“diaz bessone” de la cámara nacional de casación penal doctrina

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EXCARCELACIÓN.APLICACIÓN DEL FALLO PLENARIO
“DIAZ BESSONE” DE LA CÁMARA NACIONAL DE
CASACIÓN PENAL
DOCTRINA LEGAL DEL PLENARIO :“no basta en materia de
excarcelación o eximición de prisión para su denegación la
imposibilidad de futura condena de ejecución condicional, o que
pudiere corresponderle al imputado una pena privativa de la
libertad superior a ocho años (arts. 316 y 317 del C.P.P.N. ), sino
que deben valorarse en forma conjunta con otros parámetros tales
como los establecidos en el art. 319 del ordenamiento ritual a los
fines de determinar la existencia de riesgo procesal”
-Dicha doctrina plenaria da espacio para seguir aplicando la
jurisprudencia de la Sala II en el sentido de que en los casos en
que la pena mínima fijada por la ley para un determinado delito
no permita la libertad provisoria y la pena máxima amenazada
en abstracto supera los ocho años, ello no es de por sí, obstáculo
al beneficio, pues el juez debe formular un propósito concreto
acerca del máximo esperable, de acuerdo con las circunstancias
del caso y del encartado, y según sea el resultado de esa
apreciación, conceder o no la libertad provisoria (Expte. 2430,
“Incidente de exención de prisión de Alonso, Pablo Cristian”,
del 3/07/03; y Expte. 2794 “Excarcelación de Iakich, Rubén
Mariano”, del 9/09/04, entre otros).
- Debe atenderse a que la escala penal establecida para la
figura que aplica el juez de grado en los autos principales, y
las circunstancias del caso (tenencia de una cantidad
considerable de marihuana), que en el principal se intenta
vincular al tráfico, no parece razonable pensar que la pena
que pudiera llegar a ser impuesta supere los ocho años de
prisión, máxime teniendo en cuenta que el imputado no
registra antecedentes penales, en virtud de la absolución
dictada por esta Cámara en fecha 1° de junio de 1994 .
- Arraigo y residencia legal del encartado.Inexistencia de
condiciones para destruir pruebas u obstaculizar la
investigación.
- Corresponde disponer la libertad provisoria bajo caución
juratoria, conforme el art. 320, C.P.P.N., pudiendo el juez de
grado imponerle algunas de las medidas previstas en el art. 310
de dicho código. (Dr. SCHIFFRIN).
- La Sala II, en reiterados pronunciamientos, ha considerado la
existencia del denominado “riesgo procesal” a los fines de
otorgar o denegar tanto excarcelaciones como eximiciones de
prisión, teniendo en cuenta no solamente la escala penal prevista
para los delitos imputados, sino también las circunstancias de
los hechos investigados y las condiciones personales de los
involucrados, además de las restantes pautas que contempla el
artículo 319 del C.P.P.N. (Expte.4360, “Incidente de
excarcelación en favor de Godoy, Domingo”, del 29 de
noviembre de 2007, entre muchos otros).
- La resolución apelada no se ajusta a los parámetros
establecidos por la Cámara Nacional de Casación Penal en el
referido fallo plenario “Díaz Bessone”, toda vez que, a los
efectos de denegar la excarcelación solicitada , el magistrado de
primera instancia se basó, exclusivamente, en la escala penal
prevista para el delito que se le imputa al nombrado en los autos
principales.
- Corresponde revocar la resolución impugnada, indicando al
señor juez de grado que deberá dictar un nuevo
pronunciamiento que se ajuste a las pautas que emanan del
citado fallo plenario “Díaz Bessone”, fundando su decisión de
conformidad con los parámetros allí fijados. (Dr.COMPAIRED)
-Reseña de algunos conceptos fundantes del Plenario.
Fundamentos empáticos y otros marcadamente diferenciados
respecto del tema propuesto al Acuerdo Plenario.Votos de los
dres. David, Fégoli, Riggi, Hornos, Tragant, Micheli y
Dra.Ledesma. Precedentes de la Sala II.
- Sin perjuicio de que la solución adoptada por el a quo,
En parte, no se ajusta a los parámetros establecidos por el
Plenario “Díaz Bessone” - ya que no existía tal solución del
Tribunal Superior-, cabe confirmarla.
- - Los hechos imputados, cuya gravedad no se
encuentra discutida social y/o jurisprudencialmente , la
importante cantidad de estupefacientes incautados, la supuesta
vinculación con otras personas y países en la actividad delictiva
achacada, el secuestro del arma de fuego,el relativo corto laapso
de detención y la etapa procesal que se transita, donde todavía
pueden llevarse a cabo diligencias tendientes a determinar otros
responsables en el hecho objeto de pesquisa, ameritan, como
aconsejable, que el imputado continúe con la medida de
coerción personal impuesta por el a quo. (Dr. FLEICHER).
- Bases normativas y jurisprudenciales en materia de
restricción a la libertad durante la etapa de instrucción
penal.Su aplicación al caso.Precedentes de sala III.
- La jurisprudencia de distintos tribunales nacionales,
sustancialmente considera que las reglas establecidas en los arts.
316 y 317 del Código Procesal Penal de la Nación no constituyen
una presunción iure et de iure, sino que deben interpretarse
armónicamente con el principio de inocencia
- La gravedad de la sanción no puede ser tomada como la única
pauta que permita apreciar la admisibilidad de la excarcelación
del imputado, sino que se impone evaluar todas las
circunstancias del caso. Porque precisamente, en el contexto de
dichas circunstancias, se emplazan los argumentos que llevan a
admitir o a descartar la existencia de una razón que justifique
apartarse de la regla del respeto a la libertad personal.
Más allá de la doctrina y jurisprudencia nacional e
internacional en que la Sala que integro ha fundado sus
anteriores decisiones, el fallo plenario del caso, impone la
observancia de los parámetros en él establecidos.
- Ha de señalarse que los sucesivos votos que conformaron la
mayoría del plenario sostuvieron la constitucionalidad de los
artículos que constituyen el régimen de la libertad ambulatoria
de las personas sometidas a proceso penal.Ello importa que, la
presunción de fuga o entorpecimiento del proceso, que los
legisladores consideraron probada por el sólo hecho de que al
imputado pudiera corresponderle una pena privativa de la
libertad superior a ocho años de prisión o si prima facie no
procediera la ejecución condicional de la eventual condena,
permanece plenamente vigente y operante en el ordenamiento
adjetivo.
- Respecto del tipo de presunción en la que deben encuadrarse
las contenidas en los artículos 312, 316 y 317 del CPP, la
mayoría es conteste en que esta presunción es de las llamadas
iuris tantum. Ello significa que podrá desvirtuársela mediante el
aporte de elementos que demuestren que la amenaza de pena
que se cierne sobre el imputado o la efectividad de la pena a
cumplir, no provocaran indefectiblemente la fuga del encartado
ni lo compelerán a desplegar maniobras que entorpezcan la
prosecución del proceso penal en curso; o, desde otro lado, que
la libertad ambulatoria del causante, no constituye un obstáculo
real y concreto a la buena marcha del proceso.
- Se advierte que el mencionado plenario atribuye a la amenaza
de pena superior a ocho años de prisión, o a su cumplimiento
efectivo, un fuerte grado de probabilidad de generar la elusión
del imputado o, al menos, una actividad encaminada a socavar
el éxito del proceso penal.
- Puede inferirse que las previsiones de los artículos 312, 316 y
317 del Código Procesal Penal, en cuanto suponen que el
imputado de un delito intentará eludir la acción de la justicia o
entorpecerá la marcha del proceso cuando la amenaza de pena
sea mayor a ocho años de prisión o la pena será de efectivo
cumplimiento, son presunciones iuris tantum que pueden ser
destruidas mediante la producción de prueba en contrario.
-Cabe concluir que esa calidad de iuris tantum, en nada
modifica su calidad de presunción legal pues la amenaza de
sufrir una pena de las características descriptas por el artículo
316 del CPP, es un fuerte indicador de riesgo procesal que sólo
puede ser desvirtuado mediante la producción de prueba
concreta, seria, sólida y contundente que permita al juzgador
llegar a la certeza de que ese elevado riesgo ha sido
neutralizado.
