UNIDAD DE CAPACITACION Y SUPERVISION Temas HURTO Y ROBO. TEORÍA DE LA DISPONIBILIDAD EN LOS DELITOS DE DESAPODERAMIENTO. MINISTERIO PUBLICO COSTA RICA PODER JUDICIAL ROBO AGRAVADO. NO REQUIERE SUPERAR UN VALOR MÍNIMO. 90 2003 Sumario Tanto en el Hurto como el Robo coinciden en el verbo típico "apoderare" como núcleo de la acción típica. Así, hurta o roba "el que se apoderare ilegítimamente de una cosa mueble, total o parcialmente ajena..." Conforme al sentido común de las palabras, se apodera de una cosa quien se pone en poder o posesión de ella, lo cual supone lógicamente por tratarse de un apoderamiento ilegítimo que se ha quitado al sujeto pasivo su poder o posesión sobre el bien (desapoderamiento). No debe perderse de vista que el bien jurídico tutelado es la simple posesión o tenencia de la cosa mueble, entendida como la posibilidad exclusiva de realizar sobre la cosa actos materiales de disposición sin importar en el caso concreto, si ésta fue obtenida legítimamente o no por el sujeto pasivo Transcripción en lo conducente RES: 2001-01193. SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. SAN JOSÉ, A LAS NUEVE HORAS CON QUINCE MINUTOS DEL SIETE DE DICIEMBRE DE DOS MIL UNO. RECURSO DE CASACIÓN. (…) “Esta Sala se ha preocupado por delimitar cuando acontece la consumación del delito adoptando la denominada teoría de la disponibilidad, así: “Del "apoderamiento ilegítimo" de una cosa mueble, total o parcialmente ajena, en que consiste el Robo (y el Hurto, artículo 208 del Código Penal) doctrinariamente son conocidos diversos contenidos conceptuales: "el tocar (adtrectare), mover (amotio), quitar la cosa de la esfera de custodia de la víctima (ablatio), ponerla en lugar seguro (illatio), fijan distintos momentos en que se determina como ya cometido el delito" (...), de tal forma que, según se adopte uno u otro criterio, la tentativa se desplazaría al momento inmediato anterior. Sin embargo, se ha sostenido que la tenencia es el objeto de tutela de este delito y que ella "no se reduce a la nada sólo cuando el autor ha obtenido la posibilidad de disponer de la cosa, sino antes ya, cuando el ofendido no puede disponer de la cosa sin quitársela al ladrón" (Ibidem). FONTAN BALESTRA dice que apoderarse "quiere decir tanto como tomar una cosa para someterla al propio poder para llegar a disponer de ella", criterio que denomina teoría de la disponibilidad, según la cual "Si el autor ha tenido esa posibilidad de disposición, el delito ha quedado consumado" (...). CREUS señala que: "la noción de apoderamiento... se construye con un concepto compuesto de un aspecto objetivo y de otro subjetivo. Objetivamente requiere, en primer lugar, el desapoderamiento de quien ejercía la tenencia de la cosa, lo cual implica quitarla de la llamada esfera de custodia, que no es otra cosa que la esfera dentro de la que el tenedor puede disponer de ella; no se trata, pues, de una noción necesariamente referida a un determinado lugar, sino a una determinada situación de la cosa, que permite el ejercicio del poder de disposición de ella: hay desapoderamiento cuando la acción del agente, al quitar la cosa de aquella esfera de custodia, impide que el tenedor ejerza sobre la misma sus poderes de disposición. Justamente es esa esfera de disposición lo que define la esfera de custodia, que se extiende hasta donde el tenedor pueda hacer efectiva sus facultades sobre la cosa, la que, por tanto, no requiere imprescindiblemente un contacto físico con ella y que, en muchas ocasiones sólo se revelará simbólicamente... Pero -siempre en el aspecto objetivo- el desapoderamiento del tenedor no basta; es necesario el apoderamiento material de la cosa por el agente. El desapoderamiento no implica, por sí mismo, el apoderamiento..., en tanto que el apoderamiento exige, como presupuesto indefectible, el desapoderamiento... Pero al aspecto objetivo del apoderamiento que dejamos expuesto debe corresponder un aspecto subjetivo constituido por la voluntad de someter la cosa al propio poder de disposición; no es suficiente el querer desapoderar al tenedor: es necesario querer apoderarse de aquella..."» (Voto179-F de las 9:55 hrs. del 23 de abril de 1993). Además jurisprudencialmente se ha sostenido que: “Sobre esta teoría de la disponibilidad cabe agregar el criterio de MUÑOZ CONDE, quien apunta que: «Una tercera tesis intermedia requiere la disponibilidad de la cosa por el agente como