PARTE PRIMERA CAPÍTULO I

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PARTE PRIMERA
CAPÍTULO I - CUENTA CORRIENTE MERCANTIL
1. INTRODUCCIÓN.
a) Antecedentes.
b) Ventajas.
2. CONCEPTO.
3. NATURALEZA JURÍDICA.
a) Operación de contabilidad.
b) Combinación de contratos.
c) Ente moral.
d) Contrato autónomo.
e) Contrato consensual y normativo.
f) Contrato de crédito.
4. DIFERENCIAS CON OTROS INSTITUTOS.
a) Con la cuenta simple o de gestión.
b) Con la apertura de crédito, en cuenta corriente.
c) Con el depósito en cuenta corriente.
5. CARACTERES.
a) Consensual
b) Normativo
c) De crédito
d) Bilateral (art. 771, C.Com.)
e) Típico (o nominado)
f) Oneroso
g) Conmutativo
h) De ejecución continuada
i) Comercial
j) Intuitus personae
6. REQUISITOS SUSTANCIALES.
a) Capacidad.
b) Consentimiento.
c) Objeto.
d) Causa.
7. FORMA Y PRUEBA.
a) Forma.
b) Prueba. Medios admisibles.
c) Carga de la prueba.
8. COMPETENCIA.
9. INDIVISIBILIDAD.
a) Aspectos generales.
b) Aspectos particulares.
I) Novación.
II) Constitución de garantías.
10. CLÁUSULA "SALVO ENCAJE".
a) Generalidades.
b) Naturaleza jurídica.
c) Eficacia unilateral.
d) Efectos.
I) Ambos correntistas se hallan "in bonis"
II) Quiebra del remitente.
III) Quiebra del receptor.
IV) Quiebra del receptor y del remitente.
11. COMISIONES Y GASTOS.
12. MEDIDAS CAUTELARES.
13. CIERRE DE LA CUENTA. TERMINACIÓN DEL CONTRATO.
a) Cierre de la cuenta.
b) Terminación del contrato.
I) Consentimiento de las partes (inc. 1).
II) Vencimiento del término fijado.
III) Casos de terminación forzada.
IV) Voluntad unilateral.
14. SALDO.
a) Generalidades.
b) Fijación del saldo.
c) Rectificación posterior a la aprobación.
d) Intereses.
I) Forma de computarlos.
II) Tasa.
III) Capitalización. Balances parciales.
e) Ejecutividad.
15. PRESCRIPCIÓN.
16. PROYECTO DE UNIFICACIÓN DE LA LEGISLACIÓN CIVIL Y COMERCIAL.
17. CONCLUSIONES.
PARTE SEGUNDA - CONTRATOS BANCARIOS
CAPÍTULO II - INTRODUCCIÓN
18. LAS OPERACIONES BANCARIAS.
a) Concepto en el marco de los actos de comercio.
b) Clasificaciones.
19. LOS CONTRATOS BANCARIOS.
a) Generalidades.
b) Caracterización.
c) Normas aplicables.
CAPÍTULO III - CUENTA CORRIENTE BANCARIA
20. GENERALIDADES.
21. LA CUENTA CORRIENTE BANCARIA Y OTRAS FIGURAS JURÍDICAS.
a) Variedad de la cuenta corriente mercantil.
b) Cláusula accesoria. Cuenta corriente impropia.
c) Cuenta corriente de correspondencia. Contrato de giro.
d) Contrato autónomo.
22. APLICABILIDAD DE LAS NORMAS CONCERNIENTES A LA CUENTA
CORRIENTE MERCANTIL.
23. CONCEPTO. CARACTERIZACIÓN.
a) Concepto
b) Caracterización.
I) Bancario.
II) Autónomo y típico.
III) Consensual.
IV) Normativo.
V) De adhesión.
VI) Bilateral.
VII) Oneroso.
VIII) De ejecución continuada.
IX) Intuitu personae.
24. SERVICIO DE CUSTODIA, DE CHEQUE Y DE CAJA.
a) Servicio de custodia.
b) Servicio de cheque.
c) Servicio de caja.
25. LA DISPONIBILIDAD.
CAPÍTULO IV - APERTURA DE LA CUENTA CORRIENTE BANCARIA
26. CAPACIDAD.
a) Personas físicas.
b) Personas de existencia ideal.
27. DIVERSAS CLASES DE CUENTAS.
a) A nombre y orden de una misma persona.
b) A nombre conjunto de dos o más personas y orden recíproca de ellas.
c) A nombre y a la orden colectiva o conjunta de dos o más personas.
d) A nombre de una o más personas y a la orden de otra o de otras dos o más personas,
recíproca o conjunta.
e) A nombre de asociaciones, fundaciones, sociedades y otras entidades con personería
jurídica.
f) Cuenta de simples asociaciones sin personería jurídica.
g) A nombre de sociedades comerciales regulares.
h) Cuentas de sociedades irregulares o de hecho.
i) Cuenta con nombre de fantasía o de empresa unipersonal y orden de una persona.
j) Sociedades extranjeras.
k) Innovaciones reglamentarias.
28. REQUISITOS PARA LA APERTURA.
a) Presentación de la solicitud.
b) Identidad del solicitante.
I) Nombres y apellidos completos (regla 1.1.1.1.1).
II) Fecha y lugar de nacimiento (regla 1.1.1.1.2).
III) Estado civil y nombre y apellido del cónyuge (reglas 1.1.1.1.3 y 7).
IV) Nombres y apellidos de los padres (regla 1.1.1.1.8).
V) Nacionalidad.
VI) Domicilio.
VII) Actividad profesional o laboral.
VIII) Número de identificación, tributaria, laboral o personal.
c) Personas jurídicas.
d) Registración de firma.
e) Datos sobre la solvencia moral y material.
f) Funcionamiento del servicio de cheques.
g) Inexistencia de inhabilitaciones.
CAPÍTULO V - FUNCIONAMIENTO DE LA CUENTA CORRIENTE BANCARIA
29. OBLIGACIONES DEL CLIENTE.
a) Mantenimiento de disponibilidad de fondos suficientes en cuenta.
b) Prestar conformidad y formular observaciones a los extractos de cuenta.
c) Actualización de las firmas registradas.
d) Denuncia sobre los formularios.
e) Denuncia sobre cheques creados pero no emitidos voluntariamente.
f) Denunciar cambio de domicilio.
g) Comunicar modificaciones del contrato social o de la representación.
h) Reintegrar formularios y denunciar cheques librados.
i) Cumplimiento del pacto de cheques.
j) Prestar conformidad con la entrega de libretas de cheques.
k) Pagar los intereses, comisiones y cargos.
l) Accionar contra las multas impuestas y en su caso pagarlas.
30. OBLIGACIONES DE LA ENTIDAD GIRADA.
a) Suministrar boletas de depósito.
b) Proveer los formularios de cheques.
c) Tener la cuenta al día.
d) Acreditar los importes depositados.
e) Envío de un extracto o liquidación de la cuenta.
f) Informar el saldo de la cuenta.
g) Verificar el número y la firma del cheque y la legitimación del presentante.
h) Otorgar certificación de cheques.
i) Atender el servicio de cheques pactado.
j) Cierre de las cuentas corrientes.
31. INTERESES, COMISIONES Y GASTOS.
a) Intereses.
I. El carácter oneroso de la cuenta corriente bancaria.
II. Intereses en favor del cliente.
III. Intereses en favor del banco.
IV. Capitalización de intereses.
V. Capitalización de intereses sobre el saldo definitivo.
b) Comisiones y gastos.
32. DIVERSOS EFECTOS PARTICULARES DEL FUNCIONAMIENTO DE LA
CUENTA CORRIENTE BANCARIA.
a) Indivisibilidad menguada.
b) La compensación.
c) Embargos y otras medidas cautelares.
d) El llamado efecto "novatorio".
I. Recapitulación.
II. Conclusiones.
33. CLÁUSULA SALVO ENCAJE.
CAPÍTULO VI - TERMINACIÓN DEL CONTRATO. EL SALDO
34. GENERALIDADES.
35. TERMINACIÓN DEL CONTRATO.
a) Vencimiento del plazo pactado.
b) Consentimiento de las partes.
c) Voluntad unilateral de alguna de las partes.
I. Por voluntad unilateral del cliente.
II. Por voluntad unilateral del banco.
d) Libramiento de cheques sin fondos disponibles suficientes.
I. Procedimiento.
II. Sanciones resultantes.
e) Rechazos de cheques por errores formales.
f) Órdenes de no pagar infundadas.
g) Falta de registración de cheques de pago diferido.
h) Multas impuestas y no pagadas.
i) Cierre reflejo, a consecuencia del cierre de otra cuenta.
I. Rectificación del cierre.
A) Por vía administrativa.
B) Por vía judicial.
II. Cese de la inhabilitación.
j) Muerte. Interdicción. Demencia. Inhabilitación.
k) Derecho concursal.
l) Derecho societario.
I. Disposición y liquidación.
II. Trasformación.
III. Fusión y escisión.
A) Fusión.
B) Escisión.
36. SUSPENSIÓN DEL SERVICIO DE PAGO DE CHEQUES.
37. POSIBILIDAD DE COMPENSACIÓN ENTRE VARIAS CUENTAS DE UN
MISMO TITULAR.
a) Generalidades.
b) Código Civil italiano.
c) Las posibilidades en nuestro derecho.
38. DETERMINACIÓN DEL SALDO.
a) Generalidades.
b) Cierre y liquidación de la cuenta corriente bancaria.
c) Suspensión del servicio de pago de cheques.
d) Pase del saldo deudor a cuenta de gestión y mora.
e) Aprobación del saldo final.
f) Rectificación del saldo.
I. Vía procesal.
II. Rectificación y revisión.
III. Posible supuesto de revisión.
39. LA PROBLEMÁTICA DE LOS INTERESES MORATORIOS.
a) Generalidades.
b) Clases de intereses.
c) Las tendencias jurisprudenciales.
d) El fallo plenario.
e) A modo de conclusión.
I. Coincidencias.
II. Discrepancias.
III. Nuestra opinión.
40. CERTIFICADO DEL SALDO DEUDOR.
a) Antecedentes.
b) Las tendencias jurisprudenciales.
c) Doctrina plenaria.
d) Posibilidad de extender el certificado sin cerrar la cuenta.
41. EL CERTIFICADO DEL SALDO DEUDOR COMO TÍTULO EJECUTIVO.
a) Solidaridad pasiva en las cuentas pluripersonales.
b) Caracterización del certificado.
c) Oposición del ejecutado.
I) Abuso de derecho.
II) Arraigo.
III) Citación de evicción.
IV) Defecto legal.
V) Excesiva onerosidad.
VI) Inconstitucionalidad.
VII) Invocación de fuerza o miedo.
VIII) Plus petitio.
d) Excepciones en particular.
I) Litispendencia.
II) Falsedad.
III) Inhabilidad de título.
IV) Debate sobre cuestiones causales.
V) Pago.
e) Juicio ordinario posterior.
42. EL PROBLEMA DE LAS LLAMADAS CUENTAS CORRIENTES "NO
OPERATIVAS" O "INSTANTÁNEAS" O "SIN CHEQUE".
a) Introducción.
b) Una cautela a tener en cuenta.
c) La jurisprudencia mayoritaria.
d) Un fallo que aclara parte de la cuestión.
e) Las opiniones de los autores nacionales.
f) Resumen de la jurisprudencia y doctrina reseñada.
I) De la jurisprudencia prevaleciente.
II) Del fallo de la Sala D.
III) De la doctrina nacional.
g) Conclusiones jurídicas y prácticas.
I) Jurídicas.
II) Prácticas.
CAPÍTULO VII - APERTURA DE CRÉDITO
43. INTRODUCCIÓN.
a) Sujetos.
b) Aspecto económico.
c) Funcionamiento del contrato.
44. CONCEPTO.
a) Diversas nociones, definiciones y conceptos descriptivos de la apertura de crédito.
b) Elementos esenciales y naturales.
45. NATURALEZA JURÍDICA.
a) Préstamo condicional.
b) Mutuo.
c) Mutuo consensual.
d) Promesa de préstamo.
e) Contrato preliminar.
f) Contrato preparatorio de coordinación.
46. CARACTERES.
a) Consensual.
b) De crédito.
c) Bilateral.
d) Innominado.
e) Oneroso.
f) Conmutativo.
g) De ejecución continuada.
h) No formal.
i) Intuitu personae.
47. DISTINTAS CLASES DE APERTURA DE CRÉDITO.
a) Según la forma de utilización de la disponibilidad.
I. Apertura de crédito simple.
II. Apertura de crédito en cuenta corriente.
b) Según su objeto.
I. Apertura de crédito de dinero.
II. Apertura de crédito de firma.
c) Según las garantías.
I. Apertura de crédito en descubierto.
II. Apertura de crédito garantizada.
d) Según su forma de remuneración.
I. Mediante el pago de una comisión fija.
II. Mediante el pago de varias comisiones.
e) Otras clasificaciones.
I. Según su cuantía.
II. Según el beneficiario.
III. Según el plazo de duración del contrato.
48. EFECTOS DEL CONTRATO.
a) Obligaciones del banco acreditante.
b) Obligaciones del acreditado.
I. Comisión "de cuenta".
II. Otras comisiones.
III. Gastos.
IV. Intereses.
V. Constituír las garantías pactadas.
VI. Restituír las sumas utilizadas.
49. MEDIDAS CAUTELARES.
50. TERMINACIÓN DEL CONTRATO.
a) Vencimiento del plazo.
I. Prórroga.
II. Renovación.
b) Caducidad del plazo.
c) Consentimiento de las partes.
d) Voluntad unilateral.
I. Inexistencia de pacto de denuncia.
II. Existencia de pacto.
III. Resolución por justa causa.
e) Muerte, interdicción, inhabilitación, demencia o quiebra del acreditado.
f) Liquidación judicial o administrativa del banco acreditante.
CAPÍTULO VIII - DESCUENTO
51. INTRODUCCIÓN AL DESCUENTO BANCARIO.
a) Antecedentes históricos.
b) Descuento común y descuento bancario.
c) Descuento cambiario y no cambiario.
d) Los contratos de descuento y redescuento.
52. NATURALEZA JURÍDICA.
a) Teoría de la cesión de crédito.
b) Teoría de la compraventa.
c) Teoría del mutuo.
d) Variantes de la teoría del mutuo o préstamo.
e) Tipo contractual autónomo.
53. CARACTERES.
54. FORMA Y PRUEBA.
55. DISTINTOS CASOS DEL DESCUENTO BANCARIO.
a) Descuento cambiario.
b) Descuento no cambiario.
56. EFECTOS DEL CONTRATO DE DESCUENTO.
a) Del cliente-descontatario.
b) Del banco-descontador.
57. TERMINACIÓN DEL CONTRATO.
58. REDESCUENTO.
APÉNDICE DOCUMENTAL
B.C.R.A. TEXTO ACTUALIZADO DE LA REGLAMENTACIÓN DE LA CUENTA
CORRIENTE BANCARIA
BANCO CENTRAL DE LA REPÚBLICA ARGENTINA COMUNICACIÓN "A"
2517, del 13/3/97
ÍNDICE BIBLIOGRÁFICO
RAYMUNDO LUIS FELIPE FERNÁNDEZ - In memoriam
El 26 de marzo de 1989 falleció, a los 95 años de edad, Raymundo L. Fernández.
Concluyó así la fecunda vida terrena de uno de los verdaderos maestros del derecho,
que ha cultivado el pensamiento jurídico en nuestro país.
Su prolífica obra, repetidamente premiada, está integrada, preferentemente, por temas
de derecho procesal civil y derecho comercial, abordados en monografías, opúsculos,
comentarios a leyes y sentencias judiciales, aparecidas en diversas publicaciones,
además de los consabidos libros, códigos anotados y tratados, que, dada su
trascendencia científica, han merecido varias ediciones y sucesivas reimpresiones.
Incursionó, asimismo, en forma oficial y privada, en la elaboración de proyectos de
reformas legislativas que han servido de base a leyes posteriormente dictadas.
Su incansable labor como publicista, hasta pocos meses antes de su desaparición fue
aguda, enjundiosa y esclarecedora para los magistrados, abogados y estudiosos de
nuestro país, pues el conocimiento de varios idiomas le permitió la temprana consulta
del material bibliográfico extranjero producido por los más destacados juristas europeos
-especialmente alemanes, franceses italianos-. Con esta base, de alto nivel científico,
expuso sus fundadas opiniones sobre los diversos temas tratados.
La reconocida jerarquía de sus obras, que han trascendido las fronteras de nuestro país,
ha hecho que los autores, en forma continuada a lo largo de más de medio siglo,
recurrieran a las opiniones de Fernández, como referente ineludible de considerar,
fueran o no coincidentes con la postura doctrinal que hubieran sustentado. Asimismo,
los diversos tribunales -nacionales y provinciales- con frecuencia siguen fundamentando
pronunciamientos con citas de ellas.
De su proficua producción científica y circunscribiendo la atención a los libros que la
integran, cabe citar los siguientes:
La cesación de pagos en el derecho argentino y universal (Premio Accésit de la Facultad
de Derecho de Buenos Aires), Buenos Aires, 1937.
Tratado teórico-práctico de la hipoteca, la prenda y demás privilegios (en tres tomos),
Buenos Aires, 1941.
Prenda con registro. Ley 12962, Buenos Aires, 1948.
Derecho procesal civil (en tres tomos), Buenos aires, 1955.
Proyecto de Código Procesal Civil para la Justicia Nacional, redactado por encargo del
P.E.N. (decreto 4818/58), ed. oficial, Buenos Aires, 1962.
Merecen especial consideración, por diversas razones, además de las obras precitadas:
Código de Procedimiento Civil comentado. Fue la primera obra realizada por Fernández
al principio de la década de los años 30; quien, por entonces desconocido, tuvo
dificultades para conseguir editor, razón por la cual resolvió publicarla en forma
personal -temperamento seguido luego con todos los libros de su autoría-. Este código,
que fue concebido tanto en su contenido, como en su formato y dimensiones -como
decía con su habitual sencillez el maestro-, para ser llevado en el portafolio de los
profesionales litigantes, tuvo más de quince reimpresiones de sus tres ediciones y
mereció el Premio Nacional de Ciencias, distinción, ésta, que por esa época no había
sido conferida con frecuencia a obras jurídicas.
Código de Comercio comentado. Esta obra abarcó la totalidad del derecho comercial terrestre y marítimo-, incluyendo las leyes mercantiles complementarias. Fue realizada
en seis tomos; básicamente recibió tres ediciones y varias reimpresiones, especialmente
de los tres primeros tomos, que fueron bibliografía recomendada en las Facultades de
Derecho y de Ciencias Económicas de nuestro país, el Paraguay, Chile y Uruguay. No
obstante que la última reimpresión data de 1970, en la actualidad es citada asiduamente
por los abogados y tribunales, en los litigios sobre materia comercial.
Tratado teórico-práctico de la quiebra. Fundamentos de la quiebra. Fue publicado en
1937, y según propias palabras del autor, tuvo por finalidad promover el cambio de una
errática jurisprudencia, elaborada por entonces, en torno del concepto del estado de
cesación de pagos.
Esta obra, consta de 1.195 páginas, a pesar de que Fernández, con su habitual humildad,
no terminaba de admitirlo, es en mi concepto la de mayor vuelo científico de toda su
producción, y una de las de mayor jerarquía a nivel internacional.
Debo reconocer, como abogado, que "me comprenden las generales de la ley" por la
amistad, admiración y cariño filial que he sentido y siento por el maestro. Debido a ello,
en esta recordación me serviré de palabras vertidas por maestros indiscutibles de la
ciencia jurídica en oportunidad de la aparición de Fundamentos de la quiebra, de
Fernández, como se acostumbra citar a esta obra en la jerga quiebrista, aun cuando ella
no es su exacta denominación.
El Dr. Leónidas Anastasi dijo en esa revista "La Ley", t. 9 secc. bibl., p. 17: "El doctor
Fernández era conocido en nuestros círculos forenses por su excelente Código de
Procedimiento Civil y Comercial, concordado, que mereció el premio nacional de
ciencias. Aquel volumen se hizo indispensable para los abogados, facilitándoles
grandemente la solución de los problemas procesales con un método digno de
encomio".
"Pero ahora, de pronto, aparece esta obra del Dr. Fernández, que soporta comparación
con las mejoras que se han escrito en el extranjero. Se coloca en el mismo plano de la
obra de Bonelli, Ramella, Rocco y Navarrini".
Y luego de reseñar los puntos capitales que lo integran, concluye manifestando que
ellos "dan una idea, aunque imperfecta, de la importancia de la obra y de su
trascendencia en nuestro medio jurídico, en el que no es frecuente la publicación de
trabajo de la enjundia del presente. El libro que motiva estas líneas será clásico en
nuestra literatura comercialista, por la solidez de su concepción, originalidad de sus
ideas, métodos de exposición y responsabilidad científica del autor".
El prof. Waldemar Ferreyra, de la Universidad de San Pablo, Brasil, escribió en la
Revista da Facultade de Direito (mayo-agosto 1938), que se trata "de un gran tratado de
derecho de quiebra, digno de la cultura jurídica argentina", y que el autor es dueño del
asunto, no esquiva las dificultades doctrinarias. Las enfrenta. Las resuelve con
seguridad y firmeza, en lenguaje muy claro y conciso. Como bien se ha dicho, no son
claros los escritores que lo desean, sino tan sólo los que dominan la disciplina. En esta
afirmación finca el elogio del autor y de su obra".
El jurista uruguayo Eduardo J. Couture manifestó en la "Revista de Derecho,
Jurisprudencia y Administración", de Montevideo (año XXXVI, p. 129), que en la obra
"la información es tan prolija y abundante como en ningún otro tratado de derecho
comercial americano, lo cierto es que lo que sorprende en este libro y da calidad a sus
páginas, no es justamente la excepcional cultura del autor y su desvelo para poner al día
la doctrina y jurisprudencia de cada problema, sino la sobriedad del planteo, su sentido
lógico, la precisión de los conceptos y de las expresiones manejadas, la amplitud de
cada uno de los desarrollos y el gran panorama abarcado en sus consideraciones
científicas. En estas condiciones, puede asegurarse que la obra del Dr. Fernández está
destinada a ser, por muchos años un tratado clásico de la quiebra, del que habrán de
servirse las futuras generaciones que estudien los problemas del derecho comercial
americano".
Y, por último, el Dr. Mauricio Yadarola, en "Jurisprudencia Argentina", t. 62, sec. bibl.,
p. 9, expresó: "La obra que con el Dr. Fernández viene a enriquecer nuestro acervo
bibliográfico es de méritos extraordinarios por su orientación y contenido, por el
examen profundizado de las cuestiones que trata y por su amplia información".
Luego de ocuparse de los capítulos más importantes, el profesor cordobés concluye
diciendo: "Seguir la extensa obra del Dr. Fernández en cada uno de los tópicos
fundamentales que abarca, excedería los límites de esta nota. Se trata, en síntesis, de un
libro que ha venido en momento oportuno para demostrar cómo debe trabajarse cuando
se quiere encarar científicamente el estudio y solución de los problemas propios del
derecho de quiebra".
Reseñada, en apretada síntesis, la obra del extinto, debo decir que lo conocí en 1975,
cuando, previa carta de presentación que me dio el Dr. Alberto G. Spota -su entrañable
amigo-, accedió a leer los originales del que resultó ser luego mi primer libro sobre
Títulos de crédito, al cual le escribió un breve prólogo. Desde entonces lo traté
asiduamente, especialmente en los ocho años siguientes, cuando por su iniciativa
trabajamos en concebir este Tratado actualmente en curso de publicación, diagramando
la totalidad de los contenidos que integran la veintena de volúmenes proyectados.
La experiencia ha sido única; en los encuentros de los días miércoles que regularmente
tuvimos, pude evaluar los valores morales y científicos del Dr. Fernández; su profundo
respeto por el colega, su espontánea vocación de servicio por el prójimo, y,
fundamentalmente, su proverbial humildad, propia de los hombres sabios.
En efecto, ya pasados los 80 años, en su serena ancianidad, cuando su prestigiosa
trayectoria de jurista estaba consolidada, cuando podía darse por satisfecho y disponerse
a gozar los frutos de la simiente sembrada a raudales por más de medio siglo,
Raymundo L. Fernández, con la sencillez de un noble estudioso que recién comienza y
la disposición propia de sus años jóvenes, se avocó a la consideración de las nuevas
cuestiones del derecho comercial, realizando, como fue siempre su estilo, el más
profundo estudio de las variables que ellas presentaban, y nuevamente la sobriedad en
los planteos, el sentido lógico y el rigor científico tan elogiados por sus pares, dio por
resultado la develación de la incógnita, la solución del interrogante y, en su caso, la
originalidad de las soluciones de alto nivel jurídico.
Sirva, pues, la presente recordación, como sentido homenaje a quien en vida fue jurista
eminente, publicista relevante, hombre de derecho, amigo entrañable y querido maestro.
Debo agregar al recordatorio que antecede, publicado en la "Revista Jurídica La Ley"
(20/4/1989), de la cual fue colaborador permanente, que con toda seguridad el Dr.
Fernández no hubiera estado totalmente de acuerdo con las ponderaciones -trascritas y
efectuadas- de sus obras, como no lo estuvo nunca con cualquier manifestación elogiosa
que a su juicio, aunque fuera fundada, excediera los límites estrictos de un comentario o
recensión técnico-jurídica de algunos de los libros de su abundante producción
científica.
También debo expresar a los lectores que la partida del maestro, ocurrida
providencialmente el día de Pascuas, tiene que se tomada por mí -tal cual me decía
cuando acordamos asociarnos para escribir este tratado- como el hecho natural del paso
a la eternidad, que como espíritus encarnados que somos, todos hemos de afrontar en
algún momento de nuestra vida.
En lo sucesivo trataré de hacer honor, tanto a la elección de la cual tuve la inmerecida
distinción de ser objeto cuando me invitó a colaborar con él, como a la confianza que
me dispensó en delegarme al responsabilidad de redactar los volúmenes hasta ahora
aparecidos. Para ello cuento a mi favor con el aprendizaje de los años de trabajo de
elaboración conjunta transcurridos y, además, con el material de su autoría acumulado publicado o no- sobre los temas que integran los volúmenes de próxima aparición. Por
esas razones, será justo y necesario que la obra continúe publicándose en coautoría, y
que aunque concretada en forma personal, al redactar este volumen y los próximos, siga
usando la primera persona del plural, pues siempre en su contenido habrá parte
importante del pensamiento del querido maestro, quien en el día de la fecha habría
cumplido 97 años.
Manuel B. Gonnet, 15 de agosto de 1990.
OSVALDO R. GÓMEZ LEO
PRÓLOGO DE LA SEGUNDA EDICIÓN
Luego de casi un lustro de haber abierto un paréntesis en la continuidad de este Tratado,
por razones ajenas a la voluntad de quien escribe estas líneas -hoy felizmente superadas, damos a publicidad la segunda edición de este volumen III-D, actualizada respecto de
la normativa legal y reglamentaria vigente, así como convenientemente ampliada, tanto
en lo referido a los comentarios vertidos en el texto, como en lo concerniente a la
jurisprudencia del último lustro.
En el primer aspecto ha resultado imprescindible adecuar el estudio de la cuenta
corriente bancaria a las profundas modificaciones que ha experimentado la legislación
de fondo respecto de ese contrato bancario y en lo que se refiere a los cheques. Y
utilizamos el plural, con motivo de creación de una nueva clase de cheque, como es el
de pago diferido.
Por otro lado analizamos, tanto las modificaciones introducidas por la ley 24452 , del
2/3/95, como la recientemente sancionada ley 24760 , del 13/1/97, con la necesaria
consideración de las normas reglamentarias dictadas posteriormente por el Banco
Central de la República Argentina con relación a la apertura, funcionamiento y cierre de
las cuentas corrientes sobre las que se puede librar cheques, en su condición de
autoridad de aplicación, con carácter de superintendencia sobre la actividad bancaria de
nuestro país.
En el segundo aspecto debemos señalar que la jurisprudencia acopeada y seleccionada
ha sido triplicada con respecto a la edición anterior, agregándose, en varios casos, fallos
de la Capital Federal y de los tribunales provinciales sobre tópicos que hasta ahora
carecían de anotación jurisprudencial.
Como quedó dicho al principio, con esta entrega a nuestra casa editorial, retomamos el
curso de publicación de este Tratado, cuyo volumen III-E, de próxima aparición,
concluirá con el tema de los contratos bancarios, tal como fue proyectado
originariamente. Sin embargo, nos hemos visto precisados a efectuar una leve
modificación en el plan general de la obra, en virtud de la cual el tomo IV -que abarcará
varios volúmenes- estará dedicado al tratamiento de los aspectos dogmáticos y legales
de los concursos y quiebras, del modo proyectado, en función de la novísima legislación
vigente. En los tomos sucesivos abordaremos las diversas materias que conforman esta
obra integral sobre el derecho comercial.
Ratificando la determinación de seguir adelante con el Tratado teórico-práctico
proyectado con el querido maestro, Don Raymundo L. Fernández, anunciada en la parte
final del prólogo de la anterior edición de este volumen III-D, esperamos cumplir con la
ambiciosa propuesta, ahora con más razón, a la luz de la buena voluntad puesta de
relieve por quienes han hecho posible la prosecución de esta obra de largo aliento.
Manuel B. Gonnet, 26 de junio de 1997.
OSVALDO R. GÓMEZ LEO
ABREVIATURAS
Alem.: Alemania .
[D 5508 F-1] Cuando se indica sólo el nombre o la abreviatura de una nación, se refiere
al código de comercio vigente en ella.
apart.: apartado.
arg.: argumento.
art./arts.: artículo/artículos.
Bs. As.: Buenos Aires
C.Aer.: Código Aeronáutico.
Cám. Fed.: Cámara en lo Federal de la Capital.
cap.: capítulo.
C.C. o C.Civ.: Código Civil de la República Argentina.
C.Com.: Código de Comercio.
cit.: citado.
col.: columna.
comp.: comparar.
conf.: conforme.
cons.: consultar.
Const.: Constitución de la Nación Argentina.
contr.: contrario.
Córd.: Córdoba.
Corr.: Corrientes.
C.Pen.: Código Penal.
C.Proc.C.C.: Código de Procedimiento Civil y Comercial de la Nación.
C.Proc.Crim.: Código de Procedimiento en lo Criminal de la Capital.
decr.: decreto.
decr.-ley: decreto-ley.
decr. regl.: decreto reglamentario.
ed.: edición.
E.R.: Entre Ríos.
fr.: fragmento.
Fr.: Francia .
[D 5508 F-2] Cuando se indica sólo el hombre o la abreviatura de una nación, se refiere
al código de comercio vigente en ella.
ibíd.: ibídem (en el mismo lugar).
íd.: ídem.
inc./incs.: inciso/incisos.
infra: debajo, posteriormente.
Ingl.: Inglaterra .
[D 5508 F-3] Cuando se indica sólo el hombre o la abreviatura de una nación, se refiere
al código de comercio vigente en ella.
It.: Italia .
[D 5508 F-4] Cuando se indica sólo el hombre o la abreviatura de una nación, se refiere
al código de comercio vigente en ella.
L.C.: Ley 19551, de Concursos.
LOT.: Ley Orgánica de Tribunales.
L.Q.: Ley de Quiebras.
lug. cit.: lugar citado.
n./ns.: nota/notas.
nº/nos.: número/números.
ob. cit.: obra citada.
p./ps.: página/páginas.
párr.: párrafo.
part.: partida.
passim: en varios lugares.
PE: Poder Ejecutivo.
p. ej.: por ejemplo.
PG: parte general.
PJ: Poder Judicial.
PL: Poder Legislativo.
Regl. Autom.: reglamentación de la ley 12346, de transporte automotor.
Regl. Carg.: reglamentación para el transporte de carga por automotor en Cap. Fed. y
zona 1 de la provincia de Buenos Aires.
Regl. F.C.: Reglamento General de Ferrocarriles.
res.: resolución.
R.J.N.: Reglamento para la Justicia Nacional.
s./ss.: siguiente/siguientes.
SF: Santa Fe.
supra: arriba, precedentemente.
tít.: título.
v.: ver.
vº: verbo.
v.gr.: verbigracia.
vol.: volumen.
§: parágrafo.
ABREVIATURAS DE PUBLICACIONES
ADLA: Anales de Legislación Argentina, editorial La Ley, Buenos Aires.
AS: Acuerdo y Sentencias de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos
Aires, La Plata.
BJC: Boletín Judicial, Córdoba.
BJCh.: Boletín Judicial, Resistencia (Chaco).
BJCNP: Boletín Judicial de la Cámara Nacional de Paz de la Capital Federal, Buenos
Aires.
BJM: Boletín de Jurisprudencia de Mendoza (publicación oficial), Mendoza.
BO: Boletín Oficial de la República Argentina, Buenos Aires.
D.: Dalloz, Recueil analytique de jurisprudence et de législation (publicación mensual),
París.
D.A.: Dalloz, Recueil analytique de jurisprudence et de législation (publicación
mensual), París.
D.C.: Dalloz, Recueil critique de jurisprudence et de législation (publicación mensual),
París.
D.H.: Dalloz, Recueil hebdomadaire de jurisprudence (publicación semanal), París.
D., Rép. alph.: Dalloz, Répertoire alphabétique de législation, de doctrine et de
jurisprudence, París.
D., Rép. alph. S.: ídem. Supplément, París.
D., Rép. prat.: Dalloz, Répertoire pratique de législation, de doctrine et de
jurisprudence, París.
DJ: Doctrina Judicial, Buenos Aires.
DJA: La Revista de Derecho, Jurisprudencia y Administración, Montevideo.
DJBA: Diario de Jurisprudencia (boletín judicial de la provincia de Buenos Aires), La
Plata.
DL: Derecho Laboral, Buenos Aires.
DT: Derecho del Trabajo, Buenos Aires.
Dig. Jur. : Digesto Jurídico, Buenos Aires.
[D 5508 F-5] Estos repertorios son anuales; el primero comienza en 1936. Los sumarios
que figuran en esta colección (hasta el tomo XXIII: 1963) se han concentrado en el
Digesto Jurídico, de la editorial La Ley, trece tomos, divididos por materias: derecho
civil, derecho procesal, etc.; lo citamos Dig. Jur. Con posterioridad dicha editorial
publicó el Digesto Jurídico 2, trece tomos, continuación del anterior, que comprende el
período 1964-1976; lo citamos Dig. Jur. 2.
Dig. Jur. 2 : Digesto Jurídico 2, 1964-1978, continuación del anterior.
[D 5508 F-6] Estos repertorios son anuales; el primero comienza en 1936. Los sumarios
que figuran en esta colección (hasta el tomo XXIII: 1963) se han concentrado en el
Digesto Jurídico, de la editorial La Ley, trece tomos, divididos por materias: derecho
civil, derecho procesal, etc.; lo citamos Dig. Jur. Con posterioridad dicha editorial
publicó el Digesto Jurídico 2, trece tomos, continuación del anterior, que comprende el
período 1964-1976; lo citamos Dig. Jur. 2.
ED: El Derecho, Buenos Aires.
FT: Fallos de la Cámara de Apelaciones del Trabajo de la Capital Federal, Buenos
Aires.
Gaz. Pal.: Gazette du Palais, París.
GF: Gaceta del Foro, Buenos Aires.
GP: Gaceta de Paz, Buenos Aires.
GT: Gaceta del Trabajo, Buenos Aires.
I.: Impuestos, Buenos Aires.
J.: Juris, Rosario.
JA: Jurisprudencia Argentina, Buenos Aires.
JC: Justicia, Córdoba.
JER: Jurisprudencia de Entre Ríos (publicación oficial), Paraná.
JM: Jurisprudencia de Mendoza (publicación oficial), Mendoza.
JSJ: Jurisprudencia de San Juan (publicación oficial), San Juan.
JT: Jurisprudencia de Tucumán (publicación oficial), San Miguel de Tucumán.
JTN: Jurisprudencia de los Tribunales Nacionales (publicación oficial), Buenos Aires.
Journ. Pal.: Journal du Palais, París .
[D 5508 F-7] Posteriormente se unión con Sirey y se cita Sirey o S., solamente.
LL: Revista jurídica argentina La Ley, Buenos Aires.
LJU: La Jurisprudencia Uruguaya, Montevideo.
Monit. Trib.: Monitore dei Tribunali, Roma.
Pand. fr.: Pandectes françaises, París.
RDP: Revista de Derecho Procesal, Buenos Aires.
Rev. Fr. Dr. Aér.: Revue Française de Droit Aérien, París.
RDC: Rivista di Diritto Commerciale.
RDM: Revista de Derecho Mercantil.
RL: Repertorio general de la revista jurídica argentina La Ley.
RLyJ: Revista de Legislación y Jurisprudencia de Carette y Atwell Ocantos, Buenos
Aires.
RSF: Repertorio de Santa Fe.
S.: Sirey, Recueil général des lois et des arrˆts, París.
ABREVIATURAS DE TRIBUNALES
[D 5508 F-8] Tratándose de tribunales extranjeros, provinciales o federales en las
provincias, se indica a continuación el nombre o la abreviatura de la nación, la provincia
o la ciudad de su sede.
Cám. Civ.: Cámara en lo Civil de la Capital de la República (antes de su organización
en dos Cámaras, 1ª y 2ª).
Cam. Civ. 1ª o 2ª: Primera o Segunda Cámara en lo Civil de la Capital, antes de su
fusión y división en salas.
Cám. Civ. A: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital, Sala A (o B, C,
D, E, F, según corresponda).
Cám. Com.: Cámara en lo Comercial de la Capital antes de su división en salas.
Cám. Com., A: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la Capital, Sala !
(o B, C, según corresponda).
Cám. C.C.: Cámara en lo Civil y comercial.
Cám. Crim.: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la
Capital desde la derogación de la ley 13998, por el decr. 1285/58.
Cám. Fed.: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Federal y Contencioso
Administrativo de la Capital, desde sus orígenes, sin división en salas, hasta la fecha, en
que funciona con esta denominación, habiendo pasado por la derogada de Cámara
nacional de Apelaciones en lo Civil, Comercial y Penal Especial y en lo Contencioso
Administrativo; cuando no se indica Sala se refiere a la Civil y Comercial; la penal se
indica: Cám. Fed. Pen., y la Contencioso Administrativa: Cám. Fed. Cont. Adm.
Cám. Paz: Cámara Nacional de Apelaciones de Paz de la Capital (antes de su actual
denominación: Cámara Nacional de Apelaciones Especial en lo Civil y Comercial).
Cám. Esp. C.C.: Cámara Nacional de Apelaciones Especial en lo Civil y Comercial de
la Capital.
Cám. Pen.: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal de la Capital, hasta su actual
denominación de Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, por
el decr. 1285/58.
Cám. Pen. Econ.: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico de la Capital
Cám. Trab.: Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo de la Capital.
Cas.: Corte de Casación (seguida de la inicial del país o del nombre de la ciudad).
Cas. Civ.: Corte de Casación de Francia, Cámara en lo Civil; el 1 de octubre de 1947 se
la dividió en tres secciones: Civil, Comercial y Social; se indican agregando: Secc. Civ.,
Secc. Com. y Secc. Soc., respectivamente.
Cas. Crim.: Ídem, Cámara en lo Criminal.
Cas. Req.: Ídem, Cámara de requˆtes.
Cám. Civ., en pl.: Cámaras en lo Civil de la Capital de la República, en pleno (antes de
su fusión en una sola por la ley 13998) y Cámara actual en lo Civil, en reunión plenaria
de sus salas.
Cám. Civ. Com., en pl.: Cámaras en lo Civil y en lo Comercial de la Capital de la
República, en pleno (antes de la sanción de la ley 13998).
Cám. Com., en pl.: Cámaras en lo Comercial de la Capital, en reunión plenaria de sus
salas.
CJ: Corte de Justicia.
CS: Corte Suprema de Justicia de la Nación.
SC: Suprema Corte.
SCBA: Suprema Corte de Justicia de la prov. de Buenos Aires
ST: Supremo Tribunal o Superior Tribunal.
MODO DE CITAR
OBRAS Y AUTORES
Las obras son las indicadas en la bibliografía, mencionándose por el nombre del autor;
el tomo, con numeración romana; la página, con arábiga. Ej.: Zavala Rodríguez, I,
87,significa: Zavala Rodríguez, Código de Comercio y leyes complementarias,
comentados y concordados,
ed. 1964, t. I, p. 87. Cuando se cita nº, se refiere a los párrafos de la obra; p. ej.: Vidari,
III, nº 2200, significa: Vidari, Corsi di diritto commerciale, 5ª ed., Milán, 1901-6, nº
2200.
FALLOS
Jurisprudencia argentina
En los fallos, después del hombre del tribunal, el primer número indica el tomo y el
siguiente la página; cuando no se cita revista (JA,
LL, CF, GP, DT, ED, etc.) se refiere a la recopilación de fallos del tribunal; ej.: CS,
236, 52, significa: Corte Suprema nacional, t. 236 de su recopilación, p. 52; 228, 18,
245 y 322, significa: t. 228, ps. 18, 245 y 322; Cám. Civ., A, LL, 168, 521, significa:
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal, Sala A, La Ley, t.
168, p. 521.
Los fallos se separan uno de otro con punto y coma. Cuando un mismo fallo ha sido
publicado en varias recopilaciones, se cita a éstas separándolas también con punto y
coma y a la última se la une con la conjunción y; por ej.: CS, 188, 126; JA, 73, 18; LL,
26, 1081; GF, 155, 319; y DT, 1954, 39, significa: Corte Suprema nacional, fallo
publicado en las siguientes recopilaciones: recop. oficial del tribunal, t. 188, p. 126;
Jurisprudencia Argentina, t. 73, p. 18; La Ley, t. 26, p. 1081; Gaceta del Foro, t. 155, p.
319; y Derecho del Trabajo, año 1954, p. 39.
En los tribunales divididos en salas, se indica a éstas con números romanos o letras
mayúsculas; p. ej., Cám. Esp. C.C., II, significa: Cámara Nacional de Apelaciones
Especial en lo Civil y Comercial de la Capital, Sala II; Cám. Civ., A, significa: Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital, Sala A.
Jurisprudencia extranjera
Francia: Cas. Civ., D., 1930.1.208; S., 1931.2.315; y Journal. Pal., 1930.406, significa:
Corte de Casación, Cámara Civil, publicado en Dalloz, año 1930, parte 1ª, p. 208, en
Sirey, año 1931, parte 2ª, p. 315, y en Journal du Palais, año 1930, p. 406. A veces, para
mayor claridad, se dice: Cas. Fr.
Las cortes de apelación se indican con el nombre de ciudad en donde tienen su asiento:
París, Marsella, Burdeos, etc., y también anteponiéndole la abreviatura Ap.
Italia: Cas., Foro It., 1940.1.85, y La Giurispr., 1941.1.26, significa: Corte de Casación,
publicado en Il Foro Italiano, año 1940, parte 1ª, p. 26. Algunas veces se cita: Cas. It.,
Cas. Turín, Cas. Milán, Cas. Génova, se refiere a las cortes de casación con asiento en
dichas ciudades, antes de adoptarse el sistema de la corte única de casación, como en
Francia.
Las corte de apelación se indican con el nombre de la ciudad en que funcionan:
Palermo, Florencia, etc., anteponiéndole a veces la abreviatura Ap.
LEYES
Cuando se dice únicamente: art. ..., o se menciona sólo el número, se refiere al Código
de Comercio argentino.
El nombre solo de los países, o su abreviatura, se refiere a los códigos de comercio
vigentes en ellos.
La cita de un autor o de fallos después de un comentario, precedida de conf., significa
que está conforme con la tesis sostenida en el texto; de contra, que es contrario; de
cons., o v., que puede consultarse sobre el punto; de comp., que la solución sostenida en
esta obra puede compararse con la sustentada por el autor o fallo citados.
Con el fin de que esta obra preste una mayor utilidad como obra de uso diario, se han
sintetizado muchos comentarios y notas, complementándolas con abundantes citas de
doctrina y jurisprudencia.
La gran cantidad de fallos que se menciona (previa selección) tiene por objeto: a)
indicar la persistencia o cambio de la jurisprudencia, desde los pronunciamientos
indicados en los primeros tomos de las recopilaciones oficiales hasta los más recientes;
b) informar sobre la solución dada por los distintos tribunales de la capital y del interior;
c) permitir la compulsa de los fallos a quienes no poseen las colecciones completas de
las recopilaciones oficiales y revistas jurídicas.
PARTE PRIMERA
CAPÍTULO I - CUENTA CORRIENTE MERCANTIL
1. INTRODUCCIÓN.
a) Antecedentes.
No existen antecedentes del contrato de cuenta corriente mercantil ni en Grecia ni en
Egipto (9) .
Tampoco en Roma, pues las anotaciones en el codex acceptis et expensi, especie de
libro mayor que llevaba el pater familias, que eran registradas cronológicamente,
separando en páginas distintas los débitos y los créditos, no tenían características de este
contrato; asimismo, no se lo puede reconocer en los asientos que llevaban en un libro
especial los banqueros romanos, llamado instrumenta argentaria, aun cuando en él
destinaran un folio para cada cliente y porque de tales asientos extrajeran los datos para
elaborar el balance, periódicamente (10) .
Algunos autores han creído encontrar los antecedentes en los libros calendaria, que
llevaban los ciudadanos romanos en tiempo de la República, que quedaron limitados a
los banqueros con el advenimiento del Imperio, y servían para documentar los contratos
litteris, según hemos estudiado en otra oportunidad (11) ; pero como ellos no producían
novación, también han sido descartados (12) .
Con mayor afinidad, pues se trató de un contrato por el cual las partes se efectuaban
concesión recíproca de créditos, se ha considerado un antecedente relevante la
convención que acostumbraban celebrar ciertos comerciantes en el siglo XV, por la cual
acordaban suspender la liquidación de sus créditos hasta la realización de determinada
feria futura, compensando los débitos y créditos, para pagarse sólo el saldo resultante;
con la variante de que ello podía ser efectuado al contado o asumiendo el pago de las
deudas por cuenta de quien resultara acreedor u otorgando crédito por la diferencia.
Empero, como sólo se trataba de cuentas de debe y haber, que eran cerradas
periódicamente, suspendiéndose la liquidación sobre la base de la fiducia recíproca de
las partes, se ha concluído que no se trata, cabalmente, de un verdadero contrato de
cuenta corriente mercantil (13) .
Habida cuenta de lo expuesto, cabe ratificar que el contrato que estamos estudiando
nació, como todos los institutos mercantiles, de las necesidades del comercio y fue
decantándose en el tiempo según las necesidades, pero su actual fisonomía es de origen
relativamente reciente. Su elaboración científica data, apenas, del siglo pasado.
b) Ventajas.
La contabilidad en cuenta corriente tenía por objeto evitar el trasporte de numerario con
motivo de cada operación cuando dos comerciantes realizaban entre sí operaciones en
forma continuada; anotaban tales operaciones en dos columnas y periódicamente las
compensaban para obtener un saldo; pero los distintos créditos no perdían su
individualidad.
Pero es dable evidenciar que el contrato de cuenta corriente mercantil, en su concepción
actual, presenta otras ventajas, a saber:
I. Multiplica los capitales al permitir el uso de los pertenecientes a la otra parte, pues
sólo hay obligación de pagar las deudas provenientes de las operaciones en determinada
fecha; por eso sostenemos que importa una concesión recíproca de crédito.
II. De un lado, aumenta la productividad de los capitales porque cada uno de los
correntistas dispone de los valores recibidos y remitidos; de otro lado, porque tales
capitales devengan intereses.
III. Simplifica las relaciones económicas al unificar créditos provenientes de numerosas
operaciones que pueden tener lugar entre dos personas, evitando la remesa constante de
facturas, documentos comerciales, etc.
IV. La inexigibilidad e indisponibilidad de los créditos incorporados en la cuenta
corriente, permiten un tratamiento unitario de las remesas que ingresan, que lleva
finalmente a la constitución del saldo, que es el crédito líquido y exigible de una de ellas
y, consecuentemente, la deuda de la otra.
JURISPRUDENCIA
La cuenta corriente mercantil se caracteriza porque en ella existe una concesión
recíproca de crédito, hasta su clausura (Cám. Fed. C.C., LL, 131, 969; Cám. Civ. 1ª, San
Luis, LL, 126, 348; Cám. C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 217; Cám. Com., A, ED, 86,
683; D, LL, 1985-B, 22, con nota de Nissen) en razón de que las partes quedan privadas
de la facultad de disponer de las cantidades que fueron acreditadas, pues éstas, una vez
anotadas en la cuenta, forman una serie inescindible de créditos inexigibles,
concurrentes al saldo final y sustraídas a las reglas ordinarias sobre trasmisión y
extinción de créditos (Cám. Fed. C.C., ED, 25, 32).
No se debe confundir la cuenta corriente mercantil, con las operaciones de las cuales
surgen los créditos que ingresan en ella en forma de partidas (Cám. C.C. II, Rosario,
RSF, 10, 80), desvinculándose del contrato originario y sujetas al nuevo régimen de
aquélla (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen; Cám. Paz, LL, 99, 254).
Es de la naturaleza de la cuenta corriente mercantil que los saldos que de ella resultan
devenguen intereses (Cám. Civ. 1ª, LL, 1, 1; ídem, LL, 6, 406; Cám. C.C., I, Rosario,
LL, 22, 66; Cám. Com. en pleno -ampliación de fundamentos de los Dres. Anaya,
Quintana Terán, Caviglione Fraga-, LL, 1985-A, 19; Cám. Com., A, LL, 1982-C, LL,
1982-C, 60; ídem, ED, 19, 67); sin embargo, no siendo una imposición de la ley (Cám.
Com., GF, 175, 409), los cuentacorrentistas pueden convenir libremente que la cuenta
no devengará intereses (Cám. C.C., III, Rosario, RSF, 5, 149).
Empero, también se ha declarado que no existe cuenta corriente mercantil si no se ha
estipulado intereses (Cám. Fed. C.C., LL, 25, 669).
2. CONCEPTO.
La cuenta corriente mercantil, desde el punto de vista jurídico y conforme a la
regulación que trae nuestro Código de Comercio, es un contrato en virtud del cual las
partes convienen en que los créditos y deudas que arrojen las operaciones que efectúen
en determinado lapso, pierdan su individualidad y se funden en dos masas contrapuestas
para liquidarse en la fecha convenida, compensándose hasta la concurrencia de la
menor, a fin de obtener, si resultan desiguales, un saldo, deudor para una y acreedor
para la otra. Importa, pues, una concesión recíproca de crédito.
Las operaciones de las cuales surgen los créditos y las deudas quedan terminadas; tales
créditos y deudas se los considera cancelados con su inclusión en la cuenta, donde
pierden su individualidad para convertirse en meros elementos del saldo eventual; las
partidas de la cuenta no representan créditos y obligaciones separados y distintos,
exigibles inmediatamente, sino que se debe considerarlos en su conjunto, sin que
mientras la cuenta está abierta se pueda hablar de deudor y acreedor, pues ello resultará
al efectuarse la liquidación final. Una de las características de este contrato es que cada
parte no asume desde el principio y en forma invariable el carácter de deudor o de
acreedor, el cual puede corresponderle a una u otra, ya que el otorgamiento de crédito es
recíproco y resulta menester esperar la fecha de la liquidación y el saldo que ella arroje.
Es decir, la cuenta corriente no es, como se creyó al principio, un mero sistema de
contabilidad, consistente en dos columnas de debe y haber, en el cual se van asentando
las distintas partidas para restar al final la menor de la mayor y obtener un saldo. Tal
sistema contable existe en la cuenta corriente, pero también en otras cuentas, como la
simple o de gestión, la apertura de crédito en cuenta corriente y el depósito en cuenta
corriente, operaciones que son, como veremos (14) , distintas de la que nos ocupa.
JURISPRUDENCIA
El contrato de cuenta corriente mercantil es aquel por el cual una de las partes remite a
otra o recibe de ella, en propiedad, cantidades de dinero y otros valores, sin aplicación a
empleo determinado, ni obligación de tener a la orden una cantidad de valor
equivalente, pero a cargo de acreditar al remitente por sus remesas, liquidarlas en
épocas convenidas, compensándolas de una sola vez hasta la concurrencia del débito y
crédito y pagar el saldo (Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288). De la propia
definición surgen los requisitos esenciales, sin los cuales no puede tener vida en nuestro
medio el mencionado contrato (Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, JA, 1982-I, 556 Ver Texto).
La cuenta corriente mercantil, que supone, esencialmente, remesas recíprocas realizadas
en propiedad, con el compromiso de compensarlas en época oportuna, para establecer,
en su caso, un saldo que el correntista que entonces resulte acreedor podrá reclamar
(Cám. Fed. C.C., LL, 122, 775; ídem, ED, 25, 31).
Reiterándose que los elementos esenciales, con la exigencia de que los créditos y deudas
que arrojen las operaciones previstas pierden su individualidad, se realicen en un
período determinado, se funden en dos masas contrapuestas para liquidarse en fecha
convenida, compensándose hasta la concurrencia de la menor, resultando un saldo
deudor para una de las partes y acreedor para la otra, importando, por tanto, una
concesión recíproca de crédito (Cám. Civ. 1ª, San Luis, LL, 126, 348).
La cuenta corriente mercantil tiene su tipificación jurídica propia (Cám. C.C. 1ª, San
Martín, ED, 57, 561), caracterizándose por los siguientes elementos: a) remesas
recíprocas, en propiedad y sin objeto determinado; b) indivisibilidad de la cuenta; c)
remesas facultativas; d) efecto novativo sobre la operación de la cual surge la remesa
que ingresa en la cuenta; e) naturaleza consensual del contrato (Cám. Com., C, LL,
1975-A, 778).
Es decir, que con lo declarado hasta aquí, se ha reiterado la antigua jurisprudencia que
reconocía la existencia del contrato, cuando existieran los siguientes requisitos: Los
valores y efectos remitidos y las remesas efectuadas han sido trasferidas en propiedad;
las diversas operaciones no constituyen contratos distintos y autónomos, sino que han
perdido su individualidad, para aparecer englobados en el régimen único de la cuenta
corriente; el pago del saldo se efectuará al vencimiento de ésta, conforme a las
estipulaciones contractuales, y se han compensado el debe y haber; y finalmente, se ha
estipulado un interés y se ha establecido la exigencia del saldo definitivo, previo aviso
(Cám.
C.C., I, Rosario, RSF, I, 266).
Los correntistas, al obligarse a concederse crédito recíprocamente, quedan privados de
disponer de las cantidades que les fueron acreditadas, pues éstas, una vez anotadas en la
cuenta, forman una serie inescindible de créditos inexigibles, concurrentes al saldo final
(Cám. Fed. C.C., ED, 25, 32); pues pierden todas las características que antes les eran
propias, para quedar sometidos al régimen de la cuenta corriente (Cám. Paz, IV, LL, 99,
254), constituyendo solamente artículos de créditos y débitos, destinados a formar
elementos de un saldo final (Cám. Fed. C.C., LL, 131, 968).
La inclusión en la cuenta corriente de un valor exigible supone la inexigibilidad
inmediata del crédito y lo trasforma en una simple remesa acreditada en cuenta y sujeto
al régimen general del contrato de cuenta corriente, en el cual todas las partidas del debe
y del haber están sometidas a una compensación única que se efectúa al cerrar la cuenta
(Cám. C.C., II, Rosario, RSF, 10, 80).
No se debe confundir la cuenta corriente mercantil con las operaciones de las cuales
surgen los créditos y las deudas que ingresan en ella en forma de partidas, desvinculadas
del contrato originario y sujetas al nuevo régimen de aquélla (Cám. Com., D, LL, 1985B, 22, con nota de R. Nissen).
Para que exista cuenta corriente mercantil es indispensable que las remesas de dinero o
valores se efectúen sin aplicación o empleo determinado (Cám. C.C. 1ª Mar del Plata,
ED, 24, 60; Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288; Cám. Com., JA, 1944-III, 734, con
nota de E. O. Rosenbusch; Cám. C.C., II, Rosario, JA, 1959-V, 457).
3. NATURALEZA JURÍDICA.
Las teorías sobre la naturaleza jurídica de la cuenta corriente mercantil presentan gran
variedad de matices; un panorama sobre ellas puede presentarse del siguiente modo (15)
.
a) Operación de contabilidad.
Los primeros juristas que buscaron establecer la naturaleza jurídica de la cuenta
corriente, difundida ya en el comercio, no la conceptuaron un contrato sino un simple
estado de hecho resultante de las habituales relaciones de negocios entre dos personas,
en virtud del cual podían hallarse, recíprocamente, en situación de deudor o acreedor;
sólo se veía en ella una operación de contabilidad, negándose que fuera un contrato. En
ese sentido, se expidieron:
Merlin (16) , quien la describía diciendo: Se llama cuenta corriente el cuadro de las
letras de cambio que los negociantes y los banqueros giran unos sobre otros, y de las
remesas que se hacen recíprocamente... Hay cuenta corriente todas las veces que hay
débito y crédito, todas las veces que hay debe y haber (17) . Dalloz (18) reproduce la
definición de cuenta corriente dada por el autor citado.
Frémery (19) la carácterizó como una cuenta en la cual un comerciante debita las sumas
pagadas por otro y las letras de cambio que le gira, y acredita las sumas recibidas de su
corresponsal, así como las remesas que éste le hubiera efectuado (20) .
Alauzet (21) manifiesta que la cuenta corriente, de la cual se ha pretendido hacer un
contrato, no es más que una expresión perteneciente a la ciencia del tenedor de libros; y
agrega: no es más que un simple hecho, o el resumen, si se quiere, de cierto número de
hechos cumplidos; no es más que el resultado de operaciones ya realizadas que está
destinada a comprobar y a resumir. La sola definición de la cuenta corriente que
admitimos como exacta, es, hasta hoy, la dada por el guardasellos en su carta al
procurador general de la Corte de Casación: es un cuadro de contabilidad.
JURISPRUDENCIA
No es cuenta corriente la que no reúne los requisitos del art. 771 Ver Texto del C.Com.,
siendo necesario no confundir, para tales efectos, la simple anotación u operación de
contabilidad con el contrato mismo (Cám. Com., LL, 6, 1129).
b) Combinación de contratos.
Con posterioridad se le reconoció naturaleza contractual, pero negándole carácter
propio, considerándola una aplicación o variante o combinación de figuras conocidas de
derecho.
Así, mientras para Pardessus (22) es un estado de hecho (une sorte de contrat), en el
cual se desarrollan diversos contratos, prevalecientemente un préstamo recíproco y
también algo de depósito y mandato, para Peigné (23) es un préstamo y un mandato;
para Namur (24) , un préstamo recíproco; y, por fin, para Dalloz (25) y Noblet (26) ,
una combinación de contrato de préstamo, mandato, cesión, trasferencia y depósito,
pero admiten la novación de los créditos incluídos en la cuenta.
En rigor, esta teoría confunde el contrato de cuenta corriente con las diversas
operaciones de las cuales resultan las remesas recíprocas, las cuales, como ya hemos
manifestado, pierden su individualidad para dar origen a un contrato nuevo.
JURISPRUDENCIA
El contrato de cuenta corriente mercantil no puede ser confundido con la cuenta con
debe y haber, en un libro de contabilidad (Cám. Com., LL, 32, 931).
No existe cuenta corriente si las operaciones que vinculaban a las partes sólo consistían
en los diversos contratos de seguros celebrados entre ellas (Cám. Com., LL, 9, 239).
c) Ente moral.
El autor francés Dufour (27) sostuvo que la cuenta corriente es un ente moral (un ˆtre de
raison) creado por las partes sin notificación al público; pero esta teoría sólo tiene un
valor histórico, pues jurídicamente es insostenible, ya que del contrato de cuenta
corriente no surge ninguno de los caracteres indispensables para la formación de una
personalidad de derecho (28) .
d) Contrato autónomo.
Fueron Delamarre y Le Poitvin los primeros en sostener que la cuenta corriente no es un
simple cuadro de contabilidad, sino un verdadero contrato autónomo, per sè stanto, pero
partiendo del concepto material de remesa, y sosteniendo que ésta es traslativa de la
propiedad de las cosas que constituyen su objeto, atribuyeron al contrato carácter real,
por entender que mientras una remesa no efectúe el traspaso de propiedad no queda
perfecto el contrato. O, en otras palabras, antes de la efectiva tradición de las cosas no
existirá contrato de cuenta corriente sino una mera convención relativa a la cuenta
corriente (29) . Este criterio fue compartido por Feitu, quien catalogó a la cuenta
corriente como un contrato sui generis (30) .
Todos los autores posteriores reconocen, sin discrepancias, que se trata de un contrato
autónomo, de características propias y definidas, si bien para unos es de carácter real y
para otros de carácter consensual.
JURISPRUDENCIA
La cuenta corriente mercantil es una figura que tiene su tipificación jurídica propia y
autónoma, en la cual no es posible encuadrar ningún otro tipo de cuentas, pese a la
designación o interpretación errónea que pudieran hacer las partes (Cám. 2ª, II, La Plata,
LL, 56, 22), sino de que de su ejecución revista las modalidades y formalidades propias
que tiene como contrato autónomo y típico (Cám. Com., LL, 9, 239; Cám. C.C., II,
Rosario, JA, 1959-V, 457).
En nuestro derecho la cuenta corriente mercantil no nace de un hecho, ni aun de una
convención ordinaria, ya que importa por sí misma un contrato autónomo,
independiente de otros, con su naturaleza especial, condiciones peculiares, objetivos
determinados y sus efectos están claramente definidos por la ley (Cám. Fed. C.C., LL,
122, 775).
e) Contrato consensual y normativo.
Fue Massé el primer autor que sostuvo que el contrato del cual nos estamos ocupando es
consensual (31) , y no real (32) , al distinguir el contrato de la remesa que es posterior;
concepto desarrollado magníficamente por Boistel, quien dio un gran paso adelante al
negar que la inclusión de una remesa en la cuenta corriente produzca, necesariamente, la
trasferencia de propiedad de las cosas objeto de la operación (33) .
Este autor francés, en la 2ª edición de su Cours de droit commercial, había sostenido
que la cuenta corriente era sólo una convención preliminar modificatoria de los efectos
de ciertos contratos -v.gr., las operaciones futuras entre las partes-; pero en la 4ª edición
de esa obra rectifica su criterio, afirmando: "Después de nuevas reflexiones pensamos
que se puede conformar, sin inexactitud, al lenguaje usado ahora y llamar a la cuenta
corriente un contrato; crea de toutes pièces una situación definida a las partes y
obligaciones precisas; sin dudas, estas obligaciones se refieren, para modificarlos, a los
contratos que tendrán lugar cuando se efectúen las remesas, pero tienen en su causa y en
sus efectos algo de más general; reglan las relaciones futuras de las partes, hacen correr
los intereses en cierta forma; dan nacimiento al crédito de saldo, que tiene caracteres y
efectos especiales" (34) .
Según G. Bonelli, el gran logro de Boistel fue purificar la noción de la cuenta corriente
de los elementos extraños que la viciaban, a partir de lo cual adquiere forma
verdaderamente científica, poniendo de manifiesto lo que es propiamente característico
de este contrato; su principal mérito consiste en ser el primero que eliminó el concepto
erróneo de la trasmisión de la propiedad de las remesas e hizo de la novación una simple
consecuencia de la indivisibilidad de las masas de debe y haber (35) .
En nuestro concepto, el contrato de cuenta corriente mercantil es consensual,
especialmente si se admite que importa, principalmente, una concesión recíproca de
crédito y se prescinde de toda idea de trasmisión de propiedad como efecto de la
inclusión de una partida en cuenta corriente.
Es fundamental en el estudio del contrato que nos ocupa dilucidar, con precisión, el
concepto de remesa, pues él ha variado sustancialmente al ahondarse en el estudio del
instituto. En efecto, en un principio se entendió por remesa la remisión material de las
cosas que constituyen el objeto de las operaciones celebradas por las partes y que dan
origen a los créditos en favor de una u otra, y de ahí que se sostuviera que para incluír
un crédito representativo del valor de las cosas remitidas era indispensable que el
receptor las recibiera en propiedad, única forma de tener la disponibilidad de ellas.
Posteriormente se sostuvo que no era necesaria la remisión material y efectiva de las
cosas, pues la partida puede representar cualquier operación de la cual surja un crédito,
aunque materialmente nada se remita (operaciones de venta, comisión, locación, etc.;
créditos por comisiones, gastos, indemnizaciones, etc.) (36) ; y precisando aun más el
concepto, se estableció que la remesa, en sentido técnico, no es otra cosa que el crédito
emergente de cualquier operación, que pasa a la cuenta corriente; no es la operación,
sino el crédito resultante de ella (37) .
Para nosotros no cabe duda alguna de que el contrato de cuenta corriente se perfecciona
por el simple consentimiento; es un contrato normativo de reglamentación (38) , por el
cual las partes, que convienen realizar determinadas operaciones entre ellas, se ponen de
acuerdo, también, en que los respectivos créditos que de ellas emanen queden incluídos
en una cuenta corriente, para compensarse y liquidarse en determinada fecha; tal
contrato, aunque por lo común se celebra antes o simultáneamente con los contratos
relativos a las otras operaciones, es completamente autónomo y puede formalizarse con
posterioridad a ellos.
Por natural consecuencia, repudiamos la realidad del contrato de cuenta corriente y el
criterio de que sólo se perfecciona al realizarse la primera remesa de bienes (39) . La
inclusión de un crédito-remesa en la cuenta corriente produce efectos con relación al
valor que una parte debe entregar a la otra, o sea, al crédito, que pierde su
individualidad y, como consecuencia, deja de ser exigible, para convertirse en un simple
elemento aritmético de la cuenta corriente, incorporándose a la masa activa, destinada a
compensarse oportunamente con la masa pasiva, para producir un saldo deudor o
acreedor; según el caso, acreditar o debitar determinada partida, no significa que desde
el momento de asentarla en la cuenta exista un acreedor y un deudor por esa suma, pues
las partes sólo tendrán ese carácter con respecto al saldo resultante al cerrarse y
liquidarse la cuenta. La inclusión de un valor o crédito en la cuenta corriente importa, en
razón de la pérdida de su individualidad, su percepción por el acreedor, el cual deja de
serlo en ese concepto, pues la operación de la cual surge se considera liquidada; sólo
queda en pie la cuenta corriente. Por ejemplo: si la operación es una compraventa,
entregadas las mercaderías de conformidad, en vez de pagar el precio convenido pasa a
la cuenta corriente; con lo cual la compraventa queda definitivamente terminada, pues el
vendedor ha dejado de ser acreedor por el precio, ya que el crédito ha desaparecido para
trasformarse en una partida más de la cuenta corriente; no hay en ese momento acreedor
ni deudor; la trasferencia de propiedad de las cosas ha tenido lugar, no por la
circunstancia de que las partes trabajen en cuenta corriente, sino porque el contrato de
compraventa ha recibido pleno cumplimiento por ambas partes: entrega de los bienes
por el vendedor, pago del precio por el comprador; ya que, como decimos, su
incorporación a la cuenta corriente tiene ese alcance.
A partir de lo expuesto, se ve claro que la trasmisión de propiedad (aunque
consideramos preferible no emplear esa expresión), únicamente podría referirse al valor
que representa el precio, que pasa del patrimonio del acreedor al del deudor, pues el
respectivo crédito debe considerárselo pagado (40) ; pero, en realidad, el patrimonio del
comprador no ha quedado liberado por completo, puesto que ha nacido la obligación
eventual de la cuenta corriente. Si la operación es un envío de mercadería en
consignación para su venta, una vez vendidas las mercaderías, pero no antes, el
consignatario incluírá en la cuenta corriente su deuda por el precio que ha percibido del
comprador, y los efectos son los mismos indicados precedentemente: la consignación ha
terminado, se ha cumplido el contrato por ambas partes, rigiéndose desde entonces las
obligaciones recíprocas por la cuenta corriente.
Las operaciones productoras de créditos y deudas destinadas a pasar a la cuenta
corriente pueden ser de cualquier naturaleza, como expresamente lo determina nuestro
Código de Comercio en su art. 773 Ver Texto, así como puede pasar a la cuenta todo
crédito, por cualquier título y época que sea (art. 775 Ver Texto, ap. 1). Tal es el alcance
del concepto dogmático (acogido en este último artículo) de que la inclusión de una
partida en la cuenta corriente produce novación. No es que la compraventa, la
consignación, etc., desaparezcan como tales operaciones para ser sustituídas por otra
operación que se denomina cuenta corriente, sino tan sólo que los créditos primitivos,
por precio u otro concepto, desaparecen para ser reemplazados por la situación de
derecho que crea la cuenta corriente, que importa para el acreditado la eventualidad de
ser acreedor por el saldo, a cuya formación contribuye la referida partida. O en otros
términos: el crédito primitivo se trasforma en un crédito eventual, sujeto al régimen de
la cuenta corriente (art. 775 Ver Texto, C.Com.).
Este concepto dogmático no sólo puede sostenérselo en nuestro derecho sino que es en
realidad el que corresponde, dando a los textos legales la correcta interpretación y
armonizando las distintas disposiciones.
Los autores argentinos se inclinaron, al principio, por la teoría del contrato real (41) ,
siguiendo a Vidari, lo que se explica, al menos en la época más antigua, porque era la
predominante entonces. Para llegar a esta conclusión se basaron, principalmente, en la
redacción de los textos legales, el alcance de los cuales no es empero el que le
atribuyen, sino que, al contrario, no obstante la época de su sanción, puede
considerárselos acordes con las teorías predominantes en la actualidad (42) .
En efecto: según el art. 771 Ver Texto, C.Com., la cuenta corriente es un contrato
bilateral y conmutativo, por el cual una de las partes remite a la otra, o recibe de ella, en
propiedad, cantidades de dinero u otros valores, sin aplicación a empleo determinado, ni
obligación de tener a la orden una cantidad o un valor equivalente, pero a cargo de
acreditar al remitente por sus remesas, liquidarlas en las épocas convenidas,
compensarlas de una sola vez hasta la concurrencia del débito y crédito y pagar el saldo.
La definición legal es perfectamente aceptable, y si bien la referencia en propiedad no
es feliz, no significa, como entienden algunos autores, que las cosas objeto de las
operaciones que se desarrollan entre las partes (venta, consignación, locación, etc.),
deben necesariamente pasar a ser propiedad del receptor (con lo cual quedarían
excluídas la consignación, la locación y, en general, todas las operaciones, con
excepción de la compraventa). Este alcance, en rigor, importa sostener una enormidad
jurídica, pues aparte de no concebirse por qué razón no pueden las personas que se
hallan en relaciones de cuenta corriente realizar las negociaciones mencionadas en
último término, significa confundir la cuenta corriente con las operaciones de las cuales
emanan los créditos y las deudas que ingresaran en ésta en forma de partidas,
desvinculadas del contrato originario y sujetas al nuevo régimen.
El artículo que nos ocupa no habla de cosas, sino, como corresponde, de dinero u otros
valores, lo cual coincide con el concepto de remesa que hemos expuesto
precedentemente: v.gr., crédito-remesa. En la cuenta corriente no se asientan
operaciones, sino simplemente créditos y deudas; no se debe confundir las cosas objeto
de una operación con el valor de ellas, que a su término constituye un crédito o un
débito. El precepto dispone, por tanto, que "las cantidades de dinero u otros valores"
incluídos en la cuenta corriente pasan a ser propiedad del debitado, lo cual técnicamente
significa, con una terminología no por cierto correcta, que el debitado adquiere la
disponibilidad de la suma, respondiendo por ella sólo en las condiciones que resultan de
la cuenta corriente, es decir, incorporándola a la masa pasiva, para ser compensada con
la masa activa al cerrarse la cuenta y proceder su liquidación (43) . Que no solamente
las operaciones de compraventa, con traspaso de propiedad de las cosas objeto de ellas,
pueden ser incluídas en la cuenta corriente, lo determina el art. 773 Ver Texto, C.Com.,
cuya redacción es deficiente, pero cuyo sentido resulta claro y concuerda, asimismo,
con los modernos conceptos de la ciencia comercialista (44) .
JURISPRUDENCIA
El contrato de cuenta corriente mercantil es de carácter consensual (Cám. Com., C, ED,
58, 365), es decir, requiere el solo acuerdo de las partes (Cám. C.C., II, Rosario, LL,
122, 949), no estando sujeto para su validez a solemnidades determinadas ni
constitución por escrito (Cám. Com., LL, 32, 931). Al contrario, puede resultar no ya de
una convención expresa, sino aun del simple consentimiento tácito, el cual se puede
inducir de que los correntistas se hayan hecho remesas recíprocas, en ocasión de las
cuales el remitente las ha debitado regularmente al receptor y éste las ha acreditado al
primero (Cám. C.C., III, Rosario, LL, 12, 955).
Asimismo se ha precisado que se trata de un contrato normativo, de reglamentación, que
sirve de marco a las partes, que normalmente establecen una serie habitual y continuada
de operaciones que van generando los créditos y las deudas que ingresan en ella (Cám.
C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487).
Sin embargo, también se ha declarado que siendo que el consentimiento, en el contrato
de cuenta corriente mercantil, puede surgir de la ejecución misma, es un contrato real
(Cám. 2ª, I, La Plata, DJBA, 52, 427).
Reiterándose, que al tratarse, más que nada, de un estado efectivo de cosas, en donde el
consentimiento puede emanar de la ejecución misma, su existencia puede ser probada
con toda amplitud, ya que se trata de un contrato real, que puede constituírse
tácitamente (Cám. 2ª, I, LL, 53, 433).
Se ha abandonado el concepto materialista de "remesa" que la identificaba con las cosas
entregadas. En la actualidad, se entiende por remesa a cualquier operación de la cual
derive una situación de crédito que pueda entrar en la cuenta corriente mercantil y
destinada al efecto de entrar en ella (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R.
Nissen; Cám. C.C., III, Rosario, JA, 1959-V, 457), es decir, que tales remesas no son el
envío de cosas o bienes tangibles materiales, sino créditos emergentes de cualquier
operación que pasa a la cuenta corriente (Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487).
La expresión "en propiedad" que trae el art. 771 Ver Texto, C.Com. (Cám. Fed. C.C.,
LL, 122, 775; ídem, ED, 25, 31; Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288; ídem, JA,
1982-I, 556 Ver Texto; Cám. Com., C, LL, 1975-A, 776; Cám. C.C., I, Rosario, RSF, I,
266), bien que empleada incorrectamente, representa que el debitado adquiere la
disponibilidad de la suma, respondiendo por ella sólo en las condiciones que resultan de
la cuenta corriente (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen).
Es de la esencia del contrato de cuenta corriente que las remesas se efectúen sin
afectación a un empleo determinado (Cám. Com., JA, 1, 752; ídem, JA, 9, 314; ídem,
JA, 18, 259; ídem, JA, 28, 187; C.Civ. 2ª, JA, 27, 1203; SCBA, JA, 38, 447; Cám. Fed.
La Plata, JA, 14, 749; Cám. Com., C, LL, 1975-A, 778; Cám. C.C., I, Rosario, RSF, I,
206).
Los créditos que entran en la cuenta corriente mercantil pierden su individualidad
propia, haciéndose parte de un todo indivisible -la cuenta corriente- (Cám. Fed. C.C.,
ED, 25, 31; ídem, II, LL, 131, 968, en nota "La Austral c. INDER"; Cám. C.C., I,
Rosario, RSF, I, 266; Cám. Fed. C.C., II, ED, 95, 359), lo cual produce el efecto
novatorio reconocido por el art. 775 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., C, LL, 1988-D,
277; ídem, LL, 1975-A, 778; Cám. Civ. 2ª, JA, 1944-III, 772), es decir, que el crédito
que ingresa en la cuenta proveniente por ese hecho pierde todas las características que
antes le eran propias, para quedar sometido al régimen de esa cuenta corriente (Cám.
Paz, IV, LL, 99, 254).
La expresión "en propiedad" que trae el art. 771 Ver Texto, C.Com., no significa que las
cosas objeto de las operaciones que se desarrollan entre las partes (venta, consignación,
locación) deben necesariamente pasar a propiedad del receptor, con lo que quedarían
excluídas la consignación, la locación y, en general, todas las operaciones que no fueran
compraventa (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen; Cám. C.C., I,
Rosario, Rep. LL, XLVI, 487).
f) Contrato de crédito.
Por otra parte, el art. 775 Ver Texto, C.Com., vuelve a hablar de admisión en la cuenta
corriente de valores (no de cosas) y de créditos; lo cual confirma el artículo siguiente,
que legisla sobre los valores remitidos y recibidos en cuenta corriente, determinando
que no son imputables al pago parcial de los artículos que ésta comprende, ni son
exigibles durante el curso de la cuenta. El art. 777 Ver Texto, C.Com., declara de la
naturaleza de la cuenta corriente que los valores y efectos remitidos se trasfieren en
propiedad a quien los recibe (inc. 1), y establece que el crédito concedido por remesa de
efectos o papeles de comercio lleva la condición de que éstos serán pagados a su
vencimiento (inc. 2). Aceptan sin discrepancia nuestros autores, que en el inc. 2 los
vocablos efectos y valores no se refieren a cosas, sino a papeles de comercio, o sea,
títulos de crédito, pero les atribuyen distinto alcance en el inc. 1, en el cual significarían
cosas que se trasfieren en propiedad. Tal criterio es inaceptable, pues no es dable
suponer que el legislador en dos incisos incluídos en un mismo artículo, haya empleado
las mismas palabras con diverso significado; éste no es otro que el que se le da en los
demás artículos del mismo título XII; si tal alcance hace concordar a nuestra ley con los
buenos principios dogmáticos que rigen la cuenta corriente, resulta incomprensible que
el intérprete se esfuerce en desvirtuarlo para colocarla fuera de ellos, no sin antes
criticarla acerbamente (45) . Sólo resta evidenciar que el inc. 4 del mismo artículo habla
nuevamente de valores, y lo mismo en los arts. 779 Ver Texto (valores remitidos en
cuenta corriente), 780 Ver Texto (sumas o valores) y 781 Ver Texto (valores llevados a
la cuenta corriente).
Del ligero examen precedente de las disposiciones legales resulta que el concepto
dogmático que sustentamos de la cuenta corriente, como operación de crédito (46) , por
la cual las partes se lo otorgan recíprocamente (y que está de acuerdo con las
enseñanzas de la doctrina moderna más autorizada) (47) , como contrato normativo de
reglamentación de las relaciones crediticias emergentes de otras operaciones, es también
el que corresponde dentro de nuestro derecho positivo actual.
Bonelli, 842/3, no acepta la teoría de la concesión recíproca de crédito como definición
o explicación complexiva de toda la esencia del contrato, porque prescinde de lo que él
llama desnaturalización del crédito incluído en la cuenta corriente, desnaturalización
que según dice en las ps. 861/2, es algo más radical y profundo que la novación: "No
solamente el crédito inmerso en la cuenta corriente se torna indisponible, no más objeto
de relaciones jurídicas, elemento inerte e inseparable de una masa en la cual está
inmerso" (p. 843). Para concluír afirmando que entre todas las definiciones prefiere la
de Boistel (p. 844), que nosotros ya hemos trascrito.
JURISPRUDENCIA
El contrato de cuenta corriente mercantil es de carácter consensual (Cám. Com., C, ED,
58, 365; Cám. C.C., II, Rosario, LL, 122, 949; Cám. Com., C, LL, 1975-A, 778),
normativo de reglamentación, que sirve de marco a las partes, quienes normalmente
establecen una serie habitual y continuada de operaciones (Cám. Com., LL, 32, 931), de
las cuales pueden surgir créditos y deudas (Cám. Com., A, ED, 86, 683; D, LL, 1985-B,
22, con nota de R. Nissen; Cám. C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 217; Cám. C.C., I,
Rosario, Rep. LL, XLVI, 487; Cám. Civ. 1ª, San Luis, LL, 126, 348), dinero o valores
(Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, ED, 24, 600; Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288;
Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, 387; Cám. Fed. C.C., II, ED, 95, 359) o cualquier
prestación valuable en dinero, es decir, apta para la compensación y destinada a entrar
en la cuenta (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen).
Como ninguno de los cuentacorrentistas es considerado deudor o acreedor, ni los
valores remitidos son exigibles durante el curso de la cuenta (Cám. Fed. C.C., II, ED,
95, 359), ésta se caracteriza porque en ella existe una concesión recíproca de crédito,
hasta su clausura (Cám. Fed. C.C., LL, 131, 969; Cám. Civ. 1ª San Luis, LL, 126, 348;
Cám. C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 217; Cám. Com., A, ED, 86, 683; D, LL, 1985-B,
22, con nota de R. Nissen).
(9) Conf.: R. Deveste, Nouvelles études d´histoire du droit, París, 1902, II, 141 y ss.
(10) Conf.: T. Giannini, vº Conto corrente, en Enciclopedia giuridica italiana, Milán,
1911, II, 815. Este autor menciona que también se ha invocado disposiciones del
Digesto: L. 5, S. A, Dig. 19.5 (D. prescriptis verbis), que alude a un pacto por el cual
dos personas se obligan mutuamente a realizar, la una por la otra, el cobro de sus
créditos recíprocos en Roma y Cartago.
(11) V.: O. R. Gómez Leo, Instituciones de derecho cambiario, Buenos Aires, 1982, I,
63.
(12) Accarias, Précis de droit romain, 4ª ed., II, nº 579. Conf.: R. S”hm, Historia e
instituciones de derecho privado romano, trad. de la 7ª ed. alemana, Madrid, s/fecha.
(13) Conf.: Giannini, 819.
(14) V. nº 4.
(15) Conf.: L. Mossa, La cuenta corriente, en Rev. Fac. Der. y C. Soc. de Buenos Aires,
abril-junio 1926, V, 702 y ss.: El error de la abundante literatura relativa al contrato de
cuenta corriente ha sido la multiplicación de doctrinas, exactas a menudo, pero inútiles,
porque no llegan al fondo de la cuestión, ni ponen de relieve sus caracteres peculiares...
Resultaría trabajo inútil discutir o aceptar estas clasificaciones y fórmulas variadas.
Tampoco sería un método acertado el de combinarlas todas, aun cuando en ellas haya
algo de común y de verdad. Ni es posible atribuír a cada efecto del contrato la misión de
cualificarlo. Si logramos llegar a una fórmula sencilla y comprensiva, sin detenernos a
enumerar cada uno de los efectos del contrato, habremos realizado una buena
construcción jurídica.
(16) Merlin, Questions de droit, Bruselas, 1879, III, vº Compte courant, 1, nº 6.
(17) Conf.: P. Boucher, Institutions commerciales, París, 1801, quien en sentido
coincidente había manifestado con anterioridad que la cuenta corriente es la establecida
entre dos comerciantes, a la cual incorporan aquello que les es debido y aquello que
deben, lo que han recibido y lo que han pagado.
(18) Dalloz, Rép. alph., vº Compte courant, nº 3.
(19) A. Frémery, Études de droit commercial, París, 1833, 380.
(20) Conf.: J. Dietz, Des comptes courants, París, 1869, 59; Lainne, Mémorial du
commerce, París, 1839, 3. La relación existente entre dos casas bancarias o de comercio
ubicadas en lugares distintos, que se envían, recíprocamente, efectos de comercio,
pagaderos sobre la plaza del corresponsal, y que tiene por finalidad establecer y apreciar
el estado de estas relaciones, se llama "cuenta corriente".
(21) I. Alauzet, Commentaire du Code de Commerce, París, 1879, I, nº 6.
(22) J. Pardessus, Cours de droit comercial, 6ª ed., París, 1856/7: El saldo es el resumen
de los distintos préstamos efectuados, sin limitación, a la fecha del reembolso,
produciendo las cantidades incorporadas a la cuenta corriente los respectivos intereses
en razón de que los correntistas son mandatarios recíprocos.
(23) Peigné, en sus notas a Maginot, Tenue de livres, 430.
(24) P. Namur, Le code de commerce belge, révisé, Bruselas, 1876/7, III, nº 1571.
(25) Dalloz, Rép. alph., vº Compte courant, nos. 6 y ss.
(26) J. F. P. Noblet, Du compte courant, París, 1848, 43.
(27) F. Dufour, Essai d´une théorie juridique des comptes courants, en Recueil de
l´Académie de Législation de Toulouse, 1868, IX, 185 y ss.
(28) Conf.: Giannini, 827.
(29) M. Delamarre y M. Le Poitvin, Traité théorique et pratique de droit commercial,
París, 1861, nº 329, quienes definieron la cuenta corriente como el contrato por el cual
una de las partes remite a la otra, o recibe el dinero o valores no afectados a un fin
determinado, pero, en propiedad, sin la obligación de tener equivalente a disposición de
aquel que remite y con la única obligación para quien recibe de acreditarlos al
remitente, salvo su liquidación por compensación hasta su concurrencia por las remesas
respectivas entre la masa del crédito y del débito.
(30) E. Feitu, Traité de compte courant, París, 1873, nº 103; para este autor, cuyo
tratado inspiró a la posterior doctrina francesa e italiana hasta época reciente, el traspaso
de propiedad es sólo uno de los efectos del contrato de cuenta corriente, que también
produce la novación de las obligaciones y la confusión de todas las partidas de la cuenta
en las masas indivisibles de debe y haber.
(31) Sostienen que es un contrato consensual, entre otros: M. G. Massé, Le droit
comercial..., París, 1874, IV, nº 2274; Boistel, nos. 881 y ss.; J. Da, Du contrat de
compte-courant (tesis), París, 1877, nos. 19, 59, 70 y 77; L. Lacour y J. Bouteron, Précis
de droit commercial, París, 1921, II, nº 1474; Lévy, nº 13, cit. por R. Piret, Le compte
courant, Bruselas-París, 1932, n. 134; F. Blanco Constants, Estudios elementales de
derecho mercantil, Madrid, 1936, II, 816; Bertolini, en La Legge, 1888-II, 681; C.
Vivante, Trattato di diritto commerciale, Milán, 1929, IV, nº 1727; Foa, nos. 61 y ss.;
Giannini, I contratti di conto corrente, Florencia, 1895, nº 18; U. Navarrini, Diritto
commerciale, Turín, 1935, I, nº 510; Ch. Lyon-Caen y L. Renault, París, 1921, IV, nº
797; E. Thaller, Traité élémentaire de droit commercial, París, 1931, nº 1662;
Endemann, nº 144; Creizenach, 13.
(32) Consideran que es un contrato real: Delamarre y Le Poitvin, III, nº 322; Feitu, nº
64; Noblet, nº 31; Vidari, IV, nº 4240; Pagani, nº 4; Levi, 18; Supino, Archivio
Giuridico, 1878, nº 16; P. Clement, Étude sur le compte-courant, París, 1889, nº 21; H.
Helbronner, Des comptes-courants (tesis), París, 1867, nos. 15, 18 y 19; M. BravardVeyrières, Traité de droit commercial, París, 1888, II, 437; L. Borsari, Codice di
commercio del regno d´Italia, Turín, 1865, I, nº 347.
(33) Boistel, nos. 880 y ss., define la cuenta corriente como una convención por la cual
dos partes estipulan que los créditos que puedan nacer de sus relaciones de negocio,
cuando entren en la cuenta, perderán su individualidad para trasformarse en simples
partidas del crédito y del débito, de manera que el saldo en que ellas se confundirán sólo
será exigible en las épocas convenidas.
(34) Boistel, nº 881.
(35) G. Bonelli, Della cambiale, dell´assegno bancario e del contratto di conto corrente,
Milán, 1914, 848, si bien en principio niega que sea un contrato consensual, porque de
él no nacen obligaciones, ya que ninguno de los contrayentes tiene obligación de hacer
remesas al otro, y si éstas no tienen lugar el contrato es letra muerta; en la página
siguiente admite que es un contrato normativo, citando a Coviello, que lo designa
contrato modal, definiéndolo como aquel que sin tener contenido actual regula las
modalidades de relaciones futuras, siempre que tenga lugar. Concluyendo que se trata
del contrato que la doctrina alemana (Bechmann) designa como
Gesch„fteverbindungen.
Tal es el verdadero concepto: las partes se obligan a sujetar al régimen (entre nosotros
legal) de la cuenta corriente a sus créditos recíprocos futuros o a algunos de ellos; en
términos comunes: a trabajar en cuenta corriente.
Hay, pues, un verdadero contrato, para cuya perfección basta con el mutuo
consentimiento: un contrato consensual.
(36) Así, Vivante, IV, nº 1772, dice: Por remesa se entiende toda operación que da
derecho a quien la hace de acreditarse en la cuenta corriente. Por consiguiente, hace una
remesa no sólo quien expide mercaderías, dinero, títulos de crédito, sino también quien
paga por cuenta del otro correntista o acepta sus letras, quien incluye en la cuenta
corriente provisiones, las comisiones, las diferencias por juegos de bolsa que le son
debidos. Así, pues, en su amplísimo significado técnico la palabra remesa comprende
también las operaciones en las cuales en realidad no se remite nada.
Navarrini, 986, entiende por remesa: cualquier operación en virtud de la cual una de las
partes pone a disposición de la otra (en sentido amplio) un valor líquido de común
acuerdo y destinado a entrar en la cuenta corriente.
En el mismo sentido: Caluci, nº 15; Supino, nº 28; Morando, nº 11; en la doctrina
francesa: Delamarre y Le Poitvin, III, nº 330; Hamel, I, nº 35; Vasseur y Marin, I, nº
231; y Boistel, nº 882, quien la llama remesa mediata o indirecta, para distinguirla de la
remesa propiamente dicha. Conf.: Williams, 1, 285: la remesa sin envío, estimada como
remesa indirecta o mediata.
(37) Conf.: Bonelli, 827: en suma, remesa en sentido lato es todo crédito destinado a
entrar en la cuenta corriente; Morando, nº 11: si en la técnica, la idea de remesa se
relaciona constantemente con la operación de negocio, entendemos que desde el punto
de vista jurídico conviene adelantar un paso más para abarcar plenamente el concepto
de remesa en cuenta corriente, evitando el peligro que subsiste todavía de considerar
algunos efectos de las operaciones particulares, como, por ejemplo, la trasmisión de la
propiedad, como efecto del contrato de cuenta corriente...; nº 12: pero la remesa no está
tampoco representada por la operación; por el negocio jurídico que hace nacer la
relación obligatoria, que será regulada mediante la cuenta corriente. La operación, el
negocio jurídico, no son para nosotros propiamente la remesa, sino que lo es
precisamente el crédito que de ella resulta.
(38) V. t. III-A, 55.
(39) Para algunos autores -v.gr., Egidi, nº 8-, hacen falta dos remesas, una de cada parte,
única forma -afirman- de que se produzca la compensación del debe y el haber.
(40) Esto es lo que el Código de Comercio italiano, con una expresión nada feliz, que
uniformemente criticaron sus comentadores, pero que determina en forma precisa el
alcance del precepto, califica de "trasferencia de la propiedad del crédito anotado" (art.
345, inc. 1).
(41) Para Segovia, II, notas 2559 y 2561, hay un contrato preliminar, consensual, pero
el contrato de cuenta corriente es real, de tracto sucesivo. Para Obarrio, II, nº 339, antes
de la remisión de valores hay una promesa, cuyo incumplimiento puede dar lugar a una
acción por daños y perjuicios; pero las obligaciones que el contrato de cuenta corriente
crea, los derechos que le son correlativos, no pueden producirse sino desde el momento
en que su ejecución empieza. Malagarriga, V, nº 129; y Rivarola, IV, nº 1222, autor,
éste, que, sin embargo, en el número anterior y en el 1226, coincide en muchos puntos
con nuestras argumentaciones del texto.
Martín y Herrera, en Publicación de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de
Buenos Aires, en el cincuentenario de la reforma al Código de Comercio, incurre en
graves errores conceptuales, confundiendo el contrato de cuenta corriente con las
simples cuentas de crédito de las casas de comercio, aun las minoristas, en sus
relaciones con sus clientes; hasta habla de cuenta corriente en las cuentas de las
empresas de electricidad, gas y teléfono, en las cuales sólo se trata de suministros que
por su naturaleza se cobran por períodos, generalmente, mensuales.
(42) V.: Williams, 1, 32 y ss., donde reseña ampliamente las teorías sobre el tema.
(43) Segovia, II, n. 2576, parece coincidir con el concepto que exponemos; al decir: El
objeto de la cuenta corriente no son las mercaderías y títulos de crédito; sino el
producido de ellos...; la propiedad no pasa sino desde el día en que se determina el
importe del crédito que debe figurar en la cuenta corriente.
(44) P. Esmein, Ensayo sobre la teoría jurídica de la cuenta corriente, Rev. Gral. Der. y
Jurisp., Méjico, 1930, I, 575.
(45) Comp.: Rivarola, IV, nº 1226.
(46) Entre los numerosos autores que ponen como fundamento de la cuenta corriente el
recíproco otorgamiento de crédito, cabe citar a los alemanes Gr�nhut, Zeitschrift fur
privat. u ”ff. Recht, en Endemann´s Handbuch, Berlín, 1910, III, 936, nº 435; Riesser,
Der Kontokorrentverkehr, Leipzig, 1884; Cosack, Traité de droit commercial, París,
1904/7, I, nº 69; Endemann, Der Kredit als gegenstand der Rechtsgesch„fte, Berlín,
1861, 568; Creizenach, Der Kaufm„nnische kontokorrent in seiner rechtliche
Bedeutung, Berlín, 1873, 15; Goldschmidt, System das Handelsrecht in Grundriss,
Berlín, 1889, 165; T”hl, Trattato di diritto commerciale, Nápoles, 1881, 462; Greber,
Das Kontokorrentverhaltnis, Weimar, 1893, 12; Dernburg, Lehrbuch des Preuss.
Privatrechts, II; Halle, 1897, II, 488; al holandés, Levy, nº 22; y a los italianos: Foa, nº
99; Navarrini, Tratt., II, nº 731, y Dir. comm., I, nº 509; Giannini, I contratti, nº 17;
Vivante, IV, nº 1720, y anteriormente en sus Istituzioni, nº 146; Tartufari, en Temi
Veneta, 1889, 309. Los primeros autores alemanes partidarios de esta teoría, coincidían
sustancialmente con la doctrina francesa, pues admitían que aparte de la concesión de
crédito la cuenta corriente produce una radical trasformación de las obligaciones
incluídas en ella, si bien le negaban el carácter de novación; Lévy-Riesser, nº 28;
Creizenach, 18; Goldschmidt, 165 y ss.; Gr�nhut, 941 y ss.; Dernburg, II, 489. Con
posterioridad, un importante sector de la doctrina ha abandonado el concepto de
concesión recíproca de crédito, reemplazándolo por el de modo de liquidación: la cuenta
corriente es un contrato que tiene por objeto la liquidación de créditos recíprocos
mediante compensación (así: Lehmann, Lehrbuch des Handelsrechts, Leipzig, 1908;
Kremer, en Zeitschrift de Gr�nhut, 1910, 230; Staub, Kommentar zum
Handelsgesetzbuch, Berlín-Leipzig, 1927, n. al art. 355; Muller, Gruchot Beitrage zur
Erd�terung des Deutschen Rechts, 657), compensación que según algunos autores
tiene lugar al asentarse en la cuenta corriente cada nuevo crédito, determinando el saldo
en ese momento: teoría llamada de las compensaciones recíprocas. Hay también quien
sostiene (Theusner, 19 y ss., Mohr, passim) que el saldo es exigible en todo momento,
previo al cierre de la cuenta por voluntad unilateral, lo cual aproxima considerablemente
el concepto del contrato que estamos estudiando al de la cuenta simple o de gestión. Los
códigos alemán de 1897 y japonés de 1899, se inspiran en esta orientación. El Código
de Comercio alemán (Handelsgesetzbuch, HGB), en su art. 355, segundo y tercer
apartado, dispone: "Salvo convención contraria, la cuenta corriente debe clausurarse una
vez por año. En la duda, la cuenta corriente puede ser denunciada en todo momento en
el curso de un período; el acreedor tiene entonces el derecho de reclamar intereses por la
suma que corresponda (v. Carpentier, Législation commerciale de l´Allemagne, París,
1901, 159); y más categóricamente, el Código de Comercio japonés, art. 296, establece:
"Cada parte puede en todo momento rescindir la cuenta corriente. En este caso, puede
exigir el pago del balance cerrando inmediatamente la cuenta" (v. Ripert y Komachiya,
Code de commerce de l´Empire du Japon, París, 1924, 145).
(47) Fue un acierto de nuestro legislador haber incluído la cuenta corriente entre las
instituciones de crédito, como la letra de cambio, los pagarés y los cheques. Conf.:
Carnelutti, Note sulla funzione del conto corrente, en Studi di diritto commerciale,
Roma, 1917, 207; A. Mallo Rivas, Estructura, disciplina y definición del contrato de
cuenta corriente mercantil, en Rev. Notarial, separata del nº 808, 5.
4. DIFERENCIAS CON OTROS INSTITUTOS.
La determinación de las diferencias entre el contrato de cuenta corriente y otros que
presentan analogías meramente externas, como los que estudiamos a continuación, es de
gran importancia práctica, sobre todo cuando ocurre el concursamiento de una o de
ambas partes.
a) Con la cuenta simple o de gestión.
Los créditos y deudas incluídos en una cuenta simple o de gestión conservan su
individualidad y efectos originarios (48) , y sólo se ordenan en dos columnas de debe y
haber, para facilitar la obtención del saldo a favor de una de las partes, por tratarse de
cantidades de un denominador común. Es decir, se trata de un método o sistema de
contabilidad al servicio de las respectivas administraciones, privado de efectos jurídicos
(49) .
Como las registraciones no operan novación alguna, los créditos conservan su
exigibilidad, y el cobro de cualquiera de ellos no cubiertos con las entregas del deudor
puede ser reclamado judicialmente, como crédito por precio, locación o lo que sea,
dentro de las condiciones de cada contrato. Se trata, reiteramos, de una forma cómoda
de contabilidad, en la cual se asienta una serie de contratos distintos y autónomos y, por
tanto, carentes de todo efecto jurídico, por lo que el destino especial de la remesa
acaecido en la cuenta de gestión, permite separar las diversas operaciones de las cuales
surgen (50) .
En cambio, el contrato de cuenta corriente produce los efectos que hemos indicado
precedentemente: pérdida de la individualidad de los créditos, que quedan
desvinculados de su fuente, para no tener otra que la cuenta corriente, trasformación que
produce numerosas consecuencias (51) , y la terminación definitiva de las operaciones
de las cuales surgen los créditos, cuya inclusión en la cuenta determina su extinción
como tal, para dar nacimiento a una obligación inexigible hasta la época convenida para
cerrar y liquidar la cuenta.
La contabilidad en cuenta corriente es un sistema que suele aplicarse a las cuentas de
crédito, en las cuales el deudor -que desde el comienzo asume la calidad invariable de
tal- va efectuando pagos a voluntad o en cuotas y plazos convenidos. Cuando las
entregas del deudor coinciden exactamente con los distintos créditos anotados en la
cuenta, ni siquiera se puede hablar de contabilidad en cuenta corriente (52) , pues se
trata de pagos individuales de cada crédito. Y menos tienen el carácter de contabilidad
en cuenta corriente las cuentas periódicas, generalmente mensuales, por suministros
(electricidad, teléfono, etc.), pues, en rigor, no hay en ellas distintas partidas de créditos
ni de pagos a cuenta, como no los hay en los servicios que presta un empleado y se
retribuyen periódicamente (53) .
El art. 772 Ver Texto, C.Com., determina que las cuentas que no reúnan todas las
condiciones enunciadas en el art. 771 Ver Texto del mismo cuerpo legal, son cuentas
simples o de gestión y no quedan sujetas a las prescripciones del título XIII, De la
cuenta corriente; por ello, para determinar si se trata de una cuenta simple o de gestión
o, al contrario, de verdadera cuenta corriente, es decir, establecer si se trata de una mera
forma de contabilidad, de efectos exclusivamente externos o de un contrato generador
de efectos jurídicos, hay que atenerse a las particularidades del caso, teniendo en cuenta
la naturaleza de las operaciones realizadas y la intención de las partes, con
prescindencia de la denominación que éstas le apliquen (54) , pues como hemos visto, el
concepto usual y empírico no coincide con el legal y jurídico.
JURISPRUDENCIA
Como la cuenta corriente mercantil tiene su tipificación jurídica propia y, por tanto, no
es posible encuadrar en ella otro tipo de cuentas, que no responda a lo dispuesto en el
art. 771 Ver Texto, C.Com. (Cám. C.C. 1ª San Martín, ED, 57, 561; Cám. Com., LL, 6,
129; Cám. Civ. 1ª La Plata, JA, 57, 889).
Aunque la costumbre mercantil atribuya a una o varias operaciones la acepción de
cuenta corriente, ella no puede prevalecer frente al texto de la ley, razón por la cual,
para que se configure una cuenta corriente mercantil, debe reunir los recaudos previstos
por el Código de Comercio para este contrato (Cám. Com., A, RED, 6, 386). De ello se
sigue que habrá cuenta simple o de gestión, y no cuenta corriente mercantil, cuando: los
créditos que ingresan en la cuenta conservan su individualidad (Cám. Com., GF, 170,
248; Cám.
C.C. 1ª San Martín, ED, 57, 561; Cám. C.C., II, Rosario, Rep.
LL, XL, 564; Cám. Com., A, LL, 147, 359; Cám. Nac. Rosario, LL, 77, 77; Cám. C.C.
1ª San Martín, LL, 156, 844), el ingreso de la partida en cuenta no produce efectos
novatorios (Cám. Com., GF, 170, 454; Cám. Com., A, LL, 147, 359; Cám. Nac.
Rosario, LL, 77, 77; Cám. C.C. 1ª San Martín, ED, 57, 561; ídem, LL, 156, 844) o las
remesas son remitidas e imputadas a un empleo determinado (Cám. Com., LL, 9, 239;
ídem, GF, 170, 248; ídem, GF, 182, 227; Cám. Com., A, LL, 147, 359, con nota de F.
M.; B, LL, 100 743; ídem, RED, 4, 442; ídem, LL, 141, 352; C, ED, 20, 240; SCBA,
LL, 46, 375; Cám. C.C. 1ª San Martín, ED, 57, 561; Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL,
132, 83). Es decir, que a pesar de observarse en ellas el aparato externo de una cuenta
corriente mercantil, falta la reglamentación unitaria de las relaciones de crédito y débito
entre las partes (Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288).
En el lenguaje común es dable afirmar que existe cuenta corriente cuando un
comerciante no exige a su cliente un pago al contado, abriéndole un crédito a tal fin,
pero ello no será una cuenta corriente mercantil (Cám. Com., A, RED, 6, 386), pues
mientras en ésta existe concesión recíproca de crédito, en la cuenta simple o de gestión
existe sólo una concesión de crédito del vendedor al comprador (Cám. Com., A, ED, 86,
683; Cám. C.C., I, B.Blanca, ED, 92, 217), y para estas últimas el ordenamiento jurídico
no establece otras consecuencias que no sean las establecidas para los contratos cuya
realización constatan, consecuencias que de ninguna manera puede atribuírse a ellas
(SCBA, RED, 8, 384).
La finalidad de la apertura de una cuenta simple o de gestión es la registración de
operaciones ordenadas en dos columnas de "debe" y "haber", para facilitar la
organización contable del giro y los balances; es decir, que se trata de una cuestión de
organización interna del comercio (del fallo de 1ª instancia) (Cám. Com., A, ED, 86,
683).
Resolviéndose que no había contrato de cuenta corriente mercantil, sino: compraventa
mercantil (Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 289); compras y pagos a cuenta (Cám.
Com. B, RED, 4, 442); venta de mercaderías y pagos de ellas (Cám. Com., JA, 2, 492);
venta de hacienda en remate (Cám. C.C., II, Rosario, Rep. LL, XL, 654); ventas y
entregas de dinero (Cám. Com., B, RED, 5, 317); el saldo deudor negativo prefigura un
contrato de mutuo (Cám.
C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 213); préstamos del patrón a sus empleados (Cám. Com.,
A, RED, 14, 269); ventas al fiado (Cám. Paz, II, LL, 51, 73; Cám. Com., LL, 10, 416;
Cám. 1ª, I, La Plata, JA, 1950-III, 319; Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, ED, 24, 600; Cám.
C.C. 1ª San Martín, ED, 57, 561; Cám. Com., A, ED, 86, 683; Cám. C.C. 1ª, I,
B.Blanca, ED, 92, 217; Cám. Fed. C.C., ED, 26, 669); socio que comercializa cereales y
ganado por intermedio de la cooperativa a la cual pertenece, cooperativa que a su vez le
suministra mercaderías diversas contabilizando sus importes como débito en la cuenta
(Cám. C.C. 1ª B.Blanca, Rep.
LL, XL, 654).
Habiendo una cuenta simple o de crédito, las partes deben probar sus créditos y sus
pagos, no siendo suficiente que el accionado niegue simplemente el recibo de las
mercaderías. La prueba de libros sostiene las restantes probanzas y la actitud de la
accionada (Cám. C.C. 1ª San Martín, RED, 10, 403).
Es aplicable el art. 73 Ver Texto, C.Com., que establece la presunción de
reconocimiento implícito sobre la exactitud de la cuenta, salvo prueba en contrario, una
vez trascurrido un mes desde su recepción (Cám. Paz, II, LL, 7, 207).
En la demanda por el cobro del saldo de una cuenta simple, se debe dar el detalle de las
diversas operaciones que la integran (Cám. Com., C, LL, 121, 695).
La cuenta simple y la de gestión no son, de por sí, generadoras de intereses sobre saldo
(del fallo de 1ª instancia) (Cám. Com., A, LL, 1980-A, 377); por ello, es improcedente
la aplicación del art. 785 Ver Texto, C.Com., correspondiente a la cuenta corriente
mercantil, si no existe mora que los torne exigibles por mandato de la ley, ni pacto
expreso sobre interés (Cám. C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 217).
Nada impide que la cuenta simple o de gestión devenguen intereses, si así se ha
estipulado (Cám. C.C., II, Rosario, LL, 122, 949); sin embargo, si no ha existido pacto
en ese sentido, los intereses legales sobre el saldo reclamado deben ser liquidados desde
la fecha de notificación de la demanda (Cám. Com., A, LL, 147, 359, con nota de F.M.;
B, RED, 4, 442; Cám. Fed. C.C., ED, 26, 669).
Cuando en la cuenta de gestión el saldo es negativo, aparece prefigurado el contrato de
mutuo, en la compleja relación jurídica que vincula a las partes. Ergo, la circunstancia
de pagos de intereses por cierto número de períodos no constituye a cargo del solvens la
obligación de seguirlos pagando cuando no constan en el título de la obligación, ya que
según el art. 2249 Ver Texto, C.Civ., si el mutuario ha pagado intereses que no estaban
estipulados, no está obligado a continuar pagándolos. De otro lado, la invocación de un
pacto tácito de intereses, y no un convenio expreso, aun con el consentimiento prestado
a la percepción de intereses en el pasado, no produce la remisión o renuncia del derecho
de desconocer en el futuro dicha modalidad (Cám. C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 213).
Como gran cantidad de fallos exigen para la existencia de la cuenta corriente mercantil
que haya reciprocidad de remesas, lo cual es erróneo, pues se trata de un contrato
normativo en el cual las remesas son facultativas (Cám. Com., C, LL, 1975-A, 778),
entendemos procedente trascribir dos pronunciamientos que sientan la buena doctrina
judicial: No se debe confundir el contrato de cuenta corriente mercantil con aquellos en
que se realizan liquidaciones periódicas, ni aun con aquellos en que las operaciones de
contabilidad revelan la existencia de remesas que originan créditos y débitos recíprocos
(Cám. Fed. C.C., LL, 122, 775).
No todas las frecuentes operaciones recíprocas entre comerciantes que originen créditos
y débitos también recíprocos y que son registrados en una contabilidad donde se
contraponen el "debe" y el "haber", con liquidaciones periódicas y establecimiento de
un saldo por compensación, suponen siempre la existencia de una cuenta corriente
mercantil (Cám. Civ. 1ª San Luis, LL, 126, 349).
b) Con la apertura de crédito, en cuenta corriente.
Es ésta una operación común de los bancos -aunque puede el suministrador no ser
banquero-, por la cual concede crédito a determinados clientes, que pueden, así, sin
tener fondos depositados, girar hasta cierto máximo, percibiendo el banco intereses por
el plazo que dure la utilización efectiva de la disponibilidad (55) . Para dar a la
operación plena eficacia como suministro constante de disponibilidad de crédito, suele
dársele el carácter de permanencia, facultando al deudor para hacer entregas a cuenta,
con lo cual continúa disponiendo del crédito hasta el máximo prefijado. En el fondo,
sólo se trata de una forma perfeccionada de préstamo a interés, contrato cuya ejecución
se desarrolla sobre el marco de la contabilidad en cuenta corriente. Las calidades de
acreedor del banco y de deudor del cliente son invariables, pues la diferencia sustancial
con la cuenta corriente mercantil radica en que mientras en ésta hay concesión recíproca
de crédito, en aquélla sólo es otorgada por una de las partes (56) , sin que los depósitos
que el deudor efectúa para disminuír su débito, puedan ser considerados acreditaciones,
en sentido técnico, sino sólo es un pago de lo que debe (57) .
La operación de apertura de crédito no genera otros efectos que los del contrato de
préstamo, y las distintas partidas únicamente representan sumas prestadas o devueltas,
manteniendo ellas su individualidad (58) .
En el contrato de cuenta corriente, como las remesas son facultativas, por lo común no
se establece límite, pues cada parte puede establecerlo tácitamente de hecho al no
efectuar las operaciones que dan nacimiento a los créditos que alimentan la cuenta
corriente. En la apertura de crédito, como la concesión de éste es unilateral,
generalmente se fija un límite (59) .
De otro lado, cabe señalar que mientras en la apertura de crédito la finalidad es reforzar
la posición económica del acreditado, poniendo a su disposición el crédito con facultad
de disponerlo según las modalidades convenidas; en la cuenta corriente las partes se
proponen evitar los pagos al contado, liquidando periódicamente las respectivas partidas
y difiriendo el pago del saldo que resulte a la clausura de la cuenta (60) .
Si se combina con el depósito en cuenta corriente, o, mejor dicho, se superpone con
éste, autorizando al depositario para girar más allá de sus depósitos, esto es, en
descubierto, hasta determinada cantidad, se dará corrientemente el caso de que en
ciertos momentos los depósitos cubran el descubierto y arrojen un saldo favorable al
depositante, pero tal eventualidad no modifica el carácter de apertura de crédito, pues se
trata sólo de un efecto de la combinación o yuxtaposición de ambas operaciones (61) .
Sobre este punto se puede ver, además de las obras y estudios citados precedentemente:
Rezzara, RDC, 1909-II, 80; Messineo, RDC, 1925-I, 118; Magri, RDC, 1905-I, 89;
Salandra, RDC, 1933-I, 36; Pagani, Del contratto di conto corrente, Turín, 1889, nº 5;
Calucci, 4ª ed., 11; Foa, Natura giuridica del contratto di conto corrente, Milán, 1890, nº
31; A. Fiorentino, El contrato de cuenta corriente, Barcelona, 1958, 11.
c) Con el depósito en cuenta corriente.
El contrato de depósito en cuenta corriente es de carácter real y unilateral -y hablando
en línea dogmática, pues en nuestro derecho positivo la solución varía-, las partes
conservan invariablemente su calidad de depositante y depositario y, por las
características de la operación, la de acreedor y deudor.
Los señalados caracteres real y unilateral (62) derivan, el uno, de que el contrato se
perfecciona con la entrega del primer depósito, y el otro, porque sólo produce
obligación para el banco depositario, que se responsabiliza por la custodia de las sumas
recibidas, comprometiéndose a pagar los cheques que libra el depositante, o, lo que es
igual, pone a disposición de éste el servicio de caja (63) . Los caracteres del contrato de
depósito y la situación jurídica de las partes no se ven alterados ni modificados por el
hecho de que el depositante tanto pueda efectuar sucesivos retiros y extinguir el
contrato, como efectuar nuevos depósitos e incrementarlos, pues en todos los casos
sigue siendo acreedor, mientras el depositario continúa siendo deudor (64) .
Habida cuenta lo expuesto, queda claro que el depósito en cuenta corriente tiene sólo un
parecido externo con el contrato de cuenta corriente: la forma de contabilidad, en dos
columnas de debe y haber, pero en el fondo es sustancialmente distinto, pues no
produce ninguno de los efectos jurídicos de esta última.
El depósito en cuenta corriente puede combinarse con la apertura de crédito en cuenta
corriente, tal como lo contempla nuestro Código de Comercio en los arts. 791 Ver Texto
y ss.
5. CARACTERES.
Dentro del concepto que sustentamos respecto de este contrato y a la luz de nuestro
derecho positivo, sus caracteres son los siguientes:
a) Consensual
Porque, como quedó explicado (65) , se perfecciona con el solo consentimiento de las
partes (art. 1140 Ver Texto, C.Civ.).
JURISPRUDENCIA
Han reconocido el carácter consensual de la cuenta corriente mercantil los siguientes
fallos: Cám. Com., C, ED, 58, 365; Cám. C.C., II, Rosario, LL, 122, 949; Cám. Com.,
C, LL, 1975-A, 778.
b) Normativo
También hemos explicado que se trata de un contrato normativo, pues las partes al
expresar su consentimiento acuerdan disciplinar las futuras relaciones que entre ellas
sucedan y cuando ello ocurra. Es decir que sin tener un contenido obligatorio actual,
reglamenta las modalidades de las relaciones futuras, siempre que ellas tengan lugar
(66) .
JURISPRUDENCIA
Se trata de un contrato normativo de reglamentación, que sirve de marco a los
cuentacorrentistas, que normalmente establecen una serie habitual y continuada de
operaciones que van generando los créditos y las deudas que ingresan en la cuenta
(Cám. C.C., I, Rosario, Rep.
LL, XLVI, 487).
c) De crédito
Porque como ya manifestamos (67) , el contrato que nos ocupa tiene por fundamento la
concesión recíproca de crédito entre las partes, que difieren en el tiempo la exigibilidad
de los importes resultantes de las operaciones que han decidido someter a la disciplina
de la cuenta corriente mercantil (68) .
JURISPRUDENCIA
Ninguno de los cuentacorrentistas es considerado deudor o acreedor, ni los valores
remitidos son exigibles durante el curso de la cuenta (Cám. Fed. C.C., II, ED, 95, 359),
razón por la cual existe una concesión recíproca de crédito, hasta la clausura de ella
(Cám. Fed. C.C., LL, 131, 969; Cám. Civ. 1ª San Luis, LL, 126, 348; Cám. C.C. 1ª, I,
B.Blanca, ED, 92, 217; Cám. Com., A, ED, 86, 683; D, LL, 1985-B, 22, con nota de R.
Nissen).
d) Bilateral (art. 771 Ver Texto, C.Com.)
Ello es así puesto que genera obligaciones para ambos correntistas: incluír en la cuenta
los créditos provenientes de operaciones determinadas que acordaron someter a la
reglamentación de la cuenta corriente.
Debe quedar claro que la bilateralidad no contradice la normatividad antes señalada,
porque aquélla no significa que las partes se obliguen a efectuar remesas, sino que,
realizadas las operaciones mediante las cuales las partes alimentaran la cuenta corriente,
ambas están obligadas a ingresar en ella los créditos que resulten, sujetándolas al
régimen de la cuenta corriente que han pactado.
JURISPRUDENCIA
El contrato de cuenta corriente mercantil es bilateral (Cám. Fed.
C.C., 30/3/66; Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 116, 491; Cám. Com., LL, 32, 931;
ídem, LL, 8, 1129; ídem, LL, 10, 559; ídem, LL, 53, 433), teniendo como característica
esencial la facultad otorgada a las partes para efectuar remesas (Cám. Com., C, ED, 58,
365; ídem, LL, 1975-A, 778).
Estando las partes ligadas por un contrato de cuenta corriente general, sin limitación a
determinadas operaciones, se presume que todas las que realicen entre ellas quedan
comprendidas, salvo que en forma expresa se manifieste una voluntad contraria (Cám.
Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen).
Es obligación del receptor de la remesa acreditar al remitente de ella el importe de la
partida, para liquidarla en las épocas convenidas, compensándola de una sola vez hasta
la concurrencia del débito y crédito (Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288; ídem, JA,
1982-I, 556 Ver Texto; Cám. Fed. C.C., LL, 122, 775; ídem, ED, 25, 31).
e) Típico (o nominado)
Ya que el ordenamiento mercantil determina con claridad y circunstanciadamente los
derechos, obligaciones y responsabilidades que este contrato puede abarcar, haciéndolo
en forma precisa, sistemática y diferenciada de las demás figuras contractuales.
Si bien el art. 773 Ver Texto, C.Com., contempla el caso de que ambas partes sean
comerciantes o por lo menos una de ellas invista tal calidad, no se debe excluír que el
contrato de cuenta corriente se lleve a cabo entre partes no comerciantes, pues se trata
de un contrato normativo, de reglamentación de créditos, que pueden perfectamente
celebrarlo quienes no ejercen el comercio. Esta solución es indiscutible, pues se basa en
el principio básico de la libertad de las convenciones, admitido por nuestro
ordenamiento jurídico.
Es de hacer notar que tal contrato no sería innominado, ya que como expresamos al
principio se halla regulado en la ley con una denominación precisa y una metodología
unitaria y sistemática, que no la perdería por la circunstancia apuntada: sería
sencillamente un contrato de cuenta corriente celebrado por civiles o, mejor, por no
comerciantes (69) .
JURISPRUDENCIA
La cuenta corriente mercantil es una figura que tiene su tipificación jurídica propia y en
la cual no es posible encuadrar ningún otro tipo de cuentas, pese a la designación o
interpretación errónea de las partes (Cám. 2ª, II, La Plata, LL, 56, 22).
Reiterándose su tipificación jurídica propia (Cám. 2ª, II, La Plata, LL, 127, 25), que no
depende de su mera designación, aceptación o negación de los contratantes, sino de que
su ejecución revista las modalidades y formalidades propias de ese contrato (Cám.
Com., LL, 9, 929).
El contrato de cuenta corriente mercantil requiere la presencia de elementos
constitutivos esenciales que lo caracterizan en función de su tipicidad, con una
fisonomía inconfundible con otras figuras de distinta naturaleza jurídica, no obstante la
similitud que pudiera existir en la materialización de la contabilidad (Cám. Civ. 1ª San
Luis, LL, 126, 349).
f) Oneroso
En razón de que las diversas partidas de la cuenta (art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com.),
como su saldo -parcial o definitivo-, devengan intereses (art. 785 Ver Texto, C.Com.).
La producción de intereses de las partidas incluídas en la cuenta corriente se explica por
la naturaleza comercial del contrato, ya que en el comercio todas las operaciones
revisten carácter oneroso y no se admite que los capitales queden improductivos; desde
el momento en que se otorga crédito es justo que las respectivas sumas devenguen
intereses. Cargándolos a cada partida, sea del debe o del haber, la situación de las partes
se mantiene en un pie de igualdad (70) . En punto a ello, nuestro art. 777 Ver Texto, inc.
4, C.Com., es categórico, por lo cual huelgan las disquisiciones sobre la base de
opiniones sustentadas por autores extranjeros, que en unos casos se explican por la
carencia de texto legal expreso, como ocurre en Francia, o, si éste existe, se ajustan a él
y son inaplicables entre nosotros.
La tasa de interés queda librada a las partes (art. 788 Ver Texto, C.Com.), quienes
pueden establecer diversos porcentajes, sea en general para los créditos y los débitos (es
decir, distinta para cada parte), sea según la naturaleza de las operaciones, y también
convenir que sólo corran después de determinado lapso de la inclusión del crédito en la
cuenta o que únicamente corran durante un plazo determinado, etc.
En defecto de convención rigen los intereses legales, pero como en la República no hay
tasa legal de intereses, corresponde atenerse al interés corriente en operaciones de esta
naturaleza (arg. arts. II, V, tít. prel., y 218 Ver Texto, inc. 6,b C.Com.), siendo, en
nuestro concepto, inaplicable el art. 565 Ver Texto,
C.Com., por contemplar supuestos distintos del presente (71) .
Los intereses, salvo estipulación en contrario, corren desde que el cuentacorrentista
debitado entra a disponer del valor incluído en la cuenta, por la concesión del crédito
que importa el contrato que nos ocupa (72) ; por ejemplo: en una compraventa, desde el
momento en que terminada la operación el comprador debe pagar el precio; en una
consignación, desde que el comisionista vende las cosas a terceros, siempre que se trate
de una venta al contado; tratándose de arrendamientos que debe pagar uno de los
correntistas al otro, desde que vencen los respectivos períodos; si del importe de una
letra de cambio, sólo desde que él se hace efectivo, aunque el crédito se haya anotado
inmediatamente de recibir la letra (salvo encaje; arts. 777 Ver Texto inc. 2, y 779 Ver
Texto,
C.Com.); si de gastos efectuados, desde que su pago sería exigible de no incluírselos en
la cuenta. Se puede, pues, afirmar que los intereses corren desde que los créditos quedan
incluídos en la cuenta corriente, o sea, desde que serían exigibles si no mediara ésta,
inclusión que tiene lugar ipso iure, automáticamente, y que no se debe confundir con la
anotación material en la cuenta, que puede no existir (73) . De ahí que si un crédito, por
haber sido discutido, se lo anota con posterioridad a la fecha que debía serlo, por
acuerdo amigable, laudo arbitral o sentencia, los intereses corren desde esta última
fecha, es decir, que el acuerdo, el laudo o la sentencia tienen efecto retroactivo (74) .
En la cuenta corriente se permite la capitalización por períodos no menores de tres
meses (art. 788 Ver Texto, C.Com.).
Lo concerniente a los intereses es una de las cuestiones que dan importancia a la
distinción entre cuenta corriente y cuenta simple o de gestión (75) , pues sólo en la
primera corren de pleno derecho, salvo estipulación contraria; en la segunda, en cambio,
para que ello ocurra, se requiere convenio expreso entre las partes.
JURISPRUDENCIA
Se ha reconocido, expresamente, la onerosidad de este contrato (Cám. Com., GF, 182,
227; ídem, LL, 8, 1129; ídem, LL, 10, 599; ídem, LL, 32, 931; ídem, 53, 433; Cám.
Fed. C.C., 30/3/66), considerando que la producción de intereses del saldo es de su
esencia (Cám. Fed. C.C., ED, 25, 669).
El art. 785 Ver Texto, C.Com., impide limitar el curso de los intereses a la fecha de
notificación de la demanda (Cám. Civ. 1ª, LL, 6, 406; Cám. C.C., I, Rosario, LL, 22,
56); lo dispuesto por la citada norma significa que el curso de los intereses a que se
refiere el art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com., no se detiene con el cierre de la cuenta; si
bien dejarán de producirse sobre todos los valores de crédito y débito, para recaer sobre
el saldo resultante a que se refiere el art. 784 Ver Texto,
C.Com. (de la ampliación de fundamentos de los Dres. Anaya, Quintana Terán y
Caviglione Fraga) (Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 19).
Que a esos intereses del crédito de saldo, conforme al art. 785 Ver Texto, C.Com., que
prevé la productividad de tales intereses, corresponde aplicar la actualización monetaria
-según el índice de precios no agropecuarios-, con más el 6% calculado desde que se
determinó el saldo deudor de la cuenta (Cám. Com., A, LL, 1982-C, 60).
Aun cuando la demanda por el cobro del saldo prospere en forma muy limitada,
corresponde condenar al pago de intereses (Cám. Civ. 1ª, LL, 1, 1).
g) Conmutativo
Pues cada uno de los correntistas se obliga hacia el otro en términos equivalentes entre
sí, sin quedar sometido a una contingencia incierta, ya que ello haría aleatorio el
contrato.
O dicho de otro modo, que se trata de un contrato conmutativo, y no aleatorio, porque la
extensión de las prestaciones debidas por las partes es inmediatamente cierta (76) , sin
que la indeterminación de saber quién resultará acreedor al cerrarse la cuenta importe un
álea, ya que ello no depende de la suerte o de un acontecimiento incierto, sino de las
remesas que se haya efectuado; v.gr., las partes no corren ningún riesgo (77) .
JURISPRUDENCIA
El contrato de cuenta corriente mercantil tiene carácter oneroso (Cám. Com., LL, 8,
1129; ídem, LL, 10, 599; ídem, LL, 32, 931; ídem, LL, 53, 433; Cám. Fed. C.C.,
30/3/66).
h) De ejecución continuada
Dado que se desarrolla mediante una serie de asientos que tienen lugar en forma
sucesiva durante determinado lapso de tiempo, y ello es así, por la misma esencia de la
cuenta corriente, que importa una concesión recíproca de crédito, y éste debe tener
cierta duración que postergue por un plazo, más o menos largo, su exigibilidad (78) .
JURISPRUDENCIA
La cuenta corriente mercantil es un contrato normativo de reglamentación, que supone
una serie habitual y continuada de operaciones que van generando los créditos y las
deudas que ingresan en la cuenta (Cám.
C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487).
i) Comercial
Por tratarse de un acto objetivo de comercio regulado por el código de la materia (art. 8
Ver Texto, inc. 11, C.Com.) (79) , aun cuando no se lleve a cabo entre comerciantes
(80) .
De iure condendo es dable sostener que la cuenta corriente tiene carácter comercial o
civil según la naturaleza comercial o civil de los negocios jurídicos que dan lugar a los
créditos que la alimentan, correspondiendo presumir su comercialidad cuando son
realizados por comerciantes. Ésta es la solución de la doctrina extranjera (81) .
Asimismo -siempre en el terreno dogmático-, cuando en la cuenta corriente figuran
créditos provenientes de operaciones comerciales y civiles, le imprimen su carácter los
que preponderan, preponderancia que según algunos autores se determina por el mayor
número (82) , y según otros, por su mayor importancia, considerados en su conjunto, es
decir, confrontando el total de las operaciones comerciales con el de las civiles (83) .
Pero todos reconocen que sea comercial o civil, los efectos que producen son idénticos,
salvo en lo que respecta a la prueba del contrato, a la tasa de interés y a la competencia
de los tribunales. En el aspecto dogmático que estamos tratando, y dado que se trata de
un contrato normativo, nos adherimos a estas conclusiones, y cuando hay operaciones
civiles y comerciales, a las que tienen en cuenta la preponderancia económica, y no
numérica (84) .
Empero, dentro de nuestro derecho positivo, reiteramos, la solución es otra: la cuenta
corriente, aunque tenga lugar entre no comerciantes, es siempre de naturaleza mercantil,
en virtud de lo dispuesto por el art. 8 Ver Texto, inc. 11, C.Com., pues se trata de una
institución especialmente regulada por el Código de Comercio (85) ; coincidentemente
con ello, ha dicho la jurisprudencia que el carácter de este contrato no se modifica por la
naturaleza de las negociaciones, ni por la calidad de las personas que en ellas
intervienen: la circunstancia de haberse incluído varias partidas por el cobro de
arrendamiento de inmuebles, no le quita su carácter de contrato comercial (86) .
JURISPRUDENCIA
El carácter comercial de la cuenta corriente mercantil no se modifica por la naturaleza
de las negociaciones que incluya, ni por la calidad de las personas que intervienen;
tampoco le quita su carácter mercantil la circunstancia de haber incluído en ella partidas
provenientes del cobro de arrendamientos (SCBA, 5-IX-366). Es decir, corresponde
declarar su comercialidad en todos los casos (Cám. Com., JA, 1944-III-734).
Reiterándose que tiene por objeto negocios de comercio, lo cual se presume cuando
ambas partes o una de ellas es comerciante. Empero, cualquiera que sea la naturaleza
que se le atribuya, habrá siempre que aplicar la legislación comercial, que es la única
que regula este contrato (Cám. C.C., III, Rosario, LL, 12, 955).
De su comercialidad derivan diversos efectos, tales como: no es necesario
instrumentarlo en tantos ejemplares como partes principales existan con intereses
distintos (Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 116, 491); la anotación en los libros de
comercio constituye un medio eficaz de prueba de la ejecución del contrato (Cám. 2ª, I,
La Plata, LL, 53, 433); la demanda por clausura de la cuenta, a pesar de las objeciones a
las partidas provenientes de la ley 12591 , es de competencia comercial (Cám. Com.,
JA, 1942-II-551), y también la ejecución del saldo, aunque se halle garantido por una
hipoteca constituída a esos fines (Cám. Civ. 2ª, LL,18, 102).
j) Intuitus personae
En consideración a que conceptuamos que el contrato de cuenta corriente mercantil
importa una concesión recíproca de crédito entre los cuentacorrentistas, sostenemos su
característica de intuitus personae, pues tiene por fundamento la mutua confianza que
las partes se dispensan para concertarlo; de allí que si alguna de ellas pierde la libre
administración de sus bienes por razones físicas (muerte, incapacidad) o jurídica
(inhabilitación, interdicción, desapoderamiento), ello pone fin al contrato (art. 782 Ver
Texto, C.Com.).
JURISPRUDENCIA
La intervención judicial de la sociedad autoriza el cierre de la cuenta corriente mercantil
(Cám. Com., B, JA, 1953-I, 393).
6. REQUISITOS SUSTANCIALES.
Son requisitos sustanciales para celebrar, válidamente, un contrato de cuenta corriente
mercantil, los siguientes:
a) Capacidad.
Es necesaria la capacidad para contratar y disponer, pues la cuenta corriente supone la
renuncia a la libre disposición y exigibilidad inmediata de los créditos que ingresan en
ella (87) .
No se debe confundir, como hacen algunos autores (88) , la capacidad para realizar las
operaciones singulares de las cuales surgen los créditos que van a formar las distintas
partidas de la cuenta corriente, con la capacidad para formar este contrato. La primera
no es otra que la que se requiere para realizar el contrato de que se trata: compraventa,
consignación, etc.; en cambio, la segunda, en razón de la trasformación que la cuenta
corriente produce en los créditos, es la capacidad requerida para disponer de ellos (89) ;
por tanto, para celebrar el contrato que nos ocupa, será insuficiente la sola capacidad
para administrar (arg. art. 782 Ver Texto, inc. 3, C.Com.) (90) .
Por natural consecuencia, tienen capacidad para trabajar en cuenta corriente el
emancipado -por matrimonio o habilitación de edad (91) - y el autorizado, expresa o
tácitamente, para ejercer el comercio (92) ; este último limitado a las relaciones
comerciales de la sociedad de hecho que tenga formada con el padre o la madre (art. 12
Ver Texto, C.Com.). En cuanto a los menores que hayan obtenido título profesional
habilitante o los que contando con 18 años hayan concertado contrato de trabajo, pueden
realizar el contrato de cuenta corriente, pero circunscritos a las operaciones relativas a
su actividad (arts. 126 Ver Texto, 128 Ver Texto, aps. 2 y 3, y 283 Ver Texto, C.Civ.)
(93) .
b) Consentimiento.
Rigen al respecto los preceptos generales en materia contractual (94) , esto es, que el
consentimiento en tanto acuerdo de voluntades con entidad jurígena (arts. 1137 Ver
Texto y 1197 Ver Texto, C.Civ.) (95) , debe estar informado por el discernimiento, la
intención y la libertad de las partes (art. 897 Ver Texto, C.Civ.). Son causales que lo
vician el error, el dolo o engaño y la violencia o intimidación (arts. 1157 Ver Texto y su
remisión a los arts. 902 Ver Texto, 922 Ver Texto y ss., C.Civ.).
Puede ser expreso o tácito, resultando éste de la ejecución del contrato: ex factus et
rebus (96) . La determinación de cuándo media consentimiento tácito es una cuestión de
hecho que los jueces deben resolver en cada caso según sus particularidades; sólo
corresponde dejar sentado, como principio doctrinal de carácter general, que el
consentimiento debe resultar en forma inequívoca, dada la gravedad de los efectos que
produce este contrato (97) ; el simple silencio no será suficiente en la mayoría de los
casos (98) .
Ahora bien; llegado este punto, debemos dilucidar si para excluír una remesa de la
cuenta corriente basta la voluntad unilateral del remitente o se requiere mutuo
consentimiento de ambos correntistas.
En nuestro concepto, ello depende de la forma como se haya convenido la cuenta
corriente, en tanto contrato normativo: I) comprendiendo todas las operaciones entre
ambas partes; II) determinando las que deben necesariamente incluírse; III)
reservándose ambas partes la facultad de determinar al hacer cada remesa si queda o no
inlcuída; IV) estableciendo una cuenta corriente sin determinar operaciones. En los dos
primeros casos no puede haber dificultad alguna: la convención es ley para las partes
(art. 1197 Ver Texto, C.Civ.) y deben ajustarse a ella; la voluntad de una de ellas es
insuficiente para restarle eficacia. En el tercero, la cuestión queda resuelta en el mismo
contrato. Y en el último, se debe entender que corresponde incluír todos los créditos
provenientes de operaciones que se realicen entre las partes, salvo cuando una de ellas
manifieste en forma expresa su voluntad contraria (99) ; en efecto, la presunción
emergente del silencio del contrato de que las partes implícitamente entendieron incluír
en la cuenta corriente todas sus operaciones, queda destruída por la voluntad contraria
expresamente manifestada; brinda argumento, también, el art. 775 Ver Texto, C.Com.,
que otorga a la voluntad unilateral expresa, eficacia para impedir la novación en cuanto
a los créditos que se incluyan en la cuenta. En la práctica, los cuentacorrentistas evitan
toda discrepancia posterior, recabando la conformidad de la otra parte antes de realizar
las operaciones que desean excluír de la cuenta, remesas que en principio, y siempre que
otra cosa no se haya convenido, son facultativas, pues, como enseña Vivante (100) , el
propósito de la cuenta corriente es facilitar los negocios y su liquidación, pero no
hacerla nacer a la fuerza, y conceder a uno de los correntistas el poder de obligar al otro
a hacerle remesas, destruiría el contrato en su esencia, que consiste en una recíproca
concesión de crédito, y en su finalidad, que no es otra que suministrar a cada correntista
un instrumento de crédito, es decir, la seguridad de poder disponer por toda la duración
de la cuenta de las remesas del otro, ventaja de que se vería privado si éste pudiera
obligarlo a hacerle en cambio otras remesas.