- La circunstancia invocada por la defensa , no alcanzan a
desvirtuar la fuerte presunción de que habrá de eludir el
accionar de la justicia que trae aparejada la amenaza de pena
que se cierne sobre él en función del delito por el que se ha
acusado, esto es de 4 a 15 años (art. 5 inc. “c” de la ley 23.737 y
art. 316 del C.P.P.N.). En orden a tal convencimiento no
pueden obviarse las particulares circunstancias del caso
objetivadas en el voto del doctor Fleicher, configurativas de un
riesgo procesal concreto que lo habilita la medida cuestionada
aún a la luz de lo reglado por el art. 319 del C.P.P.N.
-La excarcelación solicitada aparece a esta altura improcedente.
(Dr. PACILIO).
- Estudiados los antecedentes de la causa, comparto la solución
propuesta por el doctor Antonio Pacilio, de acuerdo a los
argumentos expuestos en su voto. Por ello, estimo improcedente
la excarcelación solicitada. (Dr. NOGUEIRA)
PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN
///Plata, 3
de febrero de 2009. Rtro. S. II T.95 f*160/168
Y VISTA: Esta causa, registrada bajo el N° 4937, caratulada
“Incidente de excarcelación a favor de F. B. J.", procedente del
Juzgado Federal de Primera Instancia Nº 2, Secretaría Nº 4 de la
ciudad de Lomas de Zamora.
Y CONSIDERANDO:
EL DOCTOR SCHIFFRIN DIJO:
I. Que las presentes actuaciones llegan a conocimiento de esta
Alzada, en virtud del recurso de apelación interpuesto por los Dres.
(...), abogados defensores del detenido en autos, B. J., contra la
resolución(...)., mediante la cual se deniega la excarcelación del
nombrado.
El recurso fue concedido (...), manteniéndose (...).
II. Que el magistrado de primera instancia consideró que no
resultaría viable conceder el beneficio de excarcelación habida
cuenta que el delito que se le imputa al nombrado Bogado Jiménez
prevé una pena privativa de la libertad mayor a los ocho años de
prisión, que supera los límites impuestos por el artículo 316,
segundo párrafo, sstes. y cctes. del código ritual. Además, no
procedería una condena de ejecución condicional.
III. En síntesis, la defensa sostiene la conocida tesis según la
cual el monto de la pena amenazada no basta, por razones
constitucionales, para denegar la libertad provisoria en el proceso,
sino que para conceder o denegar el beneficio debe tenerse en
cuenta, prescindiendo del monto de pena, la posibilidad de fuga o
entorpecimiento de la investigación que pueda deducirse de las
circunstancias del caso.
La posición defensista ha quedado corroborada por la doctrina
plenaria, de carácter obligatorio (art. 10, inc. c) de la ley 24.050),
sentada por la Cámara Nacional de Casación Penal en el Acuerdo
1/08, Plenario n° 13, “Díaz Bessone, Ramón Genaro”, del 30 de
octubre pasado.
Según esa doctrina plenaria
“no basta en materia de excarcelación o eximición de
prisión para su denegación la imposibilidad de futura
condena de ejecución condicional, o que pudiere
corresponderle al imputado una pena privativa de la
libertad superior a ocho años (arts. 316 y 317 del
C.P.P.N. ), sino que deben valorarse en forma conjunta
con otros parámetros tales como los establecidos en el
art. 319 del ordenamiento ritual a los fines de determinar
la existencia de riesgo procesal”.
IV. Estimo que dicha doctrina plenaria da espacio para seguir
aplicando la jurisprudencia de la Sala en el sentido de que en los
casos en que la pena mínima fijada por la ley para un determinado
delito no permita la libertad provisoria y la pena máxima amenazada
en abstracto supera los ocho años, ello no es de por sí, obstáculo al
beneficio, pues el juez debe formular un propósito concreto acerca
del máximo esperable, de acuerdo con las circunstancias del caso y
del encartado, y según sea el resultado de esa apreciación, conceder
o no la libertad provisoria (v. expte. n° 2430, “Incidente de exención
de prisión de Alonso, Pablo Cristian”, del 3/07/03(1); y expte. n°
2794 “Excarcelación de Iakich, Rubén Mariano”, del 9/09/04 (2),
entre otros).
Advirtamos además, que en los casos en que se han denegado
excarcelaciones respecto de personas imputadas por hechos con una
posibilidad de pena muy elevada, el tribunal tuvo en cuenta,
también, las circunstancias previstas por el art. 319, C.P.P.N. (v.
“Excarcelación Grillo, Roberto Omar”, causa n° 4828, del 17/7/08;
“Excarcelación Páez, Rubén Oscar”, causa n° 4841, de la misma
fecha; “Excarcelación Acuña, Héctor Raúl”, causa n° 4850, del
22/5/08; “Excarcelación Corrales Bernabé, Jesús”, causa n° 4473,
del 18/9/07; “Excarcelación Morel, Catalino, causa n° 4428, del
30/8/08; “Excarcelación Elvio Cosso”, causa n° 4977, del 23/9/08;
“Excarcelación Tocho, Mario Oscar”, causa n° 4842, del 17/7/08;
entre otros).
V. Sentado lo anterior, debe atenderse a que la escala penal
establecida para la figura que aplica el juez de grado en los autos
principales, y las circunstancias del caso (tenencia de una cantidad
considerable de marihuana), que en el principal se intenta vincular al
tráfico, no parece razonable pensar que la pena que pudiera llegar a
ser impuesta supere los ocho años de prisión, máxime teniendo en
cuenta que el imputado no registra antecedentes penales, en virtud
de la absolución dictada por esta Cámara en fecha 1° de junio de
1994 (...).
A ello debe unirse el indudable arraigo del encartado, que
vive en el país desde hace 33 años junto con su esposa e hija
argentinas, y es residente legal, toda vez que posee Documento
Nacional de Identidad (...).
Por último, dadas las modalidades de la presente causa, no
existen condiciones para que B. J. pueda destruir las pruebas del
hecho u obstaculizar su investigación.
Por lo tanto, corresponde disponer la libertad provisoria de B.
J. en el proceso, bajo caución juratoria, conforme el art. 320,
C.P.P.N., pudiendo el juez de grado imponerle algunas de las
medidas previstas en el art. 310 de dicho código.
EL DOCTOR COMPAIRED DIJO:
I. En primer término debo señalar que de acuerdo a lo
previsto por el artículo 10, inc. c, de la ley 24.050, la doctrina
plenaria sentada por la Cámara Nacional de Casación Penal en el
Acuerdo 1/08, Plenario n° 13, del 30 de octubre de 2008, en autos
“Díaz Bessone, Ramón Genaro s/ recurso de inaplicabilidad de ley”,
resulta de carácter obligatorio.
Dicha doctrina plenaria establece que “no basta en
materia de excarcelación o eximición de prisión para su denegación
la imposibilidad de futura condena de ejecución condicional, o que
pudiere corresponderle al imputado una pena privativa de la
libertad superior a ocho años (arts. 316 y 317 del C.P.P.N.), sino
que deben valorarse en forma conjunta con otros parámetros tales
como los establecidos en el art. 319 del ordenamiento ritual a los
fines de determinar la existencia de riesgo procesal.”.
II. Cabe destacar que esta Sala II, en reiterados
pronunciamientos, ha considerado la existencia del denominado
“riesgo procesal” a los fines de otorgar o denegar tanto
excarcelaciones como eximiciones de prisión, teniendo en cuenta no
solamente la escala penal prevista para los delitos imputados, sino
también las circunstancias de los hechos investigados y las
condiciones personales de los involucrados, además de las restantes
pautas que contempla el artículo 319 del C.P.P.N. (conf. exptes.
4360, “Incidente de excarcelación en favor de Godoy, Domingo”,
del 29 de noviembre de 2007, entre muchos otros) (3).
III. Senado ello, advierto que la resolución apelada en
el presente incidente no se ajusta a los parámetros establecidos por
la Cámara Nacional de Casación Penal en el referido fallo plenario
“Díaz Bessone”, toda vez que, a los efectos de denegar la
excarcelación solicitada en favor de B.J., el magistrado de primera
instancia se basó, exclusivamente, en la escala penal prevista para el
delito que se le imputa al nombrado en los autos principales (...).
