TDA EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN EN LA ESCUELA ¿ Por qué es importante que, desde la escuela, nos centremos en este tipo de trastorno? Cuando un alumno presenta TDAH del tipo hiperactivo-impulsivo la sintomatología suele llamar la atención de padres y/o maestros de forma precoz, en Infantil o primeros cursos de Primaria. Predomina en el sexo masculino y las dificultades más importantes tienen relación con la conducta. Sin embargo, el TDA o TDAH de tipo inatento pasa a menudo desapercibido. Suele manifestarse en el segundo o tercer ciclo de Primaria o incluso en la Educación Secundaria. Se presenta en ambos sexos, aunque es más difícil de detectar en las niñas por ser más pausadas y complacientes. Se suele decir que “están en las nubes” o simplemente que son vagos y no están motivados para estudiar. Sin embargo es la causa de un gran número de alumnos con fracaso escolar. Durante la Educación Primaria no adquieren hábitos de trabajo ni de estudio. Las demandas que se exigen en esta etapa, el seguimiento de los maestros y la familia les permite “ir tirando”. Pero este mismo alumno puede fracasar en Secundaria por las lagunas acumuladas y por la falta de hábitos de estudio. La falta de concentración es una de las características que todo el mundo asocia al TDAH. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que no se trata de una falta de capacidad de concentración sino de una dificultad para mantener la atención en tareas tediosas o aburridas, especialmente si son largas. Esta dificultad aumenta cuando la persona se encuentra en un ambiente con muchos estímulos que puedan llamarle la atención. La atención en clase y todo aquello relacionado con las tareas escolares son el ejemplo más claro. Sus trabajos contienen a menudo muchos errores y contienen pocos detalles. Es muy característico de estos niños que la primera parte de los trabajos o exámenes esté mucho mejor realizada que el final ya que no pueden mantener el esfuerzo que realizan para estar concentrados durante mucho tiempo. La dificultad para mantener la atención de forma persistente en las tareas que requieren un esfuerzo hace que a menudo tiendan a posponer hacer los deberes, estudiar un examen…. El estrés y la motivación de ese último momento, además, hacen que rindan mucho ya que para ellos es un estimulo el hecho de que el tiempo apremie. Las personas con TDAH pueden rendir muy bien y estar largos ratos concentrados en actividades que les gusten y motiven, además de ser gratificantes. ¿Por qué no pueden entonces concentrarse para hacer los deberes o cualquier otra tarea que requiera un esfuerzo intelectual? La explicación a esta pregunta es que una motivación fuerte y la gratificación inmediata les estimula. Los juegos de las videoconsolas estimulan a los niños y la gratificación inmediata, cuando ganan una carrera o han derribado unos marcianitos, facilita que sigan manteniendo la atención. En las tareas escolares el estímulo mucho menos intenso y la gratificación a muy largo plazo hacen que sea muy difícil mantener la motivación necesaria para persistir en el esfuerzo. Las dificultades de organización y planificación son habituales en el TDAH. Muchos son los factores que intervienen: mala gestión del tiempo, tendencia a posponer tareas que suponen un esfuerzo, interrupción de las tareas para prestar atención a otras actividades, dificultad para seguir tareas que requieren varios pasos sin supervisión, etc. Muchas de estas características no son evidentes hasta que el niño debe tener una cierta autonomía en las tareas escolares. El funcionamiento caótico de muchas personas con TDAH es debido a que realizan muchas tareas a la vez y tienen dificultad para jerarquizar la importancia de cada una. Además, prestan atención a todos los estímulos del entorno. Todo ello les lleva a olvidar las cosas y a menudo a perder objetos cotidianos. Como consecuencia de estas dificultades descritas como nucleares del trastorno, los niños con TDAH pueden presentar secundariamente: Inflexibilidad y conducta explosiva: Los conflictos aparecen en la escuela y en casa cuando se les imponen normas o hay cambios inesperados en las rutinas. Pueden reaccionar desproporcionadamente ante una negativa o situación nueva, llegando a presentar un descontrol de su conducta. Esto es debido a una pobre capacidad de adaptación ante una situación nueva y/o impuesta y una baja flexibilidad de pensamiento, aspectos que se desarrollan de forma muchísimo más lenta en el niño con TDAH. Baja memoria de trabajo: La memoria de trabajo (MT) es un tipo de memoria a corto plazo, imprescindible para el razonamiento, la reflexión, la comprensión de demandas del entorno, etc. Gracias a ella podemos retener la información recibida y manejarla para obtener una conclusión o seguir una conversación en nuestra vida cotidiana. La MT es fundamental para cualquier actividad cognitiva y su alteración en las personas que presentan TDAH es uno de los motivos del bajo rendimiento académico. En la etapa escolar la alteración de la MT se manifiesta en una baja comprensión lectora, dificultad en los problemas de matemáticas y en las redacciones, así como en cualquier demanda que contenga varias órdenes a seguir de manera secuencial. Subrayar un texto, hacer esquemas, anotar los datos de un problema matemático son recursos útiles para compensar esta dificultad. Dificultades de aprendizaje: Son muchos los motivos por los que los niños con TDAH tienen dificultades en el rendimiento escolar. Las tareas basadas en el lenguaje les resultan complejas ya que la organización de los contenidos en un texto escrito y la comprensión lectora les supone un obstáculo para procesar la información. En el lenguaje oral suelen presentar también limitaciones tanto a