e s p a c i o l i b r e ¿Existe democracia sin cultura política democrática? César David Gómez Moreno* L as investigaciones históricas de la evolución social del hombre realizadas por la etnografía han señalado como parte importante el valor que tiene la cultura de una sociedad para su estudio, tanto en el aspecto económico, social como del político; y es precisamente el poder el cual ha interesado a los tratadistas de la democracia como la búsqueda de factores culturales que hacen posible la estabilidad y permanencia de un régimen político. Por tanto, se sostiene que la cultura tiene relación con la perspectiva que se tiene del poder en las sociedades, de tal forma que existe una cultura política. Por tanto, la cultura política como el comportamiento y valores con relación al poder existe tanto en regímenes autoritarios como democráticos. Por ello, la cultura política está presente con o sin democracia, pues como expresión de la sociedad explica su interrelacion con el poder, pero es evidente que no hay uniformidad en las culturas políticas en todos los países. Pero, además, existen actitudes, valores y concepciones que son válidos tanto para un sistema político autoritario como para uno democrático. En este sentido, en México se ha vivido una liberalización política caracterizada por la “apertura gradual y limitada de los controles autoritarios en el seno de un régimen no democrático que ha entrado en una fase de deterioro” (Cansino, 2000), y es el aspecto electoral el centro de esta fase del régimen político con lo cual hemos entrado a ser un país democrático. Si, de acuerdo con Cansino, hemos entrado en una democracia la tesis propuesta es que no puede existir democracia sin cultura política democrática, dado que las reformas electorales de 1977 a la fecha a logrado que la democracia procidimental, en donde las reglas de juego democrático son respetadas por cada uno de los actores participantes, sea una realidad política. En consecuencia, se vuelve importante para el sostenimiento de esta tesis, poner énfasis en la cultura política de la democracia. La cultura política de la democracia La elaboración de un clima cultural adecuado a cada situación política, adecuada a la forma de la democracia, representa concepciones y prácticas políticas que prescinden el debate político-ideológico, esquemas interpretativos que * Politólogo, investigador del Departamento de Análisis Político del Instituto Electoral del Estado deMéxico. 231 surgen con la finalidad de enraizar una cultura política democrática. La cultura política tiene que partir de las condiciones sociales y económicas, así como de las instituciones políticas existentes en una sociedad democrática y de las actitudes que se presentan en dichos sistemas democráticos (Jacqueline Pechard, 1997). Este esclarecimiento de lo que necesita la democracia de la cultura política nos puede llevar a una conjunción de las dos para llegar a la cultura política de la democracia. Al ser lo cognitivo, lo valorativo y lo evaluativo de lo político, parte de la cultura política tiene que estar orientado al sistema político y a uno mismo como actor político básico. Si se logra que lo cognitivo supere a los otros dos, en cuanto a los aspectos e invitaciones de la democracia, se podrá decir que la cultura política logra un paso importante en la construcción de la cultura política de la democracia. Gabriel Almond y Sidney Verba realizan los primeros estudios científicos por encontrar los aspectos y características de la cultura política en la democracia. Sus estudios recayeron en la identificación de tres tipos de cultura política a las cuales llamaron parroquial, la súbdita y la participativa, que propuestas en conjunto daban origen a un tipo de cultura más perfecto para la democracia, siendo esta la cultura cívica . La cultura cívica concibe al gobierno democrático como aquel en el que pesan las demandas de la población, pero que también debe garantizar el ejercicio pacífico y estable del poder, vale decir, su funcionamiento efectivo o gobernabilidad (Gabriel Almond y Sidney Verba en Jacqueline Pechard, 1997). La cultura cívica abarca aspectos mo- dernos y convicciones tradicionales, y concibe al ciudadano como lo suficiente activo en política. En ello las concepciones y actitudes, al igual que las inclinaciones políticas, se agrupan para defender la democracia como sistema político. Por lo tanto, la cultura política de la democracia es el conjunto