Sentencia TCA Nº 228 de fecha 03/05/2016 VISTOS: Para sentencia definitiva, estos autos caratulados: "ABREU VILLALBA, ALBERTO GERARDO con ESTADO. MINISTERIO DE ECONOMÍA Y FINANZAS. Acción de nulidad" (Ficha No. 390/2014). R E S U LTAN D O : I) Que a fs. 2 compareció ALBERTO GERARDO ABREU VILLALBA demandando la nulidad de la Resolución Nº 364/2013, de 25/01/2013, dictada por el Sub Director General de la Dirección General Impositiva, en ejercicio de la Dirección General, por la cual aprobó la actuación inspectiva y determinó obligaciones tributarias que le correspondió abonar al actor, por el período Setiembre 2010-Noviembre 2011 por IVA e IRAE anticipo por un total de $ 241.962 (numeral 1º); declaró las cancelaciones por pagos parciales (numeral 2º); declaró que incurrió en la infracción de contravención por omisión de presentación de dos declaraciones juradas, imponiéndole una multa de $ 620 (numeral 3º); declaró que incurrió en la infracción tributaria de defraudación imponiendo una multa de $ 483.924, equivalente a dos veces el monto de los tributos defraudados (numeral 4º) (fs. 80 y vto. AA, en lapicera azul). La parte actora formuló agravios a fs. 2-5 únicamente en referencia a la imputación de la infracción de defraudación, la que califica de ilegítima. Expresó que no existió ocultación ni engaño. Respecto a la primera, destacó que en ningún momento la empresa compareciente ocultó la operativa impugnada por la DGI. Por el contrario, el actor fue quien proporcionó toda la documentación relativa a sus operaciones, extremo que enerva de por sí la “ocultación”. En cuanto a la inexistencia de engaño, aludió que surge confirmada por la naturaleza asignada a las irregularidades cometidas por la empresa, las que deben calificarse como “irregularidades formales”. Son tales, porque las operaciones estaban todas debidamente documentadas; es cierto, la documentación no reunía todos los requisitos reglamentarios, pero las operaciones pudieron controlarse debidamente porque se encontraban documentadas. En definitiva, apuntó que la irregularidad constatada funda la reliquidación y en todo caso puede habilitar la clausura, pero de ningún modo configura la maniobra dolosa exigida por el artículo 96 para poder imputar válidamente la infracción de defraudación. Sin perjuicio de que en ausencia del elemento material de defraudación (engaño u ocultación) ésta no puede configurarse; de todos modos, expuso que tampoco se verifica el elemento subjetivo, esto es, el dolo. Al haberse demostrado la inexistencia de fraude (elemento material) la presunción de dolo no se aplica. Si la presunción del elemento subjetivo no se aplica, entonces, el dolo como tal no resulta probado en el expediente y sin dolo no hay defraudación. Ello fue reconocido expresamente por el Equipo Inspectivo, cuando aludió a que la empresa colaboró con los suscritos, por lo cual su comportamiento no merece otras observaciones y calificó su conducta, al menos como negligente. Finalmente cuestiona el quantum de la sanción impuesta, en tanto se lo hace coincidir exactamente con lo reliquidado, en violación con lo dispuesto por el artículo 96 del C.T. que ordena cuantificar la infracción acorde con el monto defraudado o que se pretendió defraudar. En definitiva, solicitó la anulación de la volición resistida en cuanto imputa ilegítimamente la infracción tributaria de defraudación e impone la multa consecuente. II) Que, conferido el correspondiente traslado, compareció a fs. 11 la Administración demandada contestando la demanda. Sostuvo que se configuraron en la especie, los elementos objetivo y subjetivo de la infracción de defraudación tributaria y la sanción aplicada resulta legítima. En el caso, indicó que el fraude cometido por la actora, consistió en la no facturación -a sabiendas- de gran parte de sus operaciones, anotando en hojas móviles las ventas diarias realizadas, omitiendo llevar los registros contables respectivos de sus operaciones y no presentando las declaraciones juradas correspondientes. Respecto del elemento subjetivo, explicó que surgen probadas varias de las presunciones de la intención de defraudar previstas en el artículo 96 del CT, sin que la actora haya producido prueba en contrario de las mismas. Destacó que el actor confunde los elementos subjetivo y objetivo de la infracción, evidenciando lo endeble de sus argumentaciones. Precisó