Metodología de evaluación y mejora continuada Unidad

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Metodología de evaluación y mejora
continuada
Unidad didáctica 1
Calidad y Mejora Continua
Conceptos
Josep Davins Miralles
Josep Davins © Calidad 2011
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MEJORA de la CALIDAD
Índice
1. Calidad y mejora continuada: conceptos ................................................................ 3
1.1 La calidad como resultado de la atención: calidad técnica, calidad de
servicio y calidad de las personas ..................................................................... 5
1.2 Del control de calidad a la excelencia, pasando por la cultura de la
evaluación ...................................................................................................... 10
1.3. La calidad de los procesos: la gestión por procesos y hechos .................. 14
2. Plan de mejora continuada de la calidad. El ciclo de la calidad ............................ 16
2.1 Planteamiento y organización de un plan de mejora continuada ............... 16
Bibliografía................................................................................................................ 18
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1. Calidad y mejora continuada: conceptos
Nuestro sistema sanitario, para cumplir con su misión de proveer cuidados para la salud
a la población, debe gestionar la calidad asistencial de sus servicios. Pero para ahondar
en la gestión de la calidad asistencial antes debemos definir el concepto calidad.
La calidad es un conjunto de características de los productos o servicios que, cuando es
alta, denota superioridad en su género. Cuando decimos que un producto o servicio es
de alta calidad reconocemos que tiene alguna característica superior que la que tienen
otros productos o servicios similares. Esta característica es fácil de distinguir cuando
estamos hablando de un producto tangible. Por ejemplo, un coche lo podemos catalogar
de alta calidad por tener sistemas de seguridad más sofisticados que otro de menos
categoría. Es fácil comparar las especificaciones y características del producto que
compramos o consumimos con otros similares.
Un servicio, a pesar de que es intangible, presenta también unas características que,
como clientes, podemos percibir y, basándonos en esto, emitir un juicio de calidad. Por
ejemplo, nos quejamos si nos hacen esperar en un restaurante. Y por el contrario,
estamos satisfechos de que nos traigan la compra del supermercado a casa y nos
satisface poder hacer trámites por teléfono en lugar de tener que hacerlos en persona.
Del mismo modo, en el ámbito sanitario, la asistencia prestada por un profesional a un
paciente puede tener distintos niveles de calidad. Podremos distinguir asistencia de alta
calidad de la realizada con defectos en la atención. Y estos defectos asistenciales se
producirán por causas diversas, algunas debidas al profesional, otras a la organización,
otros al paciente y otras externas al proceso asistencial. Gestionar la calidad asistencial
significa asegurar que la asistencia prestada al paciente cumple con criterios
considerados de calidad.
Por otro lado, una misma actuación sanitaria puede satisfacer a un cliente y, en otro,
generar una queja. Esto es debido, en parte, a que la satisfacción del cliente no sólo es
consecuencia del servicio, sino que, al mismo tiempo, está influenciada por otros
factores, como la gravedad de la enfermedad, el nivel sociocultural del paciente, sus
necesidades y expectativas previas, por citar algunos de los más relevantes.
Existen muchas definiciones de calidad. El Institute of Medicine americano propuso, en
1974, una definición de calidad basada en el resultado de la atención: «la atención
sanitaria de calidad es aquella que es efectiva en la mejora del nivel de salud y grado de
satisfacción de la población, con los recursos que la sociedad y los individuos han
decidido destinarle». De esta definición y desde un punto de vista de resultado de una
organización sanitaria, ya se precisan dos tipos de calidad: la calidad del producto
sanitario como tal o calidad técnica, y la calidad percibida por el cliente o calidad de
servicio.
Además de valorar el resultado de una organización desde la perspectiva de estos dos
tipos de calidad, los modelos actuales de gestión global de la calidad o Total Quality
Management (TQM) y de excelencia asistencial importados del mundo empresarial,
analizan el resultado de la calidad de las personas de la organización. De hecho, estos
modelos se basan en que para obtener buenos resultados en nuestra organización
(calidad técnica), en nuestros clientes (calidad de servicio), en la comunidad (calidad
comunitaria) y en los profesionales (calidad de las personas), se debe gestionar un
conjunto de agentes facilitadores y que se definen en la calidad de la dirección
(liderazgo) y estrategia (planes), de la gestión de los profesionales, asociaciones,
procesos y adaptación (figura 1).
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Figura 1. Gestión global de la calidad: principios de excelencia
Resultados= calidad de servicio, calidad comunitaria, calidad de las personas y calidad
técnica.
Calidad técnica está determinada por calidad de los procesos y competencia profesional
y es parte relevante de los resultados de una organización.
Dirección, estrategia, adaptación, procesos y asociación son facilitadores de los
resultados de una organización.
Resultados
CALIDAD
COMUNITARIA
Sociedad
CALIDAD
DE
SERVICIO
Cliente
CALIDAD DE
ASOCIACIÓN
Alianzas
Comunidad
Facilitadores
CALIDAD DE
LAS PERSONAS
Competencia
profesional
CALIDAD DE
LA DIRECCIÓN
Liderazgo
CALIDAD
TÉCNICA
Cartera de
servicios
CALIDAD DE
LOS PROCESOS
Gestión por
procesos
CALIDAD
ESTRATÈGICA
Planificación
CALIDAD DE
ADAPTACIÓN
Mejora e
innovación
Organización
En este capítulo, se trata la calidad desde la perspectiva de tres resultados clave en
Atención Primaria (AP): calidad técnica, calidad de servicio y calidad de las personas.
