Misión Formar personas “con y para los demás” a través de las humanidades, ciencias sociales y la filosofía, promoviendo un pensamiento crítico y una sensibilidad intercultural, en el contexto de la sociedad tecnológica contemporánea, mediante la docencia, la investigación y el debate público, desde la tradición pedagógica de la Compañía de Jesús. PROGRAMA DE LA ASIGNATURA: TEORÍA DE CONOCIMIENTO I. DATOS GENERALES Clave: FHF-301 Prerrequisitos: FHF-102 Cuatrimestre: Cuarto Créditos: 4 Profesor: Ignacio Lasaga e-mail: [email protected] Horas semanales: 4 Horas teóricas: 60 Horas prácticas: — Total de horas: 60 II. FUNDAMENTACIÓN Y DESCRIPCIÓN En la sección §13 de Ser y Tiempo, Heidegger ejemplifica el “Ser en” del “Ser en el mundo” (una estructura fundamental de la existencia) desde una problemática de la teoría del conocimiento. Esta problemática se agudiza en la modernidad a partir de Descartes, y encuentra una formulación bastante extrema en Hume. Consiste en que el conocimiento se asigna a una esfera interior del sujeto. El pensamiento y el conocimiento ocurren estrictamente en esa esfera interior. En ese interior – según Hume – se encuentran todas las impresiones que entran por nuestros sentidos, que, a su vez, se vuelven ideas cuando pierden su vivacidad. En la teoría de Hume, estas impresiones entran como entes individuales, o sea, como entes abstraídos o aislados de su mundo, lo cual significa que es tarea del pensamiento crear un orden en la multiplicidad de impresiones e ideas que hay en él, ya sea apoyándose en la vivacidad de esas impresiones, cuando son contiguas y mientras son impresiones, ya sea siguiendo esas reglas que él haya podido imponer sobre toda las ideas. No hay, sin embargo, nada que garantice que ese orden – y lo ordenado en él – concuerden con la realidad externa. En esta teoría de Hume, la situación del sujeto es más desesperada. Según sus propios presupuestos, no hay nada que nos asegure que nuestras impresiones procedan de objetos externos reales, y que no sean producidas espontáneamente por nuestras mentes, o sean colocadas en ellas por Dios. La teoría del conocimiento de Kant da un salto cualitativo con respecto a las anteriores, incluyendo a la de Hume. La importancia de Hume es que él plantea la problemática que influirá en el aspecto más novedoso de la teoría de Kant: las estructuras puras y a priori. Hume analiza la problematicidad de ideas que no se pueden basar en impresiones, en especial las ideas de causalidad y de substancia, ya que ninguna impresión empírica y fáctica puede contener en sí la idea de una necesariedad. Y, finalmente, problematiza las ideas universales, ya que ninguna impresión es universal sino individual y concreta. Kant (a diferencia de Hume) separa el componente racional y universal del conocimiento – el concepto – del componente sensible y concreto – la intuición –. La intuición, a su vez, no nos es dada por los sentidos, sino que la imaginación empírica – una facultad a caballo entre la sensibilidad y el entendimiento – sintetiza los datos de la sensibilidad en una intuición. Para ello, utiliza un esquema que ella crea con los datos que le da el concepto, en cuanto hace incidir su experiencia de otros datos sensibles y otros esquemas, para que la imaginación dé con el esquema más apropiado para sintetizar esta peculiar multiplicidad sensible. El esquema es la respuesta de Kant al problema de los universales. Todo ente concreto, según Kant, se nos da en una diversidad de datos sensibles que tiene que ser recorrida y ordenada, mediante un esquema, antes de ser sintetizada como intuición. El recorrer los distintos datos que nos dan los sentidos, significa tener en cuenta una secuencia temporal, que no es necesariamente la secuencia objetiva, ya que objetivamente estos datos pueden ser simultáneos – las distintas partes de una casa – o sucesivos – el deslizarse un bote río abajo. Además de esta secuencia temporal en la que captamos una unidad empírica – simultánea o sucesiva – hay una secuencia temporal objetiva, que es determinada por los esquemas temporales de las categorías – causalidad, sustancialidad, partes de un todo,…etc, – que en última instancia determina la unidad e irreversibilidad de nuestra experiencia. Kant usa el término “sentido interno” para aquellas intuiciones, y componentes de intuiciones, que ya no están presentes pero que son guardadas por la mente (Kant no entra en la cuestión de si estas intuiciones, o componentes de intuiciones, tengan la misma vivacidad que las impresiones e intuiciones originarias). Como señalamos ya, la forma – o forma de dar orden – con que se guardan estas intuiciones se basa en la temporalidad. Pero el proceso del conocimiento no queda encapsulado dentro de una esfera interna, ya que la intuición sólo se da con