PARTE PRIMERA CAPÍTULO I - CUENTA CORRIENTE MERCANTIL 1. INTRODUCCIÓN. a) Antecedentes. b) Ventajas. 2. CONCEPTO. 3. NATURALEZA JURÍDICA. a) Operación de contabilidad. b) Combinación de contratos. c) Ente moral. d) Contrato autónomo. e) Contrato consensual y normativo. f) Contrato de crédito. 4. DIFERENCIAS CON OTROS INSTITUTOS. a) Con la cuenta simple o de gestión. b) Con la apertura de crédito, en cuenta corriente. c) Con el depósito en cuenta corriente. 5. CARACTERES. a) Consensual b) Normativo c) De crédito d) Bilateral (art. 771, C.Com.) e) Típico (o nominado) f) Oneroso g) Conmutativo h) De ejecución continuada i) Comercial j) Intuitus personae 6. REQUISITOS SUSTANCIALES. a) Capacidad. b) Consentimiento. c) Objeto. d) Causa. 7. FORMA Y PRUEBA. a) Forma. b) Prueba. Medios admisibles. c) Carga de la prueba. 8. COMPETENCIA. 9. INDIVISIBILIDAD. a) Aspectos generales. b) Aspectos particulares. I) Novación. II) Constitución de garantías. 10. CLÁUSULA "SALVO ENCAJE". a) Generalidades. b) Naturaleza jurídica. c) Eficacia unilateral. d) Efectos. I) Ambos correntistas se hallan "in bonis" II) Quiebra del remitente. III) Quiebra del receptor. IV) Quiebra del receptor y del remitente. 11. COMISIONES Y GASTOS. 12. MEDIDAS CAUTELARES. 13. CIERRE DE LA CUENTA. TERMINACIÓN DEL CONTRATO. a) Cierre de la cuenta. b) Terminación del contrato. I) Consentimiento de las partes (inc. 1). II) Vencimiento del término fijado. III) Casos de terminación forzada. IV) Voluntad unilateral. 14. SALDO. a) Generalidades. b) Fijación del saldo. c) Rectificación posterior a la aprobación. d) Intereses. I) Forma de computarlos. II) Tasa. III) Capitalización. Balances parciales. e) Ejecutividad. 15. PRESCRIPCIÓN. 16. PROYECTO DE UNIFICACIÓN DE LA LEGISLACIÓN CIVIL Y COMERCIAL. 17. CONCLUSIONES. PARTE SEGUNDA - CONTRATOS BANCARIOS CAPÍTULO II - INTRODUCCIÓN 18. LAS OPERACIONES BANCARIAS. a) Concepto en el marco de los actos de comercio. b) Clasificaciones. 19. LOS CONTRATOS BANCARIOS. a) Generalidades. b) Caracterización. c) Normas aplicables. CAPÍTULO III - CUENTA CORRIENTE BANCARIA 20. GENERALIDADES. 21. LA CUENTA CORRIENTE BANCARIA Y OTRAS FIGURAS JURÍDICAS. a) Variedad de la cuenta corriente mercantil. b) Cláusula accesoria. Cuenta corriente impropia. c) Cuenta corriente de correspondencia. Contrato de giro. d) Contrato autónomo. 22. APLICABILIDAD DE LAS NORMAS CONCERNIENTES A LA CUENTA CORRIENTE MERCANTIL. 23. CONCEPTO. CARACTERIZACIÓN. a) Concepto b) Caracterización. I) Bancario. II) Autónomo y típico. III) Consensual. IV) Normativo. V) De adhesión. VI) Bilateral. VII) Oneroso. VIII) De ejecución continuada. IX) Intuitu personae. 24. SERVICIO DE CUSTODIA, DE CHEQUE Y DE CAJA. a) Servicio de custodia. b) Servicio de cheque. c) Servicio de caja. 25. LA DISPONIBILIDAD. CAPÍTULO IV - APERTURA DE LA CUENTA CORRIENTE BANCARIA 26. CAPACIDAD. a) Personas físicas. b) Personas de existencia ideal. 27. DIVERSAS CLASES DE CUENTAS. a) A nombre y orden de una misma persona. b) A nombre conjunto de dos o más personas y orden recíproca de ellas. c) A nombre y a la orden colectiva o conjunta de dos o más personas. d) A nombre de una o más personas y a la orden de otra o de otras dos o más personas, recíproca o conjunta. e) A nombre de asociaciones, fundaciones, sociedades y otras entidades con personería jurídica. f) Cuenta de simples asociaciones sin personería jurídica. g) A nombre de sociedades comerciales regulares. h) Cuentas de sociedades irregulares o de hecho. i) Cuenta con nombre de fantasía o de empresa unipersonal y orden de una persona. j) Sociedades extranjeras. k) Innovaciones reglamentarias. 28. REQUISITOS PARA LA APERTURA. a) Presentación de la solicitud. b) Identidad del solicitante. I) Nombres y apellidos completos (regla 1.1.1.1.1). II) Fecha y lugar de nacimiento (regla 1.1.1.1.2). III) Estado civil y nombre y apellido del cónyuge (reglas 1.1.1.1.3 y 7). IV) Nombres y apellidos de los padres (regla 1.1.1.1.8). V) Nacionalidad. VI) Domicilio. VII) Actividad profesional o laboral. VIII) Número de identificación, tributaria, laboral o personal. c) Personas jurídicas. d) Registración de firma. e) Datos sobre la solvencia moral y material. f) Funcionamiento del servicio de cheques. g) Inexistencia de inhabilitaciones. CAPÍTULO V - FUNCIONAMIENTO DE LA CUENTA CORRIENTE BANCARIA 29. OBLIGACIONES DEL CLIENTE. a) Mantenimiento de disponibilidad de fondos suficientes en cuenta. b) Prestar conformidad y formular observaciones a los extractos de cuenta. c) Actualización de las firmas registradas. d) Denuncia sobre los formularios. e) Denuncia sobre cheques creados pero no emitidos voluntariamente. f) Denunciar cambio de domicilio. g) Comunicar modificaciones del contrato social o de la representación. h) Reintegrar formularios y denunciar cheques librados. i) Cumplimiento del pacto de cheques. j) Prestar conformidad con la entrega de libretas de cheques. k) Pagar los intereses, comisiones y cargos. l) Accionar contra las multas impuestas y en su caso pagarlas. 30. OBLIGACIONES DE LA ENTIDAD GIRADA. a) Suministrar boletas de depósito. b) Proveer los formularios de cheques. c) Tener la cuenta al día. d) Acreditar los importes depositados. e) Envío de un extracto o liquidación de la cuenta. f) Informar el saldo de la cuenta. g) Verificar el número y la firma del cheque y la legitimación del presentante. h) Otorgar certificación de cheques. i) Atender el servicio de cheques pactado. j) Cierre de las cuentas corrientes. 31. INTERESES, COMISIONES Y GASTOS. a) Intereses. I. El carácter oneroso de la cuenta corriente bancaria. II. Intereses en favor del cliente. III. Intereses en favor del banco. IV. Capitalización de intereses. V. Capitalización de intereses sobre el saldo definitivo. b) Comisiones y gastos. 32. DIVERSOS EFECTOS PARTICULARES DEL FUNCIONAMIENTO DE LA CUENTA CORRIENTE BANCARIA. a) Indivisibilidad menguada. b) La compensación. c) Embargos y otras medidas cautelares. d) El llamado efecto "novatorio". I. Recapitulación. II. Conclusiones. 33. CLÁUSULA SALVO ENCAJE. CAPÍTULO VI - TERMINACIÓN DEL CONTRATO. EL SALDO 34. GENERALIDADES. 35. TERMINACIÓN DEL CONTRATO. a) Vencimiento del plazo pactado. b) Consentimiento de las partes. c) Voluntad unilateral de alguna de las partes. I. Por voluntad unilateral del cliente. II. Por voluntad unilateral del banco. d) Libramiento de cheques sin fondos disponibles suficientes. I. Procedimiento. II. Sanciones resultantes. e) Rechazos de cheques por errores formales. f) Órdenes de no pagar infundadas. g) Falta de registración de cheques de pago diferido. h) Multas impuestas y no pagadas. i) Cierre reflejo, a consecuencia del cierre de otra cuenta. I. Rectificación del cierre. A) Por vía administrativa. B) Por vía judicial. II. Cese de la inhabilitación. j) Muerte. Interdicción. Demencia. Inhabilitación. k) Derecho concursal. l) Derecho societario. I. Disposición y liquidación. II. Trasformación. III. Fusión y escisión. A) Fusión. B) Escisión. 36. SUSPENSIÓN DEL SERVICIO DE PAGO DE CHEQUES. 37. POSIBILIDAD DE COMPENSACIÓN ENTRE VARIAS CUENTAS DE UN MISMO TITULAR. a) Generalidades. b) Código Civil italiano. c) Las posibilidades en nuestro derecho. 38. DETERMINACIÓN DEL SALDO. a) Generalidades. b) Cierre y liquidación de la cuenta corriente bancaria. c) Suspensión del servicio de pago de cheques. d) Pase del saldo deudor a cuenta de gestión y mora. e) Aprobación del saldo final. f) Rectificación del saldo. I. Vía procesal. II. Rectificación y revisión. III. Posible supuesto de revisión. 39. LA PROBLEMÁTICA DE LOS INTERESES MORATORIOS. a) Generalidades. b) Clases de intereses. c) Las tendencias jurisprudenciales. d) El fallo plenario. e) A modo de conclusión. I. Coincidencias. II. Discrepancias. III. Nuestra opinión. 40. CERTIFICADO DEL SALDO DEUDOR. a) Antecedentes. b) Las tendencias jurisprudenciales. c) Doctrina plenaria. d) Posibilidad de extender el certificado sin cerrar la cuenta. 41. EL CERTIFICADO DEL SALDO DEUDOR COMO TÍTULO EJECUTIVO. a) Solidaridad pasiva en las cuentas pluripersonales. b) Caracterización del certificado. c) Oposición del ejecutado. I) Abuso de derecho. II) Arraigo. III) Citación de evicción. IV) Defecto legal. V) Excesiva onerosidad. VI) Inconstitucionalidad. VII) Invocación de fuerza o miedo. VIII) Plus petitio. d) Excepciones en particular. I) Litispendencia. II) Falsedad. III) Inhabilidad de título. IV) Debate sobre cuestiones causales. V) Pago. e) Juicio ordinario posterior. 42. EL PROBLEMA DE LAS LLAMADAS CUENTAS CORRIENTES "NO OPERATIVAS" O "INSTANTÁNEAS" O "SIN CHEQUE". a) Introducción. b) Una cautela a tener en cuenta. c) La jurisprudencia mayoritaria. d) Un fallo que aclara parte de la cuestión. e) Las opiniones de los autores nacionales. f) Resumen de la jurisprudencia y doctrina reseñada. I) De la jurisprudencia prevaleciente. II) Del fallo de la Sala D. III) De la doctrina nacional. g) Conclusiones jurídicas y prácticas. I) Jurídicas. II) Prácticas. CAPÍTULO VII - APERTURA DE CRÉDITO 43. INTRODUCCIÓN. a) Sujetos. b) Aspecto económico. c) Funcionamiento del contrato. 44. CONCEPTO. a) Diversas nociones, definiciones y conceptos descriptivos de la apertura de crédito. b) Elementos esenciales y naturales. 45. NATURALEZA JURÍDICA. a) Préstamo condicional. b) Mutuo. c) Mutuo consensual. d) Promesa de préstamo. e) Contrato preliminar. f) Contrato preparatorio de coordinación. 46. CARACTERES. a) Consensual. b) De crédito. c) Bilateral. d) Innominado. e) Oneroso. f) Conmutativo. g) De ejecución continuada. h) No formal. i) Intuitu personae. 47. DISTINTAS CLASES DE APERTURA DE CRÉDITO. a) Según la forma de utilización de la disponibilidad. I. Apertura de crédito simple. II. Apertura de crédito en cuenta corriente. b) Según su objeto. I. Apertura de crédito de dinero. II. Apertura de crédito de firma. c) Según las garantías. I. Apertura de crédito en descubierto. II. Apertura de crédito garantizada. d) Según su forma de remuneración. I. Mediante el pago de una comisión fija. II. Mediante el pago de varias comisiones. e) Otras clasificaciones. I. Según su cuantía. II. Según el beneficiario. III. Según el plazo de duración del contrato. 48. EFECTOS DEL CONTRATO. a) Obligaciones del banco acreditante. b) Obligaciones del acreditado. I. Comisión "de cuenta". II. Otras comisiones. III. Gastos. IV. Intereses. V. Constituír las garantías pactadas. VI. Restituír las sumas utilizadas. 49. MEDIDAS CAUTELARES. 50. TERMINACIÓN DEL CONTRATO. a) Vencimiento del plazo. I. Prórroga. II. Renovación. b) Caducidad del plazo. c) Consentimiento de las partes. d) Voluntad unilateral. I. Inexistencia de pacto de denuncia. II. Existencia de pacto. III. Resolución por justa causa. e) Muerte, interdicción, inhabilitación, demencia o quiebra del acreditado. f) Liquidación judicial o administrativa del banco acreditante. CAPÍTULO VIII - DESCUENTO 51. INTRODUCCIÓN AL DESCUENTO BANCARIO. a) Antecedentes históricos. b) Descuento común y descuento bancario. c) Descuento cambiario y no cambiario. d) Los contratos de descuento y redescuento. 52. NATURALEZA JURÍDICA. a) Teoría de la cesión de crédito. b) Teoría de la compraventa. c) Teoría del mutuo. d) Variantes de la teoría del mutuo o préstamo. e) Tipo contractual autónomo. 53. CARACTERES. 54. FORMA Y PRUEBA. 55. DISTINTOS CASOS DEL DESCUENTO BANCARIO. a) Descuento cambiario. b) Descuento no cambiario. 56. EFECTOS DEL CONTRATO DE DESCUENTO. a) Del cliente-descontatario. b) Del banco-descontador. 57. TERMINACIÓN DEL CONTRATO. 58. REDESCUENTO. APÉNDICE DOCUMENTAL B.C.R.A. TEXTO ACTUALIZADO DE LA REGLAMENTACIÓN DE LA CUENTA CORRIENTE BANCARIA BANCO CENTRAL DE LA REPÚBLICA ARGENTINA COMUNICACIÓN "A" 2517, del 13/3/97 ÍNDICE BIBLIOGRÁFICO RAYMUNDO LUIS FELIPE FERNÁNDEZ - In memoriam El 26 de marzo de 1989 falleció, a los 95 años de edad, Raymundo L. Fernández. Concluyó así la fecunda vida terrena de uno de los verdaderos maestros del derecho, que ha cultivado el pensamiento jurídico en nuestro país. Su prolífica obra, repetidamente premiada, está integrada, preferentemente, por temas de derecho procesal civil y derecho comercial, abordados en monografías, opúsculos, comentarios a leyes y sentencias judiciales, aparecidas en diversas publicaciones, además de los consabidos libros, códigos anotados y tratados, que, dada su trascendencia científica, han merecido varias ediciones y sucesivas reimpresiones. Incursionó, asimismo, en forma oficial y privada, en la elaboración de proyectos de reformas legislativas que han servido de base a leyes posteriormente dictadas. Su incansable labor como publicista, hasta pocos meses antes de su desaparición fue aguda, enjundiosa y esclarecedora para los magistrados, abogados y estudiosos de nuestro país, pues el conocimiento de varios idiomas le permitió la temprana consulta del material bibliográfico extranjero producido por los más destacados juristas europeos -especialmente alemanes, franceses italianos-. Con esta base, de alto nivel científico, expuso sus fundadas opiniones sobre los diversos temas tratados. La reconocida jerarquía de sus obras, que han trascendido las fronteras de nuestro país, ha hecho que los autores, en forma continuada a lo largo de más de medio siglo, recurrieran a las opiniones de Fernández, como referente ineludible de considerar, fueran o no coincidentes con la postura doctrinal que hubieran sustentado. Asimismo, los diversos tribunales -nacionales y provinciales- con frecuencia siguen fundamentando pronunciamientos con citas de ellas. De su proficua producción científica y circunscribiendo la atención a los libros que la integran, cabe citar los siguientes: La cesación de pagos en el derecho argentino y universal (Premio Accésit de la Facultad de Derecho de Buenos Aires), Buenos Aires, 1937. Tratado teórico-práctico de la hipoteca, la prenda y demás privilegios (en tres tomos), Buenos Aires, 1941. Prenda con registro. Ley 12962, Buenos Aires, 1948. Derecho procesal civil (en tres tomos), Buenos aires, 1955. Proyecto de Código Procesal Civil para la Justicia Nacional, redactado por encargo del P.E.N. (decreto 4818/58), ed. oficial, Buenos Aires, 1962. Merecen especial consideración, por diversas razones, además de las obras precitadas: Código de Procedimiento Civil comentado. Fue la primera obra realizada por Fernández al principio de la década de los años 30; quien, por entonces desconocido, tuvo dificultades para conseguir editor, razón por la cual resolvió publicarla en forma personal -temperamento seguido luego con todos los libros de su autoría-. Este código, que fue concebido tanto en su contenido, como en su formato y dimensiones -como decía con su habitual sencillez el maestro-, para ser llevado en el portafolio de los profesionales litigantes, tuvo más de quince reimpresiones de sus tres ediciones y mereció el Premio Nacional de Ciencias, distinción, ésta, que por esa época no había sido conferida con frecuencia a obras jurídicas. Código de Comercio comentado. Esta obra abarcó la totalidad del derecho comercial terrestre y marítimo-, incluyendo las leyes mercantiles complementarias. Fue realizada en seis tomos; básicamente recibió tres ediciones y varias reimpresiones, especialmente de los tres primeros tomos, que fueron bibliografía recomendada en las Facultades de Derecho y de Ciencias Económicas de nuestro país, el Paraguay, Chile y Uruguay. No obstante que la última reimpresión data de 1970, en la actualidad es citada asiduamente por los abogados y tribunales, en los litigios sobre materia comercial. Tratado teórico-práctico de la quiebra. Fundamentos de la quiebra. Fue publicado en 1937, y según propias palabras del autor, tuvo por finalidad promover el cambio de una errática jurisprudencia, elaborada por entonces, en torno del concepto del estado de cesación de pagos. Esta obra, consta de 1.195 páginas, a pesar de que Fernández, con su habitual humildad, no terminaba de admitirlo, es en mi concepto la de mayor vuelo científico de toda su producción, y una de las de mayor jerarquía a nivel internacional. Debo reconocer, como abogado, que "me comprenden las generales de la ley" por la amistad, admiración y cariño filial que he sentido y siento por el maestro. Debido a ello, en esta recordación me serviré de palabras vertidas por maestros indiscutibles de la ciencia jurídica en oportunidad de la aparición de Fundamentos de la quiebra, de Fernández, como se acostumbra citar a esta obra en la jerga quiebrista, aun cuando ella no es su exacta denominación. El Dr. Leónidas Anastasi dijo en esa revista "La Ley", t. 9 secc. bibl., p. 17: "El doctor Fernández era conocido en nuestros círculos forenses por su excelente Código de Procedimiento Civil y Comercial, concordado, que mereció el premio nacional de ciencias. Aquel volumen se hizo indispensable para los abogados, facilitándoles grandemente la solución de los problemas procesales con un método digno de encomio". "Pero ahora, de pronto, aparece esta obra del Dr. Fernández, que soporta comparación con las mejoras que se han escrito en el extranjero. Se coloca en el mismo plano de la obra de Bonelli, Ramella, Rocco y Navarrini". Y luego de reseñar los puntos capitales que lo integran, concluye manifestando que ellos "dan una idea, aunque imperfecta, de la importancia de la obra y de su trascendencia en nuestro medio jurídico, en el que no es frecuente la publicación de trabajo de la enjundia del presente. El libro que motiva estas líneas será clásico en nuestra literatura comercialista, por la solidez de su concepción, originalidad de sus ideas, métodos de exposición y responsabilidad científica del autor". El prof. Waldemar Ferreyra, de la Universidad de San Pablo, Brasil, escribió en la Revista da Facultade de Direito (mayo-agosto 1938), que se trata "de un gran tratado de derecho de quiebra, digno de la cultura jurídica argentina", y que el autor es dueño del asunto, no esquiva las dificultades doctrinarias. Las enfrenta. Las resuelve con seguridad y firmeza, en lenguaje muy claro y conciso. Como bien se ha dicho, no son claros los escritores que lo desean, sino tan sólo los que dominan la disciplina. En esta afirmación finca el elogio del autor y de su obra". El jurista uruguayo Eduardo J. Couture manifestó en la "Revista de Derecho, Jurisprudencia y Administración", de Montevideo (año XXXVI, p. 129), que en la obra "la información es tan prolija y abundante como en ningún otro tratado de derecho comercial americano, lo cierto es que lo que sorprende en este libro y da calidad a sus páginas, no es justamente la excepcional cultura del autor y su desvelo para poner al día la doctrina y jurisprudencia de cada problema, sino la sobriedad del planteo, su sentido lógico, la precisión de los conceptos y de las expresiones manejadas, la amplitud de cada uno de los desarrollos y el gran panorama abarcado en sus consideraciones científicas. En estas condiciones, puede asegurarse que la obra del Dr. Fernández está destinada a ser, por muchos años un tratado clásico de la quiebra, del que habrán de servirse las futuras generaciones que estudien los problemas del derecho comercial americano". Y, por último, el Dr. Mauricio Yadarola, en "Jurisprudencia Argentina", t. 62, sec. bibl., p. 9, expresó: "La obra que con el Dr. Fernández viene a enriquecer nuestro acervo bibliográfico es de méritos extraordinarios por su orientación y contenido, por el examen profundizado de las cuestiones que trata y por su amplia información". Luego de ocuparse de los capítulos más importantes, el profesor cordobés concluye diciendo: "Seguir la extensa obra del Dr. Fernández en cada uno de los tópicos fundamentales que abarca, excedería los límites de esta nota. Se trata, en síntesis, de un libro que ha venido en momento oportuno para demostrar cómo debe trabajarse cuando se quiere encarar científicamente el estudio y solución de los problemas propios del derecho de quiebra". Reseñada, en apretada síntesis, la obra del extinto, debo decir que lo conocí en 1975, cuando, previa carta de presentación que me dio el Dr. Alberto G. Spota -su entrañable amigo-, accedió a leer los originales del que resultó ser luego mi primer libro sobre Títulos de crédito, al cual le escribió un breve prólogo. Desde entonces lo traté asiduamente, especialmente en los ocho años siguientes, cuando por su iniciativa trabajamos en concebir este Tratado actualmente en curso de publicación, diagramando la totalidad de los contenidos que integran la veintena de volúmenes proyectados. La experiencia ha sido única; en los encuentros de los días miércoles que regularmente tuvimos, pude evaluar los valores morales y científicos del Dr. Fernández; su profundo respeto por el colega, su espontánea vocación de servicio por el prójimo, y, fundamentalmente, su proverbial humildad, propia de los hombres sabios. En efecto, ya pasados los 80 años, en su serena ancianidad, cuando su prestigiosa trayectoria de jurista estaba consolidada, cuando podía darse por satisfecho y disponerse a gozar los frutos de la simiente sembrada a raudales por más de medio siglo, Raymundo L. Fernández, con la sencillez de un noble estudioso que recién comienza y la disposición propia de sus años jóvenes, se avocó a la consideración de las nuevas cuestiones del derecho comercial, realizando, como fue siempre su estilo, el más profundo estudio de las variables que ellas presentaban, y nuevamente la sobriedad en los planteos, el sentido lógico y el rigor científico tan elogiados por sus pares, dio por resultado la develación de la incógnita, la solución del interrogante y, en su caso, la originalidad de las soluciones de alto nivel jurídico. Sirva, pues, la presente recordación, como sentido homenaje a quien en vida fue jurista eminente, publicista relevante, hombre de derecho, amigo entrañable y querido maestro. Debo agregar al recordatorio que antecede, publicado en la "Revista Jurídica La Ley" (20/4/1989), de la cual fue colaborador permanente, que con toda seguridad el Dr. Fernández no hubiera estado totalmente de acuerdo con las ponderaciones -trascritas y efectuadas- de sus obras, como no lo estuvo nunca con cualquier manifestación elogiosa que a su juicio, aunque fuera fundada, excediera los límites estrictos de un comentario o recensión técnico-jurídica de algunos de los libros de su abundante producción científica. También debo expresar a los lectores que la partida del maestro, ocurrida providencialmente el día de Pascuas, tiene que se tomada por mí -tal cual me decía cuando acordamos asociarnos para escribir este tratado- como el hecho natural del paso a la eternidad, que como espíritus encarnados que somos, todos hemos de afrontar en algún momento de nuestra vida. En lo sucesivo trataré de hacer honor, tanto a la elección de la cual tuve la inmerecida distinción de ser objeto cuando me invitó a colaborar con él, como a la confianza que me dispensó en delegarme al responsabilidad de redactar los volúmenes hasta ahora aparecidos. Para ello cuento a mi favor con el aprendizaje de los años de trabajo de elaboración conjunta transcurridos y, además, con el material de su autoría acumulado publicado o no- sobre los temas que integran los volúmenes de próxima aparición. Por esas razones, será justo y necesario que la obra continúe publicándose en coautoría, y que aunque concretada en forma personal, al redactar este volumen y los próximos, siga usando la primera persona del plural, pues siempre en su contenido habrá parte importante del pensamiento del querido maestro, quien en el día de la fecha habría cumplido 97 años. Manuel B. Gonnet, 15 de agosto de 1990. OSVALDO R. GÓMEZ LEO PRÓLOGO DE LA SEGUNDA EDICIÓN Luego de casi un lustro de haber abierto un paréntesis en la continuidad de este Tratado, por razones ajenas a la voluntad de quien escribe estas líneas -hoy felizmente superadas, damos a publicidad la segunda edición de este volumen III-D, actualizada respecto de la normativa legal y reglamentaria vigente, así como convenientemente ampliada, tanto en lo referido a los comentarios vertidos en el texto, como en lo concerniente a la jurisprudencia del último lustro. En el primer aspecto ha resultado imprescindible adecuar el estudio de la cuenta corriente bancaria a las profundas modificaciones que ha experimentado la legislación de fondo respecto de ese contrato bancario y en lo que se refiere a los cheques. Y utilizamos el plural, con motivo de creación de una nueva clase de cheque, como es el de pago diferido. Por otro lado analizamos, tanto las modificaciones introducidas por la ley 24452 , del 2/3/95, como la recientemente sancionada ley 24760 , del 13/1/97, con la necesaria consideración de las normas reglamentarias dictadas posteriormente por el Banco Central de la República Argentina con relación a la apertura, funcionamiento y cierre de las cuentas corrientes sobre las que se puede librar cheques, en su condición de autoridad de aplicación, con carácter de superintendencia sobre la actividad bancaria de nuestro país. En el segundo aspecto debemos señalar que la jurisprudencia acopeada y seleccionada ha sido triplicada con respecto a la edición anterior, agregándose, en varios casos, fallos de la Capital Federal y de los tribunales provinciales sobre tópicos que hasta ahora carecían de anotación jurisprudencial. Como quedó dicho al principio, con esta entrega a nuestra casa editorial, retomamos el curso de publicación de este Tratado, cuyo volumen III-E, de próxima aparición, concluirá con el tema de los contratos bancarios, tal como fue proyectado originariamente. Sin embargo, nos hemos visto precisados a efectuar una leve modificación en el plan general de la obra, en virtud de la cual el tomo IV -que abarcará varios volúmenes- estará dedicado al tratamiento de los aspectos dogmáticos y legales de los concursos y quiebras, del modo proyectado, en función de la novísima legislación vigente. En los tomos sucesivos abordaremos las diversas materias que conforman esta obra integral sobre el derecho comercial. Ratificando la determinación de seguir adelante con el Tratado teórico-práctico proyectado con el querido maestro, Don Raymundo L. Fernández, anunciada en la parte final del prólogo de la anterior edición de este volumen III-D, esperamos cumplir con la ambiciosa propuesta, ahora con más razón, a la luz de la buena voluntad puesta de relieve por quienes han hecho posible la prosecución de esta obra de largo aliento. Manuel B. Gonnet, 26 de junio de 1997. OSVALDO R. GÓMEZ LEO ABREVIATURAS Alem.: Alemania . [D 5508 F-1] Cuando se indica sólo el nombre o la abreviatura de una nación, se refiere al código de comercio vigente en ella. apart.: apartado. arg.: argumento. art./arts.: artículo/artículos. Bs. As.: Buenos Aires C.Aer.: Código Aeronáutico. Cám. Fed.: Cámara en lo Federal de la Capital. cap.: capítulo. C.C. o C.Civ.: Código Civil de la República Argentina. C.Com.: Código de Comercio. cit.: citado. col.: columna. comp.: comparar. conf.: conforme. cons.: consultar. Const.: Constitución de la Nación Argentina. contr.: contrario. Córd.: Córdoba. Corr.: Corrientes. C.Pen.: Código Penal. C.Proc.C.C.: Código de Procedimiento Civil y Comercial de la Nación. C.Proc.Crim.: Código de Procedimiento en lo Criminal de la Capital. decr.: decreto. decr.-ley: decreto-ley. decr. regl.: decreto reglamentario. ed.: edición. E.R.: Entre Ríos. fr.: fragmento. Fr.: Francia . [D 5508 F-2] Cuando se indica sólo el hombre o la abreviatura de una nación, se refiere al código de comercio vigente en ella. ibíd.: ibídem (en el mismo lugar). íd.: ídem. inc./incs.: inciso/incisos. infra: debajo, posteriormente. Ingl.: Inglaterra . [D 5508 F-3] Cuando se indica sólo el hombre o la abreviatura de una nación, se refiere al código de comercio vigente en ella. It.: Italia . [D 5508 F-4] Cuando se indica sólo el hombre o la abreviatura de una nación, se refiere al código de comercio vigente en ella. L.C.: Ley 19551, de Concursos. LOT.: Ley Orgánica de Tribunales. L.Q.: Ley de Quiebras. lug. cit.: lugar citado. n./ns.: nota/notas. nº/nos.: número/números. ob. cit.: obra citada. p./ps.: página/páginas. párr.: párrafo. part.: partida. passim: en varios lugares. PE: Poder Ejecutivo. p. ej.: por ejemplo. PG: parte general. PJ: Poder Judicial. PL: Poder Legislativo. Regl. Autom.: reglamentación de la ley 12346, de transporte automotor. Regl. Carg.: reglamentación para el transporte de carga por automotor en Cap. Fed. y zona 1 de la provincia de Buenos Aires. Regl. F.C.: Reglamento General de Ferrocarriles. res.: resolución. R.J.N.: Reglamento para la Justicia Nacional. s./ss.: siguiente/siguientes. SF: Santa Fe. supra: arriba, precedentemente. tít.: título. v.: ver. vº: verbo. v.gr.: verbigracia. vol.: volumen. §: parágrafo. ABREVIATURAS DE PUBLICACIONES ADLA: Anales de Legislación Argentina, editorial La Ley, Buenos Aires. AS: Acuerdo y Sentencias de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, La Plata. BJC: Boletín Judicial, Córdoba. BJCh.: Boletín Judicial, Resistencia (Chaco). BJCNP: Boletín Judicial de la Cámara Nacional de Paz de la Capital Federal, Buenos Aires. BJM: Boletín de Jurisprudencia de Mendoza (publicación oficial), Mendoza. BO: Boletín Oficial de la República Argentina, Buenos Aires. D.: Dalloz, Recueil analytique de jurisprudence et de législation (publicación mensual), París. D.A.: Dalloz, Recueil analytique de jurisprudence et de législation (publicación mensual), París. D.C.: Dalloz, Recueil critique de jurisprudence et de législation (publicación mensual), París. D.H.: Dalloz, Recueil hebdomadaire de jurisprudence (publicación semanal), París. D., Rép. alph.: Dalloz, Répertoire alphabétique de législation, de doctrine et de jurisprudence, París. D., Rép. alph. S.: ídem. Supplément, París. D., Rép. prat.: Dalloz, Répertoire pratique de législation, de doctrine et de jurisprudence, París. DJ: Doctrina Judicial, Buenos Aires. DJA: La Revista de Derecho, Jurisprudencia y Administración, Montevideo. DJBA: Diario de Jurisprudencia (boletín judicial de la provincia de Buenos Aires), La Plata. DL: Derecho Laboral, Buenos Aires. DT: Derecho del Trabajo, Buenos Aires. Dig. Jur. : Digesto Jurídico, Buenos Aires. [D 5508 F-5] Estos repertorios son anuales; el primero comienza en 1936. Los sumarios que figuran en esta colección (hasta el tomo XXIII: 1963) se han concentrado en el Digesto Jurídico, de la editorial La Ley, trece tomos, divididos por materias: derecho civil, derecho procesal, etc.; lo citamos Dig. Jur. Con posterioridad dicha editorial publicó el Digesto Jurídico 2, trece tomos, continuación del anterior, que comprende el período 1964-1976; lo citamos Dig. Jur. 2. Dig. Jur. 2 : Digesto Jurídico 2, 1964-1978, continuación del anterior. [D 5508 F-6] Estos repertorios son anuales; el primero comienza en 1936. Los sumarios que figuran en esta colección (hasta el tomo XXIII: 1963) se han concentrado en el Digesto Jurídico, de la editorial La Ley, trece tomos, divididos por materias: derecho civil, derecho procesal, etc.; lo citamos Dig. Jur. Con posterioridad dicha editorial publicó el Digesto Jurídico 2, trece tomos, continuación del anterior, que comprende el período 1964-1976; lo citamos Dig. Jur. 2. ED: El Derecho, Buenos Aires. FT: Fallos de la Cámara de Apelaciones del Trabajo de la Capital Federal, Buenos Aires. Gaz. Pal.: Gazette du Palais, París. GF: Gaceta del Foro, Buenos Aires. GP: Gaceta de Paz, Buenos Aires. GT: Gaceta del Trabajo, Buenos Aires. I.: Impuestos, Buenos Aires. J.: Juris, Rosario. JA: Jurisprudencia Argentina, Buenos Aires. JC: Justicia, Córdoba. JER: Jurisprudencia de Entre Ríos (publicación oficial), Paraná. JM: Jurisprudencia de Mendoza (publicación oficial), Mendoza. JSJ: Jurisprudencia de San Juan (publicación oficial), San Juan. JT: Jurisprudencia de Tucumán (publicación oficial), San Miguel de Tucumán. JTN: Jurisprudencia de los Tribunales Nacionales (publicación oficial), Buenos Aires. Journ. Pal.: Journal du Palais, París . [D 5508 F-7] Posteriormente se unión con Sirey y se cita Sirey o S., solamente. LL: Revista jurídica argentina La Ley, Buenos Aires. LJU: La Jurisprudencia Uruguaya, Montevideo. Monit. Trib.: Monitore dei Tribunali, Roma. Pand. fr.: Pandectes françaises, París. RDP: Revista de Derecho Procesal, Buenos Aires. Rev. Fr. Dr. Aér.: Revue Française de Droit Aérien, París. RDC: Rivista di Diritto Commerciale. RDM: Revista de Derecho Mercantil. RL: Repertorio general de la revista jurídica argentina La Ley. RLyJ: Revista de Legislación y Jurisprudencia de Carette y Atwell Ocantos, Buenos Aires. RSF: Repertorio de Santa Fe. S.: Sirey, Recueil général des lois et des arrˆts, París. ABREVIATURAS DE TRIBUNALES [D 5508 F-8] Tratándose de tribunales extranjeros, provinciales o federales en las provincias, se indica a continuación el nombre o la abreviatura de la nación, la provincia o la ciudad de su sede. Cám. Civ.: Cámara en lo Civil de la Capital de la República (antes de su organización en dos Cámaras, 1ª y 2ª). Cam. Civ. 1ª o 2ª: Primera o Segunda Cámara en lo Civil de la Capital, antes de su fusión y división en salas. Cám. Civ. A: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital, Sala A (o B, C, D, E, F, según corresponda). Cám. Com.: Cámara en lo Comercial de la Capital antes de su división en salas. Cám. Com., A: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la Capital, Sala ! (o B, C, según corresponda). Cám. C.C.: Cámara en lo Civil y comercial. Cám. Crim.: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital desde la derogación de la ley 13998, por el decr. 1285/58. Cám. Fed.: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Federal y Contencioso Administrativo de la Capital, desde sus orígenes, sin división en salas, hasta la fecha, en que funciona con esta denominación, habiendo pasado por la derogada de Cámara nacional de Apelaciones en lo Civil, Comercial y Penal Especial y en lo Contencioso Administrativo; cuando no se indica Sala se refiere a la Civil y Comercial; la penal se indica: Cám. Fed. Pen., y la Contencioso Administrativa: Cám. Fed. Cont. Adm. Cám. Paz: Cámara Nacional de Apelaciones de Paz de la Capital (antes de su actual denominación: Cámara Nacional de Apelaciones Especial en lo Civil y Comercial). Cám. Esp. C.C.: Cámara Nacional de Apelaciones Especial en lo Civil y Comercial de la Capital. Cám. Pen.: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal de la Capital, hasta su actual denominación de Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, por el decr. 1285/58. Cám. Pen. Econ.: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico de la Capital Cám. Trab.: Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo de la Capital. Cas.: Corte de Casación (seguida de la inicial del país o del nombre de la ciudad). Cas. Civ.: Corte de Casación de Francia, Cámara en lo Civil; el 1 de octubre de 1947 se la dividió en tres secciones: Civil, Comercial y Social; se indican agregando: Secc. Civ., Secc. Com. y Secc. Soc., respectivamente. Cas. Crim.: Ídem, Cámara en lo Criminal. Cas. Req.: Ídem, Cámara de requˆtes. Cám. Civ., en pl.: Cámaras en lo Civil de la Capital de la República, en pleno (antes de su fusión en una sola por la ley 13998) y Cámara actual en lo Civil, en reunión plenaria de sus salas. Cám. Civ. Com., en pl.: Cámaras en lo Civil y en lo Comercial de la Capital de la República, en pleno (antes de la sanción de la ley 13998). Cám. Com., en pl.: Cámaras en lo Comercial de la Capital, en reunión plenaria de sus salas. CJ: Corte de Justicia. CS: Corte Suprema de Justicia de la Nación. SC: Suprema Corte. SCBA: Suprema Corte de Justicia de la prov. de Buenos Aires ST: Supremo Tribunal o Superior Tribunal. MODO DE CITAR OBRAS Y AUTORES Las obras son las indicadas en la bibliografía, mencionándose por el nombre del autor; el tomo, con numeración romana; la página, con arábiga. Ej.: Zavala Rodríguez, I, 87,significa: Zavala Rodríguez, Código de Comercio y leyes complementarias, comentados y concordados, ed. 1964, t. I, p. 87. Cuando se cita nº, se refiere a los párrafos de la obra; p. ej.: Vidari, III, nº 2200, significa: Vidari, Corsi di diritto commerciale, 5ª ed., Milán, 1901-6, nº 2200. FALLOS Jurisprudencia argentina En los fallos, después del hombre del tribunal, el primer número indica el tomo y el siguiente la página; cuando no se cita revista (JA, LL, CF, GP, DT, ED, etc.) se refiere a la recopilación de fallos del tribunal; ej.: CS, 236, 52, significa: Corte Suprema nacional, t. 236 de su recopilación, p. 52; 228, 18, 245 y 322, significa: t. 228, ps. 18, 245 y 322; Cám. Civ., A, LL, 168, 521, significa: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal, Sala A, La Ley, t. 168, p. 521. Los fallos se separan uno de otro con punto y coma. Cuando un mismo fallo ha sido publicado en varias recopilaciones, se cita a éstas separándolas también con punto y coma y a la última se la une con la conjunción y; por ej.: CS, 188, 126; JA, 73, 18; LL, 26, 1081; GF, 155, 319; y DT, 1954, 39, significa: Corte Suprema nacional, fallo publicado en las siguientes recopilaciones: recop. oficial del tribunal, t. 188, p. 126; Jurisprudencia Argentina, t. 73, p. 18; La Ley, t. 26, p. 1081; Gaceta del Foro, t. 155, p. 319; y Derecho del Trabajo, año 1954, p. 39. En los tribunales divididos en salas, se indica a éstas con números romanos o letras mayúsculas; p. ej., Cám. Esp. C.C., II, significa: Cámara Nacional de Apelaciones Especial en lo Civil y Comercial de la Capital, Sala II; Cám. Civ., A, significa: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital, Sala A. Jurisprudencia extranjera Francia: Cas. Civ., D., 1930.1.208; S., 1931.2.315; y Journal. Pal., 1930.406, significa: Corte de Casación, Cámara Civil, publicado en Dalloz, año 1930, parte 1ª, p. 208, en Sirey, año 1931, parte 2ª, p. 315, y en Journal du Palais, año 1930, p. 406. A veces, para mayor claridad, se dice: Cas. Fr. Las cortes de apelación se indican con el nombre de ciudad en donde tienen su asiento: París, Marsella, Burdeos, etc., y también anteponiéndole la abreviatura Ap. Italia: Cas., Foro It., 1940.1.85, y La Giurispr., 1941.1.26, significa: Corte de Casación, publicado en Il Foro Italiano, año 1940, parte 1ª, p. 26. Algunas veces se cita: Cas. It., Cas. Turín, Cas. Milán, Cas. Génova, se refiere a las cortes de casación con asiento en dichas ciudades, antes de adoptarse el sistema de la corte única de casación, como en Francia. Las corte de apelación se indican con el nombre de la ciudad en que funcionan: Palermo, Florencia, etc., anteponiéndole a veces la abreviatura Ap. LEYES Cuando se dice únicamente: art. ..., o se menciona sólo el número, se refiere al Código de Comercio argentino. El nombre solo de los países, o su abreviatura, se refiere a los códigos de comercio vigentes en ellos. La cita de un autor o de fallos después de un comentario, precedida de conf., significa que está conforme con la tesis sostenida en el texto; de contra, que es contrario; de cons., o v., que puede consultarse sobre el punto; de comp., que la solución sostenida en esta obra puede compararse con la sustentada por el autor o fallo citados. Con el fin de que esta obra preste una mayor utilidad como obra de uso diario, se han sintetizado muchos comentarios y notas, complementándolas con abundantes citas de doctrina y jurisprudencia. La gran cantidad de fallos que se menciona (previa selección) tiene por objeto: a) indicar la persistencia o cambio de la jurisprudencia, desde los pronunciamientos indicados en los primeros tomos de las recopilaciones oficiales hasta los más recientes; b) informar sobre la solución dada por los distintos tribunales de la capital y del interior; c) permitir la compulsa de los fallos a quienes no poseen las colecciones completas de las recopilaciones oficiales y revistas jurídicas. PARTE PRIMERA CAPÍTULO I - CUENTA CORRIENTE MERCANTIL 1. INTRODUCCIÓN. a) Antecedentes. No existen antecedentes del contrato de cuenta corriente mercantil ni en Grecia ni en Egipto (9) . Tampoco en Roma, pues las anotaciones en el codex acceptis et expensi, especie de libro mayor que llevaba el pater familias, que eran registradas cronológicamente, separando en páginas distintas los débitos y los créditos, no tenían características de este contrato; asimismo, no se lo puede reconocer en los asientos que llevaban en un libro especial los banqueros romanos, llamado instrumenta argentaria, aun cuando en él destinaran un folio para cada cliente y porque de tales asientos extrajeran los datos para elaborar el balance, periódicamente (10) . Algunos autores han creído encontrar los antecedentes en los libros calendaria, que llevaban los ciudadanos romanos en tiempo de la República, que quedaron limitados a los banqueros con el advenimiento del Imperio, y servían para documentar los contratos litteris, según hemos estudiado en otra oportunidad (11) ; pero como ellos no producían novación, también han sido descartados (12) . Con mayor afinidad, pues se trató de un contrato por el cual las partes se efectuaban concesión recíproca de créditos, se ha considerado un antecedente relevante la convención que acostumbraban celebrar ciertos comerciantes en el siglo XV, por la cual acordaban suspender la liquidación de sus créditos hasta la realización de determinada feria futura, compensando los débitos y créditos, para pagarse sólo el saldo resultante; con la variante de que ello podía ser efectuado al contado o asumiendo el pago de las deudas por cuenta de quien resultara acreedor u otorgando crédito por la diferencia. Empero, como sólo se trataba de cuentas de debe y haber, que eran cerradas periódicamente, suspendiéndose la liquidación sobre la base de la fiducia recíproca de las partes, se ha concluído que no se trata, cabalmente, de un verdadero contrato de cuenta corriente mercantil (13) . Habida cuenta de lo expuesto, cabe ratificar que el contrato que estamos estudiando nació, como todos los institutos mercantiles, de las necesidades del comercio y fue decantándose en el tiempo según las necesidades, pero su actual fisonomía es de origen relativamente reciente. Su elaboración científica data, apenas, del siglo pasado. b) Ventajas. La contabilidad en cuenta corriente tenía por objeto evitar el trasporte de numerario con motivo de cada operación cuando dos comerciantes realizaban entre sí operaciones en forma continuada; anotaban tales operaciones en dos columnas y periódicamente las compensaban para obtener un saldo; pero los distintos créditos no perdían su individualidad. Pero es dable evidenciar que el contrato de cuenta corriente mercantil, en su concepción actual, presenta otras ventajas, a saber: I. Multiplica los capitales al permitir el uso de los pertenecientes a la otra parte, pues sólo hay obligación de pagar las deudas provenientes de las operaciones en determinada fecha; por eso sostenemos que importa una concesión recíproca de crédito. II. De un lado, aumenta la productividad de los capitales porque cada uno de los correntistas dispone de los valores recibidos y remitidos; de otro lado, porque tales capitales devengan intereses. III. Simplifica las relaciones económicas al unificar créditos provenientes de numerosas operaciones que pueden tener lugar entre dos personas, evitando la remesa constante de facturas, documentos comerciales, etc. IV. La inexigibilidad e indisponibilidad de los créditos incorporados en la cuenta corriente, permiten un tratamiento unitario de las remesas que ingresan, que lleva finalmente a la constitución del saldo, que es el crédito líquido y exigible de una de ellas y, consecuentemente, la deuda de la otra. JURISPRUDENCIA La cuenta corriente mercantil se caracteriza porque en ella existe una concesión recíproca de crédito, hasta su clausura (Cám. Fed. C.C., LL, 131, 969; Cám. Civ. 1ª, San Luis, LL, 126, 348; Cám. C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 217; Cám. Com., A, ED, 86, 683; D, LL, 1985-B, 22, con nota de Nissen) en razón de que las partes quedan privadas de la facultad de disponer de las cantidades que fueron acreditadas, pues éstas, una vez anotadas en la cuenta, forman una serie inescindible de créditos inexigibles, concurrentes al saldo final y sustraídas a las reglas ordinarias sobre trasmisión y extinción de créditos (Cám. Fed. C.C., ED, 25, 32). No se debe confundir la cuenta corriente mercantil, con las operaciones de las cuales surgen los créditos que ingresan en ella en forma de partidas (Cám. C.C. II, Rosario, RSF, 10, 80), desvinculándose del contrato originario y sujetas al nuevo régimen de aquélla (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen; Cám. Paz, LL, 99, 254). Es de la naturaleza de la cuenta corriente mercantil que los saldos que de ella resultan devenguen intereses (Cám. Civ. 1ª, LL, 1, 1; ídem, LL, 6, 406; Cám. C.C., I, Rosario, LL, 22, 66; Cám. Com. en pleno -ampliación de fundamentos de los Dres. Anaya, Quintana Terán, Caviglione Fraga-, LL, 1985-A, 19; Cám. Com., A, LL, 1982-C, LL, 1982-C, 60; ídem, ED, 19, 67); sin embargo, no siendo una imposición de la ley (Cám. Com., GF, 175, 409), los cuentacorrentistas pueden convenir libremente que la cuenta no devengará intereses (Cám. C.C., III, Rosario, RSF, 5, 149). Empero, también se ha declarado que no existe cuenta corriente mercantil si no se ha estipulado intereses (Cám. Fed. C.C., LL, 25, 669). 2. CONCEPTO. La cuenta corriente mercantil, desde el punto de vista jurídico y conforme a la regulación que trae nuestro Código de Comercio, es un contrato en virtud del cual las partes convienen en que los créditos y deudas que arrojen las operaciones que efectúen en determinado lapso, pierdan su individualidad y se funden en dos masas contrapuestas para liquidarse en la fecha convenida, compensándose hasta la concurrencia de la menor, a fin de obtener, si resultan desiguales, un saldo, deudor para una y acreedor para la otra. Importa, pues, una concesión recíproca de crédito. Las operaciones de las cuales surgen los créditos y las deudas quedan terminadas; tales créditos y deudas se los considera cancelados con su inclusión en la cuenta, donde pierden su individualidad para convertirse en meros elementos del saldo eventual; las partidas de la cuenta no representan créditos y obligaciones separados y distintos, exigibles inmediatamente, sino que se debe considerarlos en su conjunto, sin que mientras la cuenta está abierta se pueda hablar de deudor y acreedor, pues ello resultará al efectuarse la liquidación final. Una de las características de este contrato es que cada parte no asume desde el principio y en forma invariable el carácter de deudor o de acreedor, el cual puede corresponderle a una u otra, ya que el otorgamiento de crédito es recíproco y resulta menester esperar la fecha de la liquidación y el saldo que ella arroje. Es decir, la cuenta corriente no es, como se creyó al principio, un mero sistema de contabilidad, consistente en dos columnas de debe y haber, en el cual se van asentando las distintas partidas para restar al final la menor de la mayor y obtener un saldo. Tal sistema contable existe en la cuenta corriente, pero también en otras cuentas, como la simple o de gestión, la apertura de crédito en cuenta corriente y el depósito en cuenta corriente, operaciones que son, como veremos (14) , distintas de la que nos ocupa. JURISPRUDENCIA El contrato de cuenta corriente mercantil es aquel por el cual una de las partes remite a otra o recibe de ella, en propiedad, cantidades de dinero y otros valores, sin aplicación a empleo determinado, ni obligación de tener a la orden una cantidad de valor equivalente, pero a cargo de acreditar al remitente por sus remesas, liquidarlas en épocas convenidas, compensándolas de una sola vez hasta la concurrencia del débito y crédito y pagar el saldo (Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288). De la propia definición surgen los requisitos esenciales, sin los cuales no puede tener vida en nuestro medio el mencionado contrato (Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, JA, 1982-I, 556 Ver Texto). La cuenta corriente mercantil, que supone, esencialmente, remesas recíprocas realizadas en propiedad, con el compromiso de compensarlas en época oportuna, para establecer, en su caso, un saldo que el correntista que entonces resulte acreedor podrá reclamar (Cám. Fed. C.C., LL, 122, 775; ídem, ED, 25, 31). Reiterándose que los elementos esenciales, con la exigencia de que los créditos y deudas que arrojen las operaciones previstas pierden su individualidad, se realicen en un período determinado, se funden en dos masas contrapuestas para liquidarse en fecha convenida, compensándose hasta la concurrencia de la menor, resultando un saldo deudor para una de las partes y acreedor para la otra, importando, por tanto, una concesión recíproca de crédito (Cám. Civ. 1ª, San Luis, LL, 126, 348). La cuenta corriente mercantil tiene su tipificación jurídica propia (Cám. C.C. 1ª, San Martín, ED, 57, 561), caracterizándose por los siguientes elementos: a) remesas recíprocas, en propiedad y sin objeto determinado; b) indivisibilidad de la cuenta; c) remesas facultativas; d) efecto novativo sobre la operación de la cual surge la remesa que ingresa en la cuenta; e) naturaleza consensual del contrato (Cám. Com., C, LL, 1975-A, 778). Es decir, que con lo declarado hasta aquí, se ha reiterado la antigua jurisprudencia que reconocía la existencia del contrato, cuando existieran los siguientes requisitos: Los valores y efectos remitidos y las remesas efectuadas han sido trasferidas en propiedad; las diversas operaciones no constituyen contratos distintos y autónomos, sino que han perdido su individualidad, para aparecer englobados en el régimen único de la cuenta corriente; el pago del saldo se efectuará al vencimiento de ésta, conforme a las estipulaciones contractuales, y se han compensado el debe y haber; y finalmente, se ha estipulado un interés y se ha establecido la exigencia del saldo definitivo, previo aviso (Cám. C.C., I, Rosario, RSF, I, 266). Los correntistas, al obligarse a concederse crédito recíprocamente, quedan privados de disponer de las cantidades que les fueron acreditadas, pues éstas, una vez anotadas en la cuenta, forman una serie inescindible de créditos inexigibles, concurrentes al saldo final (Cám. Fed. C.C., ED, 25, 32); pues pierden todas las características que antes les eran propias, para quedar sometidos al régimen de la cuenta corriente (Cám. Paz, IV, LL, 99, 254), constituyendo solamente artículos de créditos y débitos, destinados a formar elementos de un saldo final (Cám. Fed. C.C., LL, 131, 968). La inclusión en la cuenta corriente de un valor exigible supone la inexigibilidad inmediata del crédito y lo trasforma en una simple remesa acreditada en cuenta y sujeto al régimen general del contrato de cuenta corriente, en el cual todas las partidas del debe y del haber están sometidas a una compensación única que se efectúa al cerrar la cuenta (Cám. C.C., II, Rosario, RSF, 10, 80). No se debe confundir la cuenta corriente mercantil con las operaciones de las cuales surgen los créditos y las deudas que ingresan en ella en forma de partidas, desvinculadas del contrato originario y sujetas al nuevo régimen de aquélla (Cám. Com., D, LL, 1985B, 22, con nota de R. Nissen). Para que exista cuenta corriente mercantil es indispensable que las remesas de dinero o valores se efectúen sin aplicación o empleo determinado (Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, ED, 24, 60; Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288; Cám. Com., JA, 1944-III, 734, con nota de E. O. Rosenbusch; Cám. C.C., II, Rosario, JA, 1959-V, 457). 3. NATURALEZA JURÍDICA. Las teorías sobre la naturaleza jurídica de la cuenta corriente mercantil presentan gran variedad de matices; un panorama sobre ellas puede presentarse del siguiente modo (15) . a) Operación de contabilidad. Los primeros juristas que buscaron establecer la naturaleza jurídica de la cuenta corriente, difundida ya en el comercio, no la conceptuaron un contrato sino un simple estado de hecho resultante de las habituales relaciones de negocios entre dos personas, en virtud del cual podían hallarse, recíprocamente, en situación de deudor o acreedor; sólo se veía en ella una operación de contabilidad, negándose que fuera un contrato. En ese sentido, se expidieron: Merlin (16) , quien la describía diciendo: Se llama cuenta corriente el cuadro de las letras de cambio que los negociantes y los banqueros giran unos sobre otros, y de las remesas que se hacen recíprocamente... Hay cuenta corriente todas las veces que hay débito y crédito, todas las veces que hay debe y haber (17) . Dalloz (18) reproduce la definición de cuenta corriente dada por el autor citado. Frémery (19) la carácterizó como una cuenta en la cual un comerciante debita las sumas pagadas por otro y las letras de cambio que le gira, y acredita las sumas recibidas de su corresponsal, así como las remesas que éste le hubiera efectuado (20) . Alauzet (21) manifiesta que la cuenta corriente, de la cual se ha pretendido hacer un contrato, no es más que una expresión perteneciente a la ciencia del tenedor de libros; y agrega: no es más que un simple hecho, o el resumen, si se quiere, de cierto número de hechos cumplidos; no es más que el resultado de operaciones ya realizadas que está destinada a comprobar y a resumir. La sola definición de la cuenta corriente que admitimos como exacta, es, hasta hoy, la dada por el guardasellos en su carta al procurador general de la Corte de Casación: es un cuadro de contabilidad. JURISPRUDENCIA No es cuenta corriente la que no reúne los requisitos del art. 771 Ver Texto del C.Com., siendo necesario no confundir, para tales efectos, la simple anotación u operación de contabilidad con el contrato mismo (Cám. Com., LL, 6, 1129). b) Combinación de contratos. Con posterioridad se le reconoció naturaleza contractual, pero negándole carácter propio, considerándola una aplicación o variante o combinación de figuras conocidas de derecho. Así, mientras para Pardessus (22) es un estado de hecho (une sorte de contrat), en el cual se desarrollan diversos contratos, prevalecientemente un préstamo recíproco y también algo de depósito y mandato, para Peigné (23) es un préstamo y un mandato; para Namur (24) , un préstamo recíproco; y, por fin, para Dalloz (25) y Noblet (26) , una combinación de contrato de préstamo, mandato, cesión, trasferencia y depósito, pero admiten la novación de los créditos incluídos en la cuenta. En rigor, esta teoría confunde el contrato de cuenta corriente con las diversas operaciones de las cuales resultan las remesas recíprocas, las cuales, como ya hemos manifestado, pierden su individualidad para dar origen a un contrato nuevo. JURISPRUDENCIA El contrato de cuenta corriente mercantil no puede ser confundido con la cuenta con debe y haber, en un libro de contabilidad (Cám. Com., LL, 32, 931). No existe cuenta corriente si las operaciones que vinculaban a las partes sólo consistían en los diversos contratos de seguros celebrados entre ellas (Cám. Com., LL, 9, 239). c) Ente moral. El autor francés Dufour (27) sostuvo que la cuenta corriente es un ente moral (un ˆtre de raison) creado por las partes sin notificación al público; pero esta teoría sólo tiene un valor histórico, pues jurídicamente es insostenible, ya que del contrato de cuenta corriente no surge ninguno de los caracteres indispensables para la formación de una personalidad de derecho (28) . d) Contrato autónomo. Fueron Delamarre y Le Poitvin los primeros en sostener que la cuenta corriente no es un simple cuadro de contabilidad, sino un verdadero contrato autónomo, per sè stanto, pero partiendo del concepto material de remesa, y sosteniendo que ésta es traslativa de la propiedad de las cosas que constituyen su objeto, atribuyeron al contrato carácter real, por entender que mientras una remesa no efectúe el traspaso de propiedad no queda perfecto el contrato. O, en otras palabras, antes de la efectiva tradición de las cosas no existirá contrato de cuenta corriente sino una mera convención relativa a la cuenta corriente (29) . Este criterio fue compartido por Feitu, quien catalogó a la cuenta corriente como un contrato sui generis (30) . Todos los autores posteriores reconocen, sin discrepancias, que se trata de un contrato autónomo, de características propias y definidas, si bien para unos es de carácter real y para otros de carácter consensual. JURISPRUDENCIA La cuenta corriente mercantil es una figura que tiene su tipificación jurídica propia y autónoma, en la cual no es posible encuadrar ningún otro tipo de cuentas, pese a la designación o interpretación errónea que pudieran hacer las partes (Cám. 2ª, II, La Plata, LL, 56, 22), sino de que de su ejecución revista las modalidades y formalidades propias que tiene como contrato autónomo y típico (Cám. Com., LL, 9, 239; Cám. C.C., II, Rosario, JA, 1959-V, 457). En nuestro derecho la cuenta corriente mercantil no nace de un hecho, ni aun de una convención ordinaria, ya que importa por sí misma un contrato autónomo, independiente de otros, con su naturaleza especial, condiciones peculiares, objetivos determinados y sus efectos están claramente definidos por la ley (Cám. Fed. C.C., LL, 122, 775). e) Contrato consensual y normativo. Fue Massé el primer autor que sostuvo que el contrato del cual nos estamos ocupando es consensual (31) , y no real (32) , al distinguir el contrato de la remesa que es posterior; concepto desarrollado magníficamente por Boistel, quien dio un gran paso adelante al negar que la inclusión de una remesa en la cuenta corriente produzca, necesariamente, la trasferencia de propiedad de las cosas objeto de la operación (33) . Este autor francés, en la 2ª edición de su Cours de droit commercial, había sostenido que la cuenta corriente era sólo una convención preliminar modificatoria de los efectos de ciertos contratos -v.gr., las operaciones futuras entre las partes-; pero en la 4ª edición de esa obra rectifica su criterio, afirmando: "Después de nuevas reflexiones pensamos que se puede conformar, sin inexactitud, al lenguaje usado ahora y llamar a la cuenta corriente un contrato; crea de toutes pièces una situación definida a las partes y obligaciones precisas; sin dudas, estas obligaciones se refieren, para modificarlos, a los contratos que tendrán lugar cuando se efectúen las remesas, pero tienen en su causa y en sus efectos algo de más general; reglan las relaciones futuras de las partes, hacen correr los intereses en cierta forma; dan nacimiento al crédito de saldo, que tiene caracteres y efectos especiales" (34) . Según G. Bonelli, el gran logro de Boistel fue purificar la noción de la cuenta corriente de los elementos extraños que la viciaban, a partir de lo cual adquiere forma verdaderamente científica, poniendo de manifiesto lo que es propiamente característico de este contrato; su principal mérito consiste en ser el primero que eliminó el concepto erróneo de la trasmisión de la propiedad de las remesas e hizo de la novación una simple consecuencia de la indivisibilidad de las masas de debe y haber (35) . En nuestro concepto, el contrato de cuenta corriente mercantil es consensual, especialmente si se admite que importa, principalmente, una concesión recíproca de crédito y se prescinde de toda idea de trasmisión de propiedad como efecto de la inclusión de una partida en cuenta corriente. Es fundamental en el estudio del contrato que nos ocupa dilucidar, con precisión, el concepto de remesa, pues él ha variado sustancialmente al ahondarse en el estudio del instituto. En efecto, en un principio se entendió por remesa la remisión material de las cosas que constituyen el objeto de las operaciones celebradas por las partes y que dan origen a los créditos en favor de una u otra, y de ahí que se sostuviera que para incluír un crédito representativo del valor de las cosas remitidas era indispensable que el receptor las recibiera en propiedad, única forma de tener la disponibilidad de ellas. Posteriormente se sostuvo que no era necesaria la remisión material y efectiva de las cosas, pues la partida puede representar cualquier operación de la cual surja un crédito, aunque materialmente nada se remita (operaciones de venta, comisión, locación, etc.; créditos por comisiones, gastos, indemnizaciones, etc.) (36) ; y precisando aun más el concepto, se estableció que la remesa, en sentido técnico, no es otra cosa que el crédito emergente de cualquier operación, que pasa a la cuenta corriente; no es la operación, sino el crédito resultante de ella (37) . Para nosotros no cabe duda alguna de que el contrato de cuenta corriente se perfecciona por el simple consentimiento; es un contrato normativo de reglamentación (38) , por el cual las partes, que convienen realizar determinadas operaciones entre ellas, se ponen de acuerdo, también, en que los respectivos créditos que de ellas emanen queden incluídos en una cuenta corriente, para compensarse y liquidarse en determinada fecha; tal contrato, aunque por lo común se celebra antes o simultáneamente con los contratos relativos a las otras operaciones, es completamente autónomo y puede formalizarse con posterioridad a ellos. Por natural consecuencia, repudiamos la realidad del contrato de cuenta corriente y el criterio de que sólo se perfecciona al realizarse la primera remesa de bienes (39) . La inclusión de un crédito-remesa en la cuenta corriente produce efectos con relación al valor que una parte debe entregar a la otra, o sea, al crédito, que pierde su individualidad y, como consecuencia, deja de ser exigible, para convertirse en un simple elemento aritmético de la cuenta corriente, incorporándose a la masa activa, destinada a compensarse oportunamente con la masa pasiva, para producir un saldo deudor o acreedor; según el caso, acreditar o debitar determinada partida, no significa que desde el momento de asentarla en la cuenta exista un acreedor y un deudor por esa suma, pues las partes sólo tendrán ese carácter con respecto al saldo resultante al cerrarse y liquidarse la cuenta. La inclusión de un valor o crédito en la cuenta corriente importa, en razón de la pérdida de su individualidad, su percepción por el acreedor, el cual deja de serlo en ese concepto, pues la operación de la cual surge se considera liquidada; sólo queda en pie la cuenta corriente. Por ejemplo: si la operación es una compraventa, entregadas las mercaderías de conformidad, en vez de pagar el precio convenido pasa a la cuenta corriente; con lo cual la compraventa queda definitivamente terminada, pues el vendedor ha dejado de ser acreedor por el precio, ya que el crédito ha desaparecido para trasformarse en una partida más de la cuenta corriente; no hay en ese momento acreedor ni deudor; la trasferencia de propiedad de las cosas ha tenido lugar, no por la circunstancia de que las partes trabajen en cuenta corriente, sino porque el contrato de compraventa ha recibido pleno cumplimiento por ambas partes: entrega de los bienes por el vendedor, pago del precio por el comprador; ya que, como decimos, su incorporación a la cuenta corriente tiene ese alcance. A partir de lo expuesto, se ve claro que la trasmisión de propiedad (aunque consideramos preferible no emplear esa expresión), únicamente podría referirse al valor que representa el precio, que pasa del patrimonio del acreedor al del deudor, pues el respectivo crédito debe considerárselo pagado (40) ; pero, en realidad, el patrimonio del comprador no ha quedado liberado por completo, puesto que ha nacido la obligación eventual de la cuenta corriente. Si la operación es un envío de mercadería en consignación para su venta, una vez vendidas las mercaderías, pero no antes, el consignatario incluírá en la cuenta corriente su deuda por el precio que ha percibido del comprador, y los efectos son los mismos indicados precedentemente: la consignación ha terminado, se ha cumplido el contrato por ambas partes, rigiéndose desde entonces las obligaciones recíprocas por la cuenta corriente. Las operaciones productoras de créditos y deudas destinadas a pasar a la cuenta corriente pueden ser de cualquier naturaleza, como expresamente lo determina nuestro Código de Comercio en su art. 773 Ver Texto, así como puede pasar a la cuenta todo crédito, por cualquier título y época que sea (art. 775 Ver Texto, ap. 1). Tal es el alcance del concepto dogmático (acogido en este último artículo) de que la inclusión de una partida en la cuenta corriente produce novación. No es que la compraventa, la consignación, etc., desaparezcan como tales operaciones para ser sustituídas por otra operación que se denomina cuenta corriente, sino tan sólo que los créditos primitivos, por precio u otro concepto, desaparecen para ser reemplazados por la situación de derecho que crea la cuenta corriente, que importa para el acreditado la eventualidad de ser acreedor por el saldo, a cuya formación contribuye la referida partida. O en otros términos: el crédito primitivo se trasforma en un crédito eventual, sujeto al régimen de la cuenta corriente (art. 775 Ver Texto, C.Com.). Este concepto dogmático no sólo puede sostenérselo en nuestro derecho sino que es en realidad el que corresponde, dando a los textos legales la correcta interpretación y armonizando las distintas disposiciones. Los autores argentinos se inclinaron, al principio, por la teoría del contrato real (41) , siguiendo a Vidari, lo que se explica, al menos en la época más antigua, porque era la predominante entonces. Para llegar a esta conclusión se basaron, principalmente, en la redacción de los textos legales, el alcance de los cuales no es empero el que le atribuyen, sino que, al contrario, no obstante la época de su sanción, puede considerárselos acordes con las teorías predominantes en la actualidad (42) . En efecto: según el art. 771 Ver Texto, C.Com., la cuenta corriente es un contrato bilateral y conmutativo, por el cual una de las partes remite a la otra, o recibe de ella, en propiedad, cantidades de dinero u otros valores, sin aplicación a empleo determinado, ni obligación de tener a la orden una cantidad o un valor equivalente, pero a cargo de acreditar al remitente por sus remesas, liquidarlas en las épocas convenidas, compensarlas de una sola vez hasta la concurrencia del débito y crédito y pagar el saldo. La definición legal es perfectamente aceptable, y si bien la referencia en propiedad no es feliz, no significa, como entienden algunos autores, que las cosas objeto de las operaciones que se desarrollan entre las partes (venta, consignación, locación, etc.), deben necesariamente pasar a ser propiedad del receptor (con lo cual quedarían excluídas la consignación, la locación y, en general, todas las operaciones, con excepción de la compraventa). Este alcance, en rigor, importa sostener una enormidad jurídica, pues aparte de no concebirse por qué razón no pueden las personas que se hallan en relaciones de cuenta corriente realizar las negociaciones mencionadas en último término, significa confundir la cuenta corriente con las operaciones de las cuales emanan los créditos y las deudas que ingresaran en ésta en forma de partidas, desvinculadas del contrato originario y sujetas al nuevo régimen. El artículo que nos ocupa no habla de cosas, sino, como corresponde, de dinero u otros valores, lo cual coincide con el concepto de remesa que hemos expuesto precedentemente: v.gr., crédito-remesa. En la cuenta corriente no se asientan operaciones, sino simplemente créditos y deudas; no se debe confundir las cosas objeto de una operación con el valor de ellas, que a su término constituye un crédito o un débito. El precepto dispone, por tanto, que "las cantidades de dinero u otros valores" incluídos en la cuenta corriente pasan a ser propiedad del debitado, lo cual técnicamente significa, con una terminología no por cierto correcta, que el debitado adquiere la disponibilidad de la suma, respondiendo por ella sólo en las condiciones que resultan de la cuenta corriente, es decir, incorporándola a la masa pasiva, para ser compensada con la masa activa al cerrarse la cuenta y proceder su liquidación (43) . Que no solamente las operaciones de compraventa, con traspaso de propiedad de las cosas objeto de ellas, pueden ser incluídas en la cuenta corriente, lo determina el art. 773 Ver Texto, C.Com., cuya redacción es deficiente, pero cuyo sentido resulta claro y concuerda, asimismo, con los modernos conceptos de la ciencia comercialista (44) . JURISPRUDENCIA El contrato de cuenta corriente mercantil es de carácter consensual (Cám. Com., C, ED, 58, 365), es decir, requiere el solo acuerdo de las partes (Cám. C.C., II, Rosario, LL, 122, 949), no estando sujeto para su validez a solemnidades determinadas ni constitución por escrito (Cám. Com., LL, 32, 931). Al contrario, puede resultar no ya de una convención expresa, sino aun del simple consentimiento tácito, el cual se puede inducir de que los correntistas se hayan hecho remesas recíprocas, en ocasión de las cuales el remitente las ha debitado regularmente al receptor y éste las ha acreditado al primero (Cám. C.C., III, Rosario, LL, 12, 955). Asimismo se ha precisado que se trata de un contrato normativo, de reglamentación, que sirve de marco a las partes, que normalmente establecen una serie habitual y continuada de operaciones que van generando los créditos y las deudas que ingresan en ella (Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487). Sin embargo, también se ha declarado que siendo que el consentimiento, en el contrato de cuenta corriente mercantil, puede surgir de la ejecución misma, es un contrato real (Cám. 2ª, I, La Plata, DJBA, 52, 427). Reiterándose, que al tratarse, más que nada, de un estado efectivo de cosas, en donde el consentimiento puede emanar de la ejecución misma, su existencia puede ser probada con toda amplitud, ya que se trata de un contrato real, que puede constituírse tácitamente (Cám. 2ª, I, LL, 53, 433). Se ha abandonado el concepto materialista de "remesa" que la identificaba con las cosas entregadas. En la actualidad, se entiende por remesa a cualquier operación de la cual derive una situación de crédito que pueda entrar en la cuenta corriente mercantil y destinada al efecto de entrar en ella (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen; Cám. C.C., III, Rosario, JA, 1959-V, 457), es decir, que tales remesas no son el envío de cosas o bienes tangibles materiales, sino créditos emergentes de cualquier operación que pasa a la cuenta corriente (Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487). La expresión "en propiedad" que trae el art. 771 Ver Texto, C.Com. (Cám. Fed. C.C., LL, 122, 775; ídem, ED, 25, 31; Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288; ídem, JA, 1982-I, 556 Ver Texto; Cám. Com., C, LL, 1975-A, 776; Cám. C.C., I, Rosario, RSF, I, 266), bien que empleada incorrectamente, representa que el debitado adquiere la disponibilidad de la suma, respondiendo por ella sólo en las condiciones que resultan de la cuenta corriente (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen). Es de la esencia del contrato de cuenta corriente que las remesas se efectúen sin afectación a un empleo determinado (Cám. Com., JA, 1, 752; ídem, JA, 9, 314; ídem, JA, 18, 259; ídem, JA, 28, 187; C.Civ. 2ª, JA, 27, 1203; SCBA, JA, 38, 447; Cám. Fed. La Plata, JA, 14, 749; Cám. Com., C, LL, 1975-A, 778; Cám. C.C., I, Rosario, RSF, I, 206). Los créditos que entran en la cuenta corriente mercantil pierden su individualidad propia, haciéndose parte de un todo indivisible -la cuenta corriente- (Cám. Fed. C.C., ED, 25, 31; ídem, II, LL, 131, 968, en nota "La Austral c. INDER"; Cám. C.C., I, Rosario, RSF, I, 266; Cám. Fed. C.C., II, ED, 95, 359), lo cual produce el efecto novatorio reconocido por el art. 775 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., C, LL, 1988-D, 277; ídem, LL, 1975-A, 778; Cám. Civ. 2ª, JA, 1944-III, 772), es decir, que el crédito que ingresa en la cuenta proveniente por ese hecho pierde todas las características que antes le eran propias, para quedar sometido al régimen de esa cuenta corriente (Cám. Paz, IV, LL, 99, 254). La expresión "en propiedad" que trae el art. 771 Ver Texto, C.Com., no significa que las cosas objeto de las operaciones que se desarrollan entre las partes (venta, consignación, locación) deben necesariamente pasar a propiedad del receptor, con lo que quedarían excluídas la consignación, la locación y, en general, todas las operaciones que no fueran compraventa (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen; Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487). f) Contrato de crédito. Por otra parte, el art. 775 Ver Texto, C.Com., vuelve a hablar de admisión en la cuenta corriente de valores (no de cosas) y de créditos; lo cual confirma el artículo siguiente, que legisla sobre los valores remitidos y recibidos en cuenta corriente, determinando que no son imputables al pago parcial de los artículos que ésta comprende, ni son exigibles durante el curso de la cuenta. El art. 777 Ver Texto, C.Com., declara de la naturaleza de la cuenta corriente que los valores y efectos remitidos se trasfieren en propiedad a quien los recibe (inc. 1), y establece que el crédito concedido por remesa de efectos o papeles de comercio lleva la condición de que éstos serán pagados a su vencimiento (inc. 2). Aceptan sin discrepancia nuestros autores, que en el inc. 2 los vocablos efectos y valores no se refieren a cosas, sino a papeles de comercio, o sea, títulos de crédito, pero les atribuyen distinto alcance en el inc. 1, en el cual significarían cosas que se trasfieren en propiedad. Tal criterio es inaceptable, pues no es dable suponer que el legislador en dos incisos incluídos en un mismo artículo, haya empleado las mismas palabras con diverso significado; éste no es otro que el que se le da en los demás artículos del mismo título XII; si tal alcance hace concordar a nuestra ley con los buenos principios dogmáticos que rigen la cuenta corriente, resulta incomprensible que el intérprete se esfuerce en desvirtuarlo para colocarla fuera de ellos, no sin antes criticarla acerbamente (45) . Sólo resta evidenciar que el inc. 4 del mismo artículo habla nuevamente de valores, y lo mismo en los arts. 779 Ver Texto (valores remitidos en cuenta corriente), 780 Ver Texto (sumas o valores) y 781 Ver Texto (valores llevados a la cuenta corriente). Del ligero examen precedente de las disposiciones legales resulta que el concepto dogmático que sustentamos de la cuenta corriente, como operación de crédito (46) , por la cual las partes se lo otorgan recíprocamente (y que está de acuerdo con las enseñanzas de la doctrina moderna más autorizada) (47) , como contrato normativo de reglamentación de las relaciones crediticias emergentes de otras operaciones, es también el que corresponde dentro de nuestro derecho positivo actual. Bonelli, 842/3, no acepta la teoría de la concesión recíproca de crédito como definición o explicación complexiva de toda la esencia del contrato, porque prescinde de lo que él llama desnaturalización del crédito incluído en la cuenta corriente, desnaturalización que según dice en las ps. 861/2, es algo más radical y profundo que la novación: "No solamente el crédito inmerso en la cuenta corriente se torna indisponible, no más objeto de relaciones jurídicas, elemento inerte e inseparable de una masa en la cual está inmerso" (p. 843). Para concluír afirmando que entre todas las definiciones prefiere la de Boistel (p. 844), que nosotros ya hemos trascrito. JURISPRUDENCIA El contrato de cuenta corriente mercantil es de carácter consensual (Cám. Com., C, ED, 58, 365; Cám. C.C., II, Rosario, LL, 122, 949; Cám. Com., C, LL, 1975-A, 778), normativo de reglamentación, que sirve de marco a las partes, quienes normalmente establecen una serie habitual y continuada de operaciones (Cám. Com., LL, 32, 931), de las cuales pueden surgir créditos y deudas (Cám. Com., A, ED, 86, 683; D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen; Cám. C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 217; Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487; Cám. Civ. 1ª, San Luis, LL, 126, 348), dinero o valores (Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, ED, 24, 600; Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288; Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, 387; Cám. Fed. C.C., II, ED, 95, 359) o cualquier prestación valuable en dinero, es decir, apta para la compensación y destinada a entrar en la cuenta (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen). Como ninguno de los cuentacorrentistas es considerado deudor o acreedor, ni los valores remitidos son exigibles durante el curso de la cuenta (Cám. Fed. C.C., II, ED, 95, 359), ésta se caracteriza porque en ella existe una concesión recíproca de crédito, hasta su clausura (Cám. Fed. C.C., LL, 131, 969; Cám. Civ. 1ª San Luis, LL, 126, 348; Cám. C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 217; Cám. Com., A, ED, 86, 683; D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen). (9) Conf.: R. Deveste, Nouvelles études d´histoire du droit, París, 1902, II, 141 y ss. (10) Conf.: T. Giannini, vº Conto corrente, en Enciclopedia giuridica italiana, Milán, 1911, II, 815. Este autor menciona que también se ha invocado disposiciones del Digesto: L. 5, S. A, Dig. 19.5 (D. prescriptis verbis), que alude a un pacto por el cual dos personas se obligan mutuamente a realizar, la una por la otra, el cobro de sus créditos recíprocos en Roma y Cartago. (11) V.: O. R. Gómez Leo, Instituciones de derecho cambiario, Buenos Aires, 1982, I, 63. (12) Accarias, Précis de droit romain, 4ª ed., II, nº 579. Conf.: R. S”hm, Historia e instituciones de derecho privado romano, trad. de la 7ª ed. alemana, Madrid, s/fecha. (13) Conf.: Giannini, 819. (14) V. nº 4. (15) Conf.: L. Mossa, La cuenta corriente, en Rev. Fac. Der. y C. Soc. de Buenos Aires, abril-junio 1926, V, 702 y ss.: El error de la abundante literatura relativa al contrato de cuenta corriente ha sido la multiplicación de doctrinas, exactas a menudo, pero inútiles, porque no llegan al fondo de la cuestión, ni ponen de relieve sus caracteres peculiares... Resultaría trabajo inútil discutir o aceptar estas clasificaciones y fórmulas variadas. Tampoco sería un método acertado el de combinarlas todas, aun cuando en ellas haya algo de común y de verdad. Ni es posible atribuír a cada efecto del contrato la misión de cualificarlo. Si logramos llegar a una fórmula sencilla y comprensiva, sin detenernos a enumerar cada uno de los efectos del contrato, habremos realizado una buena construcción jurídica. (16) Merlin, Questions de droit, Bruselas, 1879, III, vº Compte courant, 1, nº 6. (17) Conf.: P. Boucher, Institutions commerciales, París, 1801, quien en sentido coincidente había manifestado con anterioridad que la cuenta corriente es la establecida entre dos comerciantes, a la cual incorporan aquello que les es debido y aquello que deben, lo que han recibido y lo que han pagado. (18) Dalloz, Rép. alph., vº Compte courant, nº 3. (19) A. Frémery, Études de droit commercial, París, 1833, 380. (20) Conf.: J. Dietz, Des comptes courants, París, 1869, 59; Lainne, Mémorial du commerce, París, 1839, 3. La relación existente entre dos casas bancarias o de comercio ubicadas en lugares distintos, que se envían, recíprocamente, efectos de comercio, pagaderos sobre la plaza del corresponsal, y que tiene por finalidad establecer y apreciar el estado de estas relaciones, se llama "cuenta corriente". (21) I. Alauzet, Commentaire du Code de Commerce, París, 1879, I, nº 6. (22) J. Pardessus, Cours de droit comercial, 6ª ed., París, 1856/7: El saldo es el resumen de los distintos préstamos efectuados, sin limitación, a la fecha del reembolso, produciendo las cantidades incorporadas a la cuenta corriente los respectivos intereses en razón de que los correntistas son mandatarios recíprocos. (23) Peigné, en sus notas a Maginot, Tenue de livres, 430. (24) P. Namur, Le code de commerce belge, révisé, Bruselas, 1876/7, III, nº 1571. (25) Dalloz, Rép. alph., vº Compte courant, nos. 6 y ss. (26) J. F. P. Noblet, Du compte courant, París, 1848, 43. (27) F. Dufour, Essai d´une théorie juridique des comptes courants, en Recueil de l´Académie de Législation de Toulouse, 1868, IX, 185 y ss. (28) Conf.: Giannini, 827. (29) M. Delamarre y M. Le Poitvin, Traité théorique et pratique de droit commercial, París, 1861, nº 329, quienes definieron la cuenta corriente como el contrato por el cual una de las partes remite a la otra, o recibe el dinero o valores no afectados a un fin determinado, pero, en propiedad, sin la obligación de tener equivalente a disposición de aquel que remite y con la única obligación para quien recibe de acreditarlos al remitente, salvo su liquidación por compensación hasta su concurrencia por las remesas respectivas entre la masa del crédito y del débito. (30) E. Feitu, Traité de compte courant, París, 1873, nº 103; para este autor, cuyo tratado inspiró a la posterior doctrina francesa e italiana hasta época reciente, el traspaso de propiedad es sólo uno de los efectos del contrato de cuenta corriente, que también produce la novación de las obligaciones y la confusión de todas las partidas de la cuenta en las masas indivisibles de debe y haber. (31) Sostienen que es un contrato consensual, entre otros: M. G. Massé, Le droit comercial..., París, 1874, IV, nº 2274; Boistel, nos. 881 y ss.; J. Da, Du contrat de compte-courant (tesis), París, 1877, nos. 19, 59, 70 y 77; L. Lacour y J. Bouteron, Précis de droit commercial, París, 1921, II, nº 1474; Lévy, nº 13, cit. por R. Piret, Le compte courant, Bruselas-París, 1932, n. 134; F. Blanco Constants, Estudios elementales de derecho mercantil, Madrid, 1936, II, 816; Bertolini, en La Legge, 1888-II, 681; C. Vivante, Trattato di diritto commerciale, Milán, 1929, IV, nº 1727; Foa, nos. 61 y ss.; Giannini, I contratti di conto corrente, Florencia, 1895, nº 18; U. Navarrini, Diritto commerciale, Turín, 1935, I, nº 510; Ch. Lyon-Caen y L. Renault, París, 1921, IV, nº 797; E. Thaller, Traité élémentaire de droit commercial, París, 1931, nº 1662; Endemann, nº 144; Creizenach, 13. (32) Consideran que es un contrato real: Delamarre y Le Poitvin, III, nº 322; Feitu, nº 64; Noblet, nº 31; Vidari, IV, nº 4240; Pagani, nº 4; Levi, 18; Supino, Archivio Giuridico, 1878, nº 16; P. Clement, Étude sur le compte-courant, París, 1889, nº 21; H. Helbronner, Des comptes-courants (tesis), París, 1867, nos. 15, 18 y 19; M. BravardVeyrières, Traité de droit commercial, París, 1888, II, 437; L. Borsari, Codice di commercio del regno d´Italia, Turín, 1865, I, nº 347. (33) Boistel, nos. 880 y ss., define la cuenta corriente como una convención por la cual dos partes estipulan que los créditos que puedan nacer de sus relaciones de negocio, cuando entren en la cuenta, perderán su individualidad para trasformarse en simples partidas del crédito y del débito, de manera que el saldo en que ellas se confundirán sólo será exigible en las épocas convenidas. (34) Boistel, nº 881. (35) G. Bonelli, Della cambiale, dell´assegno bancario e del contratto di conto corrente, Milán, 1914, 848, si bien en principio niega que sea un contrato consensual, porque de él no nacen obligaciones, ya que ninguno de los contrayentes tiene obligación de hacer remesas al otro, y si éstas no tienen lugar el contrato es letra muerta; en la página siguiente admite que es un contrato normativo, citando a Coviello, que lo designa contrato modal, definiéndolo como aquel que sin tener contenido actual regula las modalidades de relaciones futuras, siempre que tenga lugar. Concluyendo que se trata del contrato que la doctrina alemana (Bechmann) designa como Gesch„fteverbindungen. Tal es el verdadero concepto: las partes se obligan a sujetar al régimen (entre nosotros legal) de la cuenta corriente a sus créditos recíprocos futuros o a algunos de ellos; en términos comunes: a trabajar en cuenta corriente. Hay, pues, un verdadero contrato, para cuya perfección basta con el mutuo consentimiento: un contrato consensual. (36) Así, Vivante, IV, nº 1772, dice: Por remesa se entiende toda operación que da derecho a quien la hace de acreditarse en la cuenta corriente. Por consiguiente, hace una remesa no sólo quien expide mercaderías, dinero, títulos de crédito, sino también quien paga por cuenta del otro correntista o acepta sus letras, quien incluye en la cuenta corriente provisiones, las comisiones, las diferencias por juegos de bolsa que le son debidos. Así, pues, en su amplísimo significado técnico la palabra remesa comprende también las operaciones en las cuales en realidad no se remite nada. Navarrini, 986, entiende por remesa: cualquier operación en virtud de la cual una de las partes pone a disposición de la otra (en sentido amplio) un valor líquido de común acuerdo y destinado a entrar en la cuenta corriente. En el mismo sentido: Caluci, nº 15; Supino, nº 28; Morando, nº 11; en la doctrina francesa: Delamarre y Le Poitvin, III, nº 330; Hamel, I, nº 35; Vasseur y Marin, I, nº 231; y Boistel, nº 882, quien la llama remesa mediata o indirecta, para distinguirla de la remesa propiamente dicha. Conf.: Williams, 1, 285: la remesa sin envío, estimada como remesa indirecta o mediata. (37) Conf.: Bonelli, 827: en suma, remesa en sentido lato es todo crédito destinado a entrar en la cuenta corriente; Morando, nº 11: si en la técnica, la idea de remesa se relaciona constantemente con la operación de negocio, entendemos que desde el punto de vista jurídico conviene adelantar un paso más para abarcar plenamente el concepto de remesa en cuenta corriente, evitando el peligro que subsiste todavía de considerar algunos efectos de las operaciones particulares, como, por ejemplo, la trasmisión de la propiedad, como efecto del contrato de cuenta corriente...; nº 12: pero la remesa no está tampoco representada por la operación; por el negocio jurídico que hace nacer la relación obligatoria, que será regulada mediante la cuenta corriente. La operación, el negocio jurídico, no son para nosotros propiamente la remesa, sino que lo es precisamente el crédito que de ella resulta. (38) V. t. III-A, 55. (39) Para algunos autores -v.gr., Egidi, nº 8-, hacen falta dos remesas, una de cada parte, única forma -afirman- de que se produzca la compensación del debe y el haber. (40) Esto es lo que el Código de Comercio italiano, con una expresión nada feliz, que uniformemente criticaron sus comentadores, pero que determina en forma precisa el alcance del precepto, califica de "trasferencia de la propiedad del crédito anotado" (art. 345, inc. 1). (41) Para Segovia, II, notas 2559 y 2561, hay un contrato preliminar, consensual, pero el contrato de cuenta corriente es real, de tracto sucesivo. Para Obarrio, II, nº 339, antes de la remisión de valores hay una promesa, cuyo incumplimiento puede dar lugar a una acción por daños y perjuicios; pero las obligaciones que el contrato de cuenta corriente crea, los derechos que le son correlativos, no pueden producirse sino desde el momento en que su ejecución empieza. Malagarriga, V, nº 129; y Rivarola, IV, nº 1222, autor, éste, que, sin embargo, en el número anterior y en el 1226, coincide en muchos puntos con nuestras argumentaciones del texto. Martín y Herrera, en Publicación de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, en el cincuentenario de la reforma al Código de Comercio, incurre en graves errores conceptuales, confundiendo el contrato de cuenta corriente con las simples cuentas de crédito de las casas de comercio, aun las minoristas, en sus relaciones con sus clientes; hasta habla de cuenta corriente en las cuentas de las empresas de electricidad, gas y teléfono, en las cuales sólo se trata de suministros que por su naturaleza se cobran por períodos, generalmente, mensuales. (42) V.: Williams, 1, 32 y ss., donde reseña ampliamente las teorías sobre el tema. (43) Segovia, II, n. 2576, parece coincidir con el concepto que exponemos; al decir: El objeto de la cuenta corriente no son las mercaderías y títulos de crédito; sino el producido de ellos...; la propiedad no pasa sino desde el día en que se determina el importe del crédito que debe figurar en la cuenta corriente. (44) P. Esmein, Ensayo sobre la teoría jurídica de la cuenta corriente, Rev. Gral. Der. y Jurisp., Méjico, 1930, I, 575. (45) Comp.: Rivarola, IV, nº 1226. (46) Entre los numerosos autores que ponen como fundamento de la cuenta corriente el recíproco otorgamiento de crédito, cabe citar a los alemanes Gr�nhut, Zeitschrift fur privat. u ”ff. Recht, en Endemann´s Handbuch, Berlín, 1910, III, 936, nº 435; Riesser, Der Kontokorrentverkehr, Leipzig, 1884; Cosack, Traité de droit commercial, París, 1904/7, I, nº 69; Endemann, Der Kredit als gegenstand der Rechtsgesch„fte, Berlín, 1861, 568; Creizenach, Der Kaufm„nnische kontokorrent in seiner rechtliche Bedeutung, Berlín, 1873, 15; Goldschmidt, System das Handelsrecht in Grundriss, Berlín, 1889, 165; T”hl, Trattato di diritto commerciale, Nápoles, 1881, 462; Greber, Das Kontokorrentverhaltnis, Weimar, 1893, 12; Dernburg, Lehrbuch des Preuss. Privatrechts, II; Halle, 1897, II, 488; al holandés, Levy, nº 22; y a los italianos: Foa, nº 99; Navarrini, Tratt., II, nº 731, y Dir. comm., I, nº 509; Giannini, I contratti, nº 17; Vivante, IV, nº 1720, y anteriormente en sus Istituzioni, nº 146; Tartufari, en Temi Veneta, 1889, 309. Los primeros autores alemanes partidarios de esta teoría, coincidían sustancialmente con la doctrina francesa, pues admitían que aparte de la concesión de crédito la cuenta corriente produce una radical trasformación de las obligaciones incluídas en ella, si bien le negaban el carácter de novación; Lévy-Riesser, nº 28; Creizenach, 18; Goldschmidt, 165 y ss.; Gr�nhut, 941 y ss.; Dernburg, II, 489. Con posterioridad, un importante sector de la doctrina ha abandonado el concepto de concesión recíproca de crédito, reemplazándolo por el de modo de liquidación: la cuenta corriente es un contrato que tiene por objeto la liquidación de créditos recíprocos mediante compensación (así: Lehmann, Lehrbuch des Handelsrechts, Leipzig, 1908; Kremer, en Zeitschrift de Gr�nhut, 1910, 230; Staub, Kommentar zum Handelsgesetzbuch, Berlín-Leipzig, 1927, n. al art. 355; Muller, Gruchot Beitrage zur Erd�terung des Deutschen Rechts, 657), compensación que según algunos autores tiene lugar al asentarse en la cuenta corriente cada nuevo crédito, determinando el saldo en ese momento: teoría llamada de las compensaciones recíprocas. Hay también quien sostiene (Theusner, 19 y ss., Mohr, passim) que el saldo es exigible en todo momento, previo al cierre de la cuenta por voluntad unilateral, lo cual aproxima considerablemente el concepto del contrato que estamos estudiando al de la cuenta simple o de gestión. Los códigos alemán de 1897 y japonés de 1899, se inspiran en esta orientación. El Código de Comercio alemán (Handelsgesetzbuch, HGB), en su art. 355, segundo y tercer apartado, dispone: "Salvo convención contraria, la cuenta corriente debe clausurarse una vez por año. En la duda, la cuenta corriente puede ser denunciada en todo momento en el curso de un período; el acreedor tiene entonces el derecho de reclamar intereses por la suma que corresponda (v. Carpentier, Législation commerciale de l´Allemagne, París, 1901, 159); y más categóricamente, el Código de Comercio japonés, art. 296, establece: "Cada parte puede en todo momento rescindir la cuenta corriente. En este caso, puede exigir el pago del balance cerrando inmediatamente la cuenta" (v. Ripert y Komachiya, Code de commerce de l´Empire du Japon, París, 1924, 145). (47) Fue un acierto de nuestro legislador haber incluído la cuenta corriente entre las instituciones de crédito, como la letra de cambio, los pagarés y los cheques. Conf.: Carnelutti, Note sulla funzione del conto corrente, en Studi di diritto commerciale, Roma, 1917, 207; A. Mallo Rivas, Estructura, disciplina y definición del contrato de cuenta corriente mercantil, en Rev. Notarial, separata del nº 808, 5. 