¿Me incluye el futuro?; Fernando Ravagalia

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¿Me incluye el futuro?
Por el Ing. Agr. Fernando Ravaglia
Capacitación y Gerenciamiento para el Agro.
Vaya pregunta ¿eh?: ¿Hay lugar para mí en el futuro? ¿Podré seguir viviendo de la actividad
agropecuaria? ¿Prosperaré? ¿Podré mantenerme como ahora, o por el contrario mi empresa irá
achicándose y languideciendo? ¿Qué oportunidades de negocio habrá en el agro del futuro? ¿Qué habrá
que saber para tener una empresa competitiva? ¿Qué me falta aprender a mí? ¿Donde lo podré aprender?
¿Alcanza con ser un buen productor, con tener buenos rendimientos y trabajar honestamente?.
Dudas y más dudas de las que seguramente no nos dejan dormir demasiado en esas noches en que nos
ponemos medio reflexivos, o simplemente terminamos de hacer algunas cuentas y vemos cómo los márgenes
se van achicando.
Supongo que no lo tranquilizaré demasiado, pero quiero confiarle un secreto (no lo comente demasiado):
muchas noches yo tampoco duermo pensando en estos temas, y del mismo modo que usted y yo, millones de
personas en el agro y en otras actividades, en la Argentina y el resto del mundo tampoco duermen pensando
en lo que les deparará el futuro.
Voy a compartir con usted algunas ideas de las que yo uso para identificar lo mejor posible las dificultades a
vencer, porque, ¿sabe algo?, este tema es parecido al miedo a la oscuridad. Le tememos a lo que no vemos, a
lo que puede estar acechándonos ahí en lo oscuro, pero cuando podemos poner un poquito de luz y
descubrimos las cosas que nos rodeaban sin verlas, el tema cambia, los temores se acotan, y aunque
confirmemos realmente algún peligro, al menos ahora lo podemos cuantificar y prepararnos a enfrentarlo.
A fin del año pasado estaba leyendo un libro muy interesante sobre la historia de La Roma Imperial y me
encontré con ciertas páginas que me llevaron a reflexionar bastante, voy a transcribir textualmente algunos
párrafos que estaban debajo del siguiente título:
La huida del campesino a la ciudad.
Vivir en la inmensa Roma, con todos sus inconvenientes, era la aspiración de los ambiciosos, la última
esperanza de los empobrecidos. La ciudad ofrecía deslumbrantes oportunidades a los audaces; al que nada
tenía, representaba por lo menos la promesa de una pequeña subvención por desempleo.
Entre las hordas de libertos empobrecidos (recuérdese que había hombres libres y esclavos), los más trágicos
eran los antiguos granjeros. Los granjeros independientes habían sido la columna vertebral de la primitiva
República. Pero durante el siglo II antes de Jesucristo se encontraban en dificultades, los alimentos
importados se vendían a precios inferiores a los que podía ofrecer el pequeño granjero. La explotación en gran
escala − más eficiente y económica − era una solución, pero solamente los ricos podían permitirse las grandes
extensiones de terreno que eran necesarias. Además, las grandes granjas aumentaban los problemas de los
pequeños terratenientes; Plinio el Viejo se quejaba de que Las grandes propiedades han arruinado a Italia. El
labrador desplazado se podía convertir en arrendador de una propiedad, o podía dejar la tierra. Muchos se iban
a Roma donde se los ridiculizaba como patanes por su rusticitas − simplicidad campesina − y aumentaban de
modo alarmante el número de los desocupados.
La Roma Imperial, Moses Hadas, Time Life International. 1965.
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No sé usted que siente, pero cuando leí que hace 2.200 años los productores agropecuarios de Roma se
fundían por las mismas causas que hoy en día − la competencia de las explotaciones de gran escala, los
alimentos importados más baratos, etc. − no pude evitar preguntarme: ¿Pero entonces de qué crisis hablamos?
¿Qué hay de nuevo en la crisis actual?, y me di cuenta de que más que de crisis empresarias hablamos de
crisis humanas.
