FUNDACION NODO XXI El pensamiento neoliberal en educación Elementos teóricos de la discusión educativa neoliberal a nivel internacional Víctor Orellana Calderón Junio de 2014 Contenido 1.Introducción..............................................................................................................................3 2.Antecedentes históricos del pensamiento neoliberal en educación.........................................4 3.El pensamiento neoliberal como crítca del Bienestar. Dimensión educatva. .........................9 4.El pensamiento educacional neoliberal en América Latna.....................................................15 5.Discusión.................................................................................................................................18 6.Referencias..............................................................................................................................22 2 1. Introducción El presente texto intenta una revisión apretada del pensamiento neoliberal en educación, principalmente de la discusión internacional que le inspira. El objetvo es ofrecer una síntesis sucinta de lo que es y no es el neoliberalismo en educación, en virtud de caracterizar con trazo fno los componentes neoliberales de las discusiones más recientes. El texto se divide en cinco secciones. En el primer apartado se dan algunos elementos de contexto histórico. En el siguiente se presenta el pensamiento neoliberal en educación en sus formulaciones principales. Luego se revisa su recepción en América Latna. Finalmente se discute su delimitación como campo conceptual, previniendo confusiones respecto de otras formas de concebir la educación que no son propiamente neoliberales, aunque sí conservadoras y promotoras de la noción subsidiaria del Estado. 3 2. Antecedentes históricos del pensamiento neoliberal en educación El desarrollo de la educación como la entendemos hoy está estrechamente ligado a los procesos de modernización, en especial a cómo éstos afectan la socialización de los sujetos y la creación y distribución del conocimiento especializado. En el mundo moderno la socialización de los sujetos sobrepasa la responsabilidad de la familia y de la antgua comunidad tradicional. Lo que hoy llamamos educación formal es la respuesta insttucional del Estado moderno ante este problema, insttución secular que prepara a los individuos para la nueva vida cívica que emerge producto de su propia construcción. Se entende parte del paso de la vida en comunidad a la vida en sociedad. La sociología de la educación ha reconocido en ella dos dimensiones: una de instrucción o capacitación técnica, asociada al desarrollo de habilidades cognitvo-instrumentales (de ahí el carácter cientfco de la pedagogía), y otra moral que consiste en la difusión en las nuevas generaciones de la étca secular, generalmente heredera -de una u otra forma- de la ilustración. Tras la masifcación de la enseñanza terciaria, en la actualidad la educación aparece ante los sujetos como un contnuo de distntos niveles, principalmente el escolar y el superior. Pero su convergencia es sólo reciente. Ambos provienen de distntas tradiciones y han sido creados también con fnes diferentes. En primer término, la escuela -y posteriormente el Liceo de inspiración napoleónica- se pensó como el espacio por excelencia de instrucción de los sujetos y el basamento de la integración social, por esta razón Durkheim la concibió como una función inseparable del Estado y con un carácter universal (Durkheim, 1990). Y de otro lado, la universidad moderna se termina de conformar recién entrado el siglo XIX, desde la crítca del viejo ethos universitario medieval, anterior a los estados. El surgimiento de la Universidad de Berlín (en 1810) marca este rumbo, que rescata a la vieja universidad al combinar el cultvo de las disciplinas con la formación docente más profesionalizante. Estas grandes insttuciones, 4 escuela, liceo y universidad moderna, se presentan siempre en conjunto con la expansión del poder público respecto del poder local, comunitario, o la tutela religiosa. De ahí la idea de educación pública y laica, ajena al mercado -en tanto función pública- como también neutra respecto de los distntos credos. En efecto, el debate público-privado del siglo XIX en educación poco tene que ver con la tensión mercado-estado. Resulta expresivo, en realidad, del avance más o menos completo de la modernidad y su noción de sociedad. Opone Estado laico a tradición religiosa. El mercado como espacio social se desarrolla -de esta manera- por fuera de la educación, aunque guarde con ella una relación cercana. Como sugiere Weber, es imposible capitalismo sin Estado moderno, pues este construye sus condiciones históricas de posibilidad (Weber, 1958). Estas condiciones son técnicas (aseguramiento de la propiedad, estandarización de las unidades de medida, etc.), pero también culturales, por ejemplo, en la universalización de la étca ilustrada. La educación habilita a los individuos a ser parte de los procesos de racionalización que echa a andar