INTERCULTURALIDAD EN LA GENESIS DEL MOVIMIENTO NACIONAL AFROCOLOMBIANO CIMARRON Por Juan de Dios Mosquera Mosquera Director Nacional CIMARRON Hace ya 26 años, un grupo de jóvenes afros llegaron a Pereira, con el propósito de cursar estudios superiores en las diversas universidades que tenía la ciudad. Muy pronto advertimos que las personas Afros se contaban con pocos dedos. Muy pronto advertimos que la población mestiza de cultura paisa les trataba diferente, el color negro de su piel era motivo de burla y cuando caminaban por las calles les gritaban con asombro: “Negro, mariájesú, dame veinte pa’l bú!”, “gallinazos”, “chorro de humo” y otros insultos racistas. Con frustración descubrimos que no sabíamos cómo responder con educación, con creatividad, a la actitud burlona de la población mestiza paisa. Tampoco comprendíamos el por qué nos molestaban la vida. Ni en nuestra familias en Tumaco, Buenaventura, Chocó, Cartagena y San Andrés Islas, no nos habían preparado nuestros padres para comprender nuestra diversidad y belleza racial y étnica, no sabíamos que eran el racismo y la discriminación racial, no teníamos conocimientos sobre la importancia de los pueblos africanos en la construcción y desarrollo de la sociedad colombiana y del mundo, no sabíamos nada sobre temas tan importantes para nosotros y para el pueblo colombiano como el racismo y la discriminación racial. Sorprendidos, aprendíamos que en nuestra conciencia, y, en las conciencias del pueblo afrocolombiano y colombiano en general, existía un gran vacío, la ignorancia generalizada sobre la raíz africana de la identidad nacional, nada se conocía sobre la Africanidad y la Afrocolombianidad, como fundamentos culturales de la Nación y la sociedad colombiana: la colombianidad. El grupo de jóvenes comenzó a reunirse para reflexionar sobre las relaciones sociales, los tratamientos y sentimientos de la población afrocolombiana dentro de la sociedad nacional. Serios interrogantes nos convocaban a la auto-formación: ¿En qué consistía y cuáles eran las bases fundacionales de la Identidad Nacional, del Ser colombiano?. Por qué siendo personas afros no nos habían enseñado nada sobre la historia y la construcción cultural de los afrocolombianos dentro de la Nación?, ¿Por qué la población mestiza, que se creía blanca, nos trataba como si no fuésemos de la misma Patria? Teníamos los afrocolombianos una historia diferente a la historia del resto de la Nación, por qué no la enseñaban en las escuelas y colegios del país? Y en medio de tantas reflexiones descubrimos que la Nación colombiana es una Nación mestiza, que durante cinco siglos, se ha conformado de la mezcla o mestizaje entre la Africanidad, la Indigenidad y la Hispanidad. Que en el cuerpo y las vidas de cada colombiano y colombiana, están presentes estas tres raíces y fundamentos de la nacionalidad, indistintamente de que tengamos la piel muy clara que hasta hace creer a muchos que son europeos blancos, o tengamos la piel muy oscura, o que hayamos nacido en el Chocó o en Tunja. Lo que ha pasado es que los españoles y sus herederos y sucesores a todos nos han puesto a “blanquear”. A través de la religión y la educación nos condicionaron a creernos blancos, a reconocer y valorar “la madre patria” España, la Hispanidad”, y nos mal educaron para ignorar, invisibilizar y autodespreciar nuestra Africanidad, nuestra Afrocolombianidad, y, nuestra Indigenidad. Esos jovencitos y jovencitas, afrocolombianos, de piel oscura, descubrimos por qué los hermanos mestizos se burlaban de nosotros gritándonos: “Primo, mariájesú”. Ellos eran tan ignorantes, como las propias personas afros sobre su Africanidad, su Afrocolombianidad, descubrimos, por fin, que la mentalidad española caracterizada por el etnocentrismo blanco, el blanqueamiento, el racismo y las conductas excluyentes y discriminatorias, está viva en la conciencia alienada de los colombianos; en unos, los mestizos, que se creen blancos, genera complejo de quijotes, de hispanidad, o sea complejo de superioridad; en otros, los afros, que todavía se creen y se dejan tratar como “negros”, ha inculcado el complejo de Sancho Panza, el complejo de inferioridad o de siervo. Reuniéndonos, semana a semana, y sin sentir el tiempo, el grupo de jóvenes creamos el Circulo de Estudios de la Problemática de las Comunidades Negras de Colombia SOWETO-. El nombre acogido de -SOWETO- nos enseñó que, - muy