado vigilante, siente la tentación de adaptarse en una paz simulada. ¿Los
que vivimos como practicantes y en con un vida religiosa podemos estar tranquilos? Pedro
preguntó entonces: “Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?”. ¿Habrá
pensado Pedro que por seguir a Jesús como uno de sus amigos privilegiado ese discurso
del Señor no era para gente como él?, entonces el Señor a fin de hacer pensar a Pedro
ayer y hoy a nosotros responde con una pregunta: ¿Cuál es el administrador fiel y previsor?
Jesús nos revela un misterio, al Señor, lo que agrada, como al dueño que de la parábola, es
que al volver encuentra a su siervo en su puesto de trabajo cumpliendo decorosamente su
voluntad, entonces le premia y lo hace administrador de todos sus bienes. Caso contrario, el
que se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a
emborracharse, es decir el que se aprovecha de su lejanía para entregarse a la gran vida
licenciosa, el dueño se mostrará con el muy riguroso. Pero la mayor dureza recaerá sobre
aquellos que, por estar en condiciones de conocer más al Señor y penetrar en el sentido de
su voluntad, en vez de entregarse a un cumplimiento lleno de amor se han comportando
como el siervo infiel
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y
no obró conforme a lo que él había dispuesto.
Jesús nos reitera que tengamos cuidado, nos pide que estemos prevenidos, es decir nos
pide que nos alejemos de los males, que seamos serios, decorosos, comedidos al hablar y
al actuar en todo y que por nuestro bien estemos vigilantes. También nos dice que somos
nosotros los responsables de nuestra conducta, es decir a nosotros nos compete cuidarnos.
Si miramos a nuestro alrededor, sabemos que hay muchos excesos e imprudencias que
hacen vacilar la fe y nos inducen o nos provocan, por eso no nos dejemos aturdir, es decir
no nos confundamos y no nos desconectemos de la realidad como cristianos, esto es pasar
de la luz a la oscuridad. No dejarse aturdir, es no dejarse confundir y no desconectarse de
nuestra forma de ser de cristianos cuidando de caer en excesos.
Jesús nos ha dicho “porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”, como
también nos ha advertido que: “No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos”
porque el ha de venir, pero no nos ha dicho cuando, pero el día que venga, vendrá sin
previo aviso. A muchos no sorprenderá, y no va a ser bueno si estamos llevando una vida
descuidada y perezosa. Pero a los que estén practicando una vida laboriosa y trabajando
para el bien, esto es, no estemos haciendo una vida ociosa, habrá reconocimiento.
Cuidemos este tiempo de espera, no nos dejemos caer en tentaciones, en la comodidad, en
el placer mundano. Es decir que las cosas temporales no nos hagan descuidar las
espirituales.
Oigamos a Jesús cuando nos dice: ““Entiéndanlo bien” y para ello oremos incesantemente,
para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podremos comparecer seguros ante el
Hijo del hombre”
De Corazón
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