entrevista La doctora susanna Duch, directora de la Unidad de Glaucoma del Institut Comtal d’Oftalmologia (ICO), explica qué es el glaucoma “Glaucoma no es igual a presión alta, aunque pueda ser un síntoma de ello” El glaucoma es una enfermedad del nervio óptico que puede acabar produciendo ceguera si no es tratado a tiempo. Existen diferentes tipos de glaucoma (congénito, por cortisona, traumatismos, secundarios a otras enfermedades oculares o glaucoma crónico simple). Puede aparecer en cualquier momento de la vida, aunque es cierto que el más frecuente es el que conocemos como glaucoma crónico simple y prevalece más a medida que aumenta la edad. En España, por ejemplo, el 2% de la población de 45 años es glaucomatosa. Y este porcentaje aumenta a partir de los 65 años –casi un 10% de la población puede sufrirlo (Antón, 2004)–. Además de la edad, los antecedentes familiares, la miopía o la diabetes pueden hacer que el riesgo aumente. ¿Por qué se produce? Se trata de una degeneración del nervio óptico que se produce por diferentes factores. Entre ellos, el que mejor conocemos es el aumento de la presión intraocular. Pero hay que recordar que tener la presión ocular alta no significa sufrir glaucoma. Del mismo modo, las personas que sufren este problema no tienen por qué tener hipertensión en el ojo. Se trata de una confusión que presentan muchos pacientes y es importante aclararlo para una buena prevención y un tratamiento correcto de esta patología. ¿Se puede prevenir? Para evitarlo o detectarlo a tiempo y ponerle el remedio adecuado, se imprescindible hacer visitas periódicas al oftalmólogo para valorar la presión ocular y el estado del nervio óptico. Estas pruebas son indoloras, están cubiertas por la Seguridad Social y cada vez son más eficaces. Si se diagnostica un glaucoma, hay que prevenir su progresión con tratamiento y comparando las pruebas. Por eso es importante tener 6 NeoxFarma La comparación de las pruebas es vital para poder detectar cambios en el nervio óptico las imágenes de las exploraciones para detectar posibles cambios, igual que se hace con las mamografías. ¿Qué puede pasar si no se trata? Puede producir una muerte de las células ganglionares de la retina. Esto significa que las células que conectan las imágenes que llegan a la retina con la vía óptica mueren. Primero lo hacen las que pertenecen a la visión periférica y, progresivamente, las de la visión central. Finalmente, produce ceguera. Esto no quiere decir que haya que esperar a tener problemas en la visión periférica para diagnosticarlo, puesto que cuando esto sucede, ya hay glaucoma moderado, porque el cerebro tiene mecanismos de compensación cuando la enfermedad está en un estado inicial y puede llenar la información impidiendo que se note que se está perdiendo visión. Por eso es tan importante ir al oftalmólogo. ¿Hacia dónde va la investigación? Por tratarse de la segunda causa de ceguera irreversible en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (junto con la degeneración macular asociada a la edad), se está llevando a cabo mucha investigación. Los medicamentos para tratarlo (colirios, por ejemplo) han mejorado mucho. Además, ya disponemos de aparatos de exploración que ofrecen una sensibilidad y especificidad muy alta, como, por ejemplo, la perimetría o aparatos que permiten estudiar la morfología del nervio óptico mediante tecnología de alta definición y fotografías estereoscópicas. Estas máquinas guardan, miden y comparan los resultados con las pruebas anteriores y siguientes. Pero todavía se están mejorando más para que se puedan detectar con mucha antelación los nervios ópticos que están sufriendo antes de que reflejen un déficit visual.