Tema 6 socrates y platon

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Tema 6: Diferentes concepciones de la filosofía: Los sofistas y Platón.
1) Introducción.
A mediados del siglo V a. C. se produce un cambio en los intereses intelectuales en el
mundo griego: los temas relativos a la filosofía de la naturaleza, a la cosmología, pasan
a segundo plano, y los pensadores de la época centran su atención en cuestiones
relacionadas con el ser humano, con la educación y la política. Para denominar a este
cambio de intereses se utiliza a menudo la expresión “Giro antropológico”. Esta
orientación de la filosofía hacia los asuntos humanos fue llevada a cabo por un conjunto
de intelectuales a los que se suele denominarse Sofistas, y también por Sócrates,
filósofo contemporáneo de los sofistas a quienes se oponía.
2) Razones del “Giro Antropológico” de la sofística.
a) Su interés por seguir la tradición educativa iniciada por los grandes poetas griegos, y
la nula preocupación por las grandes preocupaciones teóricas de los presocráticos, que
habían acabado en una diversidad de teorías a menudos opuestas.
b) La nueva situación política ateniense. Con la llegada de la democracia, las decisiones
son tomadas en el ágora, y es necesario convencer a los ciudadanos para poder ser
elegido y conseguir triunfar. ¿Cuál era la preparación idónea para el ateniense que
pretendía triunfar en política? Un político necesitaba, indudablemente ser un buen
orador para manejar la masa. Necesitaba, además, poseer ciertas ideas acerca de la ley,
acerca de lo justo y lo conveniente. Todos estos conocimientos son prácticamente los
contenidos de las enseñanzas de los sofistas, que se consideraban “sabios”, capaces de
educar a los hombres y hacerlos hábiles para triunfar en la política.
3) Rasgos comunes de la sofística.
a) La institucionalización de la enseñanza.
Son los primeros profesionales de la enseñanza por la que cobran sumas considerables,
al tener ésta una finalidad utilitaria: conseguir el éxito político.
b) Incluyen entre sus enseñanzas un conjunto de disciplinas humanísticas tales como el
saber hablar o arte de la retórica, política, moral, derecho,...
c) El relativismo y el escepticismo.
Por influencia del atomismo que negaba la posibilidad del conocimiento de la
naturaleza, puesto que la realidad es imposible de conocer, ya que es imposible conocer
o calcular las infinitas combinaciones y colisiones posibles de infinitos átomos
moviéndose en el vacío. Demócrito había llegado a una postura resignadamente
escéptica: “la verdad está en lo profundo”; y como la verdad no es asequible al ser
humano nos quedan las apariencias. Protágoras que era paisano de Demócrito y
conocía su filosofía llegó a formular su pensamiento relativista: “el hombre es la
medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en
cuanto que no son”; es decir, el ser, la verdad, la belleza, lo justo,...lo decide el hombre
en cada momento, puesto que no existe una concepción universal de estos conceptos.
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Por otra parte también tenemos la posición escéptica de Gorgias: “nada hay o es; si lo
hubiera, no podría ser conocido para el hombre; si fuera conocido, no podría ser
comunicado su conocimiento a los demás por medio del lenguaje”. Para Gorgias las
palabras responden a la experiencia que de la realidad experimentada por el que habla
no es la misma que la realidad experimentada por el que escucha. Luego el que habla no
comunica la realidad al que escucha, puesto que no la comparte con él. Es decir, la
realidad es la realidad experimentada por cada cual y, por tanto, el hecho de que las
palabras sean las mismas no supone ni garantiza que la realidad sea la misma para los
distintos hablantes
D.
El lenguaje como instrumento de manipulación.
El texto de Gorgias muestra una ruptura radical con la filosofía griega anterior. Para la
filosofía precedente y, luego para Platón y Aristóteles, la realidad es racional; por tanto
el pensamiento y el lenguaje son una expresión que manifiestan la realidad. Para
Gorgias esto no es así. El lenguaje para Gorgias es un instrumento de manipulación, es
un arma para convencer a las masas, en un medio para imponerse a los demás, si se
dominan las técnicas adecuadas. De ahí la importancia de la retórica. Según Gorgias:
“La palabra es un poderoso tirano, capaz de realizar las obras más divinas, a pesar de ser
el más pequeño e invisible de los cuerpos. En efecto, es capaz de apaciguar el miedo y
eliminar el dolor, de producir la alegría y excitar la compasión”.