4. DIFERENCIAS CON OTROS INSTITUTOS. La determinación de las diferencias entre el contrato de cuenta corriente y otros que presentan analogías meramente externas, como los que estudiamos a continuación, es de gran importancia práctica, sobre todo cuando ocurre el concursamiento de una o de ambas partes. a) Con la cuenta simple o de gestión. Los créditos y deudas incluídos en una cuenta simple o de gestión conservan su individualidad y efectos originarios (48) , y sólo se ordenan en dos columnas de debe y haber, para facilitar la obtención del saldo a favor de una de las partes, por tratarse de cantidades de un denominador común. Es decir, se trata de un método o sistema de contabilidad al servicio de las respectivas administraciones, privado de efectos jurídicos (49) . Como las registraciones no operan novación alguna, los créditos conservan su exigibilidad, y el cobro de cualquiera de ellos no cubiertos con las entregas del deudor puede ser reclamado judicialmente, como crédito por precio, locación o lo que sea, dentro de las condiciones de cada contrato. Se trata, reiteramos, de una forma cómoda de contabilidad, en la cual se asienta una serie de contratos distintos y autónomos y, por tanto, carentes de todo efecto jurídico, por lo que el destino especial de la remesa acaecido en la cuenta de gestión, permite separar las diversas operaciones de las cuales surgen (50) . En cambio, el contrato de cuenta corriente produce los efectos que hemos indicado precedentemente: pérdida de la individualidad de los créditos, que quedan desvinculados de su fuente, para no tener otra que la cuenta corriente, trasformación que produce numerosas consecuencias (51) , y la terminación definitiva de las operaciones de las cuales surgen los créditos, cuya inclusión en la cuenta determina su extinción como tal, para dar nacimiento a una obligación inexigible hasta la época convenida para cerrar y liquidar la cuenta. La contabilidad en cuenta corriente es un sistema que suele aplicarse a las cuentas de crédito, en las cuales el deudor -que desde el comienzo asume la calidad invariable de tal- va efectuando pagos a voluntad o en cuotas y plazos convenidos. Cuando las entregas del deudor coinciden exactamente con los distintos créditos anotados en la cuenta, ni siquiera se puede hablar de contabilidad en cuenta corriente (52) , pues se trata de pagos individuales de cada crédito. Y menos tienen el carácter de contabilidad en cuenta corriente las cuentas periódicas, generalmente mensuales, por suministros (electricidad, teléfono, etc.), pues, en rigor, no hay en ellas distintas partidas de créditos ni de pagos a cuenta, como no los hay en los servicios que presta un empleado y se retribuyen periódicamente (53) . El art. 772 Ver Texto, C.Com., determina que las cuentas que no reúnan todas las condiciones enunciadas en el art. 771 Ver Texto del mismo cuerpo legal, son cuentas simples o de gestión y no quedan sujetas a las prescripciones del título XIII, De la cuenta corriente; por ello, para determinar si se trata de una cuenta simple o de gestión o, al contrario, de verdadera cuenta corriente, es decir, establecer si se trata de una mera forma de contabilidad, de efectos exclusivamente externos o de un contrato generador de efectos jurídicos, hay que atenerse a las particularidades del caso, teniendo en cuenta la naturaleza de las operaciones realizadas y la intención de las partes, con prescindencia de la denominación que éstas le apliquen (54) , pues como hemos visto, el concepto usual y empírico no coincide con el legal y jurídico. JURISPRUDENCIA Como la cuenta corriente mercantil tiene su tipificación jurídica propia y, por tanto, no es posible encuadrar en ella otro tipo de cuentas, que no responda a lo dispuesto en el art. 771 Ver Texto, C.Com. (Cám. C.C. 1ª San Martín, ED, 57, 561; Cám. Com., LL, 6, 129; Cám. Civ. 1ª La Plata, JA, 57, 889). Aunque la costumbre mercantil atribuya a una o varias operaciones la acepción de cuenta corriente, ella no puede prevalecer frente al texto de la ley, razón por la cual, para que se configure una cuenta corriente mercantil, debe reunir los recaudos previstos por el Código de Comercio para este contrato (Cám. Com., A, RED, 6, 386). De ello se sigue que habrá cuenta simple o de gestión, y no cuenta corriente mercantil, cuando: los créditos que ingresan en la cuenta conservan su individualidad (Cám. Com., GF, 170, 248; Cám. C.C. 1ª San Martín, ED, 57, 561; Cám. C.C., II, Rosario, Rep. LL, XL, 564; Cám. Com., A, LL, 147, 359; Cám. Nac. Rosario, LL, 77, 77; Cám. C.C. 1ª San Martín, LL, 156, 844), el ingreso de la partida en cuenta no produce efectos novatorios (Cám. Com., GF, 170, 454; Cám. Com., A, LL, 147, 359; Cám. Nac. Rosario, LL, 77, 77; Cám. C.C. 1ª San Martín, ED, 57, 561; ídem, LL, 156, 844) o las remesas son remitidas e imputadas a un empleo determinado (Cám. Com., LL, 9, 239; ídem, GF, 170, 248; ídem, GF, 182, 227; Cám. Com., A, LL, 147, 359, con nota de F. M.; B, LL, 100 743; ídem, RED, 4, 442; ídem, LL, 141, 352; C, ED, 20, 240; SCBA, LL, 46, 375; Cám. C.C. 1ª San Martín, ED, 57, 561; Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 132, 83). Es decir, que a pesar de observarse en ellas el aparato externo de una cuenta corriente mercantil, falta la reglamentación unitaria de las relaciones de crédito y débito entre las partes (Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288). En el lenguaje común es dable afirmar que existe cuenta corriente cuando un comerciante no exige a su cliente un pago al contado, abriéndole un crédito a tal fin, pero ello no será una cuenta corriente mercantil (Cám. Com., A, RED, 6, 386), pues mientras en ésta existe concesión recíproca de crédito, en la cuenta simple o de gestión existe sólo una concesión de crédito del vendedor al comprador (Cám. Com., A, ED, 86, 683; Cám. C.C., I, B.Blanca, ED, 92, 217), y para estas últimas el ordenamiento jurídico no establece otras consecuencias que no sean las establecidas para los contratos cuya realización constatan, consecuencias que de ninguna manera puede atribuírse a ellas (SCBA, RED, 8, 384). La finalidad de la apertura de una cuenta simple o de gestión es la registración de operaciones ordenadas en dos columnas de "debe" y "haber", para facilitar la organización contable del giro y los balances; es decir, que se trata de una cuestión de organización interna del comercio (del fallo de 1ª instancia) (Cám. Com., A, ED, 86, 683). Resolviéndose que no había contrato de cuenta corriente mercantil, sino: compraventa mercantil (Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 289); compras y pagos a cuenta (Cám. Com. B, RED, 4, 442); venta de mercaderías y pagos de ellas (Cám. Com., JA, 2, 492); venta de hacienda en remate (Cám. C.C., II, Rosario, Rep. LL, XL, 654); ventas y entregas de dinero (Cám. Com., B, RED, 5, 317); el saldo deudor negativo prefigura un contrato de mutuo (Cám. C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 213); préstamos del patrón a sus empleados (Cám. Com., A, RED, 14, 269); ventas al fiado (Cám. Paz, II, LL, 51, 73; Cám. Com., LL, 10, 416; Cám. 1ª, I, La Plata, JA, 1950-III, 319; Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, ED, 24, 600; Cám. C.C. 1ª San Martín, ED, 57, 561; Cám. Com., A, ED, 86, 683; Cám. C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 217; Cám. Fed. C.C., ED, 26, 669); socio que comercializa cereales y ganado por intermedio de la cooperativa a la cual pertenece, cooperativa que a su vez le suministra mercaderías diversas contabilizando sus importes como débito en la cuenta (Cám. C.C. 1ª B.Blanca, Rep. LL, XL, 654). Habiendo una cuenta simple o de crédito, las partes deben probar sus créditos y sus pagos, no siendo suficiente que el accionado niegue simplemente el recibo de las mercaderías. La prueba de libros sostiene las restantes probanzas y la actitud de la accionada (Cám. C.C. 1ª San Martín, RED, 10, 403). Es aplicable el art. 73 Ver Texto, C.Com., que establece la presunción de reconocimiento implícito sobre la exactitud de la cuenta, salvo prueba en contrario, una vez trascurrido un mes desde su recepción (Cám. Paz, II, LL, 7, 207). En la demanda por el cobro del saldo de una cuenta simple, se debe dar el detalle de las diversas operaciones que la integran (Cám. Com., C, LL, 121, 695). La cuenta simple y la de gestión no son, de por sí, generadoras de intereses sobre saldo (del fallo de 1ª instancia) (Cám. Com., A, LL, 1980-A, 377); por ello, es improcedente la aplicación del art. 785 Ver Texto, C.Com., correspondiente a la cuenta corriente mercantil, si no existe mora que los torne exigibles por mandato de la ley, ni pacto expreso sobre interés (Cám. C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 217). Nada impide que la cuenta simple o de gestión devenguen intereses, si así se ha estipulado (Cám. C.C., II, Rosario, LL, 122, 949); sin embargo, si no ha existido pacto en ese sentido, los intereses legales sobre el saldo reclamado deben ser liquidados desde la fecha de notificación de la demanda (Cám. Com., A, LL, 147, 359, con nota de F.M.; B, RED, 4, 442; Cám. Fed. C.C., ED, 26, 669). Cuando en la cuenta de gestión el saldo es negativo, aparece prefigurado el contrato de mutuo, en la compleja relación jurídica que vincula a las partes. Ergo, la circunstancia de pagos de intereses por cierto número de períodos no constituye a cargo del solvens la obligación de seguirlos pagando cuando no constan en el título de la obligación, ya que según el art. 2249 Ver Texto, C.Civ., si el mutuario ha pagado intereses que no estaban estipulados, no está obligado a continuar pagándolos. De otro lado, la invocación de un pacto tácito de intereses, y no un convenio expreso, aun con el consentimiento prestado a la percepción de intereses en el pasado, no produce la remisión o renuncia del derecho de desconocer en el futuro dicha modalidad (Cám. C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 213). Como gran cantidad de fallos exigen para la existencia de la cuenta corriente mercantil que haya reciprocidad de remesas, lo cual es erróneo, pues se trata de un contrato normativo en el cual las remesas son facultativas (Cám. Com., C, LL, 1975-A, 778), entendemos procedente trascribir dos pronunciamientos que sientan la buena doctrina judicial: No se debe confundir el contrato de cuenta corriente mercantil con aquellos en que se realizan liquidaciones periódicas, ni aun con aquellos en que las operaciones de contabilidad revelan la existencia de remesas que originan créditos y débitos recíprocos (Cám. Fed. C.C., LL, 122, 775). No todas las frecuentes operaciones recíprocas entre comerciantes que originen créditos y débitos también recíprocos y que son registrados en una contabilidad donde se contraponen el "debe" y el "haber", con liquidaciones periódicas y establecimiento de un saldo por compensación, suponen siempre la existencia de una cuenta corriente mercantil (Cám. Civ. 1ª San Luis, LL, 126, 349). b) Con la apertura de crédito, en cuenta corriente. Es ésta una operación común de los bancos -aunque puede el suministrador no ser banquero-, por la cual concede crédito a determinados clientes, que pueden, así, sin tener fondos depositados, girar hasta cierto máximo, percibiendo el banco intereses por el plazo que dure la utilización efectiva de la disponibilidad (55) . Para dar a la operación plena eficacia como suministro constante de disponibilidad de crédito, suele dársele el carácter de permanencia, facultando al deudor para hacer entregas a cuenta, con lo cual continúa disponiendo del crédito hasta el máximo prefijado. En el fondo, sólo se trata de una forma perfeccionada de préstamo a interés, contrato cuya ejecución se desarrolla sobre el marco de la contabilidad en cuenta corriente. Las calidades de acreedor del banco y de deudor del cliente son invariables, pues la diferencia sustancial con la cuenta corriente mercantil radica en que mientras en ésta hay concesión recíproca de crédito, en aquélla sólo es otorgada por una de las partes (56) , sin que los depósitos que el deudor efectúa para disminuír su débito, puedan ser considerados acreditaciones, en sentido técnico, sino sólo es un pago de lo que debe (57) . La operación de apertura de crédito no genera otros efectos que los del contrato de préstamo, y las distintas partidas únicamente representan sumas prestadas o devueltas, manteniendo ellas su individualidad (58) . En el contrato de cuenta corriente, como las remesas son facultativas, por lo común no se establece límite, pues cada parte puede establecerlo tácitamente de hecho al no efectuar las operaciones que dan nacimiento a los créditos que alimentan la cuenta corriente. En la apertura de crédito, como la concesión de éste es unilateral, generalmente se fija un límite (59) . De otro lado, cabe señalar que mientras en la apertura de crédito la finalidad es reforzar la posición económica del acreditado, poniendo a su disposición el crédito con facultad de disponerlo según las modalidades convenidas; en la cuenta corriente las partes se proponen evitar los pagos al contado, liquidando periódicamente las respectivas partidas y difiriendo el pago del saldo que resulte a la clausura de la cuenta (60) . Si se combina con el depósito en cuenta corriente, o, mejor dicho, se superpone con éste, autorizando al depositario para girar más allá de sus depósitos, esto es, en descubierto, hasta determinada cantidad, se dará corrientemente el caso de que en ciertos momentos los depósitos cubran el descubierto y arrojen un saldo favorable al depositante, pero tal eventualidad no modifica el carácter de apertura de crédito, pues se trata sólo de un efecto de la combinación o yuxtaposición de ambas operaciones (61) . Sobre este punto se puede ver, además de las obras y estudios citados precedentemente: Rezzara, RDC, 1909-II, 80; Messineo, RDC, 1925-I, 118; Magri, RDC, 1905-I, 89; Salandra, RDC, 1933-I, 36; Pagani, Del contratto di conto corrente, Turín, 1889, nº 5; Calucci, 4ª ed., 11; Foa, Natura giuridica del contratto di conto corrente, Milán, 1890, nº 31; A. Fiorentino, El contrato de cuenta corriente, Barcelona, 1958, 11. c) Con el depósito en cuenta corriente. El contrato de depósito en cuenta corriente es de carácter real y unilateral -y hablando en línea dogmática, pues en nuestro derecho positivo la solución varía-, las partes conservan invariablemente su calidad de depositante y depositario y, por las características de la operación, la de acreedor y deudor. Los señalados caracteres real y unilateral (62) derivan, el uno, de que el contrato se perfecciona con la entrega del primer depósito, y el otro, porque sólo produce obligación para el banco depositario, que se responsabiliza por la custodia de las sumas recibidas, comprometiéndose a pagar los cheques que libra el depositante, o, lo que es igual, pone a disposición de éste el servicio de caja (63) . Los caracteres del contrato de depósito y la situación jurídica de las partes no se ven alterados ni modificados por el hecho de que el depositante tanto pueda efectuar sucesivos retiros y extinguir el contrato, como efectuar nuevos depósitos e incrementarlos, pues en todos los casos sigue siendo acreedor, mientras el depositario continúa siendo deudor (64) . Habida cuenta lo expuesto, queda claro que el depósito en cuenta corriente tiene sólo un parecido externo con el contrato de cuenta corriente: la forma de contabilidad, en dos columnas de debe y haber, pero en el fondo es sustancialmente distinto, pues no produce ninguno de los efectos jurídicos de esta última. El depósito en cuenta corriente puede combinarse con la apertura de crédito en cuenta corriente, tal como lo contempla nuestro Código de Comercio en los arts. 791 Ver Texto y ss. 5. CARACTERES. Dentro del concepto que sustentamos respecto de este contrato y a la luz de nuestro derecho positivo, sus caracteres son los siguientes: a) Consensual Porque, como quedó explicado (65) , se perfecciona con el solo consentimiento de las partes (art. 1140 Ver Texto, C.Civ.). JURISPRUDENCIA Han reconocido el carácter consensual de la cuenta corriente mercantil los siguientes fallos: Cám. Com., C, ED, 58, 365; Cám. C.C., II, Rosario, LL, 122, 949; Cám. Com., C, LL, 1975-A, 778. b) Normativo También hemos explicado que se trata de un contrato normativo, pues las partes al expresar su consentimiento acuerdan disciplinar las futuras relaciones que entre ellas sucedan y cuando ello ocurra. Es decir que sin tener un contenido obligatorio actual, reglamenta las modalidades de las relaciones futuras, siempre que ellas tengan lugar (66) . JURISPRUDENCIA Se trata de un contrato normativo de reglamentación, que sirve de marco a los cuentacorrentistas, que normalmente establecen una serie habitual y continuada de operaciones que van generando los créditos y las deudas que ingresan en la cuenta (Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487). c) De crédito Porque como ya manifestamos (67) , el contrato que nos ocupa tiene por fundamento la concesión recíproca de crédito entre las partes, que difieren en el tiempo la exigibilidad de los importes resultantes de las operaciones que han decidido someter a la disciplina de la cuenta corriente mercantil (68) . JURISPRUDENCIA Ninguno de los cuentacorrentistas es considerado deudor o acreedor, ni los valores remitidos son exigibles durante el curso de la cuenta (Cám. Fed. C.C., II, ED, 95, 359), razón por la cual existe una concesión recíproca de crédito, hasta la clausura de ella (Cám. Fed. C.C., LL, 131, 969; Cám. Civ. 1ª San Luis, LL, 126, 348; Cám. C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 217; Cám. Com., A, ED, 86, 683; D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen). d) Bilateral (art. 771 Ver Texto, C.Com.) Ello es así puesto que genera obligaciones para ambos correntistas: incluír en la cuenta los créditos provenientes de operaciones determinadas que acordaron someter a la reglamentación de la cuenta corriente. Debe quedar claro que la bilateralidad no contradice la normatividad antes señalada, porque aquélla no significa que las partes se obliguen a efectuar remesas, sino que, realizadas las operaciones mediante las cuales las partes alimentaran la cuenta corriente, ambas están obligadas a ingresar en ella los créditos que resulten, sujetándolas al régimen de la cuenta corriente que han pactado. JURISPRUDENCIA El contrato de cuenta corriente mercantil es bilateral (Cám. Fed. C.C., 30/3/66; Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 116, 491; Cám. Com., LL, 32, 931; ídem, LL, 8, 1129; ídem, LL, 10, 559; ídem, LL, 53, 433), teniendo como característica esencial la facultad otorgada a las partes para efectuar remesas (Cám. Com., C, ED, 58, 365; ídem, LL, 1975-A, 778). Estando las partes ligadas por un contrato de cuenta corriente general, sin limitación a determinadas operaciones, se presume que todas las que realicen entre ellas quedan comprendidas, salvo que en forma expresa se manifieste una voluntad contraria (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen). Es obligación del receptor de la remesa acreditar al remitente de ella el importe de la partida, para liquidarla en las épocas convenidas, compensándola de una sola vez hasta la concurrencia del débito y crédito (Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288; ídem, JA, 1982-I, 556 Ver Texto; Cám. Fed. C.C., LL, 122, 775; ídem, ED, 25, 31). e) Típico (o nominado) Ya que el ordenamiento mercantil determina con claridad y circunstanciadamente los derechos, obligaciones y responsabilidades que este contrato puede abarcar, haciéndolo en forma precisa, sistemática y diferenciada de las demás figuras contractuales. Si bien el art. 773 Ver Texto, C.Com., contempla el caso de que ambas partes sean comerciantes o por lo menos una de ellas invista tal calidad, no se debe excluír que el contrato de cuenta corriente se lleve a cabo entre partes no comerciantes, pues se trata de un contrato normativo, de reglamentación de créditos, que pueden perfectamente celebrarlo quienes no ejercen el comercio. Esta solución es indiscutible, pues se basa en el principio básico de la libertad de las convenciones, admitido por nuestro ordenamiento jurídico. Es de hacer notar que tal contrato no sería innominado, ya que como expresamos al principio se halla regulado en la ley con una denominación precisa y una metodología unitaria y sistemática, que no la perdería por la circunstancia apuntada: sería sencillamente un contrato de cuenta corriente celebrado por civiles o, mejor, por no comerciantes (69) . JURISPRUDENCIA La cuenta corriente mercantil es una figura que tiene su tipificación jurídica propia y en la cual no es posible encuadrar ningún otro tipo de cuentas, pese a la designación o interpretación errónea de las partes (Cám. 2ª, II, La Plata, LL, 56, 22). Reiterándose su tipificación jurídica propia (Cám. 2ª, II, La Plata, LL, 127, 25), que no depende de su mera designación, aceptación o negación de los contratantes, sino de que su ejecución revista las modalidades y formalidades propias de ese contrato (Cám. Com., LL, 9, 929). El contrato de cuenta corriente mercantil requiere la presencia de elementos constitutivos esenciales que lo caracterizan en función de su tipicidad, con una fisonomía inconfundible con otras figuras de distinta naturaleza jurídica, no obstante la similitud que pudiera existir en la materialización de la contabilidad (Cám. Civ. 1ª San Luis, LL, 126, 349). f) Oneroso En razón de que las diversas partidas de la cuenta (art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com.), como su saldo -parcial o definitivo-, devengan intereses (art. 785 Ver Texto, C.Com.). La producción de intereses de las partidas incluídas en la cuenta corriente se explica por la naturaleza comercial del contrato, ya que en el comercio todas las operaciones revisten carácter oneroso y no se admite que los capitales queden improductivos; desde el momento en que se otorga crédito es justo que las respectivas sumas devenguen intereses. Cargándolos a cada partida, sea del debe o del haber, la situación de las partes se mantiene en un pie de igualdad (70) . En punto a ello, nuestro art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com., es categórico, por lo cual huelgan las disquisiciones sobre la base de opiniones sustentadas por autores extranjeros, que en unos casos se explican por la carencia de texto legal expreso, como ocurre en Francia, o, si éste existe, se ajustan a él y son inaplicables entre nosotros. La tasa de interés queda librada a las partes (art. 788 Ver Texto, C.Com.), quienes pueden establecer diversos porcentajes, sea en general para los créditos y los débitos (es decir, distinta para cada parte), sea según la naturaleza de las operaciones, y también convenir que sólo corran después de determinado lapso de la inclusión del crédito en la cuenta o que únicamente corran durante un plazo determinado, etc. En defecto de convención rigen los intereses legales, pero como en la República no hay tasa legal de intereses, corresponde atenerse al interés corriente en operaciones de esta naturaleza (arg. arts. II, V, tít. prel., y 218 Ver Texto, inc. 6,b C.Com.), siendo, en nuestro concepto, inaplicable el art. 565 Ver Texto, C.Com., por contemplar supuestos distintos del presente (71) . Los intereses, salvo estipulación en contrario, corren desde que el cuentacorrentista debitado entra a disponer del valor incluído en la cuenta, por la concesión del crédito que importa el contrato que nos ocupa (72) ; por ejemplo: en una compraventa, desde el momento en que terminada la operación el comprador debe pagar el precio; en una consignación, desde que el comisionista vende las cosas a terceros, siempre que se trate de una venta al contado; tratándose de arrendamientos que debe pagar uno de los correntistas al otro, desde que vencen los respectivos períodos; si del importe de una letra de cambio, sólo desde que él se hace efectivo, aunque el crédito se haya anotado inmediatamente de recibir la letra (salvo encaje; arts. 777 Ver Texto inc. 2, y 779 Ver Texto, C.Com.); si de gastos efectuados, desde que su pago sería exigible de no incluírselos en la cuenta. Se puede, pues, afirmar que los intereses corren desde que los créditos quedan incluídos en la cuenta corriente, o sea, desde que serían exigibles si no mediara ésta, inclusión que tiene lugar ipso iure, automáticamente, y que no se debe confundir con la anotación material en la cuenta, que puede no existir (73) . De ahí que si un crédito, por haber sido discutido, se lo anota con posterioridad a la fecha que debía serlo, por acuerdo amigable, laudo arbitral o sentencia, los intereses corren desde esta última fecha, es decir, que el acuerdo, el laudo o la sentencia tienen efecto retroactivo (74) . En la cuenta corriente se permite la capitalización por períodos no menores de tres meses (art. 788 Ver Texto, C.Com.). Lo concerniente a los intereses es una de las cuestiones que dan importancia a la distinción entre cuenta corriente y cuenta simple o de gestión (75) , pues sólo en la primera corren de pleno derecho, salvo estipulación contraria; en la segunda, en cambio, para que ello ocurra, se requiere convenio expreso entre las partes. JURISPRUDENCIA Se ha reconocido, expresamente, la onerosidad de este contrato (Cám. Com., GF, 182, 227; ídem, LL, 8, 1129; ídem, LL, 10, 599; ídem, LL, 32, 931; ídem, 53, 433; Cám. Fed. C.C., 30/3/66), considerando que la producción de intereses del saldo es de su esencia (Cám. Fed. C.C., ED, 25, 669). El art. 785 Ver Texto, C.Com., impide limitar el curso de los intereses a la fecha de notificación de la demanda (Cám. Civ. 1ª, LL, 6, 406; Cám. C.C., I, Rosario, LL, 22, 56); lo dispuesto por la citada norma significa que el curso de los intereses a que se refiere el art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com., no se detiene con el cierre de la cuenta; si bien dejarán de producirse sobre todos los valores de crédito y débito, para recaer sobre el saldo resultante a que se refiere el art. 784 Ver Texto, C.Com. (de la ampliación de fundamentos de los Dres. Anaya, Quintana Terán y Caviglione Fraga) (Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 19). Que a esos intereses del crédito de saldo, conforme al art. 785 Ver Texto, C.Com., que prevé la productividad de tales intereses, corresponde aplicar la actualización monetaria -según el índice de precios no agropecuarios-, con más el 6% calculado desde que se determinó el saldo deudor de la cuenta (Cám. Com., A, LL, 1982-C, 60). Aun cuando la demanda por el cobro del saldo prospere en forma muy limitada, corresponde condenar al pago de intereses (Cám. Civ. 1ª, LL, 1, 1). g) Conmutativo Pues cada uno de los correntistas se obliga hacia el otro en términos equivalentes entre sí, sin quedar sometido a una contingencia incierta, ya que ello haría aleatorio el contrato. O dicho de otro modo, que se trata de un contrato conmutativo, y no aleatorio, porque la extensión de las prestaciones debidas por las partes es inmediatamente cierta (76) , sin que la indeterminación de saber quién resultará acreedor al cerrarse la cuenta importe un álea, ya que ello no depende de la suerte o de un acontecimiento incierto, sino de las remesas que se haya efectuado; v.gr., las partes no corren ningún riesgo (77) . JURISPRUDENCIA El contrato de cuenta corriente mercantil tiene carácter oneroso (Cám. Com., LL, 8, 1129; ídem, LL, 10, 599; ídem, LL, 32, 931; ídem, LL, 53, 433; Cám. Fed. C.C., 30/3/66). h) De ejecución continuada Dado que se desarrolla mediante una serie de asientos que tienen lugar en forma sucesiva durante determinado lapso de tiempo, y ello es así, por la misma esencia de la cuenta corriente, que importa una concesión recíproca de crédito, y éste debe tener cierta duración que postergue por un plazo, más o menos largo, su exigibilidad (78) . JURISPRUDENCIA La cuenta corriente mercantil es un contrato normativo de reglamentación, que supone una serie habitual y continuada de operaciones que van generando los créditos y las deudas que ingresan en la cuenta (Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487). i) Comercial Por tratarse de un acto objetivo de comercio regulado por el código de la materia (art. 8 Ver Texto, inc. 11, C.Com.) (79) , aun cuando no se lleve a cabo entre comerciantes (80) . De iure condendo es dable sostener que la cuenta corriente tiene carácter comercial o civil según la naturaleza comercial o civil de los negocios jurídicos que dan lugar a los créditos que la alimentan, correspondiendo presumir su comercialidad cuando son realizados por comerciantes. Ésta es la solución de la doctrina extranjera (81) . Asimismo -siempre en el terreno dogmático-, cuando en la cuenta corriente figuran créditos provenientes de operaciones comerciales y civiles, le imprimen su carácter los que preponderan, preponderancia que según algunos autores se determina por el mayor número (82) , y según otros, por su mayor importancia, considerados en su conjunto, es decir, confrontando el total de las operaciones comerciales con el de las civiles (83) . Pero todos reconocen que sea comercial o civil, los efectos que producen son idénticos, salvo en lo que respecta a la prueba del contrato, a la tasa de interés y a la competencia de los tribunales. En el aspecto dogmático que estamos tratando, y dado que se trata de un contrato normativo, nos adherimos a estas conclusiones, y cuando hay operaciones civiles y comerciales, a las que tienen en cuenta la preponderancia económica, y no numérica (84) . Empero, dentro de nuestro derecho positivo, reiteramos, la solución es otra: la cuenta corriente, aunque tenga lugar entre no comerciantes, es siempre de naturaleza mercantil, en virtud de lo dispuesto por el art. 8 Ver Texto, inc. 11, C.Com., pues se trata de una institución especialmente regulada por el Código de Comercio (85) ; coincidentemente con ello, ha dicho la jurisprudencia que el carácter de este contrato no se modifica por la naturaleza de las negociaciones, ni por la calidad de las personas que en ellas intervienen: la circunstancia de haberse incluído varias partidas por el cobro de arrendamiento de inmuebles, no le quita su carácter de contrato comercial (86) . JURISPRUDENCIA El carácter comercial de la cuenta corriente mercantil no se modifica por la naturaleza de las negociaciones que incluya, ni por la calidad de las personas que intervienen; tampoco le quita su carácter mercantil la circunstancia de haber incluído en ella partidas provenientes del cobro de arrendamientos (SCBA, 5-IX-366). Es decir, corresponde declarar su comercialidad en todos los casos (Cám. Com., JA, 1944-III-734). Reiterándose que tiene por objeto negocios de comercio, lo cual se presume cuando ambas partes o una de ellas es comerciante. Empero, cualquiera que sea la naturaleza que se le atribuya, habrá siempre que aplicar la legislación comercial, que es la única que regula este contrato (Cám. C.C., III, Rosario, LL, 12, 955). De su comercialidad derivan diversos efectos, tales como: no es necesario instrumentarlo en tantos ejemplares como partes principales existan con intereses distintos (Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 116, 491); la anotación en los libros de comercio constituye un medio eficaz de prueba de la ejecución del contrato (Cám. 2ª, I, La Plata, LL, 53, 433); la demanda por clausura de la cuenta, a pesar de las objeciones a las partidas provenientes de la ley 12591 , es de competencia comercial (Cám. Com., JA, 1942-II-551), y también la ejecución del saldo, aunque se halle garantido por una hipoteca constituída a esos fines (Cám. Civ. 2ª, LL,18, 102). j) Intuitus personae En consideración a que conceptuamos que el contrato de cuenta corriente mercantil importa una concesión recíproca de crédito entre los cuentacorrentistas, sostenemos su característica de intuitus personae, pues tiene por fundamento la mutua confianza que las partes se dispensan para concertarlo; de allí que si alguna de ellas pierde la libre administración de sus bienes por razones físicas (muerte, incapacidad) o jurídica (inhabilitación, interdicción, desapoderamiento), ello pone fin al contrato (art. 782 Ver Texto, C.Com.). JURISPRUDENCIA La intervención judicial de la sociedad autoriza el cierre de la cuenta corriente mercantil (Cám. Com., B, JA, 1953-I, 393). 6. REQUISITOS SUSTANCIALES. Son requisitos sustanciales para celebrar, válidamente, un contrato de cuenta corriente mercantil, los siguientes: a) Capacidad. Es necesaria la capacidad para contratar y disponer, pues la cuenta corriente supone la renuncia a la libre disposición y exigibilidad inmediata de los créditos que ingresan en ella (87) . No se debe confundir, como hacen algunos autores (88) , la capacidad para realizar las operaciones singulares de las cuales surgen los créditos que van a formar las distintas partidas de la cuenta corriente, con la capacidad para formar este contrato. La primera no es otra que la que se requiere para realizar el contrato de que se trata: compraventa, consignación, etc.; en cambio, la segunda, en razón de la trasformación que la cuenta corriente produce en los créditos, es la capacidad requerida para disponer de ellos (89) ; por tanto, para celebrar el contrato que nos ocupa, será insuficiente la sola capacidad para administrar (arg. art. 782 Ver Texto, inc. 3, C.Com.) (90) . Por natural consecuencia, tienen capacidad para trabajar en cuenta corriente el emancipado -por matrimonio o habilitación de edad (91) - y el autorizado, expresa o tácitamente, para ejercer el comercio (92) ; este último limitado a las relaciones comerciales de la sociedad de hecho que tenga formada con el padre o la madre (art. 12 Ver Texto, C.Com.). En cuanto a los menores que hayan obtenido título profesional habilitante o los que contando con 18 años hayan concertado contrato de trabajo, pueden realizar el contrato de cuenta corriente, pero circunscritos a las operaciones relativas a su actividad (arts. 126 Ver Texto, 128 Ver Texto, aps. 2 y 3, y 283 Ver Texto, C.Civ.) (93) . b) Consentimiento. Rigen al respecto los preceptos generales en materia contractual (94) , esto es, que el consentimiento en tanto acuerdo de voluntades con entidad jurígena (arts. 1137 Ver Texto y 1197 Ver Texto, C.Civ.) (95) , debe estar informado por el discernimiento, la intención y la libertad de las partes (art. 897 Ver Texto, C.Civ.). Son causales que lo vician el error, el dolo o engaño y la violencia o intimidación (arts. 1157 Ver Texto y su remisión a los arts. 902 Ver Texto, 922 Ver Texto y ss., C.Civ.). Puede ser expreso o tácito, resultando éste de la ejecución del contrato: ex factus et rebus (96) . La determinación de cuándo media consentimiento tácito es una cuestión de hecho que los jueces deben resolver en cada caso según sus particularidades; sólo corresponde dejar sentado, como principio doctrinal de carácter general, que el consentimiento debe resultar en forma inequívoca, dada la gravedad de los efectos que produce este contrato (97) ; el simple silencio no será suficiente en la mayoría de los casos (98) . Ahora bien; llegado este punto, debemos dilucidar si para excluír una remesa de la cuenta corriente basta la voluntad unilateral del remitente o se requiere mutuo consentimiento de ambos correntistas. En nuestro concepto, ello depende de la forma como se haya convenido la cuenta corriente, en tanto contrato normativo: I) comprendiendo todas las operaciones entre ambas partes; II) determinando las que deben necesariamente incluírse; III) reservándose ambas partes la facultad de determinar al hacer cada remesa si queda o no inlcuída; IV) estableciendo una cuenta corriente sin determinar operaciones. En los dos primeros casos no puede haber dificultad alguna: la convención es ley para las partes (art. 1197 Ver Texto, C.Civ.) y deben ajustarse a ella; la voluntad de una de ellas es insuficiente para restarle eficacia. En el tercero, la cuestión queda resuelta en el mismo contrato. Y en el último, se debe entender que corresponde incluír todos los créditos provenientes de operaciones que se realicen entre las partes, salvo cuando una de ellas manifieste en forma expresa su voluntad contraria (99) ; en efecto, la presunción emergente del silencio del contrato de que las partes implícitamente entendieron incluír en la cuenta corriente todas sus operaciones, queda destruída por la voluntad contraria expresamente manifestada; brinda argumento, también, el art. 775 Ver Texto, C.Com., que otorga a la voluntad unilateral expresa, eficacia para impedir la novación en cuanto a los créditos que se incluyan en la cuenta. En la práctica, los cuentacorrentistas evitan toda discrepancia posterior, recabando la conformidad de la otra parte antes de realizar las operaciones que desean excluír de la cuenta, remesas que en principio, y siempre que otra cosa no se haya convenido, son facultativas, pues, como enseña Vivante (100) , el propósito de la cuenta corriente es facilitar los negocios y su liquidación, pero no hacerla nacer a la fuerza, y conceder a uno de los correntistas el poder de obligar al otro a hacerle remesas, destruiría el contrato en su esencia, que consiste en una recíproca concesión de crédito, y en su finalidad, que no es otra que suministrar a cada correntista un instrumento de crédito, es decir, la seguridad de poder disponer por toda la duración de la cuenta de las remesas del otro, ventaja de que se vería privado si éste pudiera obligarlo a hacerle en cambio otras remesas. Según lo expuesto, no puede un correntista girar letras a cargo del otro, sin consentimiento expreso de éste (101) ; nuestra ley sólo autoriza a girar por el importe del saldo (art. 787 Ver Texto, C.Com.) (102) . Sólo resta señalar que el art. 780 Ver Texto, C.Com., dispone que las sumas o valores afectados a un empleo determiando son extraños a la cuenta corriente y, como tales, no son susceptibles de la compensación puramente mercantil. Esta regla legal, además de ser innecesaria, pues su contenido es reiteración de lo dispuesto en el art. 771 Ver Texto, C.Com., resulta de toda obviedad, porque desde el momento que los créditos que se incluyen en la cuenta corriente pierden su individualidad y se funden en las masas indivisibles del debe y el haber que necesariamente deben compensarse para determinar el saldo, único crédito exigible, es evidente que todo valor o crédito afectado a un empleo determiando o que el receptor debe tener a disposición del remitente, queda fuera de la cuenta. JURISPRUDENCIA La cuenta corriente mercantil es un contrato que sólo existe previo acuerdo de las partes (Cám. Com., GF, 182, 227), sin perjuicio de que también resulte de las operaciones realizadas con caracteres y efectos propios (Cám. C.C., II, Rosario, LL, 122, 949), no estando sujeto para su validez a solemnidades determinadas, ni a constitución por escrito (Cám. Com., LL, 32, 931). Al contrario, puede resultar de un simple consentimiento tácito, el cual se puede inducir de que los correntistas se hayan hecho remesas recíprocas, las cuales el remitente las ha debitado regularmente al receptor y éste las ha acreditado al primero (Cám. C.C., III, Rosario, LL, 12, 955). Estando las partes ligadas por un contrato de cuenta corriente general, sin limitación a determinadas operaciones, se presume que todas las que realicen entre ellos quedan comprendidas, salvo que en forma expresa se manifieste una voluntad contraria (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen). Se puede partir del principio de que, en la duda, todas las prestaciones y créditos valuables en dinero, es decir, aptos para la compensación, son del dominio natural de la cuenta corriente. De otro modo, se remitiría al arbitrio de una sola de las partes derogar el contrato, excluyendo de la cuenta las remesas que mejor le pareciera (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen). c) Objeto. El objeto del contrato de cuenta corriente mercantil no es otro que las remesas en la forma amplia en que lo hacemos, como sinónimo de créditos (v. supra), o, mejor dicho, la serie o cadena de remesas destinadas a fundirse en los dos bloques contrapuestos del debe y del haber para ser liquidadas al cerrarse la cuenta. La anotación de un crédito en la cuenta corriente es irrevocable, excepto cuando se trata de documentos comerciales, cuya inclusión es siempre salvo encaje (art. 779 Ver Texto, C.Com.) (103) . Pero este principio de la irrevocabilidad, así como el de que el crédito anotado se desvincula de la operación que le dio origen para quedar sujeto al régimen de la cuenta corriente, no juega cuando se trata de un crédito nulo; la remesa, entendiendo por tal el crédito-remesa, como hemos explicado precedentemente, debe ser válida; si no lo es por falta de capacidad, vicio del consentimiento, ilicitud de causa o falta de idoneidad de objeto-, el efecto indicado no puede producirse, pues no es dable la trasformación de una obligación nula o inexistente (arg. art. 802 Ver Texto, C.Civ.); en consecuencia, el deudor puede oponerse a la inclusión del crédito en la cuenta corriente o a exigir su exclusión (104) . Si la obligación es anulable y susceptible de confirmación, su inclusión en la cuenta corriente tiene este alcance y el asiento no podrá ser atacado por aquel motivo (105) . Las obligaciones naturales, con excepción de las deudas de juego (art. 2057 Ver Texto, C.Civ.), pueden ser objeto de novación, desde el momento en que si se las paga no se puede repetir el pago (art. 516 Ver Texto, C.Civ.) y, por tanto, es dable incluírlas en la cuenta corriente. La validez del asiento no se discute, si bien algunos autores consideran que en el supuesto que nos ocupa no se produciría novación, sino constitución de una obligación ex novo (106) . Se dice que las remesas son facultativas, y con ello se quiere establecer que el solo hecho de la existencia del contrato de cuenta corriente no obliga a las partes a efectuarse operaciones generadoras de créditos (por ejemplo, envío de mercadería en venta o consignación); ello es de toda obviedad y entronca con el carácter normativo del contrato, que ya hemos explicado (107) ; pero la expresión no nos parece correcta, dado lo que entendemos por remesa (v. supra). Desde luego, no porque las partes convengan en que sus créditos y deudas se regularán mediante su inclusión en una cuenta corriente quedan obligadas a realizar operaciones determinadas (108) , pero nada obsta a que, con independencia de la cuenta corriente, convengan en la realización de negociaciones precisando su naturaleza, monto, plazo, etc. (109) . La expresión que criticamos sólo tiene el alcance de permitir a cualquiera de las partes, por lo que respecta al contrato de cuenta corriente, y sin perjuicio de todo otro convenio relativo a las negociaciones productoras de crédito a incluírse en ella, excluír unilateralmente cualquier operación. En otros términos: ligadas las partes por un contrato de cuenta corriente sin haber especificado las operaciones necesariamente comprendidas, debe incluírselas a todas sin excepción (110) , mientras una de ellas no manifieste su voluntad en contrario (111) ; es lo que dispone el art. 775 Ver Texto, C.Com., que exige una manifestación expresa; pero tal manifestación debe ser anterior a la operación particular de que se trate, pues una vez efectuada la oposición unilateral a que el crédito resultante se lo incluya en la cuenta corriente, sería inoperante, ya que la otra parte puede haber aceptado (por ejemplo, una compraventa) en la creencia de que pasaría a ella. El monto del crédito-remesa, que resulta de la operación que le da nacimiento, debe contar con la conformidad de ambas partes; si tal conformidad no existe, se requiere una liquidación amigable o judicial; pero determinado el monto, su ingreso en la cuenta corriente tiene efecto retroactivo (112) . JURISPRUDENCIA Se ha abandonado el concepto materialista de "remesa", y así se dice que, en la actualidad, remesa es cualquiera operación de la cual derive una situación de crédito que puede entrar en la cuenta corriente y destinada al efecto a entrar en ella (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de Nissen; Cám. C.C., II, Rosario, JA, 1959-V, 457), es decir, es el crédito resultante de, por ejemplo, la venta de mercadería, como valor -no como cosa- (Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487). La inclusión en la cuenta corriente de un valor exigible supone la inexigibilidad inmediata de dicho crédito y lo trasforma en una simple remesa acreditada en cuenta, y sujeto, por consiguiente, al régimen general del contrato de cuenta corriente mercantil (Cám. C.C., II, Rosario, RSF, 10, 80). Es de la esencia de la cuenta corriente mercantil que las remesas de dinero o de valores se las efectúe sin aplicación o empleo determinado (Cám. Paz, IV, LL, 99, 633; ídem, JA, 1962-V, 194; Cám. Com., JA, 1, 752; ídem, JA, 9, 314; ídem, JA, 18, 259; ídem, JA, 28, 187; ídem, JA, 1944-III, 734, con nota de E. Rosenbusch; Cám. Com., A, ED, 57, 579; Cám. Civ. 2ª, JA, 27, 1203; SCBA, JA, 38, 447; Cám. Fed. La Plata, JA, 14, 740; Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, ED, 24, 600; Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288). Es condición indispensable para la existencia de la cuenta corriente mercantil la de que el receptor haga suyas las remesas y adquiera el derecho de disponer de ellas como le plazca (SCBA, JA, 1947-III, 744). Para que la admisión de papeles de comercio en cuenta corriente sea definitiva es necesario que se cumpla la condición de ser pagados a su vencimiento (Cám. Paz, I, GP, 93, 360). Efectuada una remesa sin reserva, el crédito correspondiente se desliga de la causa que lo origina (Cám. Fed. C.C., II, ED, 95, 359), pierde su individualidad propia, haciéndose parte de un todo indivisible, en el cual constituye solamente artículos de créditos y débitos, destinados a formar elementos de un saldo final (Cám. Fed. C.C., LL, 131, 968). Es decir, que no se debe confundir la cuenta corriente mercantil, con las operaciones de las cuales surgen los créditos y las deudas que ingresan en ella en forma de partidas, desvinculadas del contrato originario y sujetas al nuevo régimen jurídico de la cuenta (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen). Todo valor o crédito que se incorpora a la cuenta corriente sufre novación (Cám. Civ. 2ª, JA, 1944-II, 399; Cám. C.C., I, Rosario, RSF, I, 266); sin embargo, si se trata de papeles de comercio, es necesario para que se produzca novación que se cumpla la condición de ser pagado a su vencimiento (Cám. Paz, I, GP, 93, 360). La cuenta corriente mercantil se caracteriza, entre otros elementos, por el efecto novativo sobre la operación de la cual surge la remesa que ingresa en la cuenta y por el carácter facultativo de efectuar tales remesas que tienen los cuentacorrentistas (Cám. Com., C, ED, 58, 365; ídem, LL, 1975-A, 778). Las remesas acreditadas en la cuenta corriente no son envío de cosas o bienes tangibles materiales, sino créditos emergentes de cualquier operación que pasa a la cuenta (Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487). Si la cuenta corriente es general, sin limitación a determinadas operaciones, se presume que todas las que las partes realicen entre ellos quedan comprendidas, salvo que en forma expresa se manifieste una voluntad contraria (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen). Si bien, por regla general, el importe del crédito-remesa, que resulta de la operación que le da nacimiento, debe contar con la conformidad de ambas partes, si tal conformidad no existe, se debe recurrir a la fijación por árbitros o judicial, y, determinado el monto, su ingreso en la cuenta tiene efectos retroactivos (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen). d) Causa. El contrato de cuenta corriente, como todo contrato, requiere como requisito intrínseco de validez la existencia de una causa lícita, rigiendo al respecto los principios y preceptos generales en materia de contratación. Sentado ello, conviene precisar que el contrato que nos ocupa, en tanto contrato autónomo (113) , tiene una causa propia y distinta de la que pueden tener las operaciones singulares que lo alimentan por medio de los créditos-remesas que de ellas resulten (114) . Tal causa-fin, en nuestro concepto, como hemos señalado, consiste en la concesión recíproca de crédito que las partes persiguen al concertarlo (115) . (48) Conf.: Tempesta, vº Conto corrente (Contratto di), Nuovo digesto italiano, nº 5. (49) Conf.: Morando, 10/1. (50) G. Sindou, Le compte-courant et les imp“ts sur les revenus, París, 1926, 35. Conf.: V. Salandra, Manuale di diritto commerciale, Milán, 1959, II, 89. (51) V. nº 9. (52) Cám. Com., JA, 28, 187. (53) Es incomprensible el error en que al respecto incurre Martín y Herrera, nota 19 del estudio citado antes. (54) Doctrina y jurisprudencia uniforme; entre otros: Rivarola, IV, nº 1223; Díaz de Guijarro, en JA, 25, 280; Cám. Com., JA, 18, 259. (55) Conf.: F. Messineo, La apertura de crédito. Contenido y caracteres, Méjico, 1944, 105/6. V. nos. 40 y ss. (56) V.: G. Molle, I contratti bancari, Milán, 1966, 18. (57) Conf.: Giannini, 837. Comp. con Molle, Manual de derecho bancario, Buenos Aires, 1987, 140: Los depósitos en cuenta hechos por el beneficiario del crédito no tienen carácter de restitución, sino de reposición de la disponibilidad. (58) Conf.: Bonelli, 839. (59) V. nº 45. Conf.: Williams, 1, 259. (60) Conf.: Rezzara, Della apertura di credito in conto corrente, Turín, 1926, nº 83. (61) Conf.: Morando, nº 6. (62) C. Baudry-Lacantinerie y A. Wahl, Des contrats aléatoires, du mandat, du cautionnement, de la transaction, París, 1907, nº 1018. (63) V.: O. R. Gómez Leo, Instituciones de derecho cambiario. El cheque, Buenos Aires, 1985, III, 7, y nº 22, c. (64) Conf.: Giannini, 835. (65) V. nº 3, letra e. (66) Conf.: Bonelli, 848; Salandra, Contratti preparatori e contratti di coordinamento, en RDC, 1940-I, 21. Ver y ampliar, t. III-A, 55. (67) V. nº 2. (68) V. autores citados en nota 29. (69) Conf.: Obarrio, II, nos. 348 y 349; Segovia, II, n. 2568; Malagarriga, V, nº 1223. Contra: Rosenbusch, en JA, 62, sec. doctr., 63: como interpretación del texto legal, pues doctrinalmente admite que puede existir cuenta corriente entre personas ajenas al comercio. La doctrina extranjera predominante reconoce, desde el punto de vista dogmático, que la cuenta corriente no es un instituto exclusivo del comerciante y que ambas partes pueden no tener esa calidad: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 799; Boistel, nº 881, C; Lacour y Bouteron, II, nº 1474; Thaller, nº 1660 bis; Dalloz, Rép. prat., vº Compte courant, nº 24, y jurisprudencia francesa allí citada; Feitu, nº 36; Nouguier, Des tribunaux de commerce, lib. III, cap. 3, nº 6; Vivante, IV, nº 1729; Vidari, V, nº 4235; Bonelli, 850; Morando, nº 7; Manara, nº 39; Supino, nº 16; Foa, nos. 72 y ss.; Blanco Constans, II, 817; Goldschmidt, 48, n. 3; Endemann, 144. (70) Sobre las distintas formas de calcular intereses se puede ver: Boistel, nos. 875 y ss.; Giannini, 816; también Williams, 1, 373, y los tratados corrientes de contabilidad. (71) V. t. III-B, 185. Comp.: Segovia, II, n. 2580: habla de intereses corrientes, pero hace una referencia al art. 565 Ver Texto, C.Com.; Malagarriga, V, nº 152: intereses corrientes, pero cita como conforme a Segovia; Obarrio, II, nº 357: el que cobra el Banco de la Nación Argentina, según el art. 565 Ver Texto, C.Com.; Rivarola, IV, nº 1230: el que cobren los bancos públicos, por aplicación del mismo artículo; Williams, 372: consideramos pertinente tomar en cuenta el texto del art. 565 Ver Texto, C.Com., que si bien se refiere a los intereses moratorios, nos proporciona una solución al caso...; por tasa legal (entiende este autor), la tasa general de operaciones de descuento, vencida, vigente a la fecha en que el receptor adquiere la disponibilidad de la remesa, que cobra el Banco de la Nación Argentina en las operaciones a ciento ochenta días (Cám. Com., B, ED, 86, 416). (72) Conf.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 842: si bien son expresiones distintas de las que empleamos; Malagarriga, IV, nº 151; Fiorentino, 46; Cholat, 94; Navarrini, nº 96; Williams,1, 369. (73) V. nº 8. (74) Conf.: Morando, 171, n. 1. Jurispr. francesa: Cas., Journ. Paris, 1876, 895; 1897-I, 351; 1920-I, 63. (75) V. nº 4, letra a. (76) Conf.: Giannini, 834, n. 5; Zamfiresco, nº 76; Fontanarrosa, en Ramella, I, 17, n. 7; Williams, 1, 251, n. 4. (77) Conf.: Langle, III, 383. (78) Conf.: Giannini, 835; Cholat, 26; Fontanarrosa, en Ramella, I, 17, n. 8; Williams, 1, 252. (79) V. t. I, nº 29. (80) V. letra e de este número. Conf.: Malagarriga, V, nº 137; Fontanarrosa, Derecho comercial argentino, Buenos Aires, 1963, 156; Satanowsky, Tratado, II, 119; Williams, 1, 253. Contra: Obarrio, II, nº 350, siguiendo a la doctrina extranjera sin percatarse de que las disposiciones de nuestra ley determinan diversas soluciones. (81) Entre otros: Boistel, nº 881; Da, nos. 21 y ss.; Lyon-Caen y Renault, IV: La cuenta corriente no es necesariamente un acto de comercio. Ha sido, sin duda, inventada por las necesidades del comercio y se forma sobre todo entre comerciantes, pero en el silencio de los arts. 632 Ver Texto y ss., C.Com., estas circunstancias no bastan para reconocerle sin distinción carácter comercial; Clement, nº 25; Helbronner, nº 26; Lacour y Bouteron, II, nº 1474; Morando, nos. 8 y 9; Blanco Constants; II, 817; y Vivante, IV, nº 1729; según este autor: Para determinar si es comercial o civil es necesario considerar la calidad de la persona y la causa por la cual fue estipulada. Si los contrayentes son comerciantes, se presumirá comercial por la presunción de comercialidad que invisten todos los contratos de los comerciantes y la presunción cederá sobre las pruebas limitadas que admite el art. 4 del Código de Comercio (italiano). Si los contrayentes no son comerciantes, tendrá carácter comercial cuando se haya estipulado originariamente por una causa comercial (ad initium spectandum est), es decir, con un fin de índole comercial. La causa podrá sucesivamente cambiar, imprimir a la cuenta corriente un carácter diverso del primitivo, pero para decidir si ha tenido lugar esta trasformación no hay que atenerse al fin de las remesas individualmente sino a la función que el contrato debe cumplir, considerado en su unidad jurídica, según la intención de los contratantes. (82) Feitu, nos. 83 y ss.; Lyon-Caen y Renault, lug. cit. (83) Morando, nº 9; Manara, 11. (84) La objeción de que con el criterio de la preponderancia la cuenta corriente puede variar de naturaleza según que las partidas que vayan incluyéndose en ella sean civiles o comerciales, carece de fundamento, porque su carácter indivisible hace que sólo interese su naturaleza en el momento de la clausura. Más que del carácter comercial o civil de la cuenta, se debe hablar del carácter comercial o civil del saldo, o sea, del crédito que arroja la liquidación final (conf.: Bonelli, 851; Morando, nº 9). (85) Conf.: Malagarriga, V, nº 137; Rivarola, IV, nº 1223. (86) S.C.B.A., 5-IX-366; JA, 27, 312. (87) Conf.: Fiorentino, 22. (88) Clement, nº 96; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 802; Boistel, nº 881. (89) Conf.: Lyon-Caen y Renault, lug. cit.; Morando, nos. 10 y 30. (90) Conf.: Bonelli, 852. (91) V. I, nos. 37 y 38. (92) V. I, nº 42. (93) V. I, nº 41. (94) V. III-A, nos. 1 y ss. (95) Conf.: Spota, Instituciones de derecho civil. Contratos, Buenos Aires, 1981, I, 235 y ss. (96) Conf.: Boistel, nº 881, B; Da, nos. 61 y ss.; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 798; Laxour y Bouteron, II, nº 1474; Giannini, cap. VIII; Foa, nº 55; Navarrini, Trattato, II, nº 18; Bonelli, 853; Morando, nº 24; Vivante, IV, nº 1727; Obarrio, II, nº 347. (97) Conf.: Morando, Vivante, lugs. cits.; Giannini, 844; Vasseur y Marín, I, 386/7; Williams, 1, 277/8. (98) Noblet, nº 27, considera que existe consentimiento tácito cuando un comerciante no contesta pero conserva la carta en que otro le propone entrar en cuenta corriente; Morando, nº 24, disiente con tal criterio interpretativo del silencio. (99) Conf.: Vivante, IV, nº 1725; Segovia, II, n. 2591. Contra: Malagarriga, V, nº 169, entendiendo que puede también ser implícita, siempre que resulte inequívoca de las circunstancias. (100) Conf.: Vivante, IV, nº 1723. (101) Conf.: Giannini, 144 y 239. (102) V.: Fernández, Código de Comercio comentado, III, 230: quien, al comentar el art. 617 del Código de Comercio derogado, sostuvo que el solo hecho de ser acreedor no autorizaba a librar una letra de cambio contra el deudor por el importe del crédito: "a fortiori cuando, como en el caso de la cuenta corriente, no existe un crédito exigible, el cual sólo aparece al determinarse el saldo en la liquidación final (arts. 774 Ver Texto y 784 Ver Texto, C.Com)". (103) V. nº 11. (104) Al respecto se puede considerar uniforme la doctrina; entre otros: Feitu, nº 203; Clement, nº 122; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 824; Boistel, nº 883, A; Pagani, nº 15; Giannini, 54; Vidari, V, nº 4291; Vivante, IV, nº 1736; Caluci, 34; Bonelli, nº 32, a; Marghieri, nº 2401; Morando, nos. 30 y 31; Segovia, II, n. 2571; Malagarriga, V, nº 141; ley mejicana de títulos y operaciones de crédito, de 1932, art. 304. (105) Doctrina uniforme; entre otros: Lyon-Caen y Renault, Caluci, Pagani, Vidari, Bonelli y Malagarriga, lugs. cits. (106) Conf.: Egidi, nº 18; Caluci, nº 19; Giannini, nº 54; Navarrini, nº 81. (107) V. nº 3, letra e, y nº 5, letra b. (108) Conf., entre otros: Boistel, nº 881, A; Bonelli, nº 19. (109) Conf.: Bonelli, lug. cit. (110) Si la cuenta corriente es entre comerciantes, sólo estarán obligados a incluír en ella -salvo convención en contrario- a los créditos provenientes de las operaciones relativas al comercio. (111) Conf.: Clement, nos. 34 y ss.; Vivante, IV, nº 1725; Giannini, nº 49; Bonelli, lug. cit. Parecen contrarios: Boistel, nº 882, A; cuando dice: Si se quiere excluír ciertas remesas de la cuenta corriente, sólo podrá hacérselo obteniendo el consentimiento del corresponsal; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 803, y Morando, nº 15; ambos en términos análogos; pero en nuestro concepto esta conclusión se sostiene refiriéndose al caso en el cual las partes han convenido incluír en la cuenta todas las operaciones que realicen. (112) Conf.: Vivante, IV, nº 1726. (113) V. nos. 2, letra d, y ss. (114) Conf.: Morando, 19; Tempesta, nº 12; Williams, 280. (115) Conf.: Egidi, nº 13; Tempesta, lug. cit. 7. FORMA Y PRUEBA. a) Forma. La doctrina predominante (116) reconoce que el contrato de cuenta corriente no está sujeto a una forma determinada. Si bien el asiento de las partidas en una cuenta y en los libros de comercio es la forma impuesta por la práctica, como la más útil para seguir el desarrollo del contrato, la escritura no es indispensable para la existencia de éste, que no se debe confundir con la relación en cuenta corriente; la forma escrita por medio de asientos, que menciona la ley, se refiere a la relación de cuenta corriente, y no al contrato, para el cual no se requiere ni ad substantiam ni ad probationem. Por inclusión de un crédito en cuenta corriente no se debe entender la anotación de la partida en ella, sino su incorporación jurídica (117) . b) Prueba. Medios admisibles. Al disponer el art. 789 Ver Texto, C.Com., que la existencia del contrato de cuenta corriente se la puede establecer por cualquiera de los medios de prueba admitidos por el Código, sin exceptuar la prueba testimonial, importa reconocer su procedencia; deroga así, en lo que respecta al contrato que nos ocupa, la limitación contenida en el art. 209 Ver Texto, C.Com., que cuando no existe principio de prueba por escrito, sólo permite probar con testigos los contratos menores a la suma que establece el art. 1193 Ver Texto, C.Civ. Es éste uno de los casos expresamente declarados en este Código, al cual se alude en el mencionado artículo. Tal es el alcance que corresponde atribuír al precepto, pues de lo contrario constituiría una redundancia innecesaria de lo dispuesto por el art. 208 Ver Texto (118) . Pero no significa que los contratos y operaciones de las cuales han resultado los créditos pasados a la cuenta corriente puedan ser probados también por cualquier medio de prueba, incluso testigos. Estos contratos son autónomos con respecto a la cuenta corriente, y su prueba está sujeta a las disposiciones generales o a las especiales que correspondan según su naturaleza (119) . c) Carga de la prueba. Respecto de la carga de la prueba son aplicables las normas generales: la prueba incumbe en principio al actor: onus probandi incumbit actori, pero según el caso el demandado debe también probar sus afirmaciones (reus excipiendo fit actor) (120) . En la práctica, el cuentacorrentista que demanda por liquidación de la cuenta y determinación del saldo -y comúnmente también por el cobro de éste- debe presentar un estado de cuenta, según sus constancias, lo cual crea una posición procesal ventajosa para el adversario, pues le evita probar todas aquellas operaciones que constituyen remesas de su parte y que el actor reconoce; en cambio, las remesas del actor que el demandado discute en su existencia o en su monto, deben ser probadas por el primero (121) . JURISPRUDENCIA El contrato de cuenta corriente mercantil no está sujeto para su validez a solemnidades determinadas. Al contrario, puede resultar no ya de una convención expresa, sino aun del simple consentimiento tácito, a inferirse de las remesas recíprocas debitadas y acreditadas regularmente (Cám. C.C., III, Rosario, LL, 12, 955; Cám. 2ª, I, La Plata, DJBA, 52, 427; Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487). Dado que se trata de un contrato comercial, no es necesario instrumentarlo en tantos ejemplares como partes principales existan con intereses distintos en esa vinculación bilateral (Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 116, 491). Se reitera que es un contrato que no está sujeto a solemnidades determinadas de la cuales dependa su validez, y su formación puede resultar aun hasta del consentimiento tácito de las partes, de ahí que puede acreditárselo por cualquier medio de prueba (SCBA, 22/5/64; Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, ED, 24, 600), de los admitidos por el Código de Comercio (Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 116, 491; T.S. Corrientes, t. 13, p. 23) o cualquier tipo de evidencia (Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 132, 83). En esa misma línea se ha declarado que constituyendo la cuenta corriente, más que nada, un estado efectivo de cosas, en el cual el consentimiento puede resultar de la ejecución misma, su existencia puede ser probada con toda amplitud (Cám. 2ª, I, La Plata, LL, 53, 433). El reconocimiento de la existencia de la cuenta corriente mercantil, al contestar la demanda por el cobro del saldo, importa más que un principio de prueba por escrito y hace admisible toda clase de prueba para demostrar el contrato (Cám. Civ. 2ª, JA, 71, 618). Procede la prueba de testigos siempre que las diferentes partidas de una cuenta corriente mercantil, que son independientes de ésta, originadas en distintas épocas, no alcancen separadamente el mínimo legal, aunque en su conjunto excedan de él (Cám. Civ. 2ª, 20, 73). Según el carácter de la cuenta corriente, la anotación en los libros de contabilidad constituye un medio muy eficaz de prueba de la ejecución del contrato (Cám. 2ª, I, La Plata, LL, 53, 433). El actor que difiere la prueba del contrato de cuenta corriente mercantil a las constancias emanadas de sus propios libros, no sólo debe acreditar la existencia del contrato y la cuantía del saldo deudor, sino primordialmente el carácter de comerciante del deudor, extremo que lo habilita a oponerle sus asientos y registros (art. 63 Ver Texto, C.Com.) (Cám. C.C. 1ª B.Blanca, Rep. LL, XL, 654). Sin embargo, también se ha declarado que tratándose de un contrato bilateral, conmutativo y oneroso, no escapa al principio general de la prueba de los demás contratos regidos por el derecho común, no bastando para justificar su existencia los asientos de los libros de una sola de las partes (Cám. Com., LL, 32, 931; Cám. C.C., II, Paraná, Rep. LL, XLIII, 594), sobre la base del resultado de una simple pericia, pues ello equivaldría a identificarlo con las meras anotaciones contables, que no son el contrato mismo (Cám. Com., LL, 10, 509). Empero, se ha declarado que por revestir el carácter bilateral, requiere que los asientos de los libros de comercio registren la reciprocidad entre los cuentacorrentistas (Cám. Fed. C.C., 30/3/66). Para hacer valer un crédito resultante de una cuenta corriente mercantil, negada por la parte demandada, debe el actor probar, previamente, la existencia del contrato mismo, y luego la exigibilidad y cuantía del saldo; ambas pruebas deben ser producidas en juicio y con posibilidad de contradicción del demandado (Cám. C.C. 1ª B.Blanca, Rep. LL, XL, 654). Si se reclama el saldo insoluto de una cuenta corriente y resulta cuestionado, el actor debe probar fehacientemente dicha cuenta y los rubros que la integran; no habiéndolo hecho, la demanda instaurada sólo puede prosperar por el monto que el demandado reconoció adeudar (Cám. Com., A, LL, 156, 353). En aplicación de los principios generales sobre la carga de la prueba, ésta corre, en principio, por cuenta del actor. Es decir, que quien afirma la existencia del contrato de cuenta corriente, debe correr con la carga de la prueba de él (Cám. Com., LL, 59, 157). Si el demandado no niega la existencia de la cuenta corriente, sino que se limita a resistir el monto del saldo reclamado, se debe tener por probada la existencia del contrato mencionado (Cám. C.C., II, Rosario, LL, 119, 535). Probada la existencia de la cuenta corriente entre comerciantes por los libros del actor y reconocida por el demandado, si éste alega haberla saldado, le corresponde la prueba de esa circunstancia (Cám. Civ. 2ª, JA, 20, 317; Cám. C.C. 1ª Córdoba, Dig. Jur., II, 132). La interpretación del contrato de cuenta corriente mercantil, como la intención, voluntad y cometido de las partes y lo relativo a la prueba, queda librado a la interpretación de los jueces de grado, siempre que no se alegue y demuestre violación de las reglas de derecho relativas a tal interpretación y a la distribución y carga de la prueba, o absurdo o arbitrariedad (SCBA, ED, 55, 455). 8. COMPETENCIA. De las consideraciones efectuadas al atribuír carácter comercial a este contrato (122) , surge que las contestaciones atingentes a él son siempre competencia de los tribunales mercantiles (123) . Para determinar la competencia territorial rigen los principios generales, por lo cual, si no hay lugar convenido para el pago del saldo, es competente el juez del domicilio del demandado (124) . Para la competencia por cantidad, ella se determina por el importe del saldo cuyo cobro se persigue con la demanda, y no por el importe total de las partidas incluídas en la cuenta o de las partidas a favor del actor (125) . La circunstancia de que en la cuenta corriente estén incluídas partidas relacionadas con la aplicación de leyes especiales, cuyo conocimiento individual correspondería a la justicia federal, es inoperante para privar de su competencia a la justicia ordinaria en lo comercial, tal como afirmamos en el primer párrafo. Ello es una consecuencia de la indivisibilidad de la cuenta corriente y de la trasformación del crédito (novación) que produce su inclusión en ella, crédito que pierde su individualidad para convertirse en un mero elemento del crédito eventual del saldo que resulte. Tratándose de la liquidación del contrato de cuenta corriente, uno e indivisible, el juez competente para entender en éste, lo es para resolver las cuestiones que se planteen en el juicio relativas a las distintas partidas (126) ; pero si el objeto de la contestación es la operación particular de la cual emana el crédito, considerada en sí misma, y no como partida de la cuenta (por ejemplo, una compraventa o una locación), es tal operación la que determina la competencia según los principios generales (127) . En cuanto a la aplicación de los preceptos del Código de Comercio, ello no es discutible, se considere al contrato de naturaleza comercial o civil, pues el Código Civil no trae disposiciones al respecto (128) . JURISPRUDENCIA Reconocido el carácter comercial de la cuenta corriente mercantil (Cám. Com., JA, 1944-III, 734; Cám. 2ª, I, La Plata, LL, 53, 433; Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 116, 491), la demanda por clausura de ella es competencia de la justicia comercial, a pesar de que las objeciones sean a las partidas provenientes de la ley 12591 (Cám. Com., JA, 1942-II, 551) o de otras leyes federales (Cám. Com., LL, 26, 478); tampoco se modifica por la naturaleza de las negociaciones que incluya, ni por la calidad de las personas que intervienen o por la circunstancia de haberse incluído partidas por el cobro de arrendamientos (SCBA, 5-IX, 366). La ejecución del saldo de una cuenta corriente mercantil corresponde a la justicia comercial, aunque se haya constituído una hipoteca en garantía (Cám. Civ. 2ª, LL, 18, 102). En ausencia de convenio sobre el lugar de pago del saldo de la cuenta corriente mercantil, es competente el juez del lugar del domicilio del demandado (Cám. Com., JA, 11, 838). Sin embargo, se ha declarado que es competente el juez del lugar de la sucursal de la actora, a cuyo frente se hallaba el demandado, por ser el lugar de radicación de la cuenta, cualquiera que sea el domicilio de ese demandado (Cám. Com., JA, 11, 169; ídem, JA, 53, 394). La cuenta corriente es mercantil cuando tiene por objeto negocios de comercio, lo cual se presume cuando ambas partes, o, por lo menos, una de ellas es comerciante. Empero, cualquiera sea la naturaleza que se le atribuya, habrá siempre que aplicar la legislación comercial, que es la única que regula este contrato (Cám. C.C., III, Rosario, LL, 12, 955). 9. INDIVISIBILIDAD. a) Aspectos generales. Se dice que el principal o esencial (129) efecto del contrato que estamos estudiando es la indivisibilidad de las dos masas de debe y haber (130) ; para nosotros no se trata de un efecto, sino de la característica esencial y fundamental del contrato, que hace que los créditos incluídos en la cuenta pierdan su individualidad para convertirse en simples elementos del crédito eventual de saldo. Es decir que conceptuamos la indivisibilidad como el vínculo más importante de la cuenta corriente que se manifiesta, también, en otros diversos aspectos (131) , a saber: I) Luego de esa inclusión, ya no se puede hablar de crédito por precio, locación u otro concepto, pues tal crédito se ha trasformado y la cantidad acreditada queda sujeta al régimen de la cuenta corriente, esto es: compensación de ambas masas y liquidación en el momento de proceder a su cierre. II) Las diferentes partidas constituyen un conjunto contable y jurídico disciplinado para compensarse en el tiempo y el modo pactado por los cuentacorrentistas. Ningún crédito puede ser exigido antes de tiempo, ni en otra forma que no sea compensación (132) . III) Tampoco esos créditos-remesas pueden ser imputados al pago de otro incluído en la columna opuesta, pues no existe imputación de pagos, ni compensación de un crédito determinado, con otro crédito también determinado (arg. art. 771 Ver Texto, C.Com.) (133) . IV) Cuando se concreta la incorporación del crédito-remesa, conforme a las condiciones pactadas en el contrato normativo (134) , ya no puede ser excluído de la cuenta, sin el consentimiento de ambos correntistas (135) . V) Si la cuenta corriente se lleva en monedas diferentes o en una misma moneda cuyo valor varía, el saldo hay que establecerlo en una única moneda (136) . VI) Como nuestra ley, en su art. 775, dispone que la admisión de valores en la cuenta corriente produce novación, estudiamos este punto como aspecto particular de la indivisibilidad. VII) A causa de que el art. 786 Ver Texto, C.Com., determina que el saldo de la cuenta corriente puede ser garantizado con hipoteca, prenda o fianza según lo convenido por las partes, y tal garantía cubre dicho saldo aunque resulte de remesas anteriores a su constitución, en razón de la indivisibilidad de la cuenta (137) , también estudiamos el punto como aspecto particular de ella. JURISPRUDENCIA La jurisprudencia es constante en reconocer, como carácter esencial de la cuenta corriente mercantil, el principio de indivisibilidad que a ella informa (Cám. Com., GF, 157; Cám. Com., A, ED, 86, 683; C, LL, 1975-A, 778; ídem, ED, 58, 365; D, LL, 1985B, 22, con nota de R. Nissen; Cám. C.C. 1ª, I, B.Blanca, ED, 92, 217; Cám. C.C. 1ª San Luis, LL, 126, 348; Cám. Fed. C.C., ED, 25, 31; ídem, LL, 131, 968, en nota "La Austral c. INDER", en igual sentido). Los créditos y débitos destinados a entrar en la cuenta corriente, en forma de partidas, pierden su individualidad, pasando a ser elementos conformantes del saldo final de ella (Cám. Com., LL, 26, 478; Cám. Com., A, ED, 86, 683; D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen; Cám. Paz, IV, LL, 99, 254; Cám. Fed. C.C., LL, 131, 968). Este contrato cuenta, además, con los siguientes caracteres esenciales: a) remesas facultativas recíprocas (Cám. Com., C, ED, 58, 365; ídem, LL, 1975-A, 778); b) sin aplicación o empleo determinado (Cám. Com., JA, 1, 752; ídem, JA, 9, 314; ídem, JA, 18, 259; ídem, JA, 28, 187; Cám. Com., A, ED, 57, 579; Cám. Paz, IV, LL, 99, 633; ídem, JA, 1962-V, 194; Cám. Civ. 2ª, JA, 27, 1203; SCBA, JA, 38, 447; Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, ED, 24, 600; Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288; Cám. Fed. La Plata, JA, 14, 749; Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487); c) con el ingreso de la partida en la cuenta, ella queda desvinculada del contrato originario, produciendo efectos novativos, pues queda sometido al régimen exclusivo de la cuenta corriente (Cám. Civ. 2ª, JA, 1944-II, 399; Cám. Com., JA, 1942-II, 551; Cám. Com., C, LL, 1975-A, 778; ídem, ED, 58, 365; ídem, LL, 1988-B, 277; D, LL, 1985-B, 22; Cám. Fed. C.C., II, ED, 95, 359; Cám. C.C., I, Rosario, RSF, I, 266; Cám. Paz, I, GP, 93, 360; IV, LL, 99, 254); d) formando una serie inescindible de créditos inexigibles (Cám. Fed. C.C., ED, 25, 32; ídem, LL, 131, 969; II, ED, 95, 359; Cám. Com., C, LL, 1988-B, 277); e) liquidables en la época convenida, compensándolas de una sola vez hasta la concurrencia del débito y del crédito, para obtener un saldo que el correntista que resulte acreedor podrá reclamar (Cám. Fed. C.C., LL, 122, 775; ídem, LL, 100, 528; ídem, ED, 25, 31; Cám. Com., C, LL, 1988-B, 277; Cám. C.C., I, Rosario, RSF, 1, 266; II, RSF, 10, 80; Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288; ídem, JA, 1982-I, 556 Ver Texto; Cám. C.C. Junín, DJBA, 123, 255). El saldo de una cuenta corriente mercantil puede ser garantizado con una hipoteca (Cám. Civ. 2ª, LL, 18, 1029). b) Aspectos particulares. Tratamos aquí, como aspectos particulares de la indivisibilidad, a la llamada novación (art. 775 Ver Texto, C.Com.) y a la constitución de garantía del saldo (art. 786 Ver Texto, C.Com.). I) Novación. A) Generalidades. Precedentemente hemos explicado que los efectos que la indivisibilidad del contrato de cuenta corriente produce respecto de los créditos incluídos en la cuenta, por precio de mercaderías compradas por el receptor o vendidas por éste en calidad de comisionista, por locación u otras operaciones, son que tales créditos se desvinculan del contrato originario para constituír elementos de un crédito eventual, sujetos al régimen de ella; es decir, para formar con los demás los bloques indivisibles del debe y del haber, masas que se compensan, al cerrarse la cuenta, para arrojar un saldo que determina el acreedor y el deudor. En línea dogmática, la doctrina moderna predominante acepta el efecto expresado (138) , pero como ocurre con otros institutos surgidos por la imposición de las necesidades de la vida real (letra de cambio, desapoderamiento del fallido, etc.), se presentan discrepancias sobre la calificación de los fenómenos jurídicos que produce y la posibilidad de encuadrarlos en las figuras clásicas del derecho común. Muchos autores hablan categóricamente de novación y, con más precisión, de novación objetiva (139) . Para otros, en cambio, no hay novación en sentido estricto, porque el crédito primitivo no se trasforma en otro crédito sino que desaparece, convirtiéndose en un simple asiento de la cuenta corriente; así, G. Bonelli, quien dice: La novación en el sentido verdadero y propio de la técnica jurídica debiera ser negada como insuficiente para explicar el mecanismo del instituto, no ya porque el crédito continúe inalterado, como pretende la moderna escuela alemana, o porque pueda también faltar el crédito de novar, como afirman otros (Vivante), sino porque lo que al crédito sustituye no es otro crédito sino un estado de quietud, de suspensión, de mortificación, en el cual no existen créditos ni deudas, un estado durante el cual las relaciones jurídicas originarias se detienen absorbidas y fundidas como son en un conjunto jurídicamente inerte, al cual no puede atribuírsele otra existencia que la puramente contable. Más adelante, este autor agrega: Los créditos respectivamente incluídos desaparecen como tales y no constituyen otra cosa que partidas numéricas concurrentes como factores a la formación del crédito de saldo (140) . Entendemos que Bonelli exagera el concepto al afirmar que el crédito incluído en la cuenta se trasforma en una simple partida de contabilidad, pues en realidad no pierde por completo su calidad de crédito, si bien sujeto al régimen de la cuenta, es decir, a la eventualidad de resultar totalmente absorbido al cierre de ella, juntamente con los demás que forman la masa de los créditos, por la masa contrapuesta de las deudas. Este concepto erróneo lo lleva a sostener que no se puede hablar de compensación entre las masas activa y pasiva, al cierre de la cuenta, para determinar el saldo, pues ello presupondría la existencia y la contraposición de dos verdaderos créditos en vez de dos simples poste (cuentas), es decir, simples columnas de partidas o cifras. "Sería necesario -agrega- que las sumas de ellas (de cada columna) en el momento de la clausura resultaran dos créditos, por una trasformación mágica que ocurriría de punta en blanco, sin ningún justificativo". Como bien dice Morando (141) , si se acepta la teoría de Bonelli de que los créditos originarios se trasforman en simples partidas de contabilidad, tendríamos también que el saldo, como crédito, sólo podría ser concebido mediante igual trasformación mágica (142) . Queda claro que la conclusión a que llega Bonelli no se la puede admitir, pues si bien antes de la clausura el crédito queda sujeto al régimen de la cuenta corriente, tornándose inexigible y puede desaparecer en la compensación final de las masas, no pierde totalmente su condición de crédito; en realidad existe, y tanto es así que si no se incluyen otras partidas en la cuenta, al final constituirá el saldo: obligación crediticia exigible. Reiteramos, no se puede sostener que el deudor del crédito emergente de la negociación originaria queda liberado de toda obligación por el hecho de incluír el crédito en la cuenta; es indudable que tal inclusión hace nacer una nueva obligación, de naturaleza sui generis, por sus modalidades y efectos (143) . No faltan juristas para quienes la novación, en sentido estricto, se opera, solamente, cuando se formaliza el crédito de saldo (144) . Para nosotros se trata claramente de un efecto de la indivisibilidad de la cuenta corriente y no hay razón alguna para encuadrarlo en la figura de la novación; tal principio de la indivisibilidad, "en una o en otra forma, ha sido reconocido por las modernas legislaciones como el único y verdadero efecto de la cuenta corriente mercantil" (145) . Conviene señalar, antes de terminar el párrafo, que esta controversia carece de importancia práctica, pues no afecta la conclusión en cuanto a los efectos que produce la inserción del crédito-remesa en la cuenta. De iure condito no se puede discutir el efecto novatorio de la inclusión del crédito en la cuenta corriente, dados los términos categóricos del art. 775 Ver Texto, C.Com. (146) , si bien para precisar el alcance del precepto hay que atenerse al régimen que el mismo código instituye para este contrato, y no al establecido por el legislador para institutos que presentan con él analogías de forma o de fondo más o menos pronunciadas, pero que no pueden ser identificadas en absoluto (147) . Por comodidad de lenguaje usamos el vocablo novación, que es el generalmente adoptado por la legislación (148) , doctrina y jurisprudencia, pero con la salvedad preindicada. C.Com.; Costa Rica: art. 607, C.Com. JURISPRUDENCIA Se ha declarado expresamente que todo valor o crédito que se incorpora a la cuenta corriente sufre novación (Cám. Civ. 2ª, JA, 1944-II, 399), y si se halla documentado en un papel de comercio, para que se produzca la novación es necesario que se cumpla la condición de ser pagado a su vencimiento (Cám. Paz, I, GP, 93, 360). Por vía de principio se ha declarado que es requisito esencial y caracterizante de la cuenta corriente mercantil, que la inclusión de una remesa en cuenta produce efectos novatorios sobre la operación de la cual proviene (Cám. Com., C, LL, 1975-A, 778; ídem, ED, 58, 365); ello en virtud de la norma contenida en el art. 775 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., C, LL, 1988-B, 277). Teniendo en cuenta que la cuenta corriente mercantil no es una convención ordinaria, sino un contrato autónomo, independiente de otros, con su naturaleza especial y condiciones peculiares (Cám. Fed. C.C., LL, 122, 775), es que los créditos y las deudas que ingresan en ella en forma de partidas, se desvinculan del contrato originario del cual provienen, sufriendo sustanciales trasformaciones en cuanto a sus efectos jurídicos, pues quedan sujetas al nuevo régimen de aquélla (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen), es decir que quedan sustraídas a las reglas ordinarias sobre la trasmisión y extinción de los créditos comunes (Cám. Fed. C.C., ED, 25, 32; ídem, LL, 131, 969). Efectuada una remesa sin reserva, el crédito correspondiente se desliga de la causa que lo ha originado (Cám. Fed. C.C., ED, 95, 359). B) Requisitos. Para que sea válida la inclusión de un crédito en la cuenta corriente y produzca ésta sus efectos, deben concurrir los siguientes requisitos: 1) Subjetivos: I) capacidad para disponer del crédito (149) ; II) voluntad de novar (o trasformar), entendiéndose por tal la voluntad de comprender el crédito resultante de determinada operación en la cuenta corriente; esta voluntad se puede manifestar en forma expresa o tácita (150) . Estando las partes ligadas por un contrato general de cuenta corriente, sin limitación a determinadas operaciones, se presume que todas ellas están comprendidas, salvo que en forma expresa se manifieste una voluntad contraria. Si al celebrar el contrato se convino las operaciones que abarcarían, para separarse de él es menester el mutuo consentimiento, como en todos los contratos. Según el art. 775 Ver Texto, C.Com., la inclusión de un crédito en la cuenta se presume hecha pura y simplemente, es decir, para producir todos los efectos normales de la cuenta corriente; para que ello no tenga lugar, se requiere especial reserva, por lo menos de uno de los interesados. JURISPRUDENCIA Efectuada la remesa sin reserva, el crédito correspondiente se desliga de la causa que lo origina, y antes de la conclusión de la cuenta corriente, ninguna de las partes es considerada deudor o acreedor, ni los valores remitidos son exigibles durante el curso de la cuenta (arts. 774 Ver Texto y 776 Ver Texto, C.Com.) (Cám. Fed. C.C., II, ED, 95, 359). Estando las partes ligadas por un contrato de cuenta corriente general, sin limitación a determinadas operaciones, se presume que todas las que se realice entre ellos quedan comprendidas, salvo que en forma expresa se manifieste una voluntad contraria (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen). Se puede partir del principio de que, en la duda, todas las prestaciones y créditos valuables en dinero, es decir, aptos para la compensación, son del dominio natural de la cuenta corriente. De otro modo, se remitiría al arbitrio de una sola de las partes derogar el contrato, excluyendo de la cuenta las remesas que mejor le pareciera (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen). 2) Objetivos: Se requiere la preexistencia de un crédito válido, lo cual excluye los provenientes de contratos nulos o inexistentes (151) . Algunos autores sostienen la necesidad de un requisito formal: la efectiva inscripción de la remesa en la cuenta corriente (152) ; pero tal conclusión no es acertada, ni desde el punto de vista doctrinal, ni como interpretación de nuestra ley, dado que ésta contiene un artículo expreso en contrario, el 789 Ver Texto, C.Com., que determina que la existencia del contrato de cuenta corriente puede ser establecida por cualquiera de los medios de prueba admitidos por este Código (153) . C) Consecuencias. La trasformación que se opera en el crédito incluído en la cuenta corriente, que nuestra ley califica de novación, produce las siguientes consecuencias. 1) Extinción del crédito originario y, consiguientemente, de los derechos que confería. Ya hemos visto que el crédito originario sufre una trasformación tan radical que importa su extinción como tal (154) . Primera consecuencia de ello es el decaimiento para el acreedor de todos sus derechos: no puede ya trasmitirlo, ni disponer de él en ninguna forma; poco importa que el crédito fuera por precio o arrendamientos, o que la operación que lo produjo fuera un contrato de comisión. En este último caso no se puede reivindicar el precio de la venta efectuada por el comisionista, porque la inclusión del crédito en la cuenta equivale al pago y deja definitivamente cancelada toda obligación del comisionista por ese concepto. Si el crédito constaba en una letra de cambio, el acreedor que pasa a ser acreditado, sujeto al régimen de la cuenta corriente, pierde sus acciones cambiarias (155) , que en virtud de la trasmisión de la letra pasan al receptor. Tratándose de obligaciones solidarias, se extingue todo derecho del acreedor contra los coobligados (arg. art. 810 Ver Texto, C.Civ.). Pero si ello es así por lo que respecta al crédito resultante de la operación individual, cuando pasa a la cuenta con la conformidad de ambas partes, éstas conservan todos los derechos relativos a la operación generadora: por ejemplo, en una venta, si los artículos no son los convenidos, la inclusión del crédito de precio en la cuenta que equivale al pago, no impide al comprador efectuar los reclamos a que tiene derecho como tal, en la misma forma en que podría formularlos si hubiera pagado el precio en efectivo. También conserva el derecho de atacar la validez de la operación, cuando es nula o anulable, a fin de conseguir la exclusión del crédito de la cuenta corriente (156) . 2) Pérdida del privilegio. Posibilidad de reserva. Dado el carácter accesorio del privilegio, desaparece al desaparecer el crédito a que accede: accesorium sequitur principale (157) . En materia de novación, empero, el art. 803 Ver Texto, C.Civ., utilitatis causa, y por considerar que en el fondo se trata de trasformación de una obligación en otra y que al permitir que la segunda entre en lugar de la primera los demás acreedores no sufren perjuicio alguno, dispone que el acreedor puede, por una reserva expresa, impedir la extinción del privilegio (158) . Tratándose de la inclusión de un crédito en la cuenta corriente, no se discute la pérdida del privilegio (159) , discutiéndose sólo si puede el acreedor conservarlo mediante reserva expresa. Por nuestra parte, conceptuamos que la profunda trasformación que sufre el crédito, y que importa su extinción como tal para quedar reducido a un simple elemento del crédito eventual de saldo, produce la extinción del privilegio; en ausencia de una disposición legal no puede pasar al nuevo crédito de saldo, ya que no puede existir privilegio sin un precepto expreso de la ley (160) , y por su naturaleza excepcional su interpretación es restrictiva. Si sólo se argumenta con la figura de la novación, tomada en sentido estricto, como trasformación de una obligación en otra, cabe sostener, como hacen algunos autores (161) , la aplicación del art. 803 Ver Texto, C.Civ., y, por tanto, la posibilidad de reserva del privilegio, pero si se tiene en cuenta el verdadero efecto de la indivisibilidad de la cuenta y que antes del cierre de ella sólo hay elementos de un crédito eventual (el saldo), y que de éste no se puede decir que represente a determinados créditos originarios, pues es la resultante de la fusión de todos los créditos y deudas, compensados al final, parece más jurídico y lógico afirmar, como lo hacemos, que no puede el privilegio trasladarse al saldo. Veamos un ejemplo: si en la cuenta corriente se incluye un crédito privilegiado por precio de venta, de 1.000, y otros créditos sin privilegio por un total de 10.000 y deudas por 10.500, resultando un saldo final de 500, ¿cómo se puede sostener que este saldo corresponde al precio de venta y que su acreedor goza del privilegio del vendedor, aunque haya pretendido reservárselo? No obstante estas poderosas razones, muchos autores franceses (162) y la mayoría de los italianos y nacionales citados precedentemente, sostienen que se puede reservar el privilegio por voluntad de las partes (163) . Sólo resta señalar aquí que la solución es distinta, como se comprende, para las garantías convencionales: hipoteca, prenda, anticresis (164) . 3) Extinción de las garantías. Posibilidad de su reserva. Tal como ocurre con los privilegios legales, las garantías convencionales del crédito incorporado a la cuenta corriente (fianza, prenda, hipoteca) se extinguen por la misma razón (165) ; pero en este caso, dado el origen convencional de la garantía, nada obsta a que por convención se disponga lo contrario, es decir, que si el acreedor al liquidarse la cuenta resulta serlo también por el saldo, podrá satisfacerse sobre la garantía hasta concurrencia del importe por el cual fue otorgada. Mas para ello se requiere, en nuestro concepto, la conformidad del otorgante de la garantía, sea el otro correntista o un tercero; en cuanto al otro correntista, por las razones expuestas con respecto a los privilegios legales, consideramos también inaplicable en este supuesto el art. 803 Ver Texto, C.Civ.; el acreedor, al celebrar el contrato de cuenta corriente o al realizar las distintas operaciones con la otra parte, es libre de excluír aquellas que le parezca conveniente, dejando así afuera de la cuenta los créditos garantizados o a garantizarse con fianza, prenda o hipoteca; si deja de hacerlo no puede luego pretender que la garantía subsiste sobre el saldo. En cuanto a los terceros, nuestra conclusión puede fundarse en el art. 804 Ver Texto, C.Civ., si se trata de prenda o hipoteca (166) , y en el art. 2047 Ver Texto, C.Civ., si de fianza (167) , pudiendo también resultar aplicable, según las circunstancias, el art. 2046 Ver Texto, C.Civ. (168) , ya que la inclusión en la cuenta puede importar prórroga del plazo de la obligación. 4) Prescripción. El término que la ley fija para la prescripción del crédito originario deja de ser aplicable; mientras la cuenta está pendiente no hay crédito exigible ni, por consiguiente, prescripción de ninguna especie; una vez cerrada y establecido el saldo, comienza a correr la prescripción especial que para la cuenta corriente establece la ley (art. 790 Ver Texto, C.Com.). Por ejemplo, el crédito proveniente de mercaderías vendidas al fiado, sin documento escrito, prescribe a los dos años (art. 849 Ver Texto, C.Com.); una vez incluído en la cuenta corriente, tal prescripción es inoperante y el saldo, que el crédito contribuye a formar, prescribe a los cinco años (art. 790 Ver Texto, C.Com.). Hay al respecto uniformidad en la doctrina y jurisprudencia nacional y extranjera (169) . Pero téngase en cuenta que el cierre puede tener lugar por tácito consentimiento, cuando la cuenta queda paralizada por un lapso prolongado y, en este caso, la prescripción de cinco años, para el saldo que resulte en el momento en que se establece operado el cierre, no para los créditos originados individualmente considerados, corre desde el último asiento (170) . JURISPRUDENCIA Si existió entre las partes -asegurador y reasegurador- una verdadera relación de cuenta corriente mercantil, en la cual se inscriban remesas recíprocas por créditos inexigibles hasta el cierre parcial o provisorio, cabe concluír que el plazo de prescripción anual previsto para el contrato de seguros, aplicable supletoriamente al reaseguro, ha sido desplazado por la prescripción quinquenal establecida por el art. 790 Ver Texto, C.Com., para la cuenta corriente mercantil, en virtud del efecto novatorio reconocido por el art. 775 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., C, LL, 1988-B, 277). 5) Naturaleza civil o comercial de la obligación. El contrato de cuenta corriente es en nuestro derecho de naturaleza comercial, aun cuando las partes no invistan la calidad de comerciantes (171) ; la inclusión de créditos civiles no altera tal carácter, y el saldo es comercial aunque la totalidad de los créditos incorporados fueran civiles. Esto, que es consecuencia lógica de la trasformación que sufre el crédito originario, y a la cual nos hemos referido precedentemente, suele expresárselo en forma inexacta diciendo que la cuenta corriente modifica la naturaleza civil de la obligación, como si ésta continuara subsistiendo inalterada (172) . JURISPRUDENCIA El carácter comercial del contrato de cuenta corriente mercantil no se modifica por la naturaleza de las negociaciones que incluya, ni por la calidad de las personas que intervienen (SCBA, 5-IX, 366); tampoco porque se haya incluído partidas provenientes de la ley 12591 (Cám. Com., JA, 1942-II, 551), o de otras leyes federales (Cám. Com., LL, 26, 478), o por la circunstancia de que provengan del cobro de arrendamientos (SCBA, 5-IX, 366). 6) Plazo de exigibilidad de la obligación. Los créditos incluídos en la cuenta corriente dejan de ser exigibles; en ella sólo se puede hablar de exigibilidad con respecto al saldo, exigible inmediatamente al cerrarse la cuenta o en la fecha convenida. También, en este caso, se suele incurrir en inexactitud de expresión al decir que la cuenta corriente modifica el plazo de exigibilidad de la obligación, como si la obligación originaria subsistiera. JURISPRUDENCIA Como consecuencia del carácter indivisible de la cuenta corriente mercantil, los créditos que ingresan en ella forman un todo inescindible e inexigible hasta el cierre de la cuenta (Cám. C.C., II, Rosario, RSF, 10, 80; Cám. Fed. C.C., ED, 25, 31; ídem, LL, 131, 969; ídem, ED, 95, 359; Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLVI, 487). II) Constitución de garantías. El saldo de la cuenta corriente que resulte al cierre puede ser garantido con hipoteca, prenda o fianza, según lo convenido por las partes (art. 786 Ver Texto, C.Com.). La garantía puede ser otorgada con anterioridad a la determinación del saldo, en cuyo caso, dado el carácter eventual del crédito, se debe establecer el máximo cuando se trata de prenda o hipoteca (173) . Ya dijimos que constituída para garantizar el saldo, lo cubre aunque resulte de remesas anteriores a su constitución, en razón de la indivisibilidad de la cuenta (174) . La otorgada por el saldo definitivo o por el saldo que resulte en determinada fecha, no se afecta por la circunstancia de que en el lapso anterior tengan lugar balances parciales que arrojen saldos que pasan a la cuenta reabierta, porque siempre se trata de la misma cuenta y tales saldos no tienen otra finalidad que simplificar las operaciones (arts. 782 Ver Texto y 783, C.Com.) (175) . Siendo de derecho común lo relativo al otorgamiento de garantía por el saldo, la enumeración del art. 786 Ver Texto, C.Com., no debe considerársela taxativa (176) ; cabe, pues, garantizarla con anticresis (177) , en cuyo supuesto las partes deberán convenir el destino de las sumas que percibe el acreedor anticresista: pasarlas a cuenta corriente, retenerlas en caución, disponer de ellas a cuenta del crédito por el saldo, etc. El primer temperamento es el más aconsejable, y el que se deberá seguir a falta de convenio especial. Si bien hemos dicho que como la prenda sin desplazamiento (prenda agraria) sólo se puede constituír para garantizar un préstamo en efectivo, no cabe otorgarla para garantizar el saldo de una cuenta corriente (178) . Sin embargo, se puede constituír una prenda con registro, pues mediante ella se puede garantizar toda clase de obligaciones (art. 1 Ver Texto, ley 12962) (179) . El art. 786 Ver Texto, C.Com., se refiere al saldo definitivo posterior a la terminación del contrato. Pero también se puede garantizar el saldo parcial resultante en determinada fecha. En este caso, si se desea que la garantía cubra una suma equivalente del saldo definitivo, que resulte a la terminación del contrato, conviene establecerlo en forma expresa para evitar cuestiones, pues es sabido que la cuenta es indivisible, y sus distintas partidas, y consiguientemente el saldo parcial, no pueden ser consideradas, estrictamente, créditos eventuales. Empero, si nada se ha convenido, cabe entender, interpretando la intención de las partes, que no se puede alegar ignorancia respecto del régimen legal de la cuenta corriente, que la garantía cubre el saldo definitivo pero sólo hasta la concurrencia del saldo parcial garantizado, pues la garantía se ha limitado a esa suma (180) . La misma solución corresponde cuando se garantiza un crédito determinado, destinado desde un principio a ingresar en cuenta corriente, ya que en razón del efecto que produce la indivisibilidad de ésta, es evidente que la intención del garante sólo ha podido ser la de que la garantía cubra el saldo hasta ese monto (181) . Cuando el crédito garantizado pasa a la cuenta corriente con reserva expresa de la garantía por parte del acreedor, no se opera novación (arg. art. 775 Ver Texto, 2º párr., C.Com.), y si al clausurarse definitivamente la cuenta, arroja un saldo igual o mayor que aquél, el acreedor impago puede hacerlo efectivo en la garantía, hasta el importe de ella (182) . Tratándose de fianza, se debe tener en cuenta que se extingue si el plazo de la obligación para la cual se otorgó se prorroga (art. 2046 Ver Texto, C.Civ.), y si media novación, aun cuando el acreedor haga reserva de sus derechos contra el fiador (art. 2047 Ver Texto, C.Civ.) (183) . (116) Entre otros: Boistel, nº 881, B; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 798; Feitu, nos. 162, y ss.; Da, nº 87; Morando, nº 26; Pagani, nº 6; Giannini, nº 45; Vivante, IV, nº 1728; Bonelli, nº 18; Fiorentino, 21; Navarrini, Dir. comm., I, nº 562; Segovia, II, n. 2615; Malagarriga, V, nos. 196 y ss.; Rivarola, IV, nº 1225; Williams, 1, 253. Contra: entendiendo que es indispensable la forma escrita: Dietz, 65 y 91; Egidi, nos. 9 y 14; Vidari, V, nos. 1233 y 4249. V., sin embargo, nos. 4218, 4230 y 4233. V.: Obarrio, Ii, nº 347, quien después de sostener que es admisible toda especie de prueba para justificar la existencia del contrato, agrega: Esto no quiere decir, sin embargo, que la cuenta, esto es, las operaciones que la forman, no deban ser consignadas por escrito. La contabilidad que determina el crédito y el débito es indudable que tiene que ser materia de asientos o partidas, consignadas en libros más o menos formales. (117) La doctrina italiana interpreta así el art. 345 de su Código de Comercio, que habla de anotación en la cuenta: Caluci, nº 13; Giannini, nº 50; Navarrini, nos. 38 y 51; Bonelli, nº 18. (118) Conf.: Segovia, II, n. 2615; Williams, 1, 282. (119) Conf.: Segovia y Williams, lugs. cits. (120) V.: Fernández, Código de Procedimiento Civil, comentado, 2ª ed., 192 y ss. (121) Conf.: Vivante, IV, nº 1751, y autores alemanes que cita. Contra: Morando, nº 43, sosteniendo que ambas partes están siempre en pie de igualdad, afirmación que si bien es exacta por lo que respecta a los trámites extrajudiciales para determinar el saldo, en los cuales debe ser indiferente el hecho de tomar la iniciativa remitiendo a la otra parte copia de la cuenta y requiriéndole su aceptación, no lo es desde el punto de vista procesal. (122) V. nº 5, letra i. (123) La doctrina y la jurisprudencia son uniformes al respecto. (124) Conf.: Helbronner, nº 167; Feitu, nº 344; Da, nº 182; Ruben de Couder, vº Compte courant, nº 90; Dalloz, Rép. prat., vº Compte courant, nº 140; Boistel, nº 887, B; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 851; Cas. fr., D., 1887-I, 161; Giannini, nº 221; Navarrini, vº Conto corrente, nº 107; Bonelli, nº 39. (125) Conf.: Bonelli, lug. cit.; Morando, nº 43, p. 186, n. 2. Contra, por entender que no hay saldo hasta que sea fijado judicialmente: Giannini, nº 81; Navarrini, lug. cit.; esta última opinión olvida que el monto que se toma en cuenta para la competencia es el que se reclama en la demanda, y no el que resulta de la sentencia. V.: Fernández, Cód. Proc. Civ. Com., nº 33, n. 40. (126) Conf.