lejos pero intrañablemente unidos a la realidad colombiana, Nelson Mandela, luchaba por la misma causa, que nosotros debíamos sembrar en el pueblo colombiano: desentoxicar la Nación de la mentalidad española, y concientizar, organizar y movilizar en pro de la eliminación del racismo y la discriminación racial, que afectan a la población afrocolombiana dentro de todas las esferas de la sociedad nacional. Poco después de haber constituido formalmente el Círculo de estudios - SOWETO-, el grupo de jóvenes aprendimos que los maestros y maestras nos habían mentido, que nos habían mal enseñado una gran mentira: “LOS NEGROS LLEGARON DE AFRICA”. De África no llegaron los “Negros ni las Negras”, esta afirmación ha sido una gran mentira y ha provocado un etnocidio espiritual y cultural en la conciencia de la niñez y la juventud colombiana. Aunque nos hayan inculcado estas ideas, de generación en generación, de África no llegaron ni las Negras, ni los Negros, de África: cuna de la Humanidad y la Civilización, llegaron horriblemente secuestrados y encadenados, los AFRICANOS Y LAS AFRICANAS. Esas personas de piel ébano, negra o azulada, eran seres humanos, personas, poseedoras de dignidad e identidad cultural, poseedoras de valores, sentimientos, cosmovisiones y formas de ver y vivir la vida en sociedad, eran personas que tenían nombres con profundos significados históricos, sociales y espirituales. Los Africanos y las Africanas no eran salvajes ni bárbaros, ellos sí lo fueron quienes los raptaron y los esclavizaron. Los súbditos de los Reinos Cristianos y Católicos de España, Portugal, Italia, Inglaterra, Francia y otros, cuando en América, la euforia y ambición por la riqueza, habían casi exterminado a los pueblos indígenas. Los europeos para dar rienda suelta a su codicia, le negaron a los Africanos su dignidad personal, su identidad cultural, sus nombres y su humanidad, y los redujeron a fuerza de trabajo esclava, a mano de obra esclava, a la cual, primero, le dan el nombre de PIEZAS DE LAS INDIAS, como tornillos, después les generalizaron como NEGROS, y esto significaba ESCLAVO Y BESTIA, ANIMAL PARLANTE, SALVAJE, SER INFERIOR. Arrebatándoles Humanidad justificaban su esclavización. su Y la persona africana quedó convertida por los europeos en Negro. En torno a esta palabra surgió una lingüística deshumanizadora, unos estereotipos y prejuicios racistas, y una conducta de exclusión y discriminación. La situación, condición y trato, en las relaciones de los africanos con los europeos durante la institución de la esclavitud, y en las relaciones de los afrodescendientes, desde la farsa de la abolición legal, no real, hasta el presente han estigmatizado el color de la piel como fuente de privilegios y la lingüística racista lo justifica en la conciencia del pueblo mestizo que se cree blanco. Los jóvenes del SOWETO aprendimos que debíamos devolvernos la dignidad e identidad cultural africana, eliminando críticamente la lingüística esclavista y deshumanizadora, que debíamos reivindicar la humanidad africana de nuestros ancestros, en un acto de reencuentro con nuestra Africanidad, ultrajada e ignorada por siglos. Decidimos que ya no seríamos más la creación que el europeo y sus sucesores hicieron de nuestros antepasados africanos, que desde entonces conoceríamos, comprenderíamos y asumiríamos que todas las personas herederas de la etnicidad africana, con todos sus bellos colores del afromestizaje, somos Africanas, Afrodescendientes, Africanos colombianos, Afrocolombianas, personas afros. El pueblo afrocolombiano, por seguir enfermo con la mentalidad española del endoracismo, por carecer de bases para comprender su historia e identidad, no ha podido desprenderse del karma de NEGRO, y así con conciencia de persona y de su afrocolombianidad, poder organizarse con fuerza, reivindicando sus derechos históricos, ejerciendo su ciudadanía y movilizándose, con poder político arrollador por el respeto, la dignidad, la identidad cultural y el lugar que se merece en las mentes y en todas las esferas de la sociedad colombiana. Fue así la génesis del Movimiento Nacional Afrocolombiano CIMARRON, convocando al pueblo colombiano a construir en Colombia entera un gran palenque de interculturalidad, justicia, equidad y democracia real, y a sentir la Patria como una abuela que a todos y todas reconoce, consiente, mima y abriga, en todas partes y a todos los niveles.