Las fuerzas del amor, el eros y el sexo

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PATHWORK MÉXICO
LAS FUERZAS DEL AMOR, EL EROS Y EL SEXO
Conferencia # 44
Saludos en el nombre del Señor. Les traigo bendiciones, mis queridísimos
amigos. Bendita sea esta hora.
Esta noche me gustaría hablar de tres fuerzas específicas del universo: la
fuerza del amor tal como se manifiesta entre los sexos, la fuerza erótica y la fuerza
del sexo. Éstos son tres principios o fuerzas claramente distintos que se manifiestan
de manera diferente en todos los planos, desde el más elevado hasta el más bajo.
La humanidad siempre ha confundido estos tres principios. De hecho, se sabe poco
que existen tres fuerzas individuales y cuáles son las diferencias entre ellas. Hay
tanta confusión acerca de esto que será muy útil para mis amigos escuchar cuál es
la realidad.
La fuerza erótica es una de las más potentes que existen, y tiene un
tremendo impulso e impacto. Debe hacer las veces de puente entre el sexo y el
amor, pero raras veces cumple esta función. En una persona muy desarrollada
espiritualmente, la fuerza erótica lleva a la entidad de la experiencia erótica, que en
sí es de corta duración, al estado permanente de amor puro. Sin embargo, incluso el
fuerte impulso de la fuerza erótica lleva al alma hasta cierto punto y no más allá.
Tiende a disolverse si la personalidad no aprende a amar, cultivando todas las
cualidades y requerimientos necesarios para el amor verdadero. Sólo cuando se ha
aprendido el amor permanece viva la chispa de la fuerza erótica. Por sí sola, sin
amor, la fuerza erótica se agota. Naturalmente, éste es el problema del matrimonio.
Como la mayoría de las personas son incapaces del amor puro, también son
incapaces de alcanzar el matrimono ideal.
El eros se parece en muchos sentidos al amor. Hace nacer impulsos que el
ser humano no tendría de otra manera: impulsos de generosidad y afecto de los que
tal vez fuera incapaz antes. Por esto se confunde tantas veces al eros con el amor.
Pero el eros se confunde con la misma frecuencia con el instinto sexual que, como
el eros, también se manifiesta como un gran impulso.
Ahora bien, amigos míos, me gustaría mostrarles cuál es el significado y el
propósito espirituales de la fuerza erótica, específicamente en lo que concierne a la
humanidad. Sin el eros, muchas personas jamás experimentarían el gran
sentimiento y la belleza que están contenidos en el amor real. Nunca tendrían el
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sabor de él y el anhelo del amor permanecería profundamente sumergido en su
alma. Su miedo de amar seguiría siendo más fuerte que su deseo.
El eros es lo más cercano al amor que puede experimentar el espíritu no
desarrollado. Saca al alma de su pereza, de su mero contento y vegetación. Hace
que el alma se eleve, que salga de sí misma. Cuando esta fuerza acomete incluso a
las personas menos desarrolladas, éstas se vuelven capaces de superarse. Hasta
un criminal sentirá temporalmente, al menos hacia una persona, una bondad que
jamás ha conocido. La persona completamente egoísta tendrá, mientras dure este
sentimiento, impulsos generosos. Las personas perezosas saldrán de su inercia. La
persona atrapada en la rutina se deshará naturalmente y sin esfuerzo de sus hábitos
estáticos. La fuerza erótica sacará a la persona de su separación, aunque sea por
corto tiempo. El eros le da al alma un anticipo de la unidad y le enseña a la psique
temerosa el anhelo de ella. Cuanto más fuertemente ha experimentado el alma el
eros, menos satisfacción encontrará en la pseudoseguridad de la separación. Hasta
una persona completamente egocéntrica será capaz de hacer un sacrificio durante
la experiencia del eros. Así que ya lo ven, amigos míos, el eros permite a las
personas hacer cosas que normalmente no querrían hacer; cosas que están
estrechamente relacionadas con el amor. Es fácil ver por qué el eros se confunde
tan a menudo con el amor.
Entonces, ¿en qué se diferencia el eros del amor? El amor es un estado
permanente del alma. El amor sólo puede existir si sus cimientos se preparan por
medio del desarrollo y la purificación. El amor no llega y se va al azar; el eros, sí. El
eros golpea con una fuerza repentina, y muchas veces toma a la persona
desprevenida e incluso poco dispuesta a vivir la experiencia. Sólo si el alma está
preparada para amar y ha echado los cimientos para ello será el eros un puente al
amor que se manifiesta entre un hombre y una mujer.
Por todo esto pueden ver lo importante que es la fuerza erótica. Sin la fuerza
erótica que los golpee y los saque de su rutina, muchos seres humanos jamás
estarían dispuestos a emprender una búsqueda más consciente de la manera de
derribar sus propios muros de separación. La experiencia erótica siembra en el alma
la semilla y la hace anhelar la unidad, que es el gran propósito del Plan de
Salvación. Mientras el alma esté separada, la soledad y la infelicidad serán
necesariamente su suerte. La experiencia erótica le permite a la personalidad añorar
la unión con por lo menos otro ser humano. En las alturas del mundo espiritual
existe la unión entre todos los seres, y por consiguiente con Dios. En la esfera
terrenal, la fuerza erótica es un poder propulsor, independientemente de que su
significado real se entienda o no. Y es así aunque con frecuencia se le use mal y se
le disfrute por el disfrute mismo, mientras dura. No se le utiliza para cultivar el amor
en el alma, así que se agota. No obstante, su efecto inevitablemente permanecerá
en el alma.
