Técnicas lexicográficas y diccionarios jurídicos José Antonio González Salgado Uría Menéndez 1. INTRODUCCIÓN La palabra diccionario presenta en el ámbito del derecho actual un significado algo distinto al que estamos acostumbrados a manejar en el campo de la lexicografía. Para un jurista, un diccionario de derecho no es tanto una obra que define términos como un conjunto de acepciones ordenadas alfabéticamente sobre las que se predican cuestiones muy heterogéneas. Es más, los únicos aspectos que comparten muchos diccionarios jurídicos actuales con otros corpus lexicográficos son la presentación alfabética de los lemas y la aparición de la palabra diccionario en el título de la obra. Si se toma al pie de la letra la afirmación anterior y se tiene en cuenta lo que establece la teoría lexicográfica, no habrá más remedio que admitir que muchas obras que se ofrecen como diccionarios jurídicos, stricto sensu, no son diccionarios: Por otro lado, si queremos seguir utilizando la denominación «diccionarios» para estas obras especializadas, habremos de aceptar todo lo que esa denominación conlleva. Un diccionario no puede ser un simple acopio de información enciclopédica sobre determinadas unidades de un campo especializado, de la misma manera que no es un listado de informaciones ordenadas alfabéticamente. Es mucho más (García Palacios 2002: 30). Ávila Martín (2010: 236) también ha avisado sobre este aspecto: Es frecuente, en el caso del ámbito jurídico la existencia de obras que aunque utilizan la denominación de diccionario, no son más que manuales que informan del conocimiento de un ámbito de la disciplina. Esta primera reflexión nos lleva irremediablemente a volver la vista sobre el título de este trabajo y a advertir que las dos expresiones que lo forman son en gran medida antagónicas: un gran número de diccionarios jurídicos se van a caracterizar por no aplicar las técnicas que se ponen en funcionamiento en otros tipos de diccionarios. Pero conviene también apresurarse a afirmar que este hecho no invalida los resultados que obtienen las obras que se publican bajo el rótulo de diccionario jurídico (o bajo rótulos similares). Desde nuestro punto de vista, existe una explicación clara para este abandono de técnicas propias de la lexicografía en muchas de las obras tenidas por diccionarios jurídicos, y esa González Salgado, J. A.: “Técnicas lexicográficas y diccionarios jurídicos”, en M. P. Garcés (ed.): Lexicografía especializada: nuevas propuestas, A Coruña: Universidade da Coruña, 2014, págs. 59-74. explicación está relacionada con el objetivo que persiguen: no tanto definir el derecho como explicarlo. Un jurista o un equipo de especialistas en derecho que elabora un diccionario para otros juristas en realidad lo que está haciendo es proporcionar claves interpretativas de los conceptos 1; la definición general de esos conceptos es cuestión secundaria porque se da por consabida o incluso porque se considera peligrosa («Omnis definitio in iuri civili periculosa est», Digesto, 50, 17, 202) 2. Reveladora resulta, en este sentido, la afirmación que efectúa Bermejo Vera (2009: 15) en la presentación del Diccionario de contratación pública: Deseamos, y esta es la pretensión cuyo cumplimiento nos llenaría de orgullo, poner al alcance de todos los interesados en el conocimiento del ámbito de los contratos públicos una herramienta elemental que permita acometer con éxito la tarea interpretativa de unas normas que, además de su voluminoso contenido, resultan técnicamente complejas (la cursiva es nuestra). En un primer acercamiento a los diccionarios jurídicos habría que tener en cuenta el público al que van destinados: el jurista, por un lado, y el ciudadano común y el estudiante universitario, por otro. El ciudadano y el estudiante buscan definiciones de términos que se tienen normalmente por oscuros (la intención del diccionario es pedagógica), mientras que el jurista busca las interpretaciones que le ayuden a establecer el significado recto de tal o cual palabra o expresión del ámbito jurídico en un contexto determinado (la intención del diccionario es hermenéutica). La diferencia de objetivos es significativa y condiciona los criterios de realización de estas obras (las técnicas) y su contenido 3. 2. CLASIFICACIÓN DE LOS DICCIONARIOS JURÍDICOS Antes de abordar el estudio de las técnicas que ponen en marcha los especialistas en derecho al construir repertorios léxicos, es conveniente clasificar las obras que se están publicando en España bajo el título de diccionario jurídico o diccionario de derecho, ya que la utilización de técnicas lexicográficas concretas va a estar relacionada, en gran medida, con la pertenencia de la obra a una clase determinada. 