Hablamos de la eterna lucha del hombre por adaptarse a los cambios de sus tiempos para seguir adelante y
prosperar mientras hace algo que lo satisfaga y le permita a la vez darle un mínimo de seguridad a su familia,
y esto me sirvió mucho porque pude dividir el problema en dos grandes aspectos: los escenarios por un lado y
los perfiles humanos por el otro.
Los escenarios futuros
Este tema tiene que ver con el comentario anterior de tratar de poner un poquito de luz para perderle el miedo
a la oscuridad, y busca responder a una parte del planteo inicial. Si me pregunto: ¿Me incluye el futuro?, debo
analizar como mínimo: ¿Qué futuro?
No pretendo en este breve espacio desarrollar en profundidad el tema escenarios, de hecho ya hemos
comenzado en una serie de notas anteriores a brindar pistas para ir armando el rompecabezas del rumbo que
sigue la actividad agropecuaria, pistas que seguiremos brindando en el futuro.
Quiero en cambio analizar cuatro grandes posibilidades que François Descheemaekere en su libro "La Política
Agropecuaria Común", define para el futuro del negocio agropecuario en función de las aptitudes de diversas
regiones.
" Regiones con una agricultura activa, intensiva, generadora de empleos basados en una eficaz
actividad rural asociada a empresas agroindustriales, productos con denominación de origen, alta
calidad y reconocimiento por parte de los consumidores". Estas regiones compensan las bajas en los
precios de los productos primarios y las limitantes de superficie, con mayores rindes físicos, con cultivos más
intensivos y con valor agregado. ¿Sería esto comparable con la actividad lechera del centro y sur de Santa Fe,
o la frutihorticultura entrerriana o del norte de Buenos Aires?. Cuidado, esto no implica pasar del trigo a las
zanahorias o a los quesos así como así, sino agregar valor efectivamente mediante la industrialización, el
packaging, el comercio hábil, el desarrollo de denominaciones de origen y tantas cosas más que pueden
hacerse para defender planteos productivos que se apoyan en superficies medianas o chicas.
" Regiones de agricultura extensiva, que perderán mano de obra y verán cómo baja el nivel de
actividad comercial de los pueblos". Estas regiones se manejarán con las actividades tradicionales y
aplicarán todo el peso de la tecnología a aumentar los rindes y bajar los costos, ya que los precios de sus
productos dependerán del mercado internacional, un ejemplo puede ser el oeste y sudoeste de Buenos Aires
con sus campos mayormente dedicados a la producción de commodities. En estos casos el tema se apoyará en
desarrollar economías de escala − en forma individual, asociativa o por subdivisión y especialización en
algunas actividades − que permitan absorber con grandes volúmenes productivos los menores precios que es
esperable se perciban por la producción.
"Regiones sin agricultura o con actividades rurales asociadas al turismo, con pueblos activos gracias a
la caza, pesca, el turismo de fin de semana, etc.". Me imagino comparar esta descripción con nuestras
sierras bonaerenses, los campos de la cordillera, nuestro NOA, nuestra Mesopotamia y Patagonia, en donde
varias empresas están desarrollando planteos de turismo aventura, safaris fotográficos, trekking, cotos de caza,
colonias de vacaciones, o incluso las zonas rurales aledañas a las grandes ciudades que se van subdividiendo
para hacer chacras, quintas, countries, etc.
En estas regiones obviamente el empresario deberá desarrollar habilidades, que más allá de lo productivo se
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orienten a la buena atención de los clientes, la difusión y organización de actividades recreativas, el marketing
de servicios, etc.
"Regiones sin actividad productiva y sin atractivos turísticos condenadas a la miseria". No pondré
ejemplos en este caso, que cada uno se los imagine.
Algunas preguntas que el lector podría formularse referidas a estos temas:
¿ A cuál de estas "regiones" se asemeja más mi región de trabajo?
¿ Es aplicable esta breve descripción a lo que ocurre en mi zona? ¿Qué coincidencias y qué diferencias se
presentan? ¿ Qué información adicional tendría que buscar y evaluar antes de sacar conclusiones?.