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El eros llega a las personas de repente en ciertas etapas de su vida, incluso a
aquellas que tienen miedo del riesgo aparente de aventurarse más allá de la
separación. Las personas que tienen miedo de sus emociones y miedo de la vida
como tal, muchas veces harán todo lo que esté en su poder para evitar -subconsciente e ignorantemente-- la gran experiencia de la unidad. Aunque este
miedo existe en muchos seres humanos, hay pocos que no hayan experimentado
cierta apertura del alma donde el eros pudiera tocarlos. Para el alma atormentada
por el miedo que se resiste a tener la experiencia, ésta es una buena medicina
independientemente del hecho de que luego tenga que sufrir dolor y pérdida debido
a otros factores psicológicos. Sin embargo, también hay individuos que son
exageradamente emotivos, y aunque tal vez experimenten otros miedos a la vida,
no temen esta experiencia específica. De hecho, la belleza de ella es una gran
tentación para estas personas y, por lo tanto, la buscan vorazmente. Buscan un
sujeto tras otro, pues son emocionalmente demasiado ignorantes para entender el
significado profundo del eros. No están dispuestos a aprender el amor puro, y
simplemente usan la fuerza erótica para su placer, y, cuando éste se agota, buscan
en otra parte. Esto es un abuso y no puede continuar sin efectos adversos. Una
personalidad así tendrá que reparar el abuso, aun si lo cometió por ignorancia. En la
misma vena, el cobarde excesivamente miedoso tendrá que compensar el hecho de
tratar de engañar a la vida ocultándose del eros y, por ende, privando al alma de
una medicina que es valiosa si se le usa correctamente. La mayoría de las personas
de esta categoría tienen un punto vulnerable en algún lugar de su alma por el que el
eros puede entrar. También hay unos cuantos que han levantado un muro tan rígido
de miedo y orgullo alrededor de su alma que evitan esta parte de la experiencia de
vida por completo y, al hacerlo, frustran su propio desarrollo. Este miedo podría
existir porque en una vida anterior tuvieron una experiencia desafortunada con el
eros, o tal vez porque el alma ha abusado vorazmente de la belleza de la fuerza
erótica sin transformarla en amor. En cualquier caso, la personalidad puede haber
escogido ser más cuidadosa. Si esta decisión es demasiado rígida y estricta, el
extremo opuesto seguirá. En la siguiente encarnación se escogerán circunstancias
tales que se establezca un equilibrio hasta que el alma alcance un estado armónico
en el que ya no haya extremos. Este establecimiento de un equilibrio en
encarnaciones futuras siempre se aplica a todos los aspectos de la personalidad. A
fin de acercarse a esta armonía, en cierta medida por lo menos, tiene que lograrse
el equilibrio correcto entre la razón, la emoción y la voluntad.
La experiencia erótica suele mezclarse con el impulso sexual, pero no
siempre tiene que ser así. Estas tres fuerzas --el amor, el eros y el sexo-- aparecen
muchas veces completamente separadas, pero a veces dos se mezclan, como el
eros y el sexo, o el eros y el amor, hasta el grado en que el alma sea capaz de
amar, o el sexo y una apariencia de amor. Sólo en el caso ideal se mezclan las tres
fuerzas armónicamente.
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La fuerza sexual es la fuerza creativa en cualquier nivel de la existencia. En
las esferas más elevadas, la misma fuerza sexual crea la vida espiritual, las ideas
espirituales, y los conceptos y principios espirituales. En los planos inferiores, la
fuerza sexual pura y no espiritualizada crea vida tal como se manifiesta en esa
esfera específica; crea el cascarón exterior o vehículo de la entidad destinada a vivir
en esa esfera.
La fuerza sexual pura es completamente egoísta. El sexo sin eros y sin amor
se considera animalista. El sexo puro existe en todas las criaturas vivas: animales,
plantas y minerales. El eros empieza con la etapa de desarrollo en que el alma
encarna como ser humano. Y el amor puro se encuentra en los reinos espirituales
superiores. Esto no significa que el eros y el sexo ya no existan en los seres de
desarrollo superior, sino que los tres se mezclan armónicamente, son refinados y se
vuelven cada vez menos egoístas. Tampoco quiero decir que los seres humanos no
deban tratar de alcanzar una mezcla armoniosa de las tres fuerzas.
En casos raros, el eros por sí solo, sin sexo ni amor, existe durante un tiempo
limitado. Suele hacerse referencia a esto como amor platónico. Pero tarde o
temprano, en la persona medianamente sana, el eros y el sexo se mezclarán. La
fuerza sexual, en vez de suprimirse, es absorbida por la fuerza erótica y ambas
fluyen en una corriente. Cuanto más separadas permanezcan las tres fuerzas, más
enferma estará la personalidad.
Otra combinación frecuente, particularmente en relaciones de larga duración,
es la coexistencia de amor genuino con sexo, pero sin eros. Aunque el amor no
puede ser perfecto a menos que las tres fuerzas se integren, hay cierta cantidad de
afecto, compañerismo, cariño, respeto mutuo y una relación sexual que es
crudamente sexual sin la chispa erótica que se evaporó hace algún tiempo. Cuando
eros está ausente, la relación sexual finalmente se ve afectada. Éste es el problema
con la mayor parte de los matrimonios, amigos míos. Difícilmente hay un ser
humano que no se sienta desconcertado por la cuestión de qué hacer para
mantener la chispa de la relación que parece evaporarse cuanto más se establecen
el hábito y la familiaridad mutua. Tal vez ustedes no se hayan planteado la cuestión
en términos de tres fuerzas distintas, pero saben e intuyen que algo se agota en el
matrimonio que estaba presente al principio; esa chispa es el eros. Se encuentran
en un círculo vicioso y creen que el matrimonio es un caso perdido. No, amigos
míos, no lo es, aunque todavía no puedan ustedes alcanzar el ideal.
