From the SelectedWorks of L. Alberto Huamán Ordoñez 2013 La concepción etérea del interés público en la jurisprudencia del TC Alberto Huamán Ordoñez Available at: http://works.bepress.com/albertohuamanordonez_albertohuamanordonez/5/ LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA La concepción etérea del “interés público” en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional: Retrospectiva de cara al Derecho Administrativo. L. Alberto HUAMÁN ÓRDOÑEZ(*). SUMARIO: I. Palabras iniciales. II. Visión retrospectiva de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional en cuanto al concepto jurídico indeterminado del interés público: 2.7. De nuevo: renovación de cuadros militares y ausencia de motivación en sede administrativa en la STC N° 01646-2011-PA/TC, del 28 de noviembre del 2011. Valoración de cara al interés público. 2.6. De nuevo sobre potestades de fiscalización y control municipales, rubros incompatibles con la licencia de funcionamiento otorgada e interés público. La STC N° 00467-2009-PA/TC, del 28 de mayo del 2009. 2.5. El interés público en el otorgamiento de autorizaciones administrativas por licencias de edificación por el mecanismo procedimental de la aprobación automática. Balance con el test de proporcionalidad strictu sensu. La STC N° 0009-2008-PI/TC, del Pleno del Tribunal Constitucional, del 17 de febrero del 2009, en el voto singular de los magistrados Calle Hayen y Eto Cruz. 2.4. Habilitación para el ejercicio de actividades de los particulares, autorización administrativa, ejercicio de derechos subjetivos constitucionales e interés público. La STC N° 03951-2007-PA/TC, del 13 de octubre del 2008. 2.3. El interés público en la resolución de un contrato de concesión de ruta de servicio público. La STC N° 2488-2004-AA/TC, del 10 de mayo del 2006. 2.2. Interés público y principio de juridicidad en el marco de actuaciones formales y materiales de la Administración Pública. La STC N° 3741-2004-AA/TC, del 14 de noviembre del 2005. 2.1. Renovación de cuadros militares, discrecionalidad, arbitrariedad, interés público y carencia del elemento motivación como elemento de validez de acto en la STC N° 0090-2004-AA/TC, del 5 de julio del 2004. III. Reflexión ulterior. I. Palabras iniciales: Empezar a hablar de la figura del interés público no resulta nada fácil ni siquiera para quienes, de manera mediata o inmediata, tenemos algo que ver con la Administración Pública, sea para bien o para mal, sea para iniciar un procedimiento o para finalizarlo, para acompañarla en juicio o para enrumbar en su contra ante el Poder Judicial. Para llegar a hablar de ella, debemos empezar, cómo no, a explicar que podemos o se puede entender por dicha figura para, más tarde, enlazarla a lo (*) Abogado por la Universidad Nacional “Pedro Ruiz Gallo” de Lambayeque, Perú. Especialista en Derecho Administrativo, Derecho Laboral y Proceso Contencioso Administrativo, con estudios de Especialización en Administración de Recursos Humanos en el Instituto Peruano de Administración de Empresas (IPAE). Miembro del Círculo de Formación Jurídico Administrativo (CFJA), asociación civil fundada por estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo (USAT). Correos electrónicos: [email protected]; [email protected]. 1 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA público y, desde allí, a las actividades de la Administración Pública y al reverso de las actuaciones objetivas: la arbitrariedad. Aceptando que el llamado interés público debe entenderse, de corrido, como aquello que interesa a todos, sea en su aspecto individual como en lo colectivo, pasando por lo plural se caerá en la cuenta de que el tinte de lo “público” que le ha sido impreso no representa un solo rotulado porque sí sino que expone, antes bien, la premisa urgente de lo que es del interés en los asuntos públicos, vale decir, del interés en los asuntos vinculados al Derecho Público. No en vano, los hispanos GARCÍA DE ENTERRÍA y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ en su monumental Curso de Derecho Administrativo precisan: “la administración pública actúa en función, no de un interés propio del aparato administrativo, sino de un interés de la comunidad, que es ajeno y absolutamente superior al interés de la administración como organización”1. Si se identifica el interés público en los términos arriba señalados resulta consecuente decir que solamente a través de él podemos avizorar que toda actuación de los poderes públicos no solo va a ser legal (que siendo legal no le impide ser arbitraria) sino que va a estar rodeada de legitimidad. Todo actuar de la Administración, para ser entendida como una actuación de un poder público, debe ser imparcial, amén de ponderada y razonable sin dejar de ser racional; solamente a través de dicho cometido, el concurso de actuaciones en uso de lo discrecional o lo reglado va a evitar la arbitrariedad. En la medida de nuestras afirmaciones, creemos por conveniente ofrecer el presente estudio de análisis jurisprudencial de cara al uso de potestades de Derecho Público; bajo tal expresión, nos vamos a detener en aquellas sentencias del Tribunal Constitucional de mayor gravitancia o implicancia2 que explican la relevancia del concepto en funciones a 1 GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Tomás-Ramón: Curso de Derecho Administrativo, T. I, 8ª edición, Civitas, Madrid, 1997, p. 437, citados en DÁNOS ORDÓÑEZ, Jorge: “La constitucionalización de la Administración Pública”, en: Revista Peruana de Derecho Público, Año 3, N° 4, Grijley, Lima, enero-junio 2002, p.14. 2 Esto obvia otras sentencias donde solamente se hace una mención del instituto sin que el Alto Tribunal se detenga en su desarrollo. Por ejemplo, los pronunciamientos contenidos en la STC N° 430-98-AA/TC, fdm. 3 (Bermeo Turchi vs. Titular del Pliego del Poder Judicial y Secretario General de la Secretaría Ejecutiva del Poder Judicial): “3. Que, antes de entrar en el análisis sobre el cumplimiento de aquel plazo, debemos recordar que el Derecho Administrativo tiene dos principios fundamentales: el del interés público y el de la legalidad; conviene, para el presente caso, saber el concepto doctrinario del segundo principio, que se basa en el aforismo romano legem patere quam feciste («soporta la ley que hiciste»), esto significa que la Administración Pública debe ser el ejemplo del cumplimiento de la ley y no debe actuar arbitrariamente”; igualmente en la STC N° 744-97-AA/TC, fdm. 4 y 5 (Plasencia Santillán y Camacho Saucedo en calidad, respectivamente, de Secretario General y Secretario de Defensa del Sindicato Único de Trabajadores del Hospital Regional Docente de Trujillo, UTES N.° 01 - Trujillo Norte - Ascope vs. Director Regional de Salud de La Libertad y Director del Hospital Regional Docente de Trujillo: “4. Que si bien para la época en que se expidieron tanto la Resolución Directoral N.° 0176-91-UDES/LL como la Resolución Directoral N.° 264-92-UTES-IN-A/UP se encontraba en vigencia el Decreto Supremo N.° 006-67-SC cuyo artículo 112° permitía decretar a la administración, en cualquier momento la nulidad de oficio de las resoluciones administrativas, siempre que concurrieran las causales establecidas en el artículo 45° del mismo cuerpo legal, es 2 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA atribuciones ius administrativas, efectuando el descarte del uso de la institución a situaciones de jurisprudencia no guiadas por el Derecho Administrativo. Queda por decir a forma de cierre de este apartado que, a modo de catarsis, hemos creído conveniente ofrecer un análisis retrospectivo que nos permita conocer, de lo reciente a lo más antiguo, el desarrollo o mantenimiento de la figura; por esto, con excepción de este punto y del de cierre, lo relativo a las sentencias de mayor importancia citadas en lo ateniente al concepto de interés público deben ser leídas a modo regresivo. Empecemos. II. Visión retrospectiva de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional en cuanto al concepto jurídico indeterminado del interés público: A través del conjunto de decisiones emanadas de la jurisprudencia constitucional queremos brindar el entendimiento que hace nuestro Tribunal de lo Constitucional en cuanto a la institución del interés público y su enlace a otras figuras jurídico - públicas. Realizada tal precisión, pasemos al estudio de dichas decisiones jurisprudenciales conectadas a la institución materia del presente trabajo: 2.7. De nuevo: renovación de cuadros militares y ausencia de motivación en sede administrativa en la STC N° 01646-2011-PA/TC, del 28 de noviembre del 2011. Valoración de cara al interés público: En la STC N° 01646-2011-PA/TC, del 28 de noviembre del 2011, derivada de un amparo (rechazado en primer grado y confirmado por Sala al declararse fundada la excepción de incompetencia por razón de la materia teniendo como efecto declarar la nulidad de todo lo actuado y, como correlato, la conclusión del proceso decir, siempre que fueran dictadas por órgano incompetente, que sean contrarias a la Constitución y a las leyes o que contengan un imposible jurídico o que se hayan dictado prescindiendo de las normas esenciales de procedimiento y de la forma prescrita por la ley, también es cierto que conforme a la última parte del referido artículo 112°, ello sólo era posible en la medida en que exista agravio al interés público, situación que, sin embargo, no han demostrado en modo alguno los demandados de la presente causa, apareciendo, por el contrario, de los autos que las resoluciones directorales N.° 0176-91-UDES/LL y N.° 264-92-UTES-IN-A/UP han sido emitidas conforme a criterios razonables o justos. 5. Que, en la medida en que las resoluciones directorales N.° 0176-91-UDES/LL y N.° 264-92-UTES-IN-A/UP no contrariaban el interés público e incluso no habían sido expedidas en transgresión manifiesta de los supuestos previstos por el artículo 45° del Decreto Supremo N.