¿Perjudicará la escasez de mano de obra cualificada a la economía

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¿Perjudicará la escasez de mano de obra cualificada a la economía
brasileña?
Brasil está experimentando un crecimiento acelerado. A diferencia de la economía
americana y de la economía de los países de la zona euro —en que una
combinación de problemas, políticas mal articuladas y fragilidad del mercado
consumidor han conspirado para ahogar el crecimiento económico—, todo parece
indicar que Brasil volverá a lograr este año que su PIB crezca por encima de la
media. Impulsado por una serie de factores —entre ellos la demanda de materias
primas, una clase media de alto poder adquisitivo y en franco crecimiento, grandes
flujos de inversiones extranjeras y la explotación de las reservas de petróleo de los
yacimientos de la capa pre-sal—, el país está experimentando un crecimiento sin
precedentes en el pasado reciente.
El crecimiento económico lleva aparejado una mayor prosperidad nacional, aunque
también plantea una serie de nuevos desafíos, que puede que el país no esté
todavía preparado para afrontar. "Uno de los mayores problemas de Brasil", dice
Masao Ukon, socio de Boston Consulting Group de São Paulo, "es la escasez de
mano de obra cualificada". De hecho, la mano de obra cualificada, uno de los
principales factores impulsores del crecimiento de la economía brasileña, es un
recurso precioso cuya oferta insuficiente puede dar lugar a riesgos significativos
para la trayectoria de crecimiento del país.
Cuando la demanda supera la oferta
En su nivel más básico, la escasez de mano de obra cualificada en Brasil es poco
más que un desequilibrio entre la oferta y la demanda. Con la economía del país en
franco crecimiento —y en el contexto de un historial de pocas inversiones en
educación por parte del Gobierno— las empresas que operan en diversos sectores e
industrias necesitan trabajadores más cualificados que aquellos que el mercado de
trabajo ofrece hoy en día, lo que lleva a no alcanzar cuotas de contratación,
aumenta la presión sobre los empleados contratados y ralentiza el crecimiento. La
escasez es especialmente acentuada en empresas que necesitan técnicos e
ingenieros. Debido a la demanda de gran cantidad de esos especialistas, las
industrias de petróleo, gas, inmuebles y el sector aeroespacial se vieron
fuertemente golpeados por la insuficiencia de mano de obra.
Aunque muchos países en desarrollo estén viviendo un fenómeno semejante, la
cuestión de la mano de obra es especialmente severa en Brasil, que se situó de
forma reciente en tercer lugar en el ranking mundial de países con problema de
escasez de mano de obra. Según un estudio de la empresa de recursos Manpower,
que entrevistó a más de 40.000 empleadores de 39 países diferentes, un 57% de
los empleadores en Brasil no consiguen encontrar los profesionales cualificados que
necesitan para operar sus negocios. Cláudio Lampert, director del departamento
jurídico de la empresa brasileña de logística Grupo LLX, es uno de esos
empleadores. "La falta de mano de obra cualificada no es un problema que
tendremos que enfrentar en el futuro; es un problema actual", dice. "En este
momento, necesitamos contratar a 3.000 trabajadores". Esa deficiencia acentuada
de mano de obra tiene implicaciones muy serias para los ciudadanos brasileños,
para las empresas locales, extranjeros que estén buscando empleo en Brasil y para
el futuro de la economía del país en general.
¿Cómo se explica la falta de mano de obra cualificada en Brasil y cuáles son los
antecedentes históricos de la escasez actual? Aunque las respuestas a esas
preguntas tengan diversos matices, muchos observadores citan la poca inversión
hecha por el país en educación como principal responsable del déficit actual de
mano de obra. Roberto Civita, por ejemplo, director del Grupo Abril, mayor
conglomerado de medios de Brasil, dice que hace falta trabajadores cualificados en
el país porque "Brasil básicamente ha ignorado la educación durante buena parte
de su historia". Respaldando esa tesis, muchos académicos especializados en el
tema dicen que, al principio de la era colonial, la élite brasileña descuidó de forma
deliberada la educación a causa de los activos productivos con que lidiaban (los
cuales, hasta la mitad final del siglo XX, giraban, sobre todo, en torno a la
producción y la exportación de activos primarios), que no requerían el uso de mano
de obra calificada. Ese antecedente histórico contribuyó a la formación de un
sistema educativo mal diseñado para atender las necesidades de una economía
diversificada y en rápido crecimiento.
La mayor parte de los especialistas cree que la solución para la escasez de mano de
obra en Brasil es de largo plazo y requiere la ampliación del acceso a la educación,
construcción de más escuelas y mejora de la calidad de las instituciones educativas
ya existentes. ¿Pero qué se puede hacer para tratar la cuestión a corto plazo? ¿De
qué modo las empresas brasileñas están lidiando con el problema? ¿Trabajadores
extranjeros altamente cualificados podrían y deberían ser usados para suplir esa
laguna? ¿Cuáles serían las implicaciones de largo plazo de un déficit prolongado de
mano de obra?