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 851; Feitu, nº 344; Clement, nos. 263 y 283; Giannini, nº 221; Navarrini, nº 107; Bonelli, nº 39. (127) Conf.: Clement, nº 270; Navarrini, nº 107; Bonelli, lug. cit. (128) Esta conclusión es aceptada sin dificultades por nuestros autores y magistrados. (129) V.: Williams, 1, 303/4: quien distingue como efectos esenciales: 1) la trasferencia de propiedad de los valores remitidos; 2) la novación; 3) la indivisibilidad; 4) la compensación. Mientras que considera naturales: 1) la cláusula salvo encaje; 2) los intereses; 3) los derechos de comisión y reembolso de gastos. (130) Conf.: Esmein, 567. (131) Conf.: Mossa, nº 3; Rezzara, RDC,1906-II, 244. (132) Conf.: Mossa, lug. cit. (133) Conf.: Giannini, 857. (134) V. nº 5, letra b. Conf.: Bonelli, 849; Mallo Rivas, 4; Williams, 1, 250. (135) Conf.: Vasseur y Marim, I, 257; Escarra y Rault, VI, nº 495. (136) Conf.: Vasseur y Marim, I, nº 261; Escarra y Rault, I, nº 376; Williams, 1, 340: Si la cuenta comprende remesas en monedas diferentes, deben ser objeto de conversión a una misma moneda, que será aquella determinada con motivo de la apertura de la cuenta corriente y que servirá para determinar el saldo como consecuencia de la indivisibilidad. Si la moneda única en que se lleva la cuenta ha sufrido variaciones de valor durante el curso de ésta, dichas variaciones no se las debe tomar en consideración por aplicación del art. 619 Ver Texto, C.Civ., y por el principio de la indivisibilidad, que prohíbe hacer valer los distintos valores que la moneda haya podido sufrir en el curso del funcionamiento de la cuenta en relación con determinado crédito. (137) Conf.: Boistel, nº 887, B; Bonelli, 896; Vivante, IV, nº 1755. (138) Recordamos que los autores antiguos negaban que la cuenta corriente fuese un contrato, reconociendo en ella sólo una mera forma de contabilidad. Por tanto, le negaban tales efectos. En la más reciente doctrina alemana también se sostiene que los créditos originarios no sufren trasformación alguna por el hecho de ser incluídos en la cuenta corriente. V. nota 29. (139) Williams, 1, 309 y 319. (140) Bonelli, 867. (141) Morando, nº 29. (142) Boucart, en Journ. Pal., 1913-I, 265: Ahora bien, aquí (en la cuenta corriente) el crédito es reemplazado por una partida de Haber; y ésta no es propiamente un crédito, puesto que por esencia no es exigible; mientras que el crédito antiguo ha perdido, por otra parte, su fisonomía distinta y ha quedado fundido en un conjunto indivisible. Solamente el saldo, llegado el cierre de la cuenta, recobrará la figura de crédito; de manera que la sustitución del crédito nuevo al antiguo no es inmediata, instantánea, sino que pasa por una fase intermedia... Es, pues, preciso ampliar un poco la noción ordinaria de novación, dilatarla en el tiempo. Lacour y Bouteron, II, nº 1492: especie de novación, quasi novatio: los efectos de la cuenta corriente, dicen estos autores, son desde el punto de vista de la novación comparables a los de una reacción química en la cual los cuerpos, puestos en presencia, dan nacimiento a un cuerpo dotado de propiedades completamente diferentes de los elementos que han contribuído a formarlo. Y agregan: este artículo (el asiento de la cuenta corriente), que toma una existencia absolutamente independiente de su causa, puede ser solamente germen de un crédito futuro. Lyon-Caen y Renault, IV, nº 823: Hablando rigurosamente, cabe decir que hay más una especie de novación que una novación verdadera. Thaller, nº 1664: Nos hallamos en presencia de una novación muy particular que no engendra un segundo crédito instantáneamente, en el momento en que se destruye el antiguo. Relaja provisoriamente la ligadura de la obligación. Quien es hoy acreedor puede resultar deudor al final de la cuenta. Momentáneamente no hay deuda: nihil debetur. Aquí está la gran osadía de la concepción. El principio de la indivisibilidad explica esta detención temporaria de toda relación obligatoria, por la marcha de la cuenta. Feitu, nº 215. V.: Esmein, lug. cit., niega que haya novación, expresando: Definitivamente y de manera completa, hemos descartado la idea de novación. Es indudable que el crédito se modifica al entrar en la cuenta; aun cuando no fuera más que por el retraso de la exigibilidad. Pero la novación es todo un sistema, una forma de extinción de las obligaciones, y no se puede decir que hay novación por la simple modificación de una de las modalidades. Según Vivante, IV, nº 1734, en los casos en que "la remesa es hecha con pacto de pasarla derechamente a la cuenta, como cuando el receptor es comprador de las mercaderías, cuando es el que recibe las cambiales del remitente con pacto de pasar el correspectivo en cuenta corriente (valor en cuenta corriente), y si no fuera así, el receptor no habría adquirido la mercadería ni descontado los títulos. En tal caso, el crédito surge derechamente en la forma de un acreditamiento en la cuenta y no se puede hablar de novación, porque para constituírla deben concurrir dos créditos, uno que muere y otro que nace. Por consiguiente, el instituto de la novación no es suficiente para explicar en todos los casos los cambios que ocurren en la condición jurídica del crédito, porque el legislador toma en consideración solamente los casos en que un crédito preexistente sirve de causa al nuevo crédito; pero este presupuesto no es constante". Esta argumentación del profesor de la Universidad de Roma nos resulta errónea, pues si lo que se debe entender por remesa es el crédito resultante de la operación que se incluye en la cuenta corriente, la existencia, en todos los casos, de un crédito anterior es indudable; en la compraventa es el crédito de precio que se trasforma en un elemento del futuro saldo; cuando media descuento de documentos o simplemente anotación de su importe, es el crédito que resulta de la posesión de los documentos del receptor. Y termina Vivante: "Para comprender todos los casos es necesario ascender a un concepto más amplio, diciendo que la relación jurídica de cuenta corriente funde todas las remesas en un solo crisol de donde saldrá el crédito definitivo del saldo". (143) Conf.: Lacour y Bouteron, lug. cit. (144) Conf.: Lévy-Riesser, nos. 28 y 48, ns. 11 y 12; Morando, nº 29; Cosack, II, 165. (145) Williams, 1, 311, quien agrega: Por otra parte, sostener que la inclusión del crédito-remesa produce novación de la primitiva obligación y el nacimiento de una nueva, llamada crédito en cuenta corriente, nos permite aplicar las disposiciones del Código Civil acerca de la novación, pero con la particularidad de que ese crédito nuevo, crédito en cuenta corriente, no será exigible en virtud de la indivisibilidad de la cuenta y, por tal razón, sólo podrá compensarse entre sí al momento de la clausura de la cuenta, oportunidad o momento en el cual se compensarán verdaderos créditos -y no artículo de la cuenta, como afirma la teoría clásica-. (146) Mallo Rivas, 7: Nuestra ley mercantil estableció en el art. 775 que el ingreso de la remesa en la cuenta corriente produce la novación de la operación que da origen a esa remesa. El tema es polémico. Pero, categóricamente, frente al inequívoco sentido de la disposición legal, no cabe desconocer los alcances de la norma. (147) Esmein, lug. cit.; Williams, 309. (148) Portugal: art. 346, inc. 2, C.Com.; Turquía: art. 783, C.Com.; Ecuador: art. 505, C.Com.; Perú: art. 565, C.Com.; Nicaragua: art. 521, C.Com.; Panamá: art. 981, C.Com.; Venezuela: art. 488, C.Com.; El Salvador: art. 385, C.Com.; Honduras: art. 421, (149) V. nº 6, letra a. (150) V. nº 6, letra b. (151) V. nº 7. (152) Vidari, V, nos. 4249 y ss.; Malagarriga, V, nº 141, in fine: la afirmación de este último autor es una inadvertencia, pues al comentar el art. 789 Ver Texto sostiene que el contrato puede ser probado por testigos. (153) V. t. III-A, nº 7. (154) V. nº 3, letra e. (155) Conf.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 825. (156) V. nº 6, letra c. (157) V. t. III-C, nos. 25, letra b, ap. III, y 51, letra c. Más ampliamente, v.: Fernández, Tratado de la hipoteca, I, nos. 47 y ss. (158) V.: Fernández, Tratado de la hipoteca, I, nº 51. (159) La doctrina uniformemente reconoce la extinción del privilegio; entre otros: Clement, nº 132; Da, nº 34; Feitu, nos. 224 y ss.; Boistel, nº 885; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 825; Thaller, nº 1664; Lacour y Bouteron, II, nº 1492; Cholat, 167 y ss.; Hamel, I, nº 366; Vasseur y Marim, I, nº 248; Caluci, 35; Vidari, V, nos. 4287 y ss.; Pagani, nº 16; Bonelli, 863; Giannini, nos. 55 y 59; Marghieri, nº 2401; Vivante, IV, nº 1735; Morando, nº 33; Egidi, nº 18; Navarrini, nº 86. Y entre nosotros: Obarrio, II, nº 354; Malagarriga, V, nº 142; Segovia, II, n. 2573; Mallo Rivas, 7/8; Williams, 1, 321. (160) V. t. III-C, nº 13: Para nosotros, los privilegios son convencionales, legales y judiciales, según tengan su origen (o causa inmediata) en la convención (hipoteca, prenda e institutos derivados de esas figuras-tipo, comúnmente llamadas garantías reales), en la ley (los llamados simplemente privilegios que pueden ser generales o especiales, sobre inmuebles o muebles) o por resolución judicial (embargo, desapoderamiento, separación de patrimonios en la sucesión); empero, todos ellos reconocen su fuente mediata en la ley (art. 3876 Ver Texto, C.Civ.). Aquí nos ocupamos de los privilegios legales. (161) Conf.: Segovia, Mallo Rivas, Williams, lugs. cits. (162) Feitu, nº 226; Clement, nº 134; Da, nº 54; Boistel, nº 885; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 825; etc. (163) Mallo Rivas, 8: Frente a la reserva de novación, no puede sino considerarse que la remesa es, en este caso, condicional. (164) V. infra, letra c. (165) Doctrina predominante; entre otros, los autores indicados en la nota 151. La ley puede disponer que tales garantías subsistan con respecto al saldo de la cuenta corriente y hasta el importe del crédito originario. Así lo determina el art. 350 del Código de Comercio alemán: "Cuando se incluya en una cuenta corriente un crédito garantizado con prenda, caución o en otra forma, el reconocimiento del saldo de la cuenta no impide al acreedor tratar de satisfacerse sobre la seguridad hasta concurrencia del importe del crédito garantizado. Cuando un tercero está solidariamente obligado por un crédito incluído en la cuenta corriente, se aplicará por analogía la disposición del parágrafo precedente en cuanto al derecho de hacer valer tal crédito en su contra" (v.: Carpentier, 159; Vivante, IV, n. 28 al nº 1735; Morando, 141, n. 1). En el mismo sentido el art. 360 del proyecto D´Amelio y el art. 480 del proyecto Vivante. El Proyecto de Ley de Unificación de la Legislación Civil y Comercial dispone en el art. 1934, in fine, que "las garantías de las remesas se trasladan a los saldos". César Vivante, en su nota a un fallo de la Corte de Apelación de Bologna, Le garanzie delle partite annotate in conto corrente, RDC, 1915-II, 620, hace una excepción con las garantías prestadas por terceros, especialmente la fianza, que según él subsisten, si bien su argumentación se basa principalmente en la redacción del texto legal italiano. Morando, nº 34, opina que las garantías reales, ya sean ofrecidas directamente por los cuentacorrentistas, o por terceros, deben siempre concluír -se sobrentiende que en el momento en que se verifica la novación, o sea, a la formación del saldo (a menos que el cuentacorrentista garantizado haya hecho la reserva expresa a que alude el art. 1274 Ver Texto, C.Civ.)-, y que subsistan, al contrario, las garantías personales. También entiende que se puede sostener la subsistencia de la fianza: Rotondi, en RDC, 1923-I, 523. (166) El art. 804 Ver Texto, C.Civ., dice: El acreedor no puede reservarse el derecho de prenda o hipoteca de la obligación extinguida, si los bienes hipotecados o empeñados pertenecieren a terceros que no hubiesen tenido parte en la novación. (167) El art. 2047, C.Civ., establece: "La extinción de la fianza por la novación de la obligación hecha entre el acreedor y el deudor, tiene lugar aunque el acreedor la hiciese con reserva de conservar sus derechos contra el fiador". (168) El art. 2046, C.Civ., establece: "La prórroga del plazo de pago hecha por el acreedor, sin consentimiento del fiador, extingue la fianza". (169) V. entre otros: Clement, nº 135; Feitu, nos. 231 y 330; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 825, b; Thaller, nº 1664, b; Boistel, nos. 885 y 887, B; Vidari, V, nº 4287; Vivante, IV, nº 1734; Bonelli, 862; Lévy-Riesser, nº 26. Sin embargo, es inexacta la expresión de algunos autores de que a la prescripción del crédito originario se sustituye la prescripción especial de la cuenta corriente, lo que hace pensar en el cambio de prescripción de un mismo crédito; la aplicación de un término de prescripción distinto se debe a que el crédito originario ha dejado de existir como tal para contribuír a formar el saldo de la cuenta corriente; a distinta obligación, distinta prescripción. (170) V. nº 15. (171) V. nº 5, letra e y letra i. (172) V.: Malagarriga, V, nº 145. (173) V. t. III-C, nº 25, letra b, ap. II, y nº 55, letra b. (174) Conf.: Boistel, nº 887, B; Bonelli, 896; Vivante, IV, nº 1755. (175) Conf.: Vivante, lug. cit. (176) Conf.: Segovia, II, n. 2607; Rivarola, IV, 573, n. 1. (177) Conf.: Segovia y Rivarola, lugs. cits. (178) V.: Fernández, Código de Comercio, III, 77 y 489. (179) V. t. III-C, cap. IV, sec. segunda, comentario del art. 1. (180) Conf.: Boistel, nº 887, B; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 834; Feitu, nº 251; Da, nº 56; Vivante, IV, nº 1755; Cas. fr., D., 1852-I, 87; Ap. París, D., 1853-II, 81. Contra: Dietz, 81 y 251: la continuación de la cuenta hace desaparecer el saldo parcial y con él la garantía, por lo cual ésta no cubre parte alguna del saldo final; Bonelli, lug. cit.; Ap. Rouen, D., 1852-I, 87: la garantía del saldo parcial cubre totalmente el saldo final, aunque éste sea mayor, conclusión que se pretende extraer del principio de indivisibilidad de la cuenta corriente. También se ha sostenido que la garantía del saldo parcial desaparece, pues para el tercero garante las remesas posteriores no importan remesas en cuenta corriente sino pagos con respecto al saldo, que por tal motivo desaparece, conclusión inaceptable, pues si es posible sostener que las partidas posteriores no pueden perjudicar al tercero garante, es inadmisible que éste pueda hacerlas valer con un carácter distinto del que efectivamente tienen según las relaciones entre los correntistas. (181) Conf.: Boistel, nº 887, B; Vivante, IV, 1755; Malagarriga, V, nº 189. Así lo dispone la ley mejicana de títulos y operaciones de crédito de 1932, art. 305. (182) Conf.: Boistel y Vivante, lugs. cits. y jurisprudencia italiana citada por el último en la n. 51 bis; Malagarriga, V, nº 189; ley mejicana, art. cit. (183) V. t. III-B, 74 y 88; Boistel, nº 887, B, p. 648; Da, nº 58 y ap. anterior, letra c. 10. CLÁUSULA "SALVO ENCAJE". a) Generalidades. Nuestra ley, como todas las que legislan especialmente la cuenta corriente (184) , considera implícita la cláusula del epígrafe, cuyo efecto es el que establece el art. 779 Ver Texto, C.Com.: "Mientras no se cumpla con la condición del inciso 2 del art. 777 777 (185) , la operación se considera como provisoria, hasta que haya tenido lugar la entrada en caja de los valores, a menos de convención expresa en contrario. Si el remitente es declarado en quiebra antes de la realización de los valores remitidos en cuenta corriente, el que los recibe puede anular el crédito que había abierto, y acreditar los valores entregados en caja, y los gastos legítimos y de protesto que haya sido obligado a ejecutar, cerrando la cuenta corriente, para establecer las relaciones jurídicas del deudor y acreedor". El receptor de títulos de crédito, categoría que incluye a los documentos comerciales (186) , asienta inmediatamente en la cuenta el importe de ellos, pero si no son pagados a su vencimiento, neutraliza la partida mediante un contraasiento (contrapassation, storno), o, en otros términos, después de debitar la suma se la acredita. El fundamento del precepto es de toda obviedad, sobre todo en lo que respecta a los papeles de comercio: la remesa -entendida con el alcance que nosotros le atribuímos (187) - no es, en este caso, firme y definitiva, sino simplemente un derecho creditorio que adquirirá el verdadero carácter de remesa cuando se efectúe el pago; en el rigor de los principios, el asiento en la cuenta corriente sólo debería efectuárselo al percibir el importe del documento, pero razones de conveniencia práctica, como la de movilizar los capitales, determinan el procedimiento indicado, consagrado por los usos del comercio y posteriormente reconocido por el legislador; de ahí que el asiento no tenga carácter irrevocable hasta ocurrir el pago; en caso de no ser pagado el documento, la partida no desaparece (en la contabilidad legalmente llevada no se puede tachar o borrar los asientos) (188) , sino que se neutraliza mediante un contraasiento. b) Naturaleza jurídica. Se discrepa en doctrina sobre la naturaleza jurídica de la cláusula salvo ingreso en caja (sauf encaissement; salvo incasso), discusión dogmática carente de importancia práctica, dado que no altera los efectos de ella. Si bien para algunos autores se trata de una condición suspensiva (189) , para la opinión predominante se trata de una condición resolutoria (190) . Nos adherimos a esta última, pues el efecto de la cláusula es volver las cosas al estado anterior al envío de los documentos, quitando eficacia al asiento (191) . JURISPRUDENCIA Para que la admisión de papeles de comercio en cuenta corriente produzca novación es necesario que se cumpla con la condición de ser pagados a su vencimiento. En caso negativo, el correntista puede devolverlos, anulando el crédito, a los fines del ejercicio de la acción cambiaria (Cám. Paz, I, LL, 99, 254). c) Eficacia unilateral. Una doctrina francamente predominante reconoce que la cláusula salvo encaje sólo puede ser invocada por el receptor de los documentos (192) . En consecuencia, el remitente no puede hacerla valer en ningún caso; por ejemplo, para oponerse a la acción cambiaria del receptor en su contra o para reivindicar el título. Esta solución reconoce el mismo fundamento, al menos en los papeles de comercio, que el principio que veda a la parte incumplidora invocar la condición resolutoria implícita (193) . El cuentacorrentista que remite los documentos, queda obligado como garante en su condición de endosante de ellos (art. 16 Ver Texto, decr.-ley 5965/63), y, por consiguiente, de no efectuarlo el principal obligado (girado-aceptante, en la letra; suscritor, en el pagaré), debe efectuarlo él; su incumplimiento a tal obligación le impide invocar la cláusula. Por otra parte, es evidente que la finalidad perseguida con la cláusula, según la intención de las partes, no puede ser otra que la de poner a cubierto al receptor del riesgo eventual de la falta de pago. Si, para facilitar el desenvolvimiento de sus relaciones con la otra parte, acepta incluír como remesa un documento, en vez de un crédito efectivo del remitente, lo hace indudablemente con la condición de que el documento será pagado. En otros términos: el documento se trasmite pro solvendo, y no pro soluto (194) . En cuanto a los terceros, entendemos que no pueden valerse de la cláusula; la doctrina se puede considerar que es pacífica al respecto. d) Efectos. Para determinar correctamente los efectos de la admisión en cuenta corriente de un documento comercial salvo encaje -cláusula implícita según nuestra ley-, es indispensable distinguir con precisión lo relativo a la propiedad del documento, que el receptor adquiere por la trasmisión mediante endoso y que le confiere plenos derechos cambiarios, y lo concerniente a las relaciones extracambiarias entre los correntistas, es decir, las relaciones que resultan de la remesa en cuenta corriente; entre los correntistas el documento es trasmitido con la condición que importa la cláusula salvo encaje, o sea, que el receptor puede volver las cosas al estado anterior efectuando el contraasiento. Las confusiones de muchos autores se deben a la falta de tal discriminación. Para mayor claridad estudiaremos por separado los distintos casos que pueden presentarse. I) Ambos correntistas se hallan "in bonis" Hay que distinguir según que el documento esté en poder del receptor o de un endosatario, por haber sido negociado endosándolo. A) Documento en poder del receptor. No pagado el documento a su vencimiento, el receptor, que debe levantar protesto, para impedir que el documento quede perjudicado puede proceder en cualquiera de las siguientes formas: 1) proceder cambiariamente no sólo como portador legitimado (195) , sino como propietario del documento, contra los firmantes de él, obligados al pago (art. 51 Ver Texto, decr.-ley 5965/63), incluso contra el remitente (196) , tratando de hacerlo efectivo judicial o extrajudicialmente, por cualquiera de las vías que la ley otorga (197) . Esta opción no hace perder al receptor el derecho de eliminar la partida de la cuenta, efectuando el contraasiento, si no puede obtener el pago (198) , y siempre que no se haya perjudicado los derechos cambiarios del remitente (199) ; 2) neutralizar el asiento respectivo mediante el correspondiente contraasiento (art. 779 Ver Texto, C.Com.) (doctrina uniforme), acreditándose también los gastos (art. 779 Ver Texto, 2º ap., C.Com.) y devolviendo el documento al remitente (200) ; pero si ha dejado perjudicar el documento no puede efectuar el contraasiento (201) . Si con posterioridad al contraasiento acciona contra los demás obligados, en su calidad de portador legitimado del documento, cabe entender que actúa por cuenta del remitente (202) y lo que obtenga corresponderá a éste. Si ha mediado un pago parcial (art. 42 Ver Texto, ap. 2º, decr.-ley 5965/63), lógicamente el contraasiento sólo será por la parte insoluta (203) . B) Documento en poder de terceros, negociado por el receptor. Si el tenedor procede cambiariamente contra el correntista receptor y éste paga, su situación es la misma indicada precedentemente (204) . II) Quiebra del remitente. A) El receptor tiene el documento en su poder. Este caso está expresamente previsto en el segundo apartado del art. 779 Ver Texto, C.Com.: el receptor puede efectuar el contraasiento a que nos hemos referido (205) , con deducción de cualquier pago parcial, como también acreditarse los gastos legítimos y de protesto (206) que se hubiera visto obligado a realizar (207) . Como resulta del artículo citado, ello es facultativo para el receptor, que si lo prefiere puede mantener la partida de la cuenta y proceder cambiariamente contra los obligados al pago del documento (arts. 17 Ver Texto y 51 Ver Texto, decr.-ley 5965/63). En este último caso, tal como ocurre cuando ambos correntistas se hallan in bonis, si no logra el pago de los coobligados del fallido, puede, valiéndose de la cláusula que nos ocupa, efectuar el contraasiento e insinuarse en la quiebra del remitente por el respectivo importe (208) , no así si el concurso le paga en moneda de quiebra, pues tal pago extinguiría el crédito a su respecto y no sería posible hacerlo renacer mediante el contraasiento (209) ; pero percibiendo el dividendo en el concurso, puede luego ejercer la acción cambiaria contra los coobligados para percibir el saldo, pues si bien el porcentaje extingue el crédito con relación al concurso, no ocurre lo propio respecto de aquéllos. El tenedor de un documento comercial puede dirigir su acción contra cualquiera de los obligados cambiarios (en este caso accionaría en primer término contra el concurso), y no satisfecho, contra los demás, ejerciendo el ius electioni y ius variandi, que le concede la solidaridad cambiaria (arg. art. 51 Ver Texto, decr.-ley 5965/63). La circunstancia de que al declararse la quiebra el receptor estuviera ejerciendo sus derechos cambiarios contra los demás obligados, es indiferente. En tal supuesto puede continuar sus gestiones extrajudiciales y judiciales, contra éstos, tratando de obtener el cobro, o bien ejercer inmediatamente su derecho a devolver el documento al concurso, asentando la correspondiente contrapartida. Si, como consecuencia de las acciones contra terceros, ha obtenido pagos parciales, conserva todos sus derechos contra el remitente por el saldo insoluto. La solución del art. 779 Ver Texto, C.Com., se aplica tanto a los documentos vencidos en el momento de la declaración de quiebra del remitente, como a aquellos cuyo vencimiento es posterior; la situación jurídica es idéntica en uno y otro caso, por lo cual no cabe discriminación alguna en línea dogmática (210) , ni tampoco cabe como interpretación del texto legal, dado que éste no hace distingo (211) . Esta solución, que se ajusta a los principios que rigen la materia, no provoca cuestión de ninguna especie si, ciñéndonos también a los principios, se considera que hecho el contraasiento el receptor debe devolver el documento al concurso (212) . La ley le da una opción al receptor: o mantiene el asiento, y con él, en su carácter de dueño del documento, su acción cambiaria contra los obligados al pago, incluso insinuarse en el concurso, pues el fallido es uno de los obligados, en igual situación que cualquier portador de un documento comercial, o, al contrario, efectúa el contraasiento, volviendo las cosas al estado anterior a la recepción del documento, que lógicamente debe devolver, y si por razón de las circunstancias cobrara su importe -ya que como portador legitimado, mientras no haga efectiva la devolución al síndico estará obligado a requerir el pago, y en su defecto formalizar protesto-, tal cobro lo habrá efectuado por cuenta del concurso del remitente y deberá rendir cuentas (art. 69 Ver Texto, C.Com.), entregando el dinero al síndico (213) . Pero puede efectuar el contraasiento inmediatamente de ocurrir la quiebra del remitente pidiendo verificación en éste por el total del saldo a su favor y conservar el documento percibiendo a su vencimiento su importe o, en su defecto, proceder cambiariamente contra todos los demás obligados (214) . Si el saldo en el momento de ser declarada la quiebra es a su favor, debe insinuarse en ella solicitando verificación por su importe; pagado el documento, no puede efectuar el contraasiento, pues la condición resolutoria queda sin cumplirse; desde el momento que cobra el documento no puede pretender que su importe se verifique a su favor en el concurso. Ello no sólo sería antijurídico, sino hasta inmoral, pues importaría cobrar dos veces el mismo crédito; si el documento no es pagado al vencimiento, puede optar entre efectuar el contraasiento, devolviendo a aquél, e insinuarse en la quiebra como tenedor o conservarlo accionando cambiariamente contra los obligados en virtud del título. No hay obstáculo legal para hacer el contraasiento con posterioridad a la declaración de quiebra, pues si bien ésta pone término al contrato de cuenta corriente (art. 151 Ver Texto, ley 19551), no impide las consecuencias de los actos anteriores a ella, entre los cuales figura la remisión del documento y su inclulsión en la cuenta con la condición salvo encaje; doctrina y jurisprudencia así lo admiten (215) . En Francia, en razón de haber reconocido la jurisprudencia al receptor -generalmente un banco- con la finalidad de fomentar el crédito bancario con presunto beneficio para los comerciantes (216) , el derecho de retener el documento en garantía, temperamento que divide a la doctrina (217) , se ha planteado la cuestión, que tiene gran interés práctico (218) , de si el receptor puede efectuar inmediatamente el contraasiento, e insinuarse en la quiebra por el total del saldo que resulte (sin perjuicio del cobro del documento, que sería inoperante modificar aquél como crédito concursal), o si, al contrario, debe esperar a que venza el documento. La jurisprudencia se presenta dividida (219) , lo mismo que la doctrina (220) . La Corte de Casación ha puesto fin a esta divergencia de opinión, pronunciándose por la no admisión del contrapassement inmediato; el receptor debe esperar el vencimiento del documento, y solamente en caso de no ser pagado efectuar el contraasiento (221) . B) El documento se halla en poder de un tercero, endosado por el receptor. Si el tercero exige el apgo al receptor-endosante y éste lo hace efectivo, se coloca en la misma situación que cuando no se ha desprendido del documento, y que hemos contemplado precedentemente (222) . III) Quiebra del receptor. En línea dogmática, el concurso puede ejercer todos los derechos del fallido, que hemos indicado precedentemente, y en cuanto a la situación del remitente no se modifica; éste no podrá invocar la cláusula salvo encaje para obligar a la quiebra del receptor a efectuar el contraasiento y devolverle el documento, ni para otras finalidades, porque tal cláusula sólo juega en favor del receptor y sería nula la cláusula por la cual el remitente se reservara la facultad de reivindicar el título (223) ; en cambio, el concurso del receptor podría mantener firme el asiento y exigirle el pago del documento (224) . IV) Quiebra del receptor y del remitente. Los derechos de los fallidos pasan a sus respectivos concursos y la situación es similar a la de ambos correntistas in bonis, que hemos indicado en el ap. I. Si los títulos están en poder de un tercero, por haber sido negociados, este último, en su condición de portador legitimado (art. 17 Ver Texto, decr.-ley 5965/63), podrá insinuarse en ambos concursos por el total, a fin de percibir el dividendo que resulte en cada caso; así lo dispone el art. 139 Ver Texto, ley 19551. 11. COMISIONES Y GASTOS. Dispone el art. 778 Ver Texto, C.Com., que la existencia de la cuenta corriente no excluye los derechos de comisiones y el reembolso de gastos por los negocios relacionados con ella. Es evidente que la regla legal se refiere a las comisiones y gastos de las operaciones celebradas entre los cuentacorrentistas, de las cuales emanan los créditos que alimentan la cuenta corriente. Tal disposición es concordante con el concepto de remesa que sustentamos, como sinónimo de crédito-remesa, ya que cualquier crédito (art. 775 Ver Texto, C.Com.), y entre ellos las comisiones y gastos que enumera, constituyen remesas que pueden ser incorporadas a la cuenta corriente. Se ha dicho (225) que en la práctica la comisión se cobra sobre todas las partidas de la cuenta y aun sobre el saldo (226) ; ello nos parece ilógico y, por tanto, inadmisible. La comisión no se cobra por el simple hecho de que un crédito pasa a la cuenta corriente; tratándose de una compraventa, no vemos por qué el vendedor deba percibir una comisión cuando ya, por la concesión del crédito, percibe intereses (227) . Lo que dispone la ley en forma clara ("por negocios que a ella se refieran"), y lo único procedente, es que se cobre comisión en las operaciones en las cuales ella se devenga por su propia naturaleza; v.gr., las consignaciones y todas las operaciones en que uno de los correntistas actúa como comisionista (228) . Cargar comisión a todas las partidas constituye, como acertadamente se ha dicho, una duplicación innecesaria, pues tanto da agregar 7% de interés o 6% de interés y 1% de comisión. Por otra parte, si se ha incluído en la cuenta las comisiones correspondientes a las operaciones particulares, ¿a título de qué se cobraría nueva comisión por el saldo? (229) . También se ha afirmado (230) que cuando el saldo definitivo pasa a nueva cuenta se puede cobrar segunda vez comisión sobre él, lo cual rechazamos por las razones expuestas precedentemente. En similar posición se ha pronunciado la doctrina y jurisprudencia predominante en Italia, con un texto análogo al nuestro, fundándose en que la primera conclusión es contraria a la letra de la ley y a los trabajos preparatorios (231) . Los autores franceses admiten la comisión respecto de las partidas, pero únicamente en la cuenta corriente bancaria y siempre que así se estipule expresamente (232) ; el caso, como se ve, es distinto al de la cuenta corriente mercantil, que presenta, como ya expresamos, diferencias marcadas (233) . Aun así, la solución es discutible, y la jurisprudencia francesa se expidió, primitivamente, por la negativa (234) . Las partidas de comisiones e intereses devengan a su vez intereses, en la misma forma que las demás (235) . 12. MEDIDAS CAUTELARES. Los embargos o retenciones de valores llevados a la cuenta corriente, sólo son eficaces respecto del saldo que resulte al fenecimiento de la cuenta, en favor del deudor contra quien fuesen dirigidos (art. 781 Ver Texto, C.Com.). La regla legal trascrita -reproducción textual del art. 610 del código chileno- ha sido interpretada, por nuestros autores, en el sentido de que el embargo que se traba contra uno de los correntistas tiene sólo carácter eventual, para hacerse efectivo sobre el saldo acreedor que pueda resultar en favor de él al cerrarse y liquidarse la cuenta (236) ; así lo entienden aun aquellos que critican vigorosamente tal solución, como Martín y Herrera (237) , poniendo de manifiesto la enormidad jurídica que importa privar a los terceros, como acreedores, de su derecho de satisfacerse sobre los bienes de su deudor, pues no otra cosa resulta en la práctica, ya que la diferencia que existe en el momento de la traba, desaparecerá generalmente, sea por el desenvolvimiento normal y lícito de la cuenta, sea por una connivencia entre ambos correntistas (238) . La apuntada conclusión, que se considera una consecuencia estrictamente lógica del principio de la indivisibilidad de la cuenta corriente y la no existencia de acreedor y deudor antes de la clausura -conceptos que, como vimos, no son absolutos, pues no es totalmente exacto que el crédito incluído en la cuenta se esfume sin dar nacimiento a otra obligación, ni que mientras corre la cuenta sólo exista un vacío insusceptible de toda medida precaucional-, es sostenida también por la inmensa mayoría de los autores extranjeros, con excepción de los alemanes más recientes que sustentan un concepto distinto de la cuenta corriente (239) . Consideramos significativo analizar con detalles lo expresado por algunos de ellos. Así, Lyon-Caen y Renault (240) , luego de señalar que uno de los correntistas no puede separar un artículo de crédito para reclamar el pago de su importe o para pretender que una deuda ha sido pagada, afirman: "El derecho rehusado a cada correntista debe serlo también a sus causahabientes. Por consiguiente, los acreedores de un corresponsal no pueden trabar embargo sobre una suma de la cual su deudor ha sido acreditado. Un artículo de crédito (crédit) no constituye un crédito (créance); es uno de los elementos que sirven para fijar el saldo. El embargo únicamente es posible sobre el saldo de la cuenta". Téngase en cuenta que nosotros no sostenemos que el embargo puede trabarse sobre partidas, consideradas aisladamente, sino sobre el saldo que arroja el balance de la cuenta en ese momento, el cual, si bien constituye un crédito exigible para el cuentacorrentista a cuyo favor resulta, es un bien, de existencia real y efectiva, para los terceros. Por su parte, Thaller manifiesta (241) : "Hasta que el saldo se desprende, nada se adeuda de una parte ni de otra. De este concepto se desprenden deducciones interesantes. A) Mientras funciona la cuenta, los acreedores de uno de los operadores, Primus, no pueden practicar embargo entre las manos del otro operador, Secundus. Sin embargo, tiene interés en obtener la liquidación inmediata de la cuenta, deteniéndola en ese momento. Su balance arrojaría, por ejemplo, la suma de 50.000 francos a favor de su deudor, suma a la cual se elevan sus reclamaciones. Pero este balance no es el objeto de una deuda presente: el embargo golpea en el vacío. Por consiguiente, las relaciones de negocio continúan entre las dos partes. Posiblemente el tercero a quien se notificó el embargo hará mañana remesa a su corresponsal en sentido contrario, por 50.000 francos, que amortizarán el balance y anularán el saldo. Los acreedores habrán, pues, ejercido acciones estériles". Y más adelante: "Parece, sin embargo, equitativo reservar a los acreedores el beneficio de la acción pauliana (art. 1167 Ver Texto, cód. civ.). Cuando esta continuación de la cuenta corriente, con envío de remesas, ha tenido lugar después del embargo, en fraude de sus derechos, los acreedores podrán hacer revocar estas operaciones nuevas que han modificado el balance en su detrimento. Será necesario -concluye- probar que ha habido colusión entre ambos operadores". Como surge con claridad, el autor francés expone las consecuencias a que conduce una aplicación inflexible del principio de la indivisibilidad, sin detenerse a estudiar si son o no jurídicas y repugnantes a principios generales básicos. El remedio de la acción revocatoria por las operaciones posteriores al embargo, que propone, es, en nuestro concepto, completamente lírico. Por su parte, Esmein (242) considera que la imposibilidad de embargar de los acreedores no deriva de la indivisibilidad de la cuenta corriente, sino "de la atribución exclusiva" de las remesas, desde el punto de vista de los privilegios; partiendo de la afirmación de Thaller (243) de que "las remesas que uno de los contratantes recibe del otro, vienen a constituír en sus manos una cobertura"; para concluír: "no puede dudarse sobre la intención de cada parte al garantizarse sus propios créditos con las remesas de la otra. La prueba de la constitución en prenda resultará, pues, de la prueba del contrato en cuenta corriente"; en otros términos: la remesa constituye una garantía para el receptor. Entendemos que este argumento no convence, pues como el embargo sólo afectaría al saldo actual en favor del cuentacorrentista embargado, en nada perjudicaría al otro. En cambio, cabe objetar: si el embargo importa disponibilidad del bien embargado, ¿cómo puede tal crédito, no obstante el embargo, conservar su eficacia para dar lugar a nuevas remesas de la otra parte? Y bien, habida cuenta del pensamiento de estos estudiosos del derecho comercial, nos parece que ésa no es la solución que corresponde desde los puntos de vista jurídico, equitativo y práctico. En línea dogmática, la premisa es errónea, pues aun cuando no sea exigible para las partes, en realidad existen crédito y deuda antes de la clausura de la cuenta, y sobre todo existen terceros. De iure condito, la disposición que trae el art. 781 Ver Texto, C.Com., no puede ser tomada en forma absoluta, sino como parte integrante de todo el ordenamiento jurídico. A partir de ello, es elemental que los contratos no se los puede oponer a terceros para perjudicarlos (arts. 1195 Ver Texto y 1199 Ver Texto, C.Com.) (244) ; para ellos son res inter alios acta; y los acreedores de las partes no son sus causahabientes o sucesores, sino terceros (245) . Es también principio consagrado en nuestra legislación que los bienes que figuran en el patrimonio de una persona están sujetos a la acción de sus acreedores, que pueden satisfacerse sobre ellos, ejecutándolos, principio que se expresa con la fórmula simple y gráfica, aunque no del todo exacta, de que el patrimonio es la prenda común de los acreedores (246) . Es jurídicamente inadmisible que una persona, poseedora quizá de cuantiosos bienes o simplemente solvente, pueda eludir la acción de sus acreedores con sólo celebrar el contrato que tratamos; que aun cuando en un momento dado tales operaciones arrojen a su favor crecidos saldos, los acreedores deban cruzarse de brazos esperando que la cuenta se clausure sin poder impedir que la acción de los correntistas origine la disminución y desaparición del saldo. Si la fecha fijada para la clausura de la cuenta es remota, los acreedores quedarán burlados. ¿Y si la cuenta debe continuar indefinidamente, con sólo balances periódicos?..., porque desde el momento que las remesas pueden consistir en sumas de dinero o documentos comerciales, desaparece todo interés en la clausura y liquidación (247) . En nuestro concepto, la indivisibilidad de la cuenta corriente no es un principio absoluto, ni aun entre las partes; la doctrina así lo reconoce (248) . Lyon-Caen y Renault (249) enumeran entre los casos en que no juegan la indivisibilidad de la cuenta corriente y el principio de que, antes de la clausura, no existe deudor ni acreedor, los siguientes: a) constitución de una hipoteca o prenda para garantizar el pago del saldo actual en favor de una de las partes; b) donación de bienes presentes y futuros hecha por uno de los correntistas, para cuya validez se requiere, según el art. 1184, del código Napoleón, un estado de deudas y cargas del donante existentes en el día de la donación; c) revocación de los actos fraudulentos de uno de los cuentacorrentistas, para cuya procedencia el otro, perjudicado, necesita invocar su condición de acreedor en ese momento; d) el saldo existente en el momento en que uno de los correntistas libra una letra de cambio a cargo de otro, puede consistir en provisión de fondos, la cual correspondía al tenedor en la anterior legislación francesa, si bien esto último no es aceptado por muchos autores (250) . Sobre que no puede la indivisibilidad perjudicar a terceros, lo sostienen también: Dietz, 78; Boistel, nº 884, A, Da, nº 47. Lo expresado demuestra que la afirmación de que con anterioridad al cierre de la cuenta no hay acreedor, ni deudor, que acoge nuestro art. 774 Ver Texto, C.Com., no es más que una expresión significativa para expresar el principio de la indivisibilidad de la cuenta, pero no absoluta, pues ello sólo puede valer entre las partes, ya que surge de las características del contrato normativo a que han sujetado sus relaciones económicas. El verdadero principio en la materia es el sentado por el Código de Comercio alemán y la ley mejicana de títulos y operaciones de crédito de 1932; el primero, en su art. 357, dispone: "Cuando el acreedor de uno de los correntistas ha obtenido el embargo o la adjudicación de las sumas que corresponden a su deudor como saldo de la cuenta corriente, las partidas deudoras correspondientes a nuevas operaciones, posteriores al embargo, no pueden, con relación a él, ser incluídas en la cuenta" (251) . La segunda, en su art. 307: "El acreedor de un cuentacorrentista puede pedir el aseguramiento y la adjudicación del saldo eventual de la cuenta corriente. En este caso, no podrán tomarse en consideración con respecto al embargante, desde la fecha del aseguramiento, las partidas de cargo correspondientes a operaciones sucesivas" (252) . Reconocido que éste es el verdadero principio, veamos si cabe considerarlo repudiado por el art. 781 Ver Texto, C.Com., o si, al contrario, debidamente interpretado, consagra su aplicación. "Los embargos... -dice- sólo son eficaces respecto del saldo que resulte del fenecimiento de la cuenta, a favor del deudor contra quien fuesen dirigidos". La disposición puede armonizarse con los principios generales expuestos, salvaguardando el derecho del otro contratante y de los terceros, interpretándolo de la siguiente forma: los embargos sólo se los puede hacer efectivos sobre el saldo que resulte al fenecimiento de la cuenta..., es decir, que producirán la indisponibilidad de la suma, pero el acreedor no podrá satisfacerse sobre ella hasta el cierre de la cuenta; ni más ni menos que lo que disponen las dos leyes precitadas. Otra interpretación que reconocería eficacia al embargo, pero con un resultado más favorable al acreedor embargante y, consiguientemente, más desventajoso para el otro correntista, sería la siguiente: según el art. 782 Ver Texto, inc. 3, C.Com., la cuenta corriente concluye por cualquier "suceso legal que prive a uno de los contratantes de la libre administración de sus bienes"; tal el embargo, que le veda disponer total o parcialmente del saldo actual de la cuenta corriente para obtener remesas de la otra parte; en consecuencia, el embargo produce el fenecimiento de la cuenta y determina el saldo, sobre el cual se hace efectivo. JURISPRUDENCIA La cuenta corriente mercantil no puede fundar un embargo preventivo mientras no existe saldo líquido reconocido (Cám. Com., 55, 239). En un caso en que el juez se había excusado de entender en un juicio, por tener una de las partes litigantes una cuenta corriente mercantil en curso, la cámara de apelaciones negó el derecho al magistrado de excusarse, pues hasta que la cuenta no esté definitivamente concluída, ninguno de los interesados puede ser considerado como deudor o acreedor (Cám. Com., II, 295). (184) Chile, art. 606; Guatemala, art. 491; Honduras, art. 604; Italia, art. 345; Japón, art. 291; Portugal, art. 345; Rumania, art. 370, inc. 1; Venezuela, art. 731, entre otras. (185) Art. 777, inc. 2: Que el crédito concebido por remesa de efectos, valores o papeles de comercio, lleve la condición de que éstos serán pagados a su vencimiento. (186) V.: Fernández, Código de Comercio, III, 115, n. 1, y 119; Gómez Leo, Instituciones de derecho cambiario, Buenos Aires, II-A, 1 y ss. (187) V. nº 3, letra e. (188) V. t. II, 117. (189) Giannini, nº 71; Lévy, 26; Vidari, V, nº 4269. (190) Clement, nº 55; Helbronner, nº 62; Feitu, nº 187; Boistel, nº 883, A, pero argumenta también con la falta de causa; Thaller, nos. 1654 y ss.; Lacour y Bouteron, II, nº 1483; Brun, 32; Benoist, en Gaz. Jud. de Lyon, 1928, 52; Bonacart, en S., 1928, 337; Cheron, en D., 1926-II, 145; Delpirou-Baron, 85; Supino, nos. 33 y ss.; Caluci, nº 20; Marghieri, nº 2391; Pagani, nº 12; Bonelli, 875; Il fallimento, II, nº 665; Vivante, IV, nos. 1738 y 1741 bis; Morando, nº 17; Fiorentino, nº 18: en sentido técnico; Zavala Rodríguez, V, 69; Mallo Rivas, 11. (191) Para Lyon-Caen y Renault, IV, nº 811, la solución que importa la cláusula sauf encaissement se relaciona con la teoría de la causa: no pagado el documento, el crédito anotado en la cuenta carecería de causa y sería nulo como cualquier obligación sin causa, pudiendo ser suprimido tan bien como si el documento remitido resultara falso. Conceptúan que la opinión que sostiene que se trata de una condición resolutoria, reposa sobre una confusión frecuente entre la condición y la causa. Malagarriga, V, nº 159, comparte este criterio en línea dogmática, pero desde el punto de vista exegético conceptúa que dados los términos de la ley, se trata de condición resolutoria (nº 163). Obarrio, II, nº 344, parece también compartirlo, ya que habla de nulidad e inexistencia de la deuda. Esta explicación no satisface, pues, como enseña Thaller, nº 1667, p. 1009, n. 1, la causa no está ausente en un contrato por el cual una parte se compromete contra valor recibido a garantizar un futuro pago y la apertura del recurso no produce la nulidad del contrato. Lyon-Caen y Renault han modificado su criterio, según manifiestan en el tomo VIII (en colaboración con Amiaud) de la 5ª ed., nº 811, donde se pliegan al sostenido por la doctrina y jurisprudencia predominantes. Recientemente ha dicho J. N. Williams (p. 409): entendemos que la cláusula "salvo encaje", en lugar de constituír un efecto de la cuenta corriente mercantil, lo es de los principios relativos a los papeles de comercio. Más todavía, el contraasiento efectuado por aplicación de la cláusula "salvo encaje", no es otra cosa que una verdadera acción o recurso cambiario extrajudicial ejercido por el cuentacorrentista receptor respecto del remitente frente a la falta de pago del documento, y de ahí que, realizado dicho contraasiento, el receptor deba devolver el título al remitente, y ello obste al ejercicio de las acciones cambiarias que pudiera hacer valer contra los demás obligados de regreso o el obligado directo; estos últimos derechos sólo los conserva el receptor cuando renuncia a la cláusula "salvo encaje", renuncia que resultará tácita cuando, en lugar de contraasentar, acciona cambiariamente contra los obligados cambiarios, entre los cuales puede, conforme al art. 51, incluír al propio remitente. (192) Helbronner, nº 82; Da, nº 100; Feitu, nos. 184 y ss.; Dietz, 190; Hamel, I, nos. 411 y 433; Ruben de Couder, vº Compte courant, nº 38; Boistel, nº 883, A; Brun, 46 y ss.; Lacour y Bouteron, II, nº 1490; Percerou, II, nos. 852 y 1002 bis; Vidari, V, nº 4274; Butera, La rivendicazione nel diritto civile, commerciale e processuale, Milán, 1911, nº 33; Bonelli, Il fallimento, II, nº 665; Vivante, IV, nº 1742; Ramella, Tratt. del fallimento, Ii, nº 399; Morando, nº 17; Lyon-Caen y Renault, VIII, nº 811: en el tomo IV, nº 815, y en ambos tomos en ediciones anteriores, estos autores sostenían que el remitente podía reivindicar el documento en la quiebra del receptor, conclusión concordante con su teoría sobre la naturaleza de la cláusula, que refieren a la causa de la obligación (v. nota anterior); considerando que el contraasiento queda nulo por falta de causa, admitían que también la otra parte puede hacer valer la nulidad y sus efectos. Ello explica la posición de Malagarriga, V, nº 163, coincidente también en este punto con la de los referidos autores franceses. Pero en la 5ª edición rectifican su opinión, haciéndola coincidir con la que sostenemos en el texto. (193) Conf.: Thaller, nº 1637; Boistel, Nº 883, A; Supino, nº 34; Morando, nº 17. (194) Bajo la vigencia de las leyes de quiebras anteriores (ley 4156, art. 113 ; ley 11719, art. 148 ) la solución era contraria por disposición legal expresa, y el remitente podía reivindicar en la quiebra del receptor los documentos comerciales, siempre que no debiera, al tiempo del reembolso, suma alguna al fallido. Como la 19551, actualmente vigente, no ha incluído una norma similar a la contenida en los artículos precitados de las leyes anteriores, se debe entender que son de aplicación los principios dogmáticos que exponemos en el texto. (195) Sobre legitimación en materia de títulos de crédito, entre ellos los documentos comerciales y su diferencia con la propiedad del título y la titularidad del crédito, v.: Fernández, Código de Comercio, III, 125; Gómez Leo, Instituciones de derecho cambiario, Buenos Aires, I, 139 y 232. (196) Conf.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 818; Boistel, nº 883; Vivante, IV, nº 1739; Bonelli, Il fallimento, II, nº 665, n. 8, p. 79; Malagarriga, V, nº 159. Contra: Caluci, 40 y ss.; Cicu, RDC, 1929-II, 376: "La eventual obligación del remitente queda aplazada hasta el cierre de la cuenta"; para llegar a una solución contraria se requeriría convenio expreso. V.: Cám. Com., JA, 11, 1360. (197) V.: Gómez Leo, La letra de cambio, III, 127. (198) Conf.: Clement, nos. 76 y ss.; Da, nos. 112 y ss.; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 819; Vivante, IV, nº 1740; Egidi, nº 17; Bonelli, Il fallimento, II, nº 65; Navarrini, Tratt. di dir. comm., II, nos. 748 y ss., y en Dig. It., vº Conto corrente, nos. 64 y ss.; Morando, nº 18; Malagarriga, lug. cit.; Feitu, nos. 144 y ss.; pero no cuando ha accionado cambiariamente contra el remitente, criterio compartido por Brun, 48; Giannini, nº 75; Marghieri, nº 2393, y Pagani, nº 20. Contra, entendiendo que elegida una vía no puede el receptor optar por la otra, según el principio electa una via non datur recursus ad alteram: Dietz, 183 y ss.; Supino, nº 37. V.: Boistel, nº 883, A, p. 628. (199) Conf.: Bonelli, nº 29; Morando, nº 18; Ap. Florencia, Giur. It., 1925, I-2, 250. (200) Conf. algunos autores franceses y doctrina italiana uniforme: Feitu, nos. 193 y ss.; Dietz, 157; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 820; Egidi, nº 17; Giannini, nº 73; Marghieri, nº 2393; Supino, nº 37; Caluci, 39; Vivante, IV, nº 1740; Navarrini, Tratt. di dir. comm., II, nº 750. Contra, entendiendo que puede retener el documento, para unos, porque la contrapassation no afecta la trasmisión de la propiedad de él, que ha tenido lugar por el endoso, y para otros, en garantía, como una prenda; pero solamente si la cuenta arroja un saldo a su favor, doctrina francesa predominante: Clement, nos. 86 y ss.; Noblet, nº 113; Brun, 117 y ss.; Thaller, en D., 1901-II, 291, y 1907-I, 169; Percerou, II, nos. 853 y ss.; pero reconociendo que el derecho de retención puede ser renunciado convencionalmente; constante jurisprudencia francesa: Cas., D., 1889-I, 409, y S., 1889-I, 159; D., 1893-I, 477; D., 1907-I, 178; Dijon, D., 1891-I, 230; Montpellier, D., 1901-II, 289; Caen, en el mismo lugar. Esta solución que resulta arbitraria, puesto que no se funda en ninguna disposición legal, es contraria al derecho igualitario de la quiebra, a la indivisibilidad de la cuenta corriente y hasta a la intención del remitente. El argumento de que el receptor puede haber tenido en cuenta la solvencia de los demás obligados cambiarios es inconsistente, pues si ello es exacto nada le impide hacer efectivo su crédito contra ellos no asentando la contrapartida; si la asienta es precisamente porque desea volver las cosas al estado anterior a la recepción del documento. En el fondo esta tesis se inspira en el propósito de beneficiar a los banqueros, en la idea de que dando mayor seguridad al crédito bancario se estimula su difusión con beneficio del comercio (v.: Percerou, II, nº 850). (201) Conf.: Bonelli, nº 29, n. 6. (202) Conf.: Bonelli, lug. cit. (203) Doctrina uniforme; entre otros: Vivante, IV, nº 1740; Morando, nº 19, in fine. (204) Conf.: Feitu, nº 145; Clement, nº 60; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 817; Boistel, nº 883, A; Vivante, IV, nº 1741; Supino, nº 37, b; Caluci, 41; Marghieri, nº 2394; Giannini, nº 74; Vidari, V, nº 4284; Bonelli, nº 31, a; Navarrini, Tratt. di dir. comm., II, nº 751, y Conto corrente, nº 69. Contra: Borsari, nº 346. (205) Si hace ello, debe devolver el documento al concurso, sin poderlo retener como garantía a fin de hacerlo efectivo contra los demás obligados cambiarios (v. supra, nota 192). (206) Respecto de los gastos, nuestra ley resuelve expresamente y con acierto en la forma expuesta la cuestión que, en ausencia de disposición legal, divide a la doctrina extranjera, en la cual algunos autores sostienen la solución de nuestro artículo (Boistel, nº 883, A; Feitu, nº 152; Vidari, V, nº 4273; Giannini, nº 100; Egidi, nº 17; Caluci, nº 41), y otros, en cambio, conceptúan que el receptor, por su crédito de gastos, debe insinuarse en la quiebra del remitente, para percibirlo en moneda de quiebra (Clement, nº 65; Helbronner, nº 73; Dietz, 158; Da, nº 103; Ruben de Couder, vº Compte courant, nº 37; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 813; Brun, 44; Supino, nº 39; Vivante, IV, nº 1743; Bonelli, nº 31). (207) Segovia, II, n. 2587, critica la redacción del artículo, afirmando que "acreditar los valores entrados en caja es una frase completamente enigmática"; "acreditar, ¿a quién?", se pregunta. Pero tal crítica carece de fundamento, porque el sentido del precepto es claro, como lo reconocen los demás autores nacionales: autoriza al receptor a acreditarse el importe del documento que se había debitado, con más los gastos. (208) V. nota 190. (209) Conf.: Bonelli, Il fallimento, Ii, nº 665; Brun, 52 y 54. (210) Conf.: Bonelli, lug. cit.; Morando, nº 20. (211) Conf.: Malagarriga, V, nº 162. (212) V. nota 192. (213) Conf.: Bonelli, 875/6. (214) La importancia práctica de poder o no efectuar el contraasiento al declararse la quiebra y conservar el documento para percibir su importe al vencimiento o ejercer las acciones cambiarias, se pone de manifiesto en los siguientes ejemplos: 1) A se encuentra en cuenta corriente con B; al ser éste declarado en quiebra, la cuenta arroja un saldo a favor de A de 200.000, y éste posee una letra de 800.000 aún no vencida, cuyo importe ha sido incluído en la cuenta corriente. Si no se le permite efectuar el contraasiento inmediatamente, debe insinuarse en la quiebra por el saldo actual, o sea, 200.000, y siendo la letra pagada a su vencimiento, sólo percibirá el porcentaje del concurso sobre 200.000: suponiendo que el dividendo concursal es de 40%, recibirá 80.000, sufriendo una pérdida de 120.000. Si se admite el contraasiento inmediato, el saldo de la cuenta corriente pasará a ser de 1.000.000, suma por la cual solicitará verificación en la quiebra; al ser pagada la letra, percibirá 800.000, pero no los descontará de la suma por la cual se insinuó en el concurso, por lo cual en éste al 40% (en realidad el porcentaje será algo menor, pues al aumentar su crédito aumentará el pasivo total del concurso) le corresponderá aumentar su crédito 400.000; como esta cantidad, sumada a lo que percibió por la letra, excedería el importe de su crédito, sólo se le entregará la suma necesaria para cubrir el total del saldo, o sea, 1.000.000; de todos modos, habrá percibido íntegramente su crédito, y aun puede ocurrir prácticamente que, por negligencia o complacencia del síndico, percibirá los 400.000, enriqueciéndose así, indebidamente, en 200.000. 2) El mismo caso anterior con la diferencia de que el saldo es a favor del concurso de B. Si A no efectúa el contraasiento, debe pagar al concurso en moneda plena los 200.000 del saldo actual, corriendo el riesgo del no pago al vencimiento; si la letra no es pagada o fracasan las acciones que puede seguir contra los otros obligados, debe pedir verificación por su importe y percibirlo en moneda de quiebra, o sea, en el ejemplo, 320.000; habrá, pues, perdido el 60%, igual 480.000. Pagada la letra al vencimiento, no sufrirá pérdida, pues entre los 800.000 que percibe y los 200.000 que pga, la diferencia es de 600.000, es decir, lo que le faltaba para balancear la cuenta. Si efectúa el contraasiento de inmediato: el saldo se vuelve en su favor por 600.000, suma por la cual se insinuará en el concurso; percibiría en él 240.000; pagada la letra a su vencimiento cobrará íntegramente (o más, eventualmente), como en el caso anterior; de lo contrario, sólo habrá perdido la diferencia, o sea, 360.000 en vez de 480.000. (215) Lyon-Caen y Renault, IV, nº 814; Bonelli, 879: aun más, estos autores consideran que en ningún caso puede el storno efectuarse antes del vencimiento. En Francia la jurisprudencia era contradictoria, pero la Corte de Casación puso término a la discrepancia, resolviendo que el contrapassement de los documentos comerciales no vencidos al declararse la quiebra del remitente sólo puede tener lugar al ocurrir el vencimiento: Cas. Civ., 19 y 31 de marzo de 1930, D., 1930-I, 119; S., 1931-I, 131, y Gaz. Pal., 1930-I, 642 y 899, criterio compartido por Percerou, II, nos. 855 y ss., y Timbal, en Revista Crítica de Jurisprudencia, 1933, 414. (216) Decimos presunto beneficio para los comerciantes, porque en realidad, como acertadamente se ha hecho notar, al colocar a los bancos en situación privilegiada, en detrimento de los demás acreedores, que son en su casi totalidad comerciantes, el mayor crédito que pueden otorgar a un comerciante los bancos queda neutralizado con la restricción del crédito por parte de los demás comerciantes, ante el justo temor de quedar postergados en caso de quiebra. (217) V. nota 192. (218) V. nota 206. (219) Admiten la compensación inmediata: Montpellier, D.H., 1925, 189; Lyon, D., 1926-II, 145; Grenoble, S., 1927-II, 127; Rouen, Sem. Jurid., 1927, 360; Pau, D., 1928I, 69. En sentido contrario: París, Gaz. Pal., 1927-II, 931; y 1930-I, 530; Trib. Com. Roubaix, Gaz. Pal., 1930-II, 658. (220) En favor del contraasiento inmediato: Trasbot, en Ann. Der. Comm., 1927, 296. Contra: Chéron, en D., 1926-II, 145; 1928-I, 67; 1930-I, 13, y en Revue Critique, 1927, 47; Delpirou-Baron, passim; Timbal, lug. cit.; Percerou, Ii, nº 855 bis. (221) Cas. Civ., 19 y 31 de marzo de 1930, D., 1930-I, 119; S., 1931-I, 131, y Gaz. Pal., 1930-I, 642 y 899. (222) Doctrina uniforme; entre otros: Boistel, nº 883, A; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 817; Supino, nº 37, b; Vivante, IV, nº 1741. (223) Conf.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 809, y VIII, nº 810 ter; Percerou, II, nº 1003; Ramella, II, nº 390; Bonelli, Il fallimento, II, nº 665, n. 11; Ziino, La rivendicazione nel fallimento, Milán, 1908, nº 8. (224) Pero de iure condito, bajo la vigencia del art. 148 , ley 11719, era distinta, pues expresamente confería al remitente la acción reinvindicatoria, norma que no ha sido reeditada en la ley vigente, razón por la cual consideramos aplicable lo sostenido en línea dogmática, en el texto. (225) Segovia, II, n. 2583. (226) Malagarriga, V, nº 155, reproduce esta afirmación, si bien coincide con nuestra interpretación del texto legal. (227) Conf.: Obarrio, II, nº 358. (228) Conf.: Obarrio, lug. cit. (229) Conf.: Feitu, nº 290; Clement, nº 244; Boistel, nº 886, D, p. 643. Contra: Da, nº 146; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 847. (230) Es la opinión de Segovia, quien indica que ha seguido a Caluci, nº 10, que es también la de Supino, nº 62; Vidari, V, nº 4303; y Marghieri, nº 2386. (231) Entre otros: Giannini, nº 68; Vivante, IV, nº 1745; Egidi, nº 21; Morando, nº 41; Bonelli, 887. (232) Feitu, nos. 285 y ss.; Da, nos. 145 y ss.; Clement, nos. 236 y ss.; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 846; Boistel, nº 696; fallos citados por Lyon-Caen y Renault, nota 2. (233) V. nº 4. (234) V. fallos citados por Lyon-Caen y Renault, lug. cit., nota 1. (235) V. nº 14, letra d. (236) Halperin, Rev. Crít. Jurispr., 1933, 190; Rivarola, IV, nos. 1231 y 1234, f: "sería jurídicamente imposible un embargo o retención sobre un crédito que no existe"; Segovia, II, n. 2593, y Malagarriga, V, nos. 171 y ss.; estos dos últimos autores encuentran analogía entre este caso y el del embargo de las partes de socio o de las utilidades que el socio obtenga en la sociedad, que sólo puede hacerse efectivo al final del ejercicio o de la sociedad (arts. 390 Ver Texto y 417 Ver Texto, inc. 1, C.Com., y art. 1755 Ver Texto, C.Civ.). En nuestro concepto se trata de un error, pues no hay tal analogía; los preceptos indicados se explican por el principio de la personalidad de la sociedad, en virtud del cual es considerada un ente de derecho distinto de los socios, lo que no ocurre en la cuenta corriente. Reconocer analogía de situaciones importa admitir que la cuenta corriente tiene personalidad distinta de la de los cuentacorrentistas, lo cual es inadmisible (v. nº 3, letra c). (237) Martín y Herrera, Cincuentenario de la reforma del Código de Comercio, 324. (238) Martín y Herrera entiende que el rt. 781 Ver Texto, C.Com., confiere personalidad a la cuenta corriente, como se hace con la sociedad. (239) Entre otros: Feitu, nº 245; Da, nº 42; Helbronner, nos. 112 y ss.; Boistel, nº 884; Demangeat, II, 443; Clement, nº 143; Lacour y Bouteron, II, nº 1493; Wahl, nº 1771; Dalloz, Rép. prat., vº Compte courant, nº 76; Giannini, nº 59; Pagani, nº 24; Supino, nº 53; Vivante, IV, nº 1732; Bonelli, 861 y 867; Morando, nº 39; Lévy-Riesser, nº 50. (240) Lyon-Caen y Renault, IV, nº 828. (241) Thaller, nº 1665. (242) P. Esmein, Essai sur la théorie juridique du compte courant, en Rev. Trim. Droit Civil, 1920, 91. (243) Thaller, nº 1558. (244) Lyon-Caen y Renault, IV, nº 837, después de referirse a la indivisibilidad de la cuenta corriente y a la opinión que sostiene en Francia que el saldo existente en determinado momento no podía constituír provisión de la letra de cambio, por la circunstancia de que los cuentacorrentistas no son, antes del cierre de la cuenta, acreedores ni deudores uno del otro, agregan: "... de esta manera se haría producir a la indivisibilidad de la cuenta efectos respecto de terceros, lo que sería contrario a los principios generales (art. 1165 Ver Texto, C.Civ.)". Este artículo del código francés contiene una disposición análoga a los arts. 1195 Ver Texto y 1199 Ver Texto de nuestro Código Civil. (245) La causa del error de la teoría que nos ocupa estriba en considerar que los acreedores no pueden tener más derechos que los de su deudor frente al otro contratante (v. Dalloz, Rép. prat., vº Compte courant, nº 76; Vivante, IV, nº 1732; Malagarriga, V, nº 171), siendo así que, según las conclusiones de la más reciente doctrina, su calidad es la de terceros; cuando accionan lo hacen en ejercicio de un derecho propio, y no como causahabientes o sucesores de su deudor. De ahí que no pueda oponérseles los contratos celebrados por éste y que los perjudican, los que no están obligados a respetar, y de ahí que puedan hacer revocar los actos del deudor realizados en fraude de sus derechos. (246) V. t. III-C, nos. 6 y ss. (247) En este caso, empero, sería factible que el acreedor embargante, subrogándose en los derechos de su deudor (art. 1196 Ver Texto, C.Civ.), exija a la otra parte el cierre de la cuenta. (248) Lyon-Caen y Renault, IV, nos. 833 y ss.; Esmein, en Journal Pal., 1923-I, 225; en amplio estudio de jurisprudencia: Lacour y Bouteron, II, nº 1494; Morando, nº 39. (249) Lyon-Caen y Renault, IV, nos. 834 a 836. (250) Con ejemplos análogos: Lacour y Bouteron, lug. cit. (251) V.: Carpenter, 160; Vivante, IV, nº 173, n. 20. El segundo párrafo del artículo dispone: "No se consideran operaciones nuevas en el sentido del presente artículo, las que resultaran de un derecho ya nacido en el momento del embargo o de una preexistente obligación del tercero deudor". (252) V.: Andrade, 577. Los párrafos tercero y cuarto determinan: "No se considerarán como operaciones nuevas las que resulten de un derecho del otro cuentacorrentista ya existente en el momento del aseguramiento, aun cuando todavía no se hubiesen hecho las anotaciones respectivas en la cuenta. El cuentacorrentista contra el cual se hubiere dictado el aseguramiento debe notificarlo al otro cuentacorrentista, y éste tendrá derecho a pedir desde luego la terminación de la cuenta". Ampliar en el nº 16, al comentar el art. 1935, P.U.L.C.C. 13. CIERRE DE LA CUENTA. TERMINACIÓN DEL CONTRATO. a) Cierre de la cuenta. No se debe confundir la extinción o terminación del contrato de cuenta corriente con el cierre de la cuenta; este último ocurre con posterioridad, como consecuencia de aquélla (253) , a efecto de liquidar la cuenta, compensar las masas de debe y haber y determinar el saldo. Hay también cierres parciales o, mejor dicho, balances parciales (254) , que se efectúan por lo común periódicamente en fechas convenidas o, en su defecto, a requerimiento de cualquiera de los correntistas, y cuya finalidad es sólo simplificar las operaciones y precisar el estado de la cuenta en un momento dado, saldo que pasa como primera partida de la cuenta reabierta y produce intereses (art. 785 Ver Texto, C.Com.). Es lo que el art. 783 Ver Texto, C.Com., designa, con impropiedad de lenguaje, terminación parcial. Nuestra ley no establece plazo para los cierres parciales en ausencia de convención, como hacen otras; v.gr., código alemán, art. 355, 2º ap.; austríaco, art. 291, y húngaro, 285: anual, que según la doctrina (Staub) es el vencimiento de cada año contado desde la fecha del contrato; código italiano, art. 347: los términos establecidos "por los usos del comercio o en su defecto al fin de diciembre de cada año" (255) . Tratándose de cuentas corrientes entre comerciantes domiciliados en distintos países, cuyas leyes establecen plazos diferentes en defecto de convención o una de ellas nada dice al respecto y la otra fija un plazo, se presenta la cuestión de determinar la ley aplicable: la solución preferible, en nuestro concepto, es la aplicación de la lex loci contractus (256) . Puede también darse el caso de que el contrato de cuenta corriente comprenda una serie de cuentas corrientes sucesivas, distintas e independientes una de otra, es decir, que en determinada fecha se cierre la cuenta definitivamente con todos los efectos que nuestra ley establece en el art. 784 Ver Texto, C.Com. (compensación del debe y del haber, saldo exigible -que no pasa a nueva cuenta-, determinación de la calidad de acreedor y deudor, etc.); terminaría la cuenta corriente pero el contrato continuaría en vigor, dando nacimiento a nuevas cuentas corrientes. La situación jurídica no se altera por ello: se trataría de un contrato de duración indefinida, con pluralidad de cuentas corrientes. Este mecanismo es de uso común en el comercio y resulta generalmente en forma implícita, pues liquidada una cuenta corriente y cancelado el saldo, las partes continúan sus operaciones en la misma forma. Especialmente ello interesa a los terceros, por los derechos que pueden tener sobre el saldo, garantías que hayan otorgado por él, etc. JURISPRUDENCIA El cierre provisorio produce una suspensión o interrupción momentánea de la cuenta corriente, a los efectos de poder capitalizar los intereses e incorporar una nueva remesa por el importe de éstos (del voto de la minoría) (Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 18). Si se ha prestado conformidad con el saldo parcial de la cuenta corriente, ya no cabe impugnación posterior (Cám. Com., GF, 175, 409). b) Terminación del contrato. El contrato de cuenta corriente concluye en los casos que determina el art. 782 Ver Texto, C.Com., terminación que origina el cierre definitivo de la cuenta; los incs. 1 y 2 contemplan la terminación voluntaria; el inc. 3, la terminación forzada. También estudiamos aquí la posibilidad de que ella se produzca por voluntad unilateral de alguno de los contratistas, que aunque no está contemplada especialmente por la ley, consideramos que resulta procedente en nuestro derecho. I) Consentimiento de las partes (inc. 1). No requiere mayor explicación, pues su contenido es obvio: el consentimiento de los contrayentes puede terminar cualquier contrato. El consentimiento o mutuo acuerdo resuelve el contrato aunque haya término convenido; pero en tal caso debe ser expreso, siendo insuficiente el tácito resultante de la circunstancia de que durante un lapso prolongado la cuenta no haya tenido movimiento alguno, aun cuando la paralización haya seguido a su cierre periódico (257) ; este último basta cuando no haya plazo convenido (258) . La circunstancia de que en una fecha determinada aparezca un pago o crédito de balance o saldo, no es suficiente para considerar cerrada la cuenta corriente, si ha continuado su movimiento con diversas partidas de crédito y débito (259) . JURISPRUDENCIA La cuenta corriente mercantil concluye con consentimiento de partes y cualquiera de ellas puede dar por concluído el contrato (Cám. C.C., I, Rosario, Rep. LL, XLIII, 594). Basta el consentimiento tácito cuando no hay plazo convenido (Cám. Com., JA, 32, 428; Cám. Civ. 2ª, JA, 71, 618; SC, 21, 280; Cám. C.C., I, Rosario, LL, 23, 175; SCBA, JA, 38, 448). La circunstancia de que en una fecha determinada aparezca un pago o crédito de balance o saldo, no es suficiente para considerar cerrada la cuenta corriente, si ha continuado su movimiento con diversas partidas de débito y crédito (Cám. Com., JA, 23, 1061). Si medió entre las partes un contrato de cuenta corriente mercantil, y se acciona por el cobro del saldo, en razón de que el contrato habría finalizado por acuerdo de las partes, corresponde desestimar la defensa del accionado que niega la finiquitación del contrato, si ninguna prueba aportó de la continuación de las operaciones comerciales que alega, porque su simple manifestación no es suficiente, ya que a él incumbe la carga de la prueba (Cám. C.C. 1ª Córdoba, CJ, VIII-514). II) Vencimiento del término fijado. Este precepto es de derecho común y su contenido, como el del anterior, es de toda obviedad. Las partes pueden prorrogar el término, aun con posterioridad a su vencimiento, pero ello, más que una continuación del contrato, importa una renovación de él, es decir, la concreción de un nuevo contrato al cual no le son aplicables las cláusulas especiales del fenecido, si no son expresamente convenidas (260) ; como el anterior contrato ha terminado, los acreedores de cualquiera de los correntistas pueden subrogándose en los derechos del deudor, exigir la liquidación (261) . JURISPRUDENCIA Cuando según las estipulaciones contractuales las partes han fijado una fecha de vencimiento de la cuenta corriente mercantil que mantienen entre ellas, el pago del saldo debe hacerse al vencimiento de ella (Cám. C.C., I, Rosario, RSF, I, 266), es decir, debe liquidárselo en la época convenida, compensándola de una sola vez hasta la concurrencia del débito y el crédito (Cám. C.C. 1ª B.Blanca, ED, 97, 288; ídem, JA, 1982-I, 556 Ver Texto; Cám. C.C. 1ª San Luis, LL, 126, 348). III) Casos de terminación forzada. El contrato de cuenta corriente es de los llamados intuitus personae, es decir, que se celebra teniendo en cuenta, principalmente, las condiciones personales del cocontratante (262) ; por consiguiente, si éste fallece o queda afectado de inhabilitación o incapacidad o privado de la administración de sus bienes, debe dárselo por terminado. A) Muerte. Siendo el contrato que nos ocupa intuitus personae, la muerte de uno de los correntistas produce su terminación forzada. Es decir, no se produce su continuación con los herederos del correntista fallecido, como ocurría en Italia, bajo la vigencia del art. 348 Ver Texto, C.Com., que determinaba la continuación del contrato si no mediaba denuncia expresa de él por alguna de las partes (263) . B) Interdicción. Demencia. Inhabilitación. La incapacidad debe ser sobreviniente; comprende los siguientes casos: 1) la demencia declarada judicialmente (arts. 54 Ver Texto, inc. 3, 140 Ver Texto y ss., C.Civ.) (264) ; 2) la sordomudez sin saberse dar a entender por escrito, judicialmente declarada como incapacidad (arts. 54 Ver Texto, inc. 4, y 153 Ver Texto, C.Civ.) (265) ; 3) la ausencia declarada en juicio (arts. 15 a 32 Ver Texto, ley 14394) (266) ; 4) la inhabilitación a los pródigos, ebrios consuetudinarios, toxicómanos y semialienados, que no pueden realizar actos de disposición, sino con la asistencia de su curador (arts. 152 bis Ver Texto y 476 Ver Texto, C.Civ.) (267) ; 5) la profesión religiosa (art. 1160 Ver Texto, C.Civ.) (268) ; 6) la interdicción legal que acompaña a ciertas penas privativas de la libertad y sujeta al penado a curatela (art. 12 Ver Texto, C.Penal) (269) . La interdicción que resulta de la prohibición de ejercer el comercio que establece el art. 22 Ver Texto, C.Com., para los magistrados civiles y jueces, y la que en igual sentido imponen otras leyes (270) , carece de toda influencia sobre el contrato de cuenta corriente, pues no se requiere la calidad de comerciante de las partes (271) , y tales personas, aunque no pueden ejercer el comercio como profesión y adquirir la calidad de comerciante, pueden realizar actos de comercio. Sobre la posibilidad de que la cuenta corriente termine por embargo efectuado por un tercero, ver nº 12 (272) . C) Quiebra. No obstante que el inciso 3 del artículo que nos ocupa, se refiere exclusivamente a la quiebra como causal de terminación del contrato de cuenta corriente, consideramos aquí otros supuestos que trae la ley 19551 Ver Texto (mod. por ley 22917 Ver Texto). 1. Concurso preventivo. Como este procedimiento concursal, al menos dentro de nuestro ordenamiento legal, no puede ser asimilado a la quiebra, la presentación de uno de los correntistas solicitándolo no afecta en modo alguno la subsistencia del contrato de cuenta corriente (273) . 2. Liquidación extrajudicial. El art. 79 Ver Texto, ley 19551, mod. por ley 22917 Ver Texto, determina que cuando el concursado ha efectuado una propuesta de acuerdo preventivo por cesiones de bienes (274) , y ella, luego de obtener votación favorable, es homologada por el juez, los acreedores concurrentes comprendidos deben establecer la forma de disposición de los bienes cedidos. En caso de que no se logre las mayorías necesarias para ello, se procede a su liquidación extrajudicial (art. 79 Ver Texto, ley 19551, mod. por ley 22917 Ver Texto). Si la propuesta de cesión es de todos los bienes del concursado -pues también puede serlo sólo de una parte, supuesto, éste, que excluímos de considerar aquí (art. 76 Ver Texto, ley 19551)- y por no obtener las mayorías necesarias se procede a la liquidación extrajudicial de todos los bienes del concursado, debe equipararse a la quiebra y resuelve el contrato de cuenta corriente, pues produce respecto del patrimonio del deudor los mismos efectos jurídicos y económicos de la falencia (275) . 3. Quiebra. El desapoderamiento del fallido en virtud de la sentencia declarativa de quiebra lo priva de la administración y disposición de sus bienes (art. 111 Ver Texto, ley 19551) y torna ineficaces con relación al concurso las obligaciones que contraiga con posterioridad a su apertura (art. 113 Ver Texto, ap. 2º, ley 19551); es lógico, pues, que ponga término al contrato de cuenta corriente, basado en la mutua confianza y solvencia. El art. 151 Ver Texto, ley 19551, determina expresamente la resolución del contrato de cuenta corriente, la cual se opera de pleno derecho (276) . En línea dogmática, uno de los autores de este tratado había manifestado que si bien la quiebra pone término al contrato, no origina el inmediato cierre de la cuenta, pues se debe incluír en ella los créditos provenientes de operaciones pendientes en el momento de dictarse la sentencia declarativa, que estaban destinados a tal inclusión (277) . Si se tiene en cuenta las normas contenidas en los arts. 134 Ver Texto y 151 Ver Texto, ley 19551, parecería ser que la solución es otra, pues la doctrina está de acuerdo en que la sentencia de quiebra implica la determinación del saldo a la fecha que ella se dicta (278) , pues la compensación entre el debe y el haber sólo se produce cuando se ha operado con anterioridad a la sentencia declarativa de quiebra (art. 134 Ver Texto, ley 19551) (279) . Sin embargo, consideramos que la afirmación dogmática efectuada en el párrafo anterior sigue vigente, pues por inclusión de un crédito en la cuenta corriente, que produce la respectiva compensación, no se debe entender la anotación de la partida misma, sino su incorporación jurídica a ella (280) , y ésta se produce desde el mismo momento en que se lleva a cabo la operación destinada a alimentar la cuenta, aun cuando no se hubiera registrado materialmente a ella. Toda operación posterior a la sentencia declarativa de quiebra es ineficaz, rigiendo al respecto el derecho concursal (art. 113 Ver Texto, ap. 2º, ley 19551). Si el fallido resulta acreedor al cerrarse la cuenta, el concurso, por medio de la sindicatura, deberá proceder al cobro del crédito, judicial o extrajudicialmente (art. 175 Ver Texto, ley 19551); si el saldo fuera en favor del otro correntista, deberá insinuarse en la quiebra (art. 130 Ver Texto, ley 19551) y cobrará el dividendo correspondiente (art. 273 Ver Texto, ley 19551), en oportunidad de que se proceda a su distribución (art. 218 Ver Texto, ley 19551). La conclusión de la quiebra por acuerdo resolutorio (arts. 222 Ver Texto y ss., ley 19551) no hace revivir la cuenta corriente (281) ; tampoco ocurre ello con el avenimiento (art. 225 Ver Texto, ley 19551) o el pago total (art. 228 Ver Texto, ley 19551) (282) . 4. Continuación de la explotación de la empresa. Si por aplicación de los arts. 182 Ver Texto y ss., ley 19551, mod. por ley 22917 Ver Texto, se decide judicialmente la continuación de la explotación de la empresa, por imperio de la ley (art. 185 Ver Texto, ley 19551) no se produce la resolución del contrato que nos ocupa, pues el concurso, por medio de la sindicatura, puede mantenerlo si resulta de utilidad para la actividad empresaria que se continúa. El crédito que puede resultar en favor del correntista in bonis, al cierre de la cuenta, goza de la preferencia que le otorga el art. 265 Ver Texto, inc. 2, ley 19551, como acreedor del concurso (283) . 5. Concurso en caso de liquidación administrativa. Este instituto, regulado por la ley 19551 Ver Texto con carácter supletorio de las regulaciones específicas que en cada caso se haya dictado, debe equipararse a la quiebra y, por tanto, considerarlo resolutorio del contrato de cuenta corriente mercantil (284) . 6. Régimen revocatorio concursal. En términos generales, podemos decir, aquí, que por aplicación del principio de indivisibilidad de la cuenta corriente (285) , y siendo que la remesa no puede ser considerada un pago (286) , no se debe interpretar que las remesas realizadas durante el período de sospecha por el cuentacorrentista ahora fallido, quedan comprendidas en el supuesto contemplado por el art. 122 Ver Texto, inc. 3, ley 19551. Por tratarse de un acto a título oneroso (287) , puede prosperar la declaración de ineficacia de las remesas incorporadas a la cuenta corriente, si al ejercer la acción revocatoria concursal (art. 123 Ver Texto, ley 19551) se prueba que además de haber sido efectuada durante el período de sospecha, el correntista in bonis tenía conocimiento del estado de cesación de pago del correntista, ahora fallido y, además, que se haya causado perjuicio a la masa de acreedores (288) . JURISPRUDENCIA Aunque hubiese fallecido una de las partes contratantes, si la cuenta continuó sin interrupción con los herederos del muerto, se debe considerar como cierre definitivo el del trimestre que comprendió la última operación realizada (Cám. Fed. Córdoba, LL, 35, 888). El heredero del cuentacorrentista tiene derecho al cobro del saldo que la cuenta arrojaba al momento de la muerte de éste, con la deducción que resulta por compensación de los gastos del sepelio pagados por el demandado (Cám. Com., JA, 1944-IV, 640). El contrato de cuenta corriente mercantil debe dárselo por finalizado al momento de la presentación del concurso civil preventivo, operándose en esa oportunidad la compensación (Cám. C.C. Junín, DJBA, 123, 255; ídem, Rep. LL, XLII, 640). La intervención judicial de la sociedad autoriza al cierre de la cuenta corriente mercantil (Cam. Com., B, LL, 69, 404; ídem, JA, 1953-I, 393). IV) Voluntad unilateral. Nuestra ley no prevé expresamente la terminación del contrato de cuenta corriente cuando las partes no han fijado término y no hay mutuo consentimiento. Dado que se trata de un contrato basado en la confianza y cordialidad recíprocas, de ejecución continuada y, en el caso que contemplamos, de término indefinido, es indudable que cualquiera de las partes puede darlo por terminado cuando así le convenga (289) . Este principio es de derecho común para los contratos de ejecución continuada o sucesiva carente de plazo (290) , lo que se explica porque al no fijarle uno, las partes se han reservado implícitamente la facultad de ponerle término ad libitum (291) . El argumento que se esgrime en contrario de que el cierre imprevisto de la cuenta puede llevar a la ruina a algunas fortunas particulares y perturbar y perjudicar profundamente toda la economía nacional (292) , no es consistente, en primer lugar porque la rescisión unilateral del contrato se ajusta a la voluntad presunta de las partes al no fijarle plazo (293) , y luego porque la terminación del contrato no significa el cierre inmediato de la cuenta, que continúa abierta para todas las operaciones en trámite, ni la determinación automática de un saldo acreedor que permita a una de las partes ejecutar de improviso a la otra; si hay plazos establecidos para los cierres parciales o balances periódicos, en ningún caso podría el correntista que resulte acreedor exigir el cierre de la cuenta antes de tal fecha (294) , y prácticamente, como para que exista un saldo con fuerza ejecutiva se necesita que él haya sido expresamente reconocido por la otra parte, con sólo abstenerse de reconocerlo dispondrá de un término suficiente para conseguir los fondos, pues obligará a la que dio por terminado extemporáneamente y en forma imprevista el contrato, a realizar gestiones amistosas para obtener el reconocimiento o a iniciar una acción ordinaria para la liquidación de la cuenta. El Código de Comercio expresamente admitió la rescisión unilateral para el contrato de sociedad de duración indefinida (arts. 419 Ver Texto, inc. 10, y 422 Ver Texto, inc. 5, C.Com.), lo que aceptó la doctrina sin discrepancias, por tratarse, también, de un contrato intuitus personae y de ejecución continuada. Lo mismo el Código Civil, en su art. 1739 Ver Texto, y la ley 19550, en su art. 22 Ver Texto, ap. 2º. El argumento efectista que nos ocupa, carece de todo valor en nuestro derecho, pues para la cuenta corriente bancaria el Código expresamente permite la rescisión unilateral, con sólo diez días de aviso previo (art. 792 Ver Texto, C.Com.). Es la misma solución que establece el art. 1929, inc. 1, del Proyecto de Unificación de la Legislación Civil y Comercial para el contrato que nos ocupa. En la doctrina francesa no se hace referencia a los peligros referidos, y menos a que hayan ocurrido los trastornos que denuncian los autores italianos citados supra. La doctrina y jurisprudencia nacional sostienen la solución que propugnamos (295) . Si la facultad de dar por rescindido el contrato en cualquier época es usada en forma dolosa o simplemente abusiva o arbitraria e intempestiva, acarreará la responsabilidad por los daños y perjuicios que ocasione. Esto es de derecho común (art. 1071 Ver Texto y arg. art. 1741 Ver Texto, C.Civ.) (296) . La manifestación de voluntad unilateral debe ser expresa, pero no requiere ajustarse a formas solemnes o sacramentales: basta que se manifieste en forma inequívoca la voluntad de dar por terminado el contrato (297) ; la notificación a la otra parte puede ser efectuada por cualquier medio: carta certificada, telegrama colacionado, cartadocumento, etc. (298) . JURISPRUDENCIA Si la cuenta corriente no tiene plazo fijado, cada parte puede pedir el cierre de la cuenta cuando así le convenga (Cám. Com., JA, 1944-III, 734, con nota de Erwin Rosenbusch; ídem, 48, 382; SC, 21, 280), reclamación que puede ser hecha judicialmente a la vez que se solicita el pago del saldo (Cám. Com., GF, 170, 86). Es decir que no es necesario un juicio previo para obtener la clausura de la cuenta y la determinación del saldo definitivo, por cuanto todo ello puede ser ventilado en un solo juicio (Cám. C.C., I, Rosario, LL, 23, 175). No habiendo plazo pactado, la cuenta corriente mercantil puede cesar por la voluntad unilateral de cualquiera de los cuentacorrentistas (SCBA, JA, 38, 448; ídem, LL, 155, 245; ídem, ED, 55, 455; Cám. C.C., II, Rosario, LL, 119, 535). 14. SALDO. a) Generalidades. A modo de introducción al estudio de este tema, hemos de decir aquí que el saldo que arroja la cuenta corriente al operarse su cierre -parcial o definitivo (art. 783 Ver Texto, C.Com.)