Intervención arqueológica en el tramo sur de la muralla de Madinat

Anuncio
214
Intervención arqueológica en el tramo sur de
la muralla de Madinat al-Zahra. 2007-2008
Antonio Vallejo
Arqueólogo, Director del Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra
La intervención arqueológica presentada en este artículo ha permitido la obtención de nuevos
datos sobre la ciudad califal de Madinat al-Zahra, despertando gran interés en el seno de la
comunidad científica pero también en la opinión pública. Los trabajos de campo, dirigidos
por Antonio Vallejo, financiados por el Instituto del Patrimonio Cultural de España y supervisados por técnicos de dicha institución, finalizaron en septiembre de 2008 proporcionando
como resultado más significativo la localización de una mezquita junto a la muralla. Se trata
de un edificio que presenta un excepcional estado de conservación. Consta de un atrio que
da paso al patio, desde donde se accede a través de tres puertas al espacio cubierto, distribuido en tres naves. En el muro de cierre de la mezquita o quibla se encuentra el mirhab de
forma poligonal. En la esquina suroeste, junto a la entrada, se levanta el alminar, rematado por
almenas. Todo el recinto está circundado por una acera construida con sillares de piedra.
A la izquierda, inicio de los trabajos arqueológicos en el corte 1.
Introducción 1
Madinat al-Zahra fue fundada por el primer califa de al-Andalus, Abd al-Rahman III, en el año 936. La nueva
urbe se emplazó al oeste de Córdoba, a unos 8 kilómetros en línea recta de su amurallado occidental, en las
últimas estribaciones de Sierra Morena que cierran por el norte el valle del Guadalquivir. La adaptación a esta
ubicación de pie de monte determina la disposición de las edificaciones en tres grandes terrazas superpuestas,
de las cuales, las dos superiores corresponden al Alcázar, en una situación preeminente sobre la terraza inferior,
ocupada por el caserío urbano y la mezquita. Esta disposición de la ciudad queda enmarcada en un recinto
geométrico casi perfecto que se destaca en la fotografía aérea y que posee unas dimensiones monumentales:
1515 metros de longitud en sentido este-oeste y 745 metros en sentido norte-sur.
Tras un periodo de intensa actividad, la ciudad comenzó su decadencia en las últimas décadas del siglo X y,
entre los años 1010 y 1013, con el desarrollo de la fitna, se inició su destrucción. En repetidas ocasiones se
utilizó como cuartel general de operaciones contra Córdoba de los distintos contendientes en litigio al título
califal.
La sistemática expoliación de la arruinada urbe dio comienzo en ese momento y se acentuó tras la conquista
castellana de Córdoba en 1236, que significó la explotación indiscriminada de los restos de la ciudad como
cantera.
Las fuentes escritas se hicieron eco de esta situación corroborando el intenso proceso de expolio que afectó,
en primer lugar, a las grandes construcciones palaciegas y al recinto defensivo. Así lo afirma Ambrosio de
Morales quien ya en el siglo XVI se convierte en un testigo excepcional de esta actividad, describiendo también
las estructuras que se mantenían a pesar del paso del tiempo y de la acción de los nuevos constructores. De
este modo, alude a la muralla de la madina de la que pudo observar aún en pie parte de sus lienzos y torres.
Tras un infructuoso intento de excavación por Pascual de Gayangos y Pedro de Madrazo, a mediados del
siglo XIX, habrá que esperar hasta la segunda década del siglo XX para que en Madinat al-Zahra se inicien los
trabajos arqueológicos bajo la dirección del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco. Esta actividad será continuada
215
ARCHEOLOGICAL INTERVENTION IN THE SOUTHERN
SECTION OF THE WALL AT MADNAT AL-ZAHRA: 2007-2008
Antonio Vallejo
Archaeologist, Director of the Archaeological complex of Madinat
al-Zahra
The archeological intervention presented in this article
has made possible the obtaining of new data about the
Caliphal city of Madinat al-Zahra, awaking tremendous
interest within the scientific community but also in the
general public. The most significant result of field work
en las décadas siguientes por Félix Hernández y,
posteriormente, por Rafael Manzano.
