Lectura del santo Evang

Anuncio
REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA
Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana
9 de Agosto de 2015
XIX Domingo de Tiempo Ordinario (Ciclo B)
Lectura del santo Evangelio según San Juan 6:41-52
Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: "Yo soy el pan que ha bajado del cielo." Y decían: "No es éste Jesús, hijo de José, cuyo
padre y madre conocemos? Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?" Jesús respondió: "No murmuréis entre vosotros. "Nadie puede
venir a mí si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Todo el que escucha al Padre y
aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os
digo: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná del desierto y murieron; este es el pan que baja
del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que le
voy a dar, es mi carne por la vida del mundo."
Comentario Breve:
Continuando con el tema del ‘pan de vida’ este domingo, cada de las lecturas nos expresan algo sobre el significado de Jesús y de la Eucaristía.
En la primera lectura el profeta Elías, así como los Israelitas liberados de la opresión por el desierto en camino al monte del Señor, se encontró
que su jornada era demasiada difícil y agotadora. Estaba preparado a darse por vencido cuando un ángel del Señor le instruyo a ‘levántate,
come y bebe el pan y agua’ que Dios te ha provenido. Fortalecido por este providencial manjar celestial, Elías continuo hacia su encuentro con
Dios. Por su parte, el salmo de hoy nos invita a “probar y ver la bondad del Señor.” ¡Cuantos muchos jamás ‘ven’ esta bondad porque a penas
han deseado ‘probarla’! ¡Cuantos están dispuestos a probar todos los sabores de la vida, incluyendo los venenosos, pero ignoran probar la
bondad de Dios! La fe, esperanza y amor a Dios son dones de la gracia, pero también son la respuesta libre del ser humano. Nadie puede
escoger estos por nosotros. Y por su parte, la carta a los efesios enfatiza la naturaleza sacrificadora de la entrega total de Cristo, que para los
cristianos esta con-memorada y actualizada en el ‘sacrificio del altar, de la misa’. Mas aun, haber sido salvados y santificados por la entrega total
de Cristo por nuestro bien, los cristianos también han de “ser imitadores de Dios, como sus hijos amados, y vivir con amor, así como Cristo
nos amo y se entrego por nosotros como ofrenda fragante de sacrificio a Dios.” Recibiendo la Eucaristía, los cristianos han de convertirse en
eucarísticos: de esta manera entregándonos como don a Dios en servicio al prójimo. El evangelio de hoy, tanto como el del próximo domingo,
es la continuación de la lectura del domingo pasado que presenta el discurso de Jesús sobre ‘el pan de vida’. En vez de presentar la institución
de la Eucaristía en el contexto de la Ultima Cena, el autor del evangelio de Juan escogió este discurso de Jesús en Cafarnaúm, pueblo marítimo
de Galilea, como el contexto para una exposición mas teológica de la identidad y significado de Jesús. En términos no inciertos Jesús se
describe como ‘la faz humana de Dios’: como el que revela al Padre invisible, como el que personalmente comunica la gracia salvadora de
Dios, como por el quien ‘Dios personalmente nos instruye’, como el quien ha entrado a nuestro mundo como don total – así como el pan y el
agua se entregan como sacrificio sin reservas para así dar vida y saciar la sed. El discurso revela como todos pueden participar en la vida divina
eterna: recibiendo el sacrificio de la entrega total de Cristo. La Eucaristía es la perpetuación y extensión de la única y definitiva inmolación en
la cruz y de la victoriosa resurrección. La Eucaristía hace presente el ‘Si’ de Dios ha nosotros en Jesucristo; en recibiéndola es nuestro ‘Si’ a
Dios en Jesucristo. Viviendo en comunión con Dios y sirviendo al prójimo con amor demostramos que ‘de veras nos hemos convertimos en
lo que hemos recibido’. Alimento, pan y agua, así son aptos signos de la entrega vivificadora de Jesucristo.
La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes:



En nuestra jornada a lo largo de la vida, llamados de la esclavitud hacia la libertad, de la muerte a la vida, el sustento espiritual de la
Eucaristía nos fortalece y nos permite vivir nuestra misión cristiana y producir el fruto del reino en el mundo.
Así como Jesús se entrego como don para la vida del mundo, así también sus seguidores han de ser eucarísticos entregándose a si
mismos a Dios en dándole vida al mundo.
Jesús es la ‘faz humana de Dios’. Recibiendo su Cuerpo y convirtiéndonos en su Cuerpo debemos también nosotros revelar al
mundo la faz amorosa del Padre celestial. También nosotros hemos de ser agentes del amor de Dios en el mundo.
Para la reflexión personal o comunitaria:
Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos.



¿Cómo me ha sostenido y fortalecido el Señor cuando me sentía vencido?
¿Cómo soy eucarístico en mi familia y parroquia, lugar de empleo y colegio, vecindario y sociedad?
¿Cómo es que vida, mis palabras, actitud y acciones revelan la faz y el corazón de Dios a los demás?
Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 1382-1401
Descargar