Queridos amigos: una vez terminada la parte de esta Junta Directiva

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Intervención de D. José Antonio Sarría
Junta Directiva Ordinaria de 9 de junio de 2016
“LA MEJORA DE LA COMPETITIVIDAD DE LA EMPRESA A TRAVÉS DE
SU CAPITAL HUMANO”
Queridos amigos: una vez terminada la parte de esta Junta Directiva
destinada a la aprobación de actividades y cuentas de nuestra
Confederación, quiero ahora hablaros del proyecto de una nueva cultura
de empresa que nos permita avanzar y dar respuesta a los retos y desafíos
que en las próximas décadas tendremos que afrontar para mejorar la
posición competitiva de nuestras empresas y fortalecer la situación de
Navarra como comunidad puntera en el ámbito industrial. Ahora quiero
presentaros este modelo, una vez terminados los primeros hitos de
desarrollo del mismo y que nos ha venido ocupando a lo largo del año
2015.
Con independencia de las múltiples razones que explican que en España
pasáramos de ser los campeones europeos en la creación de empleo
durante el periodo 2001-2007 a ser de nuevo los campeones en la
generación de desempleo en los años inmediatamente siguientes, 20082011, (caída de la demanda interna, hundimiento del sector de la
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construcción, excesivo endeudamiento público y privado, restricción
brusca en la concesión de créditos a las empresas, especialmente a las
Pymes, desaparición de muchas de ellas, etc., etc.), un hecho importante
no demasiado conocido se estaba produciendo. Cuando nuestro PIB crecía
y se creaba empleo, nuestra productividad bajaba, haciéndose mayor la
brecha con los países más desarrollados de nuestro entorno y, por el
contrario, cuando en plena crisis nuestro PIB caía y decrecíamos, nuestra
productividad aumentaba, aminorándose el diferencial con el resto de la
UE. Es decir, tenemos una productividad anticíclica, a diferencia
Alemania o Estados Unidos cuya productividad es procíclica.
de
Esto significa que, cuando crecíamos, lo hacíamos mayoritariamente a
costa de crear empleo de baja calidad y en sectores poco productivos, de
manera que, cuando apareció la crisis, todos estos puestos de trabajo
fueron barridos a las primeras de cambio. Significa también que la
productividad de muchas de nuestras empresas es tan baja que, cuando
las ventas descienden, éstas no tienen otro medio que cerrar o, para
sobrevivir, tener que reducir sus costes drásticamente despidiendo a parte
de sus plantillas.
Sabemos que hay sectores de actividad más productivos que otros. Los
sectores tecnológicamente más sofisticados son más productivos que los
menos intensivos en capital o tecnología. Es por ello por lo que
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frecuentemente se habla de la necesidad de cambiar el modelo
productivo. Pero esto no se improvisa: se necesita de tiempo y de
considerable capital humano y financiero, de manera que, mientras tanto,
tenemos que ser capaces de mejorar la competitividad de las empresas
(sea cual sea su especialidad y sector, su tamaño y naturaleza jurídica),
para evitar que, en la nueva crisis que se presente, desaparezcan muchas
de ellas, generando de nuevo ingentes cantidades de parados.
A menudo se habla del problema de la dualidad de nuestro mercado
laboral: la diferencia entre los trabajadores con contrato indefinido y los
eventuales, la cual afecta muy negativamente a nuestra población más
joven. Considero que mientras mantengamos unos niveles bajos de
productividad como en la actualidad será difícil dar solución a este
problema, ya que, cuando la demanda interna cae, las empresas disponen
de
muy
pocas
herramientas
para
aminorar
las
perdidas
y,
consecuentemente, evitar su desaparición, que no sea reducir sus costes
disminuyendo sus plantillas.
Tenemos pues que trabajar para elevar la productividad de todas nuestras
empresas, para hacerlas más competitivas, más rentables y, en
consecuencia, más resistentes a las presión de la competencia. Además, si
están más capitalizadas porque reinvierten sus beneficios, no necesitarán
muchas de ellas, como hasta ahora, tener que recurrir al endeudamiento
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para mantener su circulante. Es decir, para poder vivir y conseguir que
puedan afrontar la realización de inversiones, endeudándose (ahora sí) con
el objeto de mejorar su competitividad. Solo las empresas que avancen en
la automatización y sofisticación tecnológica, mejoren su dotación de
capital humano y diversifiquen hacia nuevos negocios serán capaces de
apoyar y acompañar a las iniciativas de emprendimiento en sectores
tecnológicamente avanzados, y este es el camino para ir cambiando
nuestro modelo productivo.