Además, se revisa la evolución del concepto calidad en estos últimos 60 años para llegar
hasta los principios de excelencia. Se comenta, en especial, la gestión por procesos, por
su importancia en la gestión de la calidad. Se dedica una parte importante del capítulo a
la descripción del plan de mejora continuada, que se concreta en los proyectos de
mejora basados en el ciclo de la calidad. Finalmente se describen los tres modelos más
utilizados en la gestión de la calidad asistencial.
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1.1 La calidad como resultado de la atención: calidad técnica, calidad de
servicio y calidad de las personas
Los modelos de gestión global definen como resultado excelente el que se consigue
mediante el equilibrio óptimo entre calidad técnica, calidad de servicio y calidad de las
personas.
1.1.1 La calidad técnica (o calidad de producto): la calidad de la cartera
de servicios
En el sector industrial, la calidad del producto se cuantifica mediante indicadores
basados en las especificaciones que, desde un punto de vista técnico, deben tener los
productos. En empresas orientadas a servicios, se hace referencia a calidad de producto
cuando se habla de la calidad desde un punto de vista técnico. En los servicios
sanitarios, la calidad del producto tiene que ver con la realización de las actividades e
intervenciones, adecuada a los criterios científicos más aceptados en el momento.
De esta forma, la calidad técnica del producto sanitario hace referencia a la intervención
y mejora del nivel de salud de la población, y viene determinada por la competencia
profesional (uno de los componentes de la calidad de las personas) y el funcionamiento
de los procesos clave de la organización (calidad de los procesos).
Se entiende por competencia profesional la adecuación de las actividades que realiza el
profesional a las especificaciones basadas en evidencias científicas. Estas
recomendaciones, en muchas ocasiones, se resumen en guías de práctica clínica o se
basan en normas o consensos de sociedades científicas o grupos de expertos.
Para medir la calidad técnica de un profesional o de una organización, en primer lugar se
debe definir cuál es su producto. En una organización sanitaria, el producto viene
definido por las diferentes intervenciones y actividades realizadas para la mejora de la
salud de los clientes, que se concretan en la cartera de servicios del equipo.
Una vez concretado el producto sanitario en forma de cartera de servicios, estaremos en
disposición de medir el nivel de calidad técnica. Al definir la asistencia sobre la base de
especificaciones en la forma de proceder, tendremos la herramienta que nos permitirá
medir la calidad de nuestras actuaciones: los criterios técnicos de calidad.
1.1.1.1 Criterios técnicos de calidad: normas de calidad basadas en la evidencia
científica
Se entiende por criterios técnicos de calidad las normas basadas en la evidencia
científica existente, establecidas por sociedades científico-profesionales o por grupos de
consenso, referidas a los procesos asistenciales clave. De esta forma, para determinar
una parte importante de nuestra calidad asistencial, deberemos evaluar el nivel de
adecuación de nuestra competencia profesional a las recomendaciones aceptadas en
función del mejor conocimiento existente en el aspecto medido. Estas recomendaciones,
en formato de calidad, son los criterios técnicos. Por ejemplo, ante un paciente con dolor
precordial opresivo, se debe realizar un electrocardiograma inmediato. La ausencia de
esta exploración denota un nivel inaceptable de calidad asistencial, pues la evidencia
científica ha demostrado que la probabilidad de presentar patología coronaria es elevada
en los pacientes con dolor precordial opresivo y que una exploración accesible, inocua y
efectiva para detectar isquemia, como la práctica de un electrocardiograma inmediato,
es útil. Pero no siempre las intervenciones sanitarias se apoyan en estudios de rigor
científico, y eso dificulta la definición de calidad técnica.
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Una fuente habitual de criterios de calidad técnica son las guías de práctica clínica, ya
que establecen la conducta diagnóstica y terapéutica adecuada a cada patología a partir
de la evidencia científica disponible. Las guías de práctica clínica son recomendaciones
desarrolladas de forma sistemática, para ayudar a los profesionales y a los clientes en la
toma de decisiones en unas circunstancias clínicas concretas. Sería el equivalente al
manual de especificaciones de calidad de un producto.
1.1.2 La calidad de servicio
Además de la calidad técnica, el servicio sanitario comporta otra calidad especial para el
paciente: la que mide el cómo se hace o la calidad de servicio. Se pueden realizar las
cosas adecuadas desde un punto de vista técnico, pero de una manera incorrecta.
Podemos ser buenos técnicos y curar una neumonía al administrar el tratamiento
adecuado, pero dar un mal servicio al paciente, al hacerlo esperar para la visita o no
explicarle lo que tiene, ni por qué le damos tratamiento. La mala educación, los retrasos,
las listas de espera, el desinterés, las prisas, la falta de accesibilidad, son algunos
ejemplos de aspectos que también tienen que ver con la calidad asistencial y que son
valorados negativamente por los pacientes. La calidad de servicio se basa en las
percepciones que tiene el paciente del servicio recibido.