Estos trabajos arqueológicos se desarrollaron con
exclusividad en la zona del Alcázar. Al exterior de este
ámbito excavado, el conocimiento de la medina era
muy limitado y descansaba básicamente en el plano
topográfico levantado en 1924 por F. Hernández,
del que se desprende la existencia de una doble
muralla y, más recientemente, en la restitución de la
ciudad realizada por S. López-Cuervo a partir de las
fotografías aéreas verticales.
En los últimos años, el recurso a la fotografía aérea
con película infrarroja y a la prospección arqueológica
ha venido a renovar este conocimiento. Especialmente importante ha sido la realización de una
prospección geofísica en el tramo oriental de la
muralla meridional entre los años 1996 y 1997, en la
que se han combinado las técnicas de resistividad
eléctrica y magnetometría. Los objetivos de esta prospección se centraron básicamente en tres aspectos:
n
confirmar la localización de la muralla meridional
y conocer su estructura.
n localizar una hipotética puerta en ese tramo y
n conocer el patrón de asentamiento existente en el
interior de la medina en la contigüidad de la muralla.
Estos objetivos venían guiados por los intereses de
la investigación y el conocimiento, pero no exclusi216
finalized in September of 2008 is the localization of a
mesquite against the wall. This concerns a building
which offers an exception state of conservation. It consists of an atrium which leads to a courtyard, from
where one can access the covered sections through
three portals, leading to three naves. On the enclosing
wall or quibla, the mirhab is found in a polygonal form.
In the southeast corner, against the entrance, the
minaret rises, finished off with merlons. The entire area
is surrounded by a walkway constructed with stone
ashlars.
vamente. La construcción de la nueva sede institucional del Conjunto Arqueológico en una parcela
situada al sureste de la ciudad califal, y fuera de su
ámbito, suponía, además de una reorganización de
la gestión interna del yacimiento, la posibilidad de
ordenar las formas de aproximación e itinerarios de
visita a Madinat al-Zahra. Se hacía necesaria, por
tanto, una intervención arqueológica que respondiera
a las cuestiones planteadas y que permitiera recuperar el acceso desde el sur, a través de uno de los
caminos históricos a la ciudad califal, puesto que la
nueva infraestructura se ha instalado en la proximidad del trazado de una de las vías principales que
abordaban la urbe por la muralla meridional.
Entre otros resultados del mayor interés, la prospección reveló que la muralla englobaba un conjunto de
estructuras mucho más denso de lo que previamente
se había supuesto, pareciendo alguna de ellas anterior a la construcción del recinto murado 2. En este
sentido, se obtuvieron evidencias de una edificación
que, por su orientación sureste, se identificó como
un oratorio o mezquita 3.
La prospección señaló también la presencia hipotética de dos puertas. Una, se sitúa aproximadamente
en el centro de la muralla meridional, y su localización se define por ser el punto en el que el trazado
de un camino interior intercepta con la cerca. Por
su posición axial, correspondería hipotéticamente a
la puerta principal de la ciudad. La segunda puerta
Página anterior, resultados de la prospección geofísica
realizada por Terra Nova Ltd. entre los años 1996-1997:
1 Planteamiento de las áreas de prospección geofísica
2 resultado de la prospección
3 Interpretación de los resultados
A la izquierda, plano con la ubicación de los cinco
sondeos arqueológicos.
Debajo, fotografía aérea de los resultados finales de
la intervención arqueológica: Cortes 1, 2, 3 y 4.
se emplazaría supuestamente al este de la anterior,
aunque es mucho más dudosa en la imagen geofísica. Las fuentes islámicas, por su parte, señalan
sólo una puerta principal de comunicación de la ciudad con el exterior, se denomina Bab al-Sura (Puerta
de la Estatua) y se abre en la muralla meridional,
probablemente en su tramo central. Esta puerta
constituía el acceso monumental y protocolario al
interior de la medina califal y, por tanto, era la
entrada obligada de las embajadas que llegaban a la
ciudad desde Córdoba a través del llamado “camino
de las Almunias”.