Ahora bien, sin perjuicio de reconocer que la
resolución del a quo fue dictada con anterioridad a la fecha en la
cual se estableció la aludida doctrina plenaria de carácter
obligatorio, entiendo que, a los fines de salvaguardar las garantías
constitucionales del debido proceso y de la doble instancia,
corresponde revocar la resolución impugnada, indicando al señor
juez de grado que deberá dictar un nuevo pronunciamiento que se
ajuste a las pautas que emanan del citado fallo plenario “Díaz
Bessone”, fundando su decisión de conformidad con los parámetros
allí fijados.
Así lo voto.
EL DOCTOR FLEICHER DIJO:
Que atento lo resuelto por la Camara Nacional de
Casación Penal en su Acuerdo 1/2008, Plenario 13, del 30 de
octubre de 2008, en cuanto dispuso: “Declarar como doctrina
plenaria que “no basta en materia de excarcelación o eximición de
prisión para su denegación la imposibilidad de futura condena de
ejecución condicional, o que pudiere corresponderle al imputado
una pena privativa de la libertad superior a ocho años (arts. 316 y
317), sino que deben valorarse en forma conjunta otros parámetros
tales como los establecidos en el art. 319 del ordenamiento ritual a
los fines de determinar la existencia de riesgo procesal” y su
carácter obligatorio, conforme lo prescripto por el art.10 inc. c) de la
ley 24.050, abordaré la cuestión traída para su estudio y decisión.
Previo a ello, conviene efectuar un repaso a la
medulosa resolución adoptada por la Cámara de Casación, donde se
presentan distintos fundamentos empáticos y otros marcadamente
diferenciados, respecto al tema propuesto al Acuerdo Plenario.
En relación a estos últimos, la posición minoritaria
sostuvo, en prieta síntesis, que en materia de excarcelación y/o de
exención de prisión basta para su denegación la imposibilidad de
futura condena de ejecución condicional o que pudiere
corresponderle al imputado una pena privativa de libertada superior
a ocho años ( v. votos doctores Catucci, Madueño, entre otros).
Por otro lado, la posición mayoritaria, que logró
sustentar el número para el Acuerdo supra transcripto, expuso
diversos fundamentos, alguno de los cuales entiendo importantes
destacar, ya que son los que informan a la solución arribada.
Así, el doctor David, liderante en la votación, sostuvo
al comienzo de su análisis, y con cita a fallos del Alto Tribunal
Nacional, que cuando el art. 18 de la C.N. dispone categóricamente
que ningún habitante de la Nación será penado sin juicio previo,
establece el principio de que toda persona debe ser considerada y
tratada como inocente de los delitos que se le imputan hasta que en
un juicio respetuoso del debido proceso se demuestre lo contrario
mediante una sentencia firme (Fallos: 10:338; 102:219 -1905-;
causa N.284 XXXII "Nápoli, Erika Elizabeth y otros s/infracción
art. 139 bis del C.P.", rta. el 22 de diciembre de 1998, considerando
5°).
En ese orden de ideas, también con palabras de la Corte
señaló que la excarcelación procede como garantía constitucional y
no como simple concesión de la ley de forma, y que las normas
procesales dictadas por el Congreso de la Nación en esa materia son
inmediatamente reglamentarias del derecho consagrado por el art.
18 de la Constitución Nacional.
Continuando con el desarrollo de
ideas, y coincidente con lo expuesto por Nelson Pessoa, dijo que si
bien es cierto que existe un derecho constitucional a la libertad
durante el trámite del proceso penal no lo es menos que ese derecho
(como todos) no es absoluto; ello significa que los habitantes gozan
de él, conforme las leyes que lo reglamentan; el Estado puede
reglamentarlo en función de una legítima finalidad: la de evitar que
el individuo sometido a proceso eluda la acción de la justicia, sea
impidiendo u obstaculizando la investigación del hecho o no
cumpliendo la eventual pena que se imponga. En es línea, cito
jurisprudencia de la Corte.
Continuando con su voto, y adentrados al tema del
plenario, el doctor David, sostuvo que las pautas establecidas en los
arts. 316 y 317 del código de forma, operan como presunción iuris
tantum, variando criterios que había sotenido anteriormente, y ello,
con base en la necesidad de fijar condiciones aptas para el
otorgamiento de beneficios liberatorios, en aquellos casos en que la
prisión preventiva -ordenada tan sólo en función de las escalas
penales conminadas en abstracto-, se tornaba írrita.
Así, señaló que cuando el máximo de la escala penal
aplicable en abstracto no supera los ocho años de pena privativa de
la libertad, el legislador ha presumido la “no fuga” del imputado. En
cambio, cuando supere tal monto ha presupuesto que se fugará. Al
resultar ambas presunciones iuris tantum devienen rebatibles por
prueba en contrario: para el primer caso, menos de ocho años,
acudiendo a indicadores de riesgo procesal que existan en el caso
concreto (fundado en la aplicación del art.319 del C.P.P.N); para el
segundo, (más de ocho años), arrimando a través de indicadores de
“no fuga” y de “no entorpecimiento de la investigación” elementos
valorativos concretos que permitan tener por desvirtuada tal
presunción -que deberán llevar mayor poder de convicción cuanto
mayor sea la gravedad de la pena en expectativa.
También adujo, que la fuerza de convicción respecto de
la posibilidad de fuga o entorpecimiento en la investigación que
arrastra la escala penal prevista para el delito endilgado, no es
menor ni tampoco irrazonable. Asimismo, citando a Marcelo
Solimine, manifestó que para que la presunción carezca de
virtualidad, deberá resultar indefectiblemente cuestionada con éxito;
pues si no se la controvierte - y desvirtúa por prueba en contrario-,
la presunción operará plenamente. Así, sólo en el supuesto de que
se pretenda desvirtuar la presunción legal, habrá que decidir si ella
continúa rigiendo o si por el contrario, ha perdido virtualidad y deja
habilitada la libertad.
Sostuvo el mismo votante de la mayoría que, a la
presunción iuris tantum del art. 316 del código de ríto, corresponde
analizarla en conjunto con la magnitud de la pena en expectativa y
verificar si la gravedad de la pena está dada en el caso concreto,
estableciendo así una presunción de fuga en virtud de la severidad
de la pena en expectativa, que se relaciona con la presunción del art.
316 del C.P.P.N.. De este modo, para la pretendida destrucción de
la presunción legal, deberán arrimarse mayor cantidad de elementos
descalificantes de ella, cuanto más alto sea el monto de la pena que
se espera en definitiva, reiterando que no resulta posible realizar esta
ponderación de la pena en expectativa, sin tener en cuenta la
naturaleza del hecho incriminado, conforme surge del art. 319 del
código de rito.
Advirtió que ello se encuentra avalado por distintos
informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
entre ellos el 12/96 y 2/97, donde se afirma que la seriedad del
delito, y la eventual severidad de la pena son factores a tenerse en
cuenta para evaluar el intento de elusión de la acción de la justicia,
aunque afirmando que no resultan suficientes, luego de transcurrido
cierto plazo, para justificar la continuación de la prisión preventiva.
Allí, se agrega que el peligro de ocultamiento o fuga disminuye a
medida que aumenta la duración de la detención, ya que este plazo
será computado a los efectos del cumplimiento de la pena aplicada
en la sentencia, invitando a analizar la procedencia o no de la
excarcelación a la luz de un análisis de razonabilidad de la duración
de la detención preventiva.
En tal sentido, surge de la resolución que todo
pronunciamiento acerca de la procedencia de alguno de los
institutos liberatorios, debe tener en cuenta de manera integrada, la
razonabilidad de la duración de la prisión preventiva. En el mismo
orden de ideas, citando a Gelli, subrayó que no constituyen formas
genéricas la que toman en consideración la complejidad del caso, la
conducta del inculpado y la diligencia de la autoridad competente,
por lo que pueden aplicarse para mensurar el plazo razonable de
detención.
También destaca el votante citado, que otra cuestión
que debe ser analizada a los efectos de descartar la presunción legal
del art. 316 del C.P.P.N., es la solidez de la imputación.