Según lo expuesto, no puede un correntista girar letras a cargo del otro, sin
consentimiento expreso de éste (101) ; nuestra ley sólo autoriza a girar por el importe
del saldo (art. 787 Ver Texto, C.Com.) (102) .
Sólo resta señalar que el art. 780 Ver Texto, C.Com., dispone que las sumas o valores
afectados a un empleo determiando son extraños a la cuenta corriente y, como tales, no
son susceptibles de la compensación puramente mercantil. Esta regla legal, además de
ser innecesaria, pues su contenido es reiteración de lo dispuesto en el art. 771 Ver
Texto, C.Com., resulta de toda obviedad, porque desde el momento que los créditos que
se incluyen en la cuenta corriente pierden su individualidad y se funden en las masas
indivisibles del debe y el haber que necesariamente deben compensarse para determinar
el saldo, único crédito exigible, es evidente que todo valor o crédito afectado a un
empleo determiando o que el receptor debe tener a disposición del remitente, queda
fuera de la cuenta.
JURISPRUDENCIA
La cuenta corriente mercantil es un contrato que sólo existe previo acuerdo de las partes
(Cám. Com., GF, 182, 227), sin perjuicio de que también resulte de las operaciones
realizadas con caracteres y efectos propios (Cám. C.C., II, Rosario, LL, 122, 949), no
estando sujeto para su validez a solemnidades determinadas, ni a constitución por
escrito (Cám. Com., LL, 32, 931). Al contrario, puede resultar de un simple
consentimiento tácito, el cual se puede inducir de que los correntistas se hayan hecho
remesas recíprocas, las cuales el remitente las ha debitado regularmente al receptor y
éste las ha acreditado al primero (Cám. C.C., III, Rosario, LL, 12, 955).
Estando las partes ligadas por un contrato de cuenta corriente general, sin limitación a
determinadas operaciones, se presume que todas las que realicen entre ellos quedan
comprendidas, salvo que en forma expresa se manifieste una voluntad contraria (Cám.
Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen).
Se puede partir del principio de que, en la duda, todas las prestaciones y créditos
valuables en dinero, es decir, aptos para la compensación, son del dominio natural de la
cuenta corriente. De otro modo, se remitiría al arbitrio de una sola de las partes derogar
el contrato, excluyendo de la cuenta las remesas que mejor le pareciera (Cám. Com., D,
LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen).
c) Objeto.
El objeto del contrato de cuenta corriente mercantil no es otro que las remesas en la
forma amplia en que lo hacemos, como sinónimo de créditos (v. supra), o, mejor dicho,
la serie o cadena de remesas destinadas a fundirse en los dos bloques contrapuestos del
debe y del haber para ser liquidadas al cerrarse la cuenta.
La anotación de un crédito en la cuenta corriente es irrevocable, excepto cuando se trata
de documentos comerciales, cuya inclusión es siempre salvo encaje (art. 779 Ver Texto,
C.Com.) (103) .
Pero este principio de la irrevocabilidad, así como el de que el crédito anotado se
desvincula de la operación que le dio origen para quedar sujeto al régimen de la cuenta
corriente, no juega cuando se trata de un crédito nulo; la remesa, entendiendo por tal el
crédito-remesa, como hemos explicado precedentemente, debe ser válida; si no lo es por falta de capacidad, vicio del consentimiento, ilicitud de causa o falta de idoneidad
de objeto-, el efecto indicado no puede producirse, pues no es dable la trasformación de
una obligación nula o inexistente (arg. art. 802 Ver Texto, C.Civ.); en consecuencia, el
deudor puede oponerse a la inclusión del crédito en la cuenta corriente o a exigir su
exclusión (104) .
Si la obligación es anulable y susceptible de confirmación, su inclusión en la cuenta
corriente tiene este alcance y el asiento no podrá ser atacado por aquel motivo (105) .
Las obligaciones naturales, con excepción de las deudas de juego (art. 2057 Ver Texto,
C.Civ.), pueden ser objeto de novación, desde el momento en que si se las paga no se
puede repetir el pago (art. 516 Ver Texto, C.Civ.) y, por tanto, es dable incluírlas en la
cuenta corriente. La validez del asiento no se discute, si bien algunos autores consideran
que en el supuesto que nos ocupa no se produciría novación, sino constitución de una
obligación ex novo (106) .
Se dice que las remesas son facultativas, y con ello se quiere establecer que el solo
hecho de la existencia del contrato de cuenta corriente no obliga a las partes a efectuarse
operaciones generadoras de créditos (por ejemplo, envío de mercadería en venta o
consignación); ello es de toda obviedad y entronca con el carácter normativo del
contrato, que ya hemos explicado (107) ; pero la expresión no nos parece correcta, dado
lo que entendemos por remesa (v. supra). Desde luego, no porque las partes convengan
en que sus créditos y deudas se regularán mediante su inclusión en una cuenta corriente
quedan obligadas a realizar operaciones determinadas (108) , pero nada obsta a que, con
independencia de la cuenta corriente, convengan en la realización de negociaciones
precisando su naturaleza, monto, plazo, etc. (109) . La expresión que criticamos sólo
tiene el alcance de permitir a cualquiera de las partes, por lo que respecta al contrato de
cuenta corriente, y sin perjuicio de todo otro convenio relativo a las negociaciones
productoras de crédito a incluírse en ella, excluír unilateralmente cualquier operación.
En otros términos: ligadas las partes por un contrato de cuenta corriente sin haber
especificado las operaciones necesariamente comprendidas, debe incluírselas a todas sin
excepción (110) , mientras una de ellas no manifieste su voluntad en contrario (111) ; es
lo que dispone el art. 775 Ver Texto, C.Com., que exige una manifestación expresa;
pero tal manifestación debe ser anterior a la operación particular de que se trate, pues
una vez efectuada la oposición unilateral a que el crédito resultante se lo incluya en la
cuenta corriente, sería inoperante, ya que la otra parte puede haber aceptado (por
ejemplo, una compraventa) en la creencia de que pasaría a ella.
El monto del crédito-remesa, que resulta de la operación que le da nacimiento, debe
contar con la conformidad de ambas partes; si tal conformidad no existe, se requiere una
liquidación amigable o judicial; pero determinado el monto, su ingreso en la cuenta
corriente tiene efecto retroactivo (112) .
JURISPRUDENCIA
Se ha abandonado el concepto materialista de "remesa", y así se dice que, en la
actualidad, remesa es cualquiera operación de la cual derive una situación de crédito que
puede entrar en la cuenta corriente y destinada al efecto a entrar en ella (Cám. Com., D,
LL, 1985-B, 22, con nota de Nissen; Cám. C.C., II, Rosario, JA, 1959-V, 457), es decir,
es el crédito resultante de, por ejemplo, la venta de mercadería, como valor -no como
cosa- (Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487).
La inclusión en la cuenta corriente de un valor exigible supone la inexigibilidad
inmediata de dicho crédito y lo trasforma en una simple remesa acreditada en cuenta, y
sujeto, por consiguiente, al régimen general del contrato de cuenta corriente mercantil
(Cám. C.C., II, Rosario, RSF, 10, 80).
Es de la esencia de la cuenta corriente mercantil que las remesas de dinero o de valores
se las efectúe sin aplicación o empleo determinado (Cám. Paz, IV, LL, 99, 633; ídem,
JA, 1962-V, 194; Cám. Com., JA, 1, 752; ídem, JA, 9, 314; ídem, JA, 18, 259; ídem,
JA, 28, 187; ídem, JA, 1944-III, 734, con nota de E. Rosenbusch; Cám. Com., A, ED,
57, 579; Cám. Civ. 2ª, JA, 27, 1203; SCBA, JA, 38, 447; Cám. Fed. La Plata, JA, 14,
740; Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, ED, 24, 600; Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288).
Es condición indispensable para la existencia de la cuenta corriente mercantil la de que
el receptor haga suyas las remesas y adquiera el derecho de disponer de ellas como le
plazca (SCBA, JA, 1947-III, 744).
Para que la admisión de papeles de comercio en cuenta corriente sea definitiva es
necesario que se cumpla la condición de ser pagados a su vencimiento (Cám. Paz, I, GP,
93, 360).
Efectuada una remesa sin reserva, el crédito correspondiente se desliga de la causa que
lo origina (Cám. Fed. C.C., II, ED, 95, 359), pierde su individualidad propia, haciéndose
parte de un todo indivisible, en el cual constituye solamente artículos de créditos y
débitos, destinados a formar elementos de un saldo final (Cám. Fed. C.C., LL, 131,
968).
Es decir, que no se debe confundir la cuenta corriente mercantil, con las operaciones de
las cuales surgen los créditos y las deudas que ingresan en ella en forma de partidas,
desvinculadas del contrato originario y sujetas al nuevo régimen jurídico de la cuenta
(Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen).
Todo valor o crédito que se incorpora a la cuenta corriente sufre novación (Cám. Civ.
2ª, JA, 1944-II, 399; Cám. C.C., I, Rosario, RSF, I, 266); sin embargo, si se trata de
papeles de comercio, es necesario para que se produzca novación que se cumpla la
condición de ser pagado a su vencimiento (Cám. Paz, I, GP, 93, 360).
La cuenta corriente mercantil se caracteriza, entre otros elementos, por el efecto
novativo sobre la operación de la cual surge la remesa que ingresa en la cuenta y por el
carácter facultativo de efectuar tales remesas que tienen los cuentacorrentistas (Cám.
Com., C, ED, 58, 365; ídem, LL, 1975-A, 778).
Las remesas acreditadas en la cuenta corriente no son envío de cosas o bienes tangibles
materiales, sino créditos emergentes de cualquier operación que pasa a la cuenta (Cám.
C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487).
Si la cuenta corriente es general, sin limitación a determinadas operaciones, se presume
que todas las que las partes realicen entre ellos quedan comprendidas, salvo que en
forma expresa se manifieste una voluntad contraria (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22,
con nota de R. Nissen).
Si bien, por regla general, el importe del crédito-remesa, que resulta de la operación que
le da nacimiento, debe contar con la conformidad de ambas partes, si tal conformidad no
existe, se debe recurrir a la fijación por árbitros o judicial, y, determinado el monto, su
ingreso en la cuenta tiene efectos retroactivos (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota
de R. Nissen).
d) Causa.
El contrato de cuenta corriente, como todo contrato, requiere como requisito intrínseco
de validez la existencia de una causa lícita, rigiendo al respecto los principios y
preceptos generales en materia de contratación.
Sentado ello, conviene precisar que el contrato que nos ocupa, en tanto contrato
autónomo (113) , tiene una causa propia y distinta de la que pueden tener las
operaciones singulares que lo alimentan por medio de los créditos-remesas que de ellas
resulten (114) . Tal causa-fin, en nuestro concepto, como hemos señalado, consiste en la
concesión recíproca de crédito que las partes persiguen al concertarlo (115) .
(48) Conf.: Tempesta, vº Conto corrente (Contratto di), Nuovo digesto italiano, nº 5.
(49) Conf.: Morando, 10/1.
(50) G. Sindou, Le compte-courant et les imp“ts sur les revenus, París, 1926, 35. Conf.:
V. Salandra, Manuale di diritto commerciale, Milán, 1959, II, 89.
(51) V. nº 9.
(52) Cám. Com., JA, 28, 187.
(53) Es incomprensible el error en que al respecto incurre Martín y Herrera, nota 19 del
estudio citado antes.
(54) Doctrina y jurisprudencia uniforme; entre otros: Rivarola, IV, nº 1223; Díaz de
Guijarro, en JA, 25, 280; Cám. Com., JA, 18, 259.
(55) Conf.: F. Messineo, La apertura de crédito. Contenido y caracteres, Méjico, 1944,
105/6. V. nos. 40 y ss.
(56) V.: G. Molle, I contratti bancari, Milán, 1966, 18.
(57) Conf.: Giannini, 837. Comp. con Molle, Manual de derecho bancario, Buenos
Aires, 1987, 140: Los depósitos en cuenta hechos por el beneficiario del crédito no
tienen carácter de restitución, sino de reposición de la disponibilidad.
(58) Conf.: Bonelli, 839.
(59) V. nº 45. Conf.: Williams, 1, 259.
(60) Conf.: Rezzara, Della apertura di credito in conto corrente, Turín, 1926, nº 83.
(61) Conf.: Morando, nº 6.
(62) C. Baudry-Lacantinerie y A. Wahl, Des contrats aléatoires, du mandat, du
cautionnement, de la transaction, París, 1907, nº 1018.
(63) V.: O. R. Gómez Leo, Instituciones de derecho cambiario. El cheque, Buenos
Aires, 1985, III, 7, y nº 22, c.
(64) Conf.: Giannini, 835.
(65) V. nº 3, letra e.
(66) Conf.: Bonelli, 848; Salandra, Contratti preparatori e contratti di coordinamento, en
RDC, 1940-I, 21. Ver y ampliar, t. III-A, 55.
(67) V. nº 2.
(68) V. autores citados en nota 29.
(69) Conf.: Obarrio, II, nos. 348 y 349; Segovia, II, n. 2568; Malagarriga, V, nº 1223.
Contra: Rosenbusch, en JA, 62, sec. doctr., 63: como interpretación del texto legal, pues
doctrinalmente admite que puede existir cuenta corriente entre personas ajenas al
comercio.
La doctrina extranjera predominante reconoce, desde el punto de vista dogmático, que la
cuenta corriente no es un instituto exclusivo del comerciante y que ambas partes pueden
no tener esa calidad: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 799; Boistel, nº 881, C; Lacour y
Bouteron, II, nº 1474; Thaller, nº 1660 bis; Dalloz, Rép. prat., vº Compte courant, nº 24,
y jurisprudencia francesa allí citada; Feitu, nº 36; Nouguier, Des tribunaux de
commerce, lib. III, cap. 3, nº 6; Vivante, IV, nº 1729; Vidari, V, nº 4235; Bonelli, 850;
Morando, nº 7; Manara, nº 39; Supino, nº 16; Foa, nos. 72 y ss.; Blanco Constans, II,
817; Goldschmidt, 48, n. 3; Endemann, 144.
(70) Sobre las distintas formas de calcular intereses se puede ver: Boistel, nos. 875 y ss.;
Giannini, 816; también Williams, 1, 373, y los tratados corrientes de contabilidad.
(71) V. t. III-B, 185. Comp.: Segovia, II, n. 2580: habla de intereses corrientes, pero
hace una referencia al art. 565 Ver Texto, C.Com.; Malagarriga, V, nº 152: intereses
corrientes, pero cita como conforme a Segovia; Obarrio, II, nº 357: el que cobra el
Banco de la Nación Argentina, según el art. 565 Ver Texto, C.Com.; Rivarola, IV, nº
1230: el que cobren los bancos públicos, por aplicación del mismo artículo; Williams,
372: consideramos pertinente tomar en cuenta el texto del art. 565 Ver Texto, C.Com.,
que si bien se refiere a los intereses moratorios, nos proporciona una solución al caso...;
por tasa legal (entiende este autor), la tasa general de operaciones de descuento,
vencida, vigente a la fecha en que el receptor adquiere la disponibilidad de la remesa,
que cobra el Banco de la Nación Argentina en las operaciones a ciento ochenta días
(Cám. Com., B, ED, 86, 416).
(72) Conf.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 842: si bien son expresiones distintas de las
que empleamos; Malagarriga, IV, nº 151; Fiorentino, 46; Cholat, 94; Navarrini, nº 96;
Williams,1, 369.
(73) V. nº 8.
(74) Conf.: Morando, 171, n. 1. Jurispr. francesa: Cas., Journ. Paris, 1876, 895; 1897-I,
351; 1920-I, 63.
(75) V. nº 4, letra a.
(76) Conf.: Giannini, 834, n. 5; Zamfiresco, nº 76; Fontanarrosa, en Ramella, I, 17, n. 7;
Williams, 1, 251, n. 4.
(77) Conf.: Langle, III, 383.
(78) Conf.: Giannini, 835; Cholat, 26; Fontanarrosa, en Ramella, I, 17, n. 8; Williams,
1, 252.
(79) V. t. I, nº 29.
(80) V. letra e de este número. Conf.: Malagarriga, V, nº 137; Fontanarrosa, Derecho
comercial argentino, Buenos Aires, 1963, 156; Satanowsky, Tratado, II, 119; Williams,
1, 253. Contra: Obarrio, II, nº 350, siguiendo a la doctrina extranjera sin percatarse de
que las disposiciones de nuestra ley determinan diversas soluciones.
(81) Entre otros: Boistel, nº 881; Da, nos. 21 y ss.; Lyon-Caen y Renault, IV: La cuenta
corriente no es necesariamente un acto de comercio. Ha sido, sin duda, inventada por las
necesidades del comercio y se forma sobre todo entre comerciantes, pero en el silencio
de los arts. 632 Ver Texto y ss., C.Com., estas circunstancias no bastan para reconocerle
sin distinción carácter comercial; Clement, nº 25; Helbronner, nº 26; Lacour y Bouteron,
II, nº 1474; Morando, nos. 8 y 9; Blanco Constants; II, 817; y Vivante, IV, nº 1729;
según este autor: Para determinar si es comercial o civil es necesario considerar la
calidad de la persona y la causa por la cual fue estipulada. Si los contrayentes son
comerciantes, se presumirá comercial por la presunción de comercialidad que invisten
todos los contratos de los comerciantes y la presunción cederá sobre las pruebas
limitadas que admite el art. 4 del Código de Comercio (italiano). Si los contrayentes no
son comerciantes, tendrá carácter comercial cuando se haya estipulado originariamente
por una causa comercial (ad initium spectandum est), es decir, con un fin de índole
comercial. La causa podrá sucesivamente cambiar, imprimir a la cuenta corriente un
carácter diverso del primitivo, pero para decidir si ha tenido lugar esta trasformación no
hay que atenerse al fin de las remesas individualmente sino a la función que el contrato
debe cumplir, considerado en su unidad jurídica, según la intención de los contratantes.
(82) Feitu, nos. 83 y ss.; Lyon-Caen y Renault, lug. cit.
(83) Morando, nº 9; Manara, 11.
(84) La objeción de que con el criterio de la preponderancia la cuenta corriente puede
variar de naturaleza según que las partidas que vayan incluyéndose en ella sean civiles o
comerciales, carece de fundamento, porque su carácter indivisible hace que sólo interese
su naturaleza en el momento de la clausura. Más que del carácter comercial o civil de la
cuenta, se debe hablar del carácter comercial o civil del saldo, o sea, del crédito que
arroja la liquidación final (conf.: Bonelli, 851; Morando, nº 9).
(85) Conf.: Malagarriga, V, nº 137; Rivarola, IV, nº 1223.
(86) S.C.B.A., 5-IX-366; JA, 27, 312.
(87) Conf.: Fiorentino, 22.
(88) Clement, nº 96; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 802; Boistel, nº 881.
(89) Conf.: Lyon-Caen y Renault, lug. cit.; Morando, nos. 10 y 30.
(90) Conf.: Bonelli, 852.
(91) V. I, nos. 37 y 38.
(92) V. I, nº 42.
(93) V. I, nº 41.
(94) V. III-A, nos. 1 y ss.
(95) Conf.: Spota, Instituciones de derecho civil. Contratos, Buenos Aires, 1981, I, 235
y ss.
(96) Conf.: Boistel, nº 881, B; Da, nos. 61 y ss.; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 798;
Laxour y Bouteron, II, nº 1474; Giannini, cap. VIII; Foa, nº 55; Navarrini, Trattato, II,
nº 18; Bonelli, 853; Morando, nº 24; Vivante, IV, nº 1727; Obarrio, II, nº 347.
(97) Conf.: Morando, Vivante, lugs. cits.; Giannini, 844; Vasseur y Marín, I, 386/7;
Williams, 1, 277/8.
(98) Noblet, nº 27, considera que existe consentimiento tácito cuando un comerciante no
contesta pero conserva la carta en que otro le propone entrar en cuenta corriente;
Morando, nº 24, disiente con tal criterio interpretativo del silencio.
(99) Conf.: Vivante, IV, nº 1725; Segovia, II, n. 2591. Contra: Malagarriga, V, nº 169,
entendiendo que puede también ser implícita, siempre que resulte inequívoca de las
circunstancias.
(100) Conf.: Vivante, IV, nº 1723.
(101) Conf.: Giannini, 144 y 239.
(102) V.: Fernández, Código de Comercio comentado, III, 230: quien, al comentar el
art. 617 del Código de Comercio derogado, sostuvo que el solo hecho de ser acreedor no
autorizaba a librar una letra de cambio contra el deudor por el importe del crédito: "a
fortiori cuando, como en el caso de la cuenta corriente, no existe un crédito exigible, el
cual sólo aparece al determinarse el saldo en la liquidación final (arts. 774 Ver Texto y
784 Ver Texto, C.Com)".
(103) V. nº 11.
(104) Al respecto se puede considerar uniforme la doctrina; entre otros: Feitu, nº 203;
Clement, nº 122; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 824; Boistel, nº 883, A; Pagani, nº 15;
Giannini, 54; Vidari, V, nº 4291; Vivante, IV, nº 1736; Caluci, 34; Bonelli, nº 32, a;
Marghieri, nº 2401; Morando, nos. 30 y 31; Segovia, II, n. 2571; Malagarriga, V, nº
141; ley mejicana de títulos y operaciones de crédito, de 1932, art. 304.
(105) Doctrina uniforme; entre otros: Lyon-Caen y Renault, Caluci, Pagani, Vidari,
Bonelli y Malagarriga, lugs. cits.
(106) Conf.: Egidi, nº 18; Caluci, nº 19; Giannini, nº 54; Navarrini, nº 81.
(107) V. nº 3, letra e, y nº 5, letra b.
(108) Conf., entre otros: Boistel, nº 881, A; Bonelli, nº 19.
(109) Conf.: Bonelli, lug. cit.
(110) Si la cuenta corriente es entre comerciantes, sólo estarán obligados a incluír en
ella -salvo convención en contrario- a los créditos provenientes de las operaciones
relativas al comercio.
(111) Conf.: Clement, nos. 34 y ss.; Vivante, IV, nº 1725; Giannini, nº 49; Bonelli, lug.
cit.
Parecen contrarios: Boistel, nº 882, A; cuando dice: Si se quiere excluír ciertas remesas
de la cuenta corriente, sólo podrá hacérselo obteniendo el consentimiento del
corresponsal; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 803, y Morando, nº 15; ambos en términos
análogos; pero en nuestro concepto esta conclusión se sostiene refiriéndose al caso en el
cual las partes han convenido incluír en la cuenta todas las operaciones que realicen.
(112) Conf.: Vivante, IV, nº 1726.
(113) V. nos. 2, letra d, y ss.
(114) Conf.: Morando, 19; Tempesta, nº 12; Williams, 280.
(115) Conf.: Egidi, nº 13; Tempesta, lug. cit.
7. FORMA Y PRUEBA.
a) Forma.
La doctrina predominante (116) reconoce que el contrato de cuenta corriente no está
sujeto a una forma determinada. Si bien el asiento de las partidas en una cuenta y en los
libros de comercio es la forma impuesta por la práctica, como la más útil para seguir el
desarrollo del contrato, la escritura no es indispensable para la existencia de éste, que no
se debe confundir con la relación en cuenta corriente; la forma escrita por medio de
asientos, que menciona la ley, se refiere a la relación de cuenta corriente, y no al
contrato, para el cual no se requiere ni ad substantiam ni ad probationem. Por inclusión
de un crédito en cuenta corriente no se debe entender la anotación de la partida en ella,
sino su incorporación jurídica (117) .
b) Prueba. Medios admisibles.
Al disponer el art. 789 Ver Texto, C.Com., que la existencia del contrato de cuenta
corriente se la puede establecer por cualquiera de los medios de prueba admitidos por el
Código, sin exceptuar la prueba testimonial, importa reconocer su procedencia; deroga
así, en lo que respecta al contrato que nos ocupa, la limitación contenida en el art. 209
Ver Texto, C.Com., que cuando no existe principio de prueba por escrito, sólo permite
probar con testigos los contratos menores a la suma que establece el art. 1193 Ver
Texto, C.Civ. Es éste uno de los casos expresamente declarados en este Código, al cual
se alude en el mencionado artículo. Tal es el alcance que corresponde atribuír al
precepto, pues de lo contrario constituiría una redundancia innecesaria de lo dispuesto
por el art. 208 Ver Texto (118) .
Pero no significa que los contratos y operaciones de las cuales han resultado los créditos
pasados a la cuenta corriente puedan ser probados también por cualquier medio de
prueba, incluso testigos. Estos contratos son autónomos con respecto a la cuenta
corriente, y su prueba está sujeta a las disposiciones generales o a las especiales que
correspondan según su naturaleza (119) .
c) Carga de la prueba.
Respecto de la carga de la prueba son aplicables las normas generales: la prueba
incumbe en principio al actor: onus probandi incumbit actori, pero según el caso el
demandado debe también probar sus afirmaciones (reus excipiendo fit actor) (120) .
En la práctica, el cuentacorrentista que demanda por liquidación de la cuenta y
determinación del saldo -y comúnmente también por el cobro de éste- debe presentar un
estado de cuenta, según sus constancias, lo cual crea una posición procesal ventajosa
para el adversario, pues le evita probar todas aquellas operaciones que constituyen
remesas de su parte y que el actor reconoce; en cambio, las remesas del actor que el
demandado discute en su existencia o en su monto, deben ser probadas por el primero
(121) .
JURISPRUDENCIA
El contrato de cuenta corriente mercantil no está sujeto para su validez a solemnidades
determinadas. Al contrario, puede resultar no ya de una convención expresa, sino aun
del simple consentimiento tácito, a inferirse de las remesas recíprocas debitadas y
acreditadas regularmente (Cám. C.C., III, Rosario, LL, 12, 955; Cám. 2ª, I, La Plata,
DJBA, 52, 427; Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487).
Dado que se trata de un contrato comercial, no es necesario instrumentarlo en tantos
ejemplares como partes principales existan con intereses distintos en esa vinculación
bilateral (Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 116, 491).
Se reitera que es un contrato que no está sujeto a solemnidades determinadas de la
cuales dependa su validez, y su formación puede resultar aun hasta del consentimiento
tácito de las partes, de ahí que puede acreditárselo por cualquier medio de prueba
(SCBA, 22/5/64; Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, ED, 24, 600), de los admitidos por el
Código de Comercio (Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 116, 491; T.S. Corrientes, t. 13,
p. 23) o cualquier tipo de evidencia (Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 132, 83).
En esa misma línea se ha declarado que constituyendo la cuenta corriente, más que
nada, un estado efectivo de cosas, en el cual el consentimiento puede resultar de la
ejecución misma, su existencia puede ser probada con toda amplitud (Cám. 2ª, I, La
Plata, LL, 53, 433).
El reconocimiento de la existencia de la cuenta corriente mercantil, al contestar la
demanda por el cobro del saldo, importa más que un principio de prueba por escrito y
hace admisible toda clase de prueba para demostrar el contrato (Cám. Civ. 2ª, JA, 71,
618).
Procede la prueba de testigos siempre que las diferentes partidas de una cuenta corriente
mercantil, que son independientes de ésta, originadas en distintas épocas, no alcancen
separadamente el mínimo legal, aunque en su conjunto excedan de él (Cám. Civ. 2ª, 20,
73).
Según el carácter de la cuenta corriente, la anotación en los libros de contabilidad
constituye un medio muy eficaz de prueba de la ejecución del contrato (Cám. 2ª, I, La
Plata, LL, 53, 433).
El actor que difiere la prueba del contrato de cuenta corriente mercantil a las constancias
emanadas de sus propios libros, no sólo debe acreditar la existencia del contrato y la
cuantía del saldo deudor, sino primordialmente el carácter de comerciante del deudor,
extremo que lo habilita a oponerle sus asientos y registros (art. 63 Ver Texto, C.Com.)
(Cám.
C.C. 1ª B.Blanca, Rep. LL, XL, 654).
Sin embargo, también se ha declarado que tratándose de un contrato bilateral,
conmutativo y oneroso, no escapa al principio general de la prueba de los demás
contratos regidos por el derecho común, no bastando para justificar su existencia los
asientos de los libros de una sola de las partes (Cám. Com., LL, 32, 931; Cám. C.C., II,
Paraná, Rep. LL, XLIII, 594), sobre la base del resultado de una simple pericia, pues
ello equivaldría a identificarlo con las meras anotaciones contables, que no son el
contrato mismo (Cám. Com., LL, 10, 509).
Empero, se ha declarado que por revestir el carácter bilateral, requiere que los asientos
de los libros de comercio registren la reciprocidad entre los cuentacorrentistas (Cám.
Fed. C.C., 30/3/66).
Para hacer valer un crédito resultante de una cuenta corriente mercantil, negada por la
parte demandada, debe el actor probar, previamente, la existencia del contrato mismo, y
luego la exigibilidad y cuantía del saldo; ambas pruebas deben ser producidas en juicio
y con posibilidad de contradicción del demandado (Cám. C.C. 1ª B.Blanca, Rep. LL,
XL, 654).
Si se reclama el saldo insoluto de una cuenta corriente y resulta cuestionado, el actor
debe probar fehacientemente dicha cuenta y los rubros que la integran; no habiéndolo
hecho, la demanda instaurada sólo puede prosperar por el monto que el demandado
reconoció adeudar (Cám. Com., A, LL, 156, 353).
En aplicación de los principios generales sobre la carga de la prueba, ésta corre, en
principio, por cuenta del actor. Es decir, que quien afirma la existencia del contrato de
cuenta corriente, debe correr con la carga de la prueba de él (Cám. Com., LL, 59, 157).
Si el demandado no niega la existencia de la cuenta corriente, sino que se limita a
resistir el monto del saldo reclamado, se debe tener por probada la existencia del
contrato mencionado (Cám. C.C., II, Rosario, LL, 119, 535).
Probada la existencia de la cuenta corriente entre comerciantes por los libros del actor y
reconocida por el demandado, si éste alega haberla saldado, le corresponde la prueba de
esa circunstancia (Cám. Civ. 2ª, JA, 20, 317; Cám. C.C. 1ª Córdoba, Dig. Jur., II, 132).
La interpretación del contrato de cuenta corriente mercantil, como la intención, voluntad
y cometido de las partes y lo relativo a la prueba, queda librado a la interpretación de los
jueces de grado, siempre que no se alegue y demuestre violación de las reglas de
derecho relativas a tal interpretación y a la distribución y carga de la prueba, o absurdo
o arbitrariedad (SCBA, ED, 55, 455).
8. COMPETENCIA.
De las consideraciones efectuadas al atribuír carácter comercial a este contrato (122) ,
surge que las contestaciones atingentes a él son siempre competencia de los tribunales
mercantiles (123) .
Para determinar la competencia territorial rigen los principios generales, por lo cual, si
no hay lugar convenido para el pago del saldo, es competente el juez del domicilio del
demandado (124) .
Para la competencia por cantidad, ella se determina por el importe del saldo cuyo cobro
se persigue con la demanda, y no por el importe total de las partidas incluídas en la
cuenta o de las partidas a favor del actor (125) .
La circunstancia de que en la cuenta corriente estén incluídas partidas relacionadas con
la aplicación de leyes especiales, cuyo conocimiento individual correspondería a la
justicia federal, es inoperante para privar de su competencia a la justicia ordinaria en lo
comercial, tal como afirmamos en el primer párrafo. Ello es una consecuencia de la
indivisibilidad de la cuenta corriente y de la trasformación del crédito (novación) que
produce su inclusión en ella, crédito que pierde su individualidad para convertirse en un
mero elemento del crédito eventual del saldo que resulte.
Tratándose de la liquidación del contrato de cuenta corriente, uno e indivisible, el juez
competente para entender en éste, lo es para resolver las cuestiones que se planteen en el
juicio relativas a las distintas partidas (126) ; pero si el objeto de la contestación es la
operación particular de la cual emana el crédito, considerada en sí misma, y no como
partida de la cuenta (por ejemplo, una compraventa o una locación), es tal operación la
que determina la competencia según los principios generales (127) .
En cuanto a la aplicación de los preceptos del Código de Comercio, ello no es
discutible, se considere al contrato de naturaleza comercial o civil, pues el Código Civil
no trae disposiciones al respecto (128) .
JURISPRUDENCIA
Reconocido el carácter comercial de la cuenta corriente mercantil (Cám. Com., JA,
1944-III, 734; Cám. 2ª, I, La Plata, LL, 53, 433; Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 116,
491), la demanda por clausura de ella es competencia de la justicia comercial, a pesar de
que las objeciones sean a las partidas provenientes de la ley 12591 (Cám. Com., JA,
1942-II, 551) o de otras leyes federales (Cám. Com., LL, 26, 478); tampoco se modifica
por la naturaleza de las negociaciones que incluya, ni por la calidad de las personas que
intervienen o por la circunstancia de haberse incluído partidas por el cobro de
arrendamientos (SCBA, 5-IX, 366).
La ejecución del saldo de una cuenta corriente mercantil corresponde a la justicia
comercial, aunque se haya constituído una hipoteca en garantía (Cám. Civ. 2ª, LL, 18,
102).
En ausencia de convenio sobre el lugar de pago del saldo de la cuenta corriente
mercantil, es competente el juez del lugar del domicilio del demandado (Cám. Com.,
JA, 11, 838).
Sin embargo, se ha declarado que es competente el juez del lugar de la sucursal de la
actora, a cuyo frente se hallaba el demandado, por ser el lugar de radicación de la
cuenta, cualquiera que sea el domicilio de ese demandado (Cám. Com., JA, 11, 169;
ídem, JA, 53, 394).
La cuenta corriente es mercantil cuando tiene por objeto negocios de comercio, lo cual
se presume cuando ambas partes, o, por lo menos, una de ellas es comerciante. Empero,
cualquiera sea la naturaleza que se le atribuya, habrá siempre que aplicar la legislación
comercial, que es la única que regula este contrato (Cám. C.C., III, Rosario, LL, 12,
955).
9. INDIVISIBILIDAD.
a) Aspectos generales.
Se dice que el principal o esencial (129) efecto del contrato que estamos estudiando es
la indivisibilidad de las dos masas de debe y haber (130) ; para nosotros no se trata de
un efecto, sino de la característica esencial y fundamental del contrato, que hace que los
créditos incluídos en la cuenta pierdan su individualidad para convertirse en simples
elementos del crédito eventual de saldo.
Es decir que conceptuamos la indivisibilidad como el vínculo más importante de la
cuenta corriente que se manifiesta, también, en otros diversos aspectos (131) , a saber:
I) Luego de esa inclusión, ya no se puede hablar de crédito por precio, locación u otro
concepto, pues tal crédito se ha trasformado y la cantidad acreditada queda sujeta al
régimen de la cuenta corriente, esto es: compensación de ambas masas y liquidación en
el momento de proceder a su cierre.
II) Las diferentes partidas constituyen un conjunto contable y jurídico disciplinado para
compensarse en el tiempo y el modo pactado por los cuentacorrentistas. Ningún crédito
puede ser exigido antes de tiempo, ni en otra forma que no sea compensación (132) .
III) Tampoco esos créditos-remesas pueden ser imputados al pago de otro incluído en la
columna opuesta, pues no existe imputación de pagos, ni compensación de un crédito
determinado, con otro crédito también determinado (arg. art. 771 Ver Texto, C.Com.)
(133) .
IV) Cuando se concreta la incorporación del crédito-remesa, conforme a las condiciones
pactadas en el contrato normativo (134) , ya no puede ser excluído de la cuenta, sin el
consentimiento de ambos correntistas (135) .
V) Si la cuenta corriente se lleva en monedas diferentes o en una misma moneda cuyo
valor varía, el saldo hay que establecerlo en una única moneda (136) .
VI) Como nuestra ley, en su art. 775, dispone que la admisión de valores en la cuenta
corriente produce novación, estudiamos este punto como aspecto particular de la
indivisibilidad.
VII) A causa de que el art. 786 Ver Texto, C.Com., determina que el saldo de la cuenta
corriente puede ser garantizado con hipoteca, prenda o fianza según lo convenido por
las partes, y tal garantía cubre dicho saldo aunque resulte de remesas anteriores a su
constitución, en razón de la indivisibilidad de la cuenta (137) , también estudiamos el
punto como aspecto particular de ella.
JURISPRUDENCIA
La jurisprudencia es constante en reconocer, como carácter esencial de la cuenta
corriente mercantil, el principio de indivisibilidad que a ella informa (Cám. Com., GF,
157; Cám. Com., A, ED, 86, 683; C, LL, 1975-A, 778; ídem, ED, 58, 365; D, LL, 1985B, 22, con nota de R. Nissen; Cám. C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 217; Cám. C.C. 1ª San
Luis, LL, 126, 348; Cám. Fed. C.C., ED, 25, 31; ídem, LL, 131, 968, en nota "La
Austral c. INDER", en igual sentido).
Los créditos y débitos destinados a entrar en la cuenta corriente, en forma de partidas,
pierden su individualidad, pasando a ser elementos conformantes del saldo final de ella
(Cám. Com., LL, 26, 478; Cám. Com., A, ED, 86, 683; D, LL, 1985-B, 22, con nota de
R. Nissen; Cám. Paz, IV, LL, 99, 254; Cám. Fed. C.C., LL, 131, 968).
Este contrato cuenta, además, con los siguientes caracteres esenciales: a) remesas
facultativas recíprocas (Cám. Com., C, ED, 58, 365; ídem, LL, 1975-A, 778); b) sin
aplicación o empleo determinado (Cám. Com., JA, 1, 752; ídem, JA, 9, 314; ídem, JA,
18, 259; ídem, JA, 28, 187; Cám. Com., A, ED, 57, 579; Cám. Paz, IV, LL, 99, 633;
ídem, JA, 1962-V, 194; Cám. Civ. 2ª, JA, 27, 1203; SCBA, JA, 38, 447; Cám. C.C. 1ª
Mar del Plata, ED, 24, 600; Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288; Cám. Fed. La
Plata, JA, 14, 749; Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487); c) con el ingreso de la
partida en la cuenta, ella queda desvinculada del contrato originario, produciendo
efectos novativos, pues queda sometido al régimen exclusivo de la cuenta corriente
(Cám. Civ. 2ª, JA, 1944-II, 399; Cám. Com., JA, 1942-II, 551; Cám. Com., C, LL,
1975-A, 778; ídem, ED, 58, 365; ídem, LL, 1988-B, 277; D, LL, 1985-B, 22; Cám. Fed.
C.C., II, ED, 95, 359; Cám. C.C., I, Rosario, RSF, I, 266; Cám. Paz, I, GP, 93, 360; IV,
LL, 99, 254); d) formando una serie inescindible de créditos inexigibles (Cám. Fed.
C.C., ED, 25, 32; ídem, LL, 131, 969; II, ED, 95, 359; Cám. Com., C, LL, 1988-B,
277); e) liquidables en la época convenida, compensándolas de una sola vez hasta la
concurrencia del débito y del crédito, para obtener un saldo que el correntista que
resulte acreedor podrá reclamar (Cám. Fed. C.C., LL, 122, 775; ídem, LL, 100, 528;
ídem, ED, 25, 31; Cám. Com., C, LL, 1988-B, 277; Cám. C.C., I, Rosario, RSF, 1, 266;
II, RSF, 10, 80; Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288; ídem, JA, 1982-I, 556 Ver
Texto; Cám. C.C. Junín, DJBA, 123, 255).
El saldo de una cuenta corriente mercantil puede ser garantizado con una hipoteca
(Cám. Civ. 2ª, LL, 18, 1029).
b) Aspectos particulares.
Tratamos aquí, como aspectos particulares de la indivisibilidad, a la llamada novación
(art. 775 Ver Texto, C.Com.) y a la constitución de garantía del saldo (art. 786 Ver
Texto, C.Com.).
I) Novación.
A) Generalidades. Precedentemente hemos explicado que los efectos que la
indivisibilidad del contrato de cuenta corriente produce respecto de los créditos
incluídos en la cuenta, por precio de mercaderías compradas por el receptor o vendidas
por éste en calidad de comisionista, por locación u otras operaciones, son que tales
créditos se desvinculan del contrato originario para constituír elementos de un crédito
eventual, sujetos al régimen de ella; es decir, para formar con los demás los bloques
indivisibles del debe y del haber, masas que se compensan, al cerrarse la cuenta, para
arrojar un saldo que determina el acreedor y el deudor.
En línea dogmática, la doctrina moderna predominante acepta el efecto expresado (138)
, pero como ocurre con otros institutos surgidos por la imposición de las necesidades de
la vida real (letra de cambio, desapoderamiento del fallido, etc.), se presentan
discrepancias sobre la calificación de los fenómenos jurídicos que produce y la
posibilidad de encuadrarlos en las figuras clásicas del derecho común.
Muchos autores hablan categóricamente de novación y, con más precisión, de novación
objetiva (139) .
Para otros, en cambio, no hay novación en sentido estricto, porque el crédito primitivo
no se trasforma en otro crédito sino que desaparece, convirtiéndose en un simple asiento
de la cuenta corriente; así, G. Bonelli, quien dice: La novación en el sentido verdadero y
propio de la técnica jurídica debiera ser negada como insuficiente para explicar el
mecanismo del instituto, no ya porque el crédito continúe inalterado, como pretende la
moderna escuela alemana, o porque pueda también faltar el crédito de novar, como
afirman otros (Vivante), sino porque lo que al crédito sustituye no es otro crédito sino
un estado de quietud, de suspensión, de mortificación, en el cual no existen créditos ni
deudas, un estado durante el cual las relaciones jurídicas originarias se detienen
absorbidas y fundidas como son en un conjunto jurídicamente inerte, al cual no puede
atribuírsele otra existencia que la puramente contable. Más adelante, este autor agrega:
Los créditos respectivamente incluídos desaparecen como tales y no constituyen otra
cosa que partidas numéricas concurrentes como factores a la formación del crédito de
saldo (140) .
Entendemos que Bonelli exagera el concepto al afirmar que el crédito incluído en la
cuenta se trasforma en una simple partida de contabilidad, pues en realidad no pierde
por completo su calidad de crédito, si bien sujeto al régimen de la cuenta, es decir, a la
eventualidad de resultar totalmente absorbido al cierre de ella, juntamente con los
demás que forman la masa de los créditos, por la masa contrapuesta de las deudas. Este
concepto erróneo lo lleva a sostener que no se puede hablar de compensación entre las
masas activa y pasiva, al cierre de la cuenta, para determinar el saldo, pues ello
presupondría la existencia y la contraposición de dos verdaderos créditos en vez de dos
simples poste (cuentas), es decir, simples columnas de partidas o cifras. "Sería necesario
-agrega- que las sumas de ellas (de cada columna) en el momento de la clausura
resultaran dos créditos, por una trasformación mágica que ocurriría de punta en blanco,
sin ningún justificativo". Como bien dice Morando (141) , si se acepta la teoría de
Bonelli de que los créditos originarios se trasforman en simples partidas de
contabilidad, tendríamos también que el saldo, como crédito, sólo podría ser concebido
mediante igual trasformación mágica (142) .
Queda claro que la conclusión a que llega Bonelli no se la puede admitir, pues si bien
antes de la clausura el crédito queda sujeto al régimen de la cuenta corriente, tornándose
inexigible y puede desaparecer en la compensación final de las masas, no pierde
totalmente su condición de crédito; en realidad existe, y tanto es así que si no se
incluyen otras partidas en la cuenta, al final constituirá el saldo: obligación crediticia
exigible. Reiteramos, no se puede sostener que el deudor del crédito emergente de la
negociación originaria queda liberado de toda obligación por el hecho de incluír el
crédito en la cuenta; es indudable que tal inclusión hace nacer una nueva obligación, de
naturaleza sui generis, por sus modalidades y efectos (143) .
No faltan juristas para quienes la novación, en sentido estricto, se opera, solamente,
cuando se formaliza el crédito de saldo (144) .
Para nosotros se trata claramente de un efecto de la indivisibilidad de la cuenta corriente
y no hay razón alguna para encuadrarlo en la figura de la novación; tal principio de la
indivisibilidad, "en una o en otra forma, ha sido reconocido por las modernas
legislaciones como el único y verdadero efecto de la cuenta corriente mercantil" (145) .
Conviene señalar, antes de terminar el párrafo, que esta controversia carece de
importancia práctica, pues no afecta la conclusión en cuanto a los efectos que produce la
inserción del crédito-remesa en la cuenta.
De iure condito no se puede discutir el efecto novatorio de la inclusión del crédito en la
cuenta corriente, dados los términos categóricos del art. 775 Ver Texto, C.Com. (146) ,
si bien para precisar el alcance del precepto hay que atenerse al régimen que el mismo
código instituye para este contrato, y no al establecido por el legislador para institutos
que presentan con él analogías de forma o de fondo más o menos pronunciadas, pero
que no pueden ser identificadas en absoluto (147) .
Por comodidad de lenguaje usamos el vocablo novación, que es el generalmente
adoptado por la legislación (148) , doctrina y jurisprudencia, pero con la salvedad
preindicada.
C.Com.; Costa Rica: art. 607, C.Com.
JURISPRUDENCIA
Se ha declarado expresamente que todo valor o crédito que se incorpora a la cuenta
corriente sufre novación (Cám. Civ. 2ª, JA, 1944-II, 399), y si se halla documentado en
un papel de comercio, para que se produzca la novación es necesario que se cumpla la
condición de ser pagado a su vencimiento (Cám. Paz, I, GP, 93, 360).
Por vía de principio se ha declarado que es requisito esencial y caracterizante de la
cuenta corriente mercantil, que la inclusión de una remesa en cuenta produce efectos
novatorios sobre la operación de la cual proviene (Cám. Com., C, LL, 1975-A, 778;
ídem, ED, 58, 365); ello en virtud de la norma contenida en el art. 775 Ver Texto,
C.Com. (Cám. Com., C, LL, 1988-B, 277).
Teniendo en cuenta que la cuenta corriente mercantil no es una convención ordinaria,
sino un contrato autónomo, independiente de otros, con su naturaleza especial y
condiciones peculiares (Cám. Fed. C.C., LL, 122, 775), es que los créditos y las deudas
que ingresan en ella en forma de partidas, se desvinculan del contrato originario del cual
provienen, sufriendo sustanciales trasformaciones en cuanto a sus efectos jurídicos,
pues quedan sujetas al nuevo régimen de aquélla (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con
nota de R. Nissen), es decir que quedan sustraídas a las reglas ordinarias sobre la
trasmisión y extinción de los créditos comunes (Cám. Fed. C.C., ED, 25, 32; ídem, LL,
131, 969).
Efectuada una remesa sin reserva, el crédito correspondiente se desliga de la causa que
lo ha originado (Cám. Fed. C.C., ED, 95, 359).
B) Requisitos. Para que sea válida la inclusión de un crédito en la cuenta corriente y
produzca ésta sus efectos, deben concurrir los siguientes requisitos:
1) Subjetivos: I) capacidad para disponer del crédito (149) ; II) voluntad de novar (o
trasformar), entendiéndose por tal la voluntad de comprender el crédito resultante de
determinada operación en la cuenta corriente; esta voluntad se puede manifestar en
forma expresa o tácita (150) . Estando las partes ligadas por un contrato general de
cuenta corriente, sin limitación a determinadas operaciones, se presume que todas ellas
están comprendidas, salvo que en forma expresa se manifieste una voluntad contraria. Si
al celebrar el contrato se convino las operaciones que abarcarían, para separarse de él es
menester el mutuo consentimiento, como en todos los contratos. Según el art. 775 Ver
Texto, C.Com., la inclusión de un crédito en la cuenta se presume hecha pura y
simplemente, es decir, para producir todos los efectos normales de la cuenta corriente;
para que ello no tenga lugar, se requiere especial reserva, por lo menos de uno de los
interesados.
JURISPRUDENCIA
Efectuada la remesa sin reserva, el crédito correspondiente se desliga de la causa que lo
origina, y antes de la conclusión de la cuenta corriente, ninguna de las partes es
considerada deudor o acreedor, ni los valores remitidos son exigibles durante el curso de
la cuenta (arts. 774 Ver Texto y 776 Ver Texto, C.Com.) (Cám. Fed. C.C., II, ED, 95,
359).
Estando las partes ligadas por un contrato de cuenta corriente general, sin limitación a
determinadas operaciones, se presume que todas las que se realice entre ellos quedan
comprendidas, salvo que en forma expresa se manifieste una voluntad contraria (Cám.
Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen).
Se puede partir del principio de que, en la duda, todas las prestaciones y créditos
valuables en dinero, es decir, aptos para la compensación, son del dominio natural de la
cuenta corriente. De otro modo, se remitiría al arbitrio de una sola de las partes derogar
el contrato, excluyendo de la cuenta las remesas que mejor le pareciera (Cám. Com., D,
LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen).
2) Objetivos: Se requiere la preexistencia de un crédito válido, lo cual excluye los
provenientes de contratos nulos o inexistentes (151) .
Algunos autores sostienen la necesidad de un requisito formal: la efectiva inscripción de
la remesa en la cuenta corriente (152) ; pero tal conclusión no es acertada, ni desde el
punto de vista doctrinal, ni como interpretación de nuestra ley, dado que ésta contiene
un artículo expreso en contrario, el 789 Ver Texto, C.Com., que determina que la
existencia del contrato de cuenta corriente puede ser establecida por cualquiera de los
medios de prueba admitidos por este Código (153) .
C) Consecuencias. La trasformación que se opera en el crédito incluído en la cuenta
corriente, que nuestra ley califica de novación, produce las siguientes consecuencias.
1) Extinción del crédito originario y, consiguientemente, de los derechos que confería.
Ya hemos visto que el crédito originario sufre una trasformación tan radical que importa
su extinción como tal (154) . Primera consecuencia de ello es el decaimiento para el
acreedor de todos sus derechos: no puede ya trasmitirlo, ni disponer de él en ninguna
forma; poco importa que el crédito fuera por precio o arrendamientos, o que la
operación que lo produjo fuera un contrato de comisión. En este último caso no se
puede reivindicar el precio de la venta efectuada por el comisionista, porque la inclusión
del crédito en la cuenta equivale al pago y deja definitivamente cancelada toda
obligación del comisionista por ese concepto. Si el crédito constaba en una letra de
cambio, el acreedor que pasa a ser acreditado, sujeto al régimen de la cuenta corriente,
pierde sus acciones cambiarias (155) , que en virtud de la trasmisión de la letra pasan al
receptor. Tratándose de obligaciones solidarias, se extingue todo derecho del acreedor
contra los coobligados (arg. art. 810 Ver Texto, C.Civ.). Pero si ello es así por lo que
respecta al crédito resultante de la operación individual, cuando pasa a la cuenta con la
conformidad de ambas partes, éstas conservan todos los derechos relativos a la
operación generadora: por ejemplo, en una venta, si los artículos no son los convenidos,
la inclusión del crédito de precio en la cuenta que equivale al pago, no impide al
comprador efectuar los reclamos a que tiene derecho como tal, en la misma forma en
que podría formularlos si hubiera pagado el precio en efectivo. También conserva el
derecho de atacar la validez de la operación, cuando es nula o anulable, a fin de
conseguir la exclusión del crédito de la cuenta corriente (156) .
2) Pérdida del privilegio. Posibilidad de reserva. Dado el carácter accesorio del
privilegio, desaparece al desaparecer el crédito a que accede: accesorium sequitur
principale (157) .
En materia de novación, empero, el art. 803 Ver Texto, C.Civ., utilitatis causa, y por
considerar que en el fondo se trata de trasformación de una obligación en otra y que al
permitir que la segunda entre en lugar de la primera los demás acreedores no sufren
perjuicio alguno, dispone que el acreedor puede, por una reserva expresa, impedir la
extinción del privilegio (158) .
Tratándose de la inclusión de un crédito en la cuenta corriente, no se discute la pérdida
del privilegio (159) , discutiéndose sólo si puede el acreedor conservarlo mediante
reserva expresa. Por nuestra parte, conceptuamos que la profunda trasformación que
sufre el crédito, y que importa su extinción como tal para quedar reducido a un simple
elemento del crédito eventual de saldo, produce la extinción del privilegio; en ausencia
de una disposición legal no puede pasar al nuevo crédito de saldo, ya que no puede
existir privilegio sin un precepto expreso de la ley (160) , y por su naturaleza
excepcional su interpretación es restrictiva. Si sólo se argumenta con la figura de la
novación, tomada en sentido estricto, como trasformación de una obligación en otra,
cabe sostener, como hacen algunos autores (161) , la aplicación del art. 803 Ver Texto,
C.Civ., y, por tanto, la posibilidad de reserva del privilegio, pero si se tiene en cuenta el
verdadero efecto de la indivisibilidad de la cuenta y que antes del cierre de ella sólo hay
elementos de un crédito eventual (el saldo), y que de éste no se puede decir que
represente a determinados créditos originarios, pues es la resultante de la fusión de
todos los créditos y deudas, compensados al final, parece más jurídico y lógico afirmar,
como lo hacemos, que no puede el privilegio trasladarse al saldo. Veamos un ejemplo:
si en la cuenta corriente se incluye un crédito privilegiado por precio de venta, de 1.000,
y otros créditos sin privilegio por un total de 10.000 y deudas por 10.500, resultando un
saldo final de 500, ¿cómo se puede sostener que este saldo corresponde al precio de
venta y que su acreedor goza del privilegio del vendedor, aunque haya pretendido
reservárselo? No obstante estas poderosas razones, muchos autores franceses (162) y la
mayoría de los italianos y nacionales citados precedentemente, sostienen que se puede
reservar el privilegio por voluntad de las partes (163) .
Sólo resta señalar aquí que la solución es distinta, como se comprende, para las
garantías convencionales: hipoteca, prenda, anticresis (164) .
3) Extinción de las garantías. Posibilidad de su reserva. Tal como ocurre con los
privilegios legales, las garantías convencionales del crédito incorporado a la cuenta
corriente (fianza, prenda, hipoteca) se extinguen por la misma razón (165) ; pero en este
caso, dado el origen convencional de la garantía, nada obsta a que por convención se
disponga lo contrario, es decir, que si el acreedor al liquidarse la cuenta resulta serlo
también por el saldo, podrá satisfacerse sobre la garantía hasta concurrencia del importe
por el cual fue otorgada. Mas para ello se requiere, en nuestro concepto, la conformidad
del otorgante de la garantía, sea el otro correntista o un tercero; en cuanto al otro
correntista, por las razones expuestas con respecto a los privilegios legales,
consideramos también inaplicable en este supuesto el art. 803 Ver Texto, C.Civ.; el
acreedor, al celebrar el contrato de cuenta corriente o al realizar las distintas operaciones
con la otra parte, es libre de excluír aquellas que le parezca conveniente, dejando así
afuera de la cuenta los créditos garantizados o a garantizarse con fianza, prenda o
hipoteca; si deja de hacerlo no puede luego pretender que la garantía subsiste sobre el
saldo. En cuanto a los terceros, nuestra conclusión puede fundarse en el art. 804 Ver
Texto, C.Civ., si se trata de prenda o hipoteca (166) , y en el art. 2047 Ver Texto,
C.Civ., si de fianza (167) , pudiendo también resultar aplicable, según las
circunstancias, el art. 2046 Ver Texto, C.Civ. (168) , ya que la inclusión en la cuenta
puede importar prórroga del plazo de la obligación.
4) Prescripción. El término que la ley fija para la prescripción del crédito originario deja
de ser aplicable; mientras la cuenta está pendiente no hay crédito exigible ni, por
consiguiente, prescripción de ninguna especie; una vez cerrada y establecido el saldo,
comienza a correr la prescripción especial que para la cuenta corriente establece la ley
(art. 790 Ver Texto, C.Com.). Por ejemplo, el crédito proveniente de mercaderías
vendidas al fiado, sin documento escrito, prescribe a los dos años (art. 849 Ver Texto,
C.Com.); una vez incluído en la cuenta corriente, tal prescripción es inoperante y el
saldo, que el crédito contribuye a formar, prescribe a los cinco años (art. 790 Ver Texto,
C.Com.).
Hay al respecto uniformidad en la doctrina y jurisprudencia nacional y extranjera (169) .
Pero téngase en cuenta que el cierre puede tener lugar por tácito consentimiento, cuando
la cuenta queda paralizada por un lapso prolongado y, en este caso, la prescripción de
cinco años, para el saldo que resulte en el momento en que se establece operado el
cierre, no para los créditos originados individualmente considerados, corre desde el
último asiento (170) .
JURISPRUDENCIA
Si existió entre las partes -asegurador y reasegurador- una verdadera relación de cuenta
corriente mercantil, en la cual se inscriban remesas recíprocas por créditos inexigibles
hasta el cierre parcial o provisorio, cabe concluír que el plazo de prescripción anual
previsto para el contrato de seguros, aplicable supletoriamente al reaseguro, ha sido
desplazado por la prescripción quinquenal establecida por el art. 790 Ver Texto,
C.Com., para la cuenta corriente mercantil, en virtud del efecto novatorio reconocido
por el art. 775 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., C, LL, 1988-B, 277).
5) Naturaleza civil o comercial de la obligación. El contrato de cuenta corriente es en
nuestro derecho de naturaleza comercial, aun cuando las partes no invistan la calidad de
comerciantes (171) ; la inclusión de créditos civiles no altera tal carácter, y el saldo es
comercial aunque la totalidad de los créditos incorporados fueran civiles. Esto, que es
consecuencia lógica de la trasformación que sufre el crédito originario, y a la cual nos
hemos referido precedentemente, suele expresárselo en forma inexacta diciendo que la
cuenta corriente modifica la naturaleza civil de la obligación, como si ésta continuara
subsistiendo inalterada (172) .
JURISPRUDENCIA
El carácter comercial del contrato de cuenta corriente mercantil no se modifica por la
naturaleza de las negociaciones que incluya, ni por la calidad de las personas que
intervienen (SCBA, 5-IX, 366); tampoco porque se haya incluído partidas provenientes
de la ley 12591 (Cám. Com., JA, 1942-II, 551), o de otras leyes federales (Cám. Com.,
LL, 26, 478), o por la circunstancia de que provengan del cobro de arrendamientos
(SCBA, 5-IX, 366).
6) Plazo de exigibilidad de la obligación. Los créditos incluídos en la cuenta corriente
dejan de ser exigibles; en ella sólo se puede hablar de exigibilidad con respecto al saldo,
exigible inmediatamente al cerrarse la cuenta o en la fecha convenida. También, en este
caso, se suele incurrir en inexactitud de expresión al decir que la cuenta corriente
modifica el plazo de exigibilidad de la obligación, como si la obligación originaria
subsistiera.
JURISPRUDENCIA
Como consecuencia del carácter indivisible de la cuenta corriente mercantil, los créditos
que ingresan en ella forman un todo inescindible e inexigible hasta el cierre de la cuenta
(Cám. C.C., II, Rosario, RSF, 10, 80; Cám. Fed. C.C., ED, 25, 31; ídem, LL, 131, 969;
ídem, ED, 95, 359; Cám. C.C., I, Rosario, Rep.
LL, XLVI, 487).
II) Constitución de garantías.
El saldo de la cuenta corriente que resulte al cierre puede ser garantido con hipoteca,
prenda o fianza, según lo convenido por las partes (art. 786 Ver Texto, C.Com.).
La garantía puede ser otorgada con anterioridad a la determinación del saldo, en cuyo
caso, dado el carácter eventual del crédito, se debe establecer el máximo cuando se trata
de prenda o hipoteca (173) .
Ya dijimos que constituída para garantizar el saldo, lo cubre aunque resulte de remesas
anteriores a su constitución, en razón de la indivisibilidad de la cuenta (174) .
La otorgada por el saldo definitivo o por el saldo que resulte en determinada fecha, no
se afecta por la circunstancia de que en el lapso anterior tengan lugar balances parciales
que arrojen saldos que pasan a la cuenta reabierta, porque siempre se trata de la misma
cuenta y tales saldos no tienen otra finalidad que simplificar las operaciones (arts. 782
Ver Texto y 783, C.Com.) (175) .
Siendo de derecho común lo relativo al otorgamiento de garantía por el saldo, la
enumeración del art. 786 Ver Texto, C.Com., no debe considerársela taxativa (176) ;
cabe, pues, garantizarla con anticresis (177) , en cuyo supuesto las partes deberán
convenir el destino de las sumas que percibe el acreedor anticresista: pasarlas a cuenta
corriente, retenerlas en caución, disponer de ellas a cuenta del crédito por el saldo, etc.
El primer temperamento es el más aconsejable, y el que se deberá seguir a falta de
convenio especial.
Si bien hemos dicho que como la prenda sin desplazamiento (prenda agraria) sólo se
puede constituír para garantizar un préstamo en efectivo, no cabe otorgarla para
garantizar el saldo de una cuenta corriente (178) . Sin embargo, se puede constituír una
prenda con registro, pues mediante ella se puede garantizar toda clase de obligaciones
(art. 1 Ver Texto, ley 12962) (179) .
El art. 786 Ver Texto, C.Com., se refiere al saldo definitivo posterior a la terminación
del contrato. Pero también se puede garantizar el saldo parcial resultante en determinada
fecha. En este caso, si se desea que la garantía cubra una suma equivalente del saldo
definitivo, que resulte a la terminación del contrato, conviene establecerlo en forma
expresa para evitar cuestiones, pues es sabido que la cuenta es indivisible, y sus
distintas partidas, y consiguientemente el saldo parcial, no pueden ser consideradas,
estrictamente, créditos eventuales. Empero, si nada se ha convenido, cabe entender,
interpretando la intención de las partes, que no se puede alegar ignorancia respecto del
régimen legal de la cuenta corriente, que la garantía cubre el saldo definitivo pero sólo
hasta la concurrencia del saldo parcial garantizado, pues la garantía se ha limitado a esa
suma (180) .
La misma solución corresponde cuando se garantiza un crédito determinado, destinado
desde un principio a ingresar en cuenta corriente, ya que en razón del efecto que
produce la indivisibilidad de ésta, es evidente que la intención del garante sólo ha
podido ser la de que la garantía cubra el saldo hasta ese monto (181) .
Cuando el crédito garantizado pasa a la cuenta corriente con reserva expresa de la
garantía por parte del acreedor, no se opera novación (arg. art. 775 Ver Texto, 2º párr.,
C.Com.), y si al clausurarse definitivamente la cuenta, arroja un saldo igual o mayor que
aquél, el acreedor impago puede hacerlo efectivo en la garantía, hasta el importe de ella
(182) .
Tratándose de fianza, se debe tener en cuenta que se extingue si el plazo de la
obligación para la cual se otorgó se prorroga (art. 2046 Ver Texto, C.Civ.), y si media
novación, aun cuando el acreedor haga reserva de sus derechos contra el fiador (art.
2047 Ver Texto, C.Civ.) (183) .
(116) Entre otros: Boistel, nº 881, B; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 798; Feitu, nos. 162,
y ss.; Da, nº 87; Morando, nº 26; Pagani, nº 6; Giannini, nº 45; Vivante, IV, nº 1728;
Bonelli, nº 18; Fiorentino, 21; Navarrini, Dir. comm., I, nº 562; Segovia, II, n. 2615;
Malagarriga, V, nos. 196 y ss.; Rivarola, IV, nº 1225; Williams, 1, 253. Contra:
entendiendo que es indispensable la forma escrita: Dietz, 65 y 91; Egidi, nos. 9 y 14;
Vidari, V, nos. 1233 y 4249. V., sin embargo, nos. 4218, 4230 y 4233. V.: Obarrio, Ii,
nº 347, quien después de sostener que es admisible toda especie de prueba para
justificar la existencia del contrato, agrega: Esto no quiere decir, sin embargo, que la
cuenta, esto es, las operaciones que la forman, no deban ser consignadas por escrito. La
contabilidad que determina el crédito y el débito es indudable que tiene que ser materia
de asientos o partidas, consignadas en libros más o menos formales.
(117) La doctrina italiana interpreta así el art. 345 de su Código de Comercio, que habla
de anotación en la cuenta: Caluci, nº 13; Giannini, nº 50; Navarrini, nos. 38 y 51;
Bonelli, nº 18.
(118) Conf.: Segovia, II, n. 2615; Williams, 1, 282.
(119) Conf.: Segovia y Williams, lugs. cits.
(120) V.: Fernández, Código de Procedimiento Civil, comentado, 2ª ed., 192 y ss.
(121) Conf.: Vivante, IV, nº 1751, y autores alemanes que cita. Contra: Morando, nº 43,
sosteniendo que ambas partes están siempre en pie de igualdad, afirmación que si bien
es exacta por lo que respecta a los trámites extrajudiciales para determinar el saldo, en
los cuales debe ser indiferente el hecho de tomar la iniciativa remitiendo a la otra parte
copia de la cuenta y requiriéndole su aceptación, no lo es desde el punto de vista
procesal.
(122) V. nº 5, letra i.
(123) La doctrina y la jurisprudencia son uniformes al respecto.
(124) Conf.: Helbronner, nº 167; Feitu, nº 344; Da, nº 182; Ruben de Couder, vº
Compte courant, nº 90; Dalloz, Rép. prat., vº Compte courant, nº 140; Boistel, nº 887,
B; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 851; Cas. fr., D., 1887-I, 161; Giannini, nº 221;
Navarrini, vº Conto corrente, nº 107; Bonelli, nº 39.
(125) Conf.: Bonelli, lug. cit.; Morando, nº 43, p. 186, n. 2. Contra, por entender que no
hay saldo hasta que sea fijado judicialmente: Giannini, nº 81; Navarrini, lug. cit.; esta
última opinión olvida que el monto que se toma en cuenta para la competencia es el que
se reclama en la demanda, y no el que resulta de la sentencia. V.: Fernández, Cód. Proc.
Civ. Com., nº 33, n. 40.
(126) Conf.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 851; Feitu, nº 344; Clement, nos. 263 y 283;
Giannini, nº 221; Navarrini, nº 107; Bonelli, nº 39.
(127) Conf.: Clement, nº 270; Navarrini, nº 107; Bonelli, lug. cit.
(128) Esta conclusión es aceptada sin dificultades por nuestros autores y magistrados.
(129) V.: Williams, 1, 303/4: quien distingue como efectos esenciales: 1) la trasferencia
de propiedad de los valores remitidos; 2) la novación; 3) la indivisibilidad; 4) la
compensación. Mientras que considera naturales: 1) la cláusula salvo encaje; 2) los
intereses; 3) los derechos de comisión y reembolso de gastos.
(130) Conf.: Esmein, 567.
(131) Conf.: Mossa, nº 3; Rezzara, RDC,1906-II, 244.
(132) Conf.: Mossa, lug. cit.
(133) Conf.: Giannini, 857.
(134) V. nº 5, letra b. Conf.: Bonelli, 849; Mallo Rivas, 4; Williams, 1, 250.
(135) Conf.: Vasseur y Marim, I, 257; Escarra y Rault, VI, nº 495.
(136) Conf.: Vasseur y Marim, I, nº 261; Escarra y Rault, I, nº 376; Williams, 1, 340: Si
la cuenta comprende remesas en monedas diferentes, deben ser objeto de conversión a
una misma moneda, que será aquella determinada con motivo de la apertura de la cuenta
corriente y que servirá para determinar el saldo como consecuencia de la indivisibilidad.
Si la moneda única en que se lleva la cuenta ha sufrido variaciones de valor durante el
curso de ésta, dichas variaciones no se las debe tomar en consideración por aplicación
del art. 619 Ver Texto, C.Civ., y por el principio de la indivisibilidad, que prohíbe hacer
valer los distintos valores que la moneda haya podido sufrir en el curso del
funcionamiento de la cuenta en relación con determinado crédito.
(137) Conf.: Boistel, nº 887, B; Bonelli, 896; Vivante, IV, nº 1755.
(138) Recordamos que los autores antiguos negaban que la cuenta corriente fuese un
contrato, reconociendo en ella sólo una mera forma de contabilidad. Por tanto, le
negaban tales efectos.
En la más reciente doctrina alemana también se sostiene que los créditos originarios no
sufren trasformación alguna por el hecho de ser incluídos en la cuenta corriente. V. nota
29.
(139) Williams, 1, 309 y 319.
(140) Bonelli, 867.
(141) Morando, nº 29.
(142) Boucart, en Journ. Pal., 1913-I, 265: Ahora bien, aquí (en la cuenta corriente) el
crédito es reemplazado por una partida de Haber; y ésta no es propiamente un crédito,
puesto que por esencia no es exigible; mientras que el crédito antiguo ha perdido, por
otra parte, su fisonomía distinta y ha quedado fundido en un conjunto indivisible.
Solamente el saldo, llegado el cierre de la cuenta, recobrará la figura de crédito; de
manera que la sustitución del crédito nuevo al antiguo no es inmediata, instantánea, sino
que pasa por una fase intermedia... Es, pues, preciso ampliar un poco la noción ordinaria
de novación, dilatarla en el tiempo.
Lacour y Bouteron, II, nº 1492: especie de novación, quasi novatio: los efectos de la
cuenta corriente, dicen estos autores, son desde el punto de vista de la novación
comparables a los de una reacción química en la cual los cuerpos, puestos en presencia,
dan nacimiento a un cuerpo dotado de propiedades completamente diferentes de los
elementos que han contribuído a formarlo. Y agregan: este artículo (el asiento de la
cuenta corriente), que toma una existencia absolutamente independiente de su causa,
puede ser solamente germen de un crédito futuro.
Lyon-Caen y Renault, IV, nº 823: Hablando rigurosamente, cabe decir que hay más una
especie de novación que una novación verdadera.
Thaller, nº 1664: Nos hallamos en presencia de una novación muy particular que no
engendra un segundo crédito instantáneamente, en el momento en que se destruye el
antiguo. Relaja provisoriamente la ligadura de la obligación. Quien es hoy acreedor
puede resultar deudor al final de la cuenta. Momentáneamente no hay deuda: nihil
debetur. Aquí está la gran osadía de la concepción. El principio de la indivisibilidad
explica esta detención temporaria de toda relación obligatoria, por la marcha de la
cuenta. Feitu, nº 215. V.: Esmein, lug. cit., niega que haya novación, expresando:
Definitivamente y de manera completa, hemos descartado la idea de novación. Es
indudable que el crédito se modifica al entrar en la cuenta; aun cuando no fuera más que
por el retraso de la exigibilidad. Pero la novación es todo un sistema, una forma de
extinción de las obligaciones, y no se puede decir que hay novación por la simple
modificación de una de las modalidades.
Según Vivante, IV, nº 1734, en los casos en que "la remesa es hecha con pacto de
pasarla derechamente a la cuenta, como cuando el receptor es comprador de las
mercaderías, cuando es el que recibe las cambiales del remitente con pacto de pasar el
correspectivo en cuenta corriente (valor en cuenta corriente), y si no fuera así, el
receptor no habría adquirido la mercadería ni descontado los títulos. En tal caso, el
crédito surge derechamente en la forma de un acreditamiento en la cuenta y no se puede
hablar de novación, porque para constituírla deben concurrir dos créditos, uno que
muere y otro que nace. Por consiguiente, el instituto de la novación no es suficiente para
explicar en todos los casos los cambios que ocurren en la condición jurídica del crédito,
porque el legislador toma en consideración solamente los casos en que un crédito
preexistente sirve de causa al nuevo crédito; pero este presupuesto no es constante".
Esta argumentación del profesor de la Universidad de Roma nos resulta errónea, pues si
lo que se debe entender por remesa es el crédito resultante de la operación que se
incluye en la cuenta corriente, la existencia, en todos los casos, de un crédito anterior es
indudable; en la compraventa es el crédito de precio que se trasforma en un elemento
del futuro saldo; cuando media descuento de documentos o simplemente anotación de
su importe, es el crédito que resulta de la posesión de los documentos del receptor. Y
termina Vivante: "Para comprender todos los casos es necesario ascender a un concepto
más amplio, diciendo que la relación jurídica de cuenta corriente funde todas las
remesas en un solo crisol de donde saldrá el crédito definitivo del saldo".
(143) Conf.: Lacour y Bouteron, lug. cit.
(144) Conf.: Lévy-Riesser, nos. 28 y 48, ns. 11 y 12; Morando, nº 29; Cosack, II, 165.
(145) Williams, 1, 311, quien agrega: Por otra parte, sostener que la inclusión del
crédito-remesa produce novación de la primitiva obligación y el nacimiento de una
nueva, llamada crédito en cuenta corriente, nos permite aplicar las disposiciones del
Código Civil acerca de la novación, pero con la particularidad de que ese crédito nuevo,
crédito en cuenta corriente, no será exigible en virtud de la indivisibilidad de la cuenta
y, por tal razón, sólo podrá compensarse entre sí al momento de la clausura de la cuenta,
oportunidad o momento en el cual se compensarán verdaderos créditos -y no artículo de
la cuenta, como afirma la teoría clásica-.
(146) Mallo Rivas, 7: Nuestra ley mercantil estableció en el art. 775 que el ingreso de la
remesa en la cuenta corriente produce la novación de la operación que da origen a esa
remesa. El tema es polémico. Pero, categóricamente, frente al inequívoco sentido de la
disposición legal, no cabe desconocer los alcances de la norma.
(147) Esmein, lug. cit.; Williams, 309.
(148) Portugal: art. 346, inc. 2, C.Com.; Turquía: art. 783, C.Com.; Ecuador: art. 505,
C.Com.; Perú: art. 565, C.Com.; Nicaragua: art. 521, C.Com.; Panamá: art. 981,
C.Com.; Venezuela: art. 488, C.Com.; El Salvador: art. 385, C.Com.; Honduras: art.
421,
(149) V. nº 6, letra a.
(150) V. nº 6, letra b.
(151) V. nº 7.
(152) Vidari, V, nos. 4249 y ss.; Malagarriga, V, nº 141, in fine: la afirmación de este
último autor es una inadvertencia, pues al comentar el art. 789 Ver Texto sostiene que el
contrato puede ser probado por testigos.
(153) V. t. III-A, nº 7.
(154) V. nº 3, letra e.
(155) Conf.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 825.
(156) V. nº 6, letra c.
(157) V. t. III-C, nos. 25, letra b, ap. III, y 51, letra c. Más ampliamente, v.: Fernández,
Tratado de la hipoteca, I, nos. 47 y ss.
(158) V.: Fernández, Tratado de la hipoteca, I, nº 51.
(159) La doctrina uniformemente reconoce la extinción del privilegio; entre otros:
Clement, nº 132; Da, nº 34; Feitu, nos. 224 y ss.; Boistel, nº 885; Lyon-Caen y Renault,
IV, nº 825; Thaller, nº 1664; Lacour y Bouteron, II, nº 1492; Cholat, 167 y ss.; Hamel, I,
nº 366; Vasseur y Marim, I, nº 248; Caluci, 35; Vidari, V, nos. 4287 y ss.; Pagani, nº 16;
Bonelli, 863; Giannini, nos. 55 y 59; Marghieri, nº 2401; Vivante, IV, nº 1735;
Morando, nº 33; Egidi, nº 18; Navarrini, nº 86. Y entre nosotros: Obarrio, II, nº 354;
Malagarriga, V, nº 142; Segovia, II, n. 2573; Mallo Rivas, 7/8; Williams, 1, 321.
(160) V. t. III-C, nº 13: Para nosotros, los privilegios son convencionales, legales y
judiciales, según tengan su origen (o causa inmediata) en la convención (hipoteca,
prenda e institutos derivados de esas figuras-tipo, comúnmente llamadas garantías
reales), en la ley (los llamados simplemente privilegios que pueden ser generales o
especiales, sobre inmuebles o muebles) o por resolución judicial (embargo,
desapoderamiento, separación de patrimonios en la sucesión); empero, todos ellos
reconocen su fuente mediata en la ley (art. 3876 Ver Texto, C.Civ.). Aquí nos ocupamos
de los privilegios legales.
(161) Conf.: Segovia, Mallo Rivas, Williams, lugs. cits.
(162) Feitu, nº 226; Clement, nº 134; Da, nº 54; Boistel, nº 885; Lyon-Caen y Renault,
IV, nº 825; etc.
(163) Mallo Rivas, 8: Frente a la reserva de novación, no puede sino considerarse que la
remesa es, en este caso, condicional.
(164) V. infra, letra c.
(165) Doctrina predominante; entre otros, los autores indicados en la nota 151.
La ley puede disponer que tales garantías subsistan con respecto al saldo de la cuenta
corriente y hasta el importe del crédito originario. Así lo determina el art. 350 del
Código de Comercio alemán: "Cuando se incluya en una cuenta corriente un crédito
garantizado con prenda, caución o en otra forma, el reconocimiento del saldo de la
cuenta no impide al acreedor tratar de satisfacerse sobre la seguridad hasta concurrencia
del importe del crédito garantizado. Cuando un tercero está solidariamente obligado por
un crédito incluído en la cuenta corriente, se aplicará por analogía la disposición del
parágrafo precedente en cuanto al derecho de hacer valer tal crédito en su contra" (v.:
Carpentier, 159; Vivante, IV, n. 28 al nº 1735; Morando, 141, n. 1). En el mismo
sentido el art. 360 del proyecto D´Amelio y el art. 480 del proyecto Vivante.
El Proyecto de Ley de Unificación de la Legislación Civil y Comercial dispone en el art.
1934, in fine, que "las garantías de las remesas se trasladan a los saldos".
César Vivante, en su nota a un fallo de la Corte de Apelación de Bologna, Le garanzie
delle partite annotate in conto corrente, RDC, 1915-II, 620, hace una excepción con las
garantías prestadas por terceros, especialmente la fianza, que según él subsisten, si bien
su argumentación se basa principalmente en la redacción del texto legal italiano.
Morando, nº 34, opina que las garantías reales, ya sean ofrecidas directamente por los
cuentacorrentistas, o por terceros, deben siempre concluír -se sobrentiende que en el
momento en que se verifica la novación, o sea, a la formación del saldo (a menos que el
cuentacorrentista garantizado haya hecho la reserva expresa a que alude el art. 1274 Ver
Texto, C.Civ.)-, y que subsistan, al contrario, las garantías personales.
También entiende que se puede sostener la subsistencia de la fianza: Rotondi, en RDC,
1923-I, 523.
(166) El art. 804 Ver Texto, C.Civ., dice: El acreedor no puede reservarse el derecho de
prenda o hipoteca de la obligación extinguida, si los bienes hipotecados o empeñados
pertenecieren a terceros que no hubiesen tenido parte en la novación.
(167) El art. 2047, C.Civ., establece: "La extinción de la fianza por la novación de la
obligación hecha entre el acreedor y el deudor, tiene lugar aunque el acreedor la hiciese
con reserva de conservar sus derechos contra el fiador".
(168) El art. 2046, C.Civ., establece: "La prórroga del plazo de pago hecha por el
acreedor, sin consentimiento del fiador, extingue la fianza".
(169) V. entre otros: Clement, nº 135; Feitu, nos. 231 y 330; Lyon-Caen y Renault, IV,
nº 825, b; Thaller, nº 1664, b; Boistel, nos. 885 y 887, B; Vidari, V, nº 4287; Vivante,
IV, nº 1734; Bonelli, 862; Lévy-Riesser, nº 26.
Sin embargo, es inexacta la expresión de algunos autores de que a la prescripción del
crédito originario se sustituye la prescripción especial de la cuenta corriente, lo que hace
pensar en el cambio de prescripción de un mismo crédito; la aplicación de un término de
prescripción distinto se debe a que el crédito originario ha dejado de existir como tal
para contribuír a formar el saldo de la cuenta corriente; a distinta obligación, distinta
prescripción.
(170) V. nº 15.
(171) V. nº 5, letra e y letra i.
(172) V.: Malagarriga, V, nº 145.
(173) V. t. III-C, nº 25, letra b, ap. II, y nº 55, letra b.
(174) Conf.: Boistel, nº 887, B; Bonelli, 896; Vivante, IV, nº 1755.
(175) Conf.: Vivante, lug. cit.
(176) Conf.: Segovia, II, n. 2607; Rivarola, IV, 573, n. 1.
(177) Conf.: Segovia y Rivarola, lugs. cits.
(178) V.: Fernández, Código de Comercio, III, 77 y 489.
(179) V. t. III-C, cap. IV, sec. segunda, comentario del art. 1.
(180) Conf.: Boistel, nº 887, B; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 834; Feitu, nº 251; Da, nº
56; Vivante, IV, nº 1755; Cas. fr., D., 1852-I, 87; Ap. París, D., 1853-II, 81. Contra:
Dietz, 81 y 251: la continuación de la cuenta hace desaparecer el saldo parcial y con él
la garantía, por lo cual ésta no cubre parte alguna del saldo final; Bonelli, lug. cit.; Ap.
Rouen, D., 1852-I, 87: la garantía del saldo parcial cubre totalmente el saldo final,
aunque éste sea mayor, conclusión que se pretende extraer del principio de
indivisibilidad de la cuenta corriente.
También se ha sostenido que la garantía del saldo parcial desaparece, pues para el
tercero garante las remesas posteriores no importan remesas en cuenta corriente sino
pagos con respecto al saldo, que por tal motivo desaparece, conclusión inaceptable, pues
si es posible sostener que las partidas posteriores no pueden perjudicar al tercero
garante, es inadmisible que éste pueda hacerlas valer con un carácter distinto del que
efectivamente tienen según las relaciones entre los correntistas.
(181) Conf.: Boistel, nº 887, B; Vivante, IV, 1755; Malagarriga, V, nº 189. Así lo
dispone la ley mejicana de títulos y operaciones de crédito de 1932, art. 305.
(182) Conf.: Boistel y Vivante, lugs. cits. y jurisprudencia italiana citada por el último
en la n. 51 bis; Malagarriga, V, nº 189; ley mejicana, art. cit.
(183) V. t. III-B, 74 y 88; Boistel, nº 887, B, p. 648; Da, nº 58 y ap. anterior, letra c.
10. CLÁUSULA "SALVO ENCAJE".
a) Generalidades.
Nuestra ley, como todas las que legislan especialmente la cuenta corriente (184) ,
considera implícita la cláusula del epígrafe, cuyo efecto es el que establece el art. 779
Ver Texto, C.Com.: "Mientras no se cumpla con la condición del inciso 2 del art. 777
777 (185) , la operación se considera como provisoria, hasta que haya tenido lugar la
entrada en caja de los valores, a menos de convención expresa en contrario. Si el
remitente es declarado en quiebra antes de la realización de los valores remitidos en
cuenta corriente, el que los recibe puede anular el crédito que había abierto, y acreditar
los valores entregados en caja, y los gastos legítimos y de protesto que haya sido
obligado a ejecutar, cerrando la cuenta corriente, para establecer las relaciones jurídicas
del deudor y acreedor".
El receptor de títulos de crédito, categoría que incluye a los documentos comerciales
(186) , asienta inmediatamente en la cuenta el importe de ellos, pero si no son pagados a
su vencimiento, neutraliza la partida mediante un contraasiento (contrapassation,
storno), o, en otros términos, después de debitar la suma se la acredita. El fundamento
del precepto es de toda obviedad, sobre todo en lo que respecta a los papeles de
comercio: la remesa -entendida con el alcance que nosotros le atribuímos (187) - no es,
en este caso, firme y definitiva, sino simplemente un derecho creditorio que adquirirá el
verdadero carácter de remesa cuando se efectúe el pago; en el rigor de los principios, el
asiento en la cuenta corriente sólo debería efectuárselo al percibir el importe del
documento, pero razones de conveniencia práctica, como la de movilizar los capitales,
determinan el procedimiento indicado, consagrado por los usos del comercio y
posteriormente reconocido por el legislador; de ahí que el asiento no tenga carácter
irrevocable hasta ocurrir el pago; en caso de no ser pagado el documento, la partida no
desaparece (en la contabilidad legalmente llevada no se puede tachar o borrar los
asientos) (188) , sino que se neutraliza mediante un contraasiento.
b) Naturaleza jurídica.
Se discrepa en doctrina sobre la naturaleza jurídica de la cláusula salvo ingreso en caja
(sauf encaissement; salvo incasso), discusión dogmática carente de importancia
práctica, dado que no altera los efectos de ella.
Si bien para algunos autores se trata de una condición suspensiva (189) , para la opinión
predominante se trata de una condición resolutoria (190) . Nos adherimos a esta última,
pues el efecto de la cláusula es volver las cosas al estado anterior al envío de los
documentos, quitando eficacia al asiento (191) .
JURISPRUDENCIA
Para que la admisión de papeles de comercio en cuenta corriente produzca novación es
necesario que se cumpla con la condición de ser pagados a su vencimiento. En caso
negativo, el correntista puede devolverlos, anulando el crédito, a los fines del ejercicio
de la acción cambiaria (Cám. Paz, I, LL, 99, 254).
c) Eficacia unilateral.
Una doctrina francamente predominante reconoce que la cláusula salvo encaje sólo
puede ser invocada por el receptor de los documentos (192) . En consecuencia, el
remitente no puede hacerla valer en ningún caso; por ejemplo, para oponerse a la acción
cambiaria del receptor en su contra o para reivindicar el título. Esta solución reconoce el
mismo fundamento, al menos en los papeles de comercio, que el principio que veda a la
parte incumplidora invocar la condición resolutoria implícita (193) . El
cuentacorrentista que remite los documentos, queda obligado como garante en su
condición de endosante de ellos (art. 16 Ver Texto, decr.-ley 5965/63), y, por
consiguiente, de no efectuarlo el principal obligado (girado-aceptante, en la letra;
suscritor, en el pagaré), debe efectuarlo él; su incumplimiento a tal obligación le impide
invocar la cláusula. Por otra parte, es evidente que la finalidad perseguida con la
cláusula, según la intención de las partes, no puede ser otra que la de poner a cubierto al
receptor del riesgo eventual de la falta de pago. Si, para facilitar el desenvolvimiento de
sus relaciones con la otra parte, acepta incluír como remesa un documento, en vez de un
crédito efectivo del remitente, lo hace indudablemente con la condición de que el
documento será pagado. En otros términos: el documento se trasmite pro solvendo, y no
pro soluto (194) .
En cuanto a los terceros, entendemos que no pueden valerse de la cláusula; la doctrina
se puede considerar que es pacífica al respecto.
d) Efectos.
Para determinar correctamente los efectos de la admisión en cuenta corriente de un
documento comercial salvo encaje -cláusula implícita según nuestra ley-, es
indispensable distinguir con precisión lo relativo a la propiedad del documento, que el
receptor adquiere por la trasmisión mediante endoso y que le confiere plenos derechos
cambiarios, y lo concerniente a las relaciones extracambiarias entre los correntistas, es
decir, las relaciones que resultan de la remesa en cuenta corriente; entre los correntistas
el documento es trasmitido con la condición que importa la cláusula salvo encaje, o sea,
que el receptor puede volver las cosas al estado anterior efectuando el contraasiento. Las
confusiones de muchos autores se deben a la falta de tal discriminación.
Para mayor claridad estudiaremos por separado los distintos casos que pueden
presentarse.
I) Ambos correntistas se hallan "in bonis"
Hay que distinguir según que el documento esté en poder del receptor o de un
endosatario, por haber sido negociado endosándolo.
A) Documento en poder del receptor. No pagado el documento a su vencimiento, el
receptor, que debe levantar protesto, para impedir que el documento quede perjudicado
puede proceder en cualquiera de las siguientes formas: 1) proceder cambiariamente no
sólo como portador legitimado (195) , sino como propietario del documento, contra los
firmantes de él, obligados al pago (art. 51 Ver Texto, decr.-ley 5965/63), incluso contra
el remitente (196) , tratando de hacerlo efectivo judicial o extrajudicialmente, por
cualquiera de las vías que la ley otorga (197) . Esta opción no hace perder al receptor el
derecho de eliminar la partida de la cuenta, efectuando el contraasiento, si no puede
obtener el pago (198) , y siempre que no se haya perjudicado los derechos cambiarios
del remitente (199) ; 2) neutralizar el asiento respectivo mediante el correspondiente
contraasiento (art. 779 Ver Texto, C.Com.) (doctrina uniforme), acreditándose también
los gastos (art. 779 Ver Texto, 2º ap., C.Com.) y devolviendo el documento al remitente
(200) ; pero si ha dejado perjudicar el documento no puede efectuar el contraasiento
(201) . Si con posterioridad al contraasiento acciona contra los demás obligados, en su
calidad de portador legitimado del documento, cabe entender que actúa por cuenta del
remitente (202) y lo que obtenga corresponderá a éste. Si ha mediado un pago parcial
(art. 42 Ver Texto, ap. 2º, decr.-ley 5965/63), lógicamente el contraasiento sólo será por
la parte insoluta (203) .
B) Documento en poder de terceros, negociado por el receptor. Si el tenedor procede
cambiariamente contra el correntista receptor y éste paga, su situación es la misma
indicada precedentemente (204) .
II) Quiebra del remitente.
A) El receptor tiene el documento en su poder. Este caso está expresamente previsto en
el segundo apartado del art. 779 Ver Texto, C.Com.: el receptor puede efectuar el
contraasiento a que nos hemos referido (205) , con deducción de cualquier pago parcial,
como también acreditarse los gastos legítimos y de protesto (206) que se hubiera visto
obligado a realizar (207) . Como resulta del artículo citado, ello es facultativo para el
receptor, que si lo prefiere puede mantener la partida de la cuenta y proceder
cambiariamente contra los obligados al pago del documento (arts. 17 Ver Texto y 51
Ver Texto, decr.-ley 5965/63). En este último caso, tal como ocurre cuando ambos
correntistas se hallan in bonis, si no logra el pago de los coobligados del fallido, puede,
valiéndose de la cláusula que nos ocupa, efectuar el contraasiento e insinuarse en la
quiebra del remitente por el respectivo importe (208) , no así si el concurso le paga en
moneda de quiebra, pues tal pago extinguiría el crédito a su respecto y no sería posible
hacerlo renacer mediante el contraasiento (209) ; pero percibiendo el dividendo en el
concurso, puede luego ejercer la acción cambiaria contra los coobligados para percibir
el saldo, pues si bien el porcentaje extingue el crédito con relación al concurso, no
ocurre lo propio respecto de aquéllos. El tenedor de un documento comercial puede
dirigir su acción contra cualquiera de los obligados cambiarios (en este caso accionaría
en primer término contra el concurso), y no satisfecho, contra los demás, ejerciendo el
ius electioni y ius variandi, que le concede la solidaridad cambiaria (arg. art. 51 Ver
Texto, decr.-ley 5965/63). La circunstancia de que al declararse la quiebra el receptor
estuviera ejerciendo sus derechos cambiarios contra los demás obligados, es indiferente.
En tal supuesto puede continuar sus gestiones extrajudiciales y judiciales, contra éstos,
tratando de obtener el cobro, o bien ejercer inmediatamente su derecho a devolver el
documento al concurso, asentando la correspondiente contrapartida. Si, como
consecuencia de las acciones contra terceros, ha obtenido pagos parciales, conserva
todos sus derechos contra el remitente por el saldo insoluto.
La solución del art. 779 Ver Texto, C.Com., se aplica tanto a los documentos vencidos
en el momento de la declaración de quiebra del remitente, como a aquellos cuyo
vencimiento es posterior; la situación jurídica es idéntica en uno y otro caso, por lo cual
no cabe discriminación alguna en línea dogmática (210) , ni tampoco cabe como
interpretación del texto legal, dado que éste no hace distingo (211) .
Esta solución, que se ajusta a los principios que rigen la materia, no provoca cuestión de
ninguna especie si, ciñéndonos también a los principios, se considera que hecho el
contraasiento el receptor debe devolver el documento al concurso (212) . La ley le da
una opción al receptor: o mantiene el asiento, y con él, en su carácter de dueño del
documento, su acción cambiaria contra los obligados al pago, incluso insinuarse en el
concurso, pues el fallido es uno de los obligados, en igual situación que cualquier
portador de un documento comercial, o, al contrario, efectúa el contraasiento, volviendo
las cosas al estado anterior a la recepción del documento, que lógicamente debe
devolver, y si por razón de las circunstancias cobrara su importe -ya que como portador
legitimado, mientras no haga efectiva la devolución al síndico estará obligado a requerir
el pago, y en su defecto formalizar protesto-, tal cobro lo habrá efectuado por cuenta del
concurso del remitente y deberá rendir cuentas (art. 69 Ver Texto, C.Com.), entregando
el dinero al síndico (213) . Pero puede efectuar el contraasiento inmediatamente de
ocurrir la quiebra del remitente pidiendo verificación en éste por el total del saldo a su
favor y conservar el documento percibiendo a su vencimiento su importe o, en su
defecto, proceder cambiariamente contra todos los demás obligados (214) . Si el saldo
en el momento de ser declarada la quiebra es a su favor, debe insinuarse en ella
solicitando verificación por su importe; pagado el documento, no puede efectuar el
contraasiento, pues la condición resolutoria queda sin cumplirse; desde el momento que
cobra el documento no puede pretender que su importe se verifique a su favor en el
concurso. Ello no sólo sería antijurídico, sino hasta inmoral, pues importaría cobrar dos
veces el mismo crédito; si el documento no es pagado al vencimiento, puede optar entre
efectuar el contraasiento, devolviendo a aquél, e insinuarse en la quiebra como tenedor
o conservarlo accionando cambiariamente contra los obligados en virtud del título. No
hay obstáculo legal para hacer el contraasiento con posterioridad a la declaración de
quiebra, pues si bien ésta pone término al contrato de cuenta corriente (art. 151 Ver
Texto, ley 19551), no impide las consecuencias de los actos anteriores a ella, entre los
cuales figura la remisión del documento y su inclulsión en la cuenta con la condición
salvo encaje; doctrina y jurisprudencia así lo admiten (215) . En Francia, en razón de
haber reconocido la jurisprudencia al receptor -generalmente un banco- con la finalidad
de fomentar el crédito bancario con presunto beneficio para los comerciantes (216) , el
derecho de retener el documento en garantía, temperamento que divide a la doctrina
(217) , se ha planteado la cuestión, que tiene gran interés práctico (218) , de si el
receptor puede efectuar inmediatamente el contraasiento, e insinuarse en la quiebra por
el total del saldo que resulte (sin perjuicio del cobro del documento, que sería
inoperante modificar aquél como crédito concursal), o si, al contrario, debe esperar a
que venza el documento. La jurisprudencia se presenta dividida (219) , lo mismo que la
doctrina (220) . La Corte de Casación ha puesto fin a esta divergencia de opinión,
pronunciándose por la no admisión del contrapassement inmediato; el receptor debe
esperar el vencimiento del documento, y solamente en caso de no ser pagado efectuar el
contraasiento (221) .
B) El documento se halla en poder de un tercero, endosado por el receptor. Si el tercero
exige el apgo al receptor-endosante y éste lo hace efectivo, se coloca en la misma
situación que cuando no se ha desprendido del documento, y que hemos contemplado
precedentemente (222) .
III) Quiebra del receptor.
En línea dogmática, el concurso puede ejercer todos los derechos del fallido, que hemos
indicado precedentemente, y en cuanto a la situación del remitente no se modifica; éste
no podrá invocar la cláusula salvo encaje para obligar a la quiebra del receptor a
efectuar el contraasiento y devolverle el documento, ni para otras finalidades, porque tal
cláusula sólo juega en favor del receptor y sería nula la cláusula por la cual el remitente
se reservara la facultad de reivindicar el título (223) ; en cambio, el concurso del
receptor podría mantener firme el asiento y exigirle el pago del documento (224) .
IV) Quiebra del receptor y del remitente.
Los derechos de los fallidos pasan a sus respectivos concursos y la situación es similar a
la de ambos correntistas in bonis, que hemos indicado en el ap. I.
Si los títulos están en poder de un tercero, por haber sido negociados, este último, en su
condición de portador legitimado (art. 17 Ver Texto, decr.-ley 5965/63), podrá
insinuarse en ambos concursos por el total, a fin de percibir el dividendo que resulte en
cada caso; así lo dispone el art. 139 Ver Texto, ley 19551.
11. COMISIONES Y GASTOS.
Dispone el art. 778 Ver Texto, C.Com., que la existencia de la cuenta corriente no
excluye los derechos de comisiones y el reembolso de gastos por los negocios
relacionados con ella. Es evidente que la regla legal se refiere a las comisiones y gastos
de las operaciones celebradas entre los cuentacorrentistas, de las cuales emanan los
créditos que alimentan la cuenta corriente. Tal disposición es concordante con el
concepto de remesa que sustentamos, como sinónimo de crédito-remesa, ya que
cualquier crédito (art. 775 Ver Texto, C.Com.), y entre ellos las comisiones y gastos que
enumera, constituyen remesas que pueden ser incorporadas a la cuenta corriente.
Se ha dicho (225) que en la práctica la comisión se cobra sobre todas las partidas de la
cuenta y aun sobre el saldo (226) ; ello nos parece ilógico y, por tanto, inadmisible. La
comisión no se cobra por el simple hecho de que un crédito pasa a la cuenta corriente;
tratándose de una compraventa, no vemos por qué el vendedor deba percibir una
comisión cuando ya, por la concesión del crédito, percibe intereses (227) . Lo que
dispone la ley en forma clara ("por negocios que a ella se refieran"), y lo único
procedente, es que se cobre comisión en las operaciones en las cuales ella se devenga
por su propia naturaleza; v.gr., las consignaciones y todas las operaciones en que uno de
los correntistas actúa como comisionista (228) . Cargar comisión a todas las partidas
constituye, como acertadamente se ha dicho, una duplicación innecesaria, pues tanto da
agregar 7% de interés o 6% de interés y 1% de comisión.
Por otra parte, si se ha incluído en la cuenta las comisiones correspondientes a las
operaciones particulares, ¿a título de qué se cobraría nueva comisión por el saldo? (229)
.
También se ha afirmado (230) que cuando el saldo definitivo pasa a nueva cuenta se
puede cobrar segunda vez comisión sobre él, lo cual rechazamos por las razones
expuestas precedentemente. En similar posición se ha pronunciado la doctrina y
jurisprudencia predominante en Italia, con un texto análogo al nuestro, fundándose en
que la primera conclusión es contraria a la letra de la ley y a los trabajos preparatorios
(231) .
Los autores franceses admiten la comisión respecto de las partidas, pero únicamente en
la cuenta corriente bancaria y siempre que así se estipule expresamente (232) ; el caso,
como se ve, es distinto al de la cuenta corriente mercantil, que presenta, como ya
expresamos, diferencias marcadas (233) . Aun así, la solución es discutible, y la
jurisprudencia francesa se expidió, primitivamente, por la negativa (234) .
Las partidas de comisiones e intereses devengan a su vez intereses, en la misma forma
que las demás (235) .
12. MEDIDAS CAUTELARES.
Los embargos o retenciones de valores llevados a la cuenta corriente, sólo son eficaces
respecto del saldo que resulte al fenecimiento de la cuenta, en favor del deudor contra
quien fuesen dirigidos (art. 781 Ver Texto, C.Com.).
La regla legal trascrita -reproducción textual del art. 610 del código chileno- ha sido
interpretada, por nuestros autores, en el sentido de que el embargo que se traba contra
uno de los correntistas tiene sólo carácter eventual, para hacerse efectivo sobre el saldo
acreedor que pueda resultar en favor de él al cerrarse y liquidarse la cuenta (236) ; así lo
entienden aun aquellos que critican vigorosamente tal solución, como Martín y Herrera
(237) , poniendo de manifiesto la enormidad jurídica que importa privar a los terceros,
como acreedores, de su derecho de satisfacerse sobre los bienes de su deudor, pues no
otra cosa resulta en la práctica, ya que la diferencia que existe en el momento de la
traba, desaparecerá generalmente, sea por el desenvolvimiento normal y lícito de la
cuenta, sea por una connivencia entre ambos correntistas (238) .
La apuntada conclusión, que se considera una consecuencia estrictamente lógica del
principio de la indivisibilidad de la cuenta corriente y la no existencia de acreedor y
deudor antes de la clausura -conceptos que, como vimos, no son absolutos, pues no es
totalmente exacto que el crédito incluído en la cuenta se esfume sin dar nacimiento a
otra obligación, ni que mientras corre la cuenta sólo exista un vacío insusceptible de
toda medida precaucional-, es sostenida también por la inmensa mayoría de los autores
extranjeros, con excepción de los alemanes más recientes que sustentan un concepto
distinto de la cuenta corriente (239) .
Consideramos significativo analizar con detalles lo expresado por algunos de ellos. Así,
Lyon-Caen y Renault (240) , luego de señalar que uno de los correntistas no puede
separar un artículo de crédito para reclamar el pago de su importe o para pretender que
una deuda ha sido pagada, afirman: "El derecho rehusado a cada correntista debe serlo
también a sus causahabientes. Por consiguiente, los acreedores de un corresponsal no
pueden trabar embargo sobre una suma de la cual su deudor ha sido acreditado. Un
artículo de crédito (crédit) no constituye un crédito (créance); es uno de los elementos
que sirven para fijar el saldo. El embargo únicamente es posible sobre el saldo de la
cuenta". Téngase en cuenta que nosotros no sostenemos que el embargo puede trabarse
sobre partidas, consideradas aisladamente, sino sobre el saldo que arroja el balance de la
cuenta en ese momento, el cual, si bien constituye un crédito exigible para el
cuentacorrentista a cuyo favor resulta, es un bien, de existencia real y efectiva, para los
terceros.
Por su parte, Thaller manifiesta (241) : "Hasta que el saldo se desprende, nada se adeuda
de una parte ni de otra. De este concepto se desprenden deducciones interesantes. A)
Mientras funciona la cuenta, los acreedores de uno de los operadores, Primus, no
pueden practicar embargo entre las manos del otro operador, Secundus. Sin embargo,
tiene interés en obtener la liquidación inmediata de la cuenta, deteniéndola en ese
momento. Su balance arrojaría, por ejemplo, la suma de 50.000 francos a favor de su
deudor, suma a la cual se elevan sus reclamaciones. Pero este balance no es el objeto de
una deuda presente: el embargo golpea en el vacío. Por consiguiente, las relaciones de
negocio continúan entre las dos partes. Posiblemente el tercero a quien se notificó el
embargo hará mañana remesa a su corresponsal en sentido contrario, por 50.000
francos, que amortizarán el balance y anularán el saldo. Los acreedores habrán, pues,
ejercido acciones estériles". Y más adelante: "Parece, sin embargo, equitativo reservar a
los acreedores el beneficio de la acción pauliana (art. 1167 Ver Texto, cód. civ.).
Cuando esta continuación de la cuenta corriente, con envío de remesas, ha tenido lugar
después del embargo, en fraude de sus derechos, los acreedores podrán hacer revocar
estas operaciones nuevas que han modificado el balance en su detrimento. Será
necesario -concluye- probar que ha habido colusión entre ambos operadores".
Como surge con claridad, el autor francés expone las consecuencias a que conduce una
aplicación inflexible del principio de la indivisibilidad, sin detenerse a estudiar si son o
no jurídicas y repugnantes a principios generales básicos. El remedio de la acción
revocatoria por las operaciones posteriores al embargo, que propone, es, en nuestro
concepto, completamente lírico.
Por su parte, Esmein (242) considera que la imposibilidad de embargar de los
acreedores no deriva de la indivisibilidad de la cuenta corriente, sino "de la atribución
exclusiva" de las remesas, desde el punto de vista de los privilegios; partiendo de la
afirmación de Thaller (243) de que "las remesas que uno de los contratantes recibe del
otro, vienen a constituír en sus manos una cobertura"; para concluír: "no puede dudarse
sobre la intención de cada parte al garantizarse sus propios créditos con las remesas de
la otra. La prueba de la constitución en prenda resultará, pues, de la prueba del contrato
en cuenta corriente"; en otros términos: la remesa constituye una garantía para el
receptor. Entendemos que este argumento no convence, pues como el embargo sólo
afectaría al saldo actual en favor del cuentacorrentista embargado, en nada perjudicaría
al otro. En cambio, cabe objetar: si el embargo importa disponibilidad del bien
embargado, ¿cómo puede tal crédito, no obstante el embargo, conservar su eficacia para
dar lugar a nuevas remesas de la otra parte?
Y bien, habida cuenta del pensamiento de estos estudiosos del derecho comercial, nos
parece que ésa no es la solución que corresponde desde los puntos de vista jurídico,
equitativo y práctico.
En línea dogmática, la premisa es errónea, pues aun cuando no sea exigible para las
partes, en realidad existen crédito y deuda antes de la clausura de la cuenta, y sobre todo
existen terceros. De iure condito, la disposición que trae el art. 781 Ver Texto, C.Com.,
no puede ser tomada en forma absoluta, sino como parte integrante de todo el
ordenamiento jurídico. A partir de ello, es elemental que los contratos no se los puede
oponer a terceros para perjudicarlos (arts. 1195 Ver Texto y 1199 Ver Texto, C.Com.)
(244) ; para ellos son res inter alios acta; y los acreedores de las partes no son sus
causahabientes o sucesores, sino terceros (245) . Es también principio consagrado en
nuestra legislación que los bienes que figuran en el patrimonio de una persona están
sujetos a la acción de sus acreedores, que pueden satisfacerse sobre ellos, ejecutándolos,
principio que se expresa con la fórmula simple y gráfica, aunque no del todo exacta, de
que el patrimonio es la prenda común de los acreedores (246) . Es jurídicamente
inadmisible que una persona, poseedora quizá de cuantiosos bienes o simplemente
solvente, pueda eludir la acción de sus acreedores con sólo celebrar el contrato que
tratamos; que aun cuando en un momento dado tales operaciones arrojen a su favor
crecidos saldos, los acreedores deban cruzarse de brazos esperando que la cuenta se
clausure sin poder impedir que la acción de los correntistas origine la disminución y
desaparición del saldo. Si la fecha fijada para la clausura de la cuenta es remota, los
acreedores quedarán burlados. ¿Y si la cuenta debe continuar indefinidamente, con sólo
balances periódicos?..., porque desde el momento que las remesas pueden consistir en
sumas de dinero o documentos comerciales, desaparece todo interés en la clausura y
liquidación (247) .
En nuestro concepto, la indivisibilidad de la cuenta corriente no es un principio
absoluto, ni aun entre las partes; la doctrina así lo reconoce (248) . Lyon-Caen y Renault
(249) enumeran entre los casos en que no juegan la indivisibilidad de la cuenta corriente
y el principio de que, antes de la clausura, no existe deudor ni acreedor, los siguientes:
a) constitución de una hipoteca o prenda para garantizar el pago del saldo actual en
favor de una de las partes; b) donación de bienes presentes y futuros hecha por uno de
los correntistas, para cuya validez se requiere, según el art. 1184, del código Napoleón,
un estado de deudas y cargas del donante existentes en el día de la donación; c)
revocación de los actos fraudulentos de uno de los cuentacorrentistas, para cuya
procedencia el otro, perjudicado, necesita invocar su condición de acreedor en ese
momento; d) el saldo existente en el momento en que uno de los correntistas libra una
letra de cambio a cargo de otro, puede consistir en provisión de fondos, la cual
correspondía al tenedor en la anterior legislación francesa, si bien esto último no es
aceptado por muchos autores (250) .
Sobre que no puede la indivisibilidad perjudicar a terceros, lo sostienen también: Dietz,
78; Boistel, nº 884, A, Da, nº 47.
Lo expresado demuestra que la afirmación de que con anterioridad al cierre de la cuenta
no hay acreedor, ni deudor, que acoge nuestro art. 774 Ver Texto, C.Com., no es más
que una expresión significativa para expresar el principio de la indivisibilidad de la
cuenta, pero no absoluta, pues ello sólo puede valer entre las partes, ya que surge de las
características del contrato normativo a que han sujetado sus relaciones económicas. El
verdadero principio en la materia es el sentado por el Código de Comercio alemán y la
ley mejicana de títulos y operaciones de crédito de 1932; el primero, en su art. 357,
dispone: "Cuando el acreedor de uno de los correntistas ha obtenido el embargo o la
adjudicación de las sumas que corresponden a su deudor como saldo de la cuenta
corriente, las partidas deudoras correspondientes a nuevas operaciones, posteriores al
embargo, no pueden, con relación a él, ser incluídas en la cuenta" (251) . La segunda, en
su art. 307: "El acreedor de un cuentacorrentista puede pedir el aseguramiento y la
adjudicación del saldo eventual de la cuenta corriente. En este caso, no podrán tomarse
en consideración con respecto al embargante, desde la fecha del aseguramiento, las
partidas de cargo correspondientes a operaciones sucesivas" (252) .
Reconocido que éste es el verdadero principio, veamos si cabe considerarlo repudiado
por el art. 781 Ver Texto, C.Com., o si, al contrario, debidamente interpretado, consagra
su aplicación. "Los embargos... -dice- sólo son eficaces respecto del saldo que resulte
del fenecimiento de la cuenta, a favor del deudor contra quien fuesen dirigidos". La
disposición puede armonizarse con los principios generales expuestos, salvaguardando
el derecho del otro contratante y de los terceros, interpretándolo de la siguiente forma:
los embargos sólo se los puede hacer efectivos sobre el saldo que resulte al fenecimiento
de la cuenta..., es decir, que producirán la indisponibilidad de la suma, pero el acreedor
no podrá satisfacerse sobre ella hasta el cierre de la cuenta; ni más ni menos que lo que
disponen las dos leyes precitadas.
Otra interpretación que reconocería eficacia al embargo, pero con un resultado más
favorable al acreedor embargante y, consiguientemente, más desventajoso para el otro
correntista, sería la siguiente: según el art. 782 Ver Texto, inc. 3, C.Com., la cuenta
corriente concluye por cualquier "suceso legal que prive a uno de los contratantes de la
libre administración de sus bienes"; tal el embargo, que le veda disponer total o
parcialmente del saldo actual de la cuenta corriente para obtener remesas de la otra
parte; en consecuencia, el embargo produce el fenecimiento de la cuenta y determina el
saldo, sobre el cual se hace efectivo.
JURISPRUDENCIA
La cuenta corriente mercantil no puede fundar un embargo preventivo mientras no
existe saldo líquido reconocido (Cám. Com., 55, 239).
En un caso en que el juez se había excusado de entender en un juicio, por tener una de
las partes litigantes una cuenta corriente mercantil en curso, la cámara de apelaciones
negó el derecho al magistrado de excusarse, pues hasta que la cuenta no esté
definitivamente concluída, ninguno de los interesados puede ser considerado como
deudor o acreedor (Cám. Com., II, 295).
(184) Chile, art. 606; Guatemala, art. 491; Honduras, art. 604; Italia, art. 345; Japón, art.
291; Portugal, art. 345; Rumania, art. 370, inc. 1; Venezuela, art. 731, entre otras.
(185) Art. 777, inc. 2: Que el crédito concebido por remesa de efectos, valores o papeles
de comercio, lleve la condición de que éstos serán pagados a su vencimiento.
(186) V.: Fernández, Código de Comercio, III, 115, n. 1, y 119; Gómez Leo,
Instituciones de derecho cambiario, Buenos Aires, II-A, 1 y ss.
(187) V. nº 3, letra e.
(188) V. t. II, 117.
(189) Giannini, nº 71; Lévy, 26; Vidari, V, nº 4269.
(190) Clement, nº 55; Helbronner, nº 62; Feitu, nº 187; Boistel, nº 883, A, pero
argumenta también con la falta de causa; Thaller, nos. 1654 y ss.; Lacour y Bouteron, II,
nº 1483; Brun, 32; Benoist, en Gaz. Jud. de Lyon, 1928, 52; Bonacart, en S., 1928, 337;
Cheron, en D., 1926-II, 145; Delpirou-Baron, 85; Supino, nos. 33 y ss.; Caluci, nº 20;
Marghieri, nº 2391; Pagani, nº 12; Bonelli, 875; Il fallimento, II, nº 665; Vivante, IV,
nos. 1738 y 1741 bis; Morando, nº 17; Fiorentino, nº 18: en sentido técnico; Zavala
Rodríguez, V, 69; Mallo Rivas, 11.
(191) Para Lyon-Caen y Renault, IV, nº 811, la solución que importa la cláusula sauf
encaissement se relaciona con la teoría de la causa: no pagado el documento, el crédito
anotado en la cuenta carecería de causa y sería nulo como cualquier obligación sin
causa, pudiendo ser suprimido tan bien como si el documento remitido resultara falso.
Conceptúan que la opinión que sostiene que se trata de una condición resolutoria,
reposa sobre una confusión frecuente entre la condición y la causa.
Malagarriga, V, nº 159, comparte este criterio en línea dogmática, pero desde el punto
de vista exegético conceptúa que dados los términos de la ley, se trata de condición
resolutoria (nº 163). Obarrio, II, nº 344, parece también compartirlo, ya que habla de
nulidad e inexistencia de la deuda.
Esta explicación no satisface, pues, como enseña Thaller, nº 1667, p. 1009, n. 1, la
causa no está ausente en un contrato por el cual una parte se compromete contra valor
recibido a garantizar un futuro pago y la apertura del recurso no produce la nulidad del
contrato.
Lyon-Caen y Renault han modificado su criterio, según manifiestan en el tomo VIII (en
colaboración con Amiaud) de la 5ª ed., nº 811, donde se pliegan al sostenido por la
doctrina y jurisprudencia predominantes.
Recientemente ha dicho J. N. Williams (p. 409): entendemos que la cláusula "salvo
encaje", en lugar de constituír un efecto de la cuenta corriente mercantil, lo es de los
principios relativos a los papeles de comercio. Más todavía, el contraasiento efectuado
por aplicación de la cláusula "salvo encaje", no es otra cosa que una verdadera acción o
recurso cambiario extrajudicial ejercido por el cuentacorrentista receptor respecto del
remitente frente a la falta de pago del documento, y de ahí que, realizado dicho
contraasiento, el receptor deba devolver el título al remitente, y ello obste al ejercicio de
las acciones cambiarias que pudiera hacer valer contra los demás obligados de regreso o
el obligado directo; estos últimos derechos sólo los conserva el receptor cuando
renuncia a la cláusula "salvo encaje", renuncia que resultará tácita cuando, en lugar de
contraasentar, acciona cambiariamente contra los obligados cambiarios, entre los cuales
puede, conforme al art. 51, incluír al propio remitente.
(192) Helbronner, nº 82; Da, nº 100; Feitu, nos. 184 y ss.; Dietz, 190; Hamel, I, nos. 411
y 433; Ruben de Couder, vº Compte courant, nº 38; Boistel, nº 883, A; Brun, 46 y ss.;
Lacour y Bouteron, II, nº 1490; Percerou, II, nos. 852 y 1002 bis; Vidari, V, nº 4274;
Butera, La rivendicazione nel diritto civile, commerciale e processuale, Milán, 1911, nº
33; Bonelli, Il fallimento, II, nº 665; Vivante, IV, nº 1742; Ramella, Tratt. del
fallimento, Ii, nº 399; Morando, nº 17; Lyon-Caen y Renault, VIII, nº 811: en el tomo
IV, nº 815, y en ambos tomos en ediciones anteriores, estos autores sostenían que el
remitente podía reivindicar el documento en la quiebra del receptor, conclusión
concordante con su teoría sobre la naturaleza de la cláusula, que refieren a la causa de la
obligación (v. nota anterior); considerando que el contraasiento queda nulo por falta de
causa, admitían que también la otra parte puede hacer valer la nulidad y sus efectos.
Ello explica la posición de Malagarriga, V, nº 163, coincidente también en este punto
con la de los referidos autores franceses. Pero en la 5ª edición rectifican su opinión,
haciéndola coincidir con la que sostenemos en el texto.
(193) Conf.: Thaller, nº 1637; Boistel, Nº 883, A; Supino, nº 34; Morando, nº 17.
(194) Bajo la vigencia de las leyes de quiebras anteriores (ley 4156, art. 113 ; ley 11719,
art. 148 ) la solución era contraria por disposición legal expresa, y el remitente podía
reivindicar en la quiebra del receptor los documentos comerciales, siempre que no
debiera, al tiempo del reembolso, suma alguna al fallido.
Como la 19551, actualmente vigente, no ha incluído una norma similar a la contenida
en los artículos precitados de las leyes anteriores, se debe entender que son de
aplicación los principios dogmáticos que exponemos en el texto.
(195) Sobre legitimación en materia de títulos de crédito, entre ellos los documentos
comerciales y su diferencia con la propiedad del título y la titularidad del crédito, v.:
Fernández, Código de Comercio, III, 125; Gómez Leo, Instituciones de derecho
cambiario, Buenos Aires, I, 139 y 232.
(196) Conf.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 818; Boistel, nº 883; Vivante, IV, nº 1739;
Bonelli, Il fallimento, II, nº 665, n. 8, p. 79; Malagarriga, V, nº 159. Contra: Caluci, 40
y ss.; Cicu, RDC, 1929-II, 376: "La eventual obligación del remitente queda aplazada
hasta el cierre de la cuenta"; para llegar a una solución contraria se requeriría convenio
expreso. V.: Cám. Com., JA, 11, 1360.
(197) V.: Gómez Leo, La letra de cambio, III, 127.
(198) Conf.: Clement, nos. 76 y ss.; Da, nos. 112 y ss.; Lyon-Caen y Renault, IV, nº
819; Vivante, IV, nº 1740; Egidi, nº 17; Bonelli, Il fallimento, II, nº 65; Navarrini, Tratt.
di dir. comm., II, nos. 748 y ss., y en Dig. It., vº Conto corrente, nos. 64 y ss.; Morando,
nº 18; Malagarriga, lug. cit.; Feitu, nos. 144 y ss.; pero no cuando ha accionado
cambiariamente contra el remitente, criterio compartido por Brun, 48; Giannini, nº 75;
Marghieri, nº 2393, y Pagani, nº 20. Contra, entendiendo que elegida una vía no puede
el receptor optar por la otra, según el principio electa una via non datur recursus ad
alteram: Dietz, 183 y ss.; Supino, nº 37. V.: Boistel, nº 883, A, p. 628.
(199) Conf.: Bonelli, nº 29; Morando, nº 18; Ap. Florencia, Giur. It., 1925, I-2, 250.
(200) Conf. algunos autores franceses y doctrina italiana uniforme: Feitu, nos. 193 y ss.;
Dietz, 157; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 820; Egidi, nº 17; Giannini, nº 73; Marghieri,
nº 2393; Supino, nº 37; Caluci, 39; Vivante, IV, nº 1740; Navarrini, Tratt. di dir. comm.,
II, nº 750. Contra, entendiendo que puede retener el documento, para unos, porque la
contrapassation no afecta la trasmisión de la propiedad de él, que ha tenido lugar por el
endoso, y para otros, en garantía, como una prenda; pero solamente si la cuenta arroja
un saldo a su favor, doctrina francesa predominante: Clement, nos. 86 y ss.; Noblet, nº
113; Brun, 117 y ss.; Thaller, en D., 1901-II, 291, y 1907-I, 169; Percerou, II, nos. 853
y ss.; pero reconociendo que el derecho de retención puede ser renunciado
convencionalmente; constante jurisprudencia francesa: Cas., D., 1889-I, 409, y S.,
1889-I, 159; D., 1893-I, 477; D., 1907-I, 178; Dijon, D., 1891-I, 230; Montpellier, D.,
1901-II, 289; Caen, en el mismo lugar. Esta solución que resulta arbitraria, puesto que
no se funda en ninguna disposición legal, es contraria al derecho igualitario de la
quiebra, a la indivisibilidad de la cuenta corriente y hasta a la intención del remitente. El
argumento de que el receptor puede haber tenido en cuenta la solvencia de los demás
obligados cambiarios es inconsistente, pues si ello es exacto nada le impide hacer
efectivo su crédito contra ellos no asentando la contrapartida; si la asienta es
precisamente porque desea volver las cosas al estado anterior a la recepción del
documento. En el fondo esta tesis se inspira en el propósito de beneficiar a los
banqueros, en la idea de que dando mayor seguridad al crédito bancario se estimula su
difusión con beneficio del comercio (v.: Percerou, II, nº 850).
(201) Conf.: Bonelli, nº 29, n. 6.
(202) Conf.: Bonelli, lug. cit.
(203) Doctrina uniforme; entre otros: Vivante, IV, nº 1740; Morando, nº 19, in fine.
(204) Conf.: Feitu, nº 145; Clement, nº 60; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 817; Boistel, nº
883, A; Vivante, IV, nº 1741; Supino, nº 37, b; Caluci, 41; Marghieri, nº 2394;
Giannini, nº 74; Vidari, V, nº 4284; Bonelli, nº 31, a; Navarrini, Tratt. di dir. comm., II,
nº 751, y Conto corrente, nº 69. Contra: Borsari, nº 346.
(205) Si hace ello, debe devolver el documento al concurso, sin poderlo retener como
garantía a fin de hacerlo efectivo contra los demás obligados cambiarios (v. supra, nota
192).
(206) Respecto de los gastos, nuestra ley resuelve expresamente y con acierto en la
forma expuesta la cuestión que, en ausencia de disposición legal, divide a la doctrina
extranjera, en la cual algunos autores sostienen la solución de nuestro artículo (Boistel,
nº 883, A; Feitu, nº 152; Vidari, V, nº 4273; Giannini, nº 100; Egidi, nº 17; Caluci, nº
41), y otros, en cambio, conceptúan que el receptor, por su crédito de gastos, debe
insinuarse en la quiebra del remitente, para percibirlo en moneda de quiebra (Clement,
nº 65; Helbronner, nº 73; Dietz, 158; Da, nº 103; Ruben de Couder, vº Compte courant,
nº 37; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 813; Brun, 44; Supino, nº 39; Vivante, IV, nº 1743;
Bonelli, nº 31).
(207) Segovia, II, n. 2587, critica la redacción del artículo, afirmando que "acreditar los
valores entrados en caja es una frase completamente enigmática"; "acreditar, ¿a quién?",
se pregunta. Pero tal crítica carece de fundamento, porque el sentido del precepto es
claro, como lo reconocen los demás autores nacionales: autoriza al receptor a
acreditarse el importe del documento que se había debitado, con más los gastos.
(208) V. nota 190.
(209) Conf.: Bonelli, Il fallimento, Ii, nº 665; Brun, 52 y 54.
(210) Conf.: Bonelli, lug. cit.; Morando, nº 20.
(211) Conf.: Malagarriga, V, nº 162.
(212) V. nota 192.
(213) Conf.: Bonelli, 875/6.
(214) La importancia práctica de poder o no efectuar el contraasiento al declararse la
quiebra y conservar el documento para percibir su importe al vencimiento o ejercer las
acciones cambiarias, se pone de manifiesto en los siguientes ejemplos: 1) A se
encuentra en cuenta corriente con B; al ser éste declarado en quiebra, la cuenta arroja un
saldo a favor de A de 200.000, y éste posee una letra de 800.000 aún no vencida, cuyo
importe ha sido incluído en la cuenta corriente. Si no se le permite efectuar el
contraasiento inmediatamente, debe insinuarse en la quiebra por el saldo actual, o sea,
200.000, y siendo la letra pagada a su vencimiento, sólo percibirá el porcentaje del
concurso sobre 200.000: suponiendo que el dividendo concursal es de 40%, recibirá
80.000, sufriendo una pérdida de 120.000. Si se admite el contraasiento inmediato, el
saldo de la cuenta corriente pasará a ser de 1.000.000, suma por la cual solicitará
verificación en la quiebra; al ser pagada la letra, percibirá 800.000, pero no los
descontará de la suma por la cual se insinuó en el concurso, por lo cual en éste al 40%
(en realidad el porcentaje será algo menor, pues al aumentar su crédito aumentará el
pasivo total del concurso) le corresponderá aumentar su crédito 400.000; como esta
cantidad, sumada a lo que percibió por la letra, excedería el importe de su crédito, sólo
se le entregará la suma necesaria para cubrir el total del saldo, o sea, 1.000.000; de todos
modos, habrá percibido íntegramente su crédito, y aun puede ocurrir prácticamente que,
por negligencia o complacencia del síndico, percibirá los 400.000, enriqueciéndose así,
indebidamente, en 200.000. 2) El mismo caso anterior con la diferencia de que el saldo
es a favor del concurso de B. Si A no efectúa el contraasiento, debe pagar al concurso
en moneda plena los 200.000 del saldo actual, corriendo el riesgo del no pago al
vencimiento; si la letra no es pagada o fracasan las acciones que puede seguir contra los
otros obligados, debe pedir verificación por su importe y percibirlo en moneda de
quiebra, o sea, en el ejemplo, 320.000; habrá, pues, perdido el 60%, igual 480.000.
Pagada la letra al vencimiento, no sufrirá pérdida, pues entre los 800.000 que percibe y
los 200.000 que pga, la diferencia es de 600.000, es decir, lo que le faltaba para
balancear la cuenta. Si efectúa el contraasiento de inmediato: el saldo se vuelve en su
favor por 600.000, suma por la cual se insinuará en el concurso; percibiría en él
240.000; pagada la letra a su vencimiento cobrará íntegramente (o más, eventualmente),
como en el caso anterior; de lo contrario, sólo habrá perdido la diferencia, o sea,
360.000 en vez de 480.000.
(215) Lyon-Caen y Renault, IV, nº 814; Bonelli, 879: aun más, estos autores consideran
que en ningún caso puede el storno efectuarse antes del vencimiento.
En Francia la jurisprudencia era contradictoria, pero la Corte de Casación puso término
a la discrepancia, resolviendo que el contrapassement de los documentos comerciales no
vencidos al declararse la quiebra del remitente sólo puede tener lugar al ocurrir el
vencimiento: Cas. Civ., 19 y 31 de marzo de 1930, D., 1930-I, 119; S., 1931-I, 131, y
Gaz. Pal., 1930-I, 642 y 899, criterio compartido por Percerou, II, nos. 855 y ss., y
Timbal, en Revista Crítica de Jurisprudencia, 1933, 414.
(216) Decimos presunto beneficio para los comerciantes, porque en realidad, como
acertadamente se ha hecho notar, al colocar a los bancos en situación privilegiada, en
detrimento de los demás acreedores, que son en su casi totalidad comerciantes, el mayor
crédito que pueden otorgar a un comerciante los bancos queda neutralizado con la
restricción del crédito por parte de los demás comerciantes, ante el justo temor de
quedar postergados en caso de quiebra.
(217) V. nota 192.
(218) V. nota 206.
(219) Admiten la compensación inmediata: Montpellier, D.H., 1925, 189; Lyon, D.,
1926-II, 145; Grenoble, S., 1927-II, 127; Rouen, Sem. Jurid., 1927, 360; Pau, D., 1928I, 69. En sentido contrario: París, Gaz. Pal., 1927-II, 931; y 1930-I, 530; Trib. Com.
Roubaix, Gaz. Pal., 1930-II, 658.
(220) En favor del contraasiento inmediato: Trasbot, en Ann. Der. Comm., 1927, 296.
Contra: Chéron, en D., 1926-II, 145; 1928-I, 67; 1930-I, 13, y en Revue Critique, 1927,
47; Delpirou-Baron, passim; Timbal, lug. cit.; Percerou, Ii, nº 855 bis.
(221) Cas. Civ., 19 y 31 de marzo de 1930, D., 1930-I, 119; S., 1931-I, 131, y Gaz. Pal.,
1930-I, 642 y 899.
(222) Doctrina uniforme; entre otros: Boistel, nº 883, A; Lyon-Caen y Renault, IV, nº
817; Supino, nº 37, b; Vivante, IV, nº 1741.
(223) Conf.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 809, y VIII, nº 810 ter; Percerou, II, nº 1003;
Ramella, II, nº 390; Bonelli, Il fallimento, II, nº 665, n. 11; Ziino, La rivendicazione nel
fallimento, Milán, 1908, nº 8.
(224) Pero de iure condito, bajo la vigencia del art. 148 , ley 11719, era distinta, pues
expresamente confería al remitente la acción reinvindicatoria, norma que no ha sido
reeditada en la ley vigente, razón por la cual consideramos aplicable lo sostenido en
línea dogmática, en el texto.
(225) Segovia, II, n. 2583.
(226) Malagarriga, V, nº 155, reproduce esta afirmación, si bien coincide con nuestra
interpretación del texto legal.
(227) Conf.: Obarrio, II, nº 358.
(228) Conf.: Obarrio, lug. cit.
(229) Conf.: Feitu, nº 290; Clement, nº 244; Boistel, nº 886, D, p. 643. Contra: Da, nº
146; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 847.
(230) Es la opinión de Segovia, quien indica que ha seguido a Caluci, nº 10, que es
también la de Supino, nº 62; Vidari, V, nº 4303; y Marghieri, nº 2386.
(231) Entre otros: Giannini, nº 68; Vivante, IV, nº 1745; Egidi, nº 21; Morando, nº 41;
Bonelli, 887.
(232) Feitu, nos. 285 y ss.; Da, nos. 145 y ss.; Clement, nos. 236 y ss.; Lyon-Caen y
Renault, IV, nº 846; Boistel, nº 696; fallos citados por Lyon-Caen y Renault, nota 2.
(233) V. nº 4.
(234) V. fallos citados por Lyon-Caen y Renault, lug. cit., nota 1.
(235) V. nº 14, letra d.
(236) Halperin, Rev. Crít. Jurispr., 1933, 190; Rivarola, IV, nos. 1231 y 1234, f: "sería
jurídicamente imposible un embargo o retención sobre un crédito que no existe";
Segovia, II, n. 2593, y Malagarriga, V, nos. 171 y ss.; estos dos últimos autores
encuentran analogía entre este caso y el del embargo de las partes de socio o de las
utilidades que el socio obtenga en la sociedad, que sólo puede hacerse efectivo al final
del ejercicio o de la sociedad (arts. 390 Ver Texto y 417 Ver Texto, inc. 1, C.Com., y
art. 1755 Ver Texto, C.Civ.). En nuestro concepto se trata de un error, pues no hay tal
analogía; los preceptos indicados se explican por el principio de la personalidad de la
sociedad, en virtud del cual es considerada un ente de derecho distinto de los socios, lo
que no ocurre en la cuenta corriente. Reconocer analogía de situaciones importa admitir
que la cuenta corriente tiene personalidad distinta de la de los cuentacorrentistas, lo cual
es inadmisible (v. nº 3, letra c).
(237) Martín y Herrera, Cincuentenario de la reforma del Código de Comercio, 324.
(238) Martín y Herrera entiende que el rt. 781 Ver Texto, C.Com., confiere personalidad
a la cuenta corriente, como se hace con la sociedad.
(239) Entre otros: Feitu, nº 245; Da, nº 42; Helbronner, nos. 112 y ss.; Boistel, nº 884;
Demangeat, II, 443; Clement, nº 143; Lacour y Bouteron, II, nº 1493; Wahl, nº 1771;
Dalloz, Rép. prat., vº Compte courant, nº 76; Giannini, nº 59; Pagani, nº 24; Supino, nº
53; Vivante, IV, nº 1732; Bonelli, 861 y 867; Morando, nº 39; Lévy-Riesser, nº 50.
(240) Lyon-Caen y Renault, IV, nº 828.
(241) Thaller, nº 1665.
(242) P. Esmein, Essai sur la théorie juridique du compte courant, en Rev. Trim. Droit
Civil, 1920, 91.
(243) Thaller, nº 1558.
(244) Lyon-Caen y Renault, IV, nº 837, después de referirse a la indivisibilidad de la
cuenta corriente y a la opinión que sostiene en Francia que el saldo existente en
determinado momento no podía constituír provisión de la letra de cambio, por la
circunstancia de que los cuentacorrentistas no son, antes del cierre de la cuenta,
acreedores ni deudores uno del otro, agregan: "... de esta manera se haría producir a la
indivisibilidad de la cuenta efectos respecto de terceros, lo que sería contrario a los
principios generales (art. 1165 Ver Texto, C.Civ.)". Este artículo del código francés
contiene una disposición análoga a los arts. 1195 Ver Texto y 1199 Ver Texto de
nuestro Código Civil.
(245) La causa del error de la teoría que nos ocupa estriba en considerar que los
acreedores no pueden tener más derechos que los de su deudor frente al otro contratante
(v. Dalloz, Rép. prat., vº Compte courant, nº 76; Vivante, IV, nº 1732; Malagarriga, V,
nº 171), siendo así que, según las conclusiones de la más reciente doctrina, su calidad es
la de terceros; cuando accionan lo hacen en ejercicio de un derecho propio, y no como
causahabientes o sucesores de su deudor. De ahí que no pueda oponérseles los contratos
celebrados por éste y que los perjudican, los que no están obligados a respetar, y de ahí
que puedan hacer revocar los actos del deudor realizados en fraude de sus derechos.
(246) V. t. III-C, nos. 6 y ss.