En la relación ideal de amor entre dos personas, las tres fuerzas tienen que
estar representadas. Con el amor no parecen tener ustedes muchas dificultades, ya
que en la mayor parte de los casos no se casarían si no existiera por lo menos la
voluntad de amar. No hablaré ahora de los casos extremos en que no es así. Pienso
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en una relación en la que la decisión es madura, y sin embargo la pareja no puede
evitar la trampa de sentirse atada por el tiempo y la costumbre, porque el esquivo
eros ha desaparecido. Con el sexo pasa casi lo mismo. La fuerza sexual está
presente en la mayoría de los seres humanos sanos, y podría empezar a
desvanecerse --especialmente en el caso de las mujeres-- cuando el eros se ha ido.
Entonces es probable que los hombres lo busquen en otra parte. La relación sexual
se ve afectada a la larga a menos que se mantenga el eros.
¿Cómo puede conservarse el eros? Esa es la gran pregunta, queridos míos.
El eros puede mantenerse sólo si se usa como puente a una relación verdadera de
amor en su sentido más alto. ¿Cómo se logra esto?
Busquemos primero el principal elemento de la fuerza erótica. Si lo analizan,
verán que es la aventura, la búsqueda del conocimiento de la otra alma. Este deseo
vive en todos los espíritus creados. La fuerza vital inherente debe finalmente sacar a
la entidad de su separación. El eros fortalece la curiosidad de conocer al otro ser.
Mientras haya algo nuevo que encontrar en la otra alma, y mientras ustedes se
revelen, el eros vivirá. En el momento en que crean que han descubierto todo lo que
hay que descubrir, y que han revelado todo lo que hay que revelar, el eros se irá. Es
tan sencillo como eso con el eros. Pero cuando cometen su gran error es cuando
creen que hay un límite a la revelación de cualquier alma, la de ustedes o la de otro.
Cuando alcanzan cierto punto de una revelación generalmente muy superficial,
tienen la impresión de que eso es todo lo que hay, y se instalan en una vida plácida
sin buscar nada más.
El eros los ha llevado hasta allí con su fuerte impacto. Pero más allá de este
punto, su disposición de seguir explorando las ilimitadas profundidades de la otra
persona y de voluntariamente revelar y compartir su propia búsqueda interna
determina si han usado el eros como puente al amor. Esto, a su vez, siempre está
determinado por su voluntad de aprender a amar. Sólo de esta manera mantendrán
la chispa del eros en su amor. Sólo de esta manera seguirán buscando al otro y
permitirán ser encontrados. No hay límite, ya que el alma es ilimitada y eterna: toda
una vida no bastaría para conocerla. Nunca puede haber un punto en que conozcan
a la otra alma por completo, ni en que ustedes sean completamente conocidos. El
alma está viva, y nada que está vivo permanece estático. Tiene la capacidad de
revelar capas aún más profundas que ya existen. El alma también está en constante
cambio y movimiento, como cualquier cosa espiritual lo está por su naturaleza
misma. El espíritu es vida, y la vida es cambio. Como el alma es espiritual, nunca
puede conocerse enteramente. Si las personas tuvieran la sabiduría, se darían
cuenta de eso y harían del matrimonio el maravilloso viaje de aventura que debe
ser, encontrando siempre nuevos panoramas, en vez de simplemente dejarse llevar
hasta donde los lleve el primer impulso del eros. Deberían usar este poderoso
impulso del eros como el empujón inicial que es, y luego encontrar a través de él el
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ímpetu para seguir adelante con su propio vapor. Entonces habrán llevado el eros al
verdadero amor en el matrimonio.
El matrimonio es la intención de Dios para los seres humanos y su propósito
divino no es sólo la procreación. Ese es sólo un detalle. La idea espiritual del
matrimonio es permitir al alma revelarse y buscar constantemente al otro para
descubirir panoramas nuevos en él. Cuanto más suceda esto, más feliz será el
matrimonio, más firme y seguramente se arraigará y menos peligro correrá de tener
un final triste. Entonces cumplirá con su propósito espiritual.
En la práctica, sin embargo, el matrimonio rara vez funciona así. Alcanzan
cierto estado de familiaridad y hábito y creen que conocen al otro. Ni siquiera se les
ocurre que el otro no los conoce para nada. Puede conocer ciertas facetas de su
ser, pero eso es todo. Esta búsqueda del otro ser, así como la de su propia
revelación, requiere actividad y vigilancia internas. Pero como las personas suelen
sentirse tentadas a caer en la inactividad interna, mientras que la externa tal vez sea
tanto más fuerte como sobrecompensación, se sienten atraídas a sumirse en un
estado de reposo, disfrutando de la vana ilusión de conocerse ya por completo. Ésta
es la trampa. En el peor de los casos es el principio del fin, y en el mejor es un
arreglo que los deja con un anhelo persistente y frustrado. En este punto la relación
se torna estática. Ya no está viva aunque tenga muchas características agradables.