la hora de organizar el discurso como de encontrar las palabras adecuadas. En la asignatura de matemáticas, de nuevo las dificultades de comprensión lectora, la baja memoria de trabajo y la impulsividad les dificulta el progreso. Por último, la falta de organización, de motivación y de concentración, los problemas de conducta en clase, los conflictos con los compañeros y la baja autoestima influyen también de forma negativa en el progreso académico. Baja autoestima: Cuando un niño oye constantemente comentarios negativos de los adultos hacia su persona: «eres muy desobediente», «no te esfuerzas», «si tuvieras más interés»… es fácil comprender por qué con frecuencia tienen la autoestima baja. Los compañeros también los rechazan para el juego o las tareas escolares en grupo. Estos niños, al comprobar que por mucho que se esfuercen no consiguen que las cosas salgan bien ni que el entorno valore su empeño, llegan a creerse que son un desastre. No son niños problemáticos, son niños que tienen un problema. Alteraciones del sueño: Pueden existir dificultades para conciliar el sueño, despertares frecuentes, sonambulismo, somniloquia (hablar en sueños), sueño intranquilo… El síndrome de las piernas inquietas es más prevalente en las personas con TDAH que en la población general. Con frecuencia les es difícil levantarse por la mañana. No es un problema de vagancia, sino una dificultad debida al mal funcionamiento de los sistemas cerebrales de alerta y de regulación del ritmo de sueño/vigilia. No es inusual que los niños con TDAH consigan el control del esfínter vesical más tarde que los niños sin TDAH. TDA EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN -UN PUNTO DE VISTA MÁS PSICOLÓGICOLos problemas básicos que configuran el TDAH son: labilidad atencional, impulsividad, hiperactividad, psicomotricidad torpe y fragilidad de los mecanismos adaptativos al entorno La definición actual del trastorno establece tres tipos: el combinado o mixto, el de predominio inatento y el de predominio hiperactivo-impulsivo. Se postula que los afectados presentan además alteraciones en el control inhibitorio, alteración en la percepción del tiempo con aversión a la espera y alteración de la memoria operativa. Igualmente, existen numerosas investigaciones acerca de la existencia de una alteración de la función ejecutiva (FE) en estos niños, lo cual daría lugar a defectos en la capacidad de inhibición del comportamiento, lo que explicaría la dificultad que tienen los afectados para frenar las respuestas impulsivas, para detener las conductas que ya estaban en marcha, para resistir a la interferencia, para organizar de manera secuencial sus actividades y para mantener los esfuerzos cognitivos centrados en una sola actividad. También se ha propuesto que la alteración en la flexibilidad cognitiva sería una de las características básicas del TDAH, y los subtipos con menor rendimiento en las pruebas de flexibilidad cognitiva parecerían tener una menor respuesta a la farmacoterapia. En años recientes, se ha ido esclareciendo los síntomas y causas que pueden dar origen a este trastorno y se ha encontrado que este puede tener un origen genético. Se ha descrito, que el TDAH no es un trastorno de la atención per se, como se había pensado; más bien, se origina como un fallo en el desarrollo en los circuitos cerebrales que son responsables de la inhibición y el autocontrol. Esta pérdida de autocontrol, deteriora otras funciones cerebrales importantes para el mantenimiento de la atención, incluyendo la habilidad para postergar recompensas inmediatas y así, obtener mayores ganancias (Barkley, 1998). INTRODUCCIÓN El trastorno por déficit de atención (TDA), con o sin hiperactividad, es junto con la dislexia, la causa más importante de fracaso escolar. Es un trastorno real, que no puede ser considerado un mito, y que afecta a un elevado porcentaje de niños y adolescentes, con posibilidad de comprometer seriamente su salud mental. El núcleo principal del trastorno consiste en una incapacidad para mantener unos niveles de atención de calidad suficiente para la realización de las tareas académicas, hasta el punto de causar un deterioro en el seguimiento escolar. Se trata de un trastorno que, con elevada frecuencia, se asocia a otras patologías comórbidas que conviene conocer. Ya que no existen pruebas específicas para su diagnóstico, va a ser fundamental la elaboración de un diagnóstico diferencial afinado. El tratamiento requiere una aproximación multidisciplinar. El tratamiento farmacológico de elección es el metilfenidato, que se ha mostrado eficaz en el aumento de los niveles de atención, así como en el control de la conducta impulsiva y del exceso de movimiento DEFINIENDO EL CONCEPTO Trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad El núcleo central del TDA consiste en un trastorno neurobiológico que interfiere en la capacidad de una persona para mantener la atención y concentración en una tarea determinada y para controlar las conductas impulsivas. La hiperactividad no tiene porque existir en todos los casos. Actualmente, aún se sigue pensando en la hiperactividad como una entidad nosológica en donde el exceso de movimiento es su característica principal, comprendiéndose como un trastorno benigno; ya que, la propia maduración del niño le llevaría a una conducta más controlada. Si se entiende así, el tratamiento con fármacos psicotropos puede parecer exagerado. Por ello, es importante resaltar que la entidad nosológica engloba tres síntomas nucleares: déficit de atención, impulsividad o dificultad en el autocontrol de los impulsos y exceso de movimiento o hiperactividad. De los tres núcleos sintomáticos, el que se refiere a la hiperactividad es el que menos importancia tiene. Para complicar más las