requisito mínimo, para decir que el delito se ha consumado. Esta tesis es la más aceptada por nuestra jurisprudencia, sobre todo cuando se refiere a la persecución del ladrón. La jurisprudencia dominante se inclina por castigar por hurto consumado, si la persecución tiene lugar después de descubrir el hurto, es decir, cuando el agente pudo hipotéticamente disponer de lo sustraído, y como frustrado cuando se inicia la persecución desde el momento de apoderamiento... De acuerdo con esta teoría pueden distinguirse así en la dinámica del hurto los tres estadios de la ejecución: el no llegar a tocar la cosa (tentativa); el apoderamiento material sin disponibilidad, por sorprendimiento in fraganti o seguido de persecución ininterrumpida (frustración); y disponibilidad, aunque momentánea (consumación). Para la consumación no se requiere en ningún momento que el sujeto activo llegue efectivamente a lucrarse con la cosa hurtada» (el subrayado no es del original, MUÑOZ CONDE, Francisco y otra: Derecho Penal, Parte Especial, Valencia, Tirant lo blanch, 1993, p. 221). También BUSTOS RAMIREZ avala esta posición cuando asevera que: «...el momento consumativo sólo puede estar referido al momento en que la disponibilidad de la cosa ha pasado de manos del sujeto pasivo al sujeto activo...» (BUSTOS RAMIREZ, Juan: Manual de Derecho Penal, Parte Especial, Barcelona, Editorial Ariel S.A., 1991, págs. 166 a 167). También se ha indicado que: «Para nosotros apoderarse... implica, en primer lugar, sacar la cosa de la esfera de dominio del sujeto pasivo, de tal forma que éste se vea imposibilitado totalmente para realizar actos materiales de disposición sobre ella, en segundo lugar, que la cosa sustraída ingrese en la esfera de dominio del autor del delito, de tal manera que éste adquiera el poder de disponer materialmen- te de ella. Así, si el sujeto pasivo después de la acción del agente aun conserva alguna posibilidad de disponer de la cosa, ésta no ha sido sacada de su dominio y por tanto no hay hurto» (HESS HERRERA, Ingrid y otros: Delitos contra la Propiedad en Costa Rica, investigación dirigida por Henry Issa El Khoury, Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica, 1992, p. 20). Como se ha expuesto, tanto el Hurto como el Robo coinciden en el verbo típico "apoderare" como núcleo de la acción típica. Así, hurta o roba "el que se apoderare ilegítimamente de una cosa mueble, total o parcialmente ajena..." Conforme al sentido común de las palabras, se apodera de una cosa quien se pone en poder o posesión de ella, lo cual supone lógicamente por tratarse de un apoderamiento ilegítimo que se ha quitado al sujeto pasivo su poder o posesión sobre el bien (desapoderamiento). No debe perderse de vista que el bien jurídico tutelado es la simple posesión o tenencia de la cosa mueble, entendida como la posibilidad exclusiva de realizar sobre la cosa actos materiales de disposición sin importar en el caso concreto, si ésta fue obtenida legítimamente o no por el sujeto pasivo (así, HESS, Op. cit., p. 28). Por ello es que esta Sala estima que la teoría de la disponibilidad satisface las garantías del tipo penal, pues se dice que es "disponible" todo aquello de que se puede disponer libremente o de lo que está pronto para usarse o utilizarse (así, Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, Madrid, Espasa Calpe S.A., 1992, pág. 539), que es precisamente la condición o cualidad que asume el agente en relación a los bienes hurtados o robados al consumarse el delito, pues entonces él puede determinar como colocar o poner las cosas en el orden o situación que estime convenientes, porque ya ha superado la defensa o resistencia posible del sujeto pasivo. Es lo cierto que, la duración temporal de esa condición de disponibilidad puede ser de diversa extensión, desde lo momentáneo hasta lo permanente y es una cuestión que en cada caso la han de definir los hechos.” ( Cfr. Voto 519-F de las 10:50 del 6 de septiembre de 1995). En el subjúdice, analizadas las particularidades fácticas, se constata que el agente no tuvo nunca –ni por un lapso breve- la posibilidad de disponer del vehículo sustraído, dado que fue seguido en todo momento por el ofendido quien a su vez se las agenció para conseguir ayuda en la persecución de forma que no existió la disposición requerida por el tipo penal y la víctima nunca perdió la oportunidad de recuperar su propiedad, por lo que