El hábito es una gran tentadora que lo arrastra a uno hacia la pereza y la inercia,
para que ya no tenga que trabajar ni estar alerta.
Dos personas pueden lograr una relación aparentemente satisfactoria, y al
paso de los años se enfrentan a dos posibilidades. La primera es que uno o ambos
miembros de la pareja se muestre abierta y conscientemente insatisfecho. El alma
necesita seguir adelante, encontrar y ser encontrada, a fin de disolver la separación,
independientemente de lo mucho que el otro lado de la personalidad tema la unión y
se sienta tentada por la inercia. Esta insatisfacción es o bien consciente --aunque en
la mayor parte de los casos se ignore la verdadera razón de ella--o bien
inconsciente. En cualquiera de las dos circunstancias, la insatisfacción es más
fuerte que la tentación de caer en la comodidad de la inercia y la pereza. Entonces
el matrimonio se desbaratará, y uno o los dos miembros de la pareja se engañará
pensando que con una pareja nueva será diferente, sobre todo si el eros ha vuelto a
presentarse. Mientras no se entienda este principio, la persona puede ir de relación
en relación, y experimentará sentimientos sólo mientras el eros esté activo.
La segunda posibilidad es que la tentación de una apariencia de paz sea más
fuerte. Entonces la pareja puede seguir junta y sin duda podrán lograr algo, pero
siempre anidará en su alma una gran necesidad insatisfecha. Como los hombres
son por naturaleza más activos y aventureros, tienden a ser polígamos y, por lo
tanto, más infieles que las mujeres. Así pueden entender ustedes también cuál es el
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motivo subyacente de la propensión de los hombres a la infidelidad. Las mujeres
tienden mucho más a ser perezosas y, por lo tanto, están mejor preparadas para
transigir. Por eso suelen ser monógamas. Desde luego, hay excepciones en ambos
sexos. Esta infidelidad con frecuencia es tan desconcertante para el miembro activo
como para la "víctima". No se entienden a sí mismos. El infiel puede sufrir tanto
como aquel cuya confianza se traicionó.
En la situación en que se opta por un arreglo, ambos individuos se estancan,
por lo menos en un aspecto muy importante del desarrollo de su alma. Encuentran
refugio en la comodidad continua de su relación. Hasta pueden creer que son felices
en ella, y esto puede ser verdad hasta cierto grado. Las ventajas de la amistad, la
compañía, el respeto mutuo y una vida agradable juntos con una rutina bien
establecida pesan más que la inquietud del alma, y la pareja puede tener la
suficiente disciplina para permancer fieles el uno al otro. Sin embargo, falta un
importante elemento de su relación: la revelación de un alma a otra en la mayor
medida posible.
Sólo cuando dos personas hacen esto pueden purificarse juntas y, por ende,
ayudarse mutuamente. Dos almas desarrolladas, que tienen en el subconsciente un
conocimiento de la purificación, aunque tal vez ignoren los diversos pasos de estas
enseñanzas, pueden realizarse una a la otra revelándose, explorando las
profundidades del alma del otro. Así, lo que está en cada alma surgirá hasta su
mente consciente, y la purificación tendrá lugar. Entonces la chispa de la vida se
mantendrá para que la relación nunca se estanque y degenere en un callejón sin
salida. A ustedes que están en este Pathwork, y que siguen los diversos pasos de
estas enseñanzas, les será más fácil evitar las trampas y los peligros de la relación
matrimonial y reparar los daños que hayan ocurrido involuntariamente.
De esta manera, mis queridos amigos, no sólo conservan el eros, esa fuerza
vital vibrante, sino que también lo transforman en amor verdadero. Sólo en una
relación real de amor y eros pueden descubir en su pareja nuevos niveles de ser
que hasta ahora no habían percibido. Y ustedes se purificarán también al hacer a un
lado su orgullo y revelarse como realmente son. Su relación siempre será nueva, no
importa lo bien que crean que ya se conocen. Todas las máscaras deben caerse, no
sólo las superficiales sino las reales, de las que quizás ni siquiera se han dado
cuenta. Entonces su amor permanecerá vivo. Jamás será estático, jamás se
estancará. Jamás tendrán que buscar en otra parte. Hay tanto que ver y descubrir
en esta tierra de la otra alma que han escogido, a la que siguen respetando, pero en
la que parecen echar de menos la chispa vital que una vez los unió. Nunca tendrán
que temer perder el amor de su amado o amada; este miedo estará justificado sólo
si se abstienen de correr el riesgo de hacer juntos el viaje de la autorrevelación.
Éste, amigos míos, es el matrimonio en su verdadero sentido y la única manera en
que puede ser la gloria que debe ser.
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Cada uno de ustedes debe pensar profundamente si tiene miedo de dejar las
cuatro paredes de su propia separación. Algunos de mis amigos no saben que
mantenerse separado es casi un deseo consciente. Con muchos de ustedes, las
cosas son así: desean casarse porque una parte de ustedes lo anhela... y también
porque no quieren estar solos. Pueden agregar razones superficiales y vanas para
explicar el profundo anhelo de su alma. Pero aparte de este anhelo y aparte de los
motivos superficiales y egoístas de su deseo no satisfecho de tener una relación,
también existe sinb duda una falta de voluntad de hacer el viaje y correr la aventura
de revelarse. A ustedes todavía les hace falta realizar una parte integral de la vida...
si no en esta existencia, entonces en las futuras.