4. Contexto histórico-cultural de Platón.
El siglo V a.C fue la época de mayor esplendor para Atenas; en ella nace la democracia,
la filosofía y las artes. Después de su victoria sobre los persas y bajo la dirección de
Pericles, Atenas se convierte en la potencia hegemónica del mediterráneo oriental.Todo
esto va a cambiar con las guerras del Peloponeso que se iniciaron en el 431 a.C., o sea,
cuatro años antes del nacimiento de Platón. En el 404 a.C., después de más de 25 años
de guerra, Esparta derrota a Atenas y le impone condiciones muy duras, entre ellas, el
gobierno de los Treinta Tiranos. Atenas irá perdiendo progresivamente las señas de
identidad que la convirtieron en modélica y temible para sus enemigos. Su economía
queda muy debilitada: las condiciones de vida empeoran y las diferencias sociales
aumentan. A la tiranía sucede una guerra civil que tiene como consecuencia la
reinstauración de la democracia (403 a.C), pero se trata de un simulacro de la anterior:
el caos, la demagogia y la corrupción se instalan en Atenas. En ese contexto se produce
la condena a Sócrates (399 a.C). Platón vive unas circunstancias históricas
extraordinariamente convulsas. De alguna manera, su filosofía es una respuesta a la
decadencia y el desorden que le tocó vivir. Atenas se desmoronaba, ¿cómo fue posible
haber llegado a esta situación después del esplendor anterior? Platón cree encontrar la
causa en la ignorancia de los ciudadanos y gobernantes acerca de qué es la Justicia. La
única posibilidad de mejora pasa, pues, por la educación filosófica de los gobernantes.
Y esta una de las líneas principales de su pensamiento.
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5) La teoría de las Ideas (Platón)
La constitución del Universo físico es narrada por Platón en el Timeo en forma de mito.
El propio carácter mítico de este relato hace difícil precisar el significado de muchos
aspectos de la narración, como la naturaleza del demiurgo (dios real o manera alegórica
de expresar la acción configuradora de las Ideas sobre la materia). En todo caso, lo que
si está claro es que las Ideas son las que imponen a la materia una estructura inteligible,
una consistencia y estabilidad que materia que la materia no tiene aisladamente.
Diríamos que las ideas platónicas son las esencias de las cosas, esto es, aquello que hace
que cada cosa sea lo que es.
Así pues, el verdadero ser (esencia) está constituido por la realidad inteligible (Ideas) ya
que éstas son la causa no física del mundo físico. Y en esto consiste básicamente la
teoría de las ideas de Platón, en afirmar que existen entidades inmateriales, absolutas,
inmutables, eternas y universales independientemente del mundo físico. Por ejemplo,
la justicia en sí, la Bondad en sí, el Hombre en sí,...De ellas derivan su ser (esencia)
todo lo justo, todo lo bueno, todos los hombres,... que hay en el mundo físico. Por tanto,
ellas son las causas absolutas y razones últimas y supremas de todas las cosas
sensibles.
El término “Ideas” (también las llama modelos) en Platón no se refiere a conceptos o
construcciones mentales que solamente existen en la mente de quien las piensa. Se trata
de realidades, más aún, de las únicas realidades en sentido pleno, ya que de ellas
derivan todas las cosas del mundo físico. De esta manera, la realidad queda dividida en
dos mundos distintos y contrapuestos:
1. Mundo invisible o inteligible (cosmos noetós).
Es el mundo no espacial (inmaterial), superior, eterno, inmutable de las ideas
subsistentes. Se trata del reino de lo concreto, de lo definido, de la realidad fija y
estable. Este mundo alberga Ideas de todos los seres físicos, todo el universo
matemático (entes matemáticos), las ideas morales y políticas a que han de acomodarse
la conducta individual y la organización de la convivencia social.
