1 PREFERENCIA MEDIDAS COLECTIVAS COBRE INDIVIDUALES

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Preferencia de medidas colectivas sobre
individuales: trabajos en altura
PREFERENCIA MEDIDAS COLECTIVAS COBRE INDIVIDUALES: TRABAJOS EN ALTURA
Por su interés, adjuntamos un resumen de la sentencia STSJ Cantabria núm. 314/2004 (Sala
de lo Social, Sección 1ª), de 24 marzo. Recurso de Suplicación núm. 1220/2003.
El punto de partida es un accidente por caída desde altura en una obra realizada en una
cubierta, donde el trabajador estaba descargando unos tableros de madera para colocar
encima de éstos la pizarra.
Dichos tableros le eran suministrados en paquetes, mediante una grúa torre manejada por otro
trabajador.
En un desplazamiento por el tejado, el trabajador pisó uno de estos tableros y resbaló cayendo
encima de él y deslizándose encima del tablero por la pendiente de la cubierta, que tenía una
inclinación de 40%, y cayendo al suelo desde una altura de ocho metros.
El trabajador llevaba un arnés anticaída, pero no lo llevaba anclado a la cuerda de vida sujeta
al cable fijador colocado en la cumbre del chalet.
Para la realización de dicha obra, los trabajadores, habían recibido como equipos de protección
individual, un caso, botas de seguridad y guantes. Así mismo, el trabajador había recibido
información básica en materia de prevención de riesgos laborales.
La cubierta disponía en el momento en que se produjo la visita de la Inspección de trabajo de
unas barandillas en las vertientes de la misma, aunque no en los laterales de la cubierta, de
una altura de 1,05 m y otra a una altura de 0,45 m.
La empresa fue condenada a un recargo de prestaciones por falta de medidas de seguridad,
que recurrió, alegando que el trabajador fue informado de los peligros de su puesto de trabajo y
de las medidas de seguridad que debía adoptar, incluyendo el uso de cinturón de seguridad
adecuado para todo trabajo con riesgo de caída de altura de más de dos metros cuando no
exista protección colectiva eficaz.
El Tribunal confirma la condena a la empresa, argumentando sobre la preferencia de las
medidas colectivas e individuales en los siguientes términos:
...el nivel de riesgo cero o tolerable ha de obtenerse con medidas de naturaleza colectiva con
preferencia a las de naturaleza individual (artículo 15.1.h de la Ley 31/1995), de forma que los
equipos de protección individual, como son los cinturones de seguridad, sólo deben utilizarse
cuando existan riesgos para la seguridad o salud de los trabajadores que hayan podido
evitarse o limitarse suficientemente por medios técnicos de protección colectiva o mediante
medidas, métodos o procedimientos de organización del trabajo (artículo 4 del Real Decreto
773/1997). Por consiguiente es inaceptable la alegación empresarial de falta de uso de un
medio de protección individual, como es el cinturón de seguridad, si no ha acreditado
previamente que ha empleado todos los medios de naturaleza colectiva u organizativa posibles
en la situación. El mero hecho de centrar el debate litigioso en la falta de uso por el trabajador
del equipo de protección individual es un dato significativo, revelador de la debilidad
argumentativa de la empresa.
Finalmente ha de analizarse la suficiencia y adecuación del medio de protección colectiva que
consta en la relación de hechos probados. Comencemos por decir que no consta probado que
en el momento del accidente estuvieran instaladas barandillas en los bordes de la cubierta,
sino que estaban instaladas cuando posteriormente la Inspección de Trabajo y Seguridad
Social giró visita a la obra con motivo del accidente, dos semanas después, lo que es
notoriamente distinto. De hecho es difícil pensar cómo pudo producirse el accidente si hubieran
estado instaladas las barandillas en el momento del accidente tal y como después consta
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individuales: trabajos en altura
probado que estaban instaladas cuando se giró la visita inspectora, ya que el cuerpo del
accidentado hubiera debido pasar por debajo de la barra intermedia, situada a 45 centímetros.