Si se encuentran solos, podrían, con este conocimiento y esta verdad,
reparar el daño que le han hecho a su alma albergando conceptos equivocados en
su inconsciente. Podrían descubrir el miedo que le tienen a este viaje de aventura
con el otro, lo que les explicará por qué están solos. Esta comprensión debería
resultar útil y podría incluso permitirles a sus emociones cambiar lo suficiente para
que su vida exterior pueda transformarse también. Esto depende de ustedes. Quien
no esté dispuesto a correr el riesgo de vivir esta gran aventura no puede tener éxito
en la empresa más importante que conoce la humanidad: el matrimonio.
Sólo cuando abran los brazos al amor, a la vida y al otro ser con esta
disposición podrán dar a su amado o amada el mayor de los regalos, a saber, su ser
verdadero. Y entonces, inevitablemente, recibirán el mismo regalo de su ser amado.
Pero para hacer eso debe existir cierta madurez emocional y espiritual. Si esta
madurez está presente, intuitivamente elegirán al compañero correcto, al que tenga,
en esencia, la misma madurez y voluntad de embarcarse en este viaje. La elección
de una pareja que no tenga la voluntad de hacerlo procede del temor oculto que
tienen ustedes mismos de emprender este viaje. Magnéticamente atraen a ustedes
a personas y situaciones que corresponden a sus deseos y temores
subconscientes. Esto ya lo saben.
La humanidad, en su conjunto, está muy lejos de este ideal, pero eso no
cambia la idea ni el ideal. Mientras tanto, tienen que aprender a sacar el máximo
provecho de la situación en la que estén. Y ustedes, que tienen la fortuna de estar
en este Pathwork, pueden aprender mucho dondequiera que se hallen, aunque sólo
sea para entender por qué no pueden hacer real la felicidad que una parte de su
alma añora. Entender eso ya es mucho y les permitirá en esta vida o en vidas
futuras acercarse más a la comprensión de esta idea. Cualquiera que sea su
situación, tengan una pareja o estén solos, pregúntenle a su corazón y éste les dará
la respuesta a su conflicto. La respuesta debe llegar de dentro de ustedes, y muy
probablemente se relacionará con su propio miedo, su falta de voluntad y su
ignorancia de los hechos. Busquen y lo sabrán. Entiendan que el propósito de Dios
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en la relación amorosa es la completa revelación de un alma a la otra... no sólo una
revelación parcial.
La revelación física es fácil para muchos. Emocionalmente comparten hasta
cierto grado, por lo general hasta donde los lleva el eros. Pero entonces cierran la
puerta, y ese es el momento en el que empiezan sus dificultades.
Hay muchos que no están dispuestos a revelar nada. Quieren permanecer
solos y distantes. No desean vivir la experiencia de revelarse y de descubrir el alma
de la otra persona. Evitan esto de todas las maneras que pueden.
Queridos míos, una vez más: entiendan lo importante que es el principio
erótico en su esfera. Ayuda a muchos que tal vez no estén dispuestos ni preparados
para la experiencia amorosa. Es lo que ustedes llaman "enamorarse" o "romance". A
través del eros la personalidad recibe un anticipo de lo que podría ser el amor ideal.
Como dije antes, muchos usan este sentimiento de felicidad descuidada y
codiciosamente, y jamás trasponen el umbral que los lleva al verdadero amor. El
verdadero amor exige mucho más de la gente en un sentido espiritual. Si no
satisfacen esta demanda, frustran el objetivo al que tiende su alma. Este extremo de
andar en busca del romance es tan equivocado como el otro, en que ni siquiera la
poderosa fuerza del eros puede atravesar la puerta firmemente cerrada. Pero en la
mayor parte de los casos, cuando la puerta no está cerrada a piedra y lodo, el eros
sí llega a ustedes en ciertas etapas de su vida. El que puedan usar entonces el eros
como puente al amor depende de ustedes. Depende de su desarrollo, de su
voluntad, de su valor, de su humildad y de su capacidad para revelarse.
¿Hay preguntas en relación con este tema, mis queridos amigos?
PREGUNTA: Sí. Es tan difícil para una mujer hablar con un hombre. Los
hombres no responden cuando una trata de entrar en una conversación que toque
la comprensión emocional. Eso vuelve las cosas sumamente difíciles para la mujer.
RESPUESTA: Aquí hay un gran error, querida mía. Pero establezcamos
primero un hecho que debe entenderse bien. Por naturaleza, la mujer está más
emocionalmente inclinada. Y por naturaleza, el hombre está más espiritualmente, o
en un nivel más bajo, más intelectualmente inclinado. Con eso no quiero decir que
tiene que ser lo que ustedes llaman un intelectual. Me refiero, simplemente, a que,
por lo general, la facultad de razonamiento es más fuerte en los hombres. Debido a
esto, la revelación de sus emociones es un paso muy difícil para un hombre. En esto
puede ayudarle la mujer. El hombre ayudará a la mujer de otras maneras. El error
que tú cometes es pensar que la revelación y el encuentro de las almas se produce
hablando. Hablar puede ser una muleta temporal, puede ser un detalle; o más bien
puede ser simplemente una herramienta, un medio para expresar ciertas facetas.
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Pero eso es todo. No es hablando como se encuentra a la otra alma o como se
revela uno, aunque puede ser parte de ello. Es en el ser donde toda esta actitud
básica se determina.
