Docentes, Salarios y Resultados Educativos

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Docentes, Salarios y Resultados Educativos Miguel Sarzosa1 Los profesores son uno de los principales insumos en la educación escolar. Una amplia
literatura muestra que tener profesores competentes es fundamental para el aprendizaje
(Rockoff, 2004; Hanushek et al. 2005; Clotfelter et. al. 2007; Kukla-Acevedo, 2009;
Dee y Wyckoff, 2013). En Colombia, como en muchos lugares del mundo existe el
discurso recurrente de que este insumo es subvalorado. Es decir, que a los profesores se
les paga muy poco. Trabajos como el de Mizala y Ñopo (2012a) sugieren que los
profesores escolares en nueve países latinoamericanos, dentro de los cuales no se
encuentra Colombia, reciben salarios inferiores a los que reciben sus pares en otras
disciplinas. En particular, esta diferencia es más marcada para los profesores de
primaria que para los de secundaria. Por lo tanto, cabe preguntarse ¿es verdad que los
profesores ganan poco? De ser así, ¿por qué hay gente escogería ser profesor si puede
devengar más en otras actividades económicas? y ¿es el salario un sinónimo del nivel de
calidad del profesorado?
Empecemos por la primera pregunta. Siguiendo un ejercicio de la OECD, comparemos
los salarios de los profesores de secundaria con los salarios de personas con título
universitario que no son docentes.2 Este ejercicio nos permite ver con facilidad la
relación de los salarios de los profesores con el mercado laboral local y permite
comparaciones entre países retirando problemas de comparabilidad propios de las
diferencias entre los poderes adquisitivos en cada economía. De 30 países para los que
tenemos datos disponibles, solo siete pagan a sus profesores más que a otros
profesionales (Alemania, Canadá, Nueva Zelanda, Portugal, Luxemburgo, Corea del
Sur y España). En países como Eslovaquia, Islandia, República Checa, Hungría e Italia,
los profesores reciben cerca de la mitad de lo que reciben los otros profesionales. En
Estados Unidos y Noruega, el salario de un profesor es apenas dos tercios del de otros
profesionales. ¿Y Colombia? Usando la información del Observatorio Laboral
encontramos que en Colombia, los profesores de secundaria tienen un salario
equivalente al 93.65% de los otros profesionales. Nada mal. El salario de los profesores
de secundaria en Colombia, relativo a otros profesionales, está cerca de lo que reciben
los docentes en Israel (93%) y Finlandia (98%), y por encima de los salarios de los
profesores de muchos otras economías como por ejemplo Francia (81%), Suecia (82%),
Holanda (84%), Dinamarca (91%), Australia (91%) y de los otros países
latinoamericanos de la muestra Chile (73%), Brasil (83%) y Uruguay (74%).
Si los profesores son un insumo para el aprendizaje, los puntajes de los exámenes son el
producto de esa generación de conocimiento. Es entonces racional suponer que insumos
1
2
[email protected]. Twitter: @MSarzosaEcon
Esta comparación es generosa en el caso de Colombia, pues una fracción de los
docentes no tienen un título universitario de cinco años, sino que son bachilleres
normalistas (Barrera et al., 2012)
de mejor calidad generarían mejores productos, y si el salario de los profesores es de
alguna manera una señal de la calidad de la enseñanza, pues salarios altos hacen que
profesionales competentes consideren la docencia como una actividad viable, es decir,
los países con los mejores salarios para los profesores deberían obtener los mejores
resultados educativos. La Figura 1, que relaciona los salarios de los profesores de
secundaria relativos a los de otros profesionales con los puntajes PISA 2012 en
matemáticas, muestra que ese no es el caso. No hay un patrón aparente que muestre que
profesores mejores pagos estén relacionados con más aprendizaje pues es fácil ver que
la relación entre estas dos variables no es estadísticamente diferente de cero.