-, determina la calidad de acreedor de uno de los correntistas y, correlativamente, de deudor del otro (art. 784 Ver Texto, C.Com.). El saldo, por lo común, queda fijado extrajudicialmente, pero si surgen discrepancias que no pueden ser solucionadas por vía amigable, será menester someterlas a arbitraje (299) u ocurrir a la justicia. Establecido definitivamente el saldo, el acreedor puede librar una letra de cambio contra su deudor, por el importe de él (art. 787 Ver Texto, C.Com.); pero como ello es facultativo, si lo prefiere puede exigir el pago en otra forma, salvo lo que se pueda haber pactado al respecto. El crédito por el saldo trae aparejada acción ejecutiva (art. 787 Ver Texto, C.Com.). Fuera de los intereses que se cargan sobre cada partida (art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com.), los saldos parciales y el saldo definitivo también los producen (art. 785 Ver Texto, C.Com.). JURISPRUDENCIA El contrato de cuenta corriente mercantil tiene la peculiaridad de que las remesas que ingresan en ella, forman dos masas contrapuestas, para liquidar en las épocas convenidas, compensándolas de una sola vez hasta la concurrencia del débito y crédito (Cám. C.C. 1ª, II, B.Blanca, ED, 97, 288; ídem, JA, 1982-I, 556 Ver Texto), estableciendo, en su caso, un saldo que el correntista que entonces resulte acreedor podrá reclamar (Cám. Fed. C.C., LL, 122, 775; ídem, ED, 25, 31), que viene a ser un crédito, verdadero y exigible (Cám. Fed. C.C., LL, 131, 968), que puede ser reclamado inmediatamente (Cám. Com., 48, 382). Entre los requisitos de la cuenta corriente mercantil se puede estipular la producción de intereses, con la exigencia de la fijación de un saldo definitivo previo aviso (Cám. C.C., I, Rosario, RSF, I, 266). Cerrada y clausurada la cuenta corriente, en forma definitiva conforme al art. 783 Ver Texto, C.Com., queda fijado el estado de las relaciones jurídicas de las partes determinándose el saldo reclamable (art. 784 Ver Texto, C.Com.). A partir de ello, el acreedor pudo exigir el pago como lo hizo, en forma fehaciente, ante lo cual el demandado no debió guardar silencio, pues ante el requerimiento idóneo del otro cuentacorrentista, su situación quedó encuadrada en la primera excepción prevista en el art. 919 Ver Texto, C.Civ. (Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 116, 491). La reclamación del cierre de la cuenta corriente puede hacérsela judicialmente, a la vez que se solicita el pago del saldo (Cám. Com., JA, 1944-III, 734, con nota de E. Rosenbusch; ídem, GF, 170, 86); pero también puede ser fijado en forma definitiva, por aceptación de las partes (Cám. Com., JA, 28, 187; ídem, JA, 36, 728), o por laudo arbitral (Cám. Com., JA, 26, 1314; ídem, JA, 30, 476; ídem, JA, 38, 293; Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen), o por sentencia judicial (Cám. Com., JA, 30, 476; ídem, JA, 38, 293); en estos dos últimos casos, determinado su monto, el que resulte fijado tiene efectos retroactivos (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen). Sólo después de la aprobación expresa que uno de los cuentacorrentistas haga del saldo, el acreedor queda autorizado para girar contra el deudor o reclamar judicialmente (Cám. C.C., I, Rosario, JA, 28, 294). Lo dispuesto en el art. 785 Ver Texto, C.Com., significa que el curso de intereses a que se refiere el art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com., no se detiene con el cierre de la cuenta; si bien dejarán de producirse sobre todos los valores de crédito y débito, para recaer sobre el saldo resultante de la compensación a que se refiere el art. 784 Ver Texto, C.Com. (de la ampliación de fundamentos de los Dres. Anaya, Quintana Terán y Caviglione Fraga) (Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 19). Según lo preceptuado por el art. 785 Ver Texto, C.Com., que prevé la productividad de intereses del saldo de la cuenta corriente mercantil, atento al fenómeno inflacionario que aflige a nuestro país, corresponde aplicar la actualización monetaria -según los índices de precios no agropecuarios- e intereses del 6% calculados desde que se determinó el saldo deudor de la cuenta (Cám. Com., A, LL, 1982-C, 60). b) Fijación del saldo. En aplicación del principio de la indivisibilidad de la cuenta corriente y del régimen de ella, el art. 784 Ver Texto dispone que la conclusión definitiva de la cuenta corriente fija invariablemente el estado de las relaciones jurídicas de las partes, produce de pleno derecho, independientemente del fenecimiento de la cuenta, la compensación del íntegro monto del débito y crédito hasta la cantidad concurrente, y determina la persona del acreedor y deudor. La terminación del contrato de cuenta corriente tiene sólo efecto para el futuro; no pueden las partes iniciar nuevas operaciones, pero las que están en trámite deben terminarse y los créditos que produzcan incorporarse a la cuenta (300) . En consecuencia, el cierre definitivo de ésta sólo tiene lugar una vez terminadas totalmente las referidas operaciones, cuya duración dependerá de sus respectivos contratos (venta, consignación, locación, etc.). Si en el intervalo vencen plazos convenidos para que tengan lugar los balances parciales, deben éstos efectuarse como si el contrato de cuenta corriente no hubiera terminado. Si hay remesas de documentos comerciales, incluídos con la condición resolutoria de que serán pagados (salvo encaje), se debe esperar a su vencimiento, pues si no son pagados el saldo puede modificarse, ya que el receptor está facultado para efectuar el respectivo contraasiento (301) ; si ello no obstante, se determina y acepta el saldo, su exigibilidad queda pendiente, de conformidad con lo que dispone el art. 777 Ver Texto, C.Com. Para obtener el saldo que resulta de la compensación, hasta concurrencia de las masas indivisibles de debe y haber, se resta la menor de la mayor. El saldo determina el monto del crédito en favor de uno de los correntistas y a cargo del otro. Pero el saldo debe ser aceptado por ambas partes. En la práctica, para obtener la conformidad se procede de la siguiente manera: uno de los correntistas envía a otro copia de la cuenta según sus libros, a efectos de que éste manifieste su aprobación. Esta aprobación debe ser expresa. Si la otra parte no acepta el saldo, debe hacerlo saber, formulando observaciones a la cuenta, sobre inclusión de partidas, montos de ellas, errores, etc. A ello apuntamos: I) Que se debe entender que la remisión del estado de cuenta no importa para el correntista que la hace una confesión extrajudicial o un reconocimiento definitivo del saldo, y, por tanto, de las partidas de las cuales resulta, que le impida toda discusión posterior a fin de obtener una modificación, lo cual sería contrario al principio de la igualdad y reciprocidad de posición jurídica de ambas partes y lo colocaría en situación de indudable inferioridad; la cuenta corriente es indivisible, y mientras no quede firme por la aceptación de la otra parte, ambas tienen derecho a pretender su modificación (302) . La solución es distinta cuando se deduce la correspondiente acción judicial, y ello por el valor que procesalmente tiene la demanda como prueba en contra del actor (303) . II) Si bien del art. 777 Ver Texto, inc. 5, C.Com., no surge que la aprobación puede ser expresa o tácita, entendemos que tratándose del reconocimiento de una deuda, se requiere manifestación de voluntad expresa; el silencio no puede ser interpretado como aceptación implícita, pues ninguna disposición legal obliga a expresar conformidad en determinado lapso, siendo inaplicable al respecto el art. 73 Ver Texto, C.Com., disposición especial que se refiere a las cuentas simples o de gestión (304) , y el art. 793 Ver Texto, C.Com., de aplicación limitada a la cuenta corriente bancaria (305) . III) En aplicación de la normativa que estamos considerando, se ha resuelto que la firma del deudor puesta al pie de las cuentas presume conformidad con ellas (306) ; el hecho de recibir la rectificación formulada por la otra parte y retener y percibir el cheque con que ésta pagaba el saldo que resulta de ella, implica conformidad, no obstante que varios días después formule reclamación, que la otra parte no consintió (307) . IV) En juicio, las impugnaciones deben ser concretas, referentes a partidas determinadas, no revistiendo ese carácter el desconocimiento general de la existencia de algunas o de todas sus partidas. Empero, el desconocimiento general de las partidas que figuran en cuenta presentada al cobro por el actor, le impone la carga de probar la efectividad de sus remesas (308) . Si no se ha podido solucionar las diferencias amigablemente o sometiéndolas a arbitraje, cualquiera de los correntistas puede ocurrir a la justicia. La resolución de ésta tiene efecto retroactivo a la época en que las partidas debieron ser incluídas. JURISPRUDENCIA Si la cuenta corriente no tiene plazo fijado, cada parte puede pedir el cierre de ella cuando le convenga; reclamación que puede ser hecha judicialmente, a la vez que se solicita el pago del saldo (Cám. Com., GF, 170, 86; ídem, JA, 1944-III, 734, con nota de E. Rosenbusch). La determinación del saldo puede ser efectuada en forma definitiva por aceptación de las partes (Cám. Com., JA, 28, 187; ídem, JA, 36, 728), o por laudo arbitral, o por sentencia judicial (Cám. Com., JA, 26, 1314; ídem, JA, 30, 476; ídem, JA, 38, 293). No acredita la aceptación del saldo el simple silencio del cuentacorrentista (Cám. Com., JA, 6, 670). Cerrada y clausurada la cuenta corriente mercantil, en forma definitiva (art. 783 Ver Texto, C.Com.), quedó fijado el saldo reclamable (art. 784 Ver Texto, C.Com.). Reclamado el pago de éste en forma fehaciente, si el demandado guardó silencio, su situación quedó encuadrada en la primera excepción prevista en el art. 919 Ver Texto, C.Civ. (Cám. C.C. 1ª Mar del Plata, LL, 116, 491). El saldo de la cuenta corriente mercantil puede ser exigido inmediatamente (Cám. Com., JA, 48, 382). Si se reclama el saldo insoluto de una cuenta corriente mercantil y él resulta cuestionado, el actor debe probar fehacientemente dicha cuenta y los rubros que la integran; no habiéndolo hecho, la demanda instaurada sólo puede prosperar por el monto que el demandado reconoció adeudar (Cám. Com., A, LL, 156, 353). El actor que difiere la prueba de la cuenta corriente a las constancias de sus propios libros, no sólo debe acreditar la existencia del contrato y la cuantía del saldo deudor, sino primordialmente el carácter de comerciante del deudor, extremo que lo habilita a oponerle sus asientos y registros (art. 63 Ver Texto, C.Com.) (Cám. C.C. 1ª B.Blanca, Rep. LL, XL, 654). Si se trata de la determinación del saldo de la cuenta corriente mercantil, la existencia de una operación no contabilizada puede aparecer como defensa, pero no como contrademanda, pues no existiría pretensión de cobro de un eventual crédito, sino objeción al saldo que la actora invoca en su favor como sustento de su demanda de cobro (Cám. Com., D, LL, 1985-B, 22, con nota de R. Nissen). Ver, además, jurisprudencia del nº 14, letra a. c) Rectificación posterior a la aprobación. La aprobación amigable o judicial del saldo no obsta a la rectificación posterior de la cuenta por errores u omisiones, conclusión dogmática que se refuerza con lo dispuesto por el art. 790 Ver Texto, C.Com., que se refiere a la acción de "rectificación de la cuenta por errores de cálculo, omisiones, artículos extraños o indebidamente llevados al débito o crédito, o duplicación de partidas" (309) . Conforme a lo que ya hemos expresado (310) , también se puede pedir la exclusión de partidas por tratarse de créditos nulos (311) . Esto es también admitido por la doctrina alemana: Lehmann, nº 30; Staub, nº 30; Duringen-Hachenburg, 368. Sólo resta señalar que no se debe confundir la rectificación, por los conceptos indicados (312) , con la revisión de la cuenta, que implica la reapertura de la discusión sobre la procedencia de la inclusión o exclusión de determinadas partidas, pues esta última es improcedente, por extemporánea, con posterioridad a su aprobación amigable o judicial (313) . JURISPRUDENCIA La rectificación del saldo de una cuenta corriente mercantil es procedente según lo preceptuado en el art. 790 Ver Texto, C.Com., si han existido vicios de voluntad, tanto en el envío del saldo de la cuenta como en su aprobación (Cám. Com., B, LL, 151, 50). Las rectificaciones y alegaciones sobre que la cuenta corriente no está cerrada o que el saldo no coincide con los libros, son hechos a discutir en el juicio ordinario posterior a la ejecución del saldo (Cám. Com., LL, 59, 213). d) Intereses. Sin perjuicio de lo expresado supra (314) , hemos de considerar aquí algunos otros aspectos de los intereses. I) Forma de computarlos. Los intereses de las diversas partidas (art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com.) corren hasta el momento en que se efectúa el cierre y se opera, de pleno derecho (art. 784 Ver Texto, C.Com.), la compensación de las masas de crédito y débito; desde ese momento el interés corre sobre el saldo. En resumen: el curso de los intereses no se detiene (315) ; si la fijación definitiva del saldo demora, los intereses del que resulte deben ser computados desde que tuvo lugar el cierre (316) . II) Tasa. La tasa de intereses se determina de conformidad con lo que dispone el art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com.: en primer término los convenidos; en defecto de convención, como no hay en la República intereses legales, debe estarse a los corrientes en operaciones de esa naturaleza. En otros términos: la tasa de los intereses del saldo es la misma de los intereses de las partidas de la cuenta (317) . Sin embargo, para algunos autores italianos (318) los intereses convenidos para las partidas no se aplican en caso de cierre parcial, cuyo saldo pasa a formar la primera partida de la cuenta reabierta (saldo parcial), y en caso de cierre posterior a la rescisión del contrato, el interés es el legal (saldo definitivo) (319) . No percibimos por qué razón se debe modificar la tasa convenida de los intereses, siendo así que el saldo no es en definitiva más que la última partida de la cuenta en favor del correntista que resulta acreedor; los créditos que han determinado este saldo no son otros que los anotados en la cuenta; si para ellos se ha convenido una tasa determinada, lógico es que se aplique el saldo (320) . La opinión contraria reconoce como origen el distingo que hacen algunos autores entre las partidas de la cuenta, que no serían créditos, sino simples asientos de contabilidad, y el saldo, verdadero crédito; respecto de los primeros no se podría hablar de intereses sino de precio del acreditamiento (Kredipreis), que sólo presenta analogía con aquéllos; en cambio, el saldo es un crédito productor de intereses (321) . En páginas anteriores hemos demostrado, suficientemente, que los créditos incluídos en la cuenta corriente no pierden totalmente su carácter de tales. No hay, pues, razón alguna para establecer distingo entre los intereses de tales créditos y los del saldo. Si la tasa es diferente para una y otra parte se aplicará al saldo la estipulada para las partidas de que resulte acreedora (322) . III) Capitalización. Balances parciales. Dispone el art. 788 Ver Texto, C.Com., que las partes podrán capitalizar los intereses en períodos que no bajen de tres meses, determinar la época de los balances parciales, la tasa del interés y la comisión, y acordar todas las demás cláusulas accesorias que no sean prohibidas por la ley. A ello apuntamos lo siguiente: A) La productividad de intereses por las diversas partidas de la cuenta y por los saldos provisorios o definitivos, es de la naturaleza, pero no de la esencia de la cuenta corriente (arts. 771 Ver Texto y 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com.) (323) ; ello explica la amplia libertad que al respecto deja a las partes la regla legal. Sin embargo, como la capitalización de intereses es una excepción al derecho común que la prohíbe (art. 623 Ver Texto, C.Civ.), en caso de duda debe estarse por lo menos gravoso para el deudor; sólo se podrá capitalizar los intereses del saldo definitivo cuando expresamente se ha convenido (324) , siendo insuficiente haberla estipulado para los intereses, en términos generales, sin especificar. B) La regla legal ha sido consagrada respetando los usos del comercio y según la más autorizada doctrina (325) ; empero, siendo una excepción al derecho común, establece un límite: que no se puede capitalizar intereses por períodos menores de tres meses (326) . C) Se debe tener especialmente en cuenta que si las partidas y los saldos de la cuenta corriente devengan intereses de puro derecho, la capitalización sólo puede tener lugar cuando media conformidad de ambas partes. Si bien algún fallo (327) ha exigido convenio expreso, es indudable que también procede por convenio tácito, como cuando periódicamente se realizan balances parciales con capitalización de intereses, sin observación alguna, o cuando ambas partes los capitalizan. D) El precepto deja a las partes en libertad de determinar la fecha en que se efectuarán los cierres provisorios de la cuenta o balances parciales; no tienen, pues, limitación alguna. Se puede fijar períodos quincenales, mensuales, bimestrales, etc; pero sobre los intereses incluídos en el saldo no se podrá cargar intereses, sino trimestralmente, dada la limitación que al respecto establece el mismo artículo (328) . JURISPRUDENCIA Los intereses en la cuenta corriente corren de pleno derecho (Cám. Civ. 1ª, JA, 34, 1142), es decir que deben ser computados desde la fecha del estado de cuentas que no ha sido impugnado, y no desde que fue notificada la demanda, pues ello se ajusta a la regla del art. 785 Ver Texto, C.Com. (Cám. Civ. 1ª, LL, 6, 406; ídem, JA, 58, 115; Cám. C.C., I, Rosario, LL, 22, 56). Lo dispuesto en el art. 785 Ver Texto, C.Com., significa que el curso de los intereses a que se refiere el art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com., no se detiene con el cierre de la cuenta, si bien dejarán de producirse sobre todos los valores de crédito y débito, para recaer sobre el saldo resultante de la compensación a que se refiere el art. 784 Ver Texto, C. cit. (de la ampliación de fundamentos de los Dres. Anaya, Quintana Terán y Caviglione Fraga) (Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 19). Si la parte actora remitió a su contraria los resúmenes, haciendo constar en ellos que si las liquidaciones no eran observadas dentro del plazo de 15 días de recibidas, se las consideraba aceptadas, la mora del deudor se produjo desde esa fecha (arts. 509 Ver Texto, C.Civ., y 785 Ver Texto, C.Com.), debiendo correr los intereses y la actualización monetaria desde ese momento (Cám. Com., B, LL, 1985-D, 613; Cám. C.C., I, Rosario, RSF, 1, 266). Conforme al art. 785 Ver Texto, C.Com., corresponde aplicar la actualización monetaria -según los índices de precios no agropecuarios- e intereses del 6% calculados desde que se determinó el saldo deudor de la cuenta (Cám. Com., A, LL, 1982-C, 60). Si en los períodos precedentes al plazo fijado para el pago del saldo deudor de la cuenta corriente, los adelantos de dinero hechos por el comitente a su mandatario no devengaban intereses, aquél no puede modificar unilateralmente ese modus operandi, y computarlos sobre períodos anteriores a dicho plazo; si el saldo no hubiera sido satisfecho dentro de tal plazo, debió hacerse correr intereses a partir de su vencimiento (art. 622 Ver Texto, C.Civ.) (Cám. Com., A, ED, 19, 67). Es infundado pretender que se excluya del saldo resultante de la cuenta corriente los débitos de intereses cargados a la parte quejosa, pues resultaría arbitrario excluír tales remesas si para investigar el tema el perito ha utilizado como base la registración de tal cuenta en los libros de una parte; hay que aceptar esos registros en su completividad, y no seccionar las diversas partidas, para excluír aquellas que resulten desfavorables, siendo, por otra parte, carga de la quejosa impugnar concretamente los rubros o partidas que quisiera excluír de la cuenta y hubiera sido su carga probar la base fáctica de su impugnación (arg. art. 73 Ver Texto, C.Com., y arts. 330 Ver Texto y 377 Ver Texto, C.Proc.) (Cám. Com., D, LL, 1985-A, 307). e) Ejecutividad. Determina el art. 787 Ver Texto, C.Com., que quien resulte acreedor por la cuenta corriente, podrá girar contra el deudor por el saldo una letra de cambio, y si éste no la aceptase o pagase, aquél tiene acción ejecutiva para reclamar el pago. La regla legal impone al correntista que resulta deudor la obligación de aceptar y pagar la letra, y en caso contrario lo hace pasible de daños y perjuicios (329) . No hay otra sanción, pues el derecho del acreedor de accionar judicialmente lo tiene en todos los casos, haya o no librado la letra, lo cual constituye una facultad, y no una obligación; podrá, dice el precepto (330) . Como el saldo es exigible inmediatamente, la letra puede estar concebida a la vista. Salvo, se entiende, que las partes hayan convenido otra cosa (331) . Conforme a la segunda parte, el saldo definitivo trae aparejada ejecución, el legislador coloca, pues, a tal crédito en el mismo pie que al que consta en una letra o pagaré. Esta norma ha sido criticada por Segovia (332) , calificándola de doctrinaria, y Malagarriga (333) comparte el criterio, afirmando que la disposición puede ser suprimida. Es un error: la ley procesal determina el trámite a seguir en la acción ejecutiva y es de su resorte conferirla a ciertos títulos, pero ello no significa que el Congreso de la Nación carezca de facultades para dotar a determinados títulos y créditos de acciones sumarias y expeditivas, a fin de asegurar la efectividad de las instituciones que crea (334) . Ello es corriente y no se discute en doctrina; en uso de tal atribución ha conferido acción ejecutiva a los warrants, debentures, papeles de comercio, certificado de prenda, etc. Por tanto, es acertada la disposición del artículo que nos ocupa, y necesaria su inclusión, pues de lo contrario quedaba librada la cuestión a las leyes locales que podrían o no dar fuerza ejecutiva al saldo de la cuenta corriente (335) . Se entiende que el saldo a que se refiere la norma es el fijado en forma definitiva, por aceptación de las partes, por laudo arbitral o por sentencia (336) . Cuando no hay saldo aprobado, la acción que corresponde es la de liquidación de la cuenta corriente, determinación del saldo y cobro de éste, acumulándose así en un solo proceso todas las cuestiones pendientes entre las partes, no se requiere un juicio previo para determinar el saldo a fin de deducir luego la ejecución (337) . Ello se impone por razones de economía procesal, pues ahorra tiempo y dinero. Esta acción, en defecto de procedimiento especial establecido por la ley procesal respectiva, debe ajustarse al trámite del juicio ordinario (arg. art. 319 Ver Texto, C.Proc.). JURISPRUDENCIA La determinación del saldo definitivo de la cuenta corriente mercantil puede efectuarse: por aceptación expresa de las partes (Cám. Com., JA, 28, 187; ídem, JA, 36, 728) o por laudo arbitral o por sentencia judicial (Cám. Com., JA, 26, 1314; ídem, JA, 30, 476; ídem, JA, 38, 293); sólo luego de ello el acreedor queda autorizado para girar contra el deudor o reclamar judicialmente (Cám. C.C., I, Rosario, JA, 28, 294). Si la cuenta corriente no tiene plazo fijado, cada parte puede solicitar el cierre y liquidación de ella; reclamación que puede ser hecha judicialmente, a la vez que se solicita el pago del saldo (Cám. Com., JA, 1944-III, 734, con nota de E. Rosenbusch; ídem, GF, 170, 86). (253) Malagarriga, V, nº 173, dice que "la extinción del contrato de cuenta corriente tiene lugar por el cierre de la cuenta"; se trata de un error, pues precisamente es a la inversa: la terminación del contrato provoca el cierre de la cuenta. (254) V. nº 14, letra b, ap. IV. (255) V. nº 16, comentario del art. 1929, P.U.L.C.C. (256) Conf.: Diena, II, 175: este autor exceptúa el caso en que ambos correntistas son de la misma nacionalidad, en cuyo supuesto debe prevalecer la ley nacional, como interpretación de la intención presunta de las partes; Morando, nº 42. (257) Conf.: Bonelli, 898; Lehmann, nº 34, V.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 848, quienes parecen aceptar para todos los casos el consentimiento tácito. (258) Conf.: Cám. Com., JA, 32, 428; Cám. Civ. 2ª, JA, 71, 618; LL, 19, 541, y GF, 148, 144; Cám. Fed. Córdoba, 3, 43. (259) Conf.: Cám. Com., JA, 23, 1061. (260) Conf.: Bonelli, lug. cit. (261) Conf.: Bonelli, lug. cit., y Scalamandré, nº 720. (262) Contra: Williams, 1, 427. (263) V.: Bonelli, lug. cit., para quien, en sustancia, se trata de casos de denuncia a los cuales la ley asigna un motivo; Vivante, IV, nº 1760; Giannini, nº 90. Para Vidari, V, nos. 4337 y ss., sólo puede requerirla la otra parte. No mediando denuncia, el contrato continúa con los herederos del correntista fallecido o los representantes legales del incapaz. Lo mismo en el código rumano, art. 373. Segovia, II, n. 2595, afirma que la muerte de la persona física debe equipararse a la disolución de la sociedad: Da, nº 156; Boistel, nº 887; Giannini, nº 246; Vidari, V, nº 4338; es un error, la disolución no extingue la sociedad, que conserva su personalidad moral y continúa en liquidación, ni pone término a sus operaciones (arts. 101 y ss., ley 19550 Ver Texto) (conf.: Vivante, IV, nº 1760; Bonelli, 900). (264) V. t. III-A, 10. (265) V. t. III-A, 15. (266) V. t. III-A, 16. (267) V. t. III-A, 17. (268) V. t. III-A, 29. (269) V. t. III-A, 33. (270) V. t. I, 356 y ss. (271) V. nº 5, letra i. (272) Conf.: Williams, 1, 429. (273) Conf.: Morando, 191, n. 1; Fiorentino, 69; Williams, 1, 427. Contra: Bonelli, 900/1. (274) V.: Alegría, Algunas cuestiones de derecho concursal, Buenos Aires, 1975, 179. (275) Conf.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 848, para el instituto, en cierto modo análogo de la liquidation judiciaire, francesa; Bonelli, 901. V.: Fernández, Código de Comercio comentado, III, 481, para la liquidación sin quiebra de la ley 11719 . (276) Conf.: F. Quintana Ferreyra, Concursos. Ley 19551 y sus modificatorias, Buenos Aires, 1986, II, 151; Williams, 428. La doctrina francesa predominante admite que la quiebra causa la rescisión ipso iure del contrato de cuenta corriente; entre otros: Clement, nº 247; Brun, 5 y ss.; Feitu, nº 305; Da, nº 157; Massé, IV, nº 2308; Boistel, nº 887; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 848. En Italia, Bonelli, 900, n. 1, después de referirse a la evolución operada en la doctrina alemana, que desde Oetker, I, 255 y ss., demostró que la cuentacorriente puede continuar perfectamente con el curador de la quiebra, considera que sólo se trata de una causa que autoriza a pedir la rescisión a cualquiera de las partes, y no de una causa que la provoca necesariamente; dice: "Por lo demás, nos parece también a nosotros que no hay razón para excluír la posibilidad de una continuación de la cuenta corriente con el curador que, debidamente autorizado, continúa el comercio del fallido". No estamos de acuerdo con tal conclusión. La solución es la inversa. Si ambas partes están de acuerdo en mantener el contrato de cuenta corriente, pueden hacerlo perfectamente, pero dada la naturaleza de este contrato, basado en la mutua confianza y que importa una concesión recíproca de crédito, y los efectos jurídicos, económicos y morales que produce la quiebra, es más jurídico, lógico y ajustado a la realidad, considerarlo rescindido automáticamente al ser ésta declarada. (277) Conf.: Bonelli, 901. (278) Conf.: R. Provinciali, Tratado de derecho de quiebra, Barcelona, 1958, II, 362; Quintana Ferreyra, II, 557; H. Roitman, Efectos jurídicos de la quiebra sobre los contratos preexistentes, Buenos Aires, 1973, 136. (279) Conf.: Alberti, Apuntes sobre la compensación en el concurso, RDCO, 1980-323. (280) La doctrina italiana interpreta así el art. 345, C.Com., que habla de anotación en la cuenta: Caluci, nº 13; Giannini, nº 50; Navarrini, en Dig. it., vº Conto corrente, nos. 38 y 51; Bonelli, 853. (281) Doctrina uniforme; entre otros: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 848; Morando, 191, n. 1; Vivante, IV, nº 1759; Bonelli, 901; jurisprudencia francesa e italiana citada por los dos últimos en las notas 56 y 3, respectivamente. (282) Conf.: Williams, 1, 428. (283) Conf.: Williams, lug. cit. Comp.: Provinciali, II, 363: Se admite que el contrato pueda ser mantenido con vida en el caso de continuación de la empresa, a tenor del art. 90, ley de quiebras. Pero, sustituyéndose el organismo concursal del quebrado, en la relación de cuenta corriente, hay que estimar que esto determine la constitución de una nueva relación, no continuación de la anterior. (284) Conf.: Fiorentino, 69; Williams, 1, 427. (285) V. nº 9. (286) Conf.: Feitu, nº 247 bis; Percerou, II, nº 1665; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 830 bis; Boistel, nº 945; Giannini, 874; Navarrini, nº 135; Bonelli, 870/1; Williams, 1, 447. (287) V. nº 5, letra f. (288) Conf. por todos: Fernández, Fundamentos de la quiebra, nº 473, y autores citados en la p. 965, n. 27. (289) Conf.: Giannini, 872, n. 27; Navarrini, nº 129; Fiorentino, 65; Williams, 1, 425. (290) V.: Planiol y Ripert, VI, nos. 370 y 428. (291) Tal es la solución de la doctrina francesa, cuya ley nada dice al respecto de este contrato: Helbronner, nº 153; Clement, nº 254; pero exige un motivo grave; Delamarre y Le Poitvin, III, nº 338; Boistel, nº 887; Feitu, nº 300; Da, nº 154; Lacour y Bouteron, II, nº 1499; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 848; Dalloz, Rép. prat., vº Compte courant, nº 116 (contra: Noblet, nº 123). También la doctrina italiana, antes del código actual: Supino, nº 64 (contra: Borsari, nº 357). Varias leyes expresamente la establecen: ley mejicana de títulos y operaciones de crédito de 1932, art. 310; Código de Comercio italiano, art. 348, inc. 2; Alemania, art. 355, aps. 2º y 3º; Portugal, art. 349; Rumania, art. 355. Algunos autores italianos y alemanes critican el precepto de su respectiva ley: Caluci, nº 29; Giannini, nº 88; Bonelli, 898; Vidari, V, nº 4663; Gr�nhut, 947; Greber, 89. (292) Vivante, IV, nº 1758, impresionado por la exposición de Pantaleoni en el Giornale degli Economisti, 1895, 364 y ss., en el cual describe el desastre del "Credito Mobiliare", al cual los bancos extranjeros le cortaron el crédito en forma casi simultánea. Malagarriga, V, nº 175, y Rivarola, IV, nº 1232, comparten esta opinión. Desde el punto de vista dogmático, Vidari, V, nº 4333, es contrario a la opinión que sustentamos. (293) Conf.: Giannini, 872, n. 27; Navarrini, nº 129; Fiorentino, 65; Williams, 1, 425. (294) Conf.: Bonelli, lug. cit.; Caluci, nº 29; Vivante, IV, nº 1758; Morando, nº 45; Cas. Florencia, Foro It., vº Conto corrente, nº 9; proyectos de código de comercio, de Vivante, art. 484, y D´Amelio, art. 365, los cuales exigían, además, un aviso previo de diez días, como establece la ley mejicana, en su art. 310, y, para la cuenta corriente bancaria, nuestro Código, art. 792. Contra: Egidi, nº 24; Marghieri, nº 2409; Errera, Le Temi, 1901, 685. (295) Obarrio, II, nº 359; Martín y Herrera, cap. VIII, 21, 280; Cám. Com., IV, 80; Cám. C.C., I, Rosario, LL, 23, 175; S.C.B.A., JA, 38, 448. Se expiden en contra: Malagarriga, V, nº 175; Segovia, II, n. 2594; este autor sostiene el absurdo de que según el texto, "si no hay término pactado, las partes están obligadas a mantener la cuenta corriente indefinidamente y por toda la vida, si una de las partes así lo quiere", no obstante reconocer a continuación que tal conclusión está en desacuerdo con la doctrina de casi todos los tratadistas, con las prácticas comerciales y con lo establecido en los códigos de Italia, Alemania y Portugal. Rivarola, IV, nº 1232, quien a pesar de no admitir la rescisión en forma unilateral, considera que no se puede aceptar la duración indefinida del contrato, por lo cual entiende que la solución consiste en paralizar de hecho la cuenta al no efectuar o aceptar remesas, lo que crearía una situación de hecho equivalente, dice, a la terminación definitiva que prevé el art. 783 Ver Texto, C.Com.; el saldo que resulte constituiría, según él, una obligación sin plazo cuya fecha debería ser fijada judicialmente de conformidad con el art. 618 Ver Texto, C.Civ. Esta solución de hecho, que tendría el grave inconveniente de crear una situación de incertidumbre sobre la subsistencia de la cuenta y demoraría la liquidación, pues sería menester dejar trascurrir determinado lapso, un tanto prolongado, para que la paralización pudiera interpretársela como intención de ambas partes de poner término al contrato, no daría el resultado perseguido si la otra parte, mediante remesas, aunque fueran pequeñas, o por correspondencia, manifiesta su voluntad de que la cuenta continúe, pues no se podría en tal supuesto hablar de mutuo consentimiento tácito. Por lo demás, si la paralización por un lapso prolongado se considera que pone término por consentimiento implícito al contrato, con ello se produce el cierre de la cuenta, y el saldo que resulta es exigible, como determina la ley en los arts. 784 Ver Texto y 787 Ver Texto, C.Com., por lo cual no procede conceptuarlo obligación sin plazo y sostener que éste debe ser fijado judicialmente, lo que se tendría que hacer en juicio ordinario, con la consiguiente pérdida de tiempo y dinero, en detrimento de los intereses del comercio, que requiere soluciones expeditivas. (296) Conf.: Williams, 425. (297) Conf.: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 848; Morando, nº 45; Williams, 1, 425. (298) Conf.: Giannini, lug. cit.; Navarrini, nº 132; Williams, lug. cit.: también puede exigírselo bajo forma de una demanda por cobro de saldo, sea bajo la forma de una acción de liquidación de la cuenta. (299) V. t. I, 131 y ss. (300) Doctrina uniforme; entre otros: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 849; Vivante, IV, nº 1758; Malagarriga, V, nº 182. (301) V. nº 10. (302) Conf.: Morando, nº 43; Giannini, nº 80; Navarrini, Conto corrente, nº 106; Hedemann, 701. Contra: Caluci, nº 25; Vivante, IV, nº 1751; Borsari, nº 346; Bonelli, 892, n. 3; salvo el remedio de la condictio indebiti; Lévy-Riesser, nº 36; y autores alemanes citados por Bonelli, lug. cit. (303) V. nº 7, letra c. (304) Conf.: Malagarriga, V, nº 153; Rivarola, IV, nº 1229. (305) La doctrina y la jurisprudencia extranjeras también admiten que el silencio del correntista que recibe una liquidación de la otra parte no importa aceptación tácita de ella: Bonelli, 893; Vivante, IV, nº 1750; Boistel, nº 886, C, y jurisprudencia francesa que cita; Cosack, nº 69, I, 79; Staub, n. 26 al art. 355, y jurisprudencia alemana allí citada. (306) Cám. Com., JA, 1, 500. (307) Cám. Com., JA, 17, 280. (308) Cám. Com., JA, 7, 530; Cám. Civ. 2ª, JA, 20, 317. V.: S.C.B.A., JA, 33, 1187: contestación del demandado. (309) Doctrina uniforme; entre otros: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 850; Ruben de Couder, vº Compte courant, nº 80; Boistel, nº 886, C; Dalloz, Rép. prat., vº Compte courant, nº 125; Lacour y Bouteron, II, nº 1500; Vidari, V, nº 4344; Pagani, nº 35; Bonelli, 894; Giannini, nº 84; Caluci, nº 25; Supino, nº 78; Vivante, IV, nº 1752. La doctrina alemana predominante da al saldo una mayor consistencia, vedando toda modificación posterior por dolo, error o violencia, vicios que sólo admite cuando se refieren al acto de reconocimiento, pero no a las operaciones particulares de las cuales emanan los créditos incluídos en la cuenta. Pero se debe tener en cuenta que tal conclusión es una consecuencia de la concepción básica que profesa de que el crédito de saldo se funda directamente sobre el reconocimiento, que tiene así un alcance no solamente declarativo y demostrativo, sino constitutivo: Greber, 106 y ss.; LévyRiesser, nº 38; Gr�nhut, 950 y ss.; Lehmann, nos. 29 y s.; Staub, nos. 27 y 29. (310) V. nº 6, letra c. (311) Conf.: Lyon-Caen y Renault, y Bonelli, lugs. cits.; Vivante, IV, nº 1753. (312) Para esta acción se puede ver: Rosenbusch, en JA, 68, sec. doctr., 118. (313) Conf.: Bonelli, 894; Malagarriga, V, nº 184. (314) V. nº 5, letra f. (315) Conf.: Malagarriga, V, nº 187. (316) Contra: Vivante, IV, nº 1754. (317) Conf.: Feitu, nº 339; Clement, nº 279; Boistel, nos. 886, D, y 887, B; Supino, nº 60; Borsari, nº 352; Gurini, nº 339. (318) Pagani, nº 34; Giannini, nº 85; Bonelli, 889; Vivante, IV, nº 1754. (319) Conf.: Malagarriga, V, nº 186. (320) Segovia, II, n. 2606, parece conforme con nuestra interpretación. (321) Greber, 17, 105 y 144; Bonelli, 889. (322) Conf.: Boistel, nº 886, D. (323) Conf.: S.C.B.A., JA, 38, 448. (324) Conf.: Boistel, nº 887, B; Cas. fr., D., 1876-I, 385. (325) En Francia, en ausencia de un texto especial como el nuestro, y con un Código Civil que sólo permite capitalizar los intereses por períodos no menores a un año (art. 1154 Ver Texto), predomina la tendencia favorable a la capitalización en períodos más cortos, es decir, a la no aplicación a la cuenta corriente del precepto mencionado de la ley civil, en razón de indivisibilidad de la cuenta corriente y su efecto novatorio, y por consagrarlo así los usos comerciales: Noblet, nos. 155 y ss.; Ruben de Couder, vº Compte courant, nº 64; Boistel, nº 886, D; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 844; Lacour y Bouteron, II, nº 1498; Wahl, nº 1786; Dalloz, Rép. prat., vº Compte courant, nº 103; jurisprudencia francesa constante, fallos cits. por Ruben de Couder y Dalloz. Contra: Demangeat s/ Bravard, II, 448; Dietz, 219; Feitu, nº 281; Delamarre y Le Poitvin, III, nº 338; Helbronner, nº 137. V.: Thaller, nº 1669 bis, que se expide en términos dubitativos, si bien parece sostener la teoría contraria. Entre las leyes extranjeras que expresamente permiten la capitalización de intereses en la cuenta corriente, al disponer que los saldos parciales devengan intereses, se puede ver: C. de Com. Italia, art. 347; Chile, art. 614; Alemania, art. 355; ley mejicana de títulos y operaciones de crédito de 1932, art. 308. La doctrina italiana puede ser considerada pacífica en el mismo sentido. (326) Conf.: Segovia, II, n. 2612; Malagarriga, V, nº 194; Rivarola, IV, nº 1230. (327) Cám. Com., LL, 8, 1129. (328) Contra: Malagarriga, V, nº 195, entendiendo que los balances no podrán ser menos que trimestrales; Segovia, II, n. 2613, quien confundiendo los balances con la capitalización de intereses o considerando erróneamente que en los saldos parciales necesariamente se debe agregar intereses, dice que los primeros "no podrán ser sino trimestrales", lo cual, de tomárselo al pie de la letra, involucraría otro error: el de que los balances no podrían ser efectuados en períodos superiores al trimestre, conclusión carente de fundamento. (329) Conf.: Segovia, II, n. 2609. (330) Conf.: Segovia, lug. cit. (331) Es necesario que exista un saldo definitivo: sólo éste puede constituír provisión de fondos del girante de la letra; la doctrina puede ser considerada uniforme en el sentido de que antes de la determinación del saldo definitivo no se puede hablar de provisión, aunque el balance de la cuenta en ese momento sea favorable a una de las partes: entre otros, están conformes: Clement, nos. 157 y ss.; Feitu, nº 246; Boistel, nº 884, A; Thaller, nº 1665, b; Lyon-Caen y Renault, IV, nº 837; Bonelli, 871. Entre otros, la cuenta corriente bancaria autoriza a librar cheques contra el banco girado, pero ello se debe a las características especiales que la ley da a este contrato, que en realidad presenta marcadas diferencias con la cuenta corriente mercantil. (332) Segovia, II, n. 2610. (333) Malagarriga, V, nº 190. (334) V.: Fernández, Código Procesal Civil y Comercial, 2ª ed., ps. 192 y ss. (335) Conf: Rivarola, IV, nº 1234, C. (336) V. art. 777 Ver Texto, inc. 5, C.Com., que establece una limitación a la exigibilidad del saldo. (337) Conf.: Boistel, nº 887, B; Bonelli, 893. 15. PRESCRIPCIÓN. La acción para solicitar el arreglo de la cuenta corriente, el pago del saldo, judicial o extrajudicialmente reconocido, o la rectificación de la cuenta por errores de cálculo, omisiones, artículos extraños o indebidamente llevados al débito o crédito, o duplicación de partidas, se prescribe en el término de cinco años. En igual término prescriben los intereses del saldo, siendo pagaderos por año o por períodos más cortos (art. 790 Ver Texto, C.Com.). El término de cinco años que establece el citado precepto -que desde el punto de vista metodológico debió figurar en el título XVI, exactamente entre los arts. 846 Ver Texto y 847- corre, como en todos los casos de prescripción, desde que nace el derecho, o sea, tratándose de créditos, desde que ellos son exigibles. En consecuencia, siguiendo el orden establecido en la regla legal, tenemos que: a) la acción para solicitar el arreglo de la cuenta, desde que se opera el cierre definitivo de ella (338) , por cualquier causa; mutuo consentimiento, vencimiento del término convenido, voluntad unilateral, muerte (339) , incapacidad, quiebra (art. 782 Ver Texto, C.Com.) y aun tácitamente (340) ; b) la acción por cobro del saldo, judicial o extrajudicialmente reconocido desde que es exigible, es decir, desde que tiene lugar el reconocimiento (341) , o si está sujeto a plazo o condición, desde el vencimiento del primero o desde el cumplimiento de la segunda (art. 3957 Ver Texto, C.Civ.) (342) ; c) la acción para obtener la rectificación de la cuenta por errores de cálculo, omisiones, artículos extraños o indebidamente llevados al débito o crédito o duplicación de partidas, desde la aprobación de la cuenta, siendo inaplicable al respecto el art. 4030 Ver Texto, C.Civ., que se refiere a la acción de nulidad de los actos jurídicos, caso completamente distinto (343) . Se debe tener presente que la mera aprobación del saldo involucra la aprobación implícita de todas las partidas que han contribuído a formarlo; d) la acción por cobro de los intereses del saldo (definitivo se entiende, pues los intereses de los saldos parciales pasan con ellos a la continuación de la cuenta), desde la fecha en que son exigibles: aparte de las disposiciones generales del Código Civil, se puede argumentar con el art. 847 Ver Texto, inc. 2, C.Com. La aplicación del artículo que nos ocupa presenta ciertas dificultades en la práctica, porque se pretende que la prescripción que él fija (cinco años) se aplique a créditos provenientes de la venta de mercaderías al fiado sin documento escrito, anotadas en los libros bajo forma de cuenta corriente, pero sin mediar, en rigor, el contrato de cuenta corriente mercantil sobre el cual legisla el Código de Comercio, o, a la inversa, se niega al contrato de cuenta corriente en su verdadero carácter, sosteniendo que se trata de simples operaciones de compraventa al fiado sin documento escrito, para obtener una prescripción más breve (art. 849 Ver Texto: dos años). Es, pues, sumamente importante determinar si se trata del contrato de cuenta corriente mercantil o de cuenta simple o de gestión (344) . Asimismo, se suele pretender que se aplique la prescripción establecida para las acciones basadas en la letra de cambio (art. 96 Ver Texto, decr.-ley 5965/63) cuando habiéndose incluído el importe de ellas en una cuenta corriente mercantil, la prescripción del saldo es de cinco años (345) . En la cuenta simple o de gestión, que carece de la indivisibilidad de la cuenta corriente y no produce trasformación alguna respecto de los créditos en ella anotados (novación) (346) , la prescripción es la correspondiente a las operaciones que les han dado nacimiento (347) . Si el fiador que paga el saldo de la cuenta corriente acciona contra el fiado para obtener el reembolso, su acción surge del contrato de fianza (348) , y no de la cuenta corriente, y la prescripción es la ordinaria de diez años, en lugar de la especial de cinco que establece el art. 790 Ver Texto, C.Com. (349) . JURISPRUDENCIA La prescripción de la acción para demandar el arreglo de la cuenta corriente mercantil, corre desde el día en que las partes convinieron que se efectuaría el cierre definitivo de ella (SC Tucumán, JA, 43, 874). El término de prescripción de cinco años que fija el art. 790 Ver Texto, C.Com., comienza a correr desde que la cuenta corriente quedó paralizada, pues ello importó su cierre por mutuo consentimiento implícito de las partes (Cám. Civ. 2ª, JA, 71, 618; ídem, LL, 19, 541; Cám. Fed. Córdoba, 3, 43; Cám. C.C. 2ª, III, Rosario, JA, 66, 363; ídem, LL, 12, 955). El término para el cobro del saldo judicial o extrajudicial, que luego de reconocido quedó sujeto a un plazo o a una condición, corre desde que expiró aquél o se cumplió ésta (Cám. Com., 1, 286). Si existió entre las partes -asegurador y reasegurador- una verdadera relación de cuenta corriente mercantil, en la cual se inscribían remesas recíprocas por créditos inexigibles hasta el cierre, parcial o provisorio, cabe concluír que el plazo de prescripción anual previsto para el contrato de seguro, aplicable supletoriamente al reaseguro, ha sido desplazado por la prescripción quinquenal establecida por el art. 790 Ver Texto, C.Com., para la cuenta corriente mercantil, en virtud del efecto novatorio reconocido por el art. 775 Ver Texto, C. cit. (Cám. Com., C, LL, 1988-B, 277). La acción con que cuenta el fiador, que pagó el saldo de una cuenta corriente mercantil, contra el afianzado, tiene un plazo de prescripción de diez años, pues surge del contrato de fianza, y no del contrato de cuenta corriente (Cám. Civ. 2ª, JA, 40, 205). Es inadmisible la defensa de prescripción alegada invocando que ha trascurrido el plazo correspondiente para la cuenta corriente mercantil o, en el mejor de los casos, la de cuatro años que trae el inc. 3 del art. 847 Ver Texto, C.Com., cuando el excepcionante ha reconocido que la demanda versa sobre "una operación de préstamo o mutuo en dólares" (Cám. Com., A, LL, 132, 230). 16. PROYECTO DE UNIFICACIÓN DE LA LEGISLACIÓN CIVIL Y COMERCIAL. En este número efectuamos un estudio de las normas proyectadas destinadas a regular el contrato de cuenta corriente mercantil; comprende breves consideraciones doctrinales, referencias al diverso modo como se ha legislado sobre el tema en el derecho comparado, concluyendo con algunas apreciaciones críticas sobre las reformas propuestas. Art. 1928. - Cuenta corriente mercantil es el contrato por el cual las partes se obligan a no exigir ni disponer de los créditos resultantes de las respectivas remesas no destinadas a un empleo determinado que pudieran hacerse durante un cierto período, para lo cual incorporarán dichos créditos a una cuenta. Al vencimiento del período (el "cierre"), se compensarán las cuentas y el saldo se hará exigible y disponible. Las cuentas que no reúnan estas condiciones son cuentas simples o de gestión, no sujetas a las disposiciones de este título. a) El Proyecto de Unificación de la Legislación Civil y Comercial (P.U.L.C.C.) establece una regulación específica del contrato de cuenta corriente mercantil, en el título IX bis del libro II (arts. 1928 a 1936). El cuerpo legal proyectado define a este contrato, siguiendo un criterio similar al observado en Costa Rica (art. 602), Chile (art. 602), El Salvador (art. 383), Honduras (art. 416), Italia (art. 1823), Nicaragua (art. 519), Perú (art. 563), Portugal (art. 344), Turquía (art. 782) y Venezuela (art. 483). No da una definición expresa del contrato, a pesar de tener una regulación específica y tipificada de él: absolutamente, Panamá. En cambio, Colombia, en el art. 1245 (350) , describe algunas de sus características de modo similar a lo que se ha efectuado en Guatemala (art. 734) (351) , Japón (art. 529) (352) y Méjico (art. 302). En Alemania, donde no existe una regulación orgánica del contrato que nos ocupa, el art. 355, ap. 1º, dice: "Si alguien sostiene relaciones mercantiles con un comerciante, de suerte que ambos asienten en cuenta sus respectivos créditos y débitos para liquidarlos, compensarlos y deducir el saldo al terminar ciertos períodos regulares de cuenta (cuenta corriente), podrá aquel a cuyo favor resulte saldo, exigir intereses desde el día de la liquidación, aun cuando para formar esa cuenta se hayan incluído en ella los intereses devengados por las partidas en que se descompone". b) Sin perjuicio de los efectos que surgen de las otras normas proyectadas, que estudiamos más adelante, consideramos que a partir de la definición legal se producen los siguientes: I) Si se tiene en cuenta que los créditos destinados a alimentar la cuenta corriente no son exigibles en el momento de realizar o ejecutar la operación o negocio del cual provienen, sino que tal exigibilidad quedará postergada a las épocas determinadas, en las cuales se producirá el saldo que resulte de la compensación entre los créditos y débitos obrantes en la cuenta a esas épocas, y unido a ello que las remesas devengan intereses, que serán capitalizados al producirse cada cierre (art. 1931, inc. 1, P.U.L.C.C.), cabe concluír que especialmente cuando el contrato sea de plazo determinado, por convenio expreso o uso en ese sentido, existe una concesión recíproca de crédito entre los cuentacorrentistas. Sin embargo, en el caso de que el contrato sea de plazo tácito (art. 1929, inc. 1, P.U.L.C.C.) o sea contrato vencido en el cual se haya operado su tácita reconducción (art. 1930, inc. 2, P.U.L.C.C.), al quedar facultadas las partes para resolverlo en cualquier momento, dando aviso con diez días de anticipación (art. 1929, inc. 2, P.U.L.C.C.), tal característica se ve sensiblemente neutralizada, de modo similar a lo que ocurre en Alemania (art. 355, aps. 2º y 3º) (353) , y especialmente el código del Japón (art. 534) (354) . O en otros términos, que en estos supuestos la cuenta corriente proyectada puede ser considerada un contrato que tiene por objeto la liquidación de créditos recíprocos mediante compensación (355) . II) Las remesas que una de las partes efectúa a la otra, no lo son con empleo determinado, ni se compensan en forma individual entre ellas, sino que tal compensación se produce integralmente al vencimiento (o cierre) del término pactado. En el caso de que no se hubiera acordado término expreso y no hubiera uno que resulte del uso, tal cierre se producirá cada tres meses y al concluír el contrato (art. 1929, inc. 3, P.U.L.C.C.). III) La legislación proyectada ha puesto en crisis los principios fundamentales de la concepción clásica de la cuenta corriente mercantil que inspira la legislación positiva vigente en nuestro país. Ellos son la indivisibilidad y trasformación de los créditosremesas que ingresan en forma de partidas en la cuenta (356) . Ello no proviene tanto del art. 1934, ap. 1º, 1er. párr., P.U.L.C.C., que dispone, expresamente, que la inclusión de un crédito en la cuenta o la aceptación de éste por la otra no produce novación, pues como creemos haber demostrado, y a pesar de la norma contenida en el art. 775 Ver Texto, C. de Com. vigente, en rigor, no se opera una novación en sentido propio, sino una trasformación de los créditos-remesas incluídos en la cuenta corriente (357) . Sino que la norma que viene a destruír la esencia de la cuenta corriente mercantil es la contenida en el 2º párrafo de la citada norma, que dispone que la inclusión de un crédito en cuenta no "perjudica los derechos y defensas que las partes tuviesen entre sí relativas al negocio del que (sic) (358) ese crédito resulta". IV) Los reformadores han tomado del art. 117 de Suiza, que la inclusión de una remesa en la cuenta no produce novación (ap. 1º), siendo la única legislación que incluye expresamente una norma de esas características, pero es dable señalar que la norma mencionada, en su segundo apartado, dispone que la novación se produce cuando ha sido cerrado y reconocido el saldo; pero ello no ha sido adoptado por la reforma, que al contrario, siguiendo al art. 1827 de Italia, introdujo el párrafo encomillado que hemos trascrito antes. La fuente italiana mencionada no reconoce antecedente en ninguna de las legislaciones del derecho comparado que hemos consultado. Al adoptar este temperamento, en nuestro concepto, se ha ido más lejos del criterio deseable, pues hubiera sido conveniente seguir las legislaciones que, a pesar de establecer normas análogas a las adoptadas por el proyecto, que neutralizan algunos aspectos de la indivisibilidad y trasformación de los créditos incluídos en la cuenta, limitan el mantenimiento de las acciones y excepciones relativas a los actos y contratos de los cuales proceden las remesas sólo en lo concerniente a su validez (Colombia, art. 1255), y si el acto fuera anulado, la partida correspondiente se cancelará en la cuenta (Guatemala, art. 737, y Méjico, art. 304). Estas soluciones legislativas, por otra parte, coinciden con lo que hemos sostenido, en línea dogmática, al estudiar el sistema positivo vigente, pues la inclusión de una remesa en la cuenta corriente requiere la preexistencia de un crédito que sea válido, lo cual excluye los provenientes de contratos nulos o inexistentes (359) . Si se hubiera adoptado el criterio que consideramos preferible, al cerrarse la cuenta y quedar reconocido el saldo (art. 1933, P.U.L.C.C.), se produciría la sustitución de los créditos y deudas anteriores que ingresaron en la cuenta, por una deuda única: el crédito de saldo, de lo que se sigue -como lo entiende la doctrina alemana- que tal reconocimiento del saldo (o su fijación contradictoria) produce el efecto novativo de la trasformación de los créditos en virtud de la compensación operada (art. 1928, P.U.L.C.C.), constituyendo una nueva obligación. Por tanto, la prescripción del crédito de saldo sería distinta de la prescripción correspondiente a los créditos incorporados a la cuenta corriente. Sólo resta señalar que el mantenimiento de los principios de indivisibilidad y trasformación de los créditos, según el criterio que sugerimos, aun cuando tales principios aparezcan atemperados respecto al criterio que informa la legislación positiva vigente, persigue una solución que resulte congruente con las necesidades del comercio y, también, con algunas de las normas proyectadas, pues no se comprende que por un lado el legislador reformista proyecte que el crédito de saldo sea disponible y exigible por vía ejecutiva (arts. 1928 y 1936, P.U.L.C.C.) (360) , y por otro lado, al anular la indivisibilidad y trasformación de los créditos-remesas en el crédito de saldo, establezca el mantenimiento de la autonomía (361) de los primeros, posibilite la invocación de acciones y excepciones relativas al negocio causal, no sólo cuando sea nulo o anulado, sino cuando sea rescindido y resuelto (362) . c) El Proyecto de Legislación Uniforme Civil y Comercial, del mismo modo que en Chile (art. 603), Honduras (art. 417), Nicaragua (art. 519, 2ª parte) y Venezuela (art. 484), así como el C. de Com. vigente (art. 772), determina en la segunda parte del artículo que estamos comentando, que las cuentas que no reúnan las condiciones enunciadas en su primera parte, no deben ser consideradas sujetas a las disposiciones del título IX bis de la cuenta corriente mercantil. En consecuencia, resulta de aplicación lo expuesto oportunamente sobre el tema (363) . Art. 1929. - Salvo convención o uso en contrario: 1) el contrato se entenderá realizado por plazo tácito, y cualquiera de las partes podrá concluírlo en cualquier momento dando aviso a la otra con una anticipación no menor de diez días;... La norma proyectada establece que si no se hubiera pactado plazo y no hubiera un uso comercial que lo determine, cualquiera de los cuentacorrentistas puede resolver el contrato, previo aviso a la otra parte. Con ello se ha seguido la solución adoptada en Colombia (art. 1261, inc. 4); Italia (art. 1833, ap. 1º); que también fijan una anticipación de 10 días. En Costa Rica (art. 608) se prevé que el aviso tiene que ser hecho con treinta días de anticipación. En Guatemala (art. 743) se prevé que cada uno de los contratantes podrá en cada época de cierre dar por terminado el contrato, dando aviso escrito al otro, por lo menos, diez días antes de la fecha de cierre. En El Salvador (art. 388), Nicaragua (art. 524), Perú (art. 576), Portugal (art. 349) y Turquía (art. 792, inc. 2), se permite, en defecto de plazo convenido o habiendo vencido éste, la resolución del contrato por la decisión unilateral de cualquiera de las partes, sin previo aviso. En el Japón (art. 534), cualquiera de las partes puede, en cualquier momento, resolver la cuenta corriente; en este caso, puede exigir el pago del saldo clausurando inmediatamente la cuenta. Tanto en Chile, Honduras, Panamá, como en Venezuela, no se contempla la resolución unilateral del contrato, razón por la cual son aplicables al caso las consideraciones efectuadas al estudiar el art. 782 Ver Texto, C. de Com. vigente, pues tal silencio no excluye la posibilidad de resolución unilateral. Art. 1929. - ... 2) el cierre se producirá cada tres meses, y al concluír el contrato. Con la norma proyectada se ha seguido, en algunos aspectos, un temperamento parecido -no igual- al observado en Colombia (art. 1249), Guatemala (art. 741), Japón (art. 531), Méjico (art. 308), pues éstos determinan que a falta de convenio expreso, los cierres se producirán cada seis meses. En Nicaragua (art. 523), el término es idéntico, pero establecido de modo fijo: junio y diciembre. En cambio, en Panamá (art. 983) y Turquía (art. 786), a falta de pacto expreso, el cierre se produce al finalizar el mes de diciembre de cada año, y en Portugal (art. 348) al finalizar el año civil. Frente a ello, otorgan la facultad de que las partes fijen la época de los cierres, sin ninguna norma supletoria si no optan por ello, Honduras (art. 431), Perú (art. 574) y Venezuela (art. 498) (364) . Art. 1930. - Salvo pacto en contrario: 1) el contrato por plazo determinado se renueva por tácita reconducción;... La norma proyectada, no contemplada en general en la legislación comparada compulsada, prevé que se produce la renovación del contrato de cuenta corriente, por tácita reconducción. En Colombia, expresa y precisamente, en el art. 1250, se establece que si no se exige el pago del saldo dentro de los quince días siguientes a la clausura de la cuenta, el saldo será considerado como primera remesa de una cuenta corriente nueva y el contrato se entenderá renovado. Art. 1930. - ... 2) producida ésta (la tácita reconducción), cualquiera de las partes puede dar finiquito al contrato como se establece en el artículo anterior; ... El contrato en el cual se ha operado la tácita reconducción, es considerado de plazo tácito (art. 1929, inc. 1) y, por tanto, cualquiera de las partes puede concluírlo en cualquier momento, dando aviso a la otra con una anticipación de no menos de diez días. Art. 1930. - ... 3) si el contrato continuara o se renovase después de un cierre, el saldo será considerado la primera remesa del nuevo período. Se contempla el caso de que producido el cierre, parcial o definitivo, de la cuenta corriente, se opere su tácita reconducción. En tal supuesto, el saldo resultante será la primera remesa del nuevo período, o, en su caso, del nuevo contrato. Con ello la cuenta corriente subsistente pasa a ser un contrato de plazo tácito, razón por la cual cualquiera de las partes puede resolverlo, por voluntad unilateral, con la sola exigencia de dar aviso a la otra, con diez días de anticipación. Traen normas sobre el modo de operarse la tácita reconducción del contrato de cuenta corriente en el derecho comparado, Colombia (art. 1250, ap. 2º) y Méjico (art. 308, ap. 2º, 2º párr.). Art. 1931. - Salvo pacto en contrario: 1) las remesas devengarán intereses, que serán capitalizados al producirse cada cierre; ... a) La norma proyectada ha seguido un criterio análogo al derecho positivo vigente (art. 777 Ver Texto, inc. 4), el cual, por otra parte, es observado en la generalidad de las legislaciones: Alemania (art. 355), Chile (art. 606, inc. 2), El Salvador (art. 385, inc. 5), Honduras (art. 420, inc. 2), Italia (art. 1825), Japón (533, ap. 3º), Nicaragua (art. 521, inc. 5), Panamá (art. 979, inc. 3), Perú (art. 984), Portugal (art. 346, inc. 5), Turquía (art. 783, inc. 5) y Venezuela (art. 487, inc. 2). Es decir, a la luz del artículo comentado, es de la naturaleza de la cuenta corriente mercantil que las remesas devenguen intereses desde su incorporación a la cuenta corriente. De la legislación comparada consultada, sólo Colombia sigue un principio inverso, pues el art. 1252, C.Com., dispone que cada uno de los valores anotados en la cuenta corriente no producirá intereses, salvo pacto contrario. b) Si nada se hubiera estipulado sobre el porcentual o tasa para efectuar el cálculo de intereses, será el interés corriente en las operaciones de esta naturaleza. En el derecho comparado, en caso de falta de estipulación sobre el tipo de interés, remiten a los intereses corrientes: Honduras (art. 420), Panamá (art. 979, inc. 3) y Perú (art. 574). La remisión es a los intereses legales en: Chile (art. 606), Guatemala (art. 741) e Italia (art. 1825). En Méjico (art. 308), la remisión es en defecto de pacto o de usos en la materia. Costa Rica (art. 610), en caso de falta de convenio, determina que el interés será del 6% anual. c) En cuanto a la capitalización de intereses, si no existe pacto en contrario, se podrá efectuar cada tres meses (art. 1329, inc. 3, P.U.L.C.C.), del mismo modo que está contemplado en el art. 788, C.Com. vigente, y en el de Turquía (art. 783). En cambio, en Honduras (art. 431), Panamá (art. 979) y Perú (art. 574), no se admite la capitalización de intereses por períodos menores de seis meses (365) . Art. 1931. - Salvo pacto en contrario: ... 2) se incluírán en la cuenta corriente las comisiones y los gastos vinculados con las operaciones registradas. Esta norma es igual a la contenida en el art. 778 Ver Texto, C. de Com. vigente, por lo cual es aplicable a ella lo manifestado al considerar este último (366) . Incluyen disposiciones que siguen análogo criterio, las legislaciones de Alemania (art. 354), Colombia (art. 1253), Italia (art. 1826), Méjico (arg. art. 303), Panamá (art. 979, inc. 3) y Turquía (art. 785). Más ampliamente, refiriéndose a cualquier remuneración y gastos, lo hacen: El Salvador (art. 386), Nicaragua (art. 522), Perú (art. 569) y Portugal (art. 347). En cambio, admiten sólo el cobro de comisión: Costa Rica (art. 610), Chile (art. 606, inc. 3), Honduras (art. 420, inc. 3) y Venezuela (art. 489, inc. 3). Se refieren a que la comisión será, salvo pacto en contrario, la que resulte de los usos de plaza: Costa Rica (art. 610), Honduras (art. 420) y Venezuela (art. 487, inc. 3). Art. 1932. - La inclusión en la cuenta de un crédito contra terceros se presume sujeto a la condición de que sea pagado a su vencimiento. Si no lo fuera, el cuentacorrentista puede intentar su cobro o eliminar la partida con devolución del instrumento del que el crédito resulte. Aun después de intentado el cobro, puede en cualquier momento desistir de él, eliminar la partida y devolver el instrumento del que el crédito resulte. El proyecto ha seguido las normas vigentes en Colombia (art. 1257) e Italia (art. 1829), que establecen sometidos a la cláusula "salvo encaje" todos los créditos contra terceros, sin distinguir si derivan de papeles de comercio, envío de mercaderías u otros negocios. Es dable recordar que en el derecho positivo vigente en nuestro país, el principio natural de la irrevocabilidad de las partidas sólo tiene excepción, respecto de los créditos originados en "efectos, valores o papeles de comercio" (arts. 777 Ver Texto, inc. 2, y 779), pues respecto de ellos se considera incluída la cláusula "salvo encaje"; se admite tal criterio legislativo, también, en Costa Rica (art. 605), Chile (art. 606, inc. 1), Honduras (art. 420, inc. 1), Japón (art. 530), Méjico (art. 306), Perú (art. 567, inc. 2) y Turquía (arts. 783, inc. 3, y 784). Hacen extensiva la condición del buen fin del crédito, además de los créditos provenientes de papeles de comercio, a los provenientes del envío de mercaderías: El Salvador (art. 385, inc. 5, 2ª parte) y Portugal (art. 346, in fine). Art. 1933. - Los resúmenes de cuenta que una parte reciba de la otra se presumen aceptados si no se los observara en el plazo de diez días, o en el que resulte de la convención o del uso... a) El artículo proyectado, en su primer apartado, establece el modo extrajudicial más sencillo para obtener el crédito de saldo en favor de uno u otro cuentacorrentista en oportunidad de cada cierre de la cuenta. La norma no excluye otros modos que las partes puedan acordar, tales como el arbitraje; tampoco queda excluída la posibilidad de que cualquiera de los cuentacorrentistas pueda ocurrir a la justicia para ello; en tal caso, la resolución que se dicte tendrá efecto retroactivo a la época en que las partidas debieron ser incluídas. b) En su segundo apartado, la norma que nos ocupa establece que la aprobación judicial o extrajudicial- del saldo no obsta a la rectificación posterior de la cuenta, por errores u omisiones de registración o de cálculo, fijando un término de un año para efectuar la impugnación. Prevén, expresamente, tal posibilidad casi todas las legislaciones compulsadas, aunque con variantes en el plazo que otorgan para deducir la pretensión de rectificación. Así tenemos que nuestro C. de Com. vigente (art. 790, ap. 1º) fija cinco años. Igual término que en Chile (art. 619), Honduras (art. 433), Panamá (art. 986), Perú (art. 578), Turquía (art. 796) y Venezuela (art. 500). Se establece cuatro años para las reclamaciones, en El Salvador (art. 391) y Nicaragua (art. 527). El término es de seis meses en Méjico (art. 309) y Guatemala (art. 742); también en Colombia (art. 1259, ap. 2º) e Italia (art. 1831, ap. 2º); en estos dos últimos países se establece que dicho plazo es de caducidad y que corre a partir de que la parte haya recibido el resumen de la cuenta por carta certificada. Art. 1934. - La inclusión por una parte de un crédito en la cuenta, o la aceptación de ésta por la otra, no produce entre ellas novación, ni perjudica los derechos y defensas que tuvieran entre sí relativas al negocio del que ese crédito resulta. Las garantías de las remesas se trasladan a los saldos. Sin perjuicio de las consideraciones efectuadas al comentar el art. 1928, P.U.L.C.C., puntualizamos aquí: a) La norma proyectada establece expresamente que la inclusión de un crédito en la cuenta corriente entre ellas no produce novación del acto o negocio causal que lo origina; con ello se ha seguido el criterio legislativo adoptado, expresamente, en Suiza (art. 117, ap. 1º). b) En la parte final del primer apartado, con total amplitud, se determina que la inclusión de un crédito en la cuenta corriente deja vigentes los derechos y defensas relativas al negocio causal del cual ese crédito resulta. Es decir, se mantiene la autonomía de los créditos que ingresan en la cuenta, derogando los principios fundamentales de la doctrina clásica de la cuenta corriente mercantil, de indivisibilidad y trasformación de los créditos-remesas, que informan a nuestro Código de Comercio vigente y los cuerpos legislativos de Costa Rica (art. 607), Chile (art. 607), El Salvador (art. 382, inc. 2), Honduras (art. 421), Nicaragua (art. 521, inc. 2), Panamá (art. 981), Perú (art. 565), Portugal (art. 346, inc. 2), Turquía (art. 783, inc. 2) y Venezuela (art. 488). Con el criterio adoptado se persigue abandonar los efectos trasformadores de la cuenta corriente mercantil, pues el hecho de que los créditos-remesas ingresen en ésta, no le hace perder su individualidad; por otra parte, tampoco rompe el nexo causal con el negocio o título que le sirve de causa. Es decir, que en rigor la inclusión de un crédito en cuenta corriente, sólo lo hace inexigible e indisponible, hasta que se produce la eventual compensación con los que pueden corresponder a la otra parte, al cierre de la cuenta. c) Como consecuencia lógica de la norma que hemos considerado antes, en su último apartado ella establece que las garantías de las remesas se trasladan de pleno derecho a los saldos resultantes. En este aspecto se ha seguido el criterio que fue adoptado en Alemania (art. 356), Colombia (art. 1256), Costa Rica (art. 604), Guatemala (art. 738), Italia (art. 1828), Méjico (art. 305) y Suiza (art. 117, ap. 3º). Sin embargo, hay que señalar que con excepción del último de los cuerpos legales citados, todos los anteriormente mencionados hacen extensivo el mantenimiento de la responsabilidad del codeudor solidario, en caso de que el crédito incluído en la cuenta corriente lo tuviere, matiz, este último, no incluído en la norma proyectada que estamos considerando. Art. 1935. - El embargo del crédito que una de las partes pudiera tener en cuenta contra la otra sólo afectará el saldo que existiera al cierre del período corriente al momento del embargo. a) La norma proyectada ha seguido el criterio adoptado en el art. 781 Ver Texto del C. de Comercio vigente, y observado en el derecho comparado en Chile (art. 610), Honduras (art. 424), Perú (art. 571), Turquía (art. 791) y Venezuela (art. 491). Por tal razón, y resultando de aplicación lo expuesto al estudiar la norma vigente actualmente en nuestro país, remitimos al lector a ese lugar. b) Teniendo en cuenta lo expresado entonces, sobre las inconveniencias a que lleva una interpretación extrema del principio de la indivisibilidad de la cuenta corriente, respecto de las medidas cautelares y asegurativas trabadas sobre ella, hubiera sido conveniente que los reformadores hubieran seguido el criterio adoptado en Alemania (art. 357), Costa Rica (art. 606), Italia (art. 1830), Méjico (art. 307) y, especialmente, Guatemala (art. 740), donde se dispone que "el acreedor de un cuentacorrentista puede embargar el saldo eventual de la cuenta corriente. El embargo debe notificarse por la autoridad que lo realice al otro cuentacorrentista, quien desde luego, tendrá derecho a dar por terminada la cuenta. Las operaciones iniciadas después de la fecha y hora del embargo, no pueden disminuír el saldo de la cuenta en contra del embargante; pero no se considerarán como operaciones nuevas, las que resulten de los derechos del otro cuentacorrentista, ya existentes en el momento del embargo, aun cuando todavía no se hubieren hecho las anotaciones respectivas en la cuenta". Art. 1936. - El saldo de la cuenta podrá ser exigido por vía ejecutiva conforme dispongan las leyes procesales aplicables. La norma proyectada, de redacción no muy clara, apartándose de lo dispuesto en el art. 787 Ver Texto del C. de Com. vigente, ha dejado librada la cuestión de la ejecutividad del saldo de la cuenta corriente mercantil a las leyes locales de procedimiento, que pueden o no darle fuerza ejecutiva. El cambio es, en nuestro concepto, a todas luces desventajoso para la institución que nos ocupa. Hubiera sido conveniente, tal como manifestamos al estudiar la norma vigente, que el derecho de fondo otorgue esa ejecutividad, del mismo modo que a la letra de cambio, pagaré, cheque, warrants, certificado de prenda, etc. Es dable señalar que han seguido un criterio similar al Código de Comercio vigente, otorgando ejecutividad sustancial al saldo: Panamá (art. 985, 2ª parte) y Costa Rica (art. 611), norma, esta última, que subordina esa ejecutividad a la previa certificación por contador público autorizado y pagadas las especies fiscales al monto aprobado. 17. CONCLUSIONES. Las reformas proyectadas para la cuenta corriente mercantil no nos parecen adecuadas, porque entendemos que hubiera sido mejor efectuar los imprescindibles retoques y modificaciones a la normativa vigente, que se han ido decantando con arreglo a la doctrina y la jurisprudencia de un siglo de vigencia. Abona esta conclusión el hecho de que la cuenta corriente, para que cumpla con su finalidad de idónea herramienta para los comerciantes y las empresas, tiene que estar dotada, como lo entendió la doctrina clásica, de origen francés, del principio de indivisibilidad, el cual, según explicamos oportunamente, es de la esencia del instituto; máxime en una economía como la actual, que depende en gran medida del crédito. Crédito que otorgado entre comerciantes o empresas, por medio de la cuenta corriente mercantil, tiene costos sensiblemente más bajos que los que se debe afrontar si se recurre a los bancos o compañías financieras. El hecho de suprimir el efecto trasformador o "novativo" de la cuenta corriente, es evidente que producirá los consabidos inconvenientes para el otorgamiento y circulación del primero, y propiciará la necesidad de tener que recurrir al segundo, con el alto costo financiero que ello importa. Si los reformadores estuvieron persuadidos de la necesidad de cambiar los principios orientadores del instituto que nos ocupa, por considerar que los tradicionales que informan la legislación vigente han quedado vetustos y científicamente superados, estimamos que hubiese sido más propicio adoptar el sistema alemán, a fin de morigerar los efectos de la indivisibilidad y especialmente de la trasformación de los créditos en oportunidad de su ingreso en la cuenta, pero determinando que tal efecto novativo o trasformador se produzca al cierre de la cuenta. De otro lado, y en la hipótesis de aceptar la neutralización de la indivisibilidad al permitir el mantenimiento de las garantías, permitiendo que ellas se trasladen a los saldos (art. 1934, P.U.L.C.C.), hubiera sido congruente con ese criterio, que también se hubiera dispuesto el mantenimiento de la responsabilidad de los coobligados solidarios del crédito incluído en la cuenta, determinando que ellos también quedarán obligados respecto del saldo resultante al cierre, del mismo modo que lo han efectuado las legislaciones de otros países. Asimismo, y precisamente para evitar los efectos perniciosos de llevar el principio de indivisibilidad hasta las últimas consecuencias, a lo cual hemos aludido oportunamente al tratar el derecho positivo vigente, se debió establecer en el art. 1935, P.U.L.C.C., una norma que neutralizara tales efectos, disponiendo que una vez trabado embargo sobre el crédito que una de las partes pudiera tener a su favor en la cuenta, tal crédito no pudiera ser disminuído ni afectado por las operaciones que las partes efectuaran con posterioridad a la anotación de la medida cautelar. Es enjuiciable el hecho de haber derivado a los códigos de procedimiento la ejecutividad del saldo resultante de la cuenta corriente, apartándose de la solución del derecho positivo vigente: su ejecutividad sustancial. Ello tiene también mucha importancia, para la concesión y circulación del crédito entre comerciantes y empresas, con las consiguientes ventajas a que nos referimos en el segundo párrafo de este número. Finalmente, entendemos procedente plantear esta inquietud: siendo que la legislación proyectada, constantemente hace remisión a "los usos" para determinar ciertos efectos de la cuenta corriente mercantil, cuando no hubiera pacto expreso, ello ¿no puede resultar fuente de controversias?, pues tales usos son los que se han ido formando a lo largo de un siglo a la luz de la normativa vigente, inspirada en principios sustancialmente distintos de los que informan el Proyecto de Unificación de la Legislación Civil y Comercial, sobre esta materia, y, en la mayoría de los casos, la invocación de tales "usos" resultará contra legem. (338) Conf.: Segovia, II, n. 2616; Malagarriga, V, nº 201. (339) Conf.: Cám. Com., JA, 40, 235. (340) Conf.: Cám. Com., 5, 169. (341) Conf.: Segovia, II, n. 2617; Malagarriga, lug. cit. (342) Conf.: Malagarriga, lug. cit. (343) Conf.: Segovia, II, n. 2620; Malagarriga, lug. cit. (344) V. nº 4, letra a. (345) Conf.: Cám. Com., JA, 58, 894. (346) V. nº 9, letra b, ap. I, C, 4. (347) V.: S.C.B.A., JA, 3, 681: se aplicó la prescripción de 10 años. (348) V. t. III-B, 62 y ss. (349) V.: Cám. Com., 96, 402; la prescripción es de 5 años si el fiador deduce acción subrogatoria. (350) Art. 1245: "En virtud del contrato de cuenta corriente, los créditos y débitos derivados de las remesas mutuas de las partes se considerarán como partidas indivisibles de abono o cargo en la cuenta de cada cuentacorrentista, de modo que sólo el saldo que resulte de la clausura de la cuenta constituirá un crédito exigible. La clausura y la liquidación de la cuenta en los períodos de cierre no producirán la terminación del contrato, sino en los casos previstos en el art. 1261". (351) El art. 734 trae un texto igual a la primera parte del art. 1245 de Colombia, trascrito en la nota anterior. (352) Art. 529: "La cuenta corriente produce efecto en caso en que las operaciones sean efectuadas habitualmente entre comerciantes o entre un comerciante y un no comerciante, y cuando convienen compensar el monto total de los créditos y de las deudas resultantes de las operaciones realizadas durante el plazo fijado y pagar el saldo". (353) V. nota 244. (354) Art. 534: "Cualesquiera de las partes puede, en cualquier momento, resolver la cuenta corriente. En este caso, puede exigir el pago del saldo clausurando, inmediatamente, la cuenta". (355) V. nota 38, in fine. (356) V. nº 9. (357) V. nº 9, letra b, ap. 1. (358) Debió decir: cual. (359) V. nº 6, letra c. (360) V. comentario del art. 1936, P.U.L.C.C. (361) Conf.: Florentino, 14 y ss. (362) Comp. nº 6, letra c. (363) V. nº 4, letra a. (364) Art. 498: "... y acordar todas las demás cláusulas accesorias que no sean prohibidas por la ley". (365) V. nº 5, letra f, y nº 14, letra d. (366) V. nº 11. PARTE SEGUNDA - CONTRATOS BANCARIOS CAPÍTULO II - INTRODUCCIÓN 18. LAS OPERACIONES BANCARIAS. a) Concepto en el marco de los actos de comercio. Al estudiar los actos de comercio expresamos que no se puede hablar, cabalmente, de operaciones de banco si por lo menos una de las partes no realiza su actividad en forma profesional, estable, continuada y masiva, como empresa bancaria, intermediando en el crédito (367) . ed., nos. 112 a 114; P. Giraldi, Introducción al estudio de los contratos bancarios, Buenos Aires, 1963, 22, y Cuenta corriente bancaria y cheque, Buenos Aires, 1973, 3. Comp. con Sotgia, Appunti per un corso di diritto bancario (Appendice), Padua, 19441956, 12, quien dice: "Es posible que sujetos privados constituyan, eventualmente, relaciones contractuales del tipo y de las operaciones de los bancos, pero siempre quedará excluída su identificación absoluta con las relaciones bancarias propias y verdaderas. Respecto de aquellas relaciones entre particulares no se puede hablar de la automática aplicabilidad de las condiciones del negocio, ni de los usos bancarios, ni de la tutela propia de la prevista para los contratos bancarios verdaderos". Es esa actividad de coordinación, orgánica y sistemática la que impone a los actos de banco el matiz caracterizante de operaciones bancarias, no siendo necesario para determinarlo que exista un verdadero y efectivo destino de especulación, como resulta menester en las operaciones aisladas de intermediación del crédito que son realizadas por quienes no son banqueros, o, más precisamente, bancos (368) . Teniendo en cuenta la realidad actual de los negocios financieros y en orden a lo afirmado en el párrafo anterior, resulta obligado para estudiar las operaciones bancarias partir de la base de que el banco es una empresa, y que esa empresa tiene por objeto esencial y típico el manejo y la intermediación del crédito en forma profesional y permanente, recogiendo capitales de los más diversos orígenes y distribuyéndolos según las más variadas necesidades (369) , permitiendo así que el mercado del crédito opere de modo que quienes tienen capitales ociosos se conviertan en inversores a término. Y esa inversión la llevan a cabo, sin necesidad de tener que contratar, directa y personalmente, con quienes necesitan esos capitales para sus actividades lucrativas (comerciales, industriales, y aun bancarias), porque es el banco quien se convierte en deudor directo del inversor del capital y acreedor directo del tomador del crédito (370) . El beneficio que obtiene el banco en esa actividad empresaria de intermediación consiste en la diferencia existente entre el interés que paga en las operaciones pasivas al tomar el capital y el interés que cobra en las operaciones activas al prestar el capital, porque, como es sabido, siempre el interés de estas últimas es sensiblemente más alto que el de las primeras (371) . JURISPRUDENCIA Las entidades financieras cumplen una actividad intermediadora, consistiendo su función en la captación de recursos, su reintegro por pagos a terceros y la obtención de recursos para negocios de crédito, para restituírlos a plazo en igual forma (SC Tucumán, JA, 1979-IV, 554). El banco es un intermediario en el ahorro público, sometido a un específico control estatal, por lo cual se lo autoriza a mantener una adecuada fluidez en el ingreso de fondos, más concretamente, en el recupero de créditos, lo que es del interés del sistema más que de un determinado banco (Cám. Com., D, LL, 1988-E, 567). Por la mecánica negocial propia del medio, los denominados intermediarios financieros (bancos y financieras propiamente dichas), lo son sólo en un sentido técnico-económico, mas no jurídico. En este último sentido, y sin perjuicio de las operaciones en que el banco fuera, por ejemplo, mero comisionista o mandatario, el principio es que la entidad financiera desempeña el rol de interpositor y parte indispensable en las operaciones que le son propias. De allí la garantía estatal y, también, el monopolio de hecho y de derecho que ejercen en este mercado (del voto de la mayoría) (Cám. Com., D, LL, 1980-D, 823). El hecho de que en épocas distintas los bancos hayan tomado los depósitos por cuenta y orden del Banco Central, y en otras épocas lo hayan hecho por cuenta propia no trasforma la naturaleza y actividad de esas instituciones, que siguen siendo intermediadoras del crédito (Trib. Fiscal La Plata, LL, 76, 487). Por su antig�edad, antecedentes histórico-mercantiles y función económica, las empresas bancarias actúan en materia de interés público, de interés oficial, como lo evidencian las múltiples normas legales y administrativas a que deben sujetarse y afrontar, ya que comprometen los intereses particulares del pueblo que trata con ellos, fiado de su corrección y eficiencia (Cám. Com., A, LL, 156, 183), resultando propio de esa actividad bancaria el poner celo y preocupación especiales en la disposición de los bienes que les son confiados a las instituciones que la desempeñan (Cám. Fed. C.C., I, LL, 1980-C, 481; Cám. Com., A, LL, 154, 59). La intermediación financiera regulada por la ley 21526 Ver Texto y que constituye típica actividad bancaria, comprende dos corrientes de créditos que son inseparables en el ejercicio y funcionamiento de la empresa bancaria y que son los créditos que el banco toma de sus clientes y los que les concede. Por ende, es evidente que sólo quien toma crédito del mercado y lo coloca a su vez en calidad de mutuo, desarrolla actividad en el mercado financiero (Cám. Com., E, ED, 127, 511). Si el dinero recibido por el demandado, por el cual cobraba intereses, era destinado a ser prestado por él a terceros, a quienes cobraba asimismo intereses, y como los nuevos préstamos no se hacían a nombre de quienes le entregaban el capital con el cual operaba, la actuación del demandado no era de un mero intermediario, sino de una empresa financiera (Cám. Com., B, LL, 149, 610; ED, 44, 605). b) Clasificaciones. Las operaciones bancarias pueden ser clasificadas siguiendo distintos criterios. El más utilizado es el que distingue entre operaciones típicas (o fundamentales, o características, o principales), que son las que tienen por objeto el crédito, distinguiéndose según el sujeto que otorga ese crédito: si es el banco, se tratará de una operación activa; si es el cliente, se tratará de una operación pasiva. Frente a la categoría delineada se ubican las operaciones neutras (o subsidiarias, o complementarias, o accesorias), que no son propias del objeto esencial de la empresa bancaria, pues en ellas no hay concesión de crédito, sino que se refieren a la prestación de servicios o la mediación en los cobros y los pagos, y también en la actividad de depositaria en custodia. Entre las operaciones activas podemos mencionar a: apertura de crédito, anticipo, mutuo (común, prendario o hipotecario), descuento, tarjeta de crédito, leasing, factoring, underwriting. Entre las operaciones pasivas citaremos a: depósito irregular (a la vista, a plazo fijo y de ahorro), redescuento, cuenta corriente bancaria, emisión de debentures y títulos. Entre las operaciones neutras encontramos: depósitos en custodia (cerrados o abiertos), depósito en administración, depósitos colectivos, servicio de caja de seguridad, mandatos, operaciones de cambio, mediación en la obtención de capitales, o en los cobros, o en los pagos, fideicomiso. El criterio clasificatorio expuesto ha sido criticado aduciéndose razones plurales. Entre otros, podemos citar a: I. Colagrosso (372) , quien ha señalado que distinguir entre operaciones activas y pasivas, si bien tiene valor jurídico, carece de significación desde el punto de vista económico, pues ateniéndose, solamente, a la condición jurídica de deudor o acreedor que asume el banco, se desprecia el aspecto económico de pérdida y de utilidad que puede tener la operación, desentendiéndose que pueden existir operaciones, jurídicamente, pasivas, que sean, económicamente, activas, y a la inversa (373) . II. A su turno, Greco ha dicho que la distinción entre operaciones activas y pasivas no es científicamente válida, tanto respecto de los contratos bilaterales -pues éstos son activos y pasivos al mismo tiempo, importando créditos y débitos recíprocos- como respecto de los contratos unilaterales, como el depósito, mutuo o fianza, porque pueden ser activos o pasivos según se los considere desde uno u otro punto de vista de cada contratante (374) . III. Por su parte, Hamel enjuicia la clasificación por entender que la distinción entre operaciones activas y pasivas no responde al real desenvolvimiento y desarrollo de las operaciones bancarias actuales, puesto que si bien los bancos reducen las operaciones pasivas al depósito en sus diversas formas, respecto de las operaciones activas no se puede ignorar que son múltiples y en expansión, pues la realidad negocial en el otorgamiento del crédito bancario se enriquece diariamente presentando un panorama que no se puede encerrar en una clasificación tan rígida (375) . Como consecuencia de las críticas efectuadas, se ha intentado clasificar las operaciones bancarias siguiendo otros criterios. Así, Giacomo Molle (376) clasifica las operaciones o contratos bancarios (377) , distinguiendo: A) Operaciones o contratos bancarios típicos o fundamentales, mediante los cuales se lleva a cabo la función esencial, propia y genuina de la entidad bancaria. Son ejemplo de ellos: depósito bancario, apertura de crédito mutuo prendario, anticipo bancario y descuento. Incluyéndose, por razones históricas, los contratos por los cuales el banco interviene en los pagos, como ocurre en el ámbito nacional con la cuenta corriente bancaria y el convenio de cheque, y en el ámbito internacional en el crédito documentado. B) Operaciones o contratos bancarios accesorios, en los cuales el banco ni concede ni recibe crédito, sino que presta un servicio. Encuadra en esta categoría los contratos típicos o combinados según las necesidades de la empresa bancaria, que son realizados por ésta, aunque también podrían ser realizados fuera de ella, tales como: depósito de títulos para su administración, depósito de títulos o valores en custodia, servicio de cajas de seguridad, servicio de cobranzas de títulos o documentos, etc. C) Operaciones o contratos bancarios ocasionales, que lleva a cabo el banco utilizando instrumentos legales que también son utilizados por cualquiera otra persona -física o jurídica-, que no reviste la calidad de banco. Son tales el reporto, mutuo, fianza, aval, aceptación cambiaria, mandato de crédito, etc. Si bien estos contratos u operaciones no deben ser considerados de naturaleza bancaria, porque los realiza una empresa financiera, sufren modificaciones en su disciplina por ser realizados por una entidad bancaria. La característica común a las tres categorías que integran esta clasificación, es que cualquiera de las operaciones que la integran se presentan como operaciones en masa, con caracteres constantes y uniformes en tipos negociales estandarizados, conforme a los reglamentos y normas bancarias uniformes (378) . A su turno, Lordi ensaya una clasificación de alta complejidad, distinguiendo: 1) operaciones de crédito y operaciones que no tienen esa naturaleza; 2) operaciones que importan la trasmisión de la propiedad del dinero, de los títulos o de otras cosas; 3) operaciones de mero depósito que no implican la trasmisión de la propiedad; 4) operaciones de garantía con trasmisión de la propiedad de la cosa; 5) operaciones de garantía sin trasmisión de la propiedad de la cosa; etc. (379) . Por nuestra parte, consideramos adecuado, desde el punto de vista jurídico (380) , seguir el criterio clásico de distinguir entre operaciones típicas o principales y operaciones neutras o accesorias, y entre las primeras las operaciones activas de las operaciones pasivas, ya que ello también responde a una pauta metodológica correcta, pues separa las operaciones según sea el banco interviniente quien concede el crédito o quien tome el crédito, constituyéndose, en el primer caso, en acreedor, y en el segundo, en deudor del crédito objeto de la operación bancaria respectiva. En consecuencia, ratificamos entre las operaciones activas: apertura de crédito, mutuo (común, pignoraticio e hipotecario), descuento, reporto activo, leasing, factoring, underwriting, tarjeta de crédito. Entre las pasivas: depósitos irregulares: de uso o a la vista, de ahorro y a plazo fijo; redescuento; reporto pasivo; comodato bancario; cuenta corriente bancaria; emisión de debentures y títulos. Entre las operaciones neutras, o accesorias: depósitos en custodia: cerrados o abiertos; depósito en administración; depósito colectivo; servicios de caja de seguridad, operaciones de cambio; mandatos; mediación en la obtención de capitales; mediación en los cobros; mediación en los pagos; fideicomiso. JURISPRUDENCIA La ley 21526 Ver Texto incluye junto a las operaciones bancarias "activas" y "pasivas" de los bancos comerciales, las denominadas "neutras" o "accesorias" o "de servicios", como es el caso de la operación convenida de "trasferencia de fondos", en la cual la entidad bancaria actuó como intermediario o mediario en el pago, sin adoptar una postura deudora o acreedora (Cám. Fed. C.C., I, LL, 1983-C, 366). Sin perjuicio de su tratamiento pormenorizado, que en cada caso realizamos más adelante, citamos aquí los fallos más recientes que se han dictado sobre las distintas operaciones bancarias: contrato de descuento (Cám. Com., D, LL, 1984-D, 134; ídem, A, ED, 128, 148; ídem, LL, 1983-C, 317); apertura de crédito (ST Río Negro, LL, 1976- A, 473; Cám. Com., LL, 11, 664; ídem, LL, 18, 344; Cám. Com., A, LL, 1984-A, 551; B, LL, 1980-A, 164); depósito (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164); depósito a plazo fijo (Cám. Com., B, ED, 82, 665); depósito en caja de ahorro (Cám. Civ., E, JA, 1979-I, 75; Cám. Com., C, ED, 71, 433; B, ED, 102, 261); tarjeta de crédito (Cám. Esp. C.C., V, Rep. LL, XXXIV, 1678; Cám. C.C. y P.L. Villa María, LL, 1982-C, 113); fianza bancaria (Cám. Civ., F, ED, 127, 406); cuenta corriente bancaria (Cám. Com., A, LL, 1982-C, 60; ídem, LL, 1981-D, 465; ídem, LL, 1987-D, 620; Cám. C.C., I, Santa Fe, Rep. LL, XLIII, 609; Cám. C.C., I, B.Blanca, LL, 1988-B, 152). Los créditos otorgables bajo la modalidad de "mesa de dinero" que las entidades bancarias quedan autorizadas a efectuar en el marco de los arts. 21 Ver Texto y 28 Ver Texto, ley de entidades financieras, suponen un nuevo uso dentro de las posibilidades de la cuenta corriente bancaria, y un nuevo uso forzado de un mecanismo que estuvo pensado para cobijar los clásicos contratos bancarios de crédito, especialmente la apertura de crédito y el depósito en cuenta corriente, además de los descuentos que es de orden que se los acredite y debite, según lo convenido, en la cuenta del cliente, sin exigirse de ordinario la autorización en ese sentido (Cám. Com., I, B.Blanca, LL, 1988B, 152). 19. LOS CONTRATOS BANCARIOS. a) Generalidades. La empresa bancaria tiene por objeto la realización sistemática y masiva de operaciones de intermediación en el crédito, el cual, naturalmente, constituye la materia económica y el objeto de los contratos bancarios (381) . Tales contratos bancarios son el antecedente negocial de las operaciones bancarias a las cuales se refieren, y éstas son el reflejo técnico-contable de aquellos que les sirven de marco jurídico. Teniendo en cuenta esos dos aspectos, al estudiar el tema que nos ocupa, es necesario enfatizar más que en el aspecto técnico-contable de las operaciones bancarias, en su formulación jurídica, en tanto contrato establecido entre el banco y el cliente a partir del cual quedan normatizados los derechos y obligaciones de ambas partes. Habida cuenta lo expresado, hay que dejar sentado que el objeto del contrato bancario y de las obligaciones que de él surgen dependen de la operación bancaria a la cual se refieren, porque si se contrató, pero por razones técnicas la operación contable no se lleva a cabo, el contrato acordado no tiene ejecución; por tanto, carece de objeto y queda sin efecto. Sin embargo, es necesario puntualizar que no toda operación bancaria da lugar a un contrato bancario, como ocurre con las operaciones puramente materiales que no tienen ninguna connotación jurídica (382) . b) Caracterización. Lo esencial de los contratos bancarios es que tienen por objeto operaciones de crédito (383) , que realiza masiva y profesionalmente un banco que actúa en forma de empresa financiera, requiriendo rapidez en la contratación y facilidad de la comprobación en la ejecución. Esos requerimientos son satisfechos mediante la utilización de contratos-tipo o por adhesión a condiciones generales, discutiéndose solamente lo concerniente a las condiciones particulares del negocio. Se exige a los bancos, en esa actividad intermediadora en el crédito, una actividad imaginativa y de permanente cambio, con el objeto de satisfacer las necesidades económicas y comerciales que requiere la prestación de nuevos servicios, que con el correr del tiempo se van institucionalizando mediante normas propias en el marco de los usos y costumbres bancarios que dan como resultado las aludidas condiciones generales impuestas en los formularios en los cuales se instrumenta la operación, determinando que los contratos típicos -v.gr., mutuo, depósito, mandato, comisión, etc.- se presenten revestidos de modalidades y efectos específicos y distintos del derecho común. Entre las peculiaridades propias de la contratación bancaria se puede señalar: el deber a cargo del banco de suministrar información, periódica y regularmente, sobre la marcha de las operaciones mediante las cuales se ejecuta el contrato bancario que tiene establecido con el cliente. El deber de guardar el secreto bancario -cualquiera que sea el fundamento que se le atribuya (384) - que se considera implícito en todo contrato bancario (385) , del cual sólo puede quedar relevado: I) cuando la información sea requerida por personas que comparten con el cliente la protección del secreto (386) ; o II) cuando el cliente, expresa o tácitamente, hubiera liberado al banco del deber de guardarlo; o III) cuando un interés público prevalezca sobre el interés privado del cliente (387) . C.Civ., y 219 Ver Texto, C. de Com.). También Garrigues, 52, quien alude a las normas usuales de general vigencia en materia de contratación bancaria, que se basan en la naturaleza de una relación de confianza (para los ingleses: fiduciary relationship; para los alemanes: vertauensgeschafte) coincidiendo con Vezian, La responsabilité du banquier en droit français, París, 1977, 239: El secreto financiero es una cláusula sobrentendida en todo contrato bancario. Scheer, en Das Bankgeheimnis, Leipzig, 1931, 3, también le reconoce fundamento contractual, pues se basa en la voluntad del cliente, expresa o implícita, de la cual deriva un deber accesorio para el banco. Para J. Labanca, el fundamento radica en la existencia de una voluntad razonable del cliente de que se mantenga en reserva determinados datos (El secreto bancario, Buenos Aires, 1968, 19/20), que tiene fundamento constitucional en el art. 18 Ver Texto, C.N., de inviolabilidad de la correspondencia epistolar y los papeles privados de quien contrata con la entidad financiera (El secreto bancario frente al fisco según la Corte, en ED, 92, 702). Por fin, Santini, Note sul segreto bancario, en Riv. Trim. Dir. e Proc. Civile, 1949, 657, e Il segreto bancario ed i suoi limiti, en Riv. Bancaria, 1959, 400, ha negado carácter contractual al secreto bancario, justificando el resarcimiento del damnificado por la revelación, en virtud de la responsabilidad extracontractual, según el art. 2403, C.Civ. it., que impone la obligación de reparar el daño a quien, por acción u omisión, cause daño a otro, por culpa o negligencia. Por su parte, el cliente tiene el deber de mantener actualizados los poderes y autorizaciones de quienes actúan ante el banco en carácter de representantes, bajo pena de que la institución tenga por subsistentes los poderes otorgados con anterioridad, así como la obligación de mantener actualizada su declaración patrimonial, haciendo saber al banco cualquier cambio o mutación que sufra su integración durante la ejecución del contrato. Como contrapartida de ello, la institución bancaria tiene derecho a la resolución unilateral del contrato cuando se hubiera modificado sustancialmente o hubieran desaparecido las condiciones de credibilidad y solvencia -objetiva y subjetivaque se tuvieron en cuenta al celebrar el contrato. Se trata, en general, de contratos de duración en los cuales el tiempo es un elemento fundamental (388) que en la mayoría de los casos dan lugar a relaciones jurídicas destinadas a perdurar en el tiempo. Aun cuando se trata de contratos consensuales, según el derecho común (art. 1140 Ver Texto, C.Civ.), que son propuestos por el banco en contratos-tipo, en formularios impresos que incluyen condiciones generales predispuestas por el proponente, no se perfeccionan mediante el consentimiento del cliente cuando éste estampa la firma en el formulario, como naturalmente debería ser, sino que una vez extendida ésta como manifestación de voluntad del cliente, el banco, a pesar de ser el proponente del contrato, se reserva el derecho de evaluar la solvencia moral y económica del firmante y, en su caso, de los garantes que ofrece, antes de que se pueda considerar perfeccionado el contrato y cerrada la operación, sin que la negativa del banco a firmar el contrato le acarree alguna consecuencia o responsabilidad (389) . JURISPRUDENCIA La función intermediadora de los bancos en su operatoria normal (Cám. Com., D, LL, 1980-D, 823; ídem, LL, 1988-E, 567) para la captación de recursos en operaciones pasivas y para colocarlos entre su clientela, exige por su propia naturaleza el establecimiento de relaciones de recíproca confianza, que tiene por efecto unificar en sus resultados finales diversas operaciones (Cám. Com., B, LL, 1982-A, 257). Debido a ello es que en todo lo referente a los antecedentes del cliente, a su solvencia, deberá el banco conservar archivados en la institución los elementos de juicio necesarios, para establecer, en su caso, la necesaria delimitación de responsabilidades (Cám. Com., B, JA, 1964-III, 267). Las entidades financieras cumplen una actividad intermediadora en el mercado de capitales (SC Tucumán, JA, 1979-IV, 554) que se lleva a cabo, en general, con la mecánica de la contratación masiva (Cám. Com., B, ED, 10, 742), mediante contratotipo o por adhesión a condiciones generales (Cám. Com., B, ED, 10, 742; C, LL, 1987E, 178). Las llamadas normas bancarias uniformes responden a la exigencia de la empresa en el sentido de tipificar las operaciones en masa que el banco cumple, con la predeterminación de cláusulas del contrato insertas en esquemas contractuales ya configurados, para evitar una competencia peligrosa entre bancos respecto de las operaciones de depósito, cuenta corriente y demás servicios bancarios (del fallo de 1ª instancia) (Cám. Com., C, ED, 95, 696; Rep. LL, XLII, 201). Cabe sostener que el secreto bancario (o financiero), desde el punto de vista jurídico, tiene raíz constitucional. En particular, guarda relación con la garantía de la inviolabilidad de la correspondencia epistolar y de los papeles privados, así como con el principio de que nadie está obligado a declarar contra sí mismo (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 340). Si bien el art. 39 Ver Texto, ley 21526, prevé como excepción el secreto bancario o financiero -por el cual las entidades comprendidas en la ley no pueden revelar las operaciones que realicen, ni las informaciones que reciban de sus clientes-, ello no rige, en virtud del inc. a de la norma citada, cuando "los jueces soliciten información con los recaudos establecidos por las leyes respectivas". Excepción que debe ser de interpretación restrictiva (CS, LL, 1980-D, 576). El propósito del legislador al establecer el principio del secreto bancario (art. 39 Ver Texto, ley 21526) resulta cumplido si se excluye, de la verificación directa del organismo recaudador, a los documentos que reflejan las operaciones de quienes invierten en entidades autorizadas, pues de esa manera las eventuales inspecciones de aquél carecen de acceso a la información que el legislador estimó conducente amparar con la reserva, a fin de facilitar la afluencia de capitales y lograr la consolidación del mercado (Cám. Fed. C.A., III, ED, 98, 295). Además de que los "secretos del tipo invocado por el Banco Central" (art. 40 Ver Texto, ley 21526) son de observancia relativa (Cám. Com., D, ED, 78, 727) y ceden frente a principios de jerarquía superior, no cabe admitir la oposición de esa entidad a la medida ordenada por este tribunal. En mérito a ello, intímese por cédula al presidente de dicho organismo para que dentro de tercero día dé cumplimiento a dicha medida, bajo apercibimiento de considerarlo incurso en desobediencia (art. 229 Ver Texto, C.Penal) (Cám. Com., B, LL, 1983-D, 175). El art. 39 , ley 21529, de entidades financieras, resguarda el secreto bancario, exceptuando de la limitación a los organismos que taxativamente menciona en sus cuatro incisos y con los recaudos que también señala. En esta enumeración no se alude a la Comisión Nacional de Valores (Cám. Fed. C.C., II, LL, 1982-C, 263, con nota de J. L. García Caffaro); tampoco se incluye entre ellas el supuesto previsto por el art. 5 Ver Texto, ley 20216 (Cám. Fed. C.C., II, Rep. LL, XLII, 205). Se reitera que están amparadas por el secreto bancario (art. 39 , ley 21526) las informaciones que los clientes brindan a las entidades financieras con motivo de las operaciones que ellos realicen en el marco de la ley mencionada (CS, LL, 1980-D, 576); entre ellas queda amparada la declaración de bienes efectuada con motivo de la apertura de una cuenta corriente bancaria (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 340; ídem, LL, 1984-A, 579). El deber de información del cliente respecto del banco que se halla amparado por el secreto bancario, encuentra un límite al requerimiento de los jueces tan sólo cuando esa petición emana de un tercero (acreedor), en tanto no se refiere a información genérica que pueda beneficiar al cliente y por las circunstancias de que se está refiriendo a una operación determinada que afecta la actividad de la entidad con su clientela (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 340). No se puede obligar al banco a abrir una cuenta. El derecho o la oportunidad de ser cliente del banco, y las relaciones que con tal vinculación se establezcan y resuelvan, están subordinados a la aceptación, acuerdo y obligaciones contractuales que se formalicen, y su cumplimiento y rescisión no autorizan la vía del recurso de amparo intentada (CS Salta, LL, 120, 243). La asociación civil demandada es responsable por la suma reclamada, ya que no produjo, con la suficiente diligencia, la revocación de las autorizaciones para operar ante el banco (art. 1963 Ver Texto, inc. 1, C.Civ.), sin importar, en la especie, el cambio de autoridades producido en la institución demandada (Cám. Com., B, LL, 1982-D, 384). c) Normas aplicables. Las operaciones de banca, conforme a lo dispuesto en el art. 8 Ver Texto, inc. 3, C.Com., y su doctrina (390) , son actos objetivos de comercio, constituyendo la materia del derecho bancario contractual (391) , que debe ser considerada una rama o especie del derecho comercial (392) . En nuestro derecho, a diferencia de lo que ocurre con los ordenamientos de otros países (393) , no existe una regulación orgánica y sistemática de las operaciones bancarias en particular (394) , con la excepción de la cuenta corriente bancaria, de la cual nos ocupamos en el capítulo siguiente. Ante esta realidad legislativa, resulta necesario plantear, en este capítulo de contenido introductorio, un panorama de las normas que son aplicables a la contratación bancaria. Está integrado por: I) ley 21526 Ver Texto, de entidades financieras, y sus modificaciones; II) ley 20539 y sus reformas, que contiene la carta orgánica del Banco Central de la República Argentina; III) las cartas orgánicas de los bancos oficiales y los estatutos de los bancos privados, en cuanto regulan la gestión y desenvolvimiento de su actuación, especialmente en lo referido a cómo deben llevar a cabo las operaciones particulares que concreten; IV) las circulares del Banco Central, dictadas en ejercicio de la potestad reglamentaria concedida por la ley de fondo (art. 4 Ver Texto, ley 21526; art. 14 , ley 20539; art. 56 , decr.