(247) En este caso, empero, sería factible que el acreedor embargante, subrogándose en
los derechos de su deudor (art. 1196 Ver Texto, C.Civ.), exija a la otra parte el cierre de
la cuenta.
(248) Lyon-Caen y Renault, IV, nos. 833 y ss.; Esmein, en Journal Pal., 1923-I, 225; en
amplio estudio de jurisprudencia: Lacour y Bouteron, II, nº 1494; Morando, nº 39.
(249) Lyon-Caen y Renault, IV, nos. 834 a 836.
(250) Con ejemplos análogos: Lacour y Bouteron, lug. cit.
(251) V.: Carpenter, 160; Vivante, IV, nº 173, n. 20. El segundo párrafo del artículo
dispone: "No se consideran operaciones nuevas en el sentido del presente artículo, las
que resultaran de un derecho ya nacido en el momento del embargo o de una
preexistente obligación del tercero deudor".
(252) V.: Andrade, 577. Los párrafos tercero y cuarto determinan: "No se considerarán
como operaciones nuevas las que resulten de un derecho del otro cuentacorrentista ya
existente en el momento del aseguramiento, aun cuando todavía no se hubiesen hecho
las anotaciones respectivas en la cuenta. El cuentacorrentista contra el cual se hubiere
dictado el aseguramiento debe notificarlo al otro cuentacorrentista, y éste tendrá derecho
a pedir desde luego la terminación de la cuenta". Ampliar en el nº 16, al comentar el art.
1935, P.U.L.C.C.
13. CIERRE DE LA CUENTA. TERMINACIÓN DEL CONTRATO.
a) Cierre de la cuenta.
No se debe confundir la extinción o terminación del contrato de cuenta corriente con el
cierre de la cuenta; este último ocurre con posterioridad, como consecuencia de aquélla
(253) , a efecto de liquidar la cuenta, compensar las masas de debe y haber y determinar
el saldo. Hay también cierres parciales o, mejor dicho, balances parciales (254) , que se
efectúan por lo común periódicamente en fechas convenidas o, en su defecto, a
requerimiento de cualquiera de los correntistas, y cuya finalidad es sólo simplificar las
operaciones y precisar el estado de la cuenta en un momento dado, saldo que pasa como
primera partida de la cuenta reabierta y produce intereses (art. 785 Ver Texto, C.Com.).
Es lo que el art. 783 Ver Texto, C.Com., designa, con impropiedad de lenguaje,
terminación parcial.
Nuestra ley no establece plazo para los cierres parciales en ausencia de convención,
como hacen otras; v.gr., código alemán, art. 355, 2º ap.; austríaco, art. 291, y húngaro,
285: anual, que según la doctrina (Staub) es el vencimiento de cada año contado desde
la fecha del contrato; código italiano, art. 347: los términos establecidos "por los usos
del comercio o en su defecto al fin de diciembre de cada año" (255) .
Tratándose de cuentas corrientes entre comerciantes domiciliados en distintos países,
cuyas leyes establecen plazos diferentes en defecto de convención o una de ellas nada
dice al respecto y la otra fija un plazo, se presenta la cuestión de determinar la ley
aplicable: la solución preferible, en nuestro concepto, es la aplicación de la lex loci
contractus (256) .
Puede también darse el caso de que el contrato de cuenta corriente comprenda una serie
de cuentas corrientes sucesivas, distintas e independientes una de otra, es decir, que en
determinada fecha se cierre la cuenta definitivamente con todos los efectos que nuestra
ley establece en el art. 784 Ver Texto, C.Com. (compensación del debe y del haber,
saldo exigible -que no pasa a nueva cuenta-, determinación de la calidad de acreedor y
deudor, etc.); terminaría la cuenta corriente pero el contrato continuaría en vigor, dando
nacimiento a nuevas cuentas corrientes. La situación jurídica no se altera por ello: se
trataría de un contrato de duración indefinida, con pluralidad de cuentas corrientes. Este
mecanismo es de uso común en el comercio y resulta generalmente en forma implícita,
pues liquidada una cuenta corriente y cancelado el saldo, las partes continúan sus
operaciones en la misma forma. Especialmente ello interesa a los terceros, por los
derechos que pueden tener sobre el saldo, garantías que hayan otorgado por él, etc.
JURISPRUDENCIA
El cierre provisorio produce una suspensión o interrupción momentánea de la cuenta
corriente, a los efectos de poder capitalizar los intereses e incorporar una nueva remesa
por el importe de éstos (del voto de la minoría) (Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 18).
Si se ha prestado conformidad con el saldo parcial de la cuenta corriente, ya no cabe
impugnación posterior (Cám. Com., GF, 175, 409).
b) Terminación del contrato.
El contrato de cuenta corriente concluye en los casos que determina el art. 782 Ver
Texto, C.Com., terminación que origina el cierre definitivo de la cuenta; los incs. 1 y 2
contemplan la terminación voluntaria; el inc. 3, la terminación forzada.
También estudiamos aquí la posibilidad de que ella se produzca por voluntad unilateral
de alguno de los contratistas, que aunque no está contemplada especialmente por la ley,
consideramos que resulta procedente en nuestro derecho.
I) Consentimiento de las partes (inc. 1).
No requiere mayor explicación, pues su contenido es obvio: el consentimiento de los
contrayentes puede terminar cualquier contrato. El consentimiento o mutuo acuerdo
resuelve el contrato aunque haya término convenido; pero en tal caso debe ser expreso,
siendo insuficiente el tácito resultante de la circunstancia de que durante un lapso
prolongado la cuenta no haya tenido movimiento alguno, aun cuando la paralización
haya seguido a su cierre periódico (257) ; este último basta cuando no haya plazo
convenido (258) .
La circunstancia de que en una fecha determinada aparezca un pago o crédito de balance
o saldo, no es suficiente para considerar cerrada la cuenta corriente, si ha continuado su
movimiento con diversas partidas de crédito y débito (259) .
JURISPRUDENCIA
La cuenta corriente mercantil concluye con consentimiento de partes y cualquiera de
ellas puede dar por concluído el contrato (Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLIII, 594).
Basta el consentimiento tácito cuando no hay plazo convenido (Cám. Com., JA, 32,
428; Cám. Civ. 2ª, JA, 71, 618; SC, 21, 280; Cám. C.C., I, Rosario, LL, 23, 175; SCBA,
JA, 38, 448).
La circunstancia de que en una fecha determinada aparezca un pago o crédito de balance
o saldo, no es suficiente para considerar cerrada la cuenta corriente, si ha continuado su
movimiento con diversas partidas de débito y crédito (Cám. Com., JA, 23, 1061).
Si medió entre las partes un contrato de cuenta corriente mercantil, y se acciona por el
cobro del saldo, en razón de que el contrato habría finalizado por acuerdo de las partes,
corresponde desestimar la defensa del accionado que niega la finiquitación del contrato,
si ninguna prueba aportó de la continuación de las operaciones comerciales que alega,
porque su simple manifestación no es suficiente, ya que a él incumbe la carga de la
prueba (Cám. C.C. 1ª Córdoba, CJ, VIII-514).
II) Vencimiento del término fijado.
Este precepto es de derecho común y su contenido, como el del anterior, es de toda
obviedad.
Las partes pueden prorrogar el término, aun con posterioridad a su vencimiento, pero
ello, más que una continuación del contrato, importa una renovación de él, es decir, la
concreción de un nuevo contrato al cual no le son aplicables las cláusulas especiales del
fenecido, si no son expresamente convenidas (260) ; como el anterior contrato ha
terminado, los acreedores de cualquiera de los correntistas pueden subrogándose en los
derechos del deudor, exigir la liquidación (261) .
JURISPRUDENCIA
Cuando según las estipulaciones contractuales las partes han fijado una fecha de
vencimiento de la cuenta corriente mercantil que mantienen entre ellas, el pago del
saldo debe hacerse al vencimiento de ella (Cám. C.C., I, Rosario, RSF, I, 266), es decir,
debe liquidárselo en la época convenida, compensándola de una sola vez hasta la
concurrencia del débito y el crédito (Cám. C.C. 1ª B.Blanca, ED, 97, 288; ídem, JA,
1982-I, 556 Ver Texto; Cám. C.C. 1ª San Luis, LL, 126, 348).
III) Casos de terminación forzada.
El contrato de cuenta corriente es de los llamados intuitus personae, es decir, que se
celebra teniendo en cuenta, principalmente, las condiciones personales del cocontratante
(262) ; por consiguiente, si éste fallece o queda afectado de inhabilitación o incapacidad
o privado de la administración de sus bienes, debe dárselo por terminado.
A) Muerte. Siendo el contrato que nos ocupa intuitus personae, la muerte de uno de los
correntistas produce su terminación forzada. Es decir, no se produce su continuación
con los herederos del correntista fallecido, como ocurría en Italia, bajo la vigencia del
art. 348 Ver Texto, C.Com., que determinaba la continuación del contrato si no mediaba
denuncia expresa de él por alguna de las partes (263) .
B) Interdicción. Demencia. Inhabilitación. La incapacidad debe ser sobreviniente;
comprende los siguientes casos: 1) la demencia declarada judicialmente (arts. 54 Ver
Texto, inc. 3, 140 Ver Texto y ss., C.Civ.) (264) ; 2) la sordomudez sin saberse dar a
entender por escrito, judicialmente declarada como incapacidad (arts. 54 Ver Texto, inc.
4, y 153 Ver Texto, C.Civ.) (265) ; 3) la ausencia declarada en juicio (arts. 15 a 32 Ver
Texto, ley 14394) (266) ; 4) la inhabilitación a los pródigos, ebrios consuetudinarios,
toxicómanos y semialienados, que no pueden realizar actos de disposición, sino con la
asistencia de su curador (arts. 152 bis Ver Texto y 476 Ver Texto, C.Civ.) (267) ; 5) la
profesión religiosa (art. 1160 Ver Texto, C.Civ.) (268) ; 6) la interdicción legal que
acompaña a ciertas penas privativas de la libertad y sujeta al penado a curatela (art. 12
Ver Texto, C.Penal) (269) .
La interdicción que resulta de la prohibición de ejercer el comercio que establece el art.
22 Ver Texto, C.Com., para los magistrados civiles y jueces, y la que en igual sentido
imponen otras leyes (270) , carece de toda influencia sobre el contrato de cuenta
corriente, pues no se requiere la calidad de comerciante de las partes (271) , y tales
personas, aunque no pueden ejercer el comercio como profesión y adquirir la calidad de
comerciante, pueden realizar actos de comercio.
Sobre la posibilidad de que la cuenta corriente termine por embargo efectuado por un
tercero, ver nº 12 (272) .
C) Quiebra. No obstante que el inciso 3 del artículo que nos ocupa, se refiere
exclusivamente a la quiebra como causal de terminación del contrato de cuenta
corriente, consideramos aquí otros supuestos que trae la ley 19551 Ver Texto (mod. por
ley 22917 Ver Texto).
1. Concurso preventivo. Como este procedimiento concursal, al menos dentro de
nuestro ordenamiento legal, no puede ser asimilado a la quiebra, la presentación de uno
de los correntistas solicitándolo no afecta en modo alguno la subsistencia del contrato
de cuenta corriente (273) .
2. Liquidación extrajudicial. El art. 79 Ver Texto, ley 19551, mod. por ley 22917 Ver
Texto, determina que cuando el concursado ha efectuado una propuesta de acuerdo
preventivo por cesiones de bienes (274) , y ella, luego de obtener votación favorable, es
homologada por el juez, los acreedores concurrentes comprendidos deben establecer la
forma de disposición de los bienes cedidos. En caso de que no se logre las mayorías
necesarias para ello, se procede a su liquidación extrajudicial (art. 79 Ver Texto, ley
19551, mod. por ley 22917 Ver Texto).
Si la propuesta de cesión es de todos los bienes del concursado -pues también puede
serlo sólo de una parte, supuesto, éste, que excluímos de considerar aquí (art. 76 Ver
Texto, ley 19551)- y por no obtener las mayorías necesarias se procede a la liquidación
extrajudicial de todos los bienes del concursado, debe equipararse a la quiebra y
resuelve el contrato de cuenta corriente, pues produce respecto del patrimonio del
deudor los mismos efectos jurídicos y económicos de la falencia (275) .
3. Quiebra. El desapoderamiento del fallido en virtud de la sentencia declarativa de
quiebra lo priva de la administración y disposición de sus bienes (art. 111 Ver Texto,
ley 19551) y torna ineficaces con relación al concurso las obligaciones que contraiga
con posterioridad a su apertura (art. 113 Ver Texto, ap. 2º, ley 19551); es lógico, pues,
que ponga término al contrato de cuenta corriente, basado en la mutua confianza y
solvencia.
El art. 151 Ver Texto, ley 19551, determina expresamente la resolución del contrato de
cuenta corriente, la cual se opera de pleno derecho (276) .
En línea dogmática, uno de los autores de este tratado había manifestado que si bien la
quiebra pone término al contrato, no origina el inmediato cierre de la cuenta, pues se
debe incluír en ella los créditos provenientes de operaciones pendientes en el momento
de dictarse la sentencia declarativa, que estaban destinados a tal inclusión (277) .
Si se tiene en cuenta las normas contenidas en los arts. 134 Ver Texto y 151 Ver Texto,
ley 19551, parecería ser que la solución es otra, pues la doctrina está de acuerdo en que
la sentencia de quiebra implica la determinación del saldo a la fecha que ella se dicta
(278) , pues la compensación entre el debe y el haber sólo se produce cuando se ha
operado con anterioridad a la sentencia declarativa de quiebra (art. 134 Ver Texto, ley
19551) (279) . Sin embargo, consideramos que la afirmación dogmática efectuada en el
párrafo anterior sigue vigente, pues por inclusión de un crédito en la cuenta corriente,
que produce la respectiva compensación, no se debe entender la anotación de la partida
misma, sino su incorporación jurídica a ella (280) , y ésta se produce desde el mismo
momento en que se lleva a cabo la operación destinada a alimentar la cuenta, aun
cuando no se hubiera registrado materialmente a ella. Toda operación posterior a la
sentencia declarativa de quiebra es ineficaz, rigiendo al respecto el derecho concursal
(art. 113 Ver Texto, ap. 2º, ley 19551).
Si el fallido resulta acreedor al cerrarse la cuenta, el concurso, por medio de la
sindicatura, deberá proceder al cobro del crédito, judicial o extrajudicialmente (art. 175
Ver Texto, ley 19551); si el saldo fuera en favor del otro correntista, deberá insinuarse
en la quiebra (art. 130 Ver Texto, ley 19551) y cobrará el dividendo correspondiente
(art. 273 Ver Texto, ley 19551), en oportunidad de que se proceda a su distribución (art.
218 Ver Texto, ley 19551).
La conclusión de la quiebra por acuerdo resolutorio (arts. 222 Ver Texto y ss., ley
19551) no hace revivir la cuenta corriente (281) ; tampoco ocurre ello con el
avenimiento (art. 225 Ver Texto, ley 19551) o el pago total (art. 228 Ver Texto, ley
19551) (282) .
4. Continuación de la explotación de la empresa. Si por aplicación de los arts. 182 Ver
Texto y ss., ley 19551, mod. por ley 22917 Ver Texto, se decide judicialmente la
continuación de la explotación de la empresa, por imperio de la ley (art. 185 Ver Texto,
ley 19551) no se produce la resolución del contrato que nos ocupa, pues el concurso,
por medio de la sindicatura, puede mantenerlo si resulta de utilidad para la actividad
empresaria que se continúa. El crédito que puede resultar en favor del correntista in
bonis, al cierre de la cuenta, goza de la preferencia que le otorga el art. 265 Ver Texto,
inc. 2, ley 19551, como acreedor del concurso (283) .
5. Concurso en caso de liquidación administrativa. Este instituto, regulado por la ley
19551 Ver Texto con carácter supletorio de las regulaciones específicas que en cada
caso se haya dictado, debe equipararse a la quiebra y, por tanto, considerarlo resolutorio
del contrato de cuenta corriente mercantil (284) .
6. Régimen revocatorio concursal. En términos generales, podemos decir, aquí, que por
aplicación del principio de indivisibilidad de la cuenta corriente (285) , y siendo que la
remesa no puede ser considerada un pago (286) , no se debe interpretar que las remesas
realizadas durante el período de sospecha por el cuentacorrentista ahora fallido, quedan
comprendidas en el supuesto contemplado por el art. 122 Ver Texto, inc. 3, ley 19551.
Por tratarse de un acto a título oneroso (287) , puede prosperar la declaración de
ineficacia de las remesas incorporadas a la cuenta corriente, si al ejercer la acción
revocatoria concursal (art. 123 Ver Texto, ley 19551) se prueba que además de haber
sido efectuada durante el período de sospecha, el correntista in bonis tenía conocimiento
del estado de cesación de pago del correntista, ahora fallido y, además, que se haya
causado perjuicio a la masa de acreedores (288) .
JURISPRUDENCIA
Aunque hubiese fallecido una de las partes contratantes, si la cuenta continuó sin
interrupción con los herederos del muerto, se debe considerar como cierre definitivo el
del trimestre que comprendió la última operación realizada (Cám. Fed. Córdoba, LL,
35, 888).
El heredero del cuentacorrentista tiene derecho al cobro del saldo que la cuenta arrojaba
al momento de la muerte de éste, con la deducción que resulta por compensación de los
gastos del sepelio pagados por el demandado (Cám. Com., JA, 1944-IV, 640).
El contrato de cuenta corriente mercantil debe dárselo por finalizado al momento de la
presentación del concurso civil preventivo, operándose en esa oportunidad la
compensación (Cám. C.C. Junín, DJBA, 123, 255; ídem, Rep. LL, XLII, 640).
La intervención judicial de la sociedad autoriza al cierre de la cuenta corriente mercantil
(Cam. Com., B, LL, 69, 404; ídem, JA, 1953-I, 393).
IV) Voluntad unilateral.
Nuestra ley no prevé expresamente la terminación del contrato de cuenta corriente
cuando las partes no han fijado término y no hay mutuo consentimiento. Dado que se
trata de un contrato basado en la confianza y cordialidad recíprocas, de ejecución
continuada y, en el caso que contemplamos, de término indefinido, es indudable que
cualquiera de las partes puede darlo por terminado cuando así le convenga (289) . Este
principio es de derecho común para los contratos de ejecución continuada o sucesiva
carente de plazo (290) , lo que se explica porque al no fijarle uno, las partes se han
reservado implícitamente la facultad de ponerle término ad libitum (291) .
El argumento que se esgrime en contrario de que el cierre imprevisto de la cuenta puede
llevar a la ruina a algunas fortunas particulares y perturbar y perjudicar profundamente
toda la economía nacional (292) , no es consistente, en primer lugar porque la rescisión
unilateral del contrato se ajusta a la voluntad presunta de las partes al no fijarle plazo
(293) , y luego porque la terminación del contrato no significa el cierre inmediato de la
cuenta, que continúa abierta para todas las operaciones en trámite, ni la determinación
automática de un saldo acreedor que permita a una de las partes ejecutar de improviso a
la otra; si hay plazos establecidos para los cierres parciales o balances periódicos, en
ningún caso podría el correntista que resulte acreedor exigir el cierre de la cuenta antes
de tal fecha (294) , y prácticamente, como para que exista un saldo con fuerza ejecutiva
se necesita que él haya sido expresamente reconocido por la otra parte, con sólo
abstenerse de reconocerlo dispondrá de un término suficiente para conseguir los fondos,
pues obligará a la que dio por terminado extemporáneamente y en forma imprevista el
contrato, a realizar gestiones amistosas para obtener el reconocimiento o a iniciar una
acción ordinaria para la liquidación de la cuenta. El Código de Comercio expresamente
admitió la rescisión unilateral para el contrato de sociedad de duración indefinida (arts.
419 Ver Texto, inc. 10, y 422 Ver Texto, inc. 5, C.Com.), lo que aceptó la doctrina sin
discrepancias, por tratarse, también, de un contrato intuitus personae y de ejecución
continuada. Lo mismo el Código Civil, en su art. 1739 Ver Texto, y la ley 19550, en su
art. 22 Ver Texto, ap. 2º.
El argumento efectista que nos ocupa, carece de todo valor en nuestro derecho, pues
para la cuenta corriente bancaria el Código expresamente permite la rescisión unilateral,
con sólo diez días de aviso previo (art. 792 Ver Texto, C.Com.). Es la misma solución
que establece el art. 1929, inc. 1, del Proyecto de Unificación de la Legislación Civil y
Comercial para el contrato que nos ocupa. En la doctrina francesa no se hace referencia
a los peligros referidos, y menos a que hayan ocurrido los trastornos que denuncian los
autores italianos citados supra.
La doctrina y jurisprudencia nacional sostienen la solución que propugnamos (295) .
Si la facultad de dar por rescindido el contrato en cualquier época es usada en forma
dolosa o simplemente abusiva o arbitraria e intempestiva, acarreará la responsabilidad
por los daños y perjuicios que ocasione. Esto es de derecho común (art. 1071 Ver Texto
y arg. art. 1741 Ver Texto, C.Civ.) (296) .
La manifestación de voluntad unilateral debe ser expresa, pero no requiere ajustarse a
formas solemnes o sacramentales: basta que se manifieste en forma inequívoca la
voluntad de dar por terminado el contrato (297) ; la notificación a la otra parte puede ser
efectuada por cualquier medio: carta certificada, telegrama colacionado, cartadocumento, etc. (298) .
JURISPRUDENCIA
Si la cuenta corriente no tiene plazo fijado, cada parte puede pedir el cierre de la cuenta
cuando así le convenga (Cám. Com., JA, 1944-III, 734, con nota de Erwin Rosenbusch;
ídem, 48, 382; SC, 21, 280), reclamación que puede ser hecha judicialmente a la vez
que se solicita el pago del saldo (Cám. Com., GF, 170, 86). Es decir que no es necesario
un juicio previo para obtener la clausura de la cuenta y la determinación del saldo
definitivo, por cuanto todo ello puede ser ventilado en un solo juicio (Cám. C.C., I,
Rosario, LL, 23, 175).
No habiendo plazo pactado, la cuenta corriente mercantil puede cesar por la voluntad
unilateral de cualquiera de los cuentacorrentistas (SCBA, JA, 38, 448; ídem, LL, 155,
245; ídem, ED, 55, 455; Cám. C.C., II, Rosario, LL, 119, 535).
14. SALDO.
a) Generalidades.
A modo de introducción al estudio de este tema, hemos de decir aquí que el saldo que
arroja la cuenta corriente al operarse su cierre -parcial o definitivo (art. 783 Ver Texto,
C.Com.)-, determina la calidad de acreedor de uno de los correntistas y,
correlativamente, de deudor del otro (art. 784 Ver Texto, C.Com.).
El saldo, por lo común, queda fijado extrajudicialmente, pero si surgen discrepancias
que no pueden ser solucionadas por vía amigable, será menester someterlas a arbitraje
(299) u ocurrir a la justicia.
Establecido definitivamente el saldo, el acreedor puede librar una letra de cambio contra
su deudor, por el importe de él (art. 787 Ver Texto, C.Com.); pero como ello es
facultativo, si lo prefiere puede exigir el pago en otra forma, salvo lo que se pueda haber
pactado al respecto.
El crédito por el saldo trae aparejada acción ejecutiva (art. 787 Ver Texto, C.Com.).
Fuera de los intereses que se cargan sobre cada partida (art. 777 Ver Texto, inc. 4,
C.Com.), los saldos parciales y el saldo definitivo también los producen (art. 785 Ver
Texto,
C.Com.).
JURISPRUDENCIA
El contrato de cuenta corriente mercantil tiene la peculiaridad de que las remesas que
ingresan en ella, forman dos masas contrapuestas, para liquidar en las épocas
convenidas, compensándolas de una sola vez hasta la concurrencia del débito y crédito
(Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288; ídem, JA, 1982-I, 556 Ver Texto),
estableciendo, en su caso, un saldo que el correntista que entonces resulte acreedor
podrá reclamar (Cám. Fed. C.C., LL, 122, 775; ídem, ED, 25, 31), que viene a ser un
crédito, verdadero y exigible (Cám. Fed.
C.C., LL, 131, 968), que puede ser reclamado inmediatamente (Cám. Com., 48, 382).
Entre los requisitos de la cuenta corriente mercantil se puede estipular la producción de
intereses, con la exigencia de la fijación de un saldo definitivo previo aviso (Cám. C.C.,
I, Rosario, RSF, I, 266).
Cerrada y clausurada la cuenta corriente, en forma definitiva conforme al art. 783 Ver
Texto, C.Com., queda fijado el estado de las relaciones jurídicas de las partes
determinándose el saldo reclamable (art. 784 Ver Texto, C.Com.). A partir de ello, el
acreedor pudo exigir el pago como lo hizo, en forma fehaciente, ante lo cual el
demandado no debió guardar silencio, pues ante el requerimiento idóneo del otro
cuentacorrentista, su situación quedó encuadrada en la primera excepción prevista en el
art. 919 Ver Texto, C.Civ. (Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 116, 491).
La reclamación del cierre de la cuenta corriente puede hacérsela judicialmente, a la vez
que se solicita el pago del saldo (Cám. Com., JA, 1944-III, 734, con nota de E.
Rosenbusch; ídem, GF, 170, 86); pero también puede ser fijado en forma definitiva, por
aceptación de las partes (Cám. Com., JA, 28, 187; ídem, JA, 36, 728), o por laudo
arbitral (Cám. Com., JA, 26, 1314; ídem, JA, 30, 476; ídem, JA, 38, 293; Cám. Com.,
D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen), o por sentencia judicial (Cám. Com., JA, 30,
476; ídem, JA, 38, 293); en estos dos últimos casos, determinado su monto, el que
resulte fijado tiene efectos retroactivos (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R.
Nissen).
Sólo después de la aprobación expresa que uno de los cuentacorrentistas haga del saldo,
el acreedor queda autorizado para girar contra el deudor o reclamar judicialmente (Cám.
C.C., I, Rosario, JA, 28, 294).
Lo dispuesto en el art. 785 Ver Texto, C.Com., significa que el curso de intereses a que
se refiere el art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com., no se detiene con el cierre de la cuenta;
si bien dejarán de producirse sobre todos los valores de crédito y débito, para recaer
sobre el saldo resultante de la compensación a que se refiere el art. 784 Ver Texto,
C.Com. (de la ampliación de fundamentos de los Dres. Anaya, Quintana Terán y
Caviglione Fraga) (Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 19).
Según lo preceptuado por el art. 785 Ver Texto, C.Com., que prevé la productividad de
intereses del saldo de la cuenta corriente mercantil, atento al fenómeno inflacionario que
aflige a nuestro país, corresponde aplicar la actualización monetaria -según los índices
de precios no agropecuarios- e intereses del 6% calculados desde que se determinó el
saldo deudor de la cuenta (Cám. Com., A, LL, 1982-C, 60).
b) Fijación del saldo.
En aplicación del principio de la indivisibilidad de la cuenta corriente y del régimen de
ella, el art. 784 Ver Texto dispone que la conclusión definitiva de la cuenta corriente fija
invariablemente el estado de las relaciones jurídicas de las partes, produce de pleno
derecho, independientemente del fenecimiento de la cuenta, la compensación del íntegro
monto del débito y crédito hasta la cantidad concurrente, y determina la persona del
acreedor y deudor.
La terminación del contrato de cuenta corriente tiene sólo efecto para el futuro; no
pueden las partes iniciar nuevas operaciones, pero las que están en trámite deben
terminarse y los créditos que produzcan incorporarse a la cuenta (300) . En
consecuencia, el cierre definitivo de ésta sólo tiene lugar una vez terminadas totalmente
las referidas operaciones, cuya duración dependerá de sus respectivos contratos (venta,
consignación, locación, etc.). Si en el intervalo vencen plazos convenidos para que
tengan lugar los balances parciales, deben éstos efectuarse como si el contrato de cuenta
corriente no hubiera terminado. Si hay remesas de documentos comerciales, incluídos
con la condición resolutoria de que serán pagados (salvo encaje), se debe esperar a su
vencimiento, pues si no son pagados el saldo puede modificarse, ya que el receptor está
facultado para efectuar el respectivo contraasiento (301) ; si ello no obstante, se
determina y acepta el saldo, su exigibilidad queda pendiente, de conformidad con lo que
dispone el art. 777 Ver Texto, C.Com.
Para obtener el saldo que resulta de la compensación, hasta concurrencia de las masas
indivisibles de debe y haber, se resta la menor de la mayor. El saldo determina el monto
del crédito en favor de uno de los correntistas y a cargo del otro. Pero el saldo debe ser
aceptado por ambas partes. En la práctica, para obtener la conformidad se procede de la
siguiente manera: uno de los correntistas envía a otro copia de la cuenta según sus
libros, a efectos de que éste manifieste su aprobación. Esta aprobación debe ser expresa.
Si la otra parte no acepta el saldo, debe hacerlo saber, formulando observaciones a la
cuenta, sobre inclusión de partidas, montos de ellas, errores, etc.
A ello apuntamos: I) Que se debe entender que la remisión del estado de cuenta no
importa para el correntista que la hace una confesión extrajudicial o un reconocimiento
definitivo del saldo, y, por tanto, de las partidas de las cuales resulta, que le impida toda
discusión posterior a fin de obtener una modificación, lo cual sería contrario al principio
de la igualdad y reciprocidad de posición jurídica de ambas partes y lo colocaría en
situación de indudable inferioridad; la cuenta corriente es indivisible, y mientras no
quede firme por la aceptación de la otra parte, ambas tienen derecho a pretender su
modificación (302) . La solución es distinta cuando se deduce la correspondiente acción
judicial, y ello por el valor que procesalmente tiene la demanda como prueba en contra
del actor (303) . II) Si bien del art. 777 Ver Texto, inc. 5, C.Com., no surge que la
aprobación puede ser expresa o tácita, entendemos que tratándose del reconocimiento de
una deuda, se requiere manifestación de voluntad expresa; el silencio no puede ser
interpretado como aceptación implícita, pues ninguna disposición legal obliga a
expresar conformidad en determinado lapso, siendo inaplicable al respecto el art. 73 Ver
Texto, C.Com., disposición especial que se refiere a las cuentas simples o de gestión
(304) , y el art. 793 Ver Texto, C.Com., de aplicación limitada a la cuenta corriente
bancaria (305) . III) En aplicación de la normativa que estamos considerando, se ha
resuelto que la firma del deudor puesta al pie de las cuentas presume conformidad con
ellas (306) ; el hecho de recibir la rectificación formulada por la otra parte y retener y
percibir el cheque con que ésta pagaba el saldo que resulta de ella, implica conformidad,
no obstante que varios días después formule reclamación, que la otra parte no consintió
(307) . IV) En juicio, las impugnaciones deben ser concretas, referentes a partidas
determinadas, no revistiendo ese carácter el desconocimiento general de la existencia de
algunas o de todas sus partidas. Empero, el desconocimiento general de las partidas que
figuran en cuenta presentada al cobro por el actor, le impone la carga de probar la
efectividad de sus remesas (308) .
Si no se ha podido solucionar las diferencias amigablemente o sometiéndolas a arbitraje,
cualquiera de los correntistas puede ocurrir a la justicia. La resolución de ésta tiene
efecto retroactivo a la época en que las partidas debieron ser incluídas.
JURISPRUDENCIA
Si la cuenta corriente no tiene plazo fijado, cada parte puede pedir el cierre de ella
cuando le convenga; reclamación que puede ser hecha judicialmente, a la vez que se
solicita el pago del saldo (Cám. Com., GF, 170, 86; ídem, JA, 1944-III, 734, con nota de
E. Rosenbusch).
La determinación del saldo puede ser efectuada en forma definitiva por aceptación de
las partes (Cám. Com., JA, 28, 187; ídem, JA, 36, 728), o por laudo arbitral, o por
sentencia judicial (Cám. Com., JA, 26, 1314; ídem, JA, 30, 476; ídem, JA, 38, 293).
No acredita la aceptación del saldo el simple silencio del cuentacorrentista (Cám. Com.,
JA, 6, 670).
Cerrada y clausurada la cuenta corriente mercantil, en forma definitiva (art. 783 Ver
Texto, C.Com.), quedó fijado el saldo reclamable (art. 784 Ver Texto, C.Com.).
Reclamado el pago de éste en forma fehaciente, si el demandado guardó silencio, su
situación quedó encuadrada en la primera excepción prevista en el art. 919 Ver Texto,
C.Civ. (Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 116, 491).
El saldo de la cuenta corriente mercantil puede ser exigido inmediatamente (Cám.
Com., JA, 48, 382).
Si se reclama el saldo insoluto de una cuenta corriente mercantil y él resulta
cuestionado, el actor debe probar fehacientemente dicha cuenta y los rubros que la
integran; no habiéndolo hecho, la demanda instaurada sólo puede prosperar por el
monto que el demandado reconoció adeudar (Cám. Com., A, LL, 156, 353).
El actor que difiere la prueba de la cuenta corriente a las constancias de sus propios
libros, no sólo debe acreditar la existencia del contrato y la cuantía del saldo deudor,
sino primordialmente el carácter de comerciante del deudor, extremo que lo habilita a
oponerle sus asientos y registros (art. 63 Ver Texto, C.Com.) (Cám. C.C. 1ª B.Blanca,
Rep. LL, XL, 654).
Si se trata de la determinación del saldo de la cuenta corriente mercantil, la existencia de
una operación no contabilizada puede aparecer como defensa, pero no como
contrademanda, pues no existiría pretensión de cobro de un eventual crédito, sino
objeción al saldo que la actora invoca en su favor como sustento de su demanda de
cobro (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen).
Ver, además, jurisprudencia del nº 14, letra a.
c) Rectificación posterior a la aprobación.
La aprobación amigable o judicial del saldo no obsta a la rectificación posterior de la
cuenta por errores u omisiones, conclusión dogmática que se refuerza con lo dispuesto
por el art. 790 Ver Texto, C.Com., que se refiere a la acción de "rectificación de la
cuenta por errores de cálculo, omisiones, artículos extraños o indebidamente llevados al
débito o crédito, o duplicación de partidas" (309) .
Conforme a lo que ya hemos expresado (310) , también se puede pedir la exclusión de
partidas por tratarse de créditos nulos (311) .
Esto es también admitido por la doctrina alemana: Lehmann, nº 30; Staub, nº 30;
Duringen-Hachenburg, 368.
Sólo resta señalar que no se debe confundir la rectificación, por los conceptos indicados
(312) , con la revisión de la cuenta, que implica la reapertura de la discusión sobre la
procedencia de la inclusión o exclusión de determinadas partidas, pues esta última es
improcedente, por extemporánea, con posterioridad a su aprobación amigable o judicial
(313) .
JURISPRUDENCIA
La rectificación del saldo de una cuenta corriente mercantil es procedente según lo
preceptuado en el art. 790 Ver Texto, C.Com., si han existido vicios de voluntad, tanto
en el envío del saldo de la cuenta como en su aprobación (Cám. Com., B, LL, 151, 50).
Las rectificaciones y alegaciones sobre que la cuenta corriente no está cerrada o que el
saldo no coincide con los libros, son hechos a discutir en el juicio ordinario posterior a
la ejecución del saldo (Cám. Com., LL, 59, 213).
d) Intereses.
Sin perjuicio de lo expresado supra (314) , hemos de considerar aquí algunos otros
aspectos de los intereses.
I) Forma de computarlos.
Los intereses de las diversas partidas (art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com.) corren hasta
el momento en que se efectúa el cierre y se opera, de pleno derecho (art. 784 Ver Texto,
C.Com.), la compensación de las masas de crédito y débito; desde ese momento el
interés corre sobre el saldo. En resumen: el curso de los intereses no se detiene (315) ; si
la fijación definitiva del saldo demora, los intereses del que resulte deben ser
computados desde que tuvo lugar el cierre (316) .
II) Tasa.
La tasa de intereses se determina de conformidad con lo que dispone el art. 777 Ver
Texto, inc. 4, C.Com.: en primer término los convenidos; en defecto de convención,
como no hay en la República intereses legales, debe estarse a los corrientes en
operaciones de esa naturaleza. En otros términos: la tasa de los intereses del saldo es la
misma de los intereses de las partidas de la cuenta (317) .
Sin embargo, para algunos autores italianos (318) los intereses convenidos para las
partidas no se aplican en caso de cierre parcial, cuyo saldo pasa a formar la primera
partida de la cuenta reabierta (saldo parcial), y en caso de cierre posterior a la rescisión
del contrato, el interés es el legal (saldo definitivo) (319) .
No percibimos por qué razón se debe modificar la tasa convenida de los intereses,
siendo así que el saldo no es en definitiva más que la última partida de la cuenta en
favor del correntista que resulta acreedor; los créditos que han determinado este saldo
no son otros que los anotados en la cuenta; si para ellos se ha convenido una tasa
determinada, lógico es que se aplique el saldo (320) . La opinión contraria reconoce
como origen el distingo que hacen algunos autores entre las partidas de la cuenta, que
no serían créditos, sino simples asientos de contabilidad, y el saldo, verdadero crédito;
respecto de los primeros no se podría hablar de intereses sino de precio del
acreditamiento (Kredipreis), que sólo presenta analogía con aquéllos; en cambio, el
saldo es un crédito productor de intereses (321) . En páginas anteriores hemos
demostrado, suficientemente, que los créditos incluídos en la cuenta corriente no
pierden totalmente su carácter de tales. No hay, pues, razón alguna para establecer
distingo entre los intereses de tales créditos y los del saldo.
Si la tasa es diferente para una y otra parte se aplicará al saldo la estipulada para las
partidas de que resulte acreedora (322) .
III) Capitalización. Balances parciales.
Dispone el art. 788 Ver Texto, C.Com., que las partes podrán capitalizar los intereses en
períodos que no bajen de tres meses, determinar la época de los balances parciales, la
tasa del interés y la comisión, y acordar todas las demás cláusulas accesorias que no
sean prohibidas por la ley.
A ello apuntamos lo siguiente:
A) La productividad de intereses por las diversas partidas de la cuenta y por los saldos
provisorios o definitivos, es de la naturaleza, pero no de la esencia de la cuenta corriente
(arts. 771 Ver Texto y 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com.) (323) ; ello explica la amplia
libertad que al respecto deja a las partes la regla legal. Sin embargo, como la
capitalización de intereses es una excepción al derecho común que la prohíbe (art. 623
Ver Texto, C.Civ.), en caso de duda debe estarse por lo menos gravoso para el deudor;
sólo se podrá capitalizar los intereses del saldo definitivo cuando expresamente se ha
convenido (324) , siendo insuficiente haberla estipulado para los intereses, en términos
generales, sin especificar.
B) La regla legal ha sido consagrada respetando los usos del comercio y según la más
autorizada doctrina (325) ; empero, siendo una excepción al derecho común, establece
un límite: que no se puede capitalizar intereses por períodos menores de tres meses
(326) .
C) Se debe tener especialmente en cuenta que si las partidas y los saldos de la cuenta
corriente devengan intereses de puro derecho, la capitalización sólo puede tener lugar
cuando media conformidad de ambas partes. Si bien algún fallo (327) ha exigido
convenio expreso, es indudable que también procede por convenio tácito, como cuando
periódicamente se realizan balances parciales con capitalización de intereses, sin
observación alguna, o cuando ambas partes los capitalizan.
D) El precepto deja a las partes en libertad de determinar la fecha en que se efectuarán
los cierres provisorios de la cuenta o balances parciales; no tienen, pues, limitación
alguna. Se puede fijar períodos quincenales, mensuales, bimestrales, etc; pero sobre los
intereses incluídos en el saldo no se podrá cargar intereses, sino trimestralmente, dada la
limitación que al respecto establece el mismo artículo (328) .
JURISPRUDENCIA
Los intereses en la cuenta corriente corren de pleno derecho (Cám. Civ. 1ª, JA, 34,
1142), es decir que deben ser computados desde la fecha del estado de cuentas que no
ha sido impugnado, y no desde que fue notificada la demanda, pues ello se ajusta a la
regla del art. 785 Ver Texto, C.Com. (Cám. Civ. 1ª, LL, 6, 406; ídem, JA, 58, 115;
Cám. C.C., I, Rosario, LL, 22, 56).
Lo dispuesto en el art. 785 Ver Texto, C.Com., significa que el curso de los intereses a
que se refiere el art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com., no se detiene con el cierre de la
cuenta, si bien dejarán de producirse sobre todos los valores de crédito y débito, para
recaer sobre el saldo resultante de la compensación a que se refiere el art. 784 Ver
Texto, C. cit. (de la ampliación de fundamentos de los Dres. Anaya, Quintana Terán y
Caviglione Fraga) (Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 19).
Si la parte actora remitió a su contraria los resúmenes, haciendo constar en ellos que si
las liquidaciones no eran observadas dentro del plazo de 15 días de recibidas, se las
consideraba aceptadas, la mora del deudor se produjo desde esa fecha (arts. 509 Ver
Texto, C.Civ., y 785 Ver Texto, C.Com.), debiendo correr los intereses y la
actualización monetaria desde ese momento (Cám. Com., B, LL, 1985-D, 613; Cám.
C.C., I, Rosario, RSF, 1, 266).
Conforme al art. 785 Ver Texto, C.Com., corresponde aplicar la actualización monetaria
-según los índices de precios no agropecuarios- e intereses del 6% calculados desde que
se determinó el saldo deudor de la cuenta (Cám. Com., A, LL, 1982-C, 60).
Si en los períodos precedentes al plazo fijado para el pago del saldo deudor de la cuenta
corriente, los adelantos de dinero hechos por el comitente a su mandatario no
devengaban intereses, aquél no puede modificar unilateralmente ese modus operandi, y
computarlos sobre períodos anteriores a dicho plazo; si el saldo no hubiera sido
satisfecho dentro de tal plazo, debió hacerse correr intereses a partir de su vencimiento
(art. 622 Ver Texto, C.Civ.) (Cám. Com., A, ED, 19, 67).
Es infundado pretender que se excluya del saldo resultante de la cuenta corriente los
débitos de intereses cargados a la parte quejosa, pues resultaría arbitrario excluír tales
remesas si para investigar el tema el perito ha utilizado como base la registración de tal
cuenta en los libros de una parte; hay que aceptar esos registros en su completividad, y
no seccionar las diversas partidas, para excluír aquellas que resulten desfavorables,
siendo, por otra parte, carga de la quejosa impugnar concretamente los rubros o partidas
que quisiera excluír de la cuenta y hubiera sido su carga probar la base fáctica de su
impugnación (arg. art. 73 Ver Texto, C.Com., y arts. 330 Ver Texto y 377 Ver Texto,
C.Proc.) (Cám. Com., D, LL, 1985-A, 307).
e) Ejecutividad.
Determina el art. 787 Ver Texto, C.Com., que quien resulte acreedor por la cuenta
corriente, podrá girar contra el deudor por el saldo una letra de cambio, y si éste no la
aceptase o pagase, aquél tiene acción ejecutiva para reclamar el pago.
La regla legal impone al correntista que resulta deudor la obligación de aceptar y pagar
la letra, y en caso contrario lo hace pasible de daños y perjuicios (329) . No hay otra
sanción, pues el derecho del acreedor de accionar judicialmente lo tiene en todos los
casos, haya o no librado la letra, lo cual constituye una facultad, y no una obligación;
podrá, dice el precepto (330) . Como el saldo es exigible inmediatamente, la letra puede
estar concebida a la vista. Salvo, se entiende, que las partes hayan convenido otra cosa
(331) .
Conforme a la segunda parte, el saldo definitivo trae aparejada ejecución, el legislador
coloca, pues, a tal crédito en el mismo pie que al que consta en una letra o pagaré. Esta
norma ha sido criticada por Segovia (332) , calificándola de doctrinaria, y Malagarriga
(333) comparte el criterio, afirmando que la disposición puede ser suprimida. Es un
error: la ley procesal determina el trámite a seguir en la acción ejecutiva y es de su
resorte conferirla a ciertos títulos, pero ello no significa que el Congreso de la Nación
carezca de facultades para dotar a determinados títulos y créditos de acciones sumarias
y expeditivas, a fin de asegurar la efectividad de las instituciones que crea (334) . Ello
es corriente y no se discute en doctrina; en uso de tal atribución ha conferido acción
ejecutiva a los warrants, debentures, papeles de comercio, certificado de prenda, etc. Por
tanto, es acertada la disposición del artículo que nos ocupa, y necesaria su inclusión,
pues de lo contrario quedaba librada la cuestión a las leyes locales que podrían o no dar
fuerza ejecutiva al saldo de la cuenta corriente (335) .
Se entiende que el saldo a que se refiere la norma es el fijado en forma definitiva, por
aceptación de las partes, por laudo arbitral o por sentencia (336) .
Cuando no hay saldo aprobado, la acción que corresponde es la de liquidación de la
cuenta corriente, determinación del saldo y cobro de éste, acumulándose así en un solo
proceso todas las cuestiones pendientes entre las partes, no se requiere un juicio previo
para determinar el saldo a fin de deducir luego la ejecución (337) . Ello se impone por
razones de economía procesal, pues ahorra tiempo y dinero. Esta acción, en defecto de
procedimiento especial establecido por la ley procesal respectiva, debe ajustarse al
trámite del juicio ordinario (arg. art. 319 Ver Texto, C.Proc.).
JURISPRUDENCIA
La determinación del saldo definitivo de la cuenta corriente mercantil puede efectuarse:
por aceptación expresa de las partes (Cám. Com., JA, 28, 187; ídem, JA, 36, 728) o por
laudo arbitral o por sentencia judicial (Cám. Com., JA, 26, 1314; ídem, JA, 30, 476;
ídem, JA, 38, 293); sólo luego de ello el acreedor queda autorizado para girar contra el
deudor o reclamar judicialmente (Cám. C.C., I, Rosario, JA, 28, 294).
Si la cuenta corriente no tiene plazo fijado, cada parte puede solicitar el cierre y
liquidación de ella; reclamación que puede ser hecha judicialmente, a la vez que se
solicita el pago del saldo (Cám. Com., JA, 1944-III, 734, con nota de E. Rosenbusch;
ídem, GF, 170, 86).
(253) Malagarriga, V, nº 173, dice que "la extinción del contrato de cuenta corriente
tiene lugar por el cierre de la cuenta"; se trata de un error, pues precisamente es a la
inversa: la terminación del contrato provoca el cierre de la cuenta.
(254) V. nº 14, letra b, ap. IV.
(255) V. nº 16, comentario del art. 1929, P.U.L.C.C.
(256) Conf.: Diena, II, 175: este autor exceptúa el caso en que ambos correntistas son de
la misma nacionalidad, en cuyo supuesto debe prevalecer la ley nacional, como
interpretación de la intención presunta de las partes; Morando, nº 42.
(257) Conf.: Bonelli, 898; Lehmann, nº 34, V.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 848,
quienes parecen aceptar para todos los casos el consentimiento tácito.
(258) Conf.: Cám. Com., JA, 32, 428; Cám. Civ. 2ª, JA, 71, 618; LL, 19, 541, y GF,
148, 144; Cám. Fed. Córdoba, 3, 43.
(259) Conf.: Cám. Com., JA, 23, 1061.
(260) Conf.: Bonelli, lug. cit.
(261) Conf.: Bonelli, lug. cit., y Scalamandré, nº 720.
(262) Contra: Williams, 1, 427.
(263) V.: Bonelli, lug. cit., para quien, en sustancia, se trata de casos de denuncia a los
cuales la ley asigna un motivo; Vivante, IV, nº 1760; Giannini, nº 90. Para Vidari, V,
nos. 4337 y ss., sólo puede requerirla la otra parte. No mediando denuncia, el contrato
continúa con los herederos del correntista fallecido o los representantes legales del
incapaz.
Lo mismo en el código rumano, art. 373.
Segovia, II, n. 2595, afirma que la muerte de la persona física debe equipararse a la
disolución de la sociedad: Da, nº 156; Boistel, nº 887; Giannini, nº 246; Vidari, V, nº
4338; es un error, la disolución no extingue la sociedad, que conserva su personalidad
moral y continúa en liquidación, ni pone término a sus operaciones (arts. 101 y ss., ley
19550 Ver Texto) (conf.: Vivante, IV, nº 1760; Bonelli, 900).
(264) V. t. III-A, 10.
(265) V. t. III-A, 15.
(266) V. t. III-A, 16.
(267) V. t. III-A, 17.
(268) V. t. III-A, 29.
(269) V. t. III-A, 33.
(270) V. t. I, 356 y ss.
(271) V. nº 5, letra i.
(272) Conf.: Williams, 1, 429.
(273) Conf.: Morando, 191, n. 1; Fiorentino, 69; Williams, 1, 427. Contra: Bonelli,
900/1.
(274) V.: Alegría, Algunas cuestiones de derecho concursal, Buenos Aires, 1975, 179.
(275) Conf.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 848, para el instituto, en cierto modo análogo
de la liquidation judiciaire, francesa; Bonelli, 901. V.: Fernández, Código de Comercio
comentado, III, 481, para la liquidación sin quiebra de la ley 11719 .
(276) Conf.: F. Quintana Ferreyra, Concursos. Ley 19551 y sus modificatorias, Buenos
Aires, 1986, II, 151; Williams, 428.
La doctrina francesa predominante admite que la quiebra causa la rescisión ipso iure del
contrato de cuenta corriente; entre otros: Clement, nº 247; Brun, 5 y ss.; Feitu, nº 305;
Da, nº 157; Massé, IV, nº 2308; Boistel, nº 887; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 848.
En Italia, Bonelli, 900, n. 1, después de referirse a la evolución operada en la doctrina
alemana, que desde Oetker, I, 255 y ss., demostró que la cuentacorriente puede
continuar perfectamente con el curador de la quiebra, considera que sólo se trata de una
causa que autoriza a pedir la rescisión a cualquiera de las partes, y no de una causa que
la provoca necesariamente; dice: "Por lo demás, nos parece también a nosotros que no
hay razón para excluír la posibilidad de una continuación de la cuenta corriente con el
curador que, debidamente autorizado, continúa el comercio del fallido". No estamos de
acuerdo con tal conclusión. La solución es la inversa. Si ambas partes están de acuerdo
en mantener el contrato de cuenta corriente, pueden hacerlo perfectamente, pero dada la
naturaleza de este contrato, basado en la mutua confianza y que importa una concesión
recíproca de crédito, y los efectos jurídicos, económicos y morales que produce la
quiebra, es más jurídico, lógico y ajustado a la realidad, considerarlo rescindido
automáticamente al ser ésta declarada.
(277) Conf.: Bonelli, 901.
(278) Conf.: R. Provinciali, Tratado de derecho de quiebra, Barcelona, 1958, II, 362;
Quintana Ferreyra, II, 557; H. Roitman, Efectos jurídicos de la quiebra sobre los
contratos preexistentes, Buenos Aires, 1973, 136.
(279) Conf.: Alberti, Apuntes sobre la compensación en el concurso, RDCO, 1980-323.
(280) La doctrina italiana interpreta así el art. 345, C.Com., que habla de anotación en la
cuenta: Caluci, nº 13; Giannini, nº 50; Navarrini, en Dig. it., vº Conto corrente, nos. 38 y
51; Bonelli, 853.
(281) Doctrina uniforme; entre otros: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 848; Morando, 191,
n. 1; Vivante, IV, nº 1759; Bonelli, 901; jurisprudencia francesa e italiana citada por los
dos últimos en las notas 56 y 3, respectivamente.
(282) Conf.: Williams, 1, 428.
(283) Conf.: Williams, lug. cit. Comp.: Provinciali, II, 363: Se admite que el contrato
pueda ser mantenido con vida en el caso de continuación de la empresa, a tenor del art.
90, ley de quiebras. Pero, sustituyéndose el organismo concursal del quebrado, en la
relación de cuenta corriente, hay que estimar que esto determine la constitución de una
nueva relación, no continuación de la anterior.
(284) Conf.: Fiorentino, 69; Williams, 1, 427.
(285) V. nº 9.
(286) Conf.: Feitu, nº 247 bis; Percerou, II, nº 1665; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 830
bis; Boistel, nº 945; Giannini, 874; Navarrini, nº 135; Bonelli, 870/1; Williams, 1, 447.
(287) V. nº 5, letra f.
(288) Conf. por todos: Fernández, Fundamentos de la quiebra, nº 473, y autores citados
en la p. 965, n. 27.
(289) Conf.: Giannini, 872, n. 27; Navarrini, nº 129; Fiorentino, 65; Williams, 1, 425.
(290) V.: Planiol y Ripert, VI, nos. 370 y 428.
(291) Tal es la solución de la doctrina francesa, cuya ley nada dice al respecto de este
contrato: Helbronner, nº 153; Clement, nº 254; pero exige un motivo grave; Delamarre y
Le Poitvin, III, nº 338; Boistel, nº 887; Feitu, nº 300; Da, nº 154; Lacour y Bouteron, II,
nº 1499; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 848; Dalloz, Rép. prat., vº Compte courant, nº
116 (contra: Noblet, nº 123). También la doctrina italiana, antes del código actual:
Supino, nº 64 (contra: Borsari, nº 357).
Varias leyes expresamente la establecen: ley mejicana de títulos y operaciones de
crédito de 1932, art. 310; Código de Comercio italiano, art. 348, inc. 2; Alemania, art.
355, aps. 2º y 3º; Portugal, art. 349; Rumania, art. 355.
Algunos autores italianos y alemanes critican el precepto de su respectiva ley: Caluci, nº
29; Giannini, nº 88; Bonelli, 898; Vidari, V, nº 4663; Gr�nhut, 947; Greber, 89.
(292) Vivante, IV, nº 1758, impresionado por la exposición de Pantaleoni en el Giornale
degli Economisti, 1895, 364 y ss., en el cual describe el desastre del "Credito
Mobiliare", al cual los bancos extranjeros le cortaron el crédito en forma casi
simultánea. Malagarriga, V, nº 175, y Rivarola, IV, nº 1232, comparten esta opinión.
Desde el punto de vista dogmático, Vidari, V, nº 4333, es contrario a la opinión que
sustentamos.
(293) Conf.: Giannini, 872, n. 27; Navarrini, nº 129; Fiorentino, 65; Williams, 1, 425.
(294) Conf.: Bonelli, lug. cit.; Caluci, nº 29; Vivante, IV, nº 1758; Morando, nº 45; Cas.
Florencia, Foro It., vº Conto corrente, nº 9; proyectos de código de comercio, de
Vivante, art. 484, y D´Amelio, art. 365, los cuales exigían, además, un aviso previo de
diez días, como establece la ley mejicana, en su art. 310, y, para la cuenta corriente
bancaria, nuestro Código, art. 792. Contra: Egidi, nº 24; Marghieri, nº 2409; Errera, Le
Temi, 1901, 685.
(295) Obarrio, II, nº 359; Martín y Herrera, cap. VIII, 21, 280; Cám. Com., IV, 80;
Cám. C.C., I, Rosario, LL, 23, 175; S.C.B.A., JA, 38, 448. Se expiden en contra:
Malagarriga, V, nº 175; Segovia, II, n. 2594; este autor sostiene el absurdo de que según
el texto, "si no hay término pactado, las partes están obligadas a mantener la cuenta
corriente indefinidamente y por toda la vida, si una de las partes así lo quiere", no
obstante reconocer a continuación que tal conclusión está en desacuerdo con la doctrina
de casi todos los tratadistas, con las prácticas comerciales y con lo establecido en los
códigos de Italia, Alemania y Portugal. Rivarola, IV, nº 1232, quien a pesar de no
admitir la rescisión en forma unilateral, considera que no se puede aceptar la duración
indefinida del contrato, por lo cual entiende que la solución consiste en paralizar de
hecho la cuenta al no efectuar o aceptar remesas, lo que crearía una situación de hecho
equivalente, dice, a la terminación definitiva que prevé el art. 783 Ver Texto, C.Com.; el
saldo que resulte constituiría, según él, una obligación sin plazo cuya fecha debería ser
fijada judicialmente de conformidad con el art. 618 Ver Texto, C.Civ.
Esta solución de hecho, que tendría el grave inconveniente de crear una situación de
incertidumbre sobre la subsistencia de la cuenta y demoraría la liquidación, pues sería
menester dejar trascurrir determinado lapso, un tanto prolongado, para que la
paralización pudiera interpretársela como intención de ambas partes de poner término al
contrato, no daría el resultado perseguido si la otra parte, mediante remesas, aunque
fueran pequeñas, o por correspondencia, manifiesta su voluntad de que la cuenta
continúe, pues no se podría en tal supuesto hablar de mutuo consentimiento tácito.
Por lo demás, si la paralización por un lapso prolongado se considera que pone término
por consentimiento implícito al contrato, con ello se produce el cierre de la cuenta, y el
saldo que resulta es exigible, como determina la ley en los arts. 784 Ver Texto y 787
Ver Texto, C.Com., por lo cual no procede conceptuarlo obligación sin plazo y sostener
que éste debe ser fijado judicialmente, lo que se tendría que hacer en juicio ordinario,
con la consiguiente pérdida de tiempo y dinero, en detrimento de los intereses del
comercio, que requiere soluciones expeditivas.
(296) Conf.: Williams, 425.
(297) Conf.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 848; Morando, nº 45; Williams, 1, 425.
(298) Conf.: Giannini, lug. cit.; Navarrini, nº 132; Williams, lug. cit.: también puede
exigírselo bajo forma de una demanda por cobro de saldo, sea bajo la forma de una
acción de liquidación de la cuenta.
(299) V. t. I, 131 y ss.
(300) Doctrina uniforme; entre otros: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 849; Vivante, IV, nº
1758; Malagarriga, V, nº 182.
(301) V. nº 10.
(302) Conf.: Morando, nº 43; Giannini, nº 80; Navarrini, Conto corrente, nº 106;
Hedemann, 701. Contra: Caluci, nº 25; Vivante, IV, nº 1751; Borsari, nº 346; Bonelli,
892, n. 3; salvo el remedio de la condictio indebiti; Lévy-Riesser, nº 36; y autores
alemanes citados por Bonelli, lug. cit.
(303) V. nº 7, letra c.
(304) Conf.: Malagarriga, V, nº 153; Rivarola, IV, nº 1229.
(305) La doctrina y la jurisprudencia extranjeras también admiten que el silencio del
correntista que recibe una liquidación de la otra parte no importa aceptación tácita de
ella: Bonelli, 893; Vivante, IV, nº 1750; Boistel, nº 886, C, y jurisprudencia francesa
que cita; Cosack, nº 69, I, 79; Staub, n. 26 al art. 355, y jurisprudencia alemana allí
citada.
(306) Cám. Com., JA, 1, 500.
(307) Cám. Com., JA, 17, 280.
(308) Cám. Com., JA, 7, 530; Cám. Civ. 2ª, JA, 20, 317. V.: S.C.B.A., JA, 33, 1187:
contestación del demandado.
(309) Doctrina uniforme; entre otros: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 850; Ruben de
Couder, vº Compte courant, nº 80; Boistel, nº 886, C; Dalloz, Rép. prat., vº Compte
courant, nº 125; Lacour y Bouteron, II, nº 1500; Vidari, V, nº 4344; Pagani, nº 35;
Bonelli, 894; Giannini, nº 84; Caluci, nº 25; Supino, nº 78; Vivante, IV, nº 1752.
La doctrina alemana predominante da al saldo una mayor consistencia, vedando toda
modificación posterior por dolo, error o violencia, vicios que sólo admite cuando se
refieren al acto de reconocimiento, pero no a las operaciones particulares de las cuales
emanan los créditos incluídos en la cuenta. Pero se debe tener en cuenta que tal
conclusión es una consecuencia de la concepción básica que profesa de que el crédito de
saldo se funda directamente sobre el reconocimiento, que tiene así un alcance no
solamente declarativo y demostrativo, sino constitutivo: Greber, 106 y ss.; LévyRiesser, nº 38; Gr�nhut, 950 y ss.; Lehmann, nos. 29 y s.; Staub, nos. 27 y 29.
(310) V. nº 6, letra c.
(311) Conf.: Lyon-Caen y Renault, y Bonelli, lugs. cits.; Vivante, IV, nº 1753.
(312) Para esta acción se puede ver: Rosenbusch, en JA, 68, sec. doctr., 118.
(313) Conf.: Bonelli, 894; Malagarriga, V, nº 184.
(314) V. nº 5, letra f.
(315) Conf.: Malagarriga, V, nº 187.
(316) Contra: Vivante, IV, nº 1754.
(317) Conf.: Feitu, nº 339; Clement, nº 279; Boistel, nos. 886, D, y 887, B; Supino, nº
60; Borsari, nº 352; Gurini, nº 339.
(318) Pagani, nº 34; Giannini, nº 85; Bonelli, 889; Vivante, IV, nº 1754.
(319) Conf.: Malagarriga, V, nº 186.
(320) Segovia, II, n. 2606, parece conforme con nuestra interpretación.
(321) Greber, 17, 105 y 144; Bonelli, 889.
(322) Conf.: Boistel, nº 886, D.
(323) Conf.: S.C.B.A., JA, 38, 448.
(324) Conf.: Boistel, nº 887, B; Cas. fr., D., 1876-I, 385.
(325) En Francia, en ausencia de un texto especial como el nuestro, y con un Código
Civil que sólo permite capitalizar los intereses por períodos no menores a un año (art.
1154 Ver Texto), predomina la tendencia favorable a la capitalización en períodos más
cortos, es decir, a la no aplicación a la cuenta corriente del precepto mencionado de la
ley civil, en razón de indivisibilidad de la cuenta corriente y su efecto novatorio, y por
consagrarlo así los usos comerciales: Noblet, nos. 155 y ss.; Ruben de Couder, vº
Compte courant, nº 64; Boistel, nº 886, D; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 844; Lacour y
Bouteron, II, nº 1498; Wahl, nº 1786; Dalloz, Rép. prat., vº Compte courant, nº 103;
jurisprudencia francesa constante, fallos cits. por Ruben de Couder y Dalloz. Contra:
Demangeat s/ Bravard, II, 448; Dietz, 219; Feitu, nº 281; Delamarre y Le Poitvin, III, nº
338; Helbronner, nº 137. V.: Thaller, nº 1669 bis, que se expide en términos dubitativos,
si bien parece sostener la teoría contraria.
Entre las leyes extranjeras que expresamente permiten la capitalización de intereses en
la cuenta corriente, al disponer que los saldos parciales devengan intereses, se puede
ver: C. de Com. Italia, art. 347; Chile, art. 614; Alemania, art. 355; ley mejicana de
títulos y operaciones de crédito de 1932, art. 308.
La doctrina italiana puede ser considerada pacífica en el mismo sentido.
(326) Conf.: Segovia, II, n. 2612; Malagarriga, V, nº 194; Rivarola, IV, nº 1230.
(327) Cám. Com., LL, 8, 1129.
(328) Contra: Malagarriga, V, nº 195, entendiendo que los balances no podrán ser
menos que trimestrales; Segovia, II, n. 2613, quien confundiendo los balances con la
capitalización de intereses o considerando erróneamente que en los saldos parciales
necesariamente se debe agregar intereses, dice que los primeros "no podrán ser sino
trimestrales", lo cual, de tomárselo al pie de la letra, involucraría otro error: el de que
los balances no podrían ser efectuados en períodos superiores al trimestre, conclusión
carente de fundamento.
(329) Conf.: Segovia, II, n. 2609.
(330) Conf.: Segovia, lug. cit.
(331) Es necesario que exista un saldo definitivo: sólo éste puede constituír provisión de
fondos del girante de la letra; la doctrina puede ser considerada uniforme en el sentido
de que antes de la determinación del saldo definitivo no se puede hablar de provisión,
aunque el balance de la cuenta en ese momento sea favorable a una de las partes: entre
otros, están conformes: Clement, nos. 157 y ss.; Feitu, nº 246; Boistel, nº 884, A;
Thaller, nº 1665, b; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 837; Bonelli, 871.
Entre otros, la cuenta corriente bancaria autoriza a librar cheques contra el banco girado,
pero ello se debe a las características especiales que la ley da a este contrato, que en
realidad presenta marcadas diferencias con la cuenta corriente mercantil.
(332) Segovia, II, n. 2610.
(333) Malagarriga, V, nº 190.
(334) V.: Fernández, Código Procesal Civil y Comercial, 2ª ed., ps. 192 y ss.
(335) Conf: Rivarola, IV, nº 1234, C.
(336) V. art. 777 Ver Texto, inc. 5, C.Com., que establece una limitación a la
exigibilidad del saldo.
(337) Conf.: Boistel, nº 887, B; Bonelli, 893.
15. PRESCRIPCIÓN.
La acción para solicitar el arreglo de la cuenta corriente, el pago del saldo, judicial o
extrajudicialmente reconocido, o la rectificación de la cuenta por errores de cálculo,
omisiones, artículos extraños o indebidamente llevados al débito o crédito, o
duplicación de partidas, se prescribe en el término de cinco años. En igual término
prescriben los intereses del saldo, siendo pagaderos por año o por períodos más cortos
(art. 790 Ver Texto, C.Com.).
El término de cinco años que establece el citado precepto -que desde el punto de vista
metodológico debió figurar en el título XVI, exactamente entre los arts. 846 Ver Texto y
847- corre, como en todos los casos de prescripción, desde que nace el derecho, o sea,
tratándose de créditos, desde que ellos son exigibles. En consecuencia, siguiendo el
orden establecido en la regla legal, tenemos que:
a) la acción para solicitar el arreglo de la cuenta, desde que se opera el cierre definitivo
de ella (338) , por cualquier causa; mutuo consentimiento, vencimiento del término
convenido, voluntad unilateral, muerte (339) , incapacidad, quiebra (art. 782 Ver Texto,
C.Com.) y aun tácitamente (340) ;
b) la acción por cobro del saldo, judicial o extrajudicialmente reconocido desde que es
exigible, es decir, desde que tiene lugar el reconocimiento (341) , o si está sujeto a plazo
o condición, desde el vencimiento del primero o desde el cumplimiento de la segunda
(art. 3957 Ver Texto, C.Civ.) (342) ;
c) la acción para obtener la rectificación de la cuenta por errores de cálculo, omisiones,
artículos extraños o indebidamente llevados al débito o crédito o duplicación de
partidas, desde la aprobación de la cuenta, siendo inaplicable al respecto el art. 4030
Ver Texto, C.Civ., que se refiere a la acción de nulidad de los actos jurídicos, caso
completamente distinto (343) . Se debe tener presente que la mera aprobación del saldo
involucra la aprobación implícita de todas las partidas que han contribuído a formarlo;
d) la acción por cobro de los intereses del saldo (definitivo se entiende, pues los
intereses de los saldos parciales pasan con ellos a la continuación de la cuenta), desde la
fecha en que son exigibles: aparte de las disposiciones generales del Código Civil, se
puede argumentar con el art. 847 Ver Texto, inc. 2, C.Com.
La aplicación del artículo que nos ocupa presenta ciertas dificultades en la práctica,
porque se pretende que la prescripción que él fija (cinco años) se aplique a créditos
provenientes de la venta de mercaderías al fiado sin documento escrito, anotadas en los
libros bajo forma de cuenta corriente, pero sin mediar, en rigor, el contrato de cuenta
corriente mercantil sobre el cual legisla el Código de Comercio, o, a la inversa, se niega
al contrato de cuenta corriente en su verdadero carácter, sosteniendo que se trata de
simples operaciones de compraventa al fiado sin documento escrito, para obtener una
prescripción más breve (art. 849 Ver Texto: dos años). Es, pues, sumamente importante
determinar si se trata del contrato de cuenta corriente mercantil o de cuenta simple o de
gestión (344) .
Asimismo, se suele pretender que se aplique la prescripción establecida para las
acciones basadas en la letra de cambio (art. 96 Ver Texto, decr.-ley 5965/63) cuando
habiéndose incluído el importe de ellas en una cuenta corriente mercantil, la
prescripción del saldo es de cinco años (345) .
En la cuenta simple o de gestión, que carece de la indivisibilidad de la cuenta corriente
y no produce trasformación alguna respecto de los créditos en ella anotados (novación)
(346) , la prescripción es la correspondiente a las operaciones que les han dado
nacimiento (347) .
Si el fiador que paga el saldo de la cuenta corriente acciona contra el fiado para obtener
el reembolso, su acción surge del contrato de fianza (348) , y no de la cuenta corriente, y
la prescripción es la ordinaria de diez años, en lugar de la especial de cinco que
establece el art. 790 Ver Texto, C.Com. (349) .
JURISPRUDENCIA
La prescripción de la acción para demandar el arreglo de la cuenta corriente mercantil,
corre desde el día en que las partes convinieron que se efectuaría el cierre definitivo de
ella (SC Tucumán, JA, 43, 874).
El término de prescripción de cinco años que fija el art. 790 Ver Texto, C.Com.,
comienza a correr desde que la cuenta corriente quedó paralizada, pues ello importó su
cierre por mutuo consentimiento implícito de las partes (Cám. Civ. 2ª, JA, 71, 618;
ídem, LL, 19, 541; Cám. Fed. Córdoba, 3, 43; Cám. C.C. 2ª, III, Rosario, JA, 66, 363;
ídem, LL, 12, 955).
El término para el cobro del saldo judicial o extrajudicial, que luego de reconocido
quedó sujeto a un plazo o a una condición, corre desde que expiró aquél o se cumplió
ésta (Cám. Com., 1, 286).
Si existió entre las partes -asegurador y reasegurador- una verdadera relación de cuenta
corriente mercantil, en la cual se inscribían remesas recíprocas por créditos inexigibles
hasta el cierre, parcial o provisorio, cabe concluír que el plazo de prescripción anual
previsto para el contrato de seguro, aplicable supletoriamente al reaseguro, ha sido
desplazado por la prescripción quinquenal establecida por el art. 790 Ver Texto,
C.Com., para la cuenta corriente mercantil, en virtud del efecto novatorio reconocido
por el art. 775 Ver Texto, C. cit. (Cám. Com., C, LL, 1988-B, 277).
La acción con que cuenta el fiador, que pagó el saldo de una cuenta corriente mercantil,
contra el afianzado, tiene un plazo de prescripción de diez años, pues surge del contrato
de fianza, y no del contrato de cuenta corriente (Cám. Civ. 2ª, JA, 40, 205).
Es inadmisible la defensa de prescripción alegada invocando que ha trascurrido el plazo
correspondiente para la cuenta corriente mercantil o, en el mejor de los casos, la de
cuatro años que trae el inc. 3 del art. 847 Ver Texto, C.Com., cuando el excepcionante
ha reconocido que la demanda versa sobre "una operación de préstamo o mutuo en
dólares" (Cám. Com., A, LL, 132, 230).
16. PROYECTO DE UNIFICACIÓN DE LA LEGISLACIÓN CIVIL Y COMERCIAL.
En este número efectuamos un estudio de las normas proyectadas destinadas a regular el
contrato de cuenta corriente mercantil; comprende breves consideraciones doctrinales,
referencias al diverso modo como se ha legislado sobre el tema en el derecho
comparado, concluyendo con algunas apreciaciones críticas sobre las reformas
propuestas.
Art. 1928. - Cuenta corriente mercantil es el contrato por el cual las partes se obligan a
no exigir ni disponer de los créditos resultantes de las respectivas remesas no destinadas
a un empleo determinado que pudieran hacerse durante un cierto período, para lo cual
incorporarán dichos créditos a una cuenta. Al vencimiento del período (el "cierre"), se
compensarán las cuentas y el saldo se hará exigible y disponible.
Las cuentas que no reúnan estas condiciones son cuentas simples o de gestión, no
sujetas a las disposiciones de este título.
a) El Proyecto de Unificación de la Legislación Civil y Comercial (P.U.L.C.C.)
establece una regulación específica del contrato de cuenta corriente mercantil, en el
título IX bis del libro II (arts. 1928 a 1936).
El cuerpo legal proyectado define a este contrato, siguiendo un criterio similar al
observado en Costa Rica (art. 602), Chile (art. 602), El Salvador (art. 383), Honduras
(art. 416), Italia (art. 1823), Nicaragua (art. 519), Perú (art. 563), Portugal (art. 344),
Turquía (art. 782) y Venezuela (art. 483).
No da una definición expresa del contrato, a pesar de tener una regulación específica y
tipificada de él: absolutamente, Panamá. En cambio, Colombia, en el art. 1245 (350) ,
describe algunas de sus características de modo similar a lo que se ha efectuado en
Guatemala (art. 734) (351) , Japón (art. 529) (352) y Méjico (art. 302).
En Alemania, donde no existe una regulación orgánica del contrato que nos ocupa, el
art. 355, ap. 1º, dice: "Si alguien sostiene relaciones mercantiles con un comerciante, de
suerte que ambos asienten en cuenta sus respectivos créditos y débitos para liquidarlos,
compensarlos y deducir el saldo al terminar ciertos períodos regulares de cuenta (cuenta
corriente), podrá aquel a cuyo favor resulte saldo, exigir intereses desde el día de la
liquidación, aun cuando para formar esa cuenta se hayan incluído en ella los intereses
devengados por las partidas en que se descompone".
b) Sin perjuicio de los efectos que surgen de las otras normas proyectadas, que
estudiamos más adelante, consideramos que a partir de la definición legal se producen
los siguientes:
I) Si se tiene en cuenta que los créditos destinados a alimentar la cuenta corriente no son
exigibles en el momento de realizar o ejecutar la operación o negocio del cual
provienen, sino que tal exigibilidad quedará postergada a las épocas determinadas, en
las cuales se producirá el saldo que resulte de la compensación entre los créditos y
débitos obrantes en la cuenta a esas épocas, y unido a ello que las remesas devengan
intereses, que serán capitalizados al producirse cada cierre (art. 1931, inc. 1,
P.U.L.C.C.), cabe concluír que especialmente cuando el contrato sea de plazo
determinado, por convenio expreso o uso en ese sentido, existe una concesión recíproca
de crédito entre los cuentacorrentistas.
Sin embargo, en el caso de que el contrato sea de plazo tácito (art. 1929, inc. 1,
P.U.L.C.C.) o sea contrato vencido en el cual se haya operado su tácita reconducción
(art. 1930, inc. 2, P.U.L.C.C.), al quedar facultadas las partes para resolverlo en
cualquier momento, dando aviso con diez días de anticipación (art. 1929, inc. 2,
P.U.L.C.C.), tal característica se ve sensiblemente neutralizada, de modo similar a lo
que ocurre en Alemania (art. 355, aps. 2º y 3º) (353) , y especialmente el código del
Japón (art. 534) (354) . O en otros términos, que en estos supuestos la cuenta corriente
proyectada puede ser considerada un contrato que tiene por objeto la liquidación de
créditos recíprocos mediante compensación (355) .
II) Las remesas que una de las partes efectúa a la otra, no lo son con empleo
determinado, ni se compensan en forma individual entre ellas, sino que tal
compensación se produce integralmente al vencimiento (o cierre) del término pactado.
En el caso de que no se hubiera acordado término expreso y no hubiera uno que resulte
del uso, tal cierre se producirá cada tres meses y al concluír el contrato (art. 1929, inc. 3,
P.U.L.C.C.).
III) La legislación proyectada ha puesto en crisis los principios fundamentales de la
concepción clásica de la cuenta corriente mercantil que inspira la legislación positiva
vigente en nuestro país. Ellos son la indivisibilidad y trasformación de los créditosremesas que ingresan en forma de partidas en la cuenta (356) .
Ello no proviene tanto del art. 1934, ap. 1º, 1er. párr., P.U.L.C.C., que dispone,
expresamente, que la inclusión de un crédito en la cuenta o la aceptación de éste por la
otra no produce novación, pues como creemos haber demostrado, y a pesar de la norma
contenida en el art. 775 Ver Texto, C. de Com. vigente, en rigor, no se opera una
novación en sentido propio, sino una trasformación de los créditos-remesas incluídos en
la cuenta corriente (357) .
Sino que la norma que viene a destruír la esencia de la cuenta corriente mercantil es la
contenida en el 2º párrafo de la citada norma, que dispone que la inclusión de un crédito
en cuenta no "perjudica los derechos y defensas que las partes tuviesen entre sí relativas
al negocio del que (sic) (358) ese crédito resulta".
IV) Los reformadores han tomado del art. 117 de Suiza, que la inclusión de una remesa
en la cuenta no produce novación (ap. 1º), siendo la única legislación que incluye
expresamente una norma de esas características, pero es dable señalar que la norma
mencionada, en su segundo apartado, dispone que la novación se produce cuando ha
sido cerrado y reconocido el saldo; pero ello no ha sido adoptado por la reforma, que al
contrario, siguiendo al art. 1827 de Italia, introdujo el párrafo encomillado que hemos
trascrito antes.
La fuente italiana mencionada no reconoce antecedente en ninguna de las legislaciones
del derecho comparado que hemos consultado.
Al adoptar este temperamento, en nuestro concepto, se ha ido más lejos del criterio
deseable, pues hubiera sido conveniente seguir las legislaciones que, a pesar de
establecer normas análogas a las adoptadas por el proyecto, que neutralizan algunos
aspectos de la indivisibilidad y trasformación de los créditos incluídos en la cuenta,
limitan el mantenimiento de las acciones y excepciones relativas a los actos y contratos
de los cuales proceden las remesas sólo en lo concerniente a su validez (Colombia, art.
1255), y si el acto fuera anulado, la partida correspondiente se cancelará en la cuenta
(Guatemala, art. 737, y Méjico, art. 304).
Estas soluciones legislativas, por otra parte, coinciden con lo que hemos sostenido, en
línea dogmática, al estudiar el sistema positivo vigente, pues la inclusión de una remesa
en la cuenta corriente requiere la preexistencia de un crédito que sea válido, lo cual
excluye los provenientes de contratos nulos o inexistentes (359) .
Si se hubiera adoptado el criterio que consideramos preferible, al cerrarse la cuenta y
quedar reconocido el saldo (art. 1933, P.U.L.C.C.), se produciría la sustitución de los
créditos y deudas anteriores que ingresaron en la cuenta, por una deuda única: el crédito
de saldo, de lo que se sigue -como lo entiende la doctrina alemana- que tal
reconocimiento del saldo (o su fijación contradictoria) produce el efecto novativo de la
trasformación de los créditos en virtud de la compensación operada (art. 1928,
P.U.L.C.C.), constituyendo una nueva obligación. Por tanto, la prescripción del crédito
de saldo sería distinta de la prescripción correspondiente a los créditos incorporados a la
cuenta corriente.
Sólo resta señalar que el mantenimiento de los principios de indivisibilidad y
trasformación de los créditos, según el criterio que sugerimos, aun cuando tales
principios aparezcan atemperados respecto al criterio que informa la legislación positiva
vigente, persigue una solución que resulte congruente con las necesidades del comercio
y, también, con algunas de las normas proyectadas, pues no se comprende que por un
lado el legislador reformista proyecte que el crédito de saldo sea disponible y exigible
por vía ejecutiva (arts. 1928 y 1936, P.U.L.C.C.) (360) , y por otro lado, al anular la
indivisibilidad y trasformación de los créditos-remesas en el crédito de saldo, establezca
el mantenimiento de la autonomía (361) de los primeros, posibilite la invocación de
acciones y excepciones relativas al negocio causal, no sólo cuando sea nulo o anulado,
sino cuando sea rescindido y resuelto (362) .
c) El Proyecto de Legislación Uniforme Civil y Comercial, del mismo modo que en
Chile (art. 603), Honduras (art. 417), Nicaragua (art. 519, 2ª parte) y Venezuela (art.
484), así como el C. de Com. vigente (art. 772), determina en la segunda parte del
artículo que estamos comentando, que las cuentas que no reúnan las condiciones
enunciadas en su primera parte, no deben ser consideradas sujetas a las disposiciones
del título IX bis de la cuenta corriente mercantil. En consecuencia, resulta de aplicación
lo expuesto oportunamente sobre el tema (363) .
Art. 1929. - Salvo convención o uso en contrario:
1) el contrato se entenderá realizado por plazo tácito, y cualquiera de las partes podrá
concluírlo en cualquier momento dando aviso a la otra con una anticipación no menor
de diez días;...
La norma proyectada establece que si no se hubiera pactado plazo y no hubiera un uso
comercial que lo determine, cualquiera de los cuentacorrentistas puede resolver el
contrato, previo aviso a la otra parte.
Con ello se ha seguido la solución adoptada en Colombia (art. 1261, inc. 4); Italia (art.
1833, ap. 1º); que también fijan una anticipación de 10 días.
En Costa Rica (art. 608) se prevé que el aviso tiene que ser hecho con treinta días de
anticipación.
En Guatemala (art. 743) se prevé que cada uno de los contratantes podrá en cada época
de cierre dar por terminado el contrato, dando aviso escrito al otro, por lo menos, diez
días antes de la fecha de cierre.
En El Salvador (art. 388), Nicaragua (art. 524), Perú (art. 576), Portugal (art. 349) y
Turquía (art. 792, inc. 2), se permite, en defecto de plazo convenido o habiendo vencido
éste, la resolución del contrato por la decisión unilateral de cualquiera de las partes, sin
previo aviso.
En el Japón (art. 534), cualquiera de las partes puede, en cualquier momento, resolver la
cuenta corriente; en este caso, puede exigir el pago del saldo clausurando
inmediatamente la cuenta.
Tanto en Chile, Honduras, Panamá, como en Venezuela, no se contempla la resolución
unilateral del contrato, razón por la cual son aplicables al caso las consideraciones
efectuadas al estudiar el art. 782 Ver Texto, C. de Com. vigente, pues tal silencio no
excluye la posibilidad de resolución unilateral.
Art. 1929. - ... 2) el cierre se producirá cada tres meses, y al concluír el contrato.
Con la norma proyectada se ha seguido, en algunos aspectos, un temperamento parecido
-no igual- al observado en Colombia (art. 1249), Guatemala (art. 741), Japón (art. 531),
Méjico (art. 308), pues éstos determinan que a falta de convenio expreso, los cierres se
producirán cada seis meses. En Nicaragua (art. 523), el término es idéntico, pero
establecido de modo fijo: junio y diciembre.
En cambio, en Panamá (art. 983) y Turquía (art. 786), a falta de pacto expreso, el cierre
se produce al finalizar el mes de diciembre de cada año, y en Portugal (art. 348) al
finalizar el año civil.
Frente a ello, otorgan la facultad de que las partes fijen la época de los cierres, sin
ninguna norma supletoria si no optan por ello, Honduras (art. 431), Perú (art. 574) y
Venezuela (art. 498) (364) .
Art. 1930. - Salvo pacto en contrario:
1) el contrato por plazo determinado se renueva por tácita reconducción;...
La norma proyectada, no contemplada en general en la legislación comparada
compulsada, prevé que se produce la renovación del contrato de cuenta corriente, por
tácita reconducción.
En Colombia, expresa y precisamente, en el art. 1250, se establece que si no se exige el
pago del saldo dentro de los quince días siguientes a la clausura de la cuenta, el saldo
será considerado como primera remesa de una cuenta corriente nueva y el contrato se
entenderá renovado.
Art. 1930. - ... 2) producida ésta (la tácita reconducción), cualquiera de las partes puede
dar finiquito al contrato como se establece en el artículo anterior; ...
El contrato en el cual se ha operado la tácita reconducción, es considerado de plazo
tácito (art. 1929, inc. 1) y, por tanto, cualquiera de las partes puede concluírlo en
cualquier momento, dando aviso a la otra con una anticipación de no menos de diez
días.
Art. 1930. - ... 3) si el contrato continuara o se renovase después de un cierre, el saldo
será considerado la primera remesa del nuevo período.
Se contempla el caso de que producido el cierre, parcial o definitivo, de la cuenta
corriente, se opere su tácita reconducción. En tal supuesto, el saldo resultante será la
primera remesa del nuevo período, o, en su caso, del nuevo contrato. Con ello la cuenta
corriente subsistente pasa a ser un contrato de plazo tácito, razón por la cual cualquiera
de las partes puede resolverlo, por voluntad unilateral, con la sola exigencia de dar aviso
a la otra, con diez días de anticipación.
Traen normas sobre el modo de operarse la tácita reconducción del contrato de cuenta
corriente en el derecho comparado, Colombia (art. 1250, ap. 2º) y Méjico (art. 308, ap.
2º, 2º párr.).
Art. 1931. - Salvo pacto en contrario:
1) las remesas devengarán intereses, que serán capitalizados al producirse cada cierre; ...
a) La norma proyectada ha seguido un criterio análogo al derecho positivo vigente (art.
777 Ver Texto, inc. 4), el cual, por otra parte, es observado en la generalidad de las
legislaciones: Alemania (art. 355), Chile (art. 606, inc. 2), El Salvador (art. 385, inc. 5),
Honduras (art. 420, inc. 2), Italia (art. 1825), Japón (533, ap. 3º), Nicaragua (art. 521,
inc. 5), Panamá (art. 979, inc. 3), Perú (art. 984), Portugal (art. 346, inc. 5), Turquía (art.
783, inc. 5) y Venezuela (art. 487, inc. 2).
Es decir, a la luz del artículo comentado, es de la naturaleza de la cuenta corriente
mercantil que las remesas devenguen intereses desde su incorporación a la cuenta
corriente.
De la legislación comparada consultada, sólo Colombia sigue un principio inverso, pues
el art. 1252, C.Com., dispone que cada uno de los valores anotados en la cuenta
corriente no producirá intereses, salvo pacto contrario.
b) Si nada se hubiera estipulado sobre el porcentual o tasa para efectuar el cálculo de
intereses, será el interés corriente en las operaciones de esta naturaleza.
En el derecho comparado, en caso de falta de estipulación sobre el tipo de interés,
remiten a los intereses corrientes: Honduras (art. 420), Panamá (art. 979, inc. 3) y Perú
(art. 574). La remisión es a los intereses legales en: Chile (art. 606), Guatemala (art.
741) e Italia (art. 1825). En Méjico (art. 308), la remisión es en defecto de pacto o de
usos en la materia.
Costa Rica (art. 610), en caso de falta de convenio, determina que el interés será del 6%
anual.
c) En cuanto a la capitalización de intereses, si no existe pacto en contrario, se podrá
efectuar cada tres meses (art. 1329, inc. 3, P.U.L.C.C.), del mismo modo que está
contemplado en el art. 788, C.Com. vigente, y en el de Turquía (art. 783). En cambio,
en Honduras (art. 431), Panamá (art. 979) y Perú (art. 574), no se admite la
capitalización de intereses por períodos menores de seis meses (365) .
Art. 1931. - Salvo pacto en contrario: ...
2) se incluírán en la cuenta corriente las comisiones y los gastos vinculados con las
operaciones registradas.
Esta norma es igual a la contenida en el art. 778 Ver Texto,
C. de Com. vigente, por lo cual es aplicable a ella lo manifestado al considerar este
último (366) .
Incluyen disposiciones que siguen análogo criterio, las legislaciones de Alemania (art.
354), Colombia (art. 1253), Italia (art. 1826), Méjico (arg. art. 303), Panamá (art. 979,
inc. 3) y Turquía (art. 785).
Más ampliamente, refiriéndose a cualquier remuneración y gastos, lo hacen: El Salvador
(art. 386), Nicaragua (art. 522), Perú (art. 569) y Portugal (art. 347).
En cambio, admiten sólo el cobro de comisión: Costa Rica (art. 610), Chile (art. 606,
inc. 3), Honduras (art. 420, inc. 3) y Venezuela (art. 489, inc. 3).
Se refieren a que la comisión será, salvo pacto en contrario, la que resulte de los usos de
plaza: Costa Rica (art. 610), Honduras (art. 420) y Venezuela (art. 487, inc. 3).
Art. 1932. - La inclusión en la cuenta de un crédito contra terceros se presume sujeto a
la condición de que sea pagado a su vencimiento.
Si no lo fuera, el cuentacorrentista puede intentar su cobro o eliminar la partida con
devolución del instrumento del que el crédito resulte.
Aun después de intentado el cobro, puede en cualquier momento desistir de él, eliminar
la partida y devolver el instrumento del que el crédito resulte.
El proyecto ha seguido las normas vigentes en Colombia (art. 1257) e Italia (art. 1829),
que establecen sometidos a la cláusula "salvo encaje" todos los créditos contra terceros,
sin distinguir si derivan de papeles de comercio, envío de mercaderías u otros negocios.
Es dable recordar que en el derecho positivo vigente en nuestro país, el principio natural
de la irrevocabilidad de las partidas sólo tiene excepción, respecto de los créditos
originados en "efectos, valores o papeles de comercio" (arts. 777 Ver Texto, inc. 2, y
779), pues respecto de ellos se considera incluída la cláusula "salvo encaje"; se admite
tal criterio legislativo, también, en Costa Rica (art. 605), Chile (art. 606, inc. 1),
Honduras (art. 420, inc. 1), Japón (art. 530), Méjico (art. 306), Perú (art. 567, inc. 2) y
Turquía (arts. 783, inc. 3, y 784).
Hacen extensiva la condición del buen fin del crédito, además de los créditos
provenientes de papeles de comercio, a los provenientes del envío de mercaderías: El
Salvador (art. 385, inc. 5, 2ª parte) y Portugal (art. 346, in fine).
Art. 1933. - Los resúmenes de cuenta que una parte reciba de la otra se presumen
aceptados si no se los observara en el plazo de diez días, o en el que resulte de la
convención o del uso...
a) El artículo proyectado, en su primer apartado, establece el modo extrajudicial más
sencillo para obtener el crédito de saldo en favor de uno u otro cuentacorrentista en
oportunidad de cada cierre de la cuenta. La norma no excluye otros modos que las
partes puedan acordar, tales como el arbitraje; tampoco queda excluída la posibilidad de
que cualquiera de los cuentacorrentistas pueda ocurrir a la justicia para ello; en tal caso,
la resolución que se dicte tendrá efecto retroactivo a la época en que las partidas
debieron ser incluídas.
b) En su segundo apartado, la norma que nos ocupa establece que la aprobación judicial o extrajudicial- del saldo no obsta a la rectificación posterior de la cuenta, por
errores u omisiones de registración o de cálculo, fijando un término de un año para
efectuar la impugnación.
Prevén, expresamente, tal posibilidad casi todas las legislaciones compulsadas, aunque
con variantes en el plazo que otorgan para deducir la pretensión de rectificación. Así
tenemos que nuestro C. de Com. vigente (art. 790, ap. 1º) fija cinco años. Igual término
que en Chile (art. 619), Honduras (art. 433), Panamá (art. 986), Perú (art. 578), Turquía
(art. 796) y Venezuela (art. 500).
Se establece cuatro años para las reclamaciones, en El Salvador (art. 391) y Nicaragua
(art. 527).
El término es de seis meses en Méjico (art. 309) y Guatemala (art. 742); también en
Colombia (art. 1259, ap. 2º) e Italia (art. 1831, ap. 2º); en estos dos últimos países se
establece que dicho plazo es de caducidad y que corre a partir de que la parte haya
recibido el resumen de la cuenta por carta certificada.
Art. 1934. - La inclusión por una parte de un crédito en la cuenta, o la aceptación de ésta
por la otra, no produce entre ellas novación, ni perjudica los derechos y defensas que
tuvieran entre sí relativas al negocio del que ese crédito resulta.
Las garantías de las remesas se trasladan a los saldos.
Sin perjuicio de las consideraciones efectuadas al comentar el art. 1928, P.U.L.C.C.,
puntualizamos aquí:
a) La norma proyectada establece expresamente que la inclusión de un crédito en la
cuenta corriente entre ellas no produce novación del acto o negocio causal que lo
origina; con ello se ha seguido el criterio legislativo adoptado, expresamente, en Suiza
(art. 117, ap. 1º).
b) En la parte final del primer apartado, con total amplitud, se determina que la
inclusión de un crédito en la cuenta corriente deja vigentes los derechos y defensas
relativas al negocio causal del cual ese crédito resulta. Es decir, se mantiene la
autonomía de los créditos que ingresan en la cuenta, derogando los principios
fundamentales de la doctrina clásica de la cuenta corriente mercantil, de indivisibilidad
y trasformación de los créditos-remesas, que informan a nuestro Código de Comercio
vigente y los cuerpos legislativos de Costa Rica (art. 607), Chile (art. 607), El Salvador
(art. 382, inc. 2), Honduras (art. 421), Nicaragua (art. 521, inc. 2), Panamá (art. 981),
Perú (art. 565), Portugal (art. 346, inc. 2), Turquía (art. 783, inc. 2) y Venezuela (art.
488).
Con el criterio adoptado se persigue abandonar los efectos trasformadores de la cuenta
corriente mercantil, pues el hecho de que los créditos-remesas ingresen en ésta, no le
hace perder su individualidad; por otra parte, tampoco rompe el nexo causal con el
negocio o título que le sirve de causa.
Es decir, que en rigor la inclusión de un crédito en cuenta corriente, sólo lo hace
inexigible e indisponible, hasta que se produce la eventual compensación con los que
pueden corresponder a la otra parte, al cierre de la cuenta.
c) Como consecuencia lógica de la norma que hemos considerado antes, en su último
apartado ella establece que las garantías de las remesas se trasladan de pleno derecho a
los saldos resultantes.
En este aspecto se ha seguido el criterio que fue adoptado en Alemania (art. 356),
Colombia (art. 1256), Costa Rica (art. 604), Guatemala (art. 738), Italia (art. 1828),
Méjico (art. 305) y Suiza (art. 117, ap. 3º). Sin embargo, hay que señalar que con
excepción del último de los cuerpos legales citados, todos los anteriormente
mencionados hacen extensivo el mantenimiento de la responsabilidad del codeudor
solidario, en caso de que el crédito incluído en la cuenta corriente lo tuviere, matiz, este
último, no incluído en la norma proyectada que estamos considerando.
Art. 1935. - El embargo del crédito que una de las partes pudiera tener en cuenta contra
la otra sólo afectará el saldo que existiera al cierre del período corriente al momento del
embargo.
a) La norma proyectada ha seguido el criterio adoptado en el art. 781 Ver Texto del C.
de Comercio vigente, y observado en el derecho comparado en Chile (art. 610),
Honduras (art. 424), Perú (art. 571), Turquía (art. 791) y Venezuela (art. 491). Por tal
razón, y resultando de aplicación lo expuesto al estudiar la norma vigente actualmente
en nuestro país, remitimos al lector a ese lugar.
b) Teniendo en cuenta lo expresado entonces, sobre las inconveniencias a que lleva una
interpretación extrema del principio de la indivisibilidad de la cuenta corriente, respecto
de las medidas cautelares y asegurativas trabadas sobre ella, hubiera sido conveniente
que los reformadores hubieran seguido el criterio adoptado en Alemania (art. 357),
Costa Rica (art. 606), Italia (art. 1830), Méjico (art. 307) y, especialmente, Guatemala
(art. 740), donde se dispone que "el acreedor de un cuentacorrentista puede embargar el
saldo eventual de la cuenta corriente. El embargo debe notificarse por la autoridad que
lo realice al otro cuentacorrentista, quien desde luego, tendrá derecho a dar por
terminada la cuenta. Las operaciones iniciadas después de la fecha y hora del embargo,
no pueden disminuír el saldo de la cuenta en contra del embargante; pero no se
considerarán como operaciones nuevas, las que resulten de los derechos del otro
cuentacorrentista, ya existentes en el momento del embargo, aun cuando todavía no se
hubieren hecho las anotaciones respectivas en la cuenta".
Art. 1936. - El saldo de la cuenta podrá ser exigido por vía ejecutiva conforme
dispongan las leyes procesales aplicables.
La norma proyectada, de redacción no muy clara, apartándose de lo dispuesto en el art.
787 Ver Texto del C. de Com. vigente, ha dejado librada la cuestión de la ejecutividad
del saldo de la cuenta corriente mercantil a las leyes locales de procedimiento, que
pueden o no darle fuerza ejecutiva.
El cambio es, en nuestro concepto, a todas luces desventajoso para la institución que
nos ocupa. Hubiera sido conveniente, tal como manifestamos al estudiar la norma
vigente, que el derecho de fondo otorgue esa ejecutividad, del mismo modo que a la
letra de cambio, pagaré, cheque, warrants, certificado de prenda, etc.
Es dable señalar que han seguido un criterio similar al Código de Comercio vigente,
otorgando ejecutividad sustancial al saldo: Panamá (art. 985, 2ª parte) y Costa Rica (art.
611), norma, esta última, que subordina esa ejecutividad a la previa certificación por
contador público autorizado y pagadas las especies fiscales al monto aprobado.
17. CONCLUSIONES.
Las reformas proyectadas para la cuenta corriente mercantil no nos parecen adecuadas,
porque entendemos que hubiera sido mejor efectuar los imprescindibles retoques y
modificaciones a la normativa vigente, que se han ido decantando con arreglo a la
doctrina y la jurisprudencia de un siglo de vigencia.
Abona esta conclusión el hecho de que la cuenta corriente, para que cumpla con su
finalidad de idónea herramienta para los comerciantes y las empresas, tiene que estar
dotada, como lo entendió la doctrina clásica, de origen francés, del principio de
indivisibilidad, el cual, según explicamos oportunamente, es de la esencia del instituto;
máxime en una economía como la actual, que depende en gran medida del crédito.
Crédito que otorgado entre comerciantes o empresas, por medio de la cuenta corriente
mercantil, tiene costos sensiblemente más bajos que los que se debe afrontar si se
recurre a los bancos o compañías financieras. El hecho de suprimir el efecto
trasformador o "novativo" de la cuenta corriente, es evidente que producirá los
consabidos inconvenientes para el otorgamiento y circulación del primero, y propiciará
la necesidad de tener que recurrir al segundo, con el alto costo financiero que ello
importa.
Si los reformadores estuvieron persuadidos de la necesidad de cambiar los principios
orientadores del instituto que nos ocupa, por considerar que los tradicionales que
informan la legislación vigente han quedado vetustos y científicamente superados,
estimamos que hubiese sido más propicio adoptar el sistema alemán, a fin de morigerar
los efectos de la indivisibilidad y especialmente de la trasformación de los créditos en
oportunidad de su ingreso en la cuenta, pero determinando que tal efecto novativo o
trasformador se produzca al cierre de la cuenta.
De otro lado, y en la hipótesis de aceptar la neutralización de la indivisibilidad al
permitir el mantenimiento de las garantías, permitiendo que ellas se trasladen a los
saldos (art. 1934, P.U.L.C.C.), hubiera sido congruente con ese criterio, que también se
hubiera dispuesto el mantenimiento de la responsabilidad de los coobligados solidarios
del crédito incluído en la cuenta, determinando que ellos también quedarán obligados
respecto del saldo resultante al cierre, del mismo modo que lo han efectuado las
legislaciones de otros países.
Asimismo, y precisamente para evitar los efectos perniciosos de llevar el principio de
indivisibilidad hasta las últimas consecuencias, a lo cual hemos aludido oportunamente
al tratar el derecho positivo vigente, se debió establecer en el art. 1935, P.U.L.C.C., una
norma que neutralizara tales efectos, disponiendo que una vez trabado embargo sobre el
crédito que una de las partes pudiera tener a su favor en la cuenta, tal crédito no pudiera
ser disminuído ni afectado por las operaciones que las partes efectuaran con
posterioridad a la anotación de la medida cautelar.
Es enjuiciable el hecho de haber derivado a los códigos de procedimiento la
ejecutividad del saldo resultante de la cuenta corriente, apartándose de la solución del
derecho positivo vigente: su ejecutividad sustancial. Ello tiene también mucha
importancia, para la concesión y circulación del crédito entre comerciantes y empresas,
con las consiguientes ventajas a que nos referimos en el segundo párrafo de este
número.
Finalmente, entendemos procedente plantear esta inquietud: siendo que la legislación
proyectada, constantemente hace remisión a "los usos" para determinar ciertos efectos
de la cuenta corriente mercantil, cuando no hubiera pacto expreso, ello ¿no puede
resultar fuente de controversias?, pues tales usos son los que se han ido formando a lo
largo de un siglo a la luz de la normativa vigente, inspirada en principios
sustancialmente distintos de los que informan el Proyecto de Unificación de la
Legislación Civil y Comercial, sobre esta materia, y, en la mayoría de los casos, la
invocación de tales "usos" resultará contra legem.
(338) Conf.: Segovia, II, n. 2616; Malagarriga, V, nº 201.
(339) Conf.: Cám. Com., JA, 40, 235.
(340) Conf.: Cám. Com., 5, 169.
(341) Conf.: Segovia, II, n. 2617; Malagarriga, lug. cit.
(342) Conf.: Malagarriga, lug. cit.
(343) Conf.: Segovia, II, n. 2620; Malagarriga, lug. cit.
(344) V. nº 4, letra a.
(345) Conf.: Cám. Com., JA, 58, 894.
(346) V. nº 9, letra b, ap. I, C, 4.
(347) V.: S.C.B.A., JA, 3, 681: se aplicó la prescripción de 10 años.
(348) V. t. III-B, 62 y ss.
(349) V.: Cám. Com., 96, 402; la prescripción es de 5 años si el fiador deduce acción
subrogatoria.
(350) Art. 1245: "En virtud del contrato de cuenta corriente, los créditos y débitos
derivados de las remesas mutuas de las partes se considerarán como partidas
indivisibles de abono o cargo en la cuenta de cada cuentacorrentista, de modo que sólo
el saldo que resulte de la clausura de la cuenta constituirá un crédito exigible. La
clausura y la liquidación de la cuenta en los períodos de cierre no producirán la
terminación del contrato, sino en los casos previstos en el art. 1261".
(351) El art. 734 trae un texto igual a la primera parte del art. 1245 de Colombia,
trascrito en la nota anterior.
(352) Art. 529: "La cuenta corriente produce efecto en caso en que las operaciones sean
efectuadas habitualmente entre comerciantes o entre un comerciante y un no
comerciante, y cuando convienen compensar el monto total de los créditos y de las
deudas resultantes de las operaciones realizadas durante el plazo fijado y pagar el
saldo".
(353) V. nota 244.
(354) Art. 534: "Cualesquiera de las partes puede, en cualquier momento, resolver la
cuenta corriente. En este caso, puede exigir el pago del saldo clausurando,
inmediatamente, la cuenta".
(355) V. nota 38, in fine.
(356) V. nº 9.
(357) V. nº 9, letra b, ap. 1.
(358) Debió decir: cual.
(359) V. nº 6, letra c.
(360) V. comentario del art. 1936, P.U.L.C.C.
(361) Conf.: Florentino, 14 y ss.
(362) Comp. nº 6, letra c.
(363) V. nº 4, letra a.
(364) Art. 498: "... y acordar todas las demás cláusulas accesorias que no sean
prohibidas por la ley".
(365) V. nº 5, letra f, y nº 14, letra d.
(366) V. nº 11.
PARTE SEGUNDA - CONTRATOS BANCARIOS
CAPÍTULO II - INTRODUCCIÓN
18. LAS OPERACIONES BANCARIAS.
a) Concepto en el marco de los actos de comercio.
Al estudiar los actos de comercio expresamos que no se puede hablar, cabalmente, de
operaciones de banco si por lo menos una de las partes no realiza su actividad en forma
profesional, estable, continuada y masiva, como empresa bancaria, intermediando en el
crédito (367) .
ed., nos. 112 a 114; P. Giraldi, Introducción al estudio de los contratos bancarios,
Buenos Aires, 1963, 22, y Cuenta corriente bancaria y cheque, Buenos Aires, 1973, 3.
Comp. con Sotgia, Appunti per un corso di diritto bancario (Appendice), Padua, 19441956, 12, quien dice: "Es posible que sujetos privados constituyan, eventualmente,
relaciones contractuales del tipo y de las operaciones de los bancos, pero siempre
quedará excluída su identificación absoluta con las relaciones bancarias propias y
verdaderas. Respecto de aquellas relaciones entre particulares no se puede hablar de la
automática aplicabilidad de las condiciones del negocio, ni de los usos bancarios, ni de
la tutela propia de la prevista para los contratos bancarios verdaderos".
Es esa actividad de coordinación, orgánica y sistemática la que impone a los actos de
banco el matiz caracterizante de operaciones bancarias, no siendo necesario para
determinarlo que exista un verdadero y efectivo destino de especulación, como resulta
menester en las operaciones aisladas de intermediación del crédito que son realizadas
por quienes no son banqueros, o, más precisamente, bancos (368) .
Teniendo en cuenta la realidad actual de los negocios financieros y en orden a lo
afirmado en el párrafo anterior, resulta obligado para estudiar las operaciones bancarias
partir de la base de que el banco es una empresa, y que esa empresa tiene por objeto
esencial y típico el manejo y la intermediación del crédito en forma profesional y
permanente, recogiendo capitales de los más diversos orígenes y distribuyéndolos según
las más variadas necesidades (369) , permitiendo así que el mercado del crédito opere
de modo que quienes tienen capitales ociosos se conviertan en inversores a término. Y
esa inversión la llevan a cabo, sin necesidad de tener que contratar, directa y
personalmente, con quienes necesitan esos capitales para sus actividades lucrativas
(comerciales, industriales, y aun bancarias), porque es el banco quien se convierte en
deudor directo del inversor del capital y acreedor directo del tomador del crédito (370) .
El beneficio que obtiene el banco en esa actividad empresaria de intermediación
consiste en la diferencia existente entre el interés que paga en las operaciones pasivas al
tomar el capital y el interés que cobra en las operaciones activas al prestar el capital,
porque, como es sabido, siempre el interés de estas últimas es sensiblemente más alto
que el de las primeras (371) .
JURISPRUDENCIA
Las entidades financieras cumplen una actividad intermediadora, consistiendo su
función en la captación de recursos, su reintegro por pagos a terceros y la obtención de
recursos para negocios de crédito, para restituírlos a plazo en igual forma (SC Tucumán,
JA, 1979-IV, 554).
El banco es un intermediario en el ahorro público, sometido a un específico control
estatal, por lo cual se lo autoriza a mantener una adecuada fluidez en el ingreso de
fondos, más concretamente, en el recupero de créditos, lo que es del interés del sistema
más que de un determinado banco (Cám. Com., D, LL, 1988-E, 567).
Por la mecánica negocial propia del medio, los denominados intermediarios financieros
(bancos y financieras propiamente dichas), lo son sólo en un sentido técnico-económico,
mas no jurídico. En este último sentido, y sin perjuicio de las operaciones en que el
banco fuera, por ejemplo, mero comisionista o mandatario, el principio es que la entidad
financiera desempeña el rol de interpositor y parte indispensable en las operaciones que
le son propias. De allí la garantía estatal y, también, el monopolio de hecho y de
derecho que ejercen en este mercado (del voto de la mayoría) (Cám. Com., D, LL,
1980-D, 823).
El hecho de que en épocas distintas los bancos hayan tomado los depósitos por cuenta y
orden del
Banco Central, y en otras épocas lo hayan hecho por cuenta propia no trasforma la
naturaleza y actividad de esas instituciones, que siguen siendo intermediadoras del
crédito (Trib. Fiscal La Plata, LL, 76, 487).
Por su antig�edad, antecedentes histórico-mercantiles y función económica, las
empresas bancarias actúan en materia de interés público, de interés oficial, como lo
evidencian las múltiples normas legales y administrativas a que deben sujetarse y
afrontar, ya que comprometen los intereses particulares del pueblo que trata con ellos,
fiado de su corrección y eficiencia (Cám. Com., A, LL, 156, 183), resultando propio de
esa actividad bancaria el poner celo y preocupación especiales en la disposición de los
bienes que les son confiados a las instituciones que la desempeñan (Cám. Fed. C.C., I,
LL, 1980-C, 481; Cám. Com., A, LL, 154, 59).
La intermediación financiera regulada por la ley 21526 Ver Texto y que constituye
típica actividad bancaria, comprende dos corrientes de créditos que son inseparables en
el ejercicio y funcionamiento de la empresa bancaria y que son los créditos que el banco
toma de sus clientes y los que les concede. Por ende, es evidente que sólo quien toma
crédito del mercado y lo coloca a su vez en calidad de mutuo, desarrolla actividad en el
mercado financiero (Cám. Com., E, ED, 127, 511).
Si el dinero recibido por el demandado, por el cual cobraba intereses, era destinado a ser
prestado por él a terceros, a quienes cobraba asimismo intereses, y como los nuevos
préstamos no se hacían a nombre de quienes le entregaban el capital con el cual
operaba, la actuación del demandado no era de un mero intermediario, sino de una
empresa financiera (Cám. Com., B, LL, 149, 610; ED, 44, 605).
b) Clasificaciones.
Las operaciones bancarias pueden ser clasificadas siguiendo distintos criterios. El más
utilizado es el que distingue entre operaciones típicas (o fundamentales, o
características, o principales), que son las que tienen por objeto el crédito,
distinguiéndose según el sujeto que otorga ese crédito: si es el banco, se tratará de una
operación activa; si es el cliente, se tratará de una operación pasiva.
Frente a la categoría delineada se ubican las operaciones neutras (o subsidiarias, o
complementarias, o accesorias), que no son propias del objeto esencial de la empresa
bancaria, pues en ellas no hay concesión de crédito, sino que se refieren a la prestación
de servicios o la mediación en los cobros y los pagos, y también en la actividad de
depositaria en custodia.
Entre las operaciones activas podemos mencionar a: apertura de crédito, anticipo, mutuo
(común, prendario o hipotecario), descuento, tarjeta de crédito, leasing, factoring,
underwriting.
Entre las operaciones pasivas citaremos a: depósito irregular (a la vista, a plazo fijo y de
ahorro), redescuento, cuenta corriente bancaria, emisión de debentures y títulos.
Entre las operaciones neutras encontramos: depósitos en custodia (cerrados o abiertos),
depósito en administración, depósitos colectivos, servicio de caja de seguridad,
mandatos, operaciones de cambio, mediación en la obtención de capitales, o en los
cobros, o en los pagos, fideicomiso.
El criterio clasificatorio expuesto ha sido criticado aduciéndose razones plurales. Entre
otros, podemos citar a:
I. Colagrosso (372) , quien ha señalado que distinguir entre operaciones activas y
pasivas, si bien tiene valor jurídico, carece de significación desde el punto de vista
económico, pues ateniéndose, solamente, a la condición jurídica de deudor o acreedor
que asume el banco, se desprecia el aspecto económico de pérdida y de utilidad que
puede tener la operación, desentendiéndose que pueden existir operaciones,
jurídicamente, pasivas, que sean, económicamente, activas, y a la inversa (373) .
II. A su turno, Greco ha dicho que la distinción entre operaciones activas y pasivas no
es científicamente válida, tanto respecto de los contratos bilaterales -pues éstos son
activos y pasivos al mismo tiempo, importando créditos y débitos recíprocos- como
respecto de los contratos unilaterales, como el depósito, mutuo o fianza, porque pueden
ser activos o pasivos según se los considere desde uno u otro punto de vista de cada
contratante (374) .
III. Por su parte, Hamel enjuicia la clasificación por entender que la distinción entre
operaciones activas y pasivas no responde al real desenvolvimiento y desarrollo de las
operaciones bancarias actuales, puesto que si bien los bancos reducen las operaciones
pasivas al depósito en sus diversas formas, respecto de las operaciones activas no se
puede ignorar que son múltiples y en expansión, pues la realidad negocial en el
otorgamiento del crédito bancario se enriquece diariamente presentando un panorama
que no se puede encerrar en una clasificación tan rígida (375) .
Como consecuencia de las críticas efectuadas, se ha intentado clasificar las operaciones
bancarias siguiendo otros criterios.
Así, Giacomo Molle (376) clasifica las operaciones o contratos bancarios (377) ,
distinguiendo:
A) Operaciones o contratos bancarios típicos o fundamentales, mediante los cuales se
lleva a cabo la función esencial, propia y genuina de la entidad bancaria. Son ejemplo
de ellos: depósito bancario, apertura de crédito mutuo prendario, anticipo bancario y
descuento. Incluyéndose, por razones históricas, los contratos por los cuales el banco
interviene en los pagos, como ocurre en el ámbito nacional con la cuenta corriente
bancaria y el convenio de cheque, y en el ámbito internacional en el crédito
documentado.
B) Operaciones o contratos bancarios accesorios, en los cuales el banco ni concede ni
recibe crédito, sino que presta un servicio. Encuadra en esta categoría los contratos
típicos o combinados según las necesidades de la empresa bancaria, que son realizados
por ésta, aunque también podrían ser realizados fuera de ella, tales como: depósito de
títulos para su administración, depósito de títulos o valores en custodia, servicio de cajas
de seguridad, servicio de cobranzas de títulos o documentos, etc.
C) Operaciones o contratos bancarios ocasionales, que lleva a cabo el banco utilizando
instrumentos legales que también son utilizados por cualquiera otra persona -física o
jurídica-, que no reviste la calidad de banco. Son tales el reporto, mutuo, fianza, aval,
aceptación cambiaria, mandato de crédito, etc. Si bien estos contratos u operaciones no
deben ser considerados de naturaleza bancaria, porque los realiza una empresa
financiera, sufren modificaciones en su disciplina por ser realizados por una entidad
bancaria.
La característica común a las tres categorías que integran esta clasificación, es que
cualquiera de las operaciones que la integran se presentan como operaciones en masa,
con caracteres constantes y uniformes en tipos negociales estandarizados, conforme a
los reglamentos y normas bancarias uniformes (378) .
A su turno, Lordi ensaya una clasificación de alta complejidad, distinguiendo: 1)
operaciones de crédito y operaciones que no tienen esa naturaleza; 2) operaciones que
importan la trasmisión de la propiedad del dinero, de los títulos o de otras cosas; 3)
operaciones de mero depósito que no implican la trasmisión de la propiedad; 4)
operaciones de garantía con trasmisión de la propiedad de la cosa; 5) operaciones de
garantía sin trasmisión de la propiedad de la cosa; etc. (379) .
Por nuestra parte, consideramos adecuado, desde el punto de vista jurídico (380) , seguir
el criterio clásico de distinguir entre operaciones típicas o principales y operaciones
neutras o accesorias, y entre las primeras las operaciones activas de las operaciones
pasivas, ya que ello también responde a una pauta metodológica correcta, pues separa
las operaciones según sea el banco interviniente quien concede el crédito o quien tome
el crédito, constituyéndose, en el primer caso, en acreedor, y en el segundo, en deudor
del crédito objeto de la operación bancaria respectiva.
En consecuencia, ratificamos entre las operaciones activas: apertura de crédito, mutuo
(común, pignoraticio e hipotecario), descuento, reporto activo, leasing, factoring,
underwriting, tarjeta de crédito.
Entre las pasivas: depósitos irregulares: de uso o a la vista, de ahorro y a plazo fijo;
redescuento; reporto pasivo; comodato bancario; cuenta corriente bancaria; emisión de
debentures y títulos.
Entre las operaciones neutras, o accesorias: depósitos en custodia: cerrados o abiertos;
depósito en administración; depósito colectivo; servicios de caja de seguridad,
operaciones de cambio; mandatos; mediación en la obtención de capitales; mediación en
los cobros; mediación en los pagos; fideicomiso.
JURISPRUDENCIA
La ley 21526 Ver Texto incluye junto a las operaciones bancarias "activas" y "pasivas"
de los bancos comerciales, las denominadas "neutras" o "accesorias" o "de servicios",
como es el caso de la operación convenida de "trasferencia de fondos", en la cual la
entidad bancaria actuó como intermediario o mediario en el pago, sin adoptar una
postura deudora o acreedora (Cám. Fed. C.C., I, LL, 1983-C, 366).
Sin perjuicio de su tratamiento pormenorizado, que en cada caso realizamos más
adelante, citamos aquí los fallos más recientes que se han dictado sobre las distintas
operaciones bancarias: contrato de descuento (Cám. Com., D, LL, 1984-D, 134; ídem,
A, ED, 128, 148; ídem, LL, 1983-C, 317); apertura de crédito (ST Río Negro, LL, 1976-
A, 473; Cám. Com., LL, 11, 664; ídem, LL, 18, 344; Cám. Com., A, LL, 1984-A, 551;
B, LL, 1980-A, 164); depósito (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164); depósito a plazo fijo
(Cám. Com., B, ED, 82, 665); depósito en caja de ahorro (Cám. Civ., E, JA, 1979-I, 75;
Cám. Com., C, ED, 71, 433; B, ED, 102, 261); tarjeta de crédito (Cám. Esp. C.C., V,
Rep. LL, XXXIV, 1678; Cám. C.C. y P.L. Villa María, LL, 1982-C, 113); fianza
bancaria (Cám. Civ., F, ED, 127, 406); cuenta corriente bancaria (Cám. Com., A, LL,
1982-C, 60; ídem, LL, 1981-D, 465; ídem, LL, 1987-D, 620; Cám. C.C., I, Santa Fe,
Rep. LL, XLIII, 609; Cám. C.C., I, B.Blanca, LL, 1988-B, 152).
Los créditos otorgables bajo la modalidad de "mesa de dinero" que las entidades
bancarias quedan autorizadas a efectuar en el marco de los arts. 21 Ver Texto y 28 Ver
Texto, ley de entidades financieras, suponen un nuevo uso dentro de las posibilidades de
la cuenta corriente bancaria, y un nuevo uso forzado de un mecanismo que estuvo
pensado para cobijar los clásicos contratos bancarios de crédito, especialmente la
apertura de crédito y el depósito en cuenta corriente, además de los descuentos que es de
orden que se los acredite y debite, según lo convenido, en la cuenta del cliente, sin
exigirse de ordinario la autorización en ese sentido (Cám. Com., I, B.Blanca, LL, 1988B, 152).
19. LOS CONTRATOS BANCARIOS.
a) Generalidades.
La empresa bancaria tiene por objeto la realización sistemática y masiva de operaciones
de intermediación en el crédito, el cual, naturalmente, constituye la materia económica y
el objeto de los contratos bancarios (381) . Tales contratos bancarios son el antecedente
negocial de las operaciones bancarias a las cuales se refieren, y éstas son el reflejo
técnico-contable de aquellos que les sirven de marco jurídico. Teniendo en cuenta esos
dos aspectos, al estudiar el tema que nos ocupa, es necesario enfatizar más que en el
aspecto técnico-contable de las operaciones bancarias, en su formulación jurídica, en
tanto contrato establecido entre el banco y el cliente a partir del cual quedan
normatizados los derechos y obligaciones de ambas partes.
Habida cuenta lo expresado, hay que dejar sentado que el objeto del contrato bancario y
de las obligaciones que de él surgen dependen de la operación bancaria a la cual se
refieren, porque si se contrató, pero por razones técnicas la operación contable no se
lleva a cabo, el contrato acordado no tiene ejecución; por tanto, carece de objeto y
queda sin efecto.
Sin embargo, es necesario puntualizar que no toda operación bancaria da lugar a un
contrato bancario, como ocurre con las operaciones puramente materiales que no tienen
ninguna connotación jurídica (382) .
b) Caracterización.
Lo esencial de los contratos bancarios es que tienen por objeto operaciones de crédito
(383) , que realiza masiva y profesionalmente un banco que actúa en forma de empresa
financiera, requiriendo rapidez en la contratación y facilidad de la comprobación en la
ejecución. Esos requerimientos son satisfechos mediante la utilización de contratos-tipo
o por adhesión a condiciones generales, discutiéndose solamente lo concerniente a las
condiciones particulares del negocio.
Se exige a los bancos, en esa actividad intermediadora en el crédito, una actividad
imaginativa y de permanente cambio, con el objeto de satisfacer las necesidades
económicas y comerciales que requiere la prestación de nuevos servicios, que con el
correr del tiempo se van institucionalizando mediante normas propias en el marco de los
usos y costumbres bancarios que dan como resultado las aludidas condiciones generales
impuestas en los formularios en los cuales se instrumenta la operación, determinando
que los contratos típicos -v.gr., mutuo, depósito, mandato, comisión, etc.- se presenten
revestidos de modalidades y efectos específicos y distintos del derecho común.
Entre las peculiaridades propias de la contratación bancaria se puede señalar: el deber a
cargo del banco de suministrar información, periódica y regularmente, sobre la marcha
de las operaciones mediante las cuales se ejecuta el contrato bancario que tiene
establecido con el cliente.
El deber de guardar el secreto bancario -cualquiera que sea el fundamento que se le
atribuya (384) - que se considera implícito en todo contrato bancario (385) , del cual
sólo puede quedar relevado: I) cuando la información sea requerida por personas que
comparten con el cliente la protección del secreto (386) ; o II) cuando el cliente, expresa
o tácitamente, hubiera liberado al banco del deber de guardarlo; o III) cuando un interés
público prevalezca sobre el interés privado del cliente (387) .
C.Civ., y 219 Ver Texto, C. de Com.). También Garrigues, 52, quien alude a las normas
usuales de general vigencia en materia de contratación bancaria, que se basan en la
naturaleza de una relación de confianza (para los ingleses: fiduciary relationship; para
los alemanes: vertauensgeschafte) coincidiendo con Vezian, La responsabilité du
banquier en droit français, París, 1977, 239: El secreto financiero es una cláusula
sobrentendida en todo contrato bancario.
Scheer, en Das Bankgeheimnis, Leipzig, 1931, 3, también le reconoce fundamento
contractual, pues se basa en la voluntad del cliente, expresa o implícita, de la cual deriva
un deber accesorio para el banco.
Para J. Labanca, el fundamento radica en la existencia de una voluntad razonable del
cliente de que se mantenga en reserva determinados datos (El secreto bancario, Buenos
Aires, 1968, 19/20), que tiene fundamento constitucional en el art. 18 Ver Texto, C.N.,
de inviolabilidad de la correspondencia epistolar y los papeles privados de quien
contrata con la entidad financiera (El secreto bancario frente al fisco según la Corte, en
ED, 92, 702).
Por fin, Santini, Note sul segreto bancario, en Riv. Trim. Dir. e Proc. Civile, 1949, 657,
e Il segreto bancario ed i suoi limiti, en Riv. Bancaria, 1959, 400, ha negado carácter
contractual al secreto bancario, justificando el resarcimiento del damnificado por la
revelación, en virtud de la responsabilidad extracontractual, según el art. 2403, C.Civ.
it., que impone la obligación de reparar el daño a quien, por acción u omisión, cause
daño a otro, por culpa o negligencia.
Por su parte, el cliente tiene el deber de mantener actualizados los poderes y
autorizaciones de quienes actúan ante el banco en carácter de representantes, bajo pena
de que la institución tenga por subsistentes los poderes otorgados con anterioridad, así
como la obligación de mantener actualizada su declaración patrimonial, haciendo saber
al banco cualquier cambio o mutación que sufra su integración durante la ejecución del
contrato. Como contrapartida de ello, la institución bancaria tiene derecho a la
resolución unilateral del contrato cuando se hubiera modificado sustancialmente o
hubieran desaparecido las condiciones de credibilidad y solvencia -objetiva y subjetivaque se tuvieron en cuenta al celebrar el contrato.
Se trata, en general, de contratos de duración en los cuales el tiempo es un elemento
fundamental (388) que en la mayoría de los casos dan lugar a relaciones jurídicas
destinadas a perdurar en el tiempo.
Aun cuando se trata de contratos consensuales, según el derecho común (art. 1140 Ver
Texto, C.Civ.), que son propuestos por el banco en contratos-tipo, en formularios
impresos que incluyen condiciones generales predispuestas por el proponente, no se
perfeccionan mediante el consentimiento del cliente cuando éste estampa la firma en el
formulario, como naturalmente debería ser, sino que una vez extendida ésta como
manifestación de voluntad del cliente, el banco, a pesar de ser el proponente del
contrato, se reserva el derecho de evaluar la solvencia moral y económica del firmante
y, en su caso, de los garantes que ofrece, antes de que se pueda considerar
perfeccionado el contrato y cerrada la operación, sin que la negativa del banco a firmar
el contrato le acarree alguna consecuencia o responsabilidad (389) .
JURISPRUDENCIA
La función intermediadora de los bancos en su operatoria normal (Cám. Com., D, LL,
1980-D, 823; ídem, LL, 1988-E, 567) para la captación de recursos en operaciones
pasivas y para colocarlos entre su clientela, exige por su propia naturaleza el
establecimiento de relaciones de recíproca confianza, que tiene por efecto unificar en
sus resultados finales diversas operaciones (Cám. Com., B, LL, 1982-A, 257). Debido a
ello es que en todo lo referente a los antecedentes del cliente, a su solvencia, deberá el
banco conservar archivados en la institución los elementos de juicio necesarios, para
establecer, en su caso, la necesaria delimitación de responsabilidades (Cám. Com., B,
JA, 1964-III, 267).
Las entidades financieras cumplen una actividad intermediadora en el mercado de
capitales (SC Tucumán, JA, 1979-IV, 554) que se lleva a cabo, en general, con la
mecánica de la contratación masiva (Cám. Com., B, ED, 10, 742), mediante contratotipo o por adhesión a condiciones generales (Cám. Com., B, ED, 10, 742; C, LL, 1987E, 178).
Las llamadas normas bancarias uniformes responden a la exigencia de la empresa en el
sentido de tipificar las operaciones en masa que el banco cumple, con la
predeterminación de cláusulas del contrato insertas en esquemas contractuales ya
configurados, para evitar una competencia peligrosa entre bancos respecto de las
operaciones de depósito, cuenta corriente y demás servicios bancarios (del fallo de 1ª
instancia) (Cám. Com., C, ED, 95, 696; Rep. LL, XLII, 201).
Cabe sostener que el secreto bancario (o financiero), desde el punto de vista jurídico,
tiene raíz constitucional. En particular, guarda relación con la garantía de la
inviolabilidad de la correspondencia epistolar y de los papeles privados, así como con el
principio de que nadie está obligado a declarar contra sí mismo (Cám. Com., B, LL,
1984-A, 340).
Si bien el art. 39 Ver Texto, ley 21526, prevé como excepción el secreto bancario o
financiero -por el cual las entidades comprendidas en la ley no pueden revelar las
operaciones que realicen, ni las informaciones que reciban de sus clientes-, ello no rige,
en virtud del inc. a de la norma citada, cuando "los jueces soliciten información con los
recaudos establecidos por las leyes respectivas". Excepción que debe ser de
interpretación restrictiva (CS, LL, 1980-D, 576).
El propósito del legislador al establecer el principio del secreto bancario (art. 39 Ver
Texto, ley 21526) resulta cumplido si se excluye, de la verificación directa del
organismo recaudador, a los documentos que reflejan las operaciones de quienes
invierten en entidades autorizadas, pues de esa manera las eventuales inspecciones de
aquél carecen de acceso a la información que el legislador estimó conducente amparar
con la reserva, a fin de facilitar la afluencia de capitales y lograr la consolidación del
mercado (Cám. Fed. C.A., III, ED, 98, 295).
Además de que los "secretos del tipo invocado por el Banco Central" (art. 40 Ver Texto,
ley 21526) son de observancia relativa (Cám. Com., D, ED, 78, 727) y ceden frente a
principios de jerarquía superior, no cabe admitir la oposición de esa entidad a la medida
ordenada por este tribunal. En mérito a ello, intímese por cédula al presidente de dicho
organismo para que dentro de tercero día dé cumplimiento a dicha medida, bajo
apercibimiento de considerarlo incurso en desobediencia (art. 229 Ver Texto, C.Penal)
(Cám. Com., B, LL, 1983-D, 175).
El art. 39 , ley 21529, de entidades financieras, resguarda el secreto bancario,
exceptuando de la limitación a los organismos que taxativamente menciona en sus
cuatro incisos y con los recaudos que también señala. En esta enumeración no se alude a
la Comisión Nacional de Valores (Cám. Fed. C.C., II, LL, 1982-C, 263, con nota de J.
L. García Caffaro); tampoco se incluye entre ellas el supuesto previsto por el art. 5 Ver
Texto, ley 20216 (Cám. Fed. C.C., II, Rep. LL, XLII, 205).
Se reitera que están amparadas por el secreto bancario (art. 39 , ley 21526) las
informaciones que los clientes brindan a las entidades financieras con motivo de las
operaciones que ellos realicen en el marco de la ley mencionada (CS, LL, 1980-D, 576);
entre ellas queda amparada la declaración de bienes efectuada con motivo de la apertura
de una cuenta corriente bancaria (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 340; ídem, LL, 1984-A,
579).
El deber de información del cliente respecto del banco que se halla amparado por el
secreto bancario, encuentra un límite al requerimiento de los jueces tan sólo cuando esa
petición emana de un tercero (acreedor), en tanto no se refiere a información genérica
que pueda beneficiar al cliente y por las circunstancias de que se está refiriendo a una
operación determinada que afecta la actividad de la entidad con su clientela (Cám.
Com., B, LL, 1984-A, 340).
No se puede obligar al banco a abrir una cuenta. El derecho o la oportunidad de ser
cliente del banco, y las relaciones que con tal vinculación se establezcan y resuelvan,
están subordinados a la aceptación, acuerdo y obligaciones contractuales que se
formalicen, y su cumplimiento y rescisión no autorizan la vía del recurso de amparo
intentada (CS Salta, LL, 120, 243).
La asociación civil demandada es responsable por la suma reclamada, ya que no
produjo, con la suficiente diligencia, la revocación de las autorizaciones para operar
ante el banco (art. 1963 Ver Texto, inc. 1, C.Civ.), sin importar, en la especie, el cambio
de autoridades producido en la institución demandada (Cám. Com., B, LL, 1982-D,
384).
c) Normas aplicables.
Las operaciones de banca, conforme a lo dispuesto en el art. 8 Ver Texto, inc. 3,
C.Com., y su doctrina (390) , son actos objetivos de comercio, constituyendo la materia
del derecho bancario contractual (391) , que debe ser considerada una rama o especie
del derecho comercial (392) .
En nuestro derecho, a diferencia de lo que ocurre con los ordenamientos de otros países
(393) , no existe una regulación orgánica y sistemática de las operaciones bancarias en
particular (394) , con la excepción de la cuenta corriente bancaria, de la cual nos
ocupamos en el capítulo siguiente. Ante esta realidad legislativa, resulta necesario
plantear, en este capítulo de contenido introductorio, un panorama de las normas que
son aplicables a la contratación bancaria. Está integrado por:
I) ley 21526 Ver Texto, de entidades financieras, y sus modificaciones; II) ley 20539 y
sus reformas, que contiene la carta orgánica del Banco Central de la República
Argentina; III) las cartas orgánicas de los bancos oficiales y los estatutos de los bancos
privados, en cuanto regulan la gestión y desenvolvimiento de su actuación,
especialmente en lo referido a cómo deben llevar a cabo las operaciones particulares
que concreten; IV) las circulares del Banco Central, dictadas en ejercicio de la potestad
reglamentaria concedida por la ley de fondo (art. 4 Ver Texto, ley 21526; art. 14 , ley
20539; art. 56 , decr.-ley 4776/63); V) el art. 579 Ver Texto, C.Com., que determina que
los depósitos hechos en bancos públicos -entendiendo por ellos todos los que realicen
operaciones con el público, sean oficiales (de la Nación, provincias o municipios) o
particulares- quedan sujetos a las disposiciones de las leyes, estatutos y reglamentos de
su institución, y en cuanto en ellos no se halle específicamente determinado, le serán
aplicables las disposiciones del Código mercantil que integran el título VIII: Del
depósito, de ese cuerpo legal; VI) el art. 2185 Ver Texto, inc. 4, C.Civ., que establece
que las disposiciones del título del depósito (arts. 2182 Ver Texto y 2239 Ver Texto,
C.Civ.), rigen subsidiariamente en lo que fueran aplicables "a los depósitos en cajas o
bancos públicos a los cuales se deben aplicar con preferencia a las leyes que sean
especiales" (395) .
JURISPRUDENCIA
El régimen legal de la ley 21526 Ver Texto, que sustituyó el de la ley 18061 Ver Texto,
es una continuación de larga trayectoria en la materia, en cuanto coloca al Banco
Central como eje del sistema financiero, estableciendo normativamente atribuciones
exclusivas e indelegables a que se refiere la política monetaria y crediticia, la aplicación
de la ley, su reglamentación y la fiscalización de su cumplimiento (CS, LL, 1984-A,
642).
Corresponde admitir la delegación de facultades en el Banco Central, del llamado poder
de policía bancario, que le fue deferido sobre todo en las últimas décadas, con las
consiguientes atribuciones para aplicar ese régimen legal específico, y dictar normas
reglamentarias que lo complementen. La razón es de bien público y de necesario
gobierno a que responde la legislación regulatoria y ordenadora de la actividad bancaria,
encuentra su base normativa en las cláusulas del art. 67 Ver Texto, incs. 5, 16 y 28,
C.N. (CS, LL, 1982-A, 642; Cám. Fed. C.A., II, Rep. LL, XLIII, 206; ídem, ED, 103,
496). Tales facultades se hallan dirigidas a cierta clase de personas jurídicas (art. 9 Ver
Texto, ley 21526) que desarrollan la actividad específica de intermediación habitual
entre la oferta y la demanda de recursos financieros, pues esa actividad afecta en forma
directa e inmediata a todo el espectro de la política monetaria y crediticia, razón por la
cual se ha instituído un sistema de control permanente, que comprende desde la
autorización para operar, hasta la cancelación de esa autorización (CS, LL, 1986-D,
732).
Más allá de las situaciones, subsumibles en las controvertidas operaciones aisladas de
banco o en las no menos cuestionadas negociaciones de las llamadas mesas de dinero o
banca de hecho, resulta de aplicación la normativa mercantil (art. 8 Ver Texto, incs. 1,
2, 3 y 11, C.Com.) para determinar la calidad de comerciante del prestamista de dinero a
interés (art. 23 Ver Texto, C.cit.) (Trib. Arbitraje Gral. Bolsa de Comercio Bs. As., LL,
1989-B, 434).