1 «Las definiciones jurídicas prestan sus mayores servicios a la interpretación jurídica, no a la descripción lexicográfica de los rubros léxicos» (Barahona Novoa 2009: 56). 2 Estos diccionarios no descodifican, ya que en el contenido de los artículos se muestran muchos elementos léxicos específicos de los textos jurídicos que un lector no especialista tendrá que buscar en un auténtico diccionario para lograr entender el mensaje en toda su plenitud. 3 A pesar de todo, pocos son los diccionarios jurídicos que están destinados al público en general. La mayor parte tienen como posibles usuarios a lectores especializados y ya acostumbrados a la terminología empleada en obras de derecho. 2 Los dos grandes grupos que se pueden establecer tienen como base el idioma en que se construyen los diccionarios. Según este criterio, vamos a encontrar diccionarios monolingües y diccionarios plurilingües. Aunque este trabajo se centra en los diccionarios jurídicos monolingües del español, repasaremos algunas de las características más sobresalientes que presentan los integrantes del otro grupo. 2.1. Diccionarios jurídicos plurilingües Los diccionarios jurídicos plurilingües publicados en España, como ocurre en otras especialidades, pretenden facilitar la traducción. En el ámbito legal esto es particularmente conflictivo, sobre todo cuando los ordenamientos jurídicos a los que pertenecen las lenguas no son coincidentes o parten de bases distintas, lo que puede suponer «la imposibilidad de encontrar términos equivalentes debido a la historia, cultura, desarrollo ideológico y el orden social de cada sistema» (Aguessim el Ghazouani 2006: XII). Los diccionarios jurídicos plurilingües —siguiendo la clasificación general establecida por Haensch y Omeñaca (2004: 59)— se subdividen en dos tipos: bilingües y multilingües. En los primeros la heterogeneidad es la nota dominante: al lado de obras en que se propone únicamente la traducción de un término de un idioma a otro, encontramos diccionarios que incluyen también otros conceptos con los que se relacionan las entradas, la traducción de expresiones complejas e incluso de oraciones, y diccionarios explicativos, en los que el concepto jurídico se completa con informaciones más o menos extensas 4. Esto último es lo que se hace, por ejemplo, en el Diccionario de derecho islámico 5: adab, ‘reglas de adecuada conducta’. El valor semántico de esta palabra ha fluctuado en el transcurso de los siglos en su dimensión ético-social; durante la Edad Media equivaldría a la urbanitas latina, esto es, ‘cortesía, urbanidad, buenos modales’; en época abasí tomó el sentido específico de ‘cultura general necesaria’ para desempeñar ciertas funciones superiores (propias de los secretarios, visires, etc.). [...]. Como apunta Ávila Martín (2010: 238) «entre los diccionarios bilingües, la lengua que más ha llamado la atención de los expertos es el inglés», aunque también disponemos de obras 4 Sobre los diccionarios bilingües, tiene razón Bernard Thiry (2009: 453) cuando afirma que «de nada sirve enterarse de la equivalencia colación / rapport, o de la de anticresis / antichrèse si es para seguir ignorando la definiciones de sendas nociones y tener que buscarlas en otro sitio». 5 «Con todo, casi siempre se hallará tras la definición una explicación subsiguiente, puesto que las más de las veces nos las tenemos que ver con términos que denominan instituciones a menudo complejas y demasiado diferentes de las nuestras. Y es preferible la explicación a una definición insuficiente» (Maíllo Salgado 2005: 14). Hay que advertir que, en sentido estricto, el Diccionario de derecho islámico no es bilingüe, ya que los términos árabes se muestran en la transcripción que es habitual entre los arabistas españoles, no con las grafías de esa lengua. 3 para traducir otras lenguas germánicas (alemán, holandés...) y románicas (italiano, portugués, catalán...), y otros que operan sobre lenguas que pertenecen a ordenamientos jurídicos alejados del nuestro, como los que se han realizado para el árabe, el japonés o el ruso. No obstante, quedan aún muchas lagunas en este apartado y hay multitud de lenguas para las que no existen publicaciones que traduzcan la terminología jurídica española 6. Los diccionarios multilingües —mucho menos numerosos que los anteriores— organizan el contenido léxico en torno a una lengua base, a partir de la cual se realiza la traducción a otros idiomas 7. Además, esa traducción puede ir precedida de una definición del término, como ocurre en el Glosario Akal multilingüe de términos jurídicos y económicos: abandono de familia Delito que comete el que dejare de cumplir los deberes legales de asistencia inherentes a la patria potestad, tutela, guarda o acogimiento familiar, o de prestar la asistencia necesaria legalmente establecida para el sustento de sus descendientes, ascendientes o cónyuge que se hallen necesitados. (al.) Aussetzung [f.s.] (fr.) abandon de famille [m.s.] (in.) desertion [s.] of family (it.) abbandono [m.s.] del domicilio domestico / della casa del progenitore. 