SUPLEMENTO En una nota dirigida a la Cancillería, el Embajador

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SUPLEMENTO
En una nota dirigida a la Cancillería, el Embajador de los EE. UU. insiste
en que fué el Sr. Agustín Edwards quién propuso la
neutralización de Tacna y Arica >
TEXTO DE LAS DOS COMUNICACIONES ENVIADAS POR EL EMBAJADOR NORTEAMERICANO MR.
MILLER COLLIER, AL MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES, EN LAS
QUE SE REFIERE A ESTE PARTICULAR
Oportunamente informamos sobre la reclamación presentada por el Embajador de Estados
Unidos a la Cancillería, con motivo de la publicación de un diario, en la cual se hacen cargos al
Gobierno de Washington por haber presentado
la proposición de neutralizar Tacna y Arica.
El Embajador, Mr. Collier, entregó ayer
a la prensa la nota en la cual hizo aquella reclamación a la cancillería. Dicha nota dice así:
Embajada de Estados Unidos.—Santiago,
14 de Abril de 1926.—Excelencia:
Un editorial de «El Mercurio», de esta fecha, dirige algunas acusaciones al Gobierno de
Estados Unidos, que son tan absolutamente infundadas y hace algunas insinuaciones tan bajas
sobre sus móviles, que me veo compélido a llamar sobre él la atención de V. E.
Debo confesar mi sorpresa así como mi pena al ver que se dirige semejante ataque contra
el Gobierno cuyo Presidente actúa como juez
imparcial entre dos naciones, a petición de ellas
mismas, y cuyo Departamento Exterior se encuentra hoy día celosamente empeñado en el esfuerzo de hacer provechosa una oferta de buenos
oficios, libremente aceptada por ambas naciones,
en la creencia de que posiblemente por este medio podrá encontrarse una solución que contribuya mejor al fomento de sus intereses permanentes y al establecimiento entre ellas de aquella concordia, que han declarado repetidas veces
considerar tan deseable.
Más aún, deseo hacer saber a V. E. y ni(* será grato que V. E. lo ponga a su vez en conocimiento de S. E. el Presidente de la República, el
hecho de que la impropiedad de este editorial y
ía ofensa que se hace a los Estados Unidos se
agravan considerablemente en vista de que dicho
editorial aparece en un periódico que se estima
generalmente, es de propiedad o está sujeto a la
autoridad del señor Agustín Edwards, el miembro chileno de la Comisión Plebiscitaria.
Por lo demás, como ilustración de la injusticia de las críticas hechas, deseo informar a V.
E., y agradeceré altamente a V. E., se sirva elevarlo al conocimiento de S. E. el Presidente de
la República, el hecho de que el plan que este
editorial imputa a los Estados Unidos, y que
presenta como una maquinación para obtener la
posesión de un punto estratégico en el Pacífico
sobre la costa de Sur América, fué concebido y
desarrollado en todos sus detalles por el señor
Agustín Edwards y fué presentado por él a personas relacionadas oficialmente con la Comisión
Plebiscitaria, como único método que aseguraría
el arreglo armónico de la cuestión de Tacna y
Arica. El señor Edwards presentó por primera
vez esta idea a fines del mes de Noviembre o a
principios de Diciembre, y la discutió repetidas
veces con el secretario general de la Comisión,
Mr. Stabler. Séame permitido agregar que el señor Edwards es, según creo, la primera persona
con carácter oficial que haya insinuado que el
plebiscito no sería una solución satisfactoria de
la cuestión y que era conveniente crear un Estado independiente neutralizado.
Mr. Stabler hizo mención al general Pershing de las diversas conversaciones en que el
señor Edwards había propiciado este medio id'e*
solución, y el general Pershing, quien, como V.
E. bien lo sabe, estimaba que Ja situación (que
existía entonces, antes de las garantías) en la región plebiscitaria, no era tal que permitiera una
expresión libre y honrada de los deseos de los
votantes, estudió este proyecto estimando que
posiblemente le ofrecería una base de solución
más favorable. El día ántes de partir de Aric^i
para Estados Unidos, interrogó al señor Edwards
acerca de este plan y se le dijo que él comprendía la idea de la creación de un Estado independiente cuya neutralidad estaría garantida por
Chile, Bolivia y Perú, dividido en dos departatamentos cuyos gobernadores serían elegidos por
sus respectivos habitantes, y para el cual se elegiría un Intendente Provincial o Presidente por
los tres Gobiernos que habrían de garantir la
neutralidad, y en caso de que ellos no se pusie• sen de acuerdo, este funcionario áería nombrado
por algún Gobierno que consintiera en obrar como árbitro. Con su perspicacia característica, el
señor Edwards aún había previsto el método para obtener las rentas necesarias, lo que se obten-
dría con la creación de un fondo de diez millones de dólares o diez millones de pesos, que deberían depositarse en un Banco extrangero, y se
emplearían sus créditos en los gastos del nuevo
Estado. Chile proporcionaría la mitad de esta suma y el Perú la otra mitad.
