¿Cómo debemos entender la fe a la luz de las Sagradas Escrituras?

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LA FE A LA LUZ DE LAS ESCRITURAS
¿Cómo debemos entender la fe a la luz de
las Sagradas Escrituras?
INTRODUCCIÓN
La fe no es solo una parte de la religión, sino todos los aspectos de nuestra vida
cotidiana. Por ejemplo, ¿ha visto alguna vez la electricidad? ¿Ha visto alguna vez la torre
Eiffel? ¿Conoció alguna vez a Cristóbal Colón? Todas estas cosas las creemos por la fe, la
cual está basada en la evidencia. Todos los días el hombre se mueve en el ámbito de la fe,
la cual involucra “certeza” y “convicción” (cf. Heb. 11:1).
Los evolucionistas se burlan de aquellos que creen en Dios. Nadie ha visto jamás
evidencia alguna que respalde la evolución, la cual es un mito que se cree por la fe. Sin
embargo, se requiere más fe para creer en la evolución que para creer en Dios. Nosotros
creemos en el Dios de la Biblia por el testimonio elocuente de la evidencia, ya sea la
creación (revelación natural) y la Escritura misma (revelación especial).
Dios mismo ha definido la fe. “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve” (Heb. 11:1). Esta definición es sencilla y fácil de
comprender. “La fe es, pues, la confianza firme y bien basada respecto a los objetos de la
esperanza. La fe da sustancia a lo que se espera y no se ve todavía” (B. H. Reeves, Notas
Sobre Hebreos). La fe sólo es posible por la esperanza, y está unida intrínsecamente a ella
(Rom. 8:24-25; 1 Cor. 13:13). La fe es la confianza perseverante, nuestro compromiso con
lo que esperamos (Heb. 3:14), la convicción de lo que no se ve (Heb. 11:3). Es por la fe
que aceptamos que Dios creo todo lo que existe en seis días.
La fe acepta todo lo que Dios ha prometido, aun cuando parece irrazonable (Rom.
4:17). Es por esta fe que el hombre es justificado (Rom. 4:23-25).
LA FE
Las cuatro formas en que se utiliza en el Nuevo Testamento
1. La creencia personal. El asenso mental. El reconocimiento de una verdad.
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve… Pero
sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios
crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Heb. 11:1, 6).
“no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas
que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Cor. 4:18)
“…porque por fe andamos, no por vista…” (2 Cor. 5:7)
“Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y
métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió
y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste;
bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Jn. 20:27-29)
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Por Josué Hernández
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LA FE A LA LUZ DE LAS ESCRITURAS
2. Una conducta o proceder inspirado por la entrega al objeto de la fe (evangelio).
Una convicción que se lleva a la práctica. La obediencia al evangelio.
Así como el arrepentimiento se puede ver (Mat. 3:7-8). También la fe se puede ver (Mat.
9:2). La fe sin obras es una fe muerta (Stgo. 2:14-26). La “fe viva”, es decir “obediente”
debe ser imitada (Heb. 13:7). En este saco hablamos de la fe (convicción) obediente a la fe
(evangelio).
“y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas
las naciones por amor de su nombre” (Rom. 1:5).
“Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la
obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras” (Rom. 15:18).
“pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según
el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que
obedezcan a la fe” (Rom. 16:26).
“crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba
grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”
(Hech. 6:7).
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que
hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mat. 7:21).
“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir
como herencia; y salió sin saber a dónde iba” (Heb. 11:8).
“porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que
obra por el amor” (Gal. 5:6).
“acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe,
del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro
Señor Jesucristo” (1 Tes. 1:3).
“Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga
por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe
con su poder” (2 Tes. 1:11).
3. La confianza y la confiabilidad. La fidelidad del creyente y la fidelidad de Dios.
“¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para
que les dé el alimento a tiempo?” (Mat. 24:45).
“Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te
pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mat. 25:21).
“Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre
pecador” (Luc. 19:17).
“¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho
nula la fidelidad de Dios?” (Rom. 3:3).
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Por Josué Hernández
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LA FE A LA LUZ DE LAS ESCRITURAS
“Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo
nuestro Señor” (1 Cor. 1:9).
“Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel” (1
Cor. 4:2).
“Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por
cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda
para con los demás” (2 Tes. 1:3).
4. El sistema doctrinal peculiar del cristianismo.
“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común
salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis
ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Jud. 1:3).
“solamente oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe
que en otro tiempo asolaba” (Gal. 1:23).
“un Señor, una fe, un bautismo” (Ef. 4:5).
“Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba
grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe”
(Hech. 6:7).
“confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la
fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el
reino de Dios” (Hech. 14:22).
“Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día”
(Hech. 16:5).
“Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la
palabra de fe que predicamos” (Rom. 10:8).
“Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos” (1 Cor. 16:13).
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no
os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis
reprobados?” (2 Cor. 13:5).
“Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para
aquella fe que iba a ser revelada” (Gal. 3:23).
“Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los
de la familia de la fe” (Gal. 6:10).
“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán
de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Tim.
4:1).
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Por Josué Hernández
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LA FE A LA LUZ DE LAS ESCRITURAS
“Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las
palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido” (1 Tim. 4:6).
“porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se
extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Tim. 6:10).
“Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas
sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual
profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén” (1 Tim.
6:20-21).
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Tim. 4:7).
¿CÓMO PODEMOS TENER “FE”?
Algunos enseñan erróneamente que la fe viene directamente de Dios, del Espíritu
Santo o de Jesús. Ellos dicen que El Espíritu Santo imparte la fe de manera independiente a
la predicación del evangelio. Sino creen esto, ellos creen que el Padre celestial opera en el
corazón del pecador para convertirlo en un creyente. Sino creen esto, entonces creen que
Jesús viene al corazón de pecador y lo convierte en un llamado “encuentro personal con
Cristo”.
Tales afirmaciones son totalmente inadecuadas y desconocidas en las Escrituras. La
razón es simple. Las afirmaciones anteriores hacen del hombre un irresponsable. A la vez,
semejantes creencias hacen de Dios el único responsable en la conversión. Es decir, si un
hombre no tiene fe, la culpa es de Dios.
DIOS QUIERE QUE TODOS LOS HOMBRES TENGAN “FE”
El deseo de Dios es que todos los hombres crean y sean salvos: “Porque esto es
bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres
sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:3-4). Debido a lo anterior,
Dios espera que todos los hombres se arrepientan: “El Señor no retarda su promesa, según
algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que
ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Ped. 3:9).
Jesús siempre responsabilizaba a las personas de la propia salvación. Ejemplo: “Por
eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros
pecados moriréis” (Jn. 8:24).
Mucha gente se ha convencido de que Dios habla directamente a su corazón, pero tal
cosa no es verdad. Es sólo un engaño de la propia mente, Dios no actúa así (Col. 2:18).
Dios habla a través de la Biblia (2 Tim. 3:16-17). La Biblia es la espada del Espíritu Santo
(Ef. 6:17). Por medio de las Sagradas Escrituras el hombre puede obtener la fe salvadora
(Rom. 10:17).
Nadie puede ser salvo sin la predicación del evangelio. El apóstol Pedro dijo:
“…Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los
gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen” (Hech. 15:7). El apóstol
Pablo dijo: “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la
sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Cor. 1:21).
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Por Josué Hernández
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LA FE A LA LUZ DE LAS ESCRITURAS
Debido a todo lo anterior, el testimonio de las Escrituras ha sido preservado por Dios
para crear fe en los corazones honestos (Jn. 20:30-31; 17:20-21). Dios sabe que su
palabra es poderosa. Dios nos manda que leamos las Escrituras (Ef. 3:4) para entenderlas
(Ef. 5:17; Hech. 17:11-12).
LA “FE”… PERO NO “LA FE SOLA”
Hay una diferencia entre la fe salvadora y la fe sola, entre la fe viva y la fe muerta
(Stgo. 2:17, 24). Los demonios creen, ellos tienen fe, y tiemblan (Stgo. 2:19), incluso, ellos
confesaron a Jesús como Señor (Mar. 1:24-25), pero tal fe no les salva.
La doctrina de la salvación “solamente por la fe”, no es una doctrina bíblica. La fe
sola, sin obras de obediencia al evangelio, es una fe “muerta” (Stgo. 2:26).
El único pasaje bíblico, donde tenemos la frase “solamente por la fe”, da a conocer
que “solamente por la fe” nadie será salvo. Lea usted mismo: “Vosotros veis, pues, que el
hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe” (Stgo. 2:24).
Muchos tuvieron algún tipo de fe en Cristo, pero esto no resultó en su salvación (Jn.
7:12-13). Muchos creyeron el Él, pero no lo confesaron, porque amaban más la gloria de los
hombres que la gloria de Dios (Jn. 12:42-43). El temor ahogó la fe de ellos (Jn. 9:22).
CONCLUSIÓN
Debemos andar por fe, no por vista (2 Cor. 5:7). La fe nos permite ver lo que es
invisible, y creer lo que es imposible.
Si Dios lo dijo, yo debo creerlo, eso es lo que
importa.
Debemos tener fe (Rom. 10:17) y debemos obedecer por fe (Stgo. 2:24).
Adaptado por Josué Hernández, de la obra “Faith is used 4 ways in the Bible” por Steve
Rudd.
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Por Josué Hernández
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