cosas, debe entenderse el TDA como un modelo continuo ¿Quién no es un poco despistado, impulsivo o inquieto? El trastorno en sí representaría el extremo del mismo. De hecho, cualquiera de las manifestaciones de TDA puede estar presente en cualquier individuo en mayor o menor grado; por ello, es condición básica para el diagnóstico que nos encontremos ante unas manifestaciones que lleguen a causar un deterioro en la actividad escolar, social o laboral del individuo. La sintomatología del TDA se centra en tres grandes áreas: trastorno de atención, inestabilidad (hiperactividad o sobreactividad) e impulsividad (Tabla I). Los síntomas deben manifestarse con independencia del espacio (ocurre en cualquier lugar) y del tiempo (ocurre todos los días). En función del predominio de una u otra sintomatología, la Academia Americana de Psiquiatría, en el DSM IV, distingue tres formas distintas de presentarse el TDA: con predominio del déficit de atención, con predominio de la hiperactividad- impulsividad, o de forma combinada. Este último es el más frecuente. Pero además, es indispensable que el nivel intelectual sea normal o superior, que el trastorno se haya iniciado ya en edades tempranas, que la sintomatología aparezca en situaciones diversas, que perturbe la adaptación o el rendimiento del niño y que no se deba a otros factores. Tabla I Sintomatología básica en el trastorno por déficit de atención (DSM-IV) 1. Para la inatención, deberían cumplirse por lo menos seis de los siguientes criterios: • Falta de atención a los detalles o errores múltiples • Falta de atención en actividades lúdicas • Sensación de que no escucha • Falta de seguimiento de las instrucciones o incapacidad para finalizar las tareas • Dificultades en la organización • Evitación o disgusto ante actividades que requieran una atención sostenida • Extravío de objetos necesarios • Distracción ante estímulos irrelevantes • Descuido en las actividades diarias 2. Para la hiperactividad e impulsividad, se requiere la presencia de por lo menos seis de los siguientes síntomas: • Movimiento excesivo • Abandono del asiento en la clase • Sentimiento de inquietud • Dificultades para el juego o las actividades de ocio • Permanente estado de “marcha” • Hablar en exceso • Respuestas precipitadas antes de escuchar toda la pregunta • Dificultades para guardar turno • Interrupciones o intromisión en las actividades de otros DSM-IV. Manual de Diagnóstico y Estadístico de la Academia Americana de Psiquiatría, 4ª edición. PREVALENCIA Debido a la imprecisión del diagnóstico, basado en criterios subjetivos y cuya apreciación puede variar a lo largo del tiempo, las cifras de prevalencia son muy variables, en función de la población estudiada, el método de estudio y los criterios aplicados. La prevalencia de este trastorno, de acuerdo con los estudios hechos desde la psiquiatría infanto-juvenil, se estima alrededor del 5%. Aunque el TDAH es más frecuente en los niños, no hay que olvidar que también está presente en la niñas, frecuentemente infradiagnosticadas debido a que, en ellas, es más frecuente la variante inatentiva (mucho menos expresiva que las otras). Su incidencia aproximada es de 5 a 7% para los niños y 2 a 4 % para las niñas. El TDAH aparece a edad muy temprana, antes de los 7 años. Estos problemas no se resuelven siempre durante la adolescencia, y persisten en el adulto en 30 a 50% de los casos, por lo que representan un importante problema de salud pública DIAGNÓSTICO El profesional puede encontrarse ante un niño o adolescente que suele ser llevado (o, más bien, “arrastrado”) hasta la consulta por unos padres agobiados y que buscan una solución a unas dificultades académicas o a una larga historia de repetición de cursos, a pesar de un buen nivel intelectual. Es posible que no existan otros motivos de consulta si ha predominado la falta de atención. Pero puede asociarse a un trastorno ansioso-depresivo, sentimientos de culpabilidad o escasa autoestima. La sintomatología depresiva más o menos manifiesta es, a veces, el principal motivo de consulta en la etapa adolescente. Pero, en otras ocasiones, preocupa a los padres un comportamiento impulsivo, unos trastornos de conducta más o menos graves o una actitud de oposición constante. Y en algún caso, en adolescentes, la alarma se ha disparado a partir de la evidencia de consumo de substancias tóxicas. Ya que no existen pruebas específicas para su diagnóstico, va a ser fundamental la elaboración de un diagnóstico diferencial afinado. La observación que se puede hacer durante la entrevista a los padres para recoger los datos anamnésicos suele ser de gran ayuda, ya que permite observar la conducta del niño y su nivel de tolerancia a la falta de actividad. Asimismo, se pueden valorar las respuestas que la conducta del niño genera en los padres. Es necesario que nuestra anamnesis vaya orientada a poder comprobar que los síntomas de este trastorno persisten y se manifiestan en distintos ambientes (en casa, con la familia, con los amigos, en la escuela). El examen físico debe ser completo, incluyendo exploración visual y auditiva. La exploración psicológica debe investigar el nivel intelectual y la capacidad de atención y concentración, así como los aspectos emocionales. Los cuestionarios son herramientas de gran ayuda y complementan la anamnesis. Los exámenes complementarios se solicitaran según lo justifiquen la anamnesis y la exploración física. Estamos, evidentemente, ante un trastorno que, por el momento, no puede objetivarse a través de exploraciones complementarias médicas específicas. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL Existen otros cuadros patológicos (o de índole psicopedagógica) que pueden cursar con sintomatología semejante a la del TDA. La exhaustiva recogida de datos en la anamnesis y la fina exploración nos ha de permitir establecer el diagnóstico diferencial de las entidades clínicas que se recogen en la tabla II. A partir de estos datos, pueden solicitarse, de forma razonada, los exámenes complementarios pertinentes. TABLA II. Diagnóstico diferencial del TDA 1. Variantes de la normalidad: desde el niño con una inquietud normal para su edad hasta el niño consentido y “mal educado” (cada vez más frecuente) 2. Trastornos médicos 2.1. Déficit sensoriales 2.2. Déficit nutricionales 2.3. Trastornos neurológicos: 2.3.1. Epilepsia 2.3.2. Secuelas de infecciones o traumatismos del SNC 2.3.3. Procesos neuroexpansivos o neurodegenerativos 2.3.4. Tics y síndrome de Gilles de la Tourette 2.4. Trastornos tiroideos 2.5. Síndrome del síndrome del cromosoma X frágil 2.6. Anemia ferropénica 2.7. Consumo de substancias 2.8. Efectos secundarios de fármacos 2.9. Fenilcetonuria 3. Trastornos del desarrollo 3.1. Déficit cognitivos 3.2. Inteligencia superior (niños superdotados) 3.3. Trastornos neuropsicomadurativos 3.4. Trastornos específicos del aprendizaje 4. Trastornos emocionales, afectivos, conductuales 4.1. Trastornos de ansiedad 4.2. Trastornos por estrés post-traumático 4.3. Trastornos depresivos 4.4. Hipomanía 4.5. Trastornos adaptativos 4.6. Trastornos de conducta 4.7. Trastorno disocial 4.8. Trastorno negativista desafiante 5. Trastornos ambientales 5.1. Situación de estrés mantenido (familia, escuela) 5.2. Actitudes educativas inadecuadas (familia, escuela) 5.3. Maltrato (familia, escuela) 5.4. Psicopatología (padres, maestros) 5.5. Diferencias socioculturales EL TDA Y LA COMORBILIDAD La forma más rara de presentación del TDA es la que se exhibe de forma aislada, limitada a las manifestaciones propias del trastorno. Es muy importante conocer cuáles son los trastornos con los que el TDA se asocia con mayor frecuencia. Su conocimiento es de gran ayuda para establecer un diagnóstico correcto y una acertada orientación terapéutica. Efectivamente, sabemos que más de un 80% de los niños que cumplen todos los criterios diagnósticos para el TDA tienen, por lo menos, un diagnóstico comórbido. Y que más de dos terceras partes de ellos cumplen criterios para, por lo menos, dos trastornos comórbidos. Los más frecuentes parecen ser el trastorno de conducta de oposición desafiante y el trastorno del desarrollo de la coordinación. Por lo tanto, al atender a un niño con TDA, si el diagnóstico queda limitado al TDA, existen altas probabilidades de que estemos pasando por alto otros problemas, en ocasiones más importantes que el propio TDA. ¿Qué entendemos por comorbilidad? La comorbilidad supone una forma de presentación, pronóstico y abordaje terapéutico, distinto para cada proceso. Y, a su vez, que la frecuencia en que uno aparece cuando el otro está presente, sea más alta que la prevalencia aislada en la población general. ¿Qué entidades pueden ser comórbidas con el TDA? En la tabla III se recogen aquellas entidades que han diagnosticado con más frecuencia como comórbidas al TDA. TABLA III. Trastornos que muestran comorbilidad con el TDA • Síndrome de Gilles de la Tourette/trastorno obsesivo-compulsivo • Trastornos generalizados del desarrollo – Trastorno autista – Trastorno de Asperger – Trastorno generalizado del desarrollo no especificado • Trastornos de la comunicación • Trastornos del aprendizaje: dislexia, discalculia, disgrafía • Trastorno del desarrollo de la coordinación • Trastornos de conducta • Trastornos de ansiedad • Depresión y otros trastornos afectivos LA ORIENTACIÓN TERAPÉUTICA La orientación terapéutica del TDA es compleja y no se resuelve nunca con la administración de un fármaco concreto. El fármaco tendrá un efecto muy pobre si no se acompañan de otras medidas de índole psicopedagógica y educativa. El primer acto terapéutico va a consistir en la comunicación adecuada del diagnóstico de TDA, ofreciendo toda clase de explicaciones y orientaciones. Conviene destacar los aspectos biológicos y madurativos del TDA para desculpabilizar a la familia y al niño o adolescente, y así compensar las múltiples observaciones negativas que han recibido a lo largo de su vida. Conviene insistir también en el componente genético, si lo hay o si puede haberlo (y que, a menudo, se descubre en la entrevista con los padres). La comunicación del diagnóstico a un adolescente, con sus consiguientes explicaciones, supone un acto retroactivo para observar todas sus reacciones, verbales y no verbales, que pueda manifestar. TABLA IV. Elementos para una buena información al paciente y a su familia • El TDA no es una enfermedad. Es un trastorno madurativo, que implica ciertas dificultades en la capacidad de mantener la atención, pero que permite una vida normal, sin limitaciones • Existen cambios evolutivos. La hiperactividad física de la niñez se transforma, en la adolescencia, en hiperactividad y dispersión mentales, persistiendo las dificultades atencionales • No sólo afecta al área académica, que suele ser la que ha motivado la consulta. Puede afectar también las relaciones con los padres y con los amigos, el autoconcepto y la autoestima, el estado anímico, el humor e incluso, a veces, la propia salud • No existen culpables. Se trata de una alteración en la bioquímica del cerebro, que a menudo tiene una base genética. No es posible controlarse a uno mismo para dirigir la atención hacia donde conviene • El entorno y el ambiente son muy importantes para el control del TDA. Conviene enfatizar en un buen entorno familiar, unos amigos que lo sean de verdad, una buena escuela y un adecuado cuidado hacia la salud • El hecho de tener un TDA no sirve de excusa para eludir responsabilidades. El niño y el adolescente deben que ser conscientes de sus dificultades