La realización sistemática de una operatoria mercantil de naturaleza financiera
(operaciones pasivas de préstamos), al margen del régimen bancario de
superintendencia, permite considerar configurada una banca de hecho y la consecuente
tipificación de dichas operaciones en la categoría de actos de comercio (art. 8 Ver
Texto, inc. 3,
C.Com.) (Cám. Com., E, LL, 1986-E, 67).
El régimen legal de la ley 21526 Ver Texto, que sustituyó al de la ley 18061 Ver Texto,
constituye la continuación de una larga trayectoria en la materia, en cuanto coloca al
Banco Central Rep. Arg. como eje del sistema financiero, estableciendo
normativamente las atribuciones exclusivas e indelegables a que se refiere la política
monetaria y crediticia, la aplicación de la ley, su reglamentación y la fiscalización de su
cumplimiento (CS, LL, 1984-A, 642). Debido a ello, se ha declarado lícita la multa
impuesta por esa institución de control, fundada en el art. 38 Ver Texto, ley 21526, a
quien desplegaba una actividad empresaria, cuya repercusión en el mercado financiero
exige el sometimiento previo a una autorización y a la fiscalización ulterior por parte de
dicho banco, como órgano de control (CS, LL, 1984-B, 553, nº 1595), especialmente
cuando la actividad desplegada por el sujeto que aparece como centro en la captación y
colocación de dinero, la habitualidad de ella, la frecuencia y velocidad de las
transacciones y su efecto multiplicador, tienen repercusión en el mercado financiero, lo
cual afecta en una u otra forma todo el espectro de la política monetaria y crediticia (CS,
LL, 1984-B, 554, nº 1597).
Competen al Banco Central las facultades de superintendencia en lo referente al
funcionamiento y solvencia de las entidades financieras reconocidas que componen el
mercado financiero (CS, LL, 1985-D, 638); por tanto, la liquidación de bancos y
entidades financieras puede ser dispuesta por la entidad de control, sin más trámite, con
la revocación de la autorización para funcionar o sin ella, cuando considere fracasada la
alternativa de saneamiento, no viable o fracasada la consolidación (arts. 12 Ver Texto y
26 Ver Texto, ley 22529) (CS, LL, 1987-C, 497).
Si las sumas tomadas por una sociedad, que actúa como agente del mercado abierto de
títulos-valores, en su mayoría fueron invertidas en la suscripción de acciones de
distintas empresas dedicadas a fines varios, no se puede encuadrar su actividad en la
intermediación financiera que prevé el art. 1 Ver Texto, ley 21526 (Cám. Com., E, ED,
127, 511).
En virtud de la ley de entidades financieras Ver Texto, competen el Banco Central las
funciones de superintendencia en materia de funcionamiento y solvencia de esas
entidades (CS, LL, 1985-D, 638); la investigación de la genuinidad de los depósitos
cuyo pago garantiza (Cám. Fed. C.A., IV, LL, 1988-B, 264); la liquidación de bancos y
entidades financieras, con la revocación de la autorización para funcionar o sin ella (CS,
LL, 1987-C, 497); multar a quien despliega una actividad empresaria, cuya repercusión
en el mercado financiero exige el sometimiento previo a una autorización y a la
fiscalización ulterior del Banco Central (CS, LL, 1984-B, 553).
Las circulares reglamentarias del Banco Central -en el caso R.F. 860/79 y R.F. 1084/80cuyo limitado medio de publicación -adviértase que están destinadas a las entidades
financieras- tornan, por cierto, dudosa su obligatoriedad respecto de quien contrata con
dichas entidades y permanece ajeno a sus disposiciones (Cám. Fed. C.C., I, LL, 1983-C,
365).
Conforme a la clara disposición del art. 579 Ver Texto,
C.Com., los depósitos realizados en los bancos están sujetos a los preceptos de las leyes,
estatutos o reglamentos de su institución, y sólo subsidiariamente se aplican las reglas
de los ordenamientos legales de fondo (Cám. Com., C, Rep. LL, XLII, 201; ED, 95,
696).
(367) V. t. I, 251. Conf.: A. Arcangeli, Contributi alla teoria generale degli atti di
commercio, en RDC, 1904-I, 23, ensayo que con algunas modificaciones se incluyó en
Studi di diritto bancario, Perugia, 1906, y, posteriormente, en Los actos de comercio,
Méjico, 1942, 29, n. 5; E. De Biase, Istituzioni di diritto bancario, nº 74; C. Folco, Sul
concetto di diritto bacario, en B.B.T.C., 1938-I, 63; A. Fiorentino, Del conto corrente.
Dei contratti bancari, Bologna-Roma, 1969, 33; G. Molle, Manual de derecho bancario,
Buenos Aires, 1987, 113; J. Garrigues, Contratos bancarios, Madrid, 1958, 12; J.
Rodríguez y Rodríguez, Derecho bancario, Méjico, 1976, 18; W. Ferreira, Tratado de
direito comercial, San Pablo, 1960, I, nº 105; S. Rodríguez Azuero, Contratos bancarios,
Bogotá, 1979, 111; Siburu, II, nº 292; Castillo, I, nº 94; Malagarriga, Tratado, I, 72;
Etcheverry, Manual de derecho comercial, Buenos Aires, 1977, 253.
Están en contra de lo sostenido en el texto: Vivante, I, nº 53; I. La Lumia, Materia
bancaria e diritto bancario, en RDC, 1922-I, 121; T. Ascarelli, Appunti di diritto
commerciale, Roma, 1936, 50, e Introducción al derecho comercial, Buenos Aires,
1947, 55; F. Messineo, Caracteres jurídicos comunes, concepto y clasificación de los
contratos bancarios, en Rev. Der. Merc. (Madrid), 81, 31; J. Van Ryn, Principes de droit
commercial, Bruselas, 1954, I, nº 85; Satanowsky, Tratado, II, nº 48; Fontanarrosa,
Derecho comercial argentino. Parte general, Buenos Aires, 3ª
(368) Bolaffio, Derecho comercial. Parte general, Buenos Aires, 1947, I, nº 52.
(369) Están de acuerdo que la operación de banco es un acto de empresa intermediadora
del crédito: De Biase, Rodríguez y Rodríguez, Rodríguez Azuero, Siburu y Castillo,
lugs. cits.; F. Scordino, I contratti bancari, Nápoles, 1965, nos. 1 y ss.; Zavala
Rodríguez, V, nº 97; J. C. Noacco y J. M. Wathelet, Concepto de entidad financiera, en
JA, 1970, sec. Doctr., 8, 678; Noacco, Anotaciones sobre la garantía de los depósitos
bancarios, en JA, 8, 471 (S. Cont.), n. 5.
(370) Conf.: Scordino, lug. cit.
(371) Conf.: Giraldi y Garrigues, lugs. cits.
(372) E. Colagrosso, Diritto bancario, Roma, 1947, 63 y 190.
(373) Conf.: La Lumia, RDC, 1921-I, 130, también critica la clasificación clásica, pero
poniendo en evidencia tanto su carácter jurídico como su falta de significado
económico, ya que hay operaciones pasivas que son para el banco fuente de ganancias y
operaciones activas que son fuente de pérdidas.
(374) P. Greco, Corso di diritto bancario, Padua, 1936, 45.
(375) J. Hamel, Banques et opérations de banque, París, 1943, II, 1 y ss.
(376) G. Molle, I contratti bancari, Milán, 1966, 17 y ss.; y Manual, 114.
(377) Este autor entiende que operaciones bancarias y contratos bancarios son en
esencia equivalentes según el derecho positivo italiano, pues el Código Civil de ese
país, al hablar algunas veces de operaciones bancarias (arts. 1852 y 1857), se refiere a
contratos bancarios determinados (Manual, 113).
(378) Molle, Manual, 115.
(379) L. Lordi, Classificazione delle operazioni di banca, en B.B.T.C., 1943-I, 1.
(380) Conf.: Garrigues, 31/2; La Lumia, RDC, 1921-I, 129.
(381) Conf.: Messineo, Manual, VI, 126.
(382) Conf.: Garrigues, 28; Rodríguez Azuero, 112; Zavala Rodríguez, V, nº 179.
(383) Conf.: Garrigues, 33; Messineo, VI, 126; Molle, Manual, 114; Rodríguez y
Rodríguez, 19; Giraldi, 4.
(384) Sobre el particular se han vertido las más variadas teorías:
Entienden que se trata de una modalidad específica del secreto profesional: Hamel, I,
258; P. Gulphe, Le secret professionnel du banquier en droit français et droit comparé,
en Rev. Trim. Droit. Comm., 1948, 8; B. Supervielle Saavedra, El depósito bancario,
Montevideo, 1960, 199; Bataglia, Segreto bancario e posteriori intruttori, en B.B.T.C.,
1961-II, 406; J. A. Robiolo y A. Rouillon, Algunas cuestiones sobre el secreto
financiero, en LL, 1980-A, 915. Comp. con Williams, Contratos de crédito, 2-A, 187/8,
para quien el secreto financiero integra el secreto de la actividad comercial toda,
protegido por el art. 14, C.N.
Para Molle, en Il segreto bancario, en B.B.T.C., 1937-I, 169, y Recensioni in tema di
segreto bancario, en B.B.T.C., 1950-I, 17, el fundamento radica en los usos bancarios,
por lo cual la revelación del secreto bancario importa violación de una obligación
contractual (art. 1374, C.Civ. it.). En el mismo sentido se expide Bonfanti, R.D.C.O.,
1984, 564 (arts. 1198 Ver Texto,
(385) Conf.: Vezian, lug. cit.
(386) Conf.: Vezian, 240.
(387) Conf.: Williams, 194.
(388) Conf.: Molle, Manual, 118/9.
(389) Conf.: Williams, 80/1.
(390) V. t. I, 250.
(391) Conf.: Garrigues, 1 y ss., quien distingue entre las normas de derecho público
bancario, que se refieren al banco como persona jurídica y las normas que se refieren a
la actividad de los bancos en cuanto se vinculan con otros sujetos (clientes o bancos)
mediante contratos, que es el derecho privado bancario o derecho bancario contractual.
(392) Conf.: Garrigues, 5; Rodríguez y Rodríguez, 2.
(393) V.: Rodríguez Azuero, 128, quien estudia los ordenamientos de varios países
latinoamericanos que cuentan con una regulación orgánica de los contratos bancarios;
v.gr., Méjico, Honduras, Colombia, Costa Rica, Guatemala, entre otros.
(394) Se puede ver: H. Roitman, Los contratos bancarios, en LL, 1984-D, 945, donde se
plantea la necesidad de una reforma a la legislación vigente, ante la orfandad normativa
que existe respecto del tema que nos ocupa.
(395) Comp. con Zavala Rodríguez, V, nº 96, y Williams, 2-A, 64.
CAPÍTULO III - CUENTA CORRIENTE BANCARIA
20. GENERALIDADES.
Al comenzar el estudio de la cuenta corriente bancaria es necesario puntualizar las
reformas que, tanto la normativa legal como la reglamentaria dictada en su
consecuencia, han experimentado últimamente.
En ese aspecto habrá que tener en cuenta que:
a) La ley 24452, en su art. 2 Ver Texto, agregó el párrafo 4º al art. 793 Ver Texto del
Cód. de Com., estableciendo la necesidad de pacto expreso, para poder debitar cargos
distintos al servicio de cheques, que presten los bancos en las cuentas corrientes
bancarias.
b) La misma ley 24452 Ver Texto incluyó como Anexo I, con 67 artículos, la regulación
de los cheques comunes y de pago diferido, siendo reformada recientemente mediante la
ley 24760 Ver Texto ("Bol. Of." del 13/1/1997), en los arts. 2 Ver Texto, inc. 6, y
último párr.; 14 Ver Texto, 23 Ver Texto, 54 Ver Texto, primero y segundo párr., incs.
4 y 9, agregándose un párrafo final; 55 Ver Texto, 56, 58 Ver Texto, 60 Ver Texto,
primer párrafo, 62 Ver Texto, in fine, 64 Ver Texto y 66 Ver Texto, agregándose el inc.
6. Por una cuestión expositiva nos referimos al contenido de este Anexo I, como Nueva
Ley de Cheques (N.L.Ch.).
c) El Banco Central de la República Argentina (B.C.R.A.), como autoridad de
aplicación (art. 66 Ver Texto, proemio, N.L.Ch.), dictó la Com. "A" 2329, del
21/4/1995, que tiene 11 artículos y fue acompañada, además, por un nuevo texto de la
OPASI 2 (que identificamos como OPASI 2/95), que entró a regir el 1/5/1995, y que fue
reformada, en varias de sus reglas, ese mismo día, mediante la Com. "A" 2334.
Con fecha 11/2/97 se dictó el comunicado 27.789, del B.C.R.A., cuyo texto se trascribe
a continuación:
COMUNICADO 27.789 - 11/2/97
"El Banco Central de la República Argentina informa que con motivo de la reciente
promulgación de la ley 24760 Ver Texto ha procedido a adecuar el régimen normativo
sobre el funcionamiento de la cuenta corriente bancaria.
"Las principales modificaciones introducidas consisten en:
"- eliminación del requisito de registración de los cheques de pago diferido. Sin
embargo, tanto el librador como el tenedor pueden requerir -a su cargo- ese servicio por
parte del banco girado, a efectos de asegurar la calidad formal del instrumento;
"- la obligatoriedad de que los bancos entreguen chequeras de pago diferido a simple
requerimiento de la clientela, lo cual permite el acceso al cheque de pago diferido sin
necesidad de contar con márgenes de registro preestablecidos;
"- el uso indistinto de la cuenta corriente bancaria tanto para librar cheques comunes
como de pago diferido;
"- la provisión de fondos -o la autorización para girar en descubierto- al momento de la
emisión en el caso de los cheques comunes y a la fecha de vencimiento fijada por el
librador cuando se trate de cheque de pago diferido, la que no podrá exceder de 360 días
contados desde la fecha de su creación;
"- la oponibilidad y eficacia del cheque de pago diferido, registrado o no, en los
supuestos de concurso, quiebra, incapacidad sobreviniente y muerte del librador,
características que dejará de tener el cheque común desde el 13/1/98;
"- la pérdida de la eficacia jurídica del cheque común cuando, a partir del 13/1/98, sea
presentado al cobro con anterioridad a la fecha de emisión;
"- imposición de sanciones pecuniarias a los bancos girados, además de las
anteriormente previstas para los libradores, en los casos en que se verifiquen
incumplimientos a la normativa que se adopta, incluyendo el principio de solidaridad de
dichos intermediarios respecto del pago de cheques cuando abran o mantengan abiertas
cuentas a nombre de cuentacorrentistas inhabilitados por el Banco Central.
"Se estima que las medidas adoptadas contribuyen a jerarquizar el cheque común como
medio de pago habitual y que sea aceptado en forma generalizada el cheque de pago
diferido como una herramienta de crédito alternativa por sus atributos que satisfacen
expectativas de los agentes económicos, especialmente las Pymes".
Así las cosas, con fecha 14 de febrero de 1997, el B.C.R.A. envió a las entidades
financieras la Com. "A" 2514, que introdujo varias modificaciones al texto anterior de
la reglamentación de la cuenta corriente bancaria, designada como OPASI 2.
Tanto el texto de las reformas que trajo la citada Com. "A" 2514, como el texto
ordenado resultante y vigente de la circular reglamentaria, obran agregados en el
apéndice documental del presente volumen.
Convencionalmente, indicamos al lector, cuando nos referimos al texto ordenado, en
general, citamos la regla de que se trate solamente. Sin embargo, en otras ocasiones, a
fin de facilitar la lectura, mencionamos la regla y a continuación OPASI 2/97. En
cambio, cuando citamos alguna regla, que integrando ese texto ordenado consiste en
alguna de las modificaciones introducidas por la Com. "A" 2514, lo indicamos
especialmente, agregando a la regla la expresión s/Com. "A" 2514.
Es del caso adelantar aquí que la citada Com. "A" 2514 introdujo diversas supresiones y
modificaciones a las reglas anteriormente vigentes, las que en varios y determinados
casos habían sido insistentemente criticadas por nosotros reclamando su pronta
modificación. Estimamos que cualquiera que haya sido la motivación tenida en cuenta
por la autoridad de aplicación para adoptar esos criterios, ellas deben ser muy bien
recibidas, pues solucionan cuestiones que la anterior reglamentación no solucionaba.
21. LA CUENTA CORRIENTE BANCARIA Y OTRAS FIGURAS JURÍDICAS.
Tratamos aquí, como en la primera edición, aunque con algunos rasgos distintos que
evidencian las diferencias y, en su caso, las similitudes, que el contrato que nos ocupa
presenta respecto de otras figuras similares contempladas en el derecho comparado.
a) Variedad de la cuenta corriente mercantil.
La doctrina francesa clásica consideró a la cuenta corriente bancaria como una variedad
de la cuenta corriente mercantil (396) . Aunque ello no ha sido inconveniente para que
algunos autores reconozcan la existencia de "las cuentas de los bancos", distinguiendo
en ellas dos clases: I) cuentas de depósitos o de cheques, destinadas al uso de los
particulares; y II) cuentas corrientes para la utilización por comerciantes, industriales y
banqueros (397) , pero manteniendo la tesitura de que se trata de una variedad de la
cuenta corriente mercantil y aplicando los principios y efectos propios de esta última
figura jurídica (398) . Empero, es necesario reconocer, en la actualidad, cierta evolución
en la jurisprudencia para adaptar sus resoluciones a las exigencias que propone la
realidad de la vida bancaria, reconstruyendo en parte la doctrina francesa tradicional
(399) .
La producción científica especializada más reciente del país galo ha puesto en evidencia
el quid de la cuestión, al señalar que la peculiaridad del derecho mercantil francés es
que -a diferencia del nuestro- carece de un texto legal que distinga la cuenta corriente
mercantil de la cuenta bancaria, razón por la cual los efectos jurídicos de esta última han
sido determinados por los usos y, como dijimos antes, aprobados, corregidos e incluso
modificados por la más reciente doctrina y jurisprudencia (400) .
Es del caso puntualizar aquí, aun cuando tratamos más adelante la regulación legal de
nuestra cuenta corriente bancaria, que no es posible, bajo el pretexto de considerarla un
contrato autónomo, como realmente es, sostener a ultranza que no se pueda aplicar a
ella, en absoluto, las normas de la cuenta corriente mercantil, a pesar de que ambas
especies integran el título II, "De la cuenta corriente", de nuestro Código de Comercio
(401) .
b) Cláusula accesoria. Cuenta corriente impropia.
El régimen preceptuado por el Código de Comercio de nuestro país, también se
diferencia de la postura que considera a la cuenta corriente como una cláusula accesoria
de ciertos contratos bancarios, sirviendo sólo de marco contable a tales contratos de
ejecución continuada, sin alterar su esencia (402) .
Como natural consecuencia, para esta concepción, la cuenta corriente no tiene
autonomía contractual, razón por la cual la designa como "cuenta corriente impropia",
"operaciones reguladas en cuenta corriente" o "cuenta de gestión" (403) .
c) Cuenta corriente de correspondencia. Contrato de giro.
Nuestra cuenta corriente bancaria presenta coincidencias con la denominada "cuenta
corriente de correspondencia" de la doctrina italiana (404) y con el "contrato de giro" de
la doctrina alemana (405) , aun cuando los ordenamientos legales de esos países no han
consagrado una regulación positiva integral y sistemática de esas figuras jurídicas, razón
por la cual las catalogan como contratos atípicos (406) .
En efecto, los citados contratos tienen gran similitud con la cuenta corriente bancaria
que aquí estudiamos (407) , pues tienen de común: I) son jurídicamente autónomos, con
disciplina propia; II) tienen como objeto-fin esencial la prestación de un servicio de caja
en favor del cliente; III) el banco actúa por orden del cliente, realizando cobros y pagos
por su cuenta (408) .
d) Contrato autónomo.
Debemos partir de la base de que nuestros legisladores de 1889, tomando como fuente
el proyecto de los Dres. Villegas y Quesada, regularon el contrato de cuenta corriente
bancaria en los arts. 791 a 797, capítulo II del título XII, denominado "De la cuenta
corriente", como contrato nominado o típico (art. 8 Ver Texto, inc. 11, C.Com.).
De tal modo, constituyeron a nuestro Código de Comercio en el primer cuerpo legal que
lo trata en forma específica, orgánica y sistemática, reconociéndolo como contrato
autónomo y distinto de las relaciones jurídicas que le pueden servir de base o sustrato
económico (409) .
JURISPRUDENCIA
Reiteradamente, distintos tribunales han declarado que según nuestro ordenamiento
jurídico mercantil, la cuenta corriente bancaria es un contrato que ofrece una serie de
matices especiales, con naturaleza propia (Cám. Fed., LL, 3, 757), que le otorgan
carácter autónomo (Cam. Com., B, LL, 1980-A, 164; A, ED, 96, 615; ídem, LL, 1981D, 467; LL, 1982-C, 60; T.S. Córdoba, ED, 135, 527), que no debe ser confundida con
el servicio de cheques, pues éste no es un elemento de la cuenta, sino que ésta
constituye un elemento intrínseco de aquél e importa un contrato autónomo entre el
banco y el cliente, que produce, naturalmente, efectos que no están vinculados al título
cambiario (Cám. C.C., I, Santa Fe, JA, 1987-I, 372 Ver Texto; ídem, Rep. LL, XLIII,
609).
Tampoco se puede confundir con aquellas relaciones jurídicas que dan lugar a otras
tantas figuras jurídicas contractuales, a las cuales la cuenta corriente bancaria les sirve
de "molde contable" (Cám. C.C., I, B. Blanca, LL, 1988-B, 152) que tiene el efecto de
unificar los resultados finales de las diversas operaciones que realiza el cliente con el
banco o que tienen lugar por medio de éste (Cám. Com., B, ED, 97, 206).
22. APLICABILIDAD DE LAS NORMAS CONCERNIENTES A LA CUENTA
CORRIENTE MERCANTIL.
Como quedó expuesto en el número anterior, nuestro legislador ha incluído a la cuenta
corriente bancaria como capítulo II del título XII, denominado "De la cuenta corriente",
de lo cual resulta que en nuestro derecho la cuenta corriente bancaria es, como ya se
dijo, un contrato autónomo, sujeto en primer término a los preceptos del cap. II, y en lo
que sean aplicables a los del cap. I, relativo a la cuenta corriente mercantil; sólo
subsidiariamente serán aplicables las disposiciones del derecho común concernientes al
depósito irregular, en el depósito en cuenta corriente y al préstamo, en la apertura de
crédito en cuenta corriente (410) .
Conforme a lo expresado y teniendo en vista que la cuenta corriente mercantil armoniza
con la naturaleza y finalidades de la cuenta corriente bancaria, conceptuamos que son
aplicables a esta última las siguientes disposiciones concernientes a la primera de ellas:
a) el art. 771 Ver Texto, únicamente en lo relativo a la forma de contabilidad, en dos
columnas de debe y haber, pues la compensación bancaria se produce de pleno derecho
al asentarse cada partida, asiento que determina el saldo en ese momento, único que se
tiene en cuenta entre las partes; sea que esa partida se origine en un depósito o provenga
de una apertura de crédito o de un anticipo transitorio en cuenta, el banco no pagará los
cheques girados contra la cuenta sino hasta cubrir el saldo existente a la presentación del
cheque de que se trate. De otro lado, la obligación del banco de pagar los cheques a su
presentación (art. 804 Ver Texto, C.Com.) lo coloca en situación completamente
distinta al cuentacorrentista mercantil que, según este art. 771 Ver Texto, no tiene
obligación de tener a la orden de la otra parte una cantidad o valor equivalente.
b) el art. 775 Ver Texto, según el cual la admisión de valores en la cuenta corriente,
cualquiera que sea su origen, produce novación (411) ; tanto el banco como su cliente
asumen el carácter de cuentacorrentista y las sumas de créditos incluídos en la cuenta,
pierden su individualidad para convertirse en elementos del crédito eventual de saldo
(412) ;
c) los arts. 777 Ver Texto, inc. 2, y 779 Ver Texto, en virtud de los cuales toda inclusión
de un crédito originado en un papel de comercio, es condicional; pues queda sometido a
la cláusula "salvo encaje", con las peculiaridades propias de la cuenta corriente de que
se trate; v.gr., será bajo condición resolutoria en la cuenta corriente mercantil y
suspensiva en la cuenta corriente bancaria (413) ;
d) el art. 776 Ver Texto, en cuanto resulte compatible con el régimen de la cuenta
corriente bancaria, en la cual la compensación se produce en forma constante, sucesiva
y automática con el ingreso de cada partida a la cuenta;
e) el art. 777 Ver Texto, en especial su inc. 1;
f) el art. 778 Ver Texto, en cuanto concede el derecho de percibir comisiones y
reembolso de gastos en virtud de la actuación por cuenta y orden del cuentacorrentista
en la atención del servicio de caja pactado;
g) el art. 780 Ver Texto, 1ª parte, sobre la exclusión de sumas o valores afectados a un
empleo determinado; no así la 2ª parte de esa norma, pues en la cuenta corriente
bancaria el dinero depositado debe tenerse siempre a la orden del cliente, dado que es de
exigibilidad a la vista;
h) el art. 782 Ver Texto, sobre el cierre, precepto que se complementa con lo dispuesto
en el art. 792 Ver Texto, que contempla la clausura por voluntad unilateral de cualquiera
de las dos partes, previo aviso a la otra con diez días de anticipación, salvo que hubiera
convención en contrario;
i) el art. 783 Ver Texto, sobre el cierre definitivo y cierre parcial; este último tiene lugar
necesariamente cada tres meses en la cuenta corriente bancaria, si es que otra cosa no se
ha convenido, debiendo el banco proceder en la forma que determina el art. 793 Ver
Texto, reputándose el silencio del cliente como conformidad con el saldo establecido
por el banco;
j) el art. 784 Ver Texto, adaptándolo al régimen de la compensación constante y
sucesiva a que está sujeta la cuenta corriente bancaria y a la exigibilidad en todo
momento, a la vista del saldo en favor del cliente (art. 797 Ver Texto, C.Com.);
k) el art. 785 Ver Texto, productividad del saldo parcial y del saldo definitivo; lo que se
ve ratificado a partir del 2 de mayo de 1995, por la regla 1.14, OPASI 2/95, que autorizó
reconocer intereses en favor del cliente por los saldos acreedores obrantes en las cuentas
corrientes bancarias con servicio de cheques. Posibilidad que estuvo prohibida desde
1963, por la circ. B-382, B.C.R.A., y por las demás circulares, que reglamentaron la
cuenta corriente bancaria hasta ahora.
l) el art. 786 Ver Texto, concerniente a las garantías que se pueden constituír respecto
de los saldos de las cuentas corrientes;
m) el art. 787 Ver Texto, sobre la fuerza ejecutiva del crédito por saldo y posibilidad de
girar contra el deudor de él; en el caso del cliente podrá girar contra el banco,
directamente, un cheque;
n) el art. 788 Ver Texto, que dispone la libertad de las partes para convenir el régimen
de la cuenta, salvo preceptos legales prohibitivos, disposición que reproduce el art. 796
Ver Texto, que debe complementarse, en primer lugar, con aquél, modificado sólo en
cuanto a la capitalización de intereses por el 795, que la establece de pleno derecho,
salvo convención en contrario. Y en segundo lugar, como ya dijimos, con la regla 1.14,
que autoriza expresamente, respecto de las cuentas corrientes bancarias con servicio de
cheque, que las partes puedan pactar el devengamiento de intereses en favor del cliente.
Tales intereses se liquidarán y capitalizarán por períodos vencidos no inferiores a treinta
días, ni superiores a un año. Disponiéndose, además, que al producirse el cierre de la
cuenta, los intereses se liquidarán hasta el día anterior al de operarse esa circunstancia.
o) el art. 789 Ver Texto, que establece el carácter no solemne del contrato que nos
ocupa y la admisibilidad de todos los medios de prueba para acreditar su existencia;
p) el art. 790 Ver Texto, sobre los términos de prescripción (414) .
Por natural implicancia, las disposiciones no citadas precedentemente son inaplicables a
la cuenta corriente bancaria; en especial:
a´) el art. 774 Ver Texto, que, condicionado con los demás que constituyen el capítulo
de la cuenta corriente mercantil, consagra la indivisibilidad de ésta y veda a las partes
compensar las masas de crédito y débito y exigir el saldo antes de la fecha convenida
para la clausura y liquidación de la cuenta; como hemos dicho, en la cuenta corriente
bancaria la compensación es sucesiva y escalonada, o sea, tiene lugar al asentarse cada
partida, determinando el saldo exigible de inmediato por el cliente, a la vista, librando
un cheque.
b´) el art. 781 Ver Texto, si se le reconoce el alcance de limitar la eficacia de los
embargos al saldo que resulte al fenecimiento de la cuenta en favor del deudor
embargado (415) ; el depósito en cuenta corriente no hace perder al correntista la
disponibilidad del saldo en su favor, sino que, al contrario, expresamente se le reconoce
obligar al banco a entregarlo por orden de aquél. Es, pues, evidente la procedencia del
embargo, con eficacia inmediata sobre el saldo existente en el momento de la traba
(416) ; no siendo necesario para ello cerrar la cuenta corriente a fin de determinar un
saldo (417) , pues la traba del embargo (cuyo monto puede ser inferior al saldo) no
origina necesariamente tal cierre, pudiendo el depositante continuar sus depósitos y
giros, con independencia de la suma embargada, que el banco debita de la cuenta y
deposita a la orden del juez embargante.
JURISPRUDENCIA
La cuenta corriente bancaria constituye en el derecho positivo argentino una especie
próxima a la cuenta corriente mercantil. Esto se desprende de su regulación en los arts.
791 a 797 Ver Texto, C.Com., capítulo II, del título XII, relativo a la cuenta corriente,
cuyo capítulo I está referido a la cuenta corriente mercantil. Este ordenamiento
sistemático del derecho positivo determina que las reglas de la cuenta corriente
mercantil puedan ser llevadas al régimen de la cuenta corriente bancaria, por ser ésta
otra especie del género "cuenta corriente" comprensible de ambas, por aplicación del
principio de analogía previsto en el art. 16 Ver Texto, C. Civ. (voto de la mayoría)
(Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 19).
Nuestra legislación milita inequívocamente entre aquellas que han regulado ambas
figuras en estrecha vinculación, siguiendo un criterio de integración y aun de
subordinación de la cuenta corriente bancaria a la cuenta corriente mercantil. Y ello
justifica la interpretación analógica siquiera respecto de aquellas cuestiones en que las
diferencias no trazan una insuperable incompatibilidad (de la ampliación de
fundamentos de los Dres. Anaya, Caviglione Fraga y Quintana Terán) (Cám. Com. en
pleno, LL, 1985-A, 19).
Los preceptos de la cuenta corriente mercantil son aplicables a la cuenta corriente
bancaria en todo lo que no haya sido previsto o modificado (Cám. Com., LL, 18, 344).
Si bien en nuestro derecho la cuenta corriente bancaria es un contrato autónomo, queda
sujeto en primer término a los preceptos del capítulo II del título XII, y en lo que sean
aplicables a los del título anterior relativo a la cuenta corriente mercantil. Conforme a
ello, le es aplicable el art. 785 Ver Texto, C. Com., que prevé la productividad de
intereses del saldo (Cám. Com., A, LL, 1982-C, 60; D, JA, 1992-IV, 214 Ver Texto).
Puesto que la cuenta corriente bancaria es una especie del género "cuenta corriente", le
es aplicable analógicamente el art. 777 Ver Texto, inc. 4, C. Com., el cual establece el
devengamiento automático de los intereses por los saldos insolutos de la cuenta (Cám.
Com., D, ED, 139, 663).
Más recientemente se ha reiterado que la cuenta corriente bancaria es una especie de la
cuenta corriente (Cám. Com., D, LL, 1992-D, 519) o una variante (Cám. C.C. Junín,
ED, 108, 263), siéndole aplicables las reglas de la cuenta corriente mercantil,
exceptuadas las relativas a la indivisibilidad, que no cabe extenderlas, puesto que en el
caso de la cuenta corriente bancaria la compensación se produce en forma sucesiva y
escalonada (art. 792 Ver Texto,
C. Com.) (Cám. 1ª, Sala I, La Plata, JL, 5, 2; fallo 8572).
La cuenta corriente bancaria y la cuenta corriente se asemejan en la disposición contable
de las remesas, que se van reflejando o pueden reflejar sucesivos cargos y abonos (T.S.
Córdoba, ED, 135, 527).
En sentido contrario se ha dicho que la división de la cuenta corriente bancaria y la
cuenta corriente mercantil en dos capítulos, tal cual están legisladas, obedece al
propósito de evitar su confusión (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164).
La cuenta corriente bancaria y la cuenta corriente mercantil deben diferenciarse, pues
llevan características propias y distintas: 1) en la mercantil existe reciprocidad de
remesas; no así en la bancaria; 2) los valores remitidos carecen de un destino específico,
debiendo en la bancaria estar los fondos a disponibilidad del correntista; 3) la
compensación y la novación se producen de pleno derecho en la cuenta comercial y ese
efecto legal no es resorte de la cuenta bancaria; 4) la situación del deudor y del acreedor
sólo es posible de determinar en la cuenta corriente mercantil al cierre de ella; en la
bancaria se especifica en cualquier momento; 5) en una los intereses en mora devengan
y se capitalizan trimestralmente, salvo pacto contrario; en la otra es necesario el pacto
expreso (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164; Cám. Com., en pleno -voto de la minoría-,
LL, 1985-A, 19).
23. CONCEPTO. CARACTERIZACIÓN.
a) Concepto
La cuenta corriente bancaria es un contrato mediante el cual se disciplinan futuras
relaciones jurídicas, emergentes, de relaciones plurales, con especial referencia a las que
el banco, en los límites de su organización empresaria, realiza por cuenta y orden del
cliente.
De la conceptualización expuesta se desprende que:
I) Se trata de un contrato bancario autónomo, cuyas características consideramos a
continuación (letra b, ap. II). Al ratificar su autonomía, rechazamos su encuadre como
modalidad de cumplimiento de ciertos contratos bancarios o como cláusula accesoria de
ellos; II) tiene como base o sustrato económico los resultados de una serie de actos,
operaciones y negocios, que por voluntad de las partes -cliente y banco- quedan
sometidos a su régimen; III) su base jurídica es la disponibilidad de los créditos que
surgen de los actos, operaciones o negocios que el banco realiza, según lo pactado por
cuenta e interés del titular de la cuenta; IV) tal disponibilidad se actúa bajo la forma de
un servicio de caja que presta el banco, mediante las órdenes que el cliente imparte en
función de las modalidades convenidas (418) .
JURISPRUDENCIA
El contrato de cuenta corriente bancaria consiste, en nuestro derecho, en que el banco
mantenga a disposición de la contraparte la suma acreditada o depositada para atender
las órdenes de éste, conforme a las modalidades acordadas para el funcionamiento de
esa cuenta (Cám. Com., B, ED, 14, 461); es decir que la cuenta corriente bancaria no
necesariamente debe operar con cheques, sino que puede hacerlo por otros medios
instrumentales operativos y distintos de ese título cambiario (Cám. Com., D, ED, 129,
417); de ahí que el servicio de caja resulta comprensivo de todos los supuestos en que el
cliente requiere del banco el cumplimiento del acto que éste no puede negarse a realizar
porque está dentro de los previstos en el contrato, en la ley o en los usos (Cám. Com., B,
LL, 1980-A, 164).
Lo esencial para que el servicio de caja configure un servicio de cuenta corriente
bancaria es que la suma permanezca a orden del depositante (Cám. Com., E, LL, 1985D, 565; ídem, ED, 112, 592); tales sumas normalmente pueden provenir de depósitos de
fondos a orden del cliente o autorización para girar en descubierto (Cám. Com., B, LL,
1980-A, 164).
Más recientemente se ha declarado que el contrato de cuenta corriente bancaria es aquel
por el cual el banco se obliga a mantener a disposición del cocontratante las sumas
acreditadas o depositadas para atender las órdenes que imparte éste conforme a las
modalidades pactadas (C.N. Fed., C. y C., II, LL, 1992-E, 184), siendo usual en las
prácticas bancarias la concentración de movimientos de fondos del cliente en el banco a
través de la cuenta corriente, mediante la acreditación del resultado de las diversas
operaciones realizadas: depósitos, préstamos, cobro de valores, cajeros automáticos,
utilización de tarjetas de crédito, etc., y dicha modalidad no importa por sí
desnaturalizar la cuenta corriente bancaria (Cám. Com., E, JA, 1992-II, 464 Ver Texto).
El pago se da y perfecciona cuando en la cuenta corriente bancaria del accipiens se
acredita una suma de dinero y el acreditado tiene y goza de esa disponibilidad de crédito
en cuenta. Ello es posible por la existencia del denominado dinero escritural, que
permite reales y efectivas trasmisiones patrimoniales de disponibilidad de dinero, sin
que haya un desplazamiento físico de moneda (Cám. Com., D, LL, 1992-B, 548, con
nota de E. A. Barbier).
b) Caracterización.
El contrato que nos ocupa se puede caracterizarlo como bancario, autónomo y típico,
consensual, normativo, de adhesión, bilateral, oneroso, de ejecución continuada e intuitu
personae.
Pasamos a considerar cada uno de los caracteres enunciados:
I) Bancario.
La cuenta corriente es el primero, principal y más frecuente de los contratos bancarios
(419) , razón por la cual es aconsejable estudiarlo antes que los demás (420) .
Para ratificar su carácter bancario, hemos de recordar que no puede haber, cabalmente,
contrato u operaciones bancarias, en general, si por lo menos una de las partes es una
empresa bancaria.
Por natural consecuencia, para la existencia de una cuenta corriente bancaria es
requisito sine qua non que una de las partes sea un banco (421) .
En el estado actual de nuestra legislación sólo tienen ese carácter las entidades que se
ajustan a lo determinado por la ley 21526 Ver Texto. Por consiguiente, debemos
concluír que si la parte que asume la calidad de banquero no es un banco autorizado por
el Banco Central de la República Argentina, en los términos de la citada ley, no existe
cuenta corriente bancaria. Sin embargo, corresponde reconocer eficacia jurídica a la
convención por lo que al contratante se refiere, dado que no podría imputársele la
comisión de un acto ilícito, como a la otra parte.
Empero, la realización del "acto jurídico aislado" por quien no tiene calidad legal de
banco, aun cuando puede tener la misma naturaleza, en razón de carecer de calidad de
"bancaria" no pueden aplicársele, prioritaria y exclusivamente, las disposiciones propias
de la cuenta corriente bancaria, su reglamentación, las condiciones generales de
contratación, ni los usos bancarios (422) . Sin perjuicio de que tomando en cuenta la
naturaleza de las operaciones y la intención de las partes, pueda resultar procedente
invocar las disposiciones del título XIII, "De la cuenta corriente", como subsidiarias de
las relativas al depósito, al préstamo o al contrato de derecho común que, de las
circunstancias del caso, resulte acreditado (423) .
Debemos señalar aquí que si bien el art. 67 Ver Texto, N.L.Ch., remitió a la ley 21526
Ver Texto para determinar qué entidades tienen capacidad pasiva para atender el
servicio de cheques comunes a través de cuentas corrientes bancarias, el art. 66 Ver
Texto, inc. 2, del mismo cuerpo legal, dejó abierta la posibilidad de que la autoridad de
aplicación hiciera lo propio respecto de los cheques de pago diferido.
Así las cosas, el Banco Central, mediante el art. 2 de la Com. "A" 2329, del 23 de abril
de 1991, dispuso que el servicio de cheques de pago diferido podrá ser atendido por las
entidades financieras autorizadas cualquiera que sea su clase. Es decir, no sólo los
bancos comerciales tienen capacidad pasiva para atender el servicio de los nuevos
cheques de pago diferido, sino que también lo pueden hacer las demás entidades
financieras que no son bancos.
Pusimos en evidencia (424) que al no haberse tomado la precaución al dictarse la ley
24452 Ver Texto de autorizar a las entidades financieras que no son bancos, para que
operen cuentas corrientes bancarias, será necesario dictar una ley expresa en ese sentido,
pues las comunicaciones y circulares reglamentarias dictadas por el Banco Central no
tiene categoría legislativa para que las mencionadas entidades adquieran calidad de
banco.
Como la ley 24542 Ver Texto, ni la 24760 Ver Texto, no sancionó la norma legal
necesaria, para que el punto 2 de la Com. "A" 2514, tuviera operatividad, el punto 4 de
la reciente Com. "A" 2514 derogó directamente la primera norma reglamentaria,
aclarándose que ahora sólo podrán girarse Ch.P.D. contra cuentas corrientes bancarias.
JURISPRUDENCIA
Uno de los elementos esenciales que diferencia a la cuenta corriente mercantil de la
cuenta corriente bancaria es que esta última debe tener por parte forzosamente a un
banco (Cám. Civ., A, JA, 1955-II, 279), lo cual significa que debe figurar entre las
instituciones autorizadas por el Banco Central de la República Argentina para operar
como banco (Cám. Com., A, Rep. LL, XVII, 58).
El contrato de cuenta corriente bancaria es el que se celebra entre un banco y una
persona a la cual aquél, a su pedido, le abre una cuenta en sus libros y se obliga a
acreditarle o debitarle determinados valores (Cám. Com., A, LL, 121, 541), conforme a
los presupuestos del art. 791 Ver Texto, C. Com. (Cám. Com., B, ED, 14, 461), dando
vida a una relación continua con el cliente y creando vinculaciones de recíproca
confianza que tienen el efecto de unificar en sus resultados finales las diversas
operaciones con el banco o que tienen lugar por medio de él (Cám. Com., B, ED, 97,
206).
La cuenta corriente bancaria constituye un contrato autónomo, entre un banco y el
cliente (Cám. C.C., I, Santa Fe, JA, 1987-I, 372 Ver Texto), por el cual el banco abre en
sus libros al otro contratante una cuenta y se obliga a acreditarle los valores que con
destino a ella dicho contratante o terceros depositen o el mismo banco le adelante y a
tener dichos valores a su orden en cualquier momento (T.S. Córdoba, ED, 135, 527).
II) Autónomo y típico.
Este contrato reviste esta calidad en nuestro derecho, por tratarse de un contrato
nominado (art. 8 Ver Texto, inc. 11, C.Com.), regulado con características singulares de
institución específica, en los arts. 791 a 797 Ver Texto, C.Com., y por las normas
reglamentarias dictadas por el Banco Central de la República Argentina, sucesivamente,
a partir de 1963, hasta la actual circ. OPASI/2, en virtud de la potestad concedida a esa
institución de control bancario, por el derecho de fondo, sobre las cuentas con servicio
de cheque.
Debe considerárselo un contrato principal y autónomo (425) , sin que la referencia que
hace el art. 791 Ver Texto, C.Com., a dos de las modalidades como puede operar -v.gr.,
con depósito o en descubierto-, conspire contra su autonomía, pues tales modalidades
no son más que algunas de las bases económicas de las cuales puede resultar la
disponibilidad en favor del titular de la cuenta corriente bancaria. Y ello es así, porque
este contrato no se desnaturaliza como tal, ni se trasforma porque se alimente con dinero
o créditos de diversos orígenes, ya que sólo consiste en el servicio de caja que se
maneja, conforme a lo pactado, según las órdenes que da el cliente (426) .
Por ello, consideramos que sería un error limitar la cuenta corriente bancaria al depósito
y a la apertura de crédito en cuenta corriente, pues el banco asume otros encargos (427)
que no desnaturalizan aquélla, porque en la actualidad el contrato que nos ocupa se ha
visto ampliado y enriquecido (428) , abarcando todo medio orientado a obtener la
disponibilidad actual y continua del crédito que exista en el banco en favor del titular,
cualquiera que sea el origen de tal crédito.
Lo explicado es una consecuencia directa del carácter expansivo que ha adquirido el
servicio de caja que presta el banco.
JURISPRUDENCIA
El contrato de cuenta corriente bancaria es un contrato nominado (art. 8 Ver Texto, inc.
11, C. Com.) y autónomo en cuanto se rige por las normas específicas del C. de Com. y
su reglamentación por parte del Banco Central de la República Argentina (Cám. Com.,
B, LL, 1980-A, 164; ídem, LL, 1978-C, 7; ídem, ED, 78, 462).
Si bien al ratificar su condición de contrato autónomo se ha declarado que "no son de
aplicación las disposiciones propias del contrato de cuenta corriente mercantil" (Cam.
Com., B, LL, 1980-A, 164).
También se ha dicho que al tener regulación propia, sólo excepcionalmente le son
aplicables las disposiciones de los arts. 579 Ver Texto, 791 Ver Texto y ss., C. de Com.
(Cám. Fed. C.C., II, LL, 153, 406).
Sin embargo, la doctrina preferible ha declarado que la cuenta corriente bancaria
constituye en el derecho argentino una especie próxima a la cuenta corriente mercantil.
Ello se desprende de su regulación en los arts. 791 a 797 Ver Texto, C. Com., 2º
capítulo de un título relativo a la cuenta corriente, cuyo primer capítulo está referido a la
cuenta corriente mercantil. Este ordenamiento sistemático del derecho positivo
determina que las reglas de la cuenta corriente mercantil puedan ser llevadas al régimen
de la cuenta corriente bancaria, por ser ésta otra especie del género "cuenta corriente"
comprensivo de ambas (art. 16 Ver Texto, C. Civ.) (del voto de la mayoría) (Cám. Com.
en pleno, LL, 1985-A, 18).
Siguiendo esa postura hermenéutica, se ha declarado aplicable a la cuenta corriente
bancaria: el art. 785 Ver Texto, C. Com., correspondiente a la cuenta mercantil, que
prevé la productividad de intereses del saldo (Cám. Com., A, LL, 1984-A, 562; ídem,
LL, 1981-D, 466; ídem, LL, 1982-C, 60), como asimismo el art.777 Ver Texto, inc. 4,
C. Com. (Cám. Com., D, LL, 1979-B, 252), y el art. 790 Ver Texto, C. Com., pues entre
cuenta corriente bancaria y cuenta corriente mercantil existe una relación de género a
especie (Cám. Civ., E, LL, 124, 1168), o, más precisamente, que la primera es un
género próximo a la segunda, de tal suerte que las normas citadas son aplicables al caso
(Cám. Com., D, LL, 1981-C, 465).
La cuenta corriente permite al cliente del banco librar cheques sobre ella o ingresar
cheques librados sobre otros bancos, así como ordenar trasferencias y otras formas de
pago con cargo a la cuenta abierta (Cám. Com., B, LL, 1982-A, 259), sirviendo de
"molde contable" donde se cobijan aquellas múltiples relaciones jurídicas que dan lugar
a otras tantas figuras contractuales (Cám. C.C., I, B. Blanca, LL, 1988-B, 152).
Normalmente la provisión de fondos disponibles en cuenta corriente proviene de
depósitos efectuados a orden del cuentacorrentista o autorización para girar en
descubierto; sin embargo, puede abarcar, además del servicio de cheques, que no es
esencial (Cám. C.C., I, Santa Fe, Rep. LL, XLIII, 609; Cám. Com., D, LL, 1989-D, 151,
con nota de C. G. Villegas), otras operaciones, bajo la condición de que sean motivo de
expresa contratación entre el cliente y el banco (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164).
III) Consensual.
Porque se perfecciona por el solo consentimiento de las partes (art. 1140 Ver Texto, C.
Civ.), y sin necesidad de que se efectúe depósito de dinero o acreditamiento de algún
crédito (429) .
Sin embargo, hay que recordar aquí lo manifestado oportunamente respecto de los
contratos bancarios en general, que a pesar de que es el banco quien propone el contrato
mediante la presentación del contrato en formulario al cliente, tal contrato no se
perfecciona con la firma del futuro cuentacorrentista, sino que el banco, a pesar de ser el
proponente, se reserva el derecho de evaluar las condiciones (morales y económicas) del
firmante y, en su caso, de sus garantes, antes de que se pueda considerar que se
perfecciona la convención. Efectuados los correspondientes estudios técnicos el banco
presta el respectivo acuerdo, y sólo entonces las autoridades bancarias la cuenta
corriente.
JURISPRUDENCIA
La cuenta corriente bancaria es un contrato consensual celebrado por un banco con su
cliente, conforme a los presupuestos del art. 791 Ver Texto, C. Com., por el cual el
banco se obliga a mantener a disposición de la contraparte la suma acreditada o
depositada para atender las órdenes de éste, con arreglo a las modalidades acordadas
para el funcionamiento de la cuenta (Cám. Com., B, ED, 14, 460; A, LL, 1987-D, 620).
Nada impide considerar como depósito bancario la apertura de una cuenta sin que vaya
acompañada de entrega alguna (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164).
Por aplicación de los usos y costumbres bancarios, el contrato de apertura de una cuenta
corriente bancaria, generalmente se lleva a cabo en un formulario -típico de adhesión-,
en el cual la única instrumentación es por lo general la suscripción por el particular de la
solicitud de apertura, sin que medie, siquiera, la aceptación formal de la entidad
financiera (Cám. C.C. I, B. Blanca, LL, 1980-B, 152).
Reiterándose recientemente que la cuenta corriente bancaria es un contrato consensual y
normativo celebrado entre el banco y el cliente por el cual aquél se obliga a tener a
disposición de la contraparte la suma acreditada y depositada para atender órdenes de
éste, conforme a las modalidades acordadas (Juzg. 1ª Inst, C. y C., 6ª Nom. Rosario, Z,
R. 8, 388).
IV) Normativo.
Habíamos dicho en la primera edición que la cuenta corriente bancaria es un contrato
normativo (430) ; habiendo profundizado nuestras investigaciones sobre la materia, en
función de la necesidad de explicar en detalle los efectos jurídicos del contrato que nos
ocupa, ampliamos convenientemente, en esta oportunidad, lo expuesto entonces.
En esa perspectiva, definimos en esta oportunidad al contrato normativo como aquel por
el cual las partes, al expresar su consentimiento acuerdan el modo y la forma de
disciplinar las futuras relaciones jurídicas que entre ellos se lleven a cabo y para el caso
de que efectivamente se concreten. Es decir que sin tener un contenido obligatorio
actual -pues las partes, cabalmente, a nada se obligan-, mediante esta clase de contrato
se pautan, reglamentan y especifican las modalidades de todas las relaciones negociales,
futuras y eventuales, o por lo menos de una pluralidad de ellas, cualesquiera que sean y
siempre que, efectivamente, tengan lugar entre las partes celebrantes del contrato.
Esta clase de contrato tiene caracteres jurídicos que lo califican ontológicamente, como
una categoría específica y distinta de la causa o finalidad de las plurales relaciones
singulares y futuras que puede abarcar. En efecto, se lo puede catalogar (431) como:
A) abstracto, pues en rigor no acoge el convenio causal de aquellas relaciones, sino que
se abstrae de cada uno de esos convenios que sirven de causa a esas relaciones
particulares. Es decir que de esta clase de contrato nace un vínculo jurídico, actual,
relativo a la conclusión de uno o más contratos, que las partes no están obligadas a
concretar, pues la obligación es eventual y su actualidad depende de la verificación del
evento (hecho, acto, contrato o negocio) que ulteriormente puede acaecer entre las
partes que han concertado el contrato normativo de que se trate.
B) preparatorio, es decir que tiene carácter definitivo, por oposición a los contratos
preliminares, que tienen existencia provisoria. Efectivamente, el contrato preliminar
tiene una existencia provisional y efímera, pues el vínculo creado entre las partes
contratantes desaparece con la formalización del contrato definitivo previsto en el
contrato preliminar de que se trate, como ocurre con el boleto de compraventa respecto
de la escritura traslativa de domicilio del respectivo inmueble.
En cambio, el carácter de definitivo del contrato normativo hace que el vínculo jurídico
resultante perdure en el tiempo, aun cuando tiene efectos sobre los actos, negocios y
relaciones jurídicas que las partes pueden llevar a cabo en el futuro, no siendo absorbido
por ellas. Es decir que el contrato normativo persiste, cumpliendo su función propia y
genuina para la cual se lo constituyó, que es distinta de los contratos singulares cuya
formación se tuvo en cuenta y que consiste en la unificación de la disciplina de esos
contratos y de las relaciones negociales, futuras y eventuales.
C) como resultado de lo expresado hasta aquí, se le puede atribuír carácter inmanente,
en el sentido de ser una relación jurídica que permanece, dado que el contrato normativo
se puede aplicar a todas las relaciones particulares sucesivas, sin que el cumplimiento y
la ejecución de ellas produzca la extinción de sus efectos propios y genuinos, siendo de
la esencia de esta categoría de contratos el que se vuelva a aplicar recurrentemente,
siempre que no exista establecido cantidad o límite de los actos, contratos o relaciones
particulares que abarca.
Lo expresado precedentemente resulta aplicable en plenitud a la cuenta corriente
bancaria, en la cual la disponibilidad, en tanto derecho de crédito en favor del cliente
que surge como resultado de las distintas relaciones individuales comprendidas, quedan
vinculadas por la cuenta corriente que hace de nexo funcional (432) , instituyendo un
régimen jurídico diverso del que sería aplicable si las partes no hubieran establecido ese
contrato de cuenta corriente (433) . Ello viene a ratificar la autonomía del contrato que
nos ocupa, pues la normatividad de que él deriva, engendra consecuencias jurídicas
propias, independientes y distintas de las que corresponden a los contratos básicos o
subyacentes (434) .
Es del caso señalar que parte de la doctrina considera a este contrato como de
coordinación (435) . Entendemos que ello no es así, porque si bien tanto los contratos
normativos como los contratos de coordinación pertenecen a la categoría de los
contratos preparatorios (436) , estos últimos se caracterizan por preordenar y organizar
el desenvolvimiento de una continuidad de relaciones futuras cuya constitución es
obligatoria, lo cual no ocurre en la cuenta corriente bancaria (437) , ya que como lo
hemos afirmado antes, no tiene un contenido obligatorio actual.
Antes de concluír es necesario evidenciar que el contrato que estamos estudiando no
puede ser caracterizado, al mismo tiempo, como normativo y de coordinación (438) ,
pues según la autorizada opinión de Vittorio Salandra, quien ha vertido conceptos
definitivos en su monografía sobre contratos preparatorios (439) , los contratos de
coordinación, por pertenecer a la categoría de los contratos preparatorios, tienen algunos
caracteres de los contratos preliminares y de los contratos normativos, no debiéndoselos
confundir con ninguno de ellos (440) .
JURISPRUDENCIA
En forma reiterada se ha reconocido el carácter normativo del contrato de cuenta
corriente bancaria; así tenemos: Cám. Com., A, LL, 1987-D, 260; B., ED, 14, 460; Juzg.
1ª Inst. C. y C., 6ª. Nom. Rosario, Z, R, 8, 388).
Sin embargo, por inspiración del vocal preopinante, Dr. J. N. Williams, se resolvió que
se trata de un contrato de coordinación (Cám. Com., LL, 1980-A, 164).
(396) R. Piret, Le compte courant, Bruselas-París, 1921, 222. Lo propio ocurrió con la
doctrina italiana a la luz de la normativa que traía el C. de Com. 1865: conf. G. Molle, I
contratti bancari, Milán, 1966, 375.
(397) Conf.: J. Hamel, Banques et opérations de banque, París, 1943, I, nº 335; Piret,
lug. cit.; R. Roblot, Traité élémentaire de droit commercial, 9ª ed., París, 1969, II, nº
2289; A. Wahl, Précis théorique et pratique de droit commercial, París, 1922, nos.
175/6; M. T. Rives-Lange, Le compte courant en droit français, París, 1969, 46.
(398) R. A. Nougués, La cuenta corriente bancaria, Bs. As., 1970, 32; J. N. Williams,
Contratos de crédito, Bs. As., 1986, 2-A, 274.
(399) Conf.: M. Vasseur y X. Marim, Les comptes en banque, París, 1966, I, nº 232;
Hamel, I, nº 341; Molle, Considerazioni sul conto corrente bancario, en BBTC, 1950-I,
99.
(400) J. L. Rives Lange y M. Contamine Raynaud, Droit bancaire, París, 1986, 224.
(401) Es la posición de Williams, 2-A, 284 y ss., que no compartimos.
(402) Folco, Il sistema del diritto della banca, Milán, 1959, 321 y 412.
(403) Molle, Considerazioni..., en BBTC, 1959-I, 99.
(404) Zavala Rodríguez, V, nº 126; a estas cuentas se las denominaba de ese modo, pues
en el pasado, y aun en la actualidad, las operaciones son comunicadas, confirmadas y
reconocidas mediante correspondencia (v.gr., carta de acreditamiento y de adelanto en
cuenta corriente).
(405) Mossa, Il diritto dello check, Sassari, 1919, conceptúa a este contrato expresando
que es un contrato autónomo, con disciplina propia, mediante el cual el cliente y el
banco tienen interés en crear una relación distinta de los demás contratos para el
servicio de caja: el banco por la ventaja de adquirir siempre nuevos fondos y cheques
para su compensación; el cliente por la seguridad de sus capitales y la comodidad de sus
pagos. El servicio de caja no es ya una cosa accidental, no es un pacto accesorio, sino un
pacto principal como es el contrato de depósito o la apertura de crédito. De la práctica
bancaria se puede deducir la conclusión de que el contrato de giro es jurídicamente
autónomo. La causa del contrato no es el depósito o la apertura de crédito, sino los
pagos que ha de realizar el banco.
(406) Conf.: Folco, 165.
(407) V.: Garrigues, 125, quien manifiesta que siendo en su contenido y desarrollo lo
esencial el servicio de caja en favor del cliente, ello lo lleva a equiparar la cuenta
corriente bancaria con el contrato que la doctrina alemana llama "de giro".
(408) F. Scordino, I contratti bancari, Nápoles, 1965, 160; Garrigues, lug. cit.; Mossa,
lug. cit.
(409) Conf.: Zavala Rodríguez, V, nº 94; Williams, 2-A, 279; Nougués, 51.
(410) La doctrina predominante entiende que se trata de un depósito irregular: Ch.
Lyon-Caen y L. Renault, IV, nº 674; E. Thaller, Traité élémentaire de droit commercial,
París, 1931, nº 1608; L. Lacour y J. Bouteron, Précis de droit commercial, París, 1921,
II, nº 1409; M. Obarrio, Curso de derecho comercial, Bs. As., 1898, II, nº 364.
En contra, entendiendo que es un mutuo: G. Baudry-Lacantinerie y A. Wahl, De la
société, du prˆt, du dép“t, París, 1905, nº 1097; Colagrosso, Nuovo digesto italiano, vº
depósito bancario, nº 5.
Sin embargo, aclara A. Morando, El contrato de cuenta corriente, Madrid, 1933, nº 6, p.
28, n. 1: el fin del depósito es la custodia, mientras que en el mutuo es el préstamo.
Otros autores sostienen que el depósito en cuenta corriente es un depósito irregular, y el
depósito a plazo fijo, un mutuo: I. La Lumia, I deposito bancari, Turín, 1913, 84 y ss.
(411) Sobre los alcances del vocablo "novación" que emplea el art. 775 Ver Texto,
C.Com., ver nº 9, letra b, ap. I.
(412) Ver nº 30.
(413) Conf.: Molle, I conttrati, 395/6; P. M. Giraldi, Cuenta corriente bancaria y
cheque, Bs. As., 1973, p. 99; Williams, 2-A, 307.
(414) Comp. con C. C. Malagarriga, Código de Comercio comentado, Bs. As., 1927, V,
nos. 211 y 218: los preceptos relativos a la cuenta corriente mercantil son aplicables
subsidiariamente a la cuenta corriente bancaria; Rivarola, Derecho comercial argentino,
Bs. As., 1940, IV, nº 1238: concuerda en lo fundamental con el criterio que
sustentamos, pero al enumerar los artículos omite varios, alguno de los cuales aplica
más adelante al ocuparse en particular de ciertas cuestiones como, por ejemplo, el art.
789 Ver Texto, relativo a la prueba del contrato (nº 1241).
En contra: Williams, 2-A, 284 y ss., quien al afirmar el carácter autónomo del contrato
que nos ocupa, sostiene que es un error aplicar los artículos del cap. I, De la cuenta
corriente mercantil, a la cuenta corriente bancaria, que queda regulado por los arts. 791
a 797 Ver Texto del C. Com. y su reglamentación por el Banco Central de la República
Argentina.
(415) Ver nº 12.
(416) Conf. entre otros: Bonelli, Conto corrente, nº 11.
(417) Como sostenía Martín y Herrera, 332.
(418) Conf.: Nougués, 51.
(419) Zavala Rodríguez, V, nos. 95 y 113.
(420) Garrigues, 117.
(421) Conf.: Malagarriga, Tratado, II, 671.
(422) S. Stogia, Appunti per un corso de diritto bancario, Padua, 1944, p. 21.
(423) Comp. con Rivarola, IV, nº 1240, quien excluye absolutamente la aplicación de
las normas sobre cuenta corriente bancaria y mercantil, en este caso.
(424) Gómez Leo, Reglamentación..., 2 y ss.
(425) Conf.: Mossa, lug. cit.
(426) Conf.: Zavala Rodríguez, V, nº 94; Williams, 2-A, 279; Nougués, 51; Garrigues,
127.
(427) Folco, 357; A. Catalbianco, Il conto corrente bancario, Padua, 1967, 89.
(428) Conf.: Garrigues, 122/3: Es evidente que la cuenta corriente bancaria nació en el
seno del depósito de dinero y como pacto accesorio suyo, destinado a facilitar la
movilización del dinero depositado... Mas poco a poco, en la práctica, fue ganando
sustantividad, convirtiéndose de pacto accesorio en contrato principal. Frente al
depósito en cuenta corriente se fue configurando en la técnica bancaria la cuenta
corriente como contrato de contenido más amplio, pues mientras en aquel contrato la
obligación del banco se reduce a la de hacer pagos secundando las órdenes del cliente,
en este otro el banquero se convierte en agente de pagos y de cobros de su cliente y en
administrador de su dinero, realizando por su cuenta todas las operaciones inherentes al
servicio de caja en el sentido más amplio de esta expresión (pagos, cobros,
liquidaciones, compensaciones de crédito y deudas, trasferencias, etc.).
(429) Conf.: Colagrosso y Molle, Diritto bancario, Roma, 1960, 495; Nougués, 45;
Williams, 2-A, 80.
(430) Conf.: Bonelli, 849, y RDC, 1914-I, 833; Stogia, 254; Colagrosso y Molle, 495;
Nougués, 46; Zavala Rodríguez, V, nº 158; Bonfanti, 102.
(431) Conf.: V. Salandra, Contratti preparatorii e contratti di cordinamento, RDC, 1940I, 6; R. Franceschelli, Natura giuridica della compravendita con esclusiva, RDC, 1939-I,
236; U. Barbero, Nuovo Digesto italiano, Milán, 1938, voz Contratto normativo.
(432) Molle, 395.
(433) Stogia, lug. cit.
(434) Conf.: Garrigues, 125.
(435) Williams, 2-A, 292; Villar Palasi y Muñoz Campos, Ensayo sobre la naturaleza
jurídica del cheque, en RDM, Madrid, 1951-XI, 7.
(436) V. t. III-A, 56.
(437) Nougués, 46.
(438) V.: C. G. Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Bs. As., 1986, 33/4.
(439) Salandra, RDC, 1940-I, 29.
(440) Salandra, RDC, 1940-I, 29.
V) De adhesión.
La doctrina está de acuerdo en que la cuenta corriente bancaria es un contrato que se
lleva a cabo -como la generalidad de los contratos bancarios- mediante adhesión a las
condiciones generales que impone el banco, limitándose el cliente a manifestar su
conformidad mediante la firma del formulario que se le propone.
Estas características de adhesión son lo normal (441) y tienen puntual vigencia respecto
de los términos globales de la cuenta corriente y del servicio de cheques que comprende
(442) . Sin embargo, en la actualidad, se ve parcialmente modificada por la inclusión de
cláusulas adicionales al formulario propuesto por el banco, mediante las cuales se
pactan determinadas modalidades en el cumplimiento del servicio de caja que el banco
cumple, así como se adicionan servicios especiales.
La regla 1.1.1.4 OPASI 2/97 establece expresamente que se requiere la conformidad del
cliente para que se debite de la cuenta corriente las comisiones pactadas libremente al
momento de la apertura de la cuenta o posteriormente, por los servicios que preste la
entidad financiera, y las operaciones concertadas con ella o con terceros, como es el
caso de los débitos automáticos.
La regla citada coincide con el nuevo texto del párrafo cuarto del art. 793 Ver Texto del
Código de Comercio, incorporado por la ley 24452 Ver Texto.
En el apartado siguiente, la citada norma reglamentaria, con deficiente redacción,
establece que, aun cuando el cliente hubiere prestado expresa conformidad, no se podrá
cargar a la cuenta corriente bancaria con servicio de cheques, débitos de importes
correspondientes a operaciones instrumentadas mediante títulos que en sí mismos no
tengan fuerza ejecutiva. Es evidente que la norma se refiere al controvertido problema
de los débitos originados en las tarjetas de crédito y de compra, con la finalidad de
excluírlos.
Sin embargo, la norma agrega a continuación que se exceptúan de la limitación anterior
los débitos automáticos, los que resulten de operaciones de comercio exterior, de
compraventa de títulos o de moneda extranjera; así como los débitos por capital e
intereses de adelantos en cuenta corriente y por intereses devengados en virtud de
descubiertos. Hasta allí la norma es coherente con la finalidad expuesta en el parágrafo
anterior. Pero a continuación se puntualiza que, además, se podrá cargar en cuenta
corriente los demás débitos originados en servicios que preste la propia institución.
Tenemos dicho (443) que, en nuestro concepto, con esta norma residual abarcativa de
todo otro supuesto pactado previamente entre el cliente y el banco, éste podrá llevar a la
cuenta corriente los débitos originados en una tarjeta de crédito o de compras, a
condición de que el contrato por el cual vendió ese instrumento establezca con toda
claridad, que se trata de un servicio que presta directamente el banco y que el cliente
autorizó, expresamente, a efectuar los débitos resultantes de la utilización de la tarjeta
de que es titular.
JURISPRUDENCIA
La contratación bancaria en general se lleva a cabo con la mecánica de la contratación
masiva, concretándose en contratos tipo o por adhesión a condiciones generales (Cám.
Com., B, ED, 10, 742; C, LL, 1987-E, 178; Cám. C.C. I, B. Blanca, LL, 1988-B, 152).
Las entidades financieras cumplen con su función intermediadora en el mercado de
capitales mediante la contratación de carácter masivo (S.C. Tucumán, JA, 1979-IV,
554) que se lleva a cabo en virtud de las normas bancarias uniformes que responden a la
exigencia del carácter de empresa que tiene en la actualidad el banco, tipificando las
operaciones en masa que realiza, con la predeterminación de cláusulas insertas en
esquemas contractuales ya configurados, como es el caso de las operaciones de
depósito, cuenta corriente y demás servicios (del fallo de 1ª inst.) (Cám. Com., C, ED,
95, 696; Rep. LL, XLII, 201).
Sin embargo, se ha resuelto recientemente que se debe descartar que en un contrato
bancario de cuenta corriente puede interpretarse que existe una verdadera sumisión del
cliente a la voluntad del prestador del dinero, porque éste manipula los fondos
depositados y los saldos de las cuentas. En realidad, tal contrato es eminentemente
consensual, es decir, pactado libremente entre las partes contratantes (Juzg. 1ª inst. C.C.,
6ª Nom. Rosario, Z, R. 8, 389).
VI) Bilateral.
El contrato que estamos estudiando genera obligaciones para ambas partes, las cuales
quedan disciplinadas por la convención normativa establecida entre el banco y el cliente
en el marco de los preceptos legales regulatorios de él, así como de las disposiciones
reglamentarias dictadas por el Banco Central de la República Argentina (444) .
JURISPRUDENCIA
Conforme a nuestra ley, el contrato de cuenta corriente bancaria es realizado entre un
banco y otra persona, por el cual el banco abre, en sus libros, al otro contratante, una
cuenta y se obliga a acreditarle los valores que con destino a ella dicho contratante o
tercero depositen o el mismo banco le adelante y a tener dichos valores a su orden en
cualquier momento, de allí su carácter bilateral (T.S. Córdoba, ED, 135, 527).
Las cuentas corrientes bancarias no son ajenas a las vinculaciones bilaterales que
relacionan a las partes contractuales, donde cada una de ellas debe cumplir sus
respectivas obligaciones reglamentarias del área vinculante (art. 1190 Ver Texto, C.
Civil, y art. 207 Ver Texto, C. Com.) para adquirir los derechos correspondientes a ellas
(arts. 409 Ver Texto, 1201 Ver Texto y concs., C. Civil) (del voto del Dr. Mitchell,
Cám. C.C. Junín, ED, 139, 748).
VII) Oneroso.
Se debe reconocer este carácter en razón de que las ventajas que el contrato de cuenta
corriente procura a una u otra de las partes no le son concedidas, sino por una prestación
que ella se obliga a hacerle a la otra (art. 1139 Ver Texto, C. Civ.). Es decir, que
mientras el cliente usufructúa el servicio de custodia y caja del crédito disponible que
tiene en el banco, éste, al adquirir la propiedad de los fondos depositados por aquél
(445) , puede realizar su actividad intermediadora del crédito lucrando con las
operaciones bancarias activas, obteniendo réditos.
De otro lado, cuando el banco concede una apertura de crédito o un anticipo transitorio
en cuenta corriente, para atender el pago de cheques en descubierto, percibe un interés
por los saldos resultantes por el período que dure el descubierto, en el primer caso al
tipo de interés pactado, en el segundo caso al más alto interés de plaza, según las
encuestas que efectúa el Banco Central de la República a esos efectos.
Se debe poner de relieve que si bien los saldos en favor del cliente, en virtud del art. 795
Ver Texto, C. Com., podían producir intereses en favor de ambas partes, y por tanto,
generalmente, debía devengarlos en favor del titular de la cuenta corriente; el Banco
Central de la República Argentina, al dictar en 1963 la reglamentación de las cuentas
corrientes bancarias con servicio de cheques (art. 56 , inc. a, decr.-ley 4776/63), dispuso
mediante el art. 42, circ. B-382, que "los depósitos en cuenta corriente no devengarán
interés alguno". Disposición reglamentaria que, con leves modificaciones en su
redacción, fue mantenida invariablemente en las sucesivas circulares dictadas por el
órgano de control, hasta el 1 de mayo de 1995.
En esa fecha, con motivo de entrar en vigencia la nueva ley de cheques 24452 Ver
Texto, el Banco Central puso en vigencia, mediante la Com. "A" 2329 del 21/4/1995, un
nuevo texto de la circular OPASI 2, que en la regla 1.14 dispone como novedad:
"Podrán reconocerse intereses sobre los saldos de depósitos en cuenta corriente en las
condiciones que libremente se convengan con los clientes".
"Los intereses sobre los saldos de depósito en cuenta corriente -en pesos y en dólares
estadounidenses- se liquidarán y capitalizarán por períodos vencidos no inferiores a
treinta días, ni superiores a un año.
"Al producirse el cierre de la cuenta, los intereses se liquidarán hasta al día anterior al
de operarse tal circunstancia".
JURISPRUDENCIA
La cuenta corriente bancaria es onerosa: el lucro del cliente consiste en la custodia del
dinero depositado y en el servicio de caja que le presta la entidad financiera; la utilidad
del banco radica en la diferencia entre el costo bancario y el interés que percibe de
aquellos a quienes presta el dinero (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164).
Si bien no existe norma específica atributiva de intereses en la cuenta corriente bancaria,
por aplicación analógica del art. 777 Ver Texto, inc. 4, C. Com., cabe concluír que
aunque no devenga intereses cada remesa, en función de disposiciones de su regulación
superintendencial, sí lo hace el saldo deudor fijado al ser cerrada (Cám. Com., D, LL,
1979-B, 252).
Asimismo, se ha declarado que siendo aplicable a la cuenta corriente bancaria el art. 785
Ver Texto, C. Com., que prevé la productividad de intereses del saldo, los que deben ser
calculados desde que se determinó el saldo deudor (Cám. Com. A, LL, 1984-A, 662;
ídem, LL, 1981-D, 466; ídem, LL, 1982-C, 60; ídem, 1981-D, 467; ídem, LL, 1984-A,
562; D, LL, 1981-C, 465; ídem, LL, 1984-A, 562).
El art. 795 Ver Texto, C.Com., rige en los casos en que es el cuentacorrentista quien
debe al banco en el caso en que la deuda tiene su causa en la autorización para girar en
descubierto; estos intereses se debitan por la entidad bancaria en la propia cuenta
corriente, sin necesidad de cláusula especial (Juzg. 1ª Inst. C. C., 6ª Nom., Rosario, Z,
R. 8, 389).
La interpretación final del art. 795 Ver Texto, C. Com., implica la posibilidad de pactar
capitalizaciones de intereses por períodos inferiores a tres meses. Cabría argumentarse
que esta capitalización se justifica por el mayor riesgo que asume el banco que presta un
servicio de caja suplementario, pues adelanta fondos en la oportunidad que el cliente los
necesita. Asimismo, se debe sostener que en materia comercial el anatocismo resulta
admisible en forma más liberal, como hipótesis prevista en los arts. 569 Ver Texto, 788
Ver Texto y 795 Ver Texto, C.Com. (Juzg. 1ª Inst.
C.C. 6ª Nom. Rosario, Z, R. 7, 522).
VIII) De ejecución continuada.
Las relaciones jurídicas que cotidianamente se establecen entre el banco y el público,
pueden tener carácter ocasional o momentáneo, como ocurre con las operaciones de
ventanilla o caja; o revestir carácter estable o permanente, como es el caso de la cuenta
corriente bancaria (446) .
En efecto, este contrato constituye una convención de ejecución continuada y de diverso
contenido negocial, que no se agota con la realización de las distintas operaciones que la
alimentan, siendo un contrato de larga duración que reglamenta tanto los derechos como
las obligaciones de las partes, por tiempo indefinido (447) .
JURISPRUDENCIA
Nada impide considerar como depósito bancario la apertura de una cuenta sin que vaya
acompañada de entrega alguna, y al depósito en cuenta corriente como un contrato de
ejecución continuada, en cuanto las sucesivas entregas constituyen la faz ejecutiva de
una única relación o convención de duración (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164).
IX) Intuitu personae.
Surge esta característica de la circunstancia de que el banco, antes de abrir una cuenta
corriente, efectúa un cuidadoso estudio evaluativo de la credibilidad y solvencia -moral
y económica- del potencial cuentacorrentista; contando con la facultad de revisar la
relación establecida durante la vigencia del contrato, si hubieran variado,
sustancialmente, aquellas condiciones tenidas en cuenta al concretarlo (448) . Por
natural consecuencia, no se concibe que el titular de la cuenta pretenda ceder el
contrato, sustituyendo la titularidad en otra persona (449) .
JURISPRUDENCIA
Si el cliente no es persona moralmente recomendable, quizá utilice la cuenta para librar
contra ella cheques sin fondos o para ingresar otros falsificados o robados, o para
utilizar, en suma, la cuenta como un receptáculo de operaciones ilícitas. Esto explica la
aparente paradoja de que quien lleva su dinero a un banco para convertirlo en un simple
derecho de crédito a su restitución, necesite además demostrar que es persona
recomendable. Si el nuevo cliente no obtiene la aquiescencia del banco, la cuenta no
está abierta, aunque desde el punto de vista jurídico aquél cumpla todos los requisitos de
capacidad que las leyes exigen (Cám. Com., B, LL, 1982-A, 259).
No se puede obligar al banco a abrir una cuenta corriente. El derecho o la oportunidad
de ser cliente del banco y las relaciones que con tal vinculación se establezcan, están
subordinados a la aceptación, acuerdo y obligaciones contractuales que se formalicen, y
su cumplimiento y rescisión no autorizan las vías del recurso de amparo intentado (C. S.
Salta, LL, 120, 243).
La cuenta corriente da vida a una relación continuada de "clientela" que aproxima a las
partes, creando vinculaciones de recíproca confianza (Cám. Com., B, ED, 97, 206).
24. SERVICIO DE CUSTODIA, DE CHEQUE Y DE CAJA.
Luego de definir y caracterizar al contrato de cuenta bancaria, corresponde determinar
la naturaleza, significado y alcances de los tres conceptos mencionados en el título de
este número, pues luego de haber experimentado una notable evolución, presentan en la
actualidad marcadas diferencias.
a) Servicio de custodia.
Históricamente vinculado al depósito de dinero, el servicio de custodia que tenía a su
cargo el depositario era lo fundamental (450) ; tal servicio pasivo prevalecía, como
principal y absorbente, sobre el servicio activo de caja que se consideraba por entonces
un simple medio para facilitar el uso y disponibilidad de los valores depositados.
Con el trascurso del tiempo la situación cambió radicalmente, invirtiéndose sus
términos, pues el servicio o deber de custodia -aspecto pasivo- ha pasado a segundo
lugar, siendo absorbido por el servicio de caja -aspecto activo- (451) que se ha
convertido en el fin principal de la cuenta corriente bancaria, ya que el banco, además
de asumir la obligación de recibir del cliente ingresos diversos en ella, debe atender,
especialmente, las órdenes que imparte el cliente para disponer de las acreencias
existentes en la cuenta en su favor.
Asimismo, es del caso señalar aquí, para enlazar el otro concepto que integra el título
(v.gr., servicio de cheque), que conforme a la regulación que instituyó el Código de
Comercio de la cuenta corriente bancaria, así como su ulterior reglamentación por el
Banco Central de la República Argentina, el modo propio y genuino de impartir las
órdenes de disposición de los fondos existentes en ella, es mediante el libramiento de
cheques (452) .
Tal modalidad de movilizar el crédito disponible en la cuenta corriente no fue, ni es,
jurídicamente excluyente de otros medios que es dable utilizar y que de hecho son
utilizados (453) ; pero la realidad de la vida bancaria nos indica que años atrás, la
mayoría de las cuentas corrientes eran operadas por sus titulares, exclusivamente,
mediante cheques y, aun hoy, existen cuentas de particulares, generalmente de
volúmenes limitados, en las cuales las sucesivas extracciones se llevan a cabo,
solamente, con el libramiento de cheques. En tales casos, existe, de hecho, una
coincidencia cuantitativa entre el servicio de caja y el servicio de cheques (454) .
JURISPRUDENCIA
La obligación de custodia que pesa sobre la entidad financiera es una de las prestaciones
principalísimas del contrato de cuenta corriente bancaria (Cám. Fed. C.C., II, ED, 147,
236). En este contrato el banco se compromete a tener a disposición del cocontratante
las sumas acreditadas o depositadas para atender las órdenes de éste conforme a las
modalidades adoptadas; es decir que la entidad presta dos servicios: el de guarda o
custodia del dinero y el de caja (Cám. Fed. C.C., II, LL,1992-E, 184).
En el depósito de fondos en cuenta corriente bancaria, la propiedad del dinero es
sustituída por la propiedad del crédito que resulta del dinero depositado (art. 732 Ver
Texto, C. Civ.), y respecto de dicho crédito es que recae la obligación de custodia que
asume el banco (Cám. Com., B, JA, 1979-IV, 497; ídem, LL, 1980-A, 164; ídem, JA,
1986-I, 614 Ver Texto; ídem, LL, 1986-B, 372).
Si bien el art. 1, inc. g, decr. 2525/71, regl. de la ley 19130 Ver Texto, establece como
medida mínima de seguridad, que la entidad tenga un lugar o recinto para operaciones
importantes alejados de la vista del público, cuando las características del local lo
permitan, la obligación de custodia derivada de la cuenta corriente bancaria, cesa en el
momento del retiro de los fondos; sin que se pueda extenderla a todo el tiempo que
permanezca dentro de la sede crediticia quien ha percibido los valores (quien cobró el
cheque, adujo haber sido asaltado en las escaleras del entrepiso, que conducen al tesoro
donde efectuó el retiro de los fondos) (Cám. Fed., C.C., II, LL, 1992-E, 184).
b) Servicio de cheque.
El libramiento regular de un cheque supone la existencia de un contrato de cuenta
corriente bancaria establecido entre el librador y el banco girado, pero ello no basta,
sino que resulta necesaria la existencia de un pacto (o convenio, o contrato, o
convención) (455) de cómo el cliente irá exigiendo, mediante sucesivos giros, la
disponibilidad de fondos en poder del banco. Es decir que no se trata de un contrato
autónomo sino de un pacto accesorio a la cuenta corriente bancaria por el cual se
disciplina la prestación del servicio de cheque, por medio de ella.
Este pacto de cheque, si bien puede ser expreso, en la práctica se concreta tácitamente
con la entrega, que hace el banco al cliente, del talonario de cheques y la firma
conforme de éste en la fórmula respectiva, donde constan las obligaciones a su cargo de
la chequera que recibe (art. 4 Ver Texto, N.L.Ch.) (456) ; tales actos constituyen la
autorización del banco para que el cuentacorrentista comience, regularmente, a girar
cheques contra la cuenta abierta a su orden (457) .
Lo descrito en el párrafo anterior es lo que ocurre, como modalidad práctica observada
por los bancos, cuando habiendo concertado un contrato de cuenta corriente bancaria
con servicio de cheques, entregan la chequera al cliente y a partir de allí éste puede girar
sobre los fondos disponibles en la cuenta, que normalmente provienen de un depósito en
efectivo efectuado previamente o, en su caso, de una apertura de crédito en cuenta
corriente contratada como cláusula adicional del contrato mencionado o en un contrato
aparte con el banco (458) . Pero hay que tener en cuenta que no siempre las cosas
pueden ocurrir así, y el hecho de no estar advertido de esas circunstancias, puede llevar
a efectuar algunas afirmaciones sin ningún fundamento jurídico, que inducen a error a
los prácticos y, en algunas ocasiones, a los profesionales que no están especializados en
esta materia.
En efecto, conviene dejar perfectamente aclarado, de un lado, que el hecho de suscribir
un contrato de cuenta corriente bancaria no otorga per se al cliente la facultad de
solicitar chequera para girar sobre esa cuenta, pues para ello es necesario incluír
expresamente, en el contrato suscrito, el pacto de cheque que habilite a ello.
De otro lado, tampoco es imprescindible que el banco, en un mal uso de su posición, al
firmar el contrato de cuenta corriente incluya una cláusula por la cual el cliente renuncia
en forma anticipada a solicitar el servicio de cheques respecto del contrato suscrito. Ello
no es necesario, pues si el contrato no prevé el servicio de cheques, ningún derecho le
asiste al cliente a exigir una prestación que no contrató, ni el banco queda sujeto a
prestar un servicio al cual no se obligó.
Lo expresado en los párrafos precedentes resulta hoy más fácil de comprender, máxime
que ahora la jurisprudencia ha superado el doble error que venía cometiendo en esta
materia, al afirmar, en primer lugar, casi por unanimidad en el ámbito capitalino -a
excepción de la Sala D-, que no podía haber cuenta corriente bancaria sin servicio de
cheques (459) , y en segundo lugar, fundamentar esa posición en las enseñanzas del
recordado Dr. Jorge N. Williams, quien no había dicho tal cosa, sino que había
manifestado en sus obras, repetidamente citadas en este volumen y, además, en sus
votos como vocal de la Sala B de la Excma. Cámara en lo Comercial de la Cap. Fed.,
que para hacer funcionar el servicio de caja que prestan los bancos, por medios distintos
del libramiento de cheques, debía haber un pacto expreso en ese sentido. Lo cual, nos
parece, ha sido el fundamento de la reforma introducida por la ley 24452 Ver Texto al
art. 793 Ver Texto, ap. 4º, C. Com., en lo relativo al certificado de saldo deudor de la
cuenta corriente bancaria, que pueden extender los bancos sin intervención del
cuentacorrentista, establecido en el apartado tercero de la citada norma legal.
La exigencia de un contrato o pacto de cheque -que es negada por parte de la doctrina
(460) - está totalmente justificada, en la actualidad, si tenemos en cuenta que tanto la ley
como su reglamentación imponen a ambas partes una serie de obligaciones y
responsabilidades que integran la disciplina del servicio de cheque (461) , v.gr., al
cliente: sobre cómo utilizar, conservar a buen resguardo y, en su caso, devolver al banco
las fórmulas o esqueletos (462) , no utilizados, la moneda en que se debe librar el
cheque, el idioma en que hay que redactarlo, etc.; al banco: sobre el modo de entregar la
disponibilidad en favor del cliente, las oportunidades en que se debe abstener de pagar
el cheque, los controles que debe efectuar al realizar su pago, los recaudos que debe
adoptar en el caso de rechazarlo, etc. (arts. 4 Ver Texto, 5, 34 Ver Texto, 35, 36 Ver
Texto, 38 Ver Texto, etc., N.L.Ch. y reglas 1.1.1.3).
Para determinar el fundamento y la esencia jurídica de las relaciones establecidas en el
pacto o servicio de cheque, nos formularemos dos interrogantes: ¿cuál es la razón
jurídica y por qué el girado debe pagar el cheque cuando le es presentado con
regularidad?, y ¿cuál es la razón por la cual el presentante del cheque puede cobrarlo y
que ello produzca efectos solutorios respecto del librador que al crear el cheque
impartió una orden de pago al banco?
I) Al primer interrogante respondemos que el banco debe pagar el cheque a su
presentación porque tiene establecida una relación jurídica contractual con su librador.
Es decir que esa obligación del banco no nace de una delegación (463) , ni de un
mandato (464) , ni de una cesión (465) , sino que se trata de una exigencia derivada del
cumplimiento del pacto de cheque, anexo al contrato de cuenta corriente bancaria, por la
cual la propiedad de los fondos depositados ha pasado al banco, convirtiéndose el
cliente en titular de un crédito en su contra, situación análoga a cuando el banco realiza
una apertura de crédito en la cuenta corriente, pues entonces, sin que el cliente entregue
fondos efectivamente, al efectuarse el acreditamiento se convierte en titular de un
crédito disponible. En ambos casos el cliente no tiene materialmente fondos en poder
del banco, sino que tiene, jurídicamente, un derecho de crédito, una disponibilidad (466)
de origen contractual, por la cual el banco está obligado a atender con fondos propios
esa deuda que se ha confundido con la llamada masa de negocios, propia del
funcionamiento de la empresa bancaria.
II) Al segundo interrogante respondemos que el poseedor presentante del cheque tiene
derecho a percibir su importe con efectos solutorios, porque es un "adjectus solutionis
causa" (467) indicado por el librador para recibir el pago de lo adeudado por el banco.
En efecto, por el pacto de cheque, el cliente y el banco han convenido el modo como el
primero puede retirar las disponibilidades que obran en su favor en la cuenta corriente,
mediante el libramiento de cheques. Tales títulos podrán ser presentados por el propio
librador o por un tercero, quien deberá acreditar las condiciones formales (legitimación)
que dispone la ley (arts. 6 Ver Texto, 13 Ver Texto, 23 Ver Texto, 32 Ver Texto y
concs., N.L.Ch.), sin que tenga relevancia la relación jurídica por la cual recibió el
cheque del librador o, en su caso, del anterior poseedor, pues el pago tendrá efectos
solutorios (art. 731 Ver Texto, inc. 7, C.Civ.), con abstracción del negocio jurídico
(título) por el cual el presentante del cheque lo recibió. Llegado este punto, resulta
decisivo poner de relieve la coincidencia del principio de abstracción propio del derecho
cambiario, con la abstracción que presenta la figura del adjectus solutionis causa, pues
en todos los casos su designación no constituye una convención con contenido
determinado, sino que por medio de ella se indica o designa, implícita o explícitamente,
a un tercero a los efectos de recibir el pago, otorgándole un título abstracto, en el sentido
de que la naturaleza del negocio que vincula al acreedor de la prestación (librador) y al
deudor que debe cumplirla (banco), así como las relaciones que mantenga el adjectus
solutionis causa con cada uno de ellos, estará determinada por su verdadera índole (468)
.
El adjectus solutionis causa es un mero beneficiario del pago, por lo cual su título se
limita a poder percibirlo con efectos solutorios cuando el deudor lo realice, es decir que
siendo un simple instrumento del cumplimiento no tiene ninguna acción ni puede
exigirle en justicia el pago (469) , tal como ocurre con el portador del cheque respecto
del banco girado, pues si éste lo paga a su presentación por considerarlo regular, goza
de la legitimación pasiva y su pago tiene efectos solutorios, tanto cambiaria (arts. 6 Ver
Texto, 13 Ver Texto, 23 Ver Texto, 32 Ver Texto y concs., N.L.Ch.) como
contractualmente (art. 731, inc. 7, L.Ch., y regla 1.3.2.1), pero si no paga, debida o
indebidamente (470) , el adjectus solutionis, o sea, el portador legitimado del cheque
que lo presenta al pago, no tiene ninguna acción contra el banco fundada
exclusivamente en el título abstracto que tiene, porque, de un lado, no tiene acción
cambiaria porque el banco no es obligado cambiario, como reconoce la doctrina en
forma uniforme (471) , y tampoco tiene acción causal contra el banco, fundada en la
relación fundamental por la cual el cheque fue librado o trasferido en su favor, puesto
que en tal relación causal no es parte el banco. Ratificamos con ello que entre el tercero
portador que presenta el cheque y el banco girado no existe ninguna relación jurídica
establecida en virtud del libramiento del cheque (472) .
JURISPRUDENCIA
La convención de cheque, por la cual el cuentacorrentista está autorizado a disponer de
las sumas existentes en la cuenta corriente bancaria, constituye una modalidad de
ejecución de ese tipo de cuenta, por la cual el banco asume los mayores riesgos y
deberes por la adopción de este medio particular de pago (Cám. Com., B, LL, 1978-C,
538; ídem, ED, 78, 411). Tal convención de cheque puede ser tácita, como cuando se
concreta por la entrega, por el banco al cuentacorrentista, de la chequera
correspondiente (Cám. Com., B, JA, 1978-III, 689).
La cuenta corriente bancaria, en tanto prestación de mantener fondos a la vista y a orden
del cuentacorrentista, no se identifica con el cheque, sino que es exactamente a la
inversa: el cheque se identifica con la cuenta corriente bancaria (Cám. Com., D, ED,
129, 417, con nota de F. H. Payá [h.]). La inversión de los términos es trascendente,
pues la existencia y operatividad del cheque suponen necesariamente una cuenta
corriente bancaria, sobre la cual girar. Ello tiene base legal en el art. 1 Ver Texto, L.
Ch., que regula el cheque con la necesaria cuenta, pero no la cuenta con los
supuestamente necesarios cheques (Cám. Com., D, LL, 1989-D, 151, con nota de C. G.
Villegas).
El cheque y la cuenta corriente bancaria han sido legislados separadamente y
representan dos figuras jurídicas autónomas, que no deben ser confundidas, ya que el
primero no es un elemento o instrumento de la segunda, sino que ésta constituye un
elemento intrínseco de la regularidad de aquél, e importa un contrato autónomo -entre el
banco y el cliente- que produce efectos que no están vinculados al título cambiario
(Cám.
C. C., I, Santa Fe, Rep. LL, XLIII, 609).
El art. 4 Ver Texto, L. Ch., no dispone que necesariamente al abrir la cuenta el banco
deberá entregar al cuentacorrentista una libreta de cheques; lo que la norma prevé es que
para la operatoria con cheques debe ser entregada una libreta con fórmulas con
determinadas características. Es decir, la norma nada predica sobre la necesidad de los
cheques en la cuenta corriente bancaria. Del mismo modo, el art. 56 Ver Texto, inc. 1,
L. Ch., dispone que el Banco Central podrá reglamentar las condiciones de apertura,
funcionamiento y cierre de las cuentas sobre las cuales se podrá librar cheques, pero
nada dice sobre la posible existencia -que no prohíbe- de cuentas sobre las cuales no
esté previsto el giro de cheques, o sobre aquellas que prevean, además del cheque, otros
medios distintos de extracción (Cám. Com., D, LL, 1989-D, 151, con nota de C. G.
Villegas).
La cuenta corriente bancaria no necesariamente debe operar con cheques, sino que
puede hacerlo por otros medios instrumentales distintos al cheque, en conjunto con tales
cheques y aun con exclusión de cheques, ya que la existencia de éstos no es legalmente
necesaria, pues ninguna norma legal impone su utilización (Cám. Com. D, ED, 129,
417, con nota de F. H. Payá [h.]; ídem, LL, 1989-D, 151, con nota de C. G. Villegas).
Si bien existen disposiciones administrativas dictadas por el Banco Central que vinculan
indisolublemente la cuenta corriente bancaria con el cheque, ellas resultan ilegítimas,
según el art. 86 Ver Texto, inc. 2, C.Nac., dado que la autoridad administrativa no
puede limitar la ley de fondo, por vía de reglamentación (Cám. Com., D, LL, 1989-D,
161, con nota de C. G. Villegas).
Otra postura jurisprudencial, que aunque mayoritaria consideramos que no se ajusta a
derecho, ha declarado que para nuestro derecho (arts. 791 a 797 Ver Texto, C.Com.;
circ. B.382, R.F. 9 y R.F. 666) la regulación legal de la cuenta corriente bancaria limita
el servicio de caja al depósito de fondos en el banco a la orden del cliente o la
autorización para girar en descubierto, cuya extracción sólo se puede efectuar por medio
de cheques (art. 1 Ver Texto, L. Ch.) (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164).
A esas consideraciones efectuadas en términos generales, se adhirieron otras salas,
sentenciando que el servicio de caja que presta el banco se identifica con el servicio de
cheques (Cám. Com., E, LL, 1986-D, 565), pues según los presupuestos del art. 791 Ver
Texto, C. Com., el contrato de cuenta corriente bancaria consiste en un servicio de caja
prestado por medio de cheques (Cám. Com., A, LL, 1987-D, 620), de lo cual se sigue
que la no utilización del servicio de cheques en una cuenta corriente bancaria, la
desnaturaliza como tal (Cám. Com., C, ED, 127, 410, con nota de F. Legón).
Sin embargo, es del caso puntualizar que en el fallo de la sala B citado supra, donde en
principio se identifica servicio de caja con servicio de cheque (causa "Gilges Aves"), el
vocal preopinante, Dr. J. N. Williams, dijo luego: "...ello significa que cualquiera de las
otras operaciones que puede llegar a abarcar el servicio de caja que se citaron
precedentemente, deben ser motivo de expresa contratación entre el cliente y el banco,
para considerarlas comprendidas en aquél". Con todo acierto, un fallo resolvió: Resulta
clarísimo, pues, que el distinguido ex miembro de esta Cámara diferenció entre: a) la
regulación legal de la cuenta corriente bancaria, que según su opinión se refería sólo a
cheques; y b) la posible regulación convencional de la cuenta corriente bancaria, por
convenir entre banco y cliente (Cám. Com., D, LL, 1989-D, 151, con nota de C. G.
Villegas).
Más recientemente se ha declarado que si bien el libramiento de cheques puede
calificarse como fundamental para canalizar el movimiento de fondos de una cuenta
corriente bancaria, ello no constituye óbice para admitir que ella opere con otros
instrumentos jurídicos acordados entre las partes (Cám. Com., E, JA, 1992-II, 464 Ver
Texto).
Las cuentas corrientes operables sin cheques, denominadas incorrectamente "cuentas no
operativas", son las que operan verdadera y efectivamente a través de otros posibles,
usuales y lícitos medios de extracción de fondos.
Es decir que la cuenta corriente bancaria no necesariamente debe operar con cheques,
sino que puede hacerlo con otros medios instrumentales distintos del cheque, en
conjunto con los cheques y aun con exclusión de cheques, dado que la existencia de
éstos no es legalmente necesaria, ya que ninguna norma legal impone su utilización
(Cám. Com., D, ED, 129, 417).
Es usual en la práctica bancaria la concentración de movimientos de fondos del cliente
en el banco por medio de la cuenta corriente, en virtud de la acreditación del resultado
de las diversas operaciones realizadas: depósitos, préstamos, cobro de valores, cajeros
automáticos, utilización de tarjeta de crédito, etc., y dicha modalidad no importa por sí
desnaturalizar la cuenta corriente bancaria (Cám. Com., E, JA, 1992-II, 464 Ver Texto).
Sin embargo, se ha declarado que hay que distinguir entre la cuenta corriente bancaria
no operativa caracterizada por la imposibilidad de librar cheques y de utilizar el servicio
de caja, de aquella que se puede llamar cuenta corriente operable, pero no operada, que
es aquella que teniendo pactado el servicio de cheques, no fue utilizado por el ejecutado,
por lo cual no existe desnaturalización de la cuenta corriente bancaria, resultando,
entonces, aplicable el art. 793 Ver Texto, C. Com. (Cám. Com., B, LL, 1994-C, 350).
c) Servicio de caja.
Como ya expresamos, el pacto (o servicio) de cheque es un contrato accesorio (473) , de
la cuenta corriente bancaria (art. 4 Ver Texto, L.Ch., y reglas 1 y ss., OPASI 2/97), que
se refiere al modo de disponer -mediante el libramiento de cheques- de los fondos
depositados cuya propiedad ha pasado al banco girado, por lo que la institución
bancaria, como contrapartida de la propiedad adquirida sobre los fondos, pasa a ser
deudora del cliente, y éste ve sustituída la propiedad de los fondos por la propiedad del
crédito que tiene respecto del banco (474) , de lo cual se sigue que cuando el cliente
libra un cheque realiza una declaración unilateral para utilizar el crédito disponible que
tiene en su favor en el banco girado, que deberá atender el pago con fondos propios
(475) .
Frente a ello tenemos que el servicio de caja es el objeto (476) o finalidad principal
(477) de la cuenta corriente bancaria y de naturaleza jurídica distinta del servicio de
cheques, pues el banco actúa en nombre y por cuenta e interés de su cliente en ejercicio
de un mandato con o sin representación, según los casos (478) , y además es
considerablemente más amplio porque abarca la realización por el banco, en los límites
de su organización como empresa, de pagos o cobros de cantidades por cuenta del
cliente o a su orden directa o indirecta.
Tal servicio de caja puede comprender todas aquellas prestaciones que las partes -banco
y cliente- convengan realizar y no estén prohibidas legal o reglamentariamente. Entre
las operaciones de pago, se puede mencionar: a la de los efectos cambiarios
domiciliados en el banco, las cartas de crédito y las facturas que el acreedor, autorizado
por el cuentacorrentista, puede presentar al banco para su cobro; el precio de los títulos
adquiridos o suscritos por cuenta del cliente, incluído el aumento de capital como
consecuencia del derecho de opción de los títulos depositados en administración; el
importe de los impuestos o tasas y, en general, todos los débitos y cualquier otra
operación cumplida en interés del cliente (479) , como son los pagos de seguros
contratados mediante la oficina productora del propio banco, los cargos de tarjetas de
crédito (480) , las amortizaciones de préstamos comerciales y personales, etc. De otro
lado, podemos mencionar el cobro de las sumas que por cualquier título o concepto
haga el banco por cuenta del cliente, así como los importes por efectos cambiarios,
cheques, remesas para cobranzas en la plaza o fuera de ella, el precio de los títulos
vendidos, los intereses y dividendos de los títulos depositados en administración, como
los créditos por descuentos de efectos (481) , sumas derivadas del ingreso de facturas,
alquileres, valores al cobro, depósitos realizados por terceros en favor del cliente, etc.
JURISPRUDENCIA
El contenido de la cuenta corriente bancaria consiste en un servicio de caja (Cám. Com.,
B, LL, 1980-A, 164); lo esencial de tal servicio de caja es que las sumas permanezcan a
la orden del cuentacorrentista (Cám. Com., E, LL, 1985-D, 565).
El servicio de caja o, más precisamente, la prestación de mantener fondos a la vista y la
orden del cuentacorrentista (Cám. Com., D, LL, 1989-D, 151, con nota de C. G.
Villegas), resulta comprensivo de todos los supuestos en que el cliente requiere del
banco el cumplimiento de un acto que éste no puede negarse a realizar porque entra
dentro de los previstos en el contrato, en la ley o en los usos (Cám. Com., B, LL, 1980A, 164).
La cuenta corriente bancaria es un contrato normativo y consensual celebrado por un
banco con su cliente, conforme a los presupuestos del art. 791 Ver Texto, C.Com., por
el cual el banco se obliga a mantener a disposición del cliente la suma acreditada o
depositada para atender las órdenes de éste, según las modalidades acordadas para el
funcionamiento de esa cuenta (Cám. Com., B, ED, 14, 460).
En el contrato de cuenta corriente bancaria el banco se obliga a mantener a disposición
del cocontratante las sumas acreditadas o depositadas para atender las órdenes de éste
conforme a las modalidades adoptadas; es decir que la entidad presta dos servicios, el de
guarda o custodia y el de caja (Cám. Fed. C.C., II, LL, 1992-E, 184).
El pago se da y perfecciona cuando en la cuenta corriente del accipiens se acredita una
suma de dinero y el acreditado tiene y goza de esa disponibilidad de crédito en cuenta
(Cám. Com., D, LL, 1992-B, 548, con nota de E.A. Barbier).
25. LA DISPONIBILIDAD.
En materia de contratación bancaria en general, la expresión crédito disponible o
disponibilidad tiene un sentido técnico-jurídico, preciso y específico, que corresponde a
una terminología utilizada para designar una realidad de las prácticas bancarias (482) .
En esa perspectiva y en una primera aproximación, cabe afirmar que hay crédito
disponible cuando el banco se obliga específicamente a tener ese crédito, pronto para ser
entregado ante cualquier requerimiento del cliente, sin posibilidad de constreñirlo a que
lo reciba antes (483) , o intentar alguna otra forma de liberación de esa obligación (484)
.
De ordinario, la disponibilidad se origina en un depósito o en una apertura de crédito en
cuenta corriente bancaria (art. 791 Ver Texto, C.Com.).
En el primer caso, como ya hemos señalado, la propiedad de los fondos depositados
pasa al banco y nace en favor del cliente un crédito disponible en cuenta sobre el cual
recae la obligación o servicio de custodia a cargo del banco. En el segundo caso, el
banco, mediante el contrato de apertura de crédito, concede al cliente la posibilidad de
utilizar crédito, hasta la concurrencia de una determinada suma (485) .
Sin embargo, hay que tener en cuenta que en la actualidad el crédito disponible en una
cuenta corriente bancaria se puede originar en cualquier negocio, operación o relación
jurídica de las mencionadas precedentemente (486) , que hubieran quedado
comprendidas en el servicio de caja pactado entre el cliente y el banco, por el cual éste
se ha comprometido a cobrar sumas por cuenta y orden de aquél, manteniendo la
disponibilidad de los créditos resultantes para atender las órdenes que el titular de la
cuenta corriente le imparta, en la forma y términos convenidos.
En función de lo expuesto corresponde caracterizar la disponibilidad como la potestad
(derecho) que tiene el cliente de hacer exigible unilateralmente el crédito -actual o
potencial- obrante en su favor en la cuenta corriente. Tal crédito disponible será actual
cuando se origine en previos ingresos de fondos en la cuenta, y será potencial cuando
tenga por base una apertura de crédito en cuenta corriente (487) .
Dicha potestad del cliente tiene como contrapartida la correlativa necesidad de
observancia (obligación) del banco, quien se halla en una situación de sujeción respecto
de los actos de disposición del cliente, sin que pueda tomar la iniciativa para liberarse
mediante una consignación judicial o solicitar al juez que fije un plazo para la
utilización efectiva del crédito disponible en favor del cliente (488) .
JURISPRUDENCIA
En el depósito de fondos en cuenta corriente bancaria, la propiedad del dinero
depositado es sustituída por la propiedad del crédito disponible en la cuenta en favor del
cuentacorrentista (Cám. Com., B, JA, 1979-IV, 497; ídem, LL, 1980-C, 374; ídem, LL,
1986-B, 372).
El elemento fundamental de la cuenta corriente bancaria lo constituye la existencia de
una disponibilidad que habilita al cuentacorrentista a disponer en cualquier momento de
la suma acreditada (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164).
Los créditos en cuenta corriente bancaria son exigibles a requerimiento del acreedor,
que puede exigir el pago en cualquier momento, sin que este derecho tenga la
correlativa facultad del deudor de cumplir mediante oferta real del depósito, ni la de
solicitar al juez la fijación del plazo para el pago. Se trata de una exigibilidad unilateral
sólo en favor del acreedor; por ello se los denomina créditos disponibles (Cám. Com.,
B, LL, 1986-B, 371). A ese concepto de disponibilidad no se aplican las normas que
rigen en materia de crédito y deudas comunes, pues ella se identifica con la exigibilidad
inmediata del crédito en favor del cuentacorrentista y con la correlativa obligación del
banco de tener la cosa a disposición de aquél (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164).
Para establecer si la autorización para girar en descubierto consiste en una apertura de
crédito en cuenta corriente, es necesario examinar si la concesión del crédito es causa
del contrato o si, al contrario, tiene un carácter accesorio del servicio de caja asumido
por el banco. Si éste se ha obligado respecto del cliente, por una suma fija, por tiempo
determinado o indeterminado, la disponibilidad surge de una apertura de crédito y serán
de aplicación las normas propias de ese contrato. Si, al contrario, esas obligaciones no
existen y el banco interviene sólo en caso momentáneo de descubierto, ello constituye
sólo un elemento de servicio de caja que tiene por objeto facilitar la realización de los
fines del contrato de cuenta corriente (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164).
No se debe confundir saldo con disponibilidad, a pesar de los términos empleados por el
art. 793 Ver Texto, C.Com., a menos que se quiera distinguir entre saldo provisorio y
definitivo. El monto de la "disponibilidad" puede ser establecido diariamente, y la ley
prescribe en forma expresa que "todo banco está obligado a tener sus cuentas al día,
para fijar la situación respecto del cliente" (art. 797 Ver Texto, C. Com.). En la
actualidad, los bancos llevan su contabilidad en forma tal que la respectiva posición de
las partes puede ser determinada en cualquier momento. Pero la cantidad que resulte no
será definitiva, dado que podrá variar si existen operaciones pendientes no registradas
(1ª inst. civ. firme, ED, 91, 690).
La existencia de una disponibilidad que habilita al cuentacorrentista a disponer en
cualquier momento de la suma acreditada constituye un elemento fundamental del
contrato de cuenta corriente bancaria (Cám. Com., B, JA, 1986-I, 614 Ver Texto).
El pago al titular de la cuenta corriente bancaria, se perfecciona cuando se acredita en
ella una suma determinada de dinero y el acreditado tiene y goza de esa disponibilidad
de crédito en cuenta (Cám. Com., D, LL, 1992-B, 548, con nota de E.A. Barbier).
Si la cuenta corriente opera a orden recíproca de sus titulares, no es procedente
investigar a quién corresponde la utilización de la disponibilidad en cuenta, dado que las
relaciones entre los cuentacorrentistas le son ajenas al banco (Cám. Com., A, LL, 1993C, 1, con nota de J. M. Curá).
(441) Molle, Manual, 114.
(442) V.: Gómez Leo, Instituciones, III, 8.
(443) V.: Gómez Leo, Reglamentación..., 16.
(444) Conf.: Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Bs. As., 1986, 32.
Contra: Zavala Rodríguez, V, nº 122, lo considera unilateral, a pesar de que más
adelante (nº 135) trata especialmente el tema de las "obligaciones del cuentacorrentista",
afirmando que es unilateral porque sólo el banco tiene a su cargo obligaciones, ya que,
en su concepto, las que son a cargo del cliente no tienen entidad para hacer considerar a
la cuenta corriente bancaria como un contrato bilateral.
(445) Conf.: Williams, 2-A, 293.
(446) Garrigues, 115.
(447) S. Rodríguez Azuero, Contratos bancarios, Bogotá, 1979, 157.
(448) Conf.: Molle, Manual, 114.
(449) Conf.: Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Bs. As., 1986, 34: es un
típico contrato de confianza.
(450) V. t. III-B, 233 y 347.
(451) Conf.: Zavala Rodríguez, V, nº 94. Comp.: Colagrosso y Molle, 302.
(452) Conf.: Williams, 2-A, 290.
(453) Conf.: Giraldi, 148.
(454) Comp.: Williams, 2-A, 291.
(455) La doctrina lo caracteriza como: convención: Messineo, VI, 396; Greco, 204;
Ferri, Manuale, 571; Folco, 530; De Semo, Trattato, 662; Bonecarrère y LabordeLacoste, Droit commercial, París, 1946, nº 1364. Contrato: Rodríguez y Rodríguez, 112;
Cervantes Ahumada, Títulos y operaciones de crédito, Méjico, 1961, 131; Cabrillac, El
cheque y la trasferencia, Madrid, 1969, 50. Contrato preliminar: Bonelli, 762.
Convenio: Majada, 100; Giraldi, 144/5. Pacto: Langle, II, 454; Garrigues, 504, quien
aclara que "si se entiende que la expresión contrato de cheque es equívoca porque
induce a suponer la necesidad de un contrato autónomo como antecedente inexcusable
de la emisión de cualquier cheque, bastaría con sustituír esa expresión por la de pacto de
cheque. Que es la que adoptamos, dada la accesoriedad señalada en el texto".
(456) Conf.: Messineo, lug. cit.
(457) Conf.: Molle, I contratti bancari, 405.
(458) V. cap. VII, nº 45, letra a, ap. II, de este volumen.
(459) Ver y ampliar nuestro estudio Reflexiones en torno al contrato de cuenta corriente
bancaria, LL, 1990-A, 1030, en el cual estudiamos la doctrina y la jurisprudencia
reinante en la década de los años 1980, sobre este tema.
(460) Han negado la existencia del pacto de cheque: A. Rocco, La natura giuridica dello
check e i diritti del possessore verso il tratario, en Studi di diritto commerciale, Roma,
1933, vol. II, 97; Magri, Natura giuridica del conto corrente, en RDC, 1905-I, 90;
Mossa, Lo check..., 235; Bigiavi, L´opposizione al pagamento nell´assegno bancario.
L´art. 298 del codice di commercio italiano, en Annuario di Diritto Comparato e di
Studi Legislativi, vol. VIII, 3ª parte, 408, nº 1; S. Pérez Fontana, Títulos-valores.
Cheques, Montevideo, 1980, 67; Malagarriga, Tratado, II, 786; Fontanarrosa, 21.
(461) Conf.: Cabrillac, 50.
(462) Rodríguez y Rodríguez, 113.
(463) Como entendió primitivamente Unger, Die rechtliche Natur der inhaberpapier,
Leipzig, 1857, a quien siguen, entre otros, Bigiavi, De Semo, Ferri, Percerou y
Bouteron, Vasseur y Marim, Pellizi, Folco, Segovia y Fontanarrosa.
(464) Como sostuvo Bolaffio, L´azione contro il traente del check contemplata nell´art.
343, C.Com., en RDC, 1903-I, 87, a quien siguen: Magri, Garrigues, Langle y Villar
Palasi y Muñoz Campos.
(465) Como entendió L. Franchi, L´assegno bancario (check), en Enciclopedia giuridica
italiana, Milán, 1912, vol. I, 4ª parte, 221, con quien coinciden, entre otros, Boistel,
Lyon-Caen y Renault, y Alauzet.
(466) V. nº 25.
(467) Esta postura fue propiciada en forma primigenia por Vivante, III, 502, nº 2, al
encuadrar el supuesto en la hipótesis del art. 1129 del C.C. italiano derogado y ha sido
seguida en nuestro país por Giraldi, 153/4, quien además refutó con toda precisión y de
modo convincente las críticas que oportunamente hizo el Dr. Fontanarrosa, ob. cit., 24,
42 y pássim, de la figura del adjectus solutionis.
Se puede ver el desarrollo in extenso de este tema, así como de las críticas que hizo A.
Rocco en RDC, 1909-II, 297 -en las cuales se apoyó Fontanarrosa- y de la contestación
que produjo el maestro César Vivante, defendiendo su teoría, en nuestras Instituciones,
III, p. 45, nº 179.
(468) Conf.: Busso, Código Civil anotado, Bs. As., 1955, V, 408; Trigo Represas,
Derecho de las obligaciones, La Plata, 1972, II, vol. 2, 86.
(469) Conf.: F. de Martino, Novissimo digesto italiano, I, 1ª parte, 285, voz Adiectus
solutionis causa, Busso, V, nº 179, ps. 408/9.
(470) Será debidamente cuando la negativa se funde en causa legal o reglamentaria; será
indebidamente cuando no tenga ese fundamento, es decir, cuando el banco
arbitrariamente se niegue a pagar el cheque presentado regularmente al cobro.
(471) V., por todos, Garrigues, 502.
(472) V. Gómez Leo, Instituciones, III, 3.
(473) Conf.: Garrigues, 504; Greco, 231.
(474) Conf.: Molle, 395.
(475) Conf.: Hamel, II, 5; Rodríguez y Rodríguez, 110; Williams, 2-A, 293.
(476) Conf.: Molle, BBTC, 1958-II, 391; Zavala Rodríguez, V, nº 94; Nougués, 50;
Williams, 2-A, 289.
(477) Conf.: Catalbianco, 89.
(478) Conf.: Fiorentino, 224.
(479) Conf.: Molle, 368.
(480) Es del caso poner en evidencia que en las cuentas corrientes con servicio de
cheques rige la regla 1.1.1.4, OPASI 2, a la que hemos aludido más arriba, en el sentido
de que no se podrá, aunque hubiera pacto expreso, cargar débitos provenientes de tarjeta
de crédito, cuando ella no sea un servicio que presta el banco.
(481) Molle, lug. cit.
(482) Fiorentino, 416.
(483) Conf.: Greco, 35.
(484) Conf.: Molle, Manual, 163.
(485) Conf.: Garrigues, 162.
(486) Nº 24, letra c.
(487) Conf.: Giraldi, 8.
(488) Comp. con: Messineo, Contenido y caracteres jurídicos de la apertura de crédito,
en Operaciones de Bolsa y Banca, Barcelona, 1957, 304: La disponibilidad designa, en
resumen, el modo de ser de un derecho de crédito. Garrigues, 195: es algo parecido a un
derecho de crédito. Giraldi, lug. cit.: es un derecho de crédito.
CAPÍTULO IV - APERTURA DE LA CUENTA CORRIENTE BANCARIA
26. CAPACIDAD.
Tanto las personas físicas como las personas jurídicas (públicas o privadas) pueden ser
titulares de una cuenta corriente bancaria (reglas 1.1.1.1 y 1.1.1.7, OPASI 2/97) (489) .
a) Personas físicas.
Respecto de la capacidad de las personas físicas para poder abrir una cuenta corriente
bancaria, rigen los principios generales expuestos al tratar la teoría general de los
contratos comerciales (490) : se requiere capacidad legal para contratar y disponer de
los bienes de que son titulares, es decir, que se trate de personas que hayan cumplido 21
años, sin que pese sobre ellos prohibiciones o inhabilidades; v.gr., art. 140 Ver Texto,
C.Civ.: "dementes declarados tales en juicio"; art. 152 bis Ver Texto, C.Civ.:
"inhabilitados judicialmente"; art. 153 Ver Texto, C.Civ.: "sordomudos que no saben
darse a entender por escrito"; art. 1160 Ver Texto, C.Civ.: ciertos incapaces para
contratar; art. 12 Ver Texto, C.Penal: "condenados a más de tres años de prisión o
reclusión, mientras dure la pena".
A ellos corresponde agregar las personas incluídas en la "Base de datos
cuentacorrentistas inhabilitados" (regla 1.4) que no hayan sido expresamente
rehabilitados (reglas 1.8.1 a 1.8.4).
Se debe tener en cuenta que a pesar de no haber llegado a la mayoría de edad, cuentan
con capacidad para contratar, en general, y para abrir una cuenta corriente bancaria, en
especial, los siguientes sujetos:
I) los menores que habiendo cumplido 18 años cuenten con autorización expresa (art. 11
Ver Texto, C.Com.) o tácita (art. 12 Ver Texto, C.Com.) para ejercer el comercio. En el
primer caso la capacidad es plena; en el segundo, ella queda restringida a la apertura de
una cuenta corriente a nombre conjunto con el padre (o la madre), con quien ha formado
una sociedad de hecho y que se relacione, exclusivamente, con el giro comercial del
negocio donde funciona esa sociedad de hecho.
II) los menores con título profesional habilitante (art. 128 Ver Texto, ap. 2º, C.Civ.),
aun cuando no hayan cumplido 18 años. La cuenta, en este caso, tiene la operatividad
limitada a lo que el menor obtenga con el ejercicio de su actividad profesional (art. 128
Ver Texto, ap. 3º, y art. 283 Ver Texto, C.Civ.).
III) los menores que han concretado contrato de trabajo (art. 128 Ver Texto, ap. 2º,
C.Civ.). El caso es similar al anterior, en cuanto a la limitación de la operatividad de la
cuenta, pero en este supuesto el menor debe haber cumplido 18 años.
IV) los menores emancipados, por matrimonio o por habilitación de edad (art. 131 Ver
Texto, aps. 1 y 3, C.Civ.). Si el menor hubiera contraído matrimonio sin autorización, si
bien adquiere la capacidad civil, sufre las limitaciones que impone el art. 131 Ver
Texto, ap. 2º, C.Civ., pues no tiene la libre administración y disposición de los bienes
recibidos o que reciba a título gratuito.
JURISPRUDENCIA
La apertura de una cuenta corriente bancaria en infracción de las normas regulatorias de
dicha operación, constituye un proceder antijurídico, conclusión similar a aquella a la
cual se debe arribar en cuanto la inadvertencia relativa a la incapacidad del
cuentacorrentista, por ser menor de edad, resulte imputable a una evidente negligencia
del banco en la verificación de las condiciones de su cocontratante (Cám. Com., A, LL,
1988-B, 4).
En principio, la apertura de una cuenta corriente bancaria cuando el solicitante esté
inhabilitado para ello, bastaría para responsabilizar al banco frente al portador del
cheque librado por aquél (Cám. Com., B, LL, 1981-C, 615).
Es culposa la conducta del banco que abre una cuenta corriente bancaria trasgrediendo
la prohibición del Banco Central, de abrir cuentas antes de cumplirse un año después de
cerrada la anterior por libramiento de cheques sin provisión de fondos (Cám. Com., ED,
51, 719).
El solo hecho de haber abierto una cuenta corriente a un menor de edad no
responsabiliza civil y extracontractualmente al banco frente al beneficiario del cheque
rechazado por el banco, pues resulta menester, además, que se intentara
infructuosamente la acción cambiaria o causal emergente del negocio celebrado con el
menor, o cuando menos haber reclamado extrajudicialmente la satisfacción de la
acreencia (Cám. Com., A, LL, 1988-B, 4).
Corresponde autorizar a la concursada a ser titular de una cuenta corriente bancaria para
procurar la solución preventiva de la crisis patrimonial -la ley de concursos prevalece
sobre el régimen de inhabilitación de la circ. OPASI-, ya que el tráfico mercantil actual
se canaliza a través del cheque como medio para hacer efectiva la disponibilidad. En
esta cuenta sólo se podrá librar cheques certificados (1ª Inst. Com., Juzg. 18, firme, ED,
130-338).
Ratificándose que para la procedencia de la acción tendiente a obtener el valor del
cheque impago, por responsabilidad extracontractual de daños y perjuicios fundada en
el obrar dañoso y antijurídico del banco, al autorizar la apertura de una cuenta corriente
sin cerciorarse debidamente de uno de los presupuestos básicos para hacer viable el
otorgamiento de la cuenta, esto es, la capacidad del cuentacorrentista, es necesaria la
concurrencia de ciertos requisitos: 1) la existencia de daño; 2) la presencia de una
conducta ilícita o antijurídica; 3) la imputabilidad de esa conducta al autor del daño, sea
por dolo o culpa o negligencia; 4) que medie relación de causalidad entre el acto
perjudicial y el daño sufrido por el interesado (Cám. Com., A, LL, 1988-B, 4).
b) Personas de existencia ideal.
Las personas jurídicas (públicas o privadas), comprendiendo en ellas al Estado,
provincias, municipalidades, entidades autárquicas, la Iglesia católica (diócesis,
parroquias, órdenes, congregaciones), asociaciones, fundaciones, sociedades civiles,
sociedades comerciales (art. 35 Ver Texto, C.Civ.), tienen capacidad para establecer
contrato de cuenta corriente bancaria, por medio de sus representantes legales o
estatutarios (regla 1.1.1.7.4, OPASI 2/97).
Se debe tener por incluídas las simples asociaciones, sin personería jurídica otorgada
por autoridad competente, si su constitución y designación de autoridades se acredita
por escritura pública o instrumentos privados de autenticidad certificada por escribano
público (art. 46 Ver Texto, C.Civ.). En todos estos casos, como más adelante veremos
en detalle, la cuenta se abrirá a nombre de la persona jurídica y a orden impersonal de
sus autoridades o representantes.
Asimismo se permite abrir cuenta corriente bancaria a las simples acciones sin
personería jurídica, y a las sociedades comerciales irregulares y de hecho. Como
también veremos en el número siguiente, en términos generales se puede decir que la
cuenta se abre a nombre de la asociación o sociedad de que se trata, o a nombre personal
de sus directivos o socios, para que gire a orden recíproca o conjunta de ellos.
Para concluír, dejamos sentado que la capacidad de las personas jurídicas mencionadas
en el primer párrafo, no sufre mengua alguna porque la cuenta corriente bancaria no esté
comprendida entre los actos relativos al objeto social de ellas o al fin de su creación,
pues ese contrato bancario resulta en la actualidad de imprescindible necesidad para el
manejo de los fondos que integran su operatividad patrimonial, razón por la cual
estimamos que no se puede considerar, en ningún caso, un acto notoriamente extraño a
su objeto social, cualquiera que fuera el fin perseguido con su creación.
Hay que agregar que la regla 1.1.1.7.3, OPASI 2/97, que tiene redacción distinta de la
anteriormente vigente (regla 1.1.1.5.3, OPASI 2/88), se refiere, en principio, a todas las
personas jurídicas regularmente constituídas e inscritas en el órgano oficial de sus
respectivas jurisdicciones. Luego introduce la novedad de referirse a cómo se debe abrir
la cuenta corriente bancaria cuando quien lo solicite sea una firma (sic) o sociedad o
corporación extranjera que no esté inscrita en la República. En tal caso, quienes
soliciten la apertura de la cuenta deberán cumplir con los recaudos que la regla 1.1.1.1,
OPASI 2/97, exige para las personas físicas que resulten cuentacorrentistas a título
personal.
JURISPRUDENCIA
En la relación derivada de una cuenta corriente bancaria, es suficiente que el banco
verifique los poderes de las personas que tienen facultades para obligar al titular de la
cuenta, y si aquéllas extralimitan sus poderes se comprometió la responsabilidad de su
mandante, pero ello es inoponible al banco (Cám. Fed. C.C., I, Rep. LL, XLII, 203).
La persona jurídica titular de una cuenta corriente bancaria, es responsable por el pago
de los cheques ejecutados, por no haber revocado ante el banco girado las
autorizaciones para operar la cuenta (art. 1963 Ver Texto, inc. 1, C.Civ.) (Cám. Com.,
B, LL, 1982-D, 384).
27. DIVERSAS CLASES DE CUENTAS.
Ab initio corresponde establecer que si bien, en la mayoría de los casos, la persona a
cuyo nombre se abre la cuenta corriente (titularidad) es quien está habilitada
(legitimación) para utilizarla y operarla, existen algunos casos en los cuales la
titularidad está en cabeza de un sujeto y la operatividad de la cuenta a orden de otro u
otros sujetos distintos. Situación, esta última, que se da inexorablemente en las cuentas
abiertas a nombre de una persona jurídica, que operan, necesariamente, a orden de sus
representantes legales o estatutarios.
Sentado ello, pasamos a considerar las diversas modalidades que cabe adoptar en la
apertura de la cuenta corriente bancaria y los diversos efectos jurídicos que se pueden
producir.
JURISPRUDENCIA
El cambio de titularidad o el cambio de régimen de la operatividad de una cuenta
corriente bancaria, debe ser convenido e instrumentado de manera expresa a iniciativa
del propio interesado, y no por decisión unilateral de la entidad financiera; ello es así,
aun cuando haya habido manejo irregular de la cuenta por el responsable de la firma, y
al margen también de los errores de imputación o anormal manejo de la contabilidad
atribuíble al banco (Cám. C.C., I, B. Blanca, LL, 1988-B, 152).
a) A nombre y orden de una misma persona.
Es el caso más común, en el cual el titular de la cuenta es quien está habilitado para
utilizarla por medio de las órdenes que personalmente imparta al banco.
Como la titularidad del derecho de crédito disponible en poder del banco es de la
persona a cuya orden funciona la cuenta, en caso de fallecimiento de ella, o de embargo
sobre la cuenta, así como las responsabilidades contractuales y cambiarias, no presentan
mayores dificultades en su solución, al contrario de lo que ocurre en algunos de los
supuestos que tratamos a continuación.
JURISPRUDENCIA
Si a pesar del cierre de la cuenta por muerte del cuentacorrentista, sus herederos dieron
instrucciones al banco sobre las diversas obligaciones a cumplir con los fondos
ingresados con posterioridad al cierre, ordenando el pago de dos cheques en circulación,
ello implicó admitir expresamente la vigencia y prórroga del contrato de apertura de
crédito en cuenta corriente, y el banco pudo compensar el saldo existente en la cuenta
con el crédito que existía en su favor (Cám. Com., LL, 35, 971).
El dinero que el causante tenía depositado en cuenta corriente en un banco, no se
convierte por razón de su muerte en depósito judicial que el banco esté obligado a
entregar o a exhibir ante una orden del juez, por aplicación analógica del art. 469 Ver
Texto,
C. Proc. Si el banco se allana a entregarlo, la intimación ha evitado el trámite engorroso
y pesado de una demanda; pero si no lo hace, si no reconoce ser deudor de lo que se le
reclama o alega derechos sobre esos fondos, los interesados no tienen otro camino que
deducir la acción que consideren viable (Cám. C.C. 2ª, II, La Plata, LL, 44, 666).
b) A nombre conjunto de dos o más personas y orden recíproca de ellas.
La titularidad del crédito disponible en la cuenta pertenece a todas las personas a cuyo
nombre se abrió.
La obligación de restitución que tiene el banco puede ser exigida, en su totalidad, por
cualquiera de los acreedores-titulares de la cuenta, porque se trata de una obligación
disyuntiva (o disjuntiva) (491) , que cuando tiene origen contractual, como es el caso de
la cuenta corriente bancaria, está sujeta al régimen legal de las obligaciones solidarias
(492) . Tal solidaridad activa es la que autoriza a cualquiera de los acreedores para
reclamar la totalidad del crédito.
Como consecuencia de esa disyunción personal o subjetiva que se presenta respecto de
los titulares de la cuenta a orden recíproca, el embargo que se disponga sobre el crédito
disponible por obligaciones contraídas por alguno de los titulares, deberá ser trabado
por la totalidad de la suma ordenada sobre el importe existente en la cuenta, y no por la
parte viril correspondiente a quien contrajo la obligación. Es decir, no corresponde
dividir los depósitos en cuenta y las consiguientes responsabilidades, entre sus titulares
(493) .
Asimismo, en caso de fallecimiento o incapacidad de uno de los titulares, salvo orden
judicial en contrario, el otro u otros titulares pueden retirar, en todo o en parte, el crédito
disponible en la cuenta (494) .
En el supuesto de que resulte de la cuenta corriente bancaria un saldo deudor en los
términos del art. 793 Ver Texto, in fine, C. Com., la responsabilidad contractual de los
titulares es solidaria y la acción ejecutiva puede ser deducida contra todos ellos. En
cambio, si se produce el rechazo de un cheque por falta de fondos librado por uno solo
de los cuentacorrentistas, la acción cambiaria ejecutiva sólo puede ser deducida contra
el firmante del cheque, pues los demás titulares, al no haber firmado el cheque, no son
obligados cambiarios, y si fueran demandados por el cobro del cheque, puede oponer la
excepción de inhabilidad de título, que en el juicio ejecutivo es el equivalente de la
defensa de fondo de falta de acción del juicio ordinario (495) .
JURISPRUDENCIA
Respecto de las cuentas corrientes bancarias a la orden recíproca o indistinta, se ha
declarado, como principio general, que los cotitulares son acreedores o deudores
solidarios del banco (Cám. Com., A, LL, 1983-D, 356; ídem, LL, 1993-C, 1, con nota
de J. M. Curá; B, 23/5/1979, Sarfini, S., c. Shandra, I.; C, 26/9/1975, "Bco. Popular de
Quilmes c. D´Onofrio, N. O.").
Quien solicitó la apertura de una cuenta corriente juntamente con otras personas, a la
orden indistinta de cualquiera de ellas, quedó solidariamente obligado al pago de los
saldos deudores que arroje dicha cuenta (Cám. Com., B, LL, 1986-D, 661; ídem,
8/11/1991, "Bco. Supervielle, S.A. c. Miñones de la Serna, N."; C, LL, 1976-A, 46); en
tal caso esa forma de giro permite que cualquiera de los titulares pueda extraer la
totalidad de los fondos existentes en la cuenta (Cám. Com., JA, 2, 108), debiéndose
presumir que dichos fondos pertenecen en partes iguales a todos los titulares (Cám.
Civ., 2ª, JA, 74, 787). Debido a ello es que procede la intimación ordenada contra el
cotitular de dichos fondos, que los retiró, para que deposite la mitad de su importe
(Cám. Civ., 2ª, GF, 179, 11).
Si bien el depósito a orden recíproca puede ser retirado íntegramente por cualquiera de
los titulares de la cuenta, se debe presumir que pertenecen a todos ellos en partes
iguales, salvo prueba en contrario (Cám. Civ. 2ª, GF, 146, 264; Cám. C.C. 2ª Mercedes,
B.A., JA, 1945-II, 673). Es decir que la presunción de que las sumas depositadas
pertenecen a los depositantes por mitades, cede ante la demostración de que esos fondos
provienen exclusivamente de la cuenta que estaba a nombre de uno de ellos (Cám. Civ.
1ª, GF, 162, 64).
Si el depósito bancario hállase a la orden recíproca de la causante y de una tercera
persona, a ésta le asiste la presunción de corresponderle la mitad de los fondos
depositados, salvo prueba en contrario, cuya entrega no puede supeditarse a que llegue
la oportunidad de distribuír el haber sucesorio, porque no forma parte del acervo
hereditario (Cám. Civ. 1ª, GF, 152, 257).
Si bien se ha declarado que cualquiera de los acreedores del depósito alternativo obrante
en un banco puede retirarlo, sin que ese derecho cese por el fallecimiento del
codepositante (Cám. Com., JA, 2, 108), también se ha sentenciado que el depósito a la
orden recíproca del causante y de su hermana que ha sido hecho por el primero sin
haberse convenido entre ellos la forma en que se dividiría, corresponde declarar que se
trata de un crédito solidario hacia el banco depositario. Si bien los fondos pudieron ser
extraídos en su integridad por cualquiera de los titulares, las relaciones jurídicas entre
ellos o sus sucesores, los coloca en una situación de ser cada uno propietario sobre la
mitad del depósito (Cám. Civ. 2ª, LL, 22, 92).
Los fondos depositados a orden recíproca debe considerárselos como correspondiendo
en propiedad por partes iguales a cada uno de los titulares, salvo prueba en contrario, y
la suma que así pertenece al causante debe satisfacer el impuesto sucesorio (Cám. Civ.,
JA, 33, 482).
Si bien en las cuentas a la orden recíproca o indistinta los cotitulares serán acreedores o
deudores solidarios del banco cuando no se ejecuta el saldo deudor en cuenta corriente
bancaria, sino un cheque firmado por una de las personas autorizadas a hacerlo, atento
al carácter abstracto, formal y completo del título, es procedente la excepción de
inhabilidad de título opuesta por quien estando facultado a librar cheques, no lo firmó,
por cuanto es ajeno a las obligaciones contraídas por el librador (Cám. Com., A, LL,
1983-D, 366; ídem, LL, 154, 404; ídem, LL, 137, 780; B, ED, 97, 718; ídem, JA, 1980II, síntesis; C, LL, 1975-D, 410; ídem, JA, 1982-IV, 39; E, LL, 1984-A, 130, con nota
de O. R. Gómez Leo; Cám. C.C. 4ª Córdoba, JA, 1973-20, 692; Cám. C. C. 1ª B.Blanca,
12/3/60, causa 40.076).
En aplicaciones particulares del principio enunciado anteriormente se ha declarado que
la circunstancia de que una cuenta corriente sea a orden recíproca o indistinta de dos o
más personas, no las convierte en codeudores solidarios al pago de los instrumentos
librados sobre dicha cuenta (Cám. Com., A, ED, 29, 453; ídem, 19/8/1983, "Zanni, L.,
c. Trasporte Los Mellizos" Ver Texto; B, 8/11/1991, "Bco. Supervielle Soc. Gral. c.
Miñones de la Serna, N."; E, LL, 1984-A, 130).
Resultando procedente la inhabilidad de título interpuesta por uno de los dos titulares, si
el cheque fue firmado por el otro titular fallecido habiéndose cerrado la cuenta por el
banco (Cám. Com., A, ED, 29, 453; B, ED, 41, 694; 1ª Inst. C. C. 5ª Nom. Rosario,
firme, Z, 31-J, 694).