que el hecho de que la contribuyente haya colaborado con la inspección, no enerva la existencia de la maniobra, constituyendo en todo caso, una de las atenuantes previstas en el artículo 100 del C.T. a los efectos de fijar la correspondiente sanción. En cuanto a la expresión por parte de los inspectores actuantes de la División Fiscalización de que el actuar de la contribuyente fue al menos negligente, corresponde destacar que si bien dicha expresión no descarta un actuar con dolo, ya que manifiesta que “al menos” fue negligente, no es competencia de dicha división ni de los servicios contables de la Administración, calificar la conducta de los administrados a los efectos de imputarles la infracción de defraudación o la comisión del delito de defraudación, según el caso, siendo competencia de los servicios jurídicos de la Administración, y más concretamente de la División Técnico Fiscal. Sobre la sanción imputada, explicó que la reliquidación no se debió a una discusión respecto a los criterios contables aplicables, o a errores administrativos, sino que la actora a sabiendas realizó la maniobra en virtud de la cual, no declaró ni pagó los tributos adeudados que surgen determinados en el acto, por lo que sin lugar a dudas en el caso de autos, el monto reliquidado coincide con el defraudado. En definitiva, solicitó se confirme el acto impugnado por ser en un todo, ajustado a Derecho. III) Que abierto el juicio a prueba se produjo la que luce certificada a fs. 30, correspondiendo a la parte demandada la de fs. 25 a 29, no produciendo prueba alguna la parte actora. IV) Que alegaron de bien probado las partes por su orden (fs. 33-38 y 40-45). V) Que, conferida vista al Sr. Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo, aconsejó por Dictamen No. 620/15, la anulación del acto impugnado. VI) Se dispuso el pase a estudio y se citó a las partes para sentencia, la que se acordó en legal y oportuna forma. CONSIDERANDO: I) Que desde el punto de vista formal, se ha cumplido adecuadamente con los presupuestos respectivos para que pueda entrarse al análisis de fondo del asunto (arts. 4 y 9 de la Ley No. 15.869). II) Se demanda la nulidad de la resolución No. 3/0033/2012, dictada por el Sr. Sub Director General de la Dirección Impositiva -en ejercicio de la Dirección General- el día 25 de enero de 2012 por la que -en lo que interesa a los efectos de este proceso-, se resolvió tipificar al actor la infracción tributaria de defraudación e imponerle una sanción de multa que asciende a $ 483.924 (pesos uruguayos cuatrocientos ochenta y tres mil novecientos veinticuatro). III) Que las alegaciones de las partes constan ampliamente explicitadas en el capítulo de RESULTANDOS a los que corresponde remitirse brevitatis causae. Sintéticamente el actor se agravió por entender que resulta ilegítima la tipificación de la infracción de defraudación realizada por el acto impugnado, por considerar que no se presentan los elementos reclamados por el art. 96 del C.T. IV) Que el Tribunal compartiendo lo dictaminado por el Sr. Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo, estima corresponde amparar la demanda y, en su mérito, anular la resolución impugnada. El acto impugnado, es corolario de un procedimiento que se inició con la fiscalización a la contribuyente empresa unipersonal Alberto Gerardo ABREU VILLALBA (cuyo nombre comercial es “Puerto Small”) y cuyo giro principal es el de venta de artesanías. La empresa tiene su local principal en la calle Pérez Castellano 1511 (Ciudad Vieja - Montevideo) y una sucursal en la calle Canelones 1972, en la que también funciona una peluquería (Acta de fs. 5 de los AA). El día de la inspección (26 de diciembre de 2011), los inspectores constataron que la última boleta de venta confeccionada por la empresa, era la No. 1.300 y documentaba una operación del día 22 de octubre de 2011, por un monto de U$S 67 (dólares americanos sesenta y siete). Las ventas efectuadas con posterioridad a esa fecha, habían sido anotadas en hojas móviles (hojas de cuaderno), las que les fueron entregadas a los inspectores voluntariamente por la empresa. A partir de las operaciones escrituradas en esas hojas, los funcionarios detectaron que el monto de las ventas sin facturar por el período 24 de octubre de 2011 a 30 de octubre de 2011, ascendió a $ 10.359. El monto de las ventas del período 1 de noviembre de 2011 