¿ Con qué recursos productivos cuento para aprovechar lo favorable o evitar lo desfavorable de la tendencia
que puede llegar a darse en mi región?
Como usted percibe, cada tipo de escenario futuro requiere empresas con diferente organización y
empresarios con distintas habilidades, en un caso hablamos de industria y comercio, en otro caso hablamos de
administración y manejo de grandes explotaciones, y en otro caso hablamos de empresas de servicios.
Si está al menos interesado en este esquema de razonamiento debería preguntarse ¿ Qué cosas puedo
reorientar en mi planteo productivo para aprovechar más rápido las oportunidades de mi región?, ¿Cuánto
tiempo tengo y con qué recursos cuento para adaptarme?. ¿ Qué más tengo que saber para desarrollar mi
negocio?.
Las tendencias sirven para definir escenarios y los escenarios permiten que cada empresario detecte por medio
de su intuición y análisis, las amenazas y oportunidades que es predecible afecten su negocio. La velocidad y
eficiencia con que cada uno se prepare para el futuro permitirá convertir las oportunidades en buenos negocios
que impulsen la marcha de la empresa.
En el fondo, sea cual sea el escenario que nos toque a nivel nacional o regional, será igual para todo el mundo.
Lo que definirá quién tiene éxito y quién fracasa es el perfil personal y empresario de cada uno de nosotros.
Los perfiles humanos
Desde siempre y en todos los ámbitos de la vida nos encontramos con personas aptas para adaptarse y
sobrevivir y otras que van quedando en el camino. Siempre hubo y hay , aún en los mismos ámbitos de
trabajo, empresas que prosperan y empresas que quiebran y son absorbidas por otras más eficientes. La
observación nos permite definir una serie de características en cada uno de estos grupos.
En el análisis que sigue describiremos, sin ánimo de ser excluyentes ni exhaustivos, algunas de las
características que hacen a las personas competitivas y a las personas amenazadas por el entorno.
El perfil humano amenazado.
Este perfil cumple muchas veces con algunas de estas características:
Es reactivo. Es el típico personaje que se sorprende cómo han cambiado las cosas, que al no percibir los
cambios a tiempo llega siempre tarde y en lugar de accionar sobre su medio reacciona tratando de absorber lo
mejor posible los golpes de la coyuntura.
Es desorganizado, nunca tiene tiempo. Y como no tiene tiempo no puede capacitarse o planificar, con lo
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cual vive permanentemente en un torbellino de actividades, la mayoría de ellas de poco valor agregado para su
empresa.
Está aislado, es individualista. Este perfil tiene la desventaja de que al no interactuar con otros productores,
maneja y digiere menos información, y al no contemplar la posibilidad de trabajar en forma asociativa asume
los mayores costos de tener que equiparse exclusivamente por cuenta propia, lo que para planteos de escala
mediana a chica es una seria limitante.
Tiene una mentalidad rígida. Frente a un mundo en cambio permanente, nuestra mentalidad debe
acompañar el proceso de cambio. Esquemas mentales muy rígidos e inamovibles son una desventaja
importante.
Prefiere ser guiado. Este perfil humano se orienta más a seguir el camino de la mayoría que a liderar, y no es
que esto esté mal, el problema es que una persona guiada depende directa o indirectamente de lo que otros
decidan, y si los otros se equivocan, las consecuencias las sufre él.
Orientado a hacer más que a pensar. Siempre se identificó al hombre de campo más con un hacedor de
cosas que con un planificador. Las tareas rurales implican trabajo físico y es bien sabido que el hombre de
campo le escapa al escritorio y a los papeles, pero en nuestra realidad actual, en donde percibir el rumbo que
toman los negocios y organizar esquemas productivos de bajo costo exige un importante tiempo de análisis, el
perfil del hacedor o del trabajo manual exclusivo es peligroso si uno quiere manejar una empresa agropecuaria
que progrese en el siglo XXI.
Pesimista. Hemos hablado en algunas notas de aspectos vinculados con las actitudes. Sin lugar a dudas es
difícil pensar en un futuro para alguien que no hace más que quejarse o lamentarse por todo lo que le ocurrió
en el pasado y lo que le ocurre en el presente. Es difícil que estas personas es difícil tengan lugar en contextos
competitivos y de alta selección como los que se viven.
