3. La gran propiedad rústica a mediados del siglo xix

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tad el rey Don Fernando hizo merced y donación a Don
Fernando Pérez Ponce de la villa de Paradas con sus
pertenencias y aldeas.»
Títulós de las tierras de Osuna.
«Privilegio Rodado de Don Enrique, rey de Castilla, haciendo merced en 25 de mayo de 1464 a Don Alfonso Tellez Girón de la villa de Osuna, con sus fortalecas y castillos de Caza, con todos sus bienes y heredamientos.»
De esta forma, el prestamista Urquijo, a la vez que por vía
del crédito hipotecario introducía buena parte del patrimonio
inmobiliario ducal en el círculo de la burguesía especuladora,
reconocía explícitamente también el valor de donaciones y mercedes feudales. El Duque de Osuna, como tantos otros miembros de la aristocracia tradicional, accedía al crédito ofreciendo como garantía una propiedad en gran medida acumulada
al amparo del señorío, pero ponía en circulación en ese mismo
momento una fortuna de la que terminaría beneficiándose la
burguesía financiera que le ofrecía «socorro».
3. La gran propiedad rústica a mediados del
siglo xix
3.1. Los mayores hacendados campiñeses: los aiejos
y los nueaos titulares; su implantación territorial
No hay para mediados del siglo XIX una fuente similar a
los Libros del Mayor Hacendado del Catastro de Ensenada que
permita conocer la titularidad y riqueza de los mayores propietarios locales, junto con las características territoriales de
sus patrimonios. Este vacío documental es tanto más lamentable si se tiene presente la importancia del conocimiento de la
nueva oligarquía rural regional una vez consolidados los logros de la política liberal que más directamente afectaron a la
67
propiedad rústica: desamortizaciónes, desvinculación y disolución del régimen señorial.
En un intento de aportar alguna luz al respecto antes de
pasar al análisis exhaustivo de la propiedad y de la renta de
la tierra en dos áreas latifundistas concretas, la fuente que se
nos ha mostrado más aprovechable y asequible a la vez han
sido los listados de mayores contribuyentes formados por las
Administraciones Económicas de las Diputaciones Provinciales para la elección de senadores con arreglo a lo prevenido por
la Ley Electoral vigente en 1872. En dichos listados constan
los cincuenta mayores contribuyentes por Territorial, junto con
otros veinte por Subsidio Industrial y otros tantos del Comercio.
El listado general de mayores contribuyentes por territorial, elaborado a partir de los de Córdoba, Jaén y Sevilla (55),
así como estos últimos por separado, ponen de manifiesto una
serie de hechos que en alguna medida ^onfirman la situación
de la oligarquía terraténiente del Antiguo Régimen, y en otra
constatan las mutaciones ya operadas e iluminan acerca de las
que estaban a punto de producirse.
En primer lugar, un hecho que salta a la vista es la muy
destacada participación de la oligarquía sevillana en el conjunto
de las tres provincias; los cincuenta mayores contribuyentes de
aquella provincia han tenido cabida en el listado, frente a sólo
veintinueve cordobeses y veintiún jiennenses; el hecho no obedece sólo a la mayor extensión y riqueza de las tierras campiñesas y ribereñas sevillanas, sino fundamentalmente a los más
(55) Dichos listados contienen los cincuenta mayores contribuyentes por
Territorial, junto con otros veinte por Subsidio Industrial y otros tantos del
Comercio. Dos son sus más claras limitaciones desde una perspectiva geohistórica: se trata, por una parte, de relaciones de mayores contribuyentes
territoriales, lo que no debe entenderse siempre como sinónimo de grandes
propietarios, ya que junto a éstos tienen cabida también algunos grandes
arrendatarios; no especifican, tampoco, los listados de superficies de los patrimonios gravados, sino sólo sus respectivos líquidos imponibles, por lo qué
resulta imposible una referencia territorial de los mismos.
68
altos niveles de acumulación de propiedad de esta provincia,
frente a los de Córdoba o Jaén. En este sentido, además, las
tierras jiennenses siguen presentando como a mediados del siglo XVIII unas grandes propiedades de corte ostensiblemente
más moderado que las de Córdoba o Sevilla; sirva sólo como
ejemplo el hecho de que el mayor contribuyente territorial de
la provincia, el Marqués de La Laguna, ostenta una cuota de
31.233,73 pesetas por tierras en cuatro municipios, frente a
las 104.222,62 pesetas del Duque de Medinaceli en Córdoba
sobre 19 municipios, o a las 132.180,34 del Duque de Osuna
en Sevilla sobre 16 municipios.
C UADRO 43
RELACION DE LOS 90 MAYORES CONTRIBUYENTES POR
RIQUEZA TERRITORIAL DE LAS PROVINCIAS
DE CORDOBA, JAEN Y SEVILLA. 1872
Contribuyente
1.
2.
3.
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11.
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13.
14.
15.
16.
17.
18.
Duque de Osuna .............
Duque de Medinaceli ... .. .. ..
Duque de Alba ..............
Marqués de Guadalcázar .....
Marqués de La Laguna ......
Conde Luque ................
Ignacio Vázquez Parladé .....
Duque de Fernán-Núñez .....
Marqués de Benamejí ........
Marqués de Peñaflor .........
Marqués de las Torres ........
Marqués de Blanco Hermoso .
Duque de Sessa ..............
Marqués de La Granja .......
Conde de Torres-Cabrera ....
Manuel Dionisio Fdez. ......
Marqués de Valdeflores ... ...
Rafael Laffit Laffit ...........
N°
N. °
munieipios psovi^etias
18
28
16
15
3
7
13
2
6
3
3
4
1
11
6
2
13
7
2
3
2
2
1
2
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
nCuotasH en
ptas.
155.875
130.779
37.804
60.201
31.234
31.999
23.211
22.037
20.442
20.329
20.220
19.463
18.814
18.084
17.343
16.230
16.131
15.728
69
CUADRO 43 (continuación)
RELACION DE LOS 90 MAYORES CONTRIBUYENTES POR
RIQUEZA TERRITORIAL DE LAS PROVINCIAS
DE CORDOBA, JAEN Y SEVILLA. 1872
Contribuyente
19.
20.
21.
22.
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25.
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28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
36.
37.
José Corbacho ...............
Marqués de La Motilla ... ... .
Marqués de Vallehermoso ....
Marqués de Valmediano .. ...
Juan Quintanilla Montoya ...
Marqués del Donadío . . . . . . . . .
Miguel Lasso de la Vega .....
Conde de Castilleja ... .... .. ..
Francisco Torres Linero .......
Marqués de Bucianos ..... .. ..
Antonio de Toro Valdelomar .
Juan M. a de los Ríos Mateo .
Conde de Grancia Real ... ...
Andrés Parladé ..............
Fraco. Fernández Fdez. .......
Eugenio Benjumea ...........
Conde de Casa Galindo ......
Patricio Garvey ............ ..
Marqués de Alcañices ........
38.
José Pérez Herrasti ... ........
39.
40.
41.
42.
43.
44.
45.
46.
47.
48.
49.
50.
51.
52.
Manuel Cepeda Alcalde .......
Marqués de Tablantes .. ..... .
Juan Brieba .................
Clemente de la Cuadra ... ....
Marqués del Arenal ....:.....
Conde de Villapineda .........
Marqués de La Gomera .....
Ildefonso Lavín Ruiz ..... ....
J. Calvo de León y Coronel ..
Ignacio Martín Díez .. ... .... .
Marqués de la Vega Armijo ..
José Lasarte Cámara .........
Basilio del Camino ..... ..... .
Bernardino Fdez. Velasco ....
70
N. °
N. °
municipios firoaincias
.
.^Cuotasu en
fitas.
3
15
8
6
5
6
2
9
1
3
3
1
5
6
2
1
3
3
3
1
2
1
2
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
15.699
17.947
15.080
23.974
14.522
14.507
13.783
13.577
13.564
13.536
13.012
12.189
12.026
11.865
11.789
11.586
11.579
11.463
11.403
4
1
11.332
1
2
7
1
1
8
1
1
3
1
9
5
2
2
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
11.124
11.098
11.063
11.010
10.919
10.863
10.690
10.404
10.502
10.535
10.363
]0.364
10.200
10.027
CUADRO 43 (continuación)
RELACION DE LOS 90 MAYORES CONTRIBUYENTES POR
RIQUEZA TERRITORIAL DE LAS PROVINCIAS
DE CORDOBA, JAEN Y SEVILLA. 1872
Contribuyente
53.
54.
55.
56.
57.
58.
59.
60.
61.
62.
63.
64.
65.
66.
67.
68.
69.
70.
71.
72.
73.
74.
75.
76.
77.
^78.
^I 79.
80.
81.
82.
83.
84.
85.
86.
Marqués de Castillejos .. .. .. ..
Marqués de Sta. Cruz ........
Pedro Romero ...............
Marqués del Contadero .......
Manuel Cabrera Tapia .......
Ignacio Vázquez Rodríguez ..
Marqués del Gandul .........
Andrés Tassara Mendoza ....
J. Ignacio Coello . .. .. . . . . . . ..
Marqués de Campo de Aras ..
Pablo Benjumea .............
Juan de Mata Burgos .........
Miguel Gamero Cívico .......
Juan Ledesma González .. ...
Marqués de Villavilvestre ....
José M.a Valderrama .........
Conde de Guadalete ..........
Manuel Aguilar Saavedra ....
Vizconde de Begíjar ..........
Francisco Gamero Cívico ... ..
Marqués de la Torrecilla .....
Marqués de Navasequilla ....
Alonso Tíscar y Co. ..........
Marqués de la Ivlerced ........
Conde de Gavia .............
José Murga .................
Duque de Hornachuelos .....
Mariano Fdez. Tejeiro ........
Marqués de La Rambla .•.. ...
José Marcelo García . . . . . . . . . .
Fernando Abarzuza ..........
Francisco S. Rioboo ..........
Antonio I^1. Garrido .. ... .....
Barón de S. Calixto ..........