y, progresivamente, los protagonistas de las acciones terapéuticas a emprender El siguiente paso consiste en la orientación y coordinación del tratamiento, así como de la prescripción terapéutica que se considere apropiada. La orientación y el apoyo psicológico deben ir dirigidos a la familia y a los profesores, así como al propio paciente, en función de la edad. Y es misión importante la coordinación del equipo de profesionales que van a tener un papel importante en el tratamiento de este niño o adolescente. El abordaje terapéutico se fundamenta en: • Reeducación de las capacidades de atención y concentración (visual y auditiva). Existen programas específicos. • Apoyo emocional al paciente (según la sintomatología asociada). • Orientación a los padres. • Orientación a los maestros. • Medicación específica. Reeducación Se trata de sesiones encaminadas a mejorar los niveles de atención auditiva y visual. Existen diversos programas que tienen un notable éxito, siempre que se utilicen en sesiones individuales, a razón de 45 minutos dos veces por semana. El entreno en la atención y concentración requiere una constancia para ser eficaz. Se trata de programas que pueden ser aplicados por maestros, psicólogos o psicopedagogos entrenados (Albor-Cohs, PIAAR,…). Apoyo emocional al paciente Las técnicas cognitivo conductuales son las que han dado mejores resultados. Se trata de que el niño reconozca sus problemas y dificultades y plantee vías de solución factibles. Se complementa con técnicas orientadas a mejorar la autoestima y las habilidades sociales. Orientación a los padres La comunicación del diagnóstico deberá ser seguida de una conversación tranquila, y a menudo en distintas etapas. En las tablas IV, V y VI ofrecemos algunos documentos que hemos comprobado de utilidad en la orientación del paciente y de sus padres. TABLA V. Mitos y falsas creencias sobre el TDA • “Este trastorno va a suponer una sentencia y una limitación para toda la vida del niño”. Pero las personas con TDA despliegan una gran energía y suelen ser muy creativas. Solamente les hace falta ser conscientes de sus dificultades específicas y poner el adecuado remedio • “Debido a este trastorno, va a ser torpe y holgazán”. Conviene demostrar a la familia y al propio niño o adolescente (con pruebas psicométricas, si conviene) que el TDA no afecta su nivel intelectual. Y recordarles como la biografía de algunas personalidades célebres (Einstein, Churchill, Santiago Ramón y Cajal,...) sugieren la existencia de un TDA • “Tiene dificultades para conectar con sus amigos”. Conviene diferenciar entre amigos y compañeros y poner énfasis en que los amigos le buscarán por lo que es y no por lo que aparenta • “La medicación que le prescriban va a actuar como una droga y va a producir cambios en su personalidad”. La medicación aguza la atención e intensifica el auto-control durante unas pocas horas del día, pero no altera la personalidad • “Este problema que tengo va a ser la excusa para que mis padres sigan tratándome como niño y me controlen más”. Se trata de un problema importante para el adolescente. Es cierto que los padres deberán controlarle, de forma pactada, en sus momentos de inatención, ya que forma parte del tratamiento. Pero “nuestro objetivo no es que tus padres sigan ejerciendo un control sobre ti, sino que este control puedas ejercerlo tu mismo” TABLA VI. Orientaciones educativas a la familia • Comprender su trastorno: su impulsividad, su facilidad para despistarse y el incumplimiento de órdenes a pesar de las reiteradas promesas de cambio • Vivir el presente. Establecer unas metas simples y concretas, a corto plazo: el niño con TDA olvida fácilmente • Establecer las directrices educativas, de manera clara y constante • No dejarse contagiar de su inquietud. La educación de un niño o un adolescente con TDA cansa y agota, pero la efectividad de las actitudes educativas va a depender de la conducta adulta que los padres consigan mantener • Ni los castigos ni los premios han demostrado ser efectivos en el manejo del niño con TDA, aunque pueden estar justificados en algunas ocasiones. Las amenazas de castigo o las promesas de premios son aun más ineficaces • Organizar la rutina y los horarios de la vida cotidiana en casa para los días laborables y también para los fines de semana • Descubrir las actividades del hogar que sean más relajantes para el niño y sus padres, favoreciendo las actividades que reduzcan la tensión ambiental • Evitar las situaciones en que sea previsible un fracaso (ceremonias largas o visitas a casas con espacios reducidos). Conviene no exponerlo a una situación que pueda resultar humillante para él y para el entorno • Controlar y contener la propia angustia y no depositarla en el hijo • Educar la autoestima Orientación a los maestros En la escuela y en el instituto, el niño y el adolescente con un TDA van a pasar muchas horas de su vida, van a recibir formación y van a aprender a convivir con sus compañeros. La escuela puede ser un lugar muy importante para la contención y la educación del niño con TDA o puede ser también el lugar donde se presenten los primeros síntomas de inadaptación y de un fracaso personal que es mucho más grave que el fracaso escolar. Por lo tanto, debemos incluir la escuela y los maestros en el plan de tratamiento global del niño con TDA. Los maestros necesitan saber que el TDA existe y que no es un mito. Y que su alumno con TDA no es más torpe que los demás: podrá trabajar a buen ritmo si se le estimula adecuadamente. Para ello, hace falta prevenir, estructurar, organizar períodos de trabajo de corta duración, establecer una estrecha relación con el alumno, individualizar la enseñanza y utilizar refuerzos positivos. Y el maestro debe comprender (recordando que