la presencia del objeto. El objeto, en todo caso, es interpretado, apoyándose la imaginación empírica en la propia experiencia pasada, es decir, apoyándose en un concepto, que unifica muchas intuiciones, con ayuda de un esquema. En este sentido, uno ve al objeto sólo desde la propia experiencia, ya que los conceptos con los cuales 2 interpretamos lo que intuimos, son funciones de unidad de los contenidos de nuestra experiencia. No enfocamos la cosa en sí misma; no lo podemos hacer, esa es la manera limitada en que los seres humanos nos enfrentamos a la realidad. Pero eso a lo que nos enfrentamos es, en todo caso, la realidad, y no una ilusión de nuestra mente (a diferencia de Hume). Volviendo a Heidegger y a la sección §13 de Ser y tiempo, el constatar el “Ser en el mundo” como un existenciario fundamental del “Ser ahí” trae como consecuencia una descalificación de esas teorías del conocimiento que tienen que justificar la salida de una esfera interna hacia la exterioridad del mundo. Esta resultado de la posición fenomenológica de Heidegger pudo resultar en un rechazo, al comienzo, del punto de partida de Ser y Tiempo. Dice Heidegger en la sección §13: «Contra esta apelación a lo fenoménicamente dado – que el conocimiento es un modo del “Ser en el mundo” – se podría objetar que esa interpretación del conocer reduce a la nada el problema del conocimiento…» Heidegger tiene razón en considerar la aporía de un conocimiento en una esfera interior del sujeto, como lo más difícil de resolver en una teoría del conocimiento. Sin embargo, parecería que él está al mismo tiempo deshaciéndose de la necesidad de toda teoría del conocimiento. Lo cual no es cierto, y lo cual corregiremos añadiendo el análisis que sigue en esa sección §13. La obra de Heidegger nos ayuda a hacer una diferenciación entre distintas modalidades del conocimiento. El tipo del “conocimiento” que ocupa a Heidegger en Ser y tiempo es aquél que forma parte de un existenciario. El dedica una sección (la sección §31) a tratar la comprensión por la cual el “Ser ahí” puede proyectarse hacia posibilidades de su existencia en interacción con su mundo – el cual mundo surge simultáneamente con esta proyección del “Ser ahí”. Podríamos decir que este comprender es un comprender existencial, o usando los términos de Heidegger: existenciario. La comprensión como existenciario presupone un “Ser en el mundo” empeñado en una praxis (usando la palabra en el sentido aristotélico), un obrar del “Ser ahí” que se hace uno con la mundanidad del mundo, de tal manera que el “Ser ahí” hace lo que hace prácticamente a unas con el mundo. El conocimiento teórico está en la antípoda contraria a esta comprensión existenciaria. Cito la diferenciación que hace Heidegger en el §13 de Ser y Tiempo: «El “Ser en el mundo” como ocupación está absorto en el mundo del que se ocupa. Para que el conocimiento como determinación contemplativa de lo que está ahí llegue a ser posible, se requiere una previa deficiencia del quehacer que se ocupa del mundo. Absteniéndose de todo producir, manejar y otras ocupaciones semejantes, la ocupación se reduce al único modo de “ser en” que ahora le queda, al mero permanecer junto a… Sobre la base de este modo de ser respecto del mundo, que permite que el ente que comparece dentro del mundo 3 sólo comparezca en su puro aspecto (eidos), se hace posible como modo de esa forma de ser, un explícito mirar hacia lo así compareciente. Este mirar hacia es siempre un preciso orientarse a…, un apuntar al ente que está ahí. Este apuntar extrae de antemano del ente que comparece un cierto “punto de vista”. Semejante mirar hacia viene a ser, él mismo, un modo autónomo de estar en medio de los entes intramundanos. En el estar así constituido – como abstención de todo manejo y utilización –, se lleva a cabo la aprehensión de lo que está ahí. La aprehensión se realiza en la forma de un hablar algo y de un hablar que dice algo como algo. Sobre la base de esta interpretación – en sentido latísimo – la aprehensión se convierte en determinación. Lo aprehendido y determinado puede expresarse en proposiciones y, en tanto que así enunciado, retenerse y conservarse. Esta retención aprehensora de un enunciado acerca de… es, ella misma, una manera de “ser en el mundo”…» III. PROPOSITOS DE LA ASIGNATURA Al final de este curso el/la estudiante, tendrá las siguientes competencias: Cognitivas: - Explicar los conceptos fundamentales de la teoría de conocimiento - Mostrar los elementos trascendentales en nuestra manera de conocer - Exponer en grandes rasgos las teorías de conocimiento de Hume y Kant Procedimentales: - Comentar e interpretar textos complejos de filosofía a través de la ayuda de los conceptos adquiridos Interpersonales: - Poder comunicarse sobre temas complejos de índole filosófico expresándose de una manera clara y precisa - Analizar textos complejos en el diálogo con los demás - Darse cuenta en la interacción de las dimensiones subjetivas del conocer IV. CONTENIDOS (I) Introducción a la teoría de conocimiento (Esbozo de la introducción dada en este programa. [2 horas] (II) David Hume, Tratado de la naturaleza humana Tema 1. Las ideas 1.1 Del origen de nuestras ideas: impresiones, ideas como imágenes de las impresiones; percepciones simples y compuestas. 