2.2. Diccionarios jurídicos monolingües Dentro de la etiqueta de diccionarios jurídicos monolingües se incluyen obras de muy diversa consideración: auténticos diccionarios terminológicos, diccionarios con vocación enciclopédica, obras de contenido doctrinal más que lexicográfico y diccionarios que mantienen esta denominación en su título, pero que, en realidad, son repertorios o colecciones de textos legales. En función de su contenido y del ámbito que abarquen, los diccionarios jurídicos monolingües pueden a su vez subclasificarse en tres tipos: diccionarios de legislación o de jurisprudencia, diccionarios generales y diccionarios por materias. 2.2.1. Diccionarios de legislación o de jurisprudencia Los diccionarios de legislación o de jurisprudencia contienen la normativa legal (leyes, decretos, órdenes, etc.) o los pronunciamientos judiciales (sentencias, autos, resoluciones, etc.) que se aplican a unas entradas que están ordenadas alfabéticamente. Así, por ejemplo, en un diccionario de legislación podemos encontrar, en el apartado correspondiente a la letra N, 6 No nos consta que existan, por ejemplo, obras que traduzcan la terminología jurídica española al chino o al hindi, pese a tratarse de dos de las lenguas más habladas del mundo. 7 El Diccionario jurídico en cuatro idiomas, que es el que aparece en nuestro corpus, parte del francés como lengua de origen para realizar la traducción al español, al inglés y al alemán. El contenido se organiza en cuatro columnas (dos por página), y la única información que proporciona el diccionario es la traducción de la palabra o expresión concreta, sin aportar ningún dato adicional. 4 un lema como Naranjas y otros agrios bajo el cual no se incluye ninguna definición de esas frutas, sino el texto literal de las normas que se han publicado en documentos oficiales (Boletín Oficial del Estado y boletines autonómicos, fundamentalmente) que afectan a cualquier aspecto relacionado con esos productos (cultivo, venta, exportación, importación, etc.). Son diccionarios con un gran valor desde el punto de vista histórico, pero presentan el inconveniente de que resulta imposible mantenerlos actualizados, hecho que conlleva la publicación frecuente de apéndices en los que se incorporan las novedades 8. Tanto en los diccionarios de legislación como en los de jurisprudencia, como veremos, las técnicas lexicográficas son casi inexistentes 9. Entre los ejemplos más significativos de diccionarios de legislación podemos citar el Nuevo diccionario de legislación, de la editorial Aranzadi, o el antiguo Diccionario de la Administración española, fundado por Marcelo Martínez Alcubilla. Entre los diccionarios de jurisprudencia destacan las varias ediciones que ha publicado Francisco Sena Fernández del Diccionario de jurisprudencia registral. Aunque se denominan diccionarios, estas obras carecen de las características de cualquier diccionario terminológico o de cualquier enciclopedia. No son diccionarios en lo que se refiere a lo que comprenden, aunque sí lo son respecto a la forma en que deben emplearse. En las advertencias sobre el manejo que incorporan estas obras, encontramos la explicación que justifica la denominación elegida: adoptar la forma externa de diccionario para facilitar la consulta ordenada y en el menor tiempo posible de un contenido que nada tiene que ver con los repertorios lexicográficos: En efecto, el lector debe manejar este volumen a modo de diccionario. La selección de resoluciones (Tribunal Constitucional, Tribunal Supremo, Tribunales Superiores de Justicia y Dirección General de los Registros y del Notariado) ha sido solícita y posteriormente distribuida mediante la asignación a llamadas o voces conceptuales significativas, que a su vez admiten hasta una doble división por subconceptos. Todas ellas aparecerán sucesivamente por riguroso orden alfabético. El propósito de esta sistematización no es otro que el de conseguir que en el menor tiempo posible el 8 Esto ocurre en los diccionarios que recogen las disposiciones legales y la jurisprudencia actuales, pero no, claro está, en los que suponen una recopilación histórica, como sucede, por ejemplo, en el Diccionario de gobierno y legislación de Indias, en el que Manuel Josef de Ayala y Marta Milagros del Vas Mingo dan a conocer documentación colonial de enorme valor para los historiadores de América. 