San Gregorio Magno Doctor de la Iglesia, Papa

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San Gregorio Magno
Doctor de la Iglesia, Papa
Da de fiesta – 3 de septiembre
San Gregorio fue el primer monje elegido papa y el primer papa que estableció para la sede
apostólica y para el papa, la autoridad suprema de la Iglesia Universal sobre toda material
spiritual.
Nació de una familia acomodada y de influencia política en Sicilia y de una madre santa. Creció
en una familia saludable, llena de amor y se desarrolló dentro de un ambiente cristiano. Este fue
el panorama de trasfondo en su juventud.
Además de todo esto, las guerras sin fin entre las provincias italianas influenciaron el carácter del
joven Gregorio. De hecho, algunos de sus biógrafos dicen que este hecho contribuyó a la tristeza
que se puede entrever en sus escritos y a su énfasis en el fin de los tiempos. Aunque no
conocemos muchos de los detalles de su educación, sabemos que estudió la carrera de leyes. A
la edad de 30 añ0s, fue nombrado Prefecto de la ciudad de Roma y era muy conocido por su
talento como orador y por su inteligencia. Su familia tenía planes de Gloria política para este
joven.
Pero Gregorio se sentía atraído por las Sagradas Escrituras. Uno de sus pasatiempos favoritos
era escuchar con atención a los debates y discursos de los mayores de familia y de la Iglesia.
Después de una larga batalla interior entre su “llamado” y las expectativas que el mundo había
puesto sobre sus hombros, hizo la decisión de abandonarlo todo: las tierras, tesoro y propiedades
que sumaban alrededor de un millón y medio de dólares (una gran cantidad aún hoy día). Y
entró en el monasterio. Para esto entregó todo – su inteligencia, habilidades, su educación y su
experiencia y toda su energía. Los primeros tres años de vida religiosa los pasó en soledad en el
monasterio de San Andrés. En sus escritos nos dice que este fue el periodo más feliz de su vida.
En el año 578, el papa lo nombró uno de los siete diáconos de Roma y lo envió a la corte
Bizantina como embajador, como respuesta a la Guerra que había comenzado con intensidad.
Para combatir las tentaciones de la sociedad y de la intriga política que permeaba la atmósfera,
Gregorio mantuvo sus prácticas monásticas a plenitud, poniendo su confianza la espiritualidad
monástica como la llave de sus esfuerzos de evangelización. Y así fue que sucedió. Varios de
los monjes de San Andrés se le unieron y juntos vivieron la vida consagrada comunal, orando,
estudiando y compartiendo la fe, intuiciones Bíblicas e iniciando varios programas de formación
para los fieles. Algunos de sus escritos más famosos y de gran influencia provienen de esta
época. Fue llamado a Roma seis años después – y cumplió este mandato con obediencia. Luego
de su regreso, aplicó lo que había aprendido sobre la continua formación para todos los
monasterios que estaban bajo su jurisdicción. No es de sorprenderse que experimentaran
tremendo crecimiento spiritual. Ya formados en su fe, los monjes iban a todas las regiones del
área y del mundo a llevarles esta formación a los laicos.
Gregorio tenía un interés particular en evangelizar a los jóvenes de su época y el papa le dio
permiso para acompañar a los monjes en los viajes misioneros, debido a los reclamos de los
fieles que se habían acostumbrado a depender de él. El papa lo mando a buscar casi de
inmediato y de nuevo Gregorio obedeció. Al regresar fue nombrado consejero principal y
secretario del Papa.
En el 589 Italia sufrió una serie de desastres naturales. Las tormentas e inundaciones
destruyeron gran parte de los campos, las casas, edificios y graneros. La peste y enfermedad
atacó al pueblo. Muchos negocios fracasaron, la agricultura quedó destruida y las calles de las
ciudades estaban desoladas excepto por los cadáveres que esperaban ser enterrados. Mientras la
naturaleza continuaba su ataque contra la península italiana, Gregorio organizó una gran
procesión y para todo el pueblo de país. Comenzó en cada una de las siete regiones de la ciudad
y terminó en la Basílica de la Bienaventurada Virgen María. Todos los participantes oraron y le
pidieron a la Virgen María su intercesión para recibir el perdón de Dios y el fin de sus
sufrimientos. Sus oraciones fueron contestadas. Pero en medio de todo esto, en febrero del 590,
murió el Papa.
Con sorprendente rapidez, el clero eligió con unanimidad a Gregorio, el Abad más famoso de
San Andrés, como sucesor del Papa. No consultaron a Gregorio y no había nada que él hubiese
querido menos a que lo sacaran de su claustro para meterlo en medio de la política del mundo.
Rehusó la elección y de inmediato le escribió al emperador, recomendándole que no confirmara
la elección. El emperador le contestó seis meses después, confirmando su elección como papa.
Asombrado y asustado, Gregorio trató de escapar pero fue capturado y llevado de vuelta a la
Basílica de San Pedro. No sabemos que conversaciones y negociaciones ocurrieron, pero
podemos asumir que ganó el entendimiento sobre el poder y la gracia de la obediencia. Fue
consagrado como el Papa Gregorio el 3 de septiembre del 590.