Debido al prestigio del señor Edwards y a
su influencia en Chile y a los vínculos oficiales
qué lo unían a la Comisión y el profundo estudio que él había hecho de esta cuestión, el general Pershing estimó conveniente anotar todo lo
que había dicho el señor Edwards sobre esta
materia. Así se hizo y el texto fué sometido al
señor Edwards, quien lo aprobó como exposición correcta de su proyecto. Entiendo que esto
sucedió el día en que el general Pershing partió
de Arica; pero posiblemente ha sido en la víspera
de aquel día.
Confío en que V. E. estimará que al poner
este asunto en su conocimiento, no es con el deseo de propiciar este plan ni para insinuar su
adopción, ni aún para hacer presumir que el Secretario de Estado se propone auspiciar ese proyecto. No sé qué proposición puede haber hecho
hoy día y ni aún sé si ha hecho alguna. Sólo de
una cosa estoy cierto, y es que él aprobaría con
sumo agrado cualquier proyecto que contase con
el acuerdo de ámbas partes. Considero que la
aceptación de cualquiera solución debe ser un
acto puramente voluntario por parte de ámbos
países soberanos; y pudiera, tal vez, considerarse como una presunción de parte mía el que yo
hiciera personalmente alguna crítica o insinuación con respecto a un plan concebido por un
hombre que conoce esta cuestión como la conoce el señor Edwards, y el cual, en su carácter de
Delegado de Chile, ha tenido oportunidades únicas para imponerse de la situación plebiscitaria,
que lo ha movido a confeccionar este proyecto.
Al llamar la atención de V. E. sobre estas
materias y por carecer de instrucciones determinadas de mi Gobierno, me abstengo de pedir a
V. E. que adopte otras medidas que la de ponerlas en conocimiento de S. E. el Presidente de la
República y, si V. E. lo estima conveniente, la
de informar a la prensa sobre los hechos verdaderos concernientes al origen, y recomendación
del plan referido, porque no puedo dejar de creer
que una vez que ella haya sido informada, la
prensa no estará dispuesta a publicar artículos
que no contribuyen a una feliz solución de la
cuestión pendiente ni al fomento de las relaciones cordiales que existen entre los Gobiernos de
Estados Unidos y de Chile.— W. Miller Collier.
Una nueva declaración de! Embajador de los Estados Unidos, relacionada con las insinuaciones del señor Edwards para neutralizar Tacna y Arica.
El Embajador de ios Estados Unidos, Mr.
Miller Collier, entregó ayer al Ministro de Relaciones Exteriores la, siguiente nota:
Santiago de Chile, 17 de Abril de 1926.—
Excmo. señir:
He leído con satisfacción la declaración en
tregada ayer a la prensa por el Ministerio que
Vuestra Excelencia tan dignamente preside^ y
deseo expresar mis agradecimientos por la manifestación de desaprobación de Vuestra Excelencia, respecto de la injusticia de los ataques
formulados contra los Estados Unidos en el editorial de «El Mercurio» de fecha 14 de Abril,
diario que pertenece a don Agustín Edwards,
delegado de Chile a la Comisión Plebiscitaria.
Me he impuesto, igualmente con satisfacción, de la declaración contenida en la nota de
Vuestra Excelencia respecto de mi declaración
de que el propio señor Edwards era el autor y,
por mucho tiempo, el persistente defensor del
plan de crear un Estado independiente, cuya
neutralidad seria garantizada por Chile, Perú y
Bolivia, como solución de la cuestión de Tacna
y Arica. He visto que les hechos que he establecido como origen de ese plan, que atribuyo al
señor Edwards, no eran desconocidos del Gobierno de Chile.
Sin embargo, los diarios de hoy publican
despachos procedentes de Arica declarando, que
los amigos del señor Edwards han «manifestado
sorpresa por la declaración hecha por Mr. Collier» (la que, según debe recordarse, me fué
hecha pon el Ministerio de Relaciones Exteriores
y entregada por él a la publicidad); y los mismos
despachos de Arica declaran que indudablemente,
ha habido un malentendido respecto del empleo
de la palabra neutralización. Si semejante malentendido existiera, sería muy lamentable,
tanto para el señor Edwards como para
mí, y por mi parte no desearía que subsistiera la menor duda, tanto respecto de mi declaración como respecto de su plan. Considero justo, tanto para hacerle justicia a él como a mí
mismo, entregar a la prensa mi nota, lo mismo
que la que ahora tengo el honor de dirigiros.