1. La intervención arqueológica
Metodología
La metodología a seguir en esta intervención arqueológica debía de tener muy presente dos hechos fundamentales. En primer lugar, que era la primera vez
que se excavaba en la medina propiamente dicha y,
en segundo, que debía actuarse teniendo en cuenta
los procesos bien documentados tanto de su fundación como de su posterior expolio y abandono.
Ambos factores debían constituirse en un referente
ineludible, puesto que la medina no fue ajena a los
procesos ya estudiados para la zona del Alcázar.
La primera cuestión a resolver era la ubicación exacta
de los sondeos arqueológicos. En función de los elementos evidenciados por la prospección geofísica se
proyectaron cinco. Tres de ellos presentaban unas
dimensiones de 35x20 metros, mientras que los dos
restantes se ampliaban a 50x20 metros. En principio,
el mantenimiento de esa importante anchura en todos
los sondeos se justificaba tanto por la necesidad de
comprobar la posible existencia de caminos internos y de las torres exteriores, como por delimitar en
planta las terreras procedentes del expolio histórico
de la muralla junto a las estructuras intramuros.
El primero de estos sondeos se situó en la esquina
oriental de la zona a excavar, para hacerlo coincidir
con la estructura de orientación sudeste documentada
mediante la prospección. A partir de éste, se ubicaron
los restantes de manera lineal y equidistante entre
ellos, dejando una separación de 10 metros.
Puesto que esta excavación suponía el inicio de los
trabajos arqueológicos en la medina y desconocíamos,
por tanto, la estratigrafía del yacimiento, se decidió
la subdivisión del sondeo 1 en sectores, con el fin de
conocer y evaluar mejor dicha estratigrafía, y en
función de los resultados obtenidos plantear, en su
caso, una modificación en la ubicación del resto de
los cortes.
La rápida aparición de estructuras conllevó tanto la
eliminación de los testigos como la confirmación de
que el emplazamiento planteado desde el principio
para los mismos había sido el correcto. Las estructuras
documentadas conformaban un gran edificio que,
por su orientación, se correspondía claramente con
217
una mezquita. De esta forma, se ratificaban los resultados aportados por la prospección geofísica. Esta
orientación NE-SE implicó la ampliación del corte 1
con el fin de incluir la esquina norte del edificio.
Además de esta edificación se registraron otros restos
constructivos de menor entidad y carácter doméstico junto con la muralla de la ciudad, uno de los objetivos prioritarios de la intervención arqueológica, y
una gran calzada que se adosaba sobre la misma.
Las particulares características constructivas de
cada uno de estos elementos y los distintos avatares
sufridos a lo largo del tiempo determinaron un proceso de excavación complejo, que debía resolver dos
cuestiones importantes. En primer lugar, el expolio
de la muralla y la mezquita, y en segundo, el posterior
derrumbe de las estructuras abandonadas cubriendo
gran parte de las mismas.
En cuanto al expolio, tuvimos en cuenta el diferente
grado sufrido por la muralla y la mezquita. En el primer caso, al tratarse de una estructura de carácter
masivo, la gran calidad y el tamaño de los sillares
empleados conllevó el robo de la estructura casi en
su totalidad, alcanzando incluso, en algunos puntos,
la cimentación. La mezquita, en cambio, presenta
un grado de expolio considerablemente menor lo
cual supone que, tras su abandono, el derrumbe de
los muros no expoliados ocultó una buena parte de
su planta.
La estrategia de intervención en la muralla implicó
la delimitación de la fosa de expolio en planta, diferenciando bien el espacio correspondiente a los
rellenos que la habían colmatado a lo largo del tiempo
respecto del perteneciente a las construcciones de
la medina.
En la mezquita, la situación era más compleja puesto
que el proceso de expolio no había afectado por
igual a toda la estructura. Procedimos, en primer
lugar, a la delimitación en planta del edificio, que se
encontraba parcialmente cubierta por los derrumbes
de los muros. Estos derrumbes permitieron identificar el sistema de cobijo, mediante arcos singulares,
de los vanos que comunicaban entre sí las naves del
oratorio, pues sus dovelas caídas permanecían unidas por el mortero de cal. El siguiente paso fue la
retirada de los sillares caídos que ocupaban toda la
superficie, de manera que en ese momento se pudo
documentar el expolio, hasta niveles de cimentación,
de la qibla y el mihrab. Por el contrario, el resto de
los muros conservaba, al menos, una o dos hiladas
sobre el nivel de suelo.
