Entidad que profiere el fallo: TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE BOGOTÁ D.C. SALA CIVIL. No. de Radicación: 111999005601 Fecha: 10 DE MAYO DE 2004 Demandante: GRANAHORRAR Demandado: VICTOR MANUEL CARVAJAL Tipo de Proceso: EJECUTIVO HIPOTECARIO Descripción: Es evidente que desde la fecha en que se produjo el vencimiento anticipado del pagaré (2 de diciembre de 1998), hasta el día en que se notificó el mandamiento de pago al curador ad litem de los ejecutados (2 de mayo de 2003), transcurrió un plazo superior a tres años que es el término de prescripción de la acción cambiaria directa establecida en el art. 789 del C.Co. Adicionalmente, el acreedor no satisfizo la carga procesal que le imponía el art. 9 del C.P.C, toda vez que no logró intimar a sus deudores de la orden de apremio dentro de los 120 días siguientes al 21 de enero de 1999, fecha del auto de mandamiento. Por lo tanto, se configuró la figura de la prescripción. “La prescripción extintiva, por regla, se cuenta desde que la obligación se hizo exigible, lo que quiere significar que el plazo respectivo corre desde el momento en que el acreedor pueda demandar de su deudor el cumplimiento del deber de prestación, principio que no sufre excepción en materia cambiaria, toda vez que el ejercicio de la acción para obtener el pago del importe de un título valor, está igualmente condicionado a la mencionada exigibilidad” (comillas citadas dentro del texto). Por ende, si la prescripción comienza a correr a partir de un hecho objetivo como es la exigibilidad de la obligación, esta no puede quedar al arbitrio del acreedor, sino que emerge del deber de prestación mismo y, específicamente, de las circunstancias de tiempo en que ha de ser cumplido. Al fin y al cabo, ese modo de extinguir las obligaciones sanciona al acreedor negligente en el ejercicio de su derecho. TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE BOGOTÁ SALA CIVIL DE DECISIÓN Bogotá D.C., diez (10) de mayo de dos mil cuatro (2004) Magistrado Ponente: MARCO ANTONIO ÁLVAREZ GÓMEZ (Discutido y aprobado en sesión de 30 de marzo de 2004). Decídese el recurso de apelación interpuesto por la parte demandante contra la sentencia de 11 de diciembre de 2003, proferida por el Juzgado 11 Civil del Circuito de la ciudad dentro del proceso de la referencia. ANTECEDENTES 1. El Banco Granahorrar Banco Comercial S.A. solicitó de Víctor Manuel Carvajal y Marleny Delgado Zambrano, el pago de 3.097.0758 Upac, por concepto de capital incorporado en el pagaré No. 61773-3 suscrito el primero de junio de 1994, con vencimientos ciertos y sucesivos que finalizaban el mismo día y mes de 2009, junto con “los intereses moratorios a la tasa de 16.50% anual, “desde el primero de junio de 1998 hasta cuando el pago se verifique” (fl. 93, cdno. 1). Con ese propósito, demandó la venta en pública subasta del apartamento 404 y del garaje 113 que forman parte del conjunto residencial Portal de Techo III, ubicado en la carrera 71 No. 2ª 66 de la ciudad, distinguidos con las matrículas inmobiliarias Nos. 50S-40150737 y 50S40150271, respectivamente, los cuales fueron gravados con hipoteca constituida mediante la escritura pública No. 2111 del 12 de abril de 1994, otorgada en la Notaría 20 de la ciudad. 2. El juez de primera instancia libró mandamiento de pago en la forma solicitada (auto de 19 de enero de 1999; fl.98, cdno. 1), providencia que fue notificada a los demandados el 2 de mayo de 2003, a través de curador ad litem (fl. 162, ib.), quien formuló la excepción de “prescripción de la acción cambiaria” (fls. 1 y 2, cdno. 2). 3. La entidad ejecutante, por vía de reforma de la demanda, solicitó que se librara mandamiento de pago por 460.172,7600 Uvrs, como “saldo insoluto de la obligación”, más los intereses moratorios a la tasa del 19.65% efectivo anual, desde el primero de agosto de 2000, pretensión que soportó en la Ley 546 de 1999, así como en las sentencias de la Corte Constitucional y el Consejo de Estado. Sostuvo que se había aplicado “a la obligación a cargo de los ejecutados con fecha de primero de enero de 2000, la suma de $13.114.988.oo” circunstancia que dio lugar a que el saldo insoluto de la obligación, que era de 3097.0758 Upac (497.932,3081 Uvrs), se redujera a la cantidad de 476.159.1800, monto que, a su vez, disminuyó a 460.172.7600,oo, pues resolvió “prescindir del cobro de 7 cuotas mensuales correspondientes al período comprendido entre el primero de enero y el primero de julio de 2000, inclusive” (fls 169 a 173, cdno. 1). LA SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA El juez de conocimiento declaró probada la excepción de prescripción y, en consecuencia, dio por terminado el proceso (fl. 23, cdno. 2). Estimó que si bien la fecha de “vencimiento final de la obligación se acordó para el día primero de julio de 2009, no se puede ignorar que también se acordó una cláusula de aceleración “, lo que significa que con la presentación de la demanda el 18 de diciembre de 1998, no solo se “aceleró el plazo señalado en el título valor, sino que también dio paso para que empezara desde ese mismo instante a correr el término de prescripción de la acción cambiaria”. Por ende, “la actora estaba obligada a notificar a la ejecutada dentro de los 120 días siguientes a la fecha de notificación por estado de la orden de pago, la cual se realizó el día 21 de enero de 1999”, carga que no fue cumplida toda vez que dicho acto “se verificó el día 2 de mayo de 2003” (fls. 17, 18 y 20, cdno. 2). De otra parte, señaló que “no obstante haberse admitido en su momento la reforma de la demanda…, para analizar la defensa propuesta se tendrá en cuenta únicamente la demanda inicial”, pues la parte ejecutante no podía sustituir en forma total la pretensión ejecutiva, como lo hizo (fl. 20, cdno. 1). Finalmente, precisó que el abono aplicado al crédito en los términos de la Ley 546 de 1999, “no tiene la virtualidad de interrumpir la prescripción y menos darle un efecto que la ley no ha previsto”. Añadió que “la reliquidación no debe tener influencia ni para interrumpir o renunciar a la prescripción”, pues “sería ilógico decir que el propio actor se hace un abono para que surta los efectos de la interrupción”, máxime cuando “ninguno de los accionados reconoció la obligación de manera expresa o tácita y la interrupción civil no operó” (fl. 22, cdno. 2). EL RECURSO DE APELACIÓN La parte ejecutante, con el propósito de obtener la revocatoria del fallo, argumentó que “la reforma de la demanda no merece reparo alguno”, porque “lo que se hizo fue disminuir las pretensiones originales…, reduciendo el capital y los intereses cobrados”. Indicó que el juez a quo, al haber aceptado dicha reforma, no incurrió en error y, por tanto, “su determinación de privar de todo efecto a la reforma, es totalmente improcedente”. Añadió que esa circunstancia implicaba “un replanteamiento de los términos iniciales de la misma, que le es oponible en toda su extensión a las partes y al juzgador” (fls. 6 y 7, cdno. 3). Por último, aseguró que la prescripción se interrumpió con la notificación de la reforma de la demanda (28 de mayo de 2003), es decir, “con anterioridad al vencimiento de los tres (3) años que son necesarios para que se configure este medio exceptivo” (fl. 7 vlto, cdno. 3). CONSIDERACIONES 1. Varias razones de orden jurídico y fáctico, le imponen al Tribunal el deber de confirmar la sentencia materia de apelación, a saber: a) En primer lugar, es evidente que desde la fecha en que se produjo el vencimiento anticipado del pagaré (2 de diciembre de 1998; fl. 96, vlto., cdno. 1), hasta el día en que se notificó el mandamiento de pago al curador ad litem de los ejecutados (2 de mayo de 2003; fl. 162, ib.), transcurrió un plazo superior a 3 años, que es el término de prescripción de la acción cambiaria directa establecido en el artículo 789 del Código de Comercio. También es incontestable que el acreedor demandante no satisfizo la carga procesal que le imponía el artículo 90 del C.P.C., en la versión anterior a la Ley 794 de 2003, toda vez que no logró intimar a sus deudores de la orden de apremio dentro de los 120 días siguientes al 21 de enero de 1999, fecha en que se notificó por estado el auto que incorpora el respectivo mandamiento (fls. 98 y 99, cdno. 1). Adviértase que el Tribunal, lo mismo que el Juzgado, no toma como punto de partida para el cómputo del plazo prescriptivo, la fecha en que, según el Banco demandante, los deudores incurrieron en mora (1º de junio de 1998; fls. 93 y 95, cdno. 1), pues es doctrina repetida de esta Sala que si la aceleración del plazo se pactó como una facultad del acreedor – como en el evento sub lite (fl. 2, vlto. Ib.)- es necesario que su ejercicio se materialice frente a la parte obligada, razón por la cual, de no existir un requerimiento extrajudicial, la demanda servirá como detonante del vencimiento anticipado del título1. Por consiguiente, hizo bien el Juzgado en abrirle paso a la excepción propuesta por el curador, dado que, efectivamente, la acción cambiaria derivada del pagaré que soporta la ejecución, se encuentra prescrita. 