La mujer es la más fuerte emocionalmente. Para ella suele ser más fácil
reunir el valor de enfrentarse alma con alma y tocar el centro más profundo del
anhelo que también está en el hombre. Si ella puede usar su intuición y llegar hasta
esa parte de su pareja, él responderá siempre que tenga la madurez para hacerlo.
Debe responder. El que esta respuesta llegue ocasionalmente a través de una
conversación o no, no es tan importante. No se trata de si una discusión verbal sirve
para tocar la otra alma. Ciertamente, hablar es parte de ello, junto con todas las
demás facultades. Pero la capacidad de hablar de las cosas no es el factor
determinante. Primero tienes que establecer la base interna. Entonces serás lo
suficientemente flexible para usar todas las facultades que Dios te dio. Descubrir y
reunirte con la otra alma significa entrar en el estado de ser interno; el hacer es sólo
un resultado incidental, un mero detalle que es parte de la manifestación externa.
¿Está claro?
PREGUNTA: Sí, está claro. Y creo que es maravilloso. En otras palabras, ¿la
tarea de la mujer es encontrar a la otra alma?
RESPUESTA: Quizás muchas veces es más fácil para la mujer dar los
primeros pasos necesarios después de que el eros ya no alcanza para mantener su
propio impulso. Pero ambos necesitan tener la voluntad básica de emprender el
camino juntos. Como dije antes, para la mujer con frecuencia es más fácil revelarse,
permitir que salgan las emociones. La mujer madura que está sinceramente
dispuesta a emprender la aventura del verdadero matrimonio tendrá la intuición
madura y sana para encontrar a la pareja correcta. Lo mismo se aplica al hombre,
desde luego.
Una vez que esta voluntad exista en ambos, cualquiera de los dos puede
abrir el camino. No importa quién empiece. Muchas veces puede ser la mujer, pero
en ocasiones también podrá ser el hombre. Cualquiera que empiece, llegará al
tiempo en que el otro también guíe y ayude. En una relación viva, sana y flexible,
esto debe alternarse y cambiar constantemente. En un momento dado, el que sea
más fuerte, el líder, ayudará en la liberación del otro. Esta revelación del alma es
una liberación; libera a la otra alma de la prisión de la soledad, y libera al ser mismo.
Esta prisión puede parecer incluso cómoda si uno vive y se estanca en ella
suficiente tiempo. Uno no debería esperar a que el otro empiece. El que sea más
maduro y valiente en un momento específico empezará, y aumentará así la madurez
del otro, que entonces podría rebasar a la suya. De este modo, el ayudador pasa a
ser el ayudado; el liberador, el liberado.
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PREGUNTA: Cuando habla usted de la revelación de un alma a otra, ¿quiere
decir que, en un nivel más alto, ésta es la manera en que el alma se revela a Dios?
RESPUESTA: Es la misma cosa. Pero antes de revelarte verdaderamente a
Dios, tienes que aprender a revelarte a otro ser humano amado. Y cuando haces
eso, te revelas a Dios también. Muchas personas quieren empezar por revelarse al
Dios personal. Pero en realidad, en lo más profundo de su corazón, esta revelación
a Dios es sólo un subterfugio porque es abstracta y remota. Ningún otro ser humano
puede ver ni escuchar lo que revelan. Siguen estando solas. Uno no tiene que hacer
lo que parece tan arriesgado, lo que exige tanta humildad y, por lo tanto, amenaza
con ser humillante. Al revelarte a otro ser humano logras muchas cosas que no
puedes lograr revelándote a Dios, quien de todas maneras te conoce y realmente no
necesita tu revelación.
Cuando buscas y encuentras a la otra alma, cumples con tu destino. Cuando
descubres a otra alma, también descubres otra partícula de Dios, y si revelas tu
propia alma, revelas una partícula de Dios y le das algo divino a otra persona.
Cuando eros llega a ti, te levanta lo suficiente para que intuyas y sepas qué hay en ti
que anhela esta experiencia y cuál es tu ser verdadero, que anhela revelarse. Sin el
eros, simplemente te das cuenta de las perezosas capas externas.
No le des la espalda al eros cuando quiera llegar a ti. Si entiendes la idea
espiritual detrás de él, lo usarás sabiamente. Dios podrá entonces dirigirte y
permitirte aprovechar al máximo la ayuda que le das a otro ser humano y a ti mismo
en el camino al amor verdadero, del cual la purificación debe ser parte integral.
Aunque tu trabajo de purificación por medio de una relación profundamente
comprometida se manifiesta de manera diferente de como lo hace en este
Pathwork, te ayudará a tener una purificación del mismo orden.
PREGUNTA: ¿Es posible que un alma sea tan rica que pueda revelarse a
más de un alma?
RESPUESTA: Mi querido amigo, ¿dices esto en broma?
PREGUNTA: No. Pregunto si la poligamia está dentro del plan de la ley
espiritual.
RESPUESTA: No, desde luego que no. Y cuando alguien piensa que puede
estar dentro del plan del desarrollo espiritual, eso es un subterfugio. La personalidad
anda en busca de la pareja correcta. O la persona es demasiado inmadura para
haber encontrado a la pareja correcta, o la pareja correcta está ahí y el individuo
polígamo simplemente se deja llevar por el impulso del eros, y jamás levanta esta
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fuerza hasta el amor volitivo que exige vencer y trabajar a fin de trasponer el umbral
que mencioné antes.
En casos como éste, el que tiene una personalidad aventurera busca y
busca, encontrando siempre otra parte de un ser, siempre revelándose hasta cierto
punto y no más allá, o quizás revelando cada vez otra faceta de su personalidad.