1.1.2.1 Orientación del servicio al cliente
La incorporación del enfoque al cliente pasa por entender que, además de un producto
(intervención sobre problemas de salud), damos un servicio a unas personas (la manera
como hacemos la intervención). El paciente tiene más capacidad para emitir un juicio de
valor en aquellos aspectos referentes a la manera cómo se produce la actuación sanitaria
que en los relacionados a la competencia profesional. La calidad técnica, en principio, se
presupone que está, y para el paciente es difícil de evaluar, a no ser que sea muy
deficitaria. La dificultad de los pacientes para percibir si se les atiende con una buena
calidad técnica es una dificultad añadida en el ámbito sanitario. Una buena comunicación
puede paliar este problema.
En empresas orientadas al servicio, como es el caso de los servicios sanitarios, las
dimensiones de la calidad con enfoque al cliente adquieren una especial relevancia
(lectura recomendada 1). El objetivo de las organizaciones sanitarias es la satisfacción
de las necesidades de salud y expectativas de sus clientes, mediante un proceso
técnicamente adecuado y una relación satisfactoria. Conocer las necesidades y
expectativas de los clientes (actuales y futuras), diseñar y prestar los servicios de
acuerdo con ellas y tenerles correctamente informados, son claves para dar un servicio
de calidad. Esto requiere disponer de un sistema de medida y análisis de la perspectiva
del cliente (encuestas de satisfacción, entrevistas con pacientes, análisis de
reclamaciones), además de una cultura organizativa que integre este valor.
El cliente es el árbitro final de la calidad de un servicio, además de su razón de ser: sin
cliente no hay servicio. Si nuestra actividad y organización no están pensadas para las
personas a las que van dirigidas, es posible que éstas no entiendan, valoren, acepten ni
sigan nuestras actuaciones. El control de la anticoagulación oral, las infiltraciones y la
cirugía menor son ejemplos de servicios que, en muchos centros de salud, se asumen
pensando en las necesidades de los clientes.
1.1.2.2 La satisfacción del cliente
Existen diversos modelos teóricos sobre la satisfacción del cliente. El más aceptado es el
del grupo dirigido por Parasuraman con usuarios de diferentes empresas de servicios no
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sanitarios (Zeithalm, 1993). Este estudio define la calidad de servicio como la
discrepancia entre las expectativas y las percepciones de los usuarios (figura 2). Es
decir, el cliente está más satisfecho si sus percepciones sobre el servicio recibido
superan las expectativas que en él tenía depositadas.
Figura 2. Calidad de servicio y ajuste de expectativas (satisfacción del cliente)
a. La Satisfacción es la discrepancia entre Percepción y Expectativas
b. Al mejorar el servicio percibido (la Percepción) se incrementa la Satisfacción
c. Al siguiente contacto, las expectativas se igualan a la percepción anterior. Si la nueva
percepción no es igual, la satisfacción disminuye.
a.
Calidad de
servicio
(satisfacción)
=
Servicio
percibido
(percepción)
-
=
Servicio
percibido
(percepción)
-
=
Servicio
percibido
(percepción)
Expectativas
previas
b.
Calidad de
servicio
(satisfacción)
Expectativas
previas
c.
Calidad de
servicio
(satisfacción)
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-
Expectativas
previas
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El modelo de Parasuraman nos explica el fenómeno del ajuste de expectativas al servicio
percibido. Según éste, el cliente ajusta las expectativas de un contacto futuro con la
organización al servicio percibido en los últimos contactos. Al mejorar el servicio, mejora
la percepción que tiene el cliente de éste, y adapta sus nuevas expectativas al logro y
cada vez, más exigente con el proveedor, le empuja a la mejora continuada del servicio.
Como ejemplo, en estos últimos años, y a pesar de haber mejorado la accesibilidad a los
servicios sanitarios, el cliente exige aún más accesibilidad, como poder escoger hora de
visita y puntualidad. Antes de la reforma de la AP, el cliente se conformaba con el escaso
margen horario de atención de su profesional y no tenía ninguna aproximación de la
hora probable de visita y, en general, lo aceptaba.
Además de las experiencias previas que ha tenido el cliente, las expectativas de éste
vienen determinadas por sus necesidades y características individuales, la comunicación
y la transmisión oral de otros clientes y la imagen externa que tiene la organización. El
estado de salud, el contexto social y personal y otros factores de tipo emocional del
cliente, pueden modificar la percepción de la calidad de los servicios recibidos.
Cuando las expectativas no son adecuadas, es obligación de los profesionales, como
responsables de salud de los clientes, convertirlas en adecuadas. Esta conversión es
posible cuando el servicio es percibido como bueno. Aquí, entran en juego las
habilidades del profesional, como la capacidad de obtener la confianza del cliente, la
cortesía, la seguridad, la credibilidad, la empatía, la dedicación y el interés. Será más
fácil convencer a un cliente de que esa exploración o tratamiento que nos exige no es el
adecuado en un marco de empatía, comunicación, confianza y cordialidad.
El estudio de Parasuraman ha contribuido a definir los aspectos valorados por los clientes
e identifica los 10 criterios generales, o aspectos de evaluación, que éstos utilizan para
valorar la calidad de un servicio. Estos criterios, agrupados en cinco, constituyen lo que
Cottle denomina tarjeta de evaluación invisible: fiabilidad, elementos tangibles,
capacidad de respuesta, profesionalidad (que engloba seguridad, competencia
profesional, confidencialidad, cortesía y credibilidad) y empatía (que incluye
accesibilidad, comunicación y comprensión del cliente). En 1998, el grupo de calidad de
la Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitària añadió la longitudinalidad por ser
un aspecto importante en la AP (tabla 1).