° 006-67-SC, constituían un evidente estado de cosa decidida, por lo que su desnaturalización a posteriori, así sea indirecta, afecta sin lugar a dudas el derecho al debido proceso administrativo, correspondiendo a este Tribunal así declararlo” . 3 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA incoado) interpuesto por personal militar es que el Tribunal ha tratado lo relativo al interés público. En la demanda formulada contra el Ministerio del Interior y el Director General de la Policía Nacional del Perú, en la que se pretensiona la inaplicación de un acto administrativo contenido en la Resolución Ministerial Nº 1191-2009-IN/PNP, del 30 de diciembre del 2009, con el cual se dispone pasarlo a retiro por la causal de renovación de manera contraria a la exigencia de motivación del acto siendo, con todo detalle, la afectación a la motivación de las decisiones administrativas de gravamen el derecho materia de invocación del proceso constitucional iniciado, se ha procedido a señalar acerca del interés público los fundamentos siguientes: “El derecho a la motivación de las resoluciones El derecho a la motivación de las resoluciones como componente del derecho al debido proceso, no solamente implica citar la norma legal que ampara la decisión jurisdiccional o administrativa, sino que lo relevante se encuentra en el hecho de exponer las razones de hecho y el fundamento jurídico que justifican la decisión adoptada. En el caso concreto, y de la cuestionada Resolución Ministerial N.º 11912009-IN/PNP, de fecha 30 de diciembre de 2009 (f. 3), se advierte que solo se hace una mención genérica a la Ley N.º 28857 y al Decreto Supremo N.º 0122006-IN, sin motivar suficientemente las razones que sustenten el pase al retiro del recurrente, pues en ella solo se citan normas legales y se hace referencia al Acta del Consejo de Calificación N.º 23-2009-CC-PNP, de fecha 22 de diciembre de 2009 (f. 4). Sin embargo, no se encuentra una relación directa entre las normas citadas y los hechos mencionados, ni las razones de interés público que justifiquen la medida adoptada de separar al demandante. En consecuencia, el Tribunal Constitucional considera que se ha ejercido una potestad discrecional que incurre en arbitrariedad dado que no existe una debida motivación, debiendo precisarse que ello tampoco se desprende del acta del Consejo de Calificación antes referida. Por lo mismo, corresponde estimar la demanda al haberse acreditado la violación del derecho a la motivación de las resoluciones en sede administrativa como componente del derecho al debido proceso, previsto por el artículo 139.5º de la Constitución Política del Perú”3. El debido proceso en sede administrativa o debido procedimiento administrativo es, sin duda alguna, un derecho constitucional del administrado. En el caso sub examine, debemos señalar que este derecho se afectó con la decisión asumida por la Administración del Interior cuando simplemente procedió a hacer una 3 STC N° 01646-2011-PA/TC, fdm. 6 al 8 (Granda Monroy vs. Ministerio del Interior y el Director General de la Policía Nacional del Perú). 4 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA transcripción normativa sin traducir la norma citada al caso concreto, por lo señalado, el Tribunal ordena dentro de la parte resolutiva de la sentencia materia de cita, se disponga la reincorporación del demandante a la situación de actividad en el grado de coronel. 2.6. De nuevo sobre potestades de fiscalización y control municipales, rubros incompatibles con la licencia de funcionamiento otorgada e interés público. La STC N° 00467-2009-PA/TC, del 28 de mayo del 2009: En otra sentencia relativa al tema de licencia de funcionamiento, igualmente se ha tratado el interés público. Es así que en la STC N° 00467-2009-PA/TC, del 28 de mayo de 2009, formulada a partir de una demanda de amparo iniciada por una ciudadana contra la Municipalidad Provincial de Arequipa así como diversos funcionarios de ella tales como el Gerente de Administración Tributaria, el Subgerente de Fiscalización y, por supuesto, el Procurador Público de la Comuna, solicitando que en sede constitucional se proceda a inaplicar, usando la técnica del judicial review, la Ordenanza N° 487, alegando la burla de su derecho fundamental a trabajar libremente afirmando que dicha alta norma municipal, la Comuna ha regulado un procedimiento sancionador de clausura para aquellos locales que no cuenten con autorización municipal siendo comprendido de modo indebido, a juicio suyo, su local comercial. Aunado a lo señalado, la accionante alega, dentro de sus fundamentos de hecho, que el Subgerente de Fiscalización Tributaria en compañía de la Fiscal Adjunta y miembros de la Policía Nacional del Perú, procedió a levantar un acta de intervención en su local comercial donde le pone de conocimiento, a través de notificación, el inicio de procedimiento sancionador y la clausura temporal de su comercio, expresando que dicho local no contaba con licencia de funcionamiento, sin tomarse en cuenta que sí cuentan con ella: “Sobre la ordenanza cuestionada 2. La referida ordenanza regula el procedimiento sancionador en los casos en donde se detecte que los locales comerciales no cuenten con licencia de funcionamiento. En primer lugar, cabe precisar que tal norma no es una norma autoaplicativa, ya que no genera una nueva situación jurídica para la recurrente. Establece un procedimiento al que solo será sometido si es que la Municipalidad demandada inicia un procedimiento por no contar con la licencia de funcionamiento apropiada. Esto es, requiere de un acto previo por parte de la Administración a fin de que pueda serle aplicable. Ello no obsta para que pueda cuestionarla de manera indirecta cuando ponga en tela de juicio el acto administrativo que, como es el caso, aplique sanciones sobre la base de tal procedimiento. 5 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA 3. Sin embargo, es de apreciarse que la ordenanza no implica una vulneración al derecho fundamental de la recurrente, ya que «para poder reconocer el derecho a la libertad de empresa, debe acreditarse contar con la licencia de funcionamiento correspondiente de parte de la autoridad municipal; caso contrario, no puede asumirse la afectación de dicho derecho fundamental» (STC N.° 02802-2005-AA/TC, F. 5). En efecto, «las municipalidades, por mandato constitucional, son competentes para regular actividades y servicios en materia de educación, salud, vivienda, saneamiento, medio ambiente, transporte colectivo, circulación y tránsito, turismo, cultura, recreación y deporte, dentro del marco legal correspondiente. En ese sentido, en el ámbito de competencia municipal, para realizar alguna de las actividades o servicios regulados por la administración municipal, y a fin de ejercitar válidamente el derecho a la libertad de empresa -y consecuentemente, de ser el caso, poder alegar la vulneración a la libertad de trabajo, como derecho accesorio-, se debe contar previamente con la respectiva autorización municipal, sea esta licencia, autorización, certificado o cualquier otro instrumento aparente que pruebe la autorización municipal para la prestación de un servicio o el desarrollo de una actividad empresarial [...]» (STC N.° 02802-2005-AA/TC, F. 8)”4. Para el TC, es puntual sostener que la protección de diversos bienes jurídicos de alcance municipal se encuentra dentro de los alcances de la regulación asumida por la norma orgánica municipal general, la LOM, entonces, alegarse que la sola emisión de la citada ordenanza se constituye en una amenaza no tiene asidero. Justamente, si se tiene en cuenta que en los procesos constitucionales no es posible discutir si tiene o no un derecho sino, antes bien, es necesario acreditarlo para solicitar el auxilio judicial de amparo para su restablecimiento, podremos dejar establecido que en este proceso no se logra acreditar el derecho que se dice afectado. Al respecto, la parte jurisprudencial de interés sostiene: “Análisis del caso en concreto 4. En el caso de autos, la actora alega que cuenta con la licencia de funcionamiento, por lo que resulta arbitrario que se le aplique una norma diseñada para casos en donde el administrado no tenga licencia. Así, conforme se aprecia a folios 6, la recurrente cuenta con la licencia municipal de funcionamiento definitiva, la que le permite realizar actividades en el giro de «Restaurantes y chifas, cevicherías - pollerías». 4 STC N° 00467-2009-PA/TC, fdm. 2 al 3 (Barrial Flores vs. Municipalidad Provincial de Arequipa, Gerente de Administración Tributaria, Subgerente de Fiscalización y Procurador Público de la Municipalidad Provincial de Arequipa). 6 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA 5. De otro lado, la demandada ha explicado que, tal como consta del acta de intervención (obrante a folios 4), en el local se encontraban aproximadamente 24 personas que estaban bebiendo cerveza y escuchando música a un alto volumen, es decir, la recurrente estaba brindado servicios de Restaurante-bar, para lo cual no contaba con la licencia apropiada. En tal sentido, se procedió a clausurar temporalmente el local, en el entendido de que estaban brindando servicios para los cuales no tenía la respectiva licencia. 6. Respecto de la posibilidad municipal de clausurar locales, este Tribunal ya ha explicado que este tipo de medidas estará justificada «si es motivada por el interés público, pudiendo determinarse su nulidad si es que resultara arbitraria, es decir, si es que no es posible identificar un interés público en la clausura» [STC N.° 03951-2007-PA/TC, F. 6]. En tal sentido, estas potestades de las municipalidades, dispuestas en el artículo 49.º de la Ley Orgánica de Municipalidades, son la manifestación de la función de policía de la Administración, es decir, «aquella que le permite limitar la libertad y la propiedad de los administrados mediante el ejercicio de la coacción, y cuya finalidad no es otra que posibilitar el ejercicio de los derechos y libertades de los propios ciudadanos, garantizar la seguridad ciudadana y velar por el desarrollo urbano del territorio de su competencia» [STC N.