Así como también la acción de repetición de un pago sin causa originado por la
acreditación errónea de un cheque en una cuenta que no era debida, procede sólo contra
quien dispuso de dichos fondos (Cám. Com., B, 8/11/1991, "Bco. Supervielle Soc. Gral.
Miñones de la Sera, N.").
El principio de responsabilidad solidaria se opone tanto a la pretensión de dividir los
depósitos en cuenta y las consiguientes responsabilidades entre sus titulares, así como a
la de demandar a todos los titulares de una cuenta conjunta para obtener el cobro de un
cheque librado por uno de ellos (1ª Inst. C.C., 5ª Nom. Rosario, Z, 31-J, 29; ídem, Z,
28-J, 148; Cám. C.C. II, Rosario, Z, 14-J, 5).
Si bien el banco puede acreditar sumas en una cuenta corriente abierta a la orden de más
de un cuentacorrentista sin tener previa autorización de todos, no es admisible que
debite en una cuenta de esta índole obligaciones asumidas por uno solo de ellos, y
ajenas al contrato, sin contar con el consentimiento expreso de los demás interesados
(Cám. Com., E, ED, 140, 378).
El embargo trabado sobre una cuenta a la orden recíproca de los dos cónyuges, en virtud
de la sentencia que condena a uno de ellos, sólo puede recaer sobre el 50 % de lo
depositado, si no se ha aportado ninguna prueba que destruya la presunción del art. 689
Ver Texto, inc. 3, C.Civ. (Cám. Civ. 2ª, LL, 18, 913; GF, 146, 264).
Corresponde a la naturaleza del depósito a orden recíproca que cada uno de los
depositantes puede reclamar la totalidad del crédito, sin que deudas de uno puedan
enervar la acción del otro. Sería absurdo y antijurídico responsabilizar a uno
constituyéndolo en deudor solidario, ya que ni siquiera es mancomunado. En
consecuencia, es improcedente la oposición del banco al levantamiento del embargo
trabado sobre dichos fondos solicitado por uno de los depositantes, alegando la calidad
de deudor del otro depositante (1ª inst. fed. firme, Corrientes, JA, 1942-IV, 826).
c) A nombre y a la orden colectiva o conjunta de dos o más personas.
A diferencia del caso anterior, en este supuesto la cuenta corriente opera con la firma de
todos los titulares a cuya orden está abierta, no sólo en cuanto al libramiento de
cheques, sino también de todas clases de órdenes destinadas a hacer funcionar el
servicio de caja que presta el banco.
Por natural consecuencia, en caso de fallecimiento o incapacidad de algunos de los
titulares, la cuenta debe ser cerrada y el crédito disponible resultante será entregado a
quien o quienes corresponde hacerlo, cuando medie orden judicial que resuelva en ese
sentido. Normalmente, la entrega se hará a los titulares sobrevivientes y a los herederos
del fallecido o al administrador de la sucesión.
Si se dispone el embargo contra uno de los titulares de la cuenta, la medida cautelar
debe ser trabada por la suma indicada sobre el crédito disponible, sin perjuicio de que el
cotitular que no sea responsable de la deuda que fundamenta la traba del embargo,
solicite el desembargo de la parte que le corresponde. El fundamento de esta afirmación
radica en la circunstancia de que, a diferencia del caso anterior, los titulares de la cuenta
forman una suerte de condominio sobre el saldo existente en la cuenta, que no le
corresponde, ni pueden disponer de él en su totalidad ninguno de ellos en forma
individual, sino que sólo pueden ejercer la potestad de restitución, es decir, el derecho
subjetivo del cual son titulares, en forma conjunta.
JURISPRUDENCIA
En las cuentas corrientes que funcionan a orden conjunta de sus titulares, se presume
que la propiedad de las sumas depositadas es propiedad de ellos por partes iguales
(Cám. Civ. 1ª, GF, 167, 340).
La prueba de que el depósito a la orden conjunta de ambos depositantes no establece
una copropiedad por partes iguales, incumbe a aquel que ataca la presunción del art. 689
Ver Texto, inc. 3, C. Civ., y no a quien la invoca (Cám. Civ. 1ª, LL, 7, 750).
El depósito bancario a orden conjunta de dos personas constituye una obligación
mancomunada en el que debe juzgarse que cada parte tiene una porción igual a la otra,
salvo que lo contrario resulte del título de la obligación de los antecedentes y demás
circunstancias de ella (Cám. C.C. Rosario, JA, 68, 558).
d) A nombre de una o más personas y a la orden de otra o de otras dos o más personas,
recíproca o conjunta.
En este caso, el titular o los titulares de la cuenta corriente son los propietarios del
crédito disponible, careciendo de legitimación para operarla, facultad que queda en
cabeza de la persona o personas a cuya orden -conjunta o recíproca- funciona ella.
Como consecuencia de esa situación, se producen los siguientes efectos jurídicos:
I) Ante el fallecimiento o incapacidad del titular o de alguno de los titulares de la cuenta
conjunta, ésta se cierra y el crédito disponible será entregado, previa orden judicial
cursada al banco, a los herederos en el primer caso (cuenta individual) y al cotitular y
los herederos del muerto o incapacitado, en el segundo caso (cuenta conjunta), rigiendo
en la especie el principio de las obligaciones indivisibles, que presume que el crédito
corresponde en partes iguales a sus titulares, salvo pacto en contra del cual tenga
conocimiento expreso el banco (art. 689 Ver Texto y arg. art. 2708 Ver Texto, C.Civ.).
II) Si quien queda incapacitado o fallece es la persona a orden de quien gira la cuenta, el
titular o los titulares deben designar a otra persona en su reemplazo para que continúe
las funciones de mandatario e imparta las órdenes que hagan funcionar el servicio de
caja que presta el banco. Este reemplazo no será imprescindible si la cuenta operaba a
orden recíproca del fallecido o incapacitado, pero tendrá ese carácter si la cuenta
funcionaba a orden conjunta de ese sujeto y de otro u otros.
III) El embargo de la cuenta será procedente cuando tenga por fundamento una deuda
contraída por el titular o alguno de los titulares si la cuenta es a orden conjunta, del
modo ya explicado, según los casos. La traba de la medida cautelar será improcedente si
el responsable de la deuda es una o algunas de las personas a cuya orden gira la cuenta.
IV) El titular o los titulares de la cuenta corriente son responsables contractualmente del
cobro por el saldo deudor que resulte de ella; en el primer caso, en forma personal
(cuenta individual); en el segundo, en forma solidaria (cuenta conjunta).
V) La responsabilidad cambiaria emergente de un cheque librado regularmente por
quien o quienes estén autorizados a ello, que sea rechazado, será del titular o los
titulares de la cuenta.
Tanto en el caso anterior como en éste, no son responsables ante el banco o ante el
tenedor del cheque la persona o personas a orden de quien o quienes gira la cuenta
corriente; ello, sin perjuicio de las responsabilidades que tales sujetos pueden tener ante
los titulares de la cuenta, por mal desempeño o exceso en el ejercicio del mandato que
éstos le han conferido.
VI) Resulta significativo realizar una breve disquisición sobre una situación que puede
presentarse y que no hemos visto tratada en las obras consultadas.
Se trata del caso en el cual el titular de la cuenta corriente que funciona a nombre de
otra u otras personas, libra un cheque personalmente contra esa cuenta. En tal supuesto,
aplicando la fecunda distinción entre derecho interno y derecho externo del cheque,
tenemos que:
A) El cheque en cuestión es irregular como orden de pago (derecho interno), razón por
la cual será rechazado por el banco. El fundamento de tal rechazo será que no ha
firmado el cheque el sujeto o los sujetos a cuya orden puede funcionar la cuenta
corriente (regla 1.2.2.7, OPASI 2/97), porque es obligación la autenticidad de la firma
del cheque con la que el banco tenga extendida en sus registros por aquel o aquellos a
cuya orden puede operar la cuenta (arg. arts. 32 Ver Texto, 35 Ver Texto y 36,
N.L.Ch.).
B) Sin embargo, en el ámbito del derecho externo, en el cual el cheque es considerado
un título de crédito, de la especie de los papeles de comercio, que obliga
cambiariamente a su librador (art. 40 Ver Texto, N.L.Ch.), el tenedor-presentante del
cheque rechazado puede accionar cambiariamente contra el firmante del título. Pero
debe quedar claro que esa responsabilidad cambiaria se fundamenta en que tal sujeto es
firmante del papel de comercio, y no en el hecho de que sea titular de la cuenta corriente
bancaria.
En nuestro concepto, es un supuesto similar al libramiento de un cheque en chequera
ajena, que si bien no es idóneo para hacer funcionar el servicio de caja, responsabiliza
cambiariamente al librador-firmante del título ante su tenedor.
JURISPRUDENCIA
En la relación derivada de una cuenta corriente bancaria, basta que el banco verifique
los poderes de las personas que tienen facultades para obligar al titular de la cuenta, y si
por la índole de la operación bancaria va de suyo que no tenía por qué exteriorizar cuál
era el motivo del depósito de los cheques y de la extracción de los fondos, si aquél
extralimitó los poderes comprometió la responsabilidad de su mandante, pero ello es
inoponible al banco (Cám. Fed. C.C., I, Rep. LL, XLII, 203).
Los fondos de una cuenta corriente bancaria pertenecen a la persona a cuyo nombre ha
sido abierta, aunque su disponibilidad haya sido puesta a nombre de un tercero (Cám.
Civ. 1ª, GF, 145, 63; ídem, LL, 17, 564).
Es decir que quien opera la cuenta corriente cuyo titular es otra persona ejerce un
mandato para retirar los fondos, pero ello no importa conferirle derecho alguno sobre
esos fondos (S.C.B.A., DJBA, 1948-XXV, 754).
Los cheques deben ser librados por las personas debidamente autorizadas por el titular
de la cuenta y la autorización debe quedar registrada en el establecimiento bancario que
debe pagarlos. No hay, pues, posibilidad de firmar cheques en virtud de autorizaciones
no registradas en el banco contra el cual se libran los cheques (Cám. Com., B, LL,
1982-D, 384).
Es suficiente que el banco verifique los poderes de las personas que tienen facultades
para obligar al titular de la cuenta, y si aquéllas extralimitan sus poderes, se
comprometió la responsabilidad de su mandante, pero ello es inoponible al banco (Cám.
Fed. C.C.I, Rep.
LL, XLII, 203).
La persona jurídica titular de una cuenta corriente bancaria es responsable por el pago
de los cheques ejecutados, por no haber revocado ante el banco girado las
autorizaciones para operar la cuenta (art. 1963 Ver Texto, inc. 1, C. Civ.) (Cám. Com.,
B, LL, 1982-D, 384).
La falta de notificación al banco de la desvinculación del apoderado de la sociedad
anónima titular de la cuenta corriente no puede ser imputada a aquél, en tanto se trata de
una obligación del cuentacorrentista, y no de su apoderado (Cám. Com., A, LL, 1994-E,
69).
La muerte del titular de una cuenta corriente bancaria, extingue el mandato conferido a
quien se le había otorgado la facultad de disponer de los fondos depositados y, por
consiguiente, el banco en conocimiento del hecho no debe entregar los fondos al
girador. Si, al contrario, fallece este último, sus herederos carecen de todo derecho a los
fondos depositados, que el banco deberá entregar al titular de la cuenta (S.C.B.A.,
DJBA, 1948-XXV, 754).
e) A nombre de asociaciones, fundaciones, sociedades y otras entidades con personería
jurídica.
En estos casos, como la entidad es un sujeto de derecho perfectamente diferenciado de
quienes la integran, la cuenta corriente se abre a nombre de la entidad de que se trate y a
orden impersonal de sus autoridades. Generalmente, el funcionamiento de la cuenta es a
orden conjunta de su presidente y tesorero, o presidente y vicepresidente, etc.; sin
perjuicio de que pueda ser a orden de más de dos personas y pueda operar por lo menos
con la firma conjunta de dos de ellas.
Para la apertura de la cuenta y, en su caso, para la actualización del registro de firmas, el
banco debe exigir la presentación del instrumento constitutivo y, en su caso, del acta del
órgano de gobierno donde conste la distribución de cargo de las autoridades a cuya
orden puede operar la cuenta.
JURISPRUDENCIA
El titular de la cuenta corriente bancaria -en el caso, una asociación civil- es responsable
por el pago de los cheques que se ejecutan en autos, ya que no produjo la revocación de
las autorizaciones para operar esa cuenta (art. 1963 Ver Texto, inc. 1, C.Civ.), sin
importar en la especie el cambio de autoridades producido en la institución demandada
(Cám. Com., B, LL, 1982-D, 384).
En la relación de cuenta corriente al banco le basta con verificar los poderes de la
persona a cuya orden gira la cuenta, y si por la índole de la operación bancaria, va de
suyo que no tenía por qué exteriorizar cuál era el motivo del depósito de los cheques y
del destino de los fondos, la actuación del mandatario comprometió la responsabilidad
de la persona jurídica titular de la cuenta -en el caso, una fundación (art. 36 Ver Texto,
C.Civ.)-. Por tanto, la extralimitación en que incurrió aquél, sólo afecta la relación con
la fundación y éste, pero es inoponible al banco (Cám. Fed. C.C., I, ED, 98, 588).
Los cheques deben ser librados por personas autorizadas por el titular de la cuenta -en el
caso, una asociación civil- y la autorización queda registrada en el banco girado. No hay
posibilidad legal de firmar, regularmente, cheques, en virtud de autorizaciones no
registradas en el banco contra el cual son librados (Cám. Com., B, LL, 1982-D, 384).
f) Cuenta de simples asociaciones sin personería jurídica.
El art. 1, inc. e, circ. B-382/63, B.C.R.A. -norma que no ha sido reiterada por la
reglamentación vigente de la cuenta corriente bancaria-, determinaba que en estos casos
la cuenta debía ser abierta a la orden recíproca o, en su defecto, conjunta de por lo
menos dos entre tres o más personas. Empero, como la norma reglamentaria precitada
no se refería, en este caso específico, a la titularidad de la cuenta, por aplicación
analógica de su inc. f, in fine, sobre las cuentas de sociedad sin contrato, en la práctica
la cuenta que nos ocupa se la abría a nombre personal de los componentes de la
asociación que solicitaba la apertura; sin perjuicio de que se fue creando un uso por los
bancos, de hacer constar en la cuenta, además de los nombres de los componentes que
correspondiera, el nombre de la entidad sin personería jurídica a que pertenecían
aquéllos.
En la actualidad, ante la falta de una norma -legal o reglamentaria- que regule el
supuesto, que por natural implicancia queda excluído de las reglas 1.1.1.7.2 y 1.1.1.7.3
OPASI 2/97, que se refiere a personas jurídicas con contratos o estatutos inscritos,
consideramos que resulta de aplicación la norma citada al principio (v.gr., art. 1, incs. e
y f, circ. B-382, y su observancia práctica referida luego) (496) .
g) A nombre de sociedades comerciales regulares.
La cuenta corriente es abierta a nombre y orden de la sociedad, pudiendo girar sobre ella
las personas -físicas o jurídicas- autorizadas por el contrato social o por poder especial
extendido por la sociedad a esos fines y debidamente inscrito en el Registro Público de
Comercio. Queda a cargo de la sociedad titular la oportuna comunicación de cualquier
modificación de su contrato social o poderes y de la revocación de estos últimos (regla
1.2.1.6, OPASI 2/97).
Resulta necesario puntualizar aquí lo preceptuado por el art. 58 Ver Texto, ley 19550,
respecto del caso en que los representantes, a orden de quien funciona la cuenta, libren
algún cheque en infracción de la representación plural que tenga establecida la sociedad.
Por ejemplo: que la cuenta corriente opere con la firma conjunta del presidente y de dos
miembros del directorio, y sólo dos de esas personas firmen un cheque. En tal caso,
cuando el título sea presentado en el banco girado, éste no atenderá su pago por falta de
una firma de la orden conjunta, pero el tenedor del título podrá demandar
cambiariamente su pago a la sociedad, pues el citado art. 58 Ver Texto, ley 19550, en
aplicación del principio de la apariencia jurídica, responsabiliza a la sociedad, aun
cuando sus representantes hayan infringido la representación plural, establecida en el
estatuto social.
La norma en cuestión exige, para su aplicación, que: I) quien recibió el título -en este
caso el cheque- sea de buena fe, es decir, ignore la infracción a la representación plural;
y II) que el acto o negocio que originó el libramiento del cheque no sea notoriamente
extraño al objeto de la sociedad; todo ello sin perjuicio de las responsabilidades internas
de los infractores frente a la sociedad (art. 58 Ver Texto, in fine, ley 19550).
Nuevamente aquí se presenta el caso de que el cheque, si bien no resulta regular como
orden de pago para hacer funcionar el servicio de caja (derecho interno), es idóneo
como título de crédito para responsabilizar cambiariamente (derecho externo) a la
sociedad por cuya cuenta se libró.
JURISPRUDENCIA
No hay responsabilidad de quien abrió la cuenta corriente a nombre de una sociedad
frente al banco acreedor, ni por un cambio en la titularidad de la misma cuenta abierta a
nombre exclusivo de la sociedad -cambio acreditado unipersonal o pluripersonal-, ni por
responsabilidad solidaria fundada en la existencia de una sociedad de hecho o de un
fenómeno similar que se basa igualmente en la circunstancia de que frente al banco
actuaban dos personas en la misma cuenta: la persona que abrió y la sociedad a nombre
de la cual se abrió (Cám. C.C., I, B. Blanca, LL, 1988-B, 152).
No se puede ejecutar válidamente a quien aparece firmando los cheques como gerente
del ente societario que es el titular de la cuenta corriente (Cám. Com., E, Rep. LL, XLI,
850).
Si el cheque contiene una "antefirma", ello es el modo de imputar la responsabilidad a
un ente distinto del sujeto firmante a orden de quien gira la cuenta; lo cual excluye
inicialmente la responsabilidad del suscritor material del título (Cám. Com., D, Rep.
LL, XLII, 658).
Las prácticas bancarias, consolidadas en la reglamentación de la cuenta corriente que
dicta el B.C.R.A. ha previsto el supuesto de cuentas abiertas a nombre de una persona
(física o jurídica) y a orden de otra. En tal caso, si la persona autorizada, abusando del
poder, librase cheques en detrimento de la sociedad titular de la cuenta, ésta soportará el
perjuicio (Cám. C.C., II, B. Blanca, Rep. LL, XLI, 847).
El banco ejecutante debió conocer la infracción a la representación plural por haber
suscrito el documento sólo el presidente de la sociedad deudora (art. 58 Ver Texto, ley
19550), pues el contrato social fue descrito en la solicitud de apertura de la cuenta
corriente (Cám. Com., D, JA, 1992-IV-505 Ver Texto).
h) Cuentas de sociedades irregulares o de hecho.
No existe norma reglamentaria expresa que contemple el caso. Sólo cabe citar el
mencionado art. 1, inc. f, circ. B-382/63, B.C.R.A., que se refería a la operatividad de
las sociedades "sin contrato".
Ante esa realidad normativa, consideramos que como en el caso de las simples
asociaciones, sin personería jurídica (letra f), corresponde abrir la cuenta corriente
bancaria solicitada por integrantes de sociedades irregulares o de hecho, a nombre
personal de sus componentes, y los cheques serán librados por los titulares de la cuenta
(497) , sin perjuicio de que todos ellos puedan autorizar a una o más personas para que,
conjunta o indistintamente, operen la cuenta, repitiéndose, entonces, la situación y
consideraciones que mereció el supuesto contemplado en la letra d.
Es del caso señalar que algunos bancos han dictado circulares internas para paliar la
realidad normativa vigente, en las cuales se ha dispuesto que en el caso de sociedades
irregulares, de hecho o en formación, la cuenta se abre a nombre de la sociedad de que
se trate y a orden conjunta o indistinta de cualquiera de sus socios, haciendo suscribir a
todos ellos una cláusula adicional, por la cual se responsabilizan "como si de hecho la
cuenta estuviera abierta a nuestro propio orden" (sic).
JURISPRUDENCIA
Es responsable el banco si acreditó un cheque con la cláusula "para acreditar en cuenta"
en favor de "Taller Kappa, Soc. de Hecho", en la cuenta de la persona a cuya orden
giraba dicha cuenta, ya que este último no era el beneficiario del cheque, sino la
sociedad de hecho mencionada (Cám. Com., B, LL, 1986-C, 874).
i) Cuenta con nombre de fantasía o de empresa unipersonal y orden de una persona.
La cuenta se abre, por ejemplo, a nombre de "Hotel El Casco, de Jorge Rouillón" y a
orden de Jorge Rouillón.
El banco, para dar curso a la solicitud de apertura, debe verificar fehacientemente que la
propiedad del comercio o empresa de que se trate corresponda efectivamente al
solicitante a cuya orden girará la cuenta; tal verificación se lleva a cabo en la práctica,
preferentemente, mediante la presentación de comprobantes fiscales de diversa índole.
En oportunidad de que el banco rechace cheques librados contra esta cuenta, debe hacer
constar, expresamente, el nombre de la persona a cuya orden gira la cuenta, a fin de
suministrar, al presentante del cheque, los datos necesarios para que ejerza los diversos
recursos -extrajudiciales y judiciales- para procurarse el cobro de su crédito.
j) Sociedades extranjeras.
La nueva reglamentación de la cuenta corriente bancaria con servicio de cheques ha
introducido la novedad de referirse a como se debe abrir la cuenta cuando quien la
solicite sea una firma (sic) o sociedad o corporación extranjera que no esté inscrita en la
República, en los registros pertinentes.
En tal caso la institución bancaria requerida deberá abrir la cuenta a la orden personal de
sus componentes o representantes legales (regla 1.1.1.7.3, ap. 3), quienes como se
comprende, además de tener que cumplimentar los requisitos de apertura de la cuenta en
forma personal (regla 1.1.1.1), serán responsables solidarios por el saldo deudor que,
eventualmente, pueda resultar de la cuenta corriente bancaria de la cual son titulares,
aun cuando ella haya sido abierta y opere en función de la sociedad o corporación
extranjera de que se trata. Sin que exista ningún inconveniente, jurídico ni práctico, para
que esa sociedad garantice o afiance ese eventual saldo deudor que pueda resultar de esa
cuenta corriente abierta a nombre de sus componentes o representantes.
k) Innovaciones reglamentarias.
Antes de concluír este número y sin perjuicio de volver a tratarlas en otros lugares,
resulta procedente agrupar aquí las reglas dictadas por el Banco Central de la República,
con relación a las cuentas corrientes que están a nombre de varios titulares u operan con
firma plural.
I. En caso de que exista más de un titular de la cuenta corriente bancaria, se constituirá
un solo domicilio especial -obligatoriamente en nuestro país-, el cual será considerado a
todos los efectos legales y reglamentarios derivados tanto del funcionamiento de la
cuenta, como a los efectos emergentes del o de los cheques girados sobre ella (regla
1.1.1.1.5).
II. Una vez aprobada la solicitud de apertura de la cuenta al llevarse a cabo la
registración de firma de la o las personas a cuya orden opere la cuenta, se admitirá la
unificación del registro en una sola tarjeta para todas las cuentas abiertas de un mismo
titular, sea persona física o jurídica (regla 1.1.3).
III. Cuando la cuenta corriente opere a orden conjunta de más de una persona no se
admitirá que los cheques lleven más de tres firmas.
IV. La nueva reglamentación reitera la necesidad de comunicar al Banco Central de la
República Argentina cuando se produzca el rechazo de cheques por las distintas
causales que trae la reglamentación (reglas 1.3.7.9 s/ Com. "A" 2514, 1.3.8.1.1 y 1.3.8.2
OPASI 2/97), y que su acumulación según los casos puede ocasionar el cierre de la
cuenta y la correspondiente registración de la persona en la Base de datos de
cuentacorrentistas inhabilitados.
Sin embargo, se producen novedades de importancia al respecto, pues de un lado se
debe efectuar el cómputo de esos rechazos, en forma personal y sin distinguir si los
rechazos conciernen a una o varias cuentas que la persona sancionada puede tener
abiertas, sea en una o varias entidades financieras. De otro lado, si bien lo dicho,
conforme a la regla 1.4.2.1, aps. 1 y 2, se refiere en forma expresa y directa a los
titulares de la cuenta corriente, el ap. 3 de la norma reglamentaria mencionada dispone
que las dos normas anteriores se aplican también a las personas que operen como
mandatarios, apoderados, administradores, etc., las cuentas corrientes a nombre de otras
personas, como respecto de estas últimas en su carácter de titulares, mandantes,
poderdantes, etc.
(489) El nuevo texto ordenado de la OPASI 2/97 vino anexo al Com. "A" 2514, del
14/2/1997; ambos obran agregados en el apéndice documental que se acompaña este
volumen.
(490) V. t. III-A, 5 y ss.
(491) Conf.: A. Colmo, Obligaciones con acreedor alternativo, en Rev. Jur. C. Sociales,
Bs. As., 1916, 583; Salvat-Galli, Obligaciones en general, Bs. As., 1952, nº 1022, nº
294; G. Borda, Tratado de derecho civil argentino. Obligaciones, Bs. As., 1971, II, nº
629; J. M. Boffi Boggero, Tratado de las obligaciones, Bs. As., 1975, III, 488, nº 294.
(492) Conf.: Borda, Tratado de derecho civil argentino. Obligaciones, Bs. As., 1971, II,
nº 629 Comp. con Busso, V, 97; Llambías, Obligaciones, 397/8, quienes le niegan ese
carácter, afirmando que es un caso de solidaridad.
(493) Conf.: Nougués, 103.
(494) Conf.: Malagarriga, Tratado, III, 389/90.
(495) V.: Gómez Leo, Inexistencia de solidaridad cambiaria en un cheque, en "L.L.",
1984-A, 130.
(496) Conf.: Williams, 2-A, 298.
(497) Conf.: Fontanarrosa, 65.
28. REQUISITOS PARA LA APERTURA.
El Banco Central de la República Argentina ha establecido una serie de requisitos
reglamentarios que quienes solicitan la apertura de una cuenta corriente bancaria deben
cumplimentar; a ellos se les suele agregar otros requisitos que los usos bancarios han
ido formando en las prácticas cotidianas y, en su caso, integran las circulares internas de
algunos bancos oficiales y privados.
Hemos de referirnos a unos y otros, en detalle, más adelante; empero, es necesario dejar
especialmente aclarado, aquí, que respecto de los primeros el Banco Central ha
recomendado, a las instituciones bancarias, sobre la necesidad de extremar los cuidados
para que la apertura de las cuentas corrientes bancarias estuviesen rodeadas de las
mayores garantías en lo que respecta a los recaudos a requerir a los solicitantes.
Enfatizando sobre la necesidad de comprobar la veracidad de los datos identificatorios y
especialmente en lo concerniente al domicilio y las informaciones sobre la solvencia
(moral y económica) del futuro cuentacorrentista (regla 6.6, OPASI 2/88).
La preocupación y el énfasis puestos de manifiesto por la institución de control de las
entidades bancarias son de toda lógica, pues tratándose la cuenta corriente de un
contrato de confianza (498) , que además suministra a su titular el manejo de cheques instrumentos de pago, éstos, que pueden ser, eventualmente, utilizados para cometer
ilícitos civiles y penales-, sólo puede ser establecido con personas que según sus
antecedentes pueda considerárselas con la suficiente responsabilidad patrimonial y
moral. Caso contrario, se corre el riesgo de suministrar los medios a quien esté
dispuesto a cometer delitos que sólo pueden ser consumados mediante el mecanismo
bancario dispensado desaprensivamente por la entidad financiera que abrió la cuenta
corriente, sin cumplimentar cuidadosamente los recaudos exigidos imperativamente por
la reglamentación dictada por el Banco Central.
La jurisprudencia es constante en atribuír responsabilidad cuasidelictual a las
instituciones bancarias que han procedido con culpa, negligencia o dolo, al no observar
los requisitos reglamentarios para la apertura de las cuentas corrientes u observándolos
deficientemente, si de tal conducta ilícita ha resultado un perjuicio a terceros y existe
relación de causalidad entre el acto perjudicial y el daño sufrido por el damnificado.
Sólo resta señalar que el pretorio, en aplicación de las normas del derecho de
obligaciones, en oportunidades ha determinado que la responsabilidad resultante debe
ser compartida entre el banco girado y el presentante del cheque. Con la variante de que
si se utilizó el sistema de clearing, también se puede incluír al banco depositario.
JURISPRUDENCIA
La responsabilidad de los bancos por el incumplimiento de los requisitos debidos en la
apertura de las cuentas corrientes, es materia que ha sido objeto de amplio desarrollo
por la elaboración jurisprudencial de la Cámara, pero cabe destacar que desde hace
tiempo se viene sosteniendo el peligro que importa la apertura de estas cuentas
corrientes cuando el banco no cumple con los requisitos debidos, permitiéndose por este
medio que se facilite la comisión de una verdadera gama de ilícitos con cierto margen
de impunidad (Cám. Com., C, LL, 1985-C, 499, con nota de F. Highton).
No se puede abrir una cuenta a la primera persona que pasa por la oficina del banco, sin
exigirle una identificación completa (cédula o libreta, domicilio, referencias, etc.)
porque se corre el riesgo de que sea un impostor que recurre al serio mecanismo
bancario para cometer delitos que sólo por ese medio se los puede consumar (Cám.
Com., J.A. 13, 1978-C, 7; ídem, LL, 1984-A, 401; ídem, LL, 116, 573; ídem, ED, 9,
277; ídem, ED, 6, 242; ídem, LL, 139, 219; ídem, LL, 124, 173; A, LL, 1983-C, 69).
La apertura de una cuenta corriente bancaria en infracción de las normas regulatorias de
dicha operación, constituye un proceder antijurídico (Cám. Com., A, LL, 1988-B, 5).
La circular B-754 del Banco Central introdujo modificaciones a la reglamentación de la
cuenta corriente bancaria en la cual se señalaba a los bancos que con el objeto de evitar
que personas inescrupulosas utilicen el servicio de cuentas corrientes para sus
actividades delictivas, debían extremar la cautela frente a las solicitudes de apertura de
esas cuentas, a cuyo efecto debían dar "cabal cumplimiento" a las normas vigentes en la
materia, verificando de modo particular la identidad de los solicitantes, como también la
existencia real de las personas que afiancen la solvencia material y moral del requirente
(Cám. Com., B, LL, 1982-A, 260).
La circ. 855 del Banco Central dio a conocer a los bancos la modificación del art. 4 de
la reglamentación de la cuenta corriente bancaria, que expresaba que tal modificación
tenía por objeto recabar a las instituciones bancarias que extremasen los recaudos para
que la apertura de una cuenta corriente estuviese rodeada de las "mayores garantías" en
lo que respecta a las informaciones que se proporcionan al formular la solicitud,
conforme a lo que sobre el particular dice el art. 2 de la reglamentación. Esta circular
recuerda que se han falseado las presentaciones solicitando la apertura de cuentas
corrientes, o bien sus titulares denuncian "domicilios falsos", "inexistentes", lo que
implica una "evidente responsabilidad" de los bancos al par que se desvirtúan los
propósitos de lograr la más amplia aceptabilidad del cheque (Cám. Com., B, LL, 1982A, 259).
Si el banco, por falta de oportuno y adecuado control, permitió que quien formalmente
estaba en condiciones, pudiera utilizar indebidamente y a su arbitrio una cuenta
corriente bancaria, mediante el libramiento de cheques, y así defraudar a sus
beneficiarios, debe responder por los daños y perjuicios ocasionados, ya que las
diligencias omitidas por el banco son inconcebibles en una entidad autorizada por el
Banco Central de la República Argentina para operar en un campo controlado por su
objeto social (Cám. Com., B, LL, 1989-C, 210).
Por aplicación de los arts. 512 Ver Texto, 902 Ver Texto y 1109 Ver Texto, C.Civ., y
arts. 832 Ver Texto y 833, C. de Com., el banco que abre una cuenta corriente sin
observar las normas claras precisas del Banco Central desatendiendo totalmente las
precauciones que ellas imponen, debe responder por las acciones de daños instauradas
por quien sufrió el perjuicio de ese actuar "ligero", "imprudente" y "negligente" (Cám.
Com., B, LL, 1982-A, 260).
La responsabilidad del banco por la apertura de una cuenta corriente, sin haber
cumplido con los requisitos previstos para ello, es de naturaleza extracontractual, cuyas
reglas involucran las consecuencias mediatas previsibles -previsibilidad evidente en el
caso, mediante las advertencias del Banco Central-, sin discriminar lo intrínseco o
extrínseco del daño. Por ello, si el daño producido está representado por la frustración
del ingreso en el patrimonio del perjudicado de los importes de los cheques cuya
cobranza del librador se tornó imposible, y no controvertido el derecho de ellos a
incorporar las correspondientes cuantías dinerarias a su patrimonio, decae la relevancia
de la naturaleza de los negocios en que se generó, el margen de utilidades que reportaba,
etc., por ser cuestiones desvinculadas del hecho antecedente culposo que genera la
obligación de resarcir del banco (Cám. Com., C, LL, 1985-C, 499, con nota de F.
Highton).
Es tan grave y seria la responsabilidad profesional del banco demandado, que en juicios
como el presente (demanda instaurada por el perjudicado por el rechazo de un cheque)
no puede limitarse a manifestar negativas a las afirmaciones de su contraria, respecto de
las diligencias omitidas, sino que la autorización que goza del Banco Central para
operar en un cambio controlado por su objeto social, le exige la demostración acabada
de cuáles fueron los recaudos tomados para evitar que se abriera una cuenta para estafar
(Cám. Com., B, LL, 1984-A, 401).
Incurre en responsabilidad el banco que abrió de modo irregular una cuenta corriente a
nombre de una persona inexistente, posibilitando que un giro bancario contra dos
bancos corresponsales, atribuído falsamente a un tercer banco, fuera percibido por
medio de esa cuenta corriente (Cám. Com., D, LL, 1984-A, 575).
El banco cumple con sus obligaciones cuando ha verificado que el solicitante era quien
requirió la cuenta y se ha asegurado que su domicilio era el denunciado y verifica que el
solicitante es una persona honorable, comprobando que ejerce la profesión denunciada.
En fin, la obligación de verificación que recae sobre el banco no es otra cosa que un
deber de prudencia y clarividencia para que su comportamiento no constituya, para los
terceros, causa de perjuicio que habría podido evitar (Cám. Com., B, ED, 78, 461).
Asimismo, se ha declarado que la extensión de la responsabilidad del banco debe ser
apreciada con cautela, porque esas instituciones financieras sólo están obligadas a
efectuar verificaciones razonables, compatibles con su actividad profesional, no de
carácter policial (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 7; ídem, ED, 78, 462); sin embargo, se
debe considerar que está obligado a obrar con la mayor prudencia en tal emergencia
para evitar en lo posible que la titularidad de una cuenta corriente sea el medio para
cometer una defraudación (Cám. Com., B, ED, 60, 261).
De existir alguna incorrección imputable a la entidad bancaria, en cuanto a la apertura
de la cuenta corriente, ella tan sólo producirá la responsabilidad del banco ante el
perjudicado por el rechazo del cheque, cuando aquélla sea de naturaleza tal que de
haberse actuado, por parte del banco, conforme a los recaudos legales, ello no hubiera
sido posible (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 401).
Para que proceda la acción de daños y perjuicios contra el banco, derivados de la
trasgresión de las normas de apertura de cuentas corrientes, se requiere que se acredite
la existencia del daño, debiendo, asimismo, deducirse previamente la acción que
confiere el art. 38, L. Ch., quedando solamente expedita la vía para hacer efectiva la
responsabilidad del banco girado, cuando el cobro contra el librador no ha dado
resultado o se hiciese imposible (Cám. Com., B, LL, 1981-C, 615).
El banco que abrió irregularmente una cuenta corriente que posibilitó que se defraudase
a otro banco mediante giros falsificados, es responsable por el 10 % del valor de esos
giros, en razón de que el perjudicado también actuó negligentemente (Cám. Com., D,
LL, 1984-A, 575).
El hecho de que la causa principal de la defraudación al beneficiario haya sido su propia
torpeza, al recibir cheques posdatados de un "desconocido", no excluye la
responsabilidad concurrente del banco, cuya negligencia coadyuvó para facilitar el
doloso accionar del cuentacorrentista, dotándolo del instrumento para cometer el delito:
cuenta corriente bancaria y cheques (Cám. Com., A, LL, 1983-C, 69, con nota de J. L.
García Caffaro).
En el caso de los cheques cobrados por medio del clearing, es evidente que la apertura
de la cuenta corriente por el banco depositario desatendiendo las normas reglamentarias
dictadas por el Banco Central, fue condición indispensable para que el titular de la
cuenta alcance sus propósitos delictivos, pero no es menos cierto que el banco girado
obró sin cumplir los requisitos relativos a la prudencia del banquero, porque el cheque
utilizado presentaba alteraciones -raspado y borrado-, no correspondía a los cuadernos
entregados al librador (art. 4, L. Ch.), se trataba de una suma llamativamente importante
y fue librado en descubierto, pues cuando fue debitado en cuenta no había fondos
suficientes disponibles. Por todo ello, corresponde declarar la culpa concurrente de
ambas instituciones bancarias, repartiendo las consecuencias de este juicio por partes
iguales (Cám. Com., B, LL, 1982-A, 257).
Las circulares R.C. 236 y 431, B.C.R.A., se refieren a los recaudos exigidos para abrir
una cuenta a las entidades autorizadas para operar en cambios, y no son aplicables a la
apertura de una cuenta corriente bancaria (CS, LL, 1984-A, 635, nº 863).
a) Presentación de la solicitud.
Quien desea abrir una cuenta corriente bancaria debe presentar una solicitud en ese
sentido (regla 1.1.1); ésta se instrumenta en un formulario impreso que el banco
suministra, que es el marco del contrato de adhesión a concretar. Tal formulario, antes
de ser firmado por el solicitante, debe ser completado en sus espacios en blanco con los
datos requeridos, que más abajo consideramos, y contiene, además, cláusulas usuales,
tanto sobre: I) el servicio de cheques (v.gr., pactos sobre intereses que perciba el banco compensatorios y moratorios-); sobre capitalización de ellos, si es que las partes se
apartan de la norma que trae el art. 795 Ver Texto, C.Com.; sobre comisiones que cobre
el banco, etc.; II) como sobre el servicio de caja que acuerdan el cliente y el banco,
respecto de los distintos actos, negocios y operaciones que éste realiza en nombre e
interés de aquél, a los cuales ya nos hemos referido (499) . Ellas se agregan al
formulario como cláusulas adicionales.
En el caso de que el futuro cuentacorrentista sea potencialmente un cliente que pueda
operar con préstamos con cláusulas de reajuste o se trate de alguien que tenga otras
cuentas abiertas o por abrir, el banco le hará suscribir otras cláusulas adicionales, que en
la actualidad se las puede considerar usuales; por ejemplo: I) autorización para que el
banco pueda efectuar débitos en la cuenta corriente bancaria, para atender los saldos
deudores que resulten de la aplicación del reajuste a los préstamos que tengan esas
cláusulas, así como los intereses y comisiones, aun cuando de tales débitos resulte un
descubierto en la cuenta; II) autorización para que el banco compense,
automáticamente, saldos deudores que resulten en una o varias de las cuentas de que el
cliente es titular, con los saldos acreedores que ese cliente tenga en su favor en otras
cuentas de su titularidad; III) en caso de que se trate de una S.A. o S.R.L., la prestación
de garantías personales de sus integrantes, las cuales generalmente son otorgadas en
blanco o hasta determinadas sumas, para garantizar eventuales saldos deudores
resultantes de la cuenta corriente bancaria o de otras cuentas de que la sociedad sea
titular. Estas garantías pueden ser otorgadas al abrir la cuenta o cuando ésta ya esté
operando y, en su caso, ser reforzadas por garantías de terceros, a satisfacción del
banco.
Con la sanción de la ley 24452 Ver Texto y de la circular reglamentaria dictada por el
Banco Central de la República Argentina respecto de las cuentas corrientes bancarias a
través de las cuales se atienda el servicio de cheques, se debe agregar, a lo expresado
precedentemente, ciertas y puntuales modificaciones que se han introducido tanto en las
normas legales como en las reglamentarias. Tal señalamiento se hace en este lugar a
modo de introducción al tema y sin perjuicio de las consideraciones que efectuamos
más adelante.
En efecto:
A) Mediante el art. 2 Ver Texto de la ley 24452 se agregó como cuarto apartado del art.
793 Ver Texto, C. Com., el siguiente: "Se debitarán en cuenta corriente bancaria los
rubros que correspondan a movimientos generados directa o indirectamente por el
libramiento de cheques. Se autorizarán débitos correspondientes a otras relaciones
jurídicas entre el cliente y el girado cuando exista convención expresa formalizada en
los casos y con los recaudos que previamente autorice el Banco Central de la República
Argentina".
Como ya expresamos en el capítulo anterior, la norma no hace otra cosa que consagrar
lo sostenido por el Dr. Jorge N. Williams, tanto en sus libros como en sus votos en el
desempeño de sus funciones como vocal de la Sala B de la Excma. Cámara de
Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal. Posición que si bien no fue siempre
bien entendida por sus pares, como lo hemos señalado antes de ahora (500) , es de toda
lógica, pues sería ilegal e incorrecto, que un banco efectuara débitos en la cuenta
corriente de sus clientes, por rubros que no había pactado previamente con ellos.
B) En la regla 1.1.1.4, con una redacción que hemos calificado de deficiente (501) , se
establece que el cliente, al efectuar la solicitud de apertura de una cuenta corriente, debe
prestar expresa conformidad para que se le debiten de la cuenta corriente las comisiones
pactadas libremente al momento de la apertura o posteriormente, por los servicios que
preste la entidad, y las operaciones concertadas con ella o con terceros (débitos
automáticos) que el cuentacorrentista haya contratado.
Hemos dicho de este primer apartado de la regla citada al comienzo, que es congruente
con lo dispuesto el agregado introducido por la ley 24452 Ver Texto, al art. 793 Ver
Texto, C. Com., al que ya nos hemos referido.
A continuación (2º apartado), la norma reglamentaria que nos ocupa establece la
prohibición, aun contra la voluntad expresa del correntista, de que el girado efectúe
débitos fundados en operaciones "instrumentadas mediante títulos que en sí mismos no
posean fuerza ejecutiva". También dijimos a poco de aparecer la OPASI 2/95 (502) -lo
cual ha sido interpretado de igual modo por varios colegas especializados en la materia-,
que el destinatario de la prohibición, sin perjuicio de alcanzar otro supuesto, es la tarjeta
de crédito.
Sin embargo, en el tercer apartado de la regla 1.1.1.4, que estamos considerando, se
menciona las excepciones a la prohibición enunciada en el anterior -las excepciones a la
excepción-, enumerando varias operaciones cuyos débitos se podrá efectuar en la cuenta
corriente bancaria y puntualizándose, especialmente, que se puede cargar en los débitos
originados en servicios que preste la propia institución. Expresión, esta última, muy
abarcativa, que seguramente las entidades que atiendan las cuentas corrientes bancarias,
con ingenio y sagacidad a partir de ella, podrán utilizar adecuadamente tales cuentas,
posibilitando volcar los débitos originados en el uso de las tarjetas de compra y de
crédito, habiéndolo pactado previamente y extrayendo, en su caso, el certificado de
saldo deudor que, como sabemos, es título ejecutivo hábil para procurarse su cobro
judicial (art. 793 Ver Texto, ap. 3, C. Com., ref. por decr.-ley 15354/46).
JURISPRUDENCIA
Por aplicación de los usos y costumbres bancarios, el contrato de cuenta corriente
bancaria es generalmente en formularios -típico contrato de adhesión-, en el cual la
única instrumentación es, por lo general, la suscripción por el particular de la solicitud
de apertura, sin que medie, siquiera, la aceptación formal por parte de la entidad
financiera (Cám. C.C., I, B.Blanca, LL, 1988-B, 152).
No se puede obligar al banco a abrir una cuenta corriente (Cám. Com., B, LL, 1978-C,
7). El derecho o la oportunidad de ser cliente del banco y las relaciones que en tal
vinculación se establezcan y resuelvan, están subordinadas a la aceptación, acuerdo y
obligaciones contractuales que se formalicen y su cumplimiento y rescisión no autoriza
la vía del recurso de amparo (C.S. Salta, LL, 120, 243).
b) Identidad del solicitante.
La solicitud deberá incluír los datos identificatorios del solicitante y en su caso de las
personas a cuya orden quedará la cuenta (regla 1.1.1.1). A saber:
I) Nombres y apellidos completos (regla 1.1.1.1.1).
Debiéndose comprobar su autenticidad con la presentación del documento de identidad
que corresponda.
JURISPRUDENCIA
No se puede abrir una cuenta a la primera persona que pasa por las oficinas del banco,
sin exigirle su identificación personal completa, porque se corre el riesgo de que sea un
impostor que recurre al serio mecanismo bancario para cometer delitos que sólo por ese
medio pueden ser cometidos (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 7; ídem, ED, 78, 462).
II) Fecha y lugar de nacimiento (regla 1.1.1.1.2).
Este dato, que también surge de la exhibición del respectivo documento de identidad,
reviste importancia, para acreditar la mayoría de edad del solicitante. Si fuera menor de
21 años, deberá presentar los instrumentos que acrediten tratarse de un menor
emancipado o que obtuvo título profesional habilitante o que concretó contrato de
trabajo o que está autorizado, expresa o tácitamente, para ejercer el comercio (503) .
JURISPRUDENCIA
Si bien se ha declarado que la apertura de una cuenta corriente bancaria en infracción de
las normas regulatorias de dicha operación, constituyen un proceder antijurídico (Cám.
Com., A, LL, 1988-B, 5). Se debe agregar a ello que el solo hecho de haber abierto una
cuenta corriente a un menor de edad no responsabiliza civil y extracontractualmente al
banco frente al beneficiario del cheque rechazado por el banco girado, porque resulta
menester, además, que se intentara infructuosamente la acción cambiaria o causal
emergente del negocio celebrado con el menor, o, cuando menos, haber reclamado
extrajudicialmente la satisfacción de la acreencia (Cám. Com., A, LL, 1988-B, 5).
III) Estado civil y nombre y apellido del cónyuge (reglas 1.1.1.1.3 y 7).
Con alguna mejora en la redacción de la segunda regla, se reitera la necesidad de que el
solicitante dé cuenta de ambos datos. En la práctica, se los toma de los dichos del
solicitante, pero es aconsejable la presentación de la libreta familiar o, en su caso, la
partida de nacimiento y matrimonio. De esta última surgirá si se trata de una persona
divorciada por la correspondiente inscripción marginal de la respectiva sentencia
judicial.
Los datos mencionados tienen relevancia, de un lado, respecto del carácter que tienen
los bienes que integran el patrimonio del solicitante en lo concerniente a su solvencia
material (504) ; de otro lado, respecto de las medidas cautelares que se pueda intentar
trabar sobre la cuenta por deudas contraídas por el cónyuge.
IV) Nombres y apellidos de los padres (regla 1.1.1.1.8).
Este dato, que también puede ser acreditado con la presentación de la libreta de familia
o la partida de nacimiento del solicitante, reviste especial interés en el supuesto de tener
que trabar medidas cautelares contra el titular de la cuenta, como es el caso de una
inhibición general de bienes y, en la actualidad, para registrar correctamente las medidas
que deriven de su inclusión en la "Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados"
(regla 1.4).
Aun cuando injustificadamente se ha suprimido de esta regla la expresión "salvo
impedimento justificado", que traía la reglamentación anterior, consideramos que ese
párrafo deberá ser aplicado cuando exista, precisamente, un impedimento justificado,
como es el caso de padres desconocidos o cuando el solicitante, por ser extranjero, no
cuenta con los instrumentos necesarios para acreditarlo, por ser de difícil o imposible
obtención.
V) Nacionalidad.
Si bien este dato no es requerido específicamente por la circular reglamentaria, reviste
considerable interés para cumplimentar la regla 1.1.1.1.9, que al exigir el tipo y número
de documento que presente el solicitante para establecer su identificación, remite al cap.
XIII de la circ. RUNOR-1, dictada por el Banco Central de la República Argentina el
11/1/1982. En función de esa remisión, si el solicitante es argentino nativo o
naturalizado, deberá exhibir D.N.I., L.E. o L.C. Si es extranjero radicado: C.I. de la
Policía Federal; si no tiene radicación, pero es residente legal: pasaporte de viaje
extendido por autoridad competente y, en su caso, la visa en regla.
Es de buen orden que el banco fotocopie las páginas del documento presentado, donde
consten los datos pertinentes exigidos; con ello se pone a cubierto de responsabilidades
en el caso de eventuales falsificaciones sobrevinientes.
VI) Domicilio.
La regla 1.1.1.1.5, innovando sobre su antecesora, en su primer párrafo establece que el
solicitante deberá declarar su domicilio real y especial, debiendo constituírse este último
obligatoriamente en la República Argentina, solucionando de ese modo un aspecto que
algunas veces trajo problemas en la práctica.
En el segundo párrafo introduce una doble innovación. De un lado dispone que en el
caso que exista más de un titular se constituirá un solo domicilio especial. De otro lado,
determina que ese domicilio especial será considerado a todos los efectos legales y
reglamentarios, derivados del funcionamiento de la cuenta corriente y de los efectos
emergentes del cheque librado contra ella y, eventualmente, rechazado. En este último
aspecto, esta regla debe ser concordada con el art. 3 Ver Texto, ap. 3º, N.L.Ch. (505) .
La veracidad del domicilio denunciado, que eventualmente no coincide, por falta de
actualización, con el del documento de identidad presentado, se puede comprobar por
diversos medios. Uno de los más usados y seguros es el certificado de domicilio
extendido por la autoridad policial; también resulta idóneo para los comerciantes
matriculados la constancia otorgada por el Registro Público de Comercio y, en caso de
sociedades regulares, el domicilio que surja del contrato o estatuto societario
debidamente inscrito.
En las prácticas bancarias, especialmente en las entidades financieras que tienen muchas
filiales, se prefiere que el domicilio se lo ubique dentro de la zona de influencia de la
sucursal o agencia ante la cual se solicita la apertura de la cuenta corriente; empero, tal
requisito no es excluyente. En ese sentido, debemos señalar el caso de grandes empresas
con domicilio en el Gran Buenos Aires, que abren cuentas en casas bancarias ubicadas
en el centro de la Capital Federal, al solo efecto de facilitar el inmediato depósito del
efectivo, cheques y valores que sus cobradores reciben diariamente de las empresas
deudoras ubicadas en esas u otras zonas dentro de la Capital.
JURISPRUDENCIA
Está reñida con los principios de una buena organización, la actitud del banco que abre
una cuenta corriente sin averiguar nada, con una cédula de identidad falsa y con un
domicilio inexistente (Cám. Com., B, JA, 1964-III, 264).
El banco no sólo debe requerir el cumplimiento de los requisitos para abrir la cuenta
corriente bancaria que se le solicita, entre los cuales se halla el domicilio real y el
documento de identidad, sino que le incumbe verificar la exactitud de las enunciaciones
denunciadas (Cám. Com., C, LL, 1985-C, 447, con nota de F. Highton).
Si al concurrir a verificar la exactitud del domicilio denunciado por el solicitante de la
cuenta corriente bancaria, la persona encargada de la diligencia fue atendida por una
persona que dijo ser la madre de aquél, debió solicitar algún elemento corroborante de
lo que se le manifestó, como pudieron ser: recibos de alquiler, de gas, de luz, o
eventualmente los correspondientes al pago de impuestos, a su nombre o de la persona
que dijo ser su madre (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 400).
Sin embargo, también se ha sentenciado que los bancos, en rigor, no son verdaderos
controles de los documentos de identificación que les son presentados (Cám. Com., C,
LL, 151, 591), así como que la falta de comprobación del domicilio del solicitante de
una cuenta corriente, no lo hace incurrir en responsabilidad por haber trasgredido las
disposiciones reglamentarias vigentes, porque la comprobación del domicilio sólo
tendría importancia si se dudara de la efectiva existencia como persona física del
solicitante (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 575; B, ED, 77, 364).
Mientras el cliente no realice el cambio de domicilio, mediante una actividad concreta y
positiva de su parte (comunicación expresa), subsiste a los efectos de las notificaciones
que envíe el banco, el domicilio constituído al abrir la cuenta corriente bancaria (Cám.
Fed. C.A., I, LL, 1986-E, 99).
El domicilio que el demandado tiene registrado en la cuenta corriente del banco girado,
puede ser considerado como domicilio especial a todos los efectos derivados de la
emisión del cheque (art. 1, in fine, L. Ch.) (Cám. Com., A, LL, 1981-A, 341; ídem, Rep.
LL, XLI, 847; D, Rep. LL, XLI, 848).
El art. 1, in fine, L.Ch., expresa que "el domicilio especial a todos los efectos derivados
de la emisión", involucra las relaciones con cualquier tenedor legitimado. Sin embargo,
la limitación de la frase legal a las solas relaciones entre cliente y banco, desatiende que
la ley alude "a efectos. . . del cheque", y no de la cuenta corriente (Cám. Com., D, Rep.
LL, XLII, 659).
El domicilio registrado en el banco por el titular de la cuenta corriente podrá ser
considerado como especial a todos los efectos derivados de la emisión del cheque, hasta
que sea pagado o se extingan las obligaciones que de él emergen; consecuentemente, el
mandamiento de intimación de pago dirigido a dicho domicilio es válido (Cám. Com.,
C, ED, 119, 653).
De conformidad con lo dispuesto por el inc. a del art. 3, L. Ch., el lugar de pago del
cheque es el del domicilio del banco girado y prescribe el art. 1, ap. 3, de la misma
norma legal que el domicilio que el titular de la cuenta corriente tenga registrado en ese
banco, podrá ser considerado como especial a los efectos derivados de la emisión del
cheque, porque esta constitución tiene como efecto la prórroga de la competencia en
favor del juez de ese domicilio (Cám. Com., C, ED, 83, 671).
Carece de incidencia sostener la inautenticidad de la firma del cheque o mencionar la
pérdida de la chequera, si ello no implica sostener la falsedad del domicilio consignado
por el banco girado en la constancia del rechazo del cheque que se ejecuta, y no
habiéndose mutado el mencionado domicilio, ha de considerárselo subsistente en
relación a todos los efectos concernientes a la cuenta corriente (art. 99 Ver Texto, C.
Civ.) (Cám. Com., C, ED, 97, 645).
Sin embargo, también se ha declarado que el domicilio registrado en el banco por el
titular de la cuenta corriente no produce los efectos de un domicilio ad litem a los fines
de la notificación de la demanda o, en su caso, intimación de pago y citación de remate
(Cám. Com., B, JA, 1986-IV, síntesis). Es decir que si bien se lo puede tener como
domicilio especial a todos los efectos legales de la emisión del cheque, ello no implica
que éste, en los términos del art. 101 Ver Texto, C. Civ., puede ser asimilado sin más a
aquel previsto por el art. 40 Ver Texto, C. Proc., con las consecuencias previstas en los
arts. 41 y 42 del citado cuerpo legal (Cám. Com., E, LL, 1192-C, 223, con nota de S.
Salguero).
Si se demanda en virtud de un mutuo dinerario no instrumentado que se pretendiera
cancelar con un cheque, resulta inaplicable el art. 1 de la ley de cheque, según el cual el
domicilio registrado en el banco por el titular de la cuenta corriente podrá ser
considerado como domicilio especial (Cám. Com., JA, 1991-II, 580).
Aun cuando hipotéticamente pudiera considerarse constituído el domicilio consignado
al dorso de los cheques en ejecución, a pesar de tratarse de instrumentos privados no
reconocidos aún por el demandado, y lo dispuesto en el art. 1031 Ver Texto, C.Civ.
(conf. Cám. Com. en pleno, "Horvart, S., c. Frank�rh, J.", LL, 82, 561), no se podría
extender el pretendido efecto a documentos en los cuales no rige la norma del art. 1,
L.Ch. (Cám. Com., C, LL, A, 563).
VII) Actividad profesional o laboral.
Del mismo modo que en el caso de la circular reglamentaria anterior, el solicitante
deberá denunciar su profesión, oficio, industria, comercio, etc., que constituye su
principal actividad, especificando el ramo o especialidad a que se dedica (regla 1.1.1.4).
La determinación de la especialidad debe ser precisa, no siendo suficiente una
consideración genérica, porque de la precisión del dato pueden resultar otras exigencias
que el banco debe cumplimentar, como ocurre con: A) exigencia de inscripción en el
Registro Industrial de la Nación para todo sujeto (físico o jurídico) que se dedique a la
"trasformación mecánica o química, en la esencia o en la forma de materias primas en
nuevos productos" (arts. 3 y 6, decr. 8330/72, regl. de la ley 19971 Ver Texto); B)
inscripción en el impuesto al valor agregado (I.V.A.) para los comerciantes; C)
constancias de aportes jubilatorios para algunas profesiones liberales. El banco exigirá
comprobantes sobre la veracidad de la actividad denunciada, así como cualquier otro
recaudo que sea conducente a ello; por ejemplo, constancias de las entidades de
colegiación para los profesionales afiliados a esas corporaciones; patentes municipales o
número de inscripción en el Registro Público de Comercio, etc.
JURISPRUDENCIA
El banco no sólo debe requerir el cumplimiento de los requisitos para abrir la cuenta
corriente, entre los cuales se halla "la principal actividad determinando el ramo o
especialidad", sino que le incumbe verificar la "exactitud de las enunciaciones
señaladas" (Cám. Com., C, LL, 1986-C, 447, con nota de F. Highton).
VIII) Número de identificación, tributaria, laboral o personal.
Sin perjuicio de lo expresado en el ap. V, hemos de decir aquí que la reglamentación
dictada por el Banco Central de la República Argentina, en sentido congruente con la
filosofía que informa la ley 24452 Ver Texto, establece, en regla 1.1.1.1, la necesidad de
que todo solicitante de una cuenta corriente bancaria debe presentar su Clave Única de
Identificación Tributaria (C.U.I.T.) o Código Único de Identificación Laboral
(C.U.I.L.).
Según la resolución 3995 Ver Texto, D.G.I. quienes no cuenten con la identificación
tributaria o laboral, cumplirán con la regla mencionada en el apartado anterior
presentando la Clave de Identificación Especial, que deberán solicitar al solo efecto de
abrir una cuenta corriente bancaria, presentado ante el ente recaudador, el formulario
respectivo cuyo formato se publicó en el Boletín Oficial del 3 de mayo de 1995.
JURISPRUDENCIA
Está reñida con los principios de una buena organización de la empresa bancaria, la
actitud de la entidad financiera que abre una cuenta corriente, sin averiguar nada, con
una cédula falsa (Cám. Com., B, JA, 1964-III, 264).
Los bancos deben extremar la cautela para dar cumplimiento a las normas
reglamentarias del Banco Central, verificando de "modo particular" la identificación de
los solicitantes, en la apertura de una cuenta corriente (Cám. Com., C, LL, 1985-C, 447,
con nota de F. Highton).
Sin embargo, se ha declarado que los bancos no son verdaderos controles de los
documentos de identificación que le son presentados (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 7; C,
LL, 151, 691), como asimismo se ha sentenciado que el hecho de que el
cuentacorrentista del banco que hizo efectivo el cobro del cheque por clearing, haya
abierto su cuenta con nombre supuesto y utilizando un documento de identidad de otra
persona, no puede fundar la responsabilidad del banco frente al librador, si no se
demostró la irregularidad del cheque (Cám. Com., B, JA, 1966-III, 102).
La utilización de una cédula extraviada, junto a la presentación del socio por los mismos
ejecutivos del banco cooperativo, sin tomar el menor recaudo de conocimiento personal
con el nuevo cuentacorrentista, pone a las claras un procedimiento incompatible con la
diligencia que el banco debe obrar en la apertura de una cuenta corriente bancaria (Cám.
Com., B, LL, 1984-A, 400).
Más recientemente se ha sentenciado que incurre en inequívoca imputabilidad culposa
el banco que, con manifiesta ligereza, procede a abrir una cuenta corriente peticionada
por una persona munida en forma fraudulenta de un documento nacional de identidad
extraviado o sustraído (Cám. Com., C, LL, 1993-D, 311).
Sin embargo, en otro fuero se ha declarado que no cabe atribuír responsabilidad al
banco porque otorgó una cuenta corriente a una persona sobre la base de un documento
nacional de identidad falso, ya que ello significaría que dicha entidad financiera debería
efectuar una exhaustiva investigación sobre la autenticidad de los documentos de
identidad presentados por los futuros clientes; lo cual excedería las elementales reglas
de prudencia que deben observar los bancos y no haría más que atentar contra los
principios de rapidez y eficiencia con que operan las instituciones de crédito (Cám. Fed.
C.C., II, 7/4/1992, "Pesquera Santa Cruz S.A. c. Banco de la Nación Argentina").
c) Personas jurídicas.
Cuando la solicitante sea una persona jurídica deberá establecer en la solicitud los
siguientes requisitos:
I) denominación o razón social y domicilio legal (regla 1.1.1.7.1);
II) fecha del contrato o estatuto y plazo de duración de la sociedad (regla 1.1.1.7.2);
III) fecha y número de inscripción en el pertinente registro oficial (regla 1.1.1.7.3, ap.
1);
IV) nómina de autoridades y representantes que tengan autorización para hacer
funcionar la cuenta corriente, con sus respectivos datos personales (regla 1.1.1.1);
V) cuando no sea exigible la inscripción en el Registro Público de Comercio, por no
realizar en forma habitual actos de comercio en el país, este requisito podrá ser suplido
con la constancia que acredite que la sociedad se encuentra inscrita ante el ente de
contralor oficial competente de la República Argentina, según su actividad específica
(regla 1.1.1.7.3, ap. 2).
Para comprobar la veracidad y exactitud de tales datos se acostumbra requerir la
exhibición del contrato social debidamente inscrito; la presentación de actas de
designación de autoridades; distribución de cargos; la presentación de poderes
especiales para los autorizados a utilizar la cuenta, debidamente inscrito en el Registro
Público de Comercio, con sus respectivos datos personales (regla 1.1.1.7.4). En
cualquier caso, los instrumentos mencionados y la documentación adicional de que se
trate, deberá ser acompañada en originales o copias debidamente certificadas.
Para un adecuado bastanteo de las facultades que tienen los representantes legales y
convencionales de la sociedad, resulta conveniente que la documentación acompañada
sea estudiada por los abogados del banco, como modo válido de prevenir para el futuro
eventuales situaciones conflictivas en la operatividad de la cuenta.
El cumplimiento de este requisito de apertura de la cuenta debe ser, necesariamente,
complementado ulteriormente con la comunicación al banco de cualquier modificación
a los contratos, estatutos sociales o poderes y de las revocaciones de estos últimos (regla
1.2.1.6).
JURISPRUDENCIA
La invocación de obrar en nombre de un tercero no exige fórmula sacramental alguna,
ni agregación del testimonio del apoderamiento; cualquier indicación de que el suscritor
actúa por otro, es suficiente, sin importar si es manuscrita, impresa o fijada con un sello.
Debido a ello, la impresión en el anverso del cheque que indica que el firmante obliga a
la sociedad representada, cuyo nombre aparece a la izquierda de la susodicha grafía,
constituye en el caso suficiente "antefirma" (Cám. Com., D, Rep. LL, XLII, 658).
No se puede pretender válidamente ejecutar a quien aparece firmando los cheques como
gerente del ente societario que es el titular de la cuenta corriente (Cám. Com., E, Rep.
LL, XLI, 850).
Si el cheque contiene una "antefirma", ello es el modo de imputar la responsabilidad a
un ente distinto del sujeto firmante a orden de quien gira la cuenta; lo cual excluye
inicialmente la responsabilidad del suscritor material del título (Cám. Com., D, Rep.
LL, XLII, 658).
Las prácticas bancarias, consolidadas en la reglamentación de las cuentas corrientes,
han previsto el supuesto de las cuentas abiertas a nombre de una persona y a orden de
otra. En tal caso, si la persona autorizada, abusando del poder, librase cheques en
detrimento de la sociedad titular de la cuenta, ésta soportará el perjuicio (art. 1946 Ver
Texto, C.Civ.; art. 36, L.Ch.) (Cám. C.C., II, B. Blanca, Rep. LL, XLI, 847).
La falta de notificación al banco de la desvinculación del apoderado de la sociedad
anónima, titular de la cuenta corriente bancaria abierta en esas condiciones de
operatividad, no puede ser imputada a aquél, en tanto se trata de una obligación del
cuentacorrentista, y no de su apoderado, quien normalmente no posee siquiera los
elementos materiales para justificarla en debida forma (del fallo de primera instancia)
(Cám. Com., A, LL, 1994-E, 69).
Si bien la infracción al régimen de representación plural, en materia cambiaria, no
afecta al tercero portador de buena fe del cheque ejecutado (art. 58 Ver Texto, ley
19550), la invocación de la doctrina de la apariencia no es procedente cuando quien
infringe la representación plural es el presidente de la sociedad deudora, pues el banco
ejecutante debió conocer la situación, ya que aquélla describió el contrato social en la
solicitud de apertura de la cuenta corriente bancaria oportunamente abierta (Cám. Com.,
D, JA, 1992-IV, 505 Ver Texto).
d) Registración de firma.
Quien sea titular de la futura cuenta corriente y, en su caso, su representante, deberá
registrar su firma en el banco; también lo deberán hacer todas las personas autorizadas
para operar la cuenta. Este trámite lo deben llevar a cabo las personas mencionadas,
quienes deberán estampar su firma autógrafa en las tarjetas o fórmulas destinadas al
efecto, ante la presencia de los funcionarios que el banco haya autorizado o autorice al
efecto (regla 1.1.3).
Cuando el titular de la cuenta otorgue nuevos poderes o autorizaciones para operarla,
esas personas deberán cumplimentar la registración de sus firmas del modo descrito.
Es facultad del banco requerir la confección de nuevas fichas de registro de firmas,
cuando por el trascurso del tiempo detecte que las nuevas rúbricas de las personas a
cuya orden funciona la cuenta, presentan variaciones con las firmas registradas
anteriormente (regla 1.2.1.3).
En el caso de las cuentas que sean de un mismo titular, se admitirá la unificación del
registro en una sola tarjeta (regla 1.1.3, ap. 2).
e) Datos sobre la solvencia moral y material.
El solicitante debe suministrar los nombres y domicilios de dos o más personas que, a
satisfacción del banco, puedan dar suficientes referencias sobre su solvencia moral y
material.
Se puede ofrecer la consulta de clientes del banco; el informe de otros bancos de plaza;
de comerciantes, industriales o profesionales que puedan suministrar datos sobre las
condiciones personales del solicitante, así como de su actuación en la actividad en que
se desempeña, por conocimiento directo que tengan de ella.
Los informes y datos recogidos no son vinculantes para el banco, quien tiene derecho a
evaluar tales antecedentes junto a los demás recaudos que se puede procurar de otras
fuentes, para autorizar o no la apertura de la cuenta.
Sin perjuicio de ello, es preciso puntualizar que una actitud dolosa o totalmente
desaprensiva en el informante, que pueda facilitar, en la práctica, un proceder criminal
de quien fue beneficiado por una referencia falsa, puede acarrear responsabilidades
civiles y penales en quien la suministró con negligencia o dolo, si de ese actuar han
surgido perjuicios.
Los mencionados datos pueden ser completados por otros recaudos que el banco se
provea por otros medios, como son los informes confidenciales que pueden suministrar
otros bancos de plaza, agencias especializadas, etc.
Es de práctica, aun cuando no es requisito que exija la reglamentación, la presentación
de una manifestación de bienes, que tiene carácter de declaración jurada; con ella,
además de completar un panorama de la solvencia económica del cliente, se forma su
carpeta o legajo, con el agregado de que una de las tareas que con más cuidado llevan
los gerentes u oficiales de cuenta, según los casos, se refiere a requerir de los clientes,
periódicamente, la actualización de esa manifestación de bienes. Ello, en nuestro
concepto, es una consecuencia directa del carácter intuitu personae que tiene el contrato
que nos ocupa.
Cabe recordar que al crearse el Ch.P.D. mediante la ley 24452 Ver Texto, se exigía que
al abrir las cuentas se fijara un cupo operativo máximo para esta clase de cheques, con
el agregado de que había que mantenerlo actualizado, según las fluctuaciones de la
capacidad patrimonial y crediticia que pudiera experimentar el cliente.
Implícitamente de la reforma que la ley 24760 Ver Texto ha hecho al art. 59 Ver Texto,
N.L.Ch., y explícitamente, con el 2º ap. del comunicado 27.789, se ha producido la
modificación más trascendente respecto del Ch.P.D., pues los bancos y entidades
financieras autorizadas podrán operar con esta clase de cheques "sin necesidad de contar
con márgenes de registro".
Ante tan importante modificación del régimen anterior, cabe decir lo siguiente:
De un lado se ha eliminado el inconveniente, quizá, más importante, invocado por los
banqueros, en virtud de los costos operativos que significaba para ellos el estricto
cumplimiento del art. 59, L.Ch., en su anterior texto, ya que había que hacer un
profundo estudio de los antecedentes del solicitante de Ch.P.D. y, además, mantener al
día las carpetas, en la medida en que el titular pudiera sufrir cambios en su capacidad
patrimonial y operativa, pues ante nuevas circunstancias que aumentaran su pasivo,
disminuyendo su capacidad de contraer de nuevas deudas, el girado debía de estudiar y
modificar, para lo sucesivo, las nuevas condiciones en las que podría seguirse girando
esa clase de cheques, como textualmente establecía la norma derogada del art. 59, L.Ch.
anterior.
De otro lado, la liberalización de conceder Ch.P.D. a todo aquel que lo requiera, en los
hechos conlleva el riesgo natural de que quienes lo reciban puedan caer en la tentación o
en la necesidad de hacer un uso abusivo de ellos, atento al dilatado plazo al cual se
permite que sean librados (360 días, art. 54, inc. 4, L.Ch.). Si así ocurriera, estos nuevos
instrumentos podrían convertirse en los nuevos "cheques voladores" del innovador
sistema vigente instituído. Es de esperar que ello no ocurra.
JURISPRUDENCIA
El art. 2, inciso b, circ. B-382, B.C.R.A., y luego la circ. R.F. 9/77, B.C.R.A.,
complementarios de las normas de los arts. 791 a 797 Ver Texto, C. Com., dispone que
en la solicitud de apertura de cuenta corriente bancaria "debería constar", por lo menos,
"el nombre y domicilio de dos o más personas que, a satisfacción del banco, puedan dar
suficientes referencias sobre la solvencia moral y material del solicitante en forma
personal" (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 7; ídem, ED, 78, 462; ídem, LL, 1982-A, 259).
Es evidente que el banco no ha cumplido con el citado deber de prudencia, si procedió a
la apertura de una cuenta corriente a un tercero del que únicamente recabó referencia de
una persona que confesó conocerlo desde hacía sólo una semana, con el aval del gerente
del banco que virtualmente tampoco lo conocía; ello implica no sólo desconocer las
normas reglamentarias que rigen la especie, sino un acto de negligencia a todas luces
incuestionable (Cám. Com., A, LL, 1983-C, 69, con nota de J. L. García Caffaro).
El Banco Central, además de dictar las normas reglamentarias pertinentes, ha
recomendado extremar la cautela, dando cumplimiento acabado a aquéllas, verificando
especialmente la identidad de los solicitantes, así como "la existencia real" de las
personas a quienes se propone para afianzar la solvencia material y moral del requirente
(circ. B, 754), recomendaciones que han sido reiteradas señalándose su importancia para
dotar de "mayores garantías" las informaciones que se proporcionan al formular la
solicitud, y señalando la responsabilidad en que incurren los bancos al aceptar
presentaciones falseadas (Cám. Com., C, LL, 1985-C, 449, con nota de F. Highton).
La exigencia de verificar las referencias sobre solvencia moral y material del solicitante
de la apertura de una cuenta corriente bancaria, en caso de ser omitida, es suficiente
para imputar responsabilidad al banco que incurrió en ella por configurar un supuesto de
culpa grave (Cám. Com., A, LL, 1986-E, 339).
No son idóneos para demostrar la diligencia del banco los informes suministrados por
dos empresas, de que el solicitante goza de buen concepto y de las mejores referencias,
sin hacer mención alguna respecto de cuáles eran esas referencias comerciales, ni a
cuánto ascendían los negocios que motivaban las respectivas informaciones (Cám.
Com., B, LL, 1984-A, 400).
Debe responder por el perjuicio causado el librador del cheque, por el depósito y cobro
de ese documento adulterado, el banco que abrió una cuenta corriente sin informarse
sobre la idoneidad moral del solicitante, sin que la circunstancia de que quince días
antes le hubiese abierto una cuenta de ahorro, sin exigirle demostrar su solvencia (Cám.
Com., A, LL, 125, 20); también debe responder el banco si dos de las sociedades que se
mencionó en la solicitud, ni siquiera existían, y la tercera no conocía al peticionante,
llegándose incluso a reconocer por el banco que éste hacía caso omiso de exigir tal
requisito (Cám. Com., C, LL, 1985-C, 447, con nota de F. Highton).
Tanto en la causa penal como en estos actuados, los directivos del banco cooperativo
han manifestado que, además de los recaudos exigidos por el Banco Central para la
apertura de la cuenta corriente, se exigía internamente la presentación del solicitante por
dos socios o afiliados al banco; ello es inaceptable, pues la reglamentación vigente
dictada por la autoridad de control, exige: "el nombre y domicilio de dos o más personas
que, a satisfacción del banco, puedan dar suficiente referencia moral y material del
solicitante en forma personal" (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 400).
La aceptación de cheques posdatados por quienes imputan al banco responsabilidad por
la negligente apertura de una cuenta corriente recibiendo de una persona desconocida
cheques posdatados, es un comportamiento que asume relieve en la concatenación
causal del evento dañoso, aunque éste se haya visto facilitado por el instrumento -la
libreta de cheques- que generó una relativa confiabilidad (Cám. Com., C, LL, 1985-C,
447, con nota de F. Highton).
También se ha declarado que si el banco exigió que dos o más personas suministraran
referencias de la solvencia moral y económica del solicitante, y además realizó
diligencias personales y directas, mediante personal directivo y responsable de la
agencia respectiva, ello lo excluye de la responsabilidad contemplada en el art. 1109
Ver Texto,
C.Civ. (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 638, y JA, 1978-III, 589).
Más recientemente, a la vez que se ha ratificado que la inobservancia de las directivas
del Banco Central resultan incompatibles con la diligencia con que el banco debe obrar
en la apertura de una cuenta, se ha aclarado que si bien el banco no está obligado a
realizar una investigación policial para verificar la certeza de los datos proporcionados
por el solicitante, es un deber obrar con la mayor prudencia para evitar en la medida de
lo posible que la titularidad de una cuenta sea el medio para cometer una defraudación
con cheques (Cám. Com., A, JA, 1993-II, 691 Ver Texto).
Reiterándose que cualquier omisión del banco en las exigencias dictadas por el Banco
Central al reglamentar el procedimiento para la apertura de las cuentas corrientes debe
serle imputada como culpa grave. Por tanto, la falta de verificación por parte del banco
de las referencias sobre la solvencia moral y material del solicitante que debía dar de
terceros en forma personal, lo hacen responsables por los perjuicios ocasionados (Cám.
Com., C, LL, 1993-D, 311).
Aunque no se puede responsabilizar al banco por haber abierto una cuenta corriente
sobre la base de un documento de identidad falso y por el posterior libramiento de los
cheques que, en definitiva, pertenecían por su forma y letra al impostor; no ocurrirá lo
mismo respecto de la intervención de un dependiente suyo en dicho acto y respecto de
la falta de constatación de las referencias comerciales ofrecidas, todo lo cual sí hará
surgir la responsabilidad de la entidad por haber abierto la cuenta corriente bancaria de
marras en forma irregular (Cám. Fed. C.C., I, 7/4/1992, "Pesquera Santa Cruz S.A.
c. Banco de la Nación Argentina").
f) Funcionamiento del servicio de cheques.
Aun cuando se trate de obligaciones que asume el cliente respecto del pacto de cheque
anexo a la cuenta corriente cuya apertura solicita, con esa solicitud se compromete a:
I) no librar cheques comunes sin suficiente provisión de fondos acreditados o sin la
correspondiente autorización escrita para girar en descubierto (regla 1.1.1.3 s/ Com. "A"
2514).
La infracción a este compromiso asumido por el cliente al solicitar la apertura de la
cuenta corriente bancaria, produce el rechazo del cheque (regla 1.3.8.1), la
correspondiente multa según lo normado en el art. 62 Ver Texto, N.L.Ch. (regla 1.3.8.6
s/ Com. "A" 2514), y ulteriormente al llegar al límite de cinco rechazos por esta causa
(regla 1.4.2.1) el cierre de la cuenta corriente, con la consiguiente inclusión en la Base
de datos de cuentacorrentistas inhabilitados (regla 1.4).
II) abstenerse de librar cheques en moneda que no sea aquella en que esté abierta la
cuenta (art. 33 Ver Texto, N.L.Ch.) y de redactarlos en otro idioma distinto del nuestro
(regla 1.1.1.3 s/ Com. "A" 2514).
Si la cuenta corriente contra la cual se giró el cheque concebido en moneda extranjera,
opera en moneda nacional, tal cheque no será idóneo para hacer funcionar el servicio de
caja que presta el banco, pero una vez rechazado en forma (art. 38 Ver Texto, N.L.Ch.)
será título ejecutivo hábil para accionar contra todos sus firmantes (art. 40 Ver Texto,
N.L.Ch.). Es decir que el compromiso asumido, como es de toda lógica, sólo tiene
efectos en el ámbito del derecho interno del cheque.
III) prestar conformidad para que debiten de la cuenta corriente las comisiones,
importes y porcentajes pactados por los servicios que preste la entidad (regla 1.1.1.5) y
las correspondientes a las operaciones pactadas con terceros, como es el caso de los
débitos automáticos (regla 1.1.1.4);
IV) a establecer la nómina de los débitos que pueden originar saldos deudores en la
cuenta sin requerir su autorización previa y expresa, tales como las multas previstas en
la ley de cheque (regla 1.1.1.6).
Lo concertado en los dos últimos apartados (IV y V) es totalmente congruente con lo
dispuesto por el 4º apartado del art. 793 Ver Texto, C. Com., agregado por la ley 24452
Ver Texto.
JURISPRUDENCIA
En nuestro régimen positivo, la regularidad del cheque, como orden de pago librada
contra el banco girado (CJ Catamarca, LL, 137, 785), depende de la existencia de
provisión, que consiste en un crédito del librador contra el banco, causado por un
contrato de cuenta corriente bancaria en la cual se tenga fondos depositados o
autorización para girar en descubierto (Cám. C.C., II, B. Blanca, ED, 99, 528).
Antes de la reforma del decreto-ley 4776/63 no existía en la legislación argentina la
posibilidad de librar cheques en moneda extranjera y el cheque era de circulación
nacional, es decir, local. Luego de la citada reforma, es teóricamente posible la libranza
en moneda extranjera, pero la reglamentación a que remite el art. 56, inc. b, L.Ch.,
dictada por el Banco Central, no admitió los cheques en moneda extranjera, ni el pago
de cheques en esa moneda (arts. 2, inc. c, 11 y 16, L.Ch.), lo cual no hizo sino explicitar
en norma legal lo que antes era práctica de tales instituciones, por directiva de la misma
autoridad central (1ª inst. Com., nº 14, firme, ED, 8, 69).
El cheque debe estar completo al tiempo de su presentación al pago por el banco (Cám.
Com., A, LL, 165, 736); tal carácter completo hace que cualquier alteración (Cám.
Com., B, LL, 1978-D, 640) o error padecido deben ser salvados en el mismo documento
(Cám. C.
C., III, Santa Fe, JA, 29-1975, 249).
La obligación de cautela que deben poner los bancos para atender el servicio de caja que
prestan mediante el pago de cheques, obedece al convenio que tienen con el librador y
al buen llevar de esas relaciones (Cám. Com., C, LL, 1980-D, 44; ídem, LL, 1980-D,
191; S.C.B.A., Ac. y Sent., 1973-II, 649; ídem, ED, 55, 155).
g) Inexistencia de inhabilitaciones.
Sigue siendo condición esencial para la apertura de la cuenta corriente bancaria que el
solicitante no se halle inhabilitado, sea por el Banco Central o por sentencia judicial.
Con esa finalidad la entidad que recibe la solicitud de apertura de una cuenta corriente,
antes de resolver favorablemente el pedido, deberá proceder a consultar si el interesado
está incluído en la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados (1.1.2), que viene a
reemplazar la "consulta de los boletines" que exigía la reglamentación anterior.
El nuevo sistema trae considerables ventajas sobre el anterior, no sólo porque su
consulta se lleva a cabo por medios computarizados que son más rápidos, seguros y
eficaces, sino que ahora los rechazos de los cheques, comunes o de pago diferido, por
las causales legales, v.gr. sin fondos suficientes o autorización para girar en descubierto;
por defectos formales; por órdenes de no pagar; rechazo de la registración en los
cheques de pago diferido, según la regla 1.4.2.1 se computarán en forma personal, sin
considerar si tales rechazos conciernen a diversas cuentas que el sancionado puede tener
abiertas, sin que tampoco interese si ellas están radicadas en una o varias entidades
financieras.
Por otra parte, las sanciones de la regla citada en el párrafo anterior, se aplican tanto a
los titulares de las cuentas corrientes, como a las personas que operan esas cuentas
como mandatarios, apoderados, administradores, etc.
JURISPRUDENCIA
En principio, la apertura de una cuenta corriente bancaria cuando el solicitante está
inhabilitado para ello, bastaría para responsabilizar al banco frente al portador del
cheque librado por aquél y rechazado al ser presentado al cobro. Ello ha quedado
acreditado, mediante el respectivo boletín del Banco Central, en el cual figuraba el
librador del cheque como inhabilitado, lo cual trasgrede el art. 2, circ. R.F., 9. Es decir
que la autorización de apertura de la cuenta corriente se efectuó dentro del período
establecido por el art. 42, inc. c, de la mencionada circular (Cám. Com., B, LL, 1981-C,
614).
(498) V. nº 23, letra b, ap. IX.
(499) V. nº 24, letra c.
(500) V.: Gómez Leo, Reflexiones en torno al contrato de cuenta corriente bancaria,
"L.L.", 1990-A, 1030.
(501) Gómez Leo, Reglamentación. . . , 17.
(502) Gómez Leo, Reglamentación. . . , 17.
(503) V. nº 25.
(504) Conf. Requisitos exigibles para la apertura de una cuenta corriente bancaria, Zeus,
t. 48, diarios del 15 y 16/9/1988, realizada por integrantes del Instituto de Derecho
Bancario del Colegio de Abogados de Rosario.
(505) V.: Gómez Leo, Cheques, 31 y 11.
CAPÍTULO V - FUNCIONAMIENTO DE LA CUENTA CORRIENTE BANCARIA
29. OBLIGACIONES DEL CLIENTE.
Teniendo en cuenta las normas legales y reglamentarias que regulan la cuenta corriente
bancaria y el pacto de cheques (v.gr., arts. 791 a 797 Ver Texto, C.Com.; OPASI 2/97;
Com. "A" 25/4 y las leyes 24452 Ver Texto y 24760 Ver Texto, el cuentacorrentista
tiene a su cargo la observancia de las siguientes obligaciones:
a) Mantenimiento de disponibilidad de fondos suficientes en cuenta.
Para el regular funcionamiento de la cuenta corriente bancaria, el cliente debe mantener
suficiente provisión de fondos para que el banco cumpla las órdenes de pago que emita;
en caso contrario, no librar cheques sin la correspondiente autorización para girar en
descubierto (reglas 1.1.1.3 y 1.2.1.1).
Las normas reglamentarias, en concordancia con el art. 791 Ver Texto, C.Com., aluden
a dos de las modalidades como puede operar la cuenta. Esto es: la cuenta corriente con
provisión de fondos (depósito en cuenta corriente) y la cuenta corriente en descubierto
(apertura de crédito en cuenta corriente).
En el primer supuesto el cliente alimenta la cuenta con depósitos de dinero y puede
disponer del saldo en su favor, inmediatamente, en cualquier momento (art. 23 Ver
Texto, N.L.Ch.); el banco le presta el servicio de caja, pagando los cheques,
generalmente presentados por terceros -adjectus solutionis causae- y debitándolos de la
cuenta. También puede depositar cheques, en su favor, sobre otros bancos pero sobre su
importe no puede girar hasta que el banco girado los haga efectivos al banco
depositario; en la práctica, hasta después de 24, 48, 72 horas, etc., pues se los remite al
clearing. Si el correntista opera en el banco descontando documentos propios o de
terceros, el banco le acredita las sumas respectivas, que aumentan el crédito en cuenta
sobre el cual el cliente puede impartir órdenes para disponer de él. En suma, integrará el
crédito disponible en la cuenta corriente bancaria toda partida que ingrese a orden del
titular en cumplimiento del servicio de caja que presta el banco.
En el segundo supuesto (v.gr., "autorización para girar en descubierto") el banco abre
crédito al cliente hasta determinada suma y sobre la cual este último puede girar
librando cheques o impartiendo órdenes según el servicio de caja pactado, hasta la suma
que se fija como monto máximo del descubierto. El cliente puede efectuar depósito
coetáneamente, y esto, como es lógico, disminuye o elimina la cantidad en descubierto
que representa el crédito otorgado por el banco, sin que esa disponibilidad desaparezca,
pues siempre el cliente puede girar con exceso sobre sus depósitos hasta la cantidad
convenida; la cuenta arrojará en ciertos momentos un saldo en su favor, y si las
extracciones exceden la suma depositada, un saldo en contra.
Los bancos cobran intereses por el importe girado en descubierto, conforme a lo pactado
con el cliente. Hay que tener en cuenta, en línea dogmática, que los bancos cargan a las
partidas que debitan una tasa que es superior a las tasas de las partidas que acreditan.
Señalamos aquí que aun cuando no exista previamente una apertura de crédito en cuenta
corriente pactada, los bancos suelen atender los cheques que al ser presentados están en
descubierto (sobregiro); ello es llevado a cabo mediante un "adelanto transitorio de
fondos". Se trata de un préstamo ocasional otorgado a clientes que por gozar de
solvencia moral y económica suficiente, garantizan la cobertura cierta e inmediata del
sobregiro incurrido, y aunque no tiene plazo, ni monto, ni interés pactado, es cancelable,
necesariamente, dentro del plazo que fije el Banco Central (v.gr., 30 días, según regla
3.2.1); su monto no puede exceder de determinado porcentaje (o promedio) de la
operatividad de la cuenta corriente y la tasa de interés será algunos puntos superior a la
tasa pasiva regulada por el Banco Central, que pagan los bancos en las inversiones a
plazo fijo.
En la jerga bancaria, son éstas las llamadas "autorización para girar en descubierto, sin
acuerdo".
Antes de concluír, debemos puntualizar que la obligación del cliente que tratamos en
este apartado, no se refiere a la necesidad de tener que efectuar depósitos o utilizar el
acreditamiento de la apertura de crédito, lo que ha llevado a catalogarla erróneamente
como un simple deber o compromiso, que además de no poder ser exigida, no produce
per se, en caso de inobservancia, la rescisión o cierre de la cuenta corriente. En rigor, se
trata de una verdadera y propia obligación, pues se refiere a la necesidad de mantener
crédito disponible suficiente, contra el cual el cliente gira los respectivos cheques, y que
en caso de no ser observada produce el rechazo de ellos, y ulteriormente, cuando se
acumulen 5 rechazados, dentro de determinado lapso (regla 1.4.2.1) acarrea el cierre de
la cuenta corriente.
JURISPRUDENCIA
La cuenta corriente bancaria, como operación pasiva de la entidad financiera y en una
de sus formas -como apertura de cuenta con depósito de fondos por el cliente-, cabe
identificarla con un depósito en cuenta corriente, en la cual subsiste un crédito en favor
del cuentacorrentista, crédito disponible y con exigibilidad diferida al eventual
requerimiento del cliente, sin posibilidad por el banco de su liberación coactiva.
Cualquiera que sea la causa por la cual se abrió la cuenta corriente, el cliente tiene
derecho no sólo a que le sea restituído el crédito inicial sino también las sumas
posteriormente depositadas (Cám. Com., B, LL, 1980- A, 164).
Aceptado que en la cuenta corriente bancaria existe un depósito (art. 1, L.Ch.), nacen
para el cliente y el banco dos relaciones, una de depósito, en la cual se incluyen todas
las relaciones que pueden ser reguladas en cuenta corriente, y otra de mandato, por la
cual el banco queda obligado a pagar los cheques que libre su cliente hasta el monto de
fondos disponibles (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164).
En las cuentas abiertas a orden recíproca los titulares son acreedores o deudores
solidarios del banco, no corresponde a éste investigar a quién corresponde la utilización
de la disponibilidad, dado que las relaciones entre los cuentacorrentistas le son ajenas
(Cám. Com., A, LL, 1993-C, 1, con nota de J. M. Curá).
No corresponde verificar un crédito en descubierto en cuenta corriente, si no se
acreditara la intervención de la fallida o de su representante legal autorizado para
obligarla, sin que se hubiera demostrado la percepción de los fondos por parte de la
fallida o se acreditara su efectiva puesta a disposición por parte de la incidentista (Cám.
Com., E, LL, 1995-C, 359).
En los depósitos bancarios en cuenta corriente, por ser irregulares, existe la presunción
absoluta de que se realiza la trasmisión del dominio de la cosa depositada (v.gr., el
dinero). Tal carácter de absoluto deriva de que aunque el depositante prohíba el uso del
dinero o de las cosas consumibles, mantiene igualmente el carácter de irregular, pues
esta prohibición no impide que la confusión se opere (Cám. C.C. Junín, JA, 1983-I, 137
Ver Texto).
Siendo de la esencia de la "apertura de crédito" el contrato en virtud del cual una de las
partes -banquero, por lo general- se obliga a poner de su propia caja, a disposición de la
otra, una suma prefijada y por un plazo determinado, sin facultad para el acreditado de
efectuar reembolsos parciales, y de la "apertura de crédito en cuenta corriente" la misma
configuración, pero con la modalidad de que el acreditado puede extinguir con
reembolsos parciales el débito que ha surgido de las sumas recibidas, y volver así a
gozar del crédito total concedido, va de suyo que a la apertura de crédito en cuenta
corriente bancaria le son de aplicación las disposiciones de la cuenta corriente mercantil
y bancaria (Cám. Com., LL, 18, 344).
Sin embargo, la cuenta corriente bancaria ofrece características especiales que la
distinguen de la cuenta corriente mercantil. Su naturaleza y necesaria estabilidad exigen
que las acreditaciones sean definitivas; por esa razón, en salvaguarda de su
responsabilidad, el banco adopta la precaución de prohibir que se gire sobre la suma que
se deposita en cheques, hasta después de haber trascurrido 48 horas de efectuado el
depósito de esos instrumentos (Cám. Fed., LL, 3, 757).
Asimismo se ha declarado que hay que distinguir entre el descubierto de una cuenta
corriente bancaria y el contrato de apertura de crédito, puesto que: 1) en el descubierto,
de existir una obligación del banco, ésta es limitada, en relación a la llamada masa de
negocios, por lo cual la concesión de crédito tiene una importancia secundaria y no
constituye la cosa del tipo contractual; 2) en la apertura de crédito la concesión de
crédito constituye el fin esencial y la causa típica del contrato, mientras que en el
descubierto la situación se invierte, porque la concesión del crédito es un medio para
lograr la finalidad contractual; 3) si el anticipo es económicamente un préstamo, no lo
es jurídicamente. Se trata del efecto secundario de otro contrato -la cuenta corriente
bancaria-, en la cual quien hace las veces de mandatario -el banco- adelanta los fondos
necesarios para el cumplimiento del mandato, y por esa circunstancia resulta acreedor
del mandante (art. 1949 Ver Texto, C.Civ.) (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164; Cám.
Penal Econ., I, LL, 1987-D, 179).
Parece errónea la afirmación de que la autorización para girar en descubierto por un
monto y por un plazo determinado, quepa encuadrarla como un contrato de mutuo (Del
fallo de 1ª Inst.) (Cám. Com., A, LL, 1993-C, 1, con nota de J. M. Curá).
La convención sobre la apertura de un crédito para ser utilizado en cuenta corriente
bancaria, celebrada durante la vigencia de la sociedad conyugal y bajo la
responsabilidad de los bienes de ésta, cesa en sus efectos con relación a tal sociedad
desde el momento que ella se disuelve por fallecimiento de uno de los cónyuges, pues el
sobreviviente, con posterioridad a ese hecho, no puede legalmente hacer uso de ese
crédito por cuenta de la sociedad, que ya no existe, sino a los fines de su liquidación
(Cám. Com., LL, 38, 344).
Los bancos están autorizados a equiparar a los clientes que giraron en descubierto y
fueron atendidos, a aquellos que documentaron con su firma el crédito que obtuvieron
(Cám. Com., A, LL, 1984-A, 551).
Dentro del servicio de cheque que presta el banco, resulta claro que todo librador debe
proceder con respaldo suficiente de fondos, salvo autorización para girar en descubierto.
Por tanto, el rechazo del cheque por no tener fondos depositados o acreditados (es decir,
con antelación suficiente) pone en evidencia un obrar antijurídico del cliente, en el
sentido concreto de falta de diligencia o prudencia exigidas por las circunstancias del
caso (art. 512 Ver Texto,
C. Civ.) (Cám. C. C. 2ª, I, La Plata, causa B-77.266, Reg. sent. 133, del 30/6/94).
Las facultades y obligaciones del banco de aceptar o rechazar el cheque girado en
descubierto se vincula con la relación contractual entre la institución y el cliente, con las
modalidades y condiciones por ambos pactadas, pero no pueden ser invocadas por el
beneficiario del cheque, porque sus efectos no le aprovechan (arts. 503 Ver Texto, 1195
Ver Texto, 1199 Ver Texto y 1929 Ver Texto, C. Civ., y art. 207 Ver Texto,
C.Com.) (CS, LL, 1987-C, 453).
Al banco que ha pagado a la misma libradora sin tener en realidad provisión de fondos,
le nace en su favor una acción contra ella para reembolsarse del importe; acción que
surge del contrato de cuenta corriente y es de derecho común. Y ello es procedente
aunque hubiere existido un error del banco al confeccionar el informe del estado de
cuenta, pues en definitiva por ese medio la libradora ha dispuesto de una suma
indebidamente acreditada (Cám. Fed. C.C., I, Rep.
LL, XLII, 203).
La vinculación existente entre el banco girado y el librador, no es sino una simple
relación de cuenta corriente bancaria en la cual aquél no asume obligación cambiaria
alguna y, por consiguiente, el banco tampoco adquiere ningún derecho de esa naturaleza
respecto del titular de la cuenta donde el librador tiene fondos depositados a su orden o
autorización para girar en descubierto (art. 1, L.Ch.), y menos aún contra los endosantes
del título, garantía de su pago frente al endosatario (art. 16, L.Ch.) (Cám. Com., A, LL,
144, 109).
Si el banco le adelantó los fondos a su cliente, correspondientes al cheque depositado al
cobro en una cámara compensadora, deberá debitarle el importe que le hubiera
adelantado, careciendo, por ende, de la titularidad de la acción necesaria para sustituír al
beneficiario de los cheques depositados, salvo en su condición de beneficiario del
endoso-mandato extendido por el cliente al depositar el cheque (Juzg. 1ª Inst. C. y C.,
Rosario, 5ª Nominación, Z, R. 5, 218).
b) Prestar conformidad y formular observaciones a los extractos de cuenta.
Cuando el banco le envíe los extractos (o resúmenes, o liquidaciones) del movimiento
de la cuenta corriente (regla 1.2.1.2, el cliente debe prestar conformidad, por escrito,
con el saldo, o bien formular las observaciones que estime pertinente realizar, dentro del
plazo de cinco días (art. 793 Ver Texto, C.Com.).
Los términos que establece el artículo citado no pueden ser modificados por las partes,
en el sentido de ampliar el de ocho días que tiene el banco, que tiende a asegurar el
cumplimiento de su obligación, en salvaguarda de los intereses de los clientes, o
restringir el segundo -de cinco días-. Tal restricción podría conducir prácticamente a la
supresión del derecho de control del cliente, impidiéndole o dificultándole la revisación
de la cuenta y de las operaciones reflejadas en ella. De permitirse tales convenciones,
podrían ellas ser impuestas por los bancos, abusando de su predominante situación de
hecho, con evidente detrimento de los derechos de los particulares.
El término fijado al banco para pasar la liquidación se cuenta desde la terminación del
trimestre o período convenido. El de cinco días, para observarla, desde que el cliente
recibe la liquidación.
Si el cuentacorrentista no recibe el extracto o liquidación dentro de los quince días de
cerrado el trimestre o el período convenido, deberá reclamarlo dentro de los quince días
siguientes. Se presumirá conformidad con el movimiento registrado en el banco si
dentro de los sesenta días de vencido el período no se formula reclamo o no se reclama
la entrega de la liquidación por no haberla recibido.
Resulta imprescindible puntualizar que el envío de la liquidación o extracto, y en su
caso la conformidad del cuentacorrentista -expresa o tácita-, no es y, por tanto, no tiene
los mismos efectos que un cierre provisorio de la cuenta corriente bancaria, que permita
la ejecución de ese saldo (506) . Sino que sólo tiene por finalidad esencial que el banco,
al atender el servicio de caja del cliente, actúa en interés ajeno y debe rendir cuentas de:
I) los cobros y pagos que haya efectuado en su nombre y por su cuenta; II) de los
cargos, comisiones y gastos que el banco haya debitado en la cuenta, con motivo de la
operatividad de ella; III) de los intereses cobrados por los anticipos transitorios
efectuados por el banco, como consecuencia de haber atendido el servicio de caja,
cuando el cliente ha incurrido en "sobregiro"; IV) de los débitos y, en su caso, la
capitalización de intereses, por la apertura de crédito que pudiera haber convenido de
antemano con el cuentacorrentista.
Lo expresado en el párrafo anterior está totalmente de acuerdo con la doctrina plenaria
establecida oportunamente en la causa "Banco de Galicia y Buenos Aires, S.A. c.
Lussich, J.P.A., y ot." Ver Texto ("LL", 136, 209) al que más adelante nos referimos, en
el cual se estableció la necesidad del cierre definitivo de la cuenta corriente bancaria,
como presupuesto para que la entidad bancaria expidiera el certificado de saldo deudor
previsto en el art. 793 Ver Texto, 3º ap., C. Com.
Es del caso señalar que el Tribunal Supremo de Córdoba, en la causa "Banco de la
Provincia de Córdoba c. Nacachian y Vásquez, S.R.L." (ED, 135, 533), ha establecido
la doctrina contraria, autorizando la ejecución de saldos deudores de la cuenta corriente
bancaria, sin necesidad de tener que proceder al cierre de ella.
No compartimos los argumentos dados por el ministro preopinante, Dr. H. Roitman, y
debemos adelantar aquí, pues el tema será tratado más adelante, que con el criterio
sostenido en este fallo se viene a magnificar la opinable potestad de los bancos de poder
extender un título ejecutivo sin la intervención del deudor del saldo de la cuenta
corriente, produciendo una censurable inseguridad jurídica en los clientes ejecutados.
Asimismo, resulta oportuno evidenciar que la conformidad expresa o tácita del cliente
con el extracto o liquidación recibida (art. 793 Ver Texto, 2º párr., C.Com.; regla
1.2.2.3, arg. art. 73 Ver Texto, C.Com.; y arts. 916 Ver Texto y 919 Ver Texto, C.Civ.)
no obsta al derecho del cliente para obtener la rectificación de la cuenta por error de
cálculo, comisiones, artículos extraños o indebidamente llevados al débito o crédito o
duplicación de partidas (art. 790 Ver Texto, C.Com.), pues la aprobación del saldo no
implica una declaración de voluntad en sentido técnico, constitutiva de derechos, sino
que es tan sólo una declaración de verdad, que tiene naturaleza confesoria de un hecho
pasado, y que, por tanto, presupone la real existencia del hecho reconocido; en el caso,
la realidad aritmética de los asientos en la cuenta.
JURISPRUDENCIA
El titular de la cuenta corriente bancaria debe recibir una libreta para que el banco anote
las sumas depositadas y la fecha, y los giros y extracciones y sus fechas, según lo
establece el art. 794 Ver Texto, C. Com. Esa libreta ha caído en desuso y ha sido
sustituída por un sistema de hojas movibles donde se registran los movimientos de la
cuenta que quedan en poder del banco.
Periódicamente el banco remite al cliente un duplicado de la hoja o extracto para su
información y conformidad (art. 793 Ver Texto, C.Com.), que establece una presunción
iuris tantum de conformidad por parte del cliente con el movimiento registrado, si
dentro del término legal no reclama por las operaciones registradas o por no haber
recibido el extracto (Cám. Com., B, ED, 122, 418).
Los extractos que los bancos deben mandar a los clientes, implica una simple rendición
de cuentas que no provoca el cierre provisorio de la cuenta corriente bancaria (del voto
de la minoría) (Cám. Com., en pleno, LL, 1985-A, 19).
La aprobación de las cuentas y sus saldos en aplicación de lo reglado por el art. 793 Ver
Texto, C.Com., no precluye el derecho de obtener una rectificación por errores u otros
vicios que padezcan, de análoga manera a lo que acontece con la aprobación de cuentas
rendidas conforme a lo dispuesto por el art. 73 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., C, LL,
1986-B, 605).
El art. 793 Ver Texto, C.Com., impone la facultad de reclamar dentro de los 5 días de
presentado el estado de la cuenta corriente bancaria, presumiéndose que si en ese plazo
el cliente no contesta, se tendrá por reconocidas las cuentas en la forma presentada,
debiéndose tener presente que el banco está obligado a tener sus cuentas al día para fijar
su situación respecto del cliente (De la disidencia del Dr. Villa Perincioli) (Cám. C.C.,
IV, JA, 1984-II, 197 Ver Texto).
Se presume conformidad con el movimiento registrado en la cuenta corriente bancaria,
si dentro de los treinta días de vencido el respectivo período no se formula reclamo o no
se reclama la entrega del extracto por no haberlo recibido (art. 793 Ver Texto, C.Com.).
Ello es una presunción iuris tantum que no puede prevalecer frente a la obligación del
banco de mantener incólumes los derechos del depositante efectuando los asientos por
créditos y débitos, no sólo en los plazos legales, sino en forma correcta. Por ello,
habiendo quedado probado que la entidad bancaria no cumplió con dicha obligación,
corresponde hacer lugar a la demanda por resarcimiento deducida en estos actuados
(Cám. Com., B, LL, 1986-B, 371).
Toda aprobación de cuenta se integra con dos declaraciones unilaterales de verdad o
enunciativas, por lo que tal aprobación configura un reconocimiento de una obligación
preexistente, que debe ceder ante el contenido de la prestación original (art. 723 Ver
Texto, C.Civ.) que no produce novación, ni modifica objetivamente la relación (Cám.
Com., C, LL, 1986-B, 605).
El hecho de no haber recibido el resumen de cuenta, carece de ponderabilidad,
especialmente en el juicio ejecutivo, puesto que el cuentacorrentista tenía a su
disposición los medios técnicos señalados por la circular reglamentaria, para controlar y
hacer rectificar eventualmente los errores o excesos en las registraciones del
movimiento de su cuenta. Si no los usó, la presunción de ser correctos ampara al banco
(Cám.
C.C., I, B.Blanca, LL, 1989-A, 520).
La aprobación de las cuentas corrientes y sus saldos en virtud del art. 793 Ver Texto,
C.Com., no precluye el derecho a obtener su rectificación en razón de errores u otros
vicios formales que padezca (Cám. Com., C, JA, 1985-II, síntesis; Cám. C.C., IV,
Rosario, LL, 1994-A, 219, con nota de O. R. Gómez Leo).
La única reserva que se debe admitir al principio de inmutabilidad de las registraciones
asentadas en la cuenta corriente una vez aprobada ella, se relaciona con los vicios
puramente formales o errores de cálculo. Por ello, se descarta que se pretenda intentar la
revisión de la cuenta, como sería la introducción de razones sustanciales atinentes a la
legitimidad de la inclusión o eliminación de partidas (Cám. C.C., IV, Rosario, LL,
1994-A, 219, con nota de O. R. Gómez Leo).
Cuando la tasa de interés aplicada por una entidad bancaria conduce a resultados
incompatibles con las exigencias de la moral y de las buenas costumbres, está viciada de
nulidad absoluta, y siendo que ésta no puede ser objeto de renuncia anticipada, no se
puede considerar aquella nulidad subsanada por el consentimiento tácito del
cuentacorrentista, entendiendo que tal consentimiento se ha operado a partir de la
carencia de impugnación en los términos del art. 793 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com.,
C, LL, 1995-D, 802).
La cuentacorrentista debe compartir con el banco la responsabilidad por el pago de un
cheque falsificado, ya que al recibir el extracto de cuenta corriente no hizo objeción
alguna, como debía hacerlo una empresa mercantil que debe llevar registraciones
contables con sus respectivos asientos que la respalden (Cám. Com., A, LL, 1975-C,
144).
c) Actualización de las firmas registradas.
Cada vez que el banco lo estime necesario, el cliente deberá actualizar las firmas que
tenga registradas en la entidad (regla 1.2.1.3) o, en su caso, la de las personas a cuya
orden gira la cuenta. Este recaudo, en la práctica, es de suma importancia, pues en
algunos casos, naturalmente, debido a ciertas enfermedades típicas (Parkinson,
arterioesclerosis, secuelas de accidentes, etc.) las personas suelen introducir
modificaciones en los rasgos de la rúbrica de su firma. Nuestra experiencia profesional
nos indica que en caso de personas de avanzada edad, resulta de buen orden no proceder
al reemplazo de la ficha del registro de firma, sino efectuar la acumulación de la nueva
ficha a las anteriores, como modo válido de tener suficientes elementos para el cotejo de
los cheques que se giren sobre la cuenta corriente en cuestión, pues en estos casos no se
trata de que el cliente ha variado la firma en un sentido distinto del original, sino que la
condición física hace que no firme de manera uniforme en todos los casos.
d) Denuncia sobre los formularios.
A propuesta del Proy. G.GL.R., el art. 5 Ver Texto, N.L.Ch., reunió todos casos de
denuncias sobre pérdida, extravío, robo o sustracción de formularios para solicitar
chequeras o para librar cheques, y los mismos casos de desposesión involuntaria de
cheques ya librados, pero no emitidos. Unido a ellos el supuesto de que el librador
tomara conocimiento de que un cheque ya emitido hubiera sido adulterado.
Ya hemos señalado las injustificadas diferencias que el texto proyectado tiene con el
texto legal, finalmente sancionado, lugar a donde remitimos al lector, en honor a la
brevedad (507) .
Con el nuevo texto legal y su reglamentación (regla 1.3.9.1.1) la denuncia de la
desposesión involuntaria de los formularios para solicitar la chequera o para librar
cheques puede ser efectuada por escrito, por fax, telefónicamente o por cualquier otro
medio rápido, pues lo que se persigue es evitar la consumación de la maniobra ilícita de
retirar una nueva chequera o falsificar un cheque. Concretada la denuncia, el cliente
tiene que ratificarla en el día, mediante presentación efectuada ante establecimiento en
que está radicada la cuenta (regla 1.3.9.1.2).
Se debe entender que la inobservancia de esta obligación puede hacer pasible al cliente
de responsabilidades patrimoniales por el pago que el banco efectúe. Sin embargo, hay
que tener en cuenta que si bien el texto del art. 36 Ver Texto, inc. 2, N.L.Ch., puede
hacer pensar que tal responsabilidad será, siempre, exclusiva del cliente, ello no es
totalmente así, pues si como quedó expresado lo extraviado o sustraído es el formulario
en blanco, es decir, sin ser completado, ni firmado, hay que concluír que el cheque
presentado y, por hipótesis, pagado llevaba una firma falsa. De ello pueden resultar
diversas situaciones en punto a la responsabilidad por el pago indebido del cheque; a
saber:
I) Si el cliente no comunicó la sustracción o extravío del formulario en blanco, y el
banco pagó, pero la firma era visiblemente falsificada, existirá culpa concurrente de
ambos y el supuesto deberá ser dilucidado según las circunstancias del caso (art. 37 Ver
Texto, N.L.Ch.). II) En cambio, si el cliente no comunicó y el banco pagó porque la
firma no era visiblemente falsificada, habrá responsabilidad exclusiva del cliente
(art. 36, inc. 2, y arg. a contrario art. 35 Ver Texto, inc. 1, N.L.Ch.). III) Si el cliente
comunicó la sustracción o extravío, y el banco, desatendiendo la orden, pagó aduciendo
que la firma no era visiblemente falsificada, habrá responsabilidad exclusiva del banco,
por incumplimiento de su obligación legal (art. 5 Ver Texto, in fine, N.L.Ch.) y
reglamentaria (regla 1.3.8.1.6) de tener que abstenerse de pagar por la denuncia
efectuada por el cuentacorrentista.
Finalmente, señalamos que carece de sentido la referencia que hace la norma
reglamentaria a la "adulteración de las fórmulas de cheques" en blanco. Tal desacierto,
quizá, deriva de haber tomado el dato de la norma contenida en el art. 5 Ver Texto, 2º
párr., in fine, N.L.Ch., que se refiere al cheque que hubiera sido librado regularmente
por el cuentacorrentista y "hubiera sido adulterado", supuesto, éste, que estudiamos en
el parágrafo siguiente.
JURISPRUDENCIA
Si bien el cheque es irrevocable, como tal, durante el trascurso del plazo de
presentación, ello no impide que se ejerza el derecho de oposición al pago, con
expresión de causa -por ejemplo- cuando medie extravío o robo del cuaderno de
cheques (Cám. C.C. I, Santa Fe, JA, 1987-I, 372 Ver Texto).
El art. 4 Ver Texto, in fine, L.Ch., en concordancia con las normas reglamentarias de la
cuenta corriente bancaria, establece una serie de "deberes" del cuentacorrentista, entre
los cuales se pueden individualizar "dar aviso al banco, por escrito, por el extravío,
pérdida o sustracción de las fórmulas en blanco" (Cám. Com., B, LL, 1982-B, 186).
Siendo de ordinario que los cheques sean auténticos y sólo excepcionalmente
falsificados, la pérdida de tiempo que un control complejo implicaría sería para ellos un
perjuicio mayor que la eventual posibilidad de una falsificación cuya ocasional
verificación se vería reducida al mínimo si los cuentacorrentistas adoptaran las
precauciones necesarias en el manejo de las chequeras (Cám. Com., A, Rep. LL, XLIII,
211).
No es responsable el banco si la chequera ha sido confiada por su titular a dependientes
o colaboradores poco honestos, o no ha sido guardada con la necesaria diligencia,
haciendo de ese modo posible la sustracción de los cheques por parte de esas personas o
de otras, o bien no ha denunciado tempestivamente al banco el extravío de la libreta o
falsificación de un cheque, respecto de lo cual hubiese tenido indicios o debido tener
conocimiento de haber llevado correcta y diligentemente documentada su actividad
comercial (Cám. Com., D, LL, 1984-A, 578).
La omisión incurrida por el cuentacorrentista, al no dar aviso o notificación del extravío
o sustracción del formulario, no releva al banco de la responsabilidad si pagó el cheque
de marras, que trajo una firma visiblemente falsificada (Cám. Com., C, LL, 1993-A,
197, con nota de J. M. Curá).
Si la corporación gremial a la que se le atribuye el cheque, no ha negado que le
correspondan los cuadernos impresos con su nombre que le entregó el banco girado, ni
puso en conocimiento de este hecho alguno de desposesión de los formularios
mencionados, y tampoco alegó pérdida u otra circunstancia especial dirigida a
desvincularse de su libramiento, adquiere valor el principio jurídico de la apariencia,
que en este caso juega en favor del tercero de buena fe (Cám. Com., C, LL, 1993-A,
367, con nota de J. L. García Caffaro).
El banco no es responsable si la chequera ha sido confiada por su titular a dependientes
o colaboradores poco honestos, o no ha sido guardada con la necesaria diligencia,
haciendo de este modo posible la sustracción de la chequera (Cám. Com., B, LL, 1982B, 186).
e) Denuncia sobre cheques creados pero no emitidos voluntariamente.
El cuentacorrentista debe comunicar de inmediato al girado, telefónicamente o por
cualquier otro medio apropiado (fax, nota, etc.) (regla 1.3.9.1.1), para que no pague,
bajo su responsabilidad, cuando un cheque librado por él, hubiera sido:
I) extraviado;
II) o robado;
III) o sustraído;
IV) o cuando tomare conocimiento de que el cheque emitido regularmente hubiera sido
alterado.
Respecto del primer caso, si bien el cliente deberá ratificar la denuncia personalmente
ante el establecimiento en que está radicada la cuenta (regla 1.3.9.1.2), no deberá
efectuar la denuncia policial o penal que establece la regla 1.3.9.1.3, pues como tenemos
dicho desde hace bastante tiempo, ello no puede ser exigido, pues no existe la
presunción de un delito de acción pública, que llevaría a la necesidad legal de esa
denuncia. La afirmación es correcta desde el punto de vista jurídico, aun cuando a veces
los bancos la desconozcan y exijan la denuncia policial.
En los tres casos siguientes será necesario, tanto la ratificación personal, como la
denuncia policial o penal del evento sufrido (reglas 1.3.9.1 y 1.3.9.2), con la
consecuente aplicación del art. 63 Ver Texto, N.L.Ch., que dispone, si el cheque es
presentado al pago, la retención del título por el girado y su ulterior remisión al juzgado
penal donde se radicó la denuncia correspondiente.
Ya hemos explicado que al sancionarse el art. 5 Ver Texto, N.L.Ch., se suprimió, sin
explicaciones, el caso de que se pudiera dar aviso de no pagar cuando el cliente hubiera
sufrido violencia al librar el cheque de que se trate, supuesto contemplado en el
derogado art. 34, inc. 4, del régimen originario. También hemos dicho que si el cliente
sufre violencia al librar el cheque, deberá fundar su denuncia en que el cheque le fue
robado o sustraído, lo cual, además de no ser mentira, es la consecuencia lógica que
seguirá quien ejerció la violencia.
Asimismo, el cuentacorrentista podrá dar orden de no pagar cuando el cheque de que se
trate hubiera sido "alterado", debiéndose entender que con esa expresión se abarca
cualquier modificación del texto originario, sea que se hubiese llevado a cabo mediante
una adulteración o mediante una suposición.
Entendemos que en los tres primeros casos no existe una obligación stricto sensu, sino
más bien son cargas, en sentido técnico, en tanto imperativo del propio interés del
cliente, quien si no denuncia el hecho, impartiendo orden de no pagar, no impedirá que
quien encontró, o sustrajo o robó el cheque, complete su maniobra delictiva, y si cumple
con la carga, comunicando el hecho al girado, evita la consumación de la maniobra.
En el cuarto caso, a la luz del nuevo texto del art. 34 Ver Texto, N.L.Ch., habrá que
distinguir distintos supuestos: I) si el cliente no comunica el hecho de la alteración del
cual ha tenido conocimiento y el girado paga sin incurrir en mala fe o en culpa grave
(arg. art. 34 Ver Texto, N.L.Ch.), el cliente es responsable exclusivo del perjuicio que
sufra; II) si el cuentacorrentista, conociendo el hecho, no comunica, la adulteración es
visible y el girado paga, la responsabilidad podrá ser conjunta, según las circunstancias
del caso (arg. art. 37 Ver Texto, N.L.Ch.); III) si el cliente realiza la comunicación
pertinente y el girado paga, sea o no visible la adulteración, la responsabilidad será
exclusiva del banco si de su conducta ilícita se produce algún perjuicio. No otro cosa
surge de la norma establecida en el art. 5 Ver Texto, N.L.Ch., que dice: "El aviso
cursado por escrito impide el pago del cheque, bajo responsabilidad del titular de la
cuenta corriente. . ." (regla 1.3.8.1.6).
También el cliente deberá dar aviso por el extravío, sustracción o adulteración de los
certificados nominativos de registración del cheque de pago diferido, que hubieran sido
emitidos por la entidad girada o depositaria, siguiendo un procedimiento similar al
establecido en la regla 1.3.9 s/Com. "A" 2514 que acabamos de describir. Aunque la
norma reglamentaria no lo especifica, ello será procedente no por la condición de
librador del cheque de pago diferido de que se trate, sino en el caso hipotético de que el
cliente sea además portador de esa clase de título, lo cual, aunque no será probable, es
totalmente posible de que pueda ocurrir conforme a la normativa vigente.
JURISPRUDENCIA
La circular reglamentaria de la cuenta corriente dictada por el B.C.R.A., impone, entre
las obligaciones de los cuentacorrentistas, el dar aviso al banco por escrito del extravío,
pérdida o sustracción o adulteración de los cheques (Cám. Com., C, ED, 95, 696).
Durante el plazo de presentación del cheque es irrevocable. Ahora bien, esa
irrevocabilidad no impide que se ejerza el derecho de oposición al pago, con expresión
de causa, para lo cual es menester que haya mediado violencia al librar o trasferir el
cheque, que exista sustracción de él equiparable también al extravío (Cám. C.C., I,
Santa Fe, JA, 1987-I, 372 Ver Texto).
Si bien con una postura benevolente respecto del banco, se ha declarado que si el
cheque ha sido sustraído de una chequera a quien había sido entregada no puede tachar
de negligente al banco en el control de la firma, cuando la irregularidad de que se queja
se origina en su propia conducta culposa, dado que no ha vigilado como correspondía a
quienes hacían uso de esos valores, no existiendo además ninguna constancia que
hubiera presentado denuncia policial y penal, a los efectos de que se pudiera averiguar
las circunstancias en que se hubiera producido el hurto del cheque (Cám. Com., A, ED,
109, 443). Declarándose en otra oportunidad -en esa línea de juzgamiento- que el banco
no es responsable si el titular de la cuenta no ha denunciado tempestivamente al banco
la falsificación del cheque, respecto del cual hubiese tenido indicios o debido tener
conocimiento de haber llevado correctamente documentada su actividad comercial
(Cám. Com., B, LL, 1982-B, 186).
Con un criterio distinto, también se ha sentenciado que en caso de no haberse formulado
oposición al pago del cheque, el banco no queda eximido de efectuar el cotejo de la
firma para determinar que los que firman el cheque están autorizados a girar sobre la
cuenta. En consecuencia, si la firma está visiblemente falsificada y se puede apreciar a
simple vista, corresponde encuadrar el caso de marras en el art. 35 Ver Texto, inc. 1,
L.Ch., pues el pago importó una notoria negligencia de la cual resulta responsable el
banco girado (Cám. Com., C, LL, 1993-A, 197, con nota de J. M. Curá).
Si el cliente, en cumplimiento del art. 4, L.Ch., y las normas reglamentarias
concordantes, comunicó al banco, por escrito, el extravío o pérdida de un cheque (Cám.
Com., C, Rep. LL, XLII, 660; ídem, B, LL, 1982-B, 186) la institución debe reintegrar
al titular de la cuenta el importe que pagó, no obstante la oportuna comunicación del
extravío, sin que pueda repetir ese pago contra el último endosante del título (Cám. Fed.
Córdoba, JA, 1974-21, 674).
Ni la invocación del extravío del cheque cuando éste es ejecutado, ni la orden de no
pagar, obstan a la ejecución. Pretender lo contrario sería confundir el cheque como
instrumento de la relación banco-cuentacorrentista y en cuanto papel de comercio,
sujeto al principio de abstracción que impide indagar aquella circunstancia en un juicio
ejecutivo (Cám. Com., D, LL, 1995-E, 47).
La orden de no pagar impartida por el titular de la cuenta no enerva los derechos
cambiarios del legítimo tenedor, en tanto no se compruebe su mala fe. Sin embargo, ello
excedería el marco del debate admitido en el juicio ejecutivo (Cám. Com., E, JA, 1991III, 418 Ver Texto).
Ante la supuesta pérdida de un cheque suscrito no es suficiente el aviso al banco girado
(art. 5, L.Ch.) para restarle eficacia ejecutiva al título extraviado, pues ello importaría
confusión entre él como instrumento de la relación causal de cuenta corriente entre el
titular y banco -ámbito de eficacia de la mentada orden- y en cuanto título de crédito,
función distinta en que está sujeto al principio de abstracción que impide indagar
aquella circunstancia (Cám. C.C. I, Quilmes, causa 155, Reg. int., 64, 31/8/95).
Reiterándose que la sola denuncia policial o la comunicación al banco, por extravío o
robo de un cheque, sólo obsta al pago de él por el banco girado, pero no suple el
procedimiento de cancelación, regulado por los arts. 89 y ss., decreto-ley 5965/36, para
la letra de cambio y el pagaré que es aplicable al cheque por la remisión que hace el art.
55 (hoy 65 Ver Texto), L.Ch. (Cám. C.C., II, San Martín, SP LL, 981, 78; Cám. Com.,
E, Rep.
LL, XLI, 851; ídem, LL, 1983-B, 706; Cám. C.C. 1ª, I, B. Blanca, Rep. LL, XLII, 660;
ídem, JA, 1983-I, síntesis; Cám. C.C. 1ª, I, La Plata, causa 217.745, Reg. sent. 71,
24/3/1994.
No contando con fecha de creación los cheques que se pretenden cancelar por haber
sido extraviados por el cancelante, no queda otra posibilidad, a juicio de esta sala, que
se tome como fecha de creación de ellos la de la promoción del proceso de cancelación
iniciado al efecto, en tanto pone en evidencia la voluntad del creador de asignar
contenido definitivo y existencia jurídica a la orden de pago cuya cancelación solicitó
(Cám. Com., C, LL, 1991-D, 238).
La constancia del banco de la orden del librador de no efectivizar el pago por extravío,
coloca a éste en la misma responsabilidad por falta de pago y, por tanto, la prueba del
extravío o sustracción, la denuncia policial pertinente, etc., incluso la autenticidad de la
firma del cheque que se presenta completo para su cobro, queda a cargo del
excepcionante (Cám. C.C., IV, Rosario, Rep. XLI, 851).
(506) Comp. con M. Alberti, La ejecución del saldo deudor de la cuenta corriente
bancaria, en "Rev. Bco. Nación", nº 40, año 1972.
(507) Gómez Leo, Cheques, 39.
f) Denunciar cambio de domicilio.
Por imperio de lo dispuesto en la regla 1.1.1.5 el cliente al solicitar la apertura de una
cuenta corriente bancaria debe denunciar el domicilio real y especial, debiendo
constituír este último, obligatoriamente, en la República Argentina. En el caso de que
exista más de un titular de la cuenta, se constituirá un solo domicilio especial, el que
será considerado a todos los efectos legales y reglamentarios derivado del
funcionamiento de la cuenta corriente y los emergentes del cheque.
La comunicación del cambio de domicilio debe ser realizada no sólo en interés del
cliente, sino también, y principalmente, en interés de la entidad girada y de los terceros
para los casos en que se produzca el rechazo del cheque presentado al cobro (art. 3 Ver
Texto, N.L.Ch.).
El cumplimiento de esta obligación de actualizar el domicilio ocasiona la necesidad de
confeccionar formularios con el nuevo domicilio (art. 4 Ver Texto, N.L.Ch.), lo que
produce, a su vez, la necesidad del reintegro de los formularios anteriores no utilizados
(regla 1.2.1.5).
JURISPRUDENCIA
Antes de la vigencia del derecho positivo actual se había declarado que el banco debe
proceder de buena fe y con la precaución necesaria para asegurarse que sus
notificaciones lleguen a manos del cliente, efectivamente (Cám. Com., JA, 1944-III,
269).
Con el régimen vigente se ha sentenciado que mientras el cliente no realice el cambio de
domicilio mediante una actividad concreta y positiva de su parte (v.gr., comunicación
expresa), subsiste a los efectos de las notificaciones el domicilio constituído al abrir la
cuenta corriente bancaria (Cám. Fed. C.A., I, LL, 1986-E, 99).
El banco cumple con su obligación de remitir el estado de cuenta si lo hace al domicilio
constituído en oportunidad de la apertura de la cuenta corriente bancaria, mientras no
sea cambiado expresamente por el cliente (Cám. Fed. C.A., I, LL, 1986-E, 99). Por
tanto, no se puede considerar operado el cambio por el solo hecho de que en la
documentación de otras oficinas internas del banco o en las boletas de depósito
realizadas por el titular (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 549) o llenadas por otros
depositantes, conste otro domicilio (Cám. Com., C, ED, 7, 742).
El domicilio que el demandado tiene registrado en la cuenta corriente del banco girado,
puede ser considerado como domicilio especial a todos los efectos derivados de la
emisión del cheque (art. 1, in fine, L.Ch.) (Cám. Com., A, LL, 1981-A, 341; ídem, Rep.
XLI, 847; D, Rep. LL, XLI, 848).
El art. 1, in fine, L.Ch., expresa que "el domicilio especial a todos los efectos derivados
de la emisión del cheque", involucra las relaciones con cualquier tenedor legitimado.
Sin embargo, la limitación de la frase legal a las solas relaciones entre cliente y banco,
desatiende que la ley alude a "efectos. . . del cheque", y no de la cuenta corriente (Cám.
Com., D, Rep. LL, XLII, 659).
Aun cuando hipotéticamente se pudiera considerar como constituído el domicilio
consignado al dorso del cheque en ejecución, a pesar de tratarse de instrumento privado
no reconocido aún por el demandado y lo dispuesto en el art. 1031 Ver Texto, C.Civ.
(conf. Cám. Com., en pleno, "Horvart, S., c. Frank�rh, J.", LL, 82, 561), no podría
extenderse al pretendido efecto a documentos en los cuales no rige la norma del art. 1,
L.Ch. (Cám. Com., C, LL, 1981-A, 563).
En la ejecución de un cheque la competencia territorial está dada, en principio, por el
domicilio del banco sobre el cual fue librado el cheque y, subsidiariamente, a opción del
tenedor, por el domicilio que el titular de la cuenta tiene registrado en el banco (Cám.
Com., en pleno, JA, 1980-II, 574 Ver Texto).
También se ha declarado que tratándose de cheques, la competencia territorial se
determina por el lugar de domicilio del banco girado, con prescindencia, por tanto, del
lugar del domicilio del librador. Es que, según lo dispone el art. 3 , inc. a, decr.-ley
4776/63, ratificado por ley 16748 , aquél es el lugar del pago del cheque (Cám. 1ª, I, La
Plata, causa 217.674, Reg. sent. 72, 24/3/1994).
Si bien el art. 1 , decr. 4776/63, establece que el domicilio del titular de la cuenta
corriente registrado en el banco, puede ser considerado como domicilio especial a todos
los efectos legales de la emisión del cheque, ello no implica que él, en los términos del
art. 101 Ver Texto, C. Civ., puede ser asimilado sin más al que determina el art. 40 Ver
Texto, C. Proc., con las consecuencias previstas en los arts. 41 y 42, del citado cuerpo
legal (Cám. Com., E, LL, 1992-C, 223, con nota de S. Salguero; ídem, LL, 1995-E, 66,
con nota de H. E. Sirkin).
Cuando se ejecuta un cheque contra el endosante, dejan de jugar los arts. del decr.-ley
4776/63 , pues el librador ha quedado fuera de la litis, abriéndose paso a la norma
general de competencia territorial del domicilio del demandado. Sin embargo, si ha sido
demandado el obligado principal (librador), el garante-endosante queda sujeto a la
competencia del juez de aquel litigio, por aplicación del art. 6 Ver Texto, inc. 1, C.Proc.
(SCBA, DJBA, 123, 430).
Si se demanda en virtud de un mutuo dinerario no instrumentado que se pretendiera
cancelar con un cheque, resulta inaplicable el art. 1 , decr.-ley 4776/63, según el cual el
domicilio registrado en el banco por el titular de la cuenta corriente podrá ser
considerado como domicilio especial (Cám. Com., A, JA, 1991-II, 580).
g) Comunicar modificaciones del contrato social o de la representación.
La regla 1.2.1.6 dispone la obligación de comunicar al banco cualquier modificación de
los contratos sociales o estatutos de las personas jurídicas que son titulares de una
cuenta corriente, debiendo acompañar el original debidamente inscrito en el Registro
Público de Comercio o dependencia de control o, en su caso, una copia certificada del
instrumento de que se trate.
Lo propio ha de efectuarse en caso de que se modifiquen los poderes existentes o se
otorguen nuevos a personas a cuyo cargo gira la cuenta, debiéndose acompañar los
nuevos instrumentos de apoderamiento y, en su caso, las actas de asambleas, directorios
o comisión directiva, debidamente inscritos, por los cuales se ha removido o designado
los apoderados o las autoridades con uso de la firma social.
Esta norma reglamentaria se vinculaba con el art. 36, inc. 2, L.Ch. -hoy derogada por su
deficiente redacción-, que preveía la responsabilidad del titular de la cuenta por los
perjuicios que pudieran derivar del libramiento de un cheque por quien ha tenido el uso
de la firma social o tenido la cuenta abierta a su orden y habiendo cesado en sus
poderes, ulteriormente, ha librado nuevos cheques, sin que el titular de la cuenta hubiera
comunicado al banco la cesión de la representación o apoderamiento. Ante el
incumplimiento por el titular de la cuenta, de la obligación de comunicar al banco la
circunstancia apuntada, ninguna responsabilidad le cabe al banco, ella es exclusiva del
negligente titular de la cuenta.
Derogada la citada norma legal por la ley 24452 Ver Texto, tiene plena vigencia la
disposición reglamentaria que alude a la necesidad de que el cuentacorrentista deba
mantener actualizada la información al banco, sobre la vigencia y, en su caso, el
cambio, de los poderes de quienes operan la cuenta corriente bancaria de que se trate
(regla 1.2.1.6).
JURISPRUDENCIA
Es obligación del cliente comunicar a la entidad bancaria las modificaciones de los
poderes o de los representantes o mandatario en atención a lo que prescribe,
expresamente, la circular reglamentaria de la cuenta corriente bancaria dictada por el
B.C.R.A. (Cám. Com., B, JA, 1986-III, 342 Ver Texto).
La falta de notificación al banco de la desvinculación del apoderado de la sociedad
anónima, titular de la cuenta corriente, no puede ser imputada a aquél, en tanto se trata
de una obligación del cuentacorrentista, y no de su apoderado, quien normalmente no
posee siquiera los elementos materiales para justificarla en debida forma (Del fallo de 1ª
Inst.) (Cám. Com., A, LL, 1994-E, 69).
El titular de la cuenta corriente bancaria -en el caso una asociación civil- es responsable
por el pago de los cheques ejecutados, ya que no produjo la revocación de los poderes y
autorizaciones (art. 1963 Ver Texto, inc. 1, C.Civ.) sin importar, en la especie, el
cambio de autoridades producido en la institución demandada (Cám. Com., B, LL,
1982-D, 384).
En la relación de cuenta corriente bancaria al banco le basta con verificar los poderes de
la persona a cuya orden gira la cuenta; si la actuación del mandatario -en el depósito de
los cheques y en el destino de los fondos- comprometió la responsabilidad de la persona
jurídica titular de la cuenta -en el caso, una fundación-, ello sólo afecta la relación
mandante y mandatario y, por consiguiente, es inoponible al banco (Cám. Fed. C.C., I,
ED, 98, 588).
El proceder del empleado de la titular de la cuenta corriente no libera, ni aun
parcialmente, la responsabilidad del banco, por cuanto ha sido el proceder de este
último lo que posibilitó que aquél concretara la maniobra urdida en perjuicio de la
primera y en beneficio propio (Cám. Com., B, LL, 1980-C, 374).
No hay posibilidad legal de firmar cheques, regularmente, en virtud de autorizaciones
no registradas en el banco contra el cual se libra (Cám. Com., B, JA, 1983-II, síntesis).
No es dable exigir a quien recibe un cheque, que deba cerciorarse, en el banco, de la
titularidad de la cuenta sobre la cual fue librado y de los autorizados para operar en ella
(Cám. Com., E, JA, 1990-I, síntesis).
El librador de un cheque que, sin ser titular de la cuenta corriente, ha actuado amparado
por la autorización prestada por quien ejerce la titularidad, adquiere responsabilidad en
caso de haber incumplido con la carga de efectuar la indicación precisa del sujeto en
cuya representación sostiene haber actuado (Cám. Com., C, JA, 1991-IV, 331 Ver
Texto).
Si el librador responde de los perjuicios aun cuando promedia falsificación en los
supuestos en que el cheque es firmado por dependiente o persona que use de su firma en
los cheques verdaderos, con mayor razón debe responder si no se configura falsificación
alguna, sino tan sólo una extralimitación de las instrucciones encomendadas al
apoderado que actúa dentro de los límites del poder (Cám. Fed. C.C., I, ED, 98, 587).
El suscritor de un cheque, que ha actuado amparado por la autorización prestada por el
titular de la cuenta, no adquiere responsabilidad cambiaria a título personal, aunque no
hubiera indicado, expresamente, el carácter de mandatario, si en el documento constan
los datos necesarios que permiten instrumentar la representación voluntaria invocada
por el suscritor (Cám. Com., E, JA, 1990-I, síntesis).