Para Platón las Ideas no son un conglomerado inconexo de esencias, sino que
constituyen un sistema organizado y ordenado jerárquicamente en el que las ideas
inferiores implicas las superiores. Todas las ideas se ensamblan y coordinan en una
gradación jerárquica en cuya cúspide se encuentra la Idea de Bien. El Bien, como Idea
primera, como principio supremo, es expresión del orden , del sentido y la
inteligibilidad de todo lo real.
2. Mundo visible o sensible (cosmos oratós).
Es el mundo físico y material sujeto a cambio y mutación. Es el reino de lo indefinido,
de lo cambiante.
Platón mediante la teoría de las Ideas ha pretendido resolver el probelma de como unir
el aspecto dinámico de la Phýsis (el devenir que afirmaba Heráclito) con su carácter de
necesidad, de permanencia (el Ser -esencia- del que nos habla Parménides). Y su
solución al problema del ser y el devenir, consiste en afirmar que lo sensible sólo se
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explica apelando a la dimensión de lo suprasensible, y lo relativo exige recurrir a lo
absoluto, lo móvil a lo inmóvil, lo corruptible a lo eterno,...En definitiva, podemos decir
que Platón hace la primera síntesis de la historia de la filosofía: síntesis entre Heráclito
y Parménides.
¿Por qué propone Platón la existencia de las Ideas? ¿En qué argumentos se apoya
su teoría ontológica de la existencia real e independiente de las Ideas? Parece que
Platón llegó a formular la Teoría de las Ideas apoyándose en una serie de argumentos
como el del “Tercer hombre”: cuando llamamos a dos cosas distintas por el mismo
nombre (por ejemplo, “Eulogio es hombre” y “Sócrates es hombre”) evidentemente no
es que se identifiquen con tal nombre en toda su extensión, más bien sucede que poseen
tal nombre únicamente por encontrarse en idéntica relación respecto de una realidad
universal o modelo; en nuestro ejemplo, la Idea de Hombre.
¿Qué relación hay entre las Ideas y las realidades individuales del mundo físico?
En sus escritos Platón ha recurrido a dos términos para caracterizar tal relación:
a) los seres sensibles imitan a las ideas, y b) los seres sensibles particulares participan
de las ideas correspondientes. La imitación pone el acento en que las ideas son modelos
o paradigmas que las cosas pretenden imitar, a las que quieren igualarse (ser como ellas)
sin conseguirlo del todo nunca. Así, las Ideas vienen a ser los ideales que no llegan a
cumplirse perfectamente en el ámbito de lo sensible.
6) Grados de Realidad.
Los hombres comunes se detienen en los primeros grados de la primera forma de
conocer, en el opinar. Los matemáticos se elevan hasta la dianoia, pero sólo los
filósofos acceden a la nóesis (pensamiento puro) y a la ciencia suprema (Dialéctica).
Aunque los objetos matemáticos pertenecen al mundo inteligible, el alma (la razón) aún
se sirve de imágenes (objetos del mundo sensible) a modo de hipótesis para llegar a
comprenderlos (por ejemplo, las figuras que se dibujan en las demostraciones
geométricas). Sin embargo, en el filósofo, el intelecto deja de lado las sensaciones y
todos los elementos que están unido a lo sensible, para captar las Ideas puras y la
relación que se tiene entre las ideas, hasta llegar a captar la Idea Suprema (Bien). Este
procedimiento mediante el cual el intelecto avanza o se mueve de Idea en Idea
constituye la Dialéctica; por ello el filósofo es un dialéctico, es decir, el que es capaz de
conocer el verdadero ser, la verdad suprema: la captación del Mundo Ideal, su
estructura, jerarquía y relación entre las Ideas. Y en tanto que mediante la Dialéctica
llegamos a conocer las cosas por sus razones supremas de ser y pasamos de la opinión y
de la dianoia a la nóesis o conocimiento verdadero, la Dialéctica es una liberación de
las servidumbres y cadenas de lo sensible.