-ley 4776/63); V) el art. 579 Ver Texto, C.Com., que determina que los depósitos hechos en bancos públicos -entendiendo por ellos todos los que realicen operaciones con el público, sean oficiales (de la Nación, provincias o municipios) o particulares- quedan sujetos a las disposiciones de las leyes, estatutos y reglamentos de su institución, y en cuanto en ellos no se halle específicamente determinado, le serán aplicables las disposiciones del Código mercantil que integran el título VIII: Del depósito, de ese cuerpo legal; VI) el art. 2185 Ver Texto, inc. 4, C.Civ., que establece que las disposiciones del título del depósito (arts. 2182 Ver Texto y 2239 Ver Texto, C.Civ.), rigen subsidiariamente en lo que fueran aplicables "a los depósitos en cajas o bancos públicos a los cuales se deben aplicar con preferencia a las leyes que sean especiales" (395) . JURISPRUDENCIA El régimen legal de la ley 21526 Ver Texto, que sustituyó el de la ley 18061 Ver Texto, es una continuación de larga trayectoria en la materia, en cuanto coloca al Banco Central como eje del sistema financiero, estableciendo normativamente atribuciones exclusivas e indelegables a que se refiere la política monetaria y crediticia, la aplicación de la ley, su reglamentación y la fiscalización de su cumplimiento (CS, LL, 1984-A, 642). Corresponde admitir la delegación de facultades en el Banco Central, del llamado poder de policía bancario, que le fue deferido sobre todo en las últimas décadas, con las consiguientes atribuciones para aplicar ese régimen legal específico, y dictar normas reglamentarias que lo complementen. La razón es de bien público y de necesario gobierno a que responde la legislación regulatoria y ordenadora de la actividad bancaria, encuentra su base normativa en las cláusulas del art. 67 Ver Texto, incs. 5, 16 y 28, C.N. (CS, LL, 1982-A, 642; Cám. Fed. C.A., II, Rep. LL, XLIII, 206; ídem, ED, 103, 496). Tales facultades se hallan dirigidas a cierta clase de personas jurídicas (art. 9 Ver Texto, ley 21526) que desarrollan la actividad específica de intermediación habitual entre la oferta y la demanda de recursos financieros, pues esa actividad afecta en forma directa e inmediata a todo el espectro de la política monetaria y crediticia, razón por la cual se ha instituído un sistema de control permanente, que comprende desde la autorización para operar, hasta la cancelación de esa autorización (CS, LL, 1986-D, 732). Más allá de las situaciones, subsumibles en las controvertidas operaciones aisladas de banco o en las no menos cuestionadas negociaciones de las llamadas mesas de dinero o banca de hecho, resulta de aplicación la normativa mercantil (art. 8 Ver Texto, incs. 1, 2, 3 y 11, C.Com.) para determinar la calidad de comerciante del prestamista de dinero a interés (art. 23 Ver Texto, C.cit.) (Trib. Arbitraje Gral. Bolsa de Comercio Bs. As., LL, 1989-B, 434). La realización sistemática de una operatoria mercantil de naturaleza financiera (operaciones pasivas de préstamos), al margen del régimen bancario de superintendencia, permite considerar configurada una banca de hecho y la consecuente tipificación de dichas operaciones en la categoría de actos de comercio (art. 8 Ver Texto, inc. 3, C.Com.) (Cám. Com., E, LL, 1986-E, 67). El régimen legal de la ley 21526 Ver Texto, que sustituyó al de la ley 18061 Ver Texto, constituye la continuación de una larga trayectoria en la materia, en cuanto coloca al Banco Central Rep. Arg. como eje del sistema financiero, estableciendo normativamente las atribuciones exclusivas e indelegables a que se refiere la política monetaria y crediticia, la aplicación de la ley, su reglamentación y la fiscalización de su cumplimiento (CS, LL, 1984-A, 642). Debido a ello, se ha declarado lícita la multa impuesta por esa institución de control, fundada en el art. 38 Ver Texto, ley 21526, a quien desplegaba una actividad empresaria, cuya repercusión en el mercado financiero exige el sometimiento previo a una autorización y a la fiscalización ulterior por parte de dicho banco, como órgano de control (CS, LL, 1984-B, 553, nº 1595), especialmente cuando la actividad desplegada por el sujeto que aparece como centro en la captación y colocación de dinero, la habitualidad de ella, la frecuencia y velocidad de las transacciones y su efecto multiplicador, tienen repercusión en el mercado financiero, lo cual afecta en una u otra forma todo el espectro de la política monetaria y crediticia (CS, LL, 1984-B, 554, nº 1597). Competen al Banco Central las facultades de superintendencia en lo referente al funcionamiento y solvencia de las entidades financieras reconocidas que componen el mercado financiero (CS, LL, 1985-D, 638); por tanto, la liquidación de bancos y entidades financieras puede ser dispuesta por la entidad de control, sin más trámite, con la revocación de la autorización para funcionar o sin ella, cuando considere fracasada la alternativa de saneamiento, no viable o fracasada la consolidación (arts. 12 Ver Texto y 26 Ver Texto, ley 22529) (CS, LL, 1987-C, 497). Si las sumas tomadas por una sociedad, que actúa como agente del mercado abierto de títulos-valores, en su mayoría fueron invertidas en la suscripción de acciones de distintas empresas dedicadas a fines varios, no se puede encuadrar su actividad en la intermediación financiera que prevé el art. 1 Ver Texto, ley 21526 (Cám. Com., E, ED, 127, 511). En virtud de la ley de entidades financieras Ver Texto, competen el Banco Central las funciones de superintendencia en materia de funcionamiento y solvencia de esas entidades (CS, LL, 1985-D, 638); la investigación de la genuinidad de los depósitos cuyo pago garantiza (Cám. Fed. C.A., IV, LL, 1988-B, 264); la liquidación de bancos y entidades financieras, con la revocación de la autorización para funcionar o sin ella (CS, LL, 1987-C, 497); multar a quien despliega una actividad empresaria, cuya repercusión en el mercado financiero exige el sometimiento previo a una autorización y a la fiscalización ulterior del Banco Central (CS, LL, 1984-B, 553). Las circulares reglamentarias del Banco Central -en el caso R.F. 860/79 y R.F. 1084/80cuyo limitado medio de publicación -adviértase que están destinadas a las entidades financieras- tornan, por cierto, dudosa su obligatoriedad respecto de quien contrata con dichas entidades y permanece ajeno a sus disposiciones (Cám. Fed. C.C., I, LL, 1983-C, 365). Conforme a la clara disposición del art. 579 Ver Texto, C.Com., los depósitos realizados en los bancos están sujetos a los preceptos de las leyes, estatutos o reglamentos de su institución, y sólo subsidiariamente se aplican las reglas de los ordenamientos legales de fondo (Cám. Com., C, Rep. LL, XLII, 201; ED, 95, 696). (367) V. t. I, 251. Conf.: A. Arcangeli, Contributi alla teoria generale degli atti di commercio, en RDC, 1904-I, 23, ensayo que con algunas modificaciones se incluyó en Studi di diritto bancario, Perugia, 1906, y, posteriormente, en Los actos de comercio, Méjico, 1942, 29, n. 5; E. De Biase, Istituzioni di diritto bancario, nº 74; C. Folco, Sul concetto di diritto bacario, en B.B.T.C., 1938-I, 63; A. Fiorentino, Del conto corrente. Dei contratti bancari, Bologna-Roma, 1969, 33; G. Molle, Manual de derecho bancario, Buenos Aires, 1987, 113; J. Garrigues, Contratos bancarios, Madrid, 1958, 12; J. Rodríguez y Rodríguez, Derecho bancario, Méjico, 1976, 18; W. Ferreira, Tratado de direito comercial, San Pablo, 1960, I, nº 105; S. Rodríguez Azuero, Contratos bancarios, Bogotá, 1979, 111; Siburu, II, nº 292; Castillo, I, nº 94; Malagarriga, Tratado, I, 72; Etcheverry, Manual de derecho comercial, Buenos Aires, 1977, 253. Están en contra de lo sostenido en el texto: Vivante, I, nº 53; I. La Lumia, Materia bancaria e diritto bancario, en RDC, 1922-I, 121; T. Ascarelli, Appunti di diritto commerciale, Roma, 1936, 50, e Introducción al derecho comercial, Buenos Aires, 1947, 55; F. Messineo, Caracteres jurídicos comunes, concepto y clasificación de los contratos bancarios, en Rev. Der. Merc. (Madrid), 81, 31; J. Van Ryn, Principes de droit commercial, Bruselas, 1954, I, nº 85; Satanowsky, Tratado, II, nº 48; Fontanarrosa, Derecho comercial argentino. Parte general, Buenos Aires, 3ª (368) Bolaffio, Derecho comercial. Parte general, Buenos Aires, 1947, I, nº 52. (369) Están de acuerdo que la operación de banco es un acto de empresa intermediadora del crédito: De Biase, Rodríguez y Rodríguez, Rodríguez Azuero, Siburu y Castillo, lugs. cits.; F. Scordino, I contratti bancari, Nápoles, 1965, nos. 1 y ss.; Zavala Rodríguez, V, nº 97; J. C. Noacco y J. M. Wathelet, Concepto de entidad financiera, en JA, 1970, sec. Doctr., 8, 678; Noacco, Anotaciones sobre la garantía de los depósitos bancarios, en JA, 8, 471 (S. Cont.), n. 5. (370) Conf.: Scordino, lug. cit. (371) Conf.: Giraldi y Garrigues, lugs. cits. (372) E. Colagrosso, Diritto bancario, Roma, 1947, 63 y 190. (373) Conf.: La Lumia, RDC, 1921-I, 130, también critica la clasificación clásica, pero poniendo en evidencia tanto su carácter jurídico como su falta de significado económico, ya que hay operaciones pasivas que son para el banco fuente de ganancias y operaciones activas que son fuente de pérdidas. (374) P. Greco, Corso di diritto bancario, Padua, 1936, 45. (375) J. Hamel, Banques et opérations de banque, París, 1943, II, 1 y ss. (376) G. Molle, I contratti bancari, Milán, 1966, 17 y ss.; y Manual, 114. (377) Este autor entiende que operaciones bancarias y contratos bancarios son en esencia equivalentes según el derecho positivo italiano, pues el Código Civil de ese país, al hablar algunas veces de operaciones bancarias (arts. 1852 y 1857), se refiere a contratos bancarios determinados (Manual, 113). (378) Molle, Manual, 115. (379) L. Lordi, Classificazione delle operazioni di banca, en B.B.T.C., 1943-I, 1. (380) Conf.: Garrigues, 31/2; La Lumia, RDC, 1921-I, 129. (381) Conf.: Messineo, Manual, VI, 126. (382) Conf.: Garrigues, 28; Rodríguez Azuero, 112; Zavala Rodríguez, V, nº 179. (383) Conf.: Garrigues, 33; Messineo, VI, 126; Molle, Manual, 114; Rodríguez y Rodríguez, 19; Giraldi, 4. (384) Sobre el particular se han vertido las más variadas teorías: Entienden que se trata de una modalidad específica del secreto profesional: Hamel, I, 258; P. Gulphe, Le secret professionnel du banquier en droit français et droit comparé, en Rev. Trim. Droit. Comm., 1948, 8; B. Supervielle Saavedra, El depósito bancario, Montevideo, 1960, 199; Bataglia, Segreto bancario e posteriori intruttori, en B.B.T.C., 1961-II, 406; J. A. Robiolo y A. Rouillon, Algunas cuestiones sobre el secreto financiero, en LL, 1980-A, 915. Comp. con Williams, Contratos de crédito, 2-A, 187/8, para quien el secreto financiero integra el secreto de la actividad comercial toda, protegido por el art. 14, C.N. Para Molle, en Il segreto bancario, en B.B.T.C., 1937-I, 169, y Recensioni in tema di segreto bancario, en B.B.T.C., 1950-I, 17, el fundamento radica en los usos bancarios, por lo cual la revelación del secreto bancario importa violación de una obligación contractual (art. 1374, C.Civ. it.). En el mismo sentido se expide Bonfanti, R.D.C.O., 1984, 564 (arts. 1198 Ver Texto, (385) Conf.: Vezian, lug. cit. (386) Conf.: Vezian, 240. (387) Conf.: Williams, 194. (388) Conf.: Molle, Manual, 118/9. (389) Conf.: Williams, 80/1. (390) V. t. I, 250. (391) Conf.: Garrigues, 1 y ss., quien distingue entre las normas de derecho público bancario, que se refieren al banco como persona jurídica y las normas que se refieren a la actividad de los bancos en cuanto se vinculan con otros sujetos (clientes o bancos) mediante contratos, que es el derecho privado bancario o derecho bancario contractual. (392) Conf.: Garrigues, 5; Rodríguez y Rodríguez, 2. (393) V.: Rodríguez Azuero, 128, quien estudia los ordenamientos de varios países latinoamericanos que cuentan con una regulación orgánica de los contratos bancarios; v.gr., Méjico, Honduras, Colombia, Costa Rica, Guatemala, entre otros. (394) Se puede ver: H. Roitman, Los contratos bancarios, en LL, 1984-D, 945, donde se plantea la necesidad de una reforma a la legislación vigente, ante la orfandad normativa que existe respecto del tema que nos ocupa. (395) Comp. con Zavala Rodríguez, V, nº 96, y Williams, 2-A, 64. CAPÍTULO III - CUENTA CORRIENTE BANCARIA 20. GENERALIDADES. Al comenzar el estudio de la cuenta corriente bancaria es necesario puntualizar las reformas que, tanto la normativa legal como la reglamentaria dictada en su consecuencia, han experimentado últimamente. En ese aspecto habrá que tener en cuenta que: a) La ley 24452, en su art. 2 Ver Texto, agregó el párrafo 4º al art. 793 Ver Texto del Cód. de Com., estableciendo la necesidad de pacto expreso, para poder debitar cargos distintos al servicio de cheques, que presten los bancos en las cuentas corrientes bancarias. b) La misma ley 24452 Ver Texto incluyó como Anexo I, con 67 artículos, la regulación de los cheques comunes y de pago diferido, siendo reformada recientemente mediante la ley 24760 Ver Texto ("Bol. Of." del 13/1/1997), en los arts. 2 Ver Texto, inc. 6, y último párr.; 14 Ver Texto, 23 Ver Texto, 54 Ver Texto, primero y segundo párr., incs. 4 y 9, agregándose un párrafo final; 55 Ver Texto, 56, 58 Ver Texto, 60 Ver Texto, primer párrafo, 62 Ver Texto, in fine, 64 Ver Texto y 66 Ver Texto, agregándose el inc. 6. Por una cuestión expositiva nos referimos al contenido de este Anexo I, como Nueva Ley de Cheques (N.L.Ch.). c) El Banco Central de la República Argentina (B.C.R.A.), como autoridad de aplicación (art. 66 Ver Texto, proemio, N.L.Ch.), dictó la Com. "A" 2329, del 21/4/1995, que tiene 11 artículos y fue acompañada, además, por un nuevo texto de la OPASI 2 (que identificamos como OPASI 2/95), que entró a regir el 1/5/1995, y que fue reformada, en varias de sus reglas, ese mismo día, mediante la Com. "A" 2334. Con fecha 11/2/97 se dictó el comunicado 27.789, del B.C.R.A., cuyo texto se trascribe a continuación: COMUNICADO 27.789 - 11/2/97 "El Banco Central de la República Argentina informa que con motivo de la reciente promulgación de la ley 24760 Ver Texto ha procedido a adecuar el régimen normativo sobre el funcionamiento de la cuenta corriente bancaria. "Las principales modificaciones introducidas consisten en: "- eliminación del requisito de registración de los cheques de pago diferido. Sin embargo, tanto el librador como el tenedor pueden requerir -a su cargo- ese servicio por parte del banco girado, a efectos de asegurar la calidad formal del instrumento; "- la obligatoriedad de que los bancos entreguen chequeras de pago diferido a simple requerimiento de la clientela, lo cual permite el acceso al cheque de pago diferido sin necesidad de contar con márgenes de registro preestablecidos; "- el uso indistinto de la cuenta corriente bancaria tanto para librar cheques comunes como de pago diferido; "- la provisión de fondos -o la autorización para girar en descubierto- al momento de la emisión en el caso de los cheques comunes y a la fecha de vencimiento fijada por el librador cuando se trate de cheque de pago diferido, la que no podrá exceder de 360 días contados desde la fecha de su creación; "- la oponibilidad y eficacia del cheque de pago diferido, registrado o no, en los supuestos de concurso, quiebra, incapacidad sobreviniente y muerte del librador, características que dejará de tener el cheque común desde el 13/1/98; "- la pérdida de la eficacia jurídica del cheque común cuando, a partir del 13/1/98, sea presentado al cobro con anterioridad a la fecha de emisión; "- imposición de sanciones pecuniarias a los bancos girados, además de las anteriormente previstas para los libradores, en los casos en que se verifiquen incumplimientos a la normativa que se adopta, incluyendo el principio de solidaridad de dichos intermediarios respecto del pago de cheques cuando abran o mantengan abiertas cuentas a nombre de cuentacorrentistas inhabilitados por el Banco Central. "Se estima que las medidas adoptadas contribuyen a jerarquizar el cheque común como medio de pago habitual y que sea aceptado en forma generalizada el cheque de pago diferido como una herramienta de crédito alternativa por sus atributos que satisfacen expectativas de los agentes económicos, especialmente las Pymes". Así las cosas, con fecha 14 de febrero de 1997, el B.C.R.A. envió a las entidades financieras la Com. "A" 2514, que introdujo varias modificaciones al texto anterior de la reglamentación de la cuenta corriente bancaria, designada como OPASI 2. Tanto el texto de las reformas que trajo la citada Com. "A" 2514, como el texto ordenado resultante y vigente de la circular reglamentaria, obran agregados en el apéndice documental del presente volumen. Convencionalmente, indicamos al lector, cuando nos referimos al texto ordenado, en general, citamos la regla de que se trate solamente. Sin embargo, en otras ocasiones, a fin de facilitar la lectura, mencionamos la regla y a continuación OPASI 2/97. En cambio, cuando citamos alguna regla, que integrando ese texto ordenado consiste en alguna de las modificaciones introducidas por la Com. "A" 2514, lo indicamos especialmente, agregando a la regla la expresión s/Com. "A" 2514. Es del caso adelantar aquí que la citada Com. "A" 2514 introdujo diversas supresiones y modificaciones a las reglas anteriormente vigentes, las que en varios y determinados casos habían sido insistentemente criticadas por nosotros reclamando su pronta modificación. Estimamos que cualquiera que haya sido la motivación tenida en cuenta por la autoridad de aplicación para adoptar esos criterios, ellas deben ser muy bien recibidas, pues solucionan cuestiones que la anterior reglamentación no solucionaba. 21. LA CUENTA CORRIENTE BANCARIA Y OTRAS FIGURAS JURÍDICAS. Tratamos aquí, como en la primera edición, aunque con algunos rasgos distintos que evidencian las diferencias y, en su caso, las similitudes, que el contrato que nos ocupa presenta respecto de otras figuras similares contempladas en el derecho comparado. a) Variedad de la cuenta corriente mercantil. La doctrina francesa clásica consideró a la cuenta corriente bancaria como una variedad de la cuenta corriente mercantil (396) . Aunque ello no ha sido inconveniente para que algunos autores reconozcan la existencia de "las cuentas de los bancos", distinguiendo en ellas dos clases: I) cuentas de depósitos o de cheques, destinadas al uso de los particulares; y II) cuentas corrientes para la utilización por comerciantes, industriales y banqueros (397) , pero manteniendo la tesitura de que se trata de una variedad de la cuenta corriente mercantil y aplicando los principios y efectos propios de esta última figura jurídica (398) . Empero, es necesario reconocer, en la actualidad, cierta evolución en la jurisprudencia para adaptar sus resoluciones a las exigencias que propone la realidad de la vida bancaria, reconstruyendo en parte la doctrina francesa tradicional (399) . La producción científica especializada más reciente del país galo ha puesto en evidencia el quid de la cuestión, al señalar que la peculiaridad del derecho mercantil francés es que -a diferencia del nuestro- carece de un texto legal que distinga la cuenta corriente mercantil de la cuenta bancaria, razón por la cual los efectos jurídicos de esta última han sido determinados por los usos y, como dijimos antes, aprobados, corregidos e incluso modificados por la más reciente doctrina y jurisprudencia (400) . Es del caso puntualizar aquí, aun cuando tratamos más adelante la regulación legal de nuestra cuenta corriente bancaria, que no es posible, bajo el pretexto de considerarla un contrato autónomo, como realmente es, sostener a ultranza que no se pueda aplicar a ella, en absoluto, las normas de la cuenta corriente mercantil, a pesar de que ambas especies integran el título II, "De la cuenta corriente", de nuestro Código de Comercio (401) . b) Cláusula accesoria. Cuenta corriente impropia. El régimen preceptuado por el Código de Comercio de nuestro país, también se diferencia de la postura que considera a la cuenta corriente como una cláusula accesoria de ciertos contratos bancarios, sirviendo sólo de marco contable a tales contratos de ejecución continuada, sin alterar su esencia (402) . Como natural consecuencia, para esta concepción, la cuenta corriente no tiene autonomía contractual, razón por la cual la designa como "cuenta corriente impropia", "operaciones reguladas en cuenta corriente" o "cuenta de gestión" (403) . c) Cuenta corriente de correspondencia. Contrato de giro. Nuestra cuenta corriente bancaria presenta coincidencias con la denominada "cuenta corriente de correspondencia" de la doctrina italiana (404) y con el "contrato de giro" de la doctrina alemana (405) , aun cuando los ordenamientos legales de esos países no han consagrado una regulación positiva integral y sistemática de esas figuras jurídicas, razón por la cual las catalogan como contratos atípicos (406) . En efecto, los citados contratos tienen gran similitud con la cuenta corriente bancaria que aquí estudiamos (407) , pues tienen de común: I) son jurídicamente autónomos, con disciplina propia; II) tienen como objeto-fin esencial la prestación de un servicio de caja en favor del cliente; III) el banco actúa por orden del cliente, realizando cobros y pagos por su cuenta (408) . d) Contrato autónomo. Debemos partir de la base de que nuestros legisladores de 1889, tomando como fuente el proyecto de los Dres. Villegas y Quesada, regularon el contrato de cuenta corriente bancaria en los arts. 791 a 797, capítulo II del título XII, denominado "De la cuenta corriente", como contrato nominado o típico (art. 8 Ver Texto, inc. 11, C.Com.). De tal modo, constituyeron a nuestro Código de Comercio en el primer cuerpo legal que lo trata en forma específica, orgánica y sistemática, reconociéndolo como contrato autónomo y distinto de las relaciones jurídicas que le pueden servir de base o sustrato económico (409) . JURISPRUDENCIA Reiteradamente, distintos tribunales han declarado que según nuestro ordenamiento jurídico mercantil, la cuenta corriente bancaria es un contrato que ofrece una serie de matices especiales, con naturaleza propia (Cám. Fed., LL, 3, 757), que le otorgan carácter autónomo (Cam. Com., B, LL, 1980-A, 164; A, ED, 96, 615; ídem, LL, 1981D, 467; LL, 1982-C, 60; T.S. Córdoba, ED, 135, 527), que no debe ser confundida con el servicio de cheques, pues éste no es un elemento de la cuenta, sino que ésta constituye un elemento intrínseco de aquél e importa un contrato autónomo entre el banco y el cliente, que produce, naturalmente, efectos que no están vinculados al título cambiario (Cám. C.C., I, Santa Fe, JA, 1987-I, 372 Ver Texto; ídem, Rep. LL, XLIII, 609). Tampoco se puede confundir con aquellas relaciones jurídicas que dan lugar a otras tantas figuras jurídicas contractuales, a las cuales la cuenta corriente bancaria les sirve de "molde contable" (Cám. C.C., I, B. Blanca, LL, 1988-B, 152) que tiene el efecto de unificar los resultados finales de las diversas operaciones que realiza el cliente con el banco o que tienen lugar por medio de éste (Cám. Com., B, ED, 97, 206). 22. APLICABILIDAD DE LAS NORMAS CONCERNIENTES A LA CUENTA CORRIENTE MERCANTIL. Como quedó expuesto en el número anterior, nuestro legislador ha incluído a la cuenta corriente bancaria como capítulo II del título XII, denominado "De la cuenta corriente", de lo cual resulta que en nuestro derecho la cuenta corriente bancaria es, como ya se dijo, un contrato autónomo, sujeto en primer término a los preceptos del cap. II, y en lo que sean aplicables a los del cap. I, relativo a la cuenta corriente mercantil; sólo subsidiariamente serán aplicables las disposiciones del derecho común concernientes al depósito irregular, en el depósito en cuenta corriente y al préstamo, en la apertura de crédito en cuenta corriente (410) . Conforme a lo expresado y teniendo en vista que la cuenta corriente mercantil armoniza con la naturaleza y finalidades de la cuenta corriente bancaria, conceptuamos que son aplicables a esta última las siguientes disposiciones concernientes a la primera de ellas: a) el art. 771 Ver Texto, únicamente en lo relativo a la forma de contabilidad, en dos columnas de debe y haber, pues la compensación bancaria se produce de pleno derecho al asentarse cada partida, asiento que determina el saldo en ese momento, único que se tiene en cuenta entre las partes; sea que esa partida se origine en un depósito o provenga de una apertura de crédito o de un anticipo transitorio en cuenta, el banco no pagará los cheques girados contra la cuenta sino hasta cubrir el saldo existente a la presentación del cheque de que se trate. De otro lado, la obligación del banco de pagar los cheques a su presentación (art. 804 Ver Texto, C.Com.) lo coloca en situación completamente distinta al cuentacorrentista mercantil que, según este art. 771 Ver Texto, no tiene obligación de tener a la orden de la otra parte una cantidad o valor equivalente. b) el art. 775 Ver Texto, según el cual la admisión de valores en la cuenta corriente, cualquiera que sea su origen, produce novación (411) ; tanto el banco como su cliente asumen el carácter de cuentacorrentista y las sumas de créditos incluídos en la cuenta, pierden su individualidad para convertirse en elementos del crédito eventual de saldo (412) ; c) los arts. 777 Ver Texto, inc. 2, y 779 Ver Texto, en virtud de los cuales toda inclusión de un crédito originado en un papel de comercio, es condicional; pues queda sometido a la cláusula "salvo encaje", con las peculiaridades propias de la cuenta corriente de que se trate; v.gr., será bajo condición resolutoria en la cuenta corriente mercantil y suspensiva en la cuenta corriente bancaria (413) ; d) el art. 776 Ver Texto, en cuanto resulte compatible con el régimen de la cuenta corriente bancaria, en la cual la compensación se produce en forma constante, sucesiva y automática con el ingreso de cada partida a la cuenta; e) el art. 777 Ver Texto, en especial su inc. 1; f) el art. 778 Ver Texto, en cuanto concede el derecho de percibir comisiones y reembolso de gastos en virtud de la actuación por cuenta y orden del cuentacorrentista en la atención del servicio de caja pactado; g) el art. 780 Ver Texto, 1ª parte, sobre la exclusión de sumas o valores afectados a un empleo determinado; no así la 2ª parte de esa norma, pues en la cuenta corriente bancaria el dinero depositado debe tenerse siempre a la orden del cliente, dado que es de exigibilidad a la vista; h) el art. 782 Ver Texto, sobre el cierre, precepto que se complementa con lo dispuesto en el art. 792 Ver Texto, que contempla la clausura por voluntad unilateral de cualquiera de las dos partes, previo aviso a la otra con diez días de anticipación, salvo que hubiera convención en contrario; i) el art. 783 Ver Texto, sobre el cierre definitivo y cierre parcial; este último tiene lugar necesariamente cada tres meses en la cuenta corriente bancaria, si es que otra cosa no se ha convenido, debiendo el banco proceder en la forma que determina el art. 793 Ver Texto, reputándose el silencio del cliente como conformidad con el saldo establecido por el banco; j) el art. 784 Ver Texto, adaptándolo al régimen de la compensación constante y sucesiva a que está sujeta la cuenta corriente bancaria y a la exigibilidad en todo momento, a la vista del saldo en favor del cliente (art. 797 Ver Texto, C.Com.); k) el art. 785 Ver Texto, productividad del saldo parcial y del saldo definitivo; lo que se ve ratificado a partir del 2 de mayo de 1995, por la regla 1.14, OPASI 2/95, que autorizó reconocer intereses en favor del cliente por los saldos acreedores obrantes en las cuentas corrientes bancarias con servicio de cheques. Posibilidad que estuvo prohibida desde 1963, por la circ. B-382, B.C.R.A., y por las demás circulares, que reglamentaron la cuenta corriente bancaria hasta ahora. l) el art. 786 Ver Texto, concerniente a las garantías que se pueden constituír respecto de los saldos de las cuentas corrientes; m) el art. 787 Ver Texto, sobre la fuerza ejecutiva del crédito por saldo y posibilidad de girar contra el deudor de él; en el caso del cliente podrá girar contra el banco, directamente, un cheque; n) el art. 788 Ver Texto, que dispone la libertad de las partes para convenir el régimen de la cuenta, salvo preceptos legales prohibitivos, disposición que reproduce el art. 796 Ver Texto, que debe complementarse, en primer lugar, con aquél, modificado sólo en cuanto a la capitalización de intereses por el 795, que la establece de pleno derecho, salvo convención en contrario. Y en segundo lugar, como ya dijimos, con la regla 1.14, que autoriza expresamente, respecto de las cuentas corrientes bancarias con servicio de cheque, que las partes puedan pactar el devengamiento de intereses en favor del cliente. Tales intereses se liquidarán y capitalizarán por períodos vencidos no inferiores a treinta días, ni superiores a un año. Disponiéndose, además, que al producirse el cierre de la cuenta, los intereses se liquidarán hasta el día anterior al de operarse esa circunstancia. o) el art. 789 Ver Texto, que establece el carácter no solemne del contrato que nos ocupa y la admisibilidad de todos los medios de prueba para acreditar su existencia; p) el art. 790 Ver Texto, sobre los términos de prescripción (414) . Por natural implicancia, las disposiciones no citadas precedentemente son inaplicables a la cuenta corriente bancaria; en especial: a´) el art. 774 Ver Texto, que, condicionado con los demás que constituyen el capítulo de la cuenta corriente mercantil, consagra la indivisibilidad de ésta y veda a las partes compensar las masas de crédito y débito y exigir el saldo antes de la fecha convenida para la clausura y liquidación de la cuenta; como hemos dicho, en la cuenta corriente bancaria la compensación es sucesiva y escalonada, o sea, tiene lugar al asentarse cada partida, determinando el saldo exigible de inmediato por el cliente, a la vista, librando un cheque. b´) el art. 781 Ver Texto, si se le reconoce el alcance de limitar la eficacia de los embargos al saldo que resulte al fenecimiento de la cuenta en favor del deudor embargado (415) ; el depósito en cuenta corriente no hace perder al correntista la disponibilidad del saldo en su favor, sino que, al contrario, expresamente se le reconoce obligar al banco a entregarlo por orden de aquél. Es, pues, evidente la procedencia del embargo, con eficacia inmediata sobre el saldo existente en el momento de la traba (416) ; no siendo necesario para ello cerrar la cuenta corriente a fin de determinar un saldo (417) , pues la traba del embargo (cuyo monto puede ser inferior al saldo) no origina necesariamente tal cierre, pudiendo el depositante continuar sus depósitos y giros, con independencia de la suma embargada, que el banco debita de la cuenta y deposita a la orden del juez embargante. JURISPRUDENCIA La cuenta corriente bancaria constituye en el derecho positivo argentino una especie próxima a la cuenta corriente mercantil. Esto se desprende de su regulación en los arts. 791 a 797 Ver Texto, C.Com., capítulo II, del título XII, relativo a la cuenta corriente, cuyo capítulo I está referido a la cuenta corriente mercantil. Este ordenamiento sistemático del derecho positivo determina que las reglas de la cuenta corriente mercantil puedan ser llevadas al régimen de la cuenta corriente bancaria, por ser ésta otra especie del género "cuenta corriente" comprensible de ambas, por aplicación del principio de analogía previsto en el art. 16 Ver Texto, C. Civ. (voto de la mayoría) (Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 19). Nuestra legislación milita inequívocamente entre aquellas que han regulado ambas figuras en estrecha vinculación, siguiendo un criterio de integración y aun de subordinación de la cuenta corriente bancaria a la cuenta corriente mercantil. Y ello justifica la interpretación analógica siquiera respecto de aquellas cuestiones en que las diferencias no trazan una insuperable incompatibilidad (de la ampliación de fundamentos de los Dres. Anaya, Caviglione Fraga y Quintana Terán) (Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 19). Los preceptos de la cuenta corriente mercantil son aplicables a la cuenta corriente bancaria en todo lo que no haya sido previsto o modificado (Cám. Com., LL, 18, 344). Si bien en nuestro derecho la cuenta corriente bancaria es un contrato autónomo, queda sujeto en primer término a los preceptos del capítulo II del título XII, y en lo que sean aplicables a los del título anterior relativo a la cuenta corriente mercantil. Conforme a ello, le es aplicable el art. 785 Ver Texto, C. Com., que prevé la productividad de intereses del saldo (Cám. Com., A, LL, 1982-C, 60; D, JA, 1992-IV, 214 Ver Texto). Puesto que la cuenta corriente bancaria es una especie del género "cuenta corriente", le es aplicable analógicamente el art. 777 Ver Texto, inc. 4, C. Com., el cual establece el devengamiento automático de los intereses por los saldos insolutos de la cuenta (Cám. Com., D, ED, 139, 663). Más recientemente se ha reiterado que la cuenta corriente bancaria es una especie de la cuenta corriente (Cám. Com., D, LL, 1992-D, 519) o una variante (Cám. C.C. Junín, ED, 108, 263), siéndole aplicables las reglas de la cuenta corriente mercantil, exceptuadas las relativas a la indivisibilidad, que no cabe extenderlas, puesto que en el caso de la cuenta corriente bancaria la compensación se produce en forma sucesiva y escalonada (art. 792 Ver Texto, C. Com.) (Cám. 1ª, Sala I, La Plata, JL, 5, 2; fallo 8572). La cuenta corriente bancaria y la cuenta corriente se asemejan en la disposición contable de las remesas, que se van reflejando o pueden reflejar sucesivos cargos y abonos (T.S. Córdoba, ED, 135, 527). En sentido contrario se ha dicho que la división de la cuenta corriente bancaria y la cuenta corriente mercantil en dos capítulos, tal cual están legisladas, obedece al propósito de evitar su confusión (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). La cuenta corriente bancaria y la cuenta corriente mercantil deben diferenciarse, pues llevan características propias y distintas: 1) en la mercantil existe reciprocidad de remesas; no así en la bancaria; 2) los valores remitidos carecen de un destino específico, debiendo en la bancaria estar los fondos a disponibilidad del correntista; 3) la compensación y la novación se producen de pleno derecho en la cuenta comercial y ese efecto legal no es resorte de la cuenta bancaria; 4) la situación del deudor y del acreedor sólo es posible de determinar en la cuenta corriente mercantil al cierre de ella; en la bancaria se especifica en cualquier momento; 5) en una los intereses en mora devengan y se capitalizan trimestralmente, salvo pacto contrario; en la otra es necesario el pacto expreso (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164; Cám. Com., en pleno -voto de la minoría-, LL, 1985-A, 19). 23. CONCEPTO. CARACTERIZACIÓN. a) Concepto La cuenta corriente bancaria es un contrato mediante el cual se disciplinan futuras relaciones jurídicas, emergentes, de relaciones plurales, con especial referencia a las que el banco, en los límites de su organización empresaria, realiza por cuenta y orden del cliente. De la conceptualización expuesta se desprende que: I) Se trata de un contrato bancario autónomo, cuyas características consideramos a continuación (letra b, ap. II). Al ratificar su autonomía, rechazamos su encuadre como modalidad de cumplimiento de ciertos contratos bancarios o como cláusula accesoria de ellos; II) tiene como base o sustrato económico los resultados de una serie de actos, operaciones y negocios, que por voluntad de las partes -cliente y banco- quedan sometidos a su régimen; III) su base jurídica es la disponibilidad de los créditos que surgen de los actos, operaciones o negocios que el banco realiza, según lo pactado por cuenta e interés del titular de la cuenta; IV) tal disponibilidad se actúa bajo la forma de un servicio de caja que presta el banco, mediante las órdenes que el cliente imparte en función de las modalidades convenidas (418) . JURISPRUDENCIA El contrato de cuenta corriente bancaria consiste, en nuestro derecho, en que el banco mantenga a disposición de la contraparte la suma acreditada o depositada para atender las órdenes de éste, conforme a las modalidades acordadas para el funcionamiento de esa cuenta (Cám. Com., B, ED, 14, 461); es decir que la cuenta corriente bancaria no necesariamente debe operar con cheques, sino que puede hacerlo por otros medios instrumentales operativos y distintos de ese título cambiario (Cám. Com., D, ED, 129, 417); de ahí que el servicio de caja resulta comprensivo de todos los supuestos en que el cliente requiere del banco el cumplimiento del acto que éste no puede negarse a realizar porque está dentro de los previstos en el contrato, en la ley o en los usos (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). Lo esencial para que el servicio de caja configure un servicio de cuenta corriente bancaria es que la suma permanezca a orden del depositante (Cám. Com., E, LL, 1985D, 565; ídem, ED, 112, 592); tales sumas normalmente pueden provenir de depósitos de fondos a orden del cliente o autorización para girar en descubierto (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). Más recientemente se ha declarado que el contrato de cuenta corriente bancaria es aquel por el cual el banco se obliga a mantener a disposición del cocontratante las sumas acreditadas o depositadas para atender las órdenes que imparte éste conforme a las modalidades pactadas (C.N. Fed., C. y C., II, LL, 1992-E, 184), siendo usual en las prácticas bancarias la concentración de movimientos de fondos del cliente en el banco a través de la cuenta corriente, mediante la acreditación del resultado de las diversas operaciones realizadas: depósitos, préstamos, cobro de valores, cajeros automáticos, utilización de tarjetas de crédito, etc., y dicha modalidad no importa por sí desnaturalizar la cuenta corriente bancaria (Cám. Com., E, JA, 1992-II, 464 Ver Texto). El pago se da y perfecciona cuando en la cuenta corriente bancaria del accipiens se acredita una suma de dinero y el acreditado tiene y goza de esa disponibilidad de crédito en cuenta. Ello es posible por la existencia del denominado dinero escritural, que permite reales y efectivas trasmisiones patrimoniales de disponibilidad de dinero, sin que haya un desplazamiento físico de moneda (Cám. Com., D, LL, 1992-B, 548, con nota de E. A. Barbier). b) Caracterización. El contrato que nos ocupa se puede caracterizarlo como bancario, autónomo y típico, consensual, normativo, de adhesión, bilateral, oneroso, de ejecución continuada e intuitu personae. Pasamos a considerar cada uno de los caracteres enunciados: I) Bancario. La cuenta corriente es el primero, principal y más frecuente de los contratos bancarios (419) , razón por la cual es aconsejable estudiarlo antes que los demás (420) . Para ratificar su carácter bancario, hemos de recordar que no puede haber, cabalmente, contrato u operaciones bancarias, en general, si por lo menos una de las partes es una empresa bancaria. Por natural consecuencia, para la existencia de una cuenta corriente bancaria es requisito sine qua non que una de las partes sea un banco (421) . En el estado actual de nuestra legislación sólo tienen ese carácter las entidades que se ajustan a lo determinado por la ley 21526 Ver Texto. Por consiguiente, debemos concluír que si la parte que asume la calidad de banquero no es un banco autorizado por el Banco Central de la República Argentina, en los términos de la citada ley, no existe cuenta corriente bancaria. Sin embargo, corresponde reconocer eficacia jurídica a la convención por lo que al contratante se refiere, dado que no podría imputársele la comisión de un acto ilícito, como a la otra parte. Empero, la realización del "acto jurídico aislado" por quien no tiene calidad legal de banco, aun cuando puede tener la misma naturaleza, en razón de carecer de calidad de "bancaria" no pueden aplicársele, prioritaria y exclusivamente, las disposiciones propias de la cuenta corriente bancaria, su reglamentación, las condiciones generales de contratación, ni los usos bancarios (422) . Sin perjuicio de que tomando en cuenta la naturaleza de las operaciones y la intención de las partes, pueda resultar procedente invocar las disposiciones del título XIII, "De la cuenta corriente", como subsidiarias de las relativas al depósito, al préstamo o al contrato de derecho común que, de las circunstancias del caso, resulte acreditado (423) . Debemos señalar aquí que si bien el art. 67 Ver Texto, N.L.Ch., remitió a la ley 21526 Ver Texto para determinar qué entidades tienen capacidad pasiva para atender el servicio de cheques comunes a través de cuentas corrientes bancarias, el art. 66 Ver Texto, inc. 2, del mismo cuerpo legal, dejó abierta la posibilidad de que la autoridad de aplicación hiciera lo propio respecto de los cheques de pago diferido. Así las cosas, el Banco Central, mediante el art. 2 de la Com. "A" 2329, del 23 de abril de 1991, dispuso que el servicio de cheques de pago diferido podrá ser atendido por las entidades financieras autorizadas cualquiera que sea su clase. Es decir, no sólo los bancos comerciales tienen capacidad pasiva para atender el servicio de los nuevos cheques de pago diferido, sino que también lo pueden hacer las demás entidades financieras que no son bancos. Pusimos en evidencia (424) que al no haberse tomado la precaución al dictarse la ley 24452 Ver Texto de autorizar a las entidades financieras que no son bancos, para que operen cuentas corrientes bancarias, será necesario dictar una ley expresa en ese sentido, pues las comunicaciones y circulares reglamentarias dictadas por el Banco Central no tiene categoría legislativa para que las mencionadas entidades adquieran calidad de banco. Como la ley 24542 Ver Texto, ni la 24760 Ver Texto, no sancionó la norma legal necesaria, para que el punto 2 de la Com. "A" 2514, tuviera operatividad, el punto 4 de la reciente Com. "A" 2514 derogó directamente la primera norma reglamentaria, aclarándose que ahora sólo podrán girarse Ch.P.D. contra cuentas corrientes bancarias. JURISPRUDENCIA Uno de los elementos esenciales que diferencia a la cuenta corriente mercantil de la cuenta corriente bancaria es que esta última debe tener por parte forzosamente a un banco (Cám. Civ., A, JA, 1955-II, 279), lo cual significa que debe figurar entre las instituciones autorizadas por el Banco Central de la República Argentina para operar como banco (Cám. Com., A, Rep. LL, XVII, 58). El contrato de cuenta corriente bancaria es el que se celebra entre un banco y una persona a la cual aquél, a su pedido, le abre una cuenta en sus libros y se obliga a acreditarle o debitarle determinados valores (Cám. Com., A, LL, 121, 541), conforme a los presupuestos del art. 791 Ver Texto, C. Com. (Cám. Com., B, ED, 14, 461), dando vida a una relación continua con el cliente y creando vinculaciones de recíproca confianza que tienen el efecto de unificar en sus resultados finales las diversas operaciones con el banco o que tienen lugar por medio de él (Cám. Com., B, ED, 97, 206). La cuenta corriente bancaria constituye un contrato autónomo, entre un banco y el cliente (Cám. C.C., I, Santa Fe, JA, 1987-I, 372 Ver Texto), por el cual el banco abre en sus libros al otro contratante una cuenta y se obliga a acreditarle los valores que con destino a ella dicho contratante o terceros depositen o el mismo banco le adelante y a tener dichos valores a su orden en cualquier momento (T.S. Córdoba, ED, 135, 527). II) Autónomo y típico. Este contrato reviste esta calidad en nuestro derecho, por tratarse de un contrato nominado (art. 8 Ver Texto, inc. 11, C.Com.), regulado con características singulares de institución específica, en los arts. 791 a 797 Ver Texto, C.Com., y por las normas reglamentarias dictadas por el Banco Central de la República Argentina, sucesivamente, a partir de 1963, hasta la actual circ. OPASI/2, en virtud de la potestad concedida a esa institución de control bancario, por el derecho de fondo, sobre las cuentas con servicio de cheque. Debe considerárselo un contrato principal y autónomo (425) , sin que la referencia que hace el art. 791 Ver Texto, C.Com., a dos de las modalidades como puede operar -v.gr., con depósito o en descubierto-, conspire contra su autonomía, pues tales modalidades no son más que algunas de las bases económicas de las cuales puede resultar la disponibilidad en favor del titular de la cuenta corriente bancaria. Y ello es así, porque este contrato no se desnaturaliza como tal, ni se trasforma porque se alimente con dinero o créditos de diversos orígenes, ya que sólo consiste en el servicio de caja que se maneja, conforme a lo pactado, según las órdenes que da el cliente (426) . Por ello, consideramos que sería un error limitar la cuenta corriente bancaria al depósito y a la apertura de crédito en cuenta corriente, pues el banco asume otros encargos (427) que no desnaturalizan aquélla, porque en la actualidad el contrato que nos ocupa se ha visto ampliado y enriquecido (428) , abarcando todo medio orientado a obtener la disponibilidad actual y continua del crédito que exista en el banco en favor del titular, cualquiera que sea el origen de tal crédito. Lo explicado es una consecuencia directa del carácter expansivo que ha adquirido el servicio de caja que presta el banco. JURISPRUDENCIA El contrato de cuenta corriente bancaria es un contrato nominado (art. 8 Ver Texto, inc. 11, C. Com.) y autónomo en cuanto se rige por las normas específicas del C. de Com. y su reglamentación por parte del Banco Central de la República Argentina (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164; ídem, LL, 1978-C, 7; ídem, ED, 78, 462). Si bien al ratificar su condición de contrato autónomo se ha declarado que "no son de aplicación las disposiciones propias del contrato de cuenta corriente mercantil" (Cam. Com., B, LL, 1980-A, 164). También se ha dicho que al tener regulación propia, sólo excepcionalmente le son aplicables las disposiciones de los arts. 579 Ver Texto, 791 Ver Texto y ss., C. de Com. (Cám. Fed. C.C., II, LL, 153, 406). Sin embargo, la doctrina preferible ha declarado que la cuenta corriente bancaria constituye en el derecho argentino una especie próxima a la cuenta corriente mercantil. Ello se desprende de su regulación en los arts. 791 a 797 Ver Texto, C. Com., 2º capítulo de un título relativo a la cuenta corriente, cuyo primer capítulo está referido a la cuenta corriente mercantil. Este ordenamiento sistemático del derecho positivo determina que las reglas de la cuenta corriente mercantil puedan ser llevadas al régimen de la cuenta corriente bancaria, por ser ésta otra especie del género "cuenta corriente" comprensivo de ambas (art. 16 Ver Texto, C. Civ.) (del voto de la mayoría) (Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 18). Siguiendo esa postura hermenéutica, se ha declarado aplicable a la cuenta corriente bancaria: el art. 785 Ver Texto, C. Com., correspondiente a la cuenta mercantil, que prevé la productividad de intereses del saldo (Cám. Com., A, LL, 1984-A, 562; ídem, LL, 1981-D, 466; ídem, LL, 1982-C, 60), como asimismo el art.777 Ver Texto, inc. 4, C. Com. (Cám. Com., D, LL, 1979-B, 252), y el art. 790 Ver Texto, C. Com., pues entre cuenta corriente bancaria y cuenta corriente mercantil existe una relación de género a especie (Cám. Civ., E, LL, 124, 1168), o, más precisamente, que la primera es un género próximo a la segunda, de tal suerte que las normas citadas son aplicables al caso (Cám. Com., D, LL, 1981-C, 465). La cuenta corriente permite al cliente del banco librar cheques sobre ella o ingresar cheques librados sobre otros bancos, así como ordenar trasferencias y otras formas de pago con cargo a la cuenta abierta (Cám. Com., B, LL, 1982-A, 259), sirviendo de "molde contable" donde se cobijan aquellas múltiples relaciones jurídicas que dan lugar a otras tantas figuras contractuales (Cám. C.C., I, B. Blanca, LL, 1988-B, 152). Normalmente la provisión de fondos disponibles en cuenta corriente proviene de depósitos efectuados a orden del cuentacorrentista o autorización para girar en descubierto; sin embargo, puede abarcar, además del servicio de cheques, que no es esencial (Cám. C.C., I, Santa Fe, Rep. LL, XLIII, 609; Cám. Com., D, LL, 1989-D, 151, con nota de C. G. Villegas), otras operaciones, bajo la condición de que sean motivo de expresa contratación entre el cliente y el banco (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). III) Consensual. Porque se perfecciona por el solo consentimiento de las partes (art. 1140 Ver Texto, C. Civ.), y sin necesidad de que se efectúe depósito de dinero o acreditamiento de algún crédito (429) . Sin embargo, hay que recordar aquí lo manifestado oportunamente respecto de los contratos bancarios en general, que a pesar de que es el banco quien propone el contrato mediante la presentación del contrato en formulario al cliente, tal contrato no se perfecciona con la firma del futuro cuentacorrentista, sino que el banco, a pesar de ser el proponente, se reserva el derecho de evaluar las condiciones (morales y económicas) del firmante y, en su caso, de sus garantes, antes de que se pueda considerar que se perfecciona la convención. Efectuados los correspondientes estudios técnicos el banco presta el respectivo acuerdo, y sólo entonces las autoridades bancarias la cuenta corriente. JURISPRUDENCIA La cuenta corriente bancaria es un contrato consensual celebrado por un banco con su cliente, conforme a los presupuestos del art. 791 Ver Texto, C. Com., por el cual el banco se obliga a mantener a disposición de la contraparte la suma acreditada o depositada para atender las órdenes de éste, con arreglo a las modalidades acordadas para el funcionamiento de la cuenta (Cám. Com., B, ED, 14, 460; A, LL, 1987-D, 620). Nada impide considerar como depósito bancario la apertura de una cuenta sin que vaya acompañada de entrega alguna (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). Por aplicación de los usos y costumbres bancarios, el contrato de apertura de una cuenta corriente bancaria, generalmente se lleva a cabo en un formulario -típico de adhesión-, en el cual la única instrumentación es por lo general la suscripción por el particular de la solicitud de apertura, sin que medie, siquiera, la aceptación formal de la entidad financiera (Cám. C.C. I, B. Blanca, LL, 1980-B, 152). Reiterándose recientemente que la cuenta corriente bancaria es un contrato consensual y normativo celebrado entre el banco y el cliente por el cual aquél se obliga a tener a disposición de la contraparte la suma acreditada y depositada para atender órdenes de éste, conforme a las modalidades acordadas (Juzg. 1ª Inst, C. y C., 6ª Nom. Rosario, Z, R. 8, 388). IV) Normativo. Habíamos dicho en la primera edición que la cuenta corriente bancaria es un contrato normativo (430) ; habiendo profundizado nuestras investigaciones sobre la materia, en función de la necesidad de explicar en detalle los efectos jurídicos del contrato que nos ocupa, ampliamos convenientemente, en esta oportunidad, lo expuesto entonces. En esa perspectiva, definimos en esta oportunidad al contrato normativo como aquel por el cual las partes, al expresar su consentimiento acuerdan el modo y la forma de disciplinar las futuras relaciones jurídicas que entre ellos se lleven a cabo y para el caso de que efectivamente se concreten. Es decir que sin tener un contenido obligatorio actual -pues las partes, cabalmente, a nada se obligan-, mediante esta clase de contrato se pautan, reglamentan y especifican las modalidades de todas las relaciones negociales, futuras y eventuales, o por lo menos de una pluralidad de ellas, cualesquiera que sean y siempre que, efectivamente, tengan lugar entre las partes celebrantes del contrato. Esta clase de contrato tiene caracteres jurídicos que lo califican ontológicamente, como una categoría específica y distinta de la causa o finalidad de las plurales relaciones singulares y futuras que puede abarcar. En efecto, se lo puede catalogar (431) como: A) abstracto, pues en rigor no acoge el convenio causal de aquellas relaciones, sino que se abstrae de cada uno de esos convenios que sirven de causa a esas relaciones particulares. Es decir que de esta clase de contrato nace un vínculo jurídico, actual, relativo a la conclusión de uno o más contratos, que las partes no están obligadas a concretar, pues la obligación es eventual y su actualidad depende de la verificación del evento (hecho, acto, contrato o negocio) que ulteriormente puede acaecer entre las partes que han concertado el contrato normativo de que se trate. B) preparatorio, es decir que tiene carácter definitivo, por oposición a los contratos preliminares, que tienen existencia provisoria. Efectivamente, el contrato preliminar tiene una existencia provisional y efímera, pues el vínculo creado entre las partes contratantes desaparece con la formalización del contrato definitivo previsto en el contrato preliminar de que se trate, como ocurre con el boleto de compraventa respecto de la escritura traslativa de domicilio del respectivo inmueble. En cambio, el carácter de definitivo del contrato normativo hace que el vínculo jurídico resultante perdure en el tiempo, aun cuando tiene efectos sobre los actos, negocios y relaciones jurídicas que las partes pueden llevar a cabo en el futuro, no siendo absorbido por ellas. Es decir que el contrato normativo persiste, cumpliendo su función propia y genuina para la cual se lo constituyó, que es distinta de los contratos singulares cuya formación se tuvo en cuenta y que consiste en la unificación de la disciplina de esos contratos y de las relaciones negociales, futuras y eventuales. C) como resultado de lo expresado hasta aquí, se le puede atribuír carácter inmanente, en el sentido de ser una relación jurídica que permanece, dado que el contrato normativo se puede aplicar a todas las relaciones particulares sucesivas, sin que el cumplimiento y la ejecución de ellas produzca la extinción de sus efectos propios y genuinos, siendo de la esencia de esta categoría de contratos el que se vuelva a aplicar recurrentemente, siempre que no exista establecido cantidad o límite de los actos, contratos o relaciones particulares que abarca. Lo expresado precedentemente resulta aplicable en plenitud a la cuenta corriente bancaria, en la cual la disponibilidad, en tanto derecho de crédito en favor del cliente que surge como resultado de las distintas relaciones individuales comprendidas, quedan vinculadas por la cuenta corriente que hace de nexo funcional (432) , instituyendo un régimen jurídico diverso del que sería aplicable si las partes no hubieran establecido ese contrato de cuenta corriente (433) . Ello viene a ratificar la autonomía del contrato que nos ocupa, pues la normatividad de que él deriva, engendra consecuencias jurídicas propias, independientes y distintas de las que corresponden a los contratos básicos o subyacentes (434) . Es del caso señalar que parte de la doctrina considera a este contrato como de coordinación (435) . Entendemos que ello no es así, porque si bien tanto los contratos normativos como los contratos de coordinación pertenecen a la categoría de los contratos preparatorios (436) , estos últimos se caracterizan por preordenar y organizar el desenvolvimiento de una continuidad de relaciones futuras cuya constitución es obligatoria, lo cual no ocurre en la cuenta corriente bancaria (437) , ya que como lo hemos afirmado antes, no tiene un contenido obligatorio actual. Antes de concluír es necesario evidenciar que el contrato que estamos estudiando no puede ser caracterizado, al mismo tiempo, como normativo y de coordinación (438) , pues según la autorizada opinión de Vittorio Salandra, quien ha vertido conceptos definitivos en su monografía sobre contratos preparatorios (439) , los contratos de coordinación, por pertenecer a la categoría de los contratos preparatorios, tienen algunos caracteres de los contratos preliminares y de los contratos normativos, no debiéndoselos confundir con ninguno de ellos (440) . JURISPRUDENCIA En forma reiterada se ha reconocido el carácter normativo del contrato de cuenta corriente bancaria; así tenemos: Cám. Com., A, LL, 1987-D, 260; B., ED, 14, 460; Juzg. 1ª Inst. C. y C., 6ª. Nom. Rosario, Z, R, 8, 388). Sin embargo, por inspiración del vocal preopinante, Dr. J. N. Williams, se resolvió que se trata de un contrato de coordinación (Cám. Com., LL, 1980-A, 164). (396) R. Piret, Le compte courant, Bruselas-París, 1921, 222. Lo propio ocurrió con la doctrina italiana a la luz de la normativa que traía el C. de Com. 1865: conf. G. Molle, I contratti bancari, Milán, 1966, 375. (397) Conf.: J. Hamel, Banques et opérations de banque, París, 1943, I, nº 335; Piret, lug. cit.; R. Roblot, Traité élémentaire de droit commercial, 9ª ed., París, 1969, II, nº 2289; A. Wahl, Précis théorique et pratique de droit commercial, París, 1922, nos. 175/6; M. T. Rives-Lange, Le compte courant en droit français, París, 1969, 46. (398) R. A. Nougués, La cuenta corriente bancaria, Bs. As., 1970, 32; J. N. Williams, Contratos de crédito, Bs. As., 1986, 2-A, 274. (399) Conf.: M. Vasseur y X. Marim, Les comptes en banque, París, 1966, I, nº 232; Hamel, I, nº 341; Molle, Considerazioni sul conto corrente bancario, en BBTC, 1950-I, 99. (400) J. L. Rives Lange y M. Contamine Raynaud, Droit bancaire, París, 1986, 224. (401) Es la posición de Williams, 2-A, 284 y ss., que no compartimos. (402) Folco, Il sistema del diritto della banca, Milán, 1959, 321 y 412. (403) Molle, Considerazioni..., en BBTC, 1959-I, 99. (404) Zavala Rodríguez, V, nº 126; a estas cuentas se las denominaba de ese modo, pues en el pasado, y aun en la actualidad, las operaciones son comunicadas, confirmadas y reconocidas mediante correspondencia (v.gr., carta de acreditamiento y de adelanto en cuenta corriente). (405) Mossa, Il diritto dello check, Sassari, 1919, conceptúa a este contrato expresando que es un contrato autónomo, con disciplina propia, mediante el cual el cliente y el banco tienen interés en crear una relación distinta de los demás contratos para el servicio de caja: el banco por la ventaja de adquirir siempre nuevos fondos y cheques para su compensación; el cliente por la seguridad de sus capitales y la comodidad de sus pagos. El servicio de caja no es ya una cosa accidental, no es un pacto accesorio, sino un pacto principal como es el contrato de depósito o la apertura de crédito. De la práctica bancaria se puede deducir la conclusión de que el contrato de giro es jurídicamente autónomo. La causa del contrato no es el depósito o la apertura de crédito, sino los pagos que ha de realizar el banco. (406) Conf.: Folco, 165. (407) V.: Garrigues, 125, quien manifiesta que siendo en su contenido y desarrollo lo esencial el servicio de caja en favor del cliente, ello lo lleva a equiparar la cuenta corriente bancaria con el contrato que la doctrina alemana llama "de giro". (408) F. Scordino, I contratti bancari, Nápoles, 1965, 160; Garrigues, lug. cit.; Mossa, lug. cit. (409) Conf.: Zavala Rodríguez, V, nº 94; Williams, 2-A, 279; Nougués, 51. (410) La doctrina predominante entiende que se trata de un depósito irregular: Ch. Lyon-Caen y L. Renault, IV, nº 674; E. Thaller, Traité élémentaire de droit commercial, París, 1931, nº 1608; L. Lacour y J. Bouteron, Précis de droit commercial, París, 1921, II, nº 1409; M. Obarrio, Curso de derecho comercial, Bs. As., 1898, II, nº 364. En contra, entendiendo que es un mutuo: G. Baudry-Lacantinerie y A. Wahl, De la société, du prˆt, du dép“t, París, 1905, nº 1097; Colagrosso, Nuovo digesto italiano, vº depósito bancario, nº 5. Sin embargo, aclara A. Morando, El contrato de cuenta corriente, Madrid, 1933, nº 6, p. 28, n. 1: el fin del depósito es la custodia, mientras que en el mutuo es el préstamo. Otros autores sostienen que el depósito en cuenta corriente es un depósito irregular, y el depósito a plazo fijo, un mutuo: I. La Lumia, I deposito bancari, Turín, 1913, 84 y ss. (411) Sobre los alcances del vocablo "novación" que emplea el art. 775 Ver Texto, C.Com., ver nº 9, letra b, ap. I. (412) Ver nº 30. (413) Conf.: Molle, I conttrati, 395/6; P. M. Giraldi, Cuenta corriente bancaria y cheque, Bs. As., 1973, p. 99; Williams, 2-A, 307. (414) Comp. con C. C. Malagarriga, Código de Comercio comentado, Bs. As., 1927, V, nos. 211 y 218: los preceptos relativos a la cuenta corriente mercantil son aplicables subsidiariamente a la cuenta corriente bancaria; Rivarola, Derecho comercial argentino, Bs. As., 1940, IV, nº 1238: concuerda en lo fundamental con el criterio que sustentamos, pero al enumerar los artículos omite varios, alguno de los cuales aplica más adelante al ocuparse en particular de ciertas cuestiones como, por ejemplo, el art. 789 Ver Texto, relativo a la prueba del contrato (nº 1241). En contra: Williams, 2-A, 284 y ss., quien al afirmar el carácter autónomo del contrato que nos ocupa, sostiene que es un error aplicar los artículos del cap. I, De la cuenta corriente mercantil, a la cuenta corriente bancaria, que queda regulado por los arts. 791 a 797 Ver Texto del C. Com. y su reglamentación por el Banco Central de la República Argentina. (415) Ver nº 12. (416) Conf. entre otros: Bonelli, Conto corrente, nº 11. (417) Como sostenía Martín y Herrera, 332. (418) Conf.: Nougués, 51. (419) Zavala Rodríguez, V, nos. 95 y 113. (420) Garrigues, 117. (421) Conf.: Malagarriga, Tratado, II, 671. (422) S. Stogia, Appunti per un corso de diritto bancario, Padua, 1944, p. 21. (423) Comp. con Rivarola, IV, nº 1240, quien excluye absolutamente la aplicación de las normas sobre cuenta corriente bancaria y mercantil, en este caso. (424) Gómez Leo, Reglamentación..., 2 y ss. (425) Conf.: Mossa, lug. cit. (426) Conf.: Zavala Rodríguez, V, nº 94; Williams, 2-A, 279; Nougués, 51; Garrigues, 127. (427) Folco, 357; A. Catalbianco, Il conto corrente bancario, Padua, 1967, 89. (428) Conf.: Garrigues, 122/3: Es evidente que la cuenta corriente bancaria nació en el seno del depósito de dinero y como pacto accesorio suyo, destinado a facilitar la movilización del dinero depositado... Mas poco a poco, en la práctica, fue ganando sustantividad, convirtiéndose de pacto accesorio en contrato principal. Frente al depósito en cuenta corriente se fue configurando en la técnica bancaria la cuenta corriente como contrato de contenido más amplio, pues mientras en aquel contrato la obligación del banco se reduce a la de hacer pagos secundando las órdenes del cliente, en este otro el banquero se convierte en agente de pagos y de cobros de su cliente y en administrador de su dinero, realizando por su cuenta todas las operaciones inherentes al servicio de caja en el sentido más amplio de esta expresión (pagos, cobros, liquidaciones, compensaciones de crédito y deudas, trasferencias, etc.). (429) Conf.: Colagrosso y Molle, Diritto bancario, Roma, 1960, 495; Nougués, 45; Williams, 2-A, 80. (430) Conf.: Bonelli, 849, y RDC, 1914-I, 833; Stogia, 254; Colagrosso y Molle, 495; Nougués, 46; Zavala Rodríguez, V, nº 158; Bonfanti, 102. (431) Conf.: V. Salandra, Contratti preparatorii e contratti di cordinamento, RDC, 1940I, 6; R. Franceschelli, Natura giuridica della compravendita con esclusiva, RDC, 1939-I, 236; U. Barbero, Nuovo Digesto italiano, Milán, 1938, voz Contratto normativo. (432) Molle, 395. (433) Stogia, lug. cit. (434) Conf.: Garrigues, 125. (435) Williams, 2-A, 292; Villar Palasi y Muñoz Campos, Ensayo sobre la naturaleza jurídica del cheque, en RDM, Madrid, 1951-XI, 7. (436) V. t. III-A, 56. (437) Nougués, 46. (438) V.: C. G. Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Bs. As., 1986, 33/4. (439) Salandra, RDC, 1940-I, 29. (440) Salandra, RDC, 1940-I, 29. V) De adhesión. La doctrina está de acuerdo en que la cuenta corriente bancaria es un contrato que se lleva a cabo -como la generalidad de los contratos bancarios- mediante adhesión a las condiciones generales que impone el banco, limitándose el cliente a manifestar su conformidad mediante la firma del formulario que se le propone. Estas características de adhesión son lo normal (441) y tienen puntual vigencia respecto de los términos globales de la cuenta corriente y del servicio de cheques que comprende (442) . Sin embargo, en la actualidad, se ve parcialmente modificada por la inclusión de cláusulas adicionales al formulario propuesto por el banco, mediante las cuales se pactan determinadas modalidades en el cumplimiento del servicio de caja que el banco cumple, así como se adicionan servicios especiales. La regla 1.1.1.4 OPASI 2/97 establece expresamente que se requiere la conformidad del cliente para que se debite de la cuenta corriente las comisiones pactadas libremente al momento de la apertura de la cuenta o posteriormente, por los servicios que preste la entidad financiera, y las operaciones concertadas con ella o con terceros, como es el caso de los débitos automáticos. La regla citada coincide con el nuevo texto del párrafo cuarto del art. 793 Ver Texto del Código de Comercio, incorporado por la ley 24452 Ver Texto. En el apartado siguiente, la citada norma reglamentaria, con deficiente redacción, establece que, aun cuando el cliente hubiere prestado expresa conformidad, no se podrá cargar a la cuenta corriente bancaria con servicio de cheques, débitos de importes correspondientes a operaciones instrumentadas mediante títulos que en sí mismos no tengan fuerza ejecutiva. Es evidente que la norma se refiere al controvertido problema de los débitos originados en las tarjetas de crédito y de compra, con la finalidad de excluírlos. Sin embargo, la norma agrega a continuación que se exceptúan de la limitación anterior los débitos automáticos, los que resulten de operaciones de comercio exterior, de compraventa de títulos o de moneda extranjera; así como los débitos por capital e intereses de adelantos en cuenta corriente y por intereses devengados en virtud de descubiertos. Hasta allí la norma es coherente con la finalidad expuesta en el parágrafo anterior. Pero a continuación se puntualiza que, además, se podrá cargar en cuenta corriente los demás débitos originados en servicios que preste la propia institución. Tenemos dicho (443) que, en nuestro concepto, con esta norma residual abarcativa de todo otro supuesto pactado previamente entre el cliente y el banco, éste podrá llevar a la cuenta corriente los débitos originados en una tarjeta de crédito o de compras, a condición de que el contrato por el cual vendió ese instrumento establezca con toda claridad, que se trata de un servicio que presta directamente el banco y que el cliente autorizó, expresamente, a efectuar los débitos resultantes de la utilización de la tarjeta de que es titular. JURISPRUDENCIA La contratación bancaria en general se lleva a cabo con la mecánica de la contratación masiva, concretándose en contratos tipo o por adhesión a condiciones generales (Cám. Com., B, ED, 10, 742; C, LL, 1987-E, 178; Cám. C.C. I, B. Blanca, LL, 1988-B, 152). Las entidades financieras cumplen con su función intermediadora en el mercado de capitales mediante la contratación de carácter masivo (S.C. Tucumán, JA, 1979-IV, 554) que se lleva a cabo en virtud de las normas bancarias uniformes que responden a la exigencia del carácter de empresa que tiene en la actualidad el banco, tipificando las operaciones en masa que realiza, con la predeterminación de cláusulas insertas en esquemas contractuales ya configurados, como es el caso de las operaciones de depósito, cuenta corriente y demás servicios (del fallo de 1ª inst.) (Cám. Com., C, ED, 95, 696; Rep. LL, XLII, 201). Sin embargo, se ha resuelto recientemente que se debe descartar que en un contrato bancario de cuenta corriente puede interpretarse que existe una verdadera sumisión del cliente a la voluntad del prestador del dinero, porque éste manipula los fondos depositados y los saldos de las cuentas. En realidad, tal contrato es eminentemente consensual, es decir, pactado libremente entre las partes contratantes (Juzg. 1ª inst. C.C., 6ª Nom. Rosario, Z, R. 8, 389). VI) Bilateral. El contrato que estamos estudiando genera obligaciones para ambas partes, las cuales quedan disciplinadas por la convención normativa establecida entre el banco y el cliente en el marco de los preceptos legales regulatorios de él, así como de las disposiciones reglamentarias dictadas por el Banco Central de la República Argentina (444) . JURISPRUDENCIA Conforme a nuestra ley, el contrato de cuenta corriente bancaria es realizado entre un banco y otra persona, por el cual el banco abre, en sus libros, al otro contratante, una cuenta y se obliga a acreditarle los valores que con destino a ella dicho contratante o tercero depositen o el mismo banco le adelante y a tener dichos valores a su orden en cualquier momento, de allí su carácter bilateral (T.S. Córdoba, ED, 135, 527). Las cuentas corrientes bancarias no son ajenas a las vinculaciones bilaterales que relacionan a las partes contractuales, donde cada una de ellas debe cumplir sus respectivas obligaciones reglamentarias del área vinculante (art. 1190 Ver Texto, C. Civil, y art. 207 Ver Texto, C. Com.) para adquirir los derechos correspondientes a ellas (arts. 409 Ver Texto, 1201 Ver Texto y concs., C. Civil) (del voto del Dr. Mitchell, Cám. C.C. Junín, ED, 139, 748). VII) Oneroso. Se debe reconocer este carácter en razón de que las ventajas que el contrato de cuenta corriente procura a una u otra de las partes no le son concedidas, sino por una prestación que ella se obliga a hacerle a la otra (art. 1139 Ver Texto, C. Civ.). Es decir, que mientras el cliente usufructúa el servicio de custodia y caja del crédito disponible que tiene en el banco, éste, al adquirir la propiedad de los fondos depositados por aquél (445) , puede realizar su actividad intermediadora del crédito lucrando con las operaciones bancarias activas, obteniendo réditos. De otro lado, cuando el banco concede una apertura de crédito o un anticipo transitorio en cuenta corriente, para atender el pago de cheques en descubierto, percibe un interés por los saldos resultantes por el período que dure el descubierto, en el primer caso al tipo de interés pactado, en el segundo caso al más alto interés de plaza, según las encuestas que efectúa el Banco Central de la República a esos efectos. Se debe poner de relieve que si bien los saldos en favor del cliente, en virtud del art. 795 Ver Texto, C. Com., podían producir intereses en favor de ambas partes, y por tanto, generalmente, debía devengarlos en favor del titular de la cuenta corriente; el Banco Central de la República Argentina, al dictar en 1963 la reglamentación de las cuentas corrientes bancarias con servicio de cheques (art. 56 , inc. a, decr.-ley 4776/63), dispuso mediante el art. 42, circ. B-382, que "los depósitos en cuenta corriente no devengarán interés alguno". Disposición reglamentaria que, con leves modificaciones en su redacción, fue mantenida invariablemente en las sucesivas circulares dictadas por el órgano de control, hasta el 1 de mayo de 1995. En esa fecha, con motivo de entrar en vigencia la nueva ley de cheques 24452 Ver Texto, el Banco Central puso en vigencia, mediante la Com. "A" 2329 del 21/4/1995, un nuevo texto de la circular OPASI 2, que en la regla 1.14 dispone como novedad: "Podrán reconocerse intereses sobre los saldos de depósitos en cuenta corriente en las condiciones que libremente se convengan con los clientes". "Los intereses sobre los saldos de depósito en cuenta corriente -en pesos y en dólares estadounidenses- se liquidarán y capitalizarán por períodos vencidos no inferiores a treinta días, ni superiores a un año. "Al producirse el cierre de la cuenta, los intereses se liquidarán hasta al día anterior al de operarse tal circunstancia". JURISPRUDENCIA La cuenta corriente bancaria es onerosa: el lucro del cliente consiste en la custodia del dinero depositado y en el servicio de caja que le presta la entidad financiera; la utilidad del banco radica en la diferencia entre el costo bancario y el interés que percibe de aquellos a quienes presta el dinero (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). Si bien no existe norma específica atributiva de intereses en la cuenta corriente bancaria, por aplicación analógica del art. 777 Ver Texto, inc. 4, C. Com., cabe concluír que aunque no devenga intereses cada remesa, en función de disposiciones de su regulación superintendencial, sí lo hace el saldo deudor fijado al ser cerrada (Cám. Com., D, LL, 1979-B, 252). Asimismo, se ha declarado que siendo aplicable a la cuenta corriente bancaria el art. 785 Ver Texto, C. Com., que prevé la productividad de intereses del saldo, los que deben ser calculados desde que se determinó el saldo deudor (Cám. Com. A, LL, 1984-A, 662; ídem, LL, 1981-D, 466; ídem, LL, 1982-C, 60; ídem, 1981-D, 467; ídem, LL, 1984-A, 562; D, LL, 1981-C, 465; ídem, LL, 1984-A, 562). El art. 795 Ver Texto, C.Com., rige en los casos en que es el cuentacorrentista quien debe al banco en el caso en que la deuda tiene su causa en la autorización para girar en descubierto; estos intereses se debitan por la entidad bancaria en la propia cuenta corriente, sin necesidad de cláusula especial (Juzg. 1ª Inst. C. C., 6ª Nom., Rosario, Z, R. 8, 389). La interpretación final del art. 795 Ver Texto, C. Com., implica la posibilidad de pactar capitalizaciones de intereses por períodos inferiores a tres meses. Cabría argumentarse que esta capitalización se justifica por el mayor riesgo que asume el banco que presta un servicio de caja suplementario, pues adelanta fondos en la oportunidad que el cliente los necesita. Asimismo, se debe sostener que en materia comercial el anatocismo resulta admisible en forma más liberal, como hipótesis prevista en los arts. 569 Ver Texto, 788 Ver Texto y 795 Ver Texto, C.Com. (Juzg. 1ª Inst. C.C. 6ª Nom. Rosario, Z, R. 7, 522). VIII) De ejecución continuada. Las relaciones jurídicas que cotidianamente se establecen entre el banco y el público, pueden tener carácter ocasional o momentáneo, como ocurre con las operaciones de ventanilla o caja; o revestir carácter estable o permanente, como es el caso de la cuenta corriente bancaria (446) . En efecto, este contrato constituye una convención de ejecución continuada y de diverso contenido negocial, que no se agota con la realización de las distintas operaciones que la alimentan, siendo un contrato de larga duración que reglamenta tanto los derechos como las obligaciones de las partes, por tiempo indefinido (447) . JURISPRUDENCIA Nada impide considerar como depósito bancario la apertura de una cuenta sin que vaya acompañada de entrega alguna, y al depósito en cuenta corriente como un contrato de ejecución continuada, en cuanto las sucesivas entregas constituyen la faz ejecutiva de una única relación o convención de duración (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). IX) Intuitu personae. Surge esta característica de la circunstancia de que el banco, antes de abrir una cuenta corriente, efectúa un cuidadoso estudio evaluativo de la credibilidad y solvencia -moral y económica- del potencial cuentacorrentista; contando con la facultad de revisar la relación establecida durante la vigencia del contrato, si hubieran variado, sustancialmente, aquellas condiciones tenidas en cuenta al concretarlo (448) . Por natural consecuencia, no se concibe que el titular de la cuenta pretenda ceder el contrato, sustituyendo la titularidad en otra persona (449) . JURISPRUDENCIA Si el cliente no es persona moralmente recomendable, quizá utilice la cuenta para librar contra ella cheques sin fondos o para ingresar otros falsificados o robados, o para utilizar, en suma, la cuenta como un receptáculo de operaciones ilícitas. Esto explica la aparente paradoja de que quien lleva su dinero a un banco para convertirlo en un simple derecho de crédito a su restitución, necesite además demostrar que es persona recomendable. Si el nuevo cliente no obtiene la aquiescencia del banco, la cuenta no está abierta, aunque desde el punto de vista jurídico aquél cumpla todos los requisitos de capacidad que las leyes exigen (Cám. Com., B, LL, 1982-A, 259). No se puede obligar al banco a abrir una cuenta corriente. El derecho o la oportunidad de ser cliente del banco y las relaciones que con tal vinculación se establezcan, están subordinados a la aceptación, acuerdo y obligaciones contractuales que se formalicen, y su cumplimiento y rescisión no autorizan las vías del recurso de amparo intentado (C. S. Salta, LL, 120, 243). La cuenta corriente da vida a una relación continuada de "clientela" que aproxima a las partes, creando vinculaciones de recíproca confianza (Cám. Com., B, ED, 97, 206). 24. SERVICIO DE CUSTODIA, DE CHEQUE Y DE CAJA. Luego de definir y caracterizar al contrato de cuenta bancaria, corresponde determinar la naturaleza, significado y alcances de los tres conceptos mencionados en el título de este número, pues luego de haber experimentado una notable evolución, presentan en la actualidad marcadas diferencias. a) Servicio de custodia. Históricamente vinculado al depósito de dinero, el servicio de custodia que tenía a su cargo el depositario era lo fundamental (450) ; tal servicio pasivo prevalecía, como principal y absorbente, sobre el servicio activo de caja que se consideraba por entonces un simple medio para facilitar el uso y disponibilidad de los valores depositados. Con el trascurso del tiempo la situación cambió radicalmente, invirtiéndose sus términos, pues el servicio o deber de custodia -aspecto pasivo- ha pasado a segundo lugar, siendo absorbido por el servicio de caja -aspecto activo- (451) que se ha convertido en el fin principal de la cuenta corriente bancaria, ya que el banco, además de asumir la obligación de recibir del cliente ingresos diversos en ella, debe atender, especialmente, las órdenes que imparte el cliente para disponer de las acreencias existentes en la cuenta en su favor. Asimismo, es del caso señalar aquí, para enlazar el otro concepto que integra el título (v.gr., servicio de cheque), que conforme a la regulación que instituyó el Código de Comercio de la cuenta corriente bancaria, así como su ulterior reglamentación por el Banco Central de la República Argentina, el modo propio y genuino de impartir las órdenes de disposición de los fondos existentes en ella, es mediante el libramiento de cheques (452) . Tal modalidad de movilizar el crédito disponible en la cuenta corriente no fue, ni es, jurídicamente excluyente de otros medios que es dable utilizar y que de hecho son utilizados (453) ; pero la realidad de la vida bancaria nos indica que años atrás, la mayoría de las cuentas corrientes eran operadas por sus titulares, exclusivamente, mediante cheques y, aun hoy, existen cuentas de particulares, generalmente de volúmenes limitados, en las cuales las sucesivas extracciones se llevan a cabo, solamente, con el libramiento de cheques. En tales casos, existe, de hecho, una coincidencia cuantitativa entre el servicio de caja y el servicio de cheques (454) . JURISPRUDENCIA La obligación de custodia que pesa sobre la entidad financiera es una de las prestaciones principalísimas del contrato de cuenta corriente bancaria (Cám. Fed. C.C., II, ED, 147, 236). En este contrato el banco se compromete a tener a disposición del cocontratante las sumas acreditadas o depositadas para atender las órdenes de éste conforme a las modalidades adoptadas; es decir que la entidad presta dos servicios: el de guarda o custodia del dinero y el de caja (Cám. Fed. C.C., II, LL,1992-E, 184). En el depósito de fondos en cuenta corriente bancaria, la propiedad del dinero es sustituída por la propiedad del crédito que resulta del dinero depositado (art. 732 Ver Texto, C. Civ.), y respecto de dicho crédito es que recae la obligación de custodia que asume el banco (Cám. Com., B, JA, 1979-IV, 497; ídem, LL, 1980-A, 164; ídem, JA, 1986-I, 614 Ver Texto; ídem, LL, 1986-B, 372). Si bien el art. 1, inc. g, decr. 2525/71, regl. de la ley 19130 Ver Texto, establece como medida mínima de seguridad, que la entidad tenga un lugar o recinto para operaciones importantes alejados de la vista del público, cuando las características del local lo permitan, la obligación de custodia derivada de la cuenta corriente bancaria, cesa en el momento del retiro de los fondos; sin que se pueda extenderla a todo el tiempo que permanezca dentro de la sede crediticia quien ha percibido los valores (quien cobró el cheque, adujo haber sido asaltado en las escaleras del entrepiso, que conducen al tesoro donde efectuó el retiro de los fondos) (Cám. Fed., C.C., II, LL, 1992-E, 184). b) Servicio de cheque. El libramiento regular de un cheque supone la existencia de un contrato de cuenta corriente bancaria establecido entre el librador y el banco girado, pero ello no basta, sino que resulta necesaria la existencia de un pacto (o convenio, o contrato, o convención) (455) de cómo el cliente irá exigiendo, mediante sucesivos giros, la disponibilidad de fondos en poder del banco. Es decir que no se trata de un contrato autónomo sino de un pacto accesorio a la cuenta corriente bancaria por el cual se disciplina la prestación del servicio de cheque, por medio de ella. Este pacto de cheque, si bien puede ser expreso, en la práctica se concreta tácitamente con la entrega, que hace el banco al cliente, del talonario de cheques y la firma conforme de éste en la fórmula respectiva, donde constan las obligaciones a su cargo de la chequera que recibe (art. 4 Ver Texto, N.L.Ch.) (456) ; tales actos constituyen la autorización del banco para que el cuentacorrentista comience, regularmente, a girar cheques contra la cuenta abierta a su orden (457) . Lo descrito en el párrafo anterior es lo que ocurre, como modalidad práctica observada por los bancos, cuando habiendo concertado un contrato de cuenta corriente bancaria con servicio de cheques, entregan la chequera al cliente y a partir de allí éste puede girar sobre los fondos disponibles en la cuenta, que normalmente provienen de un depósito en efectivo efectuado previamente o, en su caso, de una apertura de crédito en cuenta corriente contratada como cláusula adicional del contrato mencionado o en un contrato aparte con el banco (458) . Pero hay que tener en cuenta que no siempre las cosas pueden ocurrir así, y el hecho de no estar advertido de esas circunstancias, puede llevar a efectuar algunas afirmaciones sin ningún fundamento jurídico, que inducen a error a los prácticos y, en algunas ocasiones, a los profesionales que no están especializados en esta materia. En efecto, conviene dejar perfectamente aclarado, de un lado, que el hecho de suscribir un contrato de cuenta corriente bancaria no otorga per se al cliente la facultad de solicitar chequera para girar sobre esa cuenta, pues para ello es necesario incluír expresamente, en el contrato suscrito, el pacto de cheque que habilite a ello. De otro lado, tampoco es imprescindible que el banco, en un mal uso de su posición, al firmar el contrato de cuenta corriente incluya una cláusula por la cual el cliente renuncia en forma anticipada a solicitar el servicio de cheques respecto del contrato suscrito. Ello no es necesario, pues si el contrato no prevé el servicio de cheques, ningún derecho le asiste al cliente a exigir una prestación que no contrató, ni el banco queda sujeto a prestar un servicio al cual no se obligó. Lo expresado en los párrafos precedentes resulta hoy más fácil de comprender, máxime que ahora la jurisprudencia ha superado el doble error que venía cometiendo en esta materia, al afirmar, en primer lugar, casi por unanimidad en el ámbito capitalino -a excepción de la Sala D-, que no podía haber cuenta corriente bancaria sin servicio de cheques (459) , y en segundo lugar, fundamentar esa posición en las enseñanzas del recordado Dr. Jorge N. Williams, quien no había dicho tal cosa, sino que había manifestado en sus obras, repetidamente citadas en este volumen y, además, en sus votos como vocal de la Sala B de la Excma. Cámara en lo Comercial de la Cap. Fed., que para hacer funcionar el servicio de caja que prestan los bancos, por medios distintos del libramiento de cheques, debía haber un pacto expreso en ese sentido. Lo cual, nos parece, ha sido el fundamento de la reforma introducida por la ley 24452 Ver Texto al art. 793 Ver Texto, ap. 4º, C. Com., en lo relativo al certificado de saldo deudor de la cuenta corriente bancaria, que pueden extender los bancos sin intervención del cuentacorrentista, establecido en el apartado tercero de la citada norma legal. La exigencia de un contrato o pacto de cheque -que es negada por parte de la doctrina (460) - está totalmente justificada, en la actualidad, si tenemos en cuenta que tanto la ley como su reglamentación imponen a ambas partes una serie de obligaciones y responsabilidades que integran la disciplina del servicio de cheque (461) , v.gr., al cliente: sobre cómo utilizar, conservar a buen resguardo y, en su caso, devolver al banco las fórmulas o esqueletos (462) , no utilizados, la moneda en que se debe librar el cheque, el idioma en que hay que redactarlo, etc.; al banco: sobre el modo de entregar la disponibilidad en favor del cliente, las oportunidades en que se debe abstener de pagar el cheque, los controles que debe efectuar al realizar su pago, los recaudos que debe adoptar en el caso de rechazarlo, etc. (arts. 4 Ver Texto, 5, 34 Ver Texto, 35, 36 Ver Texto, 38 Ver Texto, etc., N.L.Ch. y reglas 1.1.1.3). Para determinar el fundamento y la esencia jurídica de las relaciones establecidas en el pacto o servicio de cheque, nos formularemos dos interrogantes: ¿cuál es la razón jurídica y por qué el girado debe pagar el cheque cuando le es presentado con regularidad?, y ¿cuál es la razón por la cual el presentante del cheque puede cobrarlo y que ello produzca efectos solutorios respecto del librador que al crear el cheque impartió una orden de pago al banco? I) Al primer interrogante respondemos que el banco debe pagar el cheque a su presentación porque tiene establecida una relación jurídica contractual con su librador. Es decir que esa obligación del banco no nace de una delegación (463) , ni de un mandato (464) , ni de una cesión (465) , sino que se trata de una exigencia derivada del cumplimiento del pacto de cheque, anexo al contrato de cuenta corriente bancaria, por la cual la propiedad de los fondos depositados ha pasado al banco, convirtiéndose el cliente en titular de un crédito en su contra, situación análoga a cuando el banco realiza una apertura de crédito en la cuenta corriente, pues entonces, sin que el cliente entregue fondos efectivamente, al efectuarse el acreditamiento se convierte en titular de un crédito disponible. En ambos casos el cliente no tiene materialmente fondos en poder del banco, sino que tiene, jurídicamente, un derecho de crédito, una disponibilidad (466) de origen contractual, por la cual el banco está obligado a atender con fondos propios esa deuda que se ha confundido con la llamada masa de negocios, propia del funcionamiento de la empresa bancaria. II) Al segundo interrogante respondemos que el poseedor presentante del cheque tiene derecho a percibir su importe con efectos solutorios, porque es un "adjectus solutionis causa" (467) indicado por el librador para recibir el pago de lo adeudado por el banco. En efecto, por el pacto de cheque, el cliente y el banco han convenido el modo como el primero puede retirar las disponibilidades que obran en su favor en la cuenta corriente, mediante el libramiento de cheques. Tales títulos podrán ser presentados por el propio librador o por un tercero, quien deberá acreditar las condiciones formales (legitimación) que dispone la ley (arts. 6 Ver Texto, 13 Ver Texto, 23 Ver Texto, 32 Ver Texto y concs., N.L.Ch.), sin que tenga relevancia la relación jurídica por la cual recibió el cheque del librador o, en su caso, del anterior poseedor, pues el pago tendrá efectos solutorios (art. 731 Ver Texto, inc. 7, C.Civ.), con abstracción del negocio jurídico (título) por el cual el presentante del cheque lo recibió. Llegado este punto, resulta decisivo poner de relieve la coincidencia del principio de abstracción propio del derecho cambiario, con la abstracción que presenta la figura del adjectus solutionis causa, pues en todos los casos su designación no constituye una convención con contenido determinado, sino que por medio de ella se indica o designa, implícita o explícitamente, a un tercero a los efectos de recibir el pago, otorgándole un título abstracto, en el sentido de que la naturaleza del negocio que vincula al acreedor de la prestación (librador) y al deudor que debe cumplirla (banco), así como las relaciones que mantenga el adjectus solutionis causa con cada uno de ellos, estará determinada por su verdadera índole (468) . El adjectus solutionis causa es un mero beneficiario del pago, por lo cual su título se limita a poder percibirlo con efectos solutorios cuando el deudor lo realice, es decir que siendo un simple instrumento del cumplimiento no tiene ninguna acción ni puede exigirle en justicia el pago (469) , tal como ocurre con el portador del cheque respecto del banco girado, pues si éste lo paga a su presentación por considerarlo regular, goza de la legitimación pasiva y su pago tiene efectos solutorios, tanto cambiaria (arts. 6 Ver Texto, 13 Ver Texto, 23 Ver Texto, 32 Ver Texto y concs., N.L.Ch.) como contractualmente (art. 731, inc. 7, L.Ch., y regla 1.3.2.1), pero si no paga, debida o indebidamente (470) , el adjectus solutionis, o sea, el portador legitimado del cheque que lo presenta al pago, no tiene ninguna acción contra el banco fundada exclusivamente en el título abstracto que tiene, porque, de un lado, no tiene acción cambiaria porque el banco no es obligado cambiario, como reconoce la doctrina en forma uniforme (471) , y tampoco tiene acción causal contra el banco, fundada en la relación fundamental por la cual el cheque fue librado o trasferido en su favor, puesto que en tal relación causal no es parte el banco. Ratificamos con ello que entre el tercero portador que presenta el cheque y el banco girado no existe ninguna relación jurídica establecida en virtud del libramiento del cheque (472) . JURISPRUDENCIA La convención de cheque, por la cual el cuentacorrentista está autorizado a disponer de las sumas existentes en la cuenta corriente bancaria, constituye una modalidad de ejecución de ese tipo de cuenta, por la cual el banco asume los mayores riesgos y deberes por la adopción de este medio particular de pago (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 538; ídem, ED, 78, 411). Tal convención de cheque puede ser tácita, como cuando se concreta por la entrega, por el banco al cuentacorrentista, de la chequera correspondiente (Cám. Com., B, JA, 1978-III, 689). La cuenta corriente bancaria, en tanto prestación de mantener fondos a la vista y a orden del cuentacorrentista, no se identifica con el cheque, sino que es exactamente a la inversa: el cheque se identifica con la cuenta corriente bancaria (Cám. Com., D, ED, 129, 417, con nota de F. H. Payá [h.]). La inversión de los términos es trascendente, pues la existencia y operatividad del cheque suponen necesariamente una cuenta corriente bancaria, sobre la cual girar. Ello tiene base legal en el art. 1 Ver Texto, L. Ch., que regula el cheque con la necesaria cuenta, pero no la cuenta con los supuestamente necesarios cheques (Cám. Com., D, LL, 1989-D, 151, con nota de C. G. Villegas). El cheque y la cuenta corriente bancaria han sido legislados separadamente y representan dos figuras jurídicas autónomas, que no deben ser confundidas, ya que el primero no es un elemento o instrumento de la segunda, sino que ésta constituye un elemento intrínseco de la regularidad de aquél, e importa un contrato autónomo -entre el banco y el cliente- que produce efectos que no están vinculados al título cambiario (Cám. C. C., I, Santa Fe, Rep. LL, XLIII, 609). El art. 4 Ver Texto, L. Ch., no dispone que necesariamente al abrir la cuenta el banco deberá entregar al cuentacorrentista una libreta de cheques; lo que la norma prevé es que para la operatoria con cheques debe ser entregada una libreta con fórmulas con determinadas características. Es decir, la norma nada predica sobre la necesidad de los cheques en la cuenta corriente bancaria. Del mismo modo, el art. 56 Ver Texto, inc. 1, L. Ch., dispone que el Banco Central podrá reglamentar las condiciones de apertura, funcionamiento y cierre de las cuentas sobre las cuales se podrá librar cheques, pero nada dice sobre la posible existencia -que no prohíbe- de cuentas sobre las cuales no esté previsto el giro de cheques, o sobre aquellas que prevean, además del cheque, otros medios distintos de extracción (Cám. Com., D, LL, 1989-D, 151, con nota de C. G. Villegas). La cuenta corriente bancaria no necesariamente debe operar con cheques, sino que puede hacerlo por otros medios instrumentales distintos al cheque, en conjunto con tales cheques y aun con exclusión de cheques, ya que la existencia de éstos no es legalmente necesaria, pues ninguna norma legal impone su utilización (Cám. Com. D, ED, 129, 417, con nota de F. H. Payá [h.]; ídem, LL, 1989-D, 151, con nota de C. G. Villegas). Si bien existen disposiciones administrativas dictadas por el Banco Central que vinculan indisolublemente la cuenta corriente bancaria con el cheque, ellas resultan ilegítimas, según el art. 86 Ver Texto, inc. 2, C.Nac., dado que la autoridad administrativa no puede limitar la ley de fondo, por vía de reglamentación (Cám. Com., D, LL, 1989-D, 161, con nota de C. G. Villegas). Otra postura jurisprudencial, que aunque mayoritaria consideramos que no se ajusta a derecho, ha declarado que para nuestro derecho (arts. 791 a 797 Ver Texto, C.Com.; circ. B.382, R.F. 9 y R.F. 666) la regulación legal de la cuenta corriente bancaria limita el servicio de caja al depósito de fondos en el banco a la orden del cliente o la autorización para girar en descubierto, cuya extracción sólo se puede efectuar por medio de cheques (art. 1 Ver Texto, L. Ch.) (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). A esas consideraciones efectuadas en términos generales, se adhirieron otras salas, sentenciando que el servicio de caja que presta el banco se identifica con el servicio de cheques (Cám. Com., E, LL, 1986-D, 565), pues según los presupuestos del art. 791 Ver Texto, C. Com., el contrato de cuenta corriente bancaria consiste en un servicio de caja prestado por medio de cheques (Cám. Com., A, LL, 1987-D, 620), de lo cual se sigue que la no utilización del servicio de cheques en una cuenta corriente bancaria, la desnaturaliza como tal (Cám. Com., C, ED, 127, 410, con nota de F. Legón). Sin embargo, es del caso puntualizar que en el fallo de la sala B citado supra, donde en principio se identifica servicio de caja con servicio de cheque (causa "Gilges Aves"), el vocal preopinante, Dr. J. N. Williams, dijo luego: "...ello significa que cualquiera de las otras operaciones que puede llegar a abarcar el servicio de caja que se citaron precedentemente, deben ser motivo de expresa contratación entre el cliente y el banco, para considerarlas comprendidas en aquél". Con todo acierto, un fallo resolvió: Resulta clarísimo, pues, que el distinguido ex miembro de esta Cámara diferenció entre: a) la regulación legal de la cuenta corriente bancaria, que según su opinión se refería sólo a cheques; y b) la posible regulación convencional de la cuenta corriente bancaria, por convenir entre banco y cliente (Cám. Com., D, LL, 1989-D, 151, con nota de C. G. Villegas). Más recientemente se ha declarado que si bien el libramiento de cheques puede calificarse como fundamental para canalizar el movimiento de fondos de una cuenta corriente bancaria, ello no constituye óbice para admitir que ella opere con otros instrumentos jurídicos acordados entre las partes (Cám. Com., E, JA, 1992-II, 464 Ver Texto). Las cuentas corrientes operables sin cheques, denominadas incorrectamente "cuentas no operativas", son las que operan verdadera y efectivamente a través de otros posibles, usuales y lícitos medios de extracción de fondos. Es decir que la cuenta corriente bancaria no necesariamente debe operar con cheques, sino que puede hacerlo con otros medios instrumentales distintos del cheque, en conjunto con los cheques y aun con exclusión de cheques, dado que la existencia de éstos no es legalmente necesaria, ya que ninguna norma legal impone su utilización (Cám. Com., D, ED, 129, 417). Es usual en la práctica bancaria la concentración de movimientos de fondos del cliente en el banco por medio de la cuenta corriente, en virtud de la acreditación del resultado de las diversas operaciones realizadas: depósitos, préstamos, cobro de valores, cajeros automáticos, utilización de tarjeta de crédito, etc., y dicha modalidad no importa por sí desnaturalizar la cuenta corriente bancaria (Cám. Com., E, JA, 1992-II, 464 Ver Texto). Sin embargo, se ha declarado que hay que distinguir entre la cuenta corriente bancaria no operativa caracterizada por la imposibilidad de librar cheques y de utilizar el servicio de caja, de aquella que se puede llamar cuenta corriente operable, pero no operada, que es aquella que teniendo pactado el servicio de cheques, no fue utilizado por el ejecutado, por lo cual no existe desnaturalización de la cuenta corriente bancaria, resultando, entonces, aplicable el art. 793 Ver Texto, C. Com. (Cám. Com., B, LL, 1994-C, 350). c) Servicio de caja. Como ya expresamos, el pacto (o servicio) de cheque es un contrato accesorio (473) , de la cuenta corriente bancaria (art. 4 Ver Texto, L.Ch., y reglas 1 y ss., OPASI 2/97), que se refiere al modo de disponer -mediante el libramiento de cheques- de los fondos depositados cuya propiedad ha pasado al banco girado, por lo que la institución bancaria, como contrapartida de la propiedad adquirida sobre los fondos, pasa a ser deudora del cliente, y éste ve sustituída la propiedad de los fondos por la propiedad del crédito que tiene respecto del banco (474) , de lo cual se sigue que cuando el cliente libra un cheque realiza una declaración unilateral para utilizar el crédito disponible que tiene en su favor en el banco girado, que deberá atender el pago con fondos propios (475) . Frente a ello tenemos que el servicio de caja es el objeto (476) o finalidad principal (477) de la cuenta corriente bancaria y de naturaleza jurídica distinta del servicio de cheques, pues el banco actúa en nombre y por cuenta e interés de su cliente en ejercicio de un mandato con o sin representación, según los casos (478) , y además es considerablemente más amplio porque abarca la realización por el banco, en los límites de su organización como empresa, de pagos o cobros de cantidades por cuenta del cliente o a su orden directa o indirecta. Tal servicio de caja puede comprender todas aquellas prestaciones que las partes -banco y cliente- convengan realizar y no estén prohibidas legal o reglamentariamente. Entre las operaciones de pago, se puede mencionar: a la de los efectos cambiarios domiciliados en el banco, las cartas de crédito y las facturas que el acreedor, autorizado por el cuentacorrentista, puede presentar al banco para su cobro; el precio de los títulos adquiridos o suscritos por cuenta del cliente, incluído el aumento de capital como consecuencia del derecho de opción de los títulos depositados en administración; el importe de los impuestos o tasas y, en general, todos los débitos y cualquier otra operación cumplida en interés del cliente (479) , como son los pagos de seguros contratados mediante la oficina productora del propio banco, los cargos de tarjetas de crédito (480) , las amortizaciones de préstamos comerciales y personales, etc. De otro lado, podemos mencionar el cobro de las sumas que por cualquier título o concepto haga el banco por cuenta del cliente, así como los importes por efectos cambiarios, cheques, remesas para cobranzas en la plaza o fuera de ella, el precio de los títulos vendidos, los intereses y dividendos de los títulos depositados en administración, como los créditos por descuentos de efectos (481) , sumas derivadas del ingreso de facturas, alquileres, valores al cobro, depósitos realizados por terceros en favor del cliente, etc. JURISPRUDENCIA El contenido de la cuenta corriente bancaria consiste en un servicio de caja (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164); lo esencial de tal servicio de caja es que las sumas permanezcan a la orden del cuentacorrentista (Cám. Com., E, LL, 1985-D, 565). El servicio de caja o, más precisamente, la prestación de mantener fondos a la vista y la orden del cuentacorrentista (Cám. Com., D, LL, 1989-D, 151, con nota de C. G. Villegas), resulta comprensivo de todos los supuestos en que el cliente requiere del banco el cumplimiento de un acto que éste no puede negarse a realizar porque entra dentro de los previstos en el contrato, en la ley o en los usos (Cám. Com., B, LL, 1980A, 164). La cuenta corriente bancaria es un contrato normativo y consensual celebrado por un banco con su cliente, conforme a los presupuestos del art. 791 Ver Texto, C.Com., por el cual el banco se obliga a mantener a disposición del cliente la suma acreditada o depositada para atender las órdenes de éste, según las modalidades acordadas para el funcionamiento de esa cuenta (Cám. Com., B, ED, 14, 460). En el contrato de cuenta corriente bancaria el banco se obliga a mantener a disposición del cocontratante las sumas acreditadas o depositadas para atender las órdenes de éste conforme a las modalidades adoptadas; es decir que la entidad presta dos servicios, el de guarda o custodia y el de caja (Cám. Fed. C.C., II, LL, 1992-E, 184). El pago se da y perfecciona cuando en la cuenta corriente del accipiens se acredita una suma de dinero y el acreditado tiene y goza de esa disponibilidad de crédito en cuenta (Cám. Com., D, LL, 1992-B, 548, con nota de E.A. Barbier). 