N. °
N. °
municipios roaincias
3
6
1
8
1
4
3
3
5
3
4
2
1
1
6
1
4
1
6
1
1
2
1
3
9
4
4
1
2
1
1
2
4
3
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
2
1
1
1
1
1
1
1
1
1
«Cuotas.^ en
ptas.
9.995
9.656
9.593
9.143
8.897
8.708
8.625
8.608
8.513
8.338
8.293
8.289
8.296
8.289
8.298
8.176
8.091
8.062
8.045
8.085
8.075
7.918
7.918
7.786
14.272
7.391
7.090
7.058
6.999
6.837
6.663
6.909
6.624
6.474
71
CUADRO 43 continuación)
RELACION DE LOS 90 MAYORES CONTRIBUYENTES POR
RIQUEZA TERRITORIAL DE LAS PROVINCIAS
DE CORDOBA, JAEN Y SEVILLA. 1872
Contribuyenk
87.
88.
89.
90.
1^larqués de Camarasa ...... ..
1^larqués del Puente ..........
Marqués de Lendines .........
I^larqués del Aguila .. ...... ..
N. °
N°
municipios rovincias
3
4
4
12
1
1
1
1
nCuotasH en
ptas.
6.551
6.446
6.444
11.588
Furnte.• Lista única de 90 mayores contribuyentes por territorial, elaborada a partir
de las relaciones de 50 mayores contribuyentes de las Admones. Económicas de
las provincias de Córdoba («B.O.P.^^ 7-3-1872), Jaén (uB.O.P.^> 27-2-1872) y Sevilla (^^B.O.P.N 9-3-1872), para la elección de senadores, según lo dispuesto por
la Ley Electoral vigente.
En lo que a titulares respecta, el listado recoge obviamente
la desapariciIon de propietarios eclesiásticos, consumado el proceso desamortizador de bienes del Clero. Los grandes contribuyentes pueden dividirse en principio en dos grandes grupos:
la burguesía agraria nobiliaria y la burguesía agraria no titulada.
Entre los terratenientes nobiliarios, los títulos de más rancio abolengo mantienen, como herencia de sus estados, el grueso
de sus patrimonios territoriales, de ahí que, aunque se trate
sólo de seis titulares, controlen casi.el 27 por 100 de las cuotas
y que sus propiedades reproduzcan aún la cartogra^a de sus
antiguas jurísdicciones: la Casa de Osuna contaba con tierras
en 18 municipios de las provincias de Sevilla y Córdoba, y la
de Medinaceli nada menos que en 28 municipios de las tres
provincias campiñesas; todo ello se concreta en una cuota me=
dia por titular de 66.218 pesetas.
72
73
Claramente distanciada de la oligarquía altonobiliaria se
sitúa la que ya anteriormente denominamos baja nobleza, integrada por títulos que en algunos casos destacaban en las postrimerías del Antiguo Régimen, junto a otros que se fortalecieron en la crisis, aprovechando entre otras vías las desamortizaciones eclesiástica y civil, como por ejemplo el Conde de
Gracia Real o los Marqueses de la Merced y Grañena en Jaén,
o el Marqués de Valdeflores en Córdoba. En todo caso esta
nobleza eminentemente comarcal presentaba en torno a 1870
unas características territoriales y unos niveles de riqueza que
reafirmaban precisamente su carácter local o comarcal, y un
origen distinto al de la alta nobleza: sus titulares controlaban
el 43,9 por 100 de la cuota, con un importe medio de 15.638
pesetas por contribuyente (contra 66.218 pesetas de la alta nobleza) y una distribución espacial de sus tierras circunscrita casi
siempre al ámbito uniprovincial y a un corto número de municipios (5 de media por contribuyente frente a los 12 de la alta nobleza).
Pero, sin duda, el hecho más destacado, como mutación
dentro del grupo oligarca operada en los ciento veinte años que
median entre el Catastro de Ensenada y 1870, es la irrupción
y consolidación de la burguesía agraria no titulada, al amparo
de desamortizaciones y de la participación en el mercado de
tierras de un nutrido grupo de^labradores y grandes arrendatarios, que, en buen medida, arrancan, como pone de relieve
la desamortización cordobesa, de la explotación agraria del Antiguo Régimen.
C ierto es que en este colectivo de terratenientes no nobles
apárecen todavía claros exponentes de propietarios rentistas de
antaño (Fernández de Velasco o Calvo de León, en Córdoba;
León Teruel o Coello, en Jaén), pero junto con ellos constituyen mayoría absoluta los grandes labradores campiñeses, unos
detentadores ya de la propiedad de las tierras que labran, otros,
mitad propietarios mitad arrendatarios (Francisco Torres o
Eugenio Benjumea en Sevilla), pero a las puertas de acceder
definitivamente a la propiedad, aprovechando en parte la oferta
74
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75
de tierras que pone en circulación la quiebra de la Casa de Osuna (56).
Todavía, sin embargo, esta burguesía emergente está lejos
de alcanzar las cotas de riqueza e implantación territorial de
la propiedad nobiliaria. Como recoge el cuadro 44, aunque en
términos absolutos constituye ya el grupo más numeroso (el
52 por 100 de los contribuyentes), su cuota total no alcanza
siquiera el 30 por 100, correspondiendo de media a cada individuo un monto de 8.508 pesetas; por otra parte, la mayoría
de las propiedades de esta burguesía presentan en cuanto a ubicación se refiere un carácter eminentemente local, circunscrita a los límites de un solo municipio, o de dos o tres limítrofes.
Es esta una característica territorial que deriva de la personalidad e intereses de sus titulares y de la propia génesis de estos
patrimonios, a la vez que constituye un rasgo que a partir de
entonces irá generalizándose hasta la actualidad, por más que
aún hoy continúe habiendo un reducido número de familias
con propiedades a caballo de varios municipios e, incluso, de
varias provincias.
3.2. Análisis de dos áreas latifundistas:
Cm-doba y Marchena, 1860-65
Una vez planteadas las mutaciones que a distintos niveles
se operan en los primeros decenios del siglo XIX, interesa volver nuevamente a unidades territoriales de anáíisis más reducidas que la regional, con vistas a evaluar las repercusiones concretas de esos cambios en la distribución, titularidad, aprovechamientos y funcionamiento de la tenencia y renta de la tierra.
Para el análisis de la situación en la campiña latifundista
retomamos los casos de Córdoba y Marchena, en unos mo(56) Compran, como veremos, entre otros Francisco Torres, Eugenio
Benjumea, Gamero Cívico, etc.
76
mentos (1863 y 1860, respectivamente) en los que la disolución del régimen señorial y la normativa desvinculadora, en
su forma definitiva, cuentan ya con casi tres décadas de vigencia, y cuando, asimismo, el proceso desamortizador ha enajeneado el grueso de las tierras movilizádas (57).
Los ejemplos cordobés y marchenero, junto con los motivos que nos movieron a seleccionarlos desde un primer momento (concejos realengo y señorial, respectivamente; distinto grado de implantación territorial de la Iglesia, etc.), tienen
además, como veremos, a mediados del siglo XIX el gran significado de constituir sendos exponentes de dos sociedades agrarias latifundistas en distinto grado de evolución hacia lo que
podría denominarse agricultura actual desde la perspectiva de
la tenencia y renta de la tierra. En otras palabras, mientras
que el latifundio cordobés reproduce hacia 1860 un esquema
de relaciones entre propiedad y explotación semejante al del
Antiguo Régimen y, consiguientemente con ello, una similar
distribución de la plusvalía y una clara prepotencia de la renta
de la tierra, la gran propiedad de Marchena presenta ya, junto al latifundio nobiliario de la Casa de Arcos, un amplio grupo de ricos labradores propietarios y/o arrendatarios que controlan buena parte de la producción agraria, apropiándose del
volumen más importante de la plusvalía generada en las grandes explotaciones; renta y beneficio aparecen ya como categorías no diferenciadas desde el punto de vista «contable» en manos
de un determinado sector de labradores. Y esta fusión de «intereses» y de «plusvalor» en la figura del propietario constituye una de las claves para entender el mantenimiento de la gran
explotación agraria en^la etapa de crisis de la renta y de la «ren(57) Según los Amillaramientos de Córdoba (1860) y Marchena (1863),
permanecían aún como bienes nacionales no subastados, en el término cordobés 4.411 fgs., pertenecientes a grandes explotaciones e integrantes en las
Administracioens del Secuestro de D. Sebastián, de Beneficiencia Provincial y de Propiedades del Clero; en el de Marchena, 1.279,5 fgs., y 36 aranzadas; procedentes en su mayoría de la Catedral de Sevilla y de las fábricas
de las iglesias de la ciudad.
77
tabilidad» rústicas que habría.de iniciarse en el último decenio
del siglo xIx.
Probablemente la capitalidad de la ciudad de Córdoba, punto de atracción de una nobleza comarcal y regional, reforzada
como veremos en el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen,
facilitó la pervivencia en su extenso térmirio de un latifundismo tradicional en sus titulares y en sus formas de tenencia. Marchena, en plena campiña sevillana, pero alejada de los más importantes núcleos de poder y decisión regionales, auspició un
más temprano encumbramiento de la auténtica burguesía agraria local, incrementada en algunos casos cón la presencia de
grandes labradores de pueblos vecinos. La quiebra inminente
de la Casa de Osuna vendrá a confirmar y reforzar en muchos
casos a esta nueva oligarquía que, sin embargo, tiene sus raices en decenios anteriores.
3.2.1. La Campiña y Ribera cordobesas: tradición
y cambios en la titularidad
y tenencia de la tierra
A)
Prepotencia nobiliaria y afianzamiento
de los grandes labradores
Estos son, a grandes rasgos, los elementos definidores de
la titularidad del latifundio cordobés a mediados del siglo XIX;
una propiedad nobiliaria que se mantiene y hasta se amplía
entre 1755 y 1860, y un grupo de grandes labradores, todavía
escasos, pero en claro proceso de crecimiento y afianzamiento, que partiendo casi siempre de la explotación de extensas
fincas en arrendamiento, salta al control de la propiedad, aprovechando la desamortización o la oferta de tierras que conlleva la desvinculación general de todo tipo de tierras. No se piense, sin embargo, que la situación de ambos grupos de titulares, nobleza y burguesía agraria «sensu stricto», es equiparable; en absoluto: ni desde el punto de vista de la superficie den-
78
tentada, ni en lo tocante al control del producto agrario o de
la «riqueza imponible», ni menos aún en lo referente a la distribución de la plusvalía, el latifundio nobiliario es comparable al burgués.