Al redactar mi nota del 14 del actual, establecí las características principales del plaii
del señor Edwards, que en varias ocasiones planteó ante la consideración de los americanos relacionados con la Comisión Plebiscitaria, como
plan mucho más capaz de dar una solución satisfactoria y permanente a la cuestión de Tacna
y Arica, de lo que podría hacerlo un plebiscito.
En mi nota de 14 del actual omití varios detalles; peroÜWjo que ahora lo más acertado es informaros respecto de ellos. Un memorándum fué
redactado por uno de los americanos a quienes
el señor Edwards explicó su plan-memorándum,
que fué hecho poco después de las varias conversaciones habidas al respecto en los meses de Noviembre, Diciembre y Enero. Ese memorándum
me fué eniregado hace algunos meses, y ahora
cito de él la parte referente a la forma en que se
iniciaría el movimiento tendiente a crear el
estado independiente neutralizado. El señor Edwards decía: «El pueblo de Tacna y Arica enviaría una petición firmada, simultáneamente, a
Chile y al Perú, solicitando que, tomando en
cuenta la demora en la celebración del Plebiscito, así como el hecho de haberse presentado una
apelación al árbitro, territorio fuera neutralizado y su neutralidad, garantizada por Chile,
Perú y Bolivia». En seguida siguen las declaraciones referentes a la organización del Gobierno,
tal como las expuse a Vuestra Excelencia en mi
nota del 14 de Abril. El memorándum declara
también que el ferrocarril sería transformado
en una compañía de responsabilidad limitada.
Creo que esto hará desaparecer todo malentendido que pudiera haber surgido en la opinión
pública respecto del empleo de la palabra neutralización en la declaración que Vuestra Excelencia entregó ayer a la publicidad.
Estoy cierto de que Vuestra Excelencia reconocerá que someto esta cuestión a la atención
del Gobierno de Chile, únicamente a causa de
que el editorial de «El Mercurio», diario que
pertenece al señor Edwards, en la actualidad delegado de Chile en la Comisión Plebiscitaria, conrango de Embajador, impute a los Estados Unidos bajos motivos que en el hecho no tuvieron su
origen en los Estados Unidos, sino que fueron
hijos del cerebro del señor Edwards, y que me
habría abstenido de entregar a la prensa las notas que ten* i ahora el honor de dirigir a Vuestra
Exéeliñciá'Sobre el asunto, si no fuera que los
despachos de Arica, publicados en los diarios
de hoy, demuestran la existencia de un malentendido de mis declaraciones y una mala
apreciación de mi propósito que, al parecer,
sólo pueden! ser corregidos si a la nota a la cual
vuestra declaración era una respuesta virtual
se le da ln misma publicidad que a la declaración migma.
Aprovecho esta oportunidad para reiterar
a Vuestra Excelencia las seguridades de mi más
alta y distinguida consideración.—(Firmado).—
W. Miller Collier.
YO
Van seis días y ninguna voz se h a levantado en la prensa nacional y pueden pasar las semanas y los meses; ninguna voz se levan tará.
El señor Agustín Edwards, Presidente de la Delegación Chilena
ante el Arbitro norteamericano, aparece acusado de haber propuesto
la creación del Estado libre de Tacna y Arica.
Debo confesar ingenuamente que aquella mañana, al leer en los
diarios tan grave noticia, yo pensé que en la tarde tendríamos asonadas en las calles, que los estudiantes recorrerían la Alameda manifestando su indignación, como habría pasado en cualquier otra capital del muudo, como pasó en El Cairo contra el Ministerio que sucedió a Zagloul Pachá y quiso entenderse con Inglaterra, como pasa
en París, como pasa en Berlín cada vez que un acontecimiento importante y de dudosa claridad excita los nervios de la juventud.
Pero aquí en Chile, nada. Clamaremos inútilmente en medio do
un rebaño muerto.
¿Por qué razón el señor Edwards escapa al control de sus conciudadanos? ¿Qué méritos desconocidos posee este personaje para verse
constituido en ídolo intangible?
Si el señor Edwards es inocente, que pruebe su inocencia; si es
culpable, que sea castigado como cualquier otro culpable, más que
cualquier otro, porque su delito es más grave y su posición le exigía mayores circunspecciones que a nadie.