1.1.3 La calidad de las personas
En las empresas orientadas al servicio, las personas de la organización (los
profesionales) son el principal activo y el único elemento capaz de generar una ventaja
sostenible en el tiempo (lectura recomendada 2). La organización necesita conocer las
necesidades y expectativas de sus profesionales, su motivación y satisfacción con
respecto a aspectos de participación, responsabilidad y formación. El desarrollo de cada
una de las personas de la organización es máximo en un entorno de valores compartidos
(lectura recomendada 3), una cultura basada en la confianza, la asunción de
responsabilidades y la implicación. Además, cuidar de las personas de la organización
previene el burnout de los profesionales, que se caracteriza por un desgaste y
desmotivación por cualquier aspecto relacionado con su vida laboral.
La calidad de vida profesional tiene que ver con valores como la comunicación, la
autonomía, la creatividad, la flexibilidad, la amabilidad, la confianza y el empowerment
(cesión de poder). La percepción de la importancia del propio trabajo es uno de los
recursos para prevenir el burnout, y promover el desarrollo de las personas dentro de la
organización. El reconocimiento del esfuerzo hace que el profesional se sienta valorado,
reconocido, y que aumente su grado de satisfacción.
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Tabla 1. Componentes de la calidad (de servicio, técnica y de las personas)
CALIDAD DE SERVICIO
(percepción del cliente)
Accesibilidad
Facilidad para obtener una determinada práctica
Capacidad de
resolución
Disposición para ayudar a los clientes y proporcionar un servicio
rápido. Accesibilidad. Capacidad de respuesta ante situaciones
habituales e imprevistas
Interés por conocer y entender al cliente y sus necesidades: interés
personal, comunicación, dedicación
Capacidad de realizar el servicio de forma correcta y de cumplir lo
que prometemos: coherencia de la información, consistencia de las
actuaciones, puntualidad
Elementos que el cliente puede ver y tocar: instalaciones, aparatos,
personal, impresos
Seguimiento a lo largo del tiempo
Empatía
Fiabilidad
Elementos tangibles
Continuidad
Longitudinalidad
Atención de forma longitudinal sin interrupciones en el tiempo por
los mismos profesionales y coordinada en todos sus niveles
CALIDAD TÉCNICA
(calidad de producto, según criterios o especificaciones)
Adecuación
Efectividad
Eficiencia
Oportunidad
Realización de una práctica cuando está indicada y se corresponde
con las necesidades de la población
Realización de una práctica que mejora el estado de salud o
satisfacción de la población
Realización de una práctica con el máximo de efectividad al mínimo
coste
Realización de una práctica en el momento oportuno
Seguridad
Realización de una práctica segura o con mínimo riesgo para el
paciente
CALIDAD DE LAS PERSONAS
(satisfacción del profesional)
Participación
Los profesionales se implican en el enfoque, el desarrollo, el análisis
y la mejora del equipo de atención primaria
Profesionalidad
Calidad científico-técnica = conocimientos y habilidades. Capacidad
de dar un servicio adecuado con competencia técnica, trato y buena
relación. Profesionalidad = cortesía, seguridad, credibilidad,
confidencialidad, competencia técnica
Empowerment
Cesión de poder de decisión en otro profesional, más cercano al
cliente
Trabajo en equipo
Misma misión, visión y valores
Motivación
Actitud de compromiso con la organización
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Con el empowerment se cede la gestión de un proceso a un profesional más cercano al
paciente; profesional que sería por tanto el responsable o propietario del proceso. Éste
asume la responsabilidad sobre la efectividad y la eficiencia del proceso, por lo que se
convierte en un elemento importante para la organización. Además, le permite participar
en su organización, analizando las oportunidades de mejora y los puntos fuertes del
proceso. El empowerment exige trabajo en equipo, participación e implicación en las
actividades organizativas, y facilita que las propuestas hechas por las personas se
escuchen y se apliquen, de modo que acaba siendo otro recurso efectivo para prevenir el
desgaste profesional y propiciar el desarrollo de las personas y la mejora de su grado de
satisfacción.
Los resultados referentes a la satisfacción de las personas se pueden obtener con
encuestas. Las dimensiones más relevantes de la calidad de las personas son la
capacitación, la motivación intrínseca, el empowerment, la participación y la implicación
en la organización. Entre los instrumentos que se han utilizado para medir la calidad de
vida profesional destaca el cuestionario QVP-35, diseñado por Salvador García (1997) y
validado en AP por Carmen Cabezas (1998).
1.2 Del control de calidad a la excelencia, pasando por la cultura de la
evaluación
La calidad es un concepto dinámico. La manera de entender la calidad ha ido
evolucionando en el tiempo. A modo de ejemplo, y sin ir más lejos, desde que se inició la
reforma sanitaria, el tipo de asistencia ha ido variando y el nivel de exigencia de su
calidad también. Se ha pasado de un profesional que trabajaba solo, a una persona que
forma parte de un equipo. Se ha aumentado la accesibilidad y la capacidad de
resolución. Se ha introducido el concepto de cliente y se ha producido un cambio de
orientación hacia éste. El nivel de exigencia de nuestros pacientes también ha ido en
aumento. Si bien existen experiencias o actividades realizadas antes del siglo XX que se
podrían relacionar con la calidad asistencial, éstas son anecdóticas y no es hasta
mediados del siglo pasado en que se producen algunas aportaciones que marcan el inicio
del concepto de calidad asistencial tal y como se entiende en nuestros días. De hecho, la
forma de entender y gestionar la calidad asistencial ha experimentado una evolución
significativa en estos últimos 60 años que se sintetiza en tres fases.