El ostensible poderío territorial de la nobleza titulada queda de relieve en el cuadro 45. Aunque numéricamente los contribuyentes nobiliarios de más de 5.000 reales por propiedad
rústica son casi la mitad de los no «titulados», sus fincas suponen más del 57 por 100 de la superficie y un montante algo
superior (el 60,4 por 100 y el 61,6 por 100) del total del producto agrario y de la riqueza de los terratenientes cordobeses.
El peso real de la fracción nobiliaria en la oligarquía de 1860
habría de incrementarse con los patrimonios de determinados
propietarios que, aunque no titulados en el momento de confeccionarse el Amillaramiento, pertenecían a familias con título de Castilla y que incluso con posterioridad llegarían ellos
mismos a detentar, bien por herencia o por matrimonio; son
los casos, entre otros, de las hermanas Dolores y Ana María
Hoces, de José Sisternes y Hoces, de Rafael Hoces Ravé, de
Dolores Hoces Fernández de Córdoba, etc.
Es importante destacar también cómo tomando en consideración el factor residencia/no residencia en Córdoba, el significado numérico, territorial y productivo de la nobleza propietaria varía significafivamente. En el' ^rupo de terratenientes residentes o al menos con casa abierta en la ciudad, los nobles titulados son, tan sólo, 8 de 38, todos además poseedores
de títulos profundamente enraizados en la vida y comarca cordobesas (Marqués de Guadalcázar o de Valdeflores; Condes
de Gavia, Torres-Cabrera, Hornachuelos, Duque de Almodóvar, Vizconde de Sancho-Miranda). El reducido número de
nobles residentes no impide, sin embargo, que sus patrimonios acaparen algo más del 50 por 100 de las tierras, producto
y«riqueza» de los grandes propietarios residentes en Córdoba, en buena medida por la ingente fortuna del Marqués de
Guadalcázar integrada, sólo en Campiña y Ribera, por más
de 7.000 fanegas.
79
CUADRO ^5
RELACION DE PROPIETARIOS EN LA CAMPIÑA Y RIBERA
DE CORDOBA CON MAS DE 15.000 REALES DE «RIQUEZA^>.
1860
Propi^tario
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
36.
37.
80
Marqués de Guadalcázar ............
Duque de Medinaceli ...............
Conde de Villanueva Cárdenas .......
Duque de Almodóvar ...............
Marqués de Benamejí ...............
Conde de Torres-Cabrera ............
Duquesa de Sotomayor ..............
Marqués de Salar ...................
Infante D. Francisco ................
Conde de Hornachuelos .............
Marqués de Malpica ................
Marqués de Valmediano .............
Duque de Alba .....................
Rafael Barbero .....................
Marqués de Valdeflores ..............
Conde de Gavia ....................
Marqués de Vega Armijo ............
Vizconde de Sancho-Miranda ........
J. Orueta Barrera ....................
Luis Beltrán de Lis .. ...... .. .......
Juan Sotomayor Lafuente ............
Marqués de la Motilla . . . . . . . . . . . . . . :
Dolores Hoces Fdez. Córdoba ........
Juan M. Trevilla ...................
José Domínguez ....................
Instituto 2.a Enseñanza ..............
Beltrán de Lis, Rafael ...... .........
M.a Socorro Argote .................
Amador Jover Toro .................
Dolores Pérez Baradas .....^. .........
José Losada ........................
Conde de Prado Castellano ..........
Patronato de Torreblanca ... . ... . . .. .
Juan M.a Valle ....................
Bartolomé M.a López ...............
Rafael Chaparro Llorente .. . . . .. .. . . .
Marqués de la Granja .. ... ... .. .....
Riqueza (^ls.) Superfic. (fgs.)
358.142
184.836
184.285
151.362
147.538
147.350
140.347
136.908
130.686
127.201
117.954
112.564
107.424
104.876
101.569
86.599
85.157
81.360
78.400
77.138
73.033
67.575
61.006
. 60.216
57.111
56.754
54.434
49.521
45.207
48.266
44.228
43.219
42.691
42.000
41.158
39.696 .
35.117
7.145
4.735
4.205
4.347
3.794
3.127
945
2.987
2.934
3.534
2.636
3.556
1.815
2.402
2.805
3.020
2.631
2.987
1.350
1.422
1.252
1.881
1.645
1.169
1.702
946
1.961
945
1.092
1.374
1.336
1.603
1.261
720
1.812
938
1.629
CUADRO 45 (continuación)
RELACION DE PROPIETARIOS EN LA CAMPIÑA Y RIBERA
DE CORDOBA CON MAS DE 15.000 REALES DE «RIQUEZA».
1860
Propietario
38.
39.
40.
41.
43.
44.
45.
46.
47.
48.
49.
Josefa Lora Lora ...................
Duque de Fernán-Núñez .............
Rodrigo Fdez. de Mesa . . . . . . . . . . . . . .
Marqués de Villaverde ..............
José Cañaveral .....................
Conde Santa Coloma . . . . . . . . . . . . . . . .
José Sisternes y Hoces . . . . . . . . . . . . . . .
Angeles Fernández de Co. ...........
Rafael Rejano ......................
Dolores Hoces .. ... . .. .. . . . .. .. . .. ..
Conde de Luque ....................
Josefa Bulnes Vargas ................
50.
Ana M.a Hoces ....................
51.
52.
53.
54.
55.
56.
57.
58.
59.
60.
61.
62.
63.
64.
65.
66.
67.
68.
69.
70.
Ramóna Argote ....................
Marqués de Villaalegre .. . . . . .. . . . . ..
T. R. Villaceballos ..................
Juan Trespalacios ...................
A. Navarro Moreno-Guerra ..........
José García Hidalgo . . . . . . .. . . .. . . . ..
A. M.a Lora Lora ..................
Duque de Frías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Marqués de Cabriñana ..............
R. Cabrera P. Saavedra .............
Rosa Lora Lora ....................
Clotilde Atienza ....................
Inés Muñoz Cobo León .............
Frco. Milla Beltrán .................
Conde de Casa Hinestrosa ...... .. ...
José Aguilera .......................
José Enríquez López ................
Juan Alvear ........................
Francisco Candau ...................
Marqués de Campo Real . .. . .... . .. .
42.
Riqueza (rls.) ^up^.ñ^^ Uss^)
35.001
34.129
33.201
32.197
32.900
32.155
31.896
31.298
27.135
25.656
24.333
24.112
24.244
23.750
23.566
23.477
21.454
21.437
19.207
19.039
19.024
18.873
18.690
18.621
18.600
18.430
18.333
17.848
17.331
16.799
16.784
16.258
15.405
705
991
636
516
564
1.473
955
966
756
816
420
642
594
669
526
622
894
663
610
433
527
332
657
576
324
570
567
552
505
456
519
298
700
Fuenk: Amillaramiento de Córdoba, 1860. A.H.P. de Córdoba.
ói
Entre los terratenientes no residentes en la ciudad, la relevancia de la propiedad nobiliaria se refuerza, lo que constituye un claro indicador del carácter eminentemente absentista
de los propietarios «titulados», tanto más si se tiene en cuenta
que un numeroso grupo de los propietarios no nobiliarios calificados como forasteros tenían su residencia en pueblos próximos a Córdoba y para los que el calificativo de absentistas re^ulta a todas luces inadecuado; la nobleza foránea, pues, suponiendo algo más del 40 por 100 de los contribuyentes territoriales forasteros acumulaba nada menos que el 67,7 por 100
del producto agrario bruto y casi el 70 por 100 de la «riqueza»
total de los forasteros. En cualquier ca ^o conviene señalar que
no sistemáticamente las propiedades de esta nobleza absentista eran las de más envergadura; baste decir sólo que entre los
diez mayores terratenientes cordobeses, todos ellos pertenecientes al estamenteo nobiliario, cinco formaban parte de esa nobleza residente y de raices cordobesas, encabezando uno de
ellos, el mencionado Marqués de Guadalcázar, la relación de
propietarios.
^ Qué cambios se habían operado global e internamente en
esta oligarquía nobiliaria desde mediados del siglo XVIII hasta 1860?
Básicamente dos: la ampliación significativa de determinados patrimonios rústicos, especialmente de los de la nobleza
cordobesa, por participación activa en el proceso desamortizador (Marqués de Guadalcázar, Conde de Gavia, Marqués
de Benamejí, etc.); y por otra parte la irrupción de algunos
títulos nuevos, varios de ellos detentadores de píngiie fortuna
(Marquesado de Valdeflores, Marquesado de Salar, de Villanueva de Cárdénas, de Casa de Alba, etc.), títulos, en ocasiones, de moderno otorgamiento, y en otras, de rancio abolengo.
La comparación sin más de la información documental del
Catastro del Marqués de Ensenada y la del Amillaramiento
de 1860 es peligrosa y puede conducir a conclusiones erróneas
si no se adoptan las debidas cautelas, fundamentalmente por
82
el distinto carácter y la diversa fiabilidad de ambas fuentes,
y porque, obviamente, en algo más de cien años tuvieron efecto,
desde nuevas concesiones de títulos, hasta matrimonios, pleitos de mayorazgos, particiones, etc., que, si bien aparentemente
parecen dar lugar a la irrupción de nuevos titulares, y más aún
de nuevos titulares nobiliarios, frecuentemente no hacen más
que perpetuar en las mismas familias, con distintos nombres,
patrimonios detentados desde antaño. Todo ello viene al caso
de Córdoba, como al de todos los grandes concejos andaluces.