4 1.2 1.3 1.4 1.5 1.6 De las ideas de la memoria y de la imaginación. La conexión o asociación de ideas. La relación de causalidad. De los modos y la sustancia. Las ideas abstractas. [11 horas incluyendo un pruebín] (III) Immanuel Kant, Crítica de la razón pura Tema 2. Conceptos y la estética trascendental 2.1 Relación entre concepto e intuición. 2.2 Definición de un concepto en Kant. 2.3 Rol de la imaginación para llegar a la síntesis contenida en una intuición. 2.4 Formas pura de la intuición: espacio y tiempo. 2.5 Función del esquema en la formación de un concepto. [15 horas incluyendo un pruebín] Tema 3. Conceptos y la lógica trascendental 3.1 Rol de las categorías en la formación de los conceptos. 3.2 Deducción trascendental de las categorías: relación entre la imaginación trascendental, las categorías y la unidad de apercepción. 3.3 La síntesis de aprehensión en la intuición, la síntesis de reproducción en la imaginación y la síntesis de reconocimiento en el concepto. 3.4 El esquematismo de los conceptos puros del entendimiento. [17 horas incluyendo un pruebín] Tema 4. Las analogías de la experiencia. pruebín] [11 horas incluyendo un V. METODOLOGÍA La metodología de la asignatura responde a su carácter especializada que exige un alto nivel de conceptualización y a la importancia de la participación activa del estudiantado en el proceso de enseñanza-aprendizaje. El modelo educativo es el Paradigma Pedagógico Ignaciano (PPI) que propone un proceso de enseñanza-aprendizaje centrado en el alumno, en el que éste se revela como artífice de una experiencia cognitiva que tiene por objetivo primordial, no la mera adquisición de informaciones y datos, sino su maduración como 5 persona humana a partir de una labor de autodescubrimiento mediante la cual va comprendiendo quién es y cómo debe relacionarse con sus semejantes. Dicho modelo pedagógico, en el que se conjugan la excelencia en la competencia profesional, la perspectiva interdisciplinar, el fomento del hábito críticoinvestigativo, la creatividad y el compromiso social, está compuesto de cinco elementos íntimamente relacionados que deben caracterizar la relación profesoralumno: contextualización, experiencia, reflexión, acción y evaluación, que se reflejan en la metodología que se aplica. Las clases se organizarán en torno a las siguientes actividades en conformidad con los propósitos de la asignatura: - interacción entre las exposiciones del facilitador y las intervenciones del estudiantado especialmente a través de una lectura comentada y dialogada de los textos señalados - lectura personal y en grupos crítica de textos indicados - discusiones en el aula - exposiciones didácticas del facilitador (a) - diálogo en torno a las inquietudes del estudiantado VIII. EVALUACIÓN Ponderaciones de los instrumentos de evaluación -Total de pruebas parciales: a) pruebines 60% b) Prueba final: 40% IX. POLÍTICAS DEL CURSO Las políticas del curso se establecen de acuerdo a los reglamentos a partir de un diálogo entre el facilitador y los estudiantes. En este marco, se toma en cuenta: - la participación activa del estudiantado - la asistencia puntual de las clases - comportamiento adecuado en el desarrollo de las sesiones; se ruega que mientras se desarrolle la sesión, no se interrumpan las clases con mensajes provenientes del exterior, sea presencial, sea por celular. - que todo trabajo que sea plagiado de Internet recibirá una calificación de “0” (cero), y no habrá derecho a reclamación. Si el estudiante suspendido en plagio vuelve a cometer la falta, será suspendido del curso, sin derecho a reclamo. 6 - el buen uso de las metodologías de la investigación de la disciplina (conceptos, categorías, citas, referencias bibliográfica, contextualización en la tradición filosófica). para la evaluación, el uso correcto de la expresión oral y escrita (ortografía, sintaxis, léxico y composición). X. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS HEIDEGGER, MARTIN. La pregunta por la cosa: la doctrina kantiana de los principios trascendentales, Buenos Aires, Editorial Alfa, 1975 HEIDEGGER, MARTIN. KANT Y EL PROBLEMA DE LA METAFÍSICA HUME, DAVID. Tratado de la naturaleza humana, traducción de Félix Duque, Madrid, Tecnos, 1998 KANT, IMMANUEL. Crítica de la Razón pura, traducción de Pedro Ribas, Madrid, Alfaguara, 2002 7