Las empresas entran en escena
La brecha creciente entre las proyecciones sólidas de crecimiento y la insuficiencia
de mano de obra cualificada hizo que empresas brasileñas —como la minera Vale
(antigua Compañía Vale del Río Dulce o CVRD), Petrobras y Schincariol — tomaran
en serio la escasez de mano de obra creando universidades corporativas. Aunque
no tengan la intención de sustituir a los sistemas educativos convencionales, las
universidades corporativas se parecen cada vez más a ellas. Su objetivo es acelerar
la adquisición de conocimiento académico facilitando su aplicación práctica en el
trabajo a través de cursos breves de inmersión como los que se encuentran en los
ambientes académicos.
Valer, Universidad de Vale, gastó US$ 34,7 millones en 2010 en programas
educativos en toda su cadena de valor —de técnicos operacionales y especialistas
hasta líderes de gestión— llegando incluso a proveedores con dificultades para
proporcionar servicios de alta calidad debido a la baja cualificación de la mano de
obra.
Valer ofrece entrenamiento a sus trabajadores en los sectores de minería,
operaciones portuarias y ferroviarias, entre otros. Sólo en 2010, la universidad
formó a 60 ingenieros ferroviarios que, de lo contrario, no tendrían el conocimiento
necesario para las operaciones de la empresa. La universidad también está
considerada líder absoluta en la formación de profesionales especializados en la
extracción de minerales de la floresta amazónica. Aunque enfocada en los
conocimientos técnicos especializados propios de la compañía de minería, Valer
suple al mismo tiempo la laguna dejada por las deficiencias del sistema educativo
brasileño. "No nos interesa enseñar matemáticas y portugués", observa Desiê
Ribeiro, gerente de educación de Vale. "Pero debido a los fallos en la enseñanza
brasileña, muchas veces nos vemos obligados a hacerlo".
La Universidad de Petrobras, en Río de Janeiro, enfrenta otro desafío: la formación
de ingenieros con capacidad intelectual que les permita desarrollar y poner en
práctica nuevas técnicas para la extracción de petróleo a 7.000 metros de
profundidad en el océano bajo capas de rocas, sal y arena. Al introducir en su
currículo básico el entrenamiento de personal para actuar en plataformas en alta
mar, la Universidad de Petrobras planea preparar buena parte de los cerca de 8.000
a 9.000 trabajadores que serán necesarios para llevar a cabo operaciones en aguas
profundas hasta 2015, un número muy por encima del que tiene que ser formado
por la enseñanza nacional. La empresa es conocida en todo el mundo por su
conocimiento puntero en la explotación de aguas profundas.
¿Pero qué pasa con aquellas empresas que no tienen universidades corporativas
que les suministren un flujo estable de profesionales cualificados listos para
incorporarse a posiciones críticas que satisfagan las expectativas de crecimiento?
Incluso Petrobras tiene déficit de profesionales cualificados, ya que un 45% de su
mano de obra se jubilará en breve llevándose con ella un montante sustancial de
experiencia y know-how. La empresa de logística LLX, parte del Grupo ENX, de Eike
Batista, ya tiene carencia de mano de obra cualificada. Con la construcción del
complejo industrial del Superpuerto del Açu ya en marcha —y que podría
convertirse en uno de los mayores complejos portuarios del mundo—, "la falta de
mano de obra no será un problema: ya lo es", explica Cláudio Lampert, consultor
jurídico de la empresa. LLX tiene dificultad hoy en día para encontrar más de 3.000
trabajadores para la construcción y la operación del puerto.
Demandas semejantes de trabajadores cualificados y trabajadores con preparación
técnica en servicios financieros, consultoría, en los sectores industriales y de
cerveza, entre otros, preocupan mucho a las empresas brasileñas. "Nos hemos
quedado sin brasileños", dice Luiz Mendonça, consejero delegado de la unidad
internacional de negocios de Braskem, compañía química líder en el sector de
bioplásticos.
Por una política de puertas abiertas
Si se toman en cuenta los desafíos educativos y el fantástico desarrollo económico
actual, tal vez fuera interesante para Brasil permitir, con criterio, la entrada de
trabajadores cualificados en la economía doméstica. Pero desde la primera
presidencia de Getúlio Vargas (de 1930 a 1945), la burocracia federal brasileña
siempre ha tenido un ministro de Trabajo muy fuerte y una jerarquía de tribunales
especializados en extensas leyes laborales preocupadas por proteger el mercado de
trabajo doméstico. Sucesivos gobiernos apoyaron, en su mayoría, el estatus quo,
sobre todo en lo que concierne a los límites de admisión de trabajadores
extranjeros. El 7 de julio de 2011, Carlos Lupi, ex ministro del Trabajo, resumió la
oposición del Gobierno a emitir permisos de trabajo al destacar que "en Brasil,
estamos en proceso de crecimiento, por eso es preciso garantizar que el mercado
de trabajo continúe siendo fuerte para los brasileños".