° 03951-2007-PA/TC, F. 8]. Así, sin contar con un acto administrativo previo la Administración está facultada para actuar contra una situación de hecho contraria al orden público. Esto no significa que tales resoluciones no puedan ser fiscalizadas por el ente jurisdiccional. Por el contrario, tal poder de coacción merece una especial supervisión a fin de evitar abusos por parte de la Administración municipal. 7. En este caso, lo afirmado por la Municipalidad demandada no ha sido negado por la recurrente; en tal sentido, es claro que la demandante venía desnaturalizando la licencia que tenía para el giro de restaurantes, chifas, ceviches, pollerías, motivo por el cual no resultan irrazonable ni desproporcionados las medidas tomadas por la Municipalidad, habiendo actuado la demandada de manera coherente con la protección del interés público y su labor fiscalizadora. En efecto, si bien la actora contaba con una licencia, también es cierto que venía realizando actividades propias de otro rubro, motivo por el cual resulta legítima la intervención efectuada por la Municipalidad”5. Para la decisión jurisprudencial, no cabe alegar la titularidad del derecho que se dice afectado si es que su ejercicio es contrario a los fines para los cuales se ha solicitado la autorización administrativa. El ejercicio de actividades propias de licencia de funcionamiento, en un rubro que no es el materia de petición, autoriza al 5 STC N° 00467-2009-PA/TC, fdm. 4 al 7 (Barrial Flores vs. Municipalidad Provincial de Arequipa, Gerente de Administración Tributaria, Subgerente de Fiscalización y Procurador Público de la Municipalidad Provincial de Arequipa). 7 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA ejercicio de las potestades públicas asignadas a los Municipios. Si bien el Constitucional ha motivado por remisión, reconduciendo el sentido de su razonamiento jurídico constitucional al emitido a propósito de la STC N° 039512007-PA/TC, cabe señalar que las razones de interés público se afirmarían en el inicio de procedimiento sancionador para aquellos administrados que no cuentan con licencia o que, contando con ella, han desnaturalizado la autorización otorgada. En un juicio del interés público invocado por la demanda, cabe descartar la presencia de arbitrariedad pública pues, al disponerse la clausura temporal (y no definitiva) del local por darle a la licencia de funcionamiento un uso diferente del peticionado, se ha procedido a usar la ponderación en el manejo y sentido de dicha decisión comunal; así, se ha hecho una mesura entre los medios utilizados y los fines públicos cuya tutela se persigue, criterio con el cual nos encontramos de acuerdo. 2.5. El interés público en el otorgamiento de autorizaciones administrativas por licencias de edificación por el mecanismo procedimental de la aprobación automática. Balance con el test de proporcionalidad strictu sensu. La STC N° 0009-2008-PI/TC, del Pleno del Tribunal Constitucional, del 17 de febrero del 2009, en el voto singular de los magistrados Calle Hayen y Eto Cruz: Otro de los momentos en los que el debate constitucional ha estado sobre el tapete en cuanto a la implicancia del interés público ha sido en la STC N° 00092008-PI/TC, del 17 de febrero del 2009, expedida por el Pleno. En dicha decisión jurisprudencial sostenida a propósito de la evaluación de constitucionalidad de la Ley N° 29090, Ley de Regulación de Habilitaciones Urbanas y de Edificaciones (LRHUE), en la demanda formulada por el Colegio de Ingenieros del Perú, se ha enarbolado a través del voto singular de los magistrados Calle Hayen y Eto Cruz la seguridad de la población ante situaciones de expendio indiscriminado y no fiscalizado de licencias relativas a los rubros de habilitación urbana y construcción. Justamente, acogiendo los argumentos de protección del interés general, el TC en dichos votos separados o disconformes con la declaratoria de constitucionalidad de la LRHU-E llega a exponer que si bien la simplificación administrativa constituye un punto a favor de la promoción de la actividad de los privados en la producción de riqueza, dicho en otras maneras, en la producción de bienes y servicios, de cara a lo inmobiliario esto no puede traducirse en la claudicación de las potestades administrativas de fiscalización y control otorgadas a los Municipios del país. Así, curiosamente al estricto tenor de la LRHU-E solamente basta presentar un formulario en el cual se anexaran la documentación exigida en dicha norma para obtener la licencia. 8 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA Aún más, sometiéndose al ardid del procedimiento de aprobación automática, la licencia era el propio formulario, por lo que de transcurrir el plazo legal, solamente quedaba liquidar los pagos a que hubiere lugar y, desde dicho instante, se tendría ya una licencia. Para entender el alcance de la argumentación de inconstitucionalidad de esta ley de cara al interés público debemos detenernos en el dictado de diversa normativa de la Ley N° 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General (LPAG): - En primer término, debemos empezar por señalar que el artículo 30 de esta norma, en cuanto respecta a la calificación de los procedimientos administrativos, prescribe que estos admiten una summa divisio en procedimientos de aprobación automática o, de ser el caso, de evaluación previa por la entidad y en cuanto a esto último de darse la omisión de pronunciamiento expreso y oportuno, a las técnicas de los silencios: positivo o negativo. - Debe añadirse la regulación del artículo 31 que, en lo referido al régimen del procedimiento de aprobación automática, proclama a través del artículo 31,1 que en este procedimiento, la solicitud es considerada aprobada desde el mismo de su presentación ante la entidad competente para conocerla, siempre que cumpla con los requisitos y entregue la documentación completa, exigidos en el Texto Único de Procedimientos Administrativos (TUPA) de la entidad ante la cual se ha iniciado el trámite. Todavía más, el artículo 31,2 de la LPAG señala que en este procedimiento, el de aprobación automática, la Administración Pública no emite ningún pronunciamiento expreso confirmatorio de la aprobación automática como sí lo hace en el de evaluación previa; solamente le toca realizar la fiscalización posterior. Empero, cuando en este tipo procedimental se requiera de modo necesario de la expedición de un documento sin el cual el usuario no puede hacer efectivo su derecho, el plazo máximo para su expedición es de cinco días hábiles, sin perjuicio de la presencia de plazos superiores fijados por leyes especiales anteriores a la vigencia de la ley del procedimiento común. Así, por el dictado del artículo 31,3 de la LPAG, como constancia o acreditación de la aprobación automática de la solicitud del administrado, solamente basta la copia del escrito o del formato presentado conteniendo el sello oficial de recepción, sin observaciones e indicando el número de registro de la solicitud, fecha, hora y firma del agente receptor. 9 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA - A lo señalado, debe además incluirse que la única oposición que puede mostrar la Administración ante este tipo de procedimiento es la observación a la documentación que traduce la petición, documentación que, de común, acompaña al formulario o escrito con el cual se abre el trámite. Esto, por cuanto el artículo 125 de la LPAG, en cuanto respecta justamente a las observaciones a la documentación presentada por el administrado, determina entre otros puntos, en el artículo 125,3.2 la improcedencia de la aprobación automática del procedimiento administrativo si no se acompañara la documentación pertinente exigida. - Ahora, si la oposición no pudo prosperar, solamente quedaría alegar la nulidad de la licencia otorgada por aprobación automática; mecanismo nulificante que podría argüirse mediante la formulación de los recursos impugnativos a pedido de parte o mediante la técnica de la nulidad de oficio si la nulidad es alegada por la Administración Pública. Veríamos como probable acogerse al artículo 10 de la LPAG, en lo relativo a la nulidad de la licencia obtenida por aprobación automática, que en aquel listado referido a las causales de nulidad, deja establecido que son vicios del acto administrativo causantes de nulidad de pleno derecho, entre otros, los actos expresos o los que resulten como consecuencia de la aprobación automática por los que se adquiere facultades o derechos por su contrariedad al ordenamiento jurídico o por incumplimiento de los requisitos, documentación o tramites esenciales para su adquisición, por estricto mandato del artículo 10,3 de la ley del procedimiento común. Si tomamos en cuenta que, por la ordenación del artículo 31,4 de la LPAG, la obtención de licencias, autorizaciones, constancias y copias certificadas o similares que habiliten para el ejercicio continuado de actividades profesionales, sociales, económicas o laborales en el ámbito privado ingresan en el rubro de los procedimientos de aprobación automática y se encuentran solo sujetas a la presunción de veracidad, siempre que no generen la afectación a derechos de terceros y sin perjuicio de la fiscalización posterior que realice la Administración, podremos concluir que la técnica de fiscalización posterior no llegaría a satisfacer la necesidad de apreciar las potestades de fiscalización y control urbanístico. Si la habilitación urbana con sus obras incluidas (redes públicas concesionadas de agua potable y disposición de excretas, redes públicas concesionadas de alumbrado público y particular: domiciliarias, trazados de calles, áreas de recreación, etc.) ya se ejecutó o si concediendo la licencia de edificación, está a punto de concluirse la obra para la cual fue concedida aquella demás estaría la fiscalización posterior pues ella no responde a las reales exigencias de la potestad fiscalizadora, contralora y 10 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA sancionadora, de ser éste último el caso, de los entes de la Comuna. Esto es advertido por el voto singular. Veamos: “§3. Aprobación automática de licencias de habilitaciones urbanas y de edificaciones, y test de proporcionalidad 11. Desde luego, la inconstitucionalidad formal e indirecta advertida es, en sí misma, suficiente para expulsar del sistema jurídico a la ley sometida a juicio. Sin embargo, sentimos que es nuestro deber advertir un vicio de inconstitucionalidad de fondo en el que también incurre la Ley N.