Saldar las deudas de gratitud

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PARA DIALOGAR
Saldar las deudas de gratitud
Nichiren Daishonin habló sobre las deudas de gratitud, que resumió en cuatro.1 La primera es la que uno
tiene con todos los seres vivos, sobre los que escribió que “de no ser por ellos, a uno le sería imposible
sostener el juramento de salvar a innumerables seres vivientes”.2 La segunda es la que uno tiene con su
madre y su padre, ya que “sin progenitores, nadie podría nacer en los seis caminos”.3 La tercera es la que
uno tiene con el soberano, sujeto que en la actualidad identificamos con el pueblo, gracias al cual “uno
puede calentar su cuerpo bajo las tres clases de luz celestial y mantener su vida con las cinco clases de
granos que crecen en la tierra”.4 La cuarta es la deuda de gratitud con los tres tesoros: el Buda, Nichiren
Daishonin; la Ley, Nam-myoho-renge-kyo; y la sangha, o armoniosa comunidad de creyentes.
El que estudia las enseñanzas del budismo no debe dejar de saldar las cuatro deudas de gratitud.
* *
La cuarta es la deuda de gratitud con los tres tesoros. [...] aunque utilizáramos como papel la
superficie entera de todos los mundos de las diez direcciones y, con ello, escribiésemos palabras
de agradecimiento, ni aun así podríamos saldar nuestra deuda con el Buda.
Con respecto a la deuda de gratitud con la Ley, esta es el maestro de todos los budas. Si los
budas son dignos de respeto, se debe a la Ley. Por ende, los que deseen saldar su deuda con el
Buda deberán, primero, retribuir los favores recibidos de la Ley.5
“
El poder interior e inherente al ser humano que nos impulsa en dirección al bien es, desde el punto de vista de las
enseñanzas de Nichiren Daishonin, la fuerza vital que deriva de nuestra Budeidad y nos hace esforzarnos por la felicidad propia y ajena. ¿Cómo tomamos conciencia de este poder innato para ser capaces de avanzar siempre, en forma
continua e ilimitada, y crear una nueva era? La forma más esencial es vivir con sentido de agradecimiento y valoración
positiva. Más específicamente, reconocer las deudas de gratitud que nos unen a los demás y procurar retribuir lo que
otros han hecho por nosotros.
Cuando vivimos con este sentido del agradecimiento, jamás quedamos a merced de los estancamientos. Vivir con
la firme determinación de ser agradecidos con los padres, los maestros y todos los que nos han ayudado a ser quienes hoy somos puede obrar como una fuerza motriz de nuestra autosuperación. El deseo de no traicionar a quienes
nos han forjado puede mantenernos en el camino correcto durante toda la vida. Y cuando enfrentamos dificultades,
pensar en aquellos que nos han ayudado o apoyado de algún modo puede ser suficiente para hacer surgir en nuestro
corazón un renovado espíritu de lucha. La gratitud es una fuente de poderosa fortaleza humana.
Quienes no tienen agradecimiento, por otro lado, conducen una vida oscura y falta de alegría, porque destruyen
la esencia que los define como seres humanos.
Por eso, Nichiren Daishonin escribe: “El que estudia las enseñanzas del budismo no debe dejar de saldar las cuatro
deudas de gratitud”. En numerosos escritos, enfatiza que saldar las deudas de agradecimiento es la forma esencial de
vivir de un practicante budista.
Mi maestro Josei Toda, segundo presidente de la Soka Gakkai, una vez dijo: “Cuando examinamos el mundo actual, vemos que hay muy pocas personas que muestran debido agradecimiento a los demás. A raíz de ello, la sociedad
se ve afectada por disputas, y la gente transita por la vida con amargura y resentimiento. Si queremos transformar
esto, debemos propagar la Ley Mística, el ‘vehículo único’ para el logro de la Budeidad, y alentar a las personas a que
basen su vida en ella”6.7
“
1) Véase Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008,
págs. 45-46.
2) Ib.
3) Ib., pág. 46.
4) Ib.
5) Ib., pág. 45-47.
6) Toda Josei Zenshu, Vol. 6, Tokio: Seikyo Shimbunsha, 1989, pág. 39.
7) IKEDA, Daisaku: disertación sobre “Las cuatro deudas de gratitud”, de la
serie “Aprendamos de los escritos de Nichiren Daishonin: Las enseñanzas
para lograr la victoria”, publicado en Daibyakurenge, septiembre 2011.
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