El volumen de autorizaciones de trabajo concedidas de forma reciente por el
ministerio de Trabajo, requisito para la emisión del visado de trabajo por una
embajada o consulado brasileños, ilustra muy bien la magnitud del problema al que
se enfrentan las empresas nacionales. Durante los primeros seis meses de 2011,
las autorizaciones aumentaron cerca de un 18% respecto a los años anteriores,
llegando a 28.556. Sin embargo, sólo un 44% eran válidas por uno o dos años,
duración máxima concedida para permisos de trabajo temporal, mientras que un
39% eran válidas menos de 90 días. Aunque el Estado de São Paulo tuviera un PIB
de US$ 548.000 millones en 2008, el equivalente a un 33% de la economía
nacional, sólo se expidieron 1.461 permisos de trabajo para profesionales en
general y ejecutivos en el Estado, lo que demuestra aún más la preponderancia de
las políticas proteccionistas. Además, un 17% de los visados de trabajo brasileños
se emitieron para las visitas de soporte técnico de menos de 90 días, sin contrato
de trabajo en Brasil, según la política brasileña de transferencia de know-how,
maximizando al mismo tiempo las plazas de trabajo disponibles para los
trabajadores locales.
El análisis de los datos de autorización de trabajo permite identificar áreas en que
el mercado de mano de obra extranjera está supliendo la escasez de mano de obra
doméstica. Durante los primeros seis meses de 2011, se concedieron un total del
25% de visados de trabajo a equipos de plataformas de petróleo en alta mar en el
Estado de Río de Janeiro, lo que representa, de lejos, el mayor bloque de
beneficiarios y un área esencial para la inversión directa externa. Después de EEUU,
la segunda nacionalidad de candidatos que reciben visados es Filipinas, con 2.294
(un 9%) candidatos, muchos de ellos contratados por poco tiempo para el trabajo
en navíos. La mayor categoría de beneficiarios en el Estado de São Paulo son los
"artistas y atletas" seguidos del personal de soporte técnico de corto plazo y de la
tripulación de aviones y navíos del sector turístico. Por lo tanto, las tres principales
categorías de beneficiarios de visado en São Paulo no quitan oportunidades de
empleo a los locales.
El senador Cristovam Buarque resume la dificultad de la economía brasileña al decir
que "Brasil está bien, pero no va bien", es decir, la situación actual es buena, pero
el país no está avanzando en la dirección correcta. Como líder en la batalla por la
mejora de la calidad de la educación en Brasil, Buarque enfrenta el desafío diario de
convencer a los accionistas de la economía brasileña de que la educación es un
asunto que merece atención inmediata. Con por lo menos US$ 30.000 millones
destinados a proyectos de infraestructura para la Copa del Mundo de 2014 y las
Olimpiadas de 2016, la opinión del senador parece relegada a un segundo plano en
este momento. La mayor parte de los políticos prefiere no hablar sobre las
implicaciones a largo plazo de un sistema educativo fallido. La respuesta más
común a la situación económica actual consiste en sacar provecho del crecimiento
mientras dure.
La propuesta de un Plan Nacional de Educación está en el Congreso después de
cerca de un año y ha recibido más de 3.000 enmiendas. El plan consiste en fijar
metas cuantificables para la medición de la mejora del sistema educativo del país a
lo largo de diez años. El hecho de que muchos políticos brasileños estén tardando
en aprobar la ley de la enseñanza puede ser simplemente reflejo de lo que pasa en
la cultura del país. Según Júlio Sampaio, presidente de la Asociación Alumni,
institución brasileña sin fines de lucro dedicada a la enseñanza de la lengua inglesa,
la élite local nunca se preocupó de garantizar educación de calidad para todos los
brasileños.
¿Donde estará Brasil de aquí a 20 años sin un esfuerzo del Gobierno para mejorar
la calidad de la educación? ¿Cuál será el impacto sobre el PIB y sobre las
inversiones directas si no se hiciera nada en el sector? Aunque nadie pueda
responder a esas preguntas directamente con cifras, el consenso es que el
problema de la educación en Brasil no se solucionará a corto plazo, y que los
ejecutivos con la mirada puesta en el país no pueden dejar de tenerlo en cuenta.
A pesar de tener una cultura que está empezando ahora a valorar la educación y la
preparación profesional, Brasil ofrece también una amplia gama de oportunidades
que mostrará orgullosamente al mundo por primera vez en 2014 con ocasión de la
Copa del Mundo. Aunque los líderes empresariales brasileños reconozcan las
dificultades en lo que concierne a la mano de obra en el corto, medio y largo
plazos, ellos continúan siendo optimistas acerca de los escenarios de crecimiento.
Sean cuáles sean los planes de las empresas, consolidar o ampliar los programas
universitarios actuales, o aumentar el número de trabajadores extranjeros en la
medida en que el proceso de obtención de visados se vuelva más flexible, el hecho
es que los ejecutivos esperan que sus proyecciones de crecimiento se confirmen. En
la medida en que la demanda de mano de obra cualificada se vuelva más
importante, de forma semejante se volverán los esfuerzos para encontrarla y
crearla. Como dice Civita: "Si yo tuviera 27 años y pudiera estar en algún lugar del
mundo, estaría en Brasil".
Marcus Anderson, Thomas Baldwin, Lisa Lovallo y Gabriel Pumariega, miembros de
la Lauder Class de 2013, son los autores de este artículo.
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