de actitudes, valores y concepciones que se tienen rasgos democráticos y que se expresan y materializan en las instituciones de un sistema político. Pero, ¿cuáles son los rasgos democráticos que le dan valor, actitud y concepción a la democracia? Los elementos de la cultura política democrática La teoría de la cultura política nos presenta una serie de elementos que se encuentran unidos y entrelazados por los cuales la cultura política de la democracia debe fluir y ser una realidad. Los elementos se caracterizan por enaltecer valores que en los regímenes democráticos más acabados en el mundo se han incluido en su práctica y su cotidianidad. Los valores político-sociales que le han dado forma y sentido al régimen democrático son la libertad, la igualdad y la fraternidad. La libertad entendida como la posibilidad de actuar sin interferencias ni amenazas y como la capacidad de autogobernarse o autodeterminarse. La igualdad entendida ante la ley y la política, es decir, que todo ciudadano goza de los mismos derechos y de las mismas obligaciones, sin diferenciación de raza o posición económica. La fraternidad es entendida como la visión de su participación en la formación de la voluntad política nacional (Salazar y Woldenberg, 1997). 232 Otro elemento que mencionan en la teoría democrática son los ciudadanos, entendidos como aquellos sujetos o personas que tienen el derecho de participar, de votar; que se constituyen en el elemento principal de la cultura política democrática, dado que en ellos recae los valores, actitudes y concepciones de la democracia. Bajo esta ciudadanía se agregan los otros elementos de la cultura democrática, como lo son: la participación, la sociedad abierta, activa y deliberativa, la circulación, la legalidad, el consenso, el diálogo y la negociación, la cooperación entre los ciudadanos o “solidaridad”, la autoridad políticamente responsable, la equidad en las relaciones políticas, económicas, sociales y de género y la visión de nación por encima de los intereses particulares o el bien común. Finalmente, bajo una sociedad abierta, activa y deliberativa, porque en ella se surgen los problemas, se da el intercambio de opiniones, la agregación y articulación de demandas democráticas ante el poder político. Es ahí en donde el ciudadano se organiza, participa y se solidariza. Es en donde la pluralidad se expresa y materializa al fomentar diversas opiniones y círculos de participación. ¿Existe democracia sin cultura política democrática? Como se señala en la teoría los elementos democráticos se tienen que expresar en una cultura política, por lo tanto, la existencia de una cultura política democrática es indispensable en primer lugar para el establecimiento de una democracia. En segundo lugar, la estabilidad y la perpe- 233 tuidad del sistema político democrático, la exige. Es por ello que, deben existir rasgos democráticos en la sociedad para que exista un régimen político democrático Es de este modo que el ciudadano en su visión política de la democracia hace de la sociedad una sociedad de opiniones, de libertad, de igualdad y de participación activa en el sistema democrático. Por tanto, es a partir de la cultura política del ciudadano y de su cooperación con otros, que se retroalimentan los principios, valores y elementos de la democracia en el sistema político y en las instituciones de un Estado. La cultura política de la democracia exige en todo este círculo virtuoso una participación activa del ciudadano, que se exprese y se mantenga. Una participación que permita que el Estado democrático perdure y se retroalimente con sus aportaciones e innovaciones. Una participación política como elemento decisivo, que fluya horizontalmente entre ciudadanos y autoridades; una participación que promueva; el cambio democrático y sea parte de ese mismo estado de cosas; una participación de la cultura política que sustente al sistema político democrático, de la democracia moderna, de una democracia perdurable; de una cultura política democrática que se materialice en las instituciones de la democracia. Es así como la democracia anhelada se funde en una forma de gobierno que exija de la cultura política los aspectos que sean parte de las actitudes, valores y concepciones sobre el poder político. La democracia es así una forma de gobierno, un modo de organizar el poder político en el que lo decisivo es que el pueblo no sea sólo el objeto del gobierno sino también el sujeto que