comprender no equivale a aceptar) también que el alumno mostrará alteraciones en su conducta cuando la tarea sea demasiado difícil, de larga duración, con supervisión excesiva o en situaciones de conflicto emocional. Tratamientos ineficaces Se han demostrado ineficaces los tratamientos basados en psicoterapia psicodinámica, terapia familiar, entrenamiento autógeno, aromaterapia, dietas especiales y tratamientos optométricos. TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO El tratamiento farmacológico, combinado con las demás pautas terapéuticas expuestas, garantiza una normal adaptación del niño con TDA y actúa como prevención de otras patologías y situaciones comórbidas. Muchos padres son reticentes al tratamiento farmacológico, pues ha ido acompañado de mala prensa. Conviene dar todas las explicaciones, desde la argumentación, sobre los efectos positivos de la misma. Y aportar los datos que indican que los pacientes con TDA que han recibido tratamiento farmacológico (siempre y cuando se hayan llevado a cabo los demás aspectos propuestos en el esquema terapéutico) son capaces de escuchar mejor y esforzarse más, muestran más interés por la escuela, terminan antes las tareas, tienen más capacidad de iniciativa, mejoran la presentación de los trabajos escolares y son más asequibles y serviciales. Conviene informar a los padres de que la medicación psicoestimulante es eficaz en un alto porcentaje de niños afectados por el TDA, aunque no en la totalidad. Por ello, convendrá hacer un seguimiento de la evolución del niño tanto en la casa como en la escuela. Asimismo, hay que informar convenientemente sobre los escasos efectos secundarios (excitabilidad, tics, anorexia, dificultades para conciliar el sueño, ansiedad y abdominalgias), que suelen desaparecer tras las primeras semanas de tratamiento PARA CONCLUIR Un niño con TDA tiende a crear a su alrededor el tipo de actitud ambiental que menos le conviene. A menudo, existe una afectación del diálogo y la comunicación entre el niño y los padres, generando angustia en ellos. Y el círculo vicioso se cierra cuando la angustia de los padres origina más hiperactividad, más impulsividad y más ansiedad en los hijos. Hemos conocido historias de fracaso en las relaciones padres-hijos, llegando incluso, en ocasiones, al enfrentamiento. Se trata de un trastorno que puede originar graves problemas en la esfera bio-psico-social del niño. Trabajando juntos los profesionales de la salud (pediatras, psicólogos, pedagogos...), las familias y los maestros, sin olvidar la implicación activa del propio paciente en cuanto sea posible, podremos alcanzar nuestro objetivo final: ayudar al niño y al adolescente con TDA a ser un adulto competente, autoconfiado y con autoestima. TDA EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN -EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICOEVALUACIÓN DE LA ATENCIÓN La atención es un proceso mental que permite que nos centremos en un determinado estímulo o información relevante. Se pueden distinguir diferentes tipos de atención. La atención focalizada implica concentrarse en un determinado estímulo; la atención selectiva requiere la concentración en un estímulo o información mientras se inhiben las respuestas a otros estímulos distractores; la atención mantenida o sostenida consiste en la persistencia y el mantenimiento de la atención durante la ejecución de una tarea. La atención es un pre-requisito para el funcionamiento de procesos cognitivos más complejos, ya que no es posible evaluar la percepción, la memoria o cualquier otra actividad mental sin tener en cuenta los procesos de atención. Para la evaluación de la atención se pueden utilizar diferentes instrumentos y estrategias. Tareas de atención: Las tareas de tachado o de cancelación se emplean con frecuencia en la evaluación de la atención y la discriminación perceptiva. Estas tareas presentan, en su formato habitual, los estímulos diana (los que se deben tachar) mezclados o enmascarados con otros estímulos distractores. Las tareas de discriminación auditiva utilizan fonemas, sílabas o palabras, con y sin sentido, como estímulos. La tarea consiste en discriminar entre fonemas, que se presentan en diferentes posiciones (inicial, media o final), dentro de una palabra, entre sílabas o entre palabras, que difirieren en algunos fonemas. Muchos de estas tareas se incluyen dentro de pruebas estandarizadas de lenguaje. Estos tests se han utilizado para evaluar la atención focalizada, la capacidad de mantener la atención a determinado estímulo ambiental. En realidad comparte muchos de los perfiles de una prueba de Atención sostenida, especialmente en las pruebas de símbolos, junto a otras pruebas muy conocidas entre los psicopedagogos, por ejemplo, la subprueba de Dígitos de WISC-R, la Prueba de Stroop, o las clásicas de medida de la atención: Formas Idénticas, Caras, Cuadrados de Letras, o el Tolouse-Pieron (en TEA), la clásica prueba del Test de Atención (San Pio X), o el Test de Figuras Iguales de Bonardel (en la desaparecida MEPSA), que también valoran la Atención sostenida. Con la presentación del nuevo WISC-IV, los Tests de Cancelación adquieren una entidad significativa, donde todos ellos al exigir una tarea muy similar, valoran prácticamente lo mismo, velocidad de trabajo o de procesamiento. Las nuevas subpruebas de Búsqueda de Símbolos y de Animales son un claro ejemplo. Los factores que afectan a su realización son: la velocidad de la búsqueda y discriminación visual, la rapidez del procesamiento mental, la memoria visual a corto plazo,la visualización espacial y la coordinación visomotora. Siendo preferidas estas nuevas subpruebas a Claves por autores de la talla de Kauffman, 1994, en la clasificación de alumnos con DA, junto a Claves, Aritmética