Aunque dicho espacio es suficiente para que un adulto de constitución normal pueda deslizarse
intencionadamente por debajo, es difícilmente pensable que en la situación de violencia de una
caída por una superficie inclinada de 40 grados, en la que el instinto humano le lleva a
resistirse a la caída e intentar encontrar objetos a los que agarrarse, el trabajador pueda llegar
a adoptar la postura y realizar el movimiento necesario para deslizarse por debajo del listón
intermedio de la barandilla, por lo que, siempre que éste sea suficientemente resistente y
rígido, la caída se convertirá en un golpe contra este listón de la barandilla. Ahora bien, el texto
del punto 3.a de la parte C del anexo IV del Real Decreto 1627/1997, al referirse a esta
protección intermedia de las barandillas, señala que la misma debe impedir el paso o
deslizamiento de los trabajadores. Hay que recordar que el artículo 23 de la Ordenanza
General de Seguridad e Higiene en el Trabajo no sólo obligaba a que las barandillas tuviesen
un listón intermedio (o bien barrotes verticales con separación máxima de 15 centímetros), sino
también un plinto inferior de 15 centímetros de altura como mínimo. Esta prescripción ha sido
sustituida por la analizada del Real Decreto 39/1997, de la que ha desaparecido la mención al
plinto inferior, sustituido por un reborde de protección cuya altura no se especifica. Dicha norma
establece con claridad la obligación de que el listón intermedio cumpla la función de impedir el
paso o deslizamiento de trabajadores, lo que obligaría a reducir el hueco existente entre el
suelo y este listón por debajo de los 45 centímetros, si con ello no se evita, como se viene a
decir por la recurrente, el paso o deslizamiento del cuerpo de un adulto. Entre los dos espacios
abiertos delimitados por el listón intermedio, el que debe ser protegido, especialmente en una
situación de trabajo en cubiertas inclinadas o deslizantes, es el inferior, puesto que de
producirse un accidente por deslizamiento no intencionado del cuerpo del trabajador por el
suelo, el lugar de paso de dicho cuerpo será, lógicamente, el inferior y no el superior. Yerra la
empresa cuando dice que si la norma no especifica dónde ha de estar situado el listón
intermedio éste pueda colocarse a cualquier altura, puesto que la colocación debe ser
adecuada a la funcionalidad buscada.
Por otro lado hay que destacar que el punto 3.a de la parte C del anexo IV se refiere a las
barandillas como protección permanente de los desniveles, huecos y aberturas existentes en la
obra, siendo obvia su funcionalidad como protección perimetral, pero en relación a los puestos
de trabajo en los forjados horizontales, puesto que en el punto 12 de la misma parte C se hace
referencia a los trabajos en tejados, indicando que deberán adoptarse las medidas de
protección colectiva que sean necesarias, en atención a la altura, inclinación o posible carácter
o estado resbaladizo. En este caso la inclinación era de 40 grados, lo que constituye una
situación de riesgo adicional en relación con el trabajo en horizontal, por lo que ha de preverse
la posible insuficiencia de la barandilla para evitar el deslizamiento del trabajador que pueda
caer por la pendiente, de forma que si se deduce que la misma, por sus condiciones, es
insuficiente, debe acudirse a otros medios de protección colectiva antes de prescribir como
medida el uso de un equipo de protección individual. El punto 3.b de la parte C del anexo IV del
Real Decreto 1627/1997 señala a título indicativo algunas opciones, como son las redes de
seguridad o la instalación de plataformas en el perímetro a proteger. En definitiva la norma deja
libertad para elegir el medio de protección que considere adecuado, siempre y cuando se
obtenga con ello un nivel suficiente de protección. En una obra de construcción dicha elección
debe producirse a través del plan de seguridad, en aplicación del estudio de seguridad,
estando las empresas contratistas obligadas a cumplir el mismo, bajo la vigilancia y mando de
la dirección facultativa y del coordinador de seguridad. Cuando no consta ni siquiera la
existencia de plan de seguridad en el que se analice la concreta situación de riesgo y las
medidas que han de adoptarse, ni se justifica la existencia de la estructura preventiva prescrita
por las normas de prevención de riesgos laborales, falta todo el conjunto organizativo que
debía garantizar que la realización de los trabajos en la cubierta se hiciera en condiciones de
ausencia de riesgo o de riesgo tolerable y, por consiguiente, en modo alguno puede imputarse
al trabajador la responsabilidad del accidente por no haber enganchado el cable del cinturón de
seguridad, puesto que, al sustituir el conjunto de sus obligaciones preventivas, anteriormente
descritas, por la entrega al trabajador de un equipo de protección individual, haciéndole
responsable de su uso, la empresa, lejos de cumplir con sus obligaciones preventivas, incurrió
en una grave e inexcusable deficiencia.
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