Por su parte, el doctor Fegoli también reseñó, en
consonancia con lo que enseña el Informe 2/97 de la C.I.D.H, que la
etapa procesal por la cual transitan las actuaciones debe ser
ponderada, considerando a tal fin que la proximidad de debate oral
resulta parámetro a tomar en cuenta a los efectos de analizar la
procedencia de la soltura anticipada.
En lo que atañe al tema tratado, el doctor Riggi, destacó la
evolución de la jurisprudencia nacional sobre el tema a decidir en el
plenario, señalando que nos encontramos en presencia de un
verdadero cambio de paradigma en la interpretación de las normas
jurídicas que rigen el instituto de la liberad durante el proceso y que
ello obedece principalmente, a la recepción en el reforma
constitucional realizada en nuestro país en el año 1994, mediante la
cual se acordó jerarquía constitucional a un importante catálogo de
instrumentos internacionales de derechos humanos que abordan la
cuestión, entre los que se cuenta y destaca la Convención Americana
de Derechos Humanos y que conforme lo ha establecido nuestro
Máximo Tribunal, las opiniones que en legítimo ejercicio de su
jurisdicción emita la C.I.D.H, deben ser tenidas como un parámetro
válido y de necesaria consideración al momento de resolver
cuestiones que se encuentren comprendidas
dentro de las
disposiciones de la citada convención.
Asimismo señaló que el argumento de la severidad de
la sanción penal no puede ser el único parámetro a tener en cuenta a
la hora de evaluar sobre la procedencia del dictado de una medida
cautelar de coerción personal, por lo que resulta necesario establecer
cuales son aquellos otros elementos de juicio que deben ser
atendidos al resolver sobre el particular, mas ello no sin advertir que
lo expuesto en modo alguno significa desconocer la importancia de
las disposiciones de los artículos 312 y 316 del Código Procesal
Penal, atento debe determinarse el modo en que dichas
disposiciones se concilian con lo dispuesto en el art. 280 del mismo
cuerpo legal, como con las normas de fuente legal y constitucional
que aseguran el principio de inocencia. En tal sentido, destacó los
requisitos que surgen de los mencionados Informes 12/96 y 2/97 de
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
En definitiva, entre otras pautas de sumo interés, el
doctor Riggi, expuso que el artículo 316 del C.P.P.N. contiene una
presunción iuris tantum que indica que en aquellos casos en los que
el acusado se enfrente a una sanción penal de la severidad que prevé
esa norma, su natural instinto a preservar su libertad lo impulsará a
intentar eludir el accionar de la justicia. Sin embargo, cuando las
particulares circunstancias de la causa demuestren en forma
inequívoca el desacierto en el caso de la presunción legal,
corresponderá acordar la excarcelación o la exención de prisión.
Por su lado, el doctor Hornos, señaló, entre otros
aspectos, que la prisión preventiva es una medida cautelar de
carácter excepcional (función cautelar que es la única
constitucionalmente admisible) y que sólo puede tener fines
procesales: evitar la fuga del imputado y la frustración o
entorpecimiento de la investigación de la verdad.
Ahora bien, en resguardo del fundamento
constitucional de la prisión preventiva, reseño el doctor Hornos, que
deviene obligatoria la conclusión de que las pautas contendias en los
artículos 316 y 317 del C.P.P.N., no pueden operar sino como
presunciones iuris tantum, que por propia definición, deben caer
frente a la configuración, en el caso concreto, de circunstancias
objetivas y subjetivas que no autorizaren a concluir la existencia de
ese riesgo procesal, sino que antes bien, permitiesen presumir su
inexistencia.
Otro de los votantes por la mayoría, el doctor Tragant,
subrayó que cabe tener presente que si bien la imputación de un
delito determinado no puede, por sí sólo, ser tomada como una
circunstancia excluyente de cualquier otra en el análisis que
corresponde efectuar a la luz de lo dispuesto por los arts. 280, 312 y
316 a 319 del C.P.P.N., lo cierto es que la seriedad del delito y la
eventual severidad de la pena son dos factores que deben tenerse en
cuenta para evaluar la posibilidad de que el procesado intente
fugarse para eludir la acción de la justicia. Sin embargo, tampoco
resultan suficientes, luego de transcurrido cierto plazo, para
justificar la continuación de la prisión preventiva. Además, debe
tenerse en cuenta que el peligro de ocultamiento o fuga disminuye a
medida que aumenta la duración de la detención, ya que este plazo
será computado a efectos del cumplimiento de la pena aplicada en la
sentencia. (Comisión Interamericana de Derechos Humanos al
expedirse en el Informe de Fondo 2/97).
A ello agregó, que la posibilidad de que el procesado eluda
la acción de la justicia debe ser analizada considerando varios
elementos, incluyendo los valores morales demostrados por la
persona, su ocupación, bienes que posee, vínculos familiares y otros
que le mantendrían en el país, además de una posible sentencia
prolongada ( Informe citado).
También señaló que el indicado informe establece
otras pautas para fundar la medida coercitiva citando que "El riesgo
legítimo de que los testigos u otros sospechosos sean amenazados
también constituye un fundamento válido para dictar la medida al
inicio de la investigación. Pero cuando la investigación prosigue y
dichas personas ya han sido interrogadas suficientemente, el peligro
disminuye y deja de ser válida la justificación para mantener la
prisión preventiva. Las autoridades judiciales deben demostrar
igualmente que existen fundados motivos para temer la intimidación
de los testigos o sospechosos por parte del procesado. ("Riesgo de
presión sobre los testigos", punto 35).
Resulta relevante lo expuesto por el doctor Tragant en
cuanto a que el derecho constitucional a permanecer en libertad
durante el proceso, sustentado en el principio de inocencia, no tiene
carácter absoluto. Por el contrario, encuentra su limitación en la
existencia de razones para suponer que el imputado eludirá la acción
de la justicia si se lo pone en libertad, frustrando así el juicio del que
habla el art. 18 de la Constitución Nacional. El Alto Tribunal otorgó
raigambre constitucional a la prisión preventiva sustentado en que
dicha norma autoriza el arresto en virtud de orden escrita de
autoridad competente, pues el respeto debido a la libertad individual
no puede excluir el legítimo derecho de la sociedad a adoptar todas
las medidas de precaución que sean necesarias no sólo para asegurar
el éxito de la investigación, sino también para garantizar, en casos
graves, que no se siga delinquiendo y que no se frustre la ejecución
de la eventual condena por la incomparecencia del reo (Fallos
280:297; 300:642).
Por su parte, la doctora Ledesma, al inicio de su voto
destacó que a la luz de los principios constitucionales, corresponde
asignarle el derecho al imputado a permanecer en libertad. En tal
sentido, plantea la inversión de la pregunta del plenario, toda vez,
que a su entender, el problema radica en definir cuando procede el
encarcelamiento preventivo, ya que por imperio constitucional, es el
Estado quien debe demostrar que existen razones que hacen
necesario encerrar a una persona durante el proceso y no como
sucede actualmente, que en su opinión, se invierte la carga de la
prueba.
En este orden de ideas, remarcó que la libertad física
es, por así decir, la forma de libertad imprescindible para que la
mayoría de las demás libertades pueda funcionar, su tutela ha sido
precaución casi tan antigua como el hombre (Bidart Campos,
Germán, "Derecho Constitucional", Editorial Ediar, pág. 505). De
modo tal que el derecho constitucional de "permanencia en libertad
durante la sustanciación del proceso penal", emanado de los arts. 14,
18 y 75 inc. 22 de la C.N., solo puede ceder en situaciones
excepcionales y cuando los jueces consideren que existen causas
ciertas, concretas y claras, en orden a un alto grado de probabilidad
o un estado de probabilidad prevaleciente de que el imputado
eludirá la acción de la justicia (art. 280 del C.P.P.).
También, merece destacarse, entre otros, lo expuesto
por el doctor Michelli, en cuanto sostuvo que no es suficiente, para
resolver sobre la libertad de una persona durante el trámite del
proceso, atenerse automáticamente, sin una evaluación de las
peculiaridades del caso en concreto, a los criterios modales y
cuantitativos establecidos en los artículos 316 y 317 del C.P.P.N.,
toda vez que estas normas sólo establecen una ficción relativa que
debe ceder cuando existen razones para sostener que la libertad del
individuo no generará un riesgo procesal.