al 30 de noviembre de 2011 ascendió a $ 90.182 y el monto de las del período 1 de diciembre de 2011 al 25 de diciembre de 2011 (el día anterior a la inspección) a $ 76.272. Con fecha 20 de enero de 2012, se labra el Acta Final de Inspección ante el contribuyente, que no reconoció las obligaciones reliquidadas (AA fs. 11 a 13), elaborando el informe final de la actuación inspectiva el día 6 de marzo de 2012 (AA fs. 52 a 56). A su turno, el Departamento Jurídico - Sección Apoyo Contencioso entendió que los elementos constatados, habilitaban a tipificar la infracción tributaria de defraudación. En el informe que corre a fs. 61-62 de los AA, se consignó que: “… existen elementos probatorios que permiten tipificar a la contribuyente la infracción de defraudación tributaria. En la especie se configuró el elemento objetivo de la defraudación y el subjetivo al resultar claramente aplicable lo dispuesto en el literal F) del inc. 2º del artículo 96 del C.T., por todo lo que se aconseja imponer una sanción equivalente a dos veces el monto de los tributos que se pretendió defraudar. 6.- Quedó probado como surge claramente del informe inspectivo (fs. 50 y sgtes.) que actualizada la documentación de ventas en uso se constató que la última boleta correspondía al 22/10/2011 y que desde esa fecha hasta el 26/12/11 la empresa no estaba facturando y anotaba las ventas diarias en hojas móviles cuyas fotocopias autenticadas se adjuntaron al presente. (…) Según lo dispuesto en el literal F) del inc. 2 del art. 96 del C.T., se establece que se presume la intención de defraudar por “...Omisión de extender la documentación requerida por la ley o el reglamento con fines de control...” (AA fs. 61). En base a estas premisas, la Administración dictó la Resolución del Director General de Rentas 1852/2012 de fs. 67 y 67 vto. AA, en la que tipificó la infracción y estimó la multa a imponer. De todo lo actuado se confirió vista al interesado, la que no fue evacuada. Finalmente, se dictó la resolución objeto de la pretensión anulatoria, que impuso la multa por la infracción de defraudación que genera el agravio del pretensor. V) Que en cuanto a la tipificación de la infracción de defraudación, estima la Corporación que la misma no se encuentra jurídicamente justificada o, al menos no hay prueba de ello. En efecto y conforme señala con acierto el Sr. Procurador del Estado, la conducta constatada no encuadra en el tipo objetivo de la infracción de defraudación que establece que lo constituye: “… todo acto fraudulento realizado con la intención de obtener para sí o para un tercero, un enriquecimiento indebido, a expensas de los derechos del Estado a la percepción de los tributos. Se considera fraude todo engaño u ocultación que induzca o sea susceptible de inducir a los funcionarios de la Administración Fiscal a reclamar o aceptar importes menores de los que correspondan o a otorgar franquicias indebidas”. Como bien lo señaló en su dictamen, lo que sucedió fue que la empresa no facturó las ventas durante determinado período y omitió presentar algunas declaraciones juradas. Estrictamente, lo más relevante, es que no se documentaron las operaciones por un período de dos meses y medio; las que se escrituraban en hojas de cuaderno. Ahora bien, una vez iniciada la actuación inspectiva, esas hojas móviles, en las que constaba la verdadera magnitud de las ventas, le fueron entregadas a los funcionarios, por lo que no se advierte allí ninguna maniobra ni engaño (AA fs. 6 de los AA; copia de las hojas en las que se anotaban las operaciones a fs. 7 a 9 vta. de los AA e informe final de inspección agregado a fs. 53 de los AA). Menos aún puede concluirse que haya existido un fraude-engaño que tenga la aptitud de inducir a los funcionarios del Fisco en error. Al menor atisbo de inspección, la irregularidad quedó al descubierto, por lo que no se verifica el aspecto objetivo o material de la figura. No puede compartirse la decisión de tipificar la infracción de defraudación, porque la DGI no ha probado la existencia del fraude - engaño requerido por la ley. El Tribunal, por unanimidad, en la reciente Sentencia No. 818/2015, descartó que la mera omisión de facturar y declarar operaciones resulte de por sí constitutivo de la infracción tributaria de defraudación. Así en dicho fallo y sin perjuicio de que se recogen algunos matices planteados por este redactor, la