25. LA DISPONIBILIDAD. En materia de contratación bancaria en general, la expresión crédito disponible o disponibilidad tiene un sentido técnico-jurídico, preciso y específico, que corresponde a una terminología utilizada para designar una realidad de las prácticas bancarias (482) . En esa perspectiva y en una primera aproximación, cabe afirmar que hay crédito disponible cuando el banco se obliga específicamente a tener ese crédito, pronto para ser entregado ante cualquier requerimiento del cliente, sin posibilidad de constreñirlo a que lo reciba antes (483) , o intentar alguna otra forma de liberación de esa obligación (484) . De ordinario, la disponibilidad se origina en un depósito o en una apertura de crédito en cuenta corriente bancaria (art. 791 Ver Texto, C.Com.). En el primer caso, como ya hemos señalado, la propiedad de los fondos depositados pasa al banco y nace en favor del cliente un crédito disponible en cuenta sobre el cual recae la obligación o servicio de custodia a cargo del banco. En el segundo caso, el banco, mediante el contrato de apertura de crédito, concede al cliente la posibilidad de utilizar crédito, hasta la concurrencia de una determinada suma (485) . Sin embargo, hay que tener en cuenta que en la actualidad el crédito disponible en una cuenta corriente bancaria se puede originar en cualquier negocio, operación o relación jurídica de las mencionadas precedentemente (486) , que hubieran quedado comprendidas en el servicio de caja pactado entre el cliente y el banco, por el cual éste se ha comprometido a cobrar sumas por cuenta y orden de aquél, manteniendo la disponibilidad de los créditos resultantes para atender las órdenes que el titular de la cuenta corriente le imparta, en la forma y términos convenidos. En función de lo expuesto corresponde caracterizar la disponibilidad como la potestad (derecho) que tiene el cliente de hacer exigible unilateralmente el crédito -actual o potencial- obrante en su favor en la cuenta corriente. Tal crédito disponible será actual cuando se origine en previos ingresos de fondos en la cuenta, y será potencial cuando tenga por base una apertura de crédito en cuenta corriente (487) . Dicha potestad del cliente tiene como contrapartida la correlativa necesidad de observancia (obligación) del banco, quien se halla en una situación de sujeción respecto de los actos de disposición del cliente, sin que pueda tomar la iniciativa para liberarse mediante una consignación judicial o solicitar al juez que fije un plazo para la utilización efectiva del crédito disponible en favor del cliente (488) . JURISPRUDENCIA En el depósito de fondos en cuenta corriente bancaria, la propiedad del dinero depositado es sustituída por la propiedad del crédito disponible en la cuenta en favor del cuentacorrentista (Cám. Com., B, JA, 1979-IV, 497; ídem, LL, 1980-C, 374; ídem, LL, 1986-B, 372). El elemento fundamental de la cuenta corriente bancaria lo constituye la existencia de una disponibilidad que habilita al cuentacorrentista a disponer en cualquier momento de la suma acreditada (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). Los créditos en cuenta corriente bancaria son exigibles a requerimiento del acreedor, que puede exigir el pago en cualquier momento, sin que este derecho tenga la correlativa facultad del deudor de cumplir mediante oferta real del depósito, ni la de solicitar al juez la fijación del plazo para el pago. Se trata de una exigibilidad unilateral sólo en favor del acreedor; por ello se los denomina créditos disponibles (Cám. Com., B, LL, 1986-B, 371). A ese concepto de disponibilidad no se aplican las normas que rigen en materia de crédito y deudas comunes, pues ella se identifica con la exigibilidad inmediata del crédito en favor del cuentacorrentista y con la correlativa obligación del banco de tener la cosa a disposición de aquél (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). Para establecer si la autorización para girar en descubierto consiste en una apertura de crédito en cuenta corriente, es necesario examinar si la concesión del crédito es causa del contrato o si, al contrario, tiene un carácter accesorio del servicio de caja asumido por el banco. Si éste se ha obligado respecto del cliente, por una suma fija, por tiempo determinado o indeterminado, la disponibilidad surge de una apertura de crédito y serán de aplicación las normas propias de ese contrato. Si, al contrario, esas obligaciones no existen y el banco interviene sólo en caso momentáneo de descubierto, ello constituye sólo un elemento de servicio de caja que tiene por objeto facilitar la realización de los fines del contrato de cuenta corriente (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). No se debe confundir saldo con disponibilidad, a pesar de los términos empleados por el art. 793 Ver Texto, C.Com., a menos que se quiera distinguir entre saldo provisorio y definitivo. El monto de la "disponibilidad" puede ser establecido diariamente, y la ley prescribe en forma expresa que "todo banco está obligado a tener sus cuentas al día, para fijar la situación respecto del cliente" (art. 797 Ver Texto, C. Com.). En la actualidad, los bancos llevan su contabilidad en forma tal que la respectiva posición de las partes puede ser determinada en cualquier momento. Pero la cantidad que resulte no será definitiva, dado que podrá variar si existen operaciones pendientes no registradas (1ª inst. civ. firme, ED, 91, 690). La existencia de una disponibilidad que habilita al cuentacorrentista a disponer en cualquier momento de la suma acreditada constituye un elemento fundamental del contrato de cuenta corriente bancaria (Cám. Com., B, JA, 1986-I, 614 Ver Texto). El pago al titular de la cuenta corriente bancaria, se perfecciona cuando se acredita en ella una suma determinada de dinero y el acreditado tiene y goza de esa disponibilidad de crédito en cuenta (Cám. Com., D, LL, 1992-B, 548, con nota de E.A. Barbier). Si la cuenta corriente opera a orden recíproca de sus titulares, no es procedente investigar a quién corresponde la utilización de la disponibilidad en cuenta, dado que las relaciones entre los cuentacorrentistas le son ajenas al banco (Cám. Com., A, LL, 1993C, 1, con nota de J. M. Curá). (441) Molle, Manual, 114. (442) V.: Gómez Leo, Instituciones, III, 8. (443) V.: Gómez Leo, Reglamentación..., 16. (444) Conf.: Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Bs. As., 1986, 32. Contra: Zavala Rodríguez, V, nº 122, lo considera unilateral, a pesar de que más adelante (nº 135) trata especialmente el tema de las "obligaciones del cuentacorrentista", afirmando que es unilateral porque sólo el banco tiene a su cargo obligaciones, ya que, en su concepto, las que son a cargo del cliente no tienen entidad para hacer considerar a la cuenta corriente bancaria como un contrato bilateral. (445) Conf.: Williams, 2-A, 293. (446) Garrigues, 115. (447) S. Rodríguez Azuero, Contratos bancarios, Bogotá, 1979, 157. (448) Conf.: Molle, Manual, 114. (449) Conf.: Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Bs. As., 1986, 34: es un típico contrato de confianza. (450) V. t. III-B, 233 y 347. (451) Conf.: Zavala Rodríguez, V, nº 94. Comp.: Colagrosso y Molle, 302. (452) Conf.: Williams, 2-A, 290. (453) Conf.: Giraldi, 148. (454) Comp.: Williams, 2-A, 291. (455) La doctrina lo caracteriza como: convención: Messineo, VI, 396; Greco, 204; Ferri, Manuale, 571; Folco, 530; De Semo, Trattato, 662; Bonecarrère y LabordeLacoste, Droit commercial, París, 1946, nº 1364. Contrato: Rodríguez y Rodríguez, 112; Cervantes Ahumada, Títulos y operaciones de crédito, Méjico, 1961, 131; Cabrillac, El cheque y la trasferencia, Madrid, 1969, 50. Contrato preliminar: Bonelli, 762. Convenio: Majada, 100; Giraldi, 144/5. Pacto: Langle, II, 454; Garrigues, 504, quien aclara que "si se entiende que la expresión contrato de cheque es equívoca porque induce a suponer la necesidad de un contrato autónomo como antecedente inexcusable de la emisión de cualquier cheque, bastaría con sustituír esa expresión por la de pacto de cheque. Que es la que adoptamos, dada la accesoriedad señalada en el texto". (456) Conf.: Messineo, lug. cit. (457) Conf.: Molle, I contratti bancari, 405. (458) V. cap. VII, nº 45, letra a, ap. II, de este volumen. (459) Ver y ampliar nuestro estudio Reflexiones en torno al contrato de cuenta corriente bancaria, LL, 1990-A, 1030, en el cual estudiamos la doctrina y la jurisprudencia reinante en la década de los años 1980, sobre este tema. (460) Han negado la existencia del pacto de cheque: A. Rocco, La natura giuridica dello check e i diritti del possessore verso il tratario, en Studi di diritto commerciale, Roma, 1933, vol. II, 97; Magri, Natura giuridica del conto corrente, en RDC, 1905-I, 90; Mossa, Lo check..., 235; Bigiavi, L´opposizione al pagamento nell´assegno bancario. L´art. 298 del codice di commercio italiano, en Annuario di Diritto Comparato e di Studi Legislativi, vol. VIII, 3ª parte, 408, nº 1; S. Pérez Fontana, Títulos-valores. Cheques, Montevideo, 1980, 67; Malagarriga, Tratado, II, 786; Fontanarrosa, 21. (461) Conf.: Cabrillac, 50. (462) Rodríguez y Rodríguez, 113. (463) Como entendió primitivamente Unger, Die rechtliche Natur der inhaberpapier, Leipzig, 1857, a quien siguen, entre otros, Bigiavi, De Semo, Ferri, Percerou y Bouteron, Vasseur y Marim, Pellizi, Folco, Segovia y Fontanarrosa. (464) Como sostuvo Bolaffio, L´azione contro il traente del check contemplata nell´art. 343, C.Com., en RDC, 1903-I, 87, a quien siguen: Magri, Garrigues, Langle y Villar Palasi y Muñoz Campos. (465) Como entendió L. Franchi, L´assegno bancario (check), en Enciclopedia giuridica italiana, Milán, 1912, vol. I, 4ª parte, 221, con quien coinciden, entre otros, Boistel, Lyon-Caen y Renault, y Alauzet. (466) V. nº 25. (467) Esta postura fue propiciada en forma primigenia por Vivante, III, 502, nº 2, al encuadrar el supuesto en la hipótesis del art. 1129 del C.C. italiano derogado y ha sido seguida en nuestro país por Giraldi, 153/4, quien además refutó con toda precisión y de modo convincente las críticas que oportunamente hizo el Dr. Fontanarrosa, ob. cit., 24, 42 y pássim, de la figura del adjectus solutionis. Se puede ver el desarrollo in extenso de este tema, así como de las críticas que hizo A. Rocco en RDC, 1909-II, 297 -en las cuales se apoyó Fontanarrosa- y de la contestación que produjo el maestro César Vivante, defendiendo su teoría, en nuestras Instituciones, III, p. 45, nº 179. (468) Conf.: Busso, Código Civil anotado, Bs. As., 1955, V, 408; Trigo Represas, Derecho de las obligaciones, La Plata, 1972, II, vol. 2, 86. (469) Conf.: F. de Martino, Novissimo digesto italiano, I, 1ª parte, 285, voz Adiectus solutionis causa, Busso, V, nº 179, ps. 408/9. (470) Será debidamente cuando la negativa se funde en causa legal o reglamentaria; será indebidamente cuando no tenga ese fundamento, es decir, cuando el banco arbitrariamente se niegue a pagar el cheque presentado regularmente al cobro. (471) V., por todos, Garrigues, 502. (472) V. Gómez Leo, Instituciones, III, 3. (473) Conf.: Garrigues, 504; Greco, 231. (474) Conf.: Molle, 395. (475) Conf.: Hamel, II, 5; Rodríguez y Rodríguez, 110; Williams, 2-A, 293. (476) Conf.: Molle, BBTC, 1958-II, 391; Zavala Rodríguez, V, nº 94; Nougués, 50; Williams, 2-A, 289. (477) Conf.: Catalbianco, 89. (478) Conf.: Fiorentino, 224. (479) Conf.: Molle, 368. (480) Es del caso poner en evidencia que en las cuentas corrientes con servicio de cheques rige la regla 1.1.1.4, OPASI 2, a la que hemos aludido más arriba, en el sentido de que no se podrá, aunque hubiera pacto expreso, cargar débitos provenientes de tarjeta de crédito, cuando ella no sea un servicio que presta el banco. (481) Molle, lug. cit. (482) Fiorentino, 416. (483) Conf.: Greco, 35. (484) Conf.: Molle, Manual, 163. (485) Conf.: Garrigues, 162. (486) Nº 24, letra c. (487) Conf.: Giraldi, 8. (488) Comp. con: Messineo, Contenido y caracteres jurídicos de la apertura de crédito, en Operaciones de Bolsa y Banca, Barcelona, 1957, 304: La disponibilidad designa, en resumen, el modo de ser de un derecho de crédito. Garrigues, 195: es algo parecido a un derecho de crédito. Giraldi, lug. cit.: es un derecho de crédito. CAPÍTULO IV - APERTURA DE LA CUENTA CORRIENTE BANCARIA 26. CAPACIDAD. Tanto las personas físicas como las personas jurídicas (públicas o privadas) pueden ser titulares de una cuenta corriente bancaria (reglas 1.1.1.1 y 1.1.1.7, OPASI 2/97) (489) . a) Personas físicas. Respecto de la capacidad de las personas físicas para poder abrir una cuenta corriente bancaria, rigen los principios generales expuestos al tratar la teoría general de los contratos comerciales (490) : se requiere capacidad legal para contratar y disponer de los bienes de que son titulares, es decir, que se trate de personas que hayan cumplido 21 años, sin que pese sobre ellos prohibiciones o inhabilidades; v.gr., art. 140 Ver Texto, C.Civ.: "dementes declarados tales en juicio"; art. 152 bis Ver Texto, C.Civ.: "inhabilitados judicialmente"; art. 153 Ver Texto, C.Civ.: "sordomudos que no saben darse a entender por escrito"; art. 1160 Ver Texto, C.Civ.: ciertos incapaces para contratar; art. 12 Ver Texto, C.Penal: "condenados a más de tres años de prisión o reclusión, mientras dure la pena". A ellos corresponde agregar las personas incluídas en la "Base de datos cuentacorrentistas inhabilitados" (regla 1.4) que no hayan sido expresamente rehabilitados (reglas 1.8.1 a 1.8.4). Se debe tener en cuenta que a pesar de no haber llegado a la mayoría de edad, cuentan con capacidad para contratar, en general, y para abrir una cuenta corriente bancaria, en especial, los siguientes sujetos: I) los menores que habiendo cumplido 18 años cuenten con autorización expresa (art. 11 Ver Texto, C.Com.) o tácita (art. 12 Ver Texto, C.Com.) para ejercer el comercio. En el primer caso la capacidad es plena; en el segundo, ella queda restringida a la apertura de una cuenta corriente a nombre conjunto con el padre (o la madre), con quien ha formado una sociedad de hecho y que se relacione, exclusivamente, con el giro comercial del negocio donde funciona esa sociedad de hecho. II) los menores con título profesional habilitante (art. 128 Ver Texto, ap. 2º, C.Civ.), aun cuando no hayan cumplido 18 años. La cuenta, en este caso, tiene la operatividad limitada a lo que el menor obtenga con el ejercicio de su actividad profesional (art. 128 Ver Texto, ap. 3º, y art. 283 Ver Texto, C.Civ.). III) los menores que han concretado contrato de trabajo (art. 128 Ver Texto, ap. 2º, C.Civ.). El caso es similar al anterior, en cuanto a la limitación de la operatividad de la cuenta, pero en este supuesto el menor debe haber cumplido 18 años. IV) los menores emancipados, por matrimonio o por habilitación de edad (art. 131 Ver Texto, aps. 1 y 3, C.Civ.). Si el menor hubiera contraído matrimonio sin autorización, si bien adquiere la capacidad civil, sufre las limitaciones que impone el art. 131 Ver Texto, ap. 2º, C.Civ., pues no tiene la libre administración y disposición de los bienes recibidos o que reciba a título gratuito. JURISPRUDENCIA La apertura de una cuenta corriente bancaria en infracción de las normas regulatorias de dicha operación, constituye un proceder antijurídico, conclusión similar a aquella a la cual se debe arribar en cuanto la inadvertencia relativa a la incapacidad del cuentacorrentista, por ser menor de edad, resulte imputable a una evidente negligencia del banco en la verificación de las condiciones de su cocontratante (Cám. Com., A, LL, 1988-B, 4). En principio, la apertura de una cuenta corriente bancaria cuando el solicitante esté inhabilitado para ello, bastaría para responsabilizar al banco frente al portador del cheque librado por aquél (Cám. Com., B, LL, 1981-C, 615). Es culposa la conducta del banco que abre una cuenta corriente bancaria trasgrediendo la prohibición del Banco Central, de abrir cuentas antes de cumplirse un año después de cerrada la anterior por libramiento de cheques sin provisión de fondos (Cám. Com., ED, 51, 719). El solo hecho de haber abierto una cuenta corriente a un menor de edad no responsabiliza civil y extracontractualmente al banco frente al beneficiario del cheque rechazado por el banco, pues resulta menester, además, que se intentara infructuosamente la acción cambiaria o causal emergente del negocio celebrado con el menor, o cuando menos haber reclamado extrajudicialmente la satisfacción de la acreencia (Cám. Com., A, LL, 1988-B, 4). Corresponde autorizar a la concursada a ser titular de una cuenta corriente bancaria para procurar la solución preventiva de la crisis patrimonial -la ley de concursos prevalece sobre el régimen de inhabilitación de la circ. OPASI-, ya que el tráfico mercantil actual se canaliza a través del cheque como medio para hacer efectiva la disponibilidad. En esta cuenta sólo se podrá librar cheques certificados (1ª Inst. Com., Juzg. 18, firme, ED, 130-338). Ratificándose que para la procedencia de la acción tendiente a obtener el valor del cheque impago, por responsabilidad extracontractual de daños y perjuicios fundada en el obrar dañoso y antijurídico del banco, al autorizar la apertura de una cuenta corriente sin cerciorarse debidamente de uno de los presupuestos básicos para hacer viable el otorgamiento de la cuenta, esto es, la capacidad del cuentacorrentista, es necesaria la concurrencia de ciertos requisitos: 1) la existencia de daño; 2) la presencia de una conducta ilícita o antijurídica; 3) la imputabilidad de esa conducta al autor del daño, sea por dolo o culpa o negligencia; 4) que medie relación de causalidad entre el acto perjudicial y el daño sufrido por el interesado (Cám. Com., A, LL, 1988-B, 4). b) Personas de existencia ideal. Las personas jurídicas (públicas o privadas), comprendiendo en ellas al Estado, provincias, municipalidades, entidades autárquicas, la Iglesia católica (diócesis, parroquias, órdenes, congregaciones), asociaciones, fundaciones, sociedades civiles, sociedades comerciales (art. 35 Ver Texto, C.Civ.), tienen capacidad para establecer contrato de cuenta corriente bancaria, por medio de sus representantes legales o estatutarios (regla 1.1.1.7.4, OPASI 2/97). Se debe tener por incluídas las simples asociaciones, sin personería jurídica otorgada por autoridad competente, si su constitución y designación de autoridades se acredita por escritura pública o instrumentos privados de autenticidad certificada por escribano público (art. 46 Ver Texto, C.Civ.). En todos estos casos, como más adelante veremos en detalle, la cuenta se abrirá a nombre de la persona jurídica y a orden impersonal de sus autoridades o representantes. Asimismo se permite abrir cuenta corriente bancaria a las simples acciones sin personería jurídica, y a las sociedades comerciales irregulares y de hecho. Como también veremos en el número siguiente, en términos generales se puede decir que la cuenta se abre a nombre de la asociación o sociedad de que se trata, o a nombre personal de sus directivos o socios, para que gire a orden recíproca o conjunta de ellos. Para concluír, dejamos sentado que la capacidad de las personas jurídicas mencionadas en el primer párrafo, no sufre mengua alguna porque la cuenta corriente bancaria no esté comprendida entre los actos relativos al objeto social de ellas o al fin de su creación, pues ese contrato bancario resulta en la actualidad de imprescindible necesidad para el manejo de los fondos que integran su operatividad patrimonial, razón por la cual estimamos que no se puede considerar, en ningún caso, un acto notoriamente extraño a su objeto social, cualquiera que fuera el fin perseguido con su creación. Hay que agregar que la regla 1.1.1.7.3, OPASI 2/97, que tiene redacción distinta de la anteriormente vigente (regla 1.1.1.5.3, OPASI 2/88), se refiere, en principio, a todas las personas jurídicas regularmente constituídas e inscritas en el órgano oficial de sus respectivas jurisdicciones. Luego introduce la novedad de referirse a cómo se debe abrir la cuenta corriente bancaria cuando quien lo solicite sea una firma (sic) o sociedad o corporación extranjera que no esté inscrita en la República. En tal caso, quienes soliciten la apertura de la cuenta deberán cumplir con los recaudos que la regla 1.1.1.1, OPASI 2/97, exige para las personas físicas que resulten cuentacorrentistas a título personal. JURISPRUDENCIA En la relación derivada de una cuenta corriente bancaria, es suficiente que el banco verifique los poderes de las personas que tienen facultades para obligar al titular de la cuenta, y si aquéllas extralimitan sus poderes se comprometió la responsabilidad de su mandante, pero ello es inoponible al banco (Cám. Fed. C.C., I, Rep. LL, XLII, 203). La persona jurídica titular de una cuenta corriente bancaria, es responsable por el pago de los cheques ejecutados, por no haber revocado ante el banco girado las autorizaciones para operar la cuenta (art. 1963 Ver Texto, inc. 1, C.Civ.) (Cám. Com., B, LL, 1982-D, 384). 27. DIVERSAS CLASES DE CUENTAS. Ab initio corresponde establecer que si bien, en la mayoría de los casos, la persona a cuyo nombre se abre la cuenta corriente (titularidad) es quien está habilitada (legitimación) para utilizarla y operarla, existen algunos casos en los cuales la titularidad está en cabeza de un sujeto y la operatividad de la cuenta a orden de otro u otros sujetos distintos. Situación, esta última, que se da inexorablemente en las cuentas abiertas a nombre de una persona jurídica, que operan, necesariamente, a orden de sus representantes legales o estatutarios. Sentado ello, pasamos a considerar las diversas modalidades que cabe adoptar en la apertura de la cuenta corriente bancaria y los diversos efectos jurídicos que se pueden producir. JURISPRUDENCIA El cambio de titularidad o el cambio de régimen de la operatividad de una cuenta corriente bancaria, debe ser convenido e instrumentado de manera expresa a iniciativa del propio interesado, y no por decisión unilateral de la entidad financiera; ello es así, aun cuando haya habido manejo irregular de la cuenta por el responsable de la firma, y al margen también de los errores de imputación o anormal manejo de la contabilidad atribuíble al banco (Cám. C.C., I, B. Blanca, LL, 1988-B, 152). a) A nombre y orden de una misma persona. Es el caso más común, en el cual el titular de la cuenta es quien está habilitado para utilizarla por medio de las órdenes que personalmente imparta al banco. Como la titularidad del derecho de crédito disponible en poder del banco es de la persona a cuya orden funciona la cuenta, en caso de fallecimiento de ella, o de embargo sobre la cuenta, así como las responsabilidades contractuales y cambiarias, no presentan mayores dificultades en su solución, al contrario de lo que ocurre en algunos de los supuestos que tratamos a continuación. JURISPRUDENCIA Si a pesar del cierre de la cuenta por muerte del cuentacorrentista, sus herederos dieron instrucciones al banco sobre las diversas obligaciones a cumplir con los fondos ingresados con posterioridad al cierre, ordenando el pago de dos cheques en circulación, ello implicó admitir expresamente la vigencia y prórroga del contrato de apertura de crédito en cuenta corriente, y el banco pudo compensar el saldo existente en la cuenta con el crédito que existía en su favor (Cám. Com., LL, 35, 971). El dinero que el causante tenía depositado en cuenta corriente en un banco, no se convierte por razón de su muerte en depósito judicial que el banco esté obligado a entregar o a exhibir ante una orden del juez, por aplicación analógica del art. 469 Ver Texto, C. Proc. Si el banco se allana a entregarlo, la intimación ha evitado el trámite engorroso y pesado de una demanda; pero si no lo hace, si no reconoce ser deudor de lo que se le reclama o alega derechos sobre esos fondos, los interesados no tienen otro camino que deducir la acción que consideren viable (Cám. C.C. 2ª, II, La Plata, LL, 44, 666). b) A nombre conjunto de dos o más personas y orden recíproca de ellas. La titularidad del crédito disponible en la cuenta pertenece a todas las personas a cuyo nombre se abrió. La obligación de restitución que tiene el banco puede ser exigida, en su totalidad, por cualquiera de los acreedores-titulares de la cuenta, porque se trata de una obligación disyuntiva (o disjuntiva) (491) , que cuando tiene origen contractual, como es el caso de la cuenta corriente bancaria, está sujeta al régimen legal de las obligaciones solidarias (492) . Tal solidaridad activa es la que autoriza a cualquiera de los acreedores para reclamar la totalidad del crédito. Como consecuencia de esa disyunción personal o subjetiva que se presenta respecto de los titulares de la cuenta a orden recíproca, el embargo que se disponga sobre el crédito disponible por obligaciones contraídas por alguno de los titulares, deberá ser trabado por la totalidad de la suma ordenada sobre el importe existente en la cuenta, y no por la parte viril correspondiente a quien contrajo la obligación. Es decir, no corresponde dividir los depósitos en cuenta y las consiguientes responsabilidades, entre sus titulares (493) . Asimismo, en caso de fallecimiento o incapacidad de uno de los titulares, salvo orden judicial en contrario, el otro u otros titulares pueden retirar, en todo o en parte, el crédito disponible en la cuenta (494) . En el supuesto de que resulte de la cuenta corriente bancaria un saldo deudor en los términos del art. 793 Ver Texto, in fine, C. Com., la responsabilidad contractual de los titulares es solidaria y la acción ejecutiva puede ser deducida contra todos ellos. En cambio, si se produce el rechazo de un cheque por falta de fondos librado por uno solo de los cuentacorrentistas, la acción cambiaria ejecutiva sólo puede ser deducida contra el firmante del cheque, pues los demás titulares, al no haber firmado el cheque, no son obligados cambiarios, y si fueran demandados por el cobro del cheque, puede oponer la excepción de inhabilidad de título, que en el juicio ejecutivo es el equivalente de la defensa de fondo de falta de acción del juicio ordinario (495) . JURISPRUDENCIA Respecto de las cuentas corrientes bancarias a la orden recíproca o indistinta, se ha declarado, como principio general, que los cotitulares son acreedores o deudores solidarios del banco (Cám. Com., A, LL, 1983-D, 356; ídem, LL, 1993-C, 1, con nota de J. M. Curá; B, 23/5/1979, Sarfini, S., c. Shandra, I.; C, 26/9/1975, "Bco. Popular de Quilmes c. D´Onofrio, N. O."). Quien solicitó la apertura de una cuenta corriente juntamente con otras personas, a la orden indistinta de cualquiera de ellas, quedó solidariamente obligado al pago de los saldos deudores que arroje dicha cuenta (Cám. Com., B, LL, 1986-D, 661; ídem, 8/11/1991, "Bco. Supervielle, S.A. c. Miñones de la Serna, N."; C, LL, 1976-A, 46); en tal caso esa forma de giro permite que cualquiera de los titulares pueda extraer la totalidad de los fondos existentes en la cuenta (Cám. Com., JA, 2, 108), debiéndose presumir que dichos fondos pertenecen en partes iguales a todos los titulares (Cám. Civ., 2ª, JA, 74, 787). Debido a ello es que procede la intimación ordenada contra el cotitular de dichos fondos, que los retiró, para que deposite la mitad de su importe (Cám. Civ., 2ª, GF, 179, 11). Si bien el depósito a orden recíproca puede ser retirado íntegramente por cualquiera de los titulares de la cuenta, se debe presumir que pertenecen a todos ellos en partes iguales, salvo prueba en contrario (Cám. Civ. 2ª, GF, 146, 264; Cám. C.C. 2ª Mercedes, B.A., JA, 1945-II, 673). Es decir que la presunción de que las sumas depositadas pertenecen a los depositantes por mitades, cede ante la demostración de que esos fondos provienen exclusivamente de la cuenta que estaba a nombre de uno de ellos (Cám. Civ. 1ª, GF, 162, 64). Si el depósito bancario hállase a la orden recíproca de la causante y de una tercera persona, a ésta le asiste la presunción de corresponderle la mitad de los fondos depositados, salvo prueba en contrario, cuya entrega no puede supeditarse a que llegue la oportunidad de distribuír el haber sucesorio, porque no forma parte del acervo hereditario (Cám. Civ. 1ª, GF, 152, 257). Si bien se ha declarado que cualquiera de los acreedores del depósito alternativo obrante en un banco puede retirarlo, sin que ese derecho cese por el fallecimiento del codepositante (Cám. Com., JA, 2, 108), también se ha sentenciado que el depósito a la orden recíproca del causante y de su hermana que ha sido hecho por el primero sin haberse convenido entre ellos la forma en que se dividiría, corresponde declarar que se trata de un crédito solidario hacia el banco depositario. Si bien los fondos pudieron ser extraídos en su integridad por cualquiera de los titulares, las relaciones jurídicas entre ellos o sus sucesores, los coloca en una situación de ser cada uno propietario sobre la mitad del depósito (Cám. Civ. 2ª, LL, 22, 92). Los fondos depositados a orden recíproca debe considerárselos como correspondiendo en propiedad por partes iguales a cada uno de los titulares, salvo prueba en contrario, y la suma que así pertenece al causante debe satisfacer el impuesto sucesorio (Cám. Civ., JA, 33, 482). Si bien en las cuentas a la orden recíproca o indistinta los cotitulares serán acreedores o deudores solidarios del banco cuando no se ejecuta el saldo deudor en cuenta corriente bancaria, sino un cheque firmado por una de las personas autorizadas a hacerlo, atento al carácter abstracto, formal y completo del título, es procedente la excepción de inhabilidad de título opuesta por quien estando facultado a librar cheques, no lo firmó, por cuanto es ajeno a las obligaciones contraídas por el librador (Cám. Com., A, LL, 1983-D, 366; ídem, LL, 154, 404; ídem, LL, 137, 780; B, ED, 97, 718; ídem, JA, 1980II, síntesis; C, LL, 1975-D, 410; ídem, JA, 1982-IV, 39; E, LL, 1984-A, 130, con nota de O. R. Gómez Leo; Cám. C.C. 4ª Córdoba, JA, 1973-20, 692; Cám. C. C. 1ª B.Blanca, 12/3/60, causa 40.076). En aplicaciones particulares del principio enunciado anteriormente se ha declarado que la circunstancia de que una cuenta corriente sea a orden recíproca o indistinta de dos o más personas, no las convierte en codeudores solidarios al pago de los instrumentos librados sobre dicha cuenta (Cám. Com., A, ED, 29, 453; ídem, 19/8/1983, "Zanni, L., c. Trasporte Los Mellizos" Ver Texto; B, 8/11/1991, "Bco. Supervielle Soc. Gral. c. Miñones de la Serna, N."; E, LL, 1984-A, 130). Resultando procedente la inhabilidad de título interpuesta por uno de los dos titulares, si el cheque fue firmado por el otro titular fallecido habiéndose cerrado la cuenta por el banco (Cám. Com., A, ED, 29, 453; B, ED, 41, 694; 1ª Inst. C. C. 5ª Nom. Rosario, firme, Z, 31-J, 694). Así como también la acción de repetición de un pago sin causa originado por la acreditación errónea de un cheque en una cuenta que no era debida, procede sólo contra quien dispuso de dichos fondos (Cám. Com., B, 8/11/1991, "Bco. Supervielle Soc. Gral. Miñones de la Sera, N."). El principio de responsabilidad solidaria se opone tanto a la pretensión de dividir los depósitos en cuenta y las consiguientes responsabilidades entre sus titulares, así como a la de demandar a todos los titulares de una cuenta conjunta para obtener el cobro de un cheque librado por uno de ellos (1ª Inst. C.C., 5ª Nom. Rosario, Z, 31-J, 29; ídem, Z, 28-J, 148; Cám. C.C. II, Rosario, Z, 14-J, 5). Si bien el banco puede acreditar sumas en una cuenta corriente abierta a la orden de más de un cuentacorrentista sin tener previa autorización de todos, no es admisible que debite en una cuenta de esta índole obligaciones asumidas por uno solo de ellos, y ajenas al contrato, sin contar con el consentimiento expreso de los demás interesados (Cám. Com., E, ED, 140, 378). El embargo trabado sobre una cuenta a la orden recíproca de los dos cónyuges, en virtud de la sentencia que condena a uno de ellos, sólo puede recaer sobre el 50 % de lo depositado, si no se ha aportado ninguna prueba que destruya la presunción del art. 689 Ver Texto, inc. 3, C.Civ. (Cám. Civ. 2ª, LL, 18, 913; GF, 146, 264). Corresponde a la naturaleza del depósito a orden recíproca que cada uno de los depositantes puede reclamar la totalidad del crédito, sin que deudas de uno puedan enervar la acción del otro. Sería absurdo y antijurídico responsabilizar a uno constituyéndolo en deudor solidario, ya que ni siquiera es mancomunado. En consecuencia, es improcedente la oposición del banco al levantamiento del embargo trabado sobre dichos fondos solicitado por uno de los depositantes, alegando la calidad de deudor del otro depositante (1ª inst. fed. firme, Corrientes, JA, 1942-IV, 826). c) A nombre y a la orden colectiva o conjunta de dos o más personas. A diferencia del caso anterior, en este supuesto la cuenta corriente opera con la firma de todos los titulares a cuya orden está abierta, no sólo en cuanto al libramiento de cheques, sino también de todas clases de órdenes destinadas a hacer funcionar el servicio de caja que presta el banco. Por natural consecuencia, en caso de fallecimiento o incapacidad de algunos de los titulares, la cuenta debe ser cerrada y el crédito disponible resultante será entregado a quien o quienes corresponde hacerlo, cuando medie orden judicial que resuelva en ese sentido. Normalmente, la entrega se hará a los titulares sobrevivientes y a los herederos del fallecido o al administrador de la sucesión. Si se dispone el embargo contra uno de los titulares de la cuenta, la medida cautelar debe ser trabada por la suma indicada sobre el crédito disponible, sin perjuicio de que el cotitular que no sea responsable de la deuda que fundamenta la traba del embargo, solicite el desembargo de la parte que le corresponde. El fundamento de esta afirmación radica en la circunstancia de que, a diferencia del caso anterior, los titulares de la cuenta forman una suerte de condominio sobre el saldo existente en la cuenta, que no le corresponde, ni pueden disponer de él en su totalidad ninguno de ellos en forma individual, sino que sólo pueden ejercer la potestad de restitución, es decir, el derecho subjetivo del cual son titulares, en forma conjunta. JURISPRUDENCIA En las cuentas corrientes que funcionan a orden conjunta de sus titulares, se presume que la propiedad de las sumas depositadas es propiedad de ellos por partes iguales (Cám. Civ. 1ª, GF, 167, 340). La prueba de que el depósito a la orden conjunta de ambos depositantes no establece una copropiedad por partes iguales, incumbe a aquel que ataca la presunción del art. 689 Ver Texto, inc. 3, C. Civ., y no a quien la invoca (Cám. Civ. 1ª, LL, 7, 750). El depósito bancario a orden conjunta de dos personas constituye una obligación mancomunada en el que debe juzgarse que cada parte tiene una porción igual a la otra, salvo que lo contrario resulte del título de la obligación de los antecedentes y demás circunstancias de ella (Cám. C.C. Rosario, JA, 68, 558). d) A nombre de una o más personas y a la orden de otra o de otras dos o más personas, recíproca o conjunta. En este caso, el titular o los titulares de la cuenta corriente son los propietarios del crédito disponible, careciendo de legitimación para operarla, facultad que queda en cabeza de la persona o personas a cuya orden -conjunta o recíproca- funciona ella. Como consecuencia de esa situación, se producen los siguientes efectos jurídicos: I) Ante el fallecimiento o incapacidad del titular o de alguno de los titulares de la cuenta conjunta, ésta se cierra y el crédito disponible será entregado, previa orden judicial cursada al banco, a los herederos en el primer caso (cuenta individual) y al cotitular y los herederos del muerto o incapacitado, en el segundo caso (cuenta conjunta), rigiendo en la especie el principio de las obligaciones indivisibles, que presume que el crédito corresponde en partes iguales a sus titulares, salvo pacto en contra del cual tenga conocimiento expreso el banco (art. 689 Ver Texto y arg. art. 2708 Ver Texto, C.Civ.). II) Si quien queda incapacitado o fallece es la persona a orden de quien gira la cuenta, el titular o los titulares deben designar a otra persona en su reemplazo para que continúe las funciones de mandatario e imparta las órdenes que hagan funcionar el servicio de caja que presta el banco. Este reemplazo no será imprescindible si la cuenta operaba a orden recíproca del fallecido o incapacitado, pero tendrá ese carácter si la cuenta funcionaba a orden conjunta de ese sujeto y de otro u otros. III) El embargo de la cuenta será procedente cuando tenga por fundamento una deuda contraída por el titular o alguno de los titulares si la cuenta es a orden conjunta, del modo ya explicado, según los casos. La traba de la medida cautelar será improcedente si el responsable de la deuda es una o algunas de las personas a cuya orden gira la cuenta. IV) El titular o los titulares de la cuenta corriente son responsables contractualmente del cobro por el saldo deudor que resulte de ella; en el primer caso, en forma personal (cuenta individual); en el segundo, en forma solidaria (cuenta conjunta). V) La responsabilidad cambiaria emergente de un cheque librado regularmente por quien o quienes estén autorizados a ello, que sea rechazado, será del titular o los titulares de la cuenta. Tanto en el caso anterior como en éste, no son responsables ante el banco o ante el tenedor del cheque la persona o personas a orden de quien o quienes gira la cuenta corriente; ello, sin perjuicio de las responsabilidades que tales sujetos pueden tener ante los titulares de la cuenta, por mal desempeño o exceso en el ejercicio del mandato que éstos le han conferido. VI) Resulta significativo realizar una breve disquisición sobre una situación que puede presentarse y que no hemos visto tratada en las obras consultadas. Se trata del caso en el cual el titular de la cuenta corriente que funciona a nombre de otra u otras personas, libra un cheque personalmente contra esa cuenta. En tal supuesto, aplicando la fecunda distinción entre derecho interno y derecho externo del cheque, tenemos que: A) El cheque en cuestión es irregular como orden de pago (derecho interno), razón por la cual será rechazado por el banco. El fundamento de tal rechazo será que no ha firmado el cheque el sujeto o los sujetos a cuya orden puede funcionar la cuenta corriente (regla 1.2.2.7, OPASI 2/97), porque es obligación la autenticidad de la firma del cheque con la que el banco tenga extendida en sus registros por aquel o aquellos a cuya orden puede operar la cuenta (arg. arts. 32 Ver Texto, 35 Ver Texto y 36, N.L.Ch.). B) Sin embargo, en el ámbito del derecho externo, en el cual el cheque es considerado un título de crédito, de la especie de los papeles de comercio, que obliga cambiariamente a su librador (art. 40 Ver Texto, N.L.Ch.), el tenedor-presentante del cheque rechazado puede accionar cambiariamente contra el firmante del título. Pero debe quedar claro que esa responsabilidad cambiaria se fundamenta en que tal sujeto es firmante del papel de comercio, y no en el hecho de que sea titular de la cuenta corriente bancaria. En nuestro concepto, es un supuesto similar al libramiento de un cheque en chequera ajena, que si bien no es idóneo para hacer funcionar el servicio de caja, responsabiliza cambiariamente al librador-firmante del título ante su tenedor. JURISPRUDENCIA En la relación derivada de una cuenta corriente bancaria, basta que el banco verifique los poderes de las personas que tienen facultades para obligar al titular de la cuenta, y si por la índole de la operación bancaria va de suyo que no tenía por qué exteriorizar cuál era el motivo del depósito de los cheques y de la extracción de los fondos, si aquél extralimitó los poderes comprometió la responsabilidad de su mandante, pero ello es inoponible al banco (Cám. Fed. C.C., I, Rep. LL, XLII, 203). Los fondos de una cuenta corriente bancaria pertenecen a la persona a cuyo nombre ha sido abierta, aunque su disponibilidad haya sido puesta a nombre de un tercero (Cám. Civ. 1ª, GF, 145, 63; ídem, LL, 17, 564). Es decir que quien opera la cuenta corriente cuyo titular es otra persona ejerce un mandato para retirar los fondos, pero ello no importa conferirle derecho alguno sobre esos fondos (S.C.B.A., DJBA, 1948-XXV, 754). Los cheques deben ser librados por las personas debidamente autorizadas por el titular de la cuenta y la autorización debe quedar registrada en el establecimiento bancario que debe pagarlos. No hay, pues, posibilidad de firmar cheques en virtud de autorizaciones no registradas en el banco contra el cual se libran los cheques (Cám. Com., B, LL, 1982-D, 384). Es suficiente que el banco verifique los poderes de las personas que tienen facultades para obligar al titular de la cuenta, y si aquéllas extralimitan sus poderes, se comprometió la responsabilidad de su mandante, pero ello es inoponible al banco (Cám. Fed. C.C.I, Rep. LL, XLII, 203). La persona jurídica titular de una cuenta corriente bancaria es responsable por el pago de los cheques ejecutados, por no haber revocado ante el banco girado las autorizaciones para operar la cuenta (art. 1963 Ver Texto, inc. 1, C. Civ.) (Cám. Com., B, LL, 1982-D, 384). La falta de notificación al banco de la desvinculación del apoderado de la sociedad anónima titular de la cuenta corriente no puede ser imputada a aquél, en tanto se trata de una obligación del cuentacorrentista, y no de su apoderado (Cám. Com., A, LL, 1994-E, 69). La muerte del titular de una cuenta corriente bancaria, extingue el mandato conferido a quien se le había otorgado la facultad de disponer de los fondos depositados y, por consiguiente, el banco en conocimiento del hecho no debe entregar los fondos al girador. Si, al contrario, fallece este último, sus herederos carecen de todo derecho a los fondos depositados, que el banco deberá entregar al titular de la cuenta (S.C.B.A., DJBA, 1948-XXV, 754). e) A nombre de asociaciones, fundaciones, sociedades y otras entidades con personería jurídica. En estos casos, como la entidad es un sujeto de derecho perfectamente diferenciado de quienes la integran, la cuenta corriente se abre a nombre de la entidad de que se trate y a orden impersonal de sus autoridades. Generalmente, el funcionamiento de la cuenta es a orden conjunta de su presidente y tesorero, o presidente y vicepresidente, etc.; sin perjuicio de que pueda ser a orden de más de dos personas y pueda operar por lo menos con la firma conjunta de dos de ellas. Para la apertura de la cuenta y, en su caso, para la actualización del registro de firmas, el banco debe exigir la presentación del instrumento constitutivo y, en su caso, del acta del órgano de gobierno donde conste la distribución de cargo de las autoridades a cuya orden puede operar la cuenta. JURISPRUDENCIA El titular de la cuenta corriente bancaria -en el caso, una asociación civil- es responsable por el pago de los cheques que se ejecutan en autos, ya que no produjo la revocación de las autorizaciones para operar esa cuenta (art. 1963 Ver Texto, inc. 1, C.Civ.), sin importar en la especie el cambio de autoridades producido en la institución demandada (Cám. Com., B, LL, 1982-D, 384). En la relación de cuenta corriente al banco le basta con verificar los poderes de la persona a cuya orden gira la cuenta, y si por la índole de la operación bancaria, va de suyo que no tenía por qué exteriorizar cuál era el motivo del depósito de los cheques y del destino de los fondos, la actuación del mandatario comprometió la responsabilidad de la persona jurídica titular de la cuenta -en el caso, una fundación (art. 36 Ver Texto, C.Civ.)-. Por tanto, la extralimitación en que incurrió aquél, sólo afecta la relación con la fundación y éste, pero es inoponible al banco (Cám. Fed. C.C., I, ED, 98, 588). Los cheques deben ser librados por personas autorizadas por el titular de la cuenta -en el caso, una asociación civil- y la autorización queda registrada en el banco girado. No hay posibilidad legal de firmar, regularmente, cheques, en virtud de autorizaciones no registradas en el banco contra el cual son librados (Cám. Com., B, LL, 1982-D, 384). f) Cuenta de simples asociaciones sin personería jurídica. El art. 1, inc. e, circ. B-382/63, B.C.R.A. -norma que no ha sido reiterada por la reglamentación vigente de la cuenta corriente bancaria-, determinaba que en estos casos la cuenta debía ser abierta a la orden recíproca o, en su defecto, conjunta de por lo menos dos entre tres o más personas. Empero, como la norma reglamentaria precitada no se refería, en este caso específico, a la titularidad de la cuenta, por aplicación analógica de su inc. f, in fine, sobre las cuentas de sociedad sin contrato, en la práctica la cuenta que nos ocupa se la abría a nombre personal de los componentes de la asociación que solicitaba la apertura; sin perjuicio de que se fue creando un uso por los bancos, de hacer constar en la cuenta, además de los nombres de los componentes que correspondiera, el nombre de la entidad sin personería jurídica a que pertenecían aquéllos. En la actualidad, ante la falta de una norma -legal o reglamentaria- que regule el supuesto, que por natural implicancia queda excluído de las reglas 1.1.1.7.2 y 1.1.1.7.3 OPASI 2/97, que se refiere a personas jurídicas con contratos o estatutos inscritos, consideramos que resulta de aplicación la norma citada al principio (v.gr., art. 1, incs. e y f, circ. B-382, y su observancia práctica referida luego) (496) . g) A nombre de sociedades comerciales regulares. La cuenta corriente es abierta a nombre y orden de la sociedad, pudiendo girar sobre ella las personas -físicas o jurídicas- autorizadas por el contrato social o por poder especial extendido por la sociedad a esos fines y debidamente inscrito en el Registro Público de Comercio. Queda a cargo de la sociedad titular la oportuna comunicación de cualquier modificación de su contrato social o poderes y de la revocación de estos últimos (regla 1.2.1.6, OPASI 2/97). Resulta necesario puntualizar aquí lo preceptuado por el art. 58 Ver Texto, ley 19550, respecto del caso en que los representantes, a orden de quien funciona la cuenta, libren algún cheque en infracción de la representación plural que tenga establecida la sociedad. Por ejemplo: que la cuenta corriente opere con la firma conjunta del presidente y de dos miembros del directorio, y sólo dos de esas personas firmen un cheque. En tal caso, cuando el título sea presentado en el banco girado, éste no atenderá su pago por falta de una firma de la orden conjunta, pero el tenedor del título podrá demandar cambiariamente su pago a la sociedad, pues el citado art. 58 Ver Texto, ley 19550, en aplicación del principio de la apariencia jurídica, responsabiliza a la sociedad, aun cuando sus representantes hayan infringido la representación plural, establecida en el estatuto social. La norma en cuestión exige, para su aplicación, que: I) quien recibió el título -en este caso el cheque- sea de buena fe, es decir, ignore la infracción a la representación plural; y II) que el acto o negocio que originó el libramiento del cheque no sea notoriamente extraño al objeto de la sociedad; todo ello sin perjuicio de las responsabilidades internas de los infractores frente a la sociedad (art. 58 Ver Texto, in fine, ley 19550). Nuevamente aquí se presenta el caso de que el cheque, si bien no resulta regular como orden de pago para hacer funcionar el servicio de caja (derecho interno), es idóneo como título de crédito para responsabilizar cambiariamente (derecho externo) a la sociedad por cuya cuenta se libró. JURISPRUDENCIA No hay responsabilidad de quien abrió la cuenta corriente a nombre de una sociedad frente al banco acreedor, ni por un cambio en la titularidad de la misma cuenta abierta a nombre exclusivo de la sociedad -cambio acreditado unipersonal o pluripersonal-, ni por responsabilidad solidaria fundada en la existencia de una sociedad de hecho o de un fenómeno similar que se basa igualmente en la circunstancia de que frente al banco actuaban dos personas en la misma cuenta: la persona que abrió y la sociedad a nombre de la cual se abrió (Cám. C.C., I, B. Blanca, LL, 1988-B, 152). No se puede ejecutar válidamente a quien aparece firmando los cheques como gerente del ente societario que es el titular de la cuenta corriente (Cám. Com., E, Rep. LL, XLI, 850). Si el cheque contiene una "antefirma", ello es el modo de imputar la responsabilidad a un ente distinto del sujeto firmante a orden de quien gira la cuenta; lo cual excluye inicialmente la responsabilidad del suscritor material del título (Cám. Com., D, Rep. LL, XLII, 658). Las prácticas bancarias, consolidadas en la reglamentación de la cuenta corriente que dicta el B.C.R.A. ha previsto el supuesto de cuentas abiertas a nombre de una persona (física o jurídica) y a orden de otra. En tal caso, si la persona autorizada, abusando del poder, librase cheques en detrimento de la sociedad titular de la cuenta, ésta soportará el perjuicio (Cám. C.C., II, B. Blanca, Rep. LL, XLI, 847). El banco ejecutante debió conocer la infracción a la representación plural por haber suscrito el documento sólo el presidente de la sociedad deudora (art. 58 Ver Texto, ley 19550), pues el contrato social fue descrito en la solicitud de apertura de la cuenta corriente (Cám. Com., D, JA, 1992-IV-505 Ver Texto). h) Cuentas de sociedades irregulares o de hecho. No existe norma reglamentaria expresa que contemple el caso. Sólo cabe citar el mencionado art. 1, inc. f, circ. B-382/63, B.C.R.A., que se refería a la operatividad de las sociedades "sin contrato". Ante esa realidad normativa, consideramos que como en el caso de las simples asociaciones, sin personería jurídica (letra f), corresponde abrir la cuenta corriente bancaria solicitada por integrantes de sociedades irregulares o de hecho, a nombre personal de sus componentes, y los cheques serán librados por los titulares de la cuenta (497) , sin perjuicio de que todos ellos puedan autorizar a una o más personas para que, conjunta o indistintamente, operen la cuenta, repitiéndose, entonces, la situación y consideraciones que mereció el supuesto contemplado en la letra d. Es del caso señalar que algunos bancos han dictado circulares internas para paliar la realidad normativa vigente, en las cuales se ha dispuesto que en el caso de sociedades irregulares, de hecho o en formación, la cuenta se abre a nombre de la sociedad de que se trate y a orden conjunta o indistinta de cualquiera de sus socios, haciendo suscribir a todos ellos una cláusula adicional, por la cual se responsabilizan "como si de hecho la cuenta estuviera abierta a nuestro propio orden" (sic). JURISPRUDENCIA Es responsable el banco si acreditó un cheque con la cláusula "para acreditar en cuenta" en favor de "Taller Kappa, Soc. de Hecho", en la cuenta de la persona a cuya orden giraba dicha cuenta, ya que este último no era el beneficiario del cheque, sino la sociedad de hecho mencionada (Cám. Com., B, LL, 1986-C, 874). i) Cuenta con nombre de fantasía o de empresa unipersonal y orden de una persona. La cuenta se abre, por ejemplo, a nombre de "Hotel El Casco, de Jorge Rouillón" y a orden de Jorge Rouillón. El banco, para dar curso a la solicitud de apertura, debe verificar fehacientemente que la propiedad del comercio o empresa de que se trate corresponda efectivamente al solicitante a cuya orden girará la cuenta; tal verificación se lleva a cabo en la práctica, preferentemente, mediante la presentación de comprobantes fiscales de diversa índole. En oportunidad de que el banco rechace cheques librados contra esta cuenta, debe hacer constar, expresamente, el nombre de la persona a cuya orden gira la cuenta, a fin de suministrar, al presentante del cheque, los datos necesarios para que ejerza los diversos recursos -extrajudiciales y judiciales- para procurarse el cobro de su crédito. j) Sociedades extranjeras. La nueva reglamentación de la cuenta corriente bancaria con servicio de cheques ha introducido la novedad de referirse a como se debe abrir la cuenta cuando quien la solicite sea una firma (sic) o sociedad o corporación extranjera que no esté inscrita en la República, en los registros pertinentes. En tal caso la institución bancaria requerida deberá abrir la cuenta a la orden personal de sus componentes o representantes legales (regla 1.1.1.7.3, ap. 3), quienes como se comprende, además de tener que cumplimentar los requisitos de apertura de la cuenta en forma personal (regla 1.1.1.1), serán responsables solidarios por el saldo deudor que, eventualmente, pueda resultar de la cuenta corriente bancaria de la cual son titulares, aun cuando ella haya sido abierta y opere en función de la sociedad o corporación extranjera de que se trata. Sin que exista ningún inconveniente, jurídico ni práctico, para que esa sociedad garantice o afiance ese eventual saldo deudor que pueda resultar de esa cuenta corriente abierta a nombre de sus componentes o representantes. k) Innovaciones reglamentarias. Antes de concluír este número y sin perjuicio de volver a tratarlas en otros lugares, resulta procedente agrupar aquí las reglas dictadas por el Banco Central de la República, con relación a las cuentas corrientes que están a nombre de varios titulares u operan con firma plural. I. En caso de que exista más de un titular de la cuenta corriente bancaria, se constituirá un solo domicilio especial -obligatoriamente en nuestro país-, el cual será considerado a todos los efectos legales y reglamentarios derivados tanto del funcionamiento de la cuenta, como a los efectos emergentes del o de los cheques girados sobre ella (regla 1.1.1.1.5). II. Una vez aprobada la solicitud de apertura de la cuenta al llevarse a cabo la registración de firma de la o las personas a cuya orden opere la cuenta, se admitirá la unificación del registro en una sola tarjeta para todas las cuentas abiertas de un mismo titular, sea persona física o jurídica (regla 1.1.3). III. Cuando la cuenta corriente opere a orden conjunta de más de una persona no se admitirá que los cheques lleven más de tres firmas. IV. La nueva reglamentación reitera la necesidad de comunicar al Banco Central de la República Argentina cuando se produzca el rechazo de cheques por las distintas causales que trae la reglamentación (reglas 1.3.7.9 s/ Com. "A" 2514, 1.3.8.1.1 y 1.3.8.2 OPASI 2/97), y que su acumulación según los casos puede ocasionar el cierre de la cuenta y la correspondiente registración de la persona en la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados. Sin embargo, se producen novedades de importancia al respecto, pues de un lado se debe efectuar el cómputo de esos rechazos, en forma personal y sin distinguir si los rechazos conciernen a una o varias cuentas que la persona sancionada puede tener abiertas, sea en una o varias entidades financieras. De otro lado, si bien lo dicho, conforme a la regla 1.4.2.1, aps. 1 y 2, se refiere en forma expresa y directa a los titulares de la cuenta corriente, el ap. 3 de la norma reglamentaria mencionada dispone que las dos normas anteriores se aplican también a las personas que operen como mandatarios, apoderados, administradores, etc., las cuentas corrientes a nombre de otras personas, como respecto de estas últimas en su carácter de titulares, mandantes, poderdantes, etc. (489) El nuevo texto ordenado de la OPASI 2/97 vino anexo al Com. "A" 2514, del 14/2/1997; ambos obran agregados en el apéndice documental que se acompaña este volumen. (490) V. t. III-A, 5 y ss. (491) Conf.: A. Colmo, Obligaciones con acreedor alternativo, en Rev. Jur. C. Sociales, Bs. As., 1916, 583; Salvat-Galli, Obligaciones en general, Bs. As., 1952, nº 1022, nº 294; G. Borda, Tratado de derecho civil argentino. Obligaciones, Bs. As., 1971, II, nº 629; J. M. Boffi Boggero, Tratado de las obligaciones, Bs. As., 1975, III, 488, nº 294. (492) Conf.: Borda, Tratado de derecho civil argentino. Obligaciones, Bs. As., 1971, II, nº 629 Comp. con Busso, V, 97; Llambías, Obligaciones, 397/8, quienes le niegan ese carácter, afirmando que es un caso de solidaridad. (493) Conf.: Nougués, 103. (494) Conf.: Malagarriga, Tratado, III, 389/90. (495) V.: Gómez Leo, Inexistencia de solidaridad cambiaria en un cheque, en "L.L.", 1984-A, 130. (496) Conf.: Williams, 2-A, 298. (497) Conf.: Fontanarrosa, 65. 28. REQUISITOS PARA LA APERTURA. El Banco Central de la República Argentina ha establecido una serie de requisitos reglamentarios que quienes solicitan la apertura de una cuenta corriente bancaria deben cumplimentar; a ellos se les suele agregar otros requisitos que los usos bancarios han ido formando en las prácticas cotidianas y, en su caso, integran las circulares internas de algunos bancos oficiales y privados. Hemos de referirnos a unos y otros, en detalle, más adelante; empero, es necesario dejar especialmente aclarado, aquí, que respecto de los primeros el Banco Central ha recomendado, a las instituciones bancarias, sobre la necesidad de extremar los cuidados para que la apertura de las cuentas corrientes bancarias estuviesen rodeadas de las mayores garantías en lo que respecta a los recaudos a requerir a los solicitantes. Enfatizando sobre la necesidad de comprobar la veracidad de los datos identificatorios y especialmente en lo concerniente al domicilio y las informaciones sobre la solvencia (moral y económica) del futuro cuentacorrentista (regla 6.6, OPASI 2/88). La preocupación y el énfasis puestos de manifiesto por la institución de control de las entidades bancarias son de toda lógica, pues tratándose la cuenta corriente de un contrato de confianza (498) , que además suministra a su titular el manejo de cheques instrumentos de pago, éstos, que pueden ser, eventualmente, utilizados para cometer ilícitos civiles y penales-, sólo puede ser establecido con personas que según sus antecedentes pueda considerárselas con la suficiente responsabilidad patrimonial y moral. Caso contrario, se corre el riesgo de suministrar los medios a quien esté dispuesto a cometer delitos que sólo pueden ser consumados mediante el mecanismo bancario dispensado desaprensivamente por la entidad financiera que abrió la cuenta corriente, sin cumplimentar cuidadosamente los recaudos exigidos imperativamente por la reglamentación dictada por el Banco Central. La jurisprudencia es constante en atribuír responsabilidad cuasidelictual a las instituciones bancarias que han procedido con culpa, negligencia o dolo, al no observar los requisitos reglamentarios para la apertura de las cuentas corrientes u observándolos deficientemente, si de tal conducta ilícita ha resultado un perjuicio a terceros y existe relación de causalidad entre el acto perjudicial y el daño sufrido por el damnificado. Sólo resta señalar que el pretorio, en aplicación de las normas del derecho de obligaciones, en oportunidades ha determinado que la responsabilidad resultante debe ser compartida entre el banco girado y el presentante del cheque. Con la variante de que si se utilizó el sistema de clearing, también se puede incluír al banco depositario. JURISPRUDENCIA La responsabilidad de los bancos por el incumplimiento de los requisitos debidos en la apertura de las cuentas corrientes, es materia que ha sido objeto de amplio desarrollo por la elaboración jurisprudencial de la Cámara, pero cabe destacar que desde hace tiempo se viene sosteniendo el peligro que importa la apertura de estas cuentas corrientes cuando el banco no cumple con los requisitos debidos, permitiéndose por este medio que se facilite la comisión de una verdadera gama de ilícitos con cierto margen de impunidad (Cám. Com., C, LL, 1985-C, 499, con nota de F. Highton). No se puede abrir una cuenta a la primera persona que pasa por la oficina del banco, sin exigirle una identificación completa (cédula o libreta, domicilio, referencias, etc.) porque se corre el riesgo de que sea un impostor que recurre al serio mecanismo bancario para cometer delitos que sólo por ese medio se los puede consumar (Cám. Com., J.A. 13, 1978-C, 7; ídem, LL, 1984-A, 401; ídem, LL, 116, 573; ídem, ED, 9, 277; ídem, ED, 6, 242; ídem, LL, 139, 219; ídem, LL, 124, 173; A, LL, 1983-C, 69). La apertura de una cuenta corriente bancaria en infracción de las normas regulatorias de dicha operación, constituye un proceder antijurídico (Cám. Com., A, LL, 1988-B, 5). La circular B-754 del Banco Central introdujo modificaciones a la reglamentación de la cuenta corriente bancaria en la cual se señalaba a los bancos que con el objeto de evitar que personas inescrupulosas utilicen el servicio de cuentas corrientes para sus actividades delictivas, debían extremar la cautela frente a las solicitudes de apertura de esas cuentas, a cuyo efecto debían dar "cabal cumplimiento" a las normas vigentes en la materia, verificando de modo particular la identidad de los solicitantes, como también la existencia real de las personas que afiancen la solvencia material y moral del requirente (Cám. Com., B, LL, 1982-A, 260). La circ. 855 del Banco Central dio a conocer a los bancos la modificación del art. 4 de la reglamentación de la cuenta corriente bancaria, que expresaba que tal modificación tenía por objeto recabar a las instituciones bancarias que extremasen los recaudos para que la apertura de una cuenta corriente estuviese rodeada de las "mayores garantías" en lo que respecta a las informaciones que se proporcionan al formular la solicitud, conforme a lo que sobre el particular dice el art. 2 de la reglamentación. Esta circular recuerda que se han falseado las presentaciones solicitando la apertura de cuentas corrientes, o bien sus titulares denuncian "domicilios falsos", "inexistentes", lo que implica una "evidente responsabilidad" de los bancos al par que se desvirtúan los propósitos de lograr la más amplia aceptabilidad del cheque (Cám. Com., B, LL, 1982A, 259). Si el banco, por falta de oportuno y adecuado control, permitió que quien formalmente estaba en condiciones, pudiera utilizar indebidamente y a su arbitrio una cuenta corriente bancaria, mediante el libramiento de cheques, y así defraudar a sus beneficiarios, debe responder por los daños y perjuicios ocasionados, ya que las diligencias omitidas por el banco son inconcebibles en una entidad autorizada por el Banco Central de la República Argentina para operar en un campo controlado por su objeto social (Cám. Com., B, LL, 1989-C, 210). Por aplicación de los arts. 512 Ver Texto, 902 Ver Texto y 1109 Ver Texto, C.Civ., y arts. 832 Ver Texto y 833, C. de Com., el banco que abre una cuenta corriente sin observar las normas claras precisas del Banco Central desatendiendo totalmente las precauciones que ellas imponen, debe responder por las acciones de daños instauradas por quien sufrió el perjuicio de ese actuar "ligero", "imprudente" y "negligente" (Cám. Com., B, LL, 1982-A, 260). La responsabilidad del banco por la apertura de una cuenta corriente, sin haber cumplido con los requisitos previstos para ello, es de naturaleza extracontractual, cuyas reglas involucran las consecuencias mediatas previsibles -previsibilidad evidente en el caso, mediante las advertencias del Banco Central-, sin discriminar lo intrínseco o extrínseco del daño. Por ello, si el daño producido está representado por la frustración del ingreso en el patrimonio del perjudicado de los importes de los cheques cuya cobranza del librador se tornó imposible, y no controvertido el derecho de ellos a incorporar las correspondientes cuantías dinerarias a su patrimonio, decae la relevancia de la naturaleza de los negocios en que se generó, el margen de utilidades que reportaba, etc., por ser cuestiones desvinculadas del hecho antecedente culposo que genera la obligación de resarcir del banco (Cám. Com., C, LL, 1985-C, 499, con nota de F. Highton). Es tan grave y seria la responsabilidad profesional del banco demandado, que en juicios como el presente (demanda instaurada por el perjudicado por el rechazo de un cheque) no puede limitarse a manifestar negativas a las afirmaciones de su contraria, respecto de las diligencias omitidas, sino que la autorización que goza del Banco Central para operar en un cambio controlado por su objeto social, le exige la demostración acabada de cuáles fueron los recaudos tomados para evitar que se abriera una cuenta para estafar (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 401). Incurre en responsabilidad el banco que abrió de modo irregular una cuenta corriente a nombre de una persona inexistente, posibilitando que un giro bancario contra dos bancos corresponsales, atribuído falsamente a un tercer banco, fuera percibido por medio de esa cuenta corriente (Cám. Com., D, LL, 1984-A, 575). El banco cumple con sus obligaciones cuando ha verificado que el solicitante era quien requirió la cuenta y se ha asegurado que su domicilio era el denunciado y verifica que el solicitante es una persona honorable, comprobando que ejerce la profesión denunciada. En fin, la obligación de verificación que recae sobre el banco no es otra cosa que un deber de prudencia y clarividencia para que su comportamiento no constituya, para los terceros, causa de perjuicio que habría podido evitar (Cám. Com., B, ED, 78, 461). Asimismo, se ha declarado que la extensión de la responsabilidad del banco debe ser apreciada con cautela, porque esas instituciones financieras sólo están obligadas a efectuar verificaciones razonables, compatibles con su actividad profesional, no de carácter policial (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 7; ídem, ED, 78, 462); sin embargo, se debe considerar que está obligado a obrar con la mayor prudencia en tal emergencia para evitar en lo posible que la titularidad de una cuenta corriente sea el medio para cometer una defraudación (Cám. Com., B, ED, 60, 261). De existir alguna incorrección imputable a la entidad bancaria, en cuanto a la apertura de la cuenta corriente, ella tan sólo producirá la responsabilidad del banco ante el perjudicado por el rechazo del cheque, cuando aquélla sea de naturaleza tal que de haberse actuado, por parte del banco, conforme a los recaudos legales, ello no hubiera sido posible (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 401). Para que proceda la acción de daños y perjuicios contra el banco, derivados de la trasgresión de las normas de apertura de cuentas corrientes, se requiere que se acredite la existencia del daño, debiendo, asimismo, deducirse previamente la acción que confiere el art. 38, L. Ch., quedando solamente expedita la vía para hacer efectiva la responsabilidad del banco girado, cuando el cobro contra el librador no ha dado resultado o se hiciese imposible (Cám. Com., B, LL, 1981-C, 615). El banco que abrió irregularmente una cuenta corriente que posibilitó que se defraudase a otro banco mediante giros falsificados, es responsable por el 10 % del valor de esos giros, en razón de que el perjudicado también actuó negligentemente (Cám. Com., D, LL, 1984-A, 575). El hecho de que la causa principal de la defraudación al beneficiario haya sido su propia torpeza, al recibir cheques posdatados de un "desconocido", no excluye la responsabilidad concurrente del banco, cuya negligencia coadyuvó para facilitar el doloso accionar del cuentacorrentista, dotándolo del instrumento para cometer el delito: cuenta corriente bancaria y cheques (Cám. Com., A, LL, 1983-C, 69, con nota de J. L. García Caffaro). En el caso de los cheques cobrados por medio del clearing, es evidente que la apertura de la cuenta corriente por el banco depositario desatendiendo las normas reglamentarias dictadas por el Banco Central, fue condición indispensable para que el titular de la cuenta alcance sus propósitos delictivos, pero no es menos cierto que el banco girado obró sin cumplir los requisitos relativos a la prudencia del banquero, porque el cheque utilizado presentaba alteraciones -raspado y borrado-, no correspondía a los cuadernos entregados al librador (art. 4, L. Ch.), se trataba de una suma llamativamente importante y fue librado en descubierto, pues cuando fue debitado en cuenta no había fondos suficientes disponibles. Por todo ello, corresponde declarar la culpa concurrente de ambas instituciones bancarias, repartiendo las consecuencias de este juicio por partes iguales (Cám. Com., B, LL, 1982-A, 257). Las circulares R.C. 236 y 431, B.C.R.A., se refieren a los recaudos exigidos para abrir una cuenta a las entidades autorizadas para operar en cambios, y no son aplicables a la apertura de una cuenta corriente bancaria (CS, LL, 1984-A, 635, nº 863). a) Presentación de la solicitud. Quien desea abrir una cuenta corriente bancaria debe presentar una solicitud en ese sentido (regla 1.1.1); ésta se instrumenta en un formulario impreso que el banco suministra, que es el marco del contrato de adhesión a concretar. Tal formulario, antes de ser firmado por el solicitante, debe ser completado en sus espacios en blanco con los datos requeridos, que más abajo consideramos, y contiene, además, cláusulas usuales, tanto sobre: I) el servicio de cheques (v.gr., pactos sobre intereses que perciba el banco compensatorios y moratorios-); sobre capitalización de ellos, si es que las partes se apartan de la norma que trae el art. 795 Ver Texto, C.Com.; sobre comisiones que cobre el banco, etc.; II) como sobre el servicio de caja que acuerdan el cliente y el banco, respecto de los distintos actos, negocios y operaciones que éste realiza en nombre e interés de aquél, a los cuales ya nos hemos referido (499) . Ellas se agregan al formulario como cláusulas adicionales. En el caso de que el futuro cuentacorrentista sea potencialmente un cliente que pueda operar con préstamos con cláusulas de reajuste o se trate de alguien que tenga otras cuentas abiertas o por abrir, el banco le hará suscribir otras cláusulas adicionales, que en la actualidad se las puede considerar usuales; por ejemplo: I) autorización para que el banco pueda efectuar débitos en la cuenta corriente bancaria, para atender los saldos deudores que resulten de la aplicación del reajuste a los préstamos que tengan esas cláusulas, así como los intereses y comisiones, aun cuando de tales débitos resulte un descubierto en la cuenta; II) autorización para que el banco compense, automáticamente, saldos deudores que resulten en una o varias de las cuentas de que el cliente es titular, con los saldos acreedores que ese cliente tenga en su favor en otras cuentas de su titularidad; III) en caso de que se trate de una S.A. o S.R.L., la prestación de garantías personales de sus integrantes, las cuales generalmente son otorgadas en blanco o hasta determinadas sumas, para garantizar eventuales saldos deudores resultantes de la cuenta corriente bancaria o de otras cuentas de que la sociedad sea titular. Estas garantías pueden ser otorgadas al abrir la cuenta o cuando ésta ya esté operando y, en su caso, ser reforzadas por garantías de terceros, a satisfacción del banco. Con la sanción de la ley 24452 Ver Texto y de la circular reglamentaria dictada por el Banco Central de la República Argentina respecto de las cuentas corrientes bancarias a través de las cuales se atienda el servicio de cheques, se debe agregar, a lo expresado precedentemente, ciertas y puntuales modificaciones que se han introducido tanto en las normas legales como en las reglamentarias. Tal señalamiento se hace en este lugar a modo de introducción al tema y sin perjuicio de las consideraciones que efectuamos más adelante. En efecto: A) Mediante el art. 2 Ver Texto de la ley 24452 se agregó como cuarto apartado del art. 793 Ver Texto, C. Com., el siguiente: "Se debitarán en cuenta corriente bancaria los rubros que correspondan a movimientos generados directa o indirectamente por el libramiento de cheques. Se autorizarán débitos correspondientes a otras relaciones jurídicas entre el cliente y el girado cuando exista convención expresa formalizada en los casos y con los recaudos que previamente autorice el Banco Central de la República Argentina". Como ya expresamos en el capítulo anterior, la norma no hace otra cosa que consagrar lo sostenido por el Dr. Jorge N. Williams, tanto en sus libros como en sus votos en el desempeño de sus funciones como vocal de la Sala B de la Excma. Cámara de Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal. Posición que si bien no fue siempre bien entendida por sus pares, como lo hemos señalado antes de ahora (500) , es de toda lógica, pues sería ilegal e incorrecto, que un banco efectuara débitos en la cuenta corriente de sus clientes, por rubros que no había pactado previamente con ellos. B) En la regla 1.1.1.4, con una redacción que hemos calificado de deficiente (501) , se establece que el cliente, al efectuar la solicitud de apertura de una cuenta corriente, debe prestar expresa conformidad para que se le debiten de la cuenta corriente las comisiones pactadas libremente al momento de la apertura o posteriormente, por los servicios que preste la entidad, y las operaciones concertadas con ella o con terceros (débitos automáticos) que el cuentacorrentista haya contratado. Hemos dicho de este primer apartado de la regla citada al comienzo, que es congruente con lo dispuesto el agregado introducido por la ley 24452 Ver Texto, al art. 793 Ver Texto, C. Com., al que ya nos hemos referido. A continuación (2º apartado), la norma reglamentaria que nos ocupa establece la prohibición, aun contra la voluntad expresa del correntista, de que el girado efectúe débitos fundados en operaciones "instrumentadas mediante títulos que en sí mismos no posean fuerza ejecutiva". También dijimos a poco de aparecer la OPASI 2/95 (502) -lo cual ha sido interpretado de igual modo por varios colegas especializados en la materia-, que el destinatario de la prohibición, sin perjuicio de alcanzar otro supuesto, es la tarjeta de crédito. Sin embargo, en el tercer apartado de la regla 1.1.1.4, que estamos considerando, se menciona las excepciones a la prohibición enunciada en el anterior -las excepciones a la excepción-, enumerando varias operaciones cuyos débitos se podrá efectuar en la cuenta corriente bancaria y puntualizándose, especialmente, que se puede cargar en los débitos originados en servicios que preste la propia institución. Expresión, esta última, muy abarcativa, que seguramente las entidades que atiendan las cuentas corrientes bancarias, con ingenio y sagacidad a partir de ella, podrán utilizar adecuadamente tales cuentas, posibilitando volcar los débitos originados en el uso de las tarjetas de compra y de crédito, habiéndolo pactado previamente y extrayendo, en su caso, el certificado de saldo deudor que, como sabemos, es título ejecutivo hábil para procurarse su cobro judicial (art. 793 Ver Texto, ap. 3, C. Com., ref. por decr.-ley 15354/46). JURISPRUDENCIA Por aplicación de los usos y costumbres bancarios, el contrato de cuenta corriente bancaria es generalmente en formularios -típico contrato de adhesión-, en el cual la única instrumentación es, por lo general, la suscripción por el particular de la solicitud de apertura, sin que medie, siquiera, la aceptación formal por parte de la entidad financiera (Cám. C.C., I, B.Blanca, LL, 1988-B, 152). No se puede obligar al banco a abrir una cuenta corriente (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 7). El derecho o la oportunidad de ser cliente del banco y las relaciones que en tal vinculación se establezcan y resuelvan, están subordinadas a la aceptación, acuerdo y obligaciones contractuales que se formalicen y su cumplimiento y rescisión no autoriza la vía del recurso de amparo (C.S. Salta, LL, 120, 243). b) Identidad del solicitante. La solicitud deberá incluír los datos identificatorios del solicitante y en su caso de las personas a cuya orden quedará la cuenta (regla 1.1.1.1). A saber: I) Nombres y apellidos completos (regla 1.1.1.1.1). Debiéndose comprobar su autenticidad con la presentación del documento de identidad que corresponda. JURISPRUDENCIA No se puede abrir una cuenta a la primera persona que pasa por las oficinas del banco, sin exigirle su identificación personal completa, porque se corre el riesgo de que sea un impostor que recurre al serio mecanismo bancario para cometer delitos que sólo por ese medio pueden ser cometidos (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 7; ídem, ED, 78, 462). II) Fecha y lugar de nacimiento (regla 1.1.1.1.2). Este dato, que también surge de la exhibición del respectivo documento de identidad, reviste importancia, para acreditar la mayoría de edad del solicitante. Si fuera menor de 21 años, deberá presentar los instrumentos que acrediten tratarse de un menor emancipado o que obtuvo título profesional habilitante o que concretó contrato de trabajo o que está autorizado, expresa o tácitamente, para ejercer el comercio (503) . JURISPRUDENCIA Si bien se ha declarado que la apertura de una cuenta corriente bancaria en infracción de las normas regulatorias de dicha operación, constituyen un proceder antijurídico (Cám. Com., A, LL, 1988-B, 5). Se debe agregar a ello que el solo hecho de haber abierto una cuenta corriente a un menor de edad no responsabiliza civil y extracontractualmente al banco frente al beneficiario del cheque rechazado por el banco girado, porque resulta menester, además, que se intentara infructuosamente la acción cambiaria o causal emergente del negocio celebrado con el menor, o, cuando menos, haber reclamado extrajudicialmente la satisfacción de la acreencia (Cám. Com., A, LL, 1988-B, 5). III) Estado civil y nombre y apellido del cónyuge (reglas 1.1.1.1.3 y 7). Con alguna mejora en la redacción de la segunda regla, se reitera la necesidad de que el solicitante dé cuenta de ambos datos. En la práctica, se los toma de los dichos del solicitante, pero es aconsejable la presentación de la libreta familiar o, en su caso, la partida de nacimiento y matrimonio. De esta última surgirá si se trata de una persona divorciada por la correspondiente inscripción marginal de la respectiva sentencia judicial. Los datos mencionados tienen relevancia, de un lado, respecto del carácter que tienen los bienes que integran el patrimonio del solicitante en lo concerniente a su solvencia material (504) ; de otro lado, respecto de las medidas cautelares que se pueda intentar trabar sobre la cuenta por deudas contraídas por el cónyuge. IV) Nombres y apellidos de los padres (regla 1.1.1.1.8). Este dato, que también puede ser acreditado con la presentación de la libreta de familia o la partida de nacimiento del solicitante, reviste especial interés en el supuesto de tener que trabar medidas cautelares contra el titular de la cuenta, como es el caso de una inhibición general de bienes y, en la actualidad, para registrar correctamente las medidas que deriven de su inclusión en la "Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados" (regla 1.4). Aun cuando injustificadamente se ha suprimido de esta regla la expresión "salvo impedimento justificado", que traía la reglamentación anterior, consideramos que ese párrafo deberá ser aplicado cuando exista, precisamente, un impedimento justificado, como es el caso de padres desconocidos o cuando el solicitante, por ser extranjero, no cuenta con los instrumentos necesarios para acreditarlo, por ser de difícil o imposible obtención. V) Nacionalidad. Si bien este dato no es requerido específicamente por la circular reglamentaria, reviste considerable interés para cumplimentar la regla 1.1.1.1.9, que al exigir el tipo y número de documento que presente el solicitante para establecer su identificación, remite al cap. XIII de la circ. RUNOR-1, dictada por el Banco Central de la República Argentina el 11/1/1982. En función de esa remisión, si el solicitante es argentino nativo o naturalizado, deberá exhibir D.N.I., L.E. o L.C. Si es extranjero radicado: C.I. de la Policía Federal; si no tiene radicación, pero es residente legal: pasaporte de viaje extendido por autoridad competente y, en su caso, la visa en regla. Es de buen orden que el banco fotocopie las páginas del documento presentado, donde consten los datos pertinentes exigidos; con ello se pone a cubierto de responsabilidades en el caso de eventuales falsificaciones sobrevinientes. VI) Domicilio. La regla 1.1.1.1.5, innovando sobre su antecesora, en su primer párrafo establece que el solicitante deberá declarar su domicilio real y especial, debiendo constituírse este último obligatoriamente en la República Argentina, solucionando de ese modo un aspecto que algunas veces trajo problemas en la práctica. En el segundo párrafo introduce una doble innovación. De un lado dispone que en el caso que exista más de un titular se constituirá un solo domicilio especial. De otro lado, determina que ese domicilio especial será considerado a todos los efectos legales y reglamentarios, derivados del funcionamiento de la cuenta corriente y de los efectos emergentes del cheque librado contra ella y, eventualmente, rechazado. En este último aspecto, esta regla debe ser concordada con el art. 3 Ver Texto, ap. 3º, N.L.Ch. (505) . La veracidad del domicilio denunciado, que eventualmente no coincide, por falta de actualización, con el del documento de identidad presentado, se puede comprobar por diversos medios. Uno de los más usados y seguros es el certificado de domicilio extendido por la autoridad policial; también resulta idóneo para los comerciantes matriculados la constancia otorgada por el Registro Público de Comercio y, en caso de sociedades regulares, el domicilio que surja del contrato o estatuto societario debidamente inscrito. En las prácticas bancarias, especialmente en las entidades financieras que tienen muchas filiales, se prefiere que el domicilio se lo ubique dentro de la zona de influencia de la sucursal o agencia ante la cual se solicita la apertura de la cuenta corriente; empero, tal requisito no es excluyente. En ese sentido, debemos señalar el caso de grandes empresas con domicilio en el Gran Buenos Aires, que abren cuentas en casas bancarias ubicadas en el centro de la Capital Federal, al solo efecto de facilitar el inmediato depósito del efectivo, cheques y valores que sus cobradores reciben diariamente de las empresas deudoras ubicadas en esas u otras zonas dentro de la Capital. JURISPRUDENCIA Está reñida con los principios de una buena organización, la actitud del banco que abre una cuenta corriente sin averiguar nada, con una cédula de identidad falsa y con un domicilio inexistente (Cám. Com., B, JA, 1964-III, 264). El banco no sólo debe requerir el cumplimiento de los requisitos para abrir la cuenta corriente bancaria que se le solicita, entre los cuales se halla el domicilio real y el documento de identidad, sino que le incumbe verificar la exactitud de las enunciaciones denunciadas (Cám. Com., C, LL, 1985-C, 447, con nota de F. Highton). Si al concurrir a verificar la exactitud del domicilio denunciado por el solicitante de la cuenta corriente bancaria, la persona encargada de la diligencia fue atendida por una persona que dijo ser la madre de aquél, debió solicitar algún elemento corroborante de lo que se le manifestó, como pudieron ser: recibos de alquiler, de gas, de luz, o eventualmente los correspondientes al pago de impuestos, a su nombre o de la persona que dijo ser su madre (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 400). Sin embargo, también se ha sentenciado que los bancos, en rigor, no son verdaderos controles de los documentos de identificación que les son presentados (Cám. Com., C, LL, 151, 591), así como que la falta de comprobación del domicilio del solicitante de una cuenta corriente, no lo hace incurrir en responsabilidad por haber trasgredido las disposiciones reglamentarias vigentes, porque la comprobación del domicilio sólo tendría importancia si se dudara de la efectiva existencia como persona física del solicitante (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 575; B, ED, 77, 364). Mientras el cliente no realice el cambio de domicilio, mediante una actividad concreta y positiva de su parte (comunicación expresa), subsiste a los efectos de las notificaciones que envíe el banco, el domicilio constituído al abrir la cuenta corriente bancaria (Cám. Fed. C.A., I, LL, 1986-E, 99). El domicilio que el demandado tiene registrado en la cuenta corriente del banco girado, puede ser considerado como domicilio especial a todos los efectos derivados de la emisión del cheque (art. 1, in fine, L. Ch.) (Cám. Com., A, LL, 1981-A, 341; ídem, Rep. LL, XLI, 847; D, Rep. LL, XLI, 848). El art. 1, in fine, L.Ch., expresa que "el domicilio especial a todos los efectos derivados de la emisión", involucra las relaciones con cualquier tenedor legitimado. Sin embargo, la limitación de la frase legal a las solas relaciones entre cliente y banco, desatiende que la ley alude "a efectos. . . del cheque", y no de la cuenta corriente (Cám. Com., D, Rep. LL, XLII, 659). El domicilio registrado en el banco por el titular de la cuenta corriente podrá ser considerado como especial a todos los efectos derivados de la emisión del cheque, hasta que sea pagado o se extingan las obligaciones que de él emergen; consecuentemente, el mandamiento de intimación de pago dirigido a dicho domicilio es válido (Cám. Com., C, ED, 119, 653). De conformidad con lo dispuesto por el inc. a del art. 3, L. Ch., el lugar de pago del cheque es el del domicilio del banco girado y prescribe el art. 1, ap. 3, de la misma norma legal que el domicilio que el titular de la cuenta corriente tenga registrado en ese banco, podrá ser considerado como especial a los efectos derivados de la emisión del cheque, porque esta constitución tiene como efecto la prórroga de la competencia en favor del juez de ese domicilio (Cám. Com., C, ED, 83, 671). Carece de incidencia sostener la inautenticidad de la firma del cheque o mencionar la pérdida de la chequera, si ello no implica sostener la falsedad del domicilio consignado por el banco girado en la constancia del rechazo del cheque que se ejecuta, y no habiéndose mutado el mencionado domicilio, ha de considerárselo subsistente en relación a todos los efectos concernientes a la cuenta corriente (art. 99 Ver Texto, C. Civ.) (Cám. Com., C, ED, 97, 645). Sin embargo, también se ha declarado que el domicilio registrado en el banco por el titular de la cuenta corriente no produce los efectos de un domicilio ad litem a los fines de la notificación de la demanda o, en su caso, intimación de pago y citación de remate (Cám. Com., B, JA, 1986-IV, síntesis). Es decir que si bien se lo puede tener como domicilio especial a todos los efectos legales de la emisión del cheque, ello no implica que éste, en los términos del art. 101 Ver Texto, C. Civ., puede ser asimilado sin más a aquel previsto por el art. 40 Ver Texto, C. Proc., con las consecuencias previstas en los arts. 41 y 42 del citado cuerpo legal (Cám. Com., E, LL, 1192-C, 223, con nota de S. Salguero). Si se demanda en virtud de un mutuo dinerario no instrumentado que se pretendiera cancelar con un cheque, resulta inaplicable el art. 1 de la ley de cheque, según el cual el domicilio registrado en el banco por el titular de la cuenta corriente podrá ser considerado como domicilio especial (Cám. Com., JA, 1991-II, 580). Aun cuando hipotéticamente pudiera considerarse constituído el domicilio consignado al dorso de los cheques en ejecución, a pesar de tratarse de instrumentos privados no reconocidos aún por el demandado, y lo dispuesto en el art. 1031 Ver Texto, C.Civ. (conf. Cám. Com. en pleno, "Horvart, S., c. Frank�rh, J.", LL, 82, 561), no se podría extender el pretendido efecto a documentos en los cuales no rige la norma del art. 1, L.Ch. (Cám. Com., C, LL, A, 563). VII) Actividad profesional o laboral. Del mismo modo que en el caso de la circular reglamentaria anterior, el solicitante deberá denunciar su profesión, oficio, industria, comercio, etc., que constituye su principal actividad, especificando el ramo o especialidad a que se dedica (regla 1.1.1.4). La determinación de la especialidad debe ser precisa, no siendo suficiente una consideración genérica, porque de la precisión del dato pueden resultar otras exigencias que el banco debe cumplimentar, como ocurre con: A) exigencia de inscripción en el Registro Industrial de la Nación para todo sujeto (físico o jurídico) que se dedique a la "trasformación mecánica o química, en la esencia o en la forma de materias primas en nuevos productos" (arts. 3 y 6, decr. 8330/72, regl. de la ley 19971 Ver Texto); B) inscripción en el impuesto al valor agregado (I.V.A.) para los comerciantes; C) constancias de aportes jubilatorios para algunas profesiones liberales. El banco exigirá comprobantes sobre la veracidad de la actividad denunciada, así como cualquier otro recaudo que sea conducente a ello; por ejemplo, constancias de las entidades de colegiación para los profesionales afiliados a esas corporaciones; patentes municipales o número de inscripción en el Registro Público de Comercio, etc. JURISPRUDENCIA El banco no sólo debe requerir el cumplimiento de los requisitos para abrir la cuenta corriente, entre los cuales se halla "la principal actividad determinando el ramo o especialidad", sino que le incumbe verificar la "exactitud de las enunciaciones señaladas" (Cám. Com., C, LL, 1986-C, 447, con nota de F. Highton). VIII) Número de identificación, tributaria, laboral o personal. Sin perjuicio de lo expresado en el ap. V, hemos de decir aquí que la reglamentación dictada por el Banco Central de la República Argentina, en sentido congruente con la filosofía que informa la ley 24452 Ver Texto, establece, en regla 1.1.1.1, la necesidad de que todo solicitante de una cuenta corriente bancaria debe presentar su Clave Única de Identificación Tributaria (C.U.I.T.) o Código Único de Identificación Laboral (C.U.I.L.). Según la resolución 3995 Ver Texto, D.G.I. quienes no cuenten con la identificación tributaria o laboral, cumplirán con la regla mencionada en el apartado anterior presentando la Clave de Identificación Especial, que deberán solicitar al solo efecto de abrir una cuenta corriente bancaria, presentado ante el ente recaudador, el formulario respectivo cuyo formato se publicó en el Boletín Oficial del 3 de mayo de 1995. JURISPRUDENCIA Está reñida con los principios de una buena organización de la empresa bancaria, la actitud de la entidad financiera que abre una cuenta corriente, sin averiguar nada, con una cédula falsa (Cám. Com., B, JA, 1964-III, 264). Los bancos deben extremar la cautela para dar cumplimiento a las normas reglamentarias del Banco Central, verificando de "modo particular" la identificación de los solicitantes, en la apertura de una cuenta corriente (Cám. Com., C, LL, 1985-C, 447, con nota de F. Highton). Sin embargo, se ha declarado que los bancos no son verdaderos controles de los documentos de identificación que le son presentados (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 7; C, LL, 151, 691), como asimismo se ha sentenciado que el hecho de que el cuentacorrentista del banco que hizo efectivo el cobro del cheque por clearing, haya abierto su cuenta con nombre supuesto y utilizando un documento de identidad de otra persona, no puede fundar la responsabilidad del banco frente al librador, si no se demostró la irregularidad del cheque (Cám. Com., B, JA, 1966-III, 102). La utilización de una cédula extraviada, junto a la presentación del socio por los mismos ejecutivos del banco cooperativo, sin tomar el menor recaudo de conocimiento personal con el nuevo cuentacorrentista, pone a las claras un procedimiento incompatible con la diligencia que el banco debe obrar en la apertura de una cuenta corriente bancaria (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 400). Más recientemente se ha sentenciado que incurre en inequívoca imputabilidad culposa el banco que, con manifiesta ligereza, procede a abrir una cuenta corriente peticionada por una persona munida en forma fraudulenta de un documento nacional de identidad extraviado o sustraído (Cám. Com., C, LL, 1993-D, 311). Sin embargo, en otro fuero se ha declarado que no cabe atribuír responsabilidad al banco porque otorgó una cuenta corriente a una persona sobre la base de un documento nacional de identidad falso, ya que ello significaría que dicha entidad financiera debería efectuar una exhaustiva investigación sobre la autenticidad de los documentos de identidad presentados por los futuros clientes; lo cual excedería las elementales reglas de prudencia que deben observar los bancos y no haría más que atentar contra los principios de rapidez y eficiencia con que operan las instituciones de crédito (Cám. Fed. C.C., II, 7/4/1992, "Pesquera Santa Cruz S.A. c. Banco de la Nación Argentina"). c) Personas jurídicas. Cuando la solicitante sea una persona jurídica deberá establecer en la solicitud los siguientes requisitos: I) denominación o razón social y domicilio legal (regla 1.1.1.7.1); II) fecha del contrato o estatuto y plazo de duración de la sociedad (regla 1.1.1.7.2); III) fecha y número de inscripción en el pertinente registro oficial (regla 1.1.1.7.3, ap. 1); IV) nómina de autoridades y representantes que tengan autorización para hacer funcionar la cuenta corriente, con sus respectivos datos personales (regla 1.1.1.1); V) cuando no sea exigible la inscripción en el Registro Público de Comercio, por no realizar en forma habitual actos de comercio en el país, este requisito podrá ser suplido con la constancia que acredite que la sociedad se encuentra inscrita ante el ente de contralor oficial competente de la República Argentina, según su actividad específica (regla 1.1.1.7.3, ap. 2). Para comprobar la veracidad y exactitud de tales datos se acostumbra requerir la exhibición del contrato