Veamos algunos ejemplos.
El Marquesado de Salar, nuevo en la relación de grandes
propietarios de 1860 con nada menos que 2.987 fanegas, cuenta,
sin embargo, con todo el patrimonio que en 1755 ostentaba
la familia Fernández de Córdoba y Argote, ennoblecida con
aquel título por vía matrimonial a comienzos de siglo XIX. El
Marquesado de Valdeflores, con 2.805 fanegas, nuevo también en la relación, no es más que el producto del ennóblecimiento en 1819 de la familia Velázquez y Angulo, que ya contaba con amplio patrimonio a mediados del siglo XVIII. El
Conde de Villanueva de Cárdenas y el Duque de Frías, entre
otros, son titulares de propiedades en el Amillaramiento de
1860, bajo distintos títulos (Priego y Villena), pero dentro de
la misma línea familiar aparecían ya en el Catastro.
Quizás el caso más expresivo sea el de la Casa de Alba,
que sin contar con tina fanega de tierra en 1755, aparece en
el Amillaramiento de 1860 con 1.815 fanegas, integrando significativamente las fincas de las que era propietario a mediados del siglo XVIII Don Andrés Bañuelos Mesa Páez. ^Cabría
pensar en un proceso general de compra de las tierras de la
familia Bañuelos por la Casa Ducal? El predominio de la propiedad vinculada hasta 1836 hacía desestimar esta hipótesis,
pero carecíamos de explicación para un aparente trasvase de
tierras tan destacado, más aún de una familia local cordobesa
hacia una casa tan encumbrada como la de Alba. La interesante obra de Tomás Márquez de Castro, recientemente edi-
83
tada (58), dio respuesta a nuestro interroganté y ^onfirmó unos
de los mecanismos de movilidad de patrimonios propio de la
sociedad antiguorregimental: un pleito de mayorazgo, interpuesto y ganado por la Casa de Alba, a la muerte sin sucesión
del referido Don Andrés Bañuelos (59).
Quiere todo ello decir, que al mar •en de los casos documentados de compras de tierras por parte de ^determinados títulos de Castilla, el grueso de la propiedad nobiliaria se rrman'tiene globalmente, si bien el ennoblecimiento de determinadas familias o el trasvase «natural» de patrimonios entre diversos
linajes dan la impresión de una mayor participación de la propiedad nobiliaria que a mediados del siglo xvÍII.
El mantenimiento de esta implantación territorial de la nobleza, en buena medida procednete de la etapa antérior, es un
dato a tener muy en cuenta para explicar el carácter marcadamente tradicional que el latifundio cordobés sigue presentando en torno a 1860 en lo tocante a formas de tenencia y a distribución de la plusvalía agraria.
Integra también la oligarquía cordobesa un nutrido grupo
de propietarios no nobles. En él se mezclan, como se ha dicho,
miembros de familias hidalgas de tradicional arraigo en la Campiña, al lado de nuevos propietarios, muchos de ellos merecedores del calificativo de grandes labradores, por cuanto asumen conjuntamente la titularidad de la propiedad y de la explotación. Es esta nueva clase labradora el indicador más expresivo del cambio que está operáñdóse en la agricultura latifundista andaluza, cambio que en Córdoba; como en otros grandes concejos de Campiña, se encuentra todavía en fase de desarrollo y difusión.
De entre los residentes en Córdoba los ejemplos más elocuentes de esta nueva clase son los de Bartolomé María Ló-
(58) T. Márquez de Castro, Títulos de Castilla y señoríos de Córdoba y su
reino. Edición y estudio preliminar por J. M. de Bernardo Ares, Córdoba,
^
Servicio de publicaciones de la Exma. Diputación. Provincial, 1981.
'
(59) T. Márquez de Castro, op. cit., pág. 114.
84
pez, Rafael José Barbero, Joaquín de la Torre y Juan Alvear,
los tres primeros, como vimos, destacados compradores de cortijos del clero en la desamortizaciQn y arréndatarios además,
en 1860, de importantes superficies (60). Pero tanto interés,
o más aún con vistas a lo que habría de ocurrir en un futuro
próximo, tiene otra serie de propietarios-labradores residentes en los pueblos limítrofes del término de Córdoba y tradicionales arrendatarios de cortijos campiñeses desde fines del
Antiguo Régimen y que, paulatinamente, van irrumpiendo en
la esfera de la propiedad inmobiliaria, sin abandonar por ello
su idiosincracia campesina: se trata, entre otros, de los Navarro, Morales o Lora (los dos últimos, compradores en la desamortización) de Bujalance; los Fernández de Mesa y Naranjo
de El Carpio; los Porras de Pedro Abad, etc., apellidos que
en muchos casos permanecen vinculados todavía hoy a la oligarquía propietaria cordobesa.
La importancia territorial de estos labradores y la explotación directa de toda o buena parte de sus tierras, junto con otras
arrendadas, los reafirma como grandes propietarios de ganado de labor, indicador éste el más significativo, por entonces,
del capital fijo de explotación; refiriéndonos sólo a los propietarios -empresarios residentes en Córdoba (61), tanto Rafael
Barbero, como Joaquín de la Torre y Bartolomé López con
112, 107 y 73 cabezas de vacuno de labor, respectivamente,
ocupaban puestos destacados en la relación de mayores tenedores de este tipo de ganado.
(60) Según el Amillaramiento de Córdoba de 1863, 730 fgs., 361 fgs.,
y 945 fgs., respectivamente.
(61) El Amillaramiento de cada localidad recoge sólo el ganado de labor
y de renta de los vecinos residentes, independientemente de que aquél permaneciera en una explotación de dentro o fuera de su término; de ahí que
sólo podamos ofrecer datos de cabaña de labor de aquellos labradores residentes en Córdoba. La situación debería ser similar entre los grandes arrendatarios residentes en pueblos próximos. Por su especial significado recogemos, asimismo, el capital de explotación de los labradores de Fernán Núñez
en el término de Córdoba a partir de la información del Amillaramiento de
1863 de dicho pueblo.
85
A pesar, sin embargo, del paulatino afianzamiento de esta
burguesía agraria no noble, su participación en términos de
superficie, de producto y de riqueza es todavía modesta. La
extensión media de sus propiedades está por debajo de la nobiliaria; baste decir, que entre los diez primeros terratenientes
no aparece un solo propietario no titulado y que entre los 25
primeros sólo se sitúan siete. Pero más significativo es aún que
del total de la plusvalía generada en las grandes propiedades,
los labradores-propietarios logran sólo apropiarse de menos del
10 por 100 en calidad de renta de la tierra y de beneficio.
B) Estabilidad de los aproaechamientos
y fraude fiscal
Las mutaciones operadas en la titularidad y contenido de
la propiedad rústica en los primeros decenios del siglo XIX no
afectaron sustancialmente a los aprovechamientos y sistemas
de cultivo de las grandes fincas cordobesas. Se mantiene en los
mismos términos que a mediados del siglo XVIII el^predominio de la tierra calma por el sistema de cultivo al tercio, tanto
en términos superficiales como productivos; y lo mismo cabe
decir de los restantes aprovechamientos.
Como ya indicamos, ni la desamortización, ni menos aún
el proceso de desvinculación de tierras de legos, tenían porqué
afectar a la expansión de la tierra cultivada, ni siquiera a la
introducción de aprovechamientos más intensivos. La Campiña y Ribera de Córdoba, roturadas desde antaño, contaban
sólo con algo más del 12 por 100 de tierra inculta, en gran medida situadas en la inmediaciones del Guadalquivir, sobre su
lecho de inundación o sobre la baja terraza; sólo la regulación
de su cauce y la expansión del regadío comenzarían a favorecer, decenios más tarde, un uso agrícola relativamente intenso. Las restantes manchas de inculto, que salpicaban esporá-
86
87
dicamente la Campiña, bien coincidían con el nivel de canturral pliocuaternario o con fondos de valles de muy elevada verticidad, áreas ambas que justificaban sobradamente un uso no
agrícola como el que aún hoy siguen presentando.
Tampoco el olivar, como exponente de aprovechamientos
agrícolas más intensivos que la sembradura, contaba, como es
sabido, con medio ecológico favorable en unas tierras tan extraordinariamente vérticas y con frecuentes problemas de drenaje como los de la Campiña cordobesa.
Todo contribuye, pues, a que la situación en torno a 1860
fuera prácticamente una copia de la existente a mediados del
siglo anterior; incluso la superficie de ruedos detentada por los
grandes propietarios del XIX era también muy similar a la de
cien años atrás, lo que demuestra, entre otras cosas, que el trasvase de tierras eclesiásticas a manos de terratenientes legos no
afectó sólo a cortijos y dehesas, sino también al amplio, patrimonio que el clero cordobés poseía en las inmediaciones de la
ciudad. '
Un hecho sí llama poderosamente la atención comparando en términos relativos y absolutos la documentación «catastral» y el Amillaramiento de 1860. Se trata de los aparentes
y muy significativos cambios de calidad experimentados, fundamentalmente, po'r la tierra calma al tercio; las tierras de primera, de suponer un 57,7 por 100 ségún el Catastro de Ensenada, pasan a1.22,5 por 100 en 1860; las de segunda, por el
contrario, se «incrementan» prodigiosamente, salfando de un
28,4 por 100 al 62,1 por 100 y en términos más moderados
se produce el mismo fenómeno con las tierras de tercera. Obviamente, traemos a colacción tan sustanciosas transformaciones
cualitativas, como elocuente ejemplo del fraude fiscal que subyace en las fuentes fiscales decimonónicas; el caso cordobés sirve
para ilustrar cómo la ocultación de riqueza imponible no pasa
en determinados casos por una reducción significativa de la superficie declarada, sino por una moderación de las calidades;
de la forma en que queda recogida en el estadillo adjunto.
88
89
CUADRO 46
CALIDADES DE LA TIERRA CALMA DE SECANO AL TERCIO DE
LAS GRANDES PROPIEDADES CORDOBESAS SEGUN EL C.M.E.