1.2.1 El control de calidad: la auditoría
A principios del siglo XX, en pleno desarrollo industrial, cuando el éxito dependía del
producto, la industria se preocupó por asegurar la calidad de éste. Sin embargo, este
interés sólo se dio en el sector industrial, sin afectar al de servicios, donde el producto,
al ser intangible, era más difícil de definir. Este interés por el producto propició la
aparición en el mundo empresarial del control de calidad, que puede definirse como el
conjunto de técnicas y actividades utilizadas para verificar que el producto reúne los
requisitos previstos.
La calidad en el sector de los servicios sanitarios evolucionó de forma paralela, aunque
un poco rezagada, al desarrollo de la calidad en el sector industrial. A mediados del siglo
pasado, Paul Lembcke, cirujano de la John Hopkins University Medical School, introdujo
la metodología de la auditoría de historias clínicas. Preocupado por la variabilidad de los
resultados, estableció la metodología para el desarrollo de criterios explícitos que
permitían la comparación entre centros y entre profesionales, y aportaba una sistemática
de recogida de información. Esta técnica, basada en la revisión de registros de forma
retrospectiva, evalúa la adecuación de la práctica clínica a los criterios técnicos del
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proceso. Es decir, atribuye una valoración a una situación respecto a un patrón que se
considera ideal o criterio de calidad. Es la medida o control de la calidad.
1.2.2 La garantía de la calidad: el ciclo evaluativo y los componentes de
la calidad
Del control de la calidad se evolucionó hacia la garantía de la misma, centrándose las
actividades de calidad en los procedimientos y no sólo en el producto final. Se introduce
la evaluación para la mejora y se aprende del error como fuente de oportunidades de
mejora.
En el año 1966, Donabedian establece las bases del ciclo evaluativo de la calidad
asistencial. Inspirado en el modelo industrial en el que, con unos recursos (inputs) y un
procedimiento (process), se obtiene un producto o resultado (outputs), propone
clasificar las actividades dirigidas a la calidad asistencial según se orienten a medir:
* La estructura (recursos materiales y personales).
* El proceso (interacción entre profesional y cliente).
* El resultado (mejora en salud o satisfacción del cliente).
1.2.2.1 El ciclo evaluativo. La evaluación y el conocimiento del error como
método de mejora
Palmer (1989), inspirada en la auditoría clínica y en el ciclo plan-do-check-act (PDCA) de
Shewhart, impulsa la metodología del ciclo evaluativo, que introducía la mejora después
de la medición y que, posteriormente, daría lugar al ciclo de mejora (figura 3). Se
produce el paso del control y medida de la calidad (inspección, auditoría) a la garantía
(evaluación para la mejora).
Figura 3. Ciclo de mejora continuada
IDENTIFICACIÓN
1. Selección
2. Escoger el grupo
MONITORIZACIÓN
7. Monitorización
CICLO DE
MEJORA
MEJORA
5. Escoger las soluciones
6. Implantar los planes
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ANÁLISIS
3. Centrar el
proceso
4. Análisis de
causas
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En el ciclo evaluativo se utilizan los criterios técnicos de calidad como gold estándar. En
general, los estudios de evaluación se enfocan a los aspectos técnicos del proceso
asistencial. Después de analizar los resultados de la medición, se actúa e interviene
sobre las causas; en definitiva, se busca la mejora.
1.2.2.2 Los componentes de la calidad
La mayoría de los autores que utilizan el método basado en el ciclo evaluativo, siguiendo
a Palmer, categorizan la calidad en los siguientes componentes o dimensiones (tabla 1):
* La competencia profesional.
* La accesibilidad.
* La satisfacción o aceptación.
* La efectividad.
* La eficiencia.
Vuori, en el año 1982, añadía la adecuación, y Nutting, en 1987, la coordinación o
continuidad. En un intento de agrupar las diferentes dimensiones, la Joint Commission
internacional (JCI) define la calidad asistencial como «aquella que se realiza de forma
continuada, con eficacia, efectividad y eficiencia, adecuada a las necesidades de los
clientes, accesible y aceptada por éstos, y todo ello, según el estado actual de
conocimiento».
La seguridad es otro de los componentes de la calidad, que en la actualidad presenta
una elevada relevancia, hasta el punto que la OMS ha creado una alianza a nivel mundial
para potenciar esta dimensión de la calidad.
1.2.3 La mejora continuada de la calidad. El camino hacia la gestión
global de la calidad o excelencia asistencial
Un salto conceptual importante referente a la gestión de la calidad se produjo en la
última década del siglo pasado: la importación de las teorías empresariales de la
excelencia y la mejora continua a los servicios sanitarios. Berwick publicó en 1991 The
national demonstration project on quality improvement in health care, la primera
experiencia en la que se demostraba que las herramientas de la mejora continuada de
las teorías del ámbito industrial pueden funcionar en el sanitario. La gestión global de la
calidad, la mejora continuada y la gestión de la excelencia, son conceptos enriquecidos
en estos últimos años con las teorías de Deming, Juran, Crosby, Albrecht, Ishikawa,
Berwick, Marszalek-Gaucher y Roth, entre otros autores. Este hecho permite teorizar un
nuevo enfoque: la mejora continuada de la calidad asistencial.