social debidamente inscrito; la presentación de actas de designación de autoridades; distribución de cargos; la presentación de poderes especiales para los autorizados a utilizar la cuenta, debidamente inscrito en el Registro Público de Comercio, con sus respectivos datos personales (regla 1.1.1.7.4). En cualquier caso, los instrumentos mencionados y la documentación adicional de que se trate, deberá ser acompañada en originales o copias debidamente certificadas. Para un adecuado bastanteo de las facultades que tienen los representantes legales y convencionales de la sociedad, resulta conveniente que la documentación acompañada sea estudiada por los abogados del banco, como modo válido de prevenir para el futuro eventuales situaciones conflictivas en la operatividad de la cuenta. El cumplimiento de este requisito de apertura de la cuenta debe ser, necesariamente, complementado ulteriormente con la comunicación al banco de cualquier modificación a los contratos, estatutos sociales o poderes y de las revocaciones de estos últimos (regla 1.2.1.6). JURISPRUDENCIA La invocación de obrar en nombre de un tercero no exige fórmula sacramental alguna, ni agregación del testimonio del apoderamiento; cualquier indicación de que el suscritor actúa por otro, es suficiente, sin importar si es manuscrita, impresa o fijada con un sello. Debido a ello, la impresión en el anverso del cheque que indica que el firmante obliga a la sociedad representada, cuyo nombre aparece a la izquierda de la susodicha grafía, constituye en el caso suficiente "antefirma" (Cám. Com., D, Rep. LL, XLII, 658). No se puede pretender válidamente ejecutar a quien aparece firmando los cheques como gerente del ente societario que es el titular de la cuenta corriente (Cám. Com., E, Rep. LL, XLI, 850). Si el cheque contiene una "antefirma", ello es el modo de imputar la responsabilidad a un ente distinto del sujeto firmante a orden de quien gira la cuenta; lo cual excluye inicialmente la responsabilidad del suscritor material del título (Cám. Com., D, Rep. LL, XLII, 658). Las prácticas bancarias, consolidadas en la reglamentación de las cuentas corrientes, han previsto el supuesto de las cuentas abiertas a nombre de una persona y a orden de otra. En tal caso, si la persona autorizada, abusando del poder, librase cheques en detrimento de la sociedad titular de la cuenta, ésta soportará el perjuicio (art. 1946 Ver Texto, C.Civ.; art. 36, L.Ch.) (Cám. C.C., II, B. Blanca, Rep. LL, XLI, 847). La falta de notificación al banco de la desvinculación del apoderado de la sociedad anónima, titular de la cuenta corriente bancaria abierta en esas condiciones de operatividad, no puede ser imputada a aquél, en tanto se trata de una obligación del cuentacorrentista, y no de su apoderado, quien normalmente no posee siquiera los elementos materiales para justificarla en debida forma (del fallo de primera instancia) (Cám. Com., A, LL, 1994-E, 69). Si bien la infracción al régimen de representación plural, en materia cambiaria, no afecta al tercero portador de buena fe del cheque ejecutado (art. 58 Ver Texto, ley 19550), la invocación de la doctrina de la apariencia no es procedente cuando quien infringe la representación plural es el presidente de la sociedad deudora, pues el banco ejecutante debió conocer la situación, ya que aquélla describió el contrato social en la solicitud de apertura de la cuenta corriente bancaria oportunamente abierta (Cám. Com., D, JA, 1992-IV, 505 Ver Texto). d) Registración de firma. Quien sea titular de la futura cuenta corriente y, en su caso, su representante, deberá registrar su firma en el banco; también lo deberán hacer todas las personas autorizadas para operar la cuenta. Este trámite lo deben llevar a cabo las personas mencionadas, quienes deberán estampar su firma autógrafa en las tarjetas o fórmulas destinadas al efecto, ante la presencia de los funcionarios que el banco haya autorizado o autorice al efecto (regla 1.1.3). Cuando el titular de la cuenta otorgue nuevos poderes o autorizaciones para operarla, esas personas deberán cumplimentar la registración de sus firmas del modo descrito. Es facultad del banco requerir la confección de nuevas fichas de registro de firmas, cuando por el trascurso del tiempo detecte que las nuevas rúbricas de las personas a cuya orden funciona la cuenta, presentan variaciones con las firmas registradas anteriormente (regla 1.2.1.3). En el caso de las cuentas que sean de un mismo titular, se admitirá la unificación del registro en una sola tarjeta (regla 1.1.3, ap. 2). e) Datos sobre la solvencia moral y material. El solicitante debe suministrar los nombres y domicilios de dos o más personas que, a satisfacción del banco, puedan dar suficientes referencias sobre su solvencia moral y material. Se puede ofrecer la consulta de clientes del banco; el informe de otros bancos de plaza; de comerciantes, industriales o profesionales que puedan suministrar datos sobre las condiciones personales del solicitante, así como de su actuación en la actividad en que se desempeña, por conocimiento directo que tengan de ella. Los informes y datos recogidos no son vinculantes para el banco, quien tiene derecho a evaluar tales antecedentes junto a los demás recaudos que se puede procurar de otras fuentes, para autorizar o no la apertura de la cuenta. Sin perjuicio de ello, es preciso puntualizar que una actitud dolosa o totalmente desaprensiva en el informante, que pueda facilitar, en la práctica, un proceder criminal de quien fue beneficiado por una referencia falsa, puede acarrear responsabilidades civiles y penales en quien la suministró con negligencia o dolo, si de ese actuar han surgido perjuicios. Los mencionados datos pueden ser completados por otros recaudos que el banco se provea por otros medios, como son los informes confidenciales que pueden suministrar otros bancos de plaza, agencias especializadas, etc. Es de práctica, aun cuando no es requisito que exija la reglamentación, la presentación de una manifestación de bienes, que tiene carácter de declaración jurada; con ella, además de completar un panorama de la solvencia económica del cliente, se forma su carpeta o legajo, con el agregado de que una de las tareas que con más cuidado llevan los gerentes u oficiales de cuenta, según los casos, se refiere a requerir de los clientes, periódicamente, la actualización de esa manifestación de bienes. Ello, en nuestro concepto, es una consecuencia directa del carácter intuitu personae que tiene el contrato que nos ocupa. Cabe recordar que al crearse el Ch.P.D. mediante la ley 24452 Ver Texto, se exigía que al abrir las cuentas se fijara un cupo operativo máximo para esta clase de cheques, con el agregado de que había que mantenerlo actualizado, según las fluctuaciones de la capacidad patrimonial y crediticia que pudiera experimentar el cliente. Implícitamente de la reforma que la ley 24760 Ver Texto ha hecho al art. 59 Ver Texto, N.L.Ch., y explícitamente, con el 2º ap. del comunicado 27.789, se ha producido la modificación más trascendente respecto del Ch.P.D., pues los bancos y entidades financieras autorizadas podrán operar con esta clase de cheques "sin necesidad de contar con márgenes de registro". Ante tan importante modificación del régimen anterior, cabe decir lo siguiente: De un lado se ha eliminado el inconveniente, quizá, más importante, invocado por los banqueros, en virtud de los costos operativos que significaba para ellos el estricto cumplimiento del art. 59, L.Ch., en su anterior texto, ya que había que hacer un profundo estudio de los antecedentes del solicitante de Ch.P.D. y, además, mantener al día las carpetas, en la medida en que el titular pudiera sufrir cambios en su capacidad patrimonial y operativa, pues ante nuevas circunstancias que aumentaran su pasivo, disminuyendo su capacidad de contraer de nuevas deudas, el girado debía de estudiar y modificar, para lo sucesivo, las nuevas condiciones en las que podría seguirse girando esa clase de cheques, como textualmente establecía la norma derogada del art. 59, L.Ch. anterior. De otro lado, la liberalización de conceder Ch.P.D. a todo aquel que lo requiera, en los hechos conlleva el riesgo natural de que quienes lo reciban puedan caer en la tentación o en la necesidad de hacer un uso abusivo de ellos, atento al dilatado plazo al cual se permite que sean librados (360 días, art. 54, inc. 4, L.Ch.). Si así ocurriera, estos nuevos instrumentos podrían convertirse en los nuevos "cheques voladores" del innovador sistema vigente instituído. Es de esperar que ello no ocurra. JURISPRUDENCIA El art. 2, inciso b, circ. B-382, B.C.R.A., y luego la circ. R.F. 9/77, B.C.R.A., complementarios de las normas de los arts. 791 a 797 Ver Texto, C. Com., dispone que en la solicitud de apertura de cuenta corriente bancaria "debería constar", por lo menos, "el nombre y domicilio de dos o más personas que, a satisfacción del banco, puedan dar suficientes referencias sobre la solvencia moral y material del solicitante en forma personal" (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 7; ídem, ED, 78, 462; ídem, LL, 1982-A, 259). Es evidente que el banco no ha cumplido con el citado deber de prudencia, si procedió a la apertura de una cuenta corriente a un tercero del que únicamente recabó referencia de una persona que confesó conocerlo desde hacía sólo una semana, con el aval del gerente del banco que virtualmente tampoco lo conocía; ello implica no sólo desconocer las normas reglamentarias que rigen la especie, sino un acto de negligencia a todas luces incuestionable (Cám. Com., A, LL, 1983-C, 69, con nota de J. L. García Caffaro). El Banco Central, además de dictar las normas reglamentarias pertinentes, ha recomendado extremar la cautela, dando cumplimiento acabado a aquéllas, verificando especialmente la identidad de los solicitantes, así como "la existencia real" de las personas a quienes se propone para afianzar la solvencia material y moral del requirente (circ. B, 754), recomendaciones que han sido reiteradas señalándose su importancia para dotar de "mayores garantías" las informaciones que se proporcionan al formular la solicitud, y señalando la responsabilidad en que incurren los bancos al aceptar presentaciones falseadas (Cám. Com., C, LL, 1985-C, 449, con nota de F. Highton). La exigencia de verificar las referencias sobre solvencia moral y material del solicitante de la apertura de una cuenta corriente bancaria, en caso de ser omitida, es suficiente para imputar responsabilidad al banco que incurrió en ella por configurar un supuesto de culpa grave (Cám. Com., A, LL, 1986-E, 339). No son idóneos para demostrar la diligencia del banco los informes suministrados por dos empresas, de que el solicitante goza de buen concepto y de las mejores referencias, sin hacer mención alguna respecto de cuáles eran esas referencias comerciales, ni a cuánto ascendían los negocios que motivaban las respectivas informaciones (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 400). Debe responder por el perjuicio causado el librador del cheque, por el depósito y cobro de ese documento adulterado, el banco que abrió una cuenta corriente sin informarse sobre la idoneidad moral del solicitante, sin que la circunstancia de que quince días antes le hubiese abierto una cuenta de ahorro, sin exigirle demostrar su solvencia (Cám. Com., A, LL, 125, 20); también debe responder el banco si dos de las sociedades que se mencionó en la solicitud, ni siquiera existían, y la tercera no conocía al peticionante, llegándose incluso a reconocer por el banco que éste hacía caso omiso de exigir tal requisito (Cám. Com., C, LL, 1985-C, 447, con nota de F. Highton). Tanto en la causa penal como en estos actuados, los directivos del banco cooperativo han manifestado que, además de los recaudos exigidos por el Banco Central para la apertura de la cuenta corriente, se exigía internamente la presentación del solicitante por dos socios o afiliados al banco; ello es inaceptable, pues la reglamentación vigente dictada por la autoridad de control, exige: "el nombre y domicilio de dos o más personas que, a satisfacción del banco, puedan dar suficiente referencia moral y material del solicitante en forma personal" (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 400). La aceptación de cheques posdatados por quienes imputan al banco responsabilidad por la negligente apertura de una cuenta corriente recibiendo de una persona desconocida cheques posdatados, es un comportamiento que asume relieve en la concatenación causal del evento dañoso, aunque éste se haya visto facilitado por el instrumento -la libreta de cheques- que generó una relativa confiabilidad (Cám. Com., C, LL, 1985-C, 447, con nota de F. Highton). También se ha declarado que si el banco exigió que dos o más personas suministraran referencias de la solvencia moral y económica del solicitante, y además realizó diligencias personales y directas, mediante personal directivo y responsable de la agencia respectiva, ello lo excluye de la responsabilidad contemplada en el art. 1109 Ver Texto, C.Civ. (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 638, y JA, 1978-III, 589). Más recientemente, a la vez que se ha ratificado que la inobservancia de las directivas del Banco Central resultan incompatibles con la diligencia con que el banco debe obrar en la apertura de una cuenta, se ha aclarado que si bien el banco no está obligado a realizar una investigación policial para verificar la certeza de los datos proporcionados por el solicitante, es un deber obrar con la mayor prudencia para evitar en la medida de lo posible que la titularidad de una cuenta sea el medio para cometer una defraudación con cheques (Cám. Com., A, JA, 1993-II, 691 Ver Texto). Reiterándose que cualquier omisión del banco en las exigencias dictadas por el Banco Central al reglamentar el procedimiento para la apertura de las cuentas corrientes debe serle imputada como culpa grave. Por tanto, la falta de verificación por parte del banco de las referencias sobre la solvencia moral y material del solicitante que debía dar de terceros en forma personal, lo hacen responsables por los perjuicios ocasionados (Cám. Com., C, LL, 1993-D, 311). Aunque no se puede responsabilizar al banco por haber abierto una cuenta corriente sobre la base de un documento de identidad falso y por el posterior libramiento de los cheques que, en definitiva, pertenecían por su forma y letra al impostor; no ocurrirá lo mismo respecto de la intervención de un dependiente suyo en dicho acto y respecto de la falta de constatación de las referencias comerciales ofrecidas, todo lo cual sí hará surgir la responsabilidad de la entidad por haber abierto la cuenta corriente bancaria de marras en forma irregular (Cám. Fed. C.C., I, 7/4/1992, "Pesquera Santa Cruz S.A. c. Banco de la Nación Argentina"). f) Funcionamiento del servicio de cheques. Aun cuando se trate de obligaciones que asume el cliente respecto del pacto de cheque anexo a la cuenta corriente cuya apertura solicita, con esa solicitud se compromete a: I) no librar cheques comunes sin suficiente provisión de fondos acreditados o sin la correspondiente autorización escrita para girar en descubierto (regla 1.1.1.3 s/ Com. "A" 2514). La infracción a este compromiso asumido por el cliente al solicitar la apertura de la cuenta corriente bancaria, produce el rechazo del cheque (regla 1.3.8.1), la correspondiente multa según lo normado en el art. 62 Ver Texto, N.L.Ch. (regla 1.3.8.6 s/ Com. "A" 2514), y ulteriormente al llegar al límite de cinco rechazos por esta causa (regla 1.4.2.1) el cierre de la cuenta corriente, con la consiguiente inclusión en la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados (regla 1.4). II) abstenerse de librar cheques en moneda que no sea aquella en que esté abierta la cuenta (art. 33 Ver Texto, N.L.Ch.) y de redactarlos en otro idioma distinto del nuestro (regla 1.1.1.3 s/ Com. "A" 2514). Si la cuenta corriente contra la cual se giró el cheque concebido en moneda extranjera, opera en moneda nacional, tal cheque no será idóneo para hacer funcionar el servicio de caja que presta el banco, pero una vez rechazado en forma (art. 38 Ver Texto, N.L.Ch.) será título ejecutivo hábil para accionar contra todos sus firmantes (art. 40 Ver Texto, N.L.Ch.). Es decir que el compromiso asumido, como es de toda lógica, sólo tiene efectos en el ámbito del derecho interno del cheque. III) prestar conformidad para que debiten de la cuenta corriente las comisiones, importes y porcentajes pactados por los servicios que preste la entidad (regla 1.1.1.5) y las correspondientes a las operaciones pactadas con terceros, como es el caso de los débitos automáticos (regla 1.1.1.4); IV) a establecer la nómina de los débitos que pueden originar saldos deudores en la cuenta sin requerir su autorización previa y expresa, tales como las multas previstas en la ley de cheque (regla 1.1.1.6). Lo concertado en los dos últimos apartados (IV y V) es totalmente congruente con lo dispuesto por el 4º apartado del art. 793 Ver Texto, C. Com., agregado por la ley 24452 Ver Texto. JURISPRUDENCIA En nuestro régimen positivo, la regularidad del cheque, como orden de pago librada contra el banco girado (CJ Catamarca, LL, 137, 785), depende de la existencia de provisión, que consiste en un crédito del librador contra el banco, causado por un contrato de cuenta corriente bancaria en la cual se tenga fondos depositados o autorización para girar en descubierto (Cám. C.C., II, B. Blanca, ED, 99, 528). Antes de la reforma del decreto-ley 4776/63 no existía en la legislación argentina la posibilidad de librar cheques en moneda extranjera y el cheque era de circulación nacional, es decir, local. Luego de la citada reforma, es teóricamente posible la libranza en moneda extranjera, pero la reglamentación a que remite el art. 56, inc. b, L.Ch., dictada por el Banco Central, no admitió los cheques en moneda extranjera, ni el pago de cheques en esa moneda (arts. 2, inc. c, 11 y 16, L.Ch.), lo cual no hizo sino explicitar en norma legal lo que antes era práctica de tales instituciones, por directiva de la misma autoridad central (1ª inst. Com., nº 14, firme, ED, 8, 69). El cheque debe estar completo al tiempo de su presentación al pago por el banco (Cám. Com., A, LL, 165, 736); tal carácter completo hace que cualquier alteración (Cám. Com., B, LL, 1978-D, 640) o error padecido deben ser salvados en el mismo documento (Cám. C. C., III, Santa Fe, JA, 29-1975, 249). La obligación de cautela que deben poner los bancos para atender el servicio de caja que prestan mediante el pago de cheques, obedece al convenio que tienen con el librador y al buen llevar de esas relaciones (Cám. Com., C, LL, 1980-D, 44; ídem, LL, 1980-D, 191; S.C.B.A., Ac. y Sent., 1973-II, 649; ídem, ED, 55, 155). g) Inexistencia de inhabilitaciones. Sigue siendo condición esencial para la apertura de la cuenta corriente bancaria que el solicitante no se halle inhabilitado, sea por el Banco Central o por sentencia judicial. Con esa finalidad la entidad que recibe la solicitud de apertura de una cuenta corriente, antes de resolver favorablemente el pedido, deberá proceder a consultar si el interesado está incluído en la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados (1.1.2), que viene a reemplazar la "consulta de los boletines" que exigía la reglamentación anterior. El nuevo sistema trae considerables ventajas sobre el anterior, no sólo porque su consulta se lleva a cabo por medios computarizados que son más rápidos, seguros y eficaces, sino que ahora los rechazos de los cheques, comunes o de pago diferido, por las causales legales, v.gr. sin fondos suficientes o autorización para girar en descubierto; por defectos formales; por órdenes de no pagar; rechazo de la registración en los cheques de pago diferido, según la regla 1.4.2.1 se computarán en forma personal, sin considerar si tales rechazos conciernen a diversas cuentas que el sancionado puede tener abiertas, sin que tampoco interese si ellas están radicadas en una o varias entidades financieras. Por otra parte, las sanciones de la regla citada en el párrafo anterior, se aplican tanto a los titulares de las cuentas corrientes, como a las personas que operan esas cuentas como mandatarios, apoderados, administradores, etc. JURISPRUDENCIA En principio, la apertura de una cuenta corriente bancaria cuando el solicitante está inhabilitado para ello, bastaría para responsabilizar al banco frente al portador del cheque librado por aquél y rechazado al ser presentado al cobro. Ello ha quedado acreditado, mediante el respectivo boletín del Banco Central, en el cual figuraba el librador del cheque como inhabilitado, lo cual trasgrede el art. 2, circ. R.F., 9. Es decir que la autorización de apertura de la cuenta corriente se efectuó dentro del período establecido por el art. 42, inc. c, de la mencionada circular (Cám. Com., B, LL, 1981-C, 614). (498) V. nº 23, letra b, ap. IX. (499) V. nº 24, letra c. (500) V.: Gómez Leo, Reflexiones en torno al contrato de cuenta corriente bancaria, "L.L.", 1990-A, 1030. (501) Gómez Leo, Reglamentación. . . , 17. (502) Gómez Leo, Reglamentación. . . , 17. (503) V. nº 25. (504) Conf. Requisitos exigibles para la apertura de una cuenta corriente bancaria, Zeus, t. 48, diarios del 15 y 16/9/1988, realizada por integrantes del Instituto de Derecho Bancario del Colegio de Abogados de Rosario. (505) V.: Gómez Leo, Cheques, 31 y 11. CAPÍTULO V - FUNCIONAMIENTO DE LA CUENTA CORRIENTE BANCARIA 29. OBLIGACIONES DEL CLIENTE. Teniendo en cuenta las normas legales y reglamentarias que regulan la cuenta corriente bancaria y el pacto de cheques (v.gr., arts. 791 a 797 Ver Texto, C.Com.; OPASI 2/97; Com. "A" 25/4 y las leyes 24452 Ver Texto y 24760 Ver Texto, el cuentacorrentista tiene a su cargo la observancia de las siguientes obligaciones: a) Mantenimiento de disponibilidad de fondos suficientes en cuenta. Para el regular funcionamiento de la cuenta corriente bancaria, el cliente debe mantener suficiente provisión de fondos para que el banco cumpla las órdenes de pago que emita; en caso contrario, no librar cheques sin la correspondiente autorización para girar en descubierto (reglas 1.1.1.3 y 1.2.1.1). Las normas reglamentarias, en concordancia con el art. 791 Ver Texto, C.Com., aluden a dos de las modalidades como puede operar la cuenta. Esto es: la cuenta corriente con provisión de fondos (depósito en cuenta corriente) y la cuenta corriente en descubierto (apertura de crédito en cuenta corriente). En el primer supuesto el cliente alimenta la cuenta con depósitos de dinero y puede disponer del saldo en su favor, inmediatamente, en cualquier momento (art. 23 Ver Texto, N.L.Ch.); el banco le presta el servicio de caja, pagando los cheques, generalmente presentados por terceros -adjectus solutionis causae- y debitándolos de la cuenta. También puede depositar cheques, en su favor, sobre otros bancos pero sobre su importe no puede girar hasta que el banco girado los haga efectivos al banco depositario; en la práctica, hasta después de 24, 48, 72 horas, etc., pues se los remite al clearing. Si el correntista opera en el banco descontando documentos propios o de terceros, el banco le acredita las sumas respectivas, que aumentan el crédito en cuenta sobre el cual el cliente puede impartir órdenes para disponer de él. En suma, integrará el crédito disponible en la cuenta corriente bancaria toda partida que ingrese a orden del titular en cumplimiento del servicio de caja que presta el banco. En el segundo supuesto (v.gr., "autorización para girar en descubierto") el banco abre crédito al cliente hasta determinada suma y sobre la cual este último puede girar librando cheques o impartiendo órdenes según el servicio de caja pactado, hasta la suma que se fija como monto máximo del descubierto. El cliente puede efectuar depósito coetáneamente, y esto, como es lógico, disminuye o elimina la cantidad en descubierto que representa el crédito otorgado por el banco, sin que esa disponibilidad desaparezca, pues siempre el cliente puede girar con exceso sobre sus depósitos hasta la cantidad convenida; la cuenta arrojará en ciertos momentos un saldo en su favor, y si las extracciones exceden la suma depositada, un saldo en contra. Los bancos cobran intereses por el importe girado en descubierto, conforme a lo pactado con el cliente. Hay que tener en cuenta, en línea dogmática, que los bancos cargan a las partidas que debitan una tasa que es superior a las tasas de las partidas que acreditan. Señalamos aquí que aun cuando no exista previamente una apertura de crédito en cuenta corriente pactada, los bancos suelen atender los cheques que al ser presentados están en descubierto (sobregiro); ello es llevado a cabo mediante un "adelanto transitorio de fondos". Se trata de un préstamo ocasional otorgado a clientes que por gozar de solvencia moral y económica suficiente, garantizan la cobertura cierta e inmediata del sobregiro incurrido, y aunque no tiene plazo, ni monto, ni interés pactado, es cancelable, necesariamente, dentro del plazo que fije el Banco Central (v.gr., 30 días, según regla 3.2.1); su monto no puede exceder de determinado porcentaje (o promedio) de la operatividad de la cuenta corriente y la tasa de interés será algunos puntos superior a la tasa pasiva regulada por el Banco Central, que pagan los bancos en las inversiones a plazo fijo. En la jerga bancaria, son éstas las llamadas "autorización para girar en descubierto, sin acuerdo". Antes de concluír, debemos puntualizar que la obligación del cliente que tratamos en este apartado, no se refiere a la necesidad de tener que efectuar depósitos o utilizar el acreditamiento de la apertura de crédito, lo que ha llevado a catalogarla erróneamente como un simple deber o compromiso, que además de no poder ser exigida, no produce per se, en caso de inobservancia, la rescisión o cierre de la cuenta corriente. En rigor, se trata de una verdadera y propia obligación, pues se refiere a la necesidad de mantener crédito disponible suficiente, contra el cual el cliente gira los respectivos cheques, y que en caso de no ser observada produce el rechazo de ellos, y ulteriormente, cuando se acumulen 5 rechazados, dentro de determinado lapso (regla 1.4.2.1) acarrea el cierre de la cuenta corriente. JURISPRUDENCIA La cuenta corriente bancaria, como operación pasiva de la entidad financiera y en una de sus formas -como apertura de cuenta con depósito de fondos por el cliente-, cabe identificarla con un depósito en cuenta corriente, en la cual subsiste un crédito en favor del cuentacorrentista, crédito disponible y con exigibilidad diferida al eventual requerimiento del cliente, sin posibilidad por el banco de su liberación coactiva. Cualquiera que sea la causa por la cual se abrió la cuenta corriente, el cliente tiene derecho no sólo a que le sea restituído el crédito inicial sino también las sumas posteriormente depositadas (Cám. Com., B, LL, 1980- A, 164). Aceptado que en la cuenta corriente bancaria existe un depósito (art. 1, L.Ch.), nacen para el cliente y el banco dos relaciones, una de depósito, en la cual se incluyen todas las relaciones que pueden ser reguladas en cuenta corriente, y otra de mandato, por la cual el banco queda obligado a pagar los cheques que libre su cliente hasta el monto de fondos disponibles (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). En las cuentas abiertas a orden recíproca los titulares son acreedores o deudores solidarios del banco, no corresponde a éste investigar a quién corresponde la utilización de la disponibilidad, dado que las relaciones entre los cuentacorrentistas le son ajenas (Cám. Com., A, LL, 1993-C, 1, con nota de J. M. Curá). No corresponde verificar un crédito en descubierto en cuenta corriente, si no se acreditara la intervención de la fallida o de su representante legal autorizado para obligarla, sin que se hubiera demostrado la percepción de los fondos por parte de la fallida o se acreditara su efectiva puesta a disposición por parte de la incidentista (Cám. Com., E, LL, 1995-C, 359). En los depósitos bancarios en cuenta corriente, por ser irregulares, existe la presunción absoluta de que se realiza la trasmisión del dominio de la cosa depositada (v.gr., el dinero). Tal carácter de absoluto deriva de que aunque el depositante prohíba el uso del dinero o de las cosas consumibles, mantiene igualmente el carácter de irregular, pues esta prohibición no impide que la confusión se opere (Cám. C.C. Junín, JA, 1983-I, 137 Ver Texto). Siendo de la esencia de la "apertura de crédito" el contrato en virtud del cual una de las partes -banquero, por lo general- se obliga a poner de su propia caja, a disposición de la otra, una suma prefijada y por un plazo determinado, sin facultad para el acreditado de efectuar reembolsos parciales, y de la "apertura de crédito en cuenta corriente" la misma configuración, pero con la modalidad de que el acreditado puede extinguir con reembolsos parciales el débito que ha surgido de las sumas recibidas, y volver así a gozar del crédito total concedido, va de suyo que a la apertura de crédito en cuenta corriente bancaria le son de aplicación las disposiciones de la cuenta corriente mercantil y bancaria (Cám. Com., LL, 18, 344). Sin embargo, la cuenta corriente bancaria ofrece características especiales que la distinguen de la cuenta corriente mercantil. Su naturaleza y necesaria estabilidad exigen que las acreditaciones sean definitivas; por esa razón, en salvaguarda de su responsabilidad, el banco adopta la precaución de prohibir que se gire sobre la suma que se deposita en cheques, hasta después de haber trascurrido 48 horas de efectuado el depósito de esos instrumentos (Cám. Fed., LL, 3, 757). Asimismo se ha declarado que hay que distinguir entre el descubierto de una cuenta corriente bancaria y el contrato de apertura de crédito, puesto que: 1) en el descubierto, de existir una obligación del banco, ésta es limitada, en relación a la llamada masa de negocios, por lo cual la concesión de crédito tiene una importancia secundaria y no constituye la cosa del tipo contractual; 2) en la apertura de crédito la concesión de crédito constituye el fin esencial y la causa típica del contrato, mientras que en el descubierto la situación se invierte, porque la concesión del crédito es un medio para lograr la finalidad contractual; 3) si el anticipo es económicamente un préstamo, no lo es jurídicamente. Se trata del efecto secundario de otro contrato -la cuenta corriente bancaria-, en la cual quien hace las veces de mandatario -el banco- adelanta los fondos necesarios para el cumplimiento del mandato, y por esa circunstancia resulta acreedor del mandante (art. 1949 Ver Texto, C.Civ.) (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164; Cám. Penal Econ., I, LL, 1987-D, 179). Parece errónea la afirmación de que la autorización para girar en descubierto por un monto y por un plazo determinado, quepa encuadrarla como un contrato de mutuo (Del fallo de 1ª Inst.) (Cám. Com., A, LL, 1993-C, 1, con nota de J. M. Curá). La convención sobre la apertura de un crédito para ser utilizado en cuenta corriente bancaria, celebrada durante la vigencia de la sociedad conyugal y bajo la responsabilidad de los bienes de ésta, cesa en sus efectos con relación a tal sociedad desde el momento que ella se disuelve por fallecimiento de uno de los cónyuges, pues el sobreviviente, con posterioridad a ese hecho, no puede legalmente hacer uso de ese crédito por cuenta de la sociedad, que ya no existe, sino a los fines de su liquidación (Cám. Com., LL, 38, 344). Los bancos están autorizados a equiparar a los clientes que giraron en descubierto y fueron atendidos, a aquellos que documentaron con su firma el crédito que obtuvieron (Cám. Com., A, LL, 1984-A, 551). Dentro del servicio de cheque que presta el banco, resulta claro que todo librador debe proceder con respaldo suficiente de fondos, salvo autorización para girar en descubierto. Por tanto, el rechazo del cheque por no tener fondos depositados o acreditados (es decir, con antelación suficiente) pone en evidencia un obrar antijurídico del cliente, en el sentido concreto de falta de diligencia o prudencia exigidas por las circunstancias del caso (art. 512 Ver Texto, C. Civ.) (Cám. C. C. 2ª, I, La Plata, causa B-77.266, Reg. sent. 133, del 30/6/94). Las facultades y obligaciones del banco de aceptar o rechazar el cheque girado en descubierto se vincula con la relación contractual entre la institución y el cliente, con las modalidades y condiciones por ambos pactadas, pero no pueden ser invocadas por el beneficiario del cheque, porque sus efectos no le aprovechan (arts. 503 Ver Texto, 1195 Ver Texto, 1199 Ver Texto y 1929 Ver Texto, C. Civ., y art. 207 Ver Texto, C.Com.) (CS, LL, 1987-C, 453). Al banco que ha pagado a la misma libradora sin tener en realidad provisión de fondos, le nace en su favor una acción contra ella para reembolsarse del importe; acción que surge del contrato de cuenta corriente y es de derecho común. Y ello es procedente aunque hubiere existido un error del banco al confeccionar el informe del estado de cuenta, pues en definitiva por ese medio la libradora ha dispuesto de una suma indebidamente acreditada (Cám. Fed. C.C., I, Rep. LL, XLII, 203). La vinculación existente entre el banco girado y el librador, no es sino una simple relación de cuenta corriente bancaria en la cual aquél no asume obligación cambiaria alguna y, por consiguiente, el banco tampoco adquiere ningún derecho de esa naturaleza respecto del titular de la cuenta donde el librador tiene fondos depositados a su orden o autorización para girar en descubierto (art. 1, L.Ch.), y menos aún contra los endosantes del título, garantía de su pago frente al endosatario (art. 16, L.Ch.) (Cám. Com., A, LL, 144, 109). Si el banco le adelantó los fondos a su cliente, correspondientes al cheque depositado al cobro en una cámara compensadora, deberá debitarle el importe que le hubiera adelantado, careciendo, por ende, de la titularidad de la acción necesaria para sustituír al beneficiario de los cheques depositados, salvo en su condición de beneficiario del endoso-mandato extendido por el cliente al depositar el cheque (Juzg. 1ª Inst. C. y C., Rosario, 5ª Nominación, Z, R. 5, 218). b) Prestar conformidad y formular observaciones a los extractos de cuenta. Cuando el banco le envíe los extractos (o resúmenes, o liquidaciones) del movimiento de la cuenta corriente (regla 1.2.1.2, el cliente debe prestar conformidad, por escrito, con el saldo, o bien formular las observaciones que estime pertinente realizar, dentro del plazo de cinco días (art. 793 Ver Texto, C.Com.). Los términos que establece el artículo citado no pueden ser modificados por las partes, en el sentido de ampliar el de ocho días que tiene el banco, que tiende a asegurar el cumplimiento de su obligación, en salvaguarda de los intereses de los clientes, o restringir el segundo -de cinco días-. Tal restricción podría conducir prácticamente a la supresión del derecho de control del cliente, impidiéndole o dificultándole la revisación de la cuenta y de las operaciones reflejadas en ella. De permitirse tales convenciones, podrían ellas ser impuestas por los bancos, abusando de su predominante situación de hecho, con evidente detrimento de los derechos de los particulares. El término fijado al banco para pasar la liquidación se cuenta desde la terminación del trimestre o período convenido. El de cinco días, para observarla, desde que el cliente recibe la liquidación. Si el cuentacorrentista no recibe el extracto o liquidación dentro de los quince días de cerrado el trimestre o el período convenido, deberá reclamarlo dentro de los quince días siguientes. Se presumirá conformidad con el movimiento registrado en el banco si dentro de los sesenta días de vencido el período no se formula reclamo o no se reclama la entrega de la liquidación por no haberla recibido. Resulta imprescindible puntualizar que el envío de la liquidación o extracto, y en su caso la conformidad del cuentacorrentista -expresa o tácita-, no es y, por tanto, no tiene los mismos efectos que un cierre provisorio de la cuenta corriente bancaria, que permita la ejecución de ese saldo (506) . Sino que sólo tiene por finalidad esencial que el banco, al atender el servicio de caja del cliente, actúa en interés ajeno y debe rendir cuentas de: I) los cobros y pagos que haya efectuado en su nombre y por su cuenta; II) de los cargos, comisiones y gastos que el banco haya debitado en la cuenta, con motivo de la operatividad de ella; III) de los intereses cobrados por los anticipos transitorios efectuados por el banco, como consecuencia de haber atendido el servicio de caja, cuando el cliente ha incurrido en "sobregiro"; IV) de los débitos y, en su caso, la capitalización de intereses, por la apertura de crédito que pudiera haber convenido de antemano con el cuentacorrentista. Lo expresado en el párrafo anterior está totalmente de acuerdo con la doctrina plenaria establecida oportunamente en la causa "Banco de Galicia y Buenos Aires, S.A. c. Lussich, J.P.A., y ot." Ver Texto ("LL", 136, 209) al que más adelante nos referimos, en el cual se estableció la necesidad del cierre definitivo de la cuenta corriente bancaria, como presupuesto para que la entidad bancaria expidiera el certificado de saldo deudor previsto en el art. 793 Ver Texto, 3º ap., C. Com. Es del caso señalar que el Tribunal Supremo de Córdoba, en la causa "Banco de la Provincia de Córdoba c. Nacachian y Vásquez, S.R.L." (ED, 135, 533), ha establecido la doctrina contraria, autorizando la ejecución de saldos deudores de la cuenta corriente bancaria, sin necesidad de tener que proceder al cierre de ella. No compartimos los argumentos dados por el ministro preopinante, Dr. H. Roitman, y debemos adelantar aquí, pues el tema será tratado más adelante, que con el criterio sostenido en este fallo se viene a magnificar la opinable potestad de los bancos de poder extender un título ejecutivo sin la intervención del deudor del saldo de la cuenta corriente, produciendo una censurable inseguridad jurídica en los clientes ejecutados. Asimismo, resulta oportuno evidenciar que la conformidad expresa o tácita del cliente con el extracto o liquidación recibida (art. 793 Ver Texto, 2º párr., C.Com.; regla 1.2.2.3, arg. art. 73 Ver Texto, C.Com.; y arts. 916 Ver Texto y 919 Ver Texto, C.Civ.) no obsta al derecho del cliente para obtener la rectificación de la cuenta por error de cálculo, comisiones, artículos extraños o indebidamente llevados al débito o crédito o duplicación de partidas (art. 790 Ver Texto, C.Com.), pues la aprobación del saldo no implica una declaración de voluntad en sentido técnico, constitutiva de derechos, sino que es tan sólo una declaración de verdad, que tiene naturaleza confesoria de un hecho pasado, y que, por tanto, presupone la real existencia del hecho reconocido; en el caso, la realidad aritmética de los asientos en la cuenta. JURISPRUDENCIA El titular de la cuenta corriente bancaria debe recibir una libreta para que el banco anote las sumas depositadas y la fecha, y los giros y extracciones y sus fechas, según lo establece el art. 794 Ver Texto, C. Com. Esa libreta ha caído en desuso y ha sido sustituída por un sistema de hojas movibles donde se registran los movimientos de la cuenta que quedan en poder del banco. Periódicamente el banco remite al cliente un duplicado de la hoja o extracto para su información y conformidad (art. 793 Ver Texto, C.Com.), que establece una presunción iuris tantum de conformidad por parte del cliente con el movimiento registrado, si dentro del término legal no reclama por las operaciones registradas o por no haber recibido el extracto (Cám. Com., B, ED, 122, 418). Los extractos que los bancos deben mandar a los clientes, implica una simple rendición de cuentas que no provoca el cierre provisorio de la cuenta corriente bancaria (del voto de la minoría) (Cám. Com., en pleno, LL, 1985-A, 19). La aprobación de las cuentas y sus saldos en aplicación de lo reglado por el art. 793 Ver Texto, C.Com., no precluye el derecho de obtener una rectificación por errores u otros vicios que padezcan, de análoga manera a lo que acontece con la aprobación de cuentas rendidas conforme a lo dispuesto por el art. 73 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., C, LL, 1986-B, 605). El art. 793 Ver Texto, C.Com., impone la facultad de reclamar dentro de los 5 días de presentado el estado de la cuenta corriente bancaria, presumiéndose que si en ese plazo el cliente no contesta, se tendrá por reconocidas las cuentas en la forma presentada, debiéndose tener presente que el banco está obligado a tener sus cuentas al día para fijar su situación respecto del cliente (De la disidencia del Dr. Villa Perincioli) (Cám. C.C., IV, JA, 1984-II, 197 Ver Texto). Se presume conformidad con el movimiento registrado en la cuenta corriente bancaria, si dentro de los treinta días de vencido el respectivo período no se formula reclamo o no se reclama la entrega del extracto por no haberlo recibido (art. 793 Ver Texto, C.Com.). Ello es una presunción iuris tantum que no puede prevalecer frente a la obligación del banco de mantener incólumes los derechos del depositante efectuando los asientos por créditos y débitos, no sólo en los plazos legales, sino en forma correcta. Por ello, habiendo quedado probado que la entidad bancaria no cumplió con dicha obligación, corresponde hacer lugar a la demanda por resarcimiento deducida en estos actuados (Cám. Com., B, LL, 1986-B, 371). Toda aprobación de cuenta se integra con dos declaraciones unilaterales de verdad o enunciativas, por lo que tal aprobación configura un reconocimiento de una obligación preexistente, que debe ceder ante el contenido de la prestación original (art. 723 Ver Texto, C.Civ.) que no produce novación, ni modifica objetivamente la relación (Cám. Com., C, LL, 1986-B, 605). El hecho de no haber recibido el resumen de cuenta, carece de ponderabilidad, especialmente en el juicio ejecutivo, puesto que el cuentacorrentista tenía a su disposición los medios técnicos señalados por la circular reglamentaria, para controlar y hacer rectificar eventualmente los errores o excesos en las registraciones del movimiento de su cuenta. Si no los usó, la presunción de ser correctos ampara al banco (Cám. C.C., I, B.Blanca, LL, 1989-A, 520). La aprobación de las cuentas corrientes y sus saldos en virtud del art. 793 Ver Texto, C.Com., no precluye el derecho a obtener su rectificación en razón de errores u otros vicios formales que padezca (Cám. Com., C, JA, 1985-II, síntesis; Cám. C.C., IV, Rosario, LL, 1994-A, 219, con nota de O. R. Gómez Leo). La única reserva que se debe admitir al principio de inmutabilidad de las registraciones asentadas en la cuenta corriente una vez aprobada ella, se relaciona con los vicios puramente formales o errores de cálculo. Por ello, se descarta que se pretenda intentar la revisión de la cuenta, como sería la introducción de razones sustanciales atinentes a la legitimidad de la inclusión o eliminación de partidas (Cám. C.C., IV, Rosario, LL, 1994-A, 219, con nota de O. R. Gómez Leo). Cuando la tasa de interés aplicada por una entidad bancaria conduce a resultados incompatibles con las exigencias de la moral y de las buenas costumbres, está viciada de nulidad absoluta, y siendo que ésta no puede ser objeto de renuncia anticipada, no se puede considerar aquella nulidad subsanada por el consentimiento tácito del cuentacorrentista, entendiendo que tal consentimiento se ha operado a partir de la carencia de impugnación en los términos del art. 793 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., C, LL, 1995-D, 802). La cuentacorrentista debe compartir con el banco la responsabilidad por el pago de un cheque falsificado, ya que al recibir el extracto de cuenta corriente no hizo objeción alguna, como debía hacerlo una empresa mercantil que debe llevar registraciones contables con sus respectivos asientos que la respalden (Cám. Com., A, LL, 1975-C, 144). c) Actualización de las firmas registradas. Cada vez que el banco lo estime necesario, el cliente deberá actualizar las firmas que tenga registradas en la entidad (regla 1.2.1.3) o, en su caso, la de las personas a cuya orden gira la cuenta. Este recaudo, en la práctica, es de suma importancia, pues en algunos casos, naturalmente, debido a ciertas enfermedades típicas (Parkinson, arterioesclerosis, secuelas de accidentes, etc.) las personas suelen introducir modificaciones en los rasgos de la rúbrica de su firma. Nuestra experiencia profesional nos indica que en caso de personas de avanzada edad, resulta de buen orden no proceder al reemplazo de la ficha del registro de firma, sino efectuar la acumulación de la nueva ficha a las anteriores, como modo válido de tener suficientes elementos para el cotejo de los cheques que se giren sobre la cuenta corriente en cuestión, pues en estos casos no se trata de que el cliente ha variado la firma en un sentido distinto del original, sino que la condición física hace que no firme de manera uniforme en todos los casos. d) Denuncia sobre los formularios. A propuesta del Proy. G.GL.R., el art. 5 Ver Texto, N.L.Ch., reunió todos casos de denuncias sobre pérdida, extravío, robo o sustracción de formularios para solicitar chequeras o para librar cheques, y los mismos casos de desposesión involuntaria de cheques ya librados, pero no emitidos. Unido a ellos el supuesto de que el librador tomara conocimiento de que un cheque ya emitido hubiera sido adulterado. Ya hemos señalado las injustificadas diferencias que el texto proyectado tiene con el texto legal, finalmente sancionado, lugar a donde remitimos al lector, en honor a la brevedad (507) . Con el nuevo texto legal y su reglamentación (regla 1.3.9.1.1) la denuncia de la desposesión involuntaria de los formularios para solicitar la chequera o para librar cheques puede ser efectuada por escrito, por fax, telefónicamente o por cualquier otro medio rápido, pues lo que se persigue es evitar la consumación de la maniobra ilícita de retirar una nueva chequera o falsificar un cheque. Concretada la denuncia, el cliente tiene que ratificarla en el día, mediante presentación efectuada ante establecimiento en que está radicada la cuenta (regla 1.3.9.1.2). Se debe entender que la inobservancia de esta obligación puede hacer pasible al cliente de responsabilidades patrimoniales por el pago que el banco efectúe. Sin embargo, hay que tener en cuenta que si bien el texto del art. 36 Ver Texto, inc. 2, N.L.Ch., puede hacer pensar que tal responsabilidad será, siempre, exclusiva del cliente, ello no es totalmente así, pues si como quedó expresado lo extraviado o sustraído es el formulario en blanco, es decir, sin ser completado, ni firmado, hay que concluír que el cheque presentado y, por hipótesis, pagado llevaba una firma falsa. De ello pueden resultar diversas situaciones en punto a la responsabilidad por el pago indebido del cheque; a saber: I) Si el cliente no comunicó la sustracción o extravío del formulario en blanco, y el banco pagó, pero la firma era visiblemente falsificada, existirá culpa concurrente de ambos y el supuesto deberá ser dilucidado según las circunstancias del caso (art. 37 Ver Texto, N.L.Ch.). II) En cambio, si el cliente no comunicó y el banco pagó porque la firma no era visiblemente falsificada, habrá responsabilidad exclusiva del cliente (art. 36, inc. 2, y arg. a contrario art. 35 Ver Texto, inc. 1, N.L.Ch.). III) Si el cliente comunicó la sustracción o extravío, y el banco, desatendiendo la orden, pagó aduciendo que la firma no era visiblemente falsificada, habrá responsabilidad exclusiva del banco, por incumplimiento de su obligación legal (art. 5 Ver Texto, in fine, N.L.Ch.) y reglamentaria (regla 1.3.8.1.6) de tener que abstenerse de pagar por la denuncia efectuada por el cuentacorrentista. Finalmente, señalamos que carece de sentido la referencia que hace la norma reglamentaria a la "adulteración de las fórmulas de cheques" en blanco. Tal desacierto, quizá, deriva de haber tomado el dato de la norma contenida en el art. 5 Ver Texto, 2º párr., in fine, N.L.Ch., que se refiere al cheque que hubiera sido librado regularmente por el cuentacorrentista y "hubiera sido adulterado", supuesto, éste, que estudiamos en el parágrafo siguiente. JURISPRUDENCIA Si bien el cheque es irrevocable, como tal, durante el trascurso del plazo de presentación, ello no impide que se ejerza el derecho de oposición al pago, con expresión de causa -por ejemplo- cuando medie extravío o robo del cuaderno de cheques (Cám. C.C. I, Santa Fe, JA, 1987-I, 372 Ver Texto). El art. 4 Ver Texto, in fine, L.Ch., en concordancia con las normas reglamentarias de la cuenta corriente bancaria, establece una serie de "deberes" del cuentacorrentista, entre los cuales se pueden individualizar "dar aviso al banco, por escrito, por el extravío, pérdida o sustracción de las fórmulas en blanco" (Cám. Com., B, LL, 1982-B, 186). Siendo de ordinario que los cheques sean auténticos y sólo excepcionalmente falsificados, la pérdida de tiempo que un control complejo implicaría sería para ellos un perjuicio mayor que la eventual posibilidad de una falsificación cuya ocasional verificación se vería reducida al mínimo si los cuentacorrentistas adoptaran las precauciones necesarias en el manejo de las chequeras (Cám. Com., A, Rep. LL, XLIII, 211). No es responsable el banco si la chequera ha sido confiada por su titular a dependientes o colaboradores poco honestos, o no ha sido guardada con la necesaria diligencia, haciendo de ese modo posible la sustracción de los cheques por parte de esas personas o de otras, o bien no ha denunciado tempestivamente al banco el extravío de la libreta o falsificación de un cheque, respecto de lo cual hubiese tenido indicios o debido tener conocimiento de haber llevado correcta y diligentemente documentada su actividad comercial (Cám. Com., D, LL, 1984-A, 578). La omisión incurrida por el cuentacorrentista, al no dar aviso o notificación del extravío o sustracción del formulario, no releva al banco de la responsabilidad si pagó el cheque de marras, que trajo una firma visiblemente falsificada (Cám. Com., C, LL, 1993-A, 197, con nota de J. M. Curá). Si la corporación gremial a la que se le atribuye el cheque, no ha negado que le correspondan los cuadernos impresos con su nombre que le entregó el banco girado, ni puso en conocimiento de este hecho alguno de desposesión de los formularios mencionados, y tampoco alegó pérdida u otra circunstancia especial dirigida a desvincularse de su libramiento, adquiere valor el principio jurídico de la apariencia, que en este caso juega en favor del tercero de buena fe (Cám. Com., C, LL, 1993-A, 367, con nota de J. L. García Caffaro). El banco no es responsable si la chequera ha sido confiada por su titular a dependientes o colaboradores poco honestos, o no ha sido guardada con la necesaria diligencia, haciendo de este modo posible la sustracción de la chequera (Cám. Com., B, LL, 1982B, 186). e) Denuncia sobre cheques creados pero no emitidos voluntariamente. El cuentacorrentista debe comunicar de inmediato al girado, telefónicamente o por cualquier otro medio apropiado (fax, nota, etc.) (regla 1.3.9.1.1), para que no pague, bajo su responsabilidad, cuando un cheque librado por él, hubiera sido: I) extraviado; II) o robado; III) o sustraído; IV) o cuando tomare conocimiento de que el cheque emitido regularmente hubiera sido alterado. Respecto del primer caso, si bien el cliente deberá ratificar la denuncia personalmente ante el establecimiento en que está radicada la cuenta (regla 1.3.9.1.2), no deberá efectuar la denuncia policial o penal que establece la regla 1.3.9.1.3, pues como tenemos dicho desde hace bastante tiempo, ello no puede ser exigido, pues no existe la presunción de un delito de acción pública, que llevaría a la necesidad legal de esa denuncia. La afirmación es correcta desde el punto de vista jurídico, aun cuando a veces los bancos la desconozcan y exijan la denuncia policial. En los tres casos siguientes será necesario, tanto la ratificación personal, como la denuncia policial o penal del evento sufrido (reglas 1.3.9.1 y 1.3.9.2), con la consecuente aplicación del art. 63 Ver Texto, N.L.Ch., que dispone, si el cheque es presentado al pago, la retención del título por el girado y su ulterior remisión al juzgado penal donde se radicó la denuncia correspondiente. Ya hemos explicado que al sancionarse el art. 5 Ver Texto, N.L.Ch., se suprimió, sin explicaciones, el caso de que se pudiera dar aviso de no pagar cuando el cliente hubiera sufrido violencia al librar el cheque de que se trate, supuesto contemplado en el derogado art. 34, inc. 4, del régimen originario. También hemos dicho que si el cliente sufre violencia al librar el cheque, deberá fundar su denuncia en que el cheque le fue robado o sustraído, lo cual, además de no ser mentira, es la consecuencia lógica que seguirá quien ejerció la violencia. Asimismo, el cuentacorrentista podrá dar orden de no pagar cuando el cheque de que se trate hubiera sido "alterado", debiéndose entender que con esa expresión se abarca cualquier modificación del texto originario, sea que se hubiese llevado a cabo mediante una adulteración o mediante una suposición. Entendemos que en los tres primeros casos no existe una obligación stricto sensu, sino más bien son cargas, en sentido técnico, en tanto imperativo del propio interés del cliente, quien si no denuncia el hecho, impartiendo orden de no pagar, no impedirá que quien encontró, o sustrajo o robó el cheque, complete su maniobra delictiva, y si cumple con la carga, comunicando el hecho al girado, evita la consumación de la maniobra. En el cuarto caso, a la luz del nuevo texto del art. 34 Ver Texto, N.L.Ch., habrá que distinguir distintos supuestos: I) si el cliente no comunica el hecho de la alteración del cual ha tenido conocimiento y el girado paga sin incurrir en mala fe o en culpa grave (arg. art. 34 Ver Texto, N.L.Ch.), el cliente es responsable exclusivo del perjuicio que sufra; II) si el cuentacorrentista, conociendo el hecho, no comunica, la adulteración es visible y el girado paga, la responsabilidad podrá ser conjunta, según las circunstancias del caso (arg. art. 37 Ver Texto, N.L.Ch.); III) si el cliente realiza la comunicación pertinente y el girado paga, sea o no visible la adulteración, la responsabilidad será exclusiva del banco si de su conducta ilícita se produce algún perjuicio. No otro cosa surge de la norma establecida en el art. 5 Ver Texto, N.L.Ch., que dice: "El aviso cursado por escrito impide el pago del cheque, bajo responsabilidad del titular de la cuenta corriente. . ." (regla 1.3.8.1.6). También el cliente deberá dar aviso por el extravío, sustracción o adulteración de los certificados nominativos de registración del cheque de pago diferido, que hubieran sido emitidos por la entidad girada o depositaria, siguiendo un procedimiento similar al establecido en la regla 1.3.9 s/Com. "A" 2514 que acabamos de describir. Aunque la norma reglamentaria no lo especifica, ello será procedente no por la condición de librador del cheque de pago diferido de que se trate, sino en el caso hipotético de que el cliente sea además portador de esa clase de título, lo cual, aunque no será probable, es totalmente posible de que pueda ocurrir conforme a la normativa vigente. JURISPRUDENCIA La circular reglamentaria de la cuenta corriente dictada por el B.C.R.A., impone, entre las obligaciones de los cuentacorrentistas, el dar aviso al banco por escrito del extravío, pérdida o sustracción o adulteración de los cheques (Cám. Com., C, ED, 95, 696). Durante el plazo de presentación del cheque es irrevocable. Ahora bien, esa irrevocabilidad no impide que se ejerza el derecho de oposición al pago, con expresión de causa, para lo cual es menester que haya mediado violencia al librar o trasferir el cheque, que exista sustracción de él equiparable también al extravío (Cám. C.C., I, Santa Fe, JA, 1987-I, 372 Ver Texto). Si bien con una postura benevolente respecto del banco, se ha declarado que si el cheque ha sido sustraído de una chequera a quien había sido entregada no puede tachar de negligente al banco en el control de la firma, cuando la irregularidad de que se queja se origina en su propia conducta culposa, dado que no ha vigilado como correspondía a quienes hacían uso de esos valores, no existiendo además ninguna constancia que hubiera presentado denuncia policial y penal, a los efectos de que se pudiera averiguar las circunstancias en que se hubiera producido el hurto del cheque (Cám. Com., A, ED, 109, 443). Declarándose en otra oportunidad -en esa línea de juzgamiento- que el banco no es responsable si el titular de la cuenta no ha denunciado tempestivamente al banco la falsificación del cheque, respecto del cual hubiese tenido indicios o debido tener conocimiento de haber llevado correctamente documentada su actividad comercial (Cám. Com., B, LL, 1982-B, 186). Con un criterio distinto, también se ha sentenciado que en caso de no haberse formulado oposición al pago del cheque, el banco no queda eximido de efectuar el cotejo de la firma para determinar que los que firman el cheque están autorizados a girar sobre la cuenta. En consecuencia, si la firma está visiblemente falsificada y se puede apreciar a simple vista, corresponde encuadrar el caso de marras en el art. 35 Ver Texto, inc. 1, L.Ch., pues el pago importó una notoria negligencia de la cual resulta responsable el banco girado (Cám. Com., C, LL, 1993-A, 197, con nota de J. M. Curá). Si el cliente, en cumplimiento del art. 4, L.Ch., y las normas reglamentarias concordantes, comunicó al banco, por escrito, el extravío o pérdida de un cheque (Cám. Com., C, Rep. LL, XLII, 660; ídem, B, LL, 1982-B, 186) la institución debe reintegrar al titular de la cuenta el importe que pagó, no obstante la oportuna comunicación del extravío, sin que pueda repetir ese pago contra el último endosante del título (Cám. Fed. Córdoba, JA, 1974-21, 674). Ni la invocación del extravío del cheque cuando éste es ejecutado, ni la orden de no pagar, obstan a la ejecución. Pretender lo contrario sería confundir el cheque como instrumento de la relación banco-cuentacorrentista y en cuanto papel de comercio, sujeto al principio de abstracción que impide indagar aquella circunstancia en un juicio ejecutivo (Cám. Com., D, LL, 1995-E, 47). La orden de no pagar impartida por el titular de la cuenta no enerva los derechos cambiarios del legítimo tenedor, en tanto no se compruebe su mala fe. Sin embargo, ello excedería el marco del debate admitido en el juicio ejecutivo (Cám. Com., E, JA, 1991III, 418 Ver Texto). Ante la supuesta pérdida de un cheque suscrito no es suficiente el aviso al banco girado (art. 5, L.Ch.) para restarle eficacia ejecutiva al título extraviado, pues ello importaría confusión entre él como instrumento de la relación causal de cuenta corriente entre el titular y banco -ámbito de eficacia de la mentada orden- y en cuanto título de crédito, función distinta en que está sujeto al principio de abstracción que impide indagar aquella circunstancia (Cám. C.C. I, Quilmes, causa 155, Reg. int., 64, 31/8/95). Reiterándose que la sola denuncia policial o la comunicación al banco, por extravío o robo de un cheque, sólo obsta al pago de él por el banco girado, pero no suple el procedimiento de cancelación, regulado por los arts. 89 y ss., decreto-ley 5965/36, para la letra de cambio y el pagaré que es aplicable al cheque por la remisión que hace el art. 55 (hoy 65 Ver Texto), L.Ch. (Cám. C.C., II, San Martín, SP LL, 981, 78; Cám. Com., E, Rep. LL, XLI, 851; ídem, LL, 1983-B, 706; Cám. C.C. 1ª, I, B. Blanca, Rep. LL, XLII, 660; ídem, JA, 1983-I, síntesis; Cám. C.C. 1ª, I, La Plata, causa 217.745, Reg. sent. 71, 24/3/1994. No contando con fecha de creación los cheques que se pretenden cancelar por haber sido extraviados por el cancelante, no queda otra posibilidad, a juicio de esta sala, que se tome como fecha de creación de ellos la de la promoción del proceso de cancelación iniciado al efecto, en tanto pone en evidencia la voluntad del creador de asignar contenido definitivo y existencia jurídica a la orden de pago cuya cancelación solicitó (Cám. Com., C, LL, 1991-D, 238). La constancia del banco de la orden del librador de no efectivizar el pago por extravío, coloca a éste en la misma responsabilidad por falta de pago y, por tanto, la prueba del extravío o sustracción, la denuncia policial pertinente, etc., incluso la autenticidad de la firma del cheque que se presenta completo para su cobro, queda a cargo del excepcionante (Cám. C.C., IV, Rosario, Rep. XLI, 851). (506) Comp. con M. Alberti, La ejecución del saldo deudor de la cuenta corriente bancaria, en "Rev. Bco. Nación", nº 40, año 1972. (507) Gómez Leo, Cheques, 39. f) Denunciar cambio de domicilio. Por imperio de lo dispuesto en la regla 1.1.1.5 el cliente al solicitar la apertura de una cuenta corriente bancaria debe denunciar el domicilio real y especial, debiendo constituír este último, obligatoriamente, en la República Argentina. En el caso de que exista más de un titular de la cuenta, se constituirá un solo domicilio especial, el que será considerado a todos los efectos legales y reglamentarios derivado del funcionamiento de la cuenta corriente y los emergentes del cheque. La comunicación del cambio de domicilio debe ser realizada no sólo en interés del cliente, sino también, y principalmente, en interés de la entidad girada y de los terceros para los casos en que se produzca el rechazo del cheque presentado al cobro (art. 3 Ver Texto, N.L.Ch.). El cumplimiento de esta obligación de actualizar el domicilio ocasiona la necesidad de confeccionar formularios con el nuevo domicilio (art. 4 Ver Texto, N.L.Ch.), lo que produce, a su vez, la necesidad del reintegro de los formularios anteriores no utilizados (regla 1.2.1.5). JURISPRUDENCIA Antes de la vigencia del derecho positivo actual se había declarado que el banco debe proceder de buena fe y con la precaución necesaria para asegurarse que sus notificaciones lleguen a manos del cliente, efectivamente (Cám. Com., JA, 1944-III, 269). Con el régimen vigente se ha sentenciado que mientras el cliente no realice el cambio de domicilio mediante una actividad concreta y positiva de su parte (v.gr., comunicación expresa), subsiste a los efectos de las notificaciones el domicilio constituído al abrir la cuenta corriente bancaria (Cám. Fed. C.A., I, LL, 1986-E, 99). El banco cumple con su obligación de remitir el estado de cuenta si lo hace al domicilio constituído en oportunidad de la apertura de la cuenta corriente bancaria, mientras no sea cambiado expresamente por el cliente (Cám. Fed. C.A., I, LL, 1986-E, 99). Por tanto, no se puede considerar operado el cambio por el solo hecho de que en la documentación de otras oficinas internas del banco o en las boletas de depósito realizadas por el titular (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 549) o llenadas por otros depositantes, conste otro domicilio (Cám. Com., C, ED, 7, 742). El domicilio que el demandado tiene registrado en la cuenta corriente del banco girado, puede ser considerado como domicilio especial a todos los efectos derivados de la emisión del cheque (art. 1, in fine, L.Ch.) (Cám. Com., A, LL, 1981-A, 341; ídem, Rep. XLI, 847; D, Rep. LL, XLI, 848). El art. 1, in fine, L.Ch., expresa que "el domicilio especial a todos los efectos derivados de la emisión del cheque", involucra las relaciones con cualquier tenedor legitimado. Sin embargo, la limitación de la frase legal a las solas relaciones entre cliente y banco, desatiende que la ley alude a "efectos. . . del cheque", y no de la cuenta corriente (Cám. Com., D, Rep. LL, XLII, 659). Aun cuando hipotéticamente se pudiera considerar como constituído el domicilio consignado al dorso del cheque en ejecución, a pesar de tratarse de instrumento privado no reconocido aún por el demandado y lo dispuesto en el art. 1031 Ver Texto, C.Civ. (conf. Cám. Com., en pleno, "Horvart, S., c. Frank�rh, J.", LL, 82, 561), no podría extenderse al pretendido efecto a documentos en los cuales no rige la norma del art. 1, L.Ch. (Cám. Com., C, LL, 1981-A, 563). En la ejecución de un cheque la competencia territorial está dada, en principio, por el domicilio del banco sobre el cual fue librado el cheque y, subsidiariamente, a opción del tenedor, por el domicilio que el titular de la cuenta tiene registrado en el banco (Cám. Com., en pleno, JA, 1980-II, 574 Ver Texto). También se ha declarado que tratándose de cheques, la competencia territorial se determina por el lugar de domicilio del banco girado, con prescindencia, por tanto, del lugar del domicilio del librador. Es que, según lo dispone el art. 3 , inc. a, decr.-ley 4776/63, ratificado por ley 16748 , aquél es el lugar del pago del cheque (Cám. 1ª, I, La Plata, causa 217.674, Reg. sent. 72, 24/3/1994). Si bien el art. 1 , decr. 4776/63, establece que el domicilio del titular de la cuenta corriente registrado en el banco, puede ser considerado como domicilio especial a todos los efectos legales de la emisión del cheque, ello no implica que él, en los términos del art. 101 Ver Texto, C. Civ., puede ser asimilado sin más al que determina el art. 40 Ver Texto, C. Proc., con las consecuencias previstas en los arts. 41 y 42, del citado cuerpo legal (Cám. Com., E, LL, 1992-C, 223, con nota de S. Salguero; ídem, LL, 1995-E, 66, con nota de H. E. Sirkin). Cuando se ejecuta un cheque contra el endosante, dejan de jugar los arts. del decr.-ley 4776/63 , pues el librador ha quedado fuera de la litis, abriéndose paso a la norma general de competencia territorial del domicilio del demandado. Sin embargo, si ha sido demandado el obligado principal (librador), el garante-endosante queda sujeto a la competencia del juez de aquel litigio, por aplicación del art. 6 Ver Texto, inc. 1, C.Proc. (SCBA, DJBA, 123, 430). Si se demanda en virtud de un mutuo dinerario no instrumentado que se pretendiera cancelar con un cheque, resulta inaplicable el art. 1 , decr.-ley 4776/63, según el cual el domicilio registrado en el banco por el titular de la cuenta corriente podrá ser considerado como domicilio especial (Cám. Com., A, JA, 1991-II, 580). g) Comunicar modificaciones del contrato social o de la representación. La regla 1.2.1.6 dispone la obligación de comunicar al banco cualquier modificación de los contratos sociales o estatutos de las personas jurídicas que son titulares de una cuenta corriente, debiendo acompañar el original debidamente inscrito en el Registro Público de Comercio o dependencia de control o, en su caso, una copia certificada del instrumento de que se trate. Lo propio ha de efectuarse en caso de que se modifiquen los poderes existentes o se otorguen nuevos a personas a cuyo cargo gira la cuenta, debiéndose acompañar los nuevos instrumentos de apoderamiento y, en su caso, las actas de asambleas, directorios o comisión directiva, debidamente inscritos, por los cuales se ha removido o designado los apoderados o las autoridades con uso de la firma social. Esta norma reglamentaria se vinculaba con el art. 36, inc. 2, L.Ch. -hoy derogada por su deficiente redacción-, que preveía la responsabilidad del titular de la cuenta por los perjuicios que pudieran derivar del libramiento de un cheque por quien ha tenido el uso de la firma social o tenido la cuenta abierta a su orden y habiendo cesado en sus poderes, ulteriormente, ha librado nuevos cheques, sin que el titular de la cuenta hubiera comunicado al banco la cesión de la representación o apoderamiento. Ante el incumplimiento por el titular de la cuenta, de la obligación de comunicar al banco la circunstancia apuntada, ninguna responsabilidad le cabe al banco, ella es exclusiva del negligente titular de la cuenta. Derogada la citada norma legal por la ley 24452 Ver Texto, tiene plena vigencia la disposición reglamentaria que alude a la necesidad de que el cuentacorrentista deba mantener actualizada la información al banco, sobre la vigencia y, en su caso, el cambio, de los poderes de quienes operan la cuenta corriente bancaria de que se trate (regla 1.2.1.6). JURISPRUDENCIA Es obligación del cliente comunicar a la entidad bancaria las modificaciones de los poderes o de los representantes o mandatario en atención a lo que prescribe, expresamente, la circular reglamentaria de la cuenta corriente bancaria dictada por el B.C.R.A. (Cám. Com., B, JA, 1986-III, 342 Ver Texto). La falta de notificación al banco de la desvinculación del apoderado de la sociedad anónima, titular de la cuenta corriente, no puede ser imputada a aquél, en tanto se trata de una obligación del cuentacorrentista, y no de su apoderado, quien normalmente no posee siquiera los elementos materiales para justificarla en debida forma (Del fallo de 1ª Inst.) (Cám. Com., A, LL, 1994-E, 69). El titular de la cuenta corriente bancaria -en el caso una asociación civil- es responsable por el pago de los cheques ejecutados, ya que no produjo la revocación de los poderes y autorizaciones (art. 1963 Ver Texto, inc. 1, C.Civ.) sin importar, en la especie, el cambio de autoridades producido en la institución demandada (Cám. Com., B, LL, 1982-D, 384). En la relación de cuenta corriente bancaria al banco le basta con verificar los poderes de la persona a cuya orden gira la cuenta; si la actuación del mandatario -en el depósito de los cheques y en el destino de los fondos- comprometió la responsabilidad de la persona jurídica titular de la cuenta -en el caso, una fundación-, ello sólo afecta la relación mandante y mandatario y, por consiguiente, es inoponible al banco (Cám. Fed. C.C., I, ED, 98, 588). El proceder del empleado de la titular de la cuenta corriente no libera, ni aun parcialmente, la responsabilidad del banco, por cuanto ha sido el proceder de este último lo que posibilitó que aquél concretara la maniobra urdida en perjuicio de la primera y en beneficio propio (Cám. Com., B, LL, 1980-C, 374). No hay posibilidad legal de firmar cheques, regularmente, en virtud de autorizaciones no registradas en el banco contra el cual se libra (Cám. Com., B, JA, 1983-II, síntesis). No es dable exigir a quien recibe un cheque, que deba cerciorarse, en el banco, de la titularidad de la cuenta sobre la cual fue librado y de los autorizados para operar en ella (Cám. Com., E, JA, 1990-I, síntesis). El librador de un cheque que, sin ser titular de la cuenta corriente, ha actuado amparado por la autorización prestada por quien ejerce la titularidad, adquiere responsabilidad en caso de haber incumplido con la carga de efectuar la indicación precisa del sujeto en cuya representación sostiene haber actuado (Cám. Com., C, JA, 1991-IV, 331 Ver Texto). Si el librador responde de los perjuicios aun cuando promedia falsificación en los supuestos en que el cheque es firmado por dependiente o persona que use de su firma en los cheques verdaderos, con mayor razón debe responder si no se configura falsificación alguna, sino tan sólo una extralimitación de las instrucciones encomendadas al apoderado que actúa dentro de los límites del poder (Cám. Fed. C.C., I, ED, 98, 587). El suscritor de un cheque, que ha actuado amparado por la autorización prestada por el titular de la cuenta, no adquiere responsabilidad cambiaria a título personal, aunque no hubiera indicado, expresamente, el carácter de mandatario, si en el documento constan los datos necesarios que permiten instrumentar la representación voluntaria invocada por el suscritor (Cám. Com., E, JA, 1990-I, síntesis). Si la corporación gremial a la cual se le atribuye el cheque, no ha negado que le correspondan los cuadernos impresos con su nombre que le entregó el banco girado, ni puso en conocimiento de este hecho alguno de desposesión de los formularios mencionados, tampoco alegó pérdida u otra circunstancia especial dirigida a desvincular su libramiento del propio ámbito interno de la persona jurídica, adquiere valor el principio jurídico de la apariencia, que en este caso juega en favor del tercero de buena fe, sin que tenga entidad para desvirtuarlo la manifestación de que eran responsables de la cuenta corriente las anteriores autoridades de la entidad (C.N.Com., C, LL, 1993-A, 367, con nota de J. L. García Caffaro). h) Reintegrar formularios y denunciar cheques librados. En oportunidad de solicitar el cierre de la cuenta corriente bancaria, el cliente debe acompañar una nómina de los cheques librados en los últimos sesenta días, con indicación de los importes y devolver el total de formularios no utilizados; en caso que la comunicación del cierre no sea acompañada por los datos indicados y de no devolver las fórmulas sin utilizar, el banco procederá, en el término de diez días de recibida esa comunicación, al cierre definitivo de la cuenta y a devolver los cheques que se presentaran al cobro ulteriormente (regla 1.2.1.7). Si el cuentacorrentista acompaña la citada nómina y devuelve los formularios no utilizados, la liquidación y cierre de la cuenta corriente sólo se podrá efectuarla luego de trascurrido un plazo igual al establecido para la validez de los cheques -30 o 60 días según sean librados en el país o desde el extranjero (art. 25 Ver Texto, N.L.Ch.), respectivamente-, contado desde la fecha de notificación. Durante ese término el banco seguirá pagando los cheques librados con anterioridad. Lo propio debe hacer el cliente, dentro de los diez días de la fecha de haber recibido la comunicación del banco, de la suspensión del servicio de pago de cheques o del cierre de la cuenta corriente. Si el cliente no cumple con el reintegro de los formularios de cheques no utilizados, la regla 1.2.1.7 establece que corresponderá comunicar al Banco Central esa circunstancia a los efectos de que se incluya al incumplidor en la "Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados" (regla 1.5.2) s/Com. "A" 2514 por un plazo de 24 meses (regla 1.8.2). El estricto cumplimiento de esta obligación por el cliente, además de evitar la sanción de inhabilitación descrita, tiende a que no se consume maniobras delictivas que puede llevar a cabo el ex cuentacorrentista, entregando cheques a sabiendas de que no serán pagados, por existir impedimento legal (art. 302 Ver Texto, inc. 2, C. Penal) o, también, por terceros, librando cheques en formularios ajenos (art. 302 Ver Texto, inc. 4, C. Penal) (508) . i) Cumplimiento del pacto de cheques. El cuentacorrentista tiene las siguientes obligaciones específicas que integran el pacto de cheque (regla 1.1.1.3 s/Com. "A" 2514), como son: I) no librar cheques en moneda que no sea aquella en que esté abierta la cuenta (art. 33 Ver Texto, N.L.Ch.); II) no redactarlos en otro idioma distinto del castellano -"nacional" dice la regla 1.1.1.3-, que por otra parte es el idioma en que vienen impresos los formularios de cheques comunes y de pago diferido (regla 1.9); III) no incluír inscripciones de propaganda o aditamentos que condicionen, directa o indirectamente, su negociación a otros requisitos que los establecidos por el Código de Comercio (regla 1.3.8.1.3). En los tres casos la inobservancia de las obligaciones a cargo del cuentacorrentista inutilizarán el cheque como orden de pago (derecho interno) y producirán su rechazo; no obstante ello, en los dos primeros el cheque podrá ser idóneo como título de crédito cambiario (derecho externo) para accionar contra todos sus firmantes (art. 40/2 Ver Texto, N.L.Ch.). Respecto del tercer caso, hay que tener en cuenta que siendo, por hipótesis, la inclusión de la inscripción de que se trate un condicionamiento de la orden pura y simple que exige el art. 2 Ver Texto, inc. 6, N.L.Ch, ese título no es cheque por falta de un requisito esencial, por lo cual no es idóneo ni como orden de pago, ni como título de crédito, con el agregado de que la regla 1.3.8.1.3 considera que el rechazo se produce por defecto formal, por lo que corresponde aplicar la multa del caso (arts. 2 Ver Texto y 62 Ver Texto, N.L.Ch.). Sólo resta señalar que a pesar de haberse legalizado la posibilidad de librar cheques incompletos, y que además ellos circulen en esas condiciones hasta el momento de su presentación (art. 8 Ver Texto, N.L.Ch.), sigue vigente la premisa de que el título que sea presentado al pago sin tener la totalidad de sus requisitos formales caduca como cheque, no siendo idóneo siquiera, como ha entendido constante jurisprudencia, para iniciar la preparación de la vía ejecutiva, previo reconocimiento de la firma (509) . JURISPRUDENCIA Antes de la reforma del decreto-ley 4776/63 no existía en la legislación argentina la posibilidad de librar cheques en moneda extranjera, y el cheque era de circulación nacional, es decir, local. Luego de la citada reforma, es teóricamente posible la libranza en moneda extranjera, pero la reglamentación a que remite el art. 56, inc. b, L.Ch., dictada por el Banco Central, no admitió los cheques en moneda extranjera, ni el pago de cheques en esa moneda (arts. 2, inc. c, 11 y 16), lo que no hizo sino explicitar en norma legal lo que antes era práctica de tales instituciones, por directiva de la misma autoridad central (1ª inst. Com. nº 14, firme, ED, 8, 69). No es necesario que existan completas todas las menciones del cheque al tiempo de su libramiento; basta que esté completo al tiempo de su presentación (Cám. C.C., I, B. Blanca, Rep. LL, XLI, 847). Es aplicable supletoriamente al cheque la norma prevista para la letra de cambio en materia de cheque incompleto (art. 11 Ver Texto, decr.-ley 5965/63, y art. 55, decr.-ley 4766/36) (Cám. Com., E, JA, 1990-I, síntesis; ídem, JA, 1990-II, 268 Ver Texto); es decir que no resulta necesario que existan todas las menciones del cheque al tiempo de la creación, basta que esté completo al tiempo de la presentación (Cám. C.C., I, B. Blanca, Rep. LL, XLI, 847). Sin embargo, con otro criterio se ha declarado que el cheque debe contener enunciados e indudables requisitos que atañen a la seguridad de las relaciones comerciales que deben privilegiarse y que no pueden soslayarse ya que la especialísima vía de ejecución de que están dotados y la consiguiente limitación del derecho de defensa que en este tipo de procesos se impone, sólo tiene justificación cuando ha nacido, y ostenta, la totalidad de los requisitos que en cada caso impone la ley. En orden a lo expuesto, los títulos que se ejecutan aparecen inhábiles, dado que ha quedado demostrado que al momento de su libramiento no reunían esos requisitos mínimos esenciales (del voto del Dr. Mallén) (Cám. C.C., I, Rosario, LL, diario del 2/5/1994). Aunque admitiéramos por vía de hipótesis que el beneficiario del cheque incompleto pudiese llenar los blancos del título, me parece elemental que ello sólo sería convalidable en un marco de buena fe negocial; buena fe que se presume y que, a toda suerte, debería desvirtuar el obligado cambiario (del voto del Dr. Rouillón) (Cám. C.C., I, Rosario, LL, diario del 2/5/1994). El hecho de que el contenido de los cheques no pertenezca al puño y letra del representante de la sociedad demandada, salvo la firma, es insuficiente para concluír que los instrumentos fueron emitidos en blanco, pues si bien la firma del cheque debe ser autógrafa, la redacción puede ser alógrafa (Cám. Com., B, LL, diario del 14/9/1995). No existe norma legal que, en el marco del rigor formal que caracteriza la materia, imponga al librador otra impresión personal en el texto del documento que no sea la firma (Cám. Com., D, JA, 1990-II, 267). Media culpa concurrente del banco y del cliente, si se debieron librar cheques con dos firmas, y una de ellas era auténtica y la otra manifiestamente falsificada. La actitud del cuentacorrentista, ya sea por suscribir el cheque en blanco o por no ejercer una mayor custodia a esos valores a los cuales sólo le faltaba la firma del otro titular de la cuenta, es demostrativa de la conducta culpable que caracteriza el art. 512 Ver Texto, C. Civ. (Cám. C.C. 1ª Tucumán, LL, 150, 498). La ley ha previsto que los instrumentos para la confección de los cheques sean fórmulas impresas, numeradas y documentalmente entregadas a los clientes, como recaudo para impedir la falsificación de la firma del titular, puesto que supone que los usuarios custodian cuidadosamente (Cám. Com., D, ED, 147, 409). Hubo negligencia del librador al dejar excesivo lugar en blanco a la izquierda de la cantidad expresada en números, lo cual permite agregar dos números en tamaño grande (Cám. Com., C, LL, 144, 22). La exigencia de que la titularidad de la cuenta corriente corresponda al librador, hace a la regularidad del cheque como orden de pago, pero no conspira con su validez formal, como título de crédito cambiario (Cám. Com., E, JA, 1990-I, síntesis). j) Prestar conformidad con la entrega de libretas de cheques. En virtud del art. 4 Ver Texto, N.L.Ch., cuando el banco provee al cliente de los cuadernos de cheques (regla 1.1.4), éste deberá otorgar recibo de la entrega, en el cual conste el número del cuaderno y la numeración sucesiva de los cheques. Cuando el pedido de chequera (510) no se hiciera en los formularios especiales destinados para ello o se efectuase por medio de otra persona autorizada al efecto, mientras el cliente no preste conformidad con la recepción del talonario solicitado, el banco no dará curso a los cheques librados en esos formularios. El cumplimiento de esta obligación del cliente tiene como correlato la que el art. 35, inc. 2, L.Ch., y la regla 2.2.7, pone a cargo del banco, que debe controlar que los cheques presentados corresponden a las chequeras entregadas, con la conformidad prestada por el cliente de haberla recibido. La nueva circular reglamentaria en la regla 1.1.4, ap. 3º, ha incluído la novedad de calificar como rechazo por vicio formal (art. 2 Ver Texto, N.L.Ch.) al que se produce cuando no se ha prestado conformidad, por el titular, de la recepción de la chequera a la cual pertenecen los cheques que son presentados al cobro, cuando tal chequera no fue retirada personalmente por el cuentacorrentista. Hemos criticado la norma, pues el rechazo por defecto formal trae aparejada una multa (arts. 2 Ver Texto y 62 Ver Texto, N.L.Ch.), y la reglamentación efectúa una calificación por analogía de la conducta del cliente, incriminándola como si fuera un defecto formal, cuando en rigor no se ha incurrido en ningún vicio o defecto de esa índole (511) . JURISPRUDENCIA Si la libreta de cheques fue entregada a quien la recibió falsificando la firma del cuentacorrentista, sin que el banco le exigiera la presentación del recibo agregado a cada talonario para la solicitud de uno nuevo, la víctima del engaño y la defraudación es de la entidad bancaria, y no del cuentacorrentista (Cám. Com., C, LL, 108, 249). Responde el banco que pagó los cheques falsificados, ante el titular de la cuenta, si el cuaderno a que aquéllos pertenecían fue entregado a un tercero de modo irregular o no se esperó la conformidad del titular respecto de la regular recepción del cuaderno, obtenido mediante recibo entregado en ventanilla, y no con el que contiene cada cuaderno al efecto, conforme lo dispone el segundo párrafo del art. 4, L.Ch. (SCBA, LL, 154, 514). El banco obró sin las más elementales normas de prudencia, al otorgar a un desconocido el cuaderno de cheques para la cuenta de la actora, al parecer con la complicidad del personal que lo entregó e hizo desaparecer el cheque original pagado luego. Tal proceder del banco, al pagar un cheque que no corresponde al cuaderno recibido por la actora, lo coloca en responsable del pago (Cám. Fed. Tucumán, LL, 132, 567). Existen fallas graves que responsabilizan al banco, si entre otras cuestiones pagó el cheque que no pertenecía a los cuadernos recibidos al cuentacorrentista (Cám. Com., B, LL, 1982-A, 259). Aunque la firma no haya sido falsificada en forma manifiesta, ello no autoriza a responsabilizar al cuentacorrentista, si la falsificación no fue realizada en una fórmula integrante del cuaderno recibido de conformidad por aquél (art. 4, L.Ch.) y no hay prueba alguna que permita siquiera suponer que la fórmula falsificada haya estado en custodia o en poder del cuentacorrentista (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 571). Si bien el banco incurrió en conducta culposa, al rechazar un cheque con la leyenda "falta de conformidad libreta de cheques, con fondos suficientes acreditados en cuenta", ello carece de entidad para la procedencia de reparación por daño moral (Cám. Com., C, LL, 1981-C, 397). La responsabilidad del banco girado por no haber esperado la conformidad del titular de la cuenta en los casos que exige tal conformidad el art. 4, L.Ch., para dar curso al pedido de entrega de cuadernos de cheques, se sitúa fuera del derecho cambiario y está regida por los principios generales de la culpa civil (del voto de los Dres. Izquierdo, Sarrabayrouse Varangot, Anzorreguy y Althabe) (SCBA, ED, 55, 54). Es responsable el banco por el pago de un cheque que no correspondía al titular de la cuenta corriente. No habiendo probado que el cheque fue librado por éste; que el cuaderno de cheque al cual pertenece el título impugnado haya sido solicitado por el titular de la cuenta y que el recibo firmado por él, en su caso, incluyera su firma auténtica (Cám. Fed. Tucumán, ED, 27, 225). El cliente tiene obligación de controlar todas y cada una de las fórmulas que integran cada cuaderno de cheques al momento que los recibe, así como también tiene el deber de custodia de esos elementos (Cám. Com., B, JA, 1986-III, 342 Ver Texto). k) Pagar los intereses, comisiones y cargos. Siendo la cuenta corriente bancaria un contrato bilateral y oneroso, el cliente tiene la obligación de pagar, además de los intereses pactados por la apertura de crédito en cuenta corriente, así como los devengados por los anticipos transitorios que, eventualmente, el banco le otorgue. Otro tanto deberá hacer respecto de las comisiones y demás cargos que resulten de los diversos servicios que el banco le preste (reglas 1.1.1.4 a 1.1.1.6). JURISPRUDENCIA La autorización del cuentacorrentista para la realización de débitos automáticos, por diversos rubros (pago de servicios, comisiones de mantenimiento de cuentas, sobregiros sin provisión de fondos, impuestos, servicios, etc.) no significa que los débitos efectuados o que pueda efectuar el banco, cuyo origen sea imposible de identificar por carecer de respaldo documental en la contabilidad del banco, pertenezcan a los mencionados conceptos (Cám. Com., A, ED, 151, 267). Entre las normas concernientes a la cuenta corriente mercantil aplicables supletoriamente a la cuenta corriente bancaria se encuentra la que se refiere a los intereses (art. 785 Ver Texto, C. Com.) (Cám. Com., A, JA, 1990-I, síntesis; D, JA, 1992-IV, 274 Ver Texto; ídem, LL, 1979-B, 252; Cám. C.C. 1ª, I, La Plata, JL, 5-208 (8572). Si bien se ha declarado que por aplicación del art. 785 Ver Texto, C. Com., los intereses establecidos en la condena deben ser calculados desde el cierre que determinó el saldo deudor del cuentacorrentista (Cám. Com., A, JA, 1990-I, síntesis; D, LL, 1979-B, 252). Razón por la cual es improcedente retrotraer el comienzo de su curso a la fecha de una comunicación anterior a ese cierre, por una suma distinta de la ejecutada (Cám. Com., D, JA, 1992-IV, 274 Ver Texto). También se ha distinguido que tratándose de una cuenta corriente bancaria los intereses se devengan sobre el saldo con independencia de la mora, pues es inherente a esa operación la producción de aquéllos (art. 777 Ver Texto, inc. 4, C. Com.); en cambio, la constitución en mora podría autorizar a computar intereses punitorios, si así se hubiese convenido, o actualizar lo adeudado con los intereses correspondientes (Cám. Com., E, ED, 141, 335); por ello la clausura de la cuenta es irrelevante para computar los intereses y determinar la constitución en mora, porque tales accesorios se devengan de todos modos a partir de la clausura de la cuenta, ya que su producción es inherente a dicha operación (Cám. Com., E, ED, 142, 382). La doctrina plenaria del caso "Banco de Entre Ríos S.A. c. Genética Porcina S.A." Ver Texto sobre que es necesario constituír en mora al deudor, para que se devenguen los intereses moratorios de base legal, cede ante el convenio de las partes que establece una solución diversa sobre los intereses moratorios (pacto de mora automática) (Cám. Com., E, JA, 1991-II, 391 Ver Texto; SCBA, AS, 1986-2, 134). Según el criterio restrictivo que se debe observar respecto de la capitalización de intereses, conceptuamos que el art. 795 Ver Texto, C.Com., se debe considerar referido a los intereses que corren mientras la cuenta está abierta, y que terminada ésta definitivamente, los intereses del saldo no se capitalizan, salvo que otra cosa se hubiera convenido. El texto del citado art. 795 Ver Texto da pie para considerar que no atañe a la cuestión de los intereses de los saldos -al cierre de la cuenta-, sino a la capitalización durante la dinámica de ella. Es decir que se debe entender que la capitalización por trimestre concierne, en principio, a las operaciones normales entre el banco y el cliente, y como consecuencia de los movimientos de la cuenta corriente de que se trate, y no a los intereses adeudados a partir de la constitución en mora del deudor y del cierre de aquéllas (Cám. C.C. 2ª, I, La Plata, causa 79.930, Reg. sent. 36, 7/3/1995). En la cuenta corriente, los débitos que hace el banco al cliente dan derecho a percibir intereses, que pueden capitalizarse, en este caso mensualmente, por así haberse estipulado (esta Sala, causa B-78.169, Reg. sent. 120/94) (Cám. C.C. 2ª, II, La Plata, causa 80.381, 4/4/1995). Si las partes acordaron los "intereses corrientes o de plaza", ello lleva a la automática aplicación de la tasa que cobra el "Banco Nacional" según lo dispone el art. 565 Ver Texto, C. Com. (Cám. C.C., I, Rosario, LL, 1995-C, 609, con nota de R. Gallo y E. M. Moccero). Tratándose de una obligación comercial nacida del contrato de cuenta corriente bancaria, le son aplicables las disposiciones del C. de Comercio y las del C. Civil, en cuanto no esté modificado por aquél (arts. 207 Ver Texto, 565 Ver Texto, 791 Ver Texto a 797, C.Com., y art. 622 Ver Texto, C. Civ.); por tanto, corresponde aplicar el interés que cobra (tasa activa) el Banco de la Pcia. de Bs. As., en las operaciones ordinarias de descuento (Cám. C.C. 1ª, III, La Plata, Reg. sent. 59, 25/2/1992). Sabido es que el "call money" es el dinero prestado entre bancos por lapsos brevísimos, a tasas que suelen ser -en especial, en períodos de iliquidez- las más altas del mercado y, per se, no se justifica su traslado, sin más, a las relaciones con los cuentacorrentistas (Cám. C.C., I, Rosario, LL, 1995-C, 609, con nota de R. Gallo y E. M. Moccero). No son revisables judicialmente las tasas de intereses aplicadas por un banco a los descubiertos requeridos por el cuentacorrentista, si ellas han resultado absolutamente conciliables con las percibidas por otras entidades del mercado financiero local en el mismo lapso, incluído el Banco de la Nación Argentina, cuya naturaleza oficial, en principio, descarta toda sospecha (Cám. Com., A, ED, 152, 267). Si lo convenido libremente por las partes es aplicar la tasa de interés fijada unilateralmente por el banco, sin obligación de mantenerla por un período mínimo una vez determinada, pudiendo variarla en los días subsiguientes -5 a 9 de enero de 1990sin limitaciones, ello no puede llevar a fijar "cualquier tasa", pues, de un lado, la "razonabilidad" en el uso del poder de la parte autorizada, así como, de otro lado, el "derecho de propiedad" de la otra parte, son vallas infranqueables en cualquier supuesto (Cám. C.C., I, Rosario, LL, 1995-C, 609, con nota de R. Gallo y E. M. Moccero). l) Accionar contra las multas impuestas y en su caso pagarlas. La nueva ley de cheques ha estructurado un sistema sancionatorio aplicable a las dos clases de cheques que regula. Ellos pueden ser rechazados por carencia de fondos disponibles suficientes y falte la autorización para girar en descubierto (regla 1.3.8.1.1) y por defectos formales (arts. 2 Ver Texto, 55 Ver Texto y 58 Ver Texto, ap. 2, N.L.Ch.; reglas 1.1.4 y 1.3.8.1.3). A su vez, respecto del cheque de pago diferido puede rechazarse su registración, cuando exista algún impedimento para ello (art. 57 Ver Texto, N.L.Ch.). En todos esos casos la entidad girada deberá aplicar la multa respectiva, según encuadre en el art. 2 Ver Texto, N.L.Ch., por motivos (o defectos o vicios) formales; o el art. 62 Ver Texto, en los demás casos. Si hubiera concurrencia en el rechazo por vicios formales y sin provisión de fondos, la ley no estableció cómo se debía proceder y así lo señalamos oportunamente, reclamando que ello quedara aclarado por la nueva circular reglamentaria a dictarse. Así se hizo mediante la regla 1.3.8.7, que estableció, para ese caso, la aplicación excluyente del art. 62 Ver Texto, N.L.Ch. Según el art. 64 Ver Texto, que trajo la ley 24452, el cuentacorrentista sancionado podía recurrir directamente ante las cámaras de apelaciones con competencia. Sin embargo, con la sanción de la ley 24760 Ver Texto se ha producido una profunda reforma al texto del mencionado art. 64, L.Ch., que ha quedado redactado del siguiente modo: "Contra los rechazos efectuados por la entidad financiera girada que dieren origen a sanciones que se apliquen conforme a la presente ley, los libradores y titulares de cuentas corrientes podrán entablar acción judicial, ante los juzgados con competencia en materia comercial que corresponda a la jurisdicción del girado, debiendo interponerse la acción dentro de los quince días de la notificación por parte del girado, siendo de aplicación el Código Procesal Civil y Comercial, de la jurisdicción interviniente. "Las acciones que se promovieran contra los girados, sólo producirán efecto suspensivo respecto de las multas que correspondieran aplicarse. No obstante la promoción de estas acciones se computarán los rechazos a los efectos de la inhabilitación". Ante el nuevo texto legal, es procedente efectuar las siguientes consideraciones: Se ha suprimido el recurso directo ante las cámaras de apelaciones contra las resoluciones sancionatorias; siendo sustituído por una demanda judicial ante el juzgado de primera instancia con competencia comercial, del domicilio del girado. A primera lectura del texto sancionado, se puede entender que ha suprimido la necesidad de dictar tales resoluciones por el B.C.R.A. Que bajo el régimen anterior nunca se dictaron, como tardíamente lo reconoció esta entidad mediante la resolución de su directorio 443, del 5/9/1996; siendo suficiente la notificación de la sanción impuesta al cuentacorrentista, para que le quede expedita a ésta la acción judicial que prescribe la norma. Si así fuera, se debe reiterar aquí la preocupación manifestada bajo el régimen anterior, cuando la sanción y multa sea originada por un rechazo de cheques por motivos formales, en los cuales el banco girado debe hacer una ponderación de la existencia o no de aquéllos, antes de rechazar el cheque. En los hechos, nuestra experiencia profesional reciente nos indica que se han rechazado muchos cheques por esta causal sin fundamento legal o reglamentario, al considerar que existía defecto formal, cuando en realidad había incumplimiento del pacto de cheque por parte del cuentacorrentista, conducta que si bien causa el rechazo no puede fundamentar la imposición de la multa que prevé el art. 2, L.Ch. En ese aspecto se puede enumerar los siguientes casos: I) presentación de un cheque al que le falta algún requisito formal, como es la fecha de libramiento, que no es defecto formal, pues el rechazado debe fundar en el art. 35, incs. 1 y 2, L.Ch., y la regla 1.3.8.1.10; II) o cuando la cuenta es abierta a orden conjunta, el cheque es rechazado por haber sido librado sólo por uno de los titulares (regla 1.2.1.8); III) o cuando el cheque es rechazado por haberse librado en moneda que no sea aquella en la que esté abierta la cuenta contra la cual se gira (art. 33 y regla 1.1.1.3); IV) o si, por hipótesis, se rechaza el cheque por haber sido redactado en un idioma distinto del nuestro (regla 1.1.1.3); V) o si se rechaza el cheque en razón de que el titular de la cuenta hizo retirar la chequera por una tercera persona y no conformó su recibo ante el girado (art. 4, L.Ch., y regla 1.1.4). En todos esos casos no existe defecto formal alguno, sino incumplimiento del pacto de cheque que el cuentacorrentista acordó con el banco al abrir la cuenta corriente bancaria de que se trate, pero en ningún caso existe defecto formal alguno que autorice imponer la multa prevista en el art. 2, L.Ch. Ante esas evidencias, será imprescindible que el banco, por lo menos en estos casos, dicte una resolución que fundamente la multa impuesta, para darle oportunidad al sancionado de defenderse ante la justicia, impugnando la sanción en lo que considere que no se ajusta a la ley o a la reglamentación vigente. De otro modo, si el cliente debe iniciar la acción que le concede el nuevo texto legal en comentario, sólo podrá acompañar la notificación de la sanción, requiriendo del girado que agregue los antecedentes del caso, todo lo cual producirá reticencias y demoras, de modo análogo a lo que ya ocurrió bajo el régimen derogado. En suma, los bancos deben dictar las resoluciones sancionatorias -especialmente en el caso defectos formales- a fin de facilitar la defensa del cuentacorrentista, aunque es de suponer -sin ninguna animosidad- que si con el texto anterior del art. 64, L.Ch., no se dictó ninguna resolución como exigía la manda legal, con la nueva redacción de esta norma no se propicia, precisamente, una mejora del funcionamiento del sistema. Ante esta cruda realidad, cabe preguntarnos si la reforma sancionada se ha hecho, precisamente, para relevar a los bancos de la obligación de dictar esas benditas resoluciones y, por natural implicancia, para complicar aún más la defensa de los cuentacorrentistas sancionados. O, en cambio, ha sido la consecuencia lógica de querer dictar una norma legal, idónea y conducente para restablecer la paz social entre los justiciables perturbada por la imposición de una sanción presuntamente injusta y sin fundamento normativo, pero que aparece como de dudosa eficacia en la práctica. En otro aspecto, del texto de la norma trascrita surge lo siguiente: I) Están legitimados para accionar contra las sanciones que se imponga a los titulares de la cuenta corriente, éstos y también los libradores de los cheques rechazados, si se trata de distintas personas que desempeñen cada uno de esos roles. II) El sujeto pasivo de la acción, por imperativo legal de la norma en comentario, es la entidad girada que impuso la sanción con motivo del rechazo, y no el B.C.R.A., como lo era en el régimen anterior. III) El plazo para la interposición de la demanda judicial es de 15 días, contados a partir de la notificación efectuada por el girado. Tal plazo se rige por el C. Proc. Civil y Comercial de la jurisdicción interviniente. Es decir que no son días hábiles bancarios, como los otros casos que trae la ley. IV) La interposición de la demanda judicial, tiene efecto suspensivo respecto de la multa impuesta al cuentacorrentista. Del apartado anterior y de éste, surge una consecuencia importantísima que los bancos, bajo el régimen anterior, en muchos casos no tuvieron en cuenta -invocando imposibilidades operativas- y que sería bueno que la reglamentación del B.C.R.A. lo prevea expresamente. Se trata de lo siguiente: en ningún caso se podrá efectuar el débito de la multa hasta tanto trascurra el plazo de 15 días desde que el cuentacorrentista sea notificado, dado que si éste acredita haber interpuesto la demanda correspondiente, ella, por imperativo legal, tiene efectos suspensivos. V) No obstante el efecto suspensivo respecto de la efectivización de multa impuesta, que produce la interposición de la demanda judicial, la ley establece a continuación que los rechazos que motiven las sanciones impuestas serán computados a los efectos de la posible inhabilitación del cuentacorrentista. Sin que el texto legal distinga la causal del rechazo que sea. Entendemos que esa norma legal incluída en el art. 64, ap. 2, in fine, es disvaliosa, y en caso de que el cuentacorrentista triunfe en su demanda contra la multa impuesta, logrando probar que ella no se ajusta a derecho, se producirá un verdadero dislate. Es decir que si ello ocurre, habrá demostrado que la sanción es improcedente y, por tanto, no corresponde computar el rechazo a los efectos de la inhabilitación, y si ya se le cerró la cuenta al computar el rechazo indebido que motivó la multa, tendrá derecho a su rehabilitación, abriéndosele la posibilidad de accionar por daños y perjuicios contra el girado, si de ese proceder ilícito derivó un perjuicio en su contra. Con un ejemplo simple de nuestro ejercicio profesional, creemos aclarar lo expresado: se trata de un cheque en el cual al haber diferencias entre la cantidad escrita en letras de la consignada en números, el banco lo rechazó -cosa muy común en plaza- "por motivos formales". Estimamos que con toda seguridad la justicia hará lugar al reclamo, por aplicación estricta del art. 2, inc. 5, in fine, L.Ch. Como consecuencia de ello se deberá aplicar las reglas 1.3.8.1.11 y 1.3.8.1.11.1, es decir, se deberá considerar el rechazo indebido, y si por hipótesis tal rechazo por defectos formales hubiera sido el octavo, se habría aplicado la regla 1.5.1.4, cerrando la cuenta de que se trate, situación que deberá ser modificada por el banco reabriendo la cuenta a pedido del titular. Abriéndose la posibilidad para que éste accione contra el banco, para obtener reparación del perjuicio sufrido por el rechazo indebido y el consiguiente cierre injustificado. Por estas razones considerábamos disvaliosa la norma establecida por la nueva ley 24760 Ver Texto. Es del caso señalar aquí que los nuevos modelos de avisos de las sanciones impuestas por rechazos de cheques por defectos formales (regla 1.9.4.1 s/Com. "A" 2514) y por carencia de fondos disponibles suficientes (regla 1.9.4.2 s/Com. "A" 2514), si bien hacen saber la sanción impuesta al correntista, no dan una razón circunstanciada de los hechos y las circunstancias fácticas que la fundamentan. Es cierto que traen una referencia al pie del modelo, en el sentido de que hay que "indicar motivo del rechazo formal (sic)", pero por esa simple comunicación de la sanción impuesta, no adquiere el carácter y la seriedad de la resolución fundada que reclamamos se debe dictar por el banco girado a fin de permitir que el cuentacorrentista sancionado pueda ejercer sin derecho a la defensa en juicio, de raíz constitucional, a través de la demanda judicial que prevé que debe iniciar según el art. 64 Ver Texto, N.L.Ch. Si el cliente no acciona contra la sanción pecuniaria impuesta puede pagar la multa, para evitar el cierre de la cuenta, por la imposición de esa multa. En el caso del rechazo por defectos formales, puede lograr la reducción de la multa si acredita dentro de los siete días de notificado haber pagado el cheque de que se trate o si éste fue atendido por el girado en una segunda presentación, una vez subsanados los defectos formales que motivaron su rechazo (arg. art. 2 Ver Texto, N.L.Ch.). Si el rechazo se fundó en alguna de las otras dos causales; v.gr., falta de fondos disponibles suficientes o falta de registración (arts. 57 Ver Texto y 62 Ver Texto, N.L.Ch.), la reducción de la multa a la mitad, procede si el librador cancela el cheque dentro de los treinta días del rechazo. JURISPRUDENCIA Si bien se ha declarado que si el recurrente no acredita el dictado de la resolución por la cual se le impuso la multa que pretende recurrir, no se halla abierta la instancia judicial intentada, pues falta el acto administrativo que causa estado para la apelabilidad directa ante la Cámara de Apelaciones con competencia en lo comercial (art. 64, L.Ch.) (Cám. Com., D, LL, 1996-A, 388, con nota de O. R. Gómez Leo). También se ha resuelto que los recursos de apelación cuya interposición ante la Cámara en lo Comercial que contempla el art. 64, L.Ch., deben serlo contra resoluciones que impongan sanciones derivadas de su aplicación. Que si bien no se advierte que en verdad exista la resolución de la que pretende agraviarse el apelante, que consiste, según lo expresa, en la imposición de una multa. Las diligencias cumplidas por el tribunal con el objeto de conocerla, resultaron estériles. Ocurre, empero, que de hecho aparece sancionado el cuentacorrentista con la multa mencionada, todo lo cual traduce un manifiesto marco de ilegalidad. Por tanto, corresponde adoptar temperamento cautelar en resguardo de la propiedad y la defensa en juicio del sujeto pasivo de la sanción: media trasgresión a principios constitucionales. Con tales alcances, déjase sin efectos la imposición de la sanción denunciada, hasta tanto medie resolución firme al respecto (arg. art. 64, L.Ch.) (Cám. Com., B, 20/3/96, causa 42.866/95; ídem, 22/5/96, causa 100.826/95). (508) E. Solsona, La protección penal del cheque, en Gómez Leo, Instituciones, III, 445. (509) Cám. Com., B, ED, 41, 684; ídem, ED, 45, 686; ídem, LL, 1983-A, 72. (510) G. Ripert, Tratado elemental de derecho comercial, Bs. As., 1954, III, 265, nº 8. En Francia se lo denomina chéquier. (511) Gómez Leo, Reglamentación, 22. 