º 29090, y cuyo carácter material lo hace aún más grave que la causal de invalidez ya desarrollada. A continuación, con el auxilio del denominado test de proporcionalidad, pasamos a fundamentar la invalidez sustancial que, a nuestro criterio, anida en la referida ley. 12. Se ha señalado ya que, conforme al artículo 1º de la Ley N.º 29090, el objeto de esta es «establecer la regulación jurídica de los procedimientos administrativos para la obtención de las licencias de habilitación urbana y de edificación, con la finalidad de facilitar y promover la inversión inmobiliaria». En otras palabras, la norma pretende que a través de una nueva configuración de los aludidos procedimientos administrativos que los haga más céleres y simples, la inversión inmobiliaria se fomente e incremente en el corto plazo. De esta manera, para determinar la finalidad inmediata perseguida por la ley incoada basta acudir a un criterio teleológico objetivo, pues ella está mencionada expresamente en la propia ley. Ahora bien, siendo esta la finalidad inmediata, subyace en ella una finalidad mediata, consistente en la búsqueda de concretizar el mandato contenido en el artículo 59º de la Constitución, conforme al cual «[e]l Estado estimula la creación de riqueza y garantiza (…) la libertad de empresa». Es decir, resulta razonable interpretar que el legislador asuma como una norma adscrita al deber del Estado, de estimular la creación de riqueza y garantizar la libertad de empresa, el deber de adoptar medidas que permitan fomentar la inversión en materia inmobiliaria. 13. Por otra parte, la modificación del régimen para la obtención de las licencias de habilitación urbana y de edificación, a efectos de alcanzar mayor celeridad, es un propósito atendible si se toma en cuenta que, en aplicación de la legislación precedente, el trámite para la obtención, por ejemplo, de una licencia de habilitación urbana, demoraba un promedio de 321 días. 14. Pues bien, de esta manera, como medida para alcanzar la referida finalidad, la ley plantea una simplificación de los procedimientos, una disminución de los trámites y sus respectivos plazos, una reducción significativa del costo de los derechos de tramitación, la determinación de mayores responsabilidades para los funcionarios ineficientes o negligentes, la 11 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA determinación clara y específica de los actores que intervienen en los respectivos procedimientos, introduciendo, por ejemplo, la figura de los Revisores Urbanos, esto es, profesionales registrados y autorizados para verificar que los proyectos de habilitación urbana y/o edificación cumplan con las disposiciones urbanísticas y/o edificatorias que regulan el predio materia de trámite, de conformidad con las Normas de Acondicionamiento Territorial y/o Desarrollo Urbano, el Reglamento Nacional de Edificaciones y otras normas que sean de competencia, emitiendo el informe técnico de su especialidad, para la obtención de la respectiva licencia de habilitación o de edificación (artículo 6.2 de la Ley N.º 29090), entre otras medidas. 15. Ciertamente, ninguna de tales medidas parece situar prima facie en compromiso el contenido constitucionalmente protegido de algún bien constitucional, por lo que si a ellas se hubiesen reducido los mecanismos para simplificar y acelerar los procedimientos administrativos de otorgamiento de licencias, no existiría mérito para cuestionar la validez material de la ley impugnada. Por lo demás, es posible establecer una relación de idoneidad entre las medidas antes mencionadas y la promoción de la inversión inmobiliaria. En otros términos, resulta razonable arribar a una prognosis fáctica en virtud de la cual, mientras menores sean los obstáculos burocráticos y los «costos de transacción» (en el sentido del término utilizado por muchos de los defensores del Análisis Económico del Derecho), para obtener una licencia de habilitación urbana y de edificación, mayores serán los incentivos para invertir en el rubro inmobiliario. 16. No obstante, no han sido solo esas las medidas adoptadas. Otra de ellas que parece haber resultado fundamental, a juicio del legislador, para la promoción de la inversión inmobiliaria- ha consistido en eliminar, en determinados supuestos, los controles preventivos de seguridad pública y viabilidad de los proyectos inmobiliarios, antes de conceder las referidas licencias. En efecto, con excepción de los procedimientos para la obtención de las licencias de habilitación y de edificación correspondientes a lo que la ley denomina Modalidades C (cuya aprobación requiere la evaluación previa del proyecto por Revisores Técnicos o Comisión Técnica) y D (cuya aprobación requiere la evaluación previa del proyecto por Comisión Técnica), el resto de los proyectos de habilitación y edificación (correspondientes a las Modalidades A y B) está sujeto a «aprobación automática» (artículo 10º). Así por ejemplo, proyectos susceptibles de acogerse a la Modalidad A, tales como la construcción de una vivienda unifamiliar de hasta 120 m² construidos, siempre que constituya la única edificación en el lote; la demolición total de edificaciones, siempre que no constituyan parte integrante del Patrimonio Cultural de la Nación y de las que requieran el uso de explosivos; o las obras de carácter militar de las Fuerzas Armadas y las de carácter policial de la Policía Nacional del Perú, así como los establecimientos de reclusión penal (artículo 10º 1 de la ley impugnada); y 12 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA aquellos susceptibles de acogerse a la Modalidad B, tales como las habilitaciones urbanas de unidades prediales no mayores de 5 ha, que constituyan islas rústicas y que conformen un lote único, siempre y cuando no esté afecto al Plan Vial Provincial o Metropolitano; las edificaciones para fines de vivienda unifamiliar o multifamiliar de hasta 5 pisos, o condominios de vivienda unifamiliar y/o multifamiliar de hasta 5 pisos, siempre que el proyecto tenga un máximo de 3,000 m² de área construida, son aprobados automáticamente con la sola presentación del formulario de solicitud y los documentos necesarios (artículo 10º 2 de la ley impugnada). Es así que la norma es enfática en señalar que para obtener las licencias mediante el procedimiento de aprobación automática, «sólo se requiere la presentación, ante la municipalidad competente, del Formulario Único acompañado de los requisitos establecidos en la presente Ley. El cargo de ingreso constituye la respectiva licencia, previo pago de la liquidación respectiva, y a partir de este momento se podrán iniciar las obras» (artículos 10º 1 y 10º 2 de la ley impugnada). Es decir, de acuerdo a esta regulación, las obras de construcción, incluso de viviendas, podrán iniciarse tras la simple presentación de documentos y sin ningún tipo de fiscalización previa, pues de conformidad con el artículo 10º 5 de la ley incoada, en los casos de proyectos correspondientes a las Modalidades A y B, la fiscalización es sólo posterior. 17. A nuestro juicio, es evidente que esta medida, a saber, la aprobación automática de licencias -especialmente cuando se encuentra orientada a la permisión de edificaciones para vivienda- a diferencia de las otras, sí compromete seriamente el contenido constitucionalmente protegido de una serie de bienes constitucionales relacionados con la seguridad pública. Así pues, conviene tener en cuenta que si bien, como se ha señalado, el artículo 59º de la Constitución establece el deber del Estado de estimular la creación de riqueza y garantizar la libertad de empresa, comercio e industria, inmediatamente advierte que «el ejercicio de estas libertades no debe ser lesivo a la moral, ni a la salud, ni a la seguridad públicas». 18. Es verdad que la medida de aprobación automática lleva prácticamente a su máxima expresión la reducción de los trámites burocráticos y su tiempo de duración, por lo que resulta plenamente idónea para alcanzar el fin inmediato perseguido, esto es, facilitar y promover la inversión inmobiliaria. Sin embargo, al mismo tiempo afecta sensiblemente el ámbito normativo constitucional de la seguridad pública. (…) 21. Con la posibilidad de conceder licencias de aprobación automática, permitiendo el inicio de la construcción de obras inmobiliarias sin ningún tipo de pronunciamiento técnico previo, incluyendo nada menos que «edificaciones para fines de vivienda unifamiliar o multifamiliar de hasta 5 pisos, o condominios de vivienda unifamiliar y/o multifamiliar de hasta 5 pisos» (artículo 10º 2 c.), a nuestro juicio, el legislador ha renunciado a su deber constitucional de proteger, a través de medidas y controles preventivos, 13 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA la seguridad de la población, en aras de optimizar, a toda costa, la inversión inmobiliaria. 22. Así las cosas, aun cuando la aprobación automática es una medida idónea para cumplir con el fin de promover la inversión inmobiliaria, resulta manifiestamente innecesaria, pues existen otras medidas, como las reseñadas en el considerando 14 supra, que podrían también cumplir adecuadamente con el objetivo trazado, sin comprometer el contenido constitucionalmente protegido del derecho fundamental a la seguridad de la población. Por lo demás, resulta evidente también, a nuestro juicio, que la referida medida amenaza innecesariamente el derecho fundamental de la persona humana a una vivienda digna, el cual si bien no se encuentra expresamente reconocido en la Constitución de 1993, tal como sí sucedía en la Constitución de 1979, en nuestra opinión, es un derecho implícito derivado del derecho fundamental de toda persona «a su (…) bienestar», reconocido en el artículo 2º 1 de la Constitución, y de la dimensión material de la vida, entendida también como el derecho fundamental a una vida digna, derivado del mismo precepto constitucional. 