A partir de estas experiencias se produce un cambio en el concepto de calidad de la
atención: se promueve una filosofía de mejora continuada orientada a los clientes y a los
profesionales, fundamentada en información analítica de los procesos, que fomenta el
trabajo en equipo, y estructurada en una organización estable.
La organización debe evolucionar y adaptar su producto o servicio al entorno y sus
nuevas necesidades. Para que esta evolución se realice de forma adecuada, es necesario
que las personas actualicen sus conocimientos y habilidades, la organización, su
tecnología, y que todos trabajen para la mejora continuada de la calidad. La
organización llega a su máximo rendimiento cuando gestiona y comparte su
conocimiento en el marco de una cultura de aprendizaje, innovación y mejora continua.
1.2.3.1 Aprendizaje i benchmark
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La formación es el elemento clave del aprendizaje. La evidencia científica cambiante nos
obliga a la actualización constante de nuestros conocimientos y habilidades. Las
personas de la organización tienen el derecho y el deber de recibir la formación que les
facilite un nivel adecuado de competencia profesional. La formación se debe planificar en
función de las necesidades formativas de las personas y la mejora de los procesos clave
de la organización. La dirección debe gestionar, detectar necesidades formativas,
planificar y facilitar la formación de sus profesionales. Una organización que limita la
formación y expansión profesional de sus empleados o que invierte escasos recursos en
ella, no será sostenible en el tiempo.
En el aprendizaje, además de la formación, es importante el concepto de benchmark o
emulación, es decir, aprender de las mejores prácticas. La organización puede
enriquecerse de la experiencia de otras entidades similares. Ahorra esfuerzos y previene
errores que otros ya han experimentado.
1.2.3.2 Innovación
Innovar quiere decir hacer realidad una idea, crear un producto o un servicio que no
existía, o completamente diferente al actual. La innovación necesita personas con una
mente creativa, que tengan ideas, pero también personas que las lleven a cabo, que
asuman su coste y el riesgo que comportan.
1.2.3.3 Mejora continua
La mejora continua es una metodología estructurada y sistemática dirigida a obtener un
rendimiento mayor del proceso, aumentar la calidad de un servicio o disminuir el coste
de de las actividades que ya desarrollamos de forma habitual. La mejora continua se
concreta en los proyectos de mejora, basados en la metodología del ciclo de mejora.
Dada su relevancia en AP, se trata en profundidad en el apartado correspondiente al plan
de mejora continuada.
1.2.4 La excelencia como modelo de calidad
En la actualidad, la forma más completa de definir la calidad es mediante los principios
de excelencia. La calidad del siglo XXI en AP se considera, más que una metodología,
una forma de vida de las organizaciones. Es la calidad de la excelencia, caracterizada por
su globalidad conceptual. Los componentes de la calidad quedan superados por las
teorías de la excelencia. Ésta, como modelo de calidad, se basa en los principios de la
gestión global de la calidad o TQM.
Se consideran principios de excelencia la orientación a los resultados, la orientación al
cliente, el liderazgo y la constancia en los objetivos (planificación), la gestión por
procesos, el desarrollo e implicación de las personas de la organización, el aprendizaje,
la innovación y la mejora continua, el desarrollo de alianzas y la responsabilidad social
(lectura recomendada 4).
La excelencia se alcanza mediante una filosofía de la organización orientada a obtener
los mejores resultados posibles que satisfagan los intereses y las necesidades de todos
los que intervienen en ella: clientes y sociedad, profesionales, administración,
proveedores y otras organizaciones que trabajan con la misma población. Para la
European Foundation for Quality Management (EFQM), institución europea que tiene
como fin fomentar enfoques de gestión que sirvan a las organizaciones para lograr la
excelencia, la calidad excelente es aquella que obtiene los mejores resultados posibles
para todos los que tienen algún interés en la organización (clientes, sociedad,
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profesionales) mediante un liderazgo y planificación previa (calidad de dirección y
estratégica), con una orientación al cliente (calidad de servicio), obteniendo el desarrollo
e implicación de las personas (calidad de las personas) a través del aprendizaje, la
innovación y la mejora continua (calidad de adaptación), la gestión por procesos (calidad
de los procesos), el desarrollo de alianzas (calidad de asociación) y la responsabilidad
social (calidad comunitaria).
De los tipos de calidad en que se puede dividir la calidad global (figura 1), en el apartado
anterior se han definido la calidad de las personas, la calidad técnica y la calidad de
servicio. A continuación, se comenta la calidad de los procesos por su relevancia. El
resto, la calidad comunitaria (respuesta a las expectativas de la sociedad), adaptación
(el aprendizaje para crear innovación y oportunidades de mejora), asociación
(desarrollar alianzas que añaden valor), dirección (liderazgo), estratégica (planificación
basada en datos) no se trata en este capítulo, al escaparse de los objetivos del mismo.