(1752)
Y
EL
AMILLARAMIENTO
DE 1860 (%)
Calidades
C.M.E. 1752
Amillaramiento 1860
l.a
2.a
3.a
57,7
28,4
13,9
22,5
62,1
15,4
Todo lo dicho habrá de tenerse presente en las consideraciones que a continuación se vierten sobre la distribución del
producto agrario y de la plusvalía o«riqueza» entre propietarios, arrendatarios, y propietarios-labradores; si bien, en términos relativos, la división del valor entre gastos de explotación, renta de la tierra y beneficio nos parece utilizable e ilustrativa, en la práctica habrá que considerar que el excedente
obtenido por los cortijos cordobeses era mayor que aquél que
se recoge en los amillaramientos, pues, tal y como expresa la
correspondiente cartilla evaluatoria, en las tierras de primera,
con gastos de explotación algo superiores a los de las tierras
de segunda (55 reales por fanega distribuidos entre trigo para
simiente, escarda, siega y recolección) se obtenía un valor de
123 reales por encima del de la segunda.
C) La tenencia de la tiesra o el mantenimiento
de una agricultura tradicional
Los capitalistas agrarios: los titulares, las'tierras arrendadas
y el capital de explotación
El Amillaramiento cordobés de 1860 permite conocer con
exactitud -y es éste uno de sus mayores méritos- la personalidad y residencia de los labradores arrendatarios de cortijos y dehesas, y, para los resideñtes en la ciudad, la cabaña
90
ganadera de que disponían. Esta estimable información, que
por desgracia no encontramos ni en el Catastro de Ensenada
(sólo referencias de los arrendatarios de tierras del clero), ni
en censos ni catastros actuales, permite reconstruir con todo
detalle el funcionamiento de la tenencia de la tierra en una etapa
trascendental de cambios en la propiedad y de paulatino encumbramiento de los propietarios-labradores. Nuestro objetivo es, pues, conocer la titularidad de estos auténticos capitalistas agrarios, sus relaciones con la propiedad rústica y su residencia, todo ello a las puertas de cambios sustanciales que
habrían de producirse decenios más tarde en la Campiña cordobesa; la cuantía de las tierras arrendadas y, cuando es posible, el monto del ganado de labor son elementos que terminan
por dar una imagen aceptable del poderío de esta clase de grandes labradores arrendatarios.
Un primer rasgo del grupo de arrendatarios de grandes explotaciones es la práctica ausencia de titulares nobiliarios y de
individuos próximos a familias tituladas. Con las excepciones
del Conde de Torres-Cabrera, que ya explotaba directamente
parte de su propiedad y que constituye un avance de la nobleza que optará por la vía empresarial y no por la enajenación
de su propiedad, de José Sisternes y Hoces y del Barón de San
Calixto, la totalidad de arrendatarios pertenece ya a los «nuevos linajes burgueses» que habrán de perpetuarse en muchos
linajes burgueses» que habrán de perpetuarse en muchos casos hasta la actualidad: los Suárez-Varela y los Ariza de Córdoba y El Carpio; los Navarro, Lora, Zamorano, Fernández
Mesa y Molina de Bujalance; los Serrano, López y Laguna
de Fernán Núñez; todos apellidos que poco significaban todavía en la oligarquía terrateniente cordobesa, pero que terminarían comandándola, como veremos, decenios más tarde.
Más interés tiene, sin embargo, como indicador del carácter tradicional aún del latifundio cordobés, la escasa correspondencia existente entre grandes propietarios y grandes arrendatarios. A1 margen de los significativos casos señalados anteriormente (Bartolomé María López, Joaquín de la Torre, Ra-
91
CUADRO 47
ARRENDATARIOS DE CORTIJOS Y DEHESAS DE CORDOBA.
1860
Arrendatario
1.
Superficie
(fgs.).
Cabeaas de
aacuno labor
Residentes en Córdoba-capital
Barón de S. Calixto . .. . . . . . .. . ... . .
Diego Roldán ...............:..... .
Fernando Suárez Varela ............
J. Manuel Trevilla ............ .... .
Vda. José Suárez Varela . . . .. . . .. . . .
J.' M.a Cónde Criado ... ...... .... .
H erederos de Rivas ................
José Moñino ..................^....
J. M.a Molina ....................
Luis Amigo .......................
Josefa Vergel ......................
Manuel Delgado ....... ........ ... . .
Vda. de Cabanás ..................
Pedro Coronado ....................
R afael Alvarez, Pbro . ..............
Ramón Molina Cabezas . .. . . . . .. . . .
Domingo Sánchez ...:.............
Bernardino Medrano ...............
Mariuel Losada Obrero . . .. . . .. ... . .
Rafael Martos ........ ........... . .
J. Sisternes y Hoces ..... ..... .... ..
Francisco Moyano .................
Bartolomé M.a I.ópez ..............
Francisco Carrasco .................
José Losada ............:..........
M ariano Luque ...................
Rafael Bastida Herrera ...........:. .
Conde de Torres-Cabrera .... .......
Ildefonso Ariza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
J. M.a Cadenas ...................
Barcia y Jover .....................
Joaquín Barrena ...................
92
N. °
ezplotacs.
1
1
4
4
1
3
1
1
1.
1
1
3
2
1
1
1
2
1
1
3
1
1
2
2
1
1
1
1
3
1
1
1
190
.^ 1.142
1.482
?
633"
636
_
569
350
639
749
?
1.133
?
^902
858
741
763
908
?
555
312
730
? ^
540
420
?
612
1.111 "
1.062
375
690
^
30
75
132
144
73
76
53
50
38
38
58
?
^
50
60
72
64
50
77
72 .
73
26
63
25
52
33
60
74
103
75
30
45
CUADRO 47 (continuación)
ARREI^'DATARIOS DE CORTIJOS Y DEHESAS DE CORDOBA.
1860
Superficie
(fgs.)
Cabezas de
oacuno labor
Arrendatario
N. °
explotacs.
Joaquín de la Torre ................
R afaelJ. Barbero ..................
Vda. de Martín ...................
Vda. Rafael Morales ...............
Fco. S. Fuentes ...................
José Cisneros ......................
Juan de la Cuesta .................
Manuel Molina . .. .. . . . ... . . . . . .. . .
3
2
1
1
2
1
2
2
945
361
336
354
1.301
475
1.472
1.275
107
112
28
30
118
33
98
130
A ntonio Ariza .................:...
1
482
40
Fco. Barrionuevo ..................
J. de la Cruz Cálzadilla ............
José Anchelarga ...................
'M anuel Alcaide ............:......
J. Rodríguez Carmona .............
2
1
3
4
1
552
97
1.201
462"
417
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Fco. Fernández Díaz ...............
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939
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1
1
1
1
378"
642
594
675
618
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Arreñdatarios residentes en Buja[anie
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Bernardo Soustalet . . . . .. . . . . .. . . .. .
Fco. 1^'otario León .... .. .. ........ .
Josefa Lora y Lora .................
Juan M.P1 Navarro .................
Juan de Co^a Castillejos ., ..........
1
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Juan José-León ....................
José Lasa .........................
Juan J. I^'avarro .............. .....
Manuel Romero Vico .............
Miguel Navarro Lora .............
Manuel IV'avarro Lora ... .. ..:.....
Pedro Camacho Castro ...... .. ....
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1
1
1
1
1
1
1.544
693
609
204
90 ^
864
540
2
285
3.
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Arrendatarios residentes rn Vi[[afranca
Andrés Zamorano ,Jurado . . . . . . . . . ..
93
CUADRO 47 (continuación)
ARRENDATARIOS DE CORTIJOS Y DEHESAS DE CORDOBA.
1860
A rrendataric
Antonio Melero ..................
Andrés García del Prado . . . . . . . . . . .
Fco. Molina .....................
Fco. Luque Luque ................
J uan Zamorano ..................
José Enríquez López ..............
M artín Fernández ................
M aría Mazueño ..................
Mario García del Prado ... ... ... . .
Morales de Sotomayor . . . . . . . . . . . . .
4.
N.°
Superficie
explotacs.
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1
1
1
1
3
1
1
1
osé Ramírez .....................
uan J. López .....................
Miguel Comas ....................
N azáreo Vega López ...............
1
2
2
1
482
504
1.066
492
378
Arrendatarios nsidentes en otros pueblos ^ampiñeses o fuera de la comarca
Eugenio Isla ......................
Fco. López Campos ................
Fco. Solano Rioboo ................
Fco. Salas ........................
A. de Salas .......................
^Luis Jurado .......................
Criado Osuna .....................
A. Moreno y J. Salido .. . . .. .. .. . . .
Anselmo Navas ... .. . . .. .. .. .. .. . . .
Juan Carretero ....................
José Osuna, Pbro . .................
Pedro Bello .......................
A. Daza Herrera ..................
IRafael Bastida Nuño ...............
94
543
441
600
720
540
477
294
738
252
288
Arrendatarios residentes en Espejo
Fco. y José López .................
5.
Cabezas de
aacuno labor
1
1
2
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
2
228
237
1.996
690
849
1.211
813
246
303
438
420
240
600
1.596
Montilla
Montilla
Mon[illa
Montilla
Montilla
Montilla
C. del Río
C. del Río
C. del Río
C. del Río
C. del Río
C. del Río
El Carpio
E1 Carpio
CUADRO 47 (Continuación)
ARRENDATARIOS DE CORTIJOS Y DEHESAS DE CORDOBA.
1860
Arrendalario
N°
txplotacs.
Pedro Crespo . ....................
1
José Moreno ......................
1
osé Benito Campos . . . . . . . .. .. . . . . .
uan Benito Campos . . ... . .. .. . . . ..
B. Medrano Lorenzo .............:.
1
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1
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678
477
438
1.298
1.338
Cabezas de
aacuno labor
Almodóvar
Soria
Soria
Soria
Soria
No consta residencia de los siguientes arr endatarios
Bartolomé Raya Ariza . . . . . . . . . . . . . .
Miguel Núñez de Prado ............
uan Sotomayor Lafuente ...........
