Factores de tipo Social

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Factores de tipo Social
Este será el último factor que mencionaremos en cuanto a un análisis
más detallado de los variables que están afectando al desgaste de estos
profesionales de la docencia, pero no por ser el último es el menos relevante, al
contrario, se puede decir que es el factor que está “impregnando” todos los
demás.
Sabemos que el trabajo es una actividad que cumple, entre otras, la
función de contribuir a la inserción social, proporciona estatus e identidad social
y contribuye a satisfacer necesidades sociales. Pero, no es menos cierto, que
la valoración social que se tenga de dicha actividad repercute directamente
sobre la autoestima y la ilusión para el desempeño de dichas tareas.
Si tenemos en cuenta que el apoyo y valoración social están
significativamente relacionados con la satisfacción laboral y negativamente
relacionados con la ansiedad y el estrés, se entenderá por qué este factor es
importante y debemos detenernos para su profundización.
Existen estudios que revelan que el apoyo y la consideración social
constituye un predictor relevante del malestar docente.
La falta de apoyo social en el trabajo es una variable del contexto que
puede, por tanto, facilitar los efectos estresantes sobre el burnout. Esta relación
ha sido observada también en diferentes colectivos que desarrollan su labor
profesional con personas.
Zubieta y Susinos (1992) encontraron como agente estresante del
contexto social, el alto grado de exigencias, muchas veces contrapuestas,
desde instancias sociales y la escasa consideración y apoyo de algunos
sectores de la sociedad hacia su función, intereses y necesidades.
El papel del profesor ha cambiado bajo la presión e influencia del
contexto social en el que éste desarrolla su labor, si tenemos en cuenta los
cambios acelerados que se han producido en la enseñanza y las nuevas
exigencias que pesan sobre ella, pero del mismo modo, también han cambiado
las expectativas del contexto sobre los docentes.
La mayor exigencia social, la incorporación de nuevos alumnos y los
cambios en las relaciones entre la escuela y la sociedad está modificando las
demandas hacia los profesores, que no encuentran en muchos casos ni el
apoyo, ni los medios, ni la valoración social suficiente para abordar con ilusión
las nuevas funciones que se les demanda (cuadro 28).
Es cierto que hasta hace bien poco los valores y modelos educativos
estaban más cohesionados y la sociedad no se cuestionaba qué enseñar y
cómo hacerlo, en cambio hoy en día, cualquier docente puede ver cuestionada
su intervención, lo que da lugar a conflictos y rivalidades con otros agentes
educativos.
Factores responsables de la presión del cambio social
sobre los profesores
1.
Aumento de las exigencias sobre el profesor.
2.
Inhibición educativa de otros agentes de socialización.
3.
Desarrollo de fuentes de información alternativas a la escuela.
4.
Ruptura del consenso social sobre la educación.
5.
Aumento de las contradicciones en el ejercicio de la docencia.
6.
Cambio de expectativas respecto al sistema educativo.
7.
Modificación del apoyo de la sociedad al sistema educativo.
8.
Descenso en la valoración social del profesor.
9.
Cambios en los contenidos curriculares.
10.
trabajo.
Escasez de recursos materiales y deficientes condiciones de
11.
Cambios en las relaciones profesor-alumno.
12.
Fragmentación del trabajo del profesor.
Cuadro 28. Esteve, Franco y Vera (1995). En Marchesi y Martín (1998, 142-143)
Muchas veces, las familias, los empresarios y los dirigentes políticos
hacen críticas severas, pero dispares entre sí, con respecto al funcionamiento
del sistema educativo y, particularmente sobre los resultados de la escuela.
Muchas de las críticas se refieren a la falta de preparación, de motivación o de
sensibilidad de los docentes con relación a los requerimientos de la sociedad.
Es casi un lugar común señalar la inadecuación de las escuelas ante la
magnitud de las tareas que implican los actuales desafíos educativos. A partir
de ahí, ciertos análisis sobre la escuela y los profesores tienden a fijarse en
determinados indicadores y a pasar por alto otros, haciendo una interpretación
poco optimista de cualquier síntoma perturbador.
En el discurso común sobre los profesores la formación inicial y continua
de los docentes aparece en el capítulo de los remedios. Sin embargo, la
insistencia en la necesidad de cambiar su status y de mejorar su calidad, sus
contenidos, su duración y/o su intensidad, es un síntoma de la baja opinión que
existe sobre la actual capacidad profesional de los profesores.
Si bien, los análisis rigurosos sobre los profesores colocan el problema en
el marco de la estructura del sistema educativo y, en particular, de la
organización escolar, en el debate educativo menos intelectualizado, son
frecuentes las opiniones que privilegian la dimensión individual tanto del
problema como de la solución. Las escuelas serán más eficaces si hubiese
“mejores” profesores.
Como dicen Marchesi y Martín (1998) se espera de ellos que sean poco
menos que “artistas”; siendo capaces de desarrollar culturas de participación,
habilidades suficientes para desarrollar su labor con la heterogeneidad de
alumnos que tienen, desarrollar una enseñanza abierta al exterior e interpretar
coherentemente los datos de la realidad y asumir responsabilidades de
decisión en lo curricular, lo organizativo y la gestión, etc.
Por tanto, la valoración social que se tiene de esta profesión está
“afectando” a dichos profesionales, incluso, en aspectos tan importantes como
el de la propia autoestima y la pérdida de conciencia sobre la labor
desempeñada, que se transmite en la forma de realizar su trabajo cotidiano.
Es común, por tanto, un profundo malestar, con una pérdida de imagen
social y una crisis de identidad cuya manifestación más visible es el debate
sobre la profesión y la profesionalidad enseñante, que ha sido frecuente en
congresos y conferencias en los últimos años.
En la última década, se ha producido un nutrido conjunto de estudios y de
informes internacionales sobre la situación de los profesores que vienen a
indicar que están más desanimados y sufren las consecuencias de la
animadversión o de la indiferencia social frente a un trabajo que, junto a
algunas compensaciones, comporta un gran esfuerzo en las presentes
circunstancias sociales.
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