Si la corporación gremial a la cual se le atribuye el cheque, no ha negado que le
correspondan los cuadernos impresos con su nombre que le entregó el banco girado, ni
puso en conocimiento de este hecho alguno de desposesión de los formularios
mencionados, tampoco alegó pérdida u otra circunstancia especial dirigida a desvincular
su libramiento del propio ámbito interno de la persona jurídica, adquiere valor el
principio jurídico de la apariencia, que en este caso juega en favor del tercero de buena
fe, sin que tenga entidad para desvirtuarlo la manifestación de que eran responsables de
la cuenta corriente las anteriores autoridades de la entidad (C.N.Com., C, LL, 1993-A,
367, con nota de J. L. García Caffaro).
h) Reintegrar formularios y denunciar cheques librados.
En oportunidad de solicitar el cierre de la cuenta corriente bancaria, el cliente debe
acompañar una nómina de los cheques librados en los últimos sesenta días, con
indicación de los importes y devolver el total de formularios no utilizados; en caso que
la comunicación del cierre no sea acompañada por los datos indicados y de no devolver
las fórmulas sin utilizar, el banco procederá, en el término de diez días de recibida esa
comunicación, al cierre definitivo de la cuenta y a devolver los cheques que se
presentaran al cobro ulteriormente (regla 1.2.1.7).
Si el cuentacorrentista acompaña la citada nómina y devuelve los formularios no
utilizados, la liquidación y cierre de la cuenta corriente sólo se podrá efectuarla luego de
trascurrido un plazo igual al establecido para la validez de los cheques -30 o 60 días
según sean librados en el país o desde el extranjero (art. 25 Ver Texto, N.L.Ch.),
respectivamente-, contado desde la fecha de notificación. Durante ese término el banco
seguirá pagando los cheques librados con anterioridad.
Lo propio debe hacer el cliente, dentro de los diez días de la fecha de haber recibido la
comunicación del banco, de la suspensión del servicio de pago de cheques o del cierre
de la cuenta corriente.
Si el cliente no cumple con el reintegro de los formularios de cheques no utilizados, la
regla 1.2.1.7 establece que corresponderá comunicar al Banco Central esa circunstancia
a los efectos de que se incluya al incumplidor en la "Base de datos de cuentacorrentistas
inhabilitados" (regla 1.5.2) s/Com. "A" 2514 por un plazo de 24 meses (regla 1.8.2).
El estricto cumplimiento de esta obligación por el cliente, además de evitar la sanción
de inhabilitación descrita, tiende a que no se consume maniobras delictivas que puede
llevar a cabo el ex cuentacorrentista, entregando cheques a sabiendas de que no serán
pagados, por existir impedimento legal (art. 302 Ver Texto, inc. 2, C. Penal) o, también,
por terceros, librando cheques en formularios ajenos (art. 302 Ver Texto, inc. 4, C.
Penal) (508) .
i) Cumplimiento del pacto de cheques.
El cuentacorrentista tiene las siguientes obligaciones específicas que integran el pacto
de cheque (regla 1.1.1.3 s/Com. "A" 2514), como son:
I) no librar cheques en moneda que no sea aquella en que esté abierta la cuenta (art. 33
Ver Texto, N.L.Ch.); II) no redactarlos en otro idioma distinto del castellano -"nacional"
dice la regla 1.1.1.3-, que por otra parte es el idioma en que vienen impresos los
formularios de cheques comunes y de pago diferido (regla 1.9); III) no incluír
inscripciones de propaganda o aditamentos que condicionen, directa o indirectamente,
su negociación a otros requisitos que los establecidos por el Código de Comercio (regla
1.3.8.1.3).
En los tres casos la inobservancia de las obligaciones a cargo del cuentacorrentista
inutilizarán el cheque como orden de pago (derecho interno) y producirán su rechazo;
no obstante ello, en los dos primeros el cheque podrá ser idóneo como título de crédito
cambiario (derecho externo) para accionar contra todos sus firmantes (art. 40/2 Ver
Texto, N.L.Ch.).
Respecto del tercer caso, hay que tener en cuenta que siendo, por hipótesis, la inclusión
de la inscripción de que se trate un condicionamiento de la orden pura y simple que
exige el art. 2 Ver Texto, inc. 6, N.L.Ch, ese título no es cheque por falta de un requisito
esencial, por lo cual no es idóneo ni como orden de pago, ni como título de crédito, con
el agregado de que la regla 1.3.8.1.3 considera que el rechazo se produce por defecto
formal, por lo que corresponde aplicar la multa del caso (arts. 2 Ver Texto y 62 Ver
Texto, N.L.Ch.).
Sólo resta señalar que a pesar de haberse legalizado la posibilidad de librar cheques
incompletos, y que además ellos circulen en esas condiciones hasta el momento de su
presentación (art. 8 Ver Texto, N.L.Ch.), sigue vigente la premisa de que el título que
sea presentado al pago sin tener la totalidad de sus requisitos formales caduca como
cheque, no siendo idóneo siquiera, como ha entendido constante jurisprudencia, para
iniciar la preparación de la vía ejecutiva, previo reconocimiento de la firma (509) .
JURISPRUDENCIA
Antes de la reforma del decreto-ley 4776/63 no existía en la legislación argentina la
posibilidad de librar cheques en moneda extranjera, y el cheque era de circulación
nacional, es decir, local. Luego de la citada reforma, es teóricamente posible la libranza
en moneda extranjera, pero la reglamentación a que remite el art. 56, inc. b, L.Ch.,
dictada por el Banco Central, no admitió los cheques en moneda extranjera, ni el pago
de cheques en esa moneda (arts. 2, inc. c, 11 y 16), lo que no hizo sino explicitar en
norma legal lo que antes era práctica de tales instituciones, por directiva de la misma
autoridad central (1ª inst. Com. nº 14, firme, ED, 8, 69).
No es necesario que existan completas todas las menciones del cheque al tiempo de su
libramiento; basta que esté completo al tiempo de su presentación (Cám. C.C., I, B.
Blanca, Rep. LL, XLI, 847).
Es aplicable supletoriamente al cheque la norma prevista para la letra de cambio en
materia de cheque incompleto (art. 11 Ver Texto, decr.-ley 5965/63, y art. 55, decr.-ley
4766/36) (Cám. Com., E, JA, 1990-I, síntesis; ídem, JA, 1990-II, 268 Ver Texto); es
decir que no resulta necesario que existan todas las menciones del cheque al tiempo de
la creación, basta que esté completo al tiempo de la presentación (Cám. C.C., I, B.
Blanca, Rep. LL, XLI, 847).
Sin embargo, con otro criterio se ha declarado que el cheque debe contener enunciados
e indudables requisitos que atañen a la seguridad de las relaciones comerciales que
deben privilegiarse y que no pueden soslayarse ya que la especialísima vía de ejecución
de que están dotados y la consiguiente limitación del derecho de defensa que en este
tipo de procesos se impone, sólo tiene justificación cuando ha nacido, y ostenta, la
totalidad de los requisitos que en cada caso impone la ley. En orden a lo expuesto, los
títulos que se ejecutan aparecen inhábiles, dado que ha quedado demostrado que al
momento de su libramiento no reunían esos requisitos mínimos esenciales (del voto del
Dr. Mallén) (Cám. C.C., I, Rosario, LL, diario del 2/5/1994).
Aunque admitiéramos por vía de hipótesis que el beneficiario del cheque incompleto
pudiese llenar los blancos del título, me parece elemental que ello sólo sería
convalidable en un marco de buena fe negocial; buena fe que se presume y que, a toda
suerte, debería desvirtuar el obligado cambiario (del voto del Dr. Rouillón) (Cám. C.C.,
I, Rosario, LL, diario del 2/5/1994).
El hecho de que el contenido de los cheques no pertenezca al puño y letra del
representante de la sociedad demandada, salvo la firma, es insuficiente para concluír
que los instrumentos fueron emitidos en blanco, pues si bien la firma del cheque debe
ser autógrafa, la redacción puede ser alógrafa (Cám. Com., B, LL, diario del 14/9/1995).
No existe norma legal que, en el marco del rigor formal que caracteriza la materia,
imponga al librador otra impresión personal en el texto del documento que no sea la
firma (Cám. Com., D, JA, 1990-II, 267).
Media culpa concurrente del banco y del cliente, si se debieron librar cheques con dos
firmas, y una de ellas era auténtica y la otra manifiestamente falsificada. La actitud del
cuentacorrentista, ya sea por suscribir el cheque en blanco o por no ejercer una mayor
custodia a esos valores a los cuales sólo le faltaba la firma del otro titular de la cuenta,
es demostrativa de la conducta culpable que caracteriza el art. 512 Ver Texto, C. Civ.
(Cám. C.C. 1ª Tucumán, LL, 150, 498).
La ley ha previsto que los instrumentos para la confección de los cheques sean fórmulas
impresas, numeradas y documentalmente entregadas a los clientes, como recaudo para
impedir la falsificación de la firma del titular, puesto que supone que los usuarios
custodian cuidadosamente (Cám. Com., D, ED, 147, 409).
Hubo negligencia del librador al dejar excesivo lugar en blanco a la izquierda de la
cantidad expresada en números, lo cual permite agregar dos números en tamaño grande
(Cám. Com., C, LL, 144, 22).
La exigencia de que la titularidad de la cuenta corriente corresponda al librador, hace a
la regularidad del cheque como orden de pago, pero no conspira con su validez formal,
como título de crédito cambiario (Cám. Com., E, JA, 1990-I, síntesis).
j) Prestar conformidad con la entrega de libretas de cheques.
En virtud del art. 4 Ver Texto, N.L.Ch., cuando el banco provee al cliente de los
cuadernos de cheques (regla 1.1.4), éste deberá otorgar recibo de la entrega, en el cual
conste el número del cuaderno y la numeración sucesiva de los cheques.
Cuando el pedido de chequera (510) no se hiciera en los formularios especiales
destinados para ello o se efectuase por medio de otra persona autorizada al efecto,
mientras el cliente no preste conformidad con la recepción del talonario solicitado, el
banco no dará curso a los cheques librados en esos formularios.
El cumplimiento de esta obligación del cliente tiene como correlato la que el art. 35, inc.
2, L.Ch., y la regla 2.2.7, pone a cargo del banco, que debe controlar que los cheques
presentados corresponden a las chequeras entregadas, con la conformidad prestada por
el cliente de haberla recibido.
La nueva circular reglamentaria en la regla 1.1.4, ap. 3º, ha incluído la novedad de
calificar como rechazo por vicio formal (art. 2 Ver Texto, N.L.Ch.) al que se produce
cuando no se ha prestado conformidad, por el titular, de la recepción de la chequera a la
cual pertenecen los cheques que son presentados al cobro, cuando tal chequera no fue
retirada personalmente por el cuentacorrentista.
Hemos criticado la norma, pues el rechazo por defecto formal trae aparejada una multa
(arts. 2 Ver Texto y 62 Ver Texto, N.L.Ch.), y la reglamentación efectúa una
calificación por analogía de la conducta del cliente, incriminándola como si fuera un
defecto formal, cuando en rigor no se ha incurrido en ningún vicio o defecto de esa
índole (511) .
JURISPRUDENCIA
Si la libreta de cheques fue entregada a quien la recibió falsificando la firma del
cuentacorrentista, sin que el banco le exigiera la presentación del recibo agregado a cada
talonario para la solicitud de uno nuevo, la víctima del engaño y la defraudación es de la
entidad bancaria, y no del cuentacorrentista (Cám. Com., C, LL, 108, 249).
Responde el banco que pagó los cheques falsificados, ante el titular de la cuenta, si el
cuaderno a que aquéllos pertenecían fue entregado a un tercero de modo irregular o no
se esperó la conformidad del titular respecto de la regular recepción del cuaderno,
obtenido mediante recibo entregado en ventanilla, y no con el que contiene cada
cuaderno al efecto, conforme lo dispone el segundo párrafo del art. 4, L.Ch. (SCBA,
LL, 154, 514).
El banco obró sin las más elementales normas de prudencia, al otorgar a un desconocido
el cuaderno de cheques para la cuenta de la actora, al parecer con la complicidad del
personal que lo entregó e hizo desaparecer el cheque original pagado luego. Tal
proceder del banco, al pagar un cheque que no corresponde al cuaderno recibido por la
actora, lo coloca en responsable del pago (Cám. Fed. Tucumán, LL, 132, 567).
Existen fallas graves que responsabilizan al banco, si entre otras cuestiones pagó el
cheque que no pertenecía a los cuadernos recibidos al cuentacorrentista (Cám. Com., B,
LL, 1982-A, 259).
Aunque la firma no haya sido falsificada en forma manifiesta, ello no autoriza a
responsabilizar al cuentacorrentista, si la falsificación no fue realizada en una fórmula
integrante del cuaderno recibido de conformidad por aquél (art. 4, L.Ch.) y no hay
prueba alguna que permita siquiera suponer que la fórmula falsificada haya estado en
custodia o en poder del cuentacorrentista (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 571).
Si bien el banco incurrió en conducta culposa, al rechazar un cheque con la leyenda
"falta de conformidad libreta de cheques, con fondos suficientes acreditados en cuenta",
ello carece de entidad para la procedencia de reparación por daño moral (Cám. Com., C,
LL, 1981-C, 397).
La responsabilidad del banco girado por no haber esperado la conformidad del titular de
la cuenta en los casos que exige tal conformidad el art. 4, L.Ch., para dar curso al
pedido de entrega de cuadernos de cheques, se sitúa fuera del derecho cambiario y está
regida por los principios generales de la culpa civil (del voto de los Dres. Izquierdo,
Sarrabayrouse Varangot, Anzorreguy y Althabe) (SCBA, ED, 55, 54).
Es responsable el banco por el pago de un cheque que no correspondía al titular de la
cuenta corriente. No habiendo probado que el cheque fue librado por éste; que el
cuaderno de cheque al cual pertenece el título impugnado haya sido solicitado por el
titular de la cuenta y que el recibo firmado por él, en su caso, incluyera su firma
auténtica (Cám. Fed. Tucumán, ED, 27, 225).
El cliente tiene obligación de controlar todas y cada una de las fórmulas que integran
cada cuaderno de cheques al momento que los recibe, así como también tiene el deber
de custodia de esos elementos (Cám. Com., B, JA, 1986-III, 342 Ver Texto).
k) Pagar los intereses, comisiones y cargos.
Siendo la cuenta corriente bancaria un contrato bilateral y oneroso, el cliente tiene la
obligación de pagar, además de los intereses pactados por la apertura de crédito en
cuenta corriente, así como los devengados por los anticipos transitorios que,
eventualmente, el banco le otorgue. Otro tanto deberá hacer respecto de las comisiones
y demás cargos que resulten de los diversos servicios que el banco le preste (reglas
1.1.1.4 a 1.1.1.6).
JURISPRUDENCIA
La autorización del cuentacorrentista para la realización de débitos automáticos, por
diversos rubros (pago de servicios, comisiones de mantenimiento de cuentas, sobregiros
sin provisión de fondos, impuestos, servicios, etc.) no significa que los débitos
efectuados o que pueda efectuar el banco, cuyo origen sea imposible de identificar por
carecer de respaldo documental en la contabilidad del banco, pertenezcan a los
mencionados conceptos (Cám. Com., A, ED, 151, 267).
Entre las normas concernientes a la cuenta corriente mercantil aplicables
supletoriamente a la cuenta corriente bancaria se encuentra la que se refiere a los
intereses (art. 785 Ver Texto, C. Com.) (Cám. Com., A, JA, 1990-I, síntesis; D, JA,
1992-IV, 274 Ver Texto; ídem, LL, 1979-B, 252; Cám. C.C. 1ª, I, La Plata, JL, 5-208
(8572).
Si bien se ha declarado que por aplicación del art. 785 Ver Texto,
C. Com., los intereses establecidos en la condena deben ser calculados desde el cierre
que determinó el saldo deudor del cuentacorrentista (Cám. Com., A, JA, 1990-I,
síntesis; D, LL, 1979-B, 252). Razón por la cual es improcedente retrotraer el comienzo
de su curso a la fecha de una comunicación anterior a ese cierre, por una suma distinta
de la ejecutada (Cám. Com., D, JA, 1992-IV, 274 Ver Texto).
También se ha distinguido que tratándose de una cuenta corriente bancaria los intereses
se devengan sobre el saldo con independencia de la mora, pues es inherente a esa
operación la producción de aquéllos (art. 777 Ver Texto, inc. 4, C. Com.); en cambio, la
constitución en mora podría autorizar a computar intereses punitorios, si así se hubiese
convenido, o actualizar lo adeudado con los intereses correspondientes (Cám. Com., E,
ED, 141, 335); por ello la clausura de la cuenta es irrelevante para computar los
intereses y determinar la constitución en mora, porque tales accesorios se devengan de
todos modos a partir de la clausura de la cuenta, ya que su producción es inherente a
dicha operación (Cám. Com., E, ED, 142, 382).
La doctrina plenaria del caso "Banco de Entre Ríos S.A. c. Genética Porcina S.A." Ver
Texto sobre que es necesario constituír en mora al deudor, para que se devenguen los
intereses moratorios de base legal, cede ante el convenio de las partes que establece una
solución diversa sobre los intereses moratorios (pacto de mora automática) (Cám. Com.,
E, JA, 1991-II, 391 Ver Texto; SCBA, AS, 1986-2, 134).
Según el criterio restrictivo que se debe observar respecto de la capitalización de
intereses, conceptuamos que el art. 795 Ver Texto, C.Com., se debe considerar referido
a los intereses que corren mientras la cuenta está abierta, y que terminada ésta
definitivamente, los intereses del saldo no se capitalizan, salvo que otra cosa se hubiera
convenido. El texto del citado art. 795 Ver Texto da pie para considerar que no atañe a
la cuestión de los intereses de los saldos -al cierre de la cuenta-, sino a la capitalización
durante la dinámica de ella. Es decir que se debe entender que la capitalización por
trimestre concierne, en principio, a las operaciones normales entre el banco y el cliente,
y como consecuencia de los movimientos de la cuenta corriente de que se trate, y no a
los intereses adeudados a partir de la constitución en mora del deudor y del cierre de
aquéllas (Cám. C.C. 2ª, I, La Plata, causa 79.930, Reg. sent. 36, 7/3/1995).
En la cuenta corriente, los débitos que hace el banco al cliente dan derecho a percibir
intereses, que pueden capitalizarse, en este caso mensualmente, por así haberse
estipulado (esta Sala, causa B-78.169, Reg. sent. 120/94) (Cám. C.C. 2ª, II, La Plata,
causa 80.381, 4/4/1995).
Si las partes acordaron los "intereses corrientes o de plaza", ello lleva a la automática
aplicación de la tasa que cobra el "Banco Nacional" según lo dispone el art. 565 Ver
Texto, C. Com. (Cám. C.C., I, Rosario, LL, 1995-C, 609, con nota de R. Gallo y E. M.
Moccero).
Tratándose de una obligación comercial nacida del contrato de cuenta corriente
bancaria, le son aplicables las disposiciones del C. de Comercio y las del C. Civil, en
cuanto no esté modificado por aquél (arts. 207 Ver Texto, 565 Ver Texto, 791 Ver
Texto a 797, C.Com., y art. 622 Ver Texto,
C. Civ.); por tanto, corresponde aplicar el interés que cobra (tasa activa) el Banco de la
Pcia. de Bs. As., en las operaciones ordinarias de descuento (Cám. C.C. 1ª, III, La Plata,
Reg. sent. 59, 25/2/1992).
Sabido es que el "call money" es el dinero prestado entre bancos por lapsos brevísimos,
a tasas que suelen ser -en especial, en períodos de iliquidez- las más altas del mercado y,
per se, no se justifica su traslado, sin más, a las relaciones con los cuentacorrentistas
(Cám. C.C., I, Rosario, LL, 1995-C, 609, con nota de R. Gallo y E. M. Moccero).
No son revisables judicialmente las tasas de intereses aplicadas por un banco a los
descubiertos requeridos por el cuentacorrentista, si ellas han resultado absolutamente
conciliables con las percibidas por otras entidades del mercado financiero local en el
mismo lapso, incluído el Banco de la Nación Argentina, cuya naturaleza oficial, en
principio, descarta toda sospecha (Cám. Com., A, ED, 152, 267).
Si lo convenido libremente por las partes es aplicar la tasa de interés fijada
unilateralmente por el banco, sin obligación de mantenerla por un período mínimo una
vez determinada, pudiendo variarla en los días subsiguientes -5 a 9 de enero de 1990sin limitaciones, ello no puede llevar a fijar "cualquier tasa", pues, de un lado, la
"razonabilidad" en el uso del poder de la parte autorizada, así como, de otro lado, el
"derecho de propiedad" de la otra parte, son vallas infranqueables en cualquier supuesto
(Cám. C.C., I, Rosario, LL, 1995-C, 609, con nota de R. Gallo y E. M. Moccero).
l) Accionar contra las multas impuestas y en su caso pagarlas.
La nueva ley de cheques ha estructurado un sistema sancionatorio aplicable a las dos
clases de cheques que regula. Ellos pueden ser rechazados por carencia de fondos
disponibles suficientes y falte la autorización para girar en descubierto (regla 1.3.8.1.1)
y por defectos formales (arts. 2 Ver Texto, 55 Ver Texto y 58 Ver Texto, ap. 2, N.L.Ch.;
reglas 1.1.4 y 1.3.8.1.3). A su vez, respecto del cheque de pago diferido puede
rechazarse su registración, cuando exista algún impedimento para ello (art. 57 Ver
Texto, N.L.Ch.).
En todos esos casos la entidad girada deberá aplicar la multa respectiva, según encuadre
en el art. 2 Ver Texto, N.L.Ch., por motivos (o defectos o vicios) formales; o el art. 62
Ver Texto, en los demás casos. Si hubiera concurrencia en el rechazo por vicios
formales y sin provisión de fondos, la ley no estableció cómo se debía proceder y así lo
señalamos oportunamente, reclamando que ello quedara aclarado por la nueva circular
reglamentaria a dictarse. Así se hizo mediante la regla 1.3.8.7, que estableció, para ese
caso, la aplicación excluyente del art. 62 Ver Texto, N.L.Ch.
Según el art. 64 Ver Texto, que trajo la ley 24452, el cuentacorrentista sancionado podía
recurrir directamente ante las cámaras de apelaciones con competencia. Sin embargo,
con la sanción de la ley 24760 Ver Texto se ha producido una profunda reforma al texto
del mencionado art. 64, L.Ch., que ha quedado redactado del siguiente modo:
"Contra los rechazos efectuados por la entidad financiera girada que dieren origen a
sanciones que se apliquen conforme a la presente ley, los libradores y titulares de
cuentas corrientes podrán entablar acción judicial, ante los juzgados con competencia en
materia comercial que corresponda a la jurisdicción del girado, debiendo interponerse la
acción dentro de los quince días de la notificación por parte del girado, siendo de
aplicación el Código Procesal Civil y Comercial, de la jurisdicción interviniente.
"Las acciones que se promovieran contra los girados, sólo producirán efecto suspensivo
respecto de las multas que correspondieran aplicarse. No obstante la promoción de estas
acciones se computarán los rechazos a los efectos de la inhabilitación".
Ante el nuevo texto legal, es procedente efectuar las siguientes consideraciones:
Se ha suprimido el recurso directo ante las cámaras de apelaciones contra las
resoluciones sancionatorias; siendo sustituído por una demanda judicial ante el juzgado
de primera instancia con competencia comercial, del domicilio del girado.
A primera lectura del texto sancionado, se puede entender que ha suprimido la
necesidad de dictar tales resoluciones por el B.C.R.A. Que bajo el régimen anterior
nunca se dictaron, como tardíamente lo reconoció esta entidad mediante la resolución de
su directorio 443, del 5/9/1996; siendo suficiente la notificación de la sanción impuesta
al cuentacorrentista, para que le quede expedita a ésta la acción judicial que prescribe la
norma.
Si así fuera, se debe reiterar aquí la preocupación manifestada bajo el régimen anterior,
cuando la sanción y multa sea originada por un rechazo de cheques por motivos
formales, en los cuales el banco girado debe hacer una ponderación de la existencia o no
de aquéllos, antes de rechazar el cheque.
En los hechos, nuestra experiencia profesional reciente nos indica que se han rechazado
muchos cheques por esta causal sin fundamento legal o reglamentario, al considerar que
existía defecto formal, cuando en realidad había incumplimiento del pacto de cheque
por parte del cuentacorrentista, conducta que si bien causa el rechazo no puede
fundamentar la imposición de la multa que prevé el art. 2, L.Ch.
En ese aspecto se puede enumerar los siguientes casos:
I) presentación de un cheque al que le falta algún requisito formal, como es la fecha de
libramiento, que no es defecto formal, pues el rechazado debe fundar en el art. 35, incs.
1 y 2, L.Ch., y la regla 1.3.8.1.10;
II) o cuando la cuenta es abierta a orden conjunta, el cheque es rechazado por haber sido
librado sólo por uno de los titulares (regla 1.2.1.8);
III) o cuando el cheque es rechazado por haberse librado en moneda que no sea aquella
en la que esté abierta la cuenta contra la cual se gira (art. 33 y regla 1.1.1.3);
IV) o si, por hipótesis, se rechaza el cheque por haber sido redactado en un idioma
distinto del nuestro (regla 1.1.1.3);
V) o si se rechaza el cheque en razón de que el titular de la cuenta hizo retirar la
chequera por una tercera persona y no conformó su recibo ante el girado (art. 4, L.Ch., y
regla 1.1.4).
En todos esos casos no existe defecto formal alguno, sino incumplimiento del pacto de
cheque que el cuentacorrentista acordó con el banco al abrir la cuenta corriente bancaria
de que se trate, pero en ningún caso existe defecto formal alguno que autorice imponer
la multa prevista en el art. 2, L.Ch.
Ante esas evidencias, será imprescindible que el banco, por lo menos en estos casos,
dicte una resolución que fundamente la multa impuesta, para darle oportunidad al
sancionado de defenderse ante la justicia, impugnando la sanción en lo que considere
que no se ajusta a la ley o a la reglamentación vigente. De otro modo, si el cliente debe
iniciar la acción que le concede el nuevo texto legal en comentario, sólo podrá
acompañar la notificación de la sanción, requiriendo del girado que agregue los
antecedentes del caso, todo lo cual producirá reticencias y demoras, de modo análogo a
lo que ya ocurrió bajo el régimen derogado.
En suma, los bancos deben dictar las resoluciones sancionatorias -especialmente en el
caso defectos formales- a fin de facilitar la defensa del cuentacorrentista, aunque es de
suponer -sin ninguna animosidad- que si con el texto anterior del art. 64, L.Ch., no se
dictó ninguna resolución como exigía la manda legal, con la nueva redacción de esta
norma no se propicia, precisamente, una mejora del funcionamiento del sistema.
Ante esta cruda realidad, cabe preguntarnos si la reforma sancionada se ha hecho,
precisamente, para relevar a los bancos de la obligación de dictar esas benditas
resoluciones y, por natural implicancia, para complicar aún más la defensa de los
cuentacorrentistas sancionados. O, en cambio, ha sido la consecuencia lógica de querer
dictar una norma legal, idónea y conducente para restablecer la paz social entre los
justiciables perturbada por la imposición de una sanción presuntamente injusta y sin
fundamento normativo, pero que aparece como de dudosa eficacia en la práctica.
En otro aspecto, del texto de la norma trascrita surge lo siguiente:
I) Están legitimados para accionar contra las sanciones que se imponga a los titulares de
la cuenta corriente, éstos y también los libradores de los cheques rechazados, si se trata
de distintas personas que desempeñen cada uno de esos roles.
II) El sujeto pasivo de la acción, por imperativo legal de la norma en comentario, es la
entidad girada que impuso la sanción con motivo del rechazo, y no el B.C.R.A., como lo
era en el régimen anterior.
III) El plazo para la interposición de la demanda judicial es de 15 días, contados a partir
de la notificación efectuada por el girado. Tal plazo se rige por el C. Proc. Civil y
Comercial de la jurisdicción interviniente. Es decir que no son días hábiles bancarios,
como los otros casos que trae la ley.
IV) La interposición de la demanda judicial, tiene efecto suspensivo respecto de la
multa impuesta al cuentacorrentista. Del apartado anterior y de éste, surge una
consecuencia importantísima que los bancos, bajo el régimen anterior, en muchos casos
no tuvieron en cuenta -invocando imposibilidades operativas- y que sería bueno que la
reglamentación del B.C.R.A. lo prevea expresamente. Se trata de lo siguiente: en ningún
caso se podrá efectuar el débito de la multa hasta tanto trascurra el plazo de 15 días
desde que el cuentacorrentista sea notificado, dado que si éste acredita haber interpuesto
la demanda correspondiente, ella, por imperativo legal, tiene efectos suspensivos.
V) No obstante el efecto suspensivo respecto de la efectivización de multa impuesta,
que produce la interposición de la demanda judicial, la ley establece a continuación que
los rechazos que motiven las sanciones impuestas serán computados a los efectos de la
posible inhabilitación del cuentacorrentista. Sin que el texto legal distinga la causal del
rechazo que sea.
Entendemos que esa norma legal incluída en el art. 64, ap. 2, in fine, es disvaliosa, y en
caso de que el cuentacorrentista triunfe en su demanda contra la multa impuesta,
logrando probar que ella no se ajusta a derecho, se producirá un verdadero dislate. Es
decir que si ello ocurre, habrá demostrado que la sanción es improcedente y, por tanto,
no corresponde computar el rechazo a los efectos de la inhabilitación, y si ya se le cerró
la cuenta al computar el rechazo indebido que motivó la multa, tendrá derecho a su
rehabilitación, abriéndosele la posibilidad de accionar por daños y perjuicios contra el
girado, si de ese proceder ilícito derivó un perjuicio en su contra.
Con un ejemplo simple de nuestro ejercicio profesional, creemos aclarar lo expresado:
se trata de un cheque en el cual al haber diferencias entre la cantidad escrita en letras de
la consignada en números, el banco lo rechazó -cosa muy común en plaza- "por motivos
formales". Estimamos que con toda seguridad la justicia hará lugar al reclamo, por
aplicación estricta del art. 2, inc. 5, in fine, L.Ch. Como consecuencia de ello se deberá
aplicar las reglas 1.3.8.1.11 y 1.3.8.1.11.1, es decir, se deberá considerar el rechazo
indebido, y si por hipótesis tal rechazo por defectos formales hubiera sido el octavo, se
habría aplicado la regla 1.5.1.4, cerrando la cuenta de que se trate, situación que deberá
ser modificada por el banco reabriendo la cuenta a pedido del titular. Abriéndose la
posibilidad para que éste accione contra el banco, para obtener reparación del perjuicio
sufrido por el rechazo indebido y el consiguiente cierre injustificado.
Por estas razones considerábamos disvaliosa la norma establecida por la nueva ley
24760 Ver Texto.
Es del caso señalar aquí que los nuevos modelos de avisos de las sanciones impuestas
por rechazos de cheques por defectos formales (regla 1.9.4.1 s/Com. "A" 2514) y por
carencia de fondos disponibles suficientes (regla 1.9.4.2 s/Com. "A" 2514), si bien
hacen saber la sanción impuesta al correntista, no dan una razón circunstanciada de los
hechos y las circunstancias fácticas que la fundamentan. Es cierto que traen una
referencia al pie del modelo, en el sentido de que hay que "indicar motivo del rechazo
formal (sic)", pero por esa simple comunicación de la sanción impuesta, no adquiere el
carácter y la seriedad de la resolución fundada que reclamamos se debe dictar por el
banco girado a fin de permitir que el cuentacorrentista sancionado pueda ejercer sin
derecho a la defensa en juicio, de raíz constitucional, a través de la demanda judicial
que prevé que debe iniciar según el art. 64 Ver Texto, N.L.Ch.
Si el cliente no acciona contra la sanción pecuniaria impuesta puede pagar la multa, para
evitar el cierre de la cuenta, por la imposición de esa multa.
En el caso del rechazo por defectos formales, puede lograr la reducción de la multa si
acredita dentro de los siete días de notificado haber pagado el cheque de que se trate o si
éste fue atendido por el girado en una segunda presentación, una vez subsanados los
defectos formales que motivaron su rechazo (arg. art. 2 Ver Texto, N.L.Ch.). Si el
rechazo se fundó en alguna de las otras dos causales; v.gr., falta de fondos disponibles
suficientes o falta de registración (arts. 57 Ver Texto y 62 Ver Texto, N.L.Ch.), la
reducción de la multa a la mitad, procede si el librador cancela el cheque dentro de los
treinta días del rechazo.
JURISPRUDENCIA
Si bien se ha declarado que si el recurrente no acredita el dictado de la resolución por la
cual se le impuso la multa que pretende recurrir, no se halla abierta la instancia judicial
intentada, pues falta el acto administrativo que causa estado para la apelabilidad directa
ante la Cámara de Apelaciones con competencia en lo comercial (art. 64, L.Ch.) (Cám.
Com., D, LL, 1996-A, 388, con nota de O. R. Gómez Leo).
También se ha resuelto que los recursos de apelación cuya interposición ante la Cámara
en lo Comercial que contempla el art. 64, L.Ch., deben serlo contra resoluciones que
impongan sanciones derivadas de su aplicación. Que si bien no se advierte que en
verdad exista la resolución de la que pretende agraviarse el apelante, que consiste, según
lo expresa, en la imposición de una multa.
Las diligencias cumplidas por el tribunal con el objeto de conocerla, resultaron estériles.
Ocurre, empero, que de hecho aparece sancionado el cuentacorrentista con la multa
mencionada, todo lo cual traduce un manifiesto marco de ilegalidad. Por tanto,
corresponde adoptar temperamento cautelar en resguardo de la propiedad y la defensa
en juicio del sujeto pasivo de la sanción: media trasgresión a principios constitucionales.
Con tales alcances, déjase sin efectos la imposición de la sanción denunciada, hasta
tanto medie resolución firme al respecto (arg. art. 64, L.Ch.) (Cám. Com., B, 20/3/96,
causa 42.866/95; ídem, 22/5/96, causa 100.826/95).
(508) E. Solsona, La protección penal del cheque, en Gómez Leo, Instituciones, III, 445.
(509) Cám. Com., B, ED, 41, 684; ídem, ED, 45, 686; ídem, LL, 1983-A, 72.
(510) G. Ripert, Tratado elemental de derecho comercial, Bs. As., 1954, III, 265, nº 8.
En Francia se lo denomina chéquier.
(511) Gómez Leo, Reglamentación, 22.
30. OBLIGACIONES DE LA ENTIDAD GIRADA.
Ab initio, evidenciamos al lector que adecuamos el título de este número a la regla
1.2.2, en función del art. 67 Ver Texto, N.L.Ch., que en la edición anterior mencionaba,
exclusivamente, a los "bancos", únicas entidades que entonces podían atender el
servicio de cheques en cuenta corriente. Asimismo para facilitar la comprensión de la
exposición incluímos, cuando sea procedente, al final de cada parágrafo, los
comentarios relativos a las disposiciones, legales y reglamentarias, concernientes al
cheque de pago diferido, que como se podrá apreciar, en muchas ocasiones difieren
sustancialmente de las normas que se refieren al cheque común.
a) Suministrar boletas de depósito.
Cronológicamente, la primera obligación que tiene el banco al abrir una cuenta corriente
bancaria es la de suministrar al cliente las boletas de depósito, que deben consistir en
formularios impresos conforme a los requisitos mínimos que exige la reglamentación y
sin perjuicio de la inclusión de otros que facultativamente pueden integrarse a ellos.
A pesar de que se trata de una obligación del banco establecida con toda claridad por la
reglamentación dictada por el Banco Central, las instituciones crediticias han
establecido, desde tiempo atrás, un precio sobre los cuadernillos de boletas de depósitos
que proveen a los clientes y que a medida que son entregados a éstos, se realizan los
correspondientes cargos en la cuenta corriente mediante el pertinente débito. No ocurría
lo mismo con las boletas sueltas sin el número de cuenta y nombre del cliente, que eran
suministradas gratuitamente, del mismo modo que ocurría con las boletas para depositar
como valores al cobro cheques respecto de los cuales el banco depositario no tiene
establecido clearing.
JURISPRUDENCIA
La prevalecencia de la documentación que obra en poder del banco sobre aquella que
retiene el cliente, no tiene vigencia cuando "la boleta de depósito" tiene sello auténtico
del banco, inscripciones diversas y fechas distintas (Cám. Com., D, LL, 1985-A, 145).
b) Proveer los formularios de cheques.
La entidad girada debe suministrar al cliente los cuadernos que contengan los
formularios de los futuros cheques que incluyan las enunciaciones requeridas por el art.
2 Ver Texto, N.L.Ch., para los cheques comunes, y el art. 54 Ver Texto, N.L.Ch., para
los Ch.P.D.
Es del caso poner de resalto aquí que como la Com. "A" 2514, en la regla 1.9.1 remite
para los modelos de Ch.P.D. a los contenidos en la circular de CAMCO-1,
anteriormente vigente, anexa a la Com. "A" 2329, que fue objeto de las críticas
formuladas oportunamente, por no cumplir tales modelos con el art. 54 Ver Texto, inc.
1, N.L.Ch., debemos mantener tales críticas, pues la situación reglamentaria no ha
cambiado por ahora.
Como deber accesorio a esta obligación, el banco no debe entregar al cliente cuadernos
de cheques en cantidad superior a la que se justifique por el movimiento de la cuenta
(regla 1.1.4). Aunque la norma reglamentaria guarda racionalidad en sus fines, en tanto
no se justifica el acopio, ni el giro de cheques para el futuro y masivamente (arg. art. 23
Ver Texto, N.L.Ch.), su cumplimiento es de difícil control en la práctica.
Como en el caso anterior, esta obligación que reglamentariamente está a cargo del
banco, es atendida por ellos con cargo económico al cliente, quien debe pagar de su
peculio los formularios de cheques que le sean entregados.
JURISPRUDENCIA
La convención de cheque puede ser tácita, como ocurre en el caso de la entrega por el
banco, al cuentacorrentista, de la chequera correspondiente; por otra parte, tal
obligación del banco no requiere un acuerdo particular con esa institución, sino que
deriva del solo hecho de la celebración del contrato de cuenta corriente bancaria (Cám.
Com., B, LL, 1978-C, 538; ídem, JA, 1978-III, 589; ídem, ED, 78, 411).
El titular de la cuenta corriente bancaria debe recibir una libreta para que el banco anote
las sumas depositadas y la fecha de los giros y extracciones (art. 794 Ver Texto,
C.Com.) (Cám. Com., B, ED, 122, 418).
El banco que entrega la libreta de formularios de cheques a quien la recibió falsificando
la firma del titular, sin exigir la presentación del recibo agregado a cada talonario para la
solicitud de uno nuevo, es la víctima de la defraudación sucedida, y no el
cuentacorrentista (Cám. Com., C, LL, 108, 249).
Responde el banco por el cheque falsificado, ante el titular de la cuenta, si el cuaderno
fue entregado irregularmente a un tercero o no se esperó la conformidad del titular
respecto de la recepción regular del cuaderno, obtenido mediante recibo entregado en
ventanilla, y no con el que contiene cada cuaderno a ese efecto, conforme lo dispone el
art. 4, 2º párr., L.Ch. (SCBA, LL, 154, 514).
Es responsable el banco que obrando sin las más elementales normas de prudencia,
otorgó a un desconocido el cuaderno de cheques para la cuenta de la actora, al parecer
con la complicidad del personal que lo entregó e hizo desaparecer el cheque original
pagado luego (Cám. Fed. Tucumán, LL, 132, 567; Cám. Com., B, LL, 1982-A, 259).
Si bien el banco incurrió en conducta culposa, al rechazar un cheque con la leyenda
"falta conformidad libreta de cheques, con fondos suficientes acreditados en cuenta",
ello carece de entidad para la procedencia de reparación por daño moral (Cám. Com., C,
LL, 1981-C, 397).
La responsabilidad del banco girado por no haber esperado la conformidad del titular de
la cuenta en los casos que exige tal conformidad el art. 4, L.Ch., para dar curso al
pedido de entrega de cuadernos de cheques, se sitúa fuera del derecho cambiario y está
regida por los principios generales de la culpa civil (del voto de los Dres. Izquierdo,
Sarrabayrouse Varangot, Anzorreguy y Althabe (SCBA, ED, 55, 54).
El cliente tiene obligación de controlar todas y cada una de las fórmulas que integran
cada cuaderno de cheques al momento que los recibe, así como también tiene el deber
de custodia de esos elementos (Cám. Com., B, JA, 1986-III, 342 Ver Texto).
c) Tener la cuenta al día.
El banco está obligado a tener sus cuentas corrientes al día, para fijar su situación
respecto del cliente (art. 797 Ver Texto,
C. Com., y regla 1.2.2.1).
La norma legal y la reglamentaria mencionadas son una consecuencia directa del
carácter del crédito disponible existente en la cuenta corriente en favor del cliente (512)
, que es exigible a la vista (art. 23, L.Ch.).
De otro lado, ellas consagran una de las diferencias sustanciales entre la cuenta corriente
bancaria y la cuenta corriente mercantil, en tanto en ésta el cierre sólo tiene lugar en la
fecha convenida -pues de lo contrario no importaría una concesión recíproca de crédito-,
con la consiguiente compensación de las masas indivisibles del debe y haber, a fin de
determinar el saldo; en aquélla la compensación se opera de pleno derecho al asentarse
cada partida de débito y crédito, obteniéndose el saldo; que si es en favor del cliente
queda a disposición de él, y si es en favor del banco, éste puede exigirlo al vencimiento
del término convenido, o, en su defecto, previo cierre de la cuenta, con aviso de diez
días de anticipación (art. 792 Ver Texto,
C.Com.).
JURISPRUDENCIA
El art. 797 Ver Texto, C.Com., impone a los bancos tener sus cuentas corrientes al día,
para fijar su situación al respecto. Idéntica e innecesaria trascripción de esa norma legal
se efectúa en la circular reglamentaria dictada por el Banco Central (Cám. Com., C, LL,
1989-C, 168).
La responsabilidad que asume la entidad bancaria en razón de la apertura de una cuenta
corriente, es su ulterior obligación de mantener incólumes los derechos del cliente
efectuando los asientos por créditos y débitos, propios de la naturaleza y
funcionamiento de la cuenta, y viene impuesta en defensa de los derechos del
cuentacorrentista sobre las cantidades depositadas (Cám. Com., B, LL, 1986-B, 371).
Si bien el depósito en cuenta corriente protege el interés del cliente en cuanto a la
conservación de las sumas depositadas, no se debe olvidar que el banco las utiliza para
el cumplimiento de sus operaciones activas; que por las especiales características de que
existe interés de parte del depositante de lograr la restitución a la vista de dichas sumas,
de donde resulta que no existe manifestación de voluntad alguna por la cual se pretenda
constituír su servicio de depósito por un plazo determinado (Cám. Com., B, LL, 1980A, 164).
La cuenta corriente bancaria se caracteriza -entre otros matices- por: 1) no existe
reciprocidad de remesas; 2) los valores remitidos quedan a disposición del cliente; 3) la
situación de acreedor y deudor se puede terminar en cualquier momento; 4) la
compensación es de pleno derecho al quedar definitivamente incorporada la partida en
la cuenta (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164).
Asimismo, se ha declarado que en la cuenta corriente bancaria hay un destino fijo o
especial de los valores que ingresan, pues los bancos están obligados a mantener en
favor del girante una cantidad equivalente disponible a la vista (Cám. Fed. Rosario, LL,
43, 617).
Una vez abierta la cuenta corriente el banco debe estar atento a su funcionamiento, en
general y, en su caso, a toda anomalía o irregularidad en particular (Cám. Com., B, ED,
137, 742); dentro de tales obligaciones, surge la de tener sus cuentas corrientes al día
para fijar su situación respecto del cliente conforme a lo establecido en el art. 797 Ver
Texto, C. Com., y en concordancia con la idéntica prescripción que trae la
reglamentación dictada por el Banco Central (OPASI 1, regla 1.1.2.3.1), que estatuye la
obligación de acreditar en el día los importes que se le entreguen para el crédito de la
cuenta corriente (regla 1.1.2.3.2) (Cám. Com., A, ED, 131, 636).
La naturaleza de las relaciones del banco con su cliente supone el conocimiento
permanente por parte de éste, del estado de la cuenta, atento a las normas específicas
que obligan al banco a tenerlas al día para fijar su situación frente a su cliente, lo cual es
correlativo con la facultad de éste para solicitar en cualquier momento cuál es el saldo
obrante en cuenta (Cám. 1ª San Nicolás, Z, 27-J, 163). Ello es congruente con la
obligación del banco de mantener a disposición del cuentacorrentista las sumas
acreditadas o depositadas para atender las órdenes que éste imparta, porque la entidad
bancaria cumple dos funciones: custodia el dinero y atención del servicio de caja, que
en este caso se desarrolla mediante el libramiento de cheques (Cám. Fed. C.C., II, LL,
1992-E, 184).
Si el banco, por una grave torpeza, incluyó débitos en la cuenta corriente bancaria que
no correspondía efectuar, y ellos motivaron el rechazo de cheques y, ulteriormente, el
cierre de la cuenta, es pasible de que se le requiera indemnización por el daño moral
causado (Cám. Com., E, LL, 1987-D, 619).
Si el banco debitó indebidamente una o varias sumas de una cuenta corriente bancaria,
debe devolver al cliente la suma en cuestión, con más sus intereses compensatorios
devengados desde las fechas de los respectivos débitos (Cám. Com., A, ED, 55, 606).
Si en cumplimiento del deber de mantener las cuentas corrientes al día, el banco puede
acreditar sumas en una cuenta abierta a orden de más de un cuentacorrentista sin tener la
previa autorización de todos, no es admisible que debite en una cuenta de esa índole
obligaciones asumidas por uno solo de ellos y ajenas al contrato, sin contar con el
consentimiento expreso de los demás interesados (Cám. Com., E, ED, 140, 378).
Si en una cuenta se ingresó contablemente el importe de un cheque éste ha quedado
incorporado al patrimonio del titular de la cuenta. De modo que si el banco girado
efectuó el pago por error, tiene derecho a incoar repetición de dicho monto de parte del
banco depositario-presentador del cheque de marras -quien a su vez lo acreditó en la
cuenta de un cliente suyo que lo depositó al cobro-, pero no para recuperarlo propria
manu. Ello es así, pues la dación de fondos mediante asientos de contabilidad es la
modalidad regular de tradición del valor monetario en el sistema interbancario de
compensación, por lo que bastan para determinar la traslación de dominio del dinero en
cuestión (Cám. Com., D, ED, 141, 227, con nota de J. L. Anaya).
No existiendo provisión de fondos disponibles, el banco no está obligado a pagar el
cheque librado por su cliente, ni éste tiene derecho a reclamar su pago; en consecuencia,
si en virtud de una errónea acreditación de fondos se concretó un pago de quien no era
deudor a quien tampoco era acreedor, se configura una hipótesis de pago sin causa, sea
que se adopte la tesis más restringida o la de mayor amplitud (Cám. Fed.
C.C., I, ED, 98, 587); si la cuenta opera a orden recíproca, deberá perseguir la repetición
de lo pagado sin causa, contra el cotitular que dispuso de esos fondos, y no contra
ambos titulares (Cám. Com., B, ED, 150, 464, con nota de P. M. Giraldi). La acción que
se intente es derecho común, emerge del contrato de cuenta corriente bancaria y procede
aun cuando hubiera existido error en la confección del informe del estado de cuenta,
pues en definitiva por ese medio el librador ha dispuesto de una suma indebidamente
acreditada (Cám. Fed. C.C., I, ED, 98, 587).
Si el banco pagó un cheque depositado en caja de ahorro, que ulteriormente no pudo ser
cobrado ante el banco girado, por falta de fondos, no podrá hacérselo responsable por
este hecho, ya que ello implicaría hacerlo partícipe de las relaciones jurídicas existentes
entre el depositante, el librador y el banco girado, a las cuales es totalmente ajeno (Cám.
Fed. C.C, III, ED, 152, 194, con nota de M. Bonfanti); en tal caso estará perfectamente
facultado para debitar el importe del cheque, depositado y devuelto, mediante un
contraasiento o exigir su reembolso (Cám. C.C., III, 26/8/1992, "Banco de la Nación
Argentina
c. Pedri, M. E." Ver Texto).
d) Acreditar los importes depositados.
La regla 1.2.2.2 dispone que es obligación del banco acreditar en el día los importes que
se le entreguen para el crédito de la cuenta corriente. Sin embargo, esta norma
reglamentaria sólo puede cumplirse cuando tales depósitos sean en efectivo o de
cheques librados contra la misma casa del banco girado, en la cual está radicada la
cuenta corriente.
Si los cheques depositados son girados sobre otras sucursales del mismo banco o sobre
otros bancos distintos, la obligación del banco depositario debe cumplirse dentro de los
plazos del clearing que corresponda según la ubicación del banco girado (v.gr., 24, 48,
72, 96 horas, etc.).
JURISPRUDENCIA
Los bancos deben tener sus cuentas corrientes al día para fijar su situación respecto del
cliente (art. 797 Ver Texto, C. Com.). Idéntica prescripción contiene la OPASI 1 (punto
1.1.2.3.1), que estatuye la obligación del banco de "acreditar en el día los importes que
se le entreguen para el crédito de la cuenta corriente" (punto 1.1.2.3.2) (Cám. Com., A,
ED, 131, 636).
Tratándose de cheques depositados en cuenta corriente, la trasmisión del título no se
produce por una trasferencia en propiedad, sino en función del mandato conferido al
banco depositario para que efectivice el pago ante el banco girado (Cám. Com., A, LL,
1989-C, 169).
La cuenta corriente bancaria ofrece características especiales que la distinguen de la
cuenta corriente mercantil. Su naturaleza y necesaria estabilidad exigen que las
acreditaciones sean definitivas, y es porque revisten tal carácter y en salvaguarda de su
responsabilidad, que el banco adopta la precaución de prohibir que se gire sobre la suma
depositada en cheques, hasta después de haber trascurrido un determinado plazo desde
que se efectuó el depósito -en el caso, 48 horas- (Cám. Fed., LL, 3, 757).
En orden a las funciones que asume el banco en donde el cliente ha abierto su "cuenta
corriente", aquél ha podido depositar un cheque en su banco para que éste efectúe la
presentación al banco girado, directamente o por medio de una cámara compensadora o
"clearing", que es su equivalente (art. 28, L.Ch.). En este caso, el primer banco actúa
como mandatario de su cliente y la obligación y responsabilidad de poner la constancia
de la negativa de pago, no pesa sobre el banco depositario, ni sobre la cámara
compensadora, sino sobre el banco girado (art. 38, L.Ch.). El banco depositario
cumplirá sus obligaciones verificando la firma del último endosatario, por tratarse de su
cliente, y efectuando diligentemente la presentación del cheque ante la cámara
compensadora (Cám. Com., LL, 1980-A, 164).
La incorporación del crédito a la cuenta corriente bancaria no produce novación (Cám.
Com., B, LL, 1980-A, 164).
La cuenta corriente bancaria exige, para su existencia, la del correspondiente contrato
básico; por tanto, para la procedencia de la inclusión de partidas extrañas a ella, se
requiere acuerdo de las partes (Cám. Com., B, LL, 154, 152).
Del mismo modo en que el banco acredite activos en la cuenta corriente de su cliente,
cuando estima que así debe ser (ya se trate de un depósito en efectivo, de una
autorización para girar en descubierto o del cobro a un tercero por mandato de un
cliente, etc.), puede dejarlos sin efecto (Cám. Com., D, LL, 1984-A, 549).
La disposición del art. 793 Ver Texto, C.Com., no excluye la rectificación de un error
evidente (Cám. Com., B, LL, 151, 50), máxime si no es desconocido por el propio
cuentacorrentista (Cám. Com., A, LL, 133, 613).
Sin embargo, también se ha declarado que el banco no puede, en ningún caso, por su
sola voluntad, proceder a anular partidas definitivamente incorporadas a la cuenta
corriente del cliente; porque si creyó que las acreditaciones eran indebidas, pudo ejercer
las acciones judiciales correspondientes (Cám. Fed., LL, 3, 757).
Si el banco depositario recibió un cheque para acreditar en cuenta del cliente y lo hizo
en otra distinta del beneficiario, debe indemnizar daños que produjera su actividad
negligente (Cám. Com., B, LL, 1980-C, 374).
A la acreditación sin causa del cheque carente de fondos y a la extracción de su importe,
debe seguir el reintegro por el cuentacorrentista, regularizándose la situación entre las
partes del contrato de cuenta corriente (Cám. Com., A, LL, 1984-A, 564).
Dado que el banco pagó el cheque depositado cuando no funcionaba el "clearing",
contemplando exclusivamente el interés del cliente, y no el propio, y no teniendo en
cuenta el momento verdaderamente excepcional derivado de la huelga, la aplicación
rigurosa del art. 793, en cuanto establece que los extractos son definitivos, importaría
dar al caso una solución manifiestamente inequitativa, que no impone la ley (Cám.
Com., A, LL, 133, 613).
El banco depositario y presentador del cheque puede ser calificado académicamente
como mandatario del cliente que depositó el cheque para ser cobrado por medio de una
cámara compensadora, pues ésta solo acepta cheques presentados por bancos; pero no
se puede considerar un mandatario convencional del cliente ante los terceros afectados
por su propia prestación contraria a derecho (el hecho ilícito consistió en haber recibido
un cheque "no a la orden" de un sujeto distinto del beneficiario, carente de endoso u otra
forma de trasmisión en favor del depositante) en el servicio de recepción, presentación,
cobro y entrega de los fondos al cliente. Ante el eventual perjudicado el banco es un
tercero que responde en virtud del art. 1109 Ver Texto, C.Civ., por la comisión de un
hecho culposo llamado cuasidelito (Cám. Com., D, ED, 139, 626, con nota de M. A.
Bonfanti; ídem, JA, 1990-III, 323 Ver Texto; ídem, 1991-I, 598 Ver Texto).
El banco donde se efectivizó el depósito no puede excluír su responsabilidad por la
omisión de verificar la existencia del último endoso, sea ello concientemente o sea por
la simple omisión, error o negligencia (Cám. Com., D, JA, 1991-II, 137 Ver Texto),
pues constituye un deber de ese banco "presentador" de un cheque a una cámara
compensadora identificar previamente al depositante, mediante la verificación de su
firma, con la precisa finalidad de establecer la coincidencia entre la persona de aquél y
el legitimado para cobrar el título (arts. 7 , 32 y 34 , inc. 5, decr.-ley 4776/63), aun
cuando el depósito se hubiera efectuado mediante la utilización del sistema de cajeros
automáticos. Se puede examinar las siguientes decisiones sobre el particular: Sala B,
LL, 1980-C, 374; Sala C, diario ED, 6/8/93; Sala D, ED, 139, 627; Cám. C.C., II, B.
Blanca, ED, 102, 672 (Cám. Com., D, LL, 1995-B, 166).
Si el banco al retomar el cheque del sistema de compensación frustrado por la falta de
endoso, pudo ulteriormente reenviarlo al "clearing" sin que el cliente beneficiario
extendiera por sí mismo tal acto cartular, faltante en el primer intento, bien pudo hacer
tal cosa en esa primera oportunidad (Cám. Com., D, JA, 1991-II, 137 Ver Texto).
Si bien la cesión de un cheque "no a la orden" se puede hacer en el mismo cheque o en
instrumento por separado, con notificación del deudor cedido; no se puede utilizar un
simple endoso en blanco, invocando la norma que trae el art. 1456 Ver Texto, C.Civ.,
sino que debe ser un endoso nominativo, para contener así la enunciación mínima
indispensable de los elementos esenciales de todo acto jurídico (Cám. Com., C, ED,
153, 282, con nota de P. M. Giraldi).
El banco no es responsable por el importe de un cheque depositado en una cuenta
corriente y que se extravió, si no se acredita el perjuicio sufrido o la posibilidad de su
padecimiento por el actor, al menos la posibilidad de que éste pudiera, munido del
cartular, exigir el cobro al librador (Cám. Com., JA, 1992-II, 347 Ver Texto).
e) Envío de un extracto o liquidación de la cuenta.
El banco debe enviar al cuentacorrentista, como máximo 8 días después de finalizado
cada trimestre o el período convenido con él, un extracto de la cuenta con detalle de las
imposiciones, extracciones y saldos registrados en el período que comprende, suscrito
por las firmas autorizadas -salvo que se utilice sistemas mecanizados-, pidiéndole la
conformidad por escrito (regla 1.2.2.3, 1er. párr., y art. 793 Ver Texto, ap. 1º, C.Com.).
En la práctica -decía años atrás uno de los autores de esta obra- los bancos usan, al
menos en cuanto a los depósitos en cuenta corriente, un medio carente de autenticidad:
remiten un memorándum con el saldo, por correo, con carta simple, lo cual imposibilita
determinar con seguridad si efectivamente el cliente recibió el aviso, y aun cuando
admita la recepción, el día en que tuvo lugar. Empero, es difícil que ocurran
dificultades, pues aparte de que la liquidación es sumamente sencilla, ya que al asentar
cada partida se establece el saldo y las cuentas son revisadas minuciosamente, se las
somete a una nueva revisión en caso de que el cliente libre un cheque por cantidad
superior al saldo (513) . A lo que se puede agregar, en la actualidad, que las dificultades
apuntadas, en la mayoría de los casos son superadas por la contabilidad computarizada,
que permite el envío de todo el movimiento, generalmente sin errores, y tales envíos se
llevan a cabo, con frecuencia, por medio de mensajerías privadas con servicio "puerta a
puerta".
Como en otros casos ya señalados, los bancos cobran determinados importes por la
confección del extracto que remiten.
El incumplimiento de la obligación que nos ocupa, por parte del banco, carece de
sanción específica, por lo cual sólo puede acarrear la responsabilidad común por daños
y perjuicios (514) .
Sólo resta puntualizar que el banco no queda relevado de esta obligación invocando que
el cliente puede ejercer la facultad de consultar frecuente o diariamente el saldo que
registra la cuenta corriente (regla 1.2.2.5).
JURISPRUDENCIA
El banco cumple con su obligación de remitir el estado de cuenta si lo hace al domicilio
constituído con la apertura de la cuenta corriente bancaria, mientras no sea cambiado
expresamente por el cliente (Cám. Fed. C.A., I, LL, 1986-E, 99); por tanto, no se puede
considerar operado el cambio cuando en documentación perteneciente a otra oficina
externa o en boletas de depósitos conste otro domicilio (Cám. Com., C, LL, 1984-A,
549).
Los extractos que los bancos deben mandar a los clientes implican una simple rendición
de cuentas que no provoca el cierre provisorio de la cuenta corriente bancaria (del voto
de la minoría) (Cám. Com., en pleno, LL, 1985-A, 19).
El banco no puede, en ningún caso, por su sola voluntad, anular partidas
definitivamente incorporadas a una cuenta corriente del cliente, y si creyó que las
acreditaciones eran indebidas, pudo ejercer las acciones judiciales correspondientes
(Cám. Fed., LL, 3, 757).
Si bien los saldos no se los puede discutir cuando no fueron observados en el lapso
marcado por la ley, ello no implica ni se refiere a aquellos casos en que el perjuicio del
cuentacorrentista surge de una negligencia evidente del banco, que se apartó de las más
elementales normas del caso y en que aparece una maniobra por parte de quienes
intervinieron en la entrega del cuaderno de cheques y en la posterior desaparición del
cheque del banco (Cám. Fed. Tucumán, LL, 132, 567).
La aprobación de las cuentas y sus saldos, en aplicación de lo reglado por el art. 793
Ver Texto, C. Com., no precluye el derecho de obtener esa rectificación por errores u
otros vicios que padezcan, de análoga manera a lo que acontece con la aprobación de
cuentas rendidas conforme a lo dispuesto por el art. 73 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com.,
C, LL, 1986-B, 605; A, LL, 133, 613; B, LL, 151, 50; D, LL, 1984-A, 549).
Se presume conformidad con el movimiento registrado en el banco, si dentro de los
treinta días de vencido el respectivo período no se formula reclamo o no se reclama la
entrega del extracto por no haberlo recibido (art. 793 Ver Texto, C.Com.; regla
1.1.2.3.3, OPASI I). Ello es una presunción iuris tantum que no puede prevalecer frente
a la obligación del banco de mantener incólumes los derechos del depositante
efectuando los asientos por créditos y débitos, no sólo en los plazos legales, sino en
forma correcta. Por ello, habiendo quedado probado que la entidad bancaria no cumplió
con dicha obligación, corresponde hacer lugar a la demanda por el resarcimiento
deducida en estos actuados (Cám. Com., B, LL, 1986-B, 371).
El hecho de no haber recibido los resúmenes de cuenta, carece de ponderabilidad,
especialmente en el juicio ejecutivo, puesto que el deudor tenía a su disposición los
medios técnicos señalados en la circular reglamentaria, para controlar y hacer rectificar,
eventualmente, los errores o excesos en las registraciones del movimiento de su cuenta.
Si no lo usó, la presunción de ser correctas ampara al banco (Cám C.C., I, B. Blanca,
LL, 1989-A, 520).
El titular de una cuenta corriente bancaria debe recibir una libreta para que el banco
anote las sumas depositadas y la fecha, y los giros y extracciones y sus fechas (art. 794
Ver Texto, C. Com.). Esa libreta ha caído en desuso y ha sido sustituída por un sistema
de hojas móviles donde se registran los movimientos de la cuenta, que quedan en poder
del banco. Periódicamente éste remite al cliente un duplicado de la hoja o extracto para
su información y conformidad (conf. art. 793 Ver Texto, C.Com., modif. regla 1.1.2.3.3,
OPASI 1) que establece la presunción iuris tantum de conformidad por parte del cliente
con el movimiento registrado, si dentro de los 30 días de vencido el período no reclama
por las operaciones o por no haber recibido el extracto (Cám. Com., B, ED, 122, 418).
Reiterándose que la aprobación de las cuentas corrientes y sus saldos en virtud del art.
793 Ver Texto, C.Com., no precluye el derecho a obtener su rectificación en razón de
errores u otros vicios formales que padezca (Cám. Com., C, JA, 1985-II, síntesis; Cám.
C.C., IV, Rosario, LL, 1994-A, 219, con nota de O. R. Gómez Leo).
Si la tasa de interés aplicada por una entidad bancaria conduce a resultados
incompatibles con la moral y las buenas costumbres, está viciada de nulidad absoluta, y
siendo que ésta no puede ser objeto de renuncia anticipada, no se puede considerar
aquella nulidad subsanada por el consentimiento tácito del cuentacorrentista,
entendiendo que tal consentimiento se ha operado a partir de la carencia de
impugnación del resumen de cuenta recibido en los términos del art. 793 Ver Texto,
C.Com. (Cám. Com., C, LL, 1995-D, 802).
f) Informar el saldo de la cuenta.
Es obligación del banco dar información al cuentacorrentista cada vez que éste se
presente en la institución a requerir el saldo que registra la cuenta (regla 1.2.2.5). A esos
efectos, es de práctica presentar el formulario especial destinado al efecto, firmado por
el titular de la cuenta o, en su caso, por la persona a cuya orden gira ella, indicando la
fecha y el número de la cuenta.
El dato que se suministra se extrae de planillas computarizadas y que corresponde al
saldo resultante del movimiento del día anterior al de la solicitud. Ésta, en protección
del secreto bancario que tiene que observar el banco, no podrá ser efectuada por
teléfono o por personas no autorizadas a ese efecto. En la práctica, la presentación del
formulario especial de solicitud del saldo, debidamente firmada por el cliente, supone la
autorización de éste para efectuar el requerimiento.
Esta obligación de informar del banco hacia el cliente tiene por finalidad exclusiva que
éste tome conocimiento de si tiene crédito disponible para girar sobre él o, en su caso,
de la necesidad de cubrir el saldo deudor que arroje la cuenta, debiendo reiterarse que
no produce efectos jurídicos sobre el término y el derecho de impugnación del saldo que
tiene el cliente, en virtud de la notificación que prevé el art. 793, ap. 1º, y regla 1.2.2.3,
in fine, estudiadas en el parágrafo anterior (letra e).
En la actualidad la información del saldo de la cuenta también se la puede extraer con
una tarjeta computarizada, sea mediante un cajero automático, sea mediante una
pantalla o monitor que se habilita al solo efecto de obtener el dato actualizado.
(512) V.: Gómez Leo, Instituciones, III, 205.
(513) V.: Fernández, III, 305.
(514) Conf.: Segovia, II, nº 262; Malagarriga, V, nº 211.
g) Verificar el número y la firma del cheque y la legitimación del presentante.
El banco girado tiene la obligación de controlar la regularidad del cheque, en su calidad
de orden de pago destinada a hacer funcionar el servicio de caja, en los siguientes
aspectos:
I) que el cheque, según su numeración, corresponda al cuaderno entregado y recibido
por el cliente (arts. 4 Ver Texto y 35 Ver Texto, inc. 3, N.L.Ch.); II) verificar la
autenticidad de la firma de quien o quienes han librado el cheque presentado, con la que
esas personas han registrado en el banco. Tal verificación debe ser efectuada "con el
alcance de ley", dice la regla 1.2.2.7; ello significa que el banco debe abstenerse de
pagar cuando la firma que trae el cheque "fuera visiblemente falsificada" (arg. art. 35
Ver Texto, N.L.Ch.). "La falsificación se considerará visiblemente manifiesta cuando
puede apreciarse a simple vista, dentro de la rapidez y prudencia impuestas por el
normal movimiento bancario en el cotejo de la firma con la registrada en el banco, en el
momento de su pago" (art. 36 Ver Texto, in fine, N.L.Ch.) (515) .
III) Cuando se trata de un cheque librado al portador (art. 6 Ver Texto, inc. 3, N.L.Ch.),
bastará que el girado compruebe la legitimación real del portador exteriorizada
mediante la presentación del documento (art. 32 Ver Texto, ap. 2, N.L.Ch.). Según la
norma expresa del art. 18 Ver Texto, N.L.Ch., el hecho de que tal cheque al portador
hubiera sido endosado, no hace variar los controles que el girado debe realizar y el
cheque debe ser pagado al tenedor que lo presente al cobro.
Si es de un cheque librado en favor de una persona determinada (art. 6 Ver Texto, inc.
1, N.L.Ch.) que no circuló, será pagado al tomador o beneficiario. Si circuló mediante
endosos, el girado deberá constatar la regularidad formal de la cadena de endosos, pero
no la autenticidad de las firmas de los endosantes y verificar la firma del presentante
que deberá insertarse con carácter de recibo de pago del cheque (art. 32 Ver Texto, ap.1,
N.L.Ch., y regla 1.2.2.9 s/Com "A" 2514). Si los endosos carecieran de los datos
identificatorios establecidos por el B.C.R.A. (regla 1.3.4.2), ello no obstará al pago (art.
14 Ver Texto, ap. 3, N.L.Ch.).
Si el cheque ha sido librado con la cláusula "no a la orden" -que en la nueva ley no
admite expresiones equivalentes- (art. 6 Ver Texto, inc. 2, N.L.Ch.), se deberá constatar
que el presentante es el beneficiario o su mandatario; si el cheque circuló, deberá
presentarse la cesión de crédito, por escrito y notificada, en favor del presentante (arts.
1454 Ver Texto, 1456 Ver Texto y 1459 Ver Texto, C.Civ.).
JURISPRUDENCIA
La mayor o menor perfección de la falsificación tiene importancia cuando se trata de la
firma del librador puesta en uno de los cheques correspondientes a sus cuadernos (art.
36, inc. 1, L.Ch.) y el banco debe cuidar que se observe esta relación entre el cuaderno y
el cheque, porque de otro modo él es responsable en virtud del art. 35, inc. 3, L.Ch.
(Cám. Com., B, LL, 1984-A, 571).
Si no medió sólo falsificación de la firma y sello del librador, sino también de la
fórmula misma del cheque, en el cual se adulteró el número de identificación, no se trata
del caso aludido en los arts. 35, inc. 1, o art. 36, in fine, L.Ch. (Cám. Com., B, LL,
1984-A, 571).
La suscripción es falsa, tanto si ha sido colocada por una persona distinta de aquella que
se designa y que existe realmente, como cuando contiene el nombre y apellido o razón
social de una persona que no existe; tanto si ha sido estampada por una persona distinta
sin el consentimiento de la persona designada o con su consentimiento; cuando a la
firma inicialmente autógrafa, se le introducen modificaciones sucesivas que llegan a
trasformarla (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164).
En lo atinente a la falsificación de la firma del librador, nuestra ley declara bien o mal
verificado el pago hecho por el banco, en consideración al grado de evidencia de la
falsedad de aquélla, analizada a simple vista y atento a la rapidez propia del acto, pero
también a la prudencia exigible en el normal desenvolvimiento bancario (Cám. Com.,
B, LL, 153, 16; A, LL, 154, 59).
Si bien los empleados de banco están obligados a prestar especial cuidado al examen de
las firmas que se presentan al cobro, realizando un prolijo examen de ellas con base,
especialmente, en la habitualidad de los cotejos que le confieren conocimiento y
experiencia suficiente para apreciar la autenticidad con competencia, también es cierto
que no se puede exigir a esos empleados una pericia similar a la de un experto en la
materia, capaz de advertir las adulteraciones sobre la base de los conocimientos y
técnicas propios de la profesión de calígrafo (Cám. Com., A, ED, 101, 796; ídem, Rep.
LL, XLIII, 211; C, Rep. LL, XLII, 204; Cám. Fed. C. C., I, LL, 1980-C, 481; Cám. Fed.
C.C., LL, 126, 332).
La determinación acerca de la visibilidad de la falsificación de la firma (arts. 35 y 36,
L.Ch.) no está sometida a juicio de peritos, sino a la apreciación de los jueces (Cám.
Com., C, Rep. LL, XLII, 204). Ello no desmerece el importante asesoramiento que los
expertos pueden suministrar al juez, sino que acentúa la insuficiencia de meros criterios
técnicos para resolver cada caso, y se destaca la fluidez con que se debe interpretar la
regla del art. 476 Ver Texto, C.Proc., en estos supuestos en que no se cuestiona la
falsedad de la firma, sino la posibilidad de advertirla obrando con diligencia (Cám.
Com., C, LL, 1984-A, 568).
El control, revisación y constatación de la autenticidad del cheque y sus condiciones
corre por cuenta del banco, cuya función en el contrato es el pago de la orden real con la
suma de que es depositario; que el banco aplique o no medios idóneos o los aplique en
cheques de un monto dado, solamente, es cuestión de su propio criterio, riesgo y
conveniencia (Cám. Com., A, LL, 156, 183; ídem, LL, 1976-A, 209).
Resulta legítimo presumir, ante la falta de prueba alguna que permitiera siquiera
suponer que las fórmulas falsificadas hayan estado antes o después que la maniobra
delictiva en poder o custodia del cuentacorrentista, que la falsificación de las fórmulas
mismas de los cheques en las cuales se adulteró el número de identificación, no fue
realizada en las integrantes de los cuadernos recibidos por la actora (art. 4, L.Ch.), su
pago compromete la responsabilidad del girado (arts. 35, inc. 3, y 36, inc. 1, L.Ch.)
(Cám. Com., A, LL, 1975-C, 152).
El banco que por propia negligencia pagó un cheque con firma visiblemente falsificada
tiene derecho a repetir del tercero a quien acreditó su importe, pues se trata de un pago
indebido, hecho por error y sin causa (arts. 784 Ver Texto y 792 Ver Texto, C.Civ.)
(Cám. Com., B, LL, 115, 482).
Si la serie es un medio de identificación que utiliza la institución bancaria y si en los
cheques falsificados no coincidía con los entregados al titular de la cuenta, bien se
puede afirmar que desde ese punto de vista la falsificación resultaba visible, y que si el
banco hubiere realizado un detenido examen de los documentos, el engaño podría haber
sido evitado (Cám. Fed. C.C., I, LL, 1980-C, 481).
El fundamento del art. 35, inc. 3, L.Ch., es obvio, ya que si el titular de la cuenta no ha
intervenido en absoluto en la confección del cheque, como ocurre con otras hipótesis de
adulteración, es claro que en la distribución de los daños se debe orientar como
principio al banco girado, que es quien tiene la mayor posibilidad de controlar el
carácter genuino de la orden de pago (Cám. Fed. C.C., I, LL, 1980-C, 481).
El art. 36, in fine, L.Ch., es una cláusula limitativa de la responsabilidad estrictamente
especificativa, respecto de un caso concreto en que se hace mención del cotejo con la
firma existente en el banco, lo que no ocurre con las adulteraciones (Cám. Com., A, LL,
154, 59).
Tratándose de títulos (cheques) al portador, la obligación del banco se limita a la
verificación de la autenticidad de la firma y que el cheque pertenezca a los cuadernos
oportunamente entregados al cliente, sin que sea posible exigirle mayores recaudos, a
menos que circunstancias extrañas llamen la atención al empleado pagador (Cám. Com.,
A, Rep.
LL, XLIII, 211; ídem, ED, 101, 796).
El cheque al portador legitima para su cobro a cualquier persona que lo posea, sin
importar su identidad. Su individualización por el banco nunca podrá tener por fin
obstaculizar el pago del cheque, sino simplemente dejar registrado el nombre del
tenedor que lo cobró. Sólo cuando circunstancias excepcionales llamen la atención del
empleado pagador, haciéndolo sospechar de la autenticidad del documento, puede
pretender identificar al portador o adoptar otros recaudos, pero ello no será la regla
general (Cám. Com., A, ED, 101, 796).
Los daños y perjuicios originados por el pago de un cheque adulterado se rigen -con
relación al banco pagador- según las reglas de la responsabilidad contractual en razón
del vínculo entre librador y el girado, ya sea por la relación nacida de la apertura de la
cuenta corriente bancaria o del llamado pacto o contrato de cheque, siendo aplicable los
arts. 34, inc. 3, y 37, L.Ch. (Cám. Com., C, LL, 1980-D, 745).
Los bancos sólo están obligados a verificar la firma del librador y del último endosante
(Cám. Com., C, LL, 1984-A, 567).
La entidad bancaria ha trasgredido la intrasmisibilidad propia del cheque "para ser
depositado en la cuenta de. . .", ya que no otra cosa significa haber procedido a acreditar
su importe en una cuenta distinta de la del beneficiario, y ello sin perjuicio de la
responsabilidad en que solamente por este último hecho ha incurrido (Cám. Com., B,
LL, 1980-C, 374).
El error -voluntario, malicioso o cometido por ignorancia- del empleado del banco que
con conocimiento de la gerencia admite el depósito de un cheque "no a la orden" con un
simple endoso, responsabiliza plenamente al banco por los perjuicios sufridos por el
beneficiario del título (Cám. C.C., I, B.Blanca, Rep. LL, XLIII, 211; Cám. Fed. C.C.,
LL, 153, 58).
El art. 34, inc. 3, L.Ch., nada expresa de que el raspado, interlineado, etc., sea visible en
forma manifiesta, a diferencia de lo que ocurre con la firma, que para responsabilizar al
banco debe ser visiblemente falsificada (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 538).
Es responsable el banco por el pago de un cheque con la cantidad adulterada, si a simple
vista se notaba en el cuerpo del documento una diferencia de coloración, siendo el
importe de una cuantía infrecuente y notablemente desproporcionada con los montos de
los miles de pagos que se efectuaron por medio de la cuenta (Cám. Com., C, LL, 1980D, 745).
Existen fallas graves que responsabilizan al banco si pagó el cheque debitándolo en una
cuenta bancaria cuando no había fondos suficientes disponibles, aun cuando el
documento presentaba signos de alteración (raspado y borrado) detectables a simple
vista y no pertenecía a los cuadernos entregados al titular de la cuenta (art. 4, L.Ch.)
(Cám. Com., B, LL, 1982-A, 259).
La responsabilidad reglada en los arts. 34 y 36, L.Ch., no es cambiaria, sino de derecho
común; ambos versan sobre el derecho interno entre el librado y el banco, que debe ser
juzgado conforme a los principios que rigen el pacto de cheque (Cám. Com., B, LL,
133, 1001).
La norma del art. 36, L.Ch., como limitativa de la responsabilidad, debe ser considerada
restrictivamente, y el análisis no se debe referir sólo a la manifiesta visibilidad de la
adulteración, sino que se debe apreciar también todas las otras circunstancias que
rodean el caso y dentro del normal desenvolvimiento bancario, para el cumplimiento de
la obligación que impone el art. 34, inc. 3, L.Ch., dentro de las normas generales sobre
responsabilidad (arts. 512 Ver Texto y 902 Ver Texto, C.Civ.) (Cám. Com., A, LL, 154,
59).
El art. 34, inc. 3, L.Ch., establece una prohibición para el banco de pagar el cheque en
los casos enumerados, y no una simple facultad (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 567).
La expresión "a simple vista" no excluye, de ninguna manera, que se deba poner en la
revisación de los cheques la debida cautela (Cám. Com., A, LL, 154, 59).
La coincidencia que una falsificación similar sorprenda a los empleados de dos bancos,
no es prueba suficiente de que ella no es visible y manifiesta (Cám. Com., A, LL, 154,
489).
En la hipótesis del art. 35, inc. 1, L.Ch., se trata de una responsabilidad objetiva, por lo
que basta la existencia del hecho previsto por el legislador, para que surja la
responsabilidad. Sin embargo, la apreciación de si medió culpa de una u otra parte o de
ambas, debe hacerse sobre la base del modus operandi en el pago de los cheques, que
impone al banco la precaución mínima de confrontar la autenticidad de la firma
comparándola con la registrada en la institución (Cám. 1ª C.C. y M. San Juan, JSJ,
1968-I-II- III, 187).
No es necesario que existan burdas adulteraciones, raspados o enmiendas, basta que el
cheque presente características que llamen la atención, despierten sospechas o inspiren
dudas, para que se deba extremar las precauciones, y sólo después decidir su pago o
rechazo (Cám. Com., A, LL, 154, 59).
El banco resulta exculpado de su infracción a las reglas de la cuenta corriente bancaria,
si la falsificación no fuera perceptible, pero si la fácil visibilidad de la falsificación fue
negada por el banco, éste debe acreditar esa circunstancia (Cám. Com., D, LL, diario
30/11/89, fallo 87.912).
Aunque la firma no haya sido falsificada en forma manifiesta, ello no autoriza a
responsabilizar al titular de cuenta, si la falsificación no fue realizada en una fórmula
integrante del cuaderno recibido por aquél (art. 4, L.Ch.) y no hay prueba alguna que
permita siquiera suponer que la fórmula falsificada haya estado en custodia o en poder
del cuentacorrentista (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 571).
Como lo común es que los cheques sean auténticos y sólo excepcionalmente
falsificados, la pérdida de tiempo que un control completo implicaría, sería para ellos un
perjuicio mayor que la eventual posibilidad de una falsificación, cuya ocasional
verificación sería mínima si los cuentacorrentistas adoptaran las precauciones necesarias
en el manejo de las chequeras (Cám. Com., A, Rep. LL, XLIII, 211).
La facultad del banco girado de negarse al pago de un cheque le impone la obligación
de hacer constar esa negativa en el mismo título, con expresa mención del motivo en
que se funda, de la fecha y de la hora de presentación, debiendo ser suscrita esa
constancia por persona autorizada, bajo pena de que el banco responda por los
perjuicios que origine (Cám. Com., C, LL, 1989-C, 168).
El rechazo de los cheques "por diferir firma del librador", sólo habilita al banco girado
para negar el pago del cheque sin incurrir en responsabilidad frente al librador (art. 34,
inc. 3, L.Ch.), pero no dispensa a éste de la suya frente al tenedor legitimado del título
(Cám. 1ª, II, La Plata, Rep. LL, XLII, 661).
El art. 37, L.Ch., autoriza a "distribuír la responsabilidad entre el banco, el librador y el
portador beneficiario en su caso". Esa norma es aplicable a cualquier supuesto, no
obstante su literalidad, que pareciera sujeta a que "no concurren los extremos" de
responsabilidad excluyente de uno o de otro. Es que la responsabilidad, en el caso,
emana del derecho común y es un principio genérico que la causalidad conjunta
determina la distribución de responsabilidad entre quienes contribuyeron en la
producción del efecto dañoso (Cám. Com., B, LL, 1978-B, 658).
Existió concurrencia de culpas del banco y del cuentacorrentista si debiendo librarse los
cheques con dos firmas, una de ellas era auténtica y la otra manifiestamente falsificada.
La actitud del cuentacorrentista -ya sea de suscribir en blanco el cheque o de no ejercer
buena custodia de los cheques a los cuales le faltaba una firma- es demostrativa de la
conducta culpable que caracteriza el art. 512 Ver Texto, C.Civ. (Cám. 1ª C.C. Tucumán,
LL, 150, 498).
La solución dada por el art. 37, L.Ch., al atribuír responsabilidad, en caso de culpa, al
portador, viene a tornar inaplicable el derecho del banco girado a repetir el pago
indebido a dicho portador de un cheque falso o falsificado con fundamento en los arts.
784 Ver Texto, 786 Ver Texto y 788 Ver Texto,
C.Civ., fuera éste de buena fe o no. No se puede dudar la obligación que corresponda al
portador de mala fe o la culpa grave, consagrado a dicha norma, al otorgar a los jueces
el derecho de distribuír la responsabilidad entre el banco, el portador y el
cuentacorrentista, de conformidad con el grado de culpa en que hubiese incurrido cada
uno de ellos, según el principio de la unidad de la culpa (Cám. Com., B, LL, 1978-C,
538).
En esta 2ª edición ofrecemos la jurisprudencia producida en los últimos años, separada
de la anterior, en razón de que se trata de una cantidad considerable de
pronunciamientos.
Al distinguir entre rechazos justificados e injustificados, más que al análisis de las
causas del rechazo mencionadas por la ley, corresponde referirse a los recaudos que
debe tomar el girado, para no incurrir en responsabilidad respecto del librador o, en su
caso, tenedor-presentante. En el caso de que no se hubieran tomado los adecuados a un
obrar prudente y en pleno conocimiento de las cosas, se debe valorar la conducta
seguida por el banco y sus consecuencias a la luz de lo dispuesto en los arts. 511 Ver
Texto, 512, 902 Ver Texto, 1109 Ver Texto y 1113 Ver Texto, C. Civ. (Cám. Com., B,
ED, 150, 246).
En la atención de un buen servicio de cheque el banco está obligado a conjugar con
prudencia la obligación de pagarlo inmediatamente a su presentación, con la de advertir
cualquier alteración en las grafías que lo torne irregular (SCBA, ED, 53, 445).
La conducta exigida por la ley a las entidades financieras, en general, en el
cumplimiento de sus funciones, debe ser observada con estrictez, y la del banco girado,
en particular, en el pago de cheques adulterados han de juzgarse según los parámetros
de los arts. 512 Ver Texto, 902 Ver Texto, 1109 Ver Texto y 1113 Ver Texto, C. Civ.
(Cám. Com., B, LL, 1991-E, 131).
Siguiendo ese criterio estricto, se ha distinguido adecuadamente que el art. 36, L.Ch., al
eximir de responsabilidad al banco pagador en caso de falsificación, cuando ésta no
fuera visiblemente manifiesta, se refiere pura y exclusivamente a la firma estampada en
el cheque; y no a la adulteración de las otras enunciaciones del título (Cám. Com., A,
LL, 1994-B, 319, con nota de L. B. Parisi), dado que la primera de las normas, establece
un beneficio en favor del banco girado, en atención a la dinámica de la actividad que
desarrolla, por lo que no puede ser aplicada por analogía a otros supuestos distintos,
como es el caso de las adulteraciones a que se refiere el art. 34, inc. 3, L.Ch. (Cám.
Com., 4, LL, 154, 57).
Sin embargo, aplicando un criterio más benigno también se ha resuelto que el deber de
observación del banco de una alteración en el contenido de un cheque no puede ir más
allá de un razonable criterio de "visibilidad" de la anomalía, semejante al que adopta el
art. 36, L.Ch. De allí que si la enmienda es visible a simple vista, compete al banco
rechazar el pago; pero no así cuando tal particularidad no se da (SCBA, ED, 53, 445;
Cám. Com., A, LL, 154, 57, del voto del Dr. Gaibisso).
Si el texto de la adulteración de la cláusula "no a la orden" no sigue de una grafía
similar, en cuanto a su claridad, con la designación del primitivo beneficiario, el banco
debió negarse a pagar el cheque, pues existió una circunstancia que hacía dudosa la
autenticidad (art. 34, inc. 3, L.Ch.) (Cám. Com., E, JA, 1991-II, síntesis).
Cuando la ley habla de raspado, testado, interlineado, borrado o cualquier otra
alteración en cualquiera de sus enunciaciones, el banco debe extremar el celo en el
detenido examen del título. Del resultado de esa observación dependerá el grado de
responsabilidad que le pueda corresponder, ya que no es la mera falsificación grosera la
que obliga al banco, sino aquella que con una atenta observación a realizar en el breve
lapso que supone el normal pago del cheque, permite sospechar de cualquier anomalía
que presente el título (Cám. Com., A, LL, 1994-B, 319, con nota de L. B. Parisi).
El examen que sobre la adulteración del cheque debe hacer la entidad bancaria, no exige
que se realice con un criterio de técnico calígrafo, pero tampoco se debe reducir al
control superficial, pues el empleado que realiza esa tarea adquiere notable experiencia
en la materia que lo habilita para advertir falsificaciones que podrían pasar inadvertidas
a personas profanas, ya que es propio de la actividad bancaria poner celo y
preocupación especiales en la disposición de los bienes confiados (Cám. Fed. C.C., I,
LL, 1980-C, 481; Cám. Com., D, LL, 1994-A, 99).
El empleado del banco no debe limitarse a constatar únicamente la autenticidad de la
firma del cheque, pues advirtiendo el raspado y el número sobreimpreso debe examinar
más cuidadosamente el instrumento y así descubrir las demás alteraciones
perfectamente visibles a contraluz (Cám. Com., B, LL, 1991-E, 131).
En el sistema legal vigente la determinación de la visibilidad de la falsificación a los
efectos de hacer o no responsable al banco, está confiada a la directa y personal
apreciación de los jueces, que pueden recurrir al asesoramiento de peritos para conocer
los aspectos técnicos de la fraudulenta confección del instrumento, pero la apreciación
del magistrado debe prevalecer. Se trata, pues, de juzgar no con el criterio de una pericia
caligráfica, sino con el que se emplea en la práctica del comercio bancario para
establecer si un cheque es -a simple vista- falsificado o legítimo (Cám. Com., B, LL,
1991-E, 131; C, LL, 1993-A, 197, con nota de J. M. Curá; D, ED, 147, 409; D, ED, 133,
547).
Si bien se ha declarado acertadamente que el cheque con firma falsificada no autoriza su
cobertura por el banco, aunque la fórmula sobre la cual fue confeccionado hubiera sido
efectivamente entregada en forma al cliente (Cám. Com., D, ED, 133, 547), como
tampoco lo debe pagar aunque el cliente no haya avisado o notificado al banco del
extravío de la fórmula para librarlo (Cám. Com., C, LL, 1993-A, 197, con nota de J. M.
Curá).
También se ha resuelto que si la fórmula fue hurtada cuando estaba bajo custodia de su
propietario y éste no explicó cuáles recaudos y precauciones había adoptado para evitar
el hecho, no cabe atribuír responsabilidad al banco por haber tenido poca diligencia en
el control de la firma, ya que su dueño no puso en la custodia de la fórmula un celo
equivalente (Cám. Com., D, ED, 147, 409).
El banco girado que no advierte que la cláusula "no a la orden" ha sido suprimida
mediante su borrado, lo cual se aprecia a simple vista, no puede justificar su conducta
culposa, invocando que tampoco lo advirtió el banco depositario que remitió al clearing
el cheque adulterado, máxime que el sello puesto por el cajero del banco depositario
permite advertir esa irregularidad (Cám. Com., D, LL, 1994-A, 99).
Constituye deber del banco depositario, que presentó el cheque a una cámara
compensadora, identificar previamente al depositante -su cliente- mediante la
verificación de su firma, con la precisa finalidad de establecer la coincidencia entre la
persona de aquél y la del legitimado para cobrar el cheque (arts. 7, 32 y 34, inc. 5,
L.Ch.) (Cám. Com., D, LL, 1995-B, 166; B, LL, 1980-C, 374; C, diario ED, 6/8/93;
ídem, ED, 153, 282), y ello es así aun cuando el depósito del cheque se hubiera
efectuado mediante la utilización del sistema de cajeros automáticos (Cám. Com., D,
LL, 1995-B, 166).
Cabe atribuír responsabilidad al banco que presentó al clearing un cheque "no a la
orden" que no fue depositado en la cuenta del beneficiario, ni cedido por éste en la
forma exigida por la ley. En ese sentido -se agrega-, si bien la cesión se puede hacer en
el mismo cheque o por instrumento separado, con notificación al deudor cedido, no se
puede utilizar un simple endoso en blanco, invocando la norma que trae el art. 1456 Ver
Texto, C.Civ., sino que debe ser un endoso nominativo para contener la enunciación
mínima indispensable de los elementos esenciales de todo acto jurídico (Cám. Com., C,
ED, 153, 282, con nota de P. M. Giraldi). Lo propio se ha resuelto cuando el banco
girado pagó un cheque "no a la orden", sin endoso por la persona que lo depositó (Cám.
Fed., C.C., I, ED, 53, 441).
El banco donde se efectivizó el depósito del cheque no puede excluír su responsabilidad
por la omisión de verificar la existencia del último endoso, sea ello concientemente, o
sea por la simple omisión, error o negligencia, pues tiene una obligación profesional
bancaria reglamentada que no puede ni debe soslayar (Cám. Com., D, JA, 1991-II, 137
Ver Texto).
Para establecer la responsabilidad de un banco por haber recibido en depósito un
cheque, sin endosar, habrá que considerar: a) si el cheque fue recibido fuera del horario
de atención al público, porque los empleados han tenido más tiempo para supervisar el
título; b) si ningún empleado admitió haberlo recibido, esto es un grave indicio contra el
banco, pues nadie desmintió la versión del depositante sobre su advertencia de la falta
de endoso; y c) si con el valor de dicho cheque el banco constituyó un plazo fijo en
favor del cuentacorrentista, no es creíble que la falta de endoso haya podido pasar
inadvertida. Por ende, se deberá aceptar la versión del cliente, que sostuvo haber
concertado con el banco que éste se haría responsable por la falta de endoso, insertando
en el título una cláusula al respecto, máxime teniendo en cuenta que ésta es una práctica
frecuente en el quehacer bancario, tanto que el banco en cuestión dispone de un sello
destinado a reproducir su voluntad en tal sentido (Cám. Com., D, ED, 142, 97, con nota
de M. Bonfanti).
Resulta improcedente el rechazo liminar de la ejecución de un cheque endosado, que se
pretende fundar en la circunstancia de que al estar endosado se afectaría la prohibición
del art. 42 , inc. 4, ley 23459, si tal norma se hallaba suspendida en la fecha de su
libramiento por el decreto 128/90, suspensión que fue prorrogada sucesivamente por
circulares del Banco Central (Cám. Com., D, JA, 1991-II, 257 Ver Texto).
El banco debe negarse a atender el pago de un cheque que contiene designación
conjunta de beneficiarios, cuando fue endosado en favor del presentante por uno solo de
esos beneficiarios, lo cual hace que el presentante carezca de legitimación activa para
cobrar el cheque (Cám. Com., E, LL, 1991-II, síntesis).
h) Otorgar certificación de cheques.
Es también obligación del banco girado proceder a la certificación de cheques en los
términos de los arts. 48 Ver Texto y 49, N.L.Ch., y regla 1.3.5, cuando el librador o el
beneficiario del cheque de que se trate así lo soliciten.
Cuando la solicitud de certificación proviene del beneficiario del cheque, esta
obligación del banco resulta del contrato de cuenta corriente que tiene concertado con el
cliente, por el cual se ha comprometido a atender el servicio de caja contraído, según las
normas legales y reglamentarias vigentes; cuando el solicitante sea un simple portador
del cheque la obligación del banco de certificarlo, surge del art. 48 Ver Texto, N.L.Ch.
i) Atender el servicio de cheques pactado.
A diferencia de la anterior edición, con motivo de la creación del cheque de pago
diferido por la ley 24452 Ver Texto, distinguiremos en esta oportunidad las diversas
obligaciones que tiene el girado, según la clase de cheque de que se trate.
I) Cheque común.
Ya hemos visto que el banco debe mantener las cuentas al día (regla 1.2.2.1),
acreditando en término los importes que se depositen en ellas (regla 1.2.2.2), lo cual le
permite cumplir con la obligación esencial de pagar el cheque contra su presentación al
banco o por medio de una cámara compensadora, cuando sean regularmente librados, en
las fórmulas entregadas al cliente, conforme a las disposiciones legales y reglamentarias
vigentes (art. 4 Ver Texto, N.L.Ch., y regla 1.2.2.6). Con ello se ratifica la condición de
instrumento de pago a la vista que tiene el cheque común.
A esa obligación esencial de hacer del banco, se le agrega las obligación de no hacer,
esto es, de abstenerse de pagar, cuando el cheque presentado sea irregular como orden
de pago; por esa razón, consideramos ineludible tratar aquí, sintéticamente, los casos en
los cuales el banco tiene obligación de rechazar el pago del cheque presentado. Esa
necesidad se ve aumentada en esta segunda edición, con motivo de la derogación de los
ocho incisos del art. 34 de la ley (516) .
El banco deberá rechazar el cheque común en los siguientes casos: 1) cuando carezca de
algunos de los requisitos formales que establece el art. 1, en sus seis incisos, salvo que
se hubiera omitido el lugar de creación, en cuyo caso se considerará como tal el lugar en sentido geográfico- del domicilio del librador (art. 1 Ver Texto, ap. 1, N.L.Ch.). Si
bien la suplencia legal es la descrita, como hemos dicho en otras oportunidades, es
imposible que se opere, pues los formularios de cheques traen impreso el lugar de
libramiento, que por hipótesis es el mismo que el lugar -en sentido geográfico- del
domicilio de pago del cheque.
2) en oportunidad de que el cheque presentado incluya más de tres firmas de las
personas a cuya orden conjunta opere la cuenta corriente contra la cual se giró (regla
1.2.1.8);
3) cuando a juicio del banco existen "motivos" formales debido a que el cheque tenga
"defectos" o "vicios" o "errores" en sus requisitos formales o extrínsecos (art. 2 Ver
Texto, ap. 2, N.L.Ch.), según la imprecisa y criticable terminología como se tipifica en
la ley y en la reglamentación, el proceder ilícito sancionado. Además, siguiendo un
criterio vedado en materia sancionatoria, también se dispone el rechazo de los cheques
"como" si padecieran de "defectos" o "vicios" formales cuando el cheque incluyera,
hipotéticamente, inscripciones de propaganda o aditamentos que condicionen directa o
indirectamente su negociación (regla 1.3.8.1.1). En este caso, en rigor, no habría cheque
pues la cláusula condicionante haría que la orden no sería pura y simple como requiere
el art. 2 Ver Texto, inc. 5, N.L.Ch.
4) por falta de fondos disponibles suficientes y falte autorización para girar en
descubierto (regla 1.3.8.1.1) otorgada por escrito (regla 1.1.1.3). Ello sin perjuicio de lo
dispuesto en el art. 31 Ver Texto, N.L.Ch., en cuyo caso será facultad del banco hacer o
no el pago. Recordamos al lector lo que venimos afirmando desde hace más de una
década, en el sentido de que a poco de sancionado el decr.-ley 4776/63 , por un acuerdo
interbancario, que mantiene total vigencia a la fecha, se resolvió no hacer uso de la
facultad concedida, y en la práctica los bancos no efectúan pagos parciales de los
cheques que se presentan al cobro (517) .
5) cuando existan alteraciones en las enunciaciones del cheque, que no hayan sido
salvadas por el librador antes de su presentación al pago. Suprimido el inc. 3 del art. 34,
que normaba específicamente este supuesto, la prohibición queda comprendida en la
norma genérica incluída en ese art. 34 Ver Texto, N.L.Ch. Norma nueva, ésta, que
interpretada a contrario sensu dispone que el banco se deberá abstener de pagar en ese
caso, para no incurrir en culpa grave y en consecuencia no quedar liberado con el pago
efectuado, cuando el cheque presente esa apuntada irregularidad formal.
6) si existe orden escrita de no pagar impartida por el cliente y en su caso por el tenedor
del cheque, en los supuestos incluídos ahora en el art. 5 Ver Texto, N.L.Ch. (regla
1.3.8.1.6);
7) si existe irregularidad en la legitimación activa del presentante. En principio, en
función de la ley de circulación del cheque de que se trate, conforme a lo expuesto en el
nº 28, letra g. Y además, específicamente: a) cuando el cheque común contenga endosos
que excedan el límite establecido por el Banco Central (regla 1.3.8.1.5 s/Com. "A"
2514); b) cuando esté girado sobre el librador, salvo que se trate de un cheque girado
entre distintos establecimientos del mismo librador (regla 1.3.8.1.7); c) cuando se
verifiquen irregularidades formales en la cadena de endosos del cheque endosable que
circuló (regla 1.3.8.1.9).
8) cuando existan causas de fuerza mayor al momento de la presentación del cheque que
impidan su pago (regla 1.3.8.1.8). No se ha considerado casos de fuerza mayor, cuando
el banco ha sido sancionado por el Banco Central por causal fundada, pues con toda
claridad la suspensión o sanción del banco girado es un acto bifronte (518) , cuyos
efectos no pueden ni deben alcanzar al cliente del banco sancionado, que será
responsable por no atender el pago del cheque en virtud de la sanción -por hipótesis
correcta- de la que ha sido objeto por el órgano de control de las entidades financieras.
9) cuando la cuenta corriente esté cerrada (regla 1.3.8.1.4) o se haya dispuesto la
suspensión del servicio de pago de cheques en los términos de la regla 1.5.3.3;
10) cuando el banco toma conocimiento que el librador del cheque ha sido declarado en
quiebra con anterioridad a la fecha que el cheque lleva como de libramiento. Lo propio
deberá hacer si con posterioridad a ese pronunciamiento judicial respecto del
presentante del cheque, éste pretende cobrar un cheque nominal, al portador o no a la
orden (arg. arts. 88 Ver Texto, 89 y 109 Ver Texto, ley 24522);
11) si se tratare un cheque cruzado en general y no es depositado para su cobro; o
tratándose de un cheque cruzado en especial, no es presentado al cobro por el banco
indicado en el cruzamiento o por otro que éste indique especialmente al efecto (art. 45
Ver Texto, N.L.Ch.);
12) en el caso de que el cheque presente más de dos cruzamientos especiales en favor de
bancos distintos y el segundo de ellos no sea para presentarlo ante una cámara
compensadora (arg. art. 45 Ver Texto, ap. 4, N.L.Ch.);
13) cuando la firma del librador no coincide con la que la persona a cuya orden está la
cuenta corriente tiene registrada en el banco (regla 1.2.2.7) o sea visiblemente
falsificada (art. 35 Ver Texto, inc. 1, N.L.Ch.). Se debe tener por incluído el caso
cuando la cuenta es a orden conjunta y el cheque ha sido librado por una sola persona; y
también el caso en que exista representación plural de la persona jurídica titular de la
cuenta y el cheque se hubiera librado en infracción de esa representación.
14) si el cheque presentado no correponde por su numeración a los cuadernos
entregados al cuentacorrentista (art. 35 Ver Texto, inc. 3, N.L.Ch.) o cuando siendo
entregado a una persona autorizada, el titular de la cuenta no ha prestado conformidad
de la recepción del cuaderno solicitado (art. 4 Ver Texto, N.L.Ch., y regla 1.1.4 s/Com.
"A" 2514);
15) cuando el cheque hubiera caducado como título de crédito por haber vencido el
plazo útil de presentación -30 días para los cheques librados en el país y 60 días para los
librados en el exterior (art. 25 Ver Texto, N.L.Ch.)- y el librador hubiera revocado la
orden de pago contenida en el título, ahora caduco como cheque (art. 29 Ver Texto,
N.L.Ch.); o cuando hubiera trascurrido un término igual -30 o 60 días- desde que se
operó la caducidad, aunque no hubiera ocurrido la revocación del librador;
16) porque ha sido presentado para cobrar en ventanilla y se trata de un cheque librado
con la cláusula "para acreditar en cuenta" (art. 46 Ver Texto, N.L.Ch.);
17) cuando el cheque sea librado en una moneda distinta de la que corresponde a la
operatoria de la cuenta corriente contra la cual se ha librado (art. 3 Ver Texto, N.L.Ch.)
o se halle redactado en un idioma que no sea aquel en el cual está impreso el formulario
oportunamente entregado al cliente (arg. regla 1.1.1.3);
18) si figurasen en el cheque presentado al cobro inscripciones de propaganda o
aditamentos que condicionen, directa o indirectamente, su negociación a otros requisitos
que los establecidos por la ley de fondo (regla 1.3.8.1.3);
19) conforme al nuevo texto del art. 23 Ver Texto, N.L.Ch., según la ley 24760 Ver
Texto, cuando siendo un cheque posdatado, fuera presentado al pago -en ventanilla o
por medio del clearing- antes de la fecha que lleva como de libramiento, pues al tenor
del nuevo texto legal sancionado, si por error el girado recibe y paga el cheque
posdatado, se tratará de un pago indebido. En cambio, si lo rechaza en virtud de algunas
de las causales legales o reglamentarias (falta de fondos, defectos formales, etc.)
extendiendo las constancias que prevé el art. 38 Ver Texto, N.L.Ch., ello no constituye
al documento rechazado en un título ejecutivo hábil para accionar contra el librador y
los demás firmantes.
II) El banco deberá rechazar el cheque de pago diferido:
Genéricamente, en los supuestos señalados en el ap. I, nos. 2, 4, 6 a 8, 10 a 14, 17 a 19,
correspondientes al cheque común, por la remisión que efectúa el art. 58 Ver Texto, ap.
2, N.L.Ch., y específicamente, en los siguientes casos:
1) cuando el cheque de pago diferido padezca de defectos formales y dentro del período
de retención, habiendo sido citado el librador no lo hubiera subsanado (art. 55 Ver
Texto, ap. 1, N.L.Ch.);
2) cuando hubiera algún impedimento para su registración (art. 57 Ver Texto, ap. 1,
N.L.Ch.).
JURISPRUDENCIA
La naturaleza de las relaciones entre el cliente y el banco, permite y supone el
conocimiento permanente por parte de éste del estado de la cuenta, atento a las normas
especiales que obligan al banco a tenerlas al día para fijar su situación frente a su cliente
y de las facultades de éste para solicitar, en cualquier momento, la determinación del
saldo (Cám. 1ª San Nicolás, Z, 27-J, 163).
El art. 797 Ver Texto, C. Com., impone a los bancos tener sus cuentas al día, para fijar
su situación al respecto y poder informarla al cuentacorrentista en todo momento (Cám.
Com., C, LL, 1989-C, 168).
En la cuenta corriente bancaria, a diferencia de lo que ocurre en la cuenta corriente
mercantil, la situación de acreedor y deudor se puede determinar en cualquier momento
(Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164).
Una vez abierta una cuenta corriente el banco debe estar atento a su funcionamiento
(Cám. Com., B, ED, 137, 742), dentro de esos deberes surge tener las cuentas al día,
para fijar la situación respecto del cliente conforme al art. 797 Ver Texto, C.Com.
(Cám. Com., A, ED, 131, 636), resultando ello congruente con la obligación de pagar a
la vista, las sumas acreditadas o depositadas, que sean requeridas por el cliente (Cám.
Fed. C.C., II, LL, 1992-E, 184).
Si entre las partes media una relación contractual de cuenta corriente bancaria, lo único
que debe probar el acreedor es la inejecución, no estando obligado a acreditar la culpa o
dolo del deudor. Es decir, basta probar el hecho objetivo del incumplimiento. Por tanto,
si el banco girado no verificó la autenticidad de la última firma, debe pagar el importe
del cheque, pues no siendo incumplimiento malicioso, sólo se repara las consecuencias
inmediatas (arts. 520 Ver Texto y 521, C.Civ.) (Cám. C.C., III, Rosario, LL, 1982-B,
207, con nota de J. L. García Caffaro).
La responsabilidad del banco respecto del cliente es contractual, se deriva del
incumplimiento de una obligación que surge del contrato de cuenta corriente; o delictual
si hay culpa al margen de la inejecución del contrato. Sin embargo, en ambos casos
tiene carácter profesional (Cám. Com., C, JA, 1990-IV, 539 Ver Texto).
La responsabilidad del banco que obra mal al tener por válida una alteración que no
reúne las exigencias contenidas en el art. 34, inc. 3, L.Ch., ha sido juzgada contractual,
por algunos, y aquiliana, por otros, autorizando nuestra ley en su art. 37, L.Ch., a
distribuír la culpa entre el banco, el librador y el portador, conforme a las circunstancias
del caso (Cám. Com., LL, 1985-A, 63, con nota de J. L. García Caffaro).
También se ha declarado que el banco no actúa ante una alteración del cheque
presentado al pago, como un tercero extraño; al contrario, está obligado
contractualmente con su cliente, en realizar la constatación de las formalidades del
título, de modo que cumpla satisfactoriamente con su finalidad de sujeto que está
manejando dineros ajenos (Cám. Com., A, LL, 1994-B, 318, con nota de L. B. Parisi).
Teniendo en cuenta el contrato de cuenta corriente bancaria que funciona con servicio
de cheques a orden recíproca de los titulares, quienes son acreedores o, en su caso,
deudores solidarios del banco, no corresponde a éste investigar a quién de ellos
corresponde la utilización de la disponibilidad, dado que las relaciones internas entre los
cuentacorrentistas le son ajenas (Cám. Com., A, LL, 1993-C, 1, con nota de J. M. Curá).
Si la cuenta corriente fue abierta a orden recíproca de los titulares, ambos quedan
solidariamente obligados al pago del saldo deudor que arroje la cuenta (Cám. Com., B,
LL, 1986-D, 661); esa forma de giro permite que cualquiera de ellos pueda extraer la
totalidad de los fondos disponibles en la cuenta (Cám. Com., JA, 2, 108); sin embargo,
sólo es obligado cambiario quien libró el cheque rechazado contra esa cuenta a orden
recíproca, pues el otro cotitular quedó al margen de la relación cambiaria por no haber
firmado el título que se ejecuta (Cám. Com., A, LL, 1983-D, 356; B, ED, 97, 718; C,
LL, 1975-D, 410; E, LL, 1984-A, 130, con nota de O. R. Gómez Leo; Cám. C.C. 4ª,
Córdoba, JA, 1973-20, 692; 1ª Inst. C.C. 5ª Nom., Rosario, firme, Z, 31-J, 694).
Si bien se ha declarado que hay que tener en cuenta que el banco debió conocer la
infracción a la representación plural, con motivo de que el documento fue suscrito sólo
por el presidente de la sociedad deudora, pues el contrato social fue descrito en la
solicitud de apertura de la cuenta corriente (Cám. Com., D, JA, 1992-IV, 505 Ver
Texto), también se ha sentenciado que la exigencia de que la firma del cheque
corresponda a quienes tienen la titularidad de la cuenta hace a la regularidad del cheque
como orden de pago, destinada a hacer funcionar el servicio de caja, pero no conspira
con su validez formal, como título de crédito (art. 58 Ver Texto, ley 19550) (Cám.
Com., C, LL, 1977-A, 266).
El cambio de titularidad o del régimen operativo de una cuenta corriente, debe ser
convenido e instrumentado de manera expresa a iniciativa del propio interesado, y no
por decisión unilateral del banco; ello es así aun cuando hubiera habido manejo
irregular por el responsable de la firma y al margen, también, de los errores de
imputación o anormal manejo de la contabilidad atribuída al banco (Cám. C.C. I, B.
Blanca, LL, 1988-B, 152).
Para que el banco esté obligado a pagar los cheques librados por personas autorizadas,
distintas de los titulares de la cuenta corriente contra la cual se gira, las autorizaciones
deben quedar debidamente registradas en la entidad bancaria. No hay, pues, posibilidad
de firmar cheques regulares como orden de pago, en virtud de autorizaciones no
registradas en el banco contra el cual se giran los cheques (Cám. Com., B, LL, 1982-D,
384), quedando a cargo del cliente comunicar las modificaciones o reemplazos de tales
autorizaciones, cuando ellas existan (Cám. Com., B, JA, 1986-III, 342 Ver Texto), sin
que se pueda exigir al autorizado (o apoderado) a efectuar la comunicación de su
desvinculación con el titular de la cuenta, ya que normalmente éste no posee siquiera los
elementos materiales para justificarla en debida forma (Del fallo de 1ª instancia) (Cám.
Com., A, LL, 1994-E, 69).
El banco es responsable si el cheque con la cláusula "para acreditar en cuenta" librado
en favor de una sociedad de hecho, fue acreditado en la cuenta de la persona a cuya
orden giraba dicha cuenta, ya que esa persona no era el beneficiario personal del
cheque, sino que lo era la sociedad de hecho que ella integraba (Cám. Com., B, LL,
1986-C, 374).
Conforme al pacto de cheque establecido entre el banco y el cliente, resulta claro que
éste debe proceder con respaldo suficiente de fondos, salvo autorización para girar en
descubierto. Por tanto, el rechazo del cheque por no tener fondos depositados o
acreditados (es decir, con antelación suficiente) pone en evidencia un obrar antijurídico
del cliente, en el sentido concreto de falta de diligencia o prudencia exigidas por las
circunstancias del caso (art. 512 Ver Texto,
C. Civ.) (Cám. C.C. 2ª, I, La Plata. Causa: B-77.266, Reg. sent. 133, del 30/6/94).
Las facultades y obligaciones del banco de aceptar o rechazar el cheque girado en
descubierto, se vincula con la relación contractual que tiene establecida con su cliente,
pero ella no puede ser invocada por el tercero-presentante del cheque que es ajeno a ella
(arts. 503 Ver Texto, 1195 Ver Texto, 1199 Ver Texto y 1929 Ver Texto, C. Civ.) (CS,
LL, 1987-C, 453).
El cheque es irrevocable; como tal, durante el plazo de presentación, ello no impide que
se ejerza el derecho de oposición al pago, con la expresión de su causa cuando medie
extravío o robo del cuaderno de cheques (Cám. C.C., I, Santa Fe, JA, 1987-I, 372 Ver
Texto) o se trate del extravío, pérdida o sustracción o adulteración de los cheques ya
librados (Cám. Com., C, ED, 95, 696). Sin embargo, hay que recordar que tales órdenes
de no pago del cheque, que impiden que funcione el servicio de caja pactado entre el
cliente y el banco, no enervan los derechos cambiarios del portador legítimo del cheque
rechazado por aquella razón (Cám. Com., E, JA, 1991-III, 418 Ver Texto; A, LL, 1995E, 47; Cám. C.C., I, Quilmes, causa 155, Reg. int. 64, del 31/8/95).
Siendo aplicable supletoriamente la norma prevista para la letra de cambio, al cheque
incompleto (art. 11 Ver Texto, decr.-ley 5965/63, y art. 55 , decr.-ley 4776/63). Es decir
que no resulta necesario que existan todas las menciones del cheque al tiempo del
libramiento (máxime hoy a la luz del art. 8 8, N.L.Ch.), bastando que esté completo al
tiempo de la presentación al pago (Cám. C.C., I, B.Blanca, Rep.
LL, XLI, 847).
El banco girado debe responder, ante quien fue objeto de la defraudación, si entregó una
libreta de formularios de cheques a quien la recibió falsificando la firma del titular de la
cuenta (Cám. Com., C, LL, 108, 209). También responde, pero en este caso ante el
titular de la cuenta, cuando pagó los cheques falsificados si el cuaderno al que
pertenecían fue entregado de modo irregular a un tercero y no esperó la conformidad del
recibo de la chequera, como establece el art. 4, L.Ch. (SCBA, LL, 154, 514), o en caso
de que pague un cheque que no corresponde a la chequera del titular de la cuenta (Cám.
Fed. Tucumán, LL, 132, 567; Cám. Com., B, 1982-A, 259), aun cuando la firma
estampada en el cheque -cuyo formulario es ajeno a la chequera conformada por el
cliente- no hubiese sido visiblemente falsificada, con la que éste tuviera registrada en el
banco (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 571).
Si el cuentacorrentista autorizó al banco para realizar determinados débitos automáticos
(pago de servicios, comisiones de mantenimiento de cuentas, sobregiros sin provisión
de fondos, etc.), ello no significa que los efectuados o que pueda efectuar el banco, cuyo
origen sea imposible de identificar por carecer de respaldo documental en la
contabilidad del banco, pertenezcan necesariamente a esos conceptos (Cám. Com., A,
ED, 151, 267).
El banco debe tener las cuentas al día, para fijar la situación del cliente conforme al art.
797 Ver Texto, C. Com. (Cám. Com., A, ED, 131, 636), a fin de poder cumplir con la
obligación esencial de pagar a la vista las sumas acreditadas o depositadas, que sean
requeridas por el cliente (Cám. Fed. C.C., II, LL, 1992-E, 184).
Si bien es cierto que es responsable el banco que omite verificar el último endoso de un
cheque depositado, también lo es que el depositante cuando abrió la cuenta corriente
aceptó conocer y cumplir la reglamentación que rige la especie. Sin embargo, de ambas
responsabilidades, por imperio del art. 902 Ver Texto, C.Civ., la del banco es más
importante y exigible, pues se trata de una responsabilidad profesional bancaria (del
voto del Dr. Jarazo Vieras) (Cám. Com., A, ED, 142, 97, con nota de M. Bonfanti).
Si el supuesto fáctico a juzgar se encuadra dentro del art. 35, inc. 1, L.Ch., según las
circunstancias del caso y el grado de culpa en que hubiera incurrido el librador del
cheque falsificado, éste debe soportar los perjuicios cuando se probare que medió
efectiva culpa de su parte. Sin embargo, los jueces podrán distribuír la responsabilidad
entre el banco y el librador de conformidad con lo establecido en el art. 37 de la ley
mencionada (Cám. Com., C, LL, 1993-A, 197, con nota de J. M. Curá).
El riesgo de equivocación que afrontan los empleados bancarios en el cumplimiento
cotidiano del pacto de cheque contratado entre el cliente y el banco, aun dentro de un
marco comprensible, debe correr a cargo de este último (Cám. Com., A, LL, 154, 480).
Si la indisponibilidad de fondos en una cuenta corriente bancaria y el rechazo del
cheque girado contra ella, obedece al acatamiento por el personal de una huelga, cabe
concluír que existió fuerza mayor, independiente del normal cumplimiento de las
obligaciones a cargo del banco girado, quien queda eximido de responsabilidad en el
evento (Cám. Com., C, LL, 1995-E, 85, con nota de H. Racciatti (h.) y A. A. Romano).
La alteración de la fecha del cheque, que no está debidamente salvada por las dos firmas
de ambos colibradores, hace que sea negligente la conducta del banco girado, que en
vez de rechazarlo por estar vencido y caduco como cheque, en contradicción de lo
dispuesto en el art. 38, párr. 1º, L.Ch., realiza el rechazo por cuenta cerrada. De ese
modo ha establecido una validez formal de título ejecutivo, siendo que se trata de un
cheque adulterado, creando indebidamente un título de crédito, inexistente como tal en
la realidad de las cosas, posibilitando que se inicie su ejecución ante los tribunales
(Cám. Com., B, ED, 113, 462).
La relación contractual establecida en la cuenta corriente bancaria vincula,
naturalmente, al cuentacorrentista con el banco, por lo que el beneficiario del cheque no
puede pretender subrogarse en los derechos del librador contra el banco (Cám. Com., E,
LL, 1986-D, 651).
Para completar la jurisprudencia concerniente al cumplimiento del pacto de cheque,
remitimos al lector, en honor a la brevedad, a la reseña efectuada, en este capítulo, al
anotar el ap. g, Verificar el número, y la firma del cheque y de la legitimación del
presentante, donde se puede consultar los siguientes temas: "Firma visiblemente
falsificada"; "Dictamen del perito calígrafo y facultades del juez"; "Falsificación,
adulteración y otras cuestiones que hacen dudoso el cheque presentado"; "Legitimación
del presentante del cheque"; "Rechazos justificados e injustificados".
j) Cierre de las cuentas corrientes.
Si bien se trata de una obligación del banco, frente al B.C.R.A., consideramos en esta
oportunidad la norma sancionatoria que trae la nueva ley, para el caso de que las
entidades giradas no cumplan con el mandato legal o reglamentario de cerrar las cuentas
corrientes cuando sucedan el número de rechazos de cheques que en los diversos
supuestos establecen la ley de cheque y, en su caso, la reglamentación que dicte el
B.C.R.A. en su consecuencia.
En ese sentido, el último párrafo agregado al art. 62, L.Ch., dice:
Párrafo sexto: Las entidades financieras que no cierren las cuentas corrientes por
aplicación de las sanciones que establece esta ley y su reglamentación, serán pasibles de
una multa diaria de quinientos pesos hasta un máximo de quince mil pesos, por cada
cuenta corriente en esas condiciones, sin perjuicio de ser solidariamente responsable del
pago de cheques rechazados por falta de fondos girados contra dichas cuentas, hasta un
máximo de treinta mil pesos.
Del texto trascrito surge que:
I) el girado que no cumpla con el cierre de las cuentas corrientes de que se trate, cuando
se hubiera llegado al máximo de los rechazos establecidos por las diversas causales que
trae la ley o la reglamentación, o en caso de que se trate de un cierre reflejo por haber
sido el cliente incluído en la Base de datos para cuentacorrentistas inhabilitados que
lleva el B.C.R.A., el girado sufrirá durante el tiempo que mantenga la cuenta corriente
abierta indebidamente, una sanción diaria de quinientos pesos, hasta un máximo de
quince mil pesos;
II) si el cuentacorrentista sancionado es titular u opera otras cuentas corrientes en virtud
de la regla 1.4.2.1, OPASI 2/95, se le deben cerrar todas ellas, y los bancos girados que
no lo hicieran oportunamente, serán pasibles, en cada caso, de la multa que trae la nueva
norma instituída;
III) si se produce la inobservancia apuntada, y el girado mantiene abierta una o más
cuentas corrientes, cuando debió proceder a su cierre y por esa razón se produce
rechazos de cheques por falta de fondos disponibles, esa entidad será, además,
responsable solidariamente por el pago de esos cheques ante sus portadores legitimados
hasta un máximo de treinta mil pesos, cualquiera que sea el número de cheques
rechazados.
Ante esta norma legal y el silencio guardado por la Com. "A" 2514 cabe preguntarnos
cómo se deberá proceder en caso de que los cheques rechazados sean varios y en
conjunto excedan esa cifra. En tal caso consideramos que se debe efectuar un prorrateo
proporcional entre los diversos damnificados, en función del monto de cada uno de los
cheques rechazados por falta de fondos disponibles suficientes.
(515) En virtud de los principios que informan la norma trascrita, la jurisprudencia ha
elaborado el concepto de "buen empleado bancario", estableciendo que si bien se exige
en el análisis la apreciación de un experto en el manejo y cotejo de firmas, superior a la
que puede tener cualquier persona que no desarrolla esa actividad específica, no se debe
llegar al extremo de que tenga igual nivel y agudeza en las conclusiones que un perito
calígrafo (conf.: Cám. Com., B, LL, 153, 16; C, ED, 41, 687; B, LL, 126, 332).
(516) Gómez Leo, Cheques, 145.
(517) Giraldi, Cuenta corriente, 181.
(518) A. Wald, Aspectos peculiares del derecho bancario. Régimen legal de los actos
bifrontes, RDCO, 1986, 899.
31. INTERESES, COMISIONES Y GASTOS.
Aunque estos temas están contemplados en la misma regla legal que trae el Código de
Comercio, para un mejor desarrollo trataremos en primer lugar los intereses y su
problemática en la cuenta corriente, y luego, conjuntamente, las comisiones y gastos.
a) Intereses.
La cuestión de los intereses en la cuenta corriente tiene matices que la hacen altamente
conflictiva, pues de un lado, en nuestro país, se ha seguido un procedimiento que es
bastante distinto de lo que ocurre en el derecho comparado, razón por la cual en algunas
oportunidades la cita de obras extranjeras sobre el particular no produce, precisamente,
un esclarecimiento sobre los aspectos polémicos que se presentan y, de otro lado, la
interpretación de nuestras reglas legales es controvertida, a lo que se le debe sumar que
tales preceptos del derecho de fondo han sido derogados parcialmente por las normas
reglamentarias dictadas por el Banco Central de la República Argentina.
I. El carácter oneroso de la cuenta corriente bancaria.
Oportunamente caracterizamos a la cuenta corriente bancaria como un contrato oneroso,
en razón de que las ventajas que procura a una u otra de las partes no le son concedidas
sino por la prestación que una se obliga a hacerle a la otra (art. 1139 Ver Texto,
C.Civ.), afirmación con la cual coincide la generalidad de la doctrina (519) .
Sin embargo, en algunos casos la apuntada onerosidad del contrato que nos ocupa se
fundamenta en que hay simultaneidad de servicios prestados y servicios recibidos (520)
, porque el cliente goza del servicio de custodia y del servicio de caja que presta el
banco, mientras éste, dado que los fondos depositados han pasado a ser de su propiedad,
puede realizar la actividad de intermediación en el crédito, lucrando con las operaciones
bancarias activas, obteniendo significativos réditos (521) .
En otros casos, en cambio, se justifica tal carácter en la circunstancia de que tanto el
cliente como el banco perciben y pagan intereses compensatorios por las sumas que uno
u otro, según los casos, utilizan o, por lo menos, tienen disponibles; justificando que la
cuantía de los intereses que paga el banco al cliente por los saldos que éste tenga en su
favor en cuenta corriente, sea exigua, en dos razones: A) que ella se ve compensada con
el crédito que el banco tiene por la prestación del servicio de caja (522) ; B) que el
cliente tiene la disponibilidad del crédito en su favor a la vista, es decir, en cualquier
momento (523) , razón por la cual el banco no puede invertirlos en préstamos de
mediano o largo plazo (524) .
Empero, y a pesar de que existen algunos países en los cuales los depósitos en cuenta
corriente son remunerados (525) , en la mayoría, o en casi la totalidad, tales depósitos
no devengan intereses en favor de los clientes (526) , en razón de que, como habíamos
adelantado, la contraprestación del banco al cliente está dada por el servicio de caja que
éste recibe de aquél.
II. Intereses en favor del cliente.
Si bien en nuestro país desde el siglo pasado rige la norma de fondo que trae el art. 796
Ver Texto, C.Com., que permite pactar la producción recíproca de interés entre el banco
y el cliente, desde la sanción de la circ. B-382, B.C.R.A., de 1963, el Banco Central de
la República Argentina prohibió reglamentariamente a los bancos, pagar intereses sobre
los saldos en cuenta corriente bancaria que tuvieran servicio de cheques. Tal prohibición
fue mantenida indefectiblemente en todas las circulares dictadas con posterioridad
(regla 1.6, OPASI 2/88).
En consecuencia, el art. 796 Ver Texto, sólo era aplicable a las cuentas corrientes que
no tuvieran servicio de cheques.
Con motivo de la sanción de la nueva ley de cheque 24452 Ver Texto, el Banco Central,
mediante la com. "A" 2329, del 21/4/95, que produjo el nuevo texto de la mencionada
circular reglamentaria de las cuentas corrientes bancarias con servicios de cheques (art.
67 Ver Texto, inc. 1, N.L.Ch.) en su regla 1.14, estableció como novedad que podrán
reconocerse intereses sobre saldos de depósito en cuenta corriente en las condiciones
que libremente se convenga con los clientes.
Agregándose en los párrafos sucesivos que los mencionados intereses sobre los saldos
de depósitos en cuenta corriente, sea que las cuentas operen en pesos o en dólares
estadounidenses, se liquidarán y capitalizarán por períodos vencidos no inferiores a 30
días, ni superiores a un año, y disponiendo finalmente que al producirse el cierre de la
cuenta de que se trate, los intereses se deberán liquidar hasta el día anterior al de
operarse tal cierre.
Es decir que nuestro país, que en la anterior edición de esta obra fue encuadrado entre la
mayoría que prohibía a los bancos pagar intereses sobre los saldos deudores en cuenta
corriente bancaria si ella operaba con servicio de cheques, en la actualidad, en virtud de
la norma reglamentaria trascrita, ha pasado a integrar la nómina de países que permiten
pactar el pago de esos intereses sobre saldos en favor del cliente, sin distinguir si la
cuenta corriente es o no con servicios de cheques (art. 796 Ver Texto, C. Com., y regla
1.14).
III. Intereses en favor del banco.
En la actualidad, los saldos deudores en cuenta corriente bancaria que devenguen
intereses compensatorios en favor del banco que incluya en ella el servicio de cheques,
pueden originarse en dos situaciones distintas que presentan sensibles diferencias de
naturaleza y de efectos:
A) Mediante un contrato de apertura de crédito en cuenta corriente bancaria, por el cual
el banco se obliga a tener a disposición del cliente una suma de dinero, que el
beneficiario puede retirar, parcial o totalmente, según sus necesidades, girando sobre la
cuenta corriente durante la vigencia del contrato, que puede o no tener plazo
determinado. Asimismo, el cliente puede extinguir el crédito utilizado, mediante
reembolsos parciales o totales, según lo convenido, a fin de poder utilizar nuevamente el
crédito reintegrado dentro del límite fijado en el contrato.
Según la más moderna doctrina, el banco cobrará la comisión convenida, como
contrapartida de la concesión de la disponibilidad en favor del cliente, quien podrá o no
utilizarla, según sus necesidades (527) . En el caso de que lo haga, en función del art.
796 Ver Texto, C.Com., las sumas efectivamente utilizadas devengarán los intereses
compensatorios pactados, por el tiempo que trascurra hasta su reembolso, quedando
facultado el banco a la capitalización de tales intereses, aun cuando no lo hubieran
acordado las partes (art. 795 Ver Texto, C.Com.), tema del cual nos ocupamos en el ap.
IV, que sigue.
B) Mediante un adelanto transitorio en cuenta corriente, por el cual el banco atiende el
descubierto momentáneo producido en la cuenta corriente bancaria del cliente por un
sobregiro ocasional de éste.
Si bien parte de la doctrina asimila tal situación con la apertura de crédito en cuenta
corriente descrita en el parágrafo anterior (528) , hay que convenir que, en rigor, desde
un punto de vista técnico-jurídico estricto, este adelanto transitorio en cuenta corriente
no es nada más que una consecuencia accesoria del servicio de caja que el banco se
comprometió a prestar por cuenta y orden del titular de la cuenta corriente bancaria
(529) .
La distinción doctrinal efectuada se ve confirmada por la reglamentación dictada por el
Banco Central de la República Argentina, que menciona a estos "adelantos transitorios"
como los designa la OPASI 2/97, que presentan las siguientes características:
1) Se concreta por iniciativa del banco, sin acuerdo previo pactado con el cliente. 2) El
crédito concedido, en principio, no tiene límite en su monto; empero, indirectamente, tal
crédito puede sufrir dos condicionamientos: de un lado, ya que el Banco Central ha
determinado que el total de los adelantos transitorios no deben exceder un porcentaje
máximo (30 %) del total de adelantos y documentos descontados. De otro lado, aun
cuando el banco acreditante no realiza -como en el caso de la apertura de crédito en
cuenta corriente- un estudio previo y detenido de la situación patrimonial del cliente,
tanto la efectivización del acreditamiento, como su monto, están predeterminados,
económicamente, por el volumen o promedio de la operatividad de la cuenta corriente,
pues de ellos surgirá si ofrece suficiente credibilidad que haga verosímil y posible un
rápido cubrimiento del adelanto transitorio concedido. 3) En cuanto al tema específico
que nos ocupa -los intereses-, como por hipótesis no suponen un pacto previo y expreso,
quedan determinados, en la práctica bancaria, día por día, por la mayor de las tasas
pasivas determinadas sobre la base de las encuestas diarias que realiza el Banco Central,
correspondientes a los tres días hábiles inmediatos anteriores o la que a tal fin
comunique esta institución, cuando las condiciones del mercado lo aconsejen.
Si el adelanto transitorio es cubierto dentro del plazo máximo reglamentario (30 días),
de hecho no habrá capitalización de intereses; en cambio, y aun cuando no hubiera
pacto expreso, si se dan las condiciones legales establecidas en el art. 795 Ver Texto,
C.Com., el banco estará autorizado a capitalizar los intereses trimestralmente, pues
como ha entendido la jurisprudencia, el hecho de que el saldo deudor de la cuenta
corriente bancaria, originado en un adelanto transitorio concedido por el banco, no se
trasforma o sufre novación, por haber sido pasado a la categoría de crédito en gestión y
mora (530) .
Sin embargo, hay que señalar que en la mayoría de los casos los bancos, al reclamar
judicialmente el pago de estos saldos, solicitan en su petición el monto de él, y en su
caso su actualización monetaria y el interés puro correspondiente, y excepcionalmente
solicitan la capitalización, aun cuando en la práctica ésta siempre es pactada para
realizarla mensualmente (531) .
IV. Capitalización de intereses.
Respecto de este tema y a pesar de alguna autorizada opinión vertida recientemente
(532) , entendemos que luego de las reformas legales y reglamentarias que se han
operado con posterioridad a la primera edición de esta obra, ha dejado de tener las
marcadas aristas conflictivas señaladas entonces.
En efecto, a la luz de la normativa vigente entonces habíamos recomendado la
interpretación restrictiva del art. 795 Ver Texto, C.Com., ya que como había señalado el
Dr. Fernández -uno de los coautores de esta obra, hoy fallecido-, "entre dos
interpretaciones, una justa y equitativa y otra injusta y reñida con la equidad, el
intérprete debe inclinarse por la primera" (533) .
La pauta interpretativa sugerida era de toda lógica.
En primer lugar porque el citado art. 795 Ver Texto, que establecía una aplicación
particular del principio fijado para el mutuo comercial por el art. 569 Ver Texto del
mismo Código, debía ser considerado una norma de excepción a la regla general, que
prohibía el anatocismo, contenida en el art. 623 Ver Texto,
C.Civ.
En segundo lugar -y para nosotros era definitivo- porque el art. 795 Ver Texto, C.Com.,
que permitía pactar la capitalización de intereses, era de aplicación asimétrica respecto
de las cuentas corrientes bancarias con servicio de cheque, pues -como ya se dijo- el
Banco Central, reglamentariamente había dispuesto que sólo podían devengar intereses
en favor del banco, y no del cliente, a estar al art. 42, circ. B-382/63, norma mantenida
invariablemente hasta la sanción de la regla 1.14, trascrita más arriba.
Pero el plexo normativo que rige la especie ha cambiado, tanto en materia reglamentaria
de la cuenta corriente bancaria, como en materia civil con motivo de la ley 23928 Ver
Texto, que en 1991 modificó el art. 623 Ver Texto, C.Civ.
En el primer aspecto, quedó expresado que se permite pactar que los saldos obrantes en
cuenta corriente bancaria, sin distinguir si ella tiene servicio de cheques o no.
En el segundo aspecto el texto actual del art. 623 Ver Texto,
C.Civ., permite el pacto de capitalización de intereses, así como la condena judicial en
ese sentido cuando el deudor entre en mora del pago de la deuda judicialmente liquidada
con sus respectivos intereses, determinando, además, que será válido el pacto de
capitalización de intereses cuando se base en la evolución periódica de la tasa de interés
de plaza.
De acuerdo con la normativa vigente -legal y reglamentaria- podemos concluír que:
1) Capitalización legal. Adquiere plena vigencia el art. 795 Ver Texto, C.Com., en
cuanto dispone que "en la cuenta corriente bancaria los intereses se capitalizan por
trimestre, salvo estipulación en contrario". Es decir que a tenor de la regla legal trascrita
la capitalización de los intereses se opera de pleno derecho, salvo convención contraria;
de ese modo se determina una diferencia sustancial con el régimen adoptado para la
cuenta corriente mercantil, en la cual, si bien los intereses corren de pleno derecho, para
capitalizarlos es imprescindible la convención en ese sentido. Se invierten, pues, los
términos: en la cuenta corriente mercantil, el convenio es necesario para que proceda la
capitalización; en la cuenta corriente bancaria, al contrario, se requiere convenio para
evitarla.
2) Capitalización convencional. Según la regla 1.14, ya no existe impedimento para que
se opere la capitalización legal que establece el art. 795 Ver Texto, C.Com., pero
subsiste la posibilidad de que las partes libremente pacten la capitalización de intereses
por períodos vencidos, no inferiores a treinta días, ni superiores a un año. Es decir que
se ha adoptado en la normativa que rige la especie, lo que en los hechos era moneda
corriente en la actividad bancaria, aunque ahora sin el freno de la prohibición que esos
pactos pudieran favorecer a los clientes cuyas cuentas tuvieran saldos en su favor.
V. Capitalización de intereses sobre el saldo definitivo.
Se había declarado en un fallo de la Suprema Corte de Mendoza (534) que este tema no
había sido tratado por los autores, a excepción del Dr. R. L. Fernández, que
oportunamente dijo (535) : conforme al criterio restrictivo que se debe observar respecto
de la capitalización de intereses, conceptuamos que el precepto contenido en el art. 795
Ver Texto, C.Com., debe considerárselo como refiriéndose a los intereses que corren
mientras la cuenta está abierta, y que terminada ésta definitivamente, los intereses del
saldo no se capitalizan, salvo que otra cosa se hubiera convenido (536) .