el capitalismo y posteriormente la democracia. La expansión educacional, entonces, resulta condición necesaria para la existencia de un mercado de trabajo, pero no consttuye en su origen un hecho económico. La educación resulta “irritada” por las relaciones sociales capitalistas, aquellas que producen valor económico, pero no es parte orgánica de él ni por lo tanto se comporta según sus lógicas. No puede comprenderse la pedagogía ni la acción educacional como “acción económica”. Este supuesto, que la acción educacional consttuye o guarda sustancialmente un componente económico, es una idea relatvamente reciente, asociada a la teoría del capital humano (Becker, 1993). Con el surgimiento de la “cuestón social” a fnes del siglo XIX y las guerras mundiales del siglo XX, se instalará un creciente esceptcismo con la posibilidad de realización de las promesas de la modernidad, y una denuncia sobre la naturaleza esencialmente confictva del capitalismo. En especial por la incapacidad de los estados burgueses del siglo XIX de incorporar a las grandes mayorías a los benefcios de la vida moderna. En esta perspectva, se cuestonará la viabilidad de conjugar mercado y democracia sin sucumbir al totalitarismo ni al socialismo, los dos grandes oponentes del capitalismo liberal clásico 1. 1 Preocupación tanto del pensamiento sociológico de Weber (2005) como del liberalismo polítco de Arendt (1974) y la socialdemocracia emergente. 5 De un punto de vista polítco e histórico, el poder burgués como fuerza real que empujara la modernización durante el siglo XIX se haya amenazado, tanto por el comunismo como por el fascismo. Aunque el fascismo no es antcapitalista, se ancla -tal como el comunismo- en fuerzas sociales distntas de la burguesía, en sectores sociales subalternos, lo que le da a ambos movimientos una crítca muy fuerte a las formas culturales de la sociedad burguesa, y también inaugura nuevas interpretaciones de lo que es la modernidad. Se valora mucho lo tencológico, lo popular, la disciplina, lo unitario. El “pluralismo” liberal se ve como debilidad. Wallerstein y Hobsbawm ofrecen, con sus diferencias, una interpretación histórica de la ralentzación de la modernidad y de la crisis de su no-realización: las burguesías habrían pasado a jugar un papel reaccionario, y habrían abandonado su impronta modernizante. Esto en los planos económicos -optando por el monopolio-, en el cultural -inaugurando una cultura “conservadora”, puritana, contra la que se rebelarán los “locos veinte”-, como en el polítco -deteniendo la expansión de las libertades polítcas y de la democracia- (Hobsbawm, 1998; Wallerstein, 2006). La respuesta histórica del mundo occidental a este cuadro fue el Estado de Compromiso o de Bienestar2, sustentado en el ascenso o integración al bloque en el poder de nuevas y amplias alianzas sociales que integraron a sectores antes subalternos de la hegemonía burguesa (o bien que asumieron parte de sus tareas ante su ausencia, como ocurre en el caso de América Latna). La expansión democrátca tras el Estado de Bienestar fue impulsada entonces por un bloque más amplio, y por lo mismo, no estaría reducida únicamente a su dimensión formal (igualdad jurídica y voto, la forma de libertad polítca que trajo la burguesía), sino que tendría además un componente social, justamente, aquello que el capitalismo era incapaz de producir por sí mismo. El Estado se haría cargo de proveerlo mediante un conjunto de prestaciones públicas ante las cuales los sujetos serían equivalentes, sin importar en ellas su condición o situación de mercado (de ahí la idea de derechos sociales universales). Acá la educación, que era parte del Estado en tanto preparación para la vida cívica, se resignifca, y pasa a considerarse uno de los derechos universales de mayor importancia 3. Esto impacta en cómo se entende el acceso al Liceo: con el Estado de Bienestar los niveles 2 El Estado de Bienestar nunca existó propiamente tal en América Latna. La integración de nuevas capas sociales en el Estado dio lugar al llamado Estado de Compromiso. 6 educacionales irán uno después de otro considerándose primero derechos, luego obligatorios. Los estados de bienestar y también la experiencia desarrollista de los estados de compromiso en América Latna, lograron expandir la educación incorporando a la vida moderna a sectores sociales antes excluidos o subalternos, aunque en América Latna la expansión fuese siempre incompleta. La educación sería presentada como el espacio de integración social en que los distntos sectores de la sociedad pudieran trabar contacto como iguales. Nuevamente esta función quedó estrechamente vinculada a la acción pública, y lejos de ser un planteamiento propio de la izquierda o la derecha, fue más bien la respuesta del centro polítco. Pedro Aguirre Cerda decía al respecto: "Para que la enseñanza pueda cumplir su misión social con toda amplitud es necesario que sea: gratuita, única, obligatoria y laica. Gratuita, a fn de que todos los niños puedan benefciarse de la cultura, sin otras restricciones que las que se deriven de su