Sin embargo, cuando se trata del núcleo interno, la puerta está cerrada. Entonces
se va el eros y se inicia una búsqueda nueva. Cada vez es una decepción que sólo
puede entenderse cuando se comprenden estas verdades.
El instinto sexual crudo también entra en el anhelo de este gran viaje, pero la
satisfacción sexual empieza a perderse si la relación no se mantiene en el nivel que
les muestro aquí. De hecho, es inevitablemente de corta duración. No hay ninguna
riqueza en revelarse a muchos. En esos casos, uno revela la misma mercancía otra
vez a compañeros nuevos, o, como dije antes, uno exhibe diferentes facetas de su
personalidad. Con cuantos más compañeros tratas de compartirte, menos le das a
cada uno. Así es inevitablemente. No puede ser distinto.
PREGUNTA: Ciertas personas creen que pueden prescindir del sexo y el
eros y del deso de tener una pareja y vivir completamente para el amor a la
humanidad. ¿Cree usted que sea posible que un hombre o una mujer pueda
renunciar a esta parte de la vida?
RESPUESTA: Es posible, pero ciertamente no es sano ni honesto. Podría
decir que hay posiblemente una persona en diez millones que tenga esta tarea. Eso
puede ser posible. Puede estar en el karma de un alma específica que ya se
desarrolló hasta este punto, ha pasado por la experiencia de la verdadera relación y
viene con una misión específica. Y puede haber también ciertas deudas kármicas
que tienen que pagarse. En la mayoría de los casos --y aquí puedo generalizar sin
temor a equivocarme--, evitar la relación es algo malsano. Es un escape. La razón
real es el miedo de amar, miedo de la experiencia de vida, pero la renuncia
temerosa se racionaliza diciendo que es un sacrificio. A cualquiera que viniera a mí
con este problema, yo le diría: Examínate. Ve más abajo de las capas superficiales
de tu razonamiento consciente y de tus explicaciones de tu actitud a este respecto.
Trata de averiguar si tienes miedo del amor y la decepción. ¿No es más cómodo
vivir sólo para ti y no tener dificultades? ¿No es esto realmente lo que sientes en lo
más profundo de tu ser y lo que tratas de cubrir con otras razones? El gran trabajo
humanitario que deseas hacer puede ser efectivamente por una causa encomiable,
pero, ¿realmente crees que una cosa excluye la otra? ¿No sería mucho más
probable que la gran tarea que te has echado a cuestas tuviera mejores resultados
si aprendieras también el amor personal?
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Si todas estas preguntas se respondieran con la verdad, lo más probable es
que la persona viera que se está escapando. El amor y la realización personales
son el destino del hombre y la mujer en la mayor parte de los casos, ya que en el
amor personal se aprenden muchas cosas que no podrían aprenderse de otra
manera. Y formar una relación matrimonial duradera y sólida es la mayor victoria
que un ser humano puede alcanzar, ya que es una de las cosas más difíciles que
hay, como bien pueden verlo en su mundo. Esta experiencia de vida acercará el
alma más a Dios que las buenas acciones realizadas con tibieza.
PREGUNTA: Yo iba a hacer una pregunta en relación con la que hice
anteriormente: Se supone que el celibato es una forma altamente espiritualizada de
desarrollo en ciertas sectas religiosas. Por otra parte, la poligamia se reconoce
también en algunas religiones; entre los mormones, por ejemplo. Entiendo lo que
usted dijo, pero, ¿cómo justifica estas actitudes de parte de individuos que
supuestamente buscan la unidad con Dios?
RESPUESTA: Hay errores humanos en todas las religiones. En una religión
puede ser un tipo de error; en otras religiones, otro. Aquí simplemente tienes dos
extremos. Cuando estos dogmas o reglas nacen en las diversas religiones, ya sea
en un extremo o en otro, siempre es una racionalización y un subterfugio a los que
el alma individual recurre constantemente. Éste es un intento de encontrar una
explicación convincente, con buenos motivos, para las contracorrientes del alma
temerosa o codiciosa
Existe la creencia generalizada de que todo lo que tiene que ver con el sexo
es pecaminoso. El instinto sexual surge en el bebé. Cuanto más inmadura es la
criatura, más separa la sexualidad del amor, y por lo tanto más egoísta es.
Cualquier cosa sin amor es "pecaminosa", si quieres usar esta palabra. Nada que
vaya acompañado de amor es equivocado... ni pecaminoso.
No existe una fuerza, un principio ni una idea que en sí sea pecaminosa...
trátese del sexo o de cualquier otra cosa.
En el niño en desarrollo, que es naturalmente inmaduro, el impulso sexual se
manifestará primero egoístamente. Sólo si toda la personalidad crece y madura
armónicamente se integrará el sexo con el amor. Por ignorancia, la humanidad ha
creído durante mucho tiempo que el sexo como tal es pecaminoso. Se le mantuvo
oculto, y por lo tanto esta parte de la personalidad no pudo crecer. Nada que
permanezca oculto puede crecer; eso ya lo saben. Por lo tanto, incluso en muchos
adultos, la sexualidad es infantil y está separada del amor. Y esto, a su vez, llevó a
la humanidad a creer más y más que el sexo es pecado y que la persona
verdaderamente espiritual debe abstenerse de él. Así llegó a existir uno de los tan
mencionados círculos viciosos.