Asimismo resaltó la relevancia de la reforma
constitucional de 1994 al añadir normas que tiene directa relación
con el régimen de la prisión preventiva, estableciendo pautas
mínimas para su imposición, señalando alguno de los principios
sobre el encarcelamiento provisional que se desprende de ellos en
cada caso: razonable, excepcional, motivada, no arbitraria .
Por otra parte, señaló el doctor Michelli, que la
magnitud de la pena eventual, la conducta procesal, las actitudes
elusivas adoptadas en el mismo proceso o en otro, la naturaleza y
entidad de la maniobra, en particular cuando se trata de delitos
organizados o con cierta permanencia y estabilidad, la amplitud de
medios delictivos, la falta de arraigo, todos ellos pueden ser cánones
razonables, mas no pueden establecerse en forma anticipada sino
que, en cada uno de los casos, y sobre la base de un razonamiento
individual ajustado al caso, corresponderá determinar si existen o
no razones para presumir que la libertad comprometerá el desarrollo
del proceso.
II. Ahora bien, reseñados algunos conceptos fundantes
del plenario referido, principalmente los de la mayoría que
conformaron la resolución final, que serán relevantes a fin de
direccionar correctamente la resolución de este incidente de
excarcelación, abordaré el presente caso, no sin antes destacar que
esta Sala, con distintos precedentes, siempre ha merituado las
distintas circunstancias de las causa, la gravedad de los hechos
imputados y otras pautas a los fines de determinar la procedencia o
no de los beneficios liberatorios impetrados - v. precedentes
“Alonso” y “Iakich”entre muchos-.
Sentado lo expuesto, cabe subrayar que sin perjuicio de
que la solución adoptada por el a quo, en parte, no se ajusta a los
parámetros establecidos por el Plenario “Díaz Bessone” - ya que no
existía tal solución del Tribunal Superior-, cabe confirmarla, de
acuerdo a los motivos que expondré, los que resultan concordantes
con las pautas fijadas en el mencionado fallo de Casación y los de
esta Sala ya citados.
Previo a ello, entiendo oportuno realizar, en prieta
síntesis, el relato de los hechos origen de la pesquisa. Conforme
surge las actuaciones principales que tengo a mi vista, el imputado
Felipe Bogado Jimenez, se encuentra procesado por el delito de
tenencia de estupefacientes, previsto y reprimido por el artículo 5
inc. c) de la ley 23.737.
Del auto de merito apelado en el principal, surge que
luego de llevarse a cabo por el grupo preventor distintas diligencias
tendientes a determinar la veracidad de las denuncias, que daban
cuenta del supuesto trasporte de sustancias estupefacientes desde
países limítrofes hasta diversas localidades de la Provincia de
Buenos Aires para su posterior comercialización y, previo
libramiento de ordenes de allanamiento, se logró incautar en el
domicilio de B.J., ocultos en una máquina hormigonera la cantidad
de siete kilos con trescientos noventa y cinco gramos ( 7,395 kgms)
de picadura de marihuana, las que se encontraban acondicionas en
forma de “ladrillos”.
También, en el domicilio (...) se incauto un revolver
plateado calibre 32, marca “Ruby Extra”, con numeración y serie
limada, con su carga completa, una caja con municiones para la
mencionada arma, ocultos en un taparollo de la vivienda, entre otros
elementos.
Con esos antecedentes, en mi opinión, teniendo en
cuenta los hechos imputados, cuya gravedad no se encuentra
discutida social y/o jurisprudencialmente, la importante cantidad de
estupefacientes incautados, los que se hallaban en el domicilio de
Bogado Jimenez, la supuesta vinculación con otras personas y
países en la actividad delictiva achacada, la etapa procesal que se
transita, donde todavía pueden llevarse a cabo diligencias tendientes
a determinar otros responsables en el hecho objeto de pesquisa,
ameritan, como aconsejable, que el imputado continúe con la
medida de coerción personal impuesta por el a quo.
No debe soslayarse, el secuestro del arma de fuego
antes descripta, que si bien el juez de grado declaró su
incompetencia para continuar con investigación, aduna otra pauta al
modo de vivir del imputado ( revolver cargado con serie y
numeración limadas).
A mayor abundamiento, cabe destacar que B. J. lleva
detenido con prisión preventiva, un relativo corto lapso, esto es
desde abril del corriente año, y teniendo en cuenta los fundamentos
descriptos en los párrafos precedentes y la jurisprudencia de esta
Sala II -v. expte. 2430, “Incidente de exención de prisión de
Alonso Pablo Cristian” del 03.07.03
y expte n° 2794
“Excarcelación de Iakich, Rubén Mariano” del 09.09.04, entre
muchos-, en el caso concreto, estimo que la pena a aplicar, podría
ser superior a los ocho años de prisión.
Tal pronostico, resulta ser otra de las causales que
fundamentan se mantenga la cautelar dispuesta sobre el imputado,
ya que la severidad y monto de la pena, y su posible concreción,
hacen previsible la elusión del causante, lo que también impedirá el
accionar de la justicia.
Por todo ello, entiendo que debe confirmarse la resolución
apelada, en cuanto no hace lugar a la excarcelación de B.J. ( conf.
art. 280, 312, 316, 317 y 319 del C.P.P.N y Acuerdo 1/08, Plenario
n° 13 de la Cámara Nacional de Casación Penal de la Nacion, Díaz
Bessone, Ramón Genaro s/ recurso de inaplicabilidad de ley”
fallado el 30.10.2008).
Así lo voto.
EL DOCTOR PACILIO DIJO:
I.- Tratamiento del recurso.
A) Bases normativas y jurisprudenciales en materia de
restricción a la libertad durante la etapa de instrucción penal.
1. En numerosos precedentes la Sala que integro ha
sostenido que la restricción de la libertad de una persona durante el
transcurso de una investigación, debe estar precedida -más allá de la
escala penal que fija el delito que se le enrostra- de una valoración
objetiva de las circunstancias particulares del hecho.
Una aplicación rígida y literal de las causales
prescriptas por los artículos 316 y 317 del Código Procesal Penal de
la Nación vedaría al juez de la posibilidad de examinar las
circunstancias concretas del caso para decidir la procedencia o no de
la excarcelación (véase Ottaviano, Santiago, “La prisión preventiva:
presupuestos para su dictado y limitación temporal”, publicado en
Los derechos humanos en el proceso penal, coordinado por Luis M.
García, Ábaco, Buenos Aires, 2002, capítulo III, p. 203 y
siguientes).
Este argumento, por lo demás, concuerda con la línea
seguida por la jurisprudencia de distintos tribunales nacionales, que
sustancialmente considera que las reglas establecidas en los arts.
316 y 317 del Código Procesal Penal de la Nación no constituyen
una presunción iure et de iure, sino que deben interpretarse
armónicamente con el principio de inocencia (conf. Cámara
Nacional de Casación Penal, Sala III, autos “Machieraldo, Ana M.L.
s/ rec. de casación”, sentencia del 22/12/2004, publicado en
“Suplemento de Jurisprudencia Penal y Procesal Penal” (“La Ley”)
del 29/04/05, p. 3). Destacándose asimismo que aún cuando la
imputación del nuevo delito pueda culminar en una pena de efectivo
encierro, esa sola circunstancia no permite dejar de lado el análisis
de otros elementos del juicio que pueden posibilitar un mejor
conocimiento de la existencia del riesgo de la conocida “presunción
de fuga” (conf. Cámara Nacional de Casación Penal, Sala IV, autos
“Beraja, Rubén E. y otros”, sentencia del 26/05/2005, en “La Ley”
2005-F-610 o “Jurisprudencia Argentina” 2005-III-712).
Sobre el punto en examen, la Sala III de la Cámara
Nacional de Casación Penal -apoyada en el informe 2/97 de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos- in re “Chabán,
Omar Emir s/recurso de casación” sentencia del 24-11-05, destacó con independencia de la solución que, por mayoría, alcanzó- los
principios que gobiernan la materia en cuestión, a los que esta Sala
que integro se ha ajustado.