gobierna (Salazar y Woldenberg, 1997) que tenga los principios, valores, actitudes y concepciones democráticas antes mencionadas, y con lo cual exista un respeto de éstos por parte de las instituciones de un Estado. Consideraciones sobre la cultura política democrática en México La investigación de la cultura política de forma cualitativa y cualitativa es difícil y no siempre los estudios, a partir de las técnicas de la opinión pública, pueden acercarnos al nivel de cultura política democrática existente en México. Sin embargo, aquí destacan dos actitudes sobre el poder que han sustentado el sistema político mexicano. El primero de ellos es el sentimiento de fraude existente en los procesos electorales por más de siete décadas y que ahora se modificó con la alternancia política en el Poder Ejecutivo de la nación. Este sentimiento se expresó, por mucho tiempo en la frase del “para qué voto si al fin de cuentas siempre gana el PRI”. Por lo tanto, el voto como expresión de una preferencia electoral no tenía el sentido de cambio, es decir, el voto no representaba la posibilidad de la alternancia, ni el valor del control de los representantes. Así, el fraude y la corrupción de los órganos electorales provocaron la deslegitimación del sistema político. Por ello, el participación y legalidad de voto como elementos del sistema político mexicano, pertenecían más a una cultura política autoritaria que a una democrática. Perspectiva que se modificó a partir de las reformas elec- torales de la presente década, en donde se le da autonomía y se ciudadaniza el órgano electoral para que el califique los procesos electorales federales. Así, el sentimiento de que el voto puede ser el motor del cambio político en México, se expresó en la alternancia política. Otro aspecto de nuestra cultura política, tan importante como el valor del cambio de representantes a través del voto, es el principio de la no reelección, que se plasmo en la Constitución Política mexicana y que hoy en día comienza a generar grandes choques ideológicos entre los actores políticos que intentan resurgirlo, y más aún puede provocar en la sociedad el nacimiento de rechazo, pues reelección fue sinónimo de forma política autoritaria de los representantes políticos en el siglo XIX y que, además, éste fue el toque de queda para el régimen dictatorial de Porfirio Díaz, a principio de este siglo. Por lo tanto, la educación cívica del país que tanto hizo, y sigue haciendo, mención sobre este aspecto cultural del sistema político mexicano se presenta como un obstáculo para la consolidación democrática. En este sentido, bajo estos dos aspectos culturales sobre lo político se hace realidad el tránsito de una cultura política del aspecto autoritario a una de aspecto democrático. Así, es posible vincular la cultura parroquial con la súbdita o subordinaba y la cultura participativa que mencionan Almond y Verba como partes de la cultura cívica que sustenta un régimen democrático en un país y, en este sentido, en México existe rasgos de una cultura política democrática y rasgos de una cultura política autoritaria que permitieron la alternancia política. Sin embargo, no debemos olvidar que 234 toda consolidación a la democracia ha traído regresos autoritarios y en México puede presentarse si otros aspectos de la cultura política democrática como la negociación, el bien común, la tolerancia y la pluralidad, no están en supremacía de los intereses individuales y particulares de los actores políticos, principalmente de los partidos políticos y de los representantes políticos. Por ello, la cultura política de la democracia es necesaria en cada actor político; ciudadano, representante, sociedad civil, etc. para lograr la consolidación del sistema político democrático en México. 235 Bibliografía • Bovero, Michelangelo, Los adjetivos de la demo cracia, en Colección: Temas de la democracia, IFE, México, 1996. • Cansino, César, La transición mexicana; 19772000, CEPCOM, México, 1999. • Peschard, Jacqueline (coord.) Cultura Política, Congreso Nacional de Ciencia Política, 1996, IFE, UAM, CNCPAP, México, 1997. • Peschard, Jacqueline, La cultura política demo crática, en Cuadernos de divulgación de la cultura democrática, IFE, México, 1997. • Salazar y Woldenberg, José, Principios y valores de la democracia, en Cuadernos de divulgación de la cultura democrática, IFE, México, 1997. • Salcedo y Martínez, Mario, Diccionario Electoral 2000, INEP, México, 2000.