Casi nadie señala con nombres y apellidos a los

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asi nadie señala con nombres y apellidos a los
responsables de propalar en la esfera pública
malos argumentos y emplear un estilo de intervención más estético que analítico. Lo que
domina es una actitud generalmente hipócrita, consistente en hablar bien en público de las ideas de cierto
autor y luego ponerle a caer de un burro en privado».
Con estas palabras, Ignacio Sánchez-Cuenca explica
algunos de los objetivos de su libro “La desfachatez
intelectual”(Catarata, 2016). Tiene razón. En un contexto en el que los pesos pesados de la «intelligentsia»
española llevan décadas atrincherados en sus columnas, a ver quién es el listo que se arriesga a confrontarles y mucho más, a nombrarles directamente. Es lo
que ha hecho este profesor de Ciencia Política de la
Universidad Carlos III de Madrid que presenta un panorama desolador en el que personajes como Fernando Savater, Antonio Muñoz Molina, Javier Cercas
o Félix de Azúa pontifican sobre lo humano y lo divino, siendo capaces de decir una cosa y la contraria
sin despeinarse.
C
¿Plantea impugnar la Cultura de la Transición?
Me lo han dicho en alguna ocasión, pero yo no estoy
seguro de qué es la Cultura de la Transición. Es verdad
que hay un grupo de personas a las que la Transición
les pilla en su juventud, les catapulta a la primera
línea del debate público y allí llevan hasta el día de
hoy. Más allá de ese elemento generacional no creo
que se pueda hablar de una cultura.
Quizás la «sacralización del consenso» podría ser
uno de sus elementos.
En los años de la Transición algunos de los autores
que analizo estaban en posiciones totalmente rupturistas. El caso más llamativo es el de Fernando Savater.
Él no estaba promocionando entonces los grandes
consensos de la Transición. Al revés, los estaba impugnando. Su reconciliación con la democracia constitucional del 1978 comienza más tarde. A medida de
que ellos van evolucionando ideológicamente van
apuntando cada vez posiciones más favorables al statu
quo y no quieren oír hablar de cambios ni de rupturas,
pero no en sus orígenes.
La mayoría de ellos son «ex» militantes de movimientos revolucionarios. Los hay extrotskistas,
excomunistas o incluso antiguos miembros de
ETA. ¿Esta evolución es un sello generacional?
No sé si como generación, sino como grupo intelectual. Algunos como Javier Cercas o Antonio Muñoz
Molina, son más jóvenes que Félix de Azúa, Jon Juaristi o Savater, por poner nombres. Sí que les carac2 6 zazpika
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