9 Una variante de estos diccionarios son los repertorios cronológicos, que ofrecen un contenido similar —cuando no idéntico— al de los diccionarios de legislación o de jurisprudencia, aunque su ordenación ya no es alfabética, sino temporal. Tanto los repertorios cronológicos como los diccionarios de disposiciones legales y resoluciones judiciales han perdido hoy en día su utilidad debido a la posibilidad de conseguir en bases de datos lo mismo que estas obras ofrecen. Para hacernos una idea de la importancia, variedad y amplitud de este tipo de obras, desde la Edad Media hasta el siglo XX, remitimos al excelente trabajo de Barrero García (1973). 5 lector pueda conocer la doctrina jurisprudencial imperante (o no) en un supuesto concreto (Llebaría 1993: X). 2.2.2. Diccionarios jurídicos generales Los diccionarios jurídicos generales contienen lemas de todas las áreas del derecho de los que se predican definiciones. Su intención es la de servir de herramientas que ayuden a descodificar la complejidad de la terminología jurídica. El uso de técnicas lexicográficas, sin ser frecuente, sí es más habitual que en otros tipos de diccionarios jurídicos. Habría que incluir en este grupo, entre otros, el Diccionario de derecho, de Luis Ribó Durán; el Diccionario jurídico El Derecho, en el que han participado cerca de cien autores; el Diccionario jurídico, de Fernando Gómez de Liaño; el Diccionario jurídico para periodistas, el Diccionario jurídico de los medios de comunicación y el «Diccionario jurídico elemental», para uso de colectivos concretos ajenos a las profesiones jurídicas; el Diccionario de términos jurídicos y el Diccionario básico jurídico, publicados por la editorial Comares, y el Diccionario jurídico Espasa. En este apartado encontramos también obras que se presentan bajo el título de enciclopedia. En ellas se realiza un estudio de cada una de las voces o expresiones que constituyen su corpus que suele ir acompañado de indicaciones bibliográficas y, en ocasiones, de una selección de referencias legislativas y jurisprudenciales (a veces ni siquiera se llega a definir el término de la entrada). La intención de estas obras es claramente abarcadora y su pretensión es la de convertirse en referencia imprescindible para los profesionales del derecho. 2.2.3. Diccionarios jurídicos por materias Un grupo numeroso de diccionarios jurídicos es el constituido por obras que abordan la descripción de materias concretas del derecho (mercantil, fiscal, procesal, laboral, etc.). Dentro de este grupo hay que diferenciar entre auténticos diccionarios terminológicos, que proponen una definición a las entradas que forman el corpus y en los que se manejan mayor o menor número de técnicas lexicográficas, y obras que realmente poco tienen que ver con la lexicografía, ya que en muchos casos solo comparten con los auténticos diccionarios la presentación alfabética de los lemas (se trata de manuales que recogen estudios doctrinales sobre una materia determinada). Como ejemplos del primer tipo se pueden citar el Diccionario técnico-jurídico de la construcción, de Manuel-Enrique Gutiérrez Camacho; el Diccionario jurídico-laboral, de Isidoro Álvarez Sacristán; el Diccionario de derecho y economía de la competencia en España y Europa, de Julio Pascual y Vicente; el Diccionario 6 técnico y jurídico del medio ambiente, de José Antonio Arenas Muñoz, y el Diccionario de derecho mercantil, de José María Codera Martín. Entre los segundos destacan los diccionarios que en los últimos años ha publicado la editorial Iustel: Diccionario de sanciones administrativas, Diccionario de derecho de aguas, Diccionario de obras públicas y bienes públicos, Diccionario de contratación pública, Diccionario de derecho ambiental, Diccionario de derecho de la competencia, Diccionario de derecho administrativo, Diccionario de derecho de sociedades, Diccionario de derecho penal económico y Diccionario de derecho procesal civil. Bilingües PLURILINGÜES Multilingües Diccionarios de legislación o de jurisprudencia DICCIONARIOS JURÍDICOS Terminológicos Diccionarios generales Enciclopedias MONOLINGÜES Terminológicos Diccionarios por materias ManualesEstudios doctrinales 3. TÉCNICAS LEXICOGRÁFICAS Aunque los diccionarios jurídicos no se caracterizan, en general, por usar gran número de técnicas lexicográficas, conviene que establezcamos dos grupos claramente diferenciados: por un lado, las obras que se presentan bajo el título de diccionario, pero que desde el punto de vista lexicográfico no lo son; y, por otro lado, las obras que sí se pueden incluir dentro de la categoría de los diccionarios, y más concretamente en la de los diccionarios terminológicos (Porto Dapena 2002: 48-49). Esta diferenciación tan simple resulta fundamental para delimitar el alcance y los objetivos que persiguen obras tan variadas. La propia inexistencia de aplicación de técnicas lexicográficas en numerosas obras que se publican como diccionarios jurídicos