Todo lo expuesto evidencia que la gravedad de la
sanción no puede ser tomada como la única pauta que permita
apreciar la admisibilidad de la excarcelación del imputado, sino que
se impone evaluar todas las circunstancias del caso. Porque
precisamente, en el contexto de dichas circunstancias, se emplazan
los argumentos que llevan a admitir o a descartar la existencia de
una razón que justifique apartarse de la regla del respeto a la
libertad personal (conf. Gialdino, Rolando E., “La prisión
preventiva en el derecho internacional de los derechos humanos”,
Revista “Investigaciones” 3 [1999], Corte Suprema de Justicia de la
Nación, p. 667 y siguientes).
Para completar el análisis cabe agregar que
la posible morigeración que debe hacerse en torno a la aplicación de
tales pautas como fundamento del encierro preventivo, para estar
acorde a las exigencias de los organismos internacionales -que en el
ámbito nacional diera lugar a la sanción de la ley 24.390 y su
modificatoria 25.430- se ciñe a los casos en que su prolongación
resulte de una magnitud tal que, de acuerdo a las circunstancias del
caso concreto, lo haga aparecer como irrazonable. En otras palabras
es frente a esa hipótesis temporal que resulta necesario acudir a la
valoración de otros criterios para evaluar la proporcionalidad de la
extensión de la prisión preventiva.2. Más allá de la doctrina y
jurisprudencia nacional e internacional en que la Sala que integro ha
fundado sus anteriores decisiones, el fallo plenario número 13 de la
Cámara Nacional de Casación Penal, emitido el pasado 30 de
octubre de 2008 en los autos “Díaz Bessone, Ramón G. s/ recurso de
inaplicabilidad de ley”, impone la observancia de los parámetros en
él establecidos.
La doctrina plenaria referida establece que “(n)o basta
en materia de excarcelación o eximición de prisión para su
denegación la imposibilidad de futura condena de ejecución
condicional, o que pudiere corresponderle al imputado una pena
privativa de la libertad superior a ocho años (arts. 316 y 317 del
C.P.P.N.), sino que deben valorarse en forma conjunta con otros
parámetros tales como los establecidos en el art. 319 del
ordenamiento ritual a los fines de determinar la existencia de riesgo
procesal”.
2.1. En primer lugar, ha de señalarse que los sucesivos votos que conformaron la mayoría
del plenario sostuvieron la constitucionalidad de los artículos que constituyen el régimen de la
libertad ambulatoria de las personas sometidas a proceso penal.
Ello importa que, la presunción de fuga o entorpecimiento del proceso, que los
legisladores consideraron probada por el sólo hecho de que al imputado pudiera corresponderle
una pena privativa de la libertad superior a ocho años de prisión o si prima facie no procediera la
ejecución condicional de la eventual condena, permanece plenamente vigente y operante en el
ordenamiento adjetivo.
2.2. Como consecuencia de ello los señores jueces procedieron a fijar el alcance y
naturaleza que, por vía de interpretación, debe acordarse a tal presunción.
2.2.1. Respecto del tipo de presunción en la que deben encuadrarse las contenidas en
los artículos 312, 316 y 317 del CPP, la mayoría es conteste en que esta presunción es de las
llamadas iuris tantum. Ello significa que podrá desvirtuársela mediante el aporte de elementos que
demuestren que la amenaza de pena que se cierne sobre el imputado o la efectividad de la pena a
cumplir, no provocaran indefectiblemente la fuga del encartado ni lo compelerán a desplegar
maniobras que entorpezcan la prosecución del proceso penal en curso; o, desde otro lado, que la
libertad ambulatoria del causante, no constituye un obstáculo real y concreto a la buena marcha del
proceso.
Así fue expresado en los respectivos fundamentos que integraron la mayoría del
plenario: “Sin embargo, de un tiempo a esta parte, he variado mi criterio, en favor de una
interpretación de los arts. 316 y 317 del C.P.P.N. según la cual su
aplicación no es automática, sino que son pautas establecidas por el legislador
que operan como presunción iuris tantum.” (voto del doctor Pedro David);
“Con estas breves consideraciones voto en el sentido de que la presunción
legal establecida por el artículo 316 del catálogo instrumental puede resultar
desvirtuada por prueba en contrario.” (voto del doctor Juan E. Fégoli); “Queda
claro también, a partir de la interpretación que realiza la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos del Pacto de San José de Costa Rica,
que la única hermenéutica valida y ajustada a las normas de jerarquía
constitucional, es la que acuerde al referido artículo 316 el carácter de una
presunción iuris tantum.” (Voto del doctor Eduardo R. Riggi); “(e)ntonces, las
pautas contenidas en los artículos 316, 317 y concordantes del Código
Procesal Penal de la Nación sólo pueden interpretarse armónicamente con lo
dispuesto en los artículos 280 y 319, considerándoselas presunciones iuris
tantum, y no iure et de iure” (Voto del doctor Gustavo M. Hornos); (P)or lo
tanto, corresponde trabajar siempre sobre una presunción “iuris tantum”, pues
la previsión legal no resulta de aplicación automática y de pleno derecho, sino
permeable a una demostración adversa que acredite la inexistencia de riesgo
procesal alguno.” (Voto del doctor Mariano González Palazzo), entre otros.
2.2.2. Sentado lo anterior, se advierte que el mencionado plenario
atribuye a la amenaza de pena superior a ocho años de prisión, o a su
cumplimiento efectivo, un fuerte grado de probabilidad de generar la elusión
del imputado o, al menos, una actividad encaminada a socavar el éxito del
proceso penal.
Así, el voto que lidera la mayoría expresó “Sin embargo, aún
considerándolo un baremo flexible, la fuerza de convicción respecto a la
posibilidad de fuga o entorpecimiento de la investigación que arrastra la escala
penal prevista para el delito endilgado no es menor, ni tampoco irrazonable.”
que “para que la presunción carezca de virtualidad, deberá resultar
indefectiblemente cuestionada, con éxito; pues si no se la controvierte -y
desvirtúa por prueba en contrario-, la presunción operará plenamente. Así solo
en el supuesto de que se pretenda desvirtuar la presunción legal, habrá de
decidir si ella continúa rigiendo o si, por el contrario, ha perdido virtualidad y
deja habilitada la libertad” y que “para la pretendida destrucción de la
presunción legal, deberán arrimarse mayor cantidad de elementos
descalificantes de ella, cuanto más alto sea el monto de la pena que se espera
en definitiva”(Voto del doctor Pedro David).
En igual sentido, el doctor Riggi sostuvo que “No obstante lo
expuesto, resulta innegable que las previsiones del artículo 316 del rito penal
resultan de ineludible aplicación, excepto en aquellos casos en que la
presunción legal resulte conmovida por los elementos de juicio obrantes en el
sumario y que demuestren el desacierto en el caso de observar dicha
presunción. En efecto, la circunstancia que la norma contenida en el artículo
316 debe ser tenida como una presunción iuris tantum no autoriza a
desconocer su existencia y operatividad, dado que en la medida en que se trata
de derecho positivo vigente, su aplicación a los supuestos que se encuentran
abarcados por sus disposiciones resulta un imperativo legal.”. Y añadió: “De
esta manera, la presunción legal que indica que en aquellos casos en que los
imputados se enfrenten a la posibilidad de una severa pena privativa de la
libertad habrán de intentar profugarse debe ser tenida en cuenta al momento de
decidir sobre su excarcelación; y sólo corresponderá apartarse de la referida
Poder Judicial de la Nación
disposición legal cuando concurran elementos de juicio objetivos y
comprobables que demuestren el desacierto -disfuncional o irracional- de lo
que la ley presume. Justamente por ello –porque admite prueba en contrario-,
es que la referida presunción es iuris tantum. Y no está de más señalar que tal
prueba (la que confronte con la solución legal) debe existir y ser constatable,
pues de lo contrario la presunción mantiene todo su valor y efecto.”.
La misma línea interpretativa fue seguida por los doctores Juan E.
Fégoli, Gustavo M. Hornos y Mariano González Pallazzo.
3. Como conclusión de lo hasta aquí reseñado, puede inferirse que
las previsiones de los artículos 312, 316 y 317 del Código Procesal Penal, en
cuanto suponen que el imputado de un delito intentará eludir la acción de la
justicia o entorpecerá la marcha del proceso cuando la amenaza de pena sea
mayor a ocho años de prisión o la pena será de efectivo cumplimiento, son
presunciones iuris tantum que pueden ser destruidas mediante la producción
de prueba en contrario.