Si no lo hacemos, si no somos capaces de elevar nuestra productividad,
volveremos en la próxima crisis a tener que cerrar muchas empresas y a
ser de nuevo los campeones de Europa en la generación de desempleo,
con el consiguiente sacrificio y sufrimiento de una parte considerable de
nuestra sociedad. Por el contrario, si somos capaces de mejorar la
competitividad y, en consecuencia, la estabilidad de nuestras empresas,
estaremos garantizando la creación de riqueza y una mayor capacidad de
afrontar las nuevas crisis, sin destruir tanto empleo y, consecuentemente,
reduciendo la dualidad del mercado laboral.
Ahora ha llegado el momento de trabajar en este tema, la competitividad
de nuestras empresas, cuando estamos empezando a crecer de nuevo.
Debemos evitar, por tanto, los errores pasados y esforzarnos en no
repetirlos, pero si tenemos en cuenta, además, pensando en el futuro, que
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los mercados serán progresivamente más competitivos, con una
participación cada vez mayor de países emergentes, los cuales tienen unos
niveles salariales sensiblemente por debajo de los nuestros, es urgente
tomar medidas que nos conduzcan a mejorar la posición de nuestras
empresas si no queremos perecer. La productividad en España en el
periodo que va desde mediados del 14 a mediados del 15 ha bajado una
décima. Al no haber crecimiento en la productividad total de los factores,
el aumento del empleo se traduce en estancamiento o caída de la
productividad del trabajo. En definitiva, tenemos que conseguir, lo antes
posible, elevar nuestra productividad, convirtiéndola en pro-cíclica como
Alemania o Estados Unidos.
Para ello, debemos desarrollar en las empresas todo el conocimiento, la
capacidad innovadora y movilizadora de las nuevas ideas, la creatividad y
la crítica constructiva. Hay que fomentar la colaboración, el desarrollo de
la capacidad de adaptación, la flexibilidad y necesitamos reconocer el
esfuerzo, el trabajo en equipo, el desarrollo de la información sobre la
marcha de la empresa, la comunicación y la formación de las personas. En
definitiva, poniendo en valor al máximo la potencialidad del capital
humano.
Cada día se le da más importancia e impulso a la actividad de los clústeres
empresariales, como herramienta de innovación y desarrollo, que
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partiendo del conocimiento que del sector y negocio tienen, sean
promotores e impulsores de nuevas ideas para mejorar su competitividad.
¡Qué mejor ejemplo de clúster, de inteligencia colectiva, que los
empleados de una compañía pensando en común cómo hacerla más
competitiva!
En la revisión del acuerdo intersectorial de 1995, que firmamos en el año
2013 con los sindicatos UGT y CCOO, se dice textualmente:
“Las partes firmantes entendemos que es necesario superar el conflicto
capital-trabajo en el marco de las empresas. La realidad existente, los
procesos de globalización y la competencia internacional obligan a
buscar marcos de encuentro y de entendimiento entre los agentes de la
vida laboral y productiva que conceptúen la empresa como lugar de
encuentro y de colaboración, creadora de riqueza para todos sus grupos
de interés, y para asegurar su crecimiento y sostenibilidad a través de la
mejora continua de la productividad y, consecuentemente, de su
competitividad. Para ello es exigible la apertura de espacios de diálogo y
participación permanentes que fomenten el consenso frente al conflicto,
desde una visión capaz de articular los diferentes intereses en un proceso
de suma positiva.
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La mejora de las relaciones en el marco de la empresa pasa
inexorablemente por una visión compartida de la misma, y por unas
reglas de juego conocidas y respetadas por todos. Debemos concebir la
empresa como el lugar común que a todos nos interesa mejorar, y para
ello es necesario respeto mutuo y un dialogo continuo que permitan
compartir información, con objeto de tener una visión clara y
consensuada de la realidad presente, así como de los planes y retos de
futuro. Se trata, en definitiva, de reconocer el papel que a cada parte le
toca jugar en el desarrollo de la empresa, y convertir las relaciones
laborales en un medio adecuado no solo para la defensa de los propios
intereses sino, sobre todo, en una herramienta que permita la mejora
continua desde el respeto y colaboración entre las diferentes partes
implicadas, de manera que todas ganen, y la empresa se convierta en un
lugar donde no solo se retribuya económicamente a todo el personal de
forma adecuada en función del momento que se esté atravesando, sino
que aquella sea también un lugar donde se mejore la capacitación
profesional, y por tanto la empleabilidad.
Los firmantes consideramos que en el mundo globalizado y competitivo
que vivimos, el mejor medio para mejorar la productividad, y en
consecuencia la competitividad, consiste en buscar en el espacio común
de la empresa, la colaboración y entendimiento entre el conjunto de las
partes, de forma que se vaya en la misma dirección, haciendo de la
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mejora continua un desafío colectivo, respetándonos y aportando ideas
para asegurar no solo el futuro de la empresa, sino el incremento de la
remuneración de los factores, obteniendo un empleo sostenible y de
calidad y, con ello, avanzar en el bienestar de nuestra sociedad.