1.3. La calidad de los procesos: la gestión por procesos y hechos
Una organización no es más que un grupo de personas (proveedores) haciendo cosas
(procesos) para servir a las necesidades de otras personas (clientes). Una organización
es mucho más efectiva cuando los procesos que la forman se gestionan con una filosofía
de mejora continua. Identificar los procesos, analizarlos y mejorarlos, debe formar parte
de las actividades habituales de todas las personas de la organización. Se denomina
gestión por procesos al conjunto de filosofía, estrategia y metodología basado en la
sistematización de los procesos.
Un proceso es una cadena de actividades dirigida a conseguir un resultado capaz de
satisfacer las necesidades o demandas del cliente. En un proceso existen tres
componentes: las personas, el propio procedimiento y el cliente. En todas nuestras
actividades siempre hay alguien que hace algo para otro.
Se pueden identificar diferentes tipos de procesos en una organización: clave,
estratégicos y de soporte (tabla 2). Los procesos clave, en los que se contacta con el
cliente externo, son los que desarrollan la misión de la organización. Los procesos
estratégicos son los que se relacionan con la planificación, estrategia y política de la
institución. Los procesos de soporte son aquellos no relacionados de forma directa con el
cliente, pero necesarios para los otros procesos.
Para cumplir con la misión de la organización (procesos clave) se necesita la ayuda de
procesos de soporte (que facilitan los recursos) y la dirección de los procesos
estratégicos (directrices estratégicas, guías de calidad).
En la gestión por procesos se habla de «proceso en control» cuando la misión del
proceso está definida y alineada con la misión de la organización, existe un propietario
del proceso, están descritos todos sus pasos, identificados los clientes y proveedores, y
descritos los indicadores para medir su efectividad y eficiencia.
La misión (objetivo del proceso) coincide con la actividad clave del proceso que da
respuesta a un requerimiento del cliente. Por ejemplo, el proceso de información en
recepción tiene la misión de informar (actividad clave) a los clientes desinformados
(requerimiento del cliente).
Todo proceso debe disponer de un propietario o gestor del proceso. El propietario del
proceso es aquella persona cuya actividad es esencial para el resultado global del mismo
y tiene la responsabilidad de mejorarlo de forma continuada. Para ello, necesita
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formación, compromiso directivo e información sobre el proceso. En el ejemplo anterior,
es el personal administrativo.
Es importante definir los pasos de un proceso, de forma detallada, describir las
actividades a realizar (operaciones), los puntos de toma de decisiones, los responsables
de cada actividad, el lugar y tiempo de las mismas. Se puede utilizar para ello un
diagrama de flujo. Existen herramientas informáticas que facilitan el uso de este tipo de
herramientas.
El diagrama se debe acompañar de las explicaciones necesarias para que cualquier
profesional entienda sus funciones.
Se deben definir también a qué clientes va dirigido el proceso (internos o externos) y los
diferentes proveedores y profesionales involucrados en el mismo.
Finalmente, se deben definir los indicadores que se utilizarán para medir el proceso. Es
importante plantearse previamente de donde se obtendrá la información, el responsable
y la periodicidad de recogida de los indicadores. Siempre que se pueda, debe obtenerse
un indicador del resultado del proceso (cumplimiento de la misión del mismo).
La gestión por procesos constituye un elemento estratégico de la excelencia, genera
sistematización, disminuye la variabilidad de la asistencia y profundiza en el
conocimiento del proceso mediante una metodología que permite su mejora continuada.
Tabla 10. 2. Gestión por procesos: definición y tipos
TIPO
Clave
DEFINICIÓN
Actividad en la que el cliente externo
tiene un contacto directo y obtiene un
beneficio del servicio.
Desarrollan la misión de la
organización.
PROCESOS








Estratégico
Fijan los objetivos y las pautas de
actuación generales.






Soporte
Facilitan los recursos necesarios a los
demás procesos






Programación
Atención al cliente
Atención domiciliaria
Atención en el centro
Técnicas de enfermería
Prestaciones
Derivaciones
Intervenciones comunitarias
Programa de atención comunitaria
Programa de atención al cliente
Programa de formación
Objetivos de la organización
Contrato de servicios con el
comprador
Guías para la práctica clínica
Laboratorio
Radiología
Mantenimiento
Contratación y Personal
Compras
Gestión de la documentación
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2. Plan de mejora continuada de la calidad. El
ciclo de la calidad
Uno de los principios de la excelencia es la mejora continuada de la calidad. Los modelos
de excelencia incluyen, entre sus planes, uno para la gestión de la calidad asistencial: el
plan de mejora continuada basado en proyectos de mejora.
Uno de los conceptos clave de la mejora continuada de la calidad es que la de la
atención sanitaria siempre se puede mejorar. La mayoría de los procesos asistenciales
son susceptibles de mejora. No resulta difícil encontrar aspectos concretos (proyectos de
mejora) que nos permitan aumentar la calidad de nuestra actuación.
2.1 Planteamiento y organización de un plan de mejora continuada
Para implantar un plan de mejora continuada de la calidad se debe definir su misión,
visión, líneas estratégicas, actividades a realizar, organización en el equipo, metodología
y herramientas que se utilizarán (lectura recomendada 5).