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Debido a la creencia de que el sexo era pecaminoso, el instinto no pudo
crecer y fundirse con la fuerza del amor. En consecuencia, la sexualidad con
frecuencia es egoísta y sin amor, cruda y animalista. Si las personas se dieran
cuenta --y cada vez lo hacen más-- de que el instinto sexual es tan natural y dado
por Dios como cualquier otra fuerza universal, y en sí no más pecaminosa que
cualquier otra fuerza existente, romperían entonces este círculo vicioso y más seres
humanos dejarían que su impulso sexual madurara y se mezclara con el amor... y
con el eros, de hecho.
¡Cuántas personas existen para quienes la sexualidad está completamente
separada del amor! No sólo se senten culpables cuando se manifiesta el impulso
sexual, sino que también se encuentran en la posición de no poder manejar los
sentimientos sexuales con las personas a quienes verdaderamente aman. Esto
ocurre con mucha frecuencia en cierta medida, aunque sí parece extremo. Debido a
estas condiciones distorsionadas y este círculo vicioso, la humanidad llegó a creer
que no puede encontrar a Dios cuando responde a sus impulsos sexuales. Esto es
un gran error; no puedes erradicar algo que está vivo. Sólo lo puedes esconder para
que no salga de otras maneras que podrían ser mucho más dañinas. Sólo en casos
rarísimos puede sublimarse la fuerza sexual para que esta fuerza creativa se
manifieste en otros ámbitos. La sublimación en su sentido real nunca puede ocurrir
cuando hay miedo y deseo de escapar, como ocurre con la mayoría de los seres
humanos. ¿Responde esto tu pregunta?
PREGUNTA: Perfectamente, gracias.
PREGUNTA: Si dos personas jóvenes se enamoran y se casan y no son una
buena pareja ni se entienden entre sí, ¿es posible que estas dos personas
emprendan este viaje juntas y tengan un buen matrimonio?
RESPUESTA: Sólo si ambos están dispuestos a aprender a amarse y a
madurar juntos. Incluso cuando se hizo una elección inmadura puede resultar un
matrimonio exitoso, pero sólo si ambos están dispuestos y saben con claridad lo que
debe ser un matrimonio. Si a ambos les falta la voluntad y el sentido de
responsabilidad para llevar esto a cabo, no tendrán el deseo de emprender este
viaje juntos.
PREGUNTA: ¿Cómo entra en todo esto la amistad entre dos personas?
RESPUESTA: La amistad es amor fraternal. Esta amistad también puede
existir entre un hombre y una mujer. El eros podría querer colarse, pero la razón y la
voluntad pueden determinar el cauce que tomarán los sentimientos. Son necesarios
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la discreción y un equilibrio sano entre la razón, la emoción y la voluntad para evitar
que los sentimientos fluyan en el canal equivocado.
PREGUNTA: ¿Va el divorcio contra la ley espiritual?
RESPUESTA: No necesariamente. No tenemos reglas fijas como esa. Hay
casos en que el divorcio es una salida fácil, un mero escape. Hay otros casos en
que el divorcio es razonable porque la decisión de casarse se tomó inmaduramente
y a ambos componentes de la pareja les falta el deseo de cumplir con la
responsabilidad del matrimonio en su verdadero sentido. Si sólo uno está dispuesto
--o ninguno de los dos-- el divorcio es mejor que quedarse juntos y hacer una farsa
del matrimonio. A menos que ambos estén dispuestos a hacer este viaje juntos, es
mejor cortar por lo sano que permitir que uno impida el crecimiento del otro. Eso
llega a suceder, desde luego. Es mejor poner fin a un error que permanecer
indefinidamente en él sin encontrar un remedio efectivo.
Sin embargo, no hay que abandonar un matrimonio a la ligera. Aun cuando
fue un error y no funciona, uno debería tratar de encontrar las razones y hacer todo
lo posible por buscar y tal vez vencer los obstáculos que se interponen. Como éstos
se deben a errores internos, los componentes de la pareja deben tratar de hacer su
mejor esfuerzo, siempre que ambos estén dispuestos. Uno puede aprender mucho
de sus errores pasados y presentes. Generalizar que el divorcio está mal en
cualquier caso es tan incorrecto como decir que siempre está bien. Uno debe
indudablemente hacer lo mejor que pueda, aun si el matrimonio no es la experiencia
ideal de la que hablé esta noche. Pocas personas están lo suficientemente listas y
maduras para ello. Ustedes pueden prepararse tratando de entender sus errores
pasados y aprender de ellos.
Mis queridísimos amigos, piensen cuidadosamente en lo que he dicho. Hay
muchos temas para reflexionar en lo que les dije, para cada uno de los que están
aquí y para todos aquellos que leerán mis palabras. No hay una sola persona que
no pueda aprender algo de ellas.
Quiero concluir esta conferencia asegurándoles a todos que nosotros en el
mundo espiritual nos sentimos profundamente agradecidos con Dios por los buenos
esfuerzos de ustedes, por su crecimiento. Es nuestra mayor alegría y nuestra mayor
felicidad. Y así, queridos míos, reciban otra vez las bendiciones del Señor; que su
corazón se llene de esta maravillosa fuerza que llega a ustedes desde el mundo de
la luz y la verdad. Vayan en paz y en dicha, queridos míos, cada uno de ustedes.
¡Queden con Dios!
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Título en inglés: THE FORCES OF LOVE, EROS, AND SEX
Edición en inglés de 1996. Dictada el 16 de enero de 1959
Traducción al español: Margarita Montero Zubillaga
16 de mayo de 2012
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