Relatoría

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MESA DOS
Delincuencia Organizada. ¿Es aplicable el proceso penal acusatorio para este tipo de delitos?; en
caso afirmativo, ¿qué disposiciones procesales deben observarse? Interpretación del artículo cuarto
transitorio del CNPP. Aplicación directa de la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada o,
en su caso, su armonización con el CNPP.
Moderador: Magistrado Juan José Olvera López. Participantes: Juez Alan Güereña Leyva, Juez César Augusto Sánchez Góngora, Magistrada Angélica Marina Díaz Pérez, Juez Jesús Eduardo Vázquez Rea, Juez Arturo
Medel Casquera, y Juez Efraín Frausto Pérez.
En síntesis fueron dos las posturas expuestas. Una consideró que el nuevo sistema penal acusatorio sí
aplica a Delincuencia Organizada, y su principal argumento fue que no existe excepción expresa en la
Constitución y en la Ley. La otra sostuvo que la Delincuencia Organizada es un régimen de excepción,
tanto en lo procesal como en lo sustantivo y que, por ello, no es aplicable el NSJP.
En la mesa se destacaron las recientes reformas a la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada
(LFDO) que se aprobaron y se encontraban pendientes de promulgación al momento de las exposiciones. A la luz de dichas reformas se señaló que las causas penales de Delincuencia Organizada serían
judicializadas ante los Centros de Justicia Penal Federal y, por tanto, conocidas por los juzgadores del
Nuevo Sistema de Justicia Penal.
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CONGRESO NACIONAL. NUEVO SISTEMA DE JUSTICIA PENAL Y JUICIO DE AMPARO
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El debate se concentró, entonces, en diversas soluciones planteadas sobre el tema de la legislación
procesal que debe aplicarse y cómo pueden solucionarse las contradicciones entre la legislación procesal nacional y la legislación especial. Específicamente se marcaron como contradicciones relevantes (y
problemáticas) la posibilidad de prueba preconstituida, la posibilidad de otorgar valor probatorio a las
actuaciones practicadas en la etapa de investigación, la reserva de identidad de los testigos y el tratamiento de los actos de investigación.
Una primera posición sostuvo que debía realizarse una conciliación de ambas legislaciones, matizando
los principios que rigen la justicia adversarial, dando preponderancia a la reglamentación específica de
la LFDO, pues las disposiciones adjetivas deben verse afectadas por la rigidez de la ley especial al tratarse de un régimen de excepción, a través del debilitamiento de ciertas garantías procesales.
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Otra de las posiciones argumentó que la entrada en vigor del nuevo sistema fue en la modalidad regional o territorial y, por tanto, no se excluyó expresamente algún delito en particular; así, desde esta
óptica, es claro que la Delincuencia Organizada no se trata de un régimen de excepción, pues no se creó
un régimen procesal exclusivo, completo y autónomo para ese delito, por lo que debe regir el CNPP.
Se dijo que la legislación especial puede aplicarse en cuestiones secundarias, pero no en las normas que
sostienen los principios (por ejemplo, en aspectos de valoración y tasación demostrativa de la prueba).
Ante dichas contradicciones el juez deberá apartarse de la prohibición de derogar y llevar a cabo un
control de constitucionalidad para inaplicar las normas incompatibles y en su lugar aplicar las reglas
procesales del CNPP.
En respaldo, también se dijo que el CNPP es claramente aplicable a la Delincuencia Organizada y así
quedó plasmado en el artículo 20 constitucional, que contempla en el inciso B, fracción III, la posibilidad de mantener en reserva el nombre del acusador, tratándose de delitos de esa naturaleza. Del mismo
modo se advirtió que debe aplicarse en lo substancial el CNPP, pero considerando los ajustes razonables
previstos en la ley especial.
En el mismo sentido, una de las intervenciones sostuvo que, a pesar de ciertas incompatibilidades, las
reglas adjetivas especiales de Delincuencia Organizada pueden aplicarse al NSJP pero bajo su propio
esquema de principios y procedimientos, y que, por lo demás, lo que se presentaba eran problemas
operativos que no justifican la excepcionalidad de la aplicación del nuevo sistema penal. Por ejemplo,
en torno a la eficacia de actuaciones realizadas en la Averiguación Previa se dijo que esta regla será poco
aplicada, pues el propio sistema impone que la información desahogada de esa manera impacte en una
menor convicción en el juzgador. Otra observación que se recalcó como problema operativo consistió
en que los imputados por Delincuencia Organizada deben cumplir la prisión preventiva oficiosa en
un centro de máxima seguridad y, por ende, surgiría la competencia territorial por excepción en favor
del juez que ejerza jurisdicción en el lugar en el que se encuentre dicho centro de reclusión. Se dijo
además que, en este sentido, los criterios jurisprudenciales acerca de la competencia impactarían en las
directrices administrativas y en la estrategia de construcción de infraestructura judicial para ocuparse
de este tipo de asuntos.
Se destacó también que la lógica propia del sistema adversarial redundará en que las figuras de excepción caigan en desuso, pues, por ejemplo, en el caso del arraigo, será mejor para los fiscales tener una
investigación complementaria y no un arraigo con los costos operativos y normativos que implica. Se
aclaró que el tema de la prisión preventiva y los delitos que están contemplados en la LFDO tampoco presentaban una incompatibilidad insuperable, pues existen más delitos, no sólo de Delincuencia
Organizada, que así están regulados y que demuestran que no es un rasgo distintivo de un régimen
excepcional, como tampoco lo son las técnicas de investigación.
Finalmente, se destacó que los ajustes a la publicidad pueden hacerse utilizando la sala de videoconferencia de los Centros de Justicia, y así salvar los temas de seguridad; pero se añadió que debía tratarse
de conservar esta solución como caso excepcional.
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Otras posiciones sostuvieron que el nuevo sistema no aplicaba a la Delincuencia Organizada y que el
proceso debía seguirse con las reglas de excepción previstas en la Constitución, el Código Federal de
Procedimientos Penales y la LFDO, pues el delito de Delincuencia Organizada se sujeta a un régimen
de excepción tanto en lo sustantivo como en lo adjetivo. Es decir, se dijo, existen sistemas penales paralelos, uno que es exclusivo para el tratamiento del fenómeno delictivo de la Delincuencia Organizada,
otro constitutivo del Fuero Militar y el correspondiente a la jurisdicción penal ordinaria. Sin embargo,
se aclaró, si a raíz de las reformas a la LFDO los jueces del sistema acusatorio conocerán de dichos
asuntos, se tendrán que aplicar preferentemente las reglas de la LFDO.
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