propia naturaleza; única, en el sentdo de que todas las clases chilenas unifquen su pensamiento y su acción dentro de las mismas aulas escolares; obligatoria, pues es deber del Estado dar a todos los miembros de la sociedad el mínimo de preparación requerido por la comunidad para la vida cívica y social; laica, con el fn de garantzar la libertad de conciencia y hacer que nada perturbe el espíritu del niño durante el periodo formatvo"4. El nivel superior, además, sería cada vez más asimilado como un modo de incorporación a la clase media. De nuevo, este punto de vista no está en la discusión de la izquierda, sino del centro y la derecha. Pero la masifcación de la educación traería consecuencias imprevistas, en el contexto de las múltples dinámicas del bienestar. Se expandirían las clases medias generando nuevos horizontes de integración y movilidad social, al tempo que desarrollarían importantes avances cientfcos y tecnológicos, posibles estos últmos por el mayor desarrollo de las universidades y 3El debate posterior sobre derechos humanos así lo ratfca, al menos en el nivel escolar. Si la educación terciaria ha de ser garantzada como derecho social universal por los estados es una discusión abierta hasta hoy. 4Discurso presidencial de 1939. 7 centros de investgación, ahora depositarios de cuantosos recursos y en expansión permanente. Bell apunta que es justamente de este conjunto de efectos del Estado de Bienestar que nacen nuevos actores sociales y nuevas contradicciones, ejes estructurantes de una nueva sociedad de tpo “post-industrial” (2001). Sus confictos serían de hecho los dilemas del mundo moderno hasta hoy. Es la discusión de Beck sobre la sociedad del riesgo (Beck, 2002), en cierto modo también la tensión que aborda Habermas (1999) entre los sistemas de acción instrumental y el “mundo de la vida” en el capitalismo tardío. Daniel Bell, autor del término “sociedad post-industrial”, adelantaba que los principales confictos del mundo moderno estarían ya no en la contradicción burguesía-proletariado, sino en las difcultades de racionalización tecnocrátca de la vida social (Bell, 1994). 8 3. El pensamiento neoliberal como crítica del Bienestar. Dimensión educativa. Tras la crisis económica y polítca de los años setenta, el modelo del Estado de Bienestar muestra signos de agotamiento. También la sociedad industrial en general, y en América Latna los Estados de Compromiso se quiebran. Emerge con ello una crítca polítca e intelectual al modo en cómo occidente camina por los senderos post-industriales. Se instala con fuerza la idea que el motor de la economía pasaría de la industria al sector terciario (Bell, 2001). Algunos intelectuales, en este contexto, plantearán la pertnencia de expandir los mercados a esferas sociales antes consideradas derechos universales (donde está, en efecto, buena parte de la economía terciaria). Toda la infraestructura de los derechos sociales y los servicios en general se había transformado en una parte relevante de la economía. Se reclama que el mercado podría hacer de la educación -pero también de otros servicios públicos- un espacio más moderno y efcaz, tanto en su dimensión técnica como moral (Friedman, 1955; Hayek, 1978). Estos planteamientos dan lugar al llamado “pensamiento neoliberal”. Lo que ocurre, en un sentdo histórico, es que ciertas capas burocrátcas se quiebran hacia arriba de sus alianzas sociales, las protagonistas del bienestar y de los estados de compromiso, y se vinculan con las ramas del capital que tenían una cabida menos privilegiada en el contexto industrialista. La alianza entre estas tecnocracias -dueñas del saber y que comandaban concretamente vastos servicios sociales en tanto organizaciones complejas- y el capital fnanciero empuja una profundización capitalista que consttuye una “salida de derecha” al Estado de Bienestar. Acá está la base histórica del pensamiento neoliberal. Una vez más, este pensamiento evoca las banderas de la modernidad. Apela a la libertad y al desarrollo, en el sentdo del crecimiento de la riqueza y con ello, el fn de las carencias materiales. El pensamiento neoliberal no debe ser mal catalogado de un conservadurismo valórico irrefexivo, muy por el contrario, debe ser estudiado. Es muy sofstcado. Su fuerza anida justamente en su simpleza y capacidad de recuperar las banderas modernas. El pensamiento neoliberal en educación no es una formulación teórica exhaustva, sino más bien un campo de investgación y acción concreto, en el que se perflan distntos intelectuales y autores respecto de diversas materias. Las referencias principales son M. Friedman, que además de ser relevante para la discusión neoliberal general, se especializa en educación, siendo de los fundadores del enfoque del capital humano; y más específcamente en 9 educación, J. Chub y T. Moe, que escriben en los noventa el infuyente texto Politcs , markets and America's schools (1990), y recientemente H. Patrinos, cuyo trabajo más conocido es la revisión internacional del impacto de la cooperación público-privada en educación (Patrinos, Barrera-Osorio, & Guáqueta, 