LA OTRA CARA DEL DEPORTE C odo de tenista, más propio de aficionados que de profesionales Rod Laver, el primer tenista que ganó los cuatro torneos del Grand Slam -Open de Australia, Roland Garros, Wimbledon y Open USA- era conocido en el mundo del deporte por su impresionante antebrazo izquierdo (era zurdo), casi el doble de grande que el derecho. Este australiano daba mucha importancia a la prevención de las lesiones, por ello calentaba de forma adecuada antes de efectuar golpes potentes y realizaba ejercicios para fortalecer los músculos: siempre llevaba consigo una pelota de tenis y en sus ratos libres la apretaba con fuerza con la mano izquierda. Todo tenista debería prevenir, muy especialmente, la aparición de una patología conocida como epicondilitis lateral, la lesión más habitual entre aquellos que practican esta actividad. Según datos estadísticos de la Mutua General Deportiva (MGD) las lesiones en el codo en la práctica del tenis tienen una prevalencia del 34%. De éstas, el 90% se corresponden con epicondilitis, síndrome que cursa con dolor en la parte externa del codo y que desde hace décadas los traumatólogos han vuelto a bautizar con el nombre de codo de tenista. El codo de tenista o epicondilitis es una lesión de los músculos y tendones en la cara lateral externa del codo, debido a un sobreesfuerzo repetitivo de la zona. Así, la contracción de las fibras musculares del antebrazo suele generar una tensión localizada en los puntos de inserción de los tendones en el hueso del codo. De entre los diferentes tipos de epicondilitis, la más habitual en el tenista es la lateral, resultado de un uso excesivo de los tendones extensores del antebrazo, particularmente del músculo extensor corto del carpo. Es más frecuente en el jugador amateur que en los deportistas de élite y aparece, habitualmente, a consecuencia de una mala técnica del golpe de revés (golpear la pelota a contragolpe, cargando la energía sólo en el antebrazo, en lugar de utilizar todo el brazo, desde el hombro). También hay que prestar atención a la ejecución correcta del saque de smatch, donde se combinan pronación -palma hacia abajo- y flexión rápida de la muñeca, cargando la fuerza sobre los tendones extensores del antebrazo. De vuelta al estudio que nos ocupa, la epicondilitis en deportistas, tanto aficionados como profesionales, se reparte por edades de la siguiente manera: de los 20 a los 30 años, la sufren el 10% del total de afectados; de los 30 a los 40, el 25%; de los 40 a los 50, el 50%, y de los 50 a los 60 años, el 15%. Cabe destacar que la mayoría de investigaciones revelan que la incidencia de la epicondilitis en tenistas es cinco veces superior a la media que se observa en otros deportes. E L M AT I Z Aunque los especialistas en medicina del deporte continúan tratando bastantes casos de codo de tenista, la incidencia de esta patología ha ido disminuyendo significativamente en los últimos años. La explicación a este hecho se basa en dos cuestiones básicas. Por un lado, se han descubierto nuevos materiales para la fabricación de los elementos necesarios en la práctica del tenis (raqueta, bola, pista, etc.), mucho más inofensivos para la salud del cuerpo humano y que se adaptan a las condiciones de cada uno (edad, constitución, etc.). Por otra parte, hoy en día los monitores deportivos son profesionales muy preparados y entrenados específicamente en esta actividad, con lo que están en condiciones de transmitir la técnica adecuada a los principiantes y se ven obligados a iniciar a sus alumnos en la ejecución de ejercicios preventivos que eviten estas lesiones. 88 SEPTIEMBRE 633 2006