y Dígitos. Posteriormente, se utilizan las pruebas de cancelación para determinar dificultades en el manejo de los símbolos gráficos en los alumnos con dislexia, al presuponer que una diferencia significativa entre el eficacia en el manejo de material gráfico y de símbolos, es debido al procesamiento diferente que aplican los alumnos a ese material tan distinto (Rudel, 1978). En los rastreos que se han realizado en la actualidad, los Test de Cancelación se están aplicado para la valoración de la Atención, dentro de las pruebas neuropsicológicas clínicas (afasias, trastornos específicos de la atención, enfermedades neurodegenerativas, eficacia farmacológica, TDAH…). No conocemos baremos españoles, y los de origen anglosajón, a pesar de aceptar la posible independencia de influencias culturales de las aptitudes atencionales, no tienen la sensibilidad deseable. El tachado de letras, signos o dibujos se emplean habitualmente para evaluar la atención Toulouse-Piéron La prueba puede aplicarse a partir de los 9 años. La tarea consiste en tachar, durante 10 minutos, todos los cuadrados que tengan el guión en la misma posición que los modelos presentados. Esta tarea requiere concentración, mantener la atención y resistir a la monotonía que implica enfrentarse a una página en la que hay impresos 1600 cuadrados pequeños que hay que examinar en un tiempo corto. El test proporciona tres indicadores de la eficacia con la que se ha realizado la tarea: aciertos, errores y omisiones. Cuadrados de letras Este test (TEA, 1990) consiste en 90 cuadrados que contienen 16 letras distribuidas en cuatro filas y en cuatro columnas. La tarea consiste en señalar la fila o columna que tiene una letra repetida. La prueba puede administrarse a partir de los 11 años y ofrece baremos según el curso escolar y el nivel profesional. Igual que la prueba anterior precisa concentración, mantener la atención e inhibir las respuestas ante estímulos irrelevantes. Un inconveniente que presenta esta prueba es que requiere alguna habilidad lectora. Tests de ejecución continua . Los tests de ejecución continua (Continuous Performance Test: CPT) son las medidas de laboratorio más utilizadas para evaluar los problemas de atención. Se han desarrollado muchas versiones del CPT, pero la estructura básica de la tarea es similar a la original. Se presentan una serie de estímulos en una pantalla de ordenador, en una sucesión muy rápida, y se pide, a la persona que se evalúa, que responda (que pulse una tecla o un botón del ratón) cuando aparezca un estímulo determinado. La prueba proporciona las siguientes medidas: respuestas correctas, errores de omisión (no responder cuando aparece la letra estímulo) y errores de comisión (responder sin que aparezca la letra estímulo). Las distintas versiones del CPT varían en el tipo de estímulos que presentan (letras, números, colores, figuras), en la duración de la tarea, en el tiempo que se presenta el estímulo, en el intervalo entre estímulos o en la respuesta que se demanda (responder a una letra, a una figura o a un número, o responder cuando una letra, figura o número sigue a otro). Una de las dificultades en la administración del CPT es que muchas versiones no se han estandarizado ni ofrecen datos normativos que permitan comparar los resultados de un sujeto con los de su grupo de referencia. CSAT: Tarea de Atención Sostenida en la Infancia (Servera y Llabrés, 2004). Esta prueba se conoce como (Child Sustained Attention Task): es una prueba computerizada basada en el paradigma de las TEC, cuya finalidad es evaluar la capacidad de atención sostenida de niños de entre 6 y 11 años (de 1º a 4º de primaria) mediante una tarea de vigilancia. La prueba CSAT tiene una adecuada fiabilidad, validez convergente, validez discriminante, validez predictora y validez de constructor. La prueba computa los aciertos, las comisiones, las omisiones y el tiempo de reacción. Los aciertos hacen referencia a las respuestas correctas proporcionadas por el participante. Las comisiones reflejan las situaciones en las que el sujeto ha creído identificar el estímulo objetivo cuando realmente no lo era, es decir, las falsas alarmas que comete el sujeto. La variable omisiones indica el número de estímulos objetivo que el sujeto debería haber detectado pero no ha conseguido detectar. Por último, el tiempo de reacción refleja el tiempo que tarda el sujeto en reaccionar al estímulo. El test de variables de atención (Test of Variables of Attention: TOVA) es una prueba diseñada para eliminar los problemas que aparecen en algunas formas del CPT. En el TOVA se presentan, en la pantalla de un ordenador, dos figuras: un cuadrado coloreado que contiene otro cuadrado adyacente, situado junto al lado superior o inferior. La persona debe responder cada vez que aparece el estímulo diana, que es el cuadrado adyacente al lado superior. Tareas de detección de señales. Se utilizan, con frecuencia, para estudiar la capacidad para mantener la atención, y los cambios que esta capacidad experimenta con la edad o con la presencia de alteraciones psicológicas. Tarea viso-espacial de detección de señales en la que midieron el tiempo de reacción ante señales que indicaban, de manera exacta o equivocada, la aparición de un estímulo. Las tareas de detección de señales son útiles para evaluar los cambios de la atención asociados a la edad o alteraciones fisiológicas o psicológicas Tareas incluidas en baterías o tests de inteligencia : La evaluación de los procesos cognitivos es uno de los objetivos de algunos instrumentos de evaluación que han aparecido en los últimos años. Los procesos de percepción visual y auditiva se evalúan en muchos tests de inteligencia mediante diferentes tareas: por ejemplo, movimiento de manos, orden de