DIA DECIMOCUARTO El Corazón de Jesús Corazón de buen Padre Oración Inicial: Dedicamos estos primeros minutos de nuestra lectura orante a reconocer la presencia de Jesús en medio de nosotros-a y le pedimos nos disponga a acoger su Palabra y la Palabra de Enrique de Ossó Compartimos nuestra vida: Enrique nos invita hoy fijarnos en la figura del padre - madre, de su amor Hoy compartimos sobre estas dos figuras el padre y la madre ¿qué es lo propio de este amor? ¿Cómo lo describimos? ¿Cómo es mi experiencia de vida con respecto a estas dos figuras o a quienes ocuparon su lugar en mi vida? Acogemos la Palabra de Jesús: Reconstruimos entre todos la Parábola Padre Bueno Punto primero. Entre todos los títulos de que se gloría el Corazón de Jesús, dos son los que más campean en su boca en el Santo Evangelio: el de Padre y el de Pastor. Corazón amorosísimo y tiernísimo, que bajó del cielo para inspirar a los hombres confianza y ganarles el corazón por el amor y la compasión, no podía verdaderamente escoger otros títulos más adecuados a este fin. Todo el mundo sabe y ve por experiencia lo que es un buen padre y un buen pastor. Pues, he ahí, alma mía, al Corazón de Cristo: Corazón de Padre, Corazón de buen Pastor. Tam Pater nemo, tan bonus Pastor nemo. Nadie hubo ni puede haber tan buen Padre ni tan buen Pastor... ¡Qué Padre tan padre es el buen Jesús! ... Mírale retratado su Corazón paternal en la parábola del hijo pródigo. El hijo le pide la porción de su herencia, y luego de recibirla huye lejos de su casa y de su vista sin pedirle permiso y contra su voluntad; malversa su herencia en mala vida; padece hambre, miseria; es un miserable haraposo, un pillete... Mas este mal hijo, al volver en sí, recordando el buen trato de su padre vuelva a su casa, y el padre corre a su encuentro, le abraza, le pone el mejor vestido, el anillo, celebra un espléndido banquete con música y convidados, con transportes de alegría, y al mal hijo ni siquiera le recuerda sus extravíos, ni le deja confesar su culpa, porque ¡ay! lo tenía perdido y lo ha recuperado, lo creía muerto y está vivo, y con esto está satisfecho su corazón paternal. ¡Qué padre tan padre!... ¡Oh Corazón de mi Padre Cristo Jesús! Al contemplarte en este paso, ¡qué ganas no me dan de arrojarme a tus brazos y sentir el calor y los latidos amorosos de tu adorable Corazón!... Tan padre como Tú nadie lo es ni lo puede ser, porque nadie nos ama, ni nos sufre, ni nos espera con tan subido amor... Dime, Corazón de Jesús, ¿qué sentiste cuando estabas abrazado con tu hijo pródigo, pecador? ¿Cómo no te dieron asco sus vestidos haraposos y mugrientos? ¿Cómo juntaste tu ropa a su ropa, tu Corazón a su corazón, tus brazos a sus brazos, tu boca a su boca, tu adorable Persona al más vil de los hombrecillos? ¿No recuerdas, sus extravíos, el agravio y la injuria que te hizo al dejar tu casa, al disipar todo tu patrimonio? Todo lo recuerda o mejor, todo lo ha olvidado mi Corazón de Padre, dice Jesús, quia tam Pater nemo, porque nadie tan buen Padre como Yo. Venid, pecadores y tristes y necesitados y atribulados, venid todos a Mí, y os consolaré, os confortaré, os perdonaré, porque no hallaréis, ni hay, ni puede haber en todo el mundo otro Padre mejor que Yo ... Vayamos, pecadores todos, con confianza y humildad y contrición, al Corazón paternal de Jesús, fuente inagotable de dulzura, de clemencia y de amor. No importa hayamos sido grandes pecadores, peores que el hijo pródigo... Jesús es Padre, es nuestro Padre... Nadie tan Padre nuestro como su Corazón y esto basta: ¡oh qué Padre tan Padre! ¡Padre mío de mi alma! yo también pequé delante del cielo y pequé contra Ti. Perdóname... perdóname, que con tu gracia jamás ya me separaré de tu servicio u de tu amor. Punto segundo. Pondera seriamente, alma mía, estas dos verdades, que te serán de gran consuelo y te alentarán a perseverar en el servicio y en la casa de tu Padre. La primera es que no puede acontecer cosa alguna que no venga colada por las manos de éste tu amorosísimo Padre. Y que sin su permiso nadie te puede dañar, ni caer siquiera un cabello de tu cabeza... La segunda es que todas las cosas que te acontezcan, tanto prósperas como adversas, las ordena tu buen Padre para tu bien temporal y eterno, y puede, y sabe, y quiere, porque es infinitamente bueno, sabio y poderoso, hacer que su voluntad se cumpla siempre y en todas las cosas...