monolingües es la prueba que permite afirmar que no nos encontramos ante diccionarios reales. La única técnica que vamos a identificar en ellos 7 afecta a la macroestructura, a la organización de los materiales y, en concreto, a la presentación alfabética de los lemas; en la microestructura no se emplea ninguna técnica porque estos diccionarios carecen de ella. En muchas de estas obras la parte que debía estar ocupada por la definición está integrada por informaciones heterogéneas que nada tienen que ver con ella. Estamos, por tanto, ante diccionarios que —pese a su denominación— no contienen artículo lexicográfico, lo cual no deja de ser una paradoja. De acuerdo con la clasificación que hemos establecido en el apartado anterior, dentro de este grupo de falsos diccionarios hay que incluir los diccionarios de legislación o de jurisprudencia, las enciclopedias jurídicas (o al menos gran parte de las entradas de esas enciclopedias) y muchos de los diccionarios por materias (los no terminológicos) 10. En el caso concreto de los diccionarios por materias, la intención que los guía es la de ofrecer un conjunto de estudios doctrinales con características formales homogéneas. La parte que equivale al significado o definición de un diccionario terminológico está ocupada por un contenido enciclopédico que, sin embargo, tampoco se puede equiparar a las definiciones enciclopédicas: se trata de estudios —firmados por cada uno de sus autores 11— divididos en capítulos y apartados, y completados con información bibliográfica, legislativa y jurisprudencial. Otra característica que comparten estas obras es el número reducido de voces que las integran (rara vez llegan a las doscientas) en comparación con las que suelen incluir los diccionarios terminológicos (fácilmente pueden definir más de mil). Es en los diccionarios que tienen como finalidad proporcionar las definiciones de «conceptos y realidades objetivamente estructuradas» (Porto Dapena 2002: 48) del discurso jurídico, es decir, en los diccionarios terminológicos —tanto generales como por materias—, donde vamos a encontrar un mayor empleo de técnicas lexicográficas. En todo caso, estas técnicas no se van a aplicar con el mismo rigor y sistematicidad que en los diccionarios de lengua. La razón que explica esta relajación de técnicas lexicográficas está relacionada con la ausencia de lingüistas en la confección de las obras 12. Salvo en un caso muy concreto, el del Diccionario 10 Con la expresión falsos diccionarios no pretendemos hacer ningún juicio de valor sobre estas obras. Su calidad es incuestionable desde el punto de vista jurídico, aunque no se ajusten a los criterios que establece la lexicografía para que se puedan considerar diccionarios propiamente dichos. 11 Hay que tener en cuenta que se trata de obras en las que participan numerosos autores (hasta 95 en el caso del Diccionario de derecho administrativo que ha dirigido Santiago Muñoz Machado). 12 No obstante, también hay que considerar que estas obras especializadas no exigen el empleo de técnicas tan complejas como las que se ponen en funcionamiento en los diccionarios de lengua. Las propias características de 8 de términos jurídicos de la editorial Comares 13, que es ejemplar en muchos aspectos, los juristas no han contado con lexicógrafos para planificar y realizar diccionarios jurídicos, lo que conlleva la existencia de múltiples deficiencias técnicas. Desgraciadamente, desconocemos casi todos los aspectos relacionados con la planificación de muchas de estas obras, ya que en ningún lugar de ellas se proporciona información al respecto (algunos de estos diccionarios carecen incluso de introducción y de prólogo). No sabemos qué criterios se han empleado para seleccionar las entradas, durante cuánto tiempo se reunieron materiales o qué fuentes se han utilizado 14. Solo el público al que van destinados es un dato que se suele ofrecer de forma explícita. Lo que caracteriza a la macroestructura de estos diccionarios terminológicos es la aparición como entradas independientes de elementos léxicos que otros diccionarios tratarían como subentradas, es decir, que lo normal es que estas obras ofrezcan entradas distintas para unidades pluriverbales que se lematizarían bajo una misma voz y en el mismo artículo lexicográfico en otros tipos de diccionarios. Así, podemos encontrar una definición para el término abogado y, a continuación, en entradas distintas, definiciones para las expresiones abogado de oficio y abogado del Estado, como ocurre, por ejemplo, en el Diccionario jurídico El Derecho. Dentro de nuestro corpus, solo el Diccionario de términos jurídicos de la editorial Comares y el Diccionario Trivium de derecho y economía recurren en su macroestructura a la inclusión de subentradas: abogado, a. (Del lat. advocatus, de advocare: ad ‘junto a’ y vocare ‘llamar’). Hasta el siglo XIII: advocado; el uso general determinó la escritura con b. s m f. Persona que ha cursado los estudios de Derecho y a la que se le ha otorgado el grado de licenciado. 