Bajo el derrumbe se documentó la cubierta de teja
casi completa de la mezquita, ocultando los suelos
218
de las naves y el pavimento del patio en las zonas
limítrofes a sus muros.
Tras la excavación se hizo necesaria la protección de
los restos documentados, realizando un tratamiento
diferente en dos zonas, la correspondiente a la mezquita y la del resto, coincidente con los cortes 2, 3, 4
y 5. La mezquita se cubrirá con una estructura metálica y de policarbonato que garantizará su conservación y el acceso al edificio. Los demás cortes, por el
contrario, han sido objeto de un proceso distinto consistente en el tapado de las estructuras con una
lámina de geotextil y gravas de mediano tamaño, de
manera que queden perfectamente diferenciados los
restos arqueológicos de los aportes contemporáneos.
El estudio carpológico y antracológico
De forma simultánea a la intervención arqueológica
se procedió a la toma de muestras para el posterior
estudio antracológico (análisis de los carbones) y
carpológico (estudio de las semillas). El objetivo no
es otro que determinar la vegetación existente
durante el periodo de ocupación de la ciudad y su
posterior evolución.
Para la recogida de estos restos se recurrió a un proceso de flotación de un porcentaje de las unidades
sedimentarias documentadas durante la excavación.
Como es sabido, este sistema consiste en la aplicación
de una potente corriente de agua al sedimento que
provoca que carbones y semillas, debido a su menor
peso específico, floten y puedan recogerse para proceder, a continuación, a su secado y posterior estudio.
Al tratarse de la primera excavación en el ámbito de
la medina, realizada con metodología científica, se
procedió a la recogida de muestras de todas y cada
una de las unidades estratigráficas identificadas y
susceptibles de análisis. El esfuerzo que ha supuesto
semejante sistematización tenía como objetivo la
determinación de cuáles son las unidades más susceptibles de aportar este tipo de información, para
así, en futuras campañas de excavación, poder ser
más selectivos a la hora de plantear la recogida de
muestras.
Interpretación de los resultados
La excavación de los cinco sondeos arqueológicos
ha aportado interesantes resultados para el conocimiento de la ciudad, que se plasman en diferentes
estructuras arquitectónicas.
Muralla
Debido al intenso expolio sufrido a lo largo de los
siglos, la muralla se encuentra completamente desaparecida. De hecho, tanto sus dimensiones como
la secuencia seguida en la distribución de las torres
Ampliación del corte 1 con el objetivo de incluir la totalidad de la mezquita.
han sido inferidas a partir de la gran fosa de expolio
documentada en todos los sondeos, puesto que sólo
se conservan, excepcionalmente, algunos sillares de
la primera hilada de dos torres en los cortes 3 y 4.
bien contamos con dos nuevas excepciones. La primera se produce entre las torres del corte 2, que se
distancian 10’6 m., y la segunda, en el corte 3,
donde el intervalo se sitúa en 11’6 m.
La cimentación de la muralla ha podido ser registrada
en el corte 1. Se construye mediante sillares dispuestos a tizón cuyas juntas se rellenan con mortero
de cal mezclado con cantos. Alcanza una anchura
máxima de 2’66 metros y sobre ella se levanta el
resto del alzado que, obviamente, debe de tener
menor anchura, aunque no podemos precisarla con
exactitud debido a su expolio.
Mezquita
Documentada en el corte 1, la mezquita se construye en su totalidad con sillería de piedra dispuesta en
un aparejo de soga y tizón, cuyas piezas se traban
con un mortero rico en cal. Los muros que la forman
alcanzan un grosor de hasta 0’75 m. y se remataron
al exterior con un cuerpo de almenas escalonadas
de varios tamaños, de las que se han conservado 12
ejemplares en el entorno del alminar y otros 7 entre
los derrumbes de las naves y del patio.
Las torres son también de sillería y macizas, y mantienen el mismo aparejo que el resto de la muralla.