23. Es verdad que, a criterio de determinado sector de la doctrina, uno de los requisitos para considerar a una medida como atentatoria del subprincipio de necesidad consiste en demostrar, previamente, que la medida alternativa menos lesiva (o no lesiva) de los derechos fundamentales es, cuando menos, igualmente idónea para cumplir con la finalidad buscada, y que es difícil imaginar una medida que resulte tan idónea como para la «aprobación automática» para promover la inversión inmobiliaria. 24. No obstante, aun en el supuesto negado de que pueda considerarse a esta medida como necesaria para la consecución de dicho fin, de lo que no tenemos duda es de que no supera el subprincipio de proporcionalidad en sentido estricto, pues los beneficios que en pronóstico podrían generarse con el incentivo de la inversión inmobiliaria, en modo alguno serían superiores al pronóstico de afectación que podría generarse en el contenido de los derechos fundamentales a la seguridad y a la vivienda, como consecuencia de la ausencia de una fiscalización preventiva. Es más, a nuestro juicio, en este caso los bienes constitucionales no serían constitucionalmente comparables, pues mientras en un caso estamos ante beneficios económicos que pueden ser alcanzados a través de medidas alternativas, en el otro estamos ante derechos fundamentales cuya eventual afectación bien podría devenir en irreparable. Al fin y al cabo, es evidente que pocas cosas son tan lejanas al espíritu del Constituyente como el sometimiento del interés público de la población al interés privado de unos pocos. 25. En razón de lo expuesto, juzgamos que la aprobación automática de licencias de habilitación urbana y de edificación, regulada en el artículo 10º 14 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA de la Ley cuestionada incurre en un vicio de inconstitucionalidad de carácter material por no superar el test de proporcionalidad”6. Para los magistrados que suscriben el voto particular, discordante con la declaración de constitucionalidad de la LRHU-E, la finalidad de facilitar y promover la inversión inmobiliaria amparada en la prédica constitucional de la estimulación, por parte del Estado, en la creación de riqueza y la garantía plena de la libertad de empresa no implica dar carta libre a la libérrima simplificación procedimental pasando por alto un control ex ante basado en el ejercicio de las facultades otorgadas a las Municipalidades a través de su norma orgánica: aspectos importantes como el planeamiento urbanístico, la compatibilidad de la zona, la antigüedad de las redes públicas concesionadas de servicios públicos que proveerán de ellos a los nuevos propietarios o inquilinos, la afectación probable o no del entorno paisajístico son aspectos enteramente técnicos que el uso de la simple técnica de aprobación automática, por más muy bien intencionada que parezca, no puede soportar a costa, cual edificio mal construido, de su derrumbe o colapso. No resulta, entonces, apropiado adoptar la tesis de la aprobación automática en materia de inmuebles por ser muy alto el riesgo a terceros. 2.4. Habilitación para el ejercicio de actividades de los particulares, autorización administrativa, ejercicio de derechos subjetivos constitucionales e interés público. La STC N° 03951-2007-PA/TC, del 13 de octubre del 2008: En la STC N° 03951-2007-PA/TC, del 13 de octubre del 2008, a propósito de demanda de amparo formulada por la persona jurídica Grifo Escorpio S.R.L., a través de su representante legal, en la que alegando el agravio a los derechos al debido procedimiento administrativo y a la libertad de empresa, se solicitaba dejar sin efecto el acto administrativo contenido en la Resolución de Gerencia N° 5012004-MPC-GGDELC con la que se dispone clausurar de manera temporal el local comercial de su propiedad consistente en una gasolinera y un minimarket operante en dicha gasolinera. El TC, a propósito de esta decisión jurisprudencial, procedió a efectuar un análisis del poderío de policía y su compatibilidad con el interés público buscando indagar si el hecho de que el administrado ejerza actividades económicas, o con mayor amplitud, empresariales, autoriza a que estas puedan ser realizadas sin que cuente con un título autorizante o si ello, a contraparte, consentía a la clausura temporaria de dicho local comercial materia de protección de amparo: 6 STC N° 0009-2008-PI/TC, fdm. 11 al 18 y 21 al 25 (Colegio de Arquitectos del Perú vs. Congreso de la República contra la Ley N° 29090, Ley de Regulación de Habilitaciones Urbanas y de Edificaciones), Sentencia del Pleno Jurisdiccional del Tribunal Constitucional. 15 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA “De la facultad municipal de clausurar un establecimiento comercial 5. Respecto de la posibilidad municipal de clausurar el local de la demandante, la medida estará justificada si fue motivada por el interés público y resultará arbitraria si, por el contrario, no es posible identificar un interés público en la clausura. 6. En relación al interés público, a través de la STC N.º 0090-2004-AA/TC este Tribunal ha reconocido que se trata de un concepto jurídico con contenido y extensión variable en atención a las circunstancias. No obstante lo cual, para su concreción en cada caso, es posible reconocer también la existencia de algunos parámetros, que en el caso están referidos a los fundamentos del poder de policía de la Administración. 7. Sobre el particular, el artículo 49º de la Ley Orgánica de Municipalidades que desarrolla las prerrogativas a las que hace referencia el artículo 192º de la Constitución, establece lo siguiente: ARTÍCULO 49º.- CLAUSURA, RETIRO O DEMOLICIÓN La autoridad municipal puede ordenar la clausura transitoria o definitiva de edificios, establecimientos o servicios cuando su funcionamiento está prohibido legalmente o constituye un peligro o riesgo para la seguridad de las personas y la propiedad privada o la seguridad pública, infrinjan las normas reglamentarias o de seguridad del sistema de defensa civil o produzcan olores, humos, ruidos molestos u otros efectos perjudiciales para la salud o la tranquilidad del vecindario. La autoridad municipal puede ordenar el retiro de materiales o la demolición de obras e instalaciones que ocupen vías públicas o a mandar ejecutar la orden por cuenta del infractor, con el auxilio de la fuerza pública o a través del ejecutor coactivo, cuando corresponda. La autoridad municipal puede demandar en la vía sumarísima autorización judicial para la demolición de obras inmobiliarias que contravengan normas legales, reglamentos y ordenanzas municipales. 8. Las potestades a las que se hace referencia en el artículo 49º de la Ley Orgánica de Municipalidades corresponden a la función de policía de la Administración, es decir, aquella que le permite limitar la libertad y la propiedad de los administrados mediante el ejercicio de la coacción, y cuya finalidad no es otra que posibilitar el ejercicio de los derechos y libertades de los propios ciudadanos, garantizar la seguridad ciudadana y velar por el desarrollo urbano del territorio de su competencia. 9. Este deber de crear las condiciones para el ejercicio de los derechos y a la vez garantizar la seguridad ciudadana y el desarrollo de los ciudadanos como sociedad que justifica el poder de limitar derechos de los administrados es lo que fundamenta el poder de policía de la Administración. 16 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA (…) 14. En el caso de autos, el demandante cuestiona el ejercicio del poder de policía de la Municipalidad, poniendo en tela de juicio la medida de clausura temporal que le fue impuesta. Alega que para su validez, la clausura requería necesariamente de un procedimiento administrativo previo con todas las garantías del debido procedimiento, en donde fuera posible discutir la existencia de la infracción que se le imputa y la pertinencia de una sanción. 15. Una respuesta a la cuestión requiere analizar las facultades conferidas a la Municipalidad por el artículo 49º de la Ley Orgánica de Municipalidades a la luz de los fundamentos del poder público. 16. Al respecto, el artículo 49º de la Ley Orgánica de Municipalidades establece expresamente la facultad de la Administración de clausurar locales de forma temporal o definitiva cuando su funcionamiento esté prohibido legalmente o cuando constituya un peligro o un riesgo para la seguridad de las personas y la propiedad privada o la seguridad pública. 17. En este sentido, la norma en cuestión establece una serie de supuestos en los que la sola verificación del hecho por parte de la Municipalidad autoriza la ejecución inmediata de la medida de clausura, la misma que podría ser, sin embargo, cuestionada con posterioridad en sede administrativa. En contraposición, la norma exige, para el caso de la demolición, el trámite de una autorización judicial. 18. Así, el trámite de un procedimiento previo no resulta exigible para el caso de autos, toda vez que al no contar el demandante con una licencia que haga posible el ejercicio de su actividad empresarial, la misma se presenta como una actividad al margen de la Ley, que como tal, estaría perjudicando el interés público al no haberse verificado que la actividad de este cumple con los requisitos legales exigidos para garantizar la seguridad pública y el desarrollo urbano del distrito. 19. En este sentido, no toda limitación de derechos exige el trámite de un procedimiento administrativo sancionador previo. Tal procedimiento no resultará necesario para supuestos como el presente, en donde la actividad empresarial del demandante es ejercida al margen de la Ley, sin contar con licencia, perjudicando con ello el interés público al no haberse verificado que su actividad sea coherente con el desarrollo urbano del distrito. 