Por menos que ésto f u é encarcelado Mousieur Caillaux y desterrado Monsieur Malvy. E n ámbos casos las presunciones de culpabilidad eran menores y Francia tenía más derecho a dudar que el
que tiene Chile.
E n todo caso, el señor Edwards debe ser juzgado. Cada chileno
se constituirá en su juez y todo el país en su tribunal.
Que comparezca a explicarse y a justificar sus actos. E n un país
organizado no puede haber ley de excepción para ninguno de sus
ciudadanos.
Mientras el señor Edwards no se justifique, todo chileno tiene
derecho a pensar de él lo que se le dé la gana.
Queremos saber qué pretendía el señor Edwards. ¿Quería constituir la República independiente de la firma Guggenheim y acaso
sería él el Presidente del nuevo estado libre?
¿Qué significan estas palabras del Embajador de Estados Unidos,
Mr. Collier: Con su PERSPICACIA CARACTERISTICA, el señor
Edwards aún había previsto el método para obtener las rentas recesarías, lo que se obtendría con la creación de un
fondo de diez millones de dólares o diez millones de pesos,
que deberían depositarse en un banco extrangero y se emplearían sus créditos en los gastos del nuevo estado?
¿De qué perspicacia se trata? ¿Cuál es la perspicacia característica del señor Agustín Edwards?
Ella debe ser muy característica y m u y conocida en el mundo,
cuando le basta con enunciarla al señor Embajador de los Estados
Unidos.
Yo acuso al señor Edwards de haberse tomado derechos que el
país no le había acordado.
Si el país le había ateordado tales derechos, que lo pruebe.
Yo acuso a los gobernantes de Chile por su inanición y su indiferencia ante una situación de tal gravedad.
Yo acuso al señor Edwards de haber sembrado u n obstáculo
más eu la ruta ya bien escabrosa de Tacna y Arica.
Yo acuso a los gobernantes de Chile de hacerse solidarios con
su silencio de esta situación triplemente equívoca.
Yo acuso a la juventud chilena de permitir que se abofetee de
tal modo la conciencia nacional, sin exigir que la justicia entre en
acción, sin reclamar del gobierno toda la verdad.
Si un crimen se comete al amparo de un gobierno, los gobernantes que lo ampararon deben también comparecer ante la justicia.
¿Eu dónde está la juventud de este país, que uo corre por las
calles pidiendo claridad; en dónde están los hombres dignos, que no
se oyen gritos de rebelión?
Así, con este sistema de encubrimientos y de quitar el cuerpo
a las responsabilidades, es como se siembra el desaliento en el alma
nacional, así es como se pervierte el juicio y se ahogan los corazones nobles.
Así es como se crea un país degenerado, sin orgullo y sin ninguna vergüenza
Podéis seguir impertérritos en este camino, que conduce a
las cloacas de la impudicia y al desenfreno total. .
Pero, ¿y mañana? ,:¡¡
Mañana el olor a podrido desvanecerá a los más recios, a
los más fuertes. Y entonces... la hecatombe.
¿Por qué razón el cinismo de ciertos hombres tiene que permanecer impune y no puede combatirse?
No abundan en la historia de Chile los crímenes de traición.
Por eso el corazón se angustia y por eso queremos saber si estamos ante un crimen de traición o nó.
Si estamos, que el castigo sea ejemplar, para que nuestra
historia siga limpia y no se creen antecedentes de impunidad
para tales delitos.
Pero, el miedo.
E n este país de valientes, el miedo es algo espantoso.
Hace cuatro días que recorro las imprentas con estos alaridos de protesta y nadie se atreve a publicarlos.
Temen a los golpes, temen a la muerte, como si no estuviéramos muriendo todos los días, con este sistema descompuesto, del
modo más indigno.
Vengan los golpes, venga la muerte, pero que la verdad sea
dicha, que sepamos a que atenernos, que conozcamos nuestra si- •
tuación real, que quede estampado en la historia de Chile que no
todos aceptaron sumisamente el atropello de nuestra conciencia.
Porque un pueblo que no protesta, un pueblo resignado a to,do, merece su suerte. Tales gobernados merecen tales gobernantes.
Siga la farándula. Al fondo del abismo se encontrará el cadáver de un país que debía ser grande, que pudo ser rico, que tenía
todo para llegar pronto a un apogeo.
Tenía todo, todo, menos Hombres.
Estas dos notas del Embajador de Estados Unidos no han recibido ninguna respuesta ciara y precisa.
y
J k ¿¿/¿o ~
A C U S O
Vicente Huidobro
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