Constato dos hechos: 1. Experiencia de que la gente no ha avanzado en la fe 2. Amigos de seminario, ordenados, que lo dejaron y la hipótesis de que Dios ahora no les interesa para nada. Entonces te preguntas, ¿y tú, por qué crees? Todas las personas, las que creen y las que no creen tenemos un solo Maestro que nos habita y siempre nos enseña. Todos somos hombres y maestros habitados, el Espíritu es propiedad de todos y también les conduce a todos. Dios es irrelevante en nuestra sociedad, el silencio, la muerte...Dios es un extraño en nuestra propia casa. En la fe está incrustada siempre la increencia. La retirada de Dios de la experiencia humana. Me hago consciente del ateísmo “detenido” en lo más adentro de mi fe. Está detenido porque he decidido detenerlo. No puedo dejar de creer en Dios. Nos respeta el derecho a volvernos hacia Él. A suspender toda la iniciativa, podemos darle la espalda y no pasa nada. Siempre viene en mi ayuda una confianza milenaria y me enciende una convicción de que no estamos solos, permanentemente somos visitados por Dios. Creer es confiar, confiar que el misterio último no es que estamos solos... Porque confío, porque acojo una tradición que confía que la última palabra no es la nada. Para aceptar esa confianza, lo que necesito son dos cosas, ser capaz de percibir en la historia personal los indicadores de trascendencia. En la experiencia humana hay experiencias que nos hacen ir más allá de nosotros mismos...no es posible detener el ateísmo si no tenemos experiencias que nos hacen ir más allá de nosotros mismos. Leerlos como señales de la presencia de Dios en la historia y para eso he necesitado dar crédito a esa experiencia milenaria. La fe es encuentro con Dios. En mi vida no es simplemente una idea si no es un Dios vivo que te vas encontrando por el camino. Me resulta imposible negar la experiencia del encuentro con Dios. Uno es un seducido, no está a la altura de la seducción de Dios. Estas allí detenido, porque mi experiencia humana me permite afirmar o creer que no estamos solos y que Dios ha salido a nuestro encuentro. Jesús de Nazaret me ayuda a creer en Dios. Muchas personas no creyentes me ayudan a creer en Dios. Confía radicalmente que estamos acompañados por Dios. Recurso clásico…. “uno cree por la gracia..” .me parece ofensivo... Mi hermano no creyente… rechazó la gracia..., ¿los demás no están agraciados por Dios?...Dios ama a todos y no da la fe a todos.... Creo por la gracia de Dios solamente como una verdad a posterior, por sentirme agraciado o afortunado por la experiencia de Dios. Estar en gracias, caer en gracia. ¿Cómo no se ha apagado mi confianza?, A través de las personas, son ellas las que me han enseñado...vivimos, nos movemos y existimos en Dios. Es algo que nos hace bien. Dios es buena noticia. Dios les humaniza, los hace más humanos, da sentido a su vida. El encuentro con Dios da horas de felicidad, pero a veces da oscuridad... Cruz... No es un problema ideológico el creer o no, se aman las parejas porque se han otorgado una relación de confianza. Podemos iniciar en la experiencia del misterio de la vida, podemos iniciar en la experiencia religiosa. Iniciación en el misterio. Dios se empequeñece para que te encuentres con Dios. Claro que es una decisión personal de Dios. Yo decido que estos indicadores de trascendencia son una experiencia de Dios. Hay que tomar la decisión de darle crédito a Jesús. Más que ateo somos idólatras. La sociedad idolatra el dinero y juega el papel que Dios jugaba. Dios siempre es mayor que nuestras construcciones de Dios. Nuestro hablar de Dios, nuestra experiencia de Dios.... ¡Dios siempre es mayor! Es un misterio porque es algo que nos desborda... Creer en Dios nos hace mejores personas y que la vida dé más de sí, que abunde. No apresuraras el nombre de Dios en vano... Esa es la responsabilidad que tenemos, tenemos que distinguir entre Dios y la religión. Si tu acudes a Jesús de Nazaret es imposible actuar como se ha actuado. El amor es lo único que salva. La única forma de corresponder a este misterio es el amor. El buen samaritano se hizo prójimo a los que están al borde del camino.