¡Oh Padre mío amorosísimo! ¡Con que ninguna pena, adversidad ni trabajo me pueden venir ni acontecer que no venga colada y registrada por tus manos! Todas las cosas que me vienen y acontecen por la mano de tan buen Padre mío, me vienen todas, todas para mi bien y provecho... ¡Oh cuánto me animan estas verdades! Porque de una voluntad tan buena como la de Dios mi Padre, y que tanto me ama, bien cierto y seguro puedo y debo estar que no quiere para mí sino lo bueno y mejor, lo que más me conviene, aunque yo no lo comprenda bien. Esta providencia tan paternal y tan particular que Dios tiene de mí, es una de las mayores riquezas y tesoros de que gozan los que aman y sirven por la fe a tan buen Padre. Rodeado estoy, Jesús mío, como con escudo por todas partes de tu buena voluntad. ¿Qué tengo que temer? ¿Quién me podrá dañar? Como a la niña de tus ojos me tienes guardado, Jesús mío; en lo más secreto y amoroso de tu Corazón me tienes escondido... ¡Qué verdad es ésta tan rica, tan preciosa, tan estimable! ¡Qué Corazón y amor de padre tienes Tú, Señor mío Jesucristo, tan hermoso y bondadoso con todos tus siervos! Si te entregaste a Ti mismo a la muerte por mí, ¿qué no harás por mí? ¿Qué no me darás? Si me has dado lo más, ¿cómo no me darás lo menos? Porqué mi padre y mi madre me dejaron; mas por su cuenta el Señor me tomó. ¡Oh alma mía!¡Cuándo acabarás de entender esta verdad tan fundamental y consoladora! ¡Oh cuán amparada y socorrida te sentirás en todas tus necesidades y trabajos!... Dime, alma desconfiada, con cuya desconfianza injurias sobremanera mi paternal Corazón, te dice Jesús; si acá tuvieses un padre muy rico y poderoso y bondadoso y muy privado y favorecido del rey, ¿qué confiada y segura estarías en todos los negocios que se te ofreciesen de que no te faltaría el valor y amparo de tu Padre? ¿Pues con cuánta mayor razón ¡alma de poca fe! has tú de tener esta confianza y seguridad, considerando que me tienes por Padre a Mí, en cuyas manos está todo el poder del cielo y de la tierra, y de que no te puede acontecer cosa alguna de la tierra sin que primero pase por mi mano?... Si esta manera de confiar tiene un hijo con su padre que le puede faltar, y con ella duerme seguro, ¿cuánto más la debes tener en Mí, que soy más Padre que todos los padres, y que en mi comparación no merecen los otros el nombre de padre? Porque Yo tengo contigo, porque sobrepujan infinitamente todos los amores que pueden tener todos los padres de la tierra... De Mí, tal Padre y Señor, ¿no puedes estar bien confiada y segura que todo lo que te enviare será para tu mayor bien y provecho? Mira mi Corazón alanceado por ti; mira mi sangre toda derramada por ti; mira mi vida toda dada por ti; mira mi Cruz, mis espinas, mi Iglesia, mis Sacramentos... ¿Puedes dudar de mi amor? ¿Qué más puedo hacer por ti para moverte con toda eficacia a la confianza en mi amor, providencia y protección tan paternal y particular que tengo de ti y de todas tus cosas? Haz lo que es en ti, y déjame tú a Mí y no te inquietes por nada. Mi Padre se deleita contigo, y el Espíritu Santo te ama, y Yo te amo en caridad perpetua... ¡Oh Padre mío y Dios mío! a vuestros paternales brazos me arrojo con toda confianza. Recibid en vuestra casa otra vez a este vuestro hijo pródigo que tanto os ha ofendido, y contadme a lo menos como uno de vuestros criados, pues no soy digno de ser llamado hijo vuestro, porque he pecado delante del cielo contra Vos... Olvidad mis yerros pasados, que quiero siempre serviros y amaros, y dar gusto a vuestro paternal Corazón. Amén. Compartimos la Palabra de Enrique: ¿Qué me ha sido más significativo al leer la palabra de Enrique de este día? ¿Cual es mi imagen de Dios? ¿En que ilumina Enrique mi imagen de Dios? Oración final: Proclamamos juntos-as la oración del punto segundo.