palabras, cierre gestáltico o reconocimiento de caras, en la batería de Kaufman para niños (Kaufman y Kaufman, 1983); dígitos o cubos en las escalas de Wechsler. Algunas baterías como la escala BAS (British Ability Scales; Elliot, Murray y Pearson, 1983) analizan, también, el emparejamiento perceptivo mediante diferentes tareas El Sistema de evaluación cognitiva (CAS) de Naglieri y Das (1997) recoge algunas tareas destinadas a evaluar la atención focalizada y selectiva. Una estrategia frecuente en la evaluación de la atención, es la interpretación de las puntuaciones de algunos subtests de las escalas de inteligencia de Wechsler. Así, el factor de independencia a la distracción, que está formado por los subtests de aritmética, dígitos y claves, en el WISC-R, y por aritmética y dígitos en el WISC-III. La dispersión de las puntuaciones en estos subtests se utiliza, junto con las observaciones realizadas durante la administración de las escalas, como indicadores de posibles problemas de atención, que pueden alterar el rendimiento de la persona evaluada. En los últimos años unos pocos estudios también han empleado la prueba de Retención de Dígitos del WISC-III o del WISC-IV como medida de atención sostenida auditiva. La mayor parte de los estudios que han utilizado la prueba de Retención de Dígitos con niños con TDAH han puesto de manifiesto que estos niños obtienen puntuaciones más bajas que los niños del grupo de control en la prueba y, en especial, en la subprueba de dígitos en orden inverso subprueba que, según Hale et al., presenta una alta correlación con la capacidad de atención sostenida. No obstante, hemos de ser cautos a la hora de interpretar estos resultados porque hay que tener en cuenta que dígitos en orden inverso no es una subprueba exclusiva de atención sostenida y que el bajo rendimiento en esta subprueba puede manifestar además de déficits en la atención sostenida, déficits en la memoria operativa o déficits generales en las funciones ejecutivas Retención de Dígitos es principalmente una medida de la atención sostenida y de memoria operativa auditiva (Moreno, 2002). Dígitos en orden directo implica memoria y aprendizaje por repetición mecánica, mientras que dígitos en orden inverso requiere la transformación del estímulo antes de responder; en esta última, el niño no sólo debe conservar la imagen mental de la secuencia numérica por más tiempo que en la prueba de dígitos en orden directo, sino que además debe manipular mentalmente la secuencia antes de repetirla. Las puntuaciones altas en dígitos en orden inverso pueden indicar flexibilidad mental, buena tolerancia al estrés y excelente concentración . La prueba de Retención de Dígitos presenta una adecuada consistencia interna, una buena fiabilidad test-retest y una adecuada validez de constructo. PRUEBAS GRATUITAS Otra escala interesante es el cuestionario de capacidades y dificultades(Strengths and Difficulties Questionnaire, SDQ) (Goodman, 1997) quepermite orientar el diagnóstico hacia TDAH, problemas de conducta, problemas relacionales o trastornos emocionales. Se puede obtener gratuitamente en (http://www.sdqinfo.com/) Valoración de la atención y de la hiperactividad. Para valorar la atención se recomienda la realización del Continous Performance Test. La prueba consiste en la presentación por ordenador de diferentes figuras en un espacio breve de tiempo, se le pide al niño que ante la coincidencia de un círculo y un cuadrado, pulse el cursor del teclado, en función de acierto o error se comunica al niño su respuesta acertada, omitida o fallada. Esta prueba mide la atención sostenida y la impulsividad. Se puede obtener en la pagina: www.paidopsiquiatria.com EVALUACIÓN DE LA PERCEPCIÓN La percepción implica el procesamiento activo de la información que llega a través de los diferentes sistemas sensoriales. Este procesamiento comprende un conjunto de pasos interrelacionados y sucesivos, que permiten codificar e integrar los estímulos en conjuntos significativos. Los instrumentos que estudiaremos en este apartado evalúan, además de la percepción, otros procesos como la atención y la memoria, ya que es difícil evaluar separadamente estos procesos Tests estandarizados: Existen diferentes pruebas estandarizadas para la evaluación de la percepción visual, la discriminación perceptiva y la coordinación visomotora. La discriminación perceptiva y la habilidad para separar una figura simple de un contexto en el que está enmascarada se pueden evaluar con los tests de figuras enmascaradas. El test gestáltico visomotor de Laureta Bender (1938-1984) evalúa la percepción visual y la coordinación visomotora. La tarea consiste en copiar 9 figuras geométricas que se presentan en tarjetas de 10 X 15 cm. Esta prueba puede aplicarse a partir de los cinco años. Existen diversos sistemas de corrección para niños, adolescentes y adultos, que se basan en la calidad de la reproducción El test de desarrollo de la percepción visual de M. Frostig (1988) está formado por cinco subtests que evalúan la coordinación visomotora, la discriminación figura-fondo, la constancia de la forma, el reconocimiento de posiciones en el espacio y la percepción de relaciones espaciales. Puede administrarse a niños entre los 4 y los 7 años. Esta prueba es muy útil para la evaluación de alteraciones perceptivas asociadas al proceso lector y cuenta con un programa de entrenamiento (Frostig y Horne, 1964). El test de copia de una figura compleja de Rey (Rey, 1987) evalúa la actividad perceptiva a través del proceso de copia y de reproducción de memoria de una figura geométrica compleja, sin significado aparente Esta prueba es muy útil en el ámbito clínico ya que permite evaluar el funcionamiento de los procesos de estructuración perceptiva y memoria visual.