Tal interpretación fue acogida por alguna jurisprudencia del interior, que declaró que el
mentado art. 795 Ver Texto, C.Com., sólo alude a que los intereses en las cuentas
corrientes bancarias se capitalizaran por trimestre, salvo estipulación expresa en
contrario, de modo que no atañe a la cuestión de los intereses de los saldos -al cierre de
la cuenta-, sino de la capitalización durante la dinámica de ella (537) .
Sin embargo, y luego de reconocer que el fallo precitado es el único que ha encontrado
sobre el particular referido a la cuenta corriente bancaria, la vocal preopinante del alto
tribunal mendocino reconoce que tal orfandad jurisprudencial se debe a que los bancos
ejecutantes peticionaban la actualización monetaria del saldo, más los intereses puros, o
bien los réditos pactados (538) , resolviendo, en definitiva, que como el cierre de la
cuenta corriente bancaria no importa novación de la deuda generada, no se advierte
razón legal frente a la subsistencia de la misma deuda para que no se produzca la
capitalización de intereses en el futuro, del mismo modo que se hizo antes del apuntado
cierre de la cuenta.
Actualmente, según las nuevas normas vigentes citadas (art. 623 Ver Texto, C.Com., y
regla 1.14), la capitalización de intereses sobre el saldo de la cuenta corriente bancaria
es indiscutible, mientras la cuenta se halle en funcionamiento, pues el art. 795 Ver
Texto, C.Com., ahora no es una norma de excepción frente a la que incluye el art. 623
Ver Texto, C.Civ. reformado por la ley 23928 Ver Texto. Para el caso de que la cuenta
hubiera sido cerrada por causal legal o reglamentaria, la capitalización será posible en
función del pacto que las partes tengan suscrito, y si éste no existiera -cosa bastante
improbable en virtud de las características de contrato de adhesión que tiene la cuenta
corriente bancaria- habrá que dilucidar la cuestión a partir de que se considere o no que
el cierre de la cuenta no produce novación de la deuda así generada. En el caso que la
respuesta sea negativa, esto es, que no se opera la novación, como lo ha entendido la
Corte mendocina en el fallo citado en consonancia con la doctrina mayoritaria, se
podrán capitalizar intereses sobre el saldo por imperativo legal, de la norma que trae el
art. 795 Ver Texto, C.Com.
A la inversa, si se considera que la cuenta corriente bancaria produce un efecto
novatorio atemperado, en virtud del principio de indivisibilidad que se le reconoce -aun
cuando esto no tenga los mismos efectos que respecto de la cuenta corriente mercantilla capitalización legal de intereses sobre el saldo de la cuenta cerrada, no será
procedente, sino que requerirá la existencia de pacto expreso, en ese sentido. Claro está
que esta última interpretación no obsta a la capitalización de intereses, cuando el
importe del saldo de que se trate sea una deuda liquidada judicialmente con los intereses
y el juez mandase pagar la suma total, por capital y accesorios, que resultare, y el
deudor fuese moroso en hacerlo (arg. art. 623 Ver Texto,
C.Civ.).
JURISPRUDENCIA
Si bien no existe norma específica atributiva de intereses en la cuenta corriente bancaria,
por aplicación analógica del art. 477 Ver Texto, inc. 4, C.Com., cabe concluír que
aunque no devenga intereses cada remesa, en función de disposiciones de su regulación
superintendencial, sí lo hace el saldo deudor fijado al ser cerrada la cuenta (Cám. Com.,
D, LL, 1979-B, 262).
En nuestro derecho la cuenta corriente bancaria es un contrato autónomo, sujeto en
primer término a los preceptos de su propio capítulo, y en lo que sean aplicables a los
del capítulo anterior, relativo a la cuenta corriente mercantil. Conforme a ello, es
aplicable a la cuenta corriente bancaria el art. 785 Ver Texto, C.Com., que prevé la
productividad de intereses del saldo. Atento a lo expuesto, la desvalorización monetaria
e intereses del 6 % anual deberán ser calculados desde el cierre de la cuenta que
determinó el saldo deudor del cuentacorrentista (Cám. Com., A, LL, 1982-C, 60; ídem,
LL, 1981-D, 467; ídem, LL, 1984-A, 562).
La cuenta corriente bancaria cuyo saldo ha quedado determinado devenga intereses, por
ser género próximo con la cuenta corriente mercantil, constituyendo ello una situación
independiente de la expedición del certificado del saldo deudor necesario para la
ejecución. Por tanto, dicha accesoria se adeuda desde la determinación del saldo, lo cual
aconteció en la especie con el cierre de la cuenta bancaria (Cám. Com., D, LL, 1981-C,
465; C, LL, 102, 880).
El régimen de la cuenta corriente bancaria está sometido al precepto de ser propio de la
naturaleza del instituto que todos los valores del débito y del crédito -y a fortiori el
saldo deudor- produzcan los intereses legales o los que las partes hubiesen estipulado,
según el art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com. (del voto de la mayoría) (Cám. Com. en
pleno, LL, 1985-A, 19).
La cuenta corriente bancaria, que no reconoce remesas recíprocas, ni produce intereses
respecto de los depósitos efectuados por el cliente del banco, solamente puede devengar
intereses en aquel supuesto que el código argentino denomina "en descubierto" (art. 791
Ver Texto), es decir, cuando se opera con anticipos, o, más genéricamente, con créditos
abiertos por el banco. Como contrapartida o contraprestación de estas disponibilidades
crediticias se fijan -amén de comisiones y gastos- intereses (art. 795 Ver Texto)
capitalizables (art. 796 Ver Texto). Estos réditos, tal como los que se considera
connaturales con la cuenta corriente mercantil (art. 777 Ver Texto, inc. 4), son
compensatorios. Las conclusiones que dejamos sentadas no resultan afectadas ni
alteradas por la regla del art. 785 Ver Texto,
C.Com., según ya lo advirtió la doctrina, la determinación del saldo no excluye que los
intereses pactados o corrientes continúen su curso como antes, y aunque surjan
cuestiones con motivo de la liquidación de la cuenta, por lo que estos intereses se
devengan con independencia de que el saldo sea exigible. O como lo expresa
concordantemente Fernández, con cita de Malagarriga, lo dispuesto por el art. 785 Ver
Texto significa que el curso de los intereses a que se refiere el art. 777 Ver Texto, inc. 4,
no se detiene con el cierre de la cuenta (de la ampliación de fundamentos al voto de la
mayoría, de los Dres. Quintana Terán, Anaya y Caviglione Fraga) (Cám. Com. en
pleno, LL, 1985-A, 19).
La capitalización de intereses no es extraña al régimen de la cuenta corriente bancaria,
según lo dispuesto en el art. 795 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., A, LL, 1986-E, 232).
Para completar la jurisprudencia concerniente al tema de los intereses, remitimos al
lector, en honor a la brevedad, a la reseña efectuada, en este capítulo, nº 27, ap. k).
Pagar los intereses, comisiones y gastos, donde se puede consultar la reseña de los
pronunciamientos sobre los siguientes temas: "Normas aplicables de la cuenta corriente
mercantil"; "Condiciones para que se devenguen intereses moratorios de base legal";
"Capitalización de los intereses legal y convencional"; "Intereses corrientes o de plaza";
"Aplicación de la tasa activa"; "Call Money"; "Razonabilidad de la tasa".
b) Comisiones y gastos.
El Código de Comercio establece el derecho y consagra la libertad de las partes para
fijar convencionalmente las comisiones y gastos que se originen con motivo del servicio
de caja que presta el banco mediante la cuenta corriente bancaria (arts. 778 Ver Texto y
796 Ver Texto, C. Com.).
Si bien durante mucho tiempo se consideró que el hecho de no pagar intereses a los
clientes por los saldos acreedores que éstos tenían en su favor en la cuenta corriente
bancaria era suficientemente remunerativo para cubrir los gastos del servicio de caja a
cargo del banco (539) , el creciente aumento de los costos de explotación de la empresa
bancaria obligó a ésta a exigir el pago de diversas sumas por la atención de las
prestaciones de los servicios que efectuaba.
Si bien hay bancos que no perciben algunos cargos o comisiones que a continuación
mencionamos, nuestra experiencia profesional nos dice que la mayoría lo hace, aun
cuando puede llevar distinta denominación de la que aquí mencionamos.
I. Comisión por gestión de cobro de cheques girados sobre otros bancos que no están
comprendidos en el sistema de clearing bancario establecido y que por esa razón deben
ser depositados por el cliente como "valores al cobro".
II. Cargo por gastos de cheques de terceros depositados en la cuenta corriente, que son
devueltos por el banco girado, por falta de fondos, cuenta cerrada o alguna otra causal
legal o reglamentaria.
III. Cargos por gastos que produce el rechazo de un cheque girado por el cliente contra
su propia cuenta, que normalmente es notificado por el banco para computar ese
rechazo para el futuro cierre de la cuenta corriente.
IV. Comisión por mantenimiento de la cuenta corriente.
Este rubro puede presentar alguna variante; v.gr.: A) algunas veces se funda en que el
promedio mensual de los depósitos no alcanza a determinada suma; B) otras veces se
funda en la circunstancia de que siendo un promedio mensual bajo, el movimiento de la
cuenta es intenso por el libramiento de gran cantidad de cheques de pequeño valor.
V. Comisión por gastos de impresión de las libretas de cheques que se provee a los
titulares de la cuenta corriente.
Desde hace poco tiempo, también se incluye el cargo por impresión de las libretas de
formularios de depósitos.
VI. Comisión por riesgo contingente cuando el cliente deposita cheques con clearing de
24 horas o más, y es autorizado a girar en descubierto sobre la base del valor depositado
sin confirmar. En este caso, aun cuando el cheque sea atendido por el banco girado el
cliente habrá pagado esta comisión, con más el interés compensatorio por el adelanto
transitorio autorizado. Como se comprende, si el cheque es rechazado y devuelto por el
banco, además de este cargo deberá atender el cargo indicado en el ap. II, reintegrar los
fondos del adelanto transitorio recibido, con más sus intereses por el término que tardó
en cubrir el descubierto.
VII. Cargo por confección del resumen de cuenta, que generalmente es mensual. Si por
la operatividad de la cuenta corriente, el cliente solicita la confección de resúmenes (o
cortes) quincenales o semanales, éstos tienen un costo adicional, que también es
debitado en la cuenta como "cargo".
VIII. Comisión por la prestación del servicio de caja mediante cajeros automáticos
permanentes, la cual se ve incrementada cuando ellos integran una red interbancaria.
IX. Comisión por la atención del servicio de caja mediante débitos automáticos. En este
aspecto, algunos bancos, en lo concerniente al pago de algunos servicios -v.gr., tarjeta
de crédito, seguros, etc.- en los cuales la institución intermedia, no cobra comisión
alguna. Lo propio ocurre, desde tiempo reciente, con el pago de algunos servicios
públicos -v.gr., gas, electricidad, teléfono-.
Estas comisiones u otros cargos, que el banco tiene derecho a cobrar por los servicios
que presta con la cuenta corriente bancaria, serán convenidas con el cliente en
oportunidad de la apertura de la cuenta o posteriormente (regla 1.1.1.4), a condición de
que el servicio sea efectivamente prestado por la entidad (regla 6.4.1).
Es necesario señalar aquí, que como en oportunidades anteriores, la circular
reglamentaria ha enfatizado en el párr. 1, regla 1.1.1.4, que tales comisiones pueden ser
pactadas libremente. Sin embargo, con técnica de redacción totalmente deficiente,
establece en el párr. 2 de la misma norma reglamentaria la prohibición, "aun cuando el
cliente hubiere prestado su conformidad" de que el girado efectúe cargos fundados en
operaciones "instrumentadas mediante títulos que en sí mismo no posean fuerza
ejecutiva". Ya hemos dicho (540) que el destinatario de esa prohibición, sin perjuicio de
que pueda alcanzar a casos cuya exclusión no se ha querido realmente, es el cargo en
virtud de las tarjetas de crédito. Sin embargo, en el párr. 3 de la norma mencionada, se
menciona las excepciones a la prohibición establecida en la anterior, enumerando varias
operaciones cuyos débitos se pondrán en la cuenta corriente, puntualizándose que se
puede cargar en cuenta los débitos originados en servicio que preste la propia
institución. Expresión ésta muy abarcativa, que a nuestro entender permite a los bancos
efectuar los cargos de las tarjetas de crédito vendidas a sus clientes que sean titulares de
sus cuentas corrientes bancarias, a condición de que como dice el párr. 4, agregado al
art. 793 Ver Texto, C.Com., por la ley 24452 Ver Texto, exista pacto expreso en ese
sentido. Resulta necesario señalar que la reciente Com. "A" 2514, del 14/2/97, ha
guardado silencio sobre el tema, por lo que sigue vigente lo expresado más arriba.
JURISPRUDENCIA
La autorización del cuentacorrentista para la realización de débitos automáticos, por
diversos rubros (pago de servicios, comisiones de mantenimiento de cuentas, sobregiros
sin provisión de fondos, impuestos, servicios, etc.) no significa que los débitos
efectuados o que pueda efectuar el banco, cuyo origen sea imposible de identificar por
carecer de respaldo documental en la contabilidad del banco, pertenezcan a los
mencionados conceptos (Cám. Com., A, ED, 151, 267).
(519) Conf.: Nougués, 51; Rodríguez Azuero, 127; Villegas, La cuenta corriente
bancaria y el cheque. Bs. As., 1986, 31.
(520) Fernández, III, 498, nº 2.
(521) Conf.: Barbosa y Castaño de Barbosa, Contratos bancarios, Bogotá, 1978, 80.
(522) Ferronière, 82.
(523) Conf.: Garrigues, 171.
(524) Conf.: Williams, 2-A, 332. A ello se agrega las dificultades de carácter técnicoeconómico de la intermediación financiera, referidas a las dificultades que acarrearía la
inversión de los depósitos a la vista en razón de su naturaleza, ya que las entidades no
estarían en condiciones de financiar y realizar operaciones a largo plazo.
(525) Zavala Rodríguez, V, nº 40.
(526) Conf.: Williams, 2-A, 332.
(527) Conf.: Messineo, La apertura de crédito, 31.
(528) Por ejemplo Martorano, 56.
(529) Conf.: Fiorentino, Le operazioni bancarie, Nápoles, 216; Williams, 2-A, 288: En
el descubierto en cuenta corriente no existe una apertura de crédito en sentido técnico,
por cuanto: 1) de existir una obligación del banco, ésta es limitada en relación a la
llamada masa de negocios, por lo cual la concesión de crédito tiene importancia
secundaria y no constituye la causa del tipo contractual; 2) en la apertura de crédito la
concesión de crédito constituye el fin esencial y es la causa típica del contrato, mientras
que en el descubierto la situación se invierte, la concesión de crédito es medio para
lograr la finalidad contractual; 3) si el anticipo es económicamente un préstamo, no lo
es jurídicamente. Se trata del efecto secundario de otro contrato que es la cuenta
corriente bancaria.
(530) Cám. Com., C, LL, 1984-A, 563.
(531) Conf.: F. J. Pozo, Capitalización de intereses en la cuenta corriente bancaria,
RDCO, 1987, 1057.
(532) Bonfanti, Contratos bancarios, Bs. As. Ver Texto
(533) Fernández, III, 506.
(534) S. C. Mendoza, RDCO, 1987, 1054, con nota de F. J. Pozo.
(535) Fernández, lug. cit.
(536) Cám. Com., 58, 232.
(537) Cám. C. C. Junín, ED, 108, 270.
(538) Conf.: Pozo, lug. cit. en nota 29.
(539) Conf. Ferronière, 83.
(540) Gómez Leo, Reglamentación, 16.
32. DIVERSOS EFECTOS PARTICULARES DEL FUNCIONAMIENTO DE LA
CUENTA CORRIENTE BANCARIA.
Consideramos a continuación diversos efectos jurídicos que se producen en la cuenta
corriente bancaria, en tanto contrato autónomo, que difieren sustancialmente de los que
se producen en la cuenta corriente mercantil (541) .
a) Indivisibilidad menguada.
Ya manifestamos que para nosotros la indivisibilidad no es sólo un efecto de la cuenta
corriente mercantil, sino que se trata de la característica esencial de ese contrato, que
hace que los créditos incluídos en la cuenta pierdan su individualidad para convertirse
en simples elementos del crédito eventual de saldo de ella (542) .
Es evidente que tal característica aparece en la cuenta corriente bancaria
considerablemente menguada (543) , razón por la cual es inaplicable a ese contrato el
art. 774 Ver Texto,
C.Com., que condicionado con los demás que constituyen el capítulo de la cuenta
corriente mercantil, consagra la indivisibilidad esencial de ésta y veda a las partes
compensar las mesas de crédito y débito y exigir el saldo antes de la fecha convenida
para la clausura y liquidación de la cuenta corriente (544) .
b) La compensación.
Según la normativa legal que trae el Código de Comercio, la compensación es sucesiva
y escalonada, produciéndose de pleno derecho al asentarse cada partida en la cuenta
(545) . Ese asiento determina el saldo en ese momento único que tienen en cuenta las
partes; el banco no pagará los cheques del cliente, sino hasta el saldo disponible que
exista en oportunidad de la presentación del título (art. 804 Ver Texto, C.Com., y art.
23, L.Ch.). Es decir que esa obligación del banco lo coloca en una situación
completamente distinta de la situación del cuentacorrentista mercantil, que según el art.
771 Ver Texto, C.Com., no tiene obligación de tener a la orden de la otra parte una
cantidad o valor equivalente (546) .
JURISPRUDENCIA
En la cuenta corriente bancaria no se produce la compensación de una vez y al cierre de
la cuenta, como se opera en la cuenta corriente mercantil, sino que ella se produce en
forma sucesiva o escalonada de tal modo que en cualquier momento y no sólo cuando se
opere su clausura definitiva, se puede establecer el saldo (Cám. Com., A, LL, 1984-A,
550). Es decir que la compensación se produce, automáticamente, de pleno derecho, al
quedar definitivamente incorporada la partida en la cuenta corriente (Cám. Com., B, LL,
1980-A, 164).
c) Embargos y otras medidas cautelares.
En ese orden de ideas, también el art. 781 Ver Texto, C.Com., es inaplicable a la cuenta
corriente bancaria, si se le reconoce a esa norma el alcance de limitar la eficacia de los
embargos al saldo que resulte al fenecimiento de la cuenta en favor del deudor
embargado (547) ; el depósito en cuenta corriente bancaria no hace perder al correntista
la disponibilidad del saldo en su favor, sino que, al contrario, expresamente se le
reconoce al obligar al banco a entregarlo por orden de aquél; es decir, contra la
presentación de los cheques librados por él. Es evidente, pues, la procedencia del
embargo, con eficacia inmediata sobre el saldo existente en el momento de la traba. No
se requiere para ello cerrar la cuenta corriente a fin de determinar un saldo, como
entiende Martín y Herrera (548) y, según él, algunos bancos, pues la traba del embargo cuyo monto puede ser inferior al saldo- no origina necesariamente tal cierre, pudiendo el
depositante continuar sus depósitos y girar, con independencia de la suma embargada,
que el banco debita en su cuenta y deposita a la orden del juez embargante. Ello se
efectúa constante y diariamente, sin objeciones de parte de los embargados ni de los
bancos (549) .
En la actualidad existe una mala praxis por parte de los bancos, pues cuando reciben un
oficio de embargo sobre una cuenta corriente bancaria por una suma superior al saldo
existente en ese momento en ella, hacen efectiva la medida cautelar hasta esa suma,
trasfiriendo a orden del juez ordenante y considerando cumplido el requerimiento
judicial. O sea, que no afectan los fondos que pudieran ingresar en la cuenta con
posterioridad a la notificación de la medida cautelar judicial, exigiendo -de hecho, pero
sin derecho alguno- un nuevo oficio para efectivizar el embargo sobre el importe no
cubierto por el embargo anterior cumplimentado parcialmente, o sea, hasta el monto de
los fondos existentes en ese momento.
Ese criterio incorrecto ha pretendido fundamentarse, por el banco notificado, en una
causa judicial sentenciada hace más de dos décadas "que dentro de la organización y
técnica bancaria le resulta imposible mantener la medida para lo futuro, es decir,
respecto de los eventuales depósitos que se puedan efectuar en la cuenta a nombre del
demandado". Tales argumentos fueron desestimados, por entenderse, con criterio que
compartimos totalmente, que si bien "no deja de tenerse en cuenta que difícilmente,
pueda existir la posibilidad del ingreso de nuevos fondos, no es menos cierto que en la
medida que la institución bancaria mantenga abierta dicha cuenta deberá acatar el
estricto cumplimiento de la orden judicial. Ello sin perjuicio de poder optar por la
solución que contempla el art. 792 Ver Texto del C. Com., comunicándola también al
tribunal a los efectos de ser debidamente conocida por las partes, para resguardo de los
intereses en juego" (550) .
La experiencia profesional nos dice que resulta fundamental que cuando se solicite al
juez el embargo de los fondos existentes en una cuenta corriente bancaria, se peticione
con todo cuidado que la medida cautelar deberá ser cumplida hasta cubrir totalmente la
suma de que se trate, sobre los fondos existentes en la cuenta al notificar la medida y
sobre los que pudiera ingresar en el futuro. De ese modo, al trascribir el auto que
disponga el embargo en el oficio respectivo, el banco notificado no tendrá justificativo
para trabar la medida parcialmente y, en caso de que ingresaren nuevos fondos en la
cuenta corriente y el cliente embargado los extrajera, se debe aplicar el art. 736 Ver
Texto, C.Civ., y el juez podrá hacer efectiva la responsabilidad del banco en el mismo
expediente por el trámite de los incidentes o del juicio sumario, según corresponda,
atendiendo a las circunstancias del caso (art. 533 Ver Texto, C. Proc.).
En la edición anterior habíamos afirmado que teniendo en cuenta que la disponibilidad
originada en una apertura de crédito en cuenta corriente es un derecho subjetivo
patrimonial del cliente, hay que determinar si en ese caso la medida cautelar debe
extenderse a una parte o a toda la disponibilidad. Dado que la obligación del banco
acreditante es potencial, pues queda sujeta a una condición suspensiva potestativa que
depende de una manifestación del acreditado, entendemos que no procede la traba del
embargo si el acreditado no ha optado por requerir la utilización del crédito abierto.
En un libro de reciente aparición, que por su notable volumen hemos tenido oportunidad
de consultarlo sólo parcialmente, se ha manifestado que si bien la solución que
propusimos entonces es la más perfecta desde el punto de vista técnico, "quizá no sea la
más justa, en tanto y en cuanto -si el crédito fue otorgado- pareciera equitativo que
pudiera trabarse la cautelar sobre él, para aplicarlo al pago de la deuda insatisfecha"
(551) .
Ante esa afirmación es necesario señalar que ella parte de un principio erróneo, como es
considerar que cuando se ha concertado con un banco un contrato de apertura de
crédito, por ese solo hecho "el crédito fue otorgado" (552) , cuando lo que en realidad se
ha otorgado al cliente al abrirle el crédito es sólo "una disponibilidad", como
correctamente el propio autor sostiene en otro lugar de la obra citada, con el agregado
que allí mismo formula una afirmación que contradice frontalmente el pretendido
andamiento de la traba del embargo. En efecto, en la p. 464, al estudiar la naturaleza
jurídica del contrato de apertura de crédito, luego de compulsar diversas posiciones
sostenidas por la doctrina, al exponer la suya el Dr. Martorell manifiesta: "El cliente
acreditado, sin ser propietario de la suma de la cual -por contrato- tiene derecho a
disponer, pasará a serlo en cuanto actúe su derecho de disposición".
Siendo correcta la afirmación de que el cliente no es propietario del crédito si no
manifiesta su voluntad de utilizar la disponibilidad, es incorrecto afirmar que aun antes
de entonces "el crédito fue otorgado", y de allí concluír que se puede trabar una medida
cautelar sobre ese crédito, que con toda claridad aún no ingresó en el patrimonio del
deudor cuya cuenta se embargó. Ingreso que requiere una efectiva acreditación del
importe en la cuenta corriente embargada, que por hipótesis y con toda claridad aún no
se ha operado.
Es del caso señalar que en la primera edición nos limitamos a remitir al rector al lugar
donde tratamos el contrato de apertura de crédito, pero en esta oportunidad, a fin de
cubrir cualquier duda, puntualizamos aquí que:
- la solución propuesta de la imposibilidad de trabar embargo sobre una disponibilidad
concedida en una apertura de crédito en cuenta corriente, además de ser técnicamente
correcta es jurídicamente irreprochable, pues si bien la disponibilidad concedida dilata
la capacidad financiera del acreditado (553) , el crédito no ingresó aún, como remesa, en
la cuenta corriente embargada, por ello no lo puede afectar la cautelar, en tanto no
integra el patrimonio del deudor, que es la prenda común de los acreedores.
- La doctrina mayoritaria está de acuerdo en la improcedencia de embargar la
disponibilidad que constituye el objeto del contrato de apertura de crédito, cuando el
acreditado no haya optado por requerir la utilización efectiva del derecho de crédito
(554) .
- Messineo ha dicho al respecto que aun cuando el acreditado tuviese, no ya la facultad
sino la obligación de utilizar el crédito que se le abrió, tal obligación subsistirá sólo
frente al acreditante, mas no frente a terceros extraños a la relación de apertura de
crédito (555) .
- Rodríguez Azuero ha escrito que la mayoría de los autores se inclinan por sostener que
no es posible embargar el derecho, o, mejor, que aun cuando se pudiese sostener que el
derecho es embargable, en la práctica sus resultados serían negatorios, pues faltaría la
expresión de voluntad del acreditado para que la suma de dinero ingrese en verdad en su
patrimonio (556) .
- Por la misma razón, la doctrina se ha pronunciado por la improcedencia de que los
terceros acreedores, subrogándose en los derechos del acreditado, puedan disponer del
crédito abierto en favor de este último (557) ; como asimismo ha concluído por negar la
posibilidad de compensar la obligación a cargo del banco derivada de la celebración del
contrato con cualquiera de otras obligaciones del acreditado (558) .
JURISPRUDENCIA
Una de las características de la cuenta corriente bancaria es que las remesas y el saldo
pueden ser embargados en cualquier momento (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164).
La orden judicial dada al banco para girar a la cuenta de un determinado expediente
judicial los fondos depositados en la cuenta corriente bancaria, se debe entender que se
refiere no sólo a los fondos existentes en la cuenta al momento de notificar la medida
judicial, sino también a los que pudieran ingresar en el futuro (Cám. Com., B, Rep. LL,
XXXV, 398).
No es procedente trabar embargo sobre cuentas corrientes bancarias, si es de presumir
que el demandado posee otros bienes suficientes para responder al crédito, ya que ello
ocasionará un perjuicio innecesario a aquél, que no se detiene con la inmovilización de
los fondos depositados sino que originará serias dificultades económico-financieras del
cuentacorrentista con los bancos y con los terceros tenedores de cheques que fueron
librados con anterioridad al embargo. Sin embargo, no resulta aplicable en tales
principios a los embargos que se decreten sobre depósitos en caja de ahorro, o
imposiciones a plazo fijo -con certificados nominativos o trasferibles-, ya que dichos
fondos no están afectados a aquellas relaciones, sino que en la mayoría de los casos
suponen reservas al margen de la cuenta corriente y su inmovilización no afecta a
terceros (Cám. C.C. Junín, JA, 1986- II, síntesis).
Corresponde a la naturaleza del depósito a orden recíproca que cada uno de los
depositantes pueda reclamar la totalidad del crédito, sin que las deudas de uno puedan
enervar la acción del otro. Sería absurdo y antijurídico responsabilizar a uno
constituyéndolo en deudor solidario, ya que ni siquiera es mancomunado. En
consecuencia, es improcedente la oposición del banco al levantamiento del embargo
trabado sobre dichos fondos solicitado por uno de los depositantes, alegando la calidad
de deudor del otro depositante (1ª Inst. Fed. Corrientes, JA, 1942-IV, 826).
La medida de bloqueo dispuesta, importa la inmovilización sine die de los fondos
existentes en la cuenta; en cambio, si se hubiese tratado de un embargo, dichos fondos,
lejos de ser inmovilizados, deben ser trasferidos al banco de depósitos judiciales (ley
16869 Ver Texto), no correspondiendo al banco compensar la pérdida producida por
dicho bloqueo, dado que se limitó a cumplir la orden judicial que lo disponía, esto es,
inmovilización de los fondos sin posibilidad de poder usarlos en sus operaciones
financieras, ya que de haberlo hecho hubiera violado el mandato judicial incurriendo en
desobediencia (Cám. Fed. C.C., III, JA, 1987-IV, 542 Ver Texto).
d) El llamado efecto "novatorio".
La doctrina extranjera mayoritaria niega efectos novatorios a la inclusión de valores,
crédito o débitos en la cuenta corriente bancaria (559) .
Los autores franceses, como ya hemos visto, al pronunciarse sobre el contrato de cuenta
corriente mercantil y, consecuentemente, sobre el contrato que nos ocupa (560) ,
aceptan tales efectos novatorios, aunque disienten sobre la calificación del fenómeno
jurídico que se produce, denominándolo de diversas maneras: "novación muy
particular" (561) , "especie de novación" (562) , "quasi-novatio" (563) , hasta llegar a
afirmar que "la inscripción en cuenta produce efectos que sólo hace recordar a la
novación" (564) .
En nuestro país, las opiniones se hallan divididas, pues Segovia (565) , Rivarola (566) y
Malagarriga (567) , por aplicación del art. 775 Ver Texto, C.Com., referido a la cuenta
corriente mercantil, atribuyen efectos novatorios a la cuenta corriente bancaria.
En cambio, Obarrio (568) , Halperin (569) , Nougués (570) , Giraldi (571) y Villegas
(572) niegan que la admisión de valores o créditos en la cuenta corriente bancaria
produzca novación.
Llegado este punto, resulta imprescindible exponer con todo cuidado lo expresado sobre
el particular por el Dr. R. L. Fernández (573) , que no siempre ha sido citado con
precisión por algunos autores de nuestro país.
El recordado maestro manifestó: "Teniendo en cuenta que armonizan con la naturaleza
y finalidades de la cuenta corriente bancaria, conceptuamos que son aplicables a la
misma las siguientes disposiciones del capítulo anterior: . . . art. 775 Ver Texto, según
el cual la admisión de valores en la cuenta corriente, cualquiera sea su origen, produce
novación" (574) . Para agregar en nota 3, al pie de página: "Sobre el verdadero alcance
del vocablo novación, que emplea el art. 775 Ver Texto, v. ps. 442 y 448".
En el primero de los lugares citados, dice el Dr. Fernández: "Efectos. Se dice que el
principal efecto de este contrato (se refiere a la cuenta corriente mercantil) es la
indivisibilidad de las dos masas contrapuestas de debe y haber; para nosotros no se trata
de un efecto sino de la característica esencial y fundamental del contrato, que hace que
los créditos incluídos en la cuenta pierdan su individualidad para convertirse en simples
elementos del crédito eventual de saldo; después de la inclusión no puede hablarse ya de
crédito por precio, locación u otro concepto; tal crédito desaparece trasformándose, y la
cantidad acreditada queda sujeta al régimen de la cuenta corriente: compensación de
ambas masas y liquidación en el momento de procederse a su cierre. Como nuestra ley,
en su art. 775 Ver Texto, dispone que la admisión de valores en la cuenta corriente
produce novación, estudiamos este punto con más detenimiento en el respectivo
comentario" (575) .
En el segundo de los lugares citados, el maestro expresa: "Novación. Precedentemente
(p. 442) hemos hablado de los efectos que la indivisibilidad del contrato de cuenta
corriente produce respecto de los créditos incluídos en la cuenta: estos créditos (por
precios de mercaderías compradas por el receptor o vendidas por éste en calidad de
comisionista, por locación u otras operaciones) se desvinculan del contrato originario
para constituír elementos de un crédito eventual, sujetos al régimen de la misma, es
decir, para formar con los demás los bloques indivisibles de debe y haber, masas que se
compensan, al cerrarse la cuenta, para arrojar un saldo que determina el acreedor y el
deudor".
"En línea dogmática se acepta por la doctrina moderna predominante el efecto
expresado, pero como ocurre con otros institutos surgidos por imposición de las
necesidades de la vida real (letra de cambio, desapoderamiento del fallido, etc.), se
presentan discrepancias sobre la calificación de los fenómenos jurídicos que produce y
la posibilidad de encuadrarlos en las figuras clásicas del derecho común. Muchos
autores hablan categóricamente de novación y, con más precisión, de novación objetiva.
Para otros, en cambio, no hay novación en sentido estricto, porque el crédito primitivo
no se trasforma en otro crédito sino que desaparece como tal (Bonelli, Conto corrente,
nº 25), convirtiéndose en un simple asiento de la cuenta corriente, conclusión que no
puede admitirse, pues si bien antes de la clausura el crédito queda sujeto al régimen de
la cuenta corriente, tornándose inexigible y susceptible de desaparecer en la
compensación final de las masas, no pierde por ello totalmente su condición de crédito;
en realidad existe, y tan es así que si no se incluyen otras partidas en la cuenta, al final
constituirá el saldo, obligación crediticia exigible, no puede sostenerse que el deudor del
crédito emergente de la negociación originaria quedó liberado de toda obligación por el
hecho de incluírse el crédito en la cuenta; es indudable que tal inclusión hace nacer una
nueva obligación sui generis, por sus modalidades y efectos. No faltan juristas para
quienes la novación en sentido estricto sólo se opera cuando se formaliza el crédito de
saldo (Lévy-Riesse, 28 y 48, nos. 11 y 12; Morando, nº 29). Para nosotros se trata
claramente de un efecto de la indivisibilidad de la cuenta corriente y no hay razón
alguna, para encuadrarlo en la figura de la novación". "De iure conditio no puede
discutirse el efecto novatorio de la inclusión del crédito en la cuenta corriente, dados los
términos categóricos del artículo que comentamos, si bien para precisar el alcance del
precepto hay que atenerse al régimen que el mismo código instituye para este contrato,
y no al establecido por el legislador para institutos que presentan analogías de formas o
de fondo más o menos pronunciadas, pero que no pueden identificarse en absoluto. Por
comodidad de lenguaje usamos el vocablo novación, que es el generalmente adoptado
en legislación, doctrina y jurisprudencia, pero con la salvedad preindicada" (576) .
JURISPRUDENCIA
Nunca sería justificable que el art. 775 Ver Texto, C.Com., que trata de un supuesto
excepcional de novación legal, pueda ser aplicado contrario sensu, es decir, respecto de
las obligaciones extraídas de las cuentas corrientes bancarias, dado que los fundamentos
que avalan la solución legislativa quedan desvanecidos en esta hipótesis. No se
comprendería cómo el remitente, a pesar de haber obtenido el acreditamiento por el
receptor, pudiese mantener todavía inalterado su crédito originario, cualquiera que fuese
la causa de la cual provenga y ejerce los derechos relativos a él, dado que existe
incompatibilidad entre el prevalerse del acreditamiento y el conservar el crédito por el
título precedente. Por ese motivo, la ficción legal determina que la acreencia, una vez
llevada a la cuenta corriente, se considere como extinguida y sustituída por una nueva
causa, esto es, trasformada en una partida y confundida en la masa de valores resultante
de la absorción de cualquiera otra obligación anterior que ha concurrido precisamente a
alimentarlos. Pero esa ratio legis, que serviría de fundamento a la implementación legal
de la novación cuando se incluye un crédito en una cuenta corriente, que en síntesis está
basada en la necesidad de poner en pie de igualdad a los créditos incluídos en ella para
posibilitar la compensación de deudas que a su vez permitan el funcionamiento de este
específico contrato, resulta extraña e injustificada cuando se formula una operación en
sentido contrario, es decir, cuando la obligación se extrae del saldo de la cuenta
corriente bancaria y meramente se reconoce la existencia del crédito en un instrumento
público, ya que al margen de que tal circunstancia no está comprendida en el art. 775
Ver Texto, C.Com., no existen motivos que autoricen a generar un contrato novatorio
que prescinda del animus novandi y que tampoco rija por imperio de la ley (1ª Inst.
Civil, nº 6, firme, ED, 91, 690).
La incorporación del crédito en la cuenta corriente bancaria no produce efectos
novatorios, por lo cual resulta inaplicable a ella el art. 775 Ver Texto, C.Com. (Cám.
Com., B, LL, 1980-A, 164).
La incorporación de un débito a una cuenta corriente bancaria no produce, per se,
novación, ya que ella sólo puede tener lugar cuando en el caso la ley así lo indique o
cuando provenga de una inequívoca manifestación de la voluntad de las partes, dado
que la novación no se presume (Cám. Com., B, LL, 1991- C, 213).
Al no existir remesas recíprocas, a diferencia de lo que ocurre en la cuenta corriente
mercantil (art. 771 Ver Texto, C. Com.), en la cuenta corriente bancaria los créditos
abiertos por el banco y las operaciones que en ellas se asientan se rigen, en cada caso,
por las reglas legales inherentes a cada una; por ello, no existe la novación que prescribe
el art. 775 Ver Texto, C. Com., que resulta, en consecuencia, inaplicable en la especie
(Cám. Com., B, ED, 143, 688).
I. Recapitulación.
De los párrafos trascritos surge que:
A) en la cuenta corriente mercantil no se produce novación de los créditos que ingresan
en la cuenta, sino una trasformación de ellos en virtud de la indivisibilidad de aquélla,
que es su característica esencial y fundamental;
B) en la cuenta corriente bancaria, tal característica no es esencial, ni permanente, sino
sólo natural y contingente, pues en ocasiones se ve suprimida, como ocurre a
consecuencia de que la compensación es sucesiva, constante y opera de pleno derecho al
asentarse cada partida en la cuenta bancaria (577) . Lo cual hace inaplicable el art. 774
Ver Texto, C.Com., a ese contrato (578) .
C) tal compensación sucesiva y constante se produce tanto por los pagos de los cheques
que libra el titular de la cuenta, como por los depósitos y acreditaciones que ingresan en
ella, lo cual hace fluctuante el saldo, pero no impide que tal saldo sea exigible en todo
momento a requerimiento del cliente (579) .
II. Conclusiones.
Llegado este punto, al tenor de lo expresado hasta aquí, tenemos que la indivisibilidad
de la cuenta corriente bancaria se ve considerablemente menguada, respecto a como se
manifiesta en la cuenta corriente mercantil, porque:
A) la compensación es constante, sucesiva y opera de pleno derecho;
B) el crédito disponible puede ser exigido en cualquier momento;
C) el saldo puede ser objeto de embargo u otras medidas cautelares, sin esperar al cierre
de la cuenta.
Sin embargo, esa mengua de los efectos de la indivisibilidad no significa la total
supresión de tal característica, pues si bien los elementos estructurales de los créditos
que ingresan en la cuenta corriente bancaria (sujeto, consentimiento, causa y objeto) se
mantienen (580) , se produce una trasformación, y ella radica en que las acciones
individuales de esos créditos que han ingresado en la cuenta son reemplazadas por una
nueva acción, que es la acción concedida para el cobro del saldo de la cuenta corriente
bancaria (581) .
No faltan juristas que califican esa trasformación que se opera en la cuenta corriente
bancaria, como una novación por cambio de acción (582) . Empero, y del mismo modo
que nos pronunciamos respecto de la cuenta corriente mercantil (583) , para nosotros se
trata de un efecto de la indivisibilidad atemperada que presenta la cuenta corriente
bancaria, y no hay razón alguna para encuadrarla en la figura de la novación.
En suma, aunque menguada o atemperada, la indivisibilidad de la cuenta corriente
produce los siguientes efectos: a) La acción por el cobro del saldo reemplaza a las
acciones particulares derivadas de los créditos y débitos que ingresaron en la cuenta. b)
La prescripción de esa acción es distinta de la que corresponde a los negocios solutorios
que originaron los créditos que ingresaron en la cuenta (584) .
Para concluír, y corroborando nuestras afirmaciones, resulta significativo poner en
evidencia que todos los autores que se pronuncian por el carácter autónomo del contrato
que nos ocupa y tratan este tema de la prescripción, coinciden -aun cuando sin utilizar
nuestra terminología- en sostener que ella no es la que corresponde a los contratos cuyo
resultado económico ingresó en la cuenta corriente, sino que se debe aplicar el propio de
ésta (585) .
(541) Quien escribe estas líneas se ha visto en la necesidad, no sólo de estudiar los
temas que siguen desde el punto de vista jurídico-legal, sino además expondrá el
pensamiento del Dr. R. L. Fernández, según sus conocidas obras, que
desafortunadamente en algunas oportunidades y respecto de temas puntuales, no es
citado con el rigor y la precisión que hubiera sido de desear.
(542) V. nº 9, a.
(543) Señalamos en la primera edición que ello fue puesto en evidencia por Fernández,
en su Código comentado, III, 499/501, al puntualizar con toda precisión las reservas con
las cuales se debía aplicar al contrato que nos ocupa, los arts. 771 Ver Texto, 775 Ver
Texto, inc. 5, 776, 780 Ver Texto, in fine, y 784 Ver Texto, C. Com., regulatorios de la
cuenta corriente mercantil.
(544) Debido a ello hemos incorporado, en esta segunda edición en el nº 22, las normas
correspondientes a la cuenta corriente mercantil que se aplican a la cuenta bancaria
convenientemente actualizadas.
(545) Fernández, lug. cit. Conf.: S. Maccarone, Osservazioni in tema di conto corrente,
en operazioni bancarie, a cargo de G. B. Portale, Milán, 1978, II, 620; Borga, La
compensación en la cuenta corriente, en LL, 43, 617; Williams, 2-A, 319; M. Gagliardo,
Aspectos de la compensación civil, en ED, 76, 823.
(546) Fernández, III, 499.
(547) Conf.: Zavala Rodríguez, V, nº 159.
(548) Martín y Herrera, publicación de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales,
Instituto de Derecho Comercial, en el Cincuentenario de la reforma del Código de
Comercio, 324.
(549) Fernández, III, 501.
(550) Cám. Com., B, ED, 60, 265.
(551) E. Martorell, Tratado de los contratos de empresa, Bs. As., 1996, II, 213.
(552) Martorell, Tratado de los contratos de empresa, Bs. As., 1996, II, 213.
(553) Donadio, Sulla natura giuridica dell´apertura di credito, en BBTC, 1937-I, 51.
(554) Conf.: Messineo, 153: Aun cuando el acreditado tuviese, no ya la facultad sino la
obligación de utilizar el crédito que se le abrió, pues tal obligación subsistirá sólo frente
al acreditante, no frente a terceros extraños a la relación de apertura de crédito.
Rodríguez Azuero, 388: La mayor parte de los autores se inclinan por sostener que no
es posible embargar el derecho, o, mejor, que aun cuando se pudiese sostener que el
derecho es embargable, en la práctica sus resultados serían negativos, pues faltaría la
expresión de voluntad del acreditado para que la suma de dinero ingrese en verdad en su
patrimonio.
(555) Messineo, lug. cit.
(556) Rodríguez Azuero, lug. cit.
(557) Messineo, 154; Montesseroni, Gli effeti del fallimento sui contratti bilaterali non
ancora eseguiti, Toscana, 1917, 62.
(558) Conf.: Rodríguez Azuero, 388; Messineo, 155; Williams, 2-B, 591.
(559) Conf.: Nougués, 61.
(560) V. nº 9, b, ap. I, y nº 20, b.
(561) Thaller, nº 1664.
(562) Lyon-Caen y Renault, IV, nº 823.
(563) Lacour y Bouteron, II, nº 1492.
(564) Hamel, 434.
(565) Segovia, II, nº 2629.
(566) Rivarola, IV, nº 1238, a.
(567) Malagarriga, Tratado, II, 758.
(568) Obarrio, Curso, II, 504.
(569) Halperin, El contrato de cuenta corriente y las cuentas corrientes bancarias, en
"Rev. Crítica de Jurisprudencia", III, 498.
(570) Nougués, 64.
(571) Giraldi, Cuenta corriente, 60.
(572) Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Bs. As., 1986, 46.
(573) Tomamos los textos de su Código de Comercio comentado, Bs. As., 1962, 3ª
reimpresión del tomo III.
(574) Fernández, III, 499.
(575) Fernández, III, 442.
(576) Fernández, III, 448/450, posición que quien escribe estas líneas comparte
plenamente, razón por la cual la ha hecho suya en Cuenta corriente mercantil, Bs. As.,
1988, 47 y 11, y reproducida en este volumen: nº 9, b, ap. I.
(577) Conf.: Maccarone y Borga, lugs. cits.
(578) Fernández, III, 500/1.
(579) V. nº 23.
(580) Conf.: R. T. Rives-Lange, Le compte courant en droit français.
(581) Conf.: Zavala Rodríguez, VI, nº 557.
(582) Rives-Lange, 39.
(583) V. nº 9, b, ap, I, párr. A.
(584) Conf.: Zavala Rodríguez, VI, nº 557. Coincidiendo con lo expresado en el texto,
manifiesta: "Creemos que no se trata de un problema de novación [. . .]. Los contratos
de crédito que preceden o se vinculan con la cuenta corriente, tienen su propia
prescripción, pero la cuenta corriente da lugar a acciones que no son las de esos
contratos, sino las de la relación depositante-banco, en una cuenta que ocasiona
obligaciones y deberes distintos de los de esos contratos [. . .] y por eso resulta
inaceptable aplicar prescripciones que no armonizan con los principios y normas de la
cuenta corriente bancaria".
(585) Conf.: Malagarriga, Tratado, IV, 450; Zavala Rodríguez, lug. cit.; Williams, 2-A,
378.
33. CLÁUSULA SALVO ENCAJE.
Ya expusimos con detalles la problemática que presenta la cláusula "salvo encaje",
regulada por los arts. 777 Ver Texto, inc. 2, y 779 Ver Texto, C.Com., según los cuales
todo crédito proveniente de papeles de comercio que ingrese en la cuenta corriente
mercantil, lo hace bajo la condición implícita de que su cobro tenga buen fin, salvo
convención expresa en contrario (586) .
Manifestamos, entonces, que aunque para algunos autores la naturaleza de la cláusula
que nos ocupa es la de una condición suspensiva (587) , la opinión predominante, a la
cual nos adherimos, afirma que se trata de una condición resolutoria (588) .
Las normas precitadas son aplicables a la cuenta corriente bancaria (589) cuando el
cliente deposita cheques de terceros o propios, girados contra otros bancos para su cobro
por el banco depositario por medio de una cámara compensadora.
Sin embargo, en estos casos es necesario realizar algunas precisiones respecto al
contrato y la cláusula que nos ocupa, pues ésta presenta algunos matices en su
naturaleza y operatividad.
a) Cuando el cliente deposita el cheque librado contra otro banco, sometido a un
clearing de 24 horas o más. En tal caso, no puede girar regularmente sobre su cuenta por
ese importe, hasta tanto sea efectivizado por el banco girado. Es decir, que como ello es
lo común y corriente, debemos concluír que la cláusula "salvo encaje" opera,
normalmente, en la cuenta corriente bancaria como una condición suspensiva (590) .
b) Al contrario, si el banco autoriza al cliente que depositó un cheque en las condiciones
descritas en el apartado anterior, a girar sobre la base del valor depositado sin confirmar,
la cláusula que nos ocupa operará como condición resolutoria, puesto que si el cheque
no tiene buen fin y es devuelto por el banco girado, el banco depositario tiene derecho a
debitar su importe de la cuenta corriente del cliente, junto con los cargos
correspondientes y entregarle al cliente el título para que proceda a su cobro judicial o
extrajudicial.
Sentado ello, cabe señalar que las situaciones descritas son distintas del caso que puede
ocurrir cuando el banco "compra" el cheque (591) , porque, entonces, el cliente se lo
debe trasmitir en propiedad al banco, quien le acreditará una suma que resulta de
deducir del importe del cheque en cuestión, los gastos e intereses calculados según el
tiempo estimativo que demandará el cobro del cheque, los trámites que resulte menester
llevar a cabo para ello y el precio del dinero en ese momento en plaza.
Para el caso de que el cheque no tenga buen fin, será el banco "comprador" en su
condición de nuevo portador legitimado quien deberá procurarse su cobro extrajudicial
o judicial, teniendo a su disposición las acciones que conceden el art. 40 Ver Texto,
N.L.Ch., es decir, podrá perseguir el cobro del cheque "comprado" contra todos y cada
uno de los firmantes, incluído el cliente, que en su condición de endosante garantiza el
pago del cheque (art. 16 Ver Texto, N.L.Ch.).
JURISPRUDENCIA
Cuando los cheques depositados por el cuentacorrentista no son librados contra el
mismo banco depositario, se los entiende depositados bajo la cláusula "salvo encaje", es
decir, sujeto a la condición suspensiva consistente en la existencia de provisión de
fondos suficientes que permita efectivizarlos al banco girado (Cám. Com., A, LL, 1989C, 168; B, LL, 1980-A, 164).
Los bancos desarrollan negocios de intermediación, entre los cuales se hallan las
operaciones de cobranzas. En éstas, la entidad bancaria, en cumplimiento de un
mandato, se halla investida del poder de percibir efectos cambiarios. Los
procedimientos utilizados a tal fin consisten, sea en el endoso en procuración en favor
del banco, sea en la cobranza con acreditación al cliente, salvo buen fin. En esta última
operación el banco acredita el importe, o sea, le concede al cliente inmediata
disponibilidad, ya que anticipa el importe del crédito al cliente. Ahora bien, la cláusula
"salvo encaje" (arts. 777 Ver Texto, inc. 2, y 779 Ver Texto, C.Com.) funciona como
condición resolutoria y autoriza al acreditante a debitar el importe respectivo en la
cuenta corriente bancaria, es decir, los aspectos idénticos a los de la cuenta corriente
mercantil y, por tanto, se aparta del carácter de condición suspensiva que presenta
normalmente en la cuenta corriente bancaria (Cám. Com., B, LL, 1981-B, 50; A, LL,
1989-C, 168).
El depósito de un cheque en cuenta corriente, si el banco admite la inmediata
disponibilidad de los fondos y lo acredita en cuenta, ello extingue el título pues vale
como pago (art. 13 , 5ª parte, decr.-ley 4776/63). En ese caso el banco no puede luego
rechazarlo por invocación de la cláusula "salvo encaje", ni debitar la cuenta corriente
por el importe del cheque autorizado, ni revivirlo con las acciones que de él deriva
(Cám. Com., A, ED, 131, 636).
Dentro del servicio de cheques que presta el banco a los titulares de las cuentas
corrientes, resulta claro que todo librador debe proceder con respaldo suficiente de
fondos, en ella. Por tanto, el rechazo de cheques por no tener dinero depositado o ya
acreditado (es decir, con antelación suficiente) pone en evidencia un obrar antijurídico
del cliente, en el sentido concreto de falta de diligencia o prudencia exigidas por las
correspondientes circunstancias del acto (art. 512 Ver Texto, C.Civ.). En el caso
concreto, no se ha invocado que el banco hubiera autorizado a una disponibilidad
inmediata de los cheques que depositara el cliente -con la cláusula implícita "salvo
encaje"- o al "giro en descubierto", por lo que el apresuramiento de éste en librar contra
su cuenta ha sido culpable, pues tenía vigencia una condición suspensiva, consistente en
la real existencia de fondos suficientes que permitiera al girado efectivizarlos (arts. 777
Ver Texto, inc. 2, 779 Ver Texto, 791 Ver Texto, 834 Ver Texto,
C. Com., y 528 Ver Texto y 545 Ver Texto, C.Civ.) (Cám. C.C. 2ª, I, La Plata, causa B77. 266. Reg. int. 133, del 30/6/94).
(586) V. nº 10, a.
(587) Conf.: Giannini, nº 71; Lévy, 26; Viari, V, nº 4269.
(588) Conf. autores citados en la nota 182 del cap. I.
(589) Fernández, III, 500. Conf.: Malagarriga, V, nos. 211 y 218; Rivarola, V, nº 1238;
Giraldi, Cuenta corriente, 98; Williams, 2-A, 305.
(590) Conf.: Molle, 395/6; Fiorentino, 39; Giraldi, Cuenta corriente, 99; Williams, 2-A,
307.
(591) V.: Gómez Leo, Instituciones, III, 187.
CAPÍTULO VI - TERMINACIÓN DEL CONTRATO. EL SALDO
34. GENERALIDADES.
El contrato de cuenta corriente se puede extinguir por diversas causas que estudiamos
en este capítulo; una vez producida algunas de ellas, corresponde proceder al cierre de
la cuenta y determinar el saldo definitivo.
En caso de que el saldo resulta en favor del cliente, deberá ser puesto a su disposición
mediante la notificación correspondiente. Si, al contrario, como generalmente ocurre, el
saldo es en favor del banco, deberá ser pagado por el cuentacorrentista: caso contrario,
previa confección del certificado que prevé el art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C.Com., la
institución bancaria podrá iniciar su cobro ejecutivo.
De modo análogo a lo manifestado respecto de la cuenta corriente mercantil (592) , es
necesario enfatizar aquí que la extinción del contrato de cuenta corriente bancaria no
tiene lugar por el cierre de ella, sino que es a la inversa: la extinción, terminación o
resolución del contrato provoca el cierre o clausura de la cuenta. La aclaración vale,
pues de los preceptos legales y reglamentarios que regulan el tema surgen expresiones:
v.gr., "cierre", "clausura", "conclusión" de la cuenta, etc., que no facilitan la distinción
conceptual efectuada (593) .
JURISPRUDENCIA
Las causas de conclusión del contrato de cuenta corriente bancaria han sido
determinadas por los arts. 20 y ss., circ. B-382, y arts. 23 y ss., R.F. 666 (Cám. Com., B,
LL, 1980-A, 164).
El contrato de cuenta corriente bancaria es rescindible unilateralmente (Cám. Com., LL,
44, 275; Cám. Com., B, LL, 1984-A, 579), y la clausura de la cuenta presume la
terminación del contrato y, por ende, su cierre reviste carácter definitivo, no admitiendo
posibilidad lícita de incorporación de nuevas partidas correspondientes a actos llevados
a cabo pendiente el término; lo contrario afectaría el principio de unidad que informa a
este contrato, así como la sujeción de cada operación al fin común del contrato (Cám.
Com., B, LL, 139, 251).
35. TERMINACIÓN DEL CONTRATO.
Tratamos en este número diversos supuestos, que según los preceptos legales y
reglamentarios vigentes ponen fin al contrato de cuenta corriente bancaria; sin perjuicio
de ello, consideramos otros supuestos, en los cuales no ocurre ello, aun cuando se
pudiera suponer que resuelven la relación contractual.
a) Vencimiento del plazo pactado.
Si las partes, en aplicación del principio general de autonomía de la voluntad (art. 1197
Ver Texto, C.Civ.), hubiesen convenido un término para la conclusión del contrato que
nos ocupa, éste se extingue por el cumplimiento del plazo acordado (arts. 782 Ver
Texto, inc. 2, y 792 Ver Texto, in fine,
C.Com.) (594) . En este caso no se requiere aviso previo, pues se trata de un plazo
expreso, cierto y resolutorio (595) .
b) Consentimiento de las partes.
Este supuesto no merece mayores explicaciones, porque es de toda obviedad: las partes
-tratándose de derechos disponibles- en cualquier momento, aunque hubiera término
convenido, pueden extinguir cualquier contrato mediante mutuo disenso (596) (art.
1200 Ver Texto, C.Civ.), incluído el contrato de cuenta corriente bancaria (art. 782 Ver
Texto, inc. 1, C.Com.).
c) Voluntad unilateral de alguna de las partes.
Si bien este supuesto responde a un principio de derecho común para los contratos de
ejecución continuada carentes de plazo (597) , el art. 792 Ver Texto, C.Com., establece
expresamente que la cuenta corriente bancaria puede concluír cuando lo exija
unilateralmente el banco o el cliente, previo aviso con diez días de anticipación, salvo
convención en contrario. El precepto mencionado ha sido interpretado en el sentido de
que las partes pueden, de común acuerdo, ampliar o restringir el término de diez días,
así como fijar una fecha determinada o establecer en qué circunstancias ocurrirá la
terminación del contrato.
Con motivo de la vigencia de normas reglamentarias puntuales sobre el tema, para una
mejor comprensión consideramos en forma separada cuando la conclusión se produce
por iniciativa del cliente, de cuando ello ocurre por iniciativa del banco.
I. Por voluntad unilateral del cliente.
Según la regla 1.5.1 la cuenta corriente podrá ser cerrada por decisión del
cuentacorrentista, previo aviso con 10 días de anticipación, salvo que hubiera
convención en contrario (art. 792 Ver Texto, Cód. Com., y regla 1.5.1.1). En tal caso
deberá acompañar la nómina de los cheques comunes librados en los últimos 60 días
que aún no hubiesen sido presentados al cobro y la nómina de cheques de pago diferido,
que habiendo sido regularmente librados no hubieran sido presentados aún a
registración, en ambos casos deberá indicar el importe de esos cheques (regla 1.5.2, ap.
1, s/Com. "A" 2512).
También, deberá devolver los formularios no utilizados, dando la entidad recibo en el
cual constará la numeración de los formularios devueltos (regla 1.5.2, ap. 1).
Si el cuentacorrentista no cumplió con ambas obligaciones en oportunidad de solicitar el
cierre de la cuenta corriente, deberá hacerlo dentro del plazo de 5 días hábiles bancarios,
contados desde la fecha de notificación que haga el banco (arg. regla 1.5.2, ap. 3,
s/Com. "A" 2514). En caso de que no se cumpla en término con las obligaciones
mencionadas el girado deberá proceder al cierre de la cuenta y dar aviso al B.C.R.A.
para que se lo incluya en la "Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados" (regla
1.5.2, ap. 4, s/Com. "A" 2514), por el plazo de 24 meses (reglas 1.4.2.2 y 1.8.2).
Si el cuentacorrentista cumplió con las obligaciones mencionadas, el girado mantendrá
abierta la cuenta por un plazo igual al establecido para la validez de los cheques (regla
1.5.2, ap. 3º, s/ Com. "A", 2514), in fine), en el caso de los cheques comunes el
cuentacorrentista deberá depositar los fondos suficientes para su atención al momento
de su presentación (regla 1.5.2, ap. 2). Respecto de los cheques de pago diferido, el
girado mantendrá la cuenta abierta a los efectos que prevé el art. 60 Ver Texto, ap. 1, in
fine, N.L.Ch., esto es, para que el cliente deposite las sumas necesarias para atender el
pago de los cheques de esta clase, registrados pero aún no vencidos, así como para
poder hacer los débitos por cargos y comisiones contratados oportunamente (regla 1.5.2,
ap. 5º, s/Com. "A", 2514).
Antes de concluír es necesario considerar el hecho de que el titular de la cuenta
corriente bancaria, al extraer, sin aviso previo, la totalidad de los fondos disponibles en
la cuenta, dejándola sin saldo deudor, ni acreedor, se puede considerar como un caso
encuadrable en el supuesto que nos ocupa (598) .
Conforme a lo puntualizado al principio de este número y en atención al carácter
normativo del contrato de cuenta corriente bancaria (599) , anticipamos nuestra opinión
terminante en sentido negativo (600) .
Es decir, que en nuestro concepto la extracción total de los fondos disponibles en la
cuenta corriente no es, per se, causal de resolución o terminación del contrato que
estamos estudiando, sino que lo que se produce en ese caso es el cierre de la cuenta, a
causa de producirse la compensación instantánea y de pleno derecho entre el débito
producido por el pago del cheque efectuado por el banco y el saldo disponible en favor
del cliente, que libró tal cheque por una suma exactamente igual a ese saldo.
Ocurrido ello, será menester, para que el contrato concluya, que el cliente notifique al
banco su voluntad de resolver el contrato (art. 792 Ver Texto, C. Com., y regla 1.5.1.1)
o, en su defecto, que el banco decida, ante el estado de la cuenta, hacer uso de la
facultad que le conceden las normas legales y reglamentarias (art. 792 Ver Texto,
C.Com. y regla 1.5.1.1), caso del cual nos ocupamos en el apartado II, que sigue a
continuación.
Expuesta la solución que corresponde dar a la situación hipotética planteada,
corresponde dejar en claro que ella tendría en la práctica una duración limitada, pues
cuando en el primer día hábil siguiente a la terminación del mes calendario, el banco,
como es de práctica inveterada, debite de la cuenta corriente los cargos correspondientes
a "mantenimiento de la cuenta corriente", y por confección del "resumen de cuenta", ya
estudiados (601) , la cuenta ya no quedará cerrada, sino que tendrá saldo deudor por la
contabilización de los cargos mencionados.
Respecto de este tema, generalmente se alude al art. 23, circ. B-382, mantenida como
regla 1.1.3.1.3, OPASI 2/88, que disponía el cierre de la cuenta corriente "por falta de
movimiento de la cuenta durante el término no menor a un año". Empero, como la
citada regla no ha sido reiterada por el Banco Central, consideramos que esa
circunstancia ya no es causal autónoma de resolución del contrato que nos ocupa.
Sin embargo, tal afirmación, que no es nada más que lo que surge de la normativa
vigente, ha llevado a una práctica disvaliosa observada por algunos bancos, quienes ante
esta situación mantienen sine die la cuenta abierta y como por hipótesis no existen
fondos en ella al continuar efectuando los débitos de práctica, v.gr. por mantenimiento
de la cuenta, extensión de resúmenes de saldo, remisión de éstos, etc. Luego de varios
meses, inclusive de algún par de años, se llega a sumas importantes con el consiguiente
perjuicio para el cuentacorrentista. Es cierto que en esos casos existe una conducta
negligente de este último, pero también lo es que se producen excesos y desbordes por
parte del banco, tanto por los cargos que se van debitando y sumando, como -y
especialmente- por los intereses compensatorios y sus capitalizaciones que se van
acumulando vertiginosamente. En la práctica, cuando se llega al cierre de cuenta y se
pasa el certificado extraído a "gestión y mora", generalmente el banco accede al pago,
bloqueando el monto mediante la fijación del llamado "interés 0" -que significa que el
saldo no devenga nuevos intereses-, y en algunos casos se efectúa alguna quita al
importe reclamado a fin de facilitar su cobro extrajudicial, mediante el pago en cuotas.
Todo ello es posible, pues el monto reclamado se ha incrementado natural, pero
injustificadamente, por esa acumulación de cargos, intereses y capitalización de éstos a
lo largo de varios meses, e inclusive, como se dijo, en oportunidades por el trascurso de
algún par de años.
La pregunta que corresponde efectuar es: en tales casos el importe reclamado ¿es por
servicios efectivamente prestados o no? A primera vista pareciera que no.
II. Por voluntad unilateral del banco.
Cuando el banco decide unilateralmente dar por concluído el contrato de cuenta
corriente bancaria que no tiene pactado plazo de duración, deberá comunicarlo al
cliente, por medio fehaciente, con una anticipación de diez días (art. 792 Ver Texto,
C.Com.); notificado el cuentacorrentista, dentro de igual término, deberá devolver los
formularios de cheques no utilizados. Sin embargo, el cierre de la cuenta corriente
tendrá lugar luego de trascurrido un plazo legal igual al establecido para la validez de
los cheques -30 días o 60 días, según que ellos hayan sido librados en el país o desde el
exterior, respectivamente-, contado desde la fecha de la recepción de la notificación
(regla 1.5.2).
Aunque generalmente los bancos toman esta decisión con las cuentas que tienen poco
movimiento o no operan o cuentan con bajo promedio de sus depósitos, en rigor, su
voluntad unilateral es discrecional o no es necesario fundar la resolución que adopte en
una causal precisa o determinada.
Habíamos señalado en la primera edición que, bajo la vigencia de la OPASI 2/88,
cuando el banco optaba por la resolución unilateral del contrato de cuenta corriente
bancaria que estamos estudiando, no correspondía aplicar entonces la regla 1.3.3, in
fine. Es decir, considerábamos que al ser notificado el cliente de esa resolución, era de
buen orden que procediera a devolver los formularios no utilizados e inclusive que
acompañara una nómina de los cheques librados en los últimos 30 o 60 días, según los
casos del art. 25, L.Ch. Sin embargo, entendíamos que ello no era obligatorio según el
texto de la regla, 1.3.2 OPASI 2/88, y por natural consecuencia, si voluntariamente no
procedía de ese modo, considerábamos que no era procedente imponer la sanción
prevista en la regla 1.3.3, in fine, OPASI 2/88, pues esta norma era aplicable -según el
texto anterior- sólo cuando la cuenta se cerrara por decisión del cuentacorrentista y
atento al carácter reglamentario y sancionatorio de ella, no correspondía aplicarla por
analogía en el caso que el cierre fuera por decisión del banco.
Habiéndose mejorado la redacción de la normativa reglamentaria, en la actualidad, a la
luz de lo dispuesto en la regla 1.5.2 s/Com. "A" 2514 al verificarse cualquiera de las
causales establecidas en la regla 1.5.1, el cuentacorrentista deberá acompañar la nómina
de cheques librados en los últimos sesenta días aún no presentados al cobro o a su
registración -en los cheques de pago diferido-, con indicación de sus importes.
Asimismo deberá devolver los formularios no utilizados, debiendo cumplir con esas
obligaciones dentro de los cinco días hábiles bancarios contados desde la notificación
efectuada por el banco de su voluntad de cerrar la cuenta, caso contrario se dará aviso al
Banco Central a los efectos de que se incluya al incumplidor en la "Base de datos de
cuentacorrentistas inhabilitados" (regla 1.5.2) por el plazo de 24 meses (reglas 1.4.2.2 y
1.8.2). Todo lo cual es razonable y, ahora, al estar precisamente reglamentado permite
sin ninguna reserva aplicar las sanciones del caso al cuentacorrentista negligente en el
cumplimiento de las obligaciones puestas a su cargo.
JURISPRUDENCIA
La cuenta corriente bancaria puede cerrarse cuando el banco o el cliente lo exijan,
previo aviso con diez días de anticipación, salvo convenio contrario (Cám. Com., B, LL,
1984-A, 579). Es decir, que la facultad que otorga el art. 792 Ver Texto, C.Com., es
potestativa de una y otra parte. Lo único que requiere el precitado artículo es la
existencia del "previo aviso con 10 días de anticipación" (Cám. Com., LL, 44, 275).
La cuenta corriente bancaria crea un vínculo de confianza y buena fe; empero, no existe
norma que impida que cualquiera de las partes pueda poner fin al vínculo, aun sin envíar
el preaviso que prescribe el art. 792 Ver Texto, C.Com. Ello per se no implica sanción
alguna; sin embargo, la contraparte tiene abierta, eventualmente, la acción de daños y
perjuicios si considerara que el proceder de la otra parte fuera abusivo o arbitrario (arts.
519 Ver Texto y ss., C.Civ., por reenvío del art. 207 Ver Texto,
C.Com.). Es decir, no existe norma alguna que sancione con la ineficacia la disolución
del contrato de cuenta corriente bancaria, por el solo hecho de no haber dado un
preaviso que no es condicionante de su validez (Cám. C.C. I, B.Blanca, LL, 1989-A,
520).
Al no existir convenio sobre el término de duración de una cuenta corriente, ésta puede
cesar por voluntad unilateral de cualquiera de los dos correntistas (Cám. C.C. I, Rosario,
JA, 1993-III, síntesis).
Si mediante la demanda se persigue el resarcimiento de los daños provocados por el
cierre injustificado de una cuenta corriente bancaria, la medida cautelar innovativa
solicitada por el actor -no innovar- para que se la reabra, excede el objeto de la
demanda, pues intenta compeler al mantenimiento de una situación contractual de
ejecución continuada que concierne a la voluntad del banco, sin perjuicio de los
derechos que asisten al perjudicado si se determina que ha sido víctima de una conducta
antijurídica (Cám. Com., E, LL, 1995-C, 164).
d) Libramiento de cheques sin fondos disponibles suficientes.
Cuando se produzcan 5 rechazos (regla 1.4.2.1) de cheques por carecer de fondos
disponibles suficientes o autorización para girar en descubierto se opera la resolución
del contrato de cuenta corriente, consiguientemente, el cierre de la cuenta de que se
trate. Esto rige tanto para los cheques comunes, como para los cheques de pago diferido
(regla 1.4.2.1).
Esta causal es la más frecuente y típica de las que trae la normativa vigente; la
estudiamos aquí en detalle para facilitar su comprensión y remitir al lector, en lo
pertinente, a estos comentarios cuando consideremos las otras causales autónomas de
cierre de la cuenta que traen las nuevas normas legales y reglamentarias.
I. Procedimiento.
Al producirse cada uno de los rechazos por esta causal, el girado deberá comunicar al
cuentacorrentista, mandatario, apoderado, administrador, etc., dejando constancia en sus
respectivos legajos de esas circunstancias y notificando además al Banco Central y al
tenedor o presentante del cheque (regla 1.4.1, y art. 62 Ver Texto, ap. 1, N.L.Ch.).
A fin de proceder al cierre de la cuenta, se computarán las situaciones individuales que
cada persona registre en el conjunto del sistema financiero, comprendiendo tanto las
cuentas en pesos, como en dólares estadounidenses, en el término de un año contado a
partir del primer rechazo. En caso de rechazos de cheques firmados por la persona a
cuya orden opere la cuenta, mandatario, apoderado, administrador, etc., corresponderá
también hacer efectivo el cómputo en relación con los respectivos titulares, mandante,
poderdante, administrador, etc., en la medida que se trate de documentos librados contra
esa cuenta (regla 1.4.2.1).
Es decir que el número de 5 (rechazos) se computará dentro del plazo de un año corrido,
que principia a partir del primer rechazo. Por ejemplo, si éste se produce el día 2 de
abril de 1996, se deberá tener en cuenta los rechazos que se produzcan por esta causal
hasta el día 1 de abril de 1996 (art. 25 Ver Texto, C.Civ.). También hay que tener en
cuenta que en la mayoría de los casos la sanción recaerá sobre quienes son titulares y
además operen de forma personal y directa las cuentas que se cierren. Sin embargo, por
la regla 1.4.2.1, ap. 3, la sanción impuesta se aplica tanto a las personas que operen la
cuenta como mandatarios, apoderados, administradores, etc., las cuentas a nombre
abiertas a nombre de otras personas, como respecto de esta últimas en su carácter de
titulares, mandantes, poderdantes, etc.
La innovación reglamentaria produce una suerte de vasos comunicantes tanto respecto
de la situación personal de cada una de las personas mencionadas, como de la única o de
las varias cuentas a las que se halle vinculado como titular u operador de ellas, pues
todo ello se refleja en la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados (regla 1.4). El
criterio adoptado es riguroso, pero saludable, pues pone fin a la corruptela observada
cuando se procedía a dejar de operar las cuentas en las cuales se había producido
algunos rechazos -siempre menos de 3 o 5, según los casos (regla 1.3.4.3, OPASI 2/88)y coetáneamente se abría otra cuenta, como un modo de evitar que se llegara al límite de
rechazos que produciría el cierre de la cuenta anterior por esta causal.
La regla 1.4.3 establece los casos que no se deben computar como rechazos, fijando un
principio general e incluyendo excepciones, las que en algunos casos son parciales, todo
ello con una sistemática que conspira contra la fácil interpretación que se puede hacer
de ellas:
En efecto, en ese sentido no se computarán los siguientes casos, y tampoco se
impondrán las multas correspondientes, ni se efectuarán las respectivas comunicaciones
al Banco Central:
A) Cuando se hubiera pagado cheques falsificados o adulterados en razón de no ser -a
juicio del girado- tales alteraciones o falsificaciones visibles a simple vista (arg. arts. 35
Ver Texto y 36, N.L.Ch.) y tal débito hubiera sido la consecuencia de la falta de fondos
suficientes en la cuenta, que produjo el rechazo ulterior del cheque. Rechazo que -como
ya se adelantó- por esas razones no se debe comunicar al Banco Central, ni computar
para el cierre de la cuenta (regla 1.4.3.2).
B) Cuando se hubiera rechazado cheques por error de la entidad girada, si en esa
oportunidad hubiera fondos disponibles suficientes en cuenta (regla 1.4.3.3), como
ocurre cuando un cheque es presentado luego de haber vencido el término que había
para ello -30 o 60 días (art. 25 Ver Texto, N.L.Ch.)- y el girado por carecer de fondos lo
rechaza, cuando la norma que trae el art. 38 Ver Texto, N.L.Ch., establece que sólo
puede proceder a rechazarlo, cuando hubiera sido presentado en término.
Conviene aclarar que si el cheque ha sido adulterado o falsificado y esas circunstancias
anormales se las percibe a simple vista, pero sin embargo el girado paga el cheque, se
trataría de un error del girado que lo haría responsable si de ese acto ilícito surgiera
perjuicio para el cliente.
A continuación la regla citada repite la disvaliosa excepción que estaba incluída en la
reglamentación anterior y que criticamos oportunamente (602) , por la inmoralidad que
encierra, ya que por hipótesis se reconoce que hubo contrato de apertura de crédito
verbal para que el cliente girara en descubierto, y a pesar de ello el banco, en razón de
no haberse hecho por escrito, lo desatiende, no cumpliendo con lo pactado (art. 1140
Ver Texto, C.Civ.), quebrantando la regla de buena fe que es como se deben interpretar
y cumplir las convenciones (arts. 1197 Ver Texto y 1198, C. Civ.).
C) Cuando se rechace cheques, a pesar de tener fondos suficientes, pero ellos no estar
disponibles por haberse trabado alguna medida cautelar sobre la cuenta corriente y el
cliente pruebe, a satisfacción del banco, que ignoraba esa circunstancia cuando libró el
cheque de que se trate (regla 1.4.3.4).
En los tres casos, los rechazos no se computarán, únicamente, hasta la concurrencia de
sus montos con el saldo que hubiera tenido la cuenta de no haberse efectivizado el pago
o incurrido en el error o dispuesto la medida cautelar (regla 1.4.3.4, ap. 3).
JURISPRUDENCIA
Si el cierre de la cuenta corriente bancaria obedeció al quinto rechazo por falta de
fondos disponibles o autorización para girar en descubierto en que incurrió el titular de
la cuenta, no corresponde aplicar el art. 792 Ver Texto, C.Com., y el plazo de preaviso
indicado en esa norma legal, pues ella se refiere al supuesto de extinción del contrato
por voluntad unilateral de cualquiera de las partes (Cám. Com., C, LL, 1995-A, 165).
II. Sanciones resultantes.
Además de la multa que en cada caso el cuentacorrentista deberá pagar según lo
establecido en el art. 62 Ver Texto, N.L.Ch., y que en caso de no ser atendida puede ser
una causal autónoma del cierre de la cuenta (reglas 1.3.8.6 y 1.4.2.3) al haber llegado al
número de cinco rechazos por la causal que nos ocupa, quedará inhabilitado por 60
meses contados a partir de la inclusión que se efectúe del sancionado en la Base de
datos de cuentacorrentistas inhabilitados (regla 1.8.1, ap. 1).
Ese término de inhabilitación se reducirá a 24 meses si el cuentacorrentista demuestra
haber hecho efectivos los cheques comunes o de pago diferido devueltos por falta de
fondos, incluídos los no vencidos de esta última clase al momento de cerrarse la cuenta
(regla 1.8.1, ap. 2).
Durante la vigencia de la inhabilitación adoptada, ninguna entidad financiera del país
dará curso a las solicitudes de apertura de cuentas corrientes presentadas por las
personas físicas o jurídicas sancionadas (regla 1.8.3 s/Com. "A" 2514), pues antes de
resolver favorablemente la solicitud efectuada, la entidad de que se trate deberá
proceder a consultar la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados (regla 1.1.2),
de donde surgirá la inhabilitación vigente obstativa de la apertura de cuenta pedida.
Consulta, ésta, que viene a reemplazar con ventajas la anterior que debía de efectuarse
sobre los boletines que el Banco Central (regla 1.1.2, OPASI 2/88) distribuía a esos
efectos.
JURISPRUDENCIA
Si mediante la demanda se persigue el resarcimiento de los daños y perjuicios
provocados por el cierre injustificado de una cuenta corriente bancaria, la medida
cautelar innovativa solicitada por el actor -de no innovar- para que se la reabra, excede
el objeto de la demanda, pues intenta compeler al mantenimiento de una situación
contractual de ejecución continuada que concierne a la voluntad del banco, sin perjuicio
de los derechos que asisten al perjudicado si se determina que ha sido víctima de una
conducta antijurídica (Cám. Com., E, LL, 1995-C, 164).
e) Rechazos de cheques por errores formales.
Ab initio, dejamos aclarado que el título que utilizamos es al solo efecto de unificar el
desprolijo lenguaje observado, tanto por el legislador como por la autoridad de
superintendencia, para referirse a este supuesto de hecho, que repetido en los términos
de la reglamentación fundamenta el cierre de la cuenta corriente. En efecto, haciendo
gala de una absoluta falta de rigor científico, se utiliza una terminología totalmente
extraña a la materia sancionatoria. Para aludir a esa causal de rechazo se utilizan cuatro
expresiones distintas; a saber:
A) en el art. 2 Ver Texto, N.L.Ch., y en las reglas 1.3.8.5, 1.3.8.7 y 1.5.1.4 se menciona
la expresión "motivos formales";
B) en la regla 1.3.8.1.3 se alude a "defectos formales", expresión que se reitera en los
arts. 62 Ver Texto y 55 Ver Texto, N.L.Ch., con el agregado de que este último
establece que se cite al librador para que corrija esos "vicios formales";
C) en la regla 1.3.8.1.2 se incluye la expresión "errores formales"; y
D) finalmente, la regla 1.1.4 menciona otro caso de "vicio formal", que enseguida
comentamos; expresión que también se utiliza en la regla 1.4.2.3 y como señalamos
antes, también la incluye el art. 55 Ver Texto, N.L.Ch.
Puestas en evidencia tales desprolijidades, es necesario señalar una cuestión de mayor
gravedad, como fue la inclusión de dos supuestos, de multas por defectos formales, que
trajo la circular reglamentaria, invocando la aplicación analógica del art. 2 Ver Texto,
N.L. Ch., cuando en realidad no existen tales defectos formales que permitieran imponer
ese criterio sancionatorio.
En un caso que permanece vigente y por ello sujeto todavía a nuestra crítica, es el
incluído en la regla 1.3.8.1.3, estableciendo que si en el cheque figuran inscripciones de
propaganda o aditamentos que condicionen, directa o indirectamente, su negociación a
otros requisitos que los establecidos en la ley, corresponde su rechazo y se considerará
"defecto formal", por aplicación analógica del art. 2 Ver Texto, N.L.Ch. En rigor, no
existe defecto formal alguno, sino incumplimiento del pacto de cheque, que no permite
pagarlo, pues no existe cheque, al tener la promesa de pago sometida a una condición, y
el art. 2 Ver Texto, inc. 5, N.L.Ch., exige que sea pura y simple.
El otro supuesto -felizmente derogado por la Com. "A" 2514- estaba incluído en la regla
1.1.4, que disponía y dispone, en concordancia con el art. 4 Ver Texto, N.L.Ch., el
rechazo del cheque perteneciente a una chequera, cuando habiendo sido retirada por una
tercera persona, el titular no presentó su conformidad al banco, oportunamente. Pero en
el texto derogado se disponía que en tal caso, cada uno de los rechazos por esa causal,
debía considerarse "por vicio formal" y aplicarse la multa que trae el art. 2 Ver Texto,
N.L.Ch.
Sentado ello, debemos decir que cuando se produzcan ocho rechazos por errores
formales, en el término de un año, contado a partir del primero de ellos por esa causal,
corresponderá tener por rescindido el contrato de cuenta corriente y, por consiguiente,
proceder a cerrarla (regla 1.5.1.4, ap. 1).
En estos casos la sanción de inhabilitación para poder operar en cuenta corriente (o en
caja de ahorro), con la entidad girada, tiene un término de duración de un año, contado a
partir desde la fecha en que resulte aplicable el cierre de la cuenta (regla 1.5.1.4, ap. 2).
Sin embargo, la entidad girada está facultada para mantener abiertas las cuentas del
cliente siempre que medie una resolución fundada del directorio o, en su caso, del
consejo de administración, o de la máxima autoridad en el caso de los bancos
extranjeros.
f) Órdenes de no pagar infundadas.
Cuando se produzca el extravío, sustracción o adulteración de cheques comunes y de
pago diferido -incluídos los no utilizados y los creados, pero no emitidos-, así como de
los formularios de cheques o de las fórmulas especiales para solicitar las chequeras y, en
su caso, de los certificados nominativos de registración emitidos por las entidades que
han avalado los cheques de pago diferido de que se trate; se deberá dar aviso a las
respectivas entidades intervinientes (regla 1.3.9.1.1), debiendo ratificarse personalmente
en el día la denuncia (regla 1.3.9.1.2) y agregar dentro de las 48 horas hábiles el acta de
la correspondiente denuncia policial o penal, según la tipificación del hecho acaecido.
En tales casos el girado deberá rechazar los cheques de que se trate, bajo
responsabilidad del denunciante, debiendo consignar al dorso del cheque (o certificado
nominativo de registración) rechazado la leyenda "Cheque (o certificado) extraviado,
sustraído o adulterado, según denuncia". "Difiere la firma del librador". "Con (o sin)
fondos suficientes disponibles en cuenta", todo ello si así correspondiere (regla
1.3.9.2.2), debiendo en esos casos cumplimentar lo dispuesto en el art. 63 Ver Texto,
N.L.Ch.
Luego de producido el primer rechazo, el girado deberá requerir del cuentacorrentista
que acredite fehacientemente la formulación de la pertinente denuncia ante el juez
competente, mediante la presentación de copia autenticada de las actuaciones
promovidas (regla 1.3.9.2.6). Si el cliente cumple este requisito, el girado deberá
mantener disponible toda la información durante un año, para el caso de que el Banco
Central la requiera (regla 1.2.2.13 s/Com. "A" 2514). Si el cheque rechazado por esta
causal incluye, además, la causal "de insuficiente provisión de fondos en cuenta" y el
cliente no acredita la formulación de la denuncia judicial, el girado debe informar al
Banco Central (regla 1.3.9.2.8). La presentación de dos denuncias en esas condiciones,
dentro del año de presentada la primera de ellas, producirá el cierre de la cuenta
corriente (regla 1.5.1.5 s/Com. "A" 2514); en ese caso el cliente sancionado no podrá
operar en cuenta corriente o en caja de ahorro, por el término de un año (regla 1.5.1.4,
ap. 2).
Si la formulación de la denuncia judicial por el cliente hubiera sido hecha fuera del
término que establece la regla 1.3.9.2.6, ello podrá dar lugar a las gestiones para obtener
la reapertura de la cuenta corriente y la baja de la Base de datos para cuentacorrentistas
inhabilitados (regla 1.3.9.2.8, ap. 3).
g) Falta de registración de cheques de pago diferido.
Cuando la entidad girada rechace la registración de cheques de pago diferido, lo hará
constar en el propio cheque, lo devolverá al presentante e informará al Banco Central
(regla 1.3.7.9 s/Com. "A" 2514) y al librador (art. 57 Ver Texto, ap. 3, N.L.Ch.). Si bien
el rechazo de la registración, normalmente, estará fundado en que ese cheque de pago
diferido padece de defectos formales, que no han sido subsanados por el librador, una
vez que fue citado por la entidad girada (art. 55 Ver Texto, N.L.Ch.), o cuando el
Ch.P.D. no se ajusta a la condiciones pactadas para la operatividad de la cuenta; v.gr.
caso de que se gire en moneda distinta de la pactada.
La Com. "A" 2334 agregó a la Opasi la regla 1.3.7.11, que determinó que el Ch.P.D.
podía ser rechazado a su registración, si el librador le hubiera incluído la cláusula "para
ser avalado por el girado" y esta entidad no prestara el aval correspondiente.
Habíamos dicho al respecto que la autoridad de aplicación al pretender reglamentar un
verdadero condicionamiento de la registración a la circunstancia apuntada, inducía a
producir Ch.P.D. nulos como papeles de comercio, pues la promesa de pago que efectúa
el librador al crear el título debe ser, por definición y esencia, incondicionada.
Felizmente, la Com. "A" 2514, lisa y llanamente, ha derogado la norma que
oportunamente criticamos.
La cuenta corriente será cerrada cuando se produzcan cinco rechazos de registración de
los Ch.P.D. (regla 1.4.2.1), el cuentacorrentista y, en su caso, los demás responsables
serán incluídos en la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados, de modo análogo
al explicado al estudiar el cierre de la cuenta por libramientos de cheques sin fondos
disponibles suficientes (letra d) (regla 1.8.1).
h) Multas impuestas y no pagadas.
Cuando el cliente sea sancionado con multa por el rechazo de un cheque común por
defectos formales (art. 2 Ver Texto, N.L.Ch.); o falta de fondos disponibles suficientes
(art. 62 Ver Texto, N.L.Ch.); o un cheque de pago diferido fuera rechazado por defectos
formales no subsanados (art. 55 Ver Texto, N.L.Ch.), falta de registración (art. 57 Ver
Texto, ap. 2, N.L.Ch.) o carencia de fondos disponibles suficientes o autorización para
girar en descubierto (art. 57 Ver Texto, ap. 3, N.L.Ch.), y ellas no sean pagadas dentro
del término legal (arts. 2 Ver Texto y 62 Ver Texto, N.L.Ch.) o no hubiera provisión
suficiente en la cuenta para efectuar el débito correspondiente, se deberá tener por
resuelto el contrato y proceder al cierre de la cuenta corriente a la cual accede dicho
cheque (regla 1.3.8.5, ap. 3).
i) Cierre reflejo, a consecuencia del cierre de otra cuenta.
Asimismo, el banco, en particular, que resolvió el cierre de una cuenta corriente, por
algunas de las causales descritas antes, así como las demás entidades financieras, en
general, deberán verificar si las personas incluídas en la Base de datos de
cuentacorrentistas inhabilitados, tienen cuentas abiertas o están autorizados para librar
cheques de cuentas a nombre de terceros, procediendo a rescindir el contrato de cuenta
corriente respectivo y, consiguientemente, a cerrar esas cuentas (aun en las que figuren
con otros titulares) o, en su caso, dejarán sin efecto las autorizaciones para que el
inhabilitado opere cuentas corrientes a nombre de otros titulares, salvo que se tratare de
cuentas abiertas a nombre de entes públicos. En tales casos deberán remitir los
correspondientes avisos (regla 1.5.3).
Para el caso de que la entidad girada no lo haga, rige el nuevo texto del art. 62 Ver
Texto, in fine, consagrado por la ley 24760 Ver Texto y consecuentemente las reglas
1.5.3 y 1.6.4, s/Com. "A" 2514, que hace pasible a aquéllas de las multas allí
establecidas, determinando, además, una responsabilidad solidaria hasta la suma de $
30.000, respecto de los cheques rechazados por falta de fondos girados contra esas
cuentas no cerradas oportunamente.
Si el inhabilitado es una persona física, tal sanción dará lugar a su eliminación de toda
otra cuenta en la que figure como cotitular o componente, apoderado, administrador,
representante legal, etc., de una persona jurídica (regla 1.3.5.1, ap. 1). Cuando ocurra el
cierre de las cuentas abiertas a nombre de un titular y a la orden de otro, originados por
inhabilitación de la persona a cuya orden esté abierta la cuenta, por mandatario,
apoderado, administrador, etc., se deberá comunicar a la Base de datos de
cuentacorrrentistas inhabilitados, para que sean incluídos en ellas las personas a cuyo
nombre esté la cuenta, mandante, poderdante, administrador, etc. (regla 1.3.5.1, ap. 2).
Asimismo, la inhabilitación de una persona jurídica originará también la obligación de
avisar al Banco Central, para su inclusión en la Base de datos de cuentacorrentistas
inhabilitados, respecto de las cuentas individuales o de otro carácter que pudieran tener
sus representantes legales y firmantes de los cheques rechazados (regla 1.3.5.1, ap. 3).
Para proceder a efectivizar el cierre de las cuentas corrientes o, en su caso, la
cancelación de las autorizaciones, los bancos tienen la opción de efectuarla dentro del
plazo de 10 días corridos desde que la información de las inhabilitaciones esté a
disposición de los usuarios de la Base de datos (regla 1.6.1), o dentro de las setenta y
dos horas hábiles contadas a partir del último día hábil de cada tramo establecido por la
regla 1.6.3, ap. 1, que establece tres tramos, que comprenden respectivamente del día 1
al 10, del día 11 al 20 y del día 21 al último día que traiga el mes de que se trate.
Cerrada la cuenta o resuelta la suspensión del servicio de pago de cheques (regla
1.5.3.3), las entidades giradas deberán notificar en forma fehaciente a las personas
alcanzadas por las medidas adoptadas, por medio de sus casas centrales de cada entidad,
con excepción de las correspondientes a las sucursales de los bancos extranjeros, que
deberán remitirse por intermedio de su casa principal en el país (regla 1.6.3, aps. 2 y 4).
I. Rectificación del cierre.
A) Por vía administrativa.
Si el cuentacorrentista padeció el cierre de la cuenta por no haber efectuado en término
la denuncia policial o judicial del extravío, sustracción o adulteración de un cheque,
podrá gestionar para lograr la reapertura de las cuentas que le hubieran sido cerradas por
esa causa, así como solicitar la baja de la Base de datos de cuentacorrentistas
inhabilitados (regla 1.3.9.2.8).
Lo propio podrá ocurrir a pedido del correntista cuando se hubiera cerrado la cuenta
computando algunas de las causales de rechazos de cheques, cuando no corresponde
tenerlos como tales (v.gr. regla 1.4.3), debiéndose acompañar toda la prueba relativa a
su petición.
Tal pedido deberá ser resuelto por los directorios o consejos de administración de las
entidades, o por la máxima autoridad en el caso de las sucursales de entidades
extranjeras. En caso de no existir dichos cuerpos o jerarquía, las pertinentes
resoluciones estarán a cargo de la autoridad superior y del funcionario administrativo de
mayor categoría (regla 1.4.5, ap. 2).
Si el pedido de anulación de la sanción fuera admisible, por encuadrar en algunas de las
causales previstas en la regla 1.3.4 la entidad girada deberá comunicar al Banco Central
las circunstancias exonerativas del peticionante, en la que especificará detalladamente lo
ocurrido a los fines de su posterior verificación (regla 1.4.5, ap. 1), debiendo
acompañar:
a) fotocopia del acta de directorio, consejo de administración o máxima autoridad,
según corresponda (regla 1.4.5.1); b) detalles de los cheques rechazados, con expresa
mención del firmante de cada uno de ellos (regla 1.4.5.2); c) fotocopia del registro de
rechazos, donde surja la totalidad de los producidos (regla 1.4.5.3); y d) fotocopias de
todas las fichas de "registro de firma" de todas las personas autorizadas para suscribir
cheques de la cuenta de que se trate (regla 1.4.5.4) y de todos los cheques rechazados
(regla 1.4.5.5). Las entidades giradas acompañarán todos los elementos de juicio que
consideren oportunos para la resolución del caso.
El Banco Central, una vez analizada la presentación descrita, dispondrá la rehabilitación
y consecuente baja del sancionado de la Base de datos de cuentacorrentistas
inhabilitados (regla 1.4.5, in fine).
B) Por vía judicial.
Sin perjuicio de la expresado supra, quien hubiera sido sancionado con el cierre de la
cuenta corriente bancaria, tiene expedita la vía judicial prevista en el art. 64 Ver Texto,
N.L.Ch., que expresamente determina -con alguna falencia de expresión- el tribunal
competente; los sujetos legitimados y el plazo para accionar; el procedimiento a seguir y
los efectos de la acción interpuesta. De todo ello nos hemos ocupado antes de ahora,
razón por la cual, en honor a la brevedad, remitimos al lector a esos lugares (603) .
II. Cese de la inhabilitación.
La reglamentación establece distintos momentos y circunstancias para solicitar el cese
de la inhabilitación para operar en cuenta corriente, en cualquier entidad financiera del
país, las que se negaran a dar curso a las solicitudes de apertura de esas cuentas,
interpuestas por las personas físicas y jurídicas sancionadas, mientras no trascurran los
plazos que a continuación se detallan (regla 1.8.3 s/Com. "A" 2514) y no se solicita
expresamente su rehabilitación (regla 1.8.4). A saber:
A) A los 60 meses de haber sido incluído en la Base de datos de cuentacorrentistas
inhabilitados, si ella se originó en haber llegado al número máximo de rechazos de
registración de los cheques de pago diferido o a rechazos por falta de fondos suficientes
disponibles en cuenta que es común a ambas clases de cheques; o por haberse producido
una acumulación de rechazos por falta de fondos y defectos formales (regla 1.4.2.3, in
fine), además de los otros supuestos que incluye la regla 1.4.2.1, pero que son menos
frecuentes que los enunciados. Ello es a condición de que la persona física o jurídica, de
que se trate, no hubiera sido condenada en sede judicial con una sanción de
inhabilitación mayor, porque en este último caso deberá cumplirla y acreditar que lo ha
hecho (regla 1.8.1).
Sin embargo, la inhabilitación se reducirá 24 meses si el cuentacorrentista demuestra
haber cancelado los cheques comunes o de pago diferido devueltos por falta de fondos o
de registración -incluídos los no vencidos- dentro de los 30 días del primer rechazo;
haber pagado la multa establecida en el art. 62 Ver Texto, N.L.Ch.; haber reintegrado
las fórmulas en blanco de los cheques en blanco no utilizados y probado la inexistencia
de cheques sin presentar.
B) A los 24 meses (regla 1.8.2 s/Com. "A" 2514) si la inhabilitación fue causada por no
haber acompañado la nómina de cheques librados -comunes o de pago diferido- en los
últimos 60 días aún no presentados para su cobro o registración o no haber devuelto las
fórmulas de cheques -comunes y de pago diferido- no utilizados en el tiempo y forma
establecidos en la regla 1.5.2 s/Com. "A" 2514. Es decir, dentro de los cinco días
hábiles bancarios, contados desde la fecha de notificación de la intimación efectuada a
esos fines, oportunidad en que se comunicó el cierre de la cuenta a la Base de datos de
cuentacorrentistas inhabilitados (regla 1.4.2.2). O por no haber pagado en término la
multa correspondiente al rechazo de cheques -comunes y de pago diferido- por carecer
de fondos suficientes disponibles en cuenta (regla 1.4.2.3, ap. 1).
Sin embargo, hay que tener presente que, como se dijo antes, la rehabilitación no es
automática, pues los cuentacorrentistas sancionados, en principio, deberán presentar una
solicitud de rehabilitación ante el Banco Central, acreditando los extremos señalados
antes según sea la sanción recibida, acompañando en cualquier caso una constancia de
haber depositado -en cualquier banco comercial- a orden del Banco Central, la suma de
$ 3.000 en concepto de cargo de administración (regla 1.8.1), y además deberán dar
cumplimiento a todos los requisitos que fija la reglamentación para la apertura de
cuentas corrientes en la regla 1.1.1 como si fuera la primera vez que lo hace.
Si la solicitud de rehabilitación y apertura de una nueva cuenta corriente, se interpone
antes de trascurrido un año desde que cesó la inhabilitación establecida por las reglas
1.8.1, ap. 1, y 1.8.2 que se hubiera impuesto al peticionante, éste deberá depositar,
además, en un banco comercial a orden del Banco Central un cargo de $ 1.000 y el
importe de las multas por rechazos de cheques impuestas con anterioridad a su
inhabilitación, si estuvieran impagas. Este depósito adicional no se deberá hacer
efectivo si el inhabilitado fue beneficiado por haber cumplido con los requisitos de la
regla 1.8.1, aps. 2 y 3 (regla 1.8.4.1, ap. 2).
JURISPRUDENCIA
La posible rehabilitación del cuentacorrentista constituye una modalidad propia y
característica de la cuenta corriente bancaria, cuyas causales y procedimiento están
regulados en la circular reglamentaria dictada por el Banco Central de la República
Argentina (arts. 20 y ss., circ. B.382; arts. 29 y ss., circ. R.F. 666) (Cám. Com., B, LL,
1980-A, 164).
j) Muerte. Interdicción. Demencia. Inhabilitación.
En estos casos, como en cualquiera otro que implique la pérdida de la libre
administración de los bienes del titular de la cuenta corriente bancaria, se produce la
resolución del contrato y el cierre de la cuenta (art. 782 Ver Texto, inc. 3, C.Com.). Para
el caso de cuentas abiertas en forma especial y exclusiva a nombre del causante, como
en los casos de cuentas abiertas a nombre de él y de otras personas, se debe observar las
pautas expuestas oportunamente, en especial en lo que se refiere a la devolución de
saldos en favor del causante, como en lo relativo al cobro de saldos deudores resultantes
en favor del banco.
JURISPRUDENCIA
El dinero que el causante tenía depositado en la cuenta corriente en un banco no se
convierte por razón de su muerte en un depósito judicial que el banco esté obligado a
entregar o a exhibir ante una orden judicial, por aplicación analógica del art. 469 Ver
Texto, C. Proc. Si el banco se allanara a entregarlo, la intimación ha evitado un trámite
engorroso y pesado de una demanda; pero si no lo hace, si no reconoce ser deudor de lo
que se le reclama o alega derecho sobre esos fondos, los interesados no tienen otro
camino que deducir la acción que consideren viable (Cám. 2ª, II, La Plata, LL, 44, 666).
Si a pesar del cierre de la cuenta corriente bancaria, por muerte de su titular, sus
herederos dieron instrucciones al banco sobre las diversas obligaciones a cumplir con
los fondos ingresados con posterioridad al cierre, ordenando el pago de los cheques en
circulación, ello implicó admitir expresamente la vigencia y prórroga del contrato de
apertura de crédito en cuenta corriente y el banco pudo compensar el saldo existente en
la cuenta con el crédito que existía en su favor (Cám. Com., LL, 36, 971).
k) Derecho concursal.
El contrato de cuenta corriente bancaria queda resuelto por diversos supuestos legales
(art. 782 Ver Texto, inc. 3, C.Com.) que surgen de la ley 24522 Ver Texto, de concursos
y quiebra. A continuación tratamos algunos de ellos, así como también otros supuestos,
aunque en rigor no producen la extinción del contrato que nos ocupa, pero resulta de
interés su tratamiento por presentar matices dignos de consideración:
I. Concurso preventivo. La declaración de apertura del concurso preventivo no produce
per se la resolución del contrato de cuenta corriente bancaria (604) , pues el
cuentacorrentista concursado puede realizar todos aquellos actos relativos a la
administración ordinaria propia del giro de su negocio, bajo la vigilancia del síndico
(arts. 16 Ver Texto y 17, ap. 2º, L.C. y Q.).
Es preciso que el concursado manifieste su voluntad de continuar con la cuenta
corriente bancaria de la cual es titular, solicitando la pertinente autorización judicial,
previa vista al síndico, y concedida ella, comunicarla al banco dentro de los 30 días del
auto de apertura del concurso (art. 21 Ver Texto, L.C. y Q.).
Sentado ese principio general, se debe tener presente lo siguiente:
A) La cuenta corriente operará normalmente en cuanto al servicio de cheques que se
presta por medio de ella.
B) En cuanto al servicio de caja que el banco cumple por cuenta y orden del cliente, no
se podrá atender pagos de créditos propios o de terceros que éstos tengan contra el
cuentacorrentista por causa o título anterior a la presentación en concurso preventivo,
pues lo prohíbe el art. 17 Ver Texto, ap. 19, L.C. y Q. Tales créditos deberán ser
insinuados en el concurso (art. 33), y una vez reconocidos serán atendidos en los
términos que resulten del concordato aprobado por el juez del concurso (arts. 52 Ver
Texto y 56 Ver Texto, L.C. y Q.). Quedan excluídos de esa prohibición y pueden ser
atendidos por medio del servicio de caja que presta el banco, aquellos créditos que se
originen en los actos y negocios propios del giro ordinario de la actividad del
concursado, que hayan sido contraídos con posterioridad a la presentación del concurso.
C) Sin perjuicio de lo expuesto supra, hay que tener en cuenta que tanto el banco como
el cliente pueden, en cualquier momento, resolver el contrato de cuenta corriente
bancaria en los términos del art. 792 Ver Texto, C.Com., y conforme al procedimiento
que ya hemos expuesto (605) .
II. Quiebra. El desapoderamiento del fallido en virtud de la sentencia declarativa de
quiebra lo priva de la administración y disposición de sus bienes (art. 107 Ver Texto,
L.C. y Q., y torna ineficaces con relación al concurso las obligaciones contraídas con
posterioridad a su apertura (art. 109 Ver Texto, L.C. y Q.); es lógico, pues, que ponga
término al contrato de cuenta corriente bancaria. Por otra parte, el art. 147 Ver Texto,
L.C. y Q., determina expresamente la resolución del contrato que nos ocupa, de pleno
derecho.
Si resultara saldo en favor del síndico, debe peticionar que se trasfiera el importe a
orden del juez de la quiebra. Si al contrario, existiera saldo deudor, el banco deberá
solicitar verificación de crédito en la quiebra (art. 126 Ver Texto, L.C. y Q.) y cobrará el
dividendo correspondiente (arts. 221 Ver Texto y 249 Ver Texto, L.C. y Q.) en
oportunidad de que se proceda a su distribución (arts. 221 Ver Texto y 249 Ver Texto,
L.C. y Q.).
La conclusión de la quiebra no hace revivir la cuenta corriente bancaria terminada y
liquidada (606) ; tampoco ocurre ello con el avenimiento (arts. 225 Ver Texto y ss.,
L.C. y Q.).
JURISPRUDENCIA
Corresponde autorizar a la concursada para librar cheques comunes, con determinadas
limitaciones que serán comunicadas por el órgano jurisdiccional al banco, concernientes
a: 1) número de cheques diariamente autorizados; 2) monto máximo autorizado por cada
cheque; 3) fijación de un término periódico para que el síndico controle e informe las
partidas de la cuenta corriente, apercibiéndose que el libramiento de cheques en forma
indebida dará lugar a la aplicación de las sanciones previstas en el art. 18, L.C., y de las
que pudieran corresponder (Cám. Com., C, JA, 1989-III, 200 Ver Texto). Frente al
concurso, y mediando circunstancias que tornan dudosa la existencia o cuantía del saldo
deudor en cuenta corriente bancaria, el banco que se vale del certificado extendido en
los términos del art. 793 Ver Texto, 3er. párr., C. Com., debe aportar la demostración de
la causa del crédito con una descriptiva y documentada reseña de las operaciones que
concurrieron a formar al saldo (del voto de la Dra. Giannoni) (Cám. C.C., Santiago del
Estero, JA, 1993- II, 362).
Reiterándose que no es admisible el pedido de verificación de crédito con fundamento
en un certificado de saldo deudor de cuenta corriente si él carece de referencia o alusión
alguna a la evolución de la cuenta y, por ello, no acredita la causa de la obligación
(Cám. Com., E, LL, 1995-C, 359). Sin embargo, se ha declarado que procede el pedido
de quiebra solicitado contra el garante responsable solidario de débitos generales de un
tercero, documentado en un certificado de saldo deudor de cuenta corriente bancaria
(Cám. Com., B, LL, 1996-A, 542).
El art. 793 Ver Texto, C.Com., establece que las constancias de los saldos deudores en
cuenta corriente bancaria, otorgados en forma, serán considerados títulos ejecutivos que
traen aparejada ejecución, lo que no empece a que frente al concurso y mediando
circunstancias que tornen dudosa su existencia o cuantía, la institución que de ella se
vale deba aportar la demostración de la causa del crédito con una descriptiva y
documentada reseña de las operaciones que concurrieron a la formación del saldo (Cám.
Com., C, LL, 1984-C, 566).
Si bien el certificado de saldo deudor de una cuenta corriente bancaria constituye título
ejecutivo, ante la impugnación de la sindicatura, el incidentista debe acreditar
fehacientemente lo que surge de las constancias, y al no haber satisfecho la carga
probatoria consiguiente, la pretensión verificatoria debe ser desestimada (Cám. Com.,
A, ED, 105, 198).
Como el asentimiento del cuentacorrentista respecto del saldo no es preciso para
otorgarle la fuerza ejecutiva al certificado de él, no afecta su habilidad como título
ejecutivo el hecho de que su otorgamiento fuera posterior al decreto de quiebra de aquél
(Cám. Com., D, 19/5/83, "Viale, F. J., c. Kyriazid, L., y otros").
III. Continuación de la explotación empresaria. Si el juez de la quiebra, por aplicación
de los arts. 199 Ver Texto y ss., L.C. y Q., decide la continuación de la explotación
empresaria, por imperio de la ley (arts. 191 Ver Texto y 192 Ver Texto, L.C. y Q.) no se
produce la resolución del contrato de cuenta corriente bancaria, ya que el concurso, por
medio de la sindicatura, puede mantenerlo si resulta de utilidad para que la actividad
empresaria continúe (607) . A esos efectos, el síndico comunicará al banco, dentro de
los 20 días corridos, desde el auto que dispuso la continuación de la explotación (art.
190 Ver Texto, L.C. y Q.), la voluntad de mantener la cuenta corriente, indicando a
orden de quién o quiénes girará ella (art. 191 Ver Texto, inc. 5, L.C. y Q.).
l) Derecho societario.
Existen diversos supuestos que pueden ocurrir en la vida de las sociedades comerciales,
que pueden tener incidencia sobre el contrato de cuenta corriente bancaria, tales como:
I. Disposición y liquidación.
La extinción de una sociedad comercial se lleva a cabo siguiendo un íter lógico que se
integra por: A) la disolución por alguna causal legal o estatutaria; B) la liquidación del
patrimonio social; C) la cancelación del pasivo; y D) la partición y distribución del
remanente entre los socios (608) .
La sociedad disuelta mantiene su personalidad jurídica hasta la completa extinción de su
patrimonio social (art. 101 Ver Texto, L.S.C.) (609) ; por tanto, ocurrida alguna de las
causales de disolución, los administradores (art. 99 Ver Texto, L.S.C.), o en su caso los
liquidadores (art. 102 Ver Texto, L.S.C.), deberán comunicar al banco esa circunstancia,
y esta institución adicionará a la denominación social de la titular de la cuenta la
expresión "en liquidación" (art. 105 Ver Texto, ap. 3º, L.S.C.); empero, ello, per se, no
produce la resolución del contrato de cuenta corriente bancaria (610) .
Producida la realización del activo y la cancelación del pasivo, el liquidador deberá
depositar el remanente a nombre de la sociedad en liquidación (611) y procederá a la
partición definitiva y distribución de la suma depositada (arts. 109 Ver Texto y 110,
L.S.C.), y si bien la extinción de la sociedad se verifica sólo con la cancelación de la
inscripción del contrato social en el Registro Público de Comercio (art. 112 Ver Texto,
L.S.C.) (612) , el cierre de la cuenta corriente bancaria, en rigor, se producirá a los 90
días de la agregación del balance final y el proyecto de distribución aprobados al legajo
de la sociedad en el Registro Público de Comercio, oportunidad en la cual los importes
no reclamados deberán ser extraídos de la cuenta corriente de la sociedad y se los
depositará en un banco oficial a disposición de sus titulares (art. 111 Ver Texto, L.S.C.).
JURISPRUDENCIA
La convención sobre apertura de un crédito para ser utilizado en cuenta corriente
bancaria, celebrada durante la vigencia de la sociedad conyugal, y bajo la
responsabilidad de los bienes de ésta, cesa en sus efectos con relación a tal sociedad
desde el momento que ella se disuelve por el fallecimiento de uno de los cónyuges; el
cónyuge sobreviviente, con posterioridad a ese hecho, no puede legalmente hacer uso de
ese crédito por cuenta de la sociedad, que ya no existe, sino a los fines de su liquidación
(Cám. Com., LL, 18, 344).
II. Trasformación.
Según la Ley de Sociedades Comerciales vigente, la trasformación de una sociedad
implica, únicamente, el cambio de un tipo societario a otro, pero no importa el cambio
de objeto, ni la modificación del estatuto societario; tampoco se disuelve, ni se alteran
sus derechos y obligaciones (art. 74 Ver Texto, L.S.C.). En consecuencia, el contrato de
cuenta corriente bancaria no se resuelve por la trasformación de la sociedad; sólo
requiere el cambio de la titularidad de la cuenta y la determinación de las personas a
cuya orden girará ella (613) .
III. Fusión y escisión.
Habrá que distinguir distintos casos que pueden resultar.
A) Fusión.
Hay fusión impropia o por trasformación cuando dos o más sociedades se disuelven, sin
liquidarse, para constituír una nueva (art. 82 Ver Texto, 1ª parte, L.S.C.), tratándose de
una mera trasmisión de derechos y obligaciones cuya titularidad pasa a la nueva
sociedad (614) . Asimismo, hay fusión por absorción cuando una sociedad ya existente
incorpora a otra u otras, que sin liquidarse son disueltas (art. 82 Ver Texto, 1ª parte, in
fine, L.S.C.).
En el primer caso, la nueva sociedad, y, en el segundo caso, la sociedad absorbente,
adquieren los derechos y obligaciones de las sociedades disueltas al inscribirse en el
Registro Público de Comercio el acuerdo definitivo de fusión y el contrato o estatuto de
la nueva sociedad (art. 82 Ver Texto, 2ª parte, L.S.C.), oportunidad en la cual se
comunicará al banco esas circunstancias, para que concrete el cambio de titularidad de
la cuenta corriente bancaria, y, en su caso, el nombre de las personas a cuya orden girará
la cuenta corriente (regla 1.1.1.7.4). Es decir, que en principio ni la fusión por
trasformación, ni la fusión por absorción, producen la resolución del contrato de cuenta
corriente de las sociedades comprendidas en ella (615) .
B) Escisión.
Analizamos los tres supuestos legales:
1. En los casos de escisión-fusión que se producen cuando una sociedad, sin disolverse,
destina parte de su patrimonio para fusionarse con sociedades existentes o para
participar con ellas en la creación de una nueva sociedad (art. 88 Ver Texto, ap. I, L.S.
C.); si bien en ninguno de los dos los contratos de cuentacorriente bancaria de que
pudieran ser titulares las sociedades participantes, se resuelven por la escisión o fusión,
en el segundo caso la nueva sociedad resultante, una vez inscrita en el Registro Público
de Comercio (arts. 83 Ver Texto y 88 Ver Texto, in fine, L.S.C.), si necesita para su
desenvolvimiento comercial una cuenta corriente bancaria, deberá solicitar su apertura
cumpliendo los requisitos necesarios para ello.
2. En el caso de escisión-constitución, que se da cuando una sociedad, sin disolverse,
destina parte de su patrimonio para constituír una o varias sociedades nuevas (art. 88
Ver Texto, ap. II, L.S.C.), la situación es análoga al caso de escisión-fusión, pues no se
resuelven los contratos de cuentas corrientes bancarias existentes, y las nuevas
sociedades resultantes, una vez inscritas (arts. 84 Ver Texto y 88 Ver Texto, inc. 6,
L.S.C.), podrán solicitar la apertura de sus respectivas cuentas corrientes, según sus
necesidades.
3. En el nuevo supuesto de escisión-división, incorporado por la ley 22903 Ver Texto,
que se concreta cuando una sociedad se disuelve, sin liquidarse, para constituír con la
totalidad de su patrimonio nuevas sociedades (art. 88 Ver Texto, ap. III, L.S.C.), esta
última circunstancia produce la resolución del contrato de cuenta corriente bancaria de
la cual pudiera ser titular la sociedad escindida, respecto de la cual se debe cancelar su
inscripción registral en razón de su disolución (arts. 84 Ver Texto, ap. 2º, y 88 Ver
Texto, inc. 6, L.S.C.). Respecto de las nuevas sociedades resultantes de la escisióndivisión, si desean operar en cuenta corriente deberan solicitarlo, cumpliendo en cada
caso con los requisitos comunes para peticionar su apertura.
36. SUSPENSIÓN DEL SERVICIO DE PAGO DE CHEQUES.
Producida algunas de las causales de resolución del contrato de cuenta corriente
bancaria, que estudiamos en el número anterior, no necesariamente el banco procederá
al cierre de la cuenta, pues en determinadas circunstancias queda autorizado a
mantenerla abierta.
En efecto, la regla 1.5.3.3, que reconoce su antecedente en el art. 29, circ. B-382/63, en
su ap. 1, dispone: que se podrá mantener la cuenta abierta cuando existieran operaciones
pendientes por los conceptos a que se refieren las reglas 1.1.1.4 a 1.1.1.6, que son los
débitos por los distintos cargos pactados por el cliente y el banco, v.gr., comisiones,
débitos automáticos, servicios que preste la entidad, operaciones de comercio exterior,
adelantos transitorios, los correspondientes intereses devengados, así como los
correspondientes a las multas impuestas al cliente.
Para definir en el segundo apartado, el fundamento y la finalidad de esta institución al
decir: "Esta figura ha sido creada exclusivamente para tales circunstancias y al único
efecto de finiquitar esas operaciones, a cuyo término se dispondrá el cierre definitivo".
En la práctica esta figura de suspensión del servicio de pago de cheques, de un lado,
facilita enormemente al banco el cobro de las sumas que el cliente pudiera llegar a
adeudarle por todas las operaciones comprendidas en el servicio de caja que le presta el
banco por medio de la cuenta corriente bancaria, pues concluídas ellas, en ejercicio de la
facultad que le concede el art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C.Com., quedará en condiciones
de cerrar la cuenta corriente y extender el certificado del saldo deudor resultante, que lo
habilita a demandar su cobro judicial por vía ejecutiva.
De otro lado, posibilita al cliente que aunque suspendido el servicio de cheques, pero no
cerrada la cuenta, puede depositar o hacer ingresar fondos en ella por cobros que el
banco, previamente autorizado, efectúe por su cuenta y orden, permitiendo la
disminución y, en su caso, la cancelación del saldo deudor obrante en favor del banco.
Es del caso señalar que este caso es un ejemplo muy claro que refuta terminantemente
que no se puede ni se debe identificar el servicio de caja con el servicio de cheques, así
como que es un error conceptual afirmar que el cheque es tipificante de la cuenta
corriente bancaria, pues puede existir ésta sin aquél mientras que la inversa no es
posible, pues no puede haber cheque, regular, como orden de pago dirigida al banco, si
no existe una cuenta corriente bancaria abierta contra la cual se gira (art. 1, L.Ch.).
JURISPRUDENCIA
La suspensión del servicio de pago de cheques constituye una modalidad propia y
característica de la cuenta corriente bancaria, cuyas causales y procedimientos, como la
posible rehabilitación, están regulados en los arts. 20 y ss., circ. B, 382; y arts. 29 y ss.,
R.F. 666 (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164).
(592) V. nº 13, a.
(593) V.: Williams, 2-A, 333, quien con todo acierto trata el tema titulándolo
"Resolución del contrato", afirmando, a continuación, que los casos que estudia son
supuestos que ponen fin al contrato.
(594) Conf.: Rodríguez Azuero, 217; Giraldi, Cuenta corriente, 111.
(595) Busso, III, 554; Cazeaux-Trigo Represas, II, vol. 1, 239.
(596) Conf.: Spota, Instituciones, III, 519: contrario disenso.
(597) V.: Planiol y Ripert, VI, nos. 370 y 428.
(598) Malagarriga, Tratado, II, 767; Cám. Penal Económico en pleno, RDCO, 1974, 87.
(599) V. nº 21, b, ap. IV.
(600) Conf.: Nougués, Clausura de una cuenta corriente bancaria por la extracción de la
totalidad de fondos, RDCO, 1974, 87, criticando el fallo plenario, cita en la nota 7.
(601) V. nº 29, b, aps. IV y VII.
(602) Gómez Leo, Reformas, 2ª ed., 93.
(603) Gómez Leo, Cheques, 28.
(604) Conf.: Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Bs. As., 1986, 144.
Contra: Cámara, I, 538, sin dar los fundamentos del porqué de la afirmación que "la
cuenta corriente no prosigue".
(605) V. nº 33, c.
(606) Doctrina uniforme: entre otros: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 848; Morando, 191,
nº 1; Vivante, IV, nº 1578; Williams, 2-A, 339.
(607) Sin embargo, en forma sugerente discurre Provinciali, II, 363: Se admite que el
contrato pueda ser mantenido con vida en el caso de continuación de la empresa, a tenor
del art. 90, ley de quiebras (italiana). Pero, sustituyéndose el organismo concursal del
quebrado, en relación de cuenta corriente, hay que estimar que esto determine la
constitución de una nueva relación, no continuación de la anterior.
(608) V.: H. Cámara, Disolución y liquidación de sociedades mercantiles, Bs. As.,
1959, 205; M. de la Cámara Álvarez, Estudios de derecho mercantil, Madrid, 1978, II,
639; A. Verón, Sociedades comerciales, Bs. As., 1982, 2, 186.
(609) Conf.: A. Rocco, Sulla liquidazione delle societ… commerciale, en Studi di
diritto commerciale, Roma, 1933, I, 201.
(610) Conf.: Williams, 2-A, 340; Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Bs.
As., 1986, 145.
(611) Conf.: Cámara, 501.
(612) Conf.: Garrigues-Uría, Comentarios a la ley de sociedades anónimas, Madrid,
1952, 212.
(613) Conf.: Williams, 2-A, 340.
(614) A. Velazco Alonso, La ley de sociedades anónimas, Barcelona, 1959, 512.
(615) Conf.: Williams, 2-A, 341.
37. POSIBILIDAD DE COMPENSACIÓN ENTRE VARIAS CUENTAS DE UN
MISMO TITULAR.
a) Generalidades.
Cuando una persona -física o jurídica- es titular de varias cuentas corrientes en una
misma institución bancaria se plantea el problema de saber si existe la posibilidad de
compensar los saldos acreedores de alguna o algunas de ellas con los saldos deudores
que puedan resultar de las otras cuentas. Asimismo, cabe preguntar si esa compensación
puede ser llevada a cabo por el banco cuando se den las condiciones objetivas (liquidez
y exigibilidad de los créditos) y subjetivas (identidad de sujetos), por ministerio de la
ley (arts. 818 Ver Texto y 819, C.Civ.). O si resulta necesario que se convenga en forma
expresa, entre el cliente y el banco, esa posibilidad.
Como en nuestro derecho no existen normas legales o reglamentarias concernientes a la
cuenta corriente bancaria que contemplen esa situación, nos referiremos en primer lugar
al derecho italiano, que contempla específicamente el caso que nos ocupa, para luego
extraer las conclusiones aplicables a nuestro país.
b) Código Civil italiano.
El art. 1853 del código de 1942 dispone que "si entre el banco y el cuentacorrentista
existen varias relaciones o varias cuentas, aun cuando sea en monedas diferentes, los
saldos activos y pasivos se compensan recíprocamente, salvo pacto en contrario".
La doctrina comercialista itálica ha interpretado este precepto en los siguientes
términos:
I) Se ha dicho (616) que la norma ha tenido por finalidad eliminar las dudas que podrían
derivar de la denominación de cuenta corriente dada a las relaciones bancarias, y dejar
perfectamente aclaradas las diferencias existentes con la compensación de la cuenta
corriente mercantil; en tanto, en los contratos bancarios regulados en cuenta corriente la
compensación opera según las normas del derecho común. Sin embargo, es probable
que el legislador haya tenido en cuenta una costumbre, confirmada por los reglamentos
de banco, según la cual todos los saldos activos y pasivos de las cuentas de un mismo
cliente se compensan entre sí.
II) El artículo citado prevé dos hipótesis: una estaría dada por la existencia simultánea
de varias cuentas, y la otra la constituye la existencia concomitante de varias relaciones.
Es decir, no pone límite ni hace distinción y, sobre todo, no dice que esa compensación
legal está prohibida, si la cuenta está destinada al pago de cheques. El solo hecho de que
la cuenta esté destinada al pago de cheques no implica que el banco haya renunciado a
incluír en tal cuenta sus eventuales créditos, ni que tal renuncia pueda considerársela
implícita en el contrato de cheque, no observándose incompatibilidad alguna entre tal
convención y la compensación de los créditos del banco. Dado que la compensación no
opera automáticamente, ya que constituyendo el ejercicio de un derecho potestativo, es
necesario que el banco ponga en conocimiento del cliente, de cualquier forma, su
propósito de incluír en la cuenta como débito su crédito extraño a la relación, evitando
así el peligro de que el cliente pueda emitir cheques que sin su culpa quedarían al
descubierto (617) .
III) Cuando se den algunas de las situaciones comprendidas que autoricen la
compensación legal según la norma que estamos estudiando, teniendo en cuenta el
carácter recepticio de la comunicación que debe efectuar el banco, tal compensación se
perfecciona en el momento del recibo o recepción de la comunicación por parte del
cliente, aun cuando sus efectos se retrotraen al momento de la efectiva coexistencia de
los débitos y los créditos, líquidos y exigibles (618) .
c) Las posibilidades en nuestro derecho.
Al no existir en nuestro derecho positivo normas expresas de las características de la
incluída en el código civil italiano, consideramos que no es posible que los bancos
efectúen la compensación ministerio legis de los saldos deudores y acreedores de
diversas cuentas cuya titularidad pertenezca a un mismo cliente, si no existe convenio
expreso en ese sentido (619) .
Tal convenio deberá determinar, taxativamente, los casos y las condiciones en las cuales
se autoriza la compensación. Ellos pueden adoptar distintas modalidades, entre las
cuales podemos citar las siguientes: I) Convención de compensación, mediante la cual
el banco queda autorizado a compensar los saldos acreedores y deudores de las diversas
cuentas que tiene el cliente en la institución. II) Combinación o fusión de cuentas, por la
cual, en las condiciones que el cliente y el banco acuerden, éste queda autorizado a
combinar cuentas corrientes distintas del mismo titular, extrayendo, en definitiva, el
saldo resultante de las fusiones que realice. III) Convenio o cartas de fusión. Se
establece, en oportunidad de la apertura de la cuenta corriente bancaria, que ésta, las ya
existentes y las que ulteriormente pueda abrir el cliente, aunque se lleven en forma
separada, constituyen y constituirán los elementos de una y sola cuenta corriente, que
es, por tanto, indivisible. IV) Acuerdo de compensación entre la cuenta corriente
bancaria y las otras relaciones negociales. Aunque, en rigor, no se trate de una
compensación entre saldos de dos o más cuentas corrientes, siguiendo el precepto
italiano trascrito antes, es de práctica en algunos bancos incluír entre las condiciones
particulares de los contratos bancarios que suscriben con sus clientes, la siguiente
cláusula: "En caso de tener más de una cuenta o de existir otras obligaciones o créditos
a nombre de los solicitantes, el banco queda autorizado a compensar los saldos,
pudiendo dar aviso a los solicitantes".
Esta clase de convenio, pacto, acuerdo o convención, tiene plena vigencia entre las
partes; sin embargo, su oponibilidad a terceros resulta problemática, respecto de los
cuales tales convenios son res inter alios acta (620) .
En caso de quiebra del cuentacorrentista rigen normas de orden público, como el art. 30
Ver Texto, L.C. y Q., que dispone: "La compensación sólo se produce cuando se ha
operado antes de la declaración de quiebra". Es decir, que los créditos y las deudas
compensables deben ser líquidas y exigibles antes de la declaración de quiebra (arts. 80
Ver Texto y 88 Ver Texto, L.C. y Q.), y no como consecuencia de ella (art. 828 Ver
Texto,
C.Civ.). Asimismo, habrá que tener en cuenta la fecha del convenio de compensación
suscrito entre el banco y el ahora fallido, porque si él ha sido otorgado en fraude de los
demás acreedores concurrentes dentro del período de sospecha, será oponible al
concurso (arg. arts. 118 Ver Texto y 119, L.C. y Q.) (621) .
JURISPRUDENCIA
No son compensables ipso iure las remesas de cuenta corriente bancaria que existen en
una institución de esta índole, con una deuda que con dicha institución bancaria tuviera
pendiente el titular de esa cuenta corriente (Cám. Fed. Rosario, LL, 43, 617).
38. DETERMINACIÓN DEL SALDO.
a) Generalidades.
En torno a este tema se han suscitado algunos matices polémicos que han dividido a la
doctrina y jurisprudencia. A fin de presentar un panorama amplio y comprensible de las
diversas cuestiones, exponemos en este y el próximo número todas aquéllas, aun cuando
algunas ya han sido tratadas y otras tengan una vinculación secundaria con el tema
central, para que, en nuestro concepto, coadyuven al mejor desarrollo de la exposición
que efectuamos.
b) Cierre y liquidación de la cuenta corriente bancaria.
El procedimiento lógico para determinar el saldo definitivo de una cuenta corriente
bancaria, comienza cuando ocurrida alguna de las causas ya estudiadas se produce la
terminación o resolución del contrato.
A ese primer estadio, que puede originarse en circunstancias fácticas y jurídicas
suficientemente explicadas en su diversidad, sigue, naturalmente, el cierre y la
liquidación de la cuenta, con determinación por el banco del saldo final.
Para que ese saldo resultante pueda ser considerado definitivo, será necesario que el
cuentacorrentista preste, expresa o tácitamente, su conformidad una vez que sea
notificado por medio fehaciente, al domicilio registrado en el banco.
JURISPRUDENCIA
Las causas de conclusión del contrato de cuenta corriente bancaria han sido
determinadas por los arts. 20 y ss. de la circular B-382 y arts. 23 y ss. de la circular R.F.
666 (Cám. Com., B, LL, 1980- A, 164).
En la cuenta corriente bancaria sólo existe clausura definitiva de ella, ya que la
liquidación y fijación del saldo únicamente proceden con motivo de la resolución o
rescisión del contrato (del voto de la minoría) (Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 19).
La referencia argumental a que la cuenta no se halla clausurada no es óbice para la
habilidad del título con que se acciona, pues el certificado bancario expedido conforme
a lo prescrito en el art. 793 Ver Texto del C. Com. presupone la mencionada clausura,
no siendo requisito esencial para la ejecutividad de aquél, que tal circunstancia esté
expresamente citada (C.Apel. C.C. Junín, 10 mayo 1990, ED, 139-748).
c) Suspensión del servicio de pago de cheques.
Sin embargo, si el banco tuviera operaciones que integrando el servicio de caja objeto
de la cuenta corriente estuvieran pendientes de liquidar, como ya dijimos, queda
autorizado para mantener la cuenta abierta con suspensión del servicio de pago de
cheques, al único efecto de finiquitar esas operaciones, a cuyo término la cerrará
determinando el saldo final (regla 1.5.3.3), que también requerirá la conformidad,
expresa o tácita, del cuentacorrentista para que pueda considerárselo saldo definitivo.
En este caso, como en el anterior, la conformidad debe ser prestada por el titular o quien
tenga derecho a girar contra la cuenta; si ésta fuera a orden conjunta se requerirá la
conformidad de todos los notificados; si fuera a orden recíproca, bastará con que uno de
ellos lo haga.
JURISPRUDENCIA
La suspensión del servicio de pago de cheques constituye una modalidad propia y
característica de la cuenta corriente bancaria, cuyas causales y procedimientos a seguir,
como la posible rehabilitación del cuentacorrentista, regulan la circular B, 382 (arts. 20
y ss.) y la circ. R.F. 666 (arts. 29 y ss.) (Cám. Com., B, LL, 1980- A, 164).
d) Pase del saldo deudor a cuenta de gestión y mora.
Es de práctica bancaria que al cerrar una cuenta corriente bancaria, si resulta un saldo
deudor, se lo trasfiera a una cuenta especial designada "De gestión y mora". Ello
importa un recaudo de técnica contable autorizado por el Banco Central (circ. B-971),
para que el banco que cerró la cuenta, además de cumplir con los recaudos
reglamentarios que le impone ese organismo de control, pueda gestionar la conformidad
del cuentacorrentista y, en su caso, el cobro -judicial o extrajudicial- del saldo resultante
en su favor.
Esta trasferencia o pase a "gestión y mora": I) tratándose, como se dijo, de un simple
recaudo de técnica contable, no surte efectos novatorios sobre la obligación resultante
del cierre de la cuenta, a cargo del cliente (622) ; II) por ello, no influye en modo alguno
en la naturaleza y efectos del crédito en favor del banco (623) ; III) y,
fundamentalmente, no influye en el curso de los intereses por el saldo de la cuenta
cerrada, que tienen carácter compensatorio y se devengan por imperio de la ley (arg. art.
785 Ver Texto, C.Com.). Es decir que son los mismos intereses que rigen durante la
vida de la cuenta corriente bancaria y que, naturalmente, no se detienen con su cierre.
Resulta necesario dejar totalmente aclarado aquí, sin perjuicio de lo que expresamos
más adelante, que para que el banco pueda incrementar la alícuota de interés que el
saldo deudor estuviere devengando -si es que no tiene convenido un plazo expreso para
satisfacer el saldo deudor resultante del cierre de la cuenta-, deberá interpelar al cliente,
medio idóneo de colocarlo en mora, que faculta al banco para adicionar el porcentual
correspondiente a los intereses moratorios (624) .
JURISPRUDENCIA
El asiento por el cual se cancela el saldo deudor de la cuenta corriente bancaria, por
habérselo incorporado a la cuenta de deudores morosos, importa un ajuste derivado de
la aplicación de la técnica contable; al incluírse ese saldo en la cuenta de créditos en
gestión y mora -como una de las alternativas impuestas por las circulares del Banco
Central-, no puede perdurar contablemente ese crédito en la cuenta clausurada del
deudor, puesto que importa una duplicación del mismo hecho patrimonial en los libros
del banco (Cám. Com., C, LL, 1979-C, 377; ídem, LL, 1984- A, 563).
El traslado por el banco del saldo deudor de la cuenta corriente bancaria a la cuenta de
deudores morosos, no importa movimiento de cuenta que desvirtúe que la cuenta
corriente está cerrada, ni afecta la habilidad del certificado como título ejecutivo (Cám.
Com., LL, 1979-C, 377).
La contabilización del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria en otra
denominada de gestión y mora, efectuada por disposición de una circular del Banco
Central, no constituye novación (Cám. Com., LL, 1979-C, 377; ídem, ED, 72, 685; B,
16/8/79, "Banco de Hurlingham S.A. c. Equinoquímica S.A.").
e) Aprobación del saldo final.
Si bien las posibilidades jurídico-legales para obtener la aprobación del saldo final de
una cuenta corriente bancaria son múltiples -v.gr., conformidad expresa o tácita,
sometimiento o arbitraje, recurrir a la justicia, etc.-, en la práctica la llevan a cabo los
bancos, mediante el envío de un extracto o liquidación de la cuenta, en la actualidad
confeccionada mediante computarización, al domicilio que el cliente tiene registrado en
el banco, dentro del quinto día de cerrada la cuenta, solicitándole su conformidad escrita
o, en su caso, las observaciones a que hubiere lugar, rigiendo al respecto las normas
contenidas en el art. 793 Ver Texto, aps. 1º y 2º, C.Com. Ellas determinan que las
observaciones que el cliente pudiera efectuar a la liquidación recibida, deben ser
presentadas dentro de los cinco días de notificado; caso contrario, se tendrán por
reconocidas las cuentas en la forma en que han sido presentadas y conformado el saldo
resultante.
Sin embargo, es necesario reiterar aquí que tales reglas legales de derecho sustancial
han sido modificadas por la regla 1.2.2.3, en el sentido de que el plazo de cinco días
mencionado se ha extendido a sesenta días, para observar el saldo remitido por el banco;
y también puntualizar que si bien la técnica legislativa empleada es enjuiciable al
modificar una norma de fondo, mediante una disposición reglamentaria, puede
admitírsela en función de que la modificación es en favor del cliente (625) .
Atento a lo expresado hasta aquí, tenemos que el banco puede obtener la aprobación del
saldo final, que lo trasformará en definitivo mediante la conformidad expresa o tácita
del cuentacorrentista, mediante el procedimiento descrito, que se halla establecido en el
art. 793 Ver Texto, aps. 1º y 2º, C.Com., y regla 1.2.2.3 y decimos puede -y es de buen
orden moral, comercial y empresario que lo haga- porque, como más adelante veremos,
tiene otro procedimiento mucho más expeditivo, que aunque no significa aprobación del
saldo, le posibilita el cobro compulsivo de él por medio de un juicio ejecutivo (art. 793
Ver Texto, ap. 3º, C.Com.).
Debemos dejar aclarado que cuando el procedimiento descrito más arriba y regulado por
el art. 793 Ver Texto, aps. 1º y 2º, C.Com., era el único camino para que los bancos, una
vez fijado el saldo definitivo, pudieran perseguir su cobro, se consideraba que no se
hallaban suficientemente protegidas en el recupero de sus créditos en mora originados
en saldos deudores de las cuentas corrientes cerradas. De un lado, por las dificultades
para ubicar y notificar al cuentacorrentista (626) , y, de otro lado, la necesidad de tener
que recurrir sea a la vía ordinaria (627) o, en el mejor de los casos, a la preparación de
la vía ejecutiva, mediante el previo reconocimiento judicial del saldo, que en la mayoría
de los casos derivaba en la ordinarización del proceso, si el deudor citado se
pronunciaba negativamente ante el requerimiento (628) .