2009). Los neoliberales sugieren que para avanzar en la modernización educacional se deben introducir -con distnto grado de intensidad- elementos de mercado, es decir, subsumir la tarea educatva al conjunto de relaciones sociales capitalistas, transformarla en un hecho económico. En general, lo que van a decir los neoliberales es que toda la socialidad que se había consttuido en torno a los servicios tenía que ser subsumida por el capitalismo. El capitalismo industrial había hecho de la producción “material” su terreno predilecto, ahora se pretendía incluir en la producción alienada de valor a toda la producción “inmaterial”, aquella que consttuye directamente relaciones sociales o bien no se puede objetvar en una cosa. Esto, por cierto, no es el único programa neoliberal. Pero a efectos de la educación es relevante establecer el punto. Se apela para ello a sus dos dimensiones arriba descritas: el mercado aumentaría la capacidad de las insttuciones en la formación de habilidades cognitvo-instrumentales, del mismo modo como promueve el incremento de la productvidad en las demás esferas económicas; en simple, el mercado nos haría más inteligentes 5. Y también artcularía de mejor manera la función moral de la educación, resttuyéndola en la familia y su libertad de escoger distntas orientaciones valóricas a través de la elección de escuela que realicen para sus hijos; daría oportunidad a los sujetos de fundar nuevas insttuciones, ganando en diversidad, y permitría romper el viejo monopolio de las universidades anteriores a los estados: en defnitva, mercantlizar la educación nos haría más libres 6. Ambos pasos implicarían una mayor secularización y racionalización de las relaciones sociales educatvas. En la dimensión técnica de la educación, el mercado promovería su racionalización a través de la medición, estandarización y objetvación de sus productos y procesos como ocurre en el las demás áreas de la producción y mercados capitalistas. Los optmizaría. Y en su dimensión valórica, resttuiría a los individuos el poder para elegir su ideología o sistema de creencias, 5 Esta aseveración y sus crítcos ha dado lugar a un amplio debate. Ver (Carnoy & McEwan, 1999; LaRocque, 2008). 6Estos dos componentes de superioridad técnica y polítca del mercado en educación están presentes en la obra de Friedman El rol del Estado en educación (Friedman, 1955). 10 produciendo sujetos con mayor capacidad refexiva y autonomía, y por lo mismo, más creatvos. La tendencia de racionalización instrumental de la educación como base para la optmización y comparación entre unidades educatvas en competencia ha dado lugar a un amplio programa de investgación y creación de polítca, no siempre explícitamente seguidor de los postulados neoliberales, integrando a) la estandarización de las habilidades y conocimientos relevada por la discusión sobre currículo por competencias y su crítca a la división disciplinar clásica del conocimiento; b) la estandarización y medición del rendimiento y las apttudes académicas a través de pruebas y/o exámenes habilitantes de carácter nacional e internacional; c) la estandarización y objetvación de la docencia a través de modelos o “docencia de calidad total”; d) la objetvación de la producción y productvidad académica por cantdad y tpo publicaciones, su indexación, y la inscripción de patentes (lo que a menudo se denomina I+D y se insttucionaliza en agencias o ministerios específcos que buscan registrarla y promoverla); e) la racionalización de grados y ttulos en base a competencias, discusión que en el últmo tempo ha llevado a la elaboración de marcos de cualifcaciones de carácter nacional o internacional que reemplazan o redefnen la triada clásica licenciatura-maestría-doctorado; f) la racionalización y objetvación de los desempeños globales de las insttuciones medidos por agencias nacionales o internacionales (años o indicadores de acreditación de calidad, rankings, etc.); g) la estmación en base a varios de los indicadores acá comentados de precios o aranceles de referencia para programas de pregrado; h) la estmación y proyección de salarios futuros de los estudiantes según carreras e insttuciones en base al análisis de las cohortes anteriores y su inserción ocupacional, centro de la discusión sobre "retorno privado" de la educación superior, fundamental para la evaluación de la “movilidad social” y la elaboración de polítcas meritocrátcas dirigidas a la educación superior. Por su parte el basamento normatvo o étco de la libertad entendida como libertad individual sobre el conocimiento, lo que presupone su cosifcación y comodifcación (mercantlización), ha dado lugar a un amplio debate entre la visión meritocrátca y la tradicional sobre la distribución de las oportunidades educacionales y su relación con la distribución de las oportunidades sociales en general. Como forma de vivir la educación, la meritocracia permite, primero, equiparar distntas cualidades en una medida común de valor, lo mismo que asombra a Weber (1958) de la capacidad de racionalización económica al concebir