inexistencia de prueba que justificara la conducta infraccional declarada, impedía su configuración. Al igual que en el caso que dio lugar al precedente citado, en autos no existe el menor indicio probatorio que acredite que la intención del contribuyente haya sido la de defraudar al Fisco. Antes bien, parece que había un desorden en la administración del negocio, pero alejado de un propósito doloso. Cabe por lo tanto revalidar lo dicho por el Tribunal en la Sentencia No. 195/2012, en la que se sostuvo: “En conceptos que resultan aplicables al sub-exámine, en sentencia 364/2010, el Tribunal dijo: “…En lo que se refiere a la infracción de defraudación, no se aprecia elemento alguno que lleve a la convicción de que la actora haya procedido con engaño o realizado actos que fueran susceptibles de inducir en error a los funcionarios de la administración fiscal…. No existió un comportamiento activo de parte de la actora, en tanto su conducta se encuadró en omitir el pago de los aportes y realizar la inscripción a que estaba obligada. No puede desprenderse de su actitud omisa la intención fraudulenta, la existencia del dolo, que requiere esa figura infraccional….” Asimismo, en consideraciones perfectamente aplicables, en sentencia 154/2004, la Corporación expresó: “…Esta figura requiere la comisión de fraude, definido por el artículo 96 como “…todo engaño u ocultación que induzca o sea susceptible de inducir a los funcionarios de la Administración Fiscal a reclamar o aceptar importes menores de los que correspondan o a otorgar franquicias indebidas. Como expresa RETA, refiriéndose a la figura penal del artículo 110 del Código Tributario: “…La acción típica consiste, conforme al texto en examen, en “proceder con engaño”, fórmula inspirada sin duda alguna en el delito de fraude (C.P. art. 160). La expresión “proceder” subraya el carácter activo del comportamiento. Quedan así excluidas las conductas omisivas, como por ejemplo: omisión de inscribirse como contribuyente, omisión de pago, omisión de formular las declaraciones a que se estuviese obligado. En cuanto a la materialidad del engaño es necesario tener presente que la norma en examen integra el Código Tributario y éste en el inciso 2º del artículo 96 considera fraude “todo engaño u ocultación”, de lo que se infiere que la simple ocultación no es un engaño y por consiguiente queda fuera de los límites de la figura de la defraudación…” (El delito de Defraudación Tributaria en la Ley Nº 15.294. Revista de Derecho Penal Nº 6, págs. 51 y 52). En relación a la ocultación -aspecto en el que como se ve consiste prácticamente la única diferencia típica entre la figura infraccional y la penal-, BERRO la define como “…una omisión activa” si cabe la dualidad, en el sentido de que no es sólo olvido de mostrar sino la acción de esconder, tapar o disfrazar una situación…” (BERRO Federico, “Los ilícitos tributarios y sus sanciones”, pág. 79). Finalmente, conforme firme jurisprudencia de ese Alto Cuerpo, las presunciones contenidas en el inciso tercero del artículo 96 lo son del elemento subjetivo (intención dolosa), por lo que no habiendo sido probado el elemento objetivo (fraude) su configuración carece de la relevancia atribuida por la Administración….” VI) En suma, más allá de la posición que cada uno de los integrantes de este Tribunal asume en cuanto a la interpretación de los requisitos para que se configure la figura infraccional, en el presente caso, existe consenso en que no ha sido acreditada razonablemente por la Administración ninguno de ellos. En función de ello, corresponde anular el acto administrativo impugnado, en cuanto tipificó a la actora la comisión de dicha infracción. Y a su vez, las consideraciones precedentes tornan ocioso el ingreso a la consideración del quantum de la sanción que fuera aplicada como consecuencia de dicho comportamiento infraccional. Por los fundamentos expuestos, el Tribunal, FALLA: Haciendo lugar a la demanda y, en su mérito, anúlase la resolución impugnada; sin especial condena procesal. A los efectos fiscales, fíjanse los honorarios profesionales del abogado de la parte actora en la suma de $25.000 (pesos uruguayos veinticinco mil). Oportunamente, devuélvanse los antecedentes administrativos agregados; y archívese. Dr. Echeveste, Dr. Gómez Tedeschi (r.), Dr. Tobía, Dra. Castro, Dr. Vázquez Cruz. Dr. Marquisio (Sec. Letrado).