Asimismo, cabe concluir que esa calidad de iuris tantum, en nada
modifica su calidad de presunción legal pues la amenaza de sufrir una pena de
las características descriptas por el artículo 316 del CPP, es un fuerte indicador
de riesgo procesal que sólo puede ser desvirtuado mediante la producción de
prueba concreta, seria, sólida y contundente que permita al juzgador llegar a la
certeza de que ese elevado riesgo ha sido neutralizado.
B)Su aplicación al caso.
Desde la perspectiva expuesta en los considerandos que
anteceden, adentrándome a la situación que se plantea en el caso, tengo para
mí que la circunstancia invocada por la defensa de B. J. en su escrito recursivo
(...) y en la presentación del memorial (...), no alcanzan a desvirtuar la fuerte
presunción de que habrá de eludir el accionar de la justicia que trae aparejada
la amenaza de pena que se cierne sobre él en función del delito por el que se
ha acusado, esto es de 4 a 15 años (art. 5 inc. “c” de la ley 23.737 y art. 316
del C.P.P.N.).
En orden a tal convencimiento no pueden obviarse las particulares
circunstancias del caso objetivadas en el voto del doctor Fleicher,
configurativas de un riesgo procesal concreto que lo habilita la medida
cuestionada aún a la luz de lo reglado por el art. 319 del C.P.P.N.
A influjo de lo expuesto, la excarcelación solicitada aparece a
esta altura improcedente. Así me pronuncio.
EL DOCTOR NOGUEIRA DIJO:
Que estudiados los antecedentes de la causa, comparto la solución
propuesta por el doctor Antonio Pacilio, de acuerdo a los argumentos
expuestos en su voto.
Por ello, estimo improcedente la excarcelación solicitada.
Así lo voto.
Por ello y por mayoría, el Tribunal RESUELVE:
I.- Confirmar la resolución apelada, en cuanto no hace lugar a la excarcelación
de B. J. (conf. art. 280, 312, 316, 317 y 319 del C.P.P.N. y Acuerdo 1/08,
Plenario n° 13 de la Camara Nacional de Casación Penal de la Nación, Díaz
Bessone, Remón Genario s/recurso de inaplicabilidad de ley” fallado el
30.10.2008).
II.- Regístrese, notifíquese y devuélvase.Fdo: Dres. Leopoldo Schiffrin-Gregorio Fleicher-Carlos Compaired-Antonio
Pacilio-Carlos Nogueira.
Ante mí: Dra. Ana M. Russo-Secretaría
NOTAS:)(1) a continuación la resolución citada:
La Plata,3de julio de 2003. Rtro.S II T.61 F*28
VISTO:El presene expediente 2430,caratulado:”Incidente de
exención de prisión respecto de Alonso,Pablo Cristian”procedente del Juzgado
Federal de Primera Instancia en lo Criminal y Coreccional N*3 de esta ciudad.
Y CONSIDERANDO:EL DOCTOR SCHIFFRIN DIJO:
I.Llegan estos autos a la Alzada,en virtud del recurso de
apelación interpuesto(...),por el Señor Fiscal Federal,(...)contra la resolución
(...),que concede la exención de prisión bajo caución juratoria a A.,a quien se
imputa la presunta comisión del delito previsto por los arts. 864 inc. A) y 865
inc. F) del Código Aduanero (...).
II.El agravio del Ministerio Público se refiere a que la
exención de prisión debería haberse acordado,tal como lo requirió en el
dictamen (...)bajo caución real
.III.Ahora bien,desde mi punto de vista,la resolución
apelada no se ajusta a derecho puesto que,teniendo en cuenta la calificación de
la conducta del imputado,adoptada al recibírsele declaración, el aquo debió
fundar la procedencia del otorgamiento de la exención de prisión para después
si ocuparse del tipo de caución que correspondía fijar.
En efecto,el juez concedió la exención de prisión a
,,,con fecha 14 de abril del corriente al considerar que la conducta que “prima
facie” se le atgribuye al imputado es la prevista por el art. 864 del Código
Aduanero - contrabando -,cuya “...penalidad máxima no supera el tope de
ocho años de pena privativa de libertad que mienta el art. 316 del
C.P.P.N....”(...).
.Sin embargo, al recibir declaración el
imputado,tanto con anterioridad como después del otorganiuento de la
exención de prisión -el 10 de abril y 29 de mayo,respectivamente, el Dr.
Corazza encuadró la conducta de A...en las figuras previstas port los arts. 864
inc a) y 865 inc. F) del Código Aduanero.Este último artículo prevé una pena
mínima de 2 años y una máxima de 10.
Es decir que el magistrado interviniente otirgó la exención de
prisión a...A omitiendo considerar la calificación del art. 865 inc. F) del
Código Aduanero.
IV.En tales condiciones,reitero,la cuestión no pasa por
resolver el problema del tipo de caución a aplicarse,sino si corresponde el
otorgamiento mismo del beneficio,teniendo en cuenta el marco penal
corespondiente al citado art. 865 inc. F) C.A..
Poder Judicial de la Nación
Al respecto el Código Procesal Penal de la Nación contempla
dos caminos diferentes que podrían justificar, en el caso,la concesión del
beneficio.Por un lado,si se toma en abstracto el máximo de 8 años de pena
privativa de la libertad previsto por el art. 316 C.P.P.N., es decir,si se lo
identifica con el máximo legal de la figura penal que coresponda, la exención
de prisión no procedería en el caso, salvo que el juez considere que,prima
facie, correspondería la ejecución condicional. Esta hipótesis requiere un
juicio concreto del magistrado interviniente - que no se ha efectuado en autos ,mediante el cual debe efectuarse una valoración de carácter proyectivo acerca
de la eventual concurrencia de las condicones previstas por el art. 26 del
Código Penal.
El otro supuesto,consiste en considerar que el máximo de 8 años
de pena privativa de la libertad prebvisto por el art. 316 C.P.P.N. no se
identifica con el máximo legal de la figura respectiva.En este caso, el juez
debe efectuar una previsión concreta,conforme las circunstancias del hrcho y
de las personas incriminadas,respcto de la pena que cabría aplicar en caso de
llegarse a una sentencia condenatoria (v. Mi voto in re “Balmaceda,Marcelo
Adrián s/excarcelación”,expte.1429 del 16/11/00, el que me remito” brevitatis
causae”.Tampoco el juez ha adoptado,al menos de forma expresa,esta línea de
pensamiento.
Es decir que, en definitiva,la resolución apelada resulta
prematura,pues el a quo debe justificar, antes que nada,si en las condiciones
concretas del caso, teniendo en cuenta la calificación adoptada en el
expediente principal,la concesión del beneficio de la exención de prisión
resulta procedente.
Por lo tanto estimo que corresponde revocar la resolución
apelada,indicando al a quo que deberá resolver si la exención de prisión
resulta procedente de acuerdo con las pautas expuestas en el presente voto.
EL DOCTOR DUGO DIJO:Que adhería al voto del doctor
Schiffrin.
EL DOCTOR FRONDIZI DIJO:
Coincido con mis distinguidos colegas preopinantes en
que la resolución apelada resulta prematura.El a quo debe justificar, ante todo,
como en las condiciones concretas de la causa y según la calificación hecha en
el principal,resulta procedente la concsión del beneficio en cuestión.Luego se
tratará el tipo de caución.con tal alcance adhiero a la propuesta del Dr.
Schiffrin que precede.
Tal es mi voto.
Por ello, el Tribunal RESUELVE:
REVOCAR la resolución apelada,indicando al a quo que
deberá resolver si la exención de prisión resulta procedente de acuerdo con las
pautas expuestas en el voto del Cr. Schiffrin.Regístrese,notifíquese
y,oportunamente,remítase.Fdo.Jueces Sala Segunda,Dres.Sergio O.
Dugo.Leopoldo Féctor Schiffrin.Román Julio Frondiz(según mi voto).