el trabajo como trabajo libre. El valor tras ser ingeniero y médico se funde en la misma idea de “esfuerzo” y “mérito”, y con ello permite que cuestones antes inconmensurables o sacras puedan situarse 11 bajo un mismo horizonte: como trabajo humano. De este modo el complejo proceso de expropiación social de los saberes que las antguas castas habían insttucionalizado en entdades específcas para su desarrollo (universidades) y que comportaba específcas divisiones disciplinares y temátcas (médicos, músicos, abogados, etc.) ahora queda puesto como una actvidad productva más: como industria de capital humano, susceptble de ser colonizada por el capital. Los neoliberales entonces se sienten rompiendo los velos de la vieja tradición al mercantlizar el saber, abriéndolo de este modo a la sociedad como ellos la entenden, un agregado de individuos compitendo por cosas. En el fondo, la idea de mérito seculariza los profesionales, los saca del derecho natural y los pone en el derecho civil, lo que calza con la idea del paso de mecanismos adscriptvos de diferenciación a otros adquiridos. Este cambio de hegemonía intelectual es la expresión en las ideas del expolio material y objetvo al que son sometdos los viejos cuadros, aquellos afectados por la mercantlización de la cultura en general, y desplazados por el ocaso de los estados de compromiso y bienestar. Bajo la nueva hegemonía, el individuo ya no sólo es el actor de lo económico, sino que, considerando la mercantlización de diversas esferas sociales, el individuo es el actor por excelencia de la empresa educatva, lo es todo. La teoría del ratonal choice centrada en el individuo (ya sea como capital humano o como sugiere el post-estructuralismo en la forma de “cuerpos” con “repertorios de acción”) coloniza práctcamente todas las ciencias sociales 7. Los neoliberales van a defender este programa como más moderno que las formas anteriores de insttucionalización del conocimiento. Porque en ellas las promesas de la modernidad no se habían cumplido: simplemente se habían proyectado las viejas élites sin compartr con los demás su cultura y su poder. Su argumento a favor de la masifcación de la educación -en todos los niveles- es muy elaborado. Pero además de este argumento polítco, los neoliberales recurrirían a ciertos hallazgos empíricos y sugerencias intelectuales provistas por la economía, en partcular, por la teoría del capital humano8. Básicamente, ésta sugiere que la educación ha sido hace mucho, y sobre todo tras su masifcación bajo el Estado de Bienestar, un hecho económico. La teoría del capital 7 La convergencia epistemológica entre las formulaciones neoliberales y posmodernas está bien trabajada en el texto de Harvey “La condición posmoderna”. 8Desarrollada a fnes de los cincuenta por Becker, Schultz y el mismo Friedman (Becker, 2007). 12 humano se basa en que los sujetos que tenen más educación también tenen mejores ingresos. Y la explicación es simple: tenen más ingresos porque son más productvos. Sumando estos argumentos, los neoliberales plantearán, en síntesis, que la mercantlización de la educación podría ayudar a resolver el problema de la igualdad en la sociedad post-industrial. Al considerar a la educación como una inversión en capital humano, la noción de capital misma cambia. A diferencia de la propiedad de bienes de capital tradicionales, las credenciales académicas no se pueden heredar. Resulta imposible -al menos en términos formalestransformarlas en rasgos adscriptvos de los sujetos, son siempre condiciones adquiridas. En la medida que el sistema educacional fuese efectvamente racional y meritocrátco, se consttuiría en el espacio por excelencia de la igualdad de oportunidades, distribuyendo aquellas según el esfuerzo y logro de cada uno. Aquí tendría lugar la modernización de la estructura social; reinterpretando a la sociología funcionalista, el paso de diferenciaciones sociales adscriptvas a otras adquiridas. Este conjunto de planteamientos, aunque diverso y muchas veces contradictorio, se proyectaría en términos intelectuales confgurando lo que Goldthorpe llama “teoría liberal de la estratfcación” o paradigma de la movilidad social (Goldthorpe & Erikson, 1992). Según esta lógica, el modo en cómo la sociedad post-industrial debe artcular mercado y democracia no estaría en pactos sociales ni en derechos universales (o al menos no en ellos centralmente), sino en la efectva “meritocracia” del sistema educacional, en su creciente centralidad en los procesos productvos, y en la expansión de las ocupaciones terciarias y profesionales en la economía. A través de la educación los sujetos podrían salir de la pobreza y acceder al modo de vida de las clases medias (volviéndose trabajadores más productvos), como también desde ella incorporarse -vía mérito- a los círculos más elitarios, secularizándolos. La puja individual tras estos objetvos produciría un efecto agregado de carácter virtuoso, expandiendo el potencial creatvo conjunto de la sociedad. Este sería el tpo de conducta individual ad-hoc a una estructura económica cada vez más tecnologizada y productva. El horizonte al que se refere Drucker con el término sociedad del conocimiento (Drucker, 2001). Es en este contexto que diversos organismos internacionales y gobiernos de derecha impulsaron polítcas de privatzación de la educación desde fnes de los ochenta. Planteadas 13 siempre como reformas “modernizantes”, incorporaban con distnto grado de centralidad el paradigma de la movilidad social y la mercadización de la educación. Así, la discusión públicoprivado retorna en las últmas décadas del siglo XX, pero no ya en términos de la tensión sociedad-comunidad como a fnes del XIX, sino de otro modo. Como conficto entre mercado y democracia. 