1 Sents. De 16 y 18 de diciembre de 2002. Exps. 0419 y 3639, respectivamente, entre otras. b). En segundo lugar, discute la parte recurrente que el plazo de prescripción debe contarse desde el primero de agosto de 2000, toda vez que en virtud de la reforma de la demanda se redujo el valor de la obligación como consecuencia del abono que se aplicó en cumplimiento de lo dispuesto en la Ley 546 de 1999, así como por haber prescindido el Banco del “cobro de 7 cuotas mensuales correspondientes al período comprendido entre el primero de enero y el primero de julio de 2000, inclusive” (fls. 163 y 169, cdno. 1). Sin embargo, tal propuesta parte de una premisa equivocada, como quiera que “la prescripción extintiva, por regla, se cuenta desde que la obligación se hizo exigible (inc. 2º, art. 2535 C.C.), lo que quiere significar que el plazo respectivo corre desde el momento en que el acreedor puede demandar de su deudor el cumplimiento del deber de prestación, principio que no sufre excepción en materia cambiaria, toda vez que el ejercicio de la acción cartular para obtener el pago del importe del título (num. 2º, art. 780 y 782 C.Co.), esta igualmente condicionado a la mencionada exigibilidad”, desde luego que la fecha de vencimiento “tiene por función señalar el día en que el tenedor legítimo del instrumento negociable, puede ejercer el derecho consignado en el él”2. Por ende, si la prescripción comienza a correr a partir de un hecho objetivo como es la exigibilidad de la obligación, ésta no puede quedar al arbitrio del acreedor, sino que emerge del deber de prestación mismo y, específicamente, de las circunstancias de tiempo en que ha de ser cumplido. Al fin y al cabo, ese modo de extinguir las obligaciones sanciona al acreedor negligente en el ejercicio de su derecho. De allí, entonces, que no puedan las partes disponer ni de los plazos prescriptivos, ni de las reglas que gobiernan su cómputo 3, toda vez que ese fenómeno es asunto reservado a ley, que lo regula en normas imperativas, en cuanto comprometen el orden público. Desde esta perspectiva, si la obligación se hizo exigible – por la aceleración del plazo – el 18 de diciembre de 1998, es a partir de esta fecha que debe computarse el plazo trienal de prescripción a que se refiere el artículo 789 del Código de Comercio, sin que pueda el acreedor evitar que – por ese modo – se extinga su derecho, recurriendo al expediente de “prescindir” del cobro de una parte de la obligación, hecho que tan sólo constituye una remisión o condonación parcial de la deuda, pero que no compromete su exigibilidad. A este respecto, memórese que según el artículo 41 de la Ley en cuestión, “el Gobierno Nacional abonará a las obligaciones el monto total de la diferencia que arroje la reliquidación indicada en el numeral anterior, mediante la entrega de los títulos a que se refiere el parágrafo 4o del presente artículo”, materializando así la inversión que el legislador dispuso en el artículo 40, norma que, para despejar toda duda, precisa que el abono a las obligaciones contraídas con el sistema financiero por quienes se sirvieron del crédito para acceder a su vivienda, lo hará el Estado Colombiano. Puestas de este modo las cosas, aunque es cierto que la reforma de la demanda puede ser utilizada para reducir el monto cuantitativo de la pretensión, ese acto procesal no quita ni pone 2 3 Tribunal Superior de Bogotá. Sent. 4 de diciembre de 2002. Exp. 9201 01. Cfme: C. S. J. Cas. Civ. de 22 de enero de 1991. ley a la hora de establecer si se consumó o no la prescripción, por lo menos en casos como el que ocupó la atención del Tribunal, en que la disminución del capital obedece a actos ajenos a los ejecutados. Y si a lo anterior se agrega que la reforma de la demanda fue extemporánea, pues el escrito respectivo no se allegó al Juzgado de conocimiento sino a otro despacho judicial (40 Civil del Circuito; fl. 177, cdno. 1) – desde luego que todo memorial deber ser presentado ante el Juez de la causa, como se desprende del artículo 107 del C.P.C - , fuerza concluir que la decisión de primer grado se encuentra ajustada a derecho. 2. Por consiguiente, se confirmará la sentencia objeto de apelación. DECISIÓN Por mérito de lo expuesto, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá D.C., Sala Civil de Decisión, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley, CONFIRMA la sentencia de 11 de diciembre de 2003, proferida por el Juzgado 11 Civil del Circuito de la ciudad dentro del proceso de la referencia. NOTIFÍQUESE. MARCO ANTONIO ÁLVAREZ GÓMEZ Magistrado RODOLFO ARCINIEGAS CUADROS Magistrado CLARA BEATRIZ CORTES DE ARAMBURO Magistrada