La competitividad de las empresas y su mejora, debe construirse sobre la
valorización del trabajo y en el compromiso compartido por el futuro de
la empresa.”
Nos hemos tomado muy en serio estos principios. Al final del año 2014,
esta Confederación creó un grupo de trabajo compuesto por 20 empresas,
de diferentes tamaños y sectores, y algunos especialistas en negociación
colectiva, con el objeto de reflexionar sobre estos puntos, de manera, que
a lo largo de todo el año 2015 se han venido realizando encuentros
mensuales, a los que han asistido invitados, representantes de empresas
que han puesto en marcha con éxito, acciones destinadas al fomento de la
colaboración interna, como medio para la mejora del proceso productivo.
En estas reuniones, los directivos expusieron cómo lo consiguieron, qué
dificultades encontraron y qué beneficios han obtenido, y respondieron a
todo tipo de preguntas y dudas de los miembros de la comisión. El
compendio de todas las reflexiones y material utilizado permitió que, a
principios de 2016, pudiéramos disponer de un documento resumen de
todo lo tratado, que fue sometido a la revisión de los miembros del grupo
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de trabajo, y cuyos contenidos una vez ordenados y resumidos han dado
lugar al programa de mejora de la competitividad que ahora les
presentamos, el cual se fundamenta en los siguientes seis pilares.
1. Personas y Conocimiento. Las personas y su conocimiento son un
elemento esencial para impulsar la ventaja competitiva de la empresa. Su
esfuerzo y compromiso, su capacidad para ofrecer soluciones innovadoras
a los problemas que se plantean, anticiparse a las demandas de los clientes
y liderar el cambio sin miedos y resistencias, son claves en una empresa
moderna y exitosa. La empresa es hoy, más que nunca, un espacio
fundamental en la vida de los que trabajan en ella. Por ello la apuesta por
la mejora permanente del conocimiento y la formación del equipo humano
debe convertirse en un principio fundamental que guíe el ejercicio
empresarial.
2. Diálogo Social. El diálogo cotidiano entre los principales protagonistas
de la empresa y un liderazgo que escucha, propone, da ejemplo y estimula
la participación y la mejora continua, son el mejor elemento para ampliar
el horizonte de la empresa. Las opiniones y puntos de vista de los
diferentes grupos de interés expresados constructivamente deben servir
para encontrar soluciones más acertadas y más aceptadas por el cuerpo
social de la empresa.
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3. Adaptabilidad. En un mundo cada vez más incierto y turbulento, la
empresa debe tener una enorme capacidad de adaptación a las
contingencias no previstas. La falta de adaptación entre la demanda, los
recursos y la oferta se penaliza con el aumento del coste, por eso el encaje
entre los recursos y las necesidades debe ser rápido. Es necesario
entender el cambio permanente como una realidad ineludible y por ello
hay que diseñar una organización y establecer unas condiciones de trabajo
suficientemente flexibles para poder dar respuesta a dichos cambios. En
suma, la empresa tiene el imperativo de adaptarse y ser flexible si quiere
sobrevivir en un entorno cada vez más incierto y con una velocidad de
cambio cada vez más acelerada.
4. Comunicación y Credibilidad. Las personas que participan en el
proyecto empresarial deben estar informados de los retos y principales
desafíos a los que se enfrenta la empresa, así como de los riesgos y
peligros que existen. Por eso, información, comunicación y credibilidad son
instrumentos fundamentales para gestionar bien. Si es así, los empleados
pueden entender lo que hacen y por qué lo hacen, así como la importancia
de su trabajo para conseguir un resultado valioso. Hay que hacer de la
comunicación permanente y sin barreras un elemento esencial de la vida
diaria de la empresa. Hay que comunicar en los buenos y en los malos
momentos. Esto debe ser una forma de trabajo constante, no un método
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oportunista. Las personas más informadas son más críticas, pero también
más comprometidas y eso se persigue.
5. Productividad. La mejora continua del proceso productivo, a través de
la identificación de las áreas susceptibles de mejorar, involucrando a los
equipos, planteando objetivos, fijando plazos para alcanzarlos y evaluando
la eficiencia alcanzada, debe ser incorporado al ADN de toda la
organización, como medio para elevar el valor de la empresa.
Una empresa más competitiva es aquella que cumple con los intereses de
accionistas y propietarios y ofrece a los trabajadores unas condiciones
laborales sostenibles que satisfagan sus expectativas y donde dispongan
de las herramientas adecuadas para progresar laboralmente. Es un espacio
en donde se reconoce la existencia de unos intereses comunes que
justifican que se trabaje como un equipo que comparte un proyecto, una
visión y una estrategia.