20. Tolerar el ejercicio de una actividad que no cuenta con los requisitos mínimos exigidos por la Ley supone incrementar indebidamente un riesgo para la seguridad pública y amenazar el desarrollo urbano del distrito, perjudicando así la calidad de vida de los vecinos del distrito y el valor de su propiedad. En esa medida, no resulta acorde con las exigencias de la función de policía de la Administración y su deber de garantizar la seguridad pública. 17 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA 21. Por ello, este Tribunal considera que en el presente caso, no existe vulneración del derecho al debido procedimiento administrativo cuando se impone una medida de clausura temporal al establecimiento comercial del demandante, sin para ello habérsele seguido previamente un procedimiento administrativo sancionador”7. El Constitucional asume que la decisión de clausura temporal sin un procedimiento previo que escolte dicha medida de coacción directa no se constituye en una medida arbitraria que pueda, siquiera, fundarse en una vía de hecho. A juicio del Tribunal si el artículo 49 de la Ley N° 27972, Ley Orgánica de Municipalidades (LOM) establece expresamente la facultad gubernativa tendiente a la operatividad de clausurar de locales de forma temporal o definitiva en situaciones en las que el funcionamiento de los mismos se encuentre legalmente prohibido o, de ser el caso, en aquellas situaciones en las que dicho ejercicio constituya un peligro o un riesgo para la seguridad de las personas y la propiedad privada o la seguridad pública. Solamente, a juicio del TC que no compartimos, procederá ser exigible el procedimiento previo si el administrado cuenta con autorización para ejercitar su derecho a la libertad de empresa. Nos mostramos disconformes con tal razonamiento pues pueden darse situaciones en las que justamente la ausencia de un procedimiento previo a las sanciones haga que los entes públicos hagan escarnio y abuso de la posición jurídica del administrado. No saludamos, por supuesto, la generación y proliferación de conductas contrarias al cumplimiento de la normativa en materia de licencias de funcionamiento; solamente nos parece contrario a Derecho que si el administrado actuó en forma inversa al orden jurídico se le autorice a la Administración a actuar en igual sentido. Por más que se otorguen a las Municipalidades potestades de fiscalización y control de las actividades de los privados, esto no puede llevar a entender que ellas se ven exoneradas de asumir un ropaje jurídico enteramente formalizado, evitando actuaciones materiales puras que puedan generar ulteriormente vías de hecho no sustentadas en acto expreso. Es verdad que interesa al interés público el sano ejercicio del derecho a la libertad y a la propiedad dentro de los cauces de regulación legal y hasta reglamentaria. Sin embargo, la limitación de dichos derechos debe venir ex acti, es decir, a través de un acto administrativo expreso derivado, cómo no, de un procedimiento antelado a la imposición de lesión autorizada al ciudadano o a sus bienes, como debería ocurrir en el caso materia de proceso. A los derechos se oponen las obligaciones, eso resulta tautológico, pues bajo esta premisa la limitación de los derechos es una constante en el poder de policía. 7 STC N° 03951-2007-PA/TC, fdm. 5 al 9, 14 al 21 (Grifo Escorpio S.R.L. vs. Municipalidad Provincial del Callao). 18 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA Al entender que el poder de policía es la habilitación dada a las Administraciones Públicas en cualquier parte del orbe para limitar, de manera razonable y proporcional a través de instrumento impersonal, además de publicitado y escrito, cual es la ley o sus derivados (ordenanza, etc.) las actividades de los particulares resulta procedente señalar que este poder de policía solo obedece a poderosas razones de interés público, es decir, de puntual interés de la comunidad, es decir del conjunto de personas unidas por un vínculo atado a elementos clave de la soberanía nacional tales como el territorio, nación, etc. De la expresión antes señalada, el interés público una vez más se emparenta con la finalidad pública perseguida por todo funcionario o servidor públicos, finalidad pública que resulta ser justamente un claro elemento de validez de acto o, con mayor perspectiva, de actuaciones administrativas formalizadas que no ingresen en el esquema de un acto o resolución administrativa. Pasemos a revisar la apreciación del Constitucional: “10. La noción de interés público incorpora, entonces, las funciones que está llamada a cumplir la autoridad. Por ello, tras el interés público es posible encontrar el deber de la Administración de, por un lado, proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades; y, por otro, garantizar la seguridad ciudadana y el desarrollo en términos sociales. En esa medida, la Administración en cada caso deberá mantener las condiciones adecuadas para el logro de estas finalidades y, a su vez, remover los obstáculos que pudieran impedirlas; o dicho de otra manera, hacer posible la convivencia pacífica de los administrados en la sociedad y a la vez el desarrollo de la misma. 11. El poder de policía de la Administración y los derechos de libertad y propiedad ciudadanos, entonces, se presentan como las dos caras de una misma moneda. Mientras el poder de policía encuentra su límite en los derechos ciudadanos, estos a su vez, tienen el deber de ejercer sus derechos respetando el orden público. 12. En este sentido, será legítimo el ejercicio del poder de policía de la Administración cuando la limitación impuesta se encuentre legitimada por una razón de interés público; o dicho de otra manera, cuando la actuación de la Administración tenga por finalidad garantizar la seguridad pública o proteger los derechos de libertad o propiedad de los ciudadanos. 13. Además del interés público, el Estado Constitucional ha impuesto una serie de otros límites al ejercicio del poder de policía de la Administración. Entre estos límites, podemos encontrar el deber de actuar de modo proporcional en cada caso y el deber de obrar contra quien perturba el orden público pero no contra quien ejercite legítimamente sus derechos”8. 8 STC N° 03951-2007-PA/TC, fdm. 10 al 13 (Grifo Escorpio S.R.L. vs. Municipalidad Provincial del Callao). 19 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA El interés público es un concepto omnicomprensivo, de lo señalado no cabe duda alguna, sin embargo, tal consideración no puede llevarnos a aceptar que cualquier comportamiento administrativo como expresión de su actuar se acepte como legítimo. Es allí donde la cubierta formal de un procedimiento permitirá diferenciar una actuación en poder de policía excesiva y otra que, a pesar de alegarse lo contrario, no lo es. Igualmente, el interés público se enlaza en el principio de razonabilidad que la LPAG ha regulado como de proporcionalidad, desde el cual toda medida asumida por la Administración debe ponderar los medios empleados y el fin público a ser alcanzado como base de la tutela jurídica de hecho o de derecho dispensada por la Administración Pública. 2.3. El interés público en la resolución de un contrato de concesión de ruta de servicio público. La STC N° 24882004-AA/TC, del 10 de mayo del 2006: En la STC N° 2488-2004-AA/TC, del 10 de mayo del 2006, a partir de una demanda de amparo iniciada por la Empresa de Transportes Sol del Perú en la que se solicitaba inaplicar al caso concreto, una norma de la Comuna de Pasco con la que se derogaba un acto administrativo emanado del despacho de Alcaldía, el cual contenía un contrato de concesión sobre rutas, el Tribunal Constitucional manejó la oportunidad de ingresar al análisis de lo que podemos entender cómo interés público y su ligazón con la concesión administrativa como categorías del Derecho Público. Llegándose a exponer, como plataforma de los derechos constitucionales afectados por la actuación de la Municipalidad, la lesión de los derechos a la igualdad ante la ley, a la libertad contractual, a la propiedad, al trabajo, a la libertad de contratar, al debido proceso y la tutela jurisdiccional, se estableció como materias constitucionalmente relevantes verificar que si resulta posible resolver de manera unilateral este tipo de pacto en cuanto a concesión de servicios públicos y el emparentamiento de dicho proceder con el interés público: “4. La concesión es tanto un acto de autoridad estatal como un contrato La naturaleza jurídica de la concesión, ha sido desarrollad[a] por varias corrientes doctrinales. Una primera, entendía que en el caso de la concesión, el Estado actuaba como persona privada contratando con los particulares y sometiéndose a las reglas del Derecho Común, negándose que pueda existir algún elemento legal o reglamentario de Derecho Público. En contraposición a ella, una segunda concibe a la concesión como un acto exclusivamente de Derecho Público, lo que supone que la concesión implica la subordinación del interés individual al interés general, por lo que se trata de una figura regida únicamente por el Derecho Público. 20 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA Finalmente, una tercera ve a la concesión como un acto con dos facetas. Por un lado, un acto de poder público que se refiere al aspecto legal o reglamentario de la concesión y en atención al cual el Estado se desprende de una determinada actividad para entregarla al sector privado, conservando los poderes de vigilancia y control en atención al interés público; y por otro, una faz contractual, que se refiere a los deberes que recíprocamente se fijan las partes y en las que es posible referirse al contrato de concesión administrativa. 