Gregorio sirvió como Papa por 14 años y trabajó con una energía sobrenatural que parecía
multiplicar el trabajo de sus manos cien veces, a pesar de su batalla con su salud. Parecía que
nunca descansaba, sino que continuaba trabajando y escribiendo hasta largas horas de la noche,
como si presintiera que tena poco tiempo para completar todo lo que Dios haba puesto en su
corazón.
Publicó sus cuatro libros sobre el oficio de Obispo, donde describía al Obispo como el medico de
almas y comentaba con gran énfasis que sólo uno que ya hubiese probado su capacidad como
médico de almas, cuya vida estuviese ordenada con la disciplina spiritual, podía ser considerado
para tal posición. Enfatizó con urgencia la necesidad de que tal hombre estuviese dispuesto a
enseñar y corregir, teniendo en cuenta su propia debilidad y recordándole a sus lectores, que
mientras mayor era su trabajo, más peligro había de que fallara a causa de demasiada confianza
en si mismo.
Este libro ilumina la vida de Gregorio como Papa. Vivió a plenitud lo que profesaba y debido a
esto, sus predicas daban mucho fruto. Esto subraya el hecho de el entendía que una vida bien
vivida es la raíz del éxito de la evangelización. Sus enseñanzas han seguido siendo por siglos, el
fundamento de las enseñanzas católicas y todavía persiste en la esencia de la Iglesia Católica en
el mundo de hoy.
Aun como Papa, San Gregorio llevaba la vida de un simple monje. Despachó a todos los
sirvientes, pajes y otros ayudantes y los re-emplazó con clero. Cuidó de las necesidades de los
necesitados y refugiados de guerra, poniendo a su disposición las ventajas y todos los servicios
eclesiales de la iglesia que supervisaban el alimento a los hambrientos, la distribución de maíz y
grano y hasta mediando las situaciones militares de las naciones. Le llamó a este servicio, “El
oficio limosnero del clero”.
Por igual eran para él las necesidades espirituales de su rebaño; instituyó el Vía Crucis que
todavía se encuentra en le Misal Romano. Reunía al clero y a los laicos de a parroquia, y
procesaban juntos a la parroquia que era llamada por la estación donde Gregorio celebraba Misa
y predicaba. El conocía la Biblia de adentro a afuera y continuamente citaba de la Biblia
mientras hablaba y como Cristo enfatizaba las enseñanzas con parábolas e historias interesantes.
Su influencia actual en cuanto a muchas de las reformas de la liturgia romana y el Canto
Gregoriano, siguen siendo una cuestión polémica, pero no hay duda de que se le atribuya el
espíritu que creó estas reformas. El fue el que puso el Padre Nuestro antes de que se partiera la
Hostia Consagrada y quien permitió que el Aleluya se cantara antes del evangelio en el tiempo
ordinario. El definió la función de la liturgia y el ritual nuevamente estructurado, basándose en
la intención original de los Padres de la Iglesia.
Debido a las muchas demandas requeridas por ciertos nombramientos, con admirable sentido de
negocios y administración nombró presbíteros en posiciones claves, antes ocupadas por laicos,
Aquellos que nombró debían de llenar las sedes desocupadas, facilitar sínodos, responder
vigorosamente contra las herejías, supervisar las iglesias y monasterios de su área, rectificar
abusos y ejercer la disciplina eclesiástica. Ningún detalle pasaba desapercibido para Gregorio
quien escribía instrucciones y contestaba cada queja. Entendía su función como vicario de Cristo
y Pedro y estaba decidido a que hubiese una administración justa. Esperaba que sus sacerdotes y
obispos demostraran con su conducta que entendían esto muy bien.
Bajo su supervisión el patrimonio de la Iglesia progresivamente aumentó en valor. Sin embargo,
debido a su gran caridad la banca estaba constantemente vacía – confirmando su opinión de que
era el administrador de las propiedades del pobre y nunca era suficiente lo que hacía por ellos. .
Al final de su vida, sus enfermedades y las debilidades de su cuerpo lo vencieron. El 12 de
marzo del 604, Gregorio se fue al reino de su Padre Celestial. Fue enterrado el mismo día frente
a la sacristía de la Basílica de San Pedro. Muchos años después el Venerable Beda escribió esta
frase en su tumba: “Cónsul Dei”.
Es importante que sepamos que Gregorio no era filósofo ni teólogo en el estricto sentido de la
palabra. El era un monje, un sacerdote fiel que se convirtió en un líder de hombres, y sin duda
alguna en médico de almas. Gregory afirmó en los corazones de todos los hombres, la seguridad
de que la silla de Pedro es la autoridad singular y decisiva en la Iglesia Católica en toda materia
relacionada al Espíritu.
San Gregorio, ¡ora por nosotros!
References
“ Consul of God,” Jeffrey Richards, Routelege & Keatland Paul,
London, 1980
“Gregory I”, F.L. Cross, The Oxford Dictionary of the Christian Church, Oxford University
Press, NY, 2005
“Nimbus,” G. Gietmann, The Catholic Encyclopedia,
Robert Appleton Co., NY, 1911
“ The Dialogues of Saint Gregory the Great,” Edmund Gardner, Evolution Publishing,
Merchantville, NY, 1911
“The Secret Archives of the Vatican, Maria Luisa Ambrosini, Mary Willis, Barnes & Noble
Publishing, 1996
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