El Romanticismo (1)

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ARTE-PINTURA
EL ARTE
DE LA PINTURA
EL ROMANTICISMO (1)
Andrés A. Peralta López ([email protected])
La pintura romántica es, evidentemente, la que se desarrolla en la etapa en
que las ideas y, consecuentemente, la manera de plasmarlas mediante las bellas
artes, es conocida como Romanticismo. Como siempre en la cronología de los
sucesivos estilos artísticos, el paso de uno al siguiente no es brusco sino que,
durante un cierto periodo, ambos se solapan. No obstante, para mantener una
cierta continuidad que nos sirva de hilo conductor, podemos decir que el Romanticismo viene a suceder al Neoclasicismo. Se puede señalar como comienzo los
inicios del siglo XIX, manteniéndose vigente durante una centuria.
La literatura es la matriz generadora de las nuevas ideas y maneras de entender la vida. El racionalismo y el amor por la antigüedad clásica del neoclasicismo
dejan paso al idealismo irracional, la pasión del corazón y a la exaltada libertad
individual que inspira los más nobles impulsos.
Estos sentimientos son trasladados a los lienzos mediante una paleta cargada de cromatismo, utilizada con pinceladas cortas y rápidas que dotan a las representaciones pictóricas de
ligereza y movimiento. El sentimentalismo que impregna el romanticismo se deja notar en la primacía que se da a
la naturaleza, que es pintada tanto en paisajes suaves y bucólicos, como enfrentada en todo su esplendor a los
elementos desatados con todo su destructivo poderío; son frecuentes las representaciones de tormentas, fuegos,
ruinas etc… La época histórica de referencia es la Edad Media con sus valores caballerescos y su idealizada
parafernalia. También atrae la atención de los artistas del momento los paisajes y ambientes exóticos o, simplemente, folklóricos; concretamente la ambientación oriental con sus peculiares paisajes y personajes fue fuente de
abundante inspiración.
Tal como hemos indicado, los escritos de autores literarios
como Byron o Goethe sirvieron de caldo de cultivo inspirador de
escenas en las que lo primordial es el sentimiento exacerbado y
subjetivo ante los fenómenos de la naturaleza, los dramas de la
vida –enfermedad, pobreza, locura, etc…- y, en definitiva, de todo
lo que pudiera despertar las emociones más exaltadas.
El movimiento romántico se extendió rápidamente, aunque
fue en algunos países europeos de sólida tradición pictórica, donde
dio sus mejores frutos, por ello nos referiremos, a continuación a
la evolución de la pintura romántica en cuatro de ellos – Gran
Bretaña, Francia, Alemania y España- donde floreció el poético y
heroico estilo.
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En Gran Bretaña los escritos de James Macperson autor de los
Poemas de Ossian, basado en antiguos poemas gaélicos, influyeron
grandemente en los pintores de la época, entre cuyos precursores más
apreciados se encuentra Johan Heinrich Fússli, escritor e ilustrador
suizo, pero afincado en Inglaterra, donde fue conocido como Henry
Fuseli, que dejó admirables escenas de sus poéticos y dramáticos
sueños como La Pesadilla Nocturna ( Instituto de Artes e Imagen de
Detroit), y El Sueño del Pastor (Tate Gallery, Londres). Se observa en
su obra una gran influencia de Miguel Ángel en la forma, marcada y
definida, como trata la anatomía humana, tal como se aprecia en pinturas
como Aquiles esforzándose en atrapar la sombra de Patroclo
(Museo de Arte, Zurich).
Otro precursor de mérito reconocido fue el poeta William Blake cuyas acuarelas con representaciones de
grandes temas bíblicos fueron muy admiradas en su época. De su producción podemos destacar las ilustraciones para La Divina Comedia de Dante y para El Paraiso Perdido de Milton. Algunas de sus pinturas más
conocidas están llenas de elementos fantásticos y simbólicos que dejan al descubierto un importante elemento
onírico en su inspiración y también, al igual que en Fuseli una clara influencia de Miguel Ángel como se puede
observar en Ancient of Days (Britsh Museum, Londres) o en Elohim
creando a Adan (Tate Gallery, Londres).
Algo posteriores a los anteriormente citados, son John Constable y
William Turner. Ambos considerados como máximas figuras de la pintura
romántica inglesa, especializados en la representación paisajística. John
Constable, pintor autodidacta, vuelca su sensibilidad en paisajes realistas pero a los que un estudiado tratamiento del juego de luces –clarooscuros muy matizados de los cielos- y la suavidad y ligereza del trazado,
añaden un halo poético. Para Constable más importancia que la forma por
sí misma la tiene el tratamiento de la luz y las sombras y la adecuada
perspectiva. Entre sus cuadros más relevantes se pueden señalar: El Maizal (National Gallery, Londres), El Molino de Dedham (Victoria and Albert
Museum) y La Exclusa (Colección Carmen Thyssen Bornemisza).
Willian Turner, el otro gran paisajista inglés de la época, fue conocido como el pintor de la luz por la luminosidad con que inundaba sus
cuadros a los que imprimía una fuerza y energía con la que transmitía la
impresión de sus exaltados sentimientos. De su obra destacan, especialmente, sus numerosas acuarelas, material que utilizó magistralmente y
cuyo uso contribuyó a popularizar. Cuadros tan conocidos como El Temerario remolcado a su último fondeadero (National Gallery, Londres), El Naufragio (Tate Gallery, Londres) o Lluvia, Vapor y Velocidad (National Gallery) son claro ejemplo de la técnica del pintor que con
pinceladas corta, formas poco definidas y la recreación de la sensación
ambiental que envuelve sus escenas, hacen de este pintor un claro antecedente de los impresionistas de décadas posteriores.
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En las imágenes: 1.- Aquiles esforzándose en atrapar la sombra de Patrocio, de Henry Fuseli. 2.- Elohim creando a Adán,
de William Blake. 3.- El molino de Dedham, de John Constable. 4.- El naufragio, de William Turner. 5.-El valeroso
Temerario remolcado en el último fondeadero, de William Turner.
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