2.1.1 Misión y visión de un plan de mejora continuada de la calidad
El plan de mejora continuada es un conjunto de actuaciones planificadas, continuadas en
el tiempo e integradas en las actividades del equipo, dirigidas a obtener un nivel cada
vez más alto de calidad en todas sus dimensiones. De esta definición se deduce la misión
y la visión del plan de mejora. La misión es el abordaje de problemas, aspectos, áreas y
procesos susceptibles de mejora en la asistencia que recibe el cliente, de forma
sistemática, con una planificación y continuidad en el tiempo, e integración de estas
actividades en las tareas propias de los profesionales de forma que abarquen todos los
componentes de la calidad asistencial. La visión es la obtención de un nivel cada vez más
alto de calidad asistencial recibida por los clientes en todas sus dimensiones que
repercuta en una mejora de su nivel de salud y de su satisfacción.
En la atención a la salud no existe la calidad como un valor absoluto. Conseguir niveles
cada vez más altos de calidad de los servicios y mantenerlos, cuesta esfuerzo. Es
necesario un sistema organizativo que permita llevar a término las actividades
necesarias en AP. El plan de mejora continuada se basa, en gran parte, en los proyectos
de mejora. Un proyecto de mejora consta de varias fases: seleccionar un problema,
centrar el proceso afectado, analizar las causas, escoger las soluciones y monitorizar la
mejora.
La mejora continuada de la calidad proporciona la oportunidad de aumentar la calidad de
procesos que están funcionando pero que se pueden mejorar, y estaría indicada ante
situaciones concretas de defectos en el proceso asistencial o ante oportunidades de
mejora bien definidas.
2.1.2 Líneas estratégicas y actividades de un plan de mejora continuada
de la calidad
Las líneas estratégicas de un plan de mejora continuada son los principios de excelencia.
De ellos, los más relevantes son la orientación al cliente y al profesional, a los resultados
y la gestión por procesos.
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Las actividades de un plan de mejora continuada se concretan en las reuniones del
grupo de calidad y en los proyectos de mejora o intervenciones realizadas para la mejora
de la calidad asistencial. Éstos se basan en el ciclo de la calidad.
2.1.3 Organización de un plan de mejora continuada de la calidad
Aunque la calidad ha de ser un valor en el que participen todas las personas de un
equipo, en AP puede ser recomendable que la planificación de la mejora continuada esté
centralizada en un grupo de personas del equipo. Se trata del grupo de calidad, formado
por personas de diversos colectivos del centro, en número preferentemente inferior a
ocho, que se reúnen periódicamente para analizar el funcionamiento del equipo y utilizan
la metodología del ciclo de la calidad. La existencia de este grupo de calidad no es
obligatoria para organizar un plan de mejora continuada. En algunos equipos,
especialmente aquellos de dimensiones más pequeños, este papel lo asume el equipo
directivo.
La participación del profesional se fomenta mediante la implicación en equipos y
proyectos de mejora (grupos de personas que se constituyen para analizar problemas y
proponer mejoras).
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Zeithalm V, Parasuraman A, Berry L. Calidad total en la gestión de servicios. Madrid: Díaz
de Santos; 1993.
Lecturas recomendadas
1. Cottle D. El servicio centrado en el cliente. Madrid: Díaz de Santos; 1991.
Imprescindible para comprender cuáles son los elementos de la calidad que esperan los
receptores de los servicios, qué percepciones utilizan para evaluar la calidad, qué
características deben tener las organizaciones orientadas a los clientes y cómo se puede actuar
para mejorar la percepción que las personas tienen de la calidad de los servicios.
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2. Albrecht K. Servicio al cliente interno. Barcelona: Paidós; 1992.
En muchas organizaciones, unidades como servicios centrales o informática son percibidas
por sus clientes internos como un freno o una molestia. En este libro podemos aprender cómo
orientar los servicios que no tienen contacto con los clientes externos, para servir a los que sí
tienen dicho contacto a través de un plan de servicio al cliente interno.
3. García S. Dolan SL. La dirección por valores. Madrid: McGraw-Hill; 2003.
Recoge las tendencias más recientes acerca de la dirección de las personas. Cómo conducir
organizaciones a través de una dirección centrada en lo esencial y capaz de comprometer a
las personas en un proyecto de futuro. Escrito en un estilo muy dinámico, con muchos
ejemplos prácticos reales y ejercicios intercalados, su lectura es casi una diversión.
4. European Foundation for Quality Management. The EFQM excellence model. Bruselas:
EFQM; 2003.
Se trata de un manual para realizar la autoevaluación según el modelo europeo de excelencia
empresarial que la EFQM publica revisado periódicamente. Aquí, se pueden encontrar los
criterios y subcriterios para hacer la evaluación y aspectos metodológicos.
5. Comissió de millora de la qualitat de la Societat Catalana de Medicina Familiar i
Comunitària. Implantación de un plan de mejora de la calidad en la atención primaria de
salud. Barcelona: Bages Ampans; 1996.
Elaborado por profesionales asistenciales de AP, es una guía en un tono informal, que
contiene herramientas y recomendaciones prácticas para desarrollar actividades de mejora de
la calidad en los equipos de AP. Aporta los conocimientos básicos para el funcionamiento de
un plan de mejora en un CS. Es un libro de lectura ágil en el que se describe la metodología
de la mejora continua basada en proyectos de mejora.
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