14 4. El pensamiento educacional neoliberal en América Latina Latnoamérica ha experimentado profundas transformaciones económicas, polítcas, sociales y culturales en las últmas décadas. Ellas sin duda están en relación con los cambios globales arriba comentados. Pero guardan también un carácter específco que debe ser atendido. Tras la crisis del Estado de Compromiso a fnes de los sesenta, muchas democracias del contnente son interrumpidas por dictaduras militares. Su agotamiento se ha debatdo en torno a la noción de dependencia. A raíz de la posición dependiente de las economías latnoamericanas en los mercados internacionales, los límites que aquello imponía a los proyectos desarrollistas, y por el complejo y contradictorio universo de intereses que presionaban al Estado desde dentro y desde “fuera” (con la incorporación a la polítca de sectores antes excluidos), sus estructuras democrátcas -avanzadas o restrictvas- resultaron incapaces de procesar la crisis y fueron interrumpidas por gobiernos militares de facto (Cardoso & Faleto, 1975). Los regímenes de facto resultantes, por sobre su dimensión represiva -bastante relevadacontnuaron el modelo desarrollista en la mayoría de los casos, restringiendo su función redistributva y la capacidad de infuencia al Estado de las fuerzas sociales populares. En tal contexto, y presionados para obtener mejores condiciones de negociación de la deuda externa -que las mismas dictaduras habían aumentado-, impusieron polítcas de ajuste fscal y de privatzación de empresas públicas (la mayoría industriales y extractvas), generando un colapso económico generalizado que propagó la imagen de los años ochenta como “la década perdida”. En este contexto destaca la excepcionalidad chilena: el régimen militar de Pinochet profundizó las reformas neoliberales dándole un carácter subsidiario al Estado. Se dejarían en manos del mercado esferas de derechos sociales como la salud, la educación y la previsión. El Estado asumió un rol de apoyo focalizado a los más pobres, tanto vía subsidios a la demanda (vouchers) como transformando y empequeñeciendo la provisión pública directa de los servicios. 15 Los gobiernos democrátcos que emergieron a inicios de los noventa siguieron enfrentando las difcultades derivadas de la sempiterna crisis económica. Contnuaron con polítcas de ajuste y recibieron además nuevas presiones para introducir cambios. Organismos internacionales como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en alianza con actores polítcos nacionales (generalmente de derecha), bregaron por profundizar la línea neoliberal de las reformas. Aunque éstas se centraron en la introducción de polítcas económicas monetaristas y en la enajenación de empresas de servicios básicos (como electricidad y agua), también comportaron modifcaciones en el ámbito educacional. Se proponía aquí descentralizar la educación escolar e instalar elementos de rendición de cuenta y medición de la calidad (en función de volver más efcaz y efciente la acción del Estado) 9. En rigor, no necesariamente aquello implicaba la privatzación de insttuciones públicas. Además, la mayoría de las veces los organismos internacionales declaraban de modo explícito limitarse al objetvo de modernizar del sector público. No obstante, algunas de las medidas promovidas fueron critcadas como privatzantes en un sentdo más difuso, y esto por varias razones. La primera, basada en la experiencia previa, pues medidas de descentralización, optmización, alteración del status jurídico de las empresas públicas e introducción de instrumentos de rendición de cuentas, efectvamente preludiaron la privatzación de empresas públicas en reformas anteriores. Y la segunda, porque como además sugiere buena parte de la literatura internacional (Ball & Youdell, 2007), bajo el rótulo de “modernización” las polítcas impulsadas cobijaban la introducción de elementos de mercado o cuasi-mercado en el accionar del sector público, desdibujando su horizonte universalista. En muchas de sus medidas regulatorias las polítcas promovidas no hacían distnción entre educación pública y privada (Krawczyk & Vieira, 2012). A mediados de los noventa varios países impulsaron este tpo de reformas. Como discutmos adelante en la revisión de casos nacionales, la agenda de descentralización tuvo una concreción bastante extendida, con resultados positvos visibles en cobertura, pero más debatdos en calidad. De todos modos, la familia general de polítcas neoliberales fue resistda. Las combinatorias de su avance, y su misma fsonomía, obedecen a la relación de fuerza establecida entre diversos actores más que a la acción racional de “tomadores de decisiones” orientados por evidencia 9Coraggio y Torres realizan en este sentdo una detallada revisión de las propuestas educacionales del Banco Mundial (1997). 