7)La doctrina de la anámnesis (reminiscencia o recuerdo)
En la explicación de la estructura de la realidad hemos visto que Platón trataba de
“tender un puente” entre las Ideas y los seres sensibles, recurriendo a las nociones de
participación e imitación. Los seres sensibles imitan a las Ideas, tratan de aproximarse
a ellas, si bien sólo lo consiguen de un modo deficiente. Pues bien, también en el ámbito
del conocimiento Platón trata de “conectar” el conocimiento sensible con el
conocimiento racional. Puesto que los seres sensibles son imágenes (imperfectas) de las
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Ideas, la visión de aquellos (seres sensibles) puede suscitar el recuerdo de éstas (Ideas),
del mismo modo que al contemplar un retrato de una persona conocida se suscita en
nuestra mente el recuerdo de ella. Por esto Platón afirma en distintos diálogos que
aprender es recordar.
Esta teoría platónica se denomina teoría de la reminiscencia o de la anámnesis.
La palabra griega anámnesis significa recuerdo. Obviamente esta doctrina supone que el
alma posee en sí misma el conocimiento de las Ideas, conocimiento que “olvida” al
encarnarse en un cuerpo. Esto lo explica Platón en el Mito del carro alado (lo
explicaremos más adelante).
8) La naturaleza del alma y su relación con el cuerpo (Antropología de Platón).
En el pensamiento platónico el hombre se concibe como un compuesto de dos
realidades contrapuestas por su distinta naturaleza: el cuerpo y el alma. Comencemos
por exponer la naturaleza del alma, según Platón. El alma es de naturaleza espiritual,
divina e inmaterial, por lo que pertenece al mundo inteligible (al mundo de las Ideas), al
que se siente impulsada por su propia naturaleza. Según Platón, en la contemplación, en
el conocimiento de las Ideas inmutables, se cumple adecuadamente el destino de
nuestras almas. Al ser entendida ésta como principio de conocimiento y no como
principio vital, Platón tuvo siempre la convicción de que el alma es inmortal y de que
existía una vida después de la muerte.
Platón en su obra el Fedón aborda el problema de las razones de la inmortalidad del
alma. Entre sus argumentos destacan:
1. El que se refiere a la reminiscencia. Según Platón el conocimiento verdadero de
las cosas no puede venir de las cosas (sensibles) mismas. (que son y no son, que
cambian) sino que tiene que proceder de un conocimiento anterior a ellas. Por
eso todo conocimiento, para Platón, es recordar: las cosas sensibles nos traen el
recuerdo, la reminiscencia de las Ideas perfectas (la esencia), sin las que nuestros
juicios serían imposibles. Eso quiere decir que el alma ha preexistido al
cuerpo, y, por tanto, es natural que le sobreviva después de la muerte.
2. Naturaleza afín entre el alma y las Ideas. Si el alma humana es capaz de
conocer las esencias inmutables y eternas de las cosas, tiene que poseer una
naturaleza afín a estas cosas, y como éstas son inmortales (son eternas e
inmutables) también el alma debe serlo.
La naturaleza del cuerpo y la relación cuerpo-alma en Platón.
El cuerpo, la otra realidad que forma el compuesto que llamamos ser humano, es de
naturaleza material, y pertenece, por tanto, al mundo de lo sensible, cambiable, mortal y
caduco. Éste es la raiz de todo mal, origen de amores alocados, pasiones, enemistades,
discordias e ignorancias. Por tanto, queda claro que para Platón el cuerpo no es el
receptáculo propio ni adecuado del alma; antes al contrario: es su tumba y su cárcel (un
lugar de expiación). Mientras tengamos cuerpo estamos como muertos, porque somos
fundamentalmente alma, y mientras ésta se halle en un cuerpo está como en una tumba.
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El alma es superior al cuerpo; es quien lo anima y mueve, ya que éste es de por sí
inanimado (sin vida). Cuando ésta se libera del cuerpo éste muere y ya no es nada. La
vida humana comienza cuando el alma cae al cuerpo transmitiéndole, así, la vida.