1
1
2
Juan J. Romero ...... .. .. ...... ...
1
oaquín Rodríguez .................
Leonor Serrano ....................
1
1
7.
Superficit
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399
1.770
198
435
318
Los arrendatarios residentes en Fernán Núñez, por su especial intaés,
se incluyen en cuadro aparte
Fuente: Amillaramiento de Córdoba, 1860. A.H.P. de Córdoba.
(") Las comillas indican dcsconocimiento de parte de la superficie arrendada.
fael J. Barbero), la mayor parte de los labradores-arrendatarios contaban con muy cortos patrimonios en propiedad o, incluso, carecían de él por completo. Para ilustrar cuál era la situación patrimonial concreta de los arrendatarios residentes fuera de Córdoba, de los que obviamente el Amillaramiento cordobés no da razón de sus propiedades en los municipios de origen, hemos optado por una forma prolija, pero de resultados
esclarecedores; consiste en localizar en el Amillaramiento del
pueblo respectivo en una fecha lo más próxima posible a 1860,
a los grandes arrendatarios de cortijos cordobeses. La experiencia se ha realizado con el pueblo de Fernán Núñez, por
95
diversos motivos de carácter práctico (62), pero sobre todo porque de él habría de salir años más tarde, como veremos, una
de las familias más destacadas en la actual oligarquía rural cordobesa: los López.
Como récoge el cuadro 48 referente a la propiedad agraria
de ocho de los diecinue^^e arrendatarios «fernannuñeses», las
tierras con las que contaban en su pueljlo de residencia eran
muy escasas y apenas si los diferenciaba del grueso de propietarios jornaleros residentes en la localidad.
Un rasgo, sin embargo, los encumbraba sobre el grueso de
contribuyentes territoriales: la posesión de una cabaña de ganado de labor que, a quien desconozca el carácter de grandes
arrendatarios de estos individuos en las vecinas tierras de Córdoba, podría sorprender; todos contaban con un número de
cabezas de vacuno comprendido entre 20 y 70, que hacían posible la labranza de los varios centenares de fanegas que llevaban en explotación. El ejemplo de Fernán-Núñez, aunque no
extensible en términos absolutos a todos los arrendatarios de
Córdoba y pueblos aledaños, pero sí generalizable a buen número de ellos (63), constata una vez más y de forma nítida la
separación entre propiedad y explotación, entre renta y beneficio, que define aún al latifundio cordobés a las puertas del
último tercio del siglo XIX; situación distinta a la que tendremos ocasión de exponer en el caso de IVlarchena, y en alguna
medida también a la que J. Cruz Villalón ha recogido para
el latifundio carmonense de 1850 (64).
^
(62) Fenán Núñez contaba con un Amillaramiento completo de 1863 y
con un número total de contribuyentes -325- no desmesurado como para
llevár a cabo sin éxito nuestra búsqueda de aquéllos que arrendaban cortijos en Córdoba; además, el grupo de arrendatarios «fernannuñeses» erá, en
1860, el más numeroso de entre los labradores forasteros del término cordobés.
(63) Un sondeo similar al de Fernán Núñez, aunque con menos éxito
y referido sólo a tres grandes arrendatarios, confirma la situación expresada
en el municipio de Espejo.
,
^(64) Josefina Cruz Villalón, Propiedady uso de la tiena en la Baja Anda[ucía.
Casmona, siglos xvltl-xx Madrid, M.° de Agricultura, 1980, págs. 223-225
y, especialmente, cuadro III-14.
96
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97
Por último, una peculiaridad que identifica a más de la mitad de los grandes arrendatarios cordobeses y que ya ha señalado en varias ocasiones es la de su residencia fuera de la capital, en los municipios limítrofes del extenso término capitalino. Córdoba sigue comportándose más como núcleo de propietarios rentistas que de labradores acomodados (65); frente
a ella, en el sentido más gráfico del término, Bujalance, Fernán-Núñez, Villafranca, Pedro-Abad, Montilla, Espejo, Carpio o Castro del Río, entre otros, asomados a la feraz Campiña, al tiempo que dan cobijo a la masa de jornaleros -con
tierra o sin ella- de sus cortijos, cuentan también con la residencia de sus «grandes empresarios». Precismente la dinámica de acceso a la propiedad de muchos de estos arrendatarios
pueblerinos correrá paralelo con el proceso de asentamiento
en la ciudad de la nueva clase, empresarial y propietaria, que
terminará por hacer de Córdoba un núcleo incuestionable de
grandes labradores.
En cuanto al número de explotaciones y a la cuantía de tierras arrendadas por los mayores arrendatarios, la situación era
la que, a grandes rasgos, recoge la relación del cuadro 47 (66).
Si negar, por supuesto, la existencia de labradores de varias
fincas, hasta de tres o cuatro grandes cortijos, como los casos
de Fernando Suárez Varela, Manuel Trevilla o Juan José León,
entre otros, la estructura de los arrendatarios cordobeses en
(65) Basta sólo dar un repaso a las listas electorales cordobesas para diputados a Cortes de 1866 (B.O., provincia de Córdoba, 31-XII-1865), en
los que dominan de forma abrumadora los propietarios sobre los grandes
labradores.
(66) La relación contiene algunas lagunas que afectan, bien al número
de explotaciones arrendadas a determinados individuos, bien a la superficie, o ambas cosas a la vez. Téngase en cuenta que su proceso de elaboración ha sido complejo, ya que en primer término hubo de confeccionarse
un listado con los nombres de los que figuraban como arrendatarios en las
inscripciones de los grandes propietarios, para pasar luego a localizar a dichos arrendatarios en el Amillaramiento y acopiar así más información y
detalle de sus patrimonios.
98
99
torno a 1860 presenta más bien cierta tendencia al equilibrio
y a un relativo igualitarismo; dominan, en ese sentido, las labranzas de una y en menor medida de dos fincas, con superficies comprendidas entre 300 y 700 fanegas, aunque no faltan
tampoco los que explotan más de 1.000 fanegas y hasta de 1.500
fanegas.
No era frecuente tampoco, como ocurría en algunas áreas
de Sevilla, por ejemplo (67), que determinadas familias monopolizasen el arrendamiento de todas o de la mayor parte de
las fincas de los mayores propietarios; al contrario, las casas
nobiliarias terratenientes, poseedoras por lo general de más de
una decena de cortijos, diversificaban al máximo la cesión de
sus tierras de forma que cada finca era explotada por un labrador distinto; era, en cierta forma, una vía de diversificar
los riesgos de la renta y de hacer prevalecer el poder de la propiedad frente a la explotación.
A1 hacer frente estos grandes arrendatarios al grueso de la
explotación del latifundio cordobés, era lógico también, que
controlasen la mayor parte del ganado de labor. La relación
de mayores propietarios de vacuno de trabajo residentes en Córdoba según el Amillaramiento de 1860 no deja de lugar a dudas. No figura en ella (véase cuadro n.° 47) ni un solo propietario rentista y, por el contrario, los 10 mayores tenedores, con
más de cien cabezas cada uno, son destacados exponentes de
la clase de los grandes labradores, unos propietarios y arrendatarios como J. M. Trevira, de la Torre, o Barbero, y otros
aún sin apenas tierras en propiedad (Suárez Varela, Manuel
Molina o Juan de la Cuesta).
En conjunto todos los propietarios de más de 25 cabezas
figuran en el listado de arrendatarios de cortijos y/o en la de.
propietarios que labraban toda o parte de sus tierras. La propiedad del ganado de labor -el elemento más destacado del
capital de explotación de las grandes fincas de sembradura-,
separada de la propiedad de la tierra constituye, con otros as(67) A. M. Bernal. op. cit., págs. 141-151 y apéndice documental 457-463.
100
pectos ya señalados, un indicador definitivo del divorcio existente aún entre propiedad rústica y capital, entre renta y beneficio.
La distribución del aalor del producto agrario y de la p lusaalía:
el poder de la renta de la tierra
A pesar de los claros indicios de fraude «cualitativo» detectados en el Amillaramiento de Córdoba de 1860, la información recopilada para las grandes fincas sobre producto agrario, gastos de explotación, riqueza, renta y beneficios del labrador, permite formular una serie de consideraciones sobre
la distribución del producto y la plusvalía entre los elementos
y agentes participantes en el proceso productivo, como indicador último y sintético de las relaciones entre propiedad y explotación dominantes en el latifundio cordobés de mediados
Ldel siglo XIX.
La distribución del valor del producto y la plusvalía (68)
de las grandes propiedades queda recogida en el cuadro 49 y
gráfico 42. En principio, se adoptaron como criterios diferenciadores en el estudio de la distribución, los factores residencia/no residencia en la ciudad de Córdoba y la posesión o no
del título nobiliario; el tratamiento de la información ha puesto de manifiesto que el primero de los factores repercute escasmente en el esquema distributivo, mientras que el segundo tiene, por el contrario, una incidencia significativa, especialmente
en lo que a la distribución de la plusvalía respecta.
La partida de gastos de explotación -un 69,8 por 100 del
producto agrario bruto- presenta valores próximos en todo
(68) EI concepto de «riqueza imponible» puede asimilarse, con bastante
aproximación, al de plusvalía, ya que es el resultado de descontar al producto bruto la partida de gastos de explotación, en la que se incluyen, a precios reales, los gastos efectivos (salarios, semillas, tratamientos, etc.) y los
estimados (capitalización de otros medios de producción empleados: ganado de labor, aperos, etc.).
101
tipo de grandes propiedades, de residentes o forasteros, de nobles o de no titulados; es, por otra parte, un monto que se aproxima bastante al estimado por algunas obras de agronomía para
explotaciones similares a las cordobesas de mediados del siglo XIX (69). El resto del producto -la riqueza imponiblese distribuye entre la renta de la tierra, con un 17,7 por 100,
el beneficio de los labradores arrendatarios, un 8,8 por 100 y
la partida retenida por los labradores propietarios, un 3,7 por
100, en concepto de renta y beneficio; puede decirse, pues, que
los propietarios rentistas se apropian del 17,7 del valor del producto y que los empresarios propietarios y/o arrendatarios retienen el 12,5 por 100.