en sentido simbólico el bien permaneció dentro de su esfera de custodia. Pese a lo expuesto, siendo que no existe un mecanismo procesal automático que imponga la rebaja de la sanción en el caso de los delitos tentados, esta Sala opta por mantener el quantum fijado por el a quo por considerar que es una facultad emergente de apreciación discrecional y la forma en que ocurrieron los hechos no justifican una disminución de la pena. En criterio de Bacigalupo, el fundamento de la punibilidad de la tentativa es la exteriorización de una voluntad hostil al derecho ( Cfr. Bacigalupo (Enrique). Lineamientos de la teoría del delito. San José, Editorial Juriscentro, 1985, página 100). El imputado (…) evidenció una violencia significativa al ser capaz de utilizar un arma de fuego y colocarla en la cabeza de una persona joven con el fin de apropiarse de una bicicleta, ello denota a tenor del artículo 71 del Código Penal un ostensible desprecio por la integridad física y la propiedad de las personas, por lo que bajo una premisa de proporcionalidad, considera esta Sala la pena de cinco años de prisión es la que corresponde a la afectación causada.” RES: 2001-01126. SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. SAN JOSÉ, A LAS NUEVE HORAS CINCO MINUTOS DEL VEINTITRÉS DE NOVIEMBRE DE DOS MIL UNO. RECURSO DE CASACIÓN. (…) “… al imputado se le condenó por el delito de Robo Agravado. Este delito, a diferencia de lo que ocurre con el Hurto Simple o Hurto Agravado, no requiere para su configuración que los objetos o cosas muebles sustraídas alcancen o superen un valor mínimo a nivel económico, basta con que el sujeto activo se apodere de manera ilegítima, mediante el uso de la fuerza o violencia física, de un bien mueble total o parcialmente ajeno, sea cual sea el valor que éste tenga. Bajo tal circunstancia, el reproche que se plantea resulta improcedente, pues sin importar cuál haya sido el valor de los objetos sustraídos, al mediar en el hecho el uso de violencia física e intimidación para perpetrar el ilícito, se tiene como cierto que se consumó y, ante tal circunstancia, el imputa- do es co-autor responsable de él. En otras palabras, la Sala no aprecia el agravio sufrido para el justiciable al no determinarse con precisión el valor de todos los bienes que fueron sustraídos, dado que no es un requisito indispensable para la existencia de este tipo de delito determinar dicho aspecto, motivo por el cual carece de todo interés el reclamo que se formula.“ “De esta forma, específicamente en torno al robo, extremo sobre el cual descansa la principal queja del justiciable en el último motivo por el fondo, se señala lo siguiente: “De lo demostrado se desprende en primer momento la concurrencia de varias personas, al menos cuatro, que usando armas de fuego, intimidan a los señores (…) y (…) para sustraerle los bienes, todos con un valor relativamente bajo, pues a (…) le sustraen su billetera que mantenía en un closete y a la señora (…) un perfume, el reloj, un teléfono inalámbrico, de lo que recuperan parte, pero lo demás tiene escaso valor como ellos mismos comentan. El hecho así planteado constituye la figura de robo agravado, que establece el numeral 213 del Código Penal, pues existe un apoderamiento de bienes por los sujetos activos, utilizando como medio para despojar a los ofendidos, de dos elementos agravantes, uno es la intervención de más de tres sujetos que considera el numeral 213 inciso 3, en relación con el 209 inciso 7, que agrava el robo cuando es en cuadrilla de más de tres personas; y además la agravante del 213 inciso 3 (sic) por la utilización de armas para intimidar a los ofendidos y neutralizar cualquier acto ofensivo de los mismos. Concurren así el elemento objetivo del despojo de bienes mediante uso de armas y por actuación en cuadrilla, y el elemento subjetivo del ánimo del grupo dirigido a conseguir el fin propuesto, pues desde su ingreso al inmueble dicen en voz alta que es un asalto y muestran las armas que portan. Cada uno de los intervinientes tiene la condición de coautor, pues como se ha observado, es una acción conjunta el ingreso de todos al inmueble, con un fin unívoco, apoderarse de los bienes ajenos y con medios o mecanismos de amedrentamiento compartidos, en donde debido a la extención (sic) del lugar, que tiene casa, bodega y oficina, se dividieron físicamente ese espacio para lograr el fin propuesto” (folio 158).“