Improvisado. Cuando el negocio era más fácil se podía improvisar, pero cuando la competencia aumenta solo
los más aptos salen adelante. La improvisación permanente es una clara muestra de incapacidad para hacer las
cosas bien, y todos sabemos cuánto cuestan los errores en los días que corren.
El perfil humano competitivo.
Por contraposición con el punto anterior en este perfil encontramos:
Mentalidad anticipativa. Las personas con mayor capacidad de adaptarse desarrollan criterios de
anticipación. Ante cada cambio se preguntan: ¿Cómo me podrá afectar?, o recurren con cierta frecuencia a la
tradicional pregunta: ¿Qué pasaría si ...?, con la intención de mirar más lejos en busca de prevenir posibles
cambios que los perjudiquen y para aprovechar las oportunidades que la coyuntura les presente.
Ordenados, con tiempo. El orden es una cualidad muy útil en los momentos de confusión , ya que no sólo
permite encontrar las cosas que uno necesita sino que también permite organizar mejor las ideas y mantener la
calma. El orden, la organización, permiten además hacer más cosas con menos tiempo que el que necesitan los
desordenados, con lo cual la persona competitiva consigue tiempo para capacitarse, para aprender, y el
aprendizaje es condición imprescindible para la adaptación y la subsistencia.
Comunicado, interactuante con otros empresarios. ¿Cuánto vale en un momento de crisis un buen
contacto, un dato preciso y a tiempo?, para muchas empresas ha significado la diferencia entre seguir adelante
o tambalearse. Las personas que compiten se enteran antes de las cosas y previenen los peligros, y captar
información de buena fuente es más fácil cuando se trabaja en grupo que solo.
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Con mentalidad flexible. La flexibilidad mental es imprescindible para el cambio, es lo que le permite a un
empresario tener la capacidad de ir creciendo mientras prueba diferentes esquemas productivos y pasa a
nuevos negocios. Es lo que le permite dudar positivamente de la forma en que hace las cosas para encontrar
modos más efectivos de trabajar.
Lidera los cambios. Liderar es siempre un riesgo, se pueden cometer más errores, pero también es cierto que
se descubren y aprovechan primero las oportunidades. Este perfil humano es generador de cambios y por ende
de oportunidades.
Orientado a la planificación, al trabajo intelectual. No vaya ahora a decir Perfecto, entonces me quedo en
casa pensando y del campo que se ocupe otro, porque esa no es la idea. Lo que trato de plantear es que esta
persona balancea el tiempo de acción con el tiempo de reflexión.
Hace, se detiene, evalúa lo que hizo, corrige, reorienta y sigue adelante, para ponerlo en términos de síntesis, y
en el proceso hace cada vez mejor las cosas y por ende obtiene mejores resultados.
Optimista (pero no iluso). Esta persona se inserta en el futuro porque cree en un futuro mejor, y lo busca con
esfuerzo y sin ingenuidad, y de hecho consigue construir ese futuro que anhela.
Profesional. No me refiero a profesional con estudios universitarios sino a la persona profesional en cada
cosa que hace. A la persona con tanto amor propio que quiere destacar a través de sus obras y se esmera por
trabajar cada día mejor, por superarse sea peón de a caballo, tractorista, tambero, asesor técnico o empresario.
Estas personas tienen sin duda más probabilidades de formar parte del futuro.
Y como todos estos aspectos que he desarrollado en los perfiles humanos dependen exclusivamente de cada
uno de nosotros, vuelvo a la pregunta original ¿Me incluye el futuro? Y la reformulo preguntándome:
¿Me incluyo yo, en el futuro?
¿Estoy dispuesto a aprender, a enfrentar el esfuerzo de cambiar para ser parte del futuro?
¿Me propongo hacer las cosas mejor cada día para estar entre los mejores de mi negocio?
Yo ya tengo mi respuesta. Usted, ¿tiene la suya?.
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