EL movimiento Scout Instrumento privilegiado para educar para la Paz

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Scouts de Argentina Asociación Civil – Educación
Serie Educación para la paz
Autora: Isabel Amor
EL movimiento Scout Instrumento privilegiado para educar para la Paz
La sociedad de la posmodernidad, y en forma particular en la realidad nacional
de estos últimos años, evidencia un incremento de comportamientos y conductas
agresivas, de violencia o maltrato en diversos ámbitos de la vida cotidiana,
padecida y ejercida por los distintos actores sociales, sin discriminación de sexo,
edad, condición social, cultural o económica.
El ámbito de un grupo o unidad scout no escapa a esta característica, y el grupo
humano por ella formada puede convertirse en receptora y reproductora de este
estado de intolerancia, de incapacidad para la resolución de conflictos y de serias
dificultades para compartir la cotidianeidad, para convivir.
Este ambiente de educación no formal es un lugar privilegiado para poder
detectar estos comportamientos y obrar en consecuencia, no sólo para
ponerles freno, sino para prevenirlos.
Dirigentes y beneficiarios pasan un importante número de horas, especialmente
en acantonamientos, acampes o salidas y manifiestan allí de forma más clara su
forma de ser, de pensar y de actuar.
Con la observación de los niños, niñas y jóvenes y del propio quehacer del
dirigente, lo adultos responsables tienen numerosos puntos de referencia
para poder contrastar la situación real con la deseada y poner en marcha el
diseño y la ejecución de programas, proyectos o planes que permitan a
todos lograr una convivencia pacífica, creativa y desarrolladora de las
capacidades individuales de los niños, jóvenes y adultos que conforman esa
comunidad.
Esta observación les permitirá también registrar el desarrollo de habilidades
conductuales, cognitivas y sociales acordes a la etapa evolutiva de cada grupo
etario, que les conducirá de forma más o menos satisfactoria a la vida adulta,
responsable y comprometida que estos tiempos demandan y tal como lo indica la
Misión del Movimiento Scout Mundial.
La familia, por su lado, no cuenta con esquemas de referencia claros como para
poder confrontar estas diferencias. Pero informada de esta problemática, e
involucrada por el dirigente del grupo scout o la unidad en la que su hijo/a
participa, no tendrá –seguramente- objeciones en colaborar, ya que también se ve
afectada, aunque de forma diferente.
Scouts de Argentina Asociación Civil – Educación
Serie Educación para la paz
Autora: Isabel Amor
Por otro lado, los chicos y chicas cualquiera sea su edad, pronto reconocerán su
necesidad de respuestas afectivas a los problemas de maltrato, escasa afirmación
personal, imposibilidad de relacionarse satisfactoriamente, dificultades de diálogo y
falta de cooperación que le hace no grata, cuando no intolerante, la vida en su día
a día.
La necesidad de expresarse y hacerlo con claridad, sabiendo que sus
cuestionamientos serán no sólo escuchados, sino atendidos; de reflexionar
y lograr consenso en espacios de diálogo, donde indagar colectivamente los
temas de la vida cotidiana ya sea familiar, social, de comunidad o scout, es
compartida por adultos (padres y dirigentes scout ) y por beneficiarios con la
misma intensidad.
El no negarla diciendo “en los scouts no hay violencia” es el primer paso.
El recopilar información, proveerse de formación y conformar equipos que se
preocupen y sobre todo se ocupen del tema, es el segundo y definitivo paso hacia
el logro del éxito: convivir satisfactoriamente, logrando crecimiento y desarrollo.
Un ejemplo maravilloso de que es no solo posible sino necesario estos espacios lo
constituyen los foros grupales, distritales y nacional.
No son el único instrumento , ni mucho menos, pero son un paso real dado por
nuestra asociación que marca fuertemente la respuesta que Scout de Argentina
quiere dar en dirección intencional a Educar para la paz.
El último foro Nacional realizado en San Pedro de Jujuy dio muestra de la
capacidad de nuestros jóvenes para el análisis, la crítica y sobre todo la
generación de propuestas que no solo demanden a los adultos sino que los
comprometa personalmente, de la realidad que les toca vivir y que asumen
con responsabilidad.
Como adultos propiciar estos espacios es nuestra obligación, atender sus
reflexiones nuestro responsabilidad, dar respuesta concreta a sus propuestas
nuestro compromiso.
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