Con pequeñas variaciones entre unas y otras, presentan unas medidas de 4 m. de largo por 2 m. de
ancho, excepto en el caso de la situada junto al perfil
oeste del corte 3, cuyas dimensiones son menores:
3’7 m. x 1’5 m. Además, existen diferencias en los
intervalos de lienzo entre las mismas. En general, la
separación se encuentra en torno a los 12 m., si
Su planta es rectangular y tiene unas dimensiones
totales de 25 x 15’5 m. Se encuentra bien orientada
hacia el sureste, de manera que mantiene una orientación astronómica semejante a la de la mezquita
aljama de Madinat al-Zahra. Como en ésta, un amplio
andén de sillería, de 1’20 m. de ancho, recorre el perímetro exterior del edificio.
219
El patio es también rectangular y posee un tamaño
de 14 x 13 m. Lo más característico del mismo es la
intencionalidad decorativa de su pavimento, formado
por losas de calcarenita dispuestas de forma concéntrica que se calzan, de manera ocasional, con
pequeños cantos. Posee un único pórtico, en el lado
occidental, del que se conservan varios sillares que
permiten identificar dos pilares situados frente al
acceso oeste del edificio, confirmando su condición
de pórtico. En su interior subsisten dos pequeñas
estructuras adosadas en sus extremos, en una de las
cuales podemos reconocer claramente un poyete
del que desconocemos el tipo de cubrición.
El alminar es una torre de planta cuadrangular, de 3
m. de lado, situada en el ángulo suroeste del edificio
y a la que se accede desde el patio. Se conserva la
caja de la escalera con tres peldaños.
La sala de oración se distribuye en tres naves separadas por muros. Poseen una longitud interior de 10
m. y una anchura variable: la central, más ancha,
alcanza 5 m. en tanto que las laterales se reducen a
4 m. Todas se pavimentan con suelos de tierra apisonada.
El mihrab se abre en el eje de la nave central y se
proyecta al exterior del muro de qibla como una
estructura de forma poligonal, en tanto que en el
interior su forma es cuadrangular, con un ancho de
1’40 m. de lado.
En cuanto a los accesos, la mezquita posee seis
puertas exteriores que se disponen a lo largo de sus
muros. Tres de éstas se localizan en el patio, centradas
en los lados norte, oeste y sur del mismo, y las otras
tres en la sala de oración. De estas últimas, dos se
abren en el promedio de la longitud de las naves,
aunque una, la norte, fue cegada en virtud de una
reforma, y la tercera se localiza en el muro de qibla,
concretamente en la nave septentrional donde se
conserva una quicialera in situ.
Calzada
Uno de los elementos más sorprendentes, por inesperados, ha sido el descubrimiento de una gran calzada paralela a la muralla meridional y extendida a
lo largo de los cinco cortes. Su anchura no ha podido
ser determinada por continuar más allá de los sondeos, aunque podemos considerar un ancho mínimo
de nueve metros.
De manera general, su estructura se conforma a
base de losas de piedra calcarenita dispuestas formando cuadrículas que rellenan su interior con cantos
rodados. Esta constante presenta algunas excepciones
como las que se documentan en el sondeo 1, donde
observamos dos tramos de calzada diferenciados.
220
Uno de ellos, junto al perfil este, se caracteriza por
una división en cuadrículas construidas con losas de
piedra de 1 m. de longitud, rellenas de una tierra roja
muy arcillosa y compacta. Esta unidad se encuentra
afectada por las labores de expolio de la muralla a la
que iba adosada, por lo que no podemos conocer la
forma exacta de las cuadrículas.
El segundo tramo de calzada se ubica en la esquina
suroeste, bajo un amontonamiento intencionado de
sillares procedentes del expolio de la muralla.