16 empírica y de impacto. En efecto, de la tensión entre la entente neoliberal y las fuerzas y movimientos sociales que se le opusieron se pasaría a una creciente inestabilidad. En algunos casos transformada en crisis polítca abierta, motvando la caída sucesiva de varios gobiernos a inicios de los dos mil (Boccardo, 2012). La estabilización posterior vino de la mano de los llamados “gobiernos progresistas”. Movilizando una base social amplia e incluyendo la mayoría de los actores sociales y polítcos “ant-neoliberales”, reconstruyeron en cierta medida elementos del Estado de compromiso. La agenda neoliberal sería revertda, o bien, limitada en su aplicación. Actualmente se debate si el tpo de cambios efectuados por estos gobiernos en el ámbito educacional puede interpretarse o no como heredero del impulso privatzante de los noventa (Gentli, Frigoto, Leher, & Stubrin, 2009). Las cifras indican que en educación escolar el sector privado tende a disminuir su partcipación relatva en la gran mayoría de los países, mientras que la presencia del Estado aumenta y se centraliza (retrotrayendo de paso el ánimo descentralizador de los noventa); por lo mismo, es difcil dar cuenta aquí de una mayor privatzación, sea abierta o encubierta. En el caso de la educación superior el panorama es más difuso. Esto porque, salvo en Cuba, la educación terciaria no está considerada parte de las garantas universales del Estado. El aumento de la matrícula en educación superior ha estado motvado en gran medida por el surgimiento de nuevas insttuciones distntas de la Universidad pública latnoaméricana, orientadas no pocas veces por fnes de lucro (Arocena & Sutz, 2000; Brunner, 2008). Al mismo tempo, los cambios recientes en la estructura social de los países latnoamericanos llevan a una mayor valoración social del estatus profesional, lo que añade una presión positva al crecimiento a los sistemas terciarios. La aparición de nuevos sectores medios, así como el aumento general de éstos, es uno de los rasgos característcos de las últmas décadas (Atria, Franco, & León, 2007). Por lo mismo, la discusión sobre la presencia y rol público en el espacio de la educación superior resulta determinante en función de los modos en cómo las sociedades latnoamericanas caminan por el sendero de la modernización post-industrial. Los gobiernos del contnente han implementado dispares polítcas en este sentdo. Se pueden reconocer variantes donde lo público mantene una centralidad nítda (casos como el de Argentna y Uruguay), mientras en Brasil, Chile o Colombia se presentan diversos modos de cooperación público-privado, conjunto de polítcas que resultan responsables de la expansión 17 reciente de la matrícula y de una presencia cada vez mayor de privados. En el ámbito de la educación superior, la pregunta por el rol del mercado, a diferencia de lo que ocurre en el nivel escolar, sigue polítcamente abierta10. 5. Discusión El sentdo de la revisión es poder distnguir el componente neoliberal en la actual discusión educatva. 10Existen posturas más favorables a la cooperación público-privado (Brunner, 2008) como otras más crítcas (Mollis, 2010). 18 La hipótesis del texto es que en la discusión nacional actual que resiste un avance democrátco en el campo educacional se encuentran tres tpos de matrices ideológicas. Todas concuerdan en el carácter subsidiario del Estado –este es de hecho el puntal de su alianza- pero obedecen a lógicas distntas, siendo la neoliberal sólo una de ellas. En Chile es relevante aún la concepción tradicional heredera del corporatvismo fascista y de la Iglesia Católica del Estado subsidiario, aquél que considera la corporación y no el individuo como unidad básica de la sociedad. A su vez, la corporación no actúa necesariamente por fnes económicos –ni con la consabida racionalidad que les es propia- sino por diversos fnes. La idea de corporación se engarza con una noción familístca de la unidad básica de la sociedad. Esta noción de Estado subsidiario se entende más bien como la respuesta de largo plazo al avance secularizante del Estado laico durante los siglos XIX y XX, y no se corresponde sustantvamente con el argumento neoliberal. Es decir, se trata de una actualización del pensamiento tradicional. Esto tene una raíz en el tpo de entendimiento que ocurre entre las facciones de derecha al inicio de las reformas modernizadoras de los ochenta 11, expresivas de distntas tradiciones intelectuales. En primer término, los textos corporatvistas12, que interpretan la noción de Estado subsidiario apoyados en elementos corporatvos -no sólo neoliberales-, por tanto, promueven una vinculación más orgánica entre Estado y partcipación ciudadana, entendida por cierto sin un contenido polítco. Se trata de visiones fuertemente conservadoras en lo valórico, cercanas a la Iglesia Católica, y herederas de algunos elementos de experiencias corporatvas europeas, en partcular la española, que como se sabe, tuvo infuencia en el conservadurismo chileno. Lo importante para la investgación es cómo se signifca aquí el sentdo público de la acción 11 Ejercicio que coincide con la tpología que J.J. Brunner genera para comprender las distntas sensibilidades del régimen en lo que a reforma universitaria refere. Ver Brunner, J.J. (1982b) Argumento y realidad de la universidad chilena. 