(2) se transcribe la resolución:
//Plata, 9 de septiembre de 2004
Rtro. S. II T.69 f*58
VISTO: El presente incidente registrado bajo el N* 2794,
caratulado:”EXCARCELACIÓN DE IAKICH,RUBÉN MARIANO”,
procedente del Juzgado Federal de Primera Instancia N* 1, de esta ciudad.Y CONSIDERANDO:
EL DOCTOR FRONDIZI DIJO:
I. Que(...) el señor defensor Oficial,(...)
interpone recurso de apelación contra la resolución(...) por la que no se hace
lugar a la excarcelación de su defendido I..
El recurso es concedido (...) y
mantenido (...).II. Que los agravios expuestos por el
recurrente se centran en que la denegatoria de la soltura pretendida constituye
una suerte de condenación anticipada,que vulnera el principio de inocencia y
la garantía de la defensa en juicio, ambos de jerarquía constitucional. Destaca
,a su vez, que la escala penal correspondiente permite una condenación
condicional.
Finaliza
su
presentación
propiciando se revoque el auto en crisis,y se conceda la libertad de su aistido.III. El magistrado de la primera
instancia deniega la excarcelación del encartado,con fundamento en que éste
registra una condena a nueve años de prisión por el delito de homicidio
simple,por lo cual no procede el beneficio solicitado,toda vez que en caso de
recaer condena, ésta no podrá ser suceptible de ejecución condicional.
IV. Que de las constancias
obrantes en el expediente principal - que en copia certificada,corren por
cuerda floja al presente incidente - surge que I. fue condenado el 11 de abril de
2000 a la pena de nueve años de prisión,por resultar responsable de la
comisión del delito de homicidio simple, hecho cometido el 25 de abril de
1996. El encartado registra antecedentes policiales por resistencia a la
autoridad y lesiones, fechados el 18 de junio de 2003, y un pedido de captura
de fecha 24 de mayo de 2003 del Juzgado de Garantías N* 2 de Quilmes
(...),Por su parte, el mismo admitió en su declaración indagatoria que de la
mencionada condena cumplió “cuatro años de prisión,saliendo en libertad
condicional en el año 2000,causa que tramitó ante el Juzgado de Quilmes”
(...).A su vez, el juez de grado
calificó el hecho atribuido al imputado como el previsto en los artículos 5to.
Inciso c) y 11 inciso e) de la Ley 23737, en función del articulo 42 del Código
Penal (tentativa de suministro de estupefacientes en un lugar de detención).
Poder Judicial de la Nación
V. Que, sin perjuicio de todo ello, cabe advertir que
para decidir acerca del otorgamiento del beneficio peticionado ha de tenerse
en cuenta que el ordenamiento procesal vigente contempla dos caminos
diferentes para justificar la concesión de la excarcelación.
Por una parte, si se toma en abstracto el maximun de 8
años de pena privativa de la libertad previsto por el art. 316 del C.P:P.N. - esto
es, identificándolo con el máximo previsto por la propia figura penal
endilgada - la excarcelación no procedería en el caso, salvo que el juez estime
viable la condena de ejecución condicional, extremo éste que no se verifica en
autos.
Por otra parte,si se considera que el maximun de 8
años previsto por el mencionado art. 316 no se identifica con el máximo
conminado en abstracto por la norma sino que resulta de establecer, en base a
una previsión concreta, conforme las circunstancias concretas de hecho y de
las personas involucradas, la pena que cabría en el caso, sí se arribase a un
pronunciamiento condenatorio.(conf.expte.2430 “Incidente de exención de
prisión respecto de Alonso, Pablo Cristian”, fallada el 3 de julio de 2003),debe
expresarse y motivarse tal previsión.
Toda vez que estas operaciones no han sido
cumplidas por el juez de grado, corresponde revocar el pronunciamiento
apelado, indicando a éste que deberá resolver si - en el caso concreto - la
exacreclación resulta procedente conforme a las pautas aquí señaladas.
LOS DOCTORES SCHIFFRIN Y DUGO DIJERON:
Que adhieren al voto que precede.
Po ello, se RESUELVE:
REVOCAR la resolución apelada,(...),con los alcances
señalados supra.Notifíquese, regístrese y devuélvase. Fdo.Jueces Sala Segunda
Dres. Román Julio Frondizi.Sergio O. Dugo.Leopoldo Hérctor Schiffrin.
(3) se transcribe a continuación:
///Plata, 29 de noviembre de 2007.r.s.2 t.90F*58/59
VISTO: Este expediente 4360, “Incidente de excarcelación en
favor de Godoy, Domingo”, procedente del Juzgado Federal de Primera
Instancia en lo Criminal y Correccional n° 2 de Lomas de Zamora.
Y CONSIDERANDO:
I. Llegan estas actuaciones a conocimiento de la Alzada en virtud
del recurso de apelación interpuesto por la defensa de G. contra la resolución
por la cual se deniega la excarcelación al nombrado, bajo cualquier tipo de
caución (...).
II. El magistrado de primera instancia sostiene que en atención a
las penalidades mínimas y máximas previstas para los delitos que se le
imputan a G.(arts. 1° y 2°, inc. a, de la ley 24.769), y por aplicación de lo
dispuesto en el artículo 316, segundo párrafo, del C.P.P.N., el beneficio
solicitado no resulta procedente.
III. Ahora bien, de acuerdo al criterio seguido por este Tribunal
en casos análogos, a los fines de otorgar o denegar la excarcelación o la
exención de prisión, cabe formular un pronóstico concreto respecto a la pena
que podría caberle al imputado en caso de dictarse una sentencia condenatoria,
en base a una previsión efectuada de conformidad con las circunstancias
particulares del hecho y personales del involucrado, expresando los motivos
en que se funda tal previsión (conf. lo resuelto por la Sala II de esta Cámara,
en los exptes. 2430, “Incidente de exención de prisión respecto de Alonso,
Pablo Cristian”, del 3 de julio de 2003; 2794, “Excarcelación de Iakich, Rubén
Mariano”, del 9 de septiembre de 2004; y 4054, “Incidente de excarcelación
Rodríguez, Walter Daniel”, del 1° de marzo de 2007, entre otros).
En ese orden de ideas, y teniendo en cuenta que la escala penal
prevista para los delitos que se le atribuyen a G. va desde los tres años y seis
meses a nueve años de prisión, resulta razonable concluir que, en caso de
dictarse un pronunciamiento condenatorio, la pena a fijar no superaría los
ocho años de prisión, valorando las particularidades de los hechos que se
investigan en la causa principal y las condiciones personales del imputado, a
luz de las reglas previstas por los artículos 40 y 41 del Código Penal.
Tampoco corresponde denegar la excarcelación por aplicación de
las restricciones previstas por el artículo 319 del C.P.P.N., en tanto no se
encuentra fundada, en la medida necesaria para apartarse de la regla prevista
por el artículo 280 del mismo código, la presunción de que Gómez vaya a
intentar eludir la acción de la justicia o entorpecer las investigaciones.
IV. Por ello, el Tribunal entiende que corresponde otorgar la
excarcelación a G., bajo una caución real suficiente, teniendo presente la
Poder Judicial de la Nación
naturaleza económica del delito, cuyo monto deberá ser fijado por el a quo, a
fin de garantizar la doble instancia.
Sin perjuicio de ello, a los efectos de comprometer el
sometimiento del imputado al poder jurisdiccional, aplicando por analogía las
previsiones del artículo 310 del C.P.P.N. y, conforme lo ha resuelto esta Sala
en el expte. n° 4247 caratulado “Incidente de Excarcelación de Zulma Diana
Torales”, del 17/04/2007, deben adoptarse las siguientes medidas de cautela:
a) que el imputado constituya domicilio real a no más de 70 kilómetros del asiento del
juzgado de origen, cumpliendo las obligaciones que prevé el artículo 326, del C.P.P.N.; y
b) que se presente una vez por semana en la seccional policial del domicilio fijado,
dejando debida constancia de ello para su comunicación al juzgado interviniente.
Por ello, el Tribunal RESUELVE:
REVOCAR la resolución apelada y conceder la excarcelación a G., bajo las
condiciones indicadas en el considerando IV que antecede.
Regístrese, notifíquese y devuélvase.Fdo.Jueces Sala II dres. Leopoldo Héctor
Schiffrin.Gregorio Julio Fleicher.Carlos Román Compaired.
Ante mi:Dra. Ana Miriam Russo.Secretaria.
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