Presenta una morfología diferente por los dos frentes
en los que se ha podido documentar. Por el lado este
del amontonamiento, la calzada se ejecuta con losas
de piedra formando rectángulos rellenos con tierra
apisonada, con una longitud de 3’30 m. en la zona
en la que conservamos el rectángulo más completo
y una anchura indeterminada al encontrarse rota
por la fosa de expolio de la muralla; y en la parte
norte, la calzada presenta una disposición de losas
con forma de aspa, con un relleno de cantos en los
espacios libres. Esta disposición radial se rompe en
algún punto del testigo entre los sondeos 1 y 2,
puesto que dentro de este último presenta ya la
A la izquierda, fotografía aérea de los resultados finales de la intervención arqueológica: Cortes 1, 2, 3, 4 y 5.
Arriba, Mezquita ubicada junto a la muralla meridional.
característica forma de cuadrículas que se repetirá
en los restantes cortes.
Estructuras domésticas
Contiguo al edificio religioso se configura un espacio
intramuros de hábitat doméstico que evoluciona de
forma considerable a lo largo del tiempo. Sus características constructivas son ajenas a las edificaciones
ya descritas, pues el rasgo más peculiar de estas
nuevas estructuras es su fábrica de mampostería
trabada con tierra batida.
Tanto en su funcionalidad como en sus necesidades
espaciales, se observa una progresiva modificación
de estas estructuras en el tiempo, y estos cambios
no son sino una muestra clara de la intensa vida que
se desarrolla en el interior de la medina.
En cualquier caso, se constata una característica
común en los muros que limitan estos espacios por
el sur y es su disposición paralela a la muralla y no
adosada sobre la misma. Esta constante, sin embargo,
no es óbice para que se produzcan distintos momentos de ocupación definidos por la superposición
de estructuras.
En una primera fase, predominan las construcciones
levantadas mediante mampuestos de pequeño
tamaño que se colocan de forma regular. Con el
tiempo se evoluciona hacia una mampostería de
mayores dimensiones que distribuye espacios más
amplios que los precedentes. Estos espacios se articulan junto a otros destinados al vertido de residuos
y junto a varias letrinas.
Estas transformaciones deben relacionarse con un
importante volumen de material cerámico aparecido
en esos espacios. Mayoritariamente es una vajilla
dedicada a un uso cotidiano en la que, sin embargo,
destaca un significativo número de piezas reservadas
221
Planta final del corte 1.
para ocasiones puntuales. Se trata de los repertorios
cerámicos fabricados mediante la técnica conocida
como “verde y manganeso”, junto a otro conjunto
importante de cerámica vidriada en tono melado
con decoración en manganeso.
relieve si tenemos en cuenta que se trata de la primera excavación llevada a cabo en Madinat al-Zahra
fuera de la zona del alcázar, lo cual nos ha permitido
la identificación y documentación de elementos y
estructuras constructivas inéditas hasta el momento.
2. Interpretación global de Madinat al-Zahra
Entre ellos destaca la muralla de la medina que,
como la del alcázar, se levanta completamente en
sillería dispuesta con un aparejo a soga y tizón. Esta
constatación permite hacer nuevas valoraciones en
torno a la capacidad económica del Estado califal
para posibilitar tal obra y, al mismo tiempo, sobre la
Los resultados obtenidos a lo largo de la intervención
arqueológica son de una gran importancia para el
conocimiento del proceso de fundación de la ciudad
y de su posterior evolución. Este hecho cobra mayor
222
explotación de las canteras de las que se extraen los
sillares ya que, por primera vez, contamos con las
dimensiones precisas de cada uno de los elementos
que componen esta estructura. Además, su localización exacta confirma el área de extensión de la
medina, al tiempo que permite plantear distintas
hipótesis acerca de la ubicación de sus puertas en
función, entre otros factores, de la diferencia entre
las rasantes de sus espacios intramuros y extramuros,
bien documentadas a lo largo de la intervención
arqueológica.
En otro nivel, la excavación señala que la muralla no
constituye el elemento final de la ciudad. Por el contrario, el espacio urbano sobrepasa sus límites
mediante una gran calzada cuyas medidas superan
los nueve metros de anchura. Se trata de una obra
de dimensiones monumentales que termina por erigirse en un elemento consustancial de la medina.