Todo ello hizo que en el Primer Congreso Nacional de Derecho Comercial de 1940 el
Banco Español del Río de la Plata formuló una sugerencia destinada a: "e) cuentas
corrientes: 1) ampliar las disposiciones concernientes al saldo bancario que no ha sido
objetado, dándole carácter de título ejecutivo" (629) .
Tales reformas sugeridas se concretaron en 1946, mediante el decreto 16.364/46, que
agregó al art. 793 el 3er. párr., actualmente vigente, del cual nos ocupamos en el nº 37.
Antes de concluír, es dable adelantar algunos conceptos liminares, de suma importancia,
que evidenciados aquí, advertirán al lector sobre algunos matices trascendentes de los
temas que siguen, y que en nuestro concepto no siempre aparecen planteados con
claridad. A saber:
I) Si bien es de buen orden obtener la conformidad, expresa o tácita, del
cuentacorrentista, sobre el saldo final resultante del cierre de la cuenta, que lo convierte
en saldo definitivo y exigible, ello no obsta a su rectificación en los casos que
estudiamos en el apartado siguiente: letra f.
II) El procedimiento descrito para la aprobación del saldo, previsto en el art. 793 Ver
Texto, aps. 1º y 2º, C.Com., no implica per se la constitución en mora del
cuentacorrentista, y si no hubiera plazo pactado previamente para el pago, será
necesario, una vez conformado el saldo definitivo, efectuar la correspondiente
interpelación al deudor para colocarlo en mora.
III) La aprobación o conformación del saldo no resulta necesaria ni obligatoria para el
banco, cuando éste, una vez cerrada la cuenta corriente bancaria, ejerce el derecho que
le concede el art. 793 Ver Texto, 3er. párr., C.Com. En uso de él, al extender el
certificado que esa regla prevé con las debidas formalidades, sin necesidad de notificar
al cuentacorrentista, ni obtener su aprobación, queda habilitado para iniciar su cobro
judicial mediante el respectivo juicio ejecutivo autorizado por las normas de fondo y
forma, que rigen la especie.
JURISPRUDENCIA
El art. 793 Ver Texto, 1º y 2º párr., C. Com., se refirió originariamente al procedimiento
que los bancos debían seguir para obtener la conformidad -expresa o tácita- del saldo
deudor de la cuenta corriente bancaria, que por hipótesis, puede ser en favor del cliente
o en favor del banco (Cám. C.C.L, Rafaela, Z, R.8. 783).
Periódicamente el banco remite al cliente un duplicado de la hoja o extracto para su
información y conformidad (art. 793 Ver Texto, C.Com.), que establece una presunción
iuris tantum, de conformidad con el movimiento registrado, si dentro del término legal
no reclama por las operaciones registradas o por no haber recibido el extracto (Cám.
Com., B, ED, 122, 418), pero tal circunstancia no precluye el derecho de obtener su
rectificación, en razón de errores o vicios formales que padezca (Cám. Com., JA, 1985II, síntesis), y ello es así pues toda aprobación de cuenta se integra con dos
declaraciones unilaterales de verdad o enunciativas, por lo que tal aprobación configura
un reconocimiento de una obligación preexistente, que debe ceder ante el contenido de
la prestación original (art. 723 Ver Texto,
C.Civ.) que no produce novación, ni modifica objetivamente la relación (Cám. Com., C,
LL, 1986-B, 605).
El banco cumple con su obligación de remitir el estado de cuenta, para su conformación
al domicilio constituído por el cliente en oportunidad de la apertura de la cuenta
corriente bancaria, mientras no sea expresamente modificado (Cám. Fed. C.A. I, LL,
1986-E, 99; Cám. Com., C, ED, 7, 742).
f) Rectificación del saldo.
La aprobación amigable o judicial del saldo o por conformidad expresa o tácita del
cuentacorrentista, con el extracto remitido a su domicilio (arts. 73 Ver Texto, 790 Ver
Texto, 793 Ver Texto, ap. 2º, C.Com., y arts. 915 Ver Texto y 919 Ver Texto, C.Civ.),
no obsta al derecho de éste para obtener la rectificación del saldo por error de cálculo,
omisiones, artículos extraños, o indebidamente llevados al débito o crédito, o
duplicación de partidas (630) , pues la aprobación del saldo no implica una declaración
de voluntad negocial, en sentido técnico, sino sólo una declaración de verdad, que tiene
naturaleza confesoria de un hecho pasado: la realidad aritmética de los asientos de la
cuenta y su reflejo en el saldo (631) . De allí que la eficacia de la aprobación, en tanto
declaración confesoria, halla su fundamento en la verdad de los hechos admitidos, es
decir, se apoya sobre el presupuesto fáctico de que esos hechos se hayan verificado
efectivamente (632) , porque es indudable, dentro de la normalidad de la vida cotidiana,
que nadie reconocerá hechos que le sean desfavorables, en el caso de que no sean
verdaderos (633) . Es de toda obviedad que bastará la prueba de la discordia entre lo
verdadero y la declaración de verdad, para que la eficacia de esta última caiga, sin
necesidad de indagar si el error es o no esencial (634) .
El derecho para solicitar la rectificación prescribe a los cinco años, término que corre a
partir de la aprobación efectuada (635) .
I. Vía procesal.
El camino procesal adecuado para deducir la rectificación del saldo de una cuenta
corriente bancaria, no es el de oponer tal derecho en el juicio ejecutivo en el cual el
banco ejecuta el certificado que establece el art. 793 Ver Texto, ap. 3, C.Com., pues en
ese tipo de proceso está vedado discutir la integración del saldo, ya que ello sería entrar
a la discusión de la legitimidad de la causa del título base de la ejecución (arg. art. 544
Ver Texto, inc. 4, C.Proc.) (636) .
II. Rectificación y revisión.
Pero hay que tener en cuenta, como hemos señalado antes de ahora, que esta
rectificación que nos ocupa debe ser distinguida de la posible revisión de la cuenta, que
implicaría la reapertura de la discusión sobre la procedencia de la inclusión o exclusión
de determinadas partidas, pues esta última deviene improcedente, por extemporánea,
con posterioridad a su aprobación extrajudicial -expresa o tácita-, arbitral o judicial
(637) .
III. Posible supuesto de revisión.
Sin embargo, como hemos manifestado al anotar un fallo de la Excma. Cámara de
Apelaciones, Civ. y Com. de Rosario, Sala IV, existe la posibilidad de pedir la revisión
de la cuenta, en el siguiente supuesto: supongamos que el Banco utilizó, como es de
práctica, el procedimiento que autoriza el tercer párrafo del art. 793 Ver Texto, C. Com.,
agregado según el decr. 15354/46, y extrajo el certificado del saldo deudor de la cuenta
corriente, que posibilita su cobro compulsivo por medio de la vía ejecutiva.
En ese caso, y en aplicación de la doctrina plenaria establecida en "Banco de Galicia y
Buenos Aires c. Lussich, J., y otros" Ver Texto (638) , el banco no tuvo necesidad de
notificar al deudor pidiendo su conformidad y, por tanto, estarán dadas las condiciones
para que éste pueda pedir la revisión de la cuenta corriente, lo que si bien deberá
plantear en el juicio de ejecución del saldo, conforme al art. 553 Ver Texto, C.Proc.,
deberá ser ventilado en el juicio ordinario posterior al proceso ejecutivo iniciado por el
banco.
Sentado ello, conviene preguntarnos cuáles rubros, asientos o artículos incluídos en la
cuenta pueden ser cuestionados.
Siguiendo el devenir lógico de los hechos, consideramos que la porción de la cuenta
corriente sujeta a revisión, será, en la mayoría de los casos, la que corre desde la
conformación -generalmente tácita, por no haber sido observada por el cliente- del
último resumen periódico enviado, rutinariamente, por el banco, hasta el cierre de la
cuenta. Lo que no es poco, porque en ese momento culminante -además del probable
descubierto que existirá- generalmente se efectúan todos los débitos que el cliente pudo
pactar que se le carguen en su cuenta. Y adquirirá papel protagónico la ampliación a 60
días, que ha efectuado la regla 1.2.2.3 del período necesario para tener por conformado
tácitamente el saldo comunicado al cliente, por el silencio de éste.
O dicho de otra manera, si por hipótesis el banco remite todos los fines de mes el
extracto con el movimiento y saldo de la cuenta y ésta se cierra durante el mes de junio
(o antes) y se extiende el certificado de saldo deudor que prevé el art. 793 Ver Texto,
ap. 3, C.Com. El cuestionamiento y revisión que se puede hacer será respecto de todos
los movimientos efectuados en la cuenta desde el 1 de abril, pues también por hipótesis,
han quedado conformados los movimientos y saldos comunicados hasta el 31 de marzo,
pero no los posteriores, los que quedan sujetos a revisión en los términos explicados.
JURISPRUDENCIA
Del mismo modo en que el banco acredite activos en la cuenta corriente de su cliente,
cuando estima que así debe ser -se trate de un depósito, autorización para girar en
descubierto o del cobro a un tercero por mandato de un cliente, etc.-, puede dejarlos sin
efecto (Cám. Com., D, LL, 1984-A, 549).
Procede la rectificación del saldo de la cuenta corriente bancaria si el banco incurrió en
error al acreditar dos cheques que no correspondían (Cám. Com., B, LL, 151, 50).
Si bien los saldos no se los puede discutir cuando no fueron observados en el lapso
marcado por la ley, ello no implica ni se refiere a aquellos casos en que el perjuicio del
cuentacorrentista surge de una negligencia evidente del banquero, que se apartó de las
más elementales normas del caso y en que aparece una maniobra por parte de quienes
intervinieron en la entrega del cuaderno de cheques y en la posterior desaparición del
cheque del banco (Cám. Fed. Tucumán, LL, 132, 567).
La aprobación de las cuentas y sus saldos en aplicación de lo reglado por el art. 793 Ver
Texto, C. Com., no precluye el derecho de obtener una rectificación por errores u otros
vicios que se padezca, de análoga manera a lo que acontece con la aprobación de
cuentas rendidas conforme a lo dispuesto por el art. 73 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com.,
C, LL, 1986-B, 605).
También se ha declarado que el art. 793 Ver Texto, C.Com., inhibe cuestionar
argumentalmente el saldo definitivo fijado en la cuenta; pero no deroga la posibilidad de
revisar con fundamento partidas viciadas de la cuenta, para lo cual el art. 790 Ver Texto,
C.Com., otorga 5 años. Ésa es la interpretación que hace compatible ambas normas
(Cám. Com., D, LL, 1985-A, 145).
La única reserva que se debe admitir al principio de inmutabilidad de las registraciones
asentadas en cuenta corriente una vez aprobada ella, se refiere a los vicios puramente
formales o a errores de cálculo. Por ello se descarta la introducción de cuestiones
sustanciales atinentes a la legitimidad de las inclusiones o eliminaciones de partidas
(Cám.
C.C., IV, Rosario, LL, 1994-A, 219, con nota de O. R. Gómez Leo).
La aprobación del saldo de una cuenta corriente bancaria, por aplicación de la norma
incluída en el art. 793 Ver Texto, C.Com., no hace precluír todo derecho al
cuentacorrentista a impugnar posteriormente el estado de la cuenta respectivo (Cám.
C.C., IV, Rosario, LL, 1994-A, 219, con nota de O. R. Gómez Leo).
El art. 790 Ver Texto, C.Com., prevé exclusivamente la acción para el arreglo o
rectificación de la cuenta corriente sin estar legalmente prevista la posibilidad de
introducir esta cuestión por vía de excepción. Al respecto, se debe comparar con la
diversa regulación que el art. 1058 bis Ver Texto, C. Civ., dispone para la declaración
de nulidad o anulación de los actos jurídicos (Cám. Com., D., LL, 1990-A, 510).
Se debe distinguir entre el pedido de revisión de una cuenta aprobada y la solicitud de
rectificación de ella; esta última no reabre la cuenta a una rendición general, pues
persigue la discusión de determinados artículos cuya impugnación se hace específica y
determinada. En cambio, la revisión pone en tela de juicio la cuenta toda, lo cual no es
permitido por la ley, so pena de hacer interminables los juicios y favorecer a los
deudores de mala fe (Cám. C.C., IV, Rosario, LL, 1994-A, 219, con nota de O. R.
Gómez Leo).
La jurisprudencia prevaleciente ha establecido que no existe un plazo de prescripción
especialmente establecido para la cuenta corriente bancaria (Cám. Com., E, ED, 126,
564), por lo que corresponde aplicar a la acción de cobro del saldo deudor en favor del
banco, resultante de esa clase de cuenta corriente (Cám. Com., D, JA, 1990-I, síntesis),
el plazo quinquenal del art. 790 Ver Texto, C.Com., específicamente establecido para la
cuenta corriente mercantil (Cám. Com., E, ED, 126, 564), el cual se computa a partir de
su cierre (Cám. Com., B, JA, 1992-I, 800 Ver Texto).
Con un criterio distinto, también se ha resuelto que siendo un contrato autónomo, con
notorias diferencias con la cuenta corriente mercantil, a falta de un plazo de prescripción
específicamente previsto para la ejecución del saldo deudor en cuenta corriente
bancaria, él debe ser el contemplado por el art. 486 Ver Texto, C. Com., para la
prescripción ordinaria en materia comercial (Cám. C.C., IV, Rosario, LL, 1992-E, 284).
(616) A. Fiorentino, Depósito. Conto corrente. Contratti bancari, en Commentario del
Codice Civile, bajo la dirección de Scialoja-Branca, Bolonia-Roma, 1956, 512.
(617) Molle, 417.
(618) Maccarone, II, 624.
(619) Conf.: Molle, 390; Vasseur-Marim, 492; Escarra y Rault, VI, nº 531; Brunelat, La
protection du banquier au cas de faillite du remettant en compte courant, París, 1963, nº
68; Rives-Lange, 226; M. Megrah, Paget´s law of banking, Londres, 1964, 126;
Malagarriga, Tratado, II, 765; Giraldi, Cuenta corriente, 133; Williams, 2-A, 323.
Contra: J. C. Malagarriga; J. M. Santillán, Bancos y sociedades financieras, Bs. As.,
1964, 65; Nougués: los fondos existentes en una cuenta bancaria debe ser permanente
garantía de las deudas que, por cualquier motivo, contraiga el cliente con el banco.
Negarlo significaría un importante aspecto del negocio bancario.
(620) Conf.: Hamel, I, 399, respecto de las convenciones de compensación. Contra:
Rives-Lange, 459, que las considera lícitas, sin que con ellas las partes no pretenden
quebrar la regla de igualdad entre los acreedores, sino simplemente prevenirse respecto
de los riesgos de la falta de pago.
(621) Conf.: Giraldi, Cuenta corriente, 119.
(622) Conf.: Cám. Com., B, 16/8/79, "Banco de Hurlingham S.A. c. Equinoquímica
S.A.".
(623) Conf.: Cám. Com., C, ED, 72, 685.
(624) Conf.: Cám. Com., en pleno, LL, 1985-A, 19, especialmente la ampliación de
fundamentos de los Dres. Anaya, Caviglione Fraga y Quintana Terán.
(625) Conf.: Giraldi, Cuenta corriente, 118.
(626) Cám. Com., JA, 30, 447; es improcedente la notificación de la liquidación de la
cuenta por edictos, por lo cual la notificada en esa forma y no observada, no es título
que traiga aparejada ejecución.
(627) Conf.: Cám. Fed. La Plata, JA, 13, 54; Cám. Com., JA, 26, 1314; J. Labanca, En
torno a la interpretación del art. 793, C. Com., en ED, 7, 736; Giraldi, Cuenta corriente,
123.
(628) Conf.: Williams, 2-A, 342.
(629) Actas, Bs. As., 1943, I, 54; lo propio hizo el Dr. C. Suárez, en una proposición
para ampliar: Las seguridades de las partes contratantes, en cuanto a la liquidación del
contrato (I, 453) aunque sin acompañar fundamentos.
(630) Conf.: Segovia, II, nº 2620; Malagarriga, V, nº 201; Giraldi, Cuenta corriente,
122; Williams, 2-A, 375; Cám. Com., B, 29/12/67: rectificación por vía judicial; ídem,
ED, 49, 739.
Contra: Nougués, 71.
(631) Conf.: Garrigues, 172.
(632) Conf.: Fiorentino, Dei contratti bancari, 406.
(633) Conf.: Garrigues, 172.
(634) Fiorentino, lug. cit.; Giraldi, Cuenta corriente, 122.
(635) V. nº 15. Conf. Giraldi, Cuenta corriente, 123.
(636) Conf.: Cám. Com., LL, 59, 213; Cám. Com., C, LL, 1983-B, 605; D, LL, 1985-A,
145.
(637) Conf. Bonelli, 89; Malagarriga, V, nº 184.
(638) LL, 136, 209.
39. LA PROBLEMÁTICA DE LOS INTERESES MORATORIOS.
a) Generalidades.
La doctrina judicial presenta marcadas discrepancias sobre las condiciones necesarias
para que los bancos tengan derecho a percibir intereses moratorios sobre el saldo
resultante en su favor, en oportunidad del cierre de una cuenta corriente bancaria.
Las divergencias versan, de un lado, sobre cuestiones generales del derecho de
obligaciones -v.gr., no distinción de la exigibilidad de una deuda y de la colocación del
deudor en estado de mora-; de otro lado, sobre la cuestión específica en la cuenta
corriente de cuándo el saldo es exigible y cuándo el cuentacorrentista entra en mora.
Para facilitar el conocimiento y comprensión del mosaico de opiniones vertidas, así
como de permitir apreciar la fundamentación de nuestra opinión respecto,
especialmente, de la última de las cuestiones enunciadas, comenzamos exponiendo
algunas cuestiones conceptuales, proseguimos reseñando diversos pronunciamientos
judiciales, para finalizar expresando las conclusiones que entendemos que corresponde
extraer sobre este tema.
b) Clases de intereses.
En términos generales, los intereses pueden ser clasificados desde diversos puntos de
vista (639) . Los que aquí nos interesan son las clasificaciones según su función
económica y según su fuente.
Según su función económica se distinguen los intereses compensatorios (o lucrativos),
que tienen por fundamento retribuír el uso del capital ajeno, en tanto se los considera
frutos civiles de él; de los intereses moratorios (resarcitorios), que se devengan en
concepto de indemnización, por el perjuicio sufrido por el acreedor ante el retardo o
mora del deudor.
Según su fuente (u origen), los intereses pueden ser clasificados en convencionales o
legales, según se originen en un convenio de partes o deriven de la ley por razones de
equidad, en función del solo uso de dineros ajenos (640) .
Sentado ello, corresponde reiterar que en caso de existir pacto expreso que obligue al
cuentacorrentista a satisfacer el saldo deudor resultante luego de un determinado plazo,
desde el cierre de la cuenta corriente bancaria los intereses moratorios pactados corren,
automáticamente, en virtud de la mora ex contractu, acaecida por el solo trascurso del
tiempo convenido (arg. art. 796 Ver Texto, C. Com., y art. 509 Ver Texto, 1er. párr.,
C.Civ.). Por natural implicancia, si no existe pacto expreso convenido, será necesario la
constitución en mora del cliente para que nazca el derecho del banco a percibir los
intereses moratorios correspondientes.
Sin embargo, no hay que olvidar que tratándose de un contrato oneroso, los intereses
compensatorios (o lucrativos) no se detienen en su curso por el cierre de la cuenta, y en
caso de no estar pactada la tasa, serán los corrientes en operaciones de esta naturaleza.
O dicho de otro modo: los intereses compensatorios, en tanto frutos civiles, continúan
devengándose, con independencia de que el deudor haya o no sido colocado en mora
(641) .
Con lo expuesto, queda delimitado que la cuestión a dilucidar versará sobre la
determinación de los requisitos que son necesarios para que el saldo deudor resultante
de una cuenta bancaria -en caso de que no haya convenio expreso- devenguen intereses
moratorios, los cuales podrán ser adicionados a los intereses compensatorios que,
naturalmente, produce el saldo de la cuenta (arts. 777 Ver Texto, inc. 4, 784 Ver Texto,
785 y 795 Ver Texto, C.Com.) (642) .
JURISPRUDENCIA
Si existe una convención entre el cliente y el banco, prescriptiva del automático estado
de mora al cabo de cierto período, el banco queda autorizado para elevar la alícuota del
interés que estuviera devengando, naturalmente, la sola existencia del saldo deudor de la
cuenta corriente bancaria (del voto de la mayoría) (Cám. Com., en pleno, LL, 1985-A,
19).
La cuenta corriente bancaria solamente puede devengar intereses en el supuesto que el
Código argentino denomina "en descubierto" (art. 791 Ver Texto, C. Com.), es decir,
cuando se opera con anticipos, o, más genéricamente, con crédito abierto por el banco.
Como contrapartida o contraprestación de estas disponibilidades crediticias se fijan amén de comisiones y gastos- intereses (art. 795 Ver Texto, C.Com.) capitalizables (art.
796 Ver Texto). Estos réditos, tal como los que se considera connaturales con la cuenta
corriente mercantil (art. 777 Ver Texto, inc. 4), son compensatorios. Las conclusiones
que dejamos sentadas no resultan afectadas, ni alteradas por la regla del art. 785 Ver
Texto, C.Com., pues la determinación del saldo no excluye que los intereses pactados o
legales continúen su curso como antes del cierre, pues estos intereses se devengan con
independencia de que el saldo sea exigible. O sea, que como lo ha reconocido
expresamente la doctrina, lo dispuesto por el art. 785 Ver Texto, C. Com., significa que
el curso de los intereses a que se refiere el art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com., no se
detiene con el cierre de la cuenta corriente (de la ampliación de fundamentos al voto de
la mayoría, de los Dres. Quintana Terán, Anaya y Caviglione Fraga) (Cám. Com., en
pleno, LL, 1986-E, 232).
Corresponde admitir intereses desde el cierre de la cuenta corriente, porque el
devengamiento automático de intereses por los saldos insolutos halla respaldo legal en
el art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com., aplicable a la cuenta corriente bancaria por ser
una especie de la cuenta corriente (Cám. Com., D, LL, 1992-D, 519; A, JA, 1990-I,
síntesis; B, ED, 143, 688). Tales intereses son compensatorios y se devengarán a una
tasa del 6 % anual, desde el cierre de la cuenta hasta la constitución en mora (Cám.
Com., D, JA, 1991-III, 37 Ver Texto), razón por la cual es improcedente retrotraer el
comienzo de su curso a la fecha de una comunicación anterior al cierre de la cuenta, por
una suma distinta de la ejecutada (Cám. Com., D, JA, 1992-IV, 274 Ver Texto).
En la cuenta corriente bancaria los intereses devengan sobre el saldo con independencia
del cierre de la cuenta, ya que es inherente a esa operación la producción de aquéllos
(art. 777 Ver Texto, inc. 4, C. Com.); en cambio, la constitución en mora podría
autorizar a computar intereses punitorios, si así se hubiese convenido o actualizar lo
adeudado con los intereses correspondientes (Cám. Com., E, ED, 141, 335); por ello la
clausura de la cuenta es irrelevante, tanto para el devengamiento de los primeros, como
para la constitución en mora (Cám. Com., E, ED, 142, 382).
El capital debido por la ejecución promovida sobre la base de un certificado de saldo
deudor en cuenta corriente bancaria, devengará intereses desde la fecha de intimación
de pago al deudor (Cám. Com., ED, 131, 583, con nota de F. H. Payá [h.]), y la tasa será
la que cobre el Banco de la Nación sobre los descubiertos en sus cuentas corrientes
(Cám. Com., D, JA, 1993-IV, 304).
Si bien se ha resuelto que mediando obligación de pago de intereses en materia de
cuenta corriente bancaria, su capitalización se halla legalmente prevista, salvo pacto en
contrario. No existiendo tal pacto, de conformidad con lo establecido en los arts. 509
Ver Texto, 622 Ver Texto, C. Civ., y arts. 560 Ver Texto, 571 Ver Texto, 791 Ver
Texto, 793 Ver Texto, 795 Ver Texto, C.Com., los intereses moratorios que acompañen
al capital reclamado en concepto de saldo deudor y que integren la condena pueden
legítimamente liquidarse con capitalización por trimestre (Cám. C.C. 1ª, III, La Plata,
causa 213.291, Reg. int. 284 del 8/10/1992), salvo como en el caso de autos, donde
existe convenio expreso de capitalización mensual (Cám. C.C. 2ª, II, La Plata, causa,
80.381, del 4/4/1995).
También se ha sentenciado que si bien el art. 795 Ver Texto,
C. Com., admite la capitalización de intereses trimestralmente, salvo pacto contrario, lo
cierto es que está referido, en principio, a las operaciones normales entre el banco y el
cliente y como consecuencia de la normal operatividad de la cuenta corriente, pero de
ningún modo se refiere a los intereses adeudados a partir de la constitución en mora del
deudor y del cierre de la cuenta (Cám. C.C. 1ª, II, La Plata, causa 213.298, Reg. int.
559, del 22/9/1992), y ello debe ser así, teniendo en cuenta el criterio de interpretación
restrictivo que debe hacerse del art. 795 Ver Texto, C. Com. (Cám.
C.C. 2ª, I, La Plata, causa 79.930, Reg. int. 36, del 7/3/1995).
c) Las tendencias jurisprudenciales.
Los diversos pronunciamientos dictados por la Cámara en lo Comercial de la Capital
Federal pueden ser sintetizados del siguiente modo:
I) La Sala A (643) , al resolver un recurso contra la sentencia de 1ª instancia que fijó
como fecha de constitución en mora la de la expedición del certificado del saldo deudor
de una cuenta corriente bancaria, revocó ese pronunciamiento, declarando que la fecha
de constitución en mora fue la del cierre de la cuenta corriente, y no la fecha de
expedición del certificado, razón por la cual mandó calcular la devaluación monetaria y
los intereses del 6 %, a partir de aquélla. Fundando su decisión en que la cuenta
corriente bancaria, en nuestro derecho, es un contrato autónomo sujeto en primer
término a los preceptos de ese capítulo y, en lo que sean aplicables, a los del capítulo
anterior relativos a la cuenta corriente mercantil (Fernández, Código de Comercio
comentado, III, 498/499), siendo aplicable entonces el art. 785 Ver Texto, que prevé la
productividad de intereses sobre el saldo (644) .
II) La Sala B (645) resolvió que el plenario del fuero de fecha 5/9/69 (646) determinó
que el certificado bancario es hábil, no siendo necesario demostrar que el saldo fue
hecho conocer al deudor. Consecuentemente, al determinarse que el procedimiento
ejecutivo es idóneo a efectos de ejecutar el saldo, se está reconociendo la exigibilidad
del saldo y, por tanto, la mora del deudor (647) .
III) La Sala C (648) resolvió que al no haber sido acreditado en autos que el cierre de la
cuenta corriente haya sido notificado en los términos del art. 792 Ver Texto, C.Com.
(conc. art. 20, inc. a, circ. B-382, B.C.R.A.), respecto del momento en que se produjo la
mora deberá estarse a la fecha que se ha fijado en el decisorio de 1ª instancia, o sea,
aquella de la época en que se practicó la diligencia de intimación de pago y citación de
remate; ello por ser ésta la primera oportunidad -a la luz de la constancia del
expediente- en que la parte demandada conoció el reclamo (esta Sala: "Banco de
Crédito Rural Argentino S.A. c. Venezia S.A.", del 23/3/79).
IV) La Sala D (649) resolvió que para la ejecución del saldo deudor de una cuenta
corriente bancaria es suficiente su clausura, aun sin comunicación al cliente, para
agregar que los accesorios devengan desde la fecha de emisión del certificado de la
ejecución. Y ello en razón de que el curso de los intereses no viene como efecto de la
mora sino que es un efecto propio de la naturaleza misma de la cuenta bancaria (arts.
795 Ver Texto y 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com.). Por esto, los frutos del capital son
debidos desde la época de clausura de la cuenta, ya que ello es sólo la subsistencia de la
situación precedente (650) .
V) Por último, la Sala E (651) declaró que no habiéndose cumplido respecto del deudor
principal la comunicación prevista en el párrafo 1º del art. 793 Ver Texto, C.Com., la
fecha de fijación de la mora es aquella en que se practicará la intimación de pago y
citación de remate, por resultar la primera oportunidad en que se hizo conocer a la parte
demandada el pertinente reclamo (conf. esta Sala, in re "Banco Sudameris c. Millamil
S.A.", del 4/8/81).
d) El fallo plenario.
A consecuencia de los pronunciamientos encontrados que presentaba la doctrina
judicial, al prosperar el recurso de inaplicabilidad de la ley, en la última de las causas
reseñadas en el parágrafo anterior, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial
convocó a acuerdo plenario, para resolver la siguiente cuestión: "Si para la constitución
en mora del cuentacorrentista basta el cierre de la cuenta corriente que determinó el
saldo deudor o es necesaria la notificación a que se refiere el art. 793 Ver Texto,
C.Com.".
Empero, la doctrina plenaria sentada en esa oportunidad modificó la cuestión propuesta,
al resolver, por mayoría, que "la mora de base legal del cuentacorrentista responsable
del saldo deudor requiere la comunicación del párrafo primero del art. 793 Ver Texto,
C.Com., o la comunicación del párrafo segundo del art. 509 Ver Texto, C.Civ." (652) .
La minoría, en cambio, sostuvo que teniendo en cuenta lo resuelto por el acuerdo
plenario del 8/9/69 (653) , la mora del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria
corre a partir de la emisión del certificado, por cuanto el incumplimiento por parte del
cliente de la obligación contraída, en oportunidad de la celebración del contrato, de
mantener suficiente provisión (art. 791 Ver Texto, C.Com., y OPASI 1/1.1.2.2.1), es
causa de la resolución de pleno derecho de él, lo cual produce la liquidación de la
cuenta y faculta a la entidad bancaria a la emisión del certificado aludido (654) .
e) A modo de conclusión.
Releyendo el fallo plenario dictado y con la finalidad de extraer de él valiosas
consideraciones sobre algunos aspectos relativos al esclarecimiento del tema que nos
ocupa, debemos expresar que coincidimos con varias de las allí vertidas; sin embargo,
rechazamos las referidas por la doctrina plenaria establecida, en lo que respecta a la
alusión del art. 793 Ver Texto, C. Com. Debido a ello, en una primera aproximación
exponemos una y otras en forma separada, para concluír expresando nuestra opinión
sobre el modo idóneo y el tiempo oportuno de constituír en mora al cuentacorrentista.
I. Coincidencias.
A) Nuestro legislador ha incluído a la cuenta corriente bancaria como un capítulo del
título XII, bajo la denominación "De la cuenta corriente", de lo cual resulta que en
nuestro derecho la cuenta corriente es un contrato autónomo, sujeto en primer término a
los preceptos del capítulo II, específico del contrato que nos ocupa, y en lo que sean
aplicables, a los del capítulo I, relativo a la cuenta corriente mercantil (655) .
B) Según el criterio expuesto y teniendo en cuenta que armonizan con la naturaleza y
finalidades de la cuenta corriente bancaria, conceptuamos que son aplicables a ella,
entre otros, el art. 774 Ver Texto, inc. 4, C.Com., que determina el devengamiento de
intereses compensatorios del saldo deudor de la cuenta corriente bancaria, como natural
consecuencia de la onerosidad de éste y el carácter de frutos civiles que tienen aquéllos
para el acreedor, como contrapartida del empleo útil que supone el uso del capital ajeno
para el deudor.
C) Tales intereses compensatorios corren durante la vigencia del contrato que estamos
estudiando, y una vez cerrada la cuenta no se detienen, sino que persisten devengándose
naturalmente, sin que ello sea una consecuencia necesaria de la exigibilidad del saldo o
de la puesta en mora del deudor (656) . Esta última otorga al banco el derecho de
incrementar la alícuota de interés que el saldo devengará a partir de esa fecha. El nuevo
porcentual exigible quedará integrado con la tasa de interés compensatorio que persiste,
con más la tasa de intereses moratorios que puede adicionar con carácter sancionatorio
por el retardo incurrido hasta el efectivo pago.
D) Considerar que se perfecciona el estado de mora del deudor, con la determinación
del saldo de la cuenta corriente bancaria producido por el cierre de ella (657) o con la
emisión del certificado del saldo deudor que prevé el art. 793 Ver Texto, 3er. párr.,
C.Com. (658) , no es acertado. Ello es así porque la exigibilidad de una deuda se refiere
sólo al elemento material u objetivo de la mora del deudor cuando no existe plazo
fijado, necesitando de otros elementos para su composición o perfeccionamiento, como
son la imputabilidad del retardo que supone culpa o dolo del deudor (elemento
subjetivo) y la interpelación, que le otorgue la oportunidad para cumplir con su
obligación (elemento formal) (659) .
II. Discrepancias.
Sin embargo, no estamos de acuerdo en los siguientes aspectos, pues:
A) Considerar que se cumple con la interpelación que constituye en mora al deudor
mediante el envío de la comunicación que prevé el art. 792 Ver Texto, C.Com. (660) , o
con la remisión de la liquidación prevista por los dos primeros párrafos del art. 793 Ver
Texto, C.Com. (661) , en nuestro concepto no es acertado.
En el primer caso, porque la comunicación prevista en el art. 792 Ver Texto, C.Com., en
concordancia con la regla 1.3.2, OPASI 2/88, efectuada por el banco, no cuenta con
virtualidad, per se, para producir la mora del cuentacorrentista, ni el cierre de la cuenta.
Con la siguiente variante a tener en cuenta: 1) si el cliente, al recibir la comunicación,
procede a devolver los formularios de cheques no utilizados, el cierre tendrá lugar luego
de trascurrido el plazo legal igual al establecido para la validez de los cheques -30 o 60
días, según se hubieran librado en el país o desde el extranjero, respectivamente-,
contado desde la fecha de la recepción de esa notificación; 2) si el cliente no cumpliera
con devolver los formularios de cheques no utilizados y se aplicara, por analogía, la
regla 1.3.3, in fine, OPASI 2/88 vigente entonces, correspondería cerrar la cuenta a los
diez días de la notificación. Es decir, que en ambas hipótesis la mentada comunicación
que menciona el art. 792 Ver Texto, C.Com., no tiene virtualidad para constituír en
mora al cuentacorrentista, pues no existe saldo definitivo ni exigible, y esa falta de
exigibilidad obsta a la existencia de uno de los elementos constitutivos de la mora: esto
es, el retardo como elemento material u objetivo (662) . Es del caso recordar aquí que la
comunicación del art. 792 Ver Texto, C.Com., si no existe plazo convenido, es una
condición para la procedencia de que el banco resuelva unilateralmente el contrato que
nos ocupa, y vencido el plazo correspondiente proceda al cierre de la cuenta y a la
determinación del saldo. Es decir, reiteramos que en este caso la extinción del contrato
de cuenta corriente no tiene lugar por el cierre de la cuenta, sino que es a la inversa: la
existencia, término o resolución del contrato provoca el cierre o clausura de la cuenta
(663) .
En el segundo caso, porque la remisión de la liquidación prevista en el art. 793 Ver
Texto, párr. 1º, C.Com., es un paso dentro del procedimiento para determinar el saldo
definitivo, que comienza con el cierre de la cuenta, una vez ocurrida alguna de las
causas de resolución o rescisión del contrato. Para aventar toda duda y en absoluta
congruencia con lo expresado antes, enfatizamos aquí que ocurrida la resolución o
terminación del contrato, el banco queda facultado a cerrar la cuenta, presentándose las
siguientes alternativas: 1) comunicar el saldo final resultante, para que el deudor preste
su conformidad -expresa o tácita- a partir de la cual se podrá considerar saldo definitivo
y exigible (art. 793 Ver Texto, párr. 2º, C.Com.); 2) optar por pasar el crédito a cuenta
de "gestión y mora", y extender el certificado del saldo deudor que lo torne exigible y
reclamable por vía ejecutiva (art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C.Com.). Queda demostrado
que tanto el saldo conformado mediante el primer procedimiento o mediante el
certificado citado en segundo lugar, es líquido y exigible, pero en ambos casos (664)
falta el elemento formal constituído por la interpelación para constituír en mora al
cuentacorrentista, como claramente quedó demostrado con las consideraciones
efectuadas supra, con las cuales paradójicamente está de acuerdo el voto de la mayoría
del plenario que estamos considerando.
En suma, la primera parte de la doctrina plenaria sentada en ese plenario, en cuanto
declara idónea la comunicación a que se refiere el art. 793 Ver Texto, párr. 1º, C.Com.,
para colocar en mora al cuentacorrentista, incurre en la confusión de identificar la
exigibilidad de una deuda, con la mora del deudor.
III. Nuestra opinión.
Habiendo dejado totalmente aclaradas nuestras discrepancias con la doctrina judicial
reseñada, en los aspectos puntualizados, consideramos que la mora de base legal del
responsable del saldo deudor resultante del cierre de una cuenta corriente bancaria,
requiere la intimación o interpelación por el pago de él para que el banco adquiera el
derecho a percibir intereses moratorios. Tal intimación puede ser realizada: A)
judicialmente; B) extrajudicialmente, y en este caso, de tres modos distintos.
A) Intimación judicial. Se llevará a cabo por la notificación de la demanda o
reconvención en los procesos de conocimiento (ordinario o sumario) o por la intimación
de pago en el proceso ejecutivo, aunque se haya interpuesto ante juez incompetente o
presente defectos formales (665) .
B) Intimación extrajudicial. Se puede llevar a cabo de las siguientes maneras:
1) En forma verbal. La doctrina es unánime en ese sentido, pues considera que el
requisito de la interpelación no está sometido a forma alguna; empero, este modo de
efectuarlo presenta en la práctica las dificultades probatorias consiguientes, razón por la
cual en principio no resulta aconsejable.
2) En forma escrita. En el caso que nos ocupa, es conveniente efectuarla mediante
notificación escrita, por medio fehaciente, en el domicilio que el responsable de la
cuenta corriente tiene registrado en el banco, y debe serlo una vez cerrada la cuenta y
cuando el saldo sea exigible. Es decir, que como ya evidenciamos, habrá que distinguir:
a) si el banco optó por el procedimiento estatuído en los dos primeros párrafos del art.
793 Ver Texto, C.Com., la interpelación deberá efectuársela una vez que el saldo final
comunicado haya quedado conformado -expresa o tácitamente- por el cuentacorrentista;
b) si el banco optó por el procedimiento de extender el certificado que prevé el tercer
párrafo del artículo citado, una vez que el cuentacorrentista ha sido expresamente
interpelado por el importe contenido en el citado certificado.
Ello es así, reiteramos, pues en ambos casos la mora se configura sólo entonces, con los
tres elementos que la componen: I) formal: interpelación; II) objetivo: exigibilidad y
retardo; III) subjetivo: culpa o dolo del deudor.
3) Comunicación del saldo, con intimación de pago bajo condición. Reiteradamente
hemos manifestado que la comunicación por parte del cuentacorrentista, no coloca en
mora "per se" a éste, porque cuando el banco efectúa esa comunicación, el saldo aún no
es exigible (art. 793 Ver Texto, párr. 1º, C. Com.), y sin exigibilidad de la deuda no hay
mora del deudor (666) .
Sin embargo -y éste es un aspecto que no surge de la doctrina judicial reseñada-, si la
mencionada comunicación incluye la intimación de pago del saldo, bajo la condición de
que quede conformado -expresa o tácitamente-, fijándose un plazo para su
efectivización, se habrá configurado la mora del cliente en virtud del siguiente íter
lógico: I) El saldo final notificado, al quedar conformado -expresa o tácitamente-,
adquiere la calidad de definitivo y exigible. II) Con ello se ha operado la condición bajo
la cual se efectuó la intimación o interpelación de pago, razón por la cual comienza a
correr el plazo en que se debe realizar el pago. III) Con la expiración del plazo fijado,
sin que el deudor efectivice el pago intimado, ha quedado constituído en mora (667) .
IV) Configurada la mora, nace para el banco el derecho a percibir, además de los
intereses compensatorios que devenga naturalmente el saldo deudor, los intereses
moratorios correspondientes hasta que se le efectúe el efectivo pago de ese saldo.
JURISPRUDENCIA
En la cuenta corriente bancaria los intereses devengan sobre el saldo con independencia
del cierre de la cuenta, ya que es inherente a esa operación la producción de aquéllos
(art. 777 Ver Texto, inc. 4, C. Com.); en cambio, la constitución en mora podría
autorizar a computar intereses punitorios, si así se hubiese convenido o actualizar lo
adeudado con los intereses correspondientes (Cám. Com., E, ED, 141, 335); por ello, la
clausura de la cuenta es irrelevante, tanto para el devengamiento de los primeros, como
para la constitución en mora (Cám. Com., E, ED, 142, 382).
El certificado de saldo deudor de cuenta corriente, si bien es exigible desde su
determinación no queda regido por el sistema de la mora automática, dado que se trata
de una obligación pura y simple, queda regido por los arts. 508 Ver Texto y 509, 2º
párr., C. Civ. Es decir, que la mora requiere interpelación idónea del acreedor al
obligado para poder tenérsela por configurada (Cám. C.C. 1ª, III, La Plata, causa
211.560, Reg. int. 98, del 23/4/92).
Si el banco constituyó en mora al cuentacorrentista por medio de telegrama colacionado
que resulta idóneo en los términos del art. 509 Ver Texto, ap. 2, C. Civ., corresponde
considerar incurso en mora al ejecutado a partir del recibo de la citada comunicación
(Cám. Com., B, LL, 1986-B, 602).
La doctrina plenaria del caso "Banco de Entre Ríos S.A. c. Genética Porcina S.A." Ver
Texto sobre que es necesario constituír en mora al deudor, para que se devenguen
intereses moratorios de base legal, cede ante el convenio de las partes sobre los intereses
moratorios (pacto de mora automática) (Cám. Com., E, JA, 1991-II, 391 Ver Texto;
S.C.B.A., AS, 1986-2, 134).
(639) V. t. III-A, 169.
(640) Conf.: Llambías, Tratado. . . Obligaciones, II, 217.
(641) Conf.: Segovia, II, nº 2606.
(642) V. nº 14, d; nº 21, b, ap. III, y nº 29, a.
(643) "The Royal Bank of Canada S.A. c. Arahalian, R." Ver Texto, del 20/8/81, LL,
1981-D, 465.
(644) Esta doctrina judicial fue reiterada, entre otras, en las causas "Banco Shaw S.A. c.
González" del 21/10/81 Ver Texto; "Banco de Intercambio Regional, s. quiebra, c.
Centanaro, A.", del 21/12/81; "Banco San Miguel Coop. Ltdo. c. Albardonero S.A.", del
11/5/82 Ver Texto.
(645) "Banco Sudameris S.A. c. Evangelista, A., y otro", del 10/2/83.
(646) "Banco de Galicia y Buenos Aires c. Lussich, J., y otro" Ver Texto, ED, 28, 689,
y LL, 136, 209.
(647) Esta doctrina se reiteró, entre otras, en las siguientes causas: "Banco de Galicia y
Buenos Aires S.A. c.Taller Roal y otro" Ver Texto, del 12/12/83; "Banco de Galicia y
Buenos Aires, S.A. c. Sabatini, E.", del 7/2/84; "Banco del Sud S.A. c. Sáenz Briones, y
Cía.", del 14/2/84.
(648) "Banco de Hurlingham S.A. c. Corp. Arg. Proteico Opoterápica S.A.", del
15/2/80, Rep. LL, XL, 197.
(649) "Banco de Galicia y Buenos Aires S.A. c. Ingerflon, H." Ver Texto, del 11/2/83,
ED, 104, 766.
(650) Esta doctrina se reiteró en "Banco de Intercambio Regional S.A. c. Bejar, J.", del
9/3/84.
(651) "Banco de Entre Ríos S.A. c. Genética Procina S.A." Ver Texto, del 15/4/83.
(652) Publ. en ED, 111, 636, y LL, 1985-A, 19, la mayoría estuvo integrada por los
Dres. Naveira, Alberti, Milberg, Rivera, Guerrero, Bengolea, Garzón Vieyra, Anaya,
Quintana Terán y Caviglione Fraga. Estos tres últimos con ampliación de fundamentos.
(653) Plenario "Banco de Galicia y Bs. As. c. Lussich" Ver Texto, citado en nota 55.
(654) La minoría quedó integrada por los Dres. Williams, Morandi, Jarazos Vieyras y
Barrancos y Vedia.
(655) V.: Fernández, III, 498. Conf. voto de la mayoría.
(656) Conf. A. M. Morello, La mora, en Rev. Notarial, 1963, nº 751, 6.
(657) Como entendió la Sala A, en el fallo citado en la nota 52.
(658) Como entendió el fallo de 1ª instancia, revocado por decisión de la Sala A, citada
en la nota anterior, y la Sala B, en los fallos citados en las notas 54 y 56, así como la
minoría del fallo plenario que estamos considerando.
(659) Conf.: Cazeaux-Trigo Represas, I, 140.
(660) Paradójicamente, han coincidido en ello la Sala C, en el fallo citado en la nota 57
y la Sala B (ampliación de fundamentos de los Dres. Williams Morandi) en la causa
"Banco Sindical S.A. c. Asoc. de Empleados de Comercio de Cnel. Suárez", del
14/10/85, y "Banco Casa Coop. Ltdo. c. González, E., y otro", del 20/12/85.
(661) Como ha entendido la doctrina plenaria en la primera parte del fallo que estamos
considerando.
(662) Conf.: Cazeaux-Trigo Represas, I, 140; Morello, La mora, 6; Borda,
Obligaciones, I, 341; Enneccerus-Lehmann, II, vol. 1, 51-1.
(663) Ver y ampliar: nos. 32, 33, y 34.
(664) En el segundo caso fue reconocido en el plenario "Lussich", cit. en nota 55.
(665) Conf.: Busso, III, art. 509, nº 63; Salvat, Obligaciones, I, nº 92; Lafaille,
Obligaciones, I, nº 162; Rezzónico, I, 130; Borda, Obligaciones, I, 72: pues cualquiera
que sea la suerte de la demanda mal instaurada, es inequívoca la voluntad del acreedor
de reclamar el pago, lo que basta para la constitución en mora.
(666) Conf.: Morello La mora, 6; Borda, Obligaciones, I, 341.
(667) Conf.: Busso, III, art. 509, nº 43, Borda, Obligaciones, I, 75; EnneccerusLehmann, II, vol. 1, nº 51, II, 3; von Tuhr, Obligaciones, II, nº 71, p. 113.
40. CERTIFICADO DEL SALDO DEUDOR.
a) Antecedentes.
Con la reforma del sistema bancario argentino efectuada en el año 1946, el Banco
Central pasó a ser una entidad autárquica dependiente del Poder Ejecutivo nacional
(decr.-ley 8503/46); se nacionalizaron los depósitos existentes en los bancos,
convirtiéndose a éstos -oficiales, mixtos y particulares autorizados- en meros agentes
del Banco Central, pues tales entidades recibieron los depósitos por cuenta y orden del
mencionado organismo de control, fueran ellos efectuados en cuenta corriente, caja de
ahorro, plazo fijo o bajo otras denominaciones que se le captaran en forma de un
contrato de depósito, otorgándose a ellos la garantía de la Nación (decr.-ley 11554/46).
Complementariamente, se dictó entre otros (668) el decreto-ley 15354/46, que dispuso:
Art. 1: "Las constancias de los saldos deudores en cuenta corriente bancaria, otorgadas
con las firmas conjuntas de gerente y contador del banco, serán considerados tílulos que
traen aparejada ejecución, siguiéndose para su cobro los trámites que para el juicio
ejecutivo establezcan las leyes de procedimientos del lugar donde se ejercite la acción".
Art. 2: "Incorpórase la disposición procedente al Código de Comercio, la cual deberá
insertarse como tercer apartado del art. 793 793 de dicho código en la próxima edición
oficial". En un breve considerando se fundamentó la innovación normativa, en la
necesidad social derivada del comercio bancario de "reformar los procedimientos
seguidos hasta ahora para la recuperación del importe de los saldos deudores resultantes
de los préstamos acordados en cuentas corrientes bancarias, como un medio de facilitar
dicho reintegro en forma sencilla y breve", concluyendo por afirmar que "tal
procedimiento puede lograrse asignando a las constancias de los saldos deudores en
cuenta corriente bancaria, el carácter de título ejecutivo".
Mediante el decreto-ley 13127/57 se modificó, en términos generales, el sistema
bancario vigente entonces; en lo concerniente al tema que nos ocupa, se dispuso: I) que
a partir del 1 diciembre 1957, los depósitos recibidos por los bancos sería nuevamente
por cuenta de las entidades depositarias (669) ; II) se implantó un régimen de garantía
de los depósitos limitada a los bancos particulares y mixtos, al disponer en el art. 11 del
citado decreto-ley 13127/57 que "en caso de liquidación de un banco particular o mixto,
el Banco Central adelantará los fondos necesarios para la devolución de los depósitos a
sus titulares o su trasferencia a otro banco. Tales adelantos serán respaldados por
afectación de activos del banco en liquidación y otras garantías a satisfacción del Banco
Central"; III) subsistió la vigencia del art. 1, decreto-ley 15354/46, incorporado como
tercer párr. del art. 793 Ver Texto, C.Com.
Si bien hay que reconocer que la técnica legislativa utilizada es objetable, la norma
citada rige y ha sido invariablemente aplicada por nuestros tribunales (670) . Empero, su
interpretación doctrinal (671) y jurisprudencial ha sido polémica, como veremos en el
parágrafo siguiente.
JURISPRUDENCIA
La facultad legal concedida a los bancos de emitir certificados de saldo deudor con
calidad de título ejecutivo, ha sido otorgada a sujetos sometidos a un especial control
por parte de una entidad estatal, y se funda en la conveniencia de asegurar al
intermediario en el ahorro público, una adecuada fluidez en el ingreso de fondos; más
concretamente, en el recupero del crédito, lo cual es, no sólo del interés de un
determinado banco, sino del sistema bancario en general (Cám. Com., D, LL, 1988- E,
567).
La voluntad del legislador al incorporar el tercer párrafo del art. 793 Ver Texto,
C.Com., ha sido asegurar el reintegro en forma sencilla y breve de un crédito líquido y
exigible en favor del banco (Cám. Com., E, LL, 1985-D, 565).
Carece de sustento la alegada derogación de la disposición que autoriza la emisión de
certificados ejecutables por las entidades bancarias. La abrogación del decr.- ley
11554/46, no se puede extender por analogía; la mención "a las disposiciones que se
opongan al presente decreto. . ." no puede autorizar tampoco tal interpretación, pues no
se advierte en qué aspecto se presenta la oposición entre uno y otro régimen bancario
(Cám. Com., C, LL, 1984-A, 555).
Es inadmisible el planteo de inconstitucionalidad del art. 793 Ver Texto, C.Com., que
autoriza a certificar el saldo deudor en cuenta corriente bancaria con carácter ejecutivo
(Cám. Com., C, LL, 1984-A, 555).
El art. 793 Ver Texto, C.Com., creó en su 3ª parte, un título ejecutivo mediante el
certificado del saldo deudor otorgado por el banco, con la firma del gerente y del
contador (Cám. C.C., II, Mercedes, LL, 1988-E, 35); tal documento es título ejecutivo
hábil, en los términos del art. 523 Ver Texto, C.Proc., cuando cumple con los requisitos
de la ley de fondo (art. 793 Ver Texto, C.Com.) (Cám. Com., E, LL, 1985-B, 65; C, LL,
148, 256); su ejecutividad deriva del hecho de ser continente de dicho saldo deudor en
favor del banco emisor (Cám. Com., D, LL, 1982-A, 41).
El título ejecutable creado por el último párrafo del art. 793 Ver Texto, C.Com., no se
vincula con las disposiciones precedentes que contiene el propio artículo mencionado;
no existe, entre los dos primeros párrafos de la norma y el último, introducido por el
decreto-ley 15354/46, dependencia alguna, por lo que en la ejecución del saldo no se
puede arg�ír con la irregularidad del trámite, que es ajeno, en rigor, al título en sí
(Cám. Com., C, LL, 1984-A, 555).
Lo dispuesto por el decreto-ley 15354/46, por sus características precisas y por los fines
evidentemente tenidos en cuenta por el legislador al dictarlo, no resulta susceptible de
interpretación extensiva (Cám. Com., B, LL, 150, 353).
Más recientemente se ha declarado que conforme a los claros términos del decreto-ley
15654/46, la fuerza ejecutiva conferida a la simple certificación del saldo firmada por
gerente y contador, es indiscutible. Esta forma de "autocreación" del título ejecutivo,
que no necesita la conformidad firmada del obligado, ha sido instituída por una especial
regulación pública de la actividad de los bancos y tiene por fundamento una norma
sustancial, no tan sólo procesal, que se debe considerar constitucional, en cuanto faculta
a los bancos a instituír títulos ejecutivos en las condiciones reguladas en el art. 793 Ver
Texto, ap. 3º, C. Com. (Cám. C.C. 2ª Rosario, Z, R.8, 785).
La autorización legal para expedir la constancia del saldo deudor como título ejecutivo
ha sido conferida a los bancos porque están sometidos al control y directiva del Banco
Central de la República Argentina. Disponen de esa facultad con el solo requisito de que
el certificado lleve las firmas conjuntas de su gerente y su contador, sin que sea viable
exigir el cumplimiento de otras formalidades ajenas al título, dado que éste es
esencialmente autónomo. El sistema, con notables resultados, fue adoptado para la
ejecución de saldos deudores de créditos hipotecarios y prendarios ajustables (art. 4 Ver
Texto, ley 21309). Los posibles errores o abusos por parte de las entidades no avasallan
los derechos del cliente, quien cuenta con la vía ordinaria de repetición en su
salvaguarda, e incluso la vía penal (ST Córdoba, ED, 135, 527).
La facultad verdaderamente excepcional de los bancos de poder crear por su sola
autoridad y sin más cortapisas que su honestidad supuesta, el título de su propio crédito
que le permite obrar ejecutivamente contra el presunto deudor sin que se examine
previamente la legitimidad de la deuda, debe ser ejercida con suma prudencia, cuidando
de no irrogar padecimientos innecesarios (Cám. Com., C, JA, 1992-III, 80 Ver Texto).
Dado que el art. 793 Ver Texto, ap. 3, C.Com., se limita a establecer que el certificado
de saldo deudor en cuenta corriente tiene fuerza ejecutiva, esta atribución debe ser
interpretada con carácter estricto, dado que implica facultar al acreedor para crear,
unilateralmente, el título para ejecutar a su deudor (Cám. Com., C, LL, 1992-A, 407).
Si la atribución discrecional y privilegiada de extraer un certificado de saldo deudor en
cuenta corriente bancaria sin la intervención de su titular y presunto deudor deriva de
una situación abusiva o un aprovechamiento indebido o aun de equivocaciones
producidas por ciertas ligerezas en el obrar del banco, lo lógico es que quien usualmente
se beneficia con la prerrogativa, soporte también las consecuencias desfavorables de su
accionar, por lo que, en el caso, corresponde distribuír las costas en el orden causado
(Cám. Com., C, LL, 1992- A, 170, con nota de P. J. Fortin).
b) Las tendencias jurisprudenciales.
Como natural consecuencia de la apuntada desprolijidad legislativa se produjo la
siguiente discrepancia en la doctrina judicial.
Una vertiente jurisprudencial consideró que es necesario integrar el título ejecutivo para
el cobro del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria con: I) la conformidad escrita
del deudor o que éste no haya observado en término la liquidación notificada por el
banco (art. 793 Ver Texto, párrs. 1º y 2º, C. Com.); II) el certificado del saldo deudor,
extendido en forma, por el banco ejecutante (art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C.Com.).
Entendiéndose que la falta de alguno de esos dos recaudos documentales importan la
inhabilidad del título del banco ejecutante, pues ambos se refieren a la forma extrínseca
del documento base de la ejecución intentada (672) .
Es decir, que para esta postura el art. 793 Ver Texto, C.Com., en su redacción actual,
debe ser interpretado mediante una integración forzosa del texto originario -v.gr., párrs.
1º y 2º- con el nuevo texto introducido por el art. 1, decreto-ley 15354/46, como párrafo
3º (673) .
En oposición al criterio expuesto, otra vertiente jurisprudencial consideró que el
certificado del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria, extendido por el banco
acreedor con las formalidades legales (art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C.Com.), constituye
un título ejecutivo autónomo, en el sentido de que se basta a sí mismo y no necesita de
complemento alguno (674) . O sea que no requiere el previo reconocimiento y
aceptación -expresa o tácita- de parte del cliente, del saldo resultante de la cuenta
contenido en el certificado; ello así, por no surgir, esta última exigencia, del art. 1,
decreto-ley 15354/46 (675) , pues este precepto legal no está vinculado a ninguna otra
disposición del Código de Comercio, pues su inclusión como último apartado del art.
793 Ver Texto no significa que esté restringido y limitado en su aplicación por los
parágrafos precedentes. Cabe afirmarlo porque no se advierte ninguna relación de
dependencia con relación a ellos, y porque los dos primeros apartados se refieren a
obligaciones impuestas a los bancos y a las consecuencias del silencio de sus clientes
que no prestan conformidad al saldo de sus cuentas corrientes, todo lo cual es ajeno al
procedimiento con arreglo al cual los bancos están autorizados para reclamar los saldos
acreedores que certifiquen de consuno dos de sus autoridades administrativas (676) .
O en otras palabras, que los dos primeros párrafos del art. 793 Ver Texto, C.Com., que
constituían el texto originario, y su tercer párrafo, proveniente del art. 1, decreto-ley
15354/46, se refieren a documentos distintos: "El primero hace mención del resumen o
extracto de cuenta, comunicación escrita remitida periódicamente por el banco al
cuentacorrentista, y el segundo, al documento suscrito por el gerente y el contador del
banco en donde consta el saldo deudor de la cuenta bancaria. Sólo a este último
documento la ley le otorga fuerza ejecutiva" (677) .
Una adecuada ponderación de los elementos básicos a tener en cuenta en una recta
interpretación de las reglas legales implicadas (678) , nos hace adherirnos a la segunda
de las posiciones expuestas.
En efecto, además de los sólidos fundamentos ya considerados, estimamos que desde el
punto de vista lógico-sistemático es indudable que se trata de dos reglas jurídico-legales
diferentes, pues el texto originario se refirió al procedimiento a seguir para obtener la
conformidad -expresa o tácita- del saldo de la cuenta corriente bancaria, que por
hipótesis puede ser en favor del cliente o en favor del banco (679) ; mientras que el art.
1, decreto-ley 15354/46, se refiere a la creación de un título ejecutivo, exclusivamente,
en favor del banco, para que esta institución recupere fácilmente su cartera de crédito en
mora. Ello echa por tierra la pregonada "conexión forzosa" de las dos reglas legales que
trae el art. 793 Ver Texto,
C.Com., porque resultaría una interpretación "ininteligible, absurda e irracional" (680)
que el cuentacorrentista pudiera quedar habilitado para extender un certificado del saldo
en su favor y ejecutar al banco.
Desde el punto de vista teleológico ha quedado expresamente establecido en el
considerando trascrito supra, cuál ha sido la finalidad o télesis tenida en vista por el
legislador (681) y la ratio legis de la regla legal, sancionada mediante el art. 1, decretoley 15354/46, que debe ser la meta del intérprete, en tanto motivo (o razón) y fin de la
norma instituída (682) .
Finalmente, la occasio legis, en tanto circunstancia histórica que determinó la
formulación del precepto legal (683) , viene a ratificar la independencia de ambas reglas
legales, pues no resulta congruente pensar que, de un lado, se sancionó la posibilidad de
extender un certificado del saldo con fuerza ejecutiva con la finalidad ya expresada y,
de otro lado, se supeditara la extensión de ese certificado y su ejecutividad, al previo
reconocimiento -expreso o tácito- por parte del cuentacorrentista (684) .
JURISPRUDENCIA
La jurisprudencia prevaleciente había declarado que la necesidad del previo
reconocimiento y aceptación de los saldos en cuenta corriente bancaria, para que sea
viable la acción ejecutiva, no surge de lo dispuesto en el art. 1, decr.-ley 15354/46,
ratificado por la ley 12962 Ver Texto, por más que ese artículo haya sido incorporado al
Código de Comercio, ap. 3º, del art. 793 Ver Texto (Cám. Paz, I, ED, 6, 850; Cám. Fed.
Córdoba, LL, 132, 1055), porque la obtención de tal conformidad implicaría
desnaturalizar el carácter del documento y privado, prácticamente, de eficacia frente a
deudores desaprensivos (Cám. Civ., E, Rep. LL, XL, 197).
Asimismo, a la vez de ratificar la irrelevancia de la conformidad del cuentacorrentista,
la jurisprudencia ha sido constante en exigir, como condición de procedencia del juicio
ejecutivo por el cobro del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria, sobre la base
del certificado expedido por el banco acreedor en virtud del art. 793 Ver Texto, ap. 3º,
C.Com., la previa clausura de la cuenta y su cierre definitivo (Cám. Com., A, Rep. LL,
XL, 1479; ídem, LL, 1984-A, 556; ídem, ED, 49, 180; ídem, LL, 1976-A, 494; B, LL,
1984-A, 566; C, LL, 1975-D, 348; D, LL, 1984-A, 556; Cám. C.C., I, B.Blanca, LL,
1989-A, 521).
No habiéndose cerrado la cuenta corriente bancaria, el certificado del saldo deudor ha
sido expedido contrariando las disposiciones legales vigentes y, en consecuencia, tal
certificado no trae aparejada la fuerza ejecutiva (Cám. Com., C, LL, 1975-D, 348).
Es improcedente la medida de no innovar que no se halla encaminada a proteger aquello
que es objeto de la pretensión deducida, sino que se orienta a inhibir la expedición del
certificado del saldo deudor normado por el art. 793 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., C,
LL, 1984-A, 561).
c) Doctrina plenaria.
A consecuencia de las discrepancias surgidas en la doctrina judicial, la Cámara
Nacional en lo Comercial, de la Capital Federal, en acuerdo plenario del 5/9/69, declaró
en la causa "Banco de Galicia y Buenos Aires c. Lussich, J., y otros" Ver Texto (685) ;
que "la habilidad del certificado bancario del art. 793 Ver Texto del C. de Com. exige
que el saldo se determine en ocasión de la clausura de la cuenta corriente, sin que sea
menester demostrar que ha sido comunicado al cliente o conformado expresa o
tácitamente por éste".
Del voto del vocal preopinante, Dr. I. Halperin, al cual se adhirió la totalidad de los
integrantes del tribunal (686) , surgen los sólidos fundamentos tenidos en cuenta en esa
oportunidad: "1) La cuenta corriente bancaria es un contrato normativo y consensual, [. .
.] normalmente celebrado sin término (art. 792 Ver Texto, C.Com.), (que) puede
cerrarse cuando lo exija el banco o el cliente, previo aviso (art. 792 Ver Texto, cit.); [. .
.] se trata de un contrato de duración, y para ponerle término, por su naturaleza, se exige
la denuncia de su finalización (requisito consagrado por el art. 792 Ver Texto, cit.); esto
es, clausura de la cuenta, con lo que a ese momento se establecerá por el banco el saldo
definitivo de la cuenta, ya que a partir de entonces no podrá inscribir operación alguna,
puesto que si así no fuera, si este saldo pudiera variar por órdenes o depósitos del
cliente, no nos hallaríamos ante un crédito líquido y exigible del banco, susceptible de
ser materia de un título ejecutivo, por cuanto pudiera ocurrir que el certificado emitido
tradujera un saldo inexacto al tiempo de promoverse la ejecución". "3) Distinta es la
conclusión respecto a la necesidad de comunicación del saldo y la conformidad expresa
o tácita del cliente a su respecto. Justamente es sobre este tópico que influye
decisivamente la reforma introducida por el decreto-ley 15354/46, ratificado por la ley
12962 Ver Texto. Los párrs. 1º y 2º del art. 793 Ver Texto del C. cit. prevén que el
saldo comunicado y aceptado expresa o tácitamente por el cliente, es definitivo. . . El
citado tercer párrafo del art. 793 Ver Texto, agregado por el decreto 15354 referido, ha
perseguido suplir la conformidad expresa o tácita del cliente, reemplazándola con el
certificado del saldo, para la recuperación de los saldos deudores, otorgándole a los
bancos "algo muy parecido a un privilegio que sólo puede ser admitido como una
especialísima concesión de la autoridad pública, bajo severas condiciones de vigilancia
y control ejercido por el Estado" (Exposición de motivos, en Anales de Legislación
Argentina, VI, 388). "Este fin del legislador coincide con el funcionamiento de los
demás párrafos del artículo: si se exigiera, además del certificado en cuestión, el
acuerdo expreso o tácito del cliente con el saldo, tal certificado sería decididamente
inútil, ya que tal reconocimiento del saldo sería título ejecutivo hábil por sí solo, con lo
que vendría a atribuírse al legislador un verdadero despropósito. Podrá ser no muy feliz
la ubicación de la norma en cuestión, y por ello la encontrada interpretación existente a
su respecto, pero juzgo que debe ser interpretada armónicamente con las restantes
disposiciones en el sentido apuntado".
C. Malagarriga, H. Fernández Marelli, A. F. Rossi y H. D. Parodi.
JURISPRUDENCIA
Desde el punto de vista lógico-sistemático es indudable que las reglas jurídico-legales,
contenidas en los dos primeros párrafos del art. 793 Ver Texto, C. Com., son diferentes
del que incorporó el decr. 15354/46, como párrafo tercero, pues el texto originario se
refirió al procedimiento a seguir para obtener la conformidad -expresa o tácita- del saldo
deudor de la cuenta corriente bancaria, que por hipótesis puede ser en favor del cliente o
en favor del banco. En cambio, el texto incorporado se refiere a la creación de un título
ejecutivo, exclusivamente en favor del banco, para que éste recupere fácilmente su
cartera de crédito en mora (Cám. C.C.L. Rafaela, Z, R.8, 783).
El art. 1, decr.-ley 15354/46, no está vinculado a ninguna disposición del Código de
Comercio, pues su inclusión como 3er. apartado del art. 793 Ver Texto, no significa que
esté restringido o limitado para su aplicación por los parágrafos precedentes (Cám.
Com., E, JA, 1992-II, 464 Ver Texto).
d) Posibilidad de extender el certificado sin cerrar la cuenta.
Quedó expuesto que en el caso "Banco de Galicia y Buenos Aires c. Lussich, J., y ots."
Ver Texto se estableció que es necesario el cierre de la cuenta corriente bancaria en
oportunidad de extender el certificado de saldo deudor que establece el art. 793 Ver
Texto, ap. 3, C. Com., puesto que si así no fuera, no nos hallaríamos frente un crédito
líquido y exigible en favor del banco. Tal doctrina plenaria ha sido seguida,
invariablemente y sin sobresaltos, a lo largo de casi tres décadas por la jurisprudencia
capitalina. Sin embargo, tanto en doctrina (687) como en algunos pronunciamientos
judiciales (688) se ha sostenido que no es recaudo imprescindible que se cierre la cuenta
corriente para extender el certificado de saldo deudor que trae aparejada ejecución (689)
.
Los fundamentos que se han esgrimido, son diversos y de distinta importancia. Así se
ha dicho:
I. No existe norma legal alguna que exija el cierre de la cuenta para extender el
certificado del saldo deudor, por parte del banco.
II. El plenario "Banco de Galicia y Bs. As. c. Lussich, J., y ots." Ver Texto se limitó a
hacer conocer el momento en que se debía proceder a la expedición del certificado, pero
no condicionó su fuerza ejecutiva a que se procediera al cierre de la cuenta.
III. No es presupuesto ineludible para la ejecutabilidad del título que se establezca un
saldo definitivo en ocasión de la clausura de la cuenta corriente.
IV. No es necesario cerrar la cuenta para conocer el saldo, pues éste queda fijado a cada
momento, siendo obligación del banco tenerlo actualizado diariamente.
V. Tampoco se entiende qué se quiere indicar al requerir un cierre de la cuenta, que de
todos modos ocurre igual cada día, cuando cesa la recepción de las operaciones que se
llevan a cabo. De allí que, técnicamente, el cierre no sólo no es finiquito del contrato de
la cuenta corriente bancaria, sino que, al contrario, constituye una prueba de su
cumplimiento.
VI. Que manteniendo la cuenta abierta, se da posibilidad al deudor que efectúe
depósitos en ella, luego de que el banco ha extendido el certificado de saldo deudor que
prevé el art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C.Com. Efectuado el ingreso en cuenta, el banco lo
imputará al saldo, debiendo comunicar tal situación al juzgado interviniente.
Hasta aquí los argumentos recogidos en los trabajos y fallos que patrocinan esta
corriente renovadora en esta materia.
Ellos no nos resultan convincentes; al contrario, se presentan como sumamente
disvaliosos, pues llevarían a magnificar el privilegio que ya significa la posibilidad de
que todo banco que preste el servicio de cuenta corriente bancaria, puede emitir,
unilateralmente, el propio título ejecutivo contra los correntistas, sin ninguna
intervención de éstos (art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C. Com.). Posición privilegiada la de
estas entidades financieras, inédita entre sujetos del derecho privado patrimonial, que
sólo pudo justificarse al momento de sancionarse el decr.-ley 15354/46, por las razones
expuestas en la Exp. de Motivos, respecto del recupero de los saldos deudores
resultantes y de las especiales circunstancias en que los bancos comerciales funcionaban
como meros agentes del Banco Central, al tomar los depósitos por cuenta y orden de ese
organismo de control.
Se crearía una situación de total incertidumbre (690) a los cuentacorrentistas en virtud
de un contrato, como el de cuenta corriente bancaria, que la doctrina ha considerado de
confianza (691) , pues si existe un saldo deudor, que puede ser totalmente eventual,
pues -por ejemplo- se ha depositado varios cheques con clearing de 72 o 96 horas, y el
banco -en actitud totalmente legal para la posición que repudiamos- extrae el certificado
de saldo deudor antes que los importes de tales cheques sean acreditados en cuenta, se
producirá todo un problema, pues el correntista, en total y absoluta indefensión, aunque
preparado y dispuesto a saldar su deuda, debería cargar con las costas del juicio
iniciado.
Algo similar ocurriría si se inicia la ejecución del saldo deudor sin cerrar la cuenta y el
correntista ingresa fondos en ella, tales fondos, según la posición que estamos
enjuiciando, deberán ser tomados como pagos a cuenta, trasferidos al juzgado
interviniente y deducidos, oportunamente de la liquidación judicial que practique el
banco. Es decir, que el cliente, en este caso, también deberá cargar con las costas de la
ejecución. Lo cual también es disvalioso.
Por otra parte, si se emite el certificado de saldo deudor que prevé el art. 793 Ver Texto,
ap. 3º, C. Com., y se inicia la ejecución, manteniendo la cuenta abierta. Tal cuenta, por
ese solo hecho de permanecer abierta, será una efectiva generadora de débitos en contra
del cliente, aunque no la utilice, pues se debitarán en ella todos los cargos y gastos de
mantenimiento que ulteriormente devengarán intereses en favor del banco y, además,
serán capitalizados mensualmente.
Por tales razones somos de opinión que se debe seguir el criterio establecido
oportunamente en el plenario "Banco de Galicia y Buenos Aires c. Lussich, J., y ots."
Ver Texto, y cuando el banco emita el certificado de saldo deudor en cuenta corriente,
deberá cerrar ésta, de modo tal que -como manifestó el Dr. I. Halperin, como vocal
preopinante del citado plenario- el importe de saldo pueda ser considerado líquido,
definitivo y exigible por los medios normales que el ordenamiento jurídico otorga para
su cobro.
Por otra parte, si el banco ha considerado que llegó el momento de expedir el certificado
de saldo deudor e iniciar su cobro ejecutivo, es porque ya no confía que el cliente le
pagará espontáneamente. Entonces cabe preguntarnos: ¿qué sentido tiene que el banco
lo ejecute y mantenga la cuenta abierta y por consiguiente que mantenga el contrato de
cuenta corriente vigente, a pesar del carácter de intuitu persona que tiene ese contrato?
¿Es lógico que por un lado se ejecute al cuentacorrentista en virtud de la cuenta
corriente bancaria de que es titular, y por otro lado se reciba depósitos en esa cuenta, de
dinero, valores, etc., y en la mayoría de los casos -a pesar de la regla 1.14, OPASI 2/95sin pagar ningún interés por la utilización de los fondos recibidos. Parece más lógico
que si existe saldo deudor en cuenta y el cliente no lo cubre dentro de un plazo y
circunstancias razonables conforme a las prácticas bancarias, ello sea considerado una
causal lógica de resolución o terminación del contrato, con el consiguiente cierre de la
cuenta corriente bancaria de que se trate.
Es del caso señalar aquí, pues se trata de una posible solución dada por vía
reglamentaria, que también se puede adoptar respecto del tema que nos ocupa, que la
Com. "A" 2334 del 2/5/95, para solucionar el problema de la financiación de las multas
que primeramente estableció la ley 24452 (arts. 2 Ver Texto y 62 Ver Texto), dispuso
que si no hay fondos en la cuenta y el banco debitó la multa, el cliente no depositó el
importe, pero no se procedió al cierre de la cuenta, debe trasferir el importe al Banco
Central, pues se considera que lo ha financiado por medio de una apertura de crédito o
por un anticipo transitorio en cuenta corriente. Si, en cambio, no trasfiere el importe de
la multa impuesta y debitada, por no estar dispuesto a financiarla, debe cerrar la cuenta
corriente, con el correspondiente saldo deudor originado en la multa de marras y
cualquier otro débito que corresponda hacer por cualquier concepto.
Debe quedar claro, entonces, que con lo afirmado no se está diciendo que el certificado
de saldo deudor de cuenta corriente bancaria no sea un título ejecutivo hábil e
independiente de la cuenta que le sirve de causa. Es decir, es un título ejecutivo
completo que se basta a sí mismo, pero que tal como se declaró en el plenario, su
emisión por el banco, supone el cierre de la cuenta corriente, y lo cual, como hemos
dicho en el primer número de este capítulo, presupone la terminación o resolución del
contrato de cuenta corriente bancaria que es su soporte jurídico.
JURISPRUDENCIA
La sola clausura de la cuenta corriente, acreditada por el certificado respectivo,
determina la existencia de un saldo líquido y exigible, pues la certificación de ese saldo
constituye, por sí, título ejecutivo hábil para demandar al titular de ella (Cám. Com., D,
JA, 1992-IV, 274 Ver Texto), sin que sea necesario el previo reconocimiento y
aceptación -expresa o tácita- de parte del cliente del saldo resultante de la cuenta (Cám.
Com., E, JA, 1992-II, 464 Ver Texto).
La habilidad del certificado bancario del art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C.Com., exige que
el saldo se determine en ocasión de la clausura de la cuenta corriente, sin que sea
menester demostrar que ha sido comunicada al cliente o conformada expresa o
tácitamente (Cám. C.C. I, Rosario, Z, R.7, 533; Cám. C.C. Junín, ED, 139, 748; Cám.
Fed. Resistencia, JA, 1986-IV, síntesis).
El cierre o conclusión de la cuenta corriente bancaria constituye presupuesto de
habilidad del título ejecutivo, que es el certificado del saldo deudor (Cám. Com., D, JA,
1984- II, síntesis).
La habilidad del certificado de saldo deudor de la cuenta corriente bancaria exige que tal
saldo se determine en ocasión de la clausura de la cuenta, pero sin que sea menester
demostrar que ha sido comunicado al cliente o conformado expresa o tácitamente (Cám.
C.C. III, Santa Fe, Z, R.9, 714; Cám. C.C., III, Rosario, Z, R.8, 783).
Autoriza el rechazo de la ampliación de la demanda ejecutiva con base de un certificado
de saldo deudor en cuenta corriente bancaria, como incluso el de la ejecución misma por
defecto formal conducente a la inhabilidad del título primigenio, fundada en que el
certificado se emitió sin el debido cierre de la cuenta, conforme a la doctrina plenaria
vigente (caso Lussich) (Cám. Com., C, LL, 1992-A, 170, con nota de P. J. Fortin).
Cuando el art. 793 Ver Texto, C.Com., establece que las constancias de los saldos
deudores en cuenta corriente bancaria. . . serán considerados títulos que traen aparejada
ejecución, establece un principio de certeza que se asienta en la afirmación de la entidad
bancaria, pero que supone el cierre de la cuenta respectiva para que surja el saldo
definitivo, forma a través de la cual se traduce la finalización de un contrato de
duración, momento a partir del cual no se podrá inscribir operación alguna (del voto del
Dr. Fragueiro). Corresponde hacer notar que es presupuesto esencial para la procedencia
del juicio ejecutivo promovido por la certificación mencionada, el de que el saldo se
determine en ocasión de la clausura de la cuenta, porque, como contrato normativo y
consensual celebrado por el banco y su cliente conforme a lo establecido por el art. 791
Ver Texto, C.Com., y que no tiene término (art. 792 Ver Texto,
C. cit.) se puede cerrar cuando lo decida el banco o el cliente, previo aviso, pero como
se trata a la vez de un contrato de duración, se exige la clausura de la cuenta, con lo
cual, a ese momento, se establecerá el saldo definitivo en cuestión. En consecuencia,
como la cuenta no ha sido clausurada, no se puede determinar en forma válida y
oportuna el saldo; por tanto, el título con el que fue promovida la ejecución no es hábil
(del voto del Dr. Martínez Gavier) (Cám. C.C. 2ª, Córdoba, "Banco de la Pcia. de
Córdoba c. Nacacchian y Vázquez, S.R.L". Reg. sent. nº 32, del 5/8/1986).
El cierre de la cuenta corriente a que se refiere el art. 792 Ver Texto, C.Com., carece de
virtualidad y vinculación jurídica con el procedimiento de realizar la operación de
contabilidad para extraer el saldo, pues dicho precepto legal simplemente establece que
la cuenta corriente se puede cerrar cuando lo exige el banco o los clientes, previo aviso,
y ello con la finalidad de no privarlos a estos últimos de su servicio de caja sin esa
clausura formal, pero el cierre de la cuenta con esas consecuencias es cuestión distinta
de la elucidación del saldo, en un momento dado, y ello está normado por el art. 793
Ver Texto. Las finalidades son disímiles en el supuesto de cierre de la cuenta -situación
contemplada por el art. 792 Ver Texto- y en la determinación del saldo deudor que
prevé el art. 793 Ver Texto, sin que la ley exija para el cobro judicial de éste la clausura
o cierre de la cuenta corriente bancaria, aun cuando tal cierre va ínsito en el certificado
expedido (Cám. C.C. 2ª, I, La Plata, causa 73.244, Reg. int. 70, del 26/3/92).
El plenario "Banco de Galicia y Bs. As. c. Lussich" Ver Texto se limitó a hacer conocer
el momento en que se debía proceder a la expedición del certificado de saldo deudor en
cuenta corriente bancaria, pero no condicionó su fuerza ejecutiva a dicho recaudo, ya
que es el art. 793 Ver Texto, C.Com., el que otorga el carácter de títulos que traen
aparejada ejecución (Cám. Com., D, 26/5/80, "Banco Sindical S.A. c. Ajon, S.").
Basta la sola certificación del saldo deudor en cuenta corriente expedida por gerente y
contador, sin que sea necesario el cierre de la cuenta, ni ningún otro recaudo
complementario o requisito previo para que la entidad crediticia pueda ejecutar dicho
saldo, por constituír la certificación aludida título hábil, abstracto, autónomo y
suficiente por sí (Cám. C.C. 2ª, I, Paraná, Z, R., 7, 533).
El cierre de la cuenta corriente bancaria como requisito para otorgar fuerza ejecutiva al
certificado de saldo deudor (art. 793 Ver Texto, párr. 3, C. Com.) no es necesario; pues
ello implicaría integrar el título ejecutivo con elementos ajenos a él (ST Córdoba, ED,
135, 529, con nota de R. P. Massot).
La clausura de la cuenta corriente bancaria para establecer un saldo definitivo, no es
presupuesto ineludible para la ejecutabilidad del certificado que autoriza emitir el art.
793 Ver Texto, párr. 3º, C. Com. Puede ser que estando impagas obligaciones asumidas
por el deudor, el banco suspenda la cuenta y sobre la base del saldo existente a ese
momento, ejecute la deuda, sin perjuicio de que luego la cuenta continúe operando. Si
existieren ingresos posteriores a la expedición del certificado, igual que en cualquier
ejecución donde el acreedor percibe algún pago parcial, él puede imputarlo al saldo,
debiendo reducir el monto de su pretensión ejecutiva o deducirlo de la liquidación.
Conviene mantener abierta la cuenta corriente bancaria, porque si con posterioridad a la
expedición del certificado ingresaran valores pendientes en favor del banco, éste puede
expedir un nuevo certificado que gozará de vía ejecutiva; caso contrario, clausurada la
cuenta, y presentándose tal situación, debería perseguir judicialmente el saldo por vía
ordinaria (ST Córdoba, ED, 135, 529, con nota de R. P. Massot).
(668) Los más importantes fueron: la reforma de la carta orgánica del Banco Central:
decrs.-leyes 12596; 14957, 15532 y 15651, año 1946; del Banco de la Nación
Argentina: 14959/46; del Banco de Crédito Industrial Argentino: 14960/46; del Banco
Hipotecario Nacional: 14961/46; cración del Instituto Argentino de Promoción e
Intercambio (IAPI): 15350/46; y e las figuras jurídicas de prenotación hipotecaria:
15347/46, y prenda con registro: 15348/46 (v. t, III-C, 119 y ss.).
(669) Es del caso recordar las fluctuaciones que ha sufrido nuestra legislación en este
aspecto: v.gr., el sistema fue mantenido con la sanción de la ley 18061 Ver Texto
(22/1/69). Modificado mediante la ley 20520 (12/7/73), de nacionalización de los
depósitos, similar al sistema de 1946. Reinstaurándose, mediante las leyes 21495 Ver
Texto y 21526 Ver Texto, la decentralización de los depósitos bancarios, lo mismo que
en la reforma de 1973.
(670) Ha sido reconocida expresamente la vigencia de esta regla por la Cám. Com., C,
11/10/1982.
(671) Se puede ver: Labanca, ob. cit. en nota 36, y Sobre la ejecución de saldos de
cuentas corrientes bancarias, en JA, 1967-II, 125; Zavala Rodríguez, V, nº 155;
Williams, 2-A, 346; C. Varangot, Título ejecutivo y certificado de saldo de cuenta
corriente bancaria, en LL, 126, 448.
(672) Cám. Com., C, ED, 7, 741.
(673) Conf.: Varangot, lug. cit. Comp. con Giraldi, Cuenta corriente, 128.
(674) Conf.: Labanca, ED, 7, 736; Nougués, 89; Williams, lug. cit.
(675) Cám. Paz, I, ED, 6, 850; Cám. Fed., Córdoba, LL, 132, 1055; Cám. Civ., E, Rep.
LL, XL, 197; Cám. C.C. 2ª, LL, 118, 910.
(676) Cám. Com., A, JA, 1967-II, 125, con nota aprobatoria de J. Labanca.
Este fallo fue comentado por C. Varangot, en LL, 126, 448, quien lo criticó
severamente, proponiendo una interpretación "forzosamente integradora" de los tres
apartados del art. 793 Ver Texto, C. Com.
(677) Conf.: Labanca, ED, 7, 736.
(678) L. Legaz, Introducción a la ciencia del derecho, Barcelona, 1943, 395;
Enneccerus, Derecho civil. Parte general, Barcelona, 1934, t. I, vol. I, 203 y 212; J.
Castán Tobeñas, Teoría de la aplicación e investigación del derecho, Madrid, 1947, 237.
(679) V. nº 36, e.
(680) Conf. N. Coviello, Manuale di diritto civile italiano. Parte generale, Milán, 1915,
70.
(681) Conf.: Labanca, lug. cit.
(682) Conf.: F. C. de Savigny, Sistema de derecho romano actual, Madrid, 1878, I, nº
33, 211.
(683) Conf.: Castán Tobeñas, 240.
(684) Zavala Rodríguez, V, nº 155: tal certificado sería decididamente inútil, ya que tal
reconocimiento del saldo sería título ejecutivo por sí solo.
(685) Publ. en LL, 136, 209, y ED, 28, 689.
(686) Dres. A. A. Vázquez, J. C. Susini, C.
(687) E. M. Alberti, La ejecución del saldo deudor en cuenta corriente, en Rev. Jur. del
Bco. de la Nación Argentina, Bs. As., 1978, nº 40, 30 y ss. Comp. con Bonfanti,
Contratos bancarios, Bs. As. 122 Ver Texto, quien parece participar de esa postura.
(688) Voto del Dr. Roitman, como integrante del S.T. Córdoba, en el fallo citado en la
nota precedente.
(689) Cám. Com., D, 26/5/80, "Banco Sindical S.A. c. Ajon, S.". Este fallo inédito fue
incluído en la edición anterior de este Tratado, como jurisprudencia alusiva a este tema
(III-D, 325); TS, Córdoba, "Banco de la Pcia. de Córdoba c. Nacachian y Vázquez,
S.R.L.", ED, 135, 529, con nota de R. P. Massot; Cám. C. C. 1ª B. Blanca, "Banco del
Sud, S.A. c. Campo, A.R.", citado por Bonfanti, Contratos bancarios, 122 Ver Texto.
(690) A. M. Rojas Legarde y E. Cortinas, Ejecución del saldo deudor en cuenta
corriente bancaria, en rev. LL, diario del 13/12/1989, Suplemento de Derecho Bancario,
7.
(691) Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Bs. As., 1986, 34: es un típico
contrato de confianza.
41. EL CERTIFICADO DEL SALDO DEUDOR COMO TÍTULO EJECUTIVO.
Realizamos la exposición de este tema, de gran interés en la práctica comercial,
bancaria y profesional, siguiendo las distintas cuestiones que ha debido resolver la
jurisprudencia, y sin perjuicio de reseñar, siguiendo la metodología de este tratado, la
gran cantidad de fallos que sobre el particular se han dictado.
a) Solidaridad pasiva en las cuentas pluripersonales.
Ya vimos que las cuentas corrientes bancarias pueden ser abiertas a nombre de una o
más personas -físicas o jurídicas-; en caso de ser pluripersonales, pueden operar a orden
conjunta o recíproca de sus titulares. En cualquiera de los dos supuestos, si esas cuentas
pluripersonales arrojan un saldo deudor al cierre y liquidación de ellas, responsabilizan
solidariamente a todos los titulares (692) . Es decir, que no corresponde dividir, en esos
casos, las consiguientes responsabilidades y efectos contractuales entre sus titulares,
atento a la indivisibilidad intencional (arg. nota del art. 670 Ver Texto, C.Civ.) (693) de
la obligación asumida al abrir la cuenta pluripersonal (694) . Asimismo, es procedente
ejecutar el saldo resultante de la cuenta corriente bancaria, contra los fiadores del
cuentacorrentista, siendo menester el reconocimiento previo del compromiso asumido
por el garante.
Conviene recordar la diferencia que presenta la ejecución del saldo deudor de la cuenta
corriente bancaria pluripersonal, con la ejecución de un cheque rechazado (art. 38,
L.Ch.) que se hubiera librado sobre esa clase de cuenta que opere a orden recíproca o
indistinta de alguno de sus titulares. En efecto, en el primer caso la acción será de
naturaleza extracambiaria, pues tiene origen contractual (arts. 686 Ver Texto, 699 Ver
Texto, 1137 Ver Texto, 1197 Ver Texto y 1199 Ver Texto, C.Civ.), y, como ya se dijo,
podrá dirigírsela contra cualquiera de los titulares del fenecido contrato de cuenta
corriente bancaria, por ser responsable solidario de los efectos resultantes del contrato
mencionado. En cambio, en el segundo caso la acción será de naturaleza cambiaria,
pues se fundamenta exclusiva y excluyentemente en el cheque rechazado, en tanto papel
de comercio, que tiene carácter literal y completo; por esa razón, sólo podrá ser
ejecutado el firmante del cheque, pues los demás titulares, al no haber firmado el título,
no son obligados cambiarios (art. 40, L.Ch.) (695) .
JURISPRUDENCIA
En las cuentas a orden recíproca o indistinta los cotitulares serán acreedores o deudores
solidarios del banco (Cám. Com., A, LL, 1983-D, 356).
Si bien los titulares de una cuenta corriente bancaria conjunta, a la orden recíproca o
indistinta, son solidariamente responsables por el saldo deudor que resulte de ella (Cám.
Com., A, LL, 1983-D, 356; B, LL, 1986-D, 661; C, LL, 1976-A, 46), sin embargo,
cuando se ejecuta un cheque correspondiente a esa clase de cuenta corriente firmado por
una de las personas autorizadas para girarlo regularmente, en atención al carácter
abstracto, formal y completo del título, es procedente la excepción de inhabilidad de
título opuesta por quien está facultado para librar cheques respecto de esa cuenta, pero
no lo firmó el que se ejecuta, por cuanto es ajeno a las obligaciones cambiarias
contratadas por el librador (Cám. Com., A, LL, 1983-D, 356; ídem, LL, 154, 404; ídem,
LL, 137, 780; B, ED, 97, 718; ídem, JA, 1980- II, síntesis; C, LL, 1975-D, 410; ídem,
JA, 1982-IV, 39; E, LL, 1984-A, 130, con nota de O. R. Gómez Leo; Cám. C.C. 4ª
Córdoba, JA, 1973-20, 692; Cám. C.C. 1ª B. Blanca, 12/3/60, causa 40.075).
Compete la acción ejecutiva contra el fiador del saldo deudor en cuenta corriente
bancaria, siempre que haya suma líquida y exigible contra el deudor principal y se
prepare la vía ejecutiva contra el fiador mediante reconocimiento del compromiso
asumido frente al banco. Ambos documentos -la constancia emitida por el banco del
saldo deudor y el escrito de fianza reconocido- dejan expedita la vía ejecutiva (Cám.
Com., A, Rep. LL, XL, 1181; ídem, ED, 92, 276).
El certificado de deuda que integró el título ejecutivo trae aparejada ejecución, contra el
deudor sin más, conforme al art. 793 Ver Texto, C.Com., y, por tanto, también la otorga
contra el fiador, constituído en deudor principal, liso y llano pagador (Cám. Fed. B.
Blanca, LL, 152, 457; Cám. Com., B, JA, 1992-IV, 504 Ver Texto).
Si la documentación en que se funda la demanda está constituída por el certificado del
saldo deudor expedido por el banco acreedor y, además, por el contrato de fianza, en el
cual el demandado asume la condición de "fiador solidario, liso y llano y principal
pagador" de las obligaciones que por descubierto en cuenta corriente adeudara la
sociedad deudora al banco actor, el garante no puede invocar que el mencionado
documento sólo lo obligaba mientras revestía el carácter de integrante de la sociedad, es
decir, como director, y no a título personal, pues del contrato de garantía, no sólo no
surge que los fiadores desempeñaran cargo social alguno, sino que establece la total
autonomía de la responsabilidad de los coobligados (Cám. Com., C,
LL, 1975-A, 774).
No procede la excepción de litispendencia si en el caso se ejecuta un contrato de fianza
y el ejecutado sustenta su defensa en la pretensión verificatoria deducida por el
demandante en la quiebra del obligado principal, con base en un certificado de saldo
deudor en cuenta corriente bancaria emitido por el banco, que cedió su acreencia en
favor del pretensor (Cám. Com., D, LL, 1984-A, 561).
Recientemente se ha declarado que en las cuentas corrientes bancarias a orden recíproca
o indistintas, como principio general los cotitulares son acreedores o deudores solidarios
del banco (Cám. Com., LL, 1993-C, 1, con nota de J. M. Curá).
b) Caracterización del certificado.
Teniendo en cuenta la doctrina y jurisprudencia prevaleciente, se puede caracterizar al
certificado del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria, que emite el banco
conforme al art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C.Com., del siguiente modo:
I. Se trata de un beneficio concedido, exclusivamente, a los bancos debidamente
autorizados, por la autoridad de control, para actuar en el país. Debido a ello, realizando
una interpretación restrictiva, de un lado, no resulta extensible a las entidades
financieras no bancarias, estén o no autorizadas. De otro lado, tampoco beneficia a los
bancos extranjeros, que no tengan casa o sucursal instalada y autorizada por el Banco
Central, para operar regularmente en nuestro país.
JURISPRUDENCIA
Lo dispuesto por el decreto-ley 16354/46, por su carácter preciso y por los fines
evidentemente tenidos en cuenta por el legislador al dictarlo, no puede ser objeto de
interpretación extensiva (Cám. Com., B, LL, 150, 353; ídem, ED, 47, 576).
En esa tesitura se ha sentenciado que: 1) se refiere en exclusividad a la cuenta corriente
bancaria, y no a otras operaciones de banco; 2) siendo la creación del título unilateral
por el banco acreedor, se requiere que estas instituciones operen en el país, con
sumisión al control del Banco Central de la República Argentina; 3) por natural
consecuencia, y ante la imposibilidad reglamentaria de la existencia de cuentas
corrientes bancarias en moneda extranjera, el certificado en cuestión no puede ser
otorgado en virtud de saldos en cuenta corriente que no sean en moneda que no tenga
curso legal en el país (1ª inst. com., Juzg. 6, firme, JA, 1964-VI, 241; ídem, ED, 8, 69).
II. No requiere, necesariamente, la previa conformidad -expresa o tácita- y ni siquiera la
notificación de los responsables de la cuenta corriente bancaria. Se trata de un título
ejecutivo completo, que no requiere complementación de otros instrumentos.
JURISPRUDENCIA
El certificado del saldo deudor en cuenta corriente bancaria, no requiere la notificación
al cuentacorrentista (Cám. Com. en pleno, LL, 136, 209) o la conformidad de éste para
tener fuerza ejecutiva (Cám. Fed. Córdoba, LL, 132, 1055; Cám. C.C., I, B. Blanca, LL,
1989-A, 521; Cám. Com., D, LL, 1984-A, 557), pues ello no surge de lo dispuesto por
el art. 1, decreto-ley 15354/46 (Cám. Paz, I, ED, 6, 850), e implicaría desnaturalizar el
carácter del documento y privarlo prácticamente de eficacia frente a deudores
desaprensivos (Cám. Civ., E, Rep. LL, XL, 197), en tanto título ejecutivo continente del
saldo deudor (Cám. Com., D, LL, 1982-A, 41).
Las constancias certificadas del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria, son
títulos ejecutivos que se bastan a sí mismo. El propósito perseguido por el art. 1, decr.ley 15354, es asegurar el reintegro de las sumas acordadas en crédito en forma sencilla y
breve. Finalidad que fracasaría si se obligara al banco ejecutante a probar la
conformidad expresa o tácita del deudor (Cám. C.C. Dolores, DJBA, 123, 171). Es decir
que no requiere la previa conformidad del deudor para tener fuerza ejecutiva (Cám. Fed.
Córdoba, ED, 27, 213).
El asentimiento del cuentacorrentista respecto del saldo no es necesario para otorgar
fuerza ejecutiva al instrumento, por lo que no afecta la habilidad del certificado de saldo
el hecho de que su creación fuera posterior al decreto de quiebra de aquél (Cám. Com.,
D, 19/5/1983, "Viale, F.J., c. Kyriazid, L., y ots.".
Resolviéndose en forma reiterada que se trata de un título autónomo, en cuanto no
necesita ser completado por otros elementos si ha sido emitido conforme a la ley
sustancial (art. 793 Ver Texto, 3er. ap., C. Com.) (S.T. Córdoba, ED, 135, 527; Cám.
C.C. Dolores, DJBA, 123, 171; Cám. C.C. 2ª, I, Paraná, Z.R., 7, 533).
Es decir que constituye un título ejecutivo autónomo, en el sentido de que se baste a sí
mismo y no necesita complemento alguno (Cám.
C.C., I, Rosario, JA, 1992-III, síntesis; Cám. Com., E, JA, 1992- II, 464 Ver Texto), ni
prueba pericial o de informes que lo respalde (Cám. Com., B, LL, 1995-E, 458).
III. El banco emisor del certificado debe redactarlo con lenguaje claro y conciso, propio
de la solvencia técnica que hacen presumir las instituciones bancarias; máxime que se
trata de un título autónomo, completo, que trae aparejada ejecución. De otro modo, las
deficiencias instrumentales que pudieran derivar de un certificado concebido en
términos confusos, carente de nitidez, sería un obstáculo serio. De un lado, dificultaría
una fluída administración de justicia; de otro lado, podría obstar a la admisibilidad de la
pretensión ejecutiva intentada, si el título base de ella no se bastara a sí mismo.
JURISPRUDENCIA
Si bien se ha declarado que el art. 793 Ver Texto, C. Com., no exige declaración
asertiva de los funcionarios del banco emisor, bastando para conformar el título
ejecutivo la constancia del saldo deudor en cuenta corriente (Cám. Com., C, ED, 101,
778), se exige la necesidad del mayor rigor en la expedición del certificado por parte de
las instituciones bancarias, pues su nitidez y precisión son exigibles como manifestación
de la solvencia técnica que cabe presumir en ellas (Cám. Com., D, LL, 1979-C, 374,
con nota de Fco. Migliardi). En consecuencia, corresponde amonestar al banco emisor
del certificado, por las deficiencias instrumentales exhibidas, que generaron confusión y
que se tornaron no sólo en contra suyo sino en obstáculo del ágil servicio judicial
debido a los habitantes de la República (Cám. Com., D, 13/6/1983, "Banco del Oeste
S.A. c. Luján J.A." Ver Texto).
El art. 793 Ver Texto, C.Com., si bien no exige declaración asertiva de los funcionarios
del banco emisor del certificado de saldo deudor en cuenta corriente, se exige el mayor
rigor en las entidades bancarias en cuanto a la nitidez y precisión del documento. Sin
embargo, no es imprescindible que se aclare los nombres de los funcionarios firmantes,
si se ha hecho ello con los cargos que desempeñan (Cám. Com., A, LL, 1995-D, 31).
IV. El certificado debe llevar la firma del gerente y del contador del banco acreedor, sin
necesidad de que se hallen autenticadas. En ausencia de los titulares de esos cargos
administrativos, podrá ser firmado por los reemplazantes naturales dentro de la
estructura orgánica del banco. Asimismo, puede extender idóneamente el certificado el
Banco Central, actuando como liquidador del banco acreedor, por medio de su personal
jerárquico delegado, pues se debe entender que ellos han asumido la representación de
la entidad a todos los efectos necesarios de esa liquidación.
JURISPRUDENCIA
El art. 793 Ver Texto, C.Com., exige que el certificado del saldo deudor en cuenta
corriente bancaria, sea firmado por el gerente y el contador del banco respectivo (Cám.
2ª C.C. Córdoba, LL, 118, 910), sin necesidad de ninguna declaración de tales
funcionarios, bastando la constancia del saldo deudor (Cám. Com., C, ED, 101, 778).
La exigencia formal es que el certificado se halle refrendado conjuntamente por el
gerente y contador del banco emisor (Cám. C.C., II, Mercedes, LL, 1988-E, 35), sin
necesidad de que se acredite la prueba de los cargos desempeñados por los firmantes
(Cám. Paz, I, Rep.
LL, XXIII, 83), ni la autenticación de las respectivas firmas que suscriben el certificado
(Cám. Com., C, LL, 107, 985).
En ausencia de los titulares del cargo -contador y gerente-, el saldo debe ser certificado
por quienes resultan reemplazantes naturales de tales funcionarios dentro de la
organización jerárquica del banco (Cám. Com., E, LL, 1982-C, 40; B, "Banco Los Pinos
Coop. Ltdo. c. Rodríguez, A.", del 22/8/85).
En esa perspectiva se ha declarado que cumple con el requisito legal el certificado
expedido por el subgerente en ejercicio de la gerencia (Cám. Com., C, LL, 1984-A,
557), o cuando el documento es firmado por el contador general y un director, si éste
ejerce las funciones de gerente (Cám. Com., A, LL, 1984-A, 557), o por el gerente
comercial y el gerente administrativo, si este último es contador y se halla en ejercicio
(Cám. Com., A, LL, 1984-A, 557).
Si bien se ha resuelto que no obsta a la habilidad del certificado el hecho de que la
entidad esté en liquidación por el Banco Central, ni corresponde que sea rubricado por
el delegado liquidador (Cám. Com., E, 9/6/82, "Banco Hispano Corfin S.A. c. Cahan, J.,
y otros"), también se ha declarado, con acierto, que es título hábil el certificado
expedido por el delegado del Banco Central para ejercer la liquidación del banco
acreedor (Cám. Com., C, LL, 108, 221).
La exigencia del art. 793 Ver Texto, C. Com., de la firma de contador, no se refiere al
título profesional, sino a la función que el firmante desempeña en la institución bancaria
acreedora (Cám. Com., B, 14/6/79, "Banco de Quilmes S.A. c. Lignelli, G."; ídem, LL,
1984- B, 382).
Se ratifica que no es título ejecutivo la constancia del saldo deudor que carece de las
firmas conjuntas del gerente y contador (art. 4 Ver Texto, ley 21309) (SCBA, LL, 1986E, 698), o cuando está firmado por un jefe de división y el gerente administrativo (Cám.
Com., D, LL, 1984-A, 558; ídem, LL, 1982-C, 40), o por el presidente y el tesorero del
banco (Cám. Com., D, LL, 1982-D, 494), o cuando llevan la firma de dos subgerentes
(Cám. Com., D, LL, 1984-A, 557).
Más recientemente se ha declarado que cuando el art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C. Com.,
prescribe que los certificados de saldo deudor en cuenta corriente bancaria deben ser
otorgados con las firmas conjuntas del gerente y contador del banco, implica que las
citadas firmas deben pertenecer a funcionarios del banco, en quienes el directorio
delegó funciones ejecutivas (art. 270 Ver Texto, ley 19550), sin que corresponda
distinguir entre gerente general del banco o el gerente especial de la sucursal (Cám.
C.C., II, Quilmes, causa 123, Reg. int. 10, del 28/6/1995; Cám. Com., A, JA, 1989- II,
síntesis; E, JA, 1989-III, 681 Ver Texto).
La circunstancia de que el certificado aparezca firmado por quienes actúan como
gerente o contador en ausencia de sus titulares, en lugar de ser suscritos por estos
últimos, no descalifica la actuación si se trata de representantes naturales dentro de la
organización jerárquica del banco (Cám. C.C. 2ª, III, La Plata, causa 69.364, Reg. int.
87/90, del 24/5/90; Cám. Com., C, LL, 1992-A, 170, con nota de P. J. Fortin), como
ocurre cuando el firmante es el liquidador del banco acreedor designado por el Banco
Central, pues se debe entender que él ha asumido la representación de la entidad a todos
los efectos necesarios de esa liquidación (Cám. C.C., II, Quilmes, causa 123; Reg. int.
10, del 28/6/1995) o cuando quien firma el certificado del saldo deudor lo hace en su
condición de "subcontador" (Cám. Com., C., LL, 1992-A, 170).
La exigencia de que el certificado vaya firmado por el contador, no se refiere al título,
sino a la función desempeñada en la institución bancaria (Cám. Com., B, JA, 1990-I,
síntesis).
El art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C.Com., exige que el certificado del saldo deudor sea
otorgado con las firmas de gerente y contador del banco, mas no requiere la prueba de
que los cargos desempeñados por los firmantes (Cám. Com., B, LL, 1995- E, 459);
tampoco exige la autenticación de las firmas de ellos (Cám. C.C., II, Quilmes, causa
123, Reg. int. 10 del 28/6/1995); sin embargo, es admisible la recepción de la prueba
ofrecida, tendiente a demostrar que las firmas no corresponden a quienes desempeñan
los cargos de gerente y contador de la entidad emisora, cuando dichos extremos están
controvertidos (Cám. Com., C, LL, 1995-D, 568). Sin embargo, cuando firman gerente
y otra persona que se la denomina "jefa administrativa" de la entidad no se satisface el
precepto legal, por tratarse de una calidad diferente de la requerida por la norma. Sin
que se pueda ventilar en un juicio ejecutivo la organización interna del banco ejecutante,
ni determinar si la "jefa administrativa" cumple funciones de "contador" en esa
estructura orgánica (Cám. Com., D, LL, 1994- D, 279).
V. Conforme a la doctrina plenaria establecida en el caso "Lussich" consideramos que el
saldo deudor de la cuenta corriente bancaria, se determine, necesariamente, en ocasión
de la liquidación y cierre de la cuenta de la cual proviene, única manera de poder
considerarlo definitivo. A partir de entonces el banco no podrá inscribir operación
alguna en la cuenta, única manera de tener un saldo líquido y exigible. De no ser así, el
monto del saldo deudor no sería definitivo y podría variar durante el curso de la
ejecución.
JURISPRUDENCIA
La habilidad del certificado bancario del art. 793 Ver Texto, C.Com., exige que el saldo
se determine en ocasión de la clausura de la cuenta corriente bancaria (Cám. Com., en
pleno, LL, 136, 209), siendo la jurisprudencia constante en exigir como condición de
procedencia del juicio ejecutivo por el cobro del saldo deudor en cuenta corriente, la
clausura y cierre definitivo de ésta (Cám. Com., A, ED, 49, 180; B, LL, 1984-A, 556; C,
LL, 1975-D, 348; D, LL, 1984-A, 556; ídem, "Banco de Avellaneda S.A. c. Trigerio,
L." Ver Texto, del 16/6/83).
La expedición del certificado presupone la clausura y cierre de la cuenta corriente, no
siendo requisito esencial, para que él sea título ejecutivo, que tal circunstancia esté
expresamente mencionada (Cám. Com., A, Rep. LL, XL, 1479), ni que sea necesario
que contenga la fecha de la clausura (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 556).
Por natural implicancia se ha declarado que el certificado del saldo deudor es inhábil,
como título ejecutivo, si la cuenta no ha sido clausurada (Cám Com., B, LL, 1984-A,
556), pues ha sido expedido contrariando las disposiciones legales vigentes y, en
consecuencia, tal certificado no trae aparejada ejecución (Cám. Com., C, LL, 1975-D,
348), pues el saldo carece de la liquidez y exigibilidad requeridas por el art. 520 Ver
Texto, ap. 1º, C.Proc. (Cám. Com., A, LL, 1976-A, 494).
Recientemente se ha resuelto sobre este tema que la sola clausura de la cuenta corriente,
acreditada por el certificado respectivo, determina la existencia de un saldo líquido y
exigible, pues la certificación de ese saldo constituye por sí, título ejecutivo hábil para
demandar al titular de ella (Cám. Com., D, JA, 1992-IV, 274 Ver Texto), sin que sea
necesario el previo reconocimiento y aceptación -expresa o tácita- de parte del cliente
del saldo resultante de la cuenta (Cám. Com., E, JA, 1992-II, 464 Ver Texto).
La habilidad del certificado bancario del art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C.Com., exige que
el saldo se determine en ocasión de la clausura de la cuenta corriente, sin que sea
menester demostrar que ha sido comunicada al cliente o conformada expresa o
tácitamente (Cám. C.C., I, Rosario, Z, R., 7, 533; Cám. C.C. Junín, ED, 139, 748; Cám.
Fed. Resistencia, JA, 1986-IV, síntesis).
El cierre o conclusión de la cuenta corriente bancaria constituye presupuesto de
habilidad del título ejecutivo que es el certificado del saldo deudor (Cám. Com., D, JA,
1984-II, síntesis).
La habilidad del certificado de saldo deudor de la cuenta corriente bancaria exige que tal
saldo se determine en ocasión de la clausura de la cuenta, pero sin que sea menester
demostrar que ha sido comunicado al cliente o conformado expresa o tácitamente (Cám.
C.C., III, Santa Fe, Z, R, 9, 714; Cám. C.C., III, Rosario, Z, R, 8, 783).
Autoriza el rechazo de la ampliación de la demanda ejecutiva con base en un certificado
de saldo deudor en cuenta corriente bancaria, como incluso el de la ejecución misma por
defecto formal conducente a la inhabilidad del título primigenio fundada en que el
certificado se emitió sin el debido cierre de la cuenta, conforme a la doctrina plenaria
vigente (caso: Lussich) (Cám. Com., C, LL, 1992-A, 170, con nota de P. J. Fortin).
Cuando el art. 793 Ver Texto, C.Com., establece que las constancias de los saldos
deudores en cuenta corriente bancaria . . . serán considerados títulos que traen aparejada
ejecución, establece un principio de certeza que se asienta en la afirmación de la entidad
bancaria, pero que supone el cierre de la cuenta respectiva para que surja el saldo
definitivo, forma por medio de la cual se traduce la finalización de un contrato de
duración, momento a partir del cual no se podrá inscribir operación alguna (del voto del
Dr. Fragueiro). Corresponde hacer notar que es presupuesto esencial para la procedencia
del juicio ejecutivo promovido por la certificación mencionada, el de que el saldo se
determine en ocasión de la clausura de la cuenta, porque, como contrato normativo y
consensual celebrado por el banco y su cliente conforme a lo establecido por el art. 791
Ver Texto, C.Com., y que no tiene término (art. 792 Ver Texto,
C. cit.), se puede cerrar cuando lo decida el banco o el cliente, previo aviso, pero como
se trata a la vez de un contrato de duración, se exige la clausura de la cuenta, con lo
cual, a ese momento, se establecerá el saldo definitivo en cuestión. En consecuencia,
como la cuenta no ha sido clausurada, no se puede determinar en forma válida y
oportuna el saldo; por tanto, el título con el cual fue promovida la ejecución no es hábil
(del voto del Dr. Martínez Gavier) (Cám.
C.C. 2ª Córdoba, "Banco de la Pcia. de Córdoba c. Nacacchian y Vázquez, S.R.L", Reg.
sent. 32, del 5/8/1986).
El cierre de la cuenta corriente a que se refiere el art. 792 Ver Texto, C.Com., carece de
virtualidad y vinculación jurídica con el procedimiento de realizar la operación de
contabilidad para extraer el saldo, pues dicho precepto legal simplemente establece que
la cuenta corriente se puede cerrar cuando lo exige el banco o los clientes, previo aviso
y ello con la finalidad de no privarlos a estos últimos de su servicio de caja sin esa
clausura formal, pero el cierre de la cuenta con esas consecuencias es cuestión distinta
de la elucidación del saldo, en un momento dado, y ello está normado por el art. 793
Ver Texto. Las finalidades son disímiles en el supuesto de cierre de la cuenta -situación
contemplada por el art. 792 Ver Texto- y en la determinación del saldo deudor que
prevé el art. 793 Ver Texto, sin que la ley exija para el cobro judicial de éste la clausura
o cierre de la cuenta corriente bancaria, aun cuando tal cierre va ínsito en el certificado
expedido (Cám. C.C., 2ª, I, La Plata, causa 73.244, Reg. int. 70, del 26/3/92).
El plenario "Banco de Galicia y Bs. As. c. Lussich" Ver Texto se limitó a hacer conocer
el momento en que se debía proceder a la expedición del certificado de saldo deudor en
cuenta corriente bancaria, pero no condicionó su fuerza ejecutiva a dicho recaudo, ya
que es el art. 793 Ver Texto, C.Com., el que otorga el carácter de títulos que traen
aparejada ejecución (Cám. Com., D, 26/5/80, "Banco Sindical S.A. c. Ajon, S.").
Basta la sola certificación del saldo deudor en cuenta corriente expedida por gerente y
contador, sin que sea necesario el cierre de la cuenta, ni ningún otro recaudo
complementario o requisito previo para que la entidad crediticia pueda ejecutar dicho
saldo, por constituír la certificación aludida título hábil, abstracto, autónomo y
suficiente por sí (Cám. C.C. 2ª, I, Paraná, Z, R, 7, 533).
VI. Su ejecutividad sustancial (art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C. Com.) receptada por el
código ritual (v.gr., art. 523 Ver Texto, inc. 5, C. Proc.), le concede el beneficio de ser
procesalmente abstracto, en tanto las alternativas causales concernientes a la
determinación del saldo, requisitos extrínsecos, posibles rectificaciones, etc., no cabe
ventilarlos en el proceso ejecutivo. Ello sin perjuicio del derecho del deudor a discutir
esas cuestiones improponibles por razones de índole procesal, mediante la deducción de
la acción ordinaria en un proceso de conocimiento (sumario u ordinario) posterior al
juicio ejecutivo ya sustanciado.
Es del caso, en esta nueva edición, aclarar que la jurisprudencia y algún autor suelen
referirse al certificado como título autónomo. Consideramos que ello no es adecuado,
pues él no produce la prescindencia de las situaciones personales de ningún sujeto, ni en
la adquisición, ni en la asunción de los derechos u obligaciones que pudieran surgir del
título, como ocurre en materia cambiaria, donde se origina el vocablo "autonomía" (arts.
18 Ver Texto y 7 Ver Texto, L.C.A., para la cambial y el pagaré; y arts. 19 Ver Texto y
10 Ver Texto, ley 24542, para el cheque. Con más propiedad se lo ha calificado de
"autosuficiente", pues ello alude al aspecto característico del certificado como título
ejecutivo completo, que se basta a sí mismo con independencia de la cuenta corriente
que le sirve de causa. También resulta oportuno reiterar lo expresado en la edición
anterior, de que el certificado que nos ocupa es un título que goza de abstracción
procesal, sin que las referencias causales que pueda incluír facultativamente el banco
emisor, lo trasforme en un título causal (696) .
JURISPRUDENCIA
El art. 793 Ver Texto, C.Com., en su 3ª parte, creó un título ejecutivo mediante el
certificado del saldo deudor otorgado por el banco, previo cierre de la cuenta corriente
bancaria, con la firma del gerente y del contador (Cám. C.C., II, Mercedes, LL, 1988-E,
35); tal documento es un título autónomo (Cám. Com., A, LL, 124, 735; E, ED, 89,
452), que trae aparejada ejecución, en los términos del art. 523 Ver Texto, C. Proc.,
cuando cumple con los requisitos formales de la ley de fondo (Cám. Com., E, LL, 1985-
B, 56; C, LL, 148, 256); su ejecutividad deriva del hecho de ser un título abstracto, que
se basta a sí mismo (Cám. Com., C, ED, 20, 112), continente del saldo líquido y
exigible en favor del banco emisor (Cám. Com., D, LL, 1982-A, 41).
En el juicio ejecutivo por el cobro del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria, no
se puede entrar a discutir el abuso de la creación del certificado (Cám. Com., C, ED, 50,
213), las alternativas causales vinculadas al certificado (Cám. Com., C, ED, 113, 198), o
a la formación y liquidación del saldo (Cám. Com., B, LL, 1987-B, 301; A, LL, 1987D, 301; E, LL, 1985-B, 64; ídem, LL, 1982-C, 40). Las mencionadas alternativas,
cualquier error o abuso incurrido en la extensión del certificado (Cám. Com., A, ED, 50,
213; ídem, LL, 121, 541), o en el haber simulado la existencia de la cuenta corriente,
corresponde ventilarlo en el juicio ordinario posterior de repetición (Cám. Com., B, LL,
1984-A, 556).
Más recientemente se ha declarado que el certificado de saldo deudor en cuenta
corriente, extendido por el banco acreedor con las formalidades legales (art. 793 Ver
Texto, párr. 3º, C.Com.) constituye un título ejecutivo autónomo, en el sentido de que se
basta a sí mismo y no necesita de complemento alguno (Cám. Com., E, JA, 1992-II, 464
Ver Texto; ídem, LL, 1996-A, 570, con nota de W. A. Marinetti; A, ED, 145; B, LL,
1995-E, 458; Cám. C.C., I, Rosario, JA, 1992-III, síntesis; ST Córdoba, ED, 135, 527;
Cám.
C.C. Dolores, DJBA, 123, 171), pues es autónomo y autosuficiente que trae aparejada
ejecución, sin que sea necesario complemento de otra naturaleza (Cám. C.C. Concordia,
Z, R, 7, 603) ni requiere el previo reconocimiento de la aceptación por el cliente (Cám.
Com., E, LL, 1996-A, 570, con nota de W. A. Marinetti) ni prueba pericial o de informe
que lo respalde (Cám. Com., B, LL, 1995-E, 458).
Es decir que se autoabastece sin necesidad de ocurrir a complemento alguno, reposando
en una implícita responsabilidad del banco emisor (Cám. C.C. 2ª, I, La Plata, causa
67.593, Reg. int. 138, del 20/6/89).
También se ha declarado que el certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria
es un título abstracto. Frente a él, sólo se pueden oponer las excepciones previstas en el
art. 544 Ver Texto,
C.Proc. (Cám. Com., E, ED, 140, 378).
Reiterándose que se trata de un título ejecutivo hábil abstracto, autónomo y suficiente
por sí (Cám. C.C. 2ª, I, Paraná, Z.R., 7, 533).
VII. Sin embargo, mediante una verdadera creación pretoriana, fundada en la equidad,
una parte de la jurisprudencia, teniendo en cuenta, quizá, que como expresó la
exposición de motivos del decreto-ley 15354/36, este certificado que se autoriza a
extender a los bancos es "algo muy parecido a un privilegio que sólo puede ser admitido
como una especialísima concesión de la autoridad pública, bajo severas condiciones de
vigilancia y control ejercidos por el Estado" (697) . Es decir que en atención a que el
acreedor (banco) queda facultado a crear un título que trae aparejada ejecución,
unilateralmente, sin la intervención, notificación o consentimiento del deudor, ha
flexibilizado la rigidez anticausalista del juicio ejecutivo, permitiendo entrar a
considerar cuestiones de clarísimo carácter causal, en oportunidad en que se ha negado
la existencia misma de la cuenta corriente bancaria, que presuntamente habría originado
el certificado cuestionado.
Empero, en otras oportunidades, con un criterio estricto, que compartimos, se ha
declarado que corresponde desestimar la excepción de inhabilidad de título, si
alegándose la inexistencia de la cuenta corriente bancaria, se pretende introducir en la
discusión la legitimación de la causa (698) .
JURISPRUDENCIA
Tanto la doctrina como la jurisprudencia han admitido la apertura a prueba en la
ejecución de un saldo deudor en cuenta corriente bancaria, cuando los argumentos
esgrimidos no implican necesariamente el examen del problema causal, en sentido
estricto, sino que lo que se ha cuestionado es la existencia misma de ese contrato (Cám.
C.C., II, Mercedes, LL, 1988-E, 35; Cám. Com., A, ED, 50, 213; ídem, LL, 1983-A,
565).
Si bien la excepción de inhabilidad de título debe referirse a las formalidades
extrínsecas del certificado, cuando esa inhabilidad surge de la documentación
proveniente del banco beneficiario de la certificación referida formalmente a una cuenta
corriente que no ha sido tal, fuerza es concluír que la realidad ha aplastado a la
protección formal dispensada al título ejecutivo, con la consecuencia de que una "no
cuenta" sólo puede generar un "no título", e igualmente es forzoso concluír que con la
base de un "no título" mal se puede llevar adelante una ejecución (Cám. Com., D, LL,
1989-D, 151, con nota de C. G. Villegas; A, LL, 1987-D, 620; ídem, LL, 1983-A, 565;
B, LL, 123, 967; LL, 1980-A, 162; ED, 127, 407, con nota de F. Legón; C, ED, 127,
410, con nota de F. Legón; D, ED, 129, 417, con nota de F. Payá (h.); E, ED, 112, 592).
Si no se negó la existencia del contrato de cuenta corriente bancaria, resulta inadmisible
agraviarse por la inclusión en la cuenta de rubro que se alegan son ajenos a ella (Cám.
Com., A, ED, 145, 686).
No negada la existencia de la cuenta corriente bancaria, se debe reconocer
necesariamente la habilidad ejecutiva que el art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C. Com.,
asigna a las certificaciones del saldo deudor (Cám. Com., D, LL, 1992-D, 190).
Se considera un exceso ritual manifiesto que lesiona el derecho de defensa del
ejecutado, si éste negó la existencia misma de la cuenta corriente bancaria cuyo saldo se
pretende ejecutar, con lo cual resulta negada la deuda reclamada, aun cuando por
diferente título, el deudor haya admitido deber a la institución bancaria ejecutante (Cám.
Com., A, LL, 1991-E, 625).
Sin embargo, también se ha declarado que en el cobro ejecutivo del saldo deudor de una
cuenta corriente no se puede discutir el abuso de creación del certificado, sus
alternativas causales o el haber simulado la existencia de la cuenta corriente, pues todo
ello corresponde ventilarlo en el juicio ordinario posterior (Cám. C.C.L., Rafaela, Z, R.,
8, 790).
(692) V. nº 25, b.
(693) Busso, IV, art. 669, nº 11; Llambías, Obligaciones, II, nº 1113; Lafaille, II, nº
1084; Rezzónico, I, 597; Galli, en Salvat, Obligaciones, II, nº 809, b.
(694) Conf.: Giraldi, Cuenta corriente, 123; Nougués, 103.
(695) V.: Gómez Leo, Inexistencia de solidaridad cambiaria en un cheque, en LL, 1984A, 130, y jurisprudencia allí reseñada.
(696) Ver y comp. con Martorell, Tratado de los contratos de empresa, Bs. As., 1996, II,
258, quien trata con distinto criterio los temas considerados en este ap. VI.
(697) V.: ADLA, t. VI, 388.
(698) Cám. Com., B, "Banco de Galicia y Bs. As. S.A. c. Lewin, R., y otros".
c) Oposición del ejecutado.
La ley procesal vigente enuncia como únicas excepciones admisibles en el juicio
ejecutivo, las enunciadas en el art. 544 Ver Texto, C.Proc., con la opción que suministra
el art. 545 Ver Texto del mismo cuerpo legal, respecto de la nulidad de ejecución que
puede ser deducida por vía de excepción o de incidente.
La casuística jurisprudencial se ha pronunciado, en términos generales, respecto de
inadmisibilidad, en el juicio ejecutivo, de las siguientes defensas o excepciones:
I) Abuso de derecho.
Por vía de principio se ha declarado que no se puede discutir en un juicio ejecutivo el
pretendido ejercicio abusivo del derecho del ejecutante, pues ello excede en mucho el
marco de cognición de esa clase de proceso (699) .
En la ejecución del saldo deudor en cuenta corriente bancaria no corresponde oponer al
principio consagrado por el art. 795 Ver Texto,
C.Com., el pretendido abuso de derecho del banco ejecutante, fundado en el art. 1071
Ver Texto, C.Civ. (700) .
Se reitera el principio al declarar que la capitalización de intereses, además de no ser
extraña al régimen de la cuenta corriente bancaria (art. 795 Ver Texto, C.Com.), no
resulta indagable en el juicio ejecutivo (art. 544 Ver Texto, inc. 4, C.Proc.), debiendo
ser ventilado el invocado abuso de derecho en el juicio ordinario posterior, según lo
dispone el art. 553 Ver Texto del mismo código procesal (701) .
Asimismo, se ha resuelto que no corresponde analizar, en el juicio ejecutivo, la bondad
de los procedimientos utilizados para llegar al saldo que se ejecuta. Ello sin perjuicio de
poder alegar y probar en el juicio ordinario posterior de repetición el presunto ejercicio
abusivo del derecho del aquí actor (art. 553 Ver Texto,
C.Proc.) (702) .
JURISPRUDENCIA
El abuso en que habría incurrido el banco en la determinación del saldo y la existencia
de un acuerdo para el cierre de la cuenta corriente bancaria son aspectos improponibles
no sólo en la limitada etapa de conocimiento del juicio ejecutivo, sino en toda su
instancia en virtud de la restricción cognoscitiva impuesta en el art. 544 Ver Texto, inc.
4, C. Procesal, que veda la indagación causal (Cám. Com., A, ED, 140, 795).
Los posibles errores o abuso en que pudiera haber incurrido la entidad emisora ejecutora
del certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria, no avasallan los derechos
del cliente, dado que éste cuenta con la vía ordinaria de repetición en su salvaguarda, e
incluso la vía penal (ST Córdoba, ED, 135, 527).
II) Arraigo.
Con alcances generales, se ha declarado que no se admite la excepción de arraigo en el
juicio ejecutivo, por no estar autorizada por la ley procesal (en el caso: art. 59 , ley
14237) (703) .
III) Citación de evicción.
Se ha desestimado la citación de evicción invocada por el ejecutado por ser extraña a los
trámites del juicio ejecutivo (704) .
IV) Defecto legal.
Esta excepción no es oponible en los juicios ejecutivos, en razón de que no se halla
incluída en la enumeración taxativa contemplada en la ley respectiva (705) .
V) Excesiva onerosidad.
El estrecho margen conocitivo del juicio ejecutivo veda la posibilidad de examinar la
sobreviniente onerosidad que puede haber experimentado la obligación que se ejecuta,
ya que su tratamiento escaparía a lo extrínseco del título base de la ejecución, y el
remedio previsto para enmendar los perjuicios derivados del presente juicio es el juicio
ordinario (706) .
VI) Inconstitucionalidad.
En principio, la defensa de inconstitucionalidad no es admisible en el juicio ejecutivo,
puesto que aparte de que se trata de una cuestión no prevista en la taxativa enumeración
del art. 544 Ver Texto, C.Proc., es posible su replanteo de la cuestión constitucional en
el juicio de conocimiento posterior (art. 553 Ver Texto,
C.Proc.), razón por la cual la limitación de las interposiciones de excepciones no genera
agravio irreparable al ejercicio del derecho de defensa en juicio (707) .
Asimismo, se ha declarado que es inadmisible el planteo de inconstitucionalidad del art.
793 Ver Texto, párr. 3º, C. Com., en cuanto autoriza al banco, unilateralmente, a
certificar el saldo deudor en cuenta corriente bancaria, otorgándole carácter de título
ejecutivo (708) .
JURISPRUDENCIA
Es constitucional el 3er. párr. del art. 793 Ver Texto,
C.Com., introducido por el decr.-ley 15354/46, en cuanto su sanción tuvo por finalidad
facultar a los bancos a emitir títulos ejecutivos con las constancias de los saldos
deudores en cuenta corriente (Cám.
C.C., II, Rosario, Z.R., 8, 785).
VII) Invocación de fuerza o miedo.
Resulta inadmisible invocar esta excepción con relación a la causa originaria de la
obligación, y no al título que la documenta, porque ella sólo puede ser resuelta en la
sustanciación de un juicio ordinario (709) .
VIII) Plus petitio.
También se ha declarado improcedente la defensa de plus petitio invocada por el
ejecutado, por no estar comprendida en la enumeración taxativa que trae la ley procesal
(710) . Por natural implicancia, se ha declarado que no se puede cuestionar la idoneidad
del certificado del saldo deudor en cuenta corriente bancaria como título ejecutivo,
aduciendo que se ha demandado el cobro de una suma menor a la que de él surge (711) .
d) Excepciones en particular.
A continuación consideramos en forma particularizada algunas de las cuestiones que ha
tratado la jurisprudencia respecto de las excepciones en la ejecución del saldo deudor en
cuenta corriente, con base en un certificado extendido por el banco acreedor en virtud
del art. 793 Ver Texto, C.Com.
I) Litispendencia.
Esta excepción procesal y dilatoria tiene como presupuesto la existencia de otro juicio
ejecutivo, y como requisito de admisibilidad la existencia de tres identidades: v.gr., que
sea entre las mismas partes, por la misma deuda y por igual título (712) .
Respecto de ella se ha reiterado que sólo puede fundarse en la existencia de otro juicio
ejecutivo, seguido entre las mismas partes y en virtud del mismo título, lo cual se
corresponde con la naturaleza del juicio ejecutivo, ya que la pretensión de que se
examine un proceso de conocimiento, presuntamente conexo con uno de ejecución de
saldo deudor en cuenta corriente bancaria, sólo conduciría, bien que por vía elíptica, a
analizar la causa de la obligación, lo que se halla vedado en esta clase de proceso. Ello,
además, tornaría inoperante la única vía lícita prevista para debatir la relación sustancial
(713) .
No procede la excepción de litispendencia si en el caso se ejecuta un contrato de fianza
y el ejecutado sustenta su defensa en la pretensión verificatoria deducida por el
demandante en la quiebra del obligado principal, con base en un certificado de saldo
deudor en cuenta corriente bancaria emitido por el banco, que cediera su acreencia en
favor del pretensor (714) .
II) Falsedad.
Esta excepción contemplada en el art. 544 Ver Texto, inc. 4, C.Proc., tiene naturaleza
sustancial y carácter perentorio, fundamentándose específicamente en la adulteración
material, en todo o en parte, del título base de la acción, tomándose en consideración
para ello, únicamente, sus formas exteriores (715) .
Respecto de ella se ha declarado que no configura falsedad que pueda ser opuesta en
juicio ejecutivo -prescindiendo de lo que en definitiva y por la vía autónoma pertinente
hubiese de juzgarse- la inexactitud que se aduce en el resumen de cuenta corriente
bancaria que dio origen al certificado del saldo igual a cero, si ello obedece a la
trasferencia de la deuda a cuenta diversa con el fin de la gestión de su cobro. En efecto,
sobre la base de la necesidad de la mencionada trasferencia, es obvio que ésta es
precisamente la condición contable de la expedición del certificado del saldo deudor que
se ejecuta (716) .
No es viable la excepción de falsedad por el solo desconocimiento de las firmas del
gerente y contador del banco, que no importa una afirmación categórica de inexactitud o
falsedad, requisito indispensable éste, exigido por la jurisprudencia del tribunal (717) .
Cabe agregar a ello que no existe disposición legal alguna que exija la prueba de los
cargos de los firmantes del certificado del saldo deudor en cuenta corriente bancaria
(718) , ni la autenticación de sus firmas (719) .
Las constancias de los saldos deudores en cuenta corriente bancaria traen aparejada
ejecución, sin que obste a ello la negativa de la autenticidad del extracto, si no se
desconoció la calidad de los dependientes del banco que suscribieron el certificado
pertinente, con las firmas autenticadas por escribano, no se produjo ninguna prueba
sobre la inexistencia de la cuenta corriente a nombre del ejecutado, ni se cuestionó en
forma concreta y oportuna las constancias o el proceder del banco al respecto (art. 793
Ver Texto, C.Com., y art. 14, ap. c, circ. B-382) (720) .
No se puede ventilar en la ejecución lo relativo a que las constancias del saldo deudor
en cuenta corriente bancaria no son fiel reflejo de las operaciones realizadas (721) , o la
falta de causa de débitos por intereses de una carta de garantía, atento a que sólo cabe
considerar las formas externas del título base de la ejecución (722) .
No procede la excepción de falsedad cuando la documentación aportada por el
ejecutado consiste en resúmenes de cuenta anteriores a la fecha de emisión del
certificado, ya que no constituyen prueba fehaciente de la ilegitimidad del saldo deudor,
que se reclama (723) .
Se debe hacer lugar a la excepción de falsedad si el certificado base de la acción no se
ajusta a las constancias de los libros del banco actor, con el agregado de que el resumen
presentado por el demandado en su contestación se ajusta a esos libros y no arroja el
saldo deudor reclamado (724) .
Es inhábil el certificado del banco por el cual se pretende ejecutar un saldo deudor
inexistente a la fecha del cierre de la cuenta corriente bancaria, ocurrido un año antes
(725) .
La facultad de obtener la apertura a prueba de la excepción de falsedad en la ejecución
del saldo deudor en cuenta corriente bancaria, está condicionado a la agregación de las
constancias de liquidación o resúmenes de los cuales se puede presumir,
razonablemente, el abultamiento unilateral de dicho saldo (726) . Sin embargo, no basta
que el ejecutado exprese que no le consta el desempeño de los cargos de los firmantes
del certificado del saldo deudor base de la ejecución, para imponer la apertura a prueba,
si no ha impugnado categóricamente la exactitud de tal constancia o aduzca la falsedad
de las firmas (727) .
Si la demandada opuso en defensa de sus derechos la negativa de que el préstamo
resultante de haber operado la cuenta corriente bancaria, bajo la modalidad "en
descubierto", con otorgamiento, por el banco, de sucesivos adelantos, "nunca se
materializó", lo cual no ha sido probado en autos, no resulta dudosa la procedencia de la
ejecución (728) .
Siendo que el certificado del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria es un título
autónomo (729) , que trae aparejada ejecución, si no fue negada la existencia de la
cuenta corriente, la discusión de alternativas causales de la formación de ese saldo es
inaudible en el juicio ejecutivo, lo cual descalifica la pretensión del ejecutado acerca de
la valoración de ciertos instrumentos probatorios ofrecidos en sustento de sus
apreciaciones (730) .
JURISPRUDENCIA
La ejecución del certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria comienza con
el título ejecutivo que la ley ha creado (art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C.Com.), y que sólo
debe ser juzgado como tal. Opuesta, entre otras, la excepción de falsedad, no se debe
resolver si en la relación cuentacorrentista-banco hubo o no excesos o mal manejo de
los débitos por la entidad financiera y asientos contables que respaldan el contenido del
certificado, pues la excepción de falsedad "podrá fundarse únicamente en la
adulteración del documento". Cualquier otra objeción al crédito reclamado -no ya al
título- sería entrar al campo de la causa y ésta solamente puede ser discutida en el juicio
pleno posterior (art. 551 Ver Texto, C.Proc.) (Cám. C.C., I, B. Blanca, ED, 134, 371),
suerte que deben correr la posible invocación de errores, falsedades y abusos incurridos
por la entidad emisora del certificado (Cám. Com., A, ED, 148, 206).
La virtual falsedad ideológica atribuíble a un certificado de saldo deudor de una cuenta
corriente bancaria no es investigable en el juicio de ejecución de aquél, pues ello
importaría entrar en un debate extr
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