6. Creatividad e Innovación. La capacidad para generar valor para los
clientes, para los consumidores, se deriva de un buen conocimiento de sus
expectativas y preferencias, y de las competencias para atenderlas con
creatividad e innovación, y ofrecer productos y servicios diferenciados. Hay
que buscar sistemas de trabajo que proporcionen autonomía de decisiones
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y el compromiso y la motivación de las personas implicadas, los
trabajadores, para alcanzar excelentes resultados.
Convencidos de las bondades de este programa de transformación
profunda de los fundamentos en la forma de actuar y competir de nuestras
empresas, y conscientes de que su aplicación es una tarea compleja, en la
Confederación de Empresarios de Navarra, vamos a dar el siguiente paso,
que consiste en pasar de la teoría a la práctica. Así comenzaremos en este
mes de Junio la ejecución de un programa piloto de implantación en
nuestro tejido empresarial, con la colaboración de un grupo importante
de empresas pertenecientes a nuestras Asociaciones de Empresas de
Consultoría y de Oficinas y Despachos con experiencia en la gestión de las
áreas afectadas en los pilares descritos anteriormente.
El equipo de seguimiento y control de este proyecto, junto con las firmas
de consultoría seleccionadas para su implantación, serán los encargados
de elaborar una metodología de intervención en las empresas
participantes del programa piloto, de manera que se garantice un sistema
de actuación homogéneo en todas ellas, y que nos permita evaluar el
alcance y el grado de éxito en la transformación. Evidentemente, se tratará
de una metodología básica que posteriormente habrá que adaptar y
personalizar a las necesidades concretas de cada empresa, elaborando un
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“traje a medida” en cada una de ellas, pero, insisto, siguiendo una
metodología homogénea.
La implantación del programa piloto se realizará en 12 empresas de
Navarra,
que
serán
seleccionadas
entre
las
compañías
que
voluntariamente se presenten a la convocatoria. El perfil de las empresas
será heterogéneo, para así poder analizar los resultados de la metodología
en diferentes entornos, pero hemos estimado un tamaño mínimo en torno
a los 50 trabajadores.
Con todo ello, pretendemos en 12 meses evaluar el impacto en la
competitividad de las empresas del programa, a través de una significativa
transformación interna que potencie su capital humano, y mejore su
productividad. Con los resultados del programa piloto, la Confederación
continuará en fases posteriores, su apuesta estratégica por esta materia
para que el alcance sea mucho mayor y vaya calando poco a poco en todo
el tejido empresarial de Navarra.
Somos conscientes de la importante dificultad de llevar a cabo con éxito
este proyecto, pero también estamos convencidos de sus importantes
beneficios. Algunas empresas en esta comunidad ya lo están aplicando, si
no en todo, al menos en parte, y nos hablan de las mejoras conseguidas.
Consideramos que este es un camino que los empresarios y directivos
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deben empezar a recorrer por su propia iniciativa, convencidos de sus
potenciales beneficios, y al cual poco a poco los trabajadores y sus
representantes se irán incorporando. Será necesario enriquecer la
negociación colectiva tal como la conocemos hoy, con aspectos como la
conciliación, la productividad, la flexibilidad, la formación, una nueva
organización salarial, la información y comunicación etc.
La mejora de la competitividad no es ir a la guerra para matar a otros,
como ha dicho alguno. Es trabajar para asegurar el futuro de nuestra
gente. Es trabajar para el progreso. Se trata de producir riqueza para
luego tener más recursos para poder repartir, la pobreza es el verdadero
problema.
El empresario no es el enemigo, como algunos creen. En esta crisis, lo
hemos visto con claridad: cuando las empresas van mal, todo va mal.
Como suelo decir, “el empresario no es un zorro peligroso al que hay que
vigilar y a veces abatir, sino que es un caballo que trabaja con esfuerzo
parar tirar permanentemente del carro”. Estamos en el siglo XXI, no tiene
sentido que el capital y el trabajo estén en permanente enfrentamiento.
Sentémonos, hablemos sin imposiciones y alcancemos acuerdos que
beneficien a nuestras empresas, a las de todos y cada uno de los que
trabajan en ellas, donde nos desarrollamos como profesionales y como
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personas. Trabajemos y cooperemos para que crezcan, sean más sólidas y
estables y sean capaces de generar nuevos empleos y más riqueza.
Para terminar quiero mencionar una famosa frase de Henry Ford que dice
“llegar juntos es el principio, mantenerse juntos es el progreso, trabajar
juntos es el éxito”.
Muchas gracias.
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