550
Figura 1: Salario Docente y Puntajes PISA Matemáticas
Korea
Estonia
Poland
PISA Math Score
450
500
Austria
Czech Republic
Iceland
Norway
Italy
Slovak Republic
United States
Hungary
Netherlands
Slovenia
Ireland
France
FinlandCanada
Germany
Australia
Denmark
New Zealand
Portugal
Luxembourg
Spain
Sweden
Israel
Chile
400
Uruguay
Brazil
350
Colombia
.4
.6
.8
1
Teacher−CollGrad Ratio
1.2
1.4
Fuente: La razón de salarios de los profesores versus otros profesionales se obtuvo de la OECD excepto
para Colombia, Brasil y Uruguay. Para Colombia fueron cálculos propios a partir de la base de datos del
Observatorio Laboral. Para Brasil y Uruguay se usaron los estimativos de Mizala y Ñopo (2012b) que
incluyen en el grupo de comparación a técnicos no profesionales. El puntaje PISA se obtuvo de la
OECD . Nota: Se muestra el intervalo de confianza al 95%. La pendiente de la línea de regresión es de
26.34 con un valor-p de 0.402.
El caso de Colombia es aún más alarmante. Para el mercado laboral local, los salarios
de los docentes de secundaria son tan competitivos como los salarios en Australia,
Dinamarca e Israel, pero la diferencia en los resultados en las PISA matemáticas entre
Colombia y esos países es abismal. Si nos queremos comparar con los nuestro
vecindario, tomemos el caso de Chile. Mientras que el salario de un profesor de
secundaria en Colombia representa 93.64% del salario de otros profesionales, en Chile
esa razón es de apenas 73.42%. Es decir, en el mercado laboral chileno la carrera de
profesor es mucho menos atractiva que en Colombia, al menos en términos salariales.
Sin embargo, los niños chilenos obtuvieron 12.5% (casi media desviación estándar) más
puntos en las PISA matemáticas que sus pares colombianos.
Aunque múltiples razones pueden contribuir en la explicación del rezago educacional en
Colombia, una de las más importantes es la calidad de los docentes y los incentivos
laborales que ellos enfrentan. Con los datos disponibles, he argumentado en contra de
ese lugar común en donde se plantea que los salarios de los profesores de secundaria no
son tan competitivos en el mercado laboral colombiano como en otras economías y por
ende los malos resultados, y sin embargo he mostrado que el producto de la docencia es
deficiente bajo estándares internacionales. Por lo tanto, un punto a analizar es ¿quién se
hace profesor de secundaria en Colombia? Lo que encuentro, usando los datos del
ICFES y del Observatorio Laboral, es que por lo general, las personas que terminan
desempeñándose como profesores de secundaria en su vida adulta, obtuvieron puntajes
del ICFES (examen de estado que se toma al terminar secundaria) más bajos que el
promedio. En particular, el puntaje del ICFES de los jóvenes que terminaron siendo
profesores comparado con el de los jóvenes que fueron a la universidad pero que no son
profesores es menor en matemáticas (8% de desviación estándar) y ciencias exactas
(13.5% de desviación estándar). Es decir, en general, los jóvenes colombianos que
escogen la carrera de docencia no son los jóvenes con la mejores cualificaciones
cognitivas de sus respectivas cohortes.3
En conclusión, la presente nota plantea que, a la luz de las comparaciones
internacionales, en Colombia hay una gran discordancia entre la competitividad salarial
del profesorado, las cualidades cognitivas de los docentes, y los logros educativos de
sus alumnos. Mientras en Colombia los profesores de secundaria devengan más en
relación a otros profesionales que en otros países, las pruebas PISA muestran que los
jóvenes colombianos están rezagados frente al resto del mundo. También sugiero que
una de las razones de este rezago puede ser la deficiencia de cualidades cognitivas de
quienes terminan siendo profesores más adelante en sus vidas. Esto sugiere una
disyuntiva: ¿cómo atraer jóvenes hábiles cognitivamente hacia la carrera de la docencia
si la evidencia internacional parece sugerir que el camino salarial es insuficiente? En ese
sentido se hace pertinente la profundización del Estatuto de Profesionalización Docente
(Ome, 2013) y se requiere una aplicación estricta de la Evaluación de Desempeño de los
docentes (Barrera et al. 2012) para la alineación adecuada de los incentivos de los
profesores con los éxitos educativos de sus alumnos. La evidencia internacional muestra
que este tipo de realineación de incentivos funciona (Dee y Wyckoff, 2013).
3
Barrera et al. (2012) encuentran evidencia en el mismo sentido usando el sistema de
información SPADIES para la totalidad de los docentes. Hugo Ñopo sugiere que Chile
padece de un fenómeno similar.
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