2. Der proc. Jurista que defiende los intereses de los litigantes. 3. Der pen. Abogado defensor. || ~ defensor. Der pen. Jurista que defiende al inculpado en una causa. En los procesos penales el abogado puede actuar tanto en la defensa como en la acusación de una causa; su intervención, por el contrario, es imprescindible en los procesos seguidos por delitos o en el caso de detención || ~ de oficio. Der pen. Abogado defensor. Se trata del letrado que nombra la autoridad judicial para asistir a inculpados carentes de recursos económicos [...]. (Diccionario de términos jurídicos). los términos jurídicos implican que, por ejemplo, no sea habitual la existencia de varias acepciones para una misma voz. 13 En la elaboración de este diccionario ha participado Carmen Ávila Martín, profesora de lengua española en la Universidad de Granada. 14 Evidentemente, hay excepciones, como el Diccionario técnico y jurídico del medio ambiente, en el que José Antonio Arenas Muñoz informa de sus fuentes y de cómo debe manejarse el diccionario, o el Diccionario de Hacienda y derecho fiscal, en el que Martínez Cachero ofrece los criterios que ha utilizado para elegir los términos. 9 PERDÓN. Remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente. — DEL OFENDIDO. Es causa de extinción de la responsabilidad penal. [...]. Sinónimos. Absolución, amnistía, gracia, indulgencia, indulto, remisión. Antónimos. Desquite, represalia, venganza. (Diccionario Trivium de derecho y economía). Como se ha señalado en diversas ocasiones (García Palacios 2002: 27-28; Ávila Martín 2010: 233; Martí Sánchez 2004: 169-189, entre otros), en la terminología jurídica abundan las unidades que están por encima del nivel léxico: unidades fraseológicas, compuestos sintagmáticos, construcciones metafóricas... Pues bien, en los diccionarios jurídicos todas esas unidades de mayor extensión que la palabra van a tener cabida como entradas ordenadas a partir de la inicial del primer elemento léxico que las formen 15: arresto de fin de semana, recargo de apremio ordinario, recaudación en periodo ejecutivo (Diccionario de derecho de Ribó); abono de prisión preventiva y medidas cautelares, acción de enriquecimiento sin causa o injusto (Diccionario jurídico El Derecho); abandono de destino y omisión del deber de perseguir delitos, cogitationis poenam nemo patitur (Diccionario jurídico para periodistas); dolus est consilium alteri nocendi, pactum est duorum consensus atque conventio (Diccionario jurídico de Gómez de Liaño), etc. También comparten muchos de estos diccionarios la presencia de anexos de contenido diverso (bibliografía, referencias jurisprudenciales y legislativas, frases y locuciones latinas cuando no se insertan en el cuerpo de la obra, etc.) e índices de voces para facilitar la consulta. La utilización de signos lexicográficos en los diccionarios jurídicos es excepcional. En nuestro corpus, solo contienen algún elemento de esas características el Diccionario de términos jurídicos, que usa la pleca doble para separar las subentradas (||) y la virgulilla (~) para abreviar la entrada principal (véase el artículo de la voz abogado que se reproduce más arriba); el Diccionario Trivium de derecho y economía, que sustituye la entrada con una raya (—) para evitar repetirla (véase el ejemplo de la voz perdón) y separa las acepciones con un triángulo invertido (∇); el Diccionario de derecho de Luis Ribó, que emplea una estrella (★) para introducir referencias legislativas; el Diccionario de derecho mercantil de José M.ª 15 A veces se altera el orden de los constituyentes de la expresión compleja para dar prioridad en la ordenación alfabética a la palabra que se supone originará mayor número de búsquedas en el repertorio, aunque este método se usa de manera muy desigual y con criterios más que discutibles. Así, en una misma obra podemos encontrar AGENCIA (CONTRATO DE) y, más adelante, CONTRATO DE ADHESIÓN, CONTRATO DE INTERINIDAD o CONTRATO DE RELEVO, como ocurre en el Diccionario jurídico coordinado por Fernández Martínez. 10 Codera Martín, que remite a otras voces en cualquier lugar del artículo lexicográfico por medio de una flecha (→); el Diccionario básico jurídico (Comares), que utiliza la doble barra inclinada (//) para separar acepciones o para incluir informaciones diversas; el Diccionario jurídico básico (Tecnos), que introduce las remisiones a otras voces por medio de una flecha (→) y usa el símbolo de un libro abierto () para señalar la legislación y la jurisprudencia que tienen aplicación para la voz definida; y el Diccionario jurídico coordinado por Fernández Martínez, que emplea una flecha () para hacer remisiones a otras voces o a referencias legislativas y jurisprudenciales: RECUSACIÓN DE JURADO Derecho procesal penal (509) Rechazo de algunos cualesquiera de los nueve jurados, más los dos suplentes, elegidos por sorteo para formar parte del tribunal en una causa determinada. [...]