En una obra de Platón, Fedro, explica en forma de mito la causa del descenso de las
almas hasta los cuerpos. Originariamente las almas están próximas a los dioses y en
compañía de éstos vivían un una vida divina. Platón describe la cabalgata celeste de las
almas como una serie de carros tirados por caballos alados, que avanzan velozmente
con movimiento circular por las once esferas de los cielos, precedidos de los dioses. Su
meta consiste en llegar periódicamente a la cumbre del cielo: lo suprasensible (el mundo
de las Ideas) o, como lo llama Platón, la “llanura de la Verdad”. En el mito aparece el
alma como carro alado tirado por dos caballos y conducido por un auriga (conductor).
Los dos caballos de las almas humanas pertenecen a razas distintas: Uno es bueno y
dócil (el de color blanco) y el otro malo y desobediente (el de color negro), por lo que se
hace difícil conducirlos al auriga. Para nuestras almas resulta una empresa difícil llegar
a contemplar el Ser (las Ideas), que está más allá del cielo, y apacentarse en la “llanura
de la verdad”, sobre todo a causa del caballo negro, que tira hacia abajo. Ocurre por ello
que a veces, algunas almas llegan a contemplar el Ser (mundo de las ideas), mientras
que otras no llegan a alcanzar la “llanura de la verdad” porque se amontonan, se apiñan
y, sin lograr ascender por la cuesta que conduce hasta la cumbre del cielo, chocan entre
si, se pisotean,... iniciándose una riña en la que se rompen las alas y, al perder la
capacidad de sustentación, estas almas caen a la tierra y quedan encarceladas en un
cuerpo, y se inicia la vida humana.
Queda claro, pues, que la unión cuerpo-alma es un estado accidental y transitorio,
como el de un jinete y su caballo o un piloto y su nave. Y no sólo se trata de un estado
accidental, sino también, y más radicalmente, antinatural, porque el lugar propio
(natural) del alma es el mundo suprasensible de las Ideas, y su actividad más propia
(natural) la contemplación de las mismas. De ahí que mientras ésta permanezca unida al
cuerpo su tarea fundamental sea purificarse (para que “le vuelvan a salir las alas”) que
es tanto como oponerse al cuerpo y sus demandas, que es de donde vienen todas las
impurezas.
¿Cuál es el significado de la descripción que Platón hace del alma como un carro alado
tirado por dos caballos y conducido por un auriga? El radical dualismo antropológico
descrito por Platón, que no reconoce al alma más función esencial que el conocimiento
racional, mientras que atribuye al cuerpo todas las tendencias perturbadoras y
conflictivas (pasiones, placeres,...), esquematiza y simplifica excesivamente la
concepción del psiquismo humano. Los deseos, las tendencias y las pasiones son, en
realidad, fenómenos psíquicos y no solamente corporales. El conflicto, por tanto , no es
exclusivamente cuerpo-alma, sino, más originariamente, un conflicto interior. Platón se
dio cuenta de ésto y por ello adoptó una concepción más compleja del alma
distinguiendo en ellas tres partes. Su terminología es tan poco rigurosa que a veces
habla de tres partes del alma, mientras que otras veces habla de tres almas. Pues bien,
estas tres partes (entendidas como funciones, no como partes materiales) son:
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1. Alma o parte racional. Representada en el mito por el auriga (conductor). Es la
parte más noble y elevada. Su actividad principal consiste en contemplar las
Ideas y en guiar y dirigir a las otras dos partes. Se sitúa o localiza en el cerebro.
2. Alma o parte irascible (ánimo). Representada en el mito por el caballo bueno,
dócil y hermoso, que se deja conducir con facilidad. Simboliza el valor, la
fortaleza y la voluntad; es la fuente de las pasiones o tendencias nobles que hay
en todo hombre (valor, esperanza, docilidad,...). Esta localizada en el tórax.
3. Alma o parte concupiscible (apetito). Representada en el mito por el caballo
negro, que es difícil de guiar. Simboliza los deseos y pasiones sensibles
desmesurados; es la fuente de los apetitos groseros (el sensual) e instintos (como
el de conservación) que arrastran al hombre hacia los placeres corpóreos. Está
localizada en el abdomen.
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