Las diferencias más apreciables en la asignación del producto tienen lugar entre los propietarios nobles y los no titulados, afectando, sobre todo, a la cuantía de la renta de la tierra
y de la renta-beneficio apropiada por cada uno de esos grupos
de propietarios;^ pero dichas disparidades se aprecian de forma más ostensible en el esquema distributivo de la plusvalía.^
Los valores medios son de un 59,5 por 100 para la renta de
la tierra, un 29,6 por 100 en concepto de beneficio para labradores arrendatarios, y un 12,4 por 100 de renta-beneficio para
los propietarios labradores; la «actividad empresarial» consigue, pues, el 40, 5 por 100 del excedente y el monopolio de
la propiedad territorial un 59,5 por 100.
Las desigualdades entre nobles y no titulados, entre la propiedad tradicional y la que en alguna medida puede calificarse
ya de burguesa, son claras y significativas. El excedente de las
fincas nobiliarias se divide prácticamente entre renta y benefi(69) Según los datos que aporta José Hidalgo Tablada en su Cusso de Economía Ru^a[ Española (Madrid, 1864, 2 vols., I, pág. 258 y ss.) referidos a
una explotación de 3.000 aranzadas en la Campiña de Utrera, y la distribución del producto estimada por M. Drain (op. cit., II, págs. 568-577) para
dicha explotación, los gastos imputables tanto al capital constante como al
variable se sitúa en e165,3 por 100 del producto, próximos como puede comprobarse a169, 8 por 100 de los grandes cortijos cordobeses según el Amillaramiento.
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cio, entre propietarios y labradores; la partida mixta de rentasbeneficio supone apenas un 4,8 por 100, indicador elocuente
del carácter plenamente rentista de la propiedad titulada y de
su escasa participación, ^pues, en la actividad empresarial.
La propiedad no nobiliaria, sin constituir aún la base generalizada de un empresariado-propietario, presenta ya signos
evidentes de cambio; la partida renta-beneficio, identicadora
de la clase de propietarios-labradorés, supone ya un 20,2 por
100 del total de la plusvalía; la renta de la tierra un 54 por 100,
y el beneficio de los arrendatarios un 25,8 por 100. Los «capitalistas» se apropian, pues, del 46 por 100 del excedente y los
rentistas del 54 por 100.
Estas consideraciones, a falta de estudios de detalle más precisos, permiten plantear como hipótesis al menos los siguientes puntos conclusivos:
1. ° La importancia global de la renta de la tierra en la
agricultura latifundista cordobesá de 1860 la identifica, a todas luces, como tradicional en la esfera de la tenencia y en el
cuadro de las relaciones sociales, y pone de manifiesto la prevalencia aún de la propiedad territorial sobre la actividad empresarial.
2. ° Las diferencias internas entre nobles y no titulados
constituyen el más claro exponente de dos «formas organizativas de gran agricultura», una que habrá de entrar pronto en
proceso de crisis irreversible -la tradicional-, con separación
clara de propiedad y explotación, y otra en proceso de emersión, personificada, fundamentalmete, por los propietarios no
nobiliarios, con integración de la propiedad y la empresa bajo
un mismo tiiular.
3. ° La elevada cuantía de la renta frente al beneficio apropiado por los labradores arrendatarios, propio además de los
últimos años de un periodo alcista de aquélla (70), reafirma
(70) A. M. Bernal, op. ci^., págs. 244-60 y apéndice documental. El periodo analizado por Bernal finaliza en torno a 1858 y abarca, por tanto, parte
del quinquenio 1855-1859 sobre el que se estiman las magnitudes del Ami]laramiento de 1860 en su cartilla evaluatoria.
104
la hipótesis ya planteada del poder de la renta, de la propiedad sobre el beneficio y el capital. Aunque el marco jurídico
de relaciones sociales es el propio de un sociedad burguesa, el
dominio de la renta sobre el beneficio impide, en nuestra opinión, hablar en sentido estricto de una relación de producción
capitalista dominante (71). La especificidad del desarrollo del
capitalismo en la agricultura latifundista andaluza no obedece
como defendiera la economía clásica a un proceso de concentración fundiaria entre explotaciones mercantiles en competencia, sino esencialmente a una transformación del marco jurídico que definía la propiedad de la tierra en la etapa anterior
y a un cambio de titulares, sólo parcial en los primeros decenios del siglo XIX, permitiendo todo ello que en torno a 1860
se mantengan actitudes y poderes propios de situaciones precapitalistas.
3.2.2. El latifundio marchenero
A) Una oligarquía rural mcu eaolucionada y dinámica: la Casa de
Arcos y los grandes ^iro^iietarios-labrádores
La gran propiedad de Marchena en 1860 constituye, frente al caso cordobés analizado, un buen exponente de latifundio más evolucionado y próximo al capitalismo agrario pleno.
Aunque ni las técnicas ni los sistemas de cultivo, ni la distribución de aprovechamientos siquiera se han alterado sustancialmente en comparación con la situación de 1770, la generalización de los propietarios-labradores y la prevalencia del beneficio sobre la renta constituyen elementos básicos del afianzamiento de la relación de producción capitalista como domi^
nante.
(71) De gran interés, en nuestra opinión, los comentarios vertidos en ese
sentido por G. Postel-Vinay en La sente foncié^e dans le cafiitalisme agrico[e (Paris, F. Maspero, 1974), especialmente en las páginas 26 y ss., sobre el dominio de la renta sobre el beneficio en la agricultura latifundista del Soissonnais durante los siglos xvi a xvIíI.
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En buena medida el cuadro de titulares de la gran propiedad marchena presenta sólo dos componentes, muy desiguales numéricamente, pero compensados superficial y productivamente; por un lado la propiedad nobiliaria, que en el caso
de Marchena es como decir la Casa de Arcos, y por otra la
que, siguiendo el ejemplo cordobés, aunque con con profondas diferencias como veremos, venimos denominando gran propiedad no nobiliaria.
^Cuáles son los factores que a nivel de titulares evidencian
ya la peculiaridad de la oligarquía del extenso término sevillano, y que prueban en alguna medida su mayor dinamismo en
comparación con situaciones más tradicionales como la de Córdoba? Por una parte la escasez de títulos nobiliarios, sólo 4 entre
38 propietarios, monopolizando uno de ellos, el mencionado
Duque de Arcos y Osuna, casi el 85 por 100 de la gran propiedad nobiliaria; en conjunto las tierras detentadas por ésos títulos superan poco más allá de150 por 100 de la superficie latifundi^ta, cuantía inferior ya a la que la propiedad nobiliaria
controlaba en Córdoba.
Pero mayor interés tiene, desde luego, el que de entre los
34 terratenientes no titulados, nada menos que 17 explotan directamente todas o una parte significativa de sus fincas, siendo a su vez 15 de ellos arrendatarios de varios centenares y
hasta de varios miles de fanegas de tierra.
La clase de propietarios-empresarios no es la Marchena de
1860 un grupo emergente y necesitado aún de afianzamiento,
sino un sector decisivo ya en la producción agraria comarcal
y hasta provincial, tanto más si se piensa que, junto a la seguridad y estabilidad que brindaban las tierras en propiedad, se
unía en muchos casos el arrendamiento de fincas de una casa
nobiliaria tan pingiie en patrimonio como ahogada en deudas,
y que habría de convertirse pocos años después en fácil presa
de los intereses acumuladores de esta clase ya enraizada.
Los hombres fuertes en la relación de terratenientes no eran,
por lo general, herederos de grandezas pasadas, sino protagonistas de la acumulación reciente y de la que habría de venir:
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los Benjumea, Cortina, Ternero, Torres, Ribero, Conejero,
entre otros, habían consolidado en los últimos lustros una acomodada posición como propietarios, pero no habían olvidado
en absoluto su primigenia condición de grandes labradores.
^Cómo y por qué se produjo este temprano encumbramiento, que parece adelantarse tres o cuatro decenios al que habría
de producirse en Córdoba y en otros grandes municipios latifundistas campiñeses (72)?
Si bien resulta posible contestar en alguna media al cómo,
más difícil es develar el porqué; el análisis de la Unica Contribución de 1770 nada nos dice sobre la situación y titularidad
de los grandes arrendatarios de fincas del Clero y de la Casa
de Osuna; sólo tres individuos vinculados a las familias que
habrían de protagonizar el proceso acumulador figuran en la
referida fuente como propietarios de corto patrimonio territorial, pero no así de ganado de labor, lo que permite considerarlos de hecho en aquel momento como grandes arrendatarios (73).
El Amillaramiento de 1845 (74), en pleno proceso desamortizador, pone de manifiesto, sin lugar a dudas ya, el carácter
(72) Así lo concluye J. Cruz Villalón en op. cit., págs. 282-&5, del análisis del Padrón de Carmona de 1910.
(73) José Benjumea, por ejemplo, consta como propietario de una huerta, 2 fgs., 1 cel. de ruedo y 49 1/4 arazadas de olivar y 2,5 de viña; este
corto patrimonio territorial contrasta con la posesión de 69 cabezas de vacuno de labor, 21 caballos, 15 asnos, 516 ovejas y 176 cerdos. Pedro Torres
Barrera figura como propietario de 33,5 fgs., de tierra de campiña, 9,5 cels,
de ruedo y 49 1/4 aranzadas de olivar; junto a estas tierras, 93 cabezas de
vacuno de labor, 21 caballos, 16 jumentos y 118 cerdos; Gaspar de la Concha labra en propiedad sólo 49 fgs., de tierra calma de campiña y cuenta,
sin embargo, con 28 cabezas de labor, 6 yeguas, 10 asnos y 100 cerdos.
(74) El Amillaramiento de 1845, el primero de los confeccionados, tiene
el interés de recoger en muchas ocasiones la procedencia de las tierras en
propiedad, y el titular de las que se llevan en arrendamiento. Como ponen
de manifiesto los ejemplos de Juan Ternero, Benjumea y Vitlalón, la parte
de tierras procedente de compras de desamortización es importante.