. ★ Ley Orgánica 5/1995, de 22 de mayo, del Tribunal del Jurado, artículo 40. (Diccionario de derecho) 16. TRANSPORTE TERRESTRE (DE COSAS). Contrato consensual en virtud del cual una persona o entidad, denominada → porteador, se obliga, mediante un precio convenido, llamado → porte, a trasladar de un lugar a otro, bajo su responsabilidad, bienes o efectos entregados para este fin por otra persona, llamada → cargador, y destinados a una tercera persona conocida con el nombre de → consignatario [...]. (Diccionario de derecho mercantil). acaparamiento. Adquirir y retener cosas propias del comercio en cantidad suficiente para dar la ley al mercado. // Apropiarse en todo o en gran parte un género de cosas (RAE). (Diccionario básico jurídico). Desviación de poder [DAd] Vicio de un acto administrativo por el que la Administración pública hace uso de sus potestades administrativas para perseguir fines distintos de los previstos en el ordenamiento jurídico. Causa de anulabilidad de los actos administrativos. LRJ-PAC, art. 63; LJCA, art. 70.2. → Anulabilidad de los actos administrativos. (Diccionario jurídico básico). SALVAMENTO DE AERONAVE: Conjunto de actividades que tienen por objeto superar una situación de peligro en la que puedan encontrarse los pasajeros, tripulación y mercancías de una aeronave, así como la propia aeronave [...]. Art. 134 de la Ley 48/1960, de 21 de julio, de Navegación Aérea. (Diccionario jurídico). La microestructura se caracteriza por la escasez de elementos que incorporan como información adicional y por la oscuridad —además de la falta de homogeneidad— que suelen presentar las definiciones. Las informaciones metalingüísticas que ofrecen los diccionarios jurídicos son escuetas, cuando no inexistentes. Las categorías gramaticales a las que pertenecen las voces del lemario 16 El número que sigue a la materia (en este caso, Derecho procesal penal) remite a un índice sistemático que se incluye al principio de la obra. 11 solo se proporcionan, además de en algún diccionario bilingüe, en el Diccionario de términos jurídicos de la editorial Comares. Esta obra incluye también sistemáticamente la etimología de la voz definida. La información etimológica aparece de forma esporádica, como resabio culto, en algunas definiciones del Diccionario básico jurídico de Comares y del Diccionario jurídico Espasa 17. En lo que sí hay cierta unanimidad en los repertorios que abarcan todas las ramas del derecho es en incorporar —en abreviatura o con expresiones completas— la materia en la que se incluye la voz (derecho administrativo, derecho procesal, derecho marítimo, etc.). Barahona Novoa (2009: 55), en referencia a las definiciones que contienen las leyes, realiza una afirmación que podemos extender sin mayor problema a los diccionarios jurídicos españoles: «La estructura del artículo lexicográfico no interesa tanto como sí el contenido, el cual muy a menudo luce desordenado y lleno de información superflua». Las deficiencias que se observan en la mayor parte de los diccionarios jurídicos terminológicos en la forma de abordar la definición son notables. Un análisis exhaustivo de las características que presentan las definiciones podría dar pie a un estudio monográfico (y muy extenso) que, evidentemente, no podemos acometer ahora, por lo que solo nos limitaremos a indicar algunos aspectos relacionados con los tipos de definiciones que aparecen en las obras de nuestro corpus. La definición sinonímica, en sintonía con las características de la terminología jurídica (univocidad semántica y precisión conceptual), es casi inexistente. Solo en casos muy localizados estos diccionarios remiten a sinónimos en las definiciones: ACCIDENTAL. No esencial. Contingente, casual. CONCEJO. Ayuntamiento, Municipio. PARCIONERO. Partícipe. (Diccionario jurídico de Gómez de Liaño). La definición perifrástica y, en especial, la enciclopédica son las más habituales. En numerosas ocasiones, el significado del lema se introduce por medio de verbos o de expresiones que indican con claridad que nos encontramos ante una definición: estipulaciones en favor de tercero. En base al art. 1257.2 CC, se puede definir como convención obligándose uno de los contratantes a realizar una actividad en provecho de tercero. (Diccionario básico jurídico de la editorial Comares). 