5. En la concesión, la Administración conserva una serie de potestades y derechos, entre los que se encuentra la posibilidad de resolver unilateralmente el contrato. La naturaleza mixta de la concesión a la que nos hemos referido da lugar a que esta figura permita otorgar a los particulares la gestión de un servicio público que típicamente era realizado de modo directo por la Administración. De este modo, la concesión implica una transferencia limitada de facultades de administración de un servicio público, respecto de las cuales el Estado mantiene facultades de imperio. Ello en atención al interés público que subyace a la noción misma de la concesión y cuya satisfacción constituye el objeto de la misma. Las facultades que el particular recibe son las estrictamente necesarias para la prestación del servicio, manteniendo la Administración sus poderes de control y supervisión así como una serie de potestades y derechos entre los que se encuentra la posibilidad de modificar el contenido del contrato e inclusive el poder de resolverlo antes de la fecha pactada. No obstante, tales potestades se encuentran subordinadas a la noción del interés público”9. La exposición jurisprudencial arriba citada nos interesa pues, a partir de ella no solamente podemos advertir la tesis mixta de la concesión como contrato público donde la Administración cede una parte de su ius imperium en el desarrollo de una determinada actividad de servicio público y se la transfiere, de manera temporal a un privado sino que nos brinda, una aproximación de lo que se puede entender como interés público. De lo visto, la concesión es una figura de la contratación pública en la que existe una suerte de “posesión mediata” en el ofrecimiento de un servicio público; sin embargo, por interés público no todo el elenco de poder administrativo es cedido al particular, antes bien, los entes gubernamentales conservan una porción de dicho abanico de poder para no cualquier fin, sino, para uno de interés público. Esto nos llevaría a entender, entonces, que esta figura, la del interés público, se enlaza a la prestación de un servicio también público por parte del sujeto Administración Pública. No obstante, un pensamiento así seria reduccionista si no precisamos que el mantenimiento de las potestades de fiscalizar la labor 9 STC N° 2488-2004-AA/TC, fdm. 4 al 5 (Empresa de Transportes Sol Del Perú vs. Municipalidad Provincial de Pasco). 21 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA desempeñada por el particular vía la concesión descansa sobre poderosas razones que interesan al ciudadano, que superan el mero interés egoístas de un particular o de cercanos a él. Veamos la afirmación del Tribunal: “§2. El poder de resolver un contrato y la noción de interés público 6. La Administración tiene el poder de resolver la concesión de modo unilateral pero sólo cuando el interés público así lo justifique. Tal y como señalamos de modo previo, la Administración tiene el poder de resolver de modo unilateral el contrato de modo directo, es decir, sin intervención del órgano jurisdiccional. No obstante, sólo se encontrará habilitada a hacerlo si concurren razones de interés público, esto es, sólo cuando el interés público así lo exija. En este sentido, resultará vital establecer en cada caso concreto en que la Administración ejerza su poder de resolución unilateral del contrato, establecer si concurren o no razones de interés público que la justifiquen. 7. El interés público es un concepto indeterminado lo cual no significa que su contenido pueda ser librado enteramente a la discrecionalidad de la Administración. El interés público, es típicamente un concepto indeterminado. Es decir, se trata de un concepto que hace referencia a una esfera de la realidad cuyos límites no aparecen precisados en su enunciado, pero que sin embargo podrá ser concretizado en cada caso en atención a las circunstancias. Así, no se trata de un concepto librado enteramente a la discrecionalidad de la Administración, pues ello supondría en muchos casos justificar la arbitrariedad, sino que se trata de un concepto cuyo contenido deberá ser explicitado en cada caso en atención a circunstancias concretas que además hacen razonable poner fin a la concesión. De este modo, la conceptualización del interés público en cada caso concreto justifica y sustenta el poder de resolución unilateral de que goza el Estado y constituye un límite a la arbitrariedad”10. El interés público como figura del Derecho Público, no es una obra acabada; se somete a cada caso concreto y al análisis del mismo en situaciones de relaciones jurídico administrativas sostenidas entre el Estado y los particulares. En aquello que involucra a la concesión, si es admisible sostener que los entes públicos pueden 10 STC N° 2488-2004-AA/TC, fdm. 6 al 7 (Empresa de Transportes Sol Del Perú vs. Municipalidad Provincial de Pasco). 22 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA resolver un contrato a pesar de que lo pactado resulta ley (el famoso pacta sunt servanda), tal resolución contractual pública no puede apoyarse en cualquier razón que, en apariencia, justifique la toma de decisión gubernativa. Justamente, cualquier razón expuesta por la Administración Pública puede dar paso a la arbitrariedad, vale decir, al exceso de discrecionalidad en la toma de decisiones o en el acogimiento de una de las tantas alternativas, regladas como también discrecionales, que se nos puedan ser ofrecidas por el orden jurídico administrativo. 2.2. Interés público y principio de juridicidad en el marco de actuaciones formales y materiales de la Administración Pública. La STC N° 3741-2004-AA/TC, del 14 de noviembre del 2005: A la Administración se le exige actuar de cara a los intereses generales. En tal sentido, tal actuación debe ir de modo objetivo a satisfacer los derechos subjetivos e intereses legítimos postulados por el administrado. No obstante, pueden darse situaciones en las que los propios entes públicos, interpretando a su gusto la ley, proceden a utilizar ésta para restringir el derecho de configuración legal de contradicción de las decisiones gubernativas, derecho éste desprendido del de petición como del debido proceso. En la sentencia materia de comento, alegando la afectación de sus derechos de petición como el relativo al de defensa, a razón de un amparo constitucional interpuesto por un administrado en contra de la Municipalidad de Surquillo en el que se solicitaba se ordenare en sede constitucional el admitir a trámite sus medios impugnatorios sin la exigencia previa de pago de la tasa que por tal concepto tiene establecido en su respectivo TUPA, el Constitucional procede a señalar: “15. En ese sentido, el principio de legalidad en el Estado constitucional no significa simple y llanamente la ejecución y el cumplimiento de lo que establece una ley, sino también, y principalmente, su compatibilidad con el orden objetivo de principios y valores constitucionales; examen que la administración pública debe realizar aplicando criterios de razonabilidad, racionalidad y proporcionalidad. Esta forma de concebir el principio de legalidad se concretiza, por ejemplo, en el artículo III del Título Preliminar de la Ley del Procedimiento Administrativo General, cuando señala que la actuación de la administración pública tiene como finalidad la protección del interés general, pero ello sólo es posible de ser realizado «(...) garantizando los derechos e intereses de los administrados y con sujeción al ordenamiento constitucional y jurídico en general» (énfasis agregado)”11. 11 STC N° 3741-2004-AA/TC, fdm. 15 (Salazar Yarlenque vs. Municipalidad de Surquillo). 23 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA La mera ejecución de una ley no es sinónimo de interés público. Lógicamente acogerse a una línea formalista en la interpretación, aplicación y realización de la misma no convence sino es que a ella se anexa una evaluación en términos de ponderabilidad, esencia que se centra en la figura de la proporcionalidad el cual lo recoge la LPAG como principio de todo procedimiento. 2.1. Renovación de cuadros militares, discrecionalidad, arbitrariedad, interés público y carencia del elemento motivación como elemento de validez de acto en la STC N° 0090-2004-AA/TC, del 5 de julio del 2004: En la STC N° 0090-2004-AA/TC, del 5 de julio del 2004, es donde aparece con nitidez la mención al denominado interés público de cara al conjunto de actuaciones de los poderes públicos, actuaciones sean sustentadas en el uso de potestades discrecionales como de corte o alcance reglados. Al efecto, dicho pronunciamiento se genera a propósito del proceso de amparo iniciado por un militar contra el Ministerio de Defensa, pretensionando en su demanda constitucional la declaratoria de inaplicabilidad de diversos actos administrativos contenidos en la Resolución Ministerial N° 658-DE/FAP-CP, del 3 de abril del 2002, a través de la cual es pasado a la situación militar de retiro por la causal de renovación de cuadros y en la Resolución Suprema N° 073-DE/SG, del 24 de mayo del 2002, la misma que contiene rechaza el recurso de apelación interpuesto contra el primer de los actos administrativos mencionados. Con todo detalle, el agravio a sus derechos fundamentales se centra en la alegación del derecho al debido proceso en sede administrativa, al principio de legalidad como a los principios de razonabilidad y proporcionalidad; para llegar al análisis de los antes señalados derechos como principios en el actuar de la Administración Pública emplazada en juicio, el Constitucional se detiene en el análisis de lo que puede entenderse como interés público. A saber, estas son las expresiones del TC: “El concepto jurídico indeterminado de contenido y extensión: el interés público. 10. La doctrina acepta la existencia de conceptos con contenido y extensión variable; esto es, reconoce la presencia jurídica de conceptos determinables por medio del razonamiento jurídico que, empero, varían de contenido y extensión según el contexto en que se encuentren o vayan a ser utilizados. 