110
mixto de arrendatarios y de compradores de tierras de estos
grades labradores marcheneros; recogemos sólo tres ejemplos,
el de Juan Ternero, que en 1860 figura como segundo propietario tras el Duque, el de Antonio María Benjumea y el de Antonio Villalón, los dos residentes en las vecinas poblaciones de
Paradas y Puebla de Cazalla, respectivamente, ejemplos que
podrían hacerse extensivos a más de una veintena de labradores fuertes. Los beneficos de la explotación y los procedentes
de la participación de estos labradores en el mercado de grano, aprovechando coyunturas especialmente favorables, fueron las vías de acúmulación capaces de situarlos en posición
favorable para acceder a la oferta de tierras desamortizadas.
Más hipotética es la respuesta a porqué en Marchena el proceso se adelante y las compras de tierras desamortizadas vienen a manos fundamentalmente de esta vigorosa burguesía.
Parece estar claro que en un núcleo carente de la relevancia
de las grandes ciudades campiñesas como Córdoba, Sevilla o,
incluso, Ecija, Carmona o Utrera, el peso de los grandes labradores venía siendo de notable envergadura ya desde las postrimerías del siglo XVIII; a ello hay que unir, en el caso de
Marchena, el quasi-monopolio ejercido por la Casa de Arcos
en lo que a propiedad nobiliaria se refiere, de forma que incluso en 1770 los pocos nobles terratenientes aparecían a gran
distancia del Duque, con moderados patrimonios que oscilaban entre las 1.077 fanegas del Marqués de Gelo y las 200 fanegas escasas del Conde de Noblejas; todo se completa con la
existencia de una propiedad rústica eclesiástica que, lejos de
los que se piensa comúnmente, acaparaba más del 20 por 100
de la superficie municipal, tomando sólo en consideración los
patrimonios que superaban los 5.000 reales de riqueza; .relevancia tradicional de los grandes labradores arrendatarios y/o
propietarios, propiedad nobiliaria más concentrada y por ello
menos generalizada, e importante oferta de tierras del clero
pueden ser, entre otros, factores capaces de explicar el temprano afianzamiento de esta auténtica burguesía agraria marchenera.
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B) Los grandes arrendatarios: propietarios y labradores
No nos extendemos en el tema, porque el cuadro 52 es suficientemente elocuente al respecto; conviene recalcar tan sólo
dos c^estiones.
Por una parte, la frecuente coincidencia de grandes propietarios y grandes arrendatarios, que lleva, en ocasiones, a
la existe.ncia de uñidades de producción bajo un mismo empresario'tan extensas como las de Juan Ternero, integrada por
2.903 fanegas y 113 arazadas en propiedad y 1.906 fanegas en
arrendámiento, lo que arroja un total de casi 5.000 fanegas,
más de la décima parte de la superficie municipal.
Por otra parte, uq hecho que no recoge el referido cuadro,
pero que tiene indudable interés para comprender el proceso
dé ventas que habría de iniciarse apenas un decenio más tarde, derivado de la quiebra definitiva de la Casa de Osuna: la
parte m'as importante de las tierras arrendadas, enajanado ya
el grueso de las fincas del Clero, procedía del patrimonio territorial^del Duque de Arcos; sus principales arrendatarios eran,
por lo general, grandes propietarios también y sus nombres
hán de tenerse presentes para relaciánarlos en su momento con
el grupo de grandes compradores de las fincas ducales (véase
cuadro 53).
Por encima de todo, un hecho queda de manifiesto. Lo •
grandes labradores marcheneros, a pesar de su afianzamiento
como propietarios, no abandonan en casi ningún caso la actividad eriipresarial; son, por tanto, la antítesis de un determinado sect^r de la oligarquía campiñesa que, una vez encumbrados por la propiedad inmobiliaria, adoptan pautas y actitudés de lós terratenientes tradicionales, es decir, el abandono
de la explótación y el cambio de la residencia hacia las ciudades andaluzas o hacia Madrid.
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C) La distribución de la pltisvalía como indicador del nivel
de evolución del latifundio de Marchena
La solidez de la clase de los propietarios-labradores y la pérdida inevitable de terréno por parte de la renta del sueló tienen su reflejo sintético en el esquema distributivo de la plusvalía generada en las grandes fincas marcheneras. El conjunto
de las propiedades analizadas, con unos gastos de explotación
muy similares a los señalados para el latifuridio cordobés, presentan, por el contrario, una distribución del excedente marcadamente distinta.
La renta de la tierra sé apropia del 32,2 por 100 de la plusvalía; el benéficio de los labrádores arrendatarios de un 37;2
por 100, y, por último, el ingreso de los propietarios-labradores,
en concepto de renta y beneficio, supone algo más de un 30
por 100; eri definitiva, la cuantía embolsada por los capitalistas agrarios de Marchena supone en 1860 nada méno ^ que el
67,8 por 1OO de1 excedente; compárese e ^e dato •on e140,5 por
100 de Córdoba y la diferencia en el funcionamiento de los dos
látifundios quedará más que probada.
Las disparidades distributivas de la plusvalía entre la propiedad nobiliaria y la no titulada son también muy expre ^ivas
en el término sevillano.
El predominio absoluto del arrendamiento de tierras de la
Casa de Arcos y de los restantes nobles que le acompañan explica que el con •epto renta-beneficio suponga sólo el 4,4 por
100 del excedente, y que el. grueso de la plusvalía se divida,
obviamente, entre renta (43 por 100) y beneficio (52,6 por 100).
La situa•ión de lá propiedad no nobiliaria es, en cierto rriodo,
la otra cara de la moneda; el:destacado papel de los propietarios labradores tiene como consecuenciá que la partida más voluminosa del excedente vaya a parar a sus manos (un 57 por
100), significando la renta y beneficio de propietario ^ arrendadores y arrendatarios tan sólo un 21,3 por 100 y 21,6 por
100 de la plusvalía generada en éstas fineas; de esa forma el
excedente apropiado por los .empresarios agrarios en calidad
de renta y beneficio llega riada menos que al 78,6 por 100.
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Hay, además, una cuestión que diferencia también a la gran
propiedad «rentista,^ de Marchena de la de Córdoba, y que puede ayudar a comprender la situación relativamente más favorable de los arrendatarios marchenos, frente a sus colegas cordobeses; me refiero, no ya al distinto montante global del concepto renta en una y otra comarcas por los motivos indicados,
sino a la más baja cuantía de la renta de las fincas cedidas en
arrendamiento en Marchena y, más concretamente, de las
arrendadas por la Casa de Osuna.
Somos conscientes de las limitaciones que un Amillaramiento presenta para analizar de forma exhaustiva un tema como
éste, pero disponemos también de pruebas complementarias
que corroboran el bajo nivel de rentas de la Casa de Arcos en
Marchena en los últimos años de su presencia territorial. Así,
por ejemplo, mientras que sobre el total de riqueza de las fincas ducales (667.438 reales), la propiedad se apropia «sólo» del
44 por 100 y«cede» a los arrendatarios el 56 por 100 restante,
otros titulares nobiliarios mantienen, en el mismo momento,
una relación inversa: el Conde de Peñaflor ingresa en concepto de renta el 58 por 100 del ex^edente, quedando al labrador
el 42 por 100 de la riqueza. En el conjunto del municipio los
propietarios rentistas (nobles y no titulados) perciben el 54 por
100 y los labradores el 46 por 100 de la plusvalía.
Pero hay una prueba más concluyente y fiable a la vez;
cuando en 1863 se formaliza la escritura de empréstito hipotecario de 90 millones de reales a favor de la Casa Ducal, los
tasadores de las fincas hipotecadas constatan el bajo nivel de
rentas y marcan unos valores más elevados y adecuados al precio
de la tierra (75), similares, por ejemplo, a los que en esa etapa
venían cobrándose en Córdoba.
(75) La renta de la tierra se estima, por entonces, en torno al 5 por 100
del precio del suelo; así, por ejemplo, la evalúa Hidalgo Tablada en su Manual, para la gran explotación de la finca de Utrera en 1845, y es el mismo
criterio que siguen los tasadores para el empréstito hipotecario.
123
A falta de análisis más minuciosos, que hasta el momento
se nos han revelado prácticamente imposibles (76), la información recogida permite seguir defendiendo la existencia de
un nivel de rentas relativamente moderado en el marco del latifundio de la Casa de Arcos, hecho, por otra parte, comprensible en una Casa minada por las deudas y con una administración escasamente dotada de fuerza económica y moral como para presionar sobre el grupo de poderosos propietarios labradores. Estos, además, parece que optaron por una actitud
comtemporizadora y amistosa con la Casa Ducal, intuyendo
probablemente el devenir que le aguardaba y las mayores ventajas que, en esas circunstancias, podrían derivarse de una conducta favorable que de cualquier tipo de enfrentamientos; un
indicador elocuente, en este sentido, es que en el acto de primera inscripción registral de las fincas ducales en el Registro
de la Propiedad de Marchena «... no siéndole fácil (al Duque)
hallar los títulos escritos por la involucración en que por su antig^edad ofrecía el Archivo..., declararon como testigos Don
Mariano Ternero y Benjumea, Don Manuel Ternero y Montero, Don José Díez de la Cortina» (77). No es coincidencia,
evidentemente, que los declarantes fueran arrendatarios, respectivamente, de 3.306, 865, 1.090 y 908 fanegas, en gran parte
de tierras ducales, y que ellos mismos o familiares allegados
formasen parte, poco después, del grupo de grandes compradores de fincas de la Casa.
(76) En los fondos de la Sec., de Osuna del A.H.N., nada hemos hallado hasta la fecha sobre contabilidad o contratos de arrendamiento de las fincas de Marchena en esa etapa. '
(77) Primera inscripción registral de la finca Donadío de los Ojuelos, Registro dé la Propiedad de Marchena, tomo 3, finca 242. EI mismo encabezamiento consta en las inscripciones de las restantes fincas.
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