17 El Diccionario de derecho canónico más que ofrecer la etimología de las voces, que también la incluye en algunos casos, lo que hace es traducir sistemáticamente al latín todas las entradas: cosa juzgada (res iudicata), costas judiciales (expensae iudiciales), enseñanza de la religión (instituto religionis), etc. 12 VUELO. Así se denomina al derecho al arbolado sobre suelo ajeno; al de terrazas y balcones que sobresalen de los límites de propiedad del edificio. (Diccionario jurídico de Gómez de Liaño). derecho penal. (D.P.) Se entiende por Derecho penal la rama del derecho que estudia el fenómeno criminal: el delito, el delincuente y la pena [...]. (Diccionario jurídico Espasa). Por último, en los diccionarios jurídicos terminológicos es habitual que se cometa el error de que aparezcan en el artículo lexicográfico informaciones relacionadas con el lema en lugar de una auténtica definición. Incluso se dan casos en que se llega a definir algo distinto de lo que se recoge en la entrada, como ocurre en el ejemplo tomado del Diccionario de derecho canónico: Concurso de delitos: se distinguen doctrinal y jurisprudencialmente dos clases: concurso ideal, que tiene lugar cuando, con una sola acción, se originan diversas infracciones de la ley penal; y concurso real, cuando por el mismo sujeto se realizan una o varias acciones diferentes que originan diversos delitos independientes. («Diccionario jurídico elemental», en Manual de derecho para ingenieros). Arrendamiento con opción de compra Al amparo de los principios de autonomía de la voluntad y de libertad contractual que rigen nuestro ordenamiento jurídico, cabe conectar un contrato de arrendamiento de cosa (mueble o inmueble) con otro de opción de compra sobre la misma, cuyo ejercicio esté diferido al término del arrendamiento, o pueda realizarse durante su vigencia, según los casos [...]. (Diccionario jurídico del leasing). PRUEBA PERICIAL (probatio por peritos) [sic] Perito judicial es un experto, designado o aprobado por el juez, para comprobar un hecho o determinar la naturaleza de una cosa [...]. (Diccionario de derecho canónico). 4. REFLEXIÓN FINAL Es mucho lo que todavía se podría decir de las técnicas lexicográficas empleadas en los diccionarios jurídicos, pero baste lo aparecido en este trabajo para dejar constancia de un hecho claro: los diccionarios que recogen la terminología jurídica española son, en general, técnicamente mejorables 18. Con esta afirmación no queremos dar a entender que en los diccionarios jurídicos se tienen que usar las mismas técnicas que se ponen en funcionamiento en los diccionarios de lengua, sino que las que se utilicen han de ser homogéneas, que las 18 Que sean mejorables técnicamente no significa que estos diccionarios no cumplan la función para la que han sido realizados. Hay que tener en cuenta que el jurista, en la confección de repertorios léxicos, no le concede la misma importancia a los aspectos formales que la que le prestamos los lingüistas. Cada uno tiene su ámbito de actuación, aunque la colaboración entre ambos haría que las obras fueran más manejables y que se ajustaran con mayor precisión a las exigencias de la lexicografía. Como expresa Juan Martínez Marín en el prólogo del Diccionario de términos jurídicos, «lo ideal para llevar a cabo este tipo de obras es la colaboración entre las dos clases de profesionales, los de la materia a que se refiere el diccionario y los de la disciplina lingüística que se ocupa de elaborar los principios y las técnicas de la realización de los diccionarios» (Martínez Martín, Martín Martín y Ávila Martín 1994: 9-10). 13 definiciones deben ser auténticas definiciones (aunque incluyan información enciclopédica) y que los artículos lexicográficos tienen que redactarse con claridad y corrección lingüística. La ausencia de lexicógrafos en la planificación y ejecución de estas obras es el motivo que explica los desajustes que se detectan en ellas desde el punto de vista técnico. 5. CORPUS DE DICCIONARIOS UTILIZADOS Aguessim el Ghazouani, A. (2006): Diccionario jurídico español/árabe. Granada: Comares. Alonso García, E. y Lozano Cutanda, B. (dirs.) (2006): Diccionario de derecho ambiental. Madrid: Iustel. Alonso Ledesma, C. (dir.) (2006): Diccionario de derecho de sociedades. Madrid: Iustel. Álvarez Sacristán, I. (1987): Diccionario jurídico laboral. Madrid: Civitas. Arco Torres, M. Á. de y Blanco Navarro, A. (coords.) (1985): Diccionario básico jurídico. Granada: Comares, 1991 (3.ª ed.). Arco Torres, M. Á. de y Pons González, M. (1998): Diccionario de derecho urbanístico. Granada: Comares. Arco Torres, M. Á. de y Pons González, M. (1999): Diccionario de derecho civil. Granada: Comares. Arenas Muñoz, J. A. (2000): Diccionario técnico y jurídico del medio ambiente. Madrid: McGraw Hill. 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