Bará, que nuevament, p,ara ellos, debetíaser el arco de

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Bará, que nuevament, p,ara ellos, debetíaser el arco de triunfo Me gustaría
nombrar uno por uno y una por una estos admirables artistas y rapsodas.
Pero no loharé: quieroguardarla visión de lo que ha sido: el,,Comte Arnau,
Adalaisa la ,,Muller , ,,Haide y sus amigas... Las quiero ver rica y suntuosamente vestidas, consus facciones graves e inspiradas y sentir las voces claras,
dúctiles y sonoras. Las c4uiero ver como si fuesen de mármol, como si acabasen
de ser esculpidas por uno de estos grandes escultores nuestros que ahora comprendo porqué han hecho tantas cosas bellas e inmortales... y sentir la música
acompasada, serena, eternamente bella de aquellas voces diciendo la palabra
del Poeta.
(Traducción de PILAR CASANOVA)
Pep, Maset y Paco estaban muy contentos. Las vacaciones desplegaban
ante ellos una serie inacabable de días maravillosos en ios que podían hacer
lo que Ies diese Ia gana. No era necesario preocuparse por las lecciones, tan difíciles, que había que soltar como un lorjto cuando las aprendían, o quedarse
angustiados mirando el techo repitiendo Ia pregunta: ,,Las partes de la oración
son.., las partes de la oracjón son..., esperando que viniese la inspiración salvadora para escapar a ios palmetazos del maestro, que les hacían bajar de la
tarima con una mano bajo cada axíla para aligerar el escozor que la acción
enérgica de aquél había despertado.
Pero todo esto quedaba atrás. Àhora ios días de vagancia Ies permitían
toda clase de travesuras con amplia libertad. Àquella mafiana, una de aquellas
mafianas de cielo azul, todo lucía como si el mundo estuviera recién pintado.
¡Que bonita es la Rápita! EIlos no lo decían así, con palabras, pero lo sentían
en el fondo de su ser y estaban inundados del gozo de vivir en una tierra tan
herm osa.
En el horjzonte la mancha blanca de las Saiinas seflalaba el sitio donde
inar y cielo se unían; inás cerca el mar jugueteaba inovido por una suave brisa
y las barcas fondeadas y algunas velas animaban su inmensidad; a la izquierda la Ribera semejaba otro mar de verdor donde de vez en cuando la masa de
algunos eucaliptos gigantes levantaba su imponente silueta; detrás del pueblo
la Torreta lo protegía y servía de campo de aventuras para ios chicos que desplegaban en ella sus luchas de pandillas y escondían sus planos y tesoros,tal
como lo veían en el cine; después la llanura de olivos y algarrobos hasta el pie
de Montsiá, cuya mole majestuosa cerraba el horizonte por esta parte.
Nuestros amigos se encontraron en el Coc y decidieron ir a ver como varaban las barcas y después a hacer un ,,arrosejat. Uno llevaría el aceite y la
sal, otro el pan y un pote y el tercero el arroz. El ,,tall se había de coger aún,
pero en el varadero pescarían algunos burritos, cangrejos y gambas que darían
sabor al plato.
Fueron hacia el Varadero y se instalaron en los sequeros para ver bien
todas las maniobras. Las parejas de bou estaban ya cerca de tierra y una multitud imponente se movía por toda la esplanacla. Unos cuantos gritos de los
,,caps de colla comenzaron a organizar a los marineros. À Ia barca más próxima le sujetaron unos calebrotes que se extendían por la suave pendiente y a
los cuales se fueron cogiendo los hombres. Otros tenían preparadas unas maderas untadas con sebo para facilitar el deslizamiento de la nave. Un grupo a
cada lado de la misma sostenía unos cabos amarrados al árbol (de la nave)
que setvían paamantener eÏ equilibrio y para hacerla osciiai1ígeramente a
uno y otro costado con el fín de favorecer el avance. Cuando todos ocuparon
su sitio un ,,cap de coiia inició la melopea. Su voz se elevó en el sílencio que
se había hecho, se desplegó en caprichosas modulaciones dictadas por la tradición y que tal vez tenían una misteriosa fuerza que la experiencia había podido recoger y •conservar.
,,Va, valentones con fuersaaaaa...
No sabemos por qué secreto motivo las palabras catalanas y castellanas
se mezclaban en sus frases. Cuando acababa su grito medio cansado, los cieno
doscientos marineros contestaban a una en vocerío ensordecedor.
,, r,ji. avaraaaa..., oi,. avaraaaa...
Los cables se ponían tirantes, vibrando por efecto de la tensíón, y la mole
imponente de la barca se estremecía y avanzaba unos pasos. Se detenía y el
,,cap de colIa volvía a salmodiar:
,,Mal rebente qui no la faseeee...
Y el coro de los marineros replicaba:
,.
,,ra...,
ara..., avara...
,,ra va ia• arca r000raaa...
,, j i avara..., aaaraa..., avaraaa...
l
•l
E.1 espectáculo era impresionante y nuestros amigos lo contemplaban bo-.
quiabiertos. No eran ellos los únicos. E1 resto del pueblo asístía a esta función anual, y si no otra cosa, su presencia constituía al menos una manifestación de solidaridad con los forzudos marineros que tiraban de los calabrotes.
Cuando Pep, Maset y Paco llevaban más de una hora disfrutando en este
magnífico escenario se fueron hasta la Punta. Uno se dedicó a la pesca de
gambas con un salabre que cogió ,,prestado en una parellona; el otro colocó
varios botes de hojalata vacíos para coger burrítos y el tercero se encaramó en
las rocas en busca de cangrejos y cangrejas, que aunque fuesen ,,merdegués,
no les daban ningún reparo.
N o había transcurrido mucho rato cuando ya tenían el rancho & punto.
Cori cuatro maderas y caías recogidas sobre el terreno se instalaron a la sombra de una barca e hicieron fuego, Pronto el arroz empezó a hacer xup, xup...,
y a desprender un aroma que decía cómeme. En lugar de cucharas hacían servir unas conchas de ,,clóxina que habían Iimpiado en la fuente. Sacaron el
pote del fueg o y se pusierori a comer. Tal vez el arroz no estaba en su punto y
tal vez les llorasen ios ojos a causa dei humo, pero eilos lo encontraban sabrosísimo. Decía uno: ,,jXiquet que bò estàl y contestaba otro: ,,IDallò més; en
ma vida nhe menjat de tan bò!, y así, cucharada va, cucharada viene, se lo
acabaron todo, que ya hubieran querido sus respectivas madres que en casa
tuviesen el mismo apetito.
Después de reposar un rato se levantaron y echaron un último vistazo a
las barcas. Las primeras ya estaban apuntalaclas con las ,,crosses y así quedarían hasta la próxima temporada.
S e encaramaron a una, solo para comprobar si se sentían en forma. Desde
arriba contemplaron otra vez el Varadero, la Torreta, las Salinas y el mar, y
llenos de entusiasmo por el ambiente que les rodeaba y de gozo por la maíana
tan divertida que habían pasado, su sangre joven se desahogó gtitando a pleno
nulmón:
Juan Massot Gimeno
,,iVisca San Carlos de la I.àpita!
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