En el espacio intramuros destaca la mezquita. Por
sus dimensiones y características constructivas nos
encontramos ante un edificio destinado a su uso por
la comunidad que vive en sus proximidades, especialmente al sur del mismo, dada la posición del
alminar en el ángulo meridional del patio. A pesar
de este carácter de mezquita de barrio, mantiene
rasgos y elementos comunes con la mezquita aljama
de la ciudad. Uno de ellos, de primer orden, es su
perfecta orientación sureste. Al mismo tiempo, el
empleo de la sillería y del aparejo a soga y tizón
denotan, al igual que en la muralla, la inequívoca
intervención del Estado en su edificación.
La relación posicional existente entre ambos elementos permite afirmar que la mezquita fue anterior
a la construcción de la muralla, pues ésta la evita y
modifica su trazado en ese punto, rodeándola por el
sur para no acometer sobre la misma y destruirla.
Desde el punto de vista cronológico, tanto la mezquita como la muralla deben fecharse en época califal,
correspondiendo la primera a la fase fundacional de
la urbe.
Íntimamente ligada a esas grandes construcciones,
se constata una importantísima actividad de expolio,
que conllevará la conversión de la ciudad califal en
cantera de materiales pétreos. Por primera vez podemos fechar con precisión los inicios del proceso en
este sector que hay que situar en el siglo XIII. A partir de este momento, se desarrolla una intensa actividad que se prolonga en el tiempo hasta alcanzar
los siglos XIV y XV y cuya consecuencia inmediata
es el desmonte de la mezquita y, en un grado muy
superior, la muralla. Como testigo de este expolio
contamos no sólo con la documentación de las fosas
abiertas, sino también con un amontonamiento de
sillares ubicado sobre uno de los tramos de la calzada
del corte 1. Se trata de una acumulación de piezas
que se disponen de forma ordenada y cuyo fin último
es el de su traslado para la reutilización en nuevas
edificaciones.
Por último, resulta también de un extraordinario
interés conocer, por primera vez, los espacios de
carácter doméstico ocupados por los habitantes de
la medina en ese sector. A través de esas estructuras
podemos confirmar una ocupación continuada del
espacio intramuros, que evoluciona sin interrupción
a partir de un momento indeterminado del s. X
–probablemente a partir de los años de la fundación
de la ciudad– y hasta las primeras décadas del s. XI.
Este proceso se evidencia en las distintas técnicas
constructivas utilizadas para la creación de esas
estructuras y en los diferentes usos que se asocian a
esos espacios.
Notas
1 El equipo de arqueólogos que ha realizado la intervención
ha estado integrado por: Irene Montilla Torres, Elena Ortuño
Rodríguez y Francisco Melero García.
2 VALLEJO TRIANO, A.; ESCUDERO ARANDA, J.(1999): “Crónica
del Conjunto. Años 1992-97”, Cuadernos de Madinat al-Zahra,
vol. 4, p. 242.
3 ACIÉN ALMANSA, M. (2000): “15 años de investigación sobre
Madinat al-Zahra”, Madinat al-Zahra 1985-2000. 15 años de
recuperación, Córdoba, p. 35.
Bibliografía
VALLEJO TRIANO, A. (2004): Madinat al-Zahra. Guía oficial del
Conjunto Arqueológico, Sevilla.
ACIÉN ALMANSA, M. (2000): “15 años de investigación sobre
Madinat al-Zahra”, en VALLEJO TRIANO, A. (coord.): Madinat alZahra 1985-2000. 15 años de recuperación, Córdoba, pp. 25-55.
VALLEJO TRIANO, A.; ESCUDERO ARANDA, J. (1999): “Crónica del Conjunto. Años 1992-97”, Cuadernos de Madinat alZahra, vol. 4, págs. 235-296.
VALLEJO TRIANO, A. (1995): “El proyecto urbanístico del estado califal: Madinat al-Zahra”, en LÓPEZ, R.; GOYTISOLO, J.;
GUICHARD, P. (eds.): La arquitectura del Islam occidental, Barcelona, pp. 69-81.
VALLEJO TRIANO, A. (2001): “Madinat al-Zahra, capital y sede
del Califato omeya andalusí”, El esplendor de los Omeyas cordobeses. La civilización musulmana de Europa Occidental, Granada, pp. 386-397.
223
Descargar