24 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA Es evidente que los conceptos jurídicos pretenden la representación intelectual de la realidad; es decir, son entidades mentales que se refieren a aspectos o situaciones valiosas y que imprimen calidad jurídica a ciertos contenidos de la vida social. Los conceptos jurídicos poseen un contenido, en tanto éste implica el conjunto de notas o señas esenciales y particulares que dicha representación intelectual encierra, y una extensión, que determina la cantidad de objetos o situaciones adheridas al concepto. En ese orden de ideas, el derecho concede un margen de apreciación a una autoridad para determinar el contenido y extensión del concepto aplicable a una situación particular y concreta, siempre que dicha decisión no sea manifiestamente irrazonable o desproporcionada con las circunstancias en donde será utilizada. Conviene puntualizar que uno de los conceptos jurídicos caracterizados por su indeterminación es el interés público. 11. El interés público tiene que ver con aquello que beneficia a todos; por ende, es sinónimo y equivalente al interés general de la comunidad. Su satisfacción constituye uno de los fines del Estado y justifica la existencia de la organización administrativa. La administración estatal, constituida por órganos jerárquicamente ordenados, asume el cumplimiento de los fines del Estado teniendo en cuenta la pronta y eficaz satisfacción del interés público. El interés se expresa confluyentemente como el valor que una cosa posee en sí misma y como la consecuencia de la inclinación colectiva hacia algo que resulta atractivo, apreciable y útil. De allí que Fernando Sainz Moreno [«Reducción de la discrecionalidad: el interés público como concepto jurídico», Revista española de Derecho Administrativo, disco compacto, Madrid, Civitas Ediciones, Revista N.º 008, enero - marzo de 1976] plantee que la noción interés público se entienda como expresiones del valor público que en sí mismo tienen ciertas cosas; o bien como expresión de aquello que únicamente interesa al público. Dicho interés es tan relevante que el Estado lo titulariza, incluyéndolo entre los fines que debe perseguir necesaria y permanentemente. En ese aspecto, Emilio Fernández Vásquez («Diccionario de derecho público». Buenos Aires: Astrea, 1981) enfatiza que «El Estado no puede tener más que intereses públicos»; razón por la cual éste está comprendido en un régimen de Derecho Público. 25 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA Consecuentemente, el interés público es simultáneamente un principio político de la organización estatal y un concepto jurídico. En el primer caso opera como una proposición ético-política fundamental que informa todas las decisiones gubernamentales; en tanto que en el segundo actúa como una idea que permite determinar en qué circunstancias el Estado debe prohibir, limitar, coactar, autorizar, permitir o anular algo. Como bien refiere Fernando Sainz Moreno (vide supra), en sí misma, la noción de «interés público» se distingue, aunque no se opone, a la noción de «interés privado». Dicha distinción radica en que, por su capital importancia para la vida coexistencial, el interés público no puede ser objeto de disposición como si fuese privado. Empero, el carácter público del interés no implica oposición ni desvinculación con el interés privado. No existe una naturaleza «impersonal» que lo haga distinto del que anima «particularmente» a los ciudadanos. Por el contrario, se sustenta en la suma de los intereses compartidos por cada uno de ellos. Por ende, no se opone, ni se superpone, sino que, axiológicamente, asume el interés privado. Es por eso que su preeminencia no surge de la valoración de lo distinto, sino de lo general y común. En ese contexto, la discrecionalidad opera cuando el ordenamiento jurídico atribuye a algún órgano competencia para apreciar, en un supuesto dado, lo que sea de interés público. Como lo manifiesta el mismo Sainz Moreno, «en el interés público se encuentra el núcleo de la discrecionalidad administrativa (...) y la esencia, pues, de toda actividad discrecional la constituye la apreciación singular del interés público realizada conforme a los criterios marcados por la legislación». Es decir, la discrecionalidad existe para que la Administración pueda apreciar lo que realmente conviene o perjudica al interés público; esto es, para que pueda tomar su decisión librada de un detallado condicionamiento previo y sometida sólo al examen de las circunstancias relevantes que concurran en cada caso. Al respecto, Juan Igartua Salaverría, citando a Eduardo García de Enterría, [«Principio de legalidad, conceptos indeterminados y discrecionalidad administrativa», Revista española de Derecho Administrativo, disco compacto, Madrid, Civitas Ediciones, Revista N.º 092, octubre - diciembre de 1996], precisa que «la Administración, está obligada a justificar las razones que imponen la decisión en el sentido del interés público de una manera concreta y específica y no con una mera afirmación o invocación abstracta». Por ello, para Igartua Salaverría, las decisiones de la Administración no gozan de presunción alguna, y no basta que se expresen en formas típicas e iterativas. Al contrario, el ejercicio de una potestad discrecional debe acompañarse de una motivación que muestre puntualmente el nexo coherente entre el medio adoptado y el interés general circunscrito al que apunta. 26 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA Es así que el interés público, como concepto indeterminado, se construye sobre la base de la motivación de las decisiones, como requisito sine qua non de la potestad discrecional de la Administración, quedando excluida toda posibilidad de arbitrariedad. En ese sentido, la potestad discrecional de la Administración, en el caso del pase a retiro por renovación de cuadros de los oficiales de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, debe tener como sustento la debida motivación de las decisiones, las cuales, asimismo, tienen que estar ligadas a la consecución de un interés público que, en el caso de autos, está directamente vinculado a la finalidad fundamental de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional: garantizar la independencia, soberanía e integridad territorial de la República, y garantizar, mantener y restablecer el orden interno, respectivamente, entre otras funciones que la Constitución y la ley le asignen, y al cumplimiento óptimo de sus fines institucionales en beneficio de todos y cada uno de los ciudadanos, mediante la renovación constante de los cuadros de oficiales, realizada en forma objetiva, técnica, razonada y motivada, excluyendo toda posibilidad de arbitrariedad”12. Podemos advertir que el interés público dibuja la forma objetiva en el accionar de los poderes públicos en cualquier nivel gubernamental. Es así que dicha figura recoge la idea de un Estado servidor y promotor de las actividades de los privados dentro de un marco razonable. Todavía más, el fundamentar la decisión administrativa que dispone el pase a retiro constituye una alta exigencia a la Administración Pública en el Estado Constitucional que no se puede soslayar como lo reconoce la citada decisión jurisprudencial: “La arbitrariedad 12. El requisito de razonabilidad excluye la arbitrariedad. La idea que confiere sentido a la exigencia de razonabilidad es la búsqueda de la solución justa de cada caso. Por lo tanto, según lo expone Fernando Sainz Moreno (vide supra), «una decisión arbitraria, contraria a la razón (entendiendo que en un sistema de derecho positivo la razonabilidad de una solución está determinada por las normas y principios que lo integran, y no sólo por principios de pura razón), es esencialmente antijurídica». Por lo mismo, las determinaciones administrativas que se fundamentan en la satisfacción del interés público son también decisiones jurídicas, cuya validez corresponde a su concordancia con el ordenamiento jurídico. En ese orden de ideas, tales decisiones, incluso cuando la ley las configure como «discrecionales», no pueden ser «arbitrarias», por cuanto son sucesivamente «jurídicas» y, por lo tanto, sometidas a las denominadas reglas de la «crítica racional»”13. 12 STC N° 0090-2004-AA/TC, fdm. 10 al 11 (Callegari Herazo vs. Ministerio de Defensa). 13 STC N° 0090-2004-AA/TC, fdm. 12 al 13 (Callegari Herazo vs. Ministerio de Defensa). 27 LA CONCEPCIÓN ETÉREA DEL INTERÉS PÚBLICO EN LA JURISPRUDENCIA. RETROSPECTIVA Del aporte tribunalicio podemos concluir que el interés público al formar parte del alto cometido del Estado en la satisfacción de las necesidades de la población exige que toda actuación en acción u omisión se forje de manera objetiva. Solamente, si la actuación gubernativa no tiene un respaldo legal o teniéndolo carece de la proporcionalidad y razonabilidad que se busca de toda decisión objetiva e impersonal, entonces podremos apreciar la afectación al interés público. Si bien la sentencia es declarada improcedente ante la sustracción de la materia pues el demandante ha consentido el despido con el cobro de sus beneficios sociales, esto no ha sido obstáculo para que el Constitucional no proceda a enarbolar la bandera del interés público en la construcción jurídico - política de la Administración llegando a afirmar, inclusive, su compatibilidad con los intereses privados. III. Reflexión ulterior: De las citas jurisprudenciales que sirven de base al presente estudio, podemos señalar que el interés público como figura del Derecho Público, y en lo concreto, del Derecho Administrativo, no aparece dibujado como si fuere un cuadro ya acabado sino que se muestra como un boceto que, en una situación u otra, debe ser adaptado a la exigencia de la finalidad enteramente pública o de servicio que se persigue. El interés público no es una ley por más que se expidan muchas de ellas invocando poderosas razones de interés público para hacer algo o dejarlo de hacer. Con todo detalle, es una medida o tamiz en el actuar de los poderes públicos quedando enlazado hondamente a la finalidad pública. 28