12Destacan los trabajos de ODEPLAN (1977, 1976), el libro La modernización educacional del entonces Ministro de Educación Alfredo Prieto, distntos documentos ministeriales de la década, y una conferencia de Gonzalo Vial publicada en el CEP (1984). También podría clasifcarse aquí el apartado sobre polítca educacional de El Ladrillo (De Castro, 1973). 19 estatal: en el apoyo y coordinación de los cuerpos intermedios. Éstos también resultan depositarios de funciones públicas, pero no en el sentdo que el liberalismo económico lo comprende (como ejercicio de mercado) o lo asume el liberalismo polítco (como ejercicio polítco-deliberatvo de libertad colectva), sino justamente desde su función gremial / corporatva en línea con los instrumentos de coordinación estatal (regulación, fnanciamiento, etc.). En un segundo término se encuentran los trabajos liberales polítcos de derecha 13, expresivos de algunas facciones intelectuales de la derecha tradicional. Este grupo se nuclea en torno al Centro de Estudios Públicos (CEP), cuya refexión fundamenta su diversidad justamente en este tpo de valores laicos y liberales. La discusión promovida en el seno del CEP respecto de la nueva legislación universitaria se codifca bajo la tradición polítca liberal (en la idea de la universidad humboldtana), de ahí que se argumente en contra del fnanciamiento público a insttuciones que lucren (Fontaine, 1984). Esto porque se comprende a la Universidad como una insttución modernizante en el plano valórico e insttucional más que instrumental de mercado; la defensa de la secularización es polítca, no económica. Es a las limitaciones académicas de las viejas universidades que un proyecto nuevo debiese superar, y es así como se asume la libertad para crear nuevas insttuciones. Se defende una nueva libertad de crítca y pensamiento, más estrictamente académica y excelentsta, contra la sobre-politzación de la universidad pública. Se destaca en este grupo la importancia de la libertad individual: a diferencia de la tradición corporatvista, no son los cuerpos intermedios (gremios) sino los individuos los elementos fundamentales de la libertad pública. En este sentdo, los individuos podrían ejercer su libertad de fundar nuevas universidades, consttuyendo tal libertad tanto un ámbito de auto-determinación privado como función pública de interés social. Por lo mismo, debiese ser apoyada por el Estado con fnanciamiento, en la medida que las nuevas casas de estudio -aportando al bien común- no fuesen orientadas lucratvamente. Es importante el papel del CEP en la discusión académica en el segundo lustro de la década, en la medida que se vincula tanto conceptual como orgánicamente al campo opositor en el Foro de la Educación Superior (FES), espacio de debate intelectual donde se incuban las principales líneas de reforma a la educación superior que se implementarán en la posterior etapa democrátca. 13 Se pueden mencionar acá publicaciones de Hernán Larraín (1985, 1981), Arturo Fontaine (1984, 1982), Juan Andrés Fontaine y Enrique Barros (1984). 20 Finalmente, en la derecha, es posible distnguir los neoliberales puros14. Este tpo de autores observa a la educación desde un marco conceptual propio de la economía, y la somete, por tanto, a un examen econométrico. Resulta fundamental la adopción de las teorías del capital humano como enfoque de análisis, cuestón que los distngue de otras tendencias en la derecha intelectual, no tan economizantes. Es en este sentdo como se entende la libertad (tanto desde la oferta como desde la demanda) y por tanto al Estado subsidiario. De estas tres visiones, expresivas también de facciones polítcamente actvas, emergen diferentes esfuerzos que van amalgamando una postura común en función, naturalmente, de su mayor o menor preponderancia polítca concreta. 14En la revisión se encuentran los trabajos de Gerardo Jofré (1988) y Sebastán Piñera (1980). Como información de contexto, el enfoque conceptual de los autores engarza con una visión económica neoliberal como la de Büchi y su equipo económico, la que, por ejemplo, anima al Insttuto Libertad y Desarrollo. 21 6. Referencias Arendt, H. (1974). Los orígenes del totalitarismo. Madrid: Taurus. Arocena, R., & Sutz, J. (2000). La Universidad Latnoamericana del Futuro. México: UDUAL. Ball, S. J., & Youdell, D. (2007). Hidden privatsaton in public educaton. London. Becker, G. (1993). 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