30. OBLIGACIONES DE LA ENTIDAD GIRADA. Ab initio, evidenciamos al lector que adecuamos el título de este número a la regla 1.2.2, en función del art. 67 Ver Texto, N.L.Ch., que en la edición anterior mencionaba, exclusivamente, a los "bancos", únicas entidades que entonces podían atender el servicio de cheques en cuenta corriente. Asimismo para facilitar la comprensión de la exposición incluímos, cuando sea procedente, al final de cada parágrafo, los comentarios relativos a las disposiciones, legales y reglamentarias, concernientes al cheque de pago diferido, que como se podrá apreciar, en muchas ocasiones difieren sustancialmente de las normas que se refieren al cheque común. a) Suministrar boletas de depósito. Cronológicamente, la primera obligación que tiene el banco al abrir una cuenta corriente bancaria es la de suministrar al cliente las boletas de depósito, que deben consistir en formularios impresos conforme a los requisitos mínimos que exige la reglamentación y sin perjuicio de la inclusión de otros que facultativamente pueden integrarse a ellos. A pesar de que se trata de una obligación del banco establecida con toda claridad por la reglamentación dictada por el Banco Central, las instituciones crediticias han establecido, desde tiempo atrás, un precio sobre los cuadernillos de boletas de depósitos que proveen a los clientes y que a medida que son entregados a éstos, se realizan los correspondientes cargos en la cuenta corriente mediante el pertinente débito. No ocurría lo mismo con las boletas sueltas sin el número de cuenta y nombre del cliente, que eran suministradas gratuitamente, del mismo modo que ocurría con las boletas para depositar como valores al cobro cheques respecto de los cuales el banco depositario no tiene establecido clearing. JURISPRUDENCIA La prevalecencia de la documentación que obra en poder del banco sobre aquella que retiene el cliente, no tiene vigencia cuando "la boleta de depósito" tiene sello auténtico del banco, inscripciones diversas y fechas distintas (Cám. Com., D, LL, 1985-A, 145). b) Proveer los formularios de cheques. La entidad girada debe suministrar al cliente los cuadernos que contengan los formularios de los futuros cheques que incluyan las enunciaciones requeridas por el art. 2 Ver Texto, N.L.Ch., para los cheques comunes, y el art. 54 Ver Texto, N.L.Ch., para los Ch.P.D. Es del caso poner de resalto aquí que como la Com. "A" 2514, en la regla 1.9.1 remite para los modelos de Ch.P.D. a los contenidos en la circular de CAMCO-1, anteriormente vigente, anexa a la Com. "A" 2329, que fue objeto de las críticas formuladas oportunamente, por no cumplir tales modelos con el art. 54 Ver Texto, inc. 1, N.L.Ch., debemos mantener tales críticas, pues la situación reglamentaria no ha cambiado por ahora. Como deber accesorio a esta obligación, el banco no debe entregar al cliente cuadernos de cheques en cantidad superior a la que se justifique por el movimiento de la cuenta (regla 1.1.4). Aunque la norma reglamentaria guarda racionalidad en sus fines, en tanto no se justifica el acopio, ni el giro de cheques para el futuro y masivamente (arg. art. 23 Ver Texto, N.L.Ch.), su cumplimiento es de difícil control en la práctica. Como en el caso anterior, esta obligación que reglamentariamente está a cargo del banco, es atendida por ellos con cargo económico al cliente, quien debe pagar de su peculio los formularios de cheques que le sean entregados. JURISPRUDENCIA La convención de cheque puede ser tácita, como ocurre en el caso de la entrega por el banco, al cuentacorrentista, de la chequera correspondiente; por otra parte, tal obligación del banco no requiere un acuerdo particular con esa institución, sino que deriva del solo hecho de la celebración del contrato de cuenta corriente bancaria (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 538; ídem, JA, 1978-III, 589; ídem, ED, 78, 411). El titular de la cuenta corriente bancaria debe recibir una libreta para que el banco anote las sumas depositadas y la fecha de los giros y extracciones (art. 794 Ver Texto, C.Com.) (Cám. Com., B, ED, 122, 418). El banco que entrega la libreta de formularios de cheques a quien la recibió falsificando la firma del titular, sin exigir la presentación del recibo agregado a cada talonario para la solicitud de uno nuevo, es la víctima de la defraudación sucedida, y no el cuentacorrentista (Cám. Com., C, LL, 108, 249). Responde el banco por el cheque falsificado, ante el titular de la cuenta, si el cuaderno fue entregado irregularmente a un tercero o no se esperó la conformidad del titular respecto de la recepción regular del cuaderno, obtenido mediante recibo entregado en ventanilla, y no con el que contiene cada cuaderno a ese efecto, conforme lo dispone el art. 4, 2º párr., L.Ch. (SCBA, LL, 154, 514). Es responsable el banco que obrando sin las más elementales normas de prudencia, otorgó a un desconocido el cuaderno de cheques para la cuenta de la actora, al parecer con la complicidad del personal que lo entregó e hizo desaparecer el cheque original pagado luego (Cám. Fed. Tucumán, LL, 132, 567; Cám. Com., B, LL, 1982-A, 259). Si bien el banco incurrió en conducta culposa, al rechazar un cheque con la leyenda "falta conformidad libreta de cheques, con fondos suficientes acreditados en cuenta", ello carece de entidad para la procedencia de reparación por daño moral (Cám. Com., C, LL, 1981-C, 397). La responsabilidad del banco girado por no haber esperado la conformidad del titular de la cuenta en los casos que exige tal conformidad el art. 4, L.Ch., para dar curso al pedido de entrega de cuadernos de cheques, se sitúa fuera del derecho cambiario y está regida por los principios generales de la culpa civil (del voto de los Dres. Izquierdo, Sarrabayrouse Varangot, Anzorreguy y Althabe (SCBA, ED, 55, 54). El cliente tiene obligación de controlar todas y cada una de las fórmulas que integran cada cuaderno de cheques al momento que los recibe, así como también tiene el deber de custodia de esos elementos (Cám. Com., B, JA, 1986-III, 342 Ver Texto). c) Tener la cuenta al día. El banco está obligado a tener sus cuentas corrientes al día, para fijar su situación respecto del cliente (art. 797 Ver Texto, C. Com., y regla 1.2.2.1). La norma legal y la reglamentaria mencionadas son una consecuencia directa del carácter del crédito disponible existente en la cuenta corriente en favor del cliente (512) , que es exigible a la vista (art. 23, L.Ch.). De otro lado, ellas consagran una de las diferencias sustanciales entre la cuenta corriente bancaria y la cuenta corriente mercantil, en tanto en ésta el cierre sólo tiene lugar en la fecha convenida -pues de lo contrario no importaría una concesión recíproca de crédito-, con la consiguiente compensación de las masas indivisibles del debe y haber, a fin de determinar el saldo; en aquélla la compensación se opera de pleno derecho al asentarse cada partida de débito y crédito, obteniéndose el saldo; que si es en favor del cliente queda a disposición de él, y si es en favor del banco, éste puede exigirlo al vencimiento del término convenido, o, en su defecto, previo cierre de la cuenta, con aviso de diez días de anticipación (art. 792 Ver Texto, C.Com.). JURISPRUDENCIA El art. 797 Ver Texto, C.Com., impone a los bancos tener sus cuentas corrientes al día, para fijar su situación al respecto. Idéntica e innecesaria trascripción de esa norma legal se efectúa en la circular reglamentaria dictada por el Banco Central (Cám. Com., C, LL, 1989-C, 168). La responsabilidad que asume la entidad bancaria en razón de la apertura de una cuenta corriente, es su ulterior obligación de mantener incólumes los derechos del cliente efectuando los asientos por créditos y débitos, propios de la naturaleza y funcionamiento de la cuenta, y viene impuesta en defensa de los derechos del cuentacorrentista sobre las cantidades depositadas (Cám. Com., B, LL, 1986-B, 371). Si bien el depósito en cuenta corriente protege el interés del cliente en cuanto a la conservación de las sumas depositadas, no se debe olvidar que el banco las utiliza para el cumplimiento de sus operaciones activas; que por las especiales características de que existe interés de parte del depositante de lograr la restitución a la vista de dichas sumas, de donde resulta que no existe manifestación de voluntad alguna por la cual se pretenda constituír su servicio de depósito por un plazo determinado (Cám. Com., B, LL, 1980A, 164). La cuenta corriente bancaria se caracteriza -entre otros matices- por: 1) no existe reciprocidad de remesas; 2) los valores remitidos quedan a disposición del cliente; 3) la situación de acreedor y deudor se puede terminar en cualquier momento; 4) la compensación es de pleno derecho al quedar definitivamente incorporada la partida en la cuenta (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). Asimismo, se ha declarado que en la cuenta corriente bancaria hay un destino fijo o especial de los valores que ingresan, pues los bancos están obligados a mantener en favor del girante una cantidad equivalente disponible a la vista (Cám. Fed. Rosario, LL, 43, 617). Una vez abierta la cuenta corriente el banco debe estar atento a su funcionamiento, en general y, en su caso, a toda anomalía o irregularidad en particular (Cám. Com., B, ED, 137, 742); dentro de tales obligaciones, surge la de tener sus cuentas corrientes al día para fijar su situación respecto del cliente conforme a lo establecido en el art. 797 Ver Texto, C. Com., y en concordancia con la idéntica prescripción que trae la reglamentación dictada por el Banco Central (OPASI 1, regla 1.1.2.3.1), que estatuye la obligación de acreditar en el día los importes que se le entreguen para el crédito de la cuenta corriente (regla 1.1.2.3.2) (Cám. Com., A, ED, 131, 636). La naturaleza de las relaciones del banco con su cliente supone el conocimiento permanente por parte de éste, del estado de la cuenta, atento a las normas específicas que obligan al banco a tenerlas al día para fijar su situación frente a su cliente, lo cual es correlativo con la facultad de éste para solicitar en cualquier momento cuál es el saldo obrante en cuenta (Cám. 1ª San Nicolás, Z, 27-J, 163). Ello es congruente con la obligación del banco de mantener a disposición del cuentacorrentista las sumas acreditadas o depositadas para atender las órdenes que éste imparta, porque la entidad bancaria cumple dos funciones: custodia el dinero y atención del servicio de caja, que en este caso se desarrolla mediante el libramiento de cheques (Cám. Fed. C.C., II, LL, 1992-E, 184). Si el banco, por una grave torpeza, incluyó débitos en la cuenta corriente bancaria que no correspondía efectuar, y ellos motivaron el rechazo de cheques y, ulteriormente, el cierre de la cuenta, es pasible de que se le requiera indemnización por el daño moral causado (Cám. Com., E, LL, 1987-D, 619). Si el banco debitó indebidamente una o varias sumas de una cuenta corriente bancaria, debe devolver al cliente la suma en cuestión, con más sus intereses compensatorios devengados desde las fechas de los respectivos débitos (Cám. Com., A, ED, 55, 606). Si en cumplimiento del deber de mantener las cuentas corrientes al día, el banco puede acreditar sumas en una cuenta abierta a orden de más de un cuentacorrentista sin tener la previa autorización de todos, no es admisible que debite en una cuenta de esa índole obligaciones asumidas por uno solo de ellos y ajenas al contrato, sin contar con el consentimiento expreso de los demás interesados (Cám. Com., E, ED, 140, 378). Si en una cuenta se ingresó contablemente el importe de un cheque éste ha quedado incorporado al patrimonio del titular de la cuenta. De modo que si el banco girado efectuó el pago por error, tiene derecho a incoar repetición de dicho monto de parte del banco depositario-presentador del cheque de marras -quien a su vez lo acreditó en la cuenta de un cliente suyo que lo depositó al cobro-, pero no para recuperarlo propria manu. Ello es así, pues la dación de fondos mediante asientos de contabilidad es la modalidad regular de tradición del valor monetario en el sistema interbancario de compensación, por lo que bastan para determinar la traslación de dominio del dinero en cuestión (Cám. Com., D, ED, 141, 227, con nota de J. L. Anaya). No existiendo provisión de fondos disponibles, el banco no está obligado a pagar el cheque librado por su cliente, ni éste tiene derecho a reclamar su pago; en consecuencia, si en virtud de una errónea acreditación de fondos se concretó un pago de quien no era deudor a quien tampoco era acreedor, se configura una hipótesis de pago sin causa, sea que se adopte la tesis más restringida o la de mayor amplitud (Cám. Fed. C.C., I, ED, 98, 587); si la cuenta opera a orden recíproca, deberá perseguir la repetición de lo pagado sin causa, contra el cotitular que dispuso de esos fondos, y no contra ambos titulares (Cám. Com., B, ED, 150, 464, con nota de P. M. Giraldi). La acción que se intente es derecho común, emerge del contrato de cuenta corriente bancaria y procede aun cuando hubiera existido error en la confección del informe del estado de cuenta, pues en definitiva por ese medio el librador ha dispuesto de una suma indebidamente acreditada (Cám. Fed. C.C., I, ED, 98, 587). Si el banco pagó un cheque depositado en caja de ahorro, que ulteriormente no pudo ser cobrado ante el banco girado, por falta de fondos, no podrá hacérselo responsable por este hecho, ya que ello implicaría hacerlo partícipe de las relaciones jurídicas existentes entre el depositante, el librador y el banco girado, a las cuales es totalmente ajeno (Cám. Fed. C.C, III, ED, 152, 194, con nota de M. Bonfanti); en tal caso estará perfectamente facultado para debitar el importe del cheque, depositado y devuelto, mediante un contraasiento o exigir su reembolso (Cám. C.C., III, 26/8/1992, "Banco de la Nación Argentina c. Pedri, M. E." Ver Texto). d) Acreditar los importes depositados. La regla 1.2.2.2 dispone que es obligación del banco acreditar en el día los importes que se le entreguen para el crédito de la cuenta corriente. Sin embargo, esta norma reglamentaria sólo puede cumplirse cuando tales depósitos sean en efectivo o de cheques librados contra la misma casa del banco girado, en la cual está radicada la cuenta corriente. Si los cheques depositados son girados sobre otras sucursales del mismo banco o sobre otros bancos distintos, la obligación del banco depositario debe cumplirse dentro de los plazos del clearing que corresponda según la ubicación del banco girado (v.gr., 24, 48, 72, 96 horas, etc.). JURISPRUDENCIA Los bancos deben tener sus cuentas corrientes al día para fijar su situación respecto del cliente (art. 797 Ver Texto, C. Com.). Idéntica prescripción contiene la OPASI 1 (punto 1.1.2.3.1), que estatuye la obligación del banco de "acreditar en el día los importes que se le entreguen para el crédito de la cuenta corriente" (punto 1.1.2.3.2) (Cám. Com., A, ED, 131, 636). Tratándose de cheques depositados en cuenta corriente, la trasmisión del título no se produce por una trasferencia en propiedad, sino en función del mandato conferido al banco depositario para que efectivice el pago ante el banco girado (Cám. Com., A, LL, 1989-C, 169). La cuenta corriente bancaria ofrece características especiales que la distinguen de la cuenta corriente mercantil. Su naturaleza y necesaria estabilidad exigen que las acreditaciones sean definitivas, y es porque revisten tal carácter y en salvaguarda de su responsabilidad, que el banco adopta la precaución de prohibir que se gire sobre la suma depositada en cheques, hasta después de haber trascurrido un determinado plazo desde que se efectuó el depósito -en el caso, 48 horas- (Cám. Fed., LL, 3, 757). En orden a las funciones que asume el banco en donde el cliente ha abierto su "cuenta corriente", aquél ha podido depositar un cheque en su banco para que éste efectúe la presentación al banco girado, directamente o por medio de una cámara compensadora o "clearing", que es su equivalente (art. 28, L.Ch.). En este caso, el primer banco actúa como mandatario de su cliente y la obligación y responsabilidad de poner la constancia de la negativa de pago, no pesa sobre el banco depositario, ni sobre la cámara compensadora, sino sobre el banco girado (art. 38, L.Ch.). El banco depositario cumplirá sus obligaciones verificando la firma del último endosatario, por tratarse de su cliente, y efectuando diligentemente la presentación del cheque ante la cámara compensadora (Cám. Com., LL, 1980-A, 164). La incorporación del crédito a la cuenta corriente bancaria no produce novación (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). La cuenta corriente bancaria exige, para su existencia, la del correspondiente contrato básico; por tanto, para la procedencia de la inclusión de partidas extrañas a ella, se requiere acuerdo de las partes (Cám. Com., B, LL, 154, 152). Del mismo modo en que el banco acredite activos en la cuenta corriente de su cliente, cuando estima que así debe ser (ya se trate de un depósito en efectivo, de una autorización para girar en descubierto o del cobro a un tercero por mandato de un cliente, etc.), puede dejarlos sin efecto (Cám. Com., D, LL, 1984-A, 549). La disposición del art. 793 Ver Texto, C.Com., no excluye la rectificación de un error evidente (Cám. Com., B, LL, 151, 50), máxime si no es desconocido por el propio cuentacorrentista (Cám. Com., A, LL, 133, 613). Sin embargo, también se ha declarado que el banco no puede, en ningún caso, por su sola voluntad, proceder a anular partidas definitivamente incorporadas a la cuenta corriente del cliente; porque si creyó que las acreditaciones eran indebidas, pudo ejercer las acciones judiciales correspondientes (Cám. Fed., LL, 3, 757). Si el banco depositario recibió un cheque para acreditar en cuenta del cliente y lo hizo en otra distinta del beneficiario, debe indemnizar daños que produjera su actividad negligente (Cám. Com., B, LL, 1980-C, 374). A la acreditación sin causa del cheque carente de fondos y a la extracción de su importe, debe seguir el reintegro por el cuentacorrentista, regularizándose la situación entre las partes del contrato de cuenta corriente (Cám. Com., A, LL, 1984-A, 564). Dado que el banco pagó el cheque depositado cuando no funcionaba el "clearing", contemplando exclusivamente el interés del cliente, y no el propio, y no teniendo en cuenta el momento verdaderamente excepcional derivado de la huelga, la aplicación rigurosa del art. 793, en cuanto establece que los extractos son definitivos, importaría dar al caso una solución manifiestamente inequitativa, que no impone la ley (Cám. Com., A, LL, 133, 613). El banco depositario y presentador del cheque puede ser calificado académicamente como mandatario del cliente que depositó el cheque para ser cobrado por medio de una cámara compensadora, pues ésta solo acepta cheques presentados por bancos; pero no se puede considerar un mandatario convencional del cliente ante los terceros afectados por su propia prestación contraria a derecho (el hecho ilícito consistió en haber recibido un cheque "no a la orden" de un sujeto distinto del beneficiario, carente de endoso u otra forma de trasmisión en favor del depositante) en el servicio de recepción, presentación, cobro y entrega de los fondos al cliente. Ante el eventual perjudicado el banco es un tercero que responde en virtud del art. 1109 Ver Texto, C.Civ., por la comisión de un hecho culposo llamado cuasidelito (Cám. Com., D, ED, 139, 626, con nota de M. A. Bonfanti; ídem, JA, 1990-III, 323 Ver Texto; ídem, 1991-I, 598 Ver Texto). El banco donde se efectivizó el depósito no puede excluír su responsabilidad por la omisión de verificar la existencia del último endoso, sea ello concientemente o sea por la simple omisión, error o negligencia (Cám. Com., D, JA, 1991-II, 137 Ver Texto), pues constituye un deber de ese banco "presentador" de un cheque a una cámara compensadora identificar previamente al depositante, mediante la verificación de su firma, con la precisa finalidad de establecer la coincidencia entre la persona de aquél y el legitimado para cobrar el título (arts. 7 , 32 y 34 , inc. 5, decr.-ley 4776/63), aun cuando el depósito se hubiera efectuado mediante la utilización del sistema de cajeros automáticos. Se puede examinar las siguientes decisiones sobre el particular: Sala B, LL, 1980-C, 374; Sala C, diario ED, 6/8/93; Sala D, ED, 139, 627; Cám. C.C., II, B. Blanca, ED, 102, 672 (Cám. Com., D, LL, 1995-B, 166). Si el banco al retomar el cheque del sistema de compensación frustrado por la falta de endoso, pudo ulteriormente reenviarlo al "clearing" sin que el cliente beneficiario extendiera por sí mismo tal acto cartular, faltante en el primer intento, bien pudo hacer tal cosa en esa primera oportunidad (Cám. Com., D, JA, 1991-II, 137 Ver Texto). Si bien la cesión de un cheque "no a la orden" se puede hacer en el mismo cheque o en instrumento por separado, con notificación del deudor cedido; no se puede utilizar un simple endoso en blanco, invocando la norma que trae el art. 1456 Ver Texto, C.Civ., sino que debe ser un endoso nominativo, para contener así la enunciación mínima indispensable de los elementos esenciales de todo acto jurídico (Cám. Com., C, ED, 153, 282, con nota de P. M. Giraldi). El banco no es responsable por el importe de un cheque depositado en una cuenta corriente y que se extravió, si no se acredita el perjuicio sufrido o la posibilidad de su padecimiento por el actor, al menos la posibilidad de que éste pudiera, munido del cartular, exigir el cobro al librador (Cám. Com., JA, 1992-II, 347 Ver Texto). e) Envío de un extracto o liquidación de la cuenta. El banco debe enviar al cuentacorrentista, como máximo 8 días después de finalizado cada trimestre o el período convenido con él, un extracto de la cuenta con detalle de las imposiciones, extracciones y saldos registrados en el período que comprende, suscrito por las firmas autorizadas -salvo que se utilice sistemas mecanizados-, pidiéndole la conformidad por escrito (regla 1.2.2.3, 1er. párr., y art. 793 Ver Texto, ap. 1º, C.Com.). En la práctica -decía años atrás uno de los autores de esta obra- los bancos usan, al menos en cuanto a los depósitos en cuenta corriente, un medio carente de autenticidad: remiten un memorándum con el saldo, por correo, con carta simple, lo cual imposibilita determinar con seguridad si efectivamente el cliente recibió el aviso, y aun cuando admita la recepción, el día en que tuvo lugar. Empero, es difícil que ocurran dificultades, pues aparte de que la liquidación es sumamente sencilla, ya que al asentar cada partida se establece el saldo y las cuentas son revisadas minuciosamente, se las somete a una nueva revisión en caso de que el cliente libre un cheque por cantidad superior al saldo (513) . A lo que se puede agregar, en la actualidad, que las dificultades apuntadas, en la mayoría de los casos son superadas por la contabilidad computarizada, que permite el envío de todo el movimiento, generalmente sin errores, y tales envíos se llevan a cabo, con frecuencia, por medio de mensajerías privadas con servicio "puerta a puerta". Como en otros casos ya señalados, los bancos cobran determinados importes por la confección del extracto que remiten. El incumplimiento de la obligación que nos ocupa, por parte del banco, carece de sanción específica, por lo cual sólo puede acarrear la responsabilidad común por daños y perjuicios (514) . Sólo resta puntualizar que el banco no queda relevado de esta obligación invocando que el cliente puede ejercer la facultad de consultar frecuente o diariamente el saldo que registra la cuenta corriente (regla 1.2.2.5). JURISPRUDENCIA El banco cumple con su obligación de remitir el estado de cuenta si lo hace al domicilio constituído con la apertura de la cuenta corriente bancaria, mientras no sea cambiado expresamente por el cliente (Cám. Fed. C.A., I, LL, 1986-E, 99); por tanto, no se puede considerar operado el cambio cuando en documentación perteneciente a otra oficina externa o en boletas de depósitos conste otro domicilio (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 549). Los extractos que los bancos deben mandar a los clientes implican una simple rendición de cuentas que no provoca el cierre provisorio de la cuenta corriente bancaria (del voto de la minoría) (Cám. Com., en pleno, LL, 1985-A, 19). El banco no puede, en ningún caso, por su sola voluntad, anular partidas definitivamente incorporadas a una cuenta corriente del cliente, y si creyó que las acreditaciones eran indebidas, pudo ejercer las acciones judiciales correspondientes (Cám. Fed., LL, 3, 757). Si bien los saldos no se los puede discutir cuando no fueron observados en el lapso marcado por la ley, ello no implica ni se refiere a aquellos casos en que el perjuicio del cuentacorrentista surge de una negligencia evidente del banco, que se apartó de las más elementales normas del caso y en que aparece una maniobra por parte de quienes intervinieron en la entrega del cuaderno de cheques y en la posterior desaparición del cheque del banco (Cám. Fed. Tucumán, LL, 132, 567). La aprobación de las cuentas y sus saldos, en aplicación de lo reglado por el art. 793 Ver Texto, C. Com., no precluye el derecho de obtener esa rectificación por errores u otros vicios que padezcan, de análoga manera a lo que acontece con la aprobación de cuentas rendidas conforme a lo dispuesto por el art. 73 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., C, LL, 1986-B, 605; A, LL, 133, 613; B, LL, 151, 50; D, LL, 1984-A, 549). Se presume conformidad con el movimiento registrado en el banco, si dentro de los treinta días de vencido el respectivo período no se formula reclamo o no se reclama la entrega del extracto por no haberlo recibido (art. 793 Ver Texto, C.Com.; regla 1.1.2.3.3, OPASI I). Ello es una presunción iuris tantum que no puede prevalecer frente a la obligación del banco de mantener incólumes los derechos del depositante efectuando los asientos por créditos y débitos, no sólo en los plazos legales, sino en forma correcta. Por ello, habiendo quedado probado que la entidad bancaria no cumplió con dicha obligación, corresponde hacer lugar a la demanda por el resarcimiento deducida en estos actuados (Cám. Com., B, LL, 1986-B, 371). El hecho de no haber recibido los resúmenes de cuenta, carece de ponderabilidad, especialmente en el juicio ejecutivo, puesto que el deudor tenía a su disposición los medios técnicos señalados en la circular reglamentaria, para controlar y hacer rectificar, eventualmente, los errores o excesos en las registraciones del movimiento de su cuenta. Si no lo usó, la presunción de ser correctas ampara al banco (Cám C.C., I, B. Blanca, LL, 1989-A, 520). El titular de una cuenta corriente bancaria debe recibir una libreta para que el banco anote las sumas depositadas y la fecha, y los giros y extracciones y sus fechas (art. 794 Ver Texto, C. Com.). Esa libreta ha caído en desuso y ha sido sustituída por un sistema de hojas móviles donde se registran los movimientos de la cuenta, que quedan en poder del banco. Periódicamente éste remite al cliente un duplicado de la hoja o extracto para su información y conformidad (conf. art. 793 Ver Texto, C.Com., modif. regla 1.1.2.3.3, OPASI 1) que establece la presunción iuris tantum de conformidad por parte del cliente con el movimiento registrado, si dentro de los 30 días de vencido el período no reclama por las operaciones o por no haber recibido el extracto (Cám. Com., B, ED, 122, 418). Reiterándose que la aprobación de las cuentas corrientes y sus saldos en virtud del art. 793 Ver Texto, C.Com., no precluye el derecho a obtener su rectificación en razón de errores u otros vicios formales que padezca (Cám. Com., C, JA, 1985-II, síntesis; Cám. C.C., IV, Rosario, LL, 1994-A, 219, con nota de O. R. Gómez Leo). Si la tasa de interés aplicada por una entidad bancaria conduce a resultados incompatibles con la moral y las buenas costumbres, está viciada de nulidad absoluta, y siendo que ésta no puede ser objeto de renuncia anticipada, no se puede considerar aquella nulidad subsanada por el consentimiento tácito del cuentacorrentista, entendiendo que tal consentimiento se ha operado a partir de la carencia de impugnación del resumen de cuenta recibido en los términos del art. 793 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., C, LL, 1995-D, 802). f) Informar el saldo de la cuenta. Es obligación del banco dar información al cuentacorrentista cada vez que éste se presente en la institución a requerir el saldo que registra la cuenta (regla 1.2.2.5). A esos efectos, es de práctica presentar el formulario especial destinado al efecto, firmado por el titular de la cuenta o, en su caso, por la persona a cuya orden gira ella, indicando la fecha y el número de la cuenta. El dato que se suministra se extrae de planillas computarizadas y que corresponde al saldo resultante del movimiento del día anterior al de la solicitud. Ésta, en protección del secreto bancario que tiene que observar el banco, no podrá ser efectuada por teléfono o por personas no autorizadas a ese efecto. En la práctica, la presentación del formulario especial de solicitud del saldo, debidamente firmada por el cliente, supone la autorización de éste para efectuar el requerimiento. Esta obligación de informar del banco hacia el cliente tiene por finalidad exclusiva que éste tome conocimiento de si tiene crédito disponible para girar sobre él o, en su caso, de la necesidad de cubrir el saldo deudor que arroje la cuenta, debiendo reiterarse que no produce efectos jurídicos sobre el término y el derecho de impugnación del saldo que tiene el cliente, en virtud de la notificación que prevé el art. 793, ap. 1º, y regla 1.2.2.3, in fine, estudiadas en el parágrafo anterior (letra e). En la actualidad la información del saldo de la cuenta también se la puede extraer con una tarjeta computarizada, sea mediante un cajero automático, sea mediante una pantalla o monitor que se habilita al solo efecto de obtener el dato actualizado. (512) V.: Gómez Leo, Instituciones, III, 205. (513) V.: Fernández, III, 305. (514) Conf.: Segovia, II, nº 262; Malagarriga, V, nº 211. g) Verificar el número y la firma del cheque y la legitimación del presentante. El banco girado tiene la obligación de controlar la regularidad del cheque, en su calidad de orden de pago destinada a hacer funcionar el servicio de caja, en los siguientes aspectos: I) que el cheque, según su numeración, corresponda al cuaderno entregado y recibido por el cliente (arts. 4 Ver Texto y 35 Ver Texto, inc. 3, N.L.Ch.); II) verificar la autenticidad de la firma de quien o quienes han librado el cheque presentado, con la que esas personas han registrado en el banco. Tal verificación debe ser efectuada "con el alcance de ley", dice la regla 1.2.2.7; ello significa que el banco debe abstenerse de pagar cuando la firma que trae el cheque "fuera visiblemente falsificada" (arg. art. 35 Ver Texto, N.L.Ch.). "La falsificación se considerará visiblemente manifiesta cuando puede apreciarse a simple vista, dentro de la rapidez y prudencia impuestas por el normal movimiento bancario en el cotejo de la firma con la registrada en el banco, en el momento de su pago" (art. 36 Ver Texto, in fine, N.L.Ch.) (515) . III) Cuando se trata de un cheque librado al portador (art. 6 Ver Texto, inc. 3, N.L.Ch.), bastará que el girado compruebe la legitimación real del portador exteriorizada mediante la presentación del documento (art. 32 Ver Texto, ap. 2, N.L.Ch.). Según la norma expresa del art. 18 Ver Texto, N.L.Ch., el hecho de que tal cheque al portador hubiera sido endosado, no hace variar los controles que el girado debe realizar y el cheque debe ser pagado al tenedor que lo presente al cobro. Si es de un cheque librado en favor de una persona determinada (art. 6 Ver Texto, inc. 1, N.L.Ch.) que no circuló, será pagado al tomador o beneficiario. Si circuló mediante endosos, el girado deberá constatar la regularidad formal de la cadena de endosos, pero no la autenticidad de las firmas de los endosantes y verificar la firma del presentante que deberá insertarse con carácter de recibo de pago del cheque (art. 32 Ver Texto, ap.1, N.L.Ch., y regla 1.2.2.9 s/Com "A" 2514). Si los endosos carecieran de los datos identificatorios establecidos por el B.C.R.A. (regla 1.3.4.2), ello no obstará al pago (art. 14 Ver Texto, ap. 3, N.L.Ch.). Si el cheque ha sido librado con la cláusula "no a la orden" -que en la nueva ley no admite expresiones equivalentes- (art. 6 Ver Texto, inc. 2, N.L.Ch.), se deberá constatar que el presentante es el beneficiario o su mandatario; si el cheque circuló, deberá presentarse la cesión de crédito, por escrito y notificada, en favor del presentante (arts. 1454 Ver Texto, 1456 Ver Texto y 1459 Ver Texto, C.Civ.). JURISPRUDENCIA La mayor o menor perfección de la falsificación tiene importancia cuando se trata de la firma del librador puesta en uno de los cheques correspondientes a sus cuadernos (art. 36, inc. 1, L.Ch.) y el banco debe cuidar que se observe esta relación entre el cuaderno y el cheque, porque de otro modo él es responsable en virtud del art. 35, inc. 3, L.Ch. (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 571). Si no medió sólo falsificación de la firma y sello del librador, sino también de la fórmula misma del cheque, en el cual se adulteró el número de identificación, no se trata del caso aludido en los arts. 35, inc. 1, o art. 36, in fine, L.Ch. (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 571). La suscripción es falsa, tanto si ha sido colocada por una persona distinta de aquella que se designa y que existe realmente, como cuando contiene el nombre y apellido o razón social de una persona que no existe; tanto si ha sido estampada por una persona distinta sin el consentimiento de la persona designada o con su consentimiento; cuando a la firma inicialmente autógrafa, se le introducen modificaciones sucesivas que llegan a trasformarla (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). En lo atinente a la falsificación de la firma del librador, nuestra ley declara bien o mal verificado el pago hecho por el banco, en consideración al grado de evidencia de la falsedad de aquélla, analizada a simple vista y atento a la rapidez propia del acto, pero también a la prudencia exigible en el normal desenvolvimiento bancario (Cám. Com., B, LL, 153, 16; A, LL, 154, 59). Si bien los empleados de banco están obligados a prestar especial cuidado al examen de las firmas que se presentan al cobro, realizando un prolijo examen de ellas con base, especialmente, en la habitualidad de los cotejos que le confieren conocimiento y experiencia suficiente para apreciar la autenticidad con competencia, también es cierto que no se puede exigir a esos empleados una pericia similar a la de un experto en la materia, capaz de advertir las adulteraciones sobre la base de los conocimientos y técnicas propios de la profesión de calígrafo (Cám. Com., A, ED, 101, 796; ídem, Rep. LL, XLIII, 211; C, Rep. LL, XLII, 204; Cám. Fed. C. C., I, LL, 1980-C, 481; Cám. Fed. C.C., LL, 126, 332). La determinación acerca de la visibilidad de la falsificación de la firma (arts. 35 y 36, L.Ch.) no está sometida a juicio de peritos, sino a la apreciación de los jueces (Cám. Com., C, Rep. LL, XLII, 204). Ello no desmerece el importante asesoramiento que los expertos pueden suministrar al juez, sino que acentúa la insuficiencia de meros criterios técnicos para resolver cada caso, y se destaca la fluidez con que se debe interpretar la regla del art. 476 Ver Texto, C.Proc., en estos supuestos en que no se cuestiona la falsedad de la firma, sino la posibilidad de advertirla obrando con diligencia (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 568). El control, revisación y constatación de la autenticidad del cheque y sus condiciones corre por cuenta del banco, cuya función en el contrato es el pago de la orden real con la suma de que es depositario; que el banco aplique o no medios idóneos o los aplique en cheques de un monto dado, solamente, es cuestión de su propio criterio, riesgo y conveniencia (Cám. Com., A, LL, 156, 183; ídem, LL, 1976-A, 209). Resulta legítimo presumir, ante la falta de prueba alguna que permitiera siquiera suponer que las fórmulas falsificadas hayan estado antes o después que la maniobra delictiva en poder o custodia del cuentacorrentista, que la falsificación de las fórmulas mismas de los cheques en las cuales se adulteró el número de identificación, no fue realizada en las integrantes de los cuadernos recibidos por la actora (art. 4, L.Ch.), su pago compromete la responsabilidad del girado (arts. 35, inc. 3, y 36, inc. 1, L.Ch.) (Cám. Com., A, LL, 1975-C, 152). El banco que por propia negligencia pagó un cheque con firma visiblemente falsificada tiene derecho a repetir del tercero a quien acreditó su importe, pues se trata de un pago indebido, hecho por error y sin causa (arts. 784 Ver Texto y 792 Ver Texto, C.Civ.) (Cám. Com., B, LL, 115, 482). Si la serie es un medio de identificación que utiliza la institución bancaria y si en los cheques falsificados no coincidía con los entregados al titular de la cuenta, bien se puede afirmar que desde ese punto de vista la falsificación resultaba visible, y que si el banco hubiere realizado un detenido examen de los documentos, el engaño podría haber sido evitado (Cám. Fed. C.C., I, LL, 1980-C, 481). El fundamento del art. 35, inc. 3, L.Ch., es obvio, ya que si el titular de la cuenta no ha intervenido en absoluto en la confección del cheque, como ocurre con otras hipótesis de adulteración, es claro que en la distribución de los daños se debe orientar como principio al banco girado, que es quien tiene la mayor posibilidad de controlar el carácter genuino de la orden de pago (Cám. Fed. C.C., I, LL, 1980-C, 481). El art. 36, in fine, L.Ch., es una cláusula limitativa de la responsabilidad estrictamente especificativa, respecto de un caso concreto en que se hace mención del cotejo con la firma existente en el banco, lo que no ocurre con las adulteraciones (Cám. Com., A, LL, 154, 59). Tratándose de títulos (cheques) al portador, la obligación del banco se limita a la verificación de la autenticidad de la firma y que el cheque pertenezca a los cuadernos oportunamente entregados al cliente, sin que sea posible exigirle mayores recaudos, a menos que circunstancias extrañas llamen la atención al empleado pagador (Cám. Com., A, Rep. LL, XLIII, 211; ídem, ED, 101, 796). El cheque al portador legitima para su cobro a cualquier persona que lo posea, sin importar su identidad. Su individualización por el banco nunca podrá tener por fin obstaculizar el pago del cheque, sino simplemente dejar registrado el nombre del tenedor que lo cobró. Sólo cuando circunstancias excepcionales llamen la atención del empleado pagador, haciéndolo sospechar de la autenticidad del documento, puede pretender identificar al portador o adoptar otros recaudos, pero ello no será la regla general (Cám. Com., A, ED, 101, 796). Los daños y perjuicios originados por el pago de un cheque adulterado se rigen -con relación al banco pagador- según las reglas de la responsabilidad contractual en razón del vínculo entre librador y el girado, ya sea por la relación nacida de la apertura de la cuenta corriente bancaria o del llamado pacto o contrato de cheque, siendo aplicable los arts. 34, inc. 3, y 37, L.Ch. (Cám. Com., C, LL, 1980-D, 745). Los bancos sólo están obligados a verificar la firma del librador y del último endosante (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 567). La entidad bancaria ha trasgredido la intrasmisibilidad propia del cheque "para ser depositado en la cuenta de. . .", ya que no otra cosa significa haber procedido a acreditar su importe en una cuenta distinta de la del beneficiario, y ello sin perjuicio de la responsabilidad en que solamente por este último hecho ha incurrido (Cám. Com., B, LL, 1980-C, 374). El error -voluntario, malicioso o cometido por ignorancia- del empleado del banco que con conocimiento de la gerencia admite el depósito de un cheque "no a la orden" con un simple endoso, responsabiliza plenamente al banco por los perjuicios sufridos por el beneficiario del título (Cám. C.C., I, B.Blanca, Rep. LL, XLIII, 211; Cám. Fed. C.C., LL, 153, 58). El art. 34, inc. 3, L.Ch., nada expresa de que el raspado, interlineado, etc., sea visible en forma manifiesta, a diferencia de lo que ocurre con la firma, que para responsabilizar al banco debe ser visiblemente falsificada (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 538). Es responsable el banco por el pago de un cheque con la cantidad adulterada, si a simple vista se notaba en el cuerpo del documento una diferencia de coloración, siendo el importe de una cuantía infrecuente y notablemente desproporcionada con los montos de los miles de pagos que se efectuaron por medio de la cuenta (Cám. Com., C, LL, 1980D, 745). Existen fallas graves que responsabilizan al banco si pagó el cheque debitándolo en una cuenta bancaria cuando no había fondos suficientes disponibles, aun cuando el documento presentaba signos de alteración (raspado y borrado) detectables a simple vista y no pertenecía a los cuadernos entregados al titular de la cuenta (art. 4, L.Ch.) (Cám. Com., B, LL, 1982-A, 259). La responsabilidad reglada en los arts. 34 y 36, L.Ch., no es cambiaria, sino de derecho común; ambos versan sobre el derecho interno entre el librado y el banco, que debe ser juzgado conforme a los principios que rigen el pacto de cheque (Cám. Com., B, LL, 133, 1001). La norma del art. 36, L.Ch., como limitativa de la responsabilidad, debe ser considerada restrictivamente, y el análisis no se debe referir sólo a la manifiesta visibilidad de la adulteración, sino que se debe apreciar también todas las otras circunstancias que rodean el caso y dentro del normal desenvolvimiento bancario, para el cumplimiento de la obligación que impone el art. 34, inc. 3, L.Ch., dentro de las normas generales sobre responsabilidad (arts. 512 Ver Texto y 902 Ver Texto, C.Civ.) (Cám. Com., A, LL, 154, 59). El art. 34, inc. 3, L.Ch., establece una prohibición para el banco de pagar el cheque en los casos enumerados, y no una simple facultad (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 567). La expresión "a simple vista" no excluye, de ninguna manera, que se deba poner en la revisación de los cheques la debida cautela (Cám. Com., A, LL, 154, 59). La coincidencia que una falsificación similar sorprenda a los empleados de dos bancos, no es prueba suficiente de que ella no es visible y manifiesta (Cám. Com., A, LL, 154, 489). En la hipótesis del art. 35, inc. 1, L.Ch., se trata de una responsabilidad objetiva, por lo que basta la existencia del hecho previsto por el legislador, para que surja la responsabilidad. Sin embargo, la apreciación de si medió culpa de una u otra parte o de ambas, debe hacerse sobre la base del modus operandi en el pago de los cheques, que impone al banco la precaución mínima de confrontar la autenticidad de la firma comparándola con la registrada en la institución (Cám. 1ª C.C. y M. San Juan, JSJ, 1968-I-II- III, 187). No es necesario que existan burdas adulteraciones, raspados o enmiendas, basta que el cheque presente características que llamen la atención, despierten sospechas o inspiren dudas, para que se deba extremar las precauciones, y sólo después decidir su pago o rechazo (Cám. Com., A, LL, 154, 59). El banco resulta exculpado de su infracción a las reglas de la cuenta corriente bancaria, si la falsificación no fuera perceptible, pero si la fácil visibilidad de la falsificación fue negada por el banco, éste debe acreditar esa circunstancia (Cám. Com., D, LL, diario 30/11/89, fallo 87.912). Aunque la firma no haya sido falsificada en forma manifiesta, ello no autoriza a responsabilizar al titular de cuenta, si la falsificación no fue realizada en una fórmula integrante del cuaderno recibido por aquél (art. 4, L.Ch.) y no hay prueba alguna que permita siquiera suponer que la fórmula falsificada haya estado en custodia o en poder del cuentacorrentista (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 571). Como lo común es que los cheques sean auténticos y sólo excepcionalmente falsificados, la pérdida de tiempo que un control completo implicaría, sería para ellos un perjuicio mayor que la eventual posibilidad de una falsificación, cuya ocasional verificación sería mínima si los cuentacorrentistas adoptaran las precauciones necesarias en el manejo de las chequeras (Cám. Com., A, Rep. LL, XLIII, 211). La facultad del banco girado de negarse al pago de un cheque le impone la obligación de hacer constar esa negativa en el mismo título, con expresa mención del motivo en que se funda, de la fecha y de la hora de presentación, debiendo ser suscrita esa constancia por persona autorizada, bajo pena de que el banco responda por los perjuicios que origine (Cám. Com., C, LL, 1989-C, 168). El rechazo de los cheques "por diferir firma del librador", sólo habilita al banco girado para negar el pago del cheque sin incurrir en responsabilidad frente al librador (art. 34, inc. 3, L.Ch.), pero no dispensa a éste de la suya frente al tenedor legitimado del título (Cám. 1ª, II, La Plata, Rep. LL, XLII, 661). El art. 37, L.Ch., autoriza a "distribuír la responsabilidad entre el banco, el librador y el portador beneficiario en su caso". Esa norma es aplicable a cualquier supuesto, no obstante su literalidad, que pareciera sujeta a que "no concurren los extremos" de responsabilidad excluyente de uno o de otro. Es que la responsabilidad, en el caso, emana del derecho común y es un principio genérico que la causalidad conjunta determina la distribución de responsabilidad entre quienes contribuyeron en la producción del efecto dañoso (Cám. Com., B, LL, 1978-B, 658). Existió concurrencia de culpas del banco y del cuentacorrentista si debiendo librarse los cheques con dos firmas, una de ellas era auténtica y la otra manifiestamente falsificada. La actitud del cuentacorrentista -ya sea de suscribir en blanco el cheque o de no ejercer buena custodia de los cheques a los cuales le faltaba una firma- es demostrativa de la conducta culpable que caracteriza el art. 512 Ver Texto, C.Civ. (Cám. 1ª C.C. Tucumán, LL, 150, 498). La solución dada por el art. 37, L.Ch., al atribuír responsabilidad, en caso de culpa, al portador, viene a tornar inaplicable el derecho del banco girado a repetir el pago indebido a dicho portador de un cheque falso o falsificado con fundamento en los arts. 784 Ver Texto, 786 Ver Texto y 788 Ver Texto, C.Civ., fuera éste de buena fe o no. No se puede dudar la obligación que corresponda al portador de mala fe o la culpa grave, consagrado a dicha norma, al otorgar a los jueces el derecho de distribuír la responsabilidad entre el banco, el portador y el cuentacorrentista, de conformidad con el grado de culpa en que hubiese incurrido cada uno de ellos, según el principio de la unidad de la culpa (Cám. Com., B, LL, 1978-C, 538). En esta 2ª edición ofrecemos la jurisprudencia producida en los últimos años, separada de la anterior, en razón de que se trata de una cantidad considerable de pronunciamientos. Al distinguir entre rechazos justificados e injustificados, más que al análisis de las causas del rechazo mencionadas por la ley, corresponde referirse a los recaudos que debe tomar el girado, para no incurrir en responsabilidad respecto del librador o, en su caso, tenedor-presentante. En el caso de que no se hubieran tomado los adecuados a un obrar prudente y en pleno conocimiento de las cosas, se debe valorar la conducta seguida por el banco y sus consecuencias a la luz de lo dispuesto en los arts. 511 Ver Texto, 512, 902 Ver Texto, 1109 Ver Texto y 1113 Ver Texto, C. Civ. (Cám. Com., B, ED, 150, 246). En la atención de un buen servicio de cheque el banco está obligado a conjugar con prudencia la obligación de pagarlo inmediatamente a su presentación, con la de advertir cualquier alteración en las grafías que lo torne irregular (SCBA, ED, 53, 445). La conducta exigida por la ley a las entidades financieras, en general, en el cumplimiento de sus funciones, debe ser observada con estrictez, y la del banco girado, en particular, en el pago de cheques adulterados han de juzgarse según los parámetros de los arts. 512 Ver Texto, 902 Ver Texto, 1109 Ver Texto y 1113 Ver Texto, C. Civ. (Cám. Com., B, LL, 1991-E, 131). Siguiendo ese criterio estricto, se ha distinguido adecuadamente que el art. 36, L.Ch., al eximir de responsabilidad al banco pagador en caso de falsificación, cuando ésta no fuera visiblemente manifiesta, se refiere pura y exclusivamente a la firma estampada en el cheque; y no a la adulteración de las otras enunciaciones del título (Cám. Com., A, LL, 1994-B, 319, con nota de L. B. Parisi), dado que la primera de las normas, establece un beneficio en favor del banco girado, en atención a la dinámica de la actividad que desarrolla, por lo que no puede ser aplicada por analogía a otros supuestos distintos, como es el caso de las adulteraciones a que se refiere el art. 34, inc. 3, L.Ch. (Cám. Com., 4, LL, 154, 57). Sin embargo, aplicando un criterio más benigno también se ha resuelto que el deber de observación del banco de una alteración en el contenido de un cheque no puede ir más allá de un razonable criterio de "visibilidad" de la anomalía, semejante al que adopta el art. 36, L.Ch. De allí que si la enmienda es visible a simple vista, compete al banco rechazar el pago; pero no así cuando tal particularidad no se da (SCBA, ED, 53, 445; Cám. Com., A, LL, 154, 57, del voto del Dr. Gaibisso). Si el texto de la adulteración de la cláusula "no a la orden" no sigue de una grafía similar, en cuanto a su claridad, con la designación del primitivo beneficiario, el banco debió negarse a pagar el cheque, pues existió una circunstancia que hacía dudosa la autenticidad (art. 34, inc. 3, L.Ch.) (Cám. Com., E, JA, 1991-II, síntesis). Cuando la ley habla de raspado, testado, interlineado, borrado o cualquier otra alteración en cualquiera de sus enunciaciones, el banco debe extremar el celo en el detenido examen del título. Del resultado de esa observación dependerá el grado de responsabilidad que le pueda corresponder, ya que no es la mera falsificación grosera la que obliga al banco, sino aquella que con una atenta observación a realizar en el breve lapso que supone el normal pago del cheque, permite sospechar de cualquier anomalía que presente el título (Cám. Com., A, LL, 1994-B, 319, con nota de L. B. Parisi). El examen que sobre la adulteración del cheque debe hacer la entidad bancaria, no exige que se realice con un criterio de técnico calígrafo, pero tampoco se debe reducir al control superficial, pues el empleado que realiza esa tarea adquiere notable experiencia en la materia que lo habilita para advertir falsificaciones que podrían pasar inadvertidas a personas profanas, ya que es propio de la actividad bancaria poner celo y preocupación especiales en la disposición de los bienes confiados (Cám. Fed. C.C., I, LL, 1980-C, 481; Cám. Com., D, LL, 1994-A, 99). El empleado del banco no debe limitarse a constatar únicamente la autenticidad de la firma del cheque, pues advirtiendo el raspado y el número sobreimpreso debe examinar más cuidadosamente el instrumento y así descubrir las demás alteraciones perfectamente visibles a contraluz (Cám. Com., B, LL, 1991-E, 131). En el sistema legal vigente la determinación de la visibilidad de la falsificación a los efectos de hacer o no responsable al banco, está confiada a la directa y personal apreciación de los jueces, que pueden recurrir al asesoramiento de peritos para conocer los aspectos técnicos de la fraudulenta confección del instrumento, pero la apreciación del magistrado debe prevalecer. Se trata, pues, de juzgar no con el criterio de una pericia caligráfica, sino con el que se emplea en la práctica del comercio bancario para establecer si un cheque es -a simple vista- falsificado o legítimo (Cám. Com., B, LL, 1991-E, 131; C, LL, 1993-A, 197, con nota de J. M. Curá; D, ED, 147, 409; D, ED, 133, 547). Si bien se ha declarado acertadamente que el cheque con firma falsificada no autoriza su cobertura por el banco, aunque la fórmula sobre la cual fue confeccionado hubiera sido efectivamente entregada en forma al cliente (Cám. Com., D, ED, 133, 547), como tampoco lo debe pagar aunque el cliente no haya avisado o notificado al banco del extravío de la fórmula para librarlo (Cám. Com., C, LL, 1993-A, 197, con nota de J. M. Curá). También se ha resuelto que si la fórmula fue hurtada cuando estaba bajo custodia de su propietario y éste no explicó cuáles recaudos y precauciones había adoptado para evitar el hecho, no cabe atribuír responsabilidad al banco por haber tenido poca diligencia en el control de la firma, ya que su dueño no puso en la custodia de la fórmula un celo equivalente (Cám. Com., D, ED, 147, 409). El banco girado que no advierte que la cláusula "no a la orden" ha sido suprimida mediante su borrado, lo cual se aprecia a simple vista, no puede justificar su conducta culposa, invocando que tampoco lo advirtió el banco depositario que remitió al clearing el cheque adulterado, máxime que el sello puesto por el cajero del banco depositario permite advertir esa irregularidad (Cám. Com., D, LL, 1994-A, 99). Constituye deber del banco depositario, que presentó el cheque a una cámara compensadora, identificar previamente al depositante -su cliente- mediante la verificación de su firma, con la precisa finalidad de establecer la coincidencia entre la persona de aquél y la del legitimado para cobrar el cheque (arts. 7, 32 y 34, inc. 5, L.Ch.) (Cám. Com., D, LL, 1995-B, 166; B, LL, 1980-C, 374; C, diario ED, 6/8/93; ídem, ED, 153, 282), y ello es así aun cuando el depósito del cheque se hubiera efectuado mediante la utilización del sistema de cajeros automáticos (Cám. Com., D, LL, 1995-B, 166). Cabe atribuír responsabilidad al banco que presentó al clearing un cheque "no a la orden" que no fue depositado en la cuenta del beneficiario, ni cedido por éste en la forma exigida por la ley. En ese sentido -se agrega-, si bien la cesión se puede hacer en el mismo cheque o por instrumento separado, con notificación al deudor cedido, no se puede utilizar un simple endoso en blanco, invocando la norma que trae el art. 1456 Ver Texto, C.Civ., sino que debe ser un endoso nominativo para contener la enunciación mínima indispensable de los elementos esenciales de todo acto jurídico (Cám. Com., C, ED, 153, 282, con nota de P. M. Giraldi). Lo propio se ha resuelto cuando el banco girado pagó un cheque "no a la orden", sin endoso por la persona que lo depositó (Cám. Fed., C.C., I, ED, 53, 441). El banco donde se efectivizó el depósito del cheque no puede excluír su responsabilidad por la omisión de verificar la existencia del último endoso, sea ello concientemente, o sea por la simple omisión, error o negligencia, pues tiene una obligación profesional bancaria reglamentada que no puede ni debe soslayar (Cám. Com., D, JA, 1991-II, 137 Ver Texto). Para establecer la responsabilidad de un banco por haber recibido en depósito un cheque, sin endosar, habrá que considerar: a) si el cheque fue recibido fuera del horario de atención al público, porque los empleados han tenido más tiempo para supervisar el título; b) si ningún empleado admitió haberlo recibido, esto es un grave indicio contra el banco, pues nadie desmintió la versión del depositante sobre su advertencia de la falta de endoso; y c) si con el valor de dicho cheque el banco constituyó un plazo fijo en favor del cuentacorrentista, no es creíble que la falta de endoso haya podido pasar inadvertida. Por ende, se deberá aceptar la versión del cliente, que sostuvo haber concertado con el banco que éste se haría responsable por la falta de endoso, insertando en el título una cláusula al respecto, máxime teniendo en cuenta que ésta es una práctica frecuente en el quehacer bancario, tanto que el banco en cuestión dispone de un sello destinado a reproducir su voluntad en tal sentido (Cám. Com., D, ED, 142, 97, con nota de M. Bonfanti). Resulta improcedente el rechazo liminar de la ejecución de un cheque endosado, que se pretende fundar en la circunstancia de que al estar endosado se afectaría la prohibición del art. 42 , inc. 4, ley 23459, si tal norma se hallaba suspendida en la fecha de su libramiento por el decreto 128/90, suspensión que fue prorrogada sucesivamente por circulares del Banco Central (Cám. Com., D, JA, 1991-II, 257 Ver Texto). El banco debe negarse a atender el pago de un cheque que contiene designación conjunta de beneficiarios, cuando fue endosado en favor del presentante por uno solo de esos beneficiarios, lo cual hace que el presentante carezca de legitimación activa para cobrar el cheque (Cám. Com., E, LL, 1991-II, síntesis). h) Otorgar certificación de cheques. Es también obligación del banco girado proceder a la certificación de cheques en los términos de los arts. 48 Ver Texto y 49, N.L.Ch., y regla 1.3.5, cuando el librador o el beneficiario del cheque de que se trate así lo soliciten. Cuando la solicitud de certificación proviene del beneficiario del cheque, esta obligación del banco resulta del contrato de cuenta corriente que tiene concertado con el cliente, por el cual se ha comprometido a atender el servicio de caja contraído, según las normas legales y reglamentarias vigentes; cuando el solicitante sea un simple portador del cheque la obligación del banco de certificarlo, surge del art. 48 Ver Texto, N.L.Ch. i) Atender el servicio de cheques pactado. A diferencia de la anterior edición, con motivo de la creación del cheque de pago diferido por la ley 24452 Ver Texto, distinguiremos en esta oportunidad las diversas obligaciones que tiene el girado, según la clase de cheque de que se trate. I) Cheque común. Ya hemos visto que el banco debe mantener las cuentas al día (regla 1.2.2.1), acreditando en término los importes que se depositen en ellas (regla 1.2.2.2), lo cual le permite cumplir con la obligación esencial de pagar el cheque contra su presentación al banco o por medio de una cámara compensadora, cuando sean regularmente librados, en las fórmulas entregadas al cliente, conforme a las disposiciones legales y reglamentarias vigentes (art. 4 Ver Texto, N.L.Ch., y regla 1.2.2.6). Con ello se ratifica la condición de instrumento de pago a la vista que tiene el cheque común. A esa obligación esencial de hacer del banco, se le agrega las obligación de no hacer, esto es, de abstenerse de pagar, cuando el cheque presentado sea irregular como orden de pago; por esa razón, consideramos ineludible tratar aquí, sintéticamente, los casos en los cuales el banco tiene obligación de rechazar el pago del cheque presentado. Esa necesidad se ve aumentada en esta segunda edición, con motivo de la derogación de los ocho incisos del art. 34 de la ley (516) . El banco deberá rechazar el cheque común en los siguientes casos: 1) cuando carezca de algunos de los requisitos formales que establece el art. 1, en sus seis incisos, salvo que se hubiera omitido el lugar de creación, en cuyo caso se considerará como tal el lugar en sentido geográfico- del domicilio del librador (art. 1 Ver Texto, ap. 1, N.L.Ch.). Si bien la suplencia legal es la descrita, como hemos dicho en otras oportunidades, es imposible que se opere, pues los formularios de cheques traen impreso el lugar de libramiento, que por hipótesis es el mismo que el lugar -en sentido geográfico- del domicilio de pago del cheque. 2) en oportunidad de que el cheque presentado incluya más de tres firmas de las personas a cuya orden conjunta opere la cuenta corriente contra la cual se giró (regla 1.2.1.8); 3) cuando a juicio del banco existen "motivos" formales debido a que el cheque tenga "defectos" o "vicios" o "errores" en sus requisitos formales o extrínsecos (art. 2 Ver Texto, ap. 2, N.L.Ch.), según la imprecisa y criticable terminología como se tipifica en la ley y en la reglamentación, el proceder ilícito sancionado. Además, siguiendo un criterio vedado en materia sancionatoria, también se dispone el rechazo de los cheques "como" si padecieran de "defectos" o "vicios" formales cuando el cheque incluyera, hipotéticamente, inscripciones de propaganda o aditamentos que condicionen directa o indirectamente su negociación (regla 1.3.8.1.1). En este caso, en rigor, no habría cheque pues la cláusula condicionante haría que la orden no sería pura y simple como requiere el art. 2 Ver Texto, inc. 5, N.L.Ch. 4) por falta de fondos disponibles suficientes y falte autorización para girar en descubierto (regla 1.3.8.1.1) otorgada por escrito (regla 1.1.1.3). Ello sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 31 Ver Texto, N.L.Ch., en cuyo caso será facultad del banco hacer o no el pago. Recordamos al lector lo que venimos afirmando desde hace más de una década, en el sentido de que a poco de sancionado el decr.-ley 4776/63 , por un acuerdo interbancario, que mantiene total vigencia a la fecha, se resolvió no hacer uso de la facultad concedida, y en la práctica los bancos no efectúan pagos parciales de los cheques que se presentan al cobro (517) . 5) cuando existan alteraciones en las enunciaciones del cheque, que no hayan sido salvadas por el librador antes de su presentación al pago. Suprimido el inc. 3 del art. 34, que normaba específicamente este supuesto, la prohibición queda comprendida en la norma genérica incluída en ese art. 34 Ver Texto, N.L.Ch. Norma nueva, ésta, que interpretada a contrario sensu dispone que el banco se deberá abstener de pagar en ese caso, para no incurrir en culpa grave y en consecuencia no quedar liberado con el pago efectuado, cuando el cheque presente esa apuntada irregularidad formal. 6) si existe orden escrita de no pagar impartida por el cliente y en su caso por el tenedor del cheque, en los supuestos incluídos ahora en el art. 5 Ver Texto, N.L.Ch. (regla 1.3.8.1.6); 7) si existe irregularidad en la legitimación activa del presentante. En principio, en función de la ley de circulación del cheque de que se trate, conforme a lo expuesto en el nº 28, letra g. Y además, específicamente: a) cuando el cheque común contenga endosos que excedan el límite establecido por el Banco Central (regla 1.3.8.1.5 s/Com. "A" 2514); b) cuando esté girado sobre el librador, salvo que se trate de un cheque girado entre distintos establecimientos del mismo librador (regla 1.3.8.1.7); c) cuando se verifiquen irregularidades formales en la cadena de endosos del cheque endosable que circuló (regla 1.3.8.1.9). 8) cuando existan causas de fuerza mayor al momento de la presentación del cheque que impidan su pago (regla 1.3.8.1.8). No se ha considerado casos de fuerza mayor, cuando el banco ha sido sancionado por el Banco Central por causal fundada, pues con toda claridad la suspensión o sanción del banco girado es un acto bifronte (518) , cuyos efectos no pueden ni deben alcanzar al cliente del banco sancionado, que será responsable por no atender el pago del cheque en virtud de la sanción -por hipótesis correcta- de la que ha sido objeto por el órgano de control de las entidades financieras. 9) cuando la cuenta corriente esté cerrada (regla 1.3.8.1.4) o se haya dispuesto la suspensión del servicio de pago de cheques en los términos de la regla 1.5.3.3; 10) cuando el banco toma conocimiento que el librador del cheque ha sido declarado en quiebra con anterioridad a la fecha que el cheque lleva como de libramiento. Lo propio deberá hacer si con posterioridad a ese pronunciamiento judicial respecto del presentante del cheque, éste pretende cobrar un cheque nominal, al portador o no a la orden (arg. arts. 88 Ver Texto, 89 y 109 Ver Texto, ley 24522); 11) si se tratare un cheque cruzado en general y no es depositado para su cobro; o tratándose de un cheque cruzado en especial, no es presentado al cobro por el banco indicado en el cruzamiento o por otro que éste indique especialmente al efecto (art. 45 Ver Texto, N.L.Ch.); 12) en el caso de que el cheque presente más de dos cruzamientos especiales en favor de bancos distintos y el segundo de ellos no sea para presentarlo ante una cámara compensadora (arg. art. 45 Ver Texto, ap. 4, N.L.Ch.); 13) cuando la firma del librador no coincide con la que la persona a cuya orden está la cuenta corriente tiene registrada en el banco (regla 1.2.2.7) o sea visiblemente falsificada (art. 35 Ver Texto, inc. 1, N.L.Ch.). Se debe tener por incluído el caso cuando la cuenta es a orden conjunta y el cheque ha sido librado por una sola persona; y también el caso en que exista representación plural de la persona jurídica titular de la cuenta y el cheque se hubiera librado en infracción de esa representación. 14) si el cheque presentado no correponde por su numeración a los cuadernos entregados al cuentacorrentista (art. 35 Ver Texto, inc. 3, N.L.Ch.) o cuando siendo entregado a una persona autorizada, el titular de la cuenta no ha prestado conformidad de la recepción del cuaderno solicitado (art. 4 Ver Texto, N.L.Ch., y regla 1.1.4 s/Com. "A" 2514); 15) cuando el cheque hubiera caducado como título de crédito por haber vencido el plazo útil de presentación -30 días para los cheques librados en el país y 60 días para los librados en el exterior (art. 25 Ver Texto, N.L.Ch.)- y el librador hubiera revocado la orden de pago contenida en el título, ahora caduco como cheque (art. 29 Ver Texto, N.L.Ch.); o cuando hubiera trascurrido un término igual -30 o 60 días- desde que se operó la caducidad, aunque no hubiera ocurrido la revocación del librador; 16) porque ha sido presentado para cobrar en ventanilla y se trata de un cheque librado con la cláusula "para acreditar en cuenta" (art. 46 Ver Texto, N.L.Ch.); 17) cuando el cheque sea librado en una moneda distinta de la que corresponde a la operatoria de la cuenta corriente contra la cual se ha librado (art. 3 Ver Texto, N.L.Ch.) o se halle redactado en un idioma que no sea aquel en el cual está impreso el formulario oportunamente entregado al cliente (arg. regla 1.1.1.3); 18) si figurasen en el cheque presentado al cobro inscripciones de propaganda o aditamentos que condicionen, directa o indirectamente, su negociación a otros requisitos que los establecidos por la ley de fondo (regla 1.3.8.1.3); 19) conforme al nuevo texto del art. 23 Ver Texto, N.L.Ch., según la ley 24760 Ver Texto, cuando siendo un cheque posdatado, fuera presentado al pago -en ventanilla o por medio del clearing- antes de la fecha que lleva como de libramiento, pues al tenor del nuevo texto legal sancionado, si por error el girado recibe y paga el cheque posdatado, se tratará de un pago indebido. En cambio, si lo rechaza en virtud de algunas de las causales legales o reglamentarias (falta de fondos, defectos formales, etc.) extendiendo las constancias que prevé el art. 38 Ver Texto, N.L.Ch., ello no constituye al documento rechazado en un título ejecutivo hábil para accionar contra el librador y los demás firmantes. II) El banco deberá rechazar el cheque de pago diferido: Genéricamente, en los supuestos señalados en el ap. I, nos. 2, 4, 6 a 8, 10 a 14, 17 a 19, correspondientes al cheque común, por la remisión que efectúa el art. 58 Ver Texto, ap. 2, N.L.Ch., y específicamente, en los siguientes casos: 1) cuando el cheque de pago diferido padezca de defectos formales y dentro del período de retención, habiendo sido citado el librador no lo hubiera subsanado (art. 55 Ver Texto, ap. 1, N.L.Ch.); 2) cuando hubiera algún impedimento para su registración (art. 57 Ver Texto, ap. 1, N.L.Ch.). JURISPRUDENCIA La naturaleza de las relaciones entre el cliente y el banco, permite y supone el conocimiento permanente por parte de éste del estado de la cuenta, atento a las normas especiales que obligan al banco a tenerlas al día para fijar su situación frente a su cliente y de las facultades de éste para solicitar, en cualquier momento, la determinación del saldo (Cám. 1ª San Nicolás, Z, 27-J, 163). El art. 797 Ver Texto, C. Com., impone a los bancos tener sus cuentas al día, para fijar su situación al respecto y poder informarla al cuentacorrentista en todo momento (Cám. Com., C, LL, 1989-C, 168). En la cuenta corriente bancaria, a diferencia de lo que ocurre en la cuenta corriente mercantil, la situación de acreedor y deudor se puede determinar en cualquier momento (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). Una vez abierta una cuenta corriente el banco debe estar atento a su funcionamiento (Cám. Com., B, ED, 137, 742), dentro de esos deberes surge tener las cuentas al día, para fijar la situación respecto del cliente conforme al art. 797 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., A, ED, 131, 636), resultando ello congruente con la obligación de pagar a la vista, las sumas acreditadas o depositadas, que sean requeridas por el cliente (Cám. Fed. C.C., II, LL, 1992-E, 184). Si entre las partes media una relación contractual de cuenta corriente bancaria, lo único que debe probar el acreedor es la inejecución, no estando obligado a acreditar la culpa o dolo del deudor. Es decir, basta probar el hecho objetivo del incumplimiento. Por tanto, si el banco girado no verificó la autenticidad de la última firma, debe pagar el importe del cheque, pues no siendo incumplimiento malicioso, sólo se repara las consecuencias inmediatas (arts. 520 Ver Texto y 521, C.Civ.) (Cám. C.C., III, Rosario, LL, 1982-B, 207, con nota de J. L. García Caffaro). La responsabilidad del banco respecto del cliente es contractual, se deriva del incumplimiento de una obligación que surge del contrato de cuenta corriente; o delictual si hay culpa al margen de la inejecución del contrato. Sin embargo, en ambos casos tiene carácter profesional (Cám. Com., C, JA, 1990-IV, 539 Ver Texto). La responsabilidad del banco que obra mal al tener por válida una alteración que no reúne las exigencias contenidas en el art. 34, inc. 3, L.Ch., ha sido juzgada contractual, por algunos, y aquiliana, por otros, autorizando nuestra ley en su art. 37, L.Ch., a distribuír la culpa entre el banco, el librador y el portador, conforme a las circunstancias del caso (Cám. Com., LL, 1985-A, 63, con nota de J. L. García Caffaro). También se ha declarado que el banco no actúa ante una alteración del cheque presentado al pago, como un tercero extraño; al contrario, está obligado contractualmente con su cliente, en realizar la constatación de las formalidades del título, de modo que cumpla satisfactoriamente con su finalidad de sujeto que está manejando dineros ajenos (Cám. Com., A, LL, 1994-B, 318, con nota de L. B. Parisi). Teniendo en cuenta el contrato de cuenta corriente bancaria que funciona con servicio de cheques a orden recíproca de los titulares, quienes son acreedores o, en su caso, deudores solidarios del banco, no corresponde a éste investigar a quién de ellos corresponde la utilización de la disponibilidad, dado que las relaciones internas entre los cuentacorrentistas le son ajenas (Cám. Com., A, LL, 1993-C, 1, con nota de J. M. Curá). Si la cuenta corriente fue abierta a orden recíproca de los titulares, ambos quedan solidariamente obligados al pago del saldo deudor que arroje la cuenta (Cám. Com., B, LL, 1986-D, 661); esa forma de giro permite que cualquiera de ellos pueda extraer la totalidad de los fondos disponibles en la cuenta (Cám. Com., JA, 2, 108); sin embargo, sólo es obligado cambiario quien libró el cheque rechazado contra esa cuenta a orden recíproca, pues el otro cotitular quedó al margen de la relación cambiaria por no haber firmado el título que se ejecuta (Cám. Com., A, LL, 1983-D, 356; B, ED, 97, 718; C, LL, 1975-D, 410; E, LL, 1984-A, 130, con nota de O. R. Gómez Leo; Cám. C.C. 4ª, Córdoba, JA, 1973-20, 692; 1ª Inst. C.C. 5ª Nom., Rosario, firme, Z, 31-J, 694). Si bien se ha declarado que hay que tener en cuenta que el banco debió conocer la infracción a la representación plural, con motivo de que el documento fue suscrito sólo por el presidente de la sociedad deudora, pues el contrato social fue descrito en la solicitud de apertura de la cuenta corriente (Cám. Com., D, JA, 1992-IV, 505 Ver Texto), también se ha sentenciado que la exigencia de que la firma del cheque corresponda a quienes tienen la titularidad de la cuenta hace a la regularidad del cheque como orden de pago, destinada a hacer funcionar el servicio de caja, pero no conspira con su validez formal, como título de crédito (art. 58 Ver Texto, ley 19550) (Cám. Com., C, LL, 1977-A, 266). El cambio de titularidad o del régimen operativo de una cuenta corriente, debe ser convenido e instrumentado de manera expresa a iniciativa del propio interesado, y no por decisión unilateral del banco; ello es así aun cuando hubiera habido manejo irregular por el responsable de la firma y al margen, también, de los errores de imputación o anormal manejo de la contabilidad atribuída al banco (Cám. C.C. I, B. Blanca, LL, 1988-B, 152). Para que el banco esté obligado a pagar los cheques librados por personas autorizadas, distintas de los titulares de la cuenta corriente contra la cual se gira, las autorizaciones deben quedar debidamente registradas en la entidad bancaria. No hay, pues, posibilidad de firmar cheques regulares como orden de pago, en virtud de autorizaciones no registradas en el banco contra el cual se giran los cheques (Cám. Com., B, LL, 1982-D, 384), quedando a cargo del cliente comunicar las modificaciones o reemplazos de tales autorizaciones, cuando ellas existan (Cám. Com., B, JA, 1986-III, 342 Ver Texto), sin que se pueda exigir al autorizado (o apoderado) a efectuar la comunicación de su desvinculación con el titular de la cuenta, ya que normalmente éste no posee siquiera los elementos materiales para justificarla en debida forma (Del fallo de 1ª instancia) (Cám. Com., A, LL, 1994-E, 69). El banco es responsable si el cheque con la cláusula "para acreditar en cuenta" librado en favor de una sociedad de hecho, fue acreditado en la cuenta de la persona a cuya orden giraba dicha cuenta, ya que esa persona no era el beneficiario personal del cheque, sino que lo era la sociedad de hecho que ella integraba (Cám. Com., B, LL, 1986-C, 374). Conforme al pacto de cheque establecido entre el banco y el cliente, resulta claro que éste debe proceder con respaldo suficiente de fondos, salvo autorización para girar en descubierto. Por tanto, el rechazo del cheque por no tener fondos depositados o acreditados (es decir, con antelación suficiente) pone en evidencia un obrar antijurídico del cliente, en el sentido concreto de falta de diligencia o prudencia exigidas por las circunstancias del caso (art. 512 Ver Texto, C. Civ.) (Cám. C.C. 2ª, I, La Plata. Causa: B-77.266, Reg. sent. 133, del 30/6/94). Las facultades y obligaciones del banco de aceptar o rechazar el cheque girado en descubierto, se vincula con la relación contractual que tiene establecida con su cliente, pero ella no puede ser invocada por el tercero-presentante del cheque que es ajeno a ella (arts. 503 Ver Texto, 1195 Ver Texto, 1199 Ver Texto y 1929 Ver Texto, C. Civ.) (CS, LL, 1987-C, 453). El cheque es irrevocable; como tal, durante el plazo de presentación, ello no impide que se ejerza el derecho de oposición al pago, con la expresión de su causa cuando medie extravío o robo del cuaderno de cheques (Cám. C.C., I, Santa Fe, JA, 1987-I, 372 Ver Texto) o se trate del extravío, pérdida o sustracción o adulteración de los cheques ya librados (Cám. Com., C, ED, 95, 696). Sin embargo, hay que recordar que tales órdenes de no pago del cheque, que impiden que funcione el servicio de caja pactado entre el cliente y el banco, no enervan los derechos cambiarios del portador legítimo del cheque rechazado por aquella razón (Cám. Com., E, JA, 1991-III, 418 Ver Texto; A, LL, 1995E, 47; Cám. C.C., I, Quilmes, causa 155, Reg. int. 64, del 31/8/95). Siendo aplicable supletoriamente la norma prevista para la letra de cambio, al cheque incompleto (art. 11 Ver Texto, decr.-ley 5965/63, y art. 55 , decr.-ley 4776/63). Es decir que no resulta necesario que existan todas las menciones del cheque al tiempo del libramiento (máxime hoy a la luz del art. 8 8, N.L.Ch.), bastando que esté completo al tiempo de la presentación al pago (Cám. C.C., I, B.Blanca, Rep. LL, XLI, 847). El banco girado debe responder, ante quien fue objeto de la defraudación, si entregó una libreta de formularios de cheques a quien la recibió falsificando la firma del titular de la cuenta (Cám. Com., C, LL, 108, 209). También responde, pero en este caso ante el titular de la cuenta, cuando pagó los cheques falsificados si el cuaderno al que pertenecían fue entregado de modo irregular a un tercero y no esperó la conformidad del recibo de la chequera, como establece el art. 4, L.Ch. (SCBA, LL, 154, 514), o en caso de que pague un cheque que no corresponde a la chequera del titular de la cuenta (Cám. Fed. Tucumán, LL, 132, 567; Cám. Com., B, 1982-A, 259), aun cuando la firma estampada en el cheque -cuyo formulario es ajeno a la chequera conformada por el cliente- no hubiese sido visiblemente falsificada, con la que éste tuviera registrada en el banco (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 571). Si el cuentacorrentista autorizó al banco para realizar determinados débitos automáticos (pago de servicios, comisiones de mantenimiento de cuentas, sobregiros sin provisión de fondos, etc.), ello no significa que los efectuados o que pueda efectuar el banco, cuyo origen sea imposible de identificar por carecer de respaldo documental en la contabilidad del banco, pertenezcan necesariamente a esos conceptos (Cám. Com., A, ED, 151, 267). El banco debe tener las cuentas al día, para fijar la situación del cliente conforme al art. 797 Ver Texto, C. Com. (Cám. Com., A, ED, 131, 636), a fin de poder cumplir con la obligación esencial de pagar a la vista las sumas acreditadas o depositadas, que sean requeridas por el cliente (Cám. Fed. C.C., II, LL, 1992-E, 184). Si bien es cierto que es responsable el banco que omite verificar el último endoso de un cheque depositado, también lo es que el depositante cuando abrió la cuenta corriente aceptó conocer y cumplir la reglamentación que rige la especie. Sin embargo, de ambas responsabilidades, por imperio del art. 902 Ver Texto, C.Civ., la del banco es más importante y exigible, pues se trata de una responsabilidad profesional bancaria (del voto del Dr. Jarazo Vieras) (Cám. Com., A, ED, 142, 97, con nota de M. Bonfanti). Si el supuesto fáctico a juzgar se encuadra dentro del art. 35, inc. 1, L.Ch., según las circunstancias del caso y el grado de culpa en que hubiera incurrido el librador del cheque falsificado, éste debe soportar los perjuicios cuando se probare que medió efectiva culpa de su parte. Sin embargo, los jueces podrán distribuír la responsabilidad entre el banco y el librador de conformidad con lo establecido en el art. 37 de la ley mencionada (Cám. Com., C, LL, 1993-A, 197, con nota de J. M. Curá). El riesgo de equivocación que afrontan los empleados bancarios en el cumplimiento cotidiano del pacto de cheque contratado entre el cliente y el banco, aun dentro de un marco comprensible, debe correr a cargo de este último (Cám. Com., A, LL, 154, 480). Si la indisponibilidad de fondos en una cuenta corriente bancaria y el rechazo del cheque girado contra ella, obedece al acatamiento por el personal de una huelga, cabe concluír que existió fuerza mayor, independiente del normal cumplimiento de las obligaciones a cargo del banco girado, quien queda eximido de responsabilidad en el evento (Cám. Com., C, LL, 1995-E, 85, con nota de H. Racciatti (h.) y A. A. Romano). La alteración de la fecha del cheque, que no está debidamente salvada por las dos firmas de ambos colibradores, hace que sea negligente la conducta del banco girado, que en vez de rechazarlo por estar vencido y caduco como cheque, en contradicción de lo dispuesto en el art. 38, párr. 1º, L.Ch., realiza el rechazo por cuenta cerrada. De ese modo ha establecido una validez formal de título ejecutivo, siendo que se trata de un cheque adulterado, creando indebidamente un título de crédito, inexistente como tal en la realidad de las cosas, posibilitando que se inicie su ejecución ante los tribunales (Cám. Com., B, ED, 113, 462). La relación contractual establecida en la cuenta corriente bancaria vincula, naturalmente, al cuentacorrentista con el banco, por lo que el beneficiario del cheque no puede pretender subrogarse en los derechos del librador contra el banco (Cám. Com., E, LL, 1986-D, 651). Para completar la jurisprudencia concerniente al cumplimiento del pacto de cheque, remitimos al lector, en honor a la brevedad, a la reseña efectuada, en este capítulo, al anotar el ap. g, Verificar el número, y la firma del cheque y de la legitimación del presentante, donde se puede consultar los siguientes temas: "Firma visiblemente falsificada"; "Dictamen del perito calígrafo y facultades del juez"; "Falsificación, adulteración y otras cuestiones que hacen dudoso el cheque presentado"; "Legitimación del presentante del cheque"; "Rechazos justificados e injustificados". j) Cierre de las cuentas corrientes. Si bien se trata de una obligación del banco, frente al B.C.R.A., consideramos en esta oportunidad la norma sancionatoria que trae la nueva ley, para el caso de que las entidades giradas no cumplan con el mandato legal o reglamentario de cerrar las cuentas corrientes cuando sucedan el número de rechazos de cheques que en los diversos supuestos establecen la ley de cheque y, en su caso, la reglamentación que dicte el B.C.R.A. en su consecuencia. En ese sentido, el último párrafo agregado al art. 62, L.Ch., dice: Párrafo sexto: Las entidades financieras que no cierren las cuentas corrientes por aplicación de las sanciones que establece esta ley y su reglamentación, serán pasibles de una multa diaria de quinientos pesos hasta un máximo de quince mil pesos, por cada cuenta corriente en esas condiciones, sin perjuicio de ser solidariamente responsable del pago de cheques rechazados por falta de fondos girados contra dichas cuentas, hasta un máximo de treinta mil pesos. Del texto trascrito surge que: I) el girado que no cumpla con el cierre de las cuentas corrientes de que se trate, cuando se hubiera llegado al máximo de los rechazos establecidos por las diversas causales que trae la ley o la reglamentación, o en caso de que se trate de un cierre reflejo por haber sido el cliente incluído en la Base de datos para cuentacorrentistas inhabilitados que lleva el B.C.R.A., el girado sufrirá durante el tiempo que mantenga la cuenta corriente abierta indebidamente, una sanción diaria de quinientos pesos, hasta un máximo de quince mil pesos; II) si el cuentacorrentista sancionado es titular u opera otras cuentas corrientes en virtud de la regla 1.4.2.1, OPASI 2/95, se le deben cerrar todas ellas, y los bancos girados que no lo hicieran oportunamente, serán pasibles, en cada caso, de la multa que trae la nueva norma instituída; III) si se produce la inobservancia apuntada, y el girado mantiene abierta una o más cuentas corrientes, cuando debió proceder a su cierre y por esa razón se produce rechazos de cheques por falta de fondos disponibles, esa entidad será, además, responsable solidariamente por el pago de esos cheques ante sus portadores legitimados hasta un máximo de treinta mil pesos, cualquiera que sea el número de cheques rechazados. Ante esta norma legal y el silencio guardado por la Com. "A" 2514 cabe preguntarnos cómo se deberá proceder en caso de que los cheques rechazados sean varios y en conjunto excedan esa cifra. En tal caso consideramos que se debe efectuar un prorrateo proporcional entre los diversos damnificados, en función del monto de cada uno de los cheques rechazados por falta de fondos disponibles suficientes. (515) En virtud de los principios que informan la norma trascrita, la jurisprudencia ha elaborado el concepto de "buen empleado bancario", estableciendo que si bien se exige en el análisis la apreciación de un experto en el manejo y cotejo de firmas, superior a la que puede tener cualquier persona que no desarrolla esa actividad específica, no se debe llegar al extremo de que tenga igual nivel y agudeza en las conclusiones que un perito calígrafo (conf.: Cám. Com., B, LL, 153, 16; C, ED, 41, 687; B, LL, 126, 332). (516) Gómez Leo, Cheques, 145. (517) Giraldi, Cuenta corriente, 181. (518) A. Wald, Aspectos peculiares del derecho bancario. Régimen legal de los actos bifrontes, RDCO, 1986, 899. 31. INTERESES, COMISIONES Y GASTOS. Aunque estos temas están contemplados en la misma regla legal que trae el Código de Comercio, para un mejor desarrollo trataremos en primer lugar los intereses y su problemática en la cuenta corriente, y luego, conjuntamente, las comisiones y gastos. a) Intereses. La cuestión de los intereses en la cuenta corriente tiene matices que la hacen altamente conflictiva, pues de un lado, en nuestro país, se ha seguido un procedimiento que es bastante distinto de lo que ocurre en el derecho comparado, razón por la cual en algunas oportunidades la cita de obras extranjeras sobre el particular no produce, precisamente, un esclarecimiento sobre los aspectos polémicos que se presentan y, de otro lado, la interpretación de nuestras reglas legales es controvertida, a lo que se le debe sumar que tales preceptos del derecho de fondo han sido derogados parcialmente por las normas reglamentarias dictadas por el Banco Central de la República Argentina. I. El carácter oneroso de la cuenta corriente bancaria. Oportunamente caracterizamos a la cuenta corriente bancaria como un contrato oneroso, en razón de que las ventajas que procura a una u otra de las partes no le son concedidas sino por la prestación que una se obliga a hacerle a la otra (art. 1139 Ver Texto, C.Civ.), afirmación con la cual coincide la generalidad de la doctrina (519) . Sin embargo, en algunos casos la apuntada onerosidad del contrato que nos ocupa se fundamenta en que hay simultaneidad de servicios prestados y servicios recibidos (520) , porque el cliente goza del servicio de custodia y del servicio de caja que presta el banco, mientras éste, dado que los fondos depositados han pasado a ser de su propiedad, puede realizar la actividad de intermediación en el crédito, lucrando con las operaciones bancarias activas, obteniendo significativos réditos (521) . En otros casos, en cambio, se justifica tal carácter en la circunstancia de que tanto el cliente como el banco perciben y pagan intereses compensatorios por las sumas que uno u otro, según los casos, utilizan o, por lo menos, tienen disponibles; justificando que la cuantía de los intereses que paga el banco al cliente por los saldos que éste tenga en su favor en cuenta corriente, sea exigua, en dos razones: A) que ella se ve compensada con el crédito que el banco tiene por la prestación del servicio de caja (522) ; B) que el cliente tiene la disponibilidad del crédito en su favor a la vista, es decir, en cualquier momento (523) , razón por la cual el banco no puede invertirlos en préstamos de mediano o largo plazo (524) . Empero, y a pesar de que existen algunos países en los cuales los depósitos en cuenta corriente son remunerados (525) , en la mayoría, o en casi la totalidad, tales depósitos no devengan intereses en favor de los clientes (526) , en razón de que, como habíamos adelantado, la contraprestación del banco al cliente está dada por el servicio de caja que éste recibe de aquél. II. Intereses en favor del cliente. Si bien en nuestro país desde el siglo pasado rige la norma de fondo que trae el art. 796 Ver Texto, C.Com., que permite pactar la producción recíproca de interés entre el banco y el cliente, desde la sanción de la circ. B-382, B.C.R.A., de 1963, el Banco Central de la República Argentina prohibió reglamentariamente a los bancos, pagar intereses sobre los saldos en cuenta corriente bancaria que tuvieran servicio de cheques. Tal prohibición fue mantenida indefectiblemente en todas las circulares dictadas con posterioridad (regla 1.6, OPASI 2/88). En consecuencia, el art. 796 Ver Texto, sólo era aplicable a las cuentas corrientes que no tuvieran servicio de cheques. Con motivo de la sanción de la nueva ley de cheque 24452 Ver Texto, el Banco Central, mediante la com. "A" 2329, del 21/4/95, que produjo el nuevo texto de la mencionada circular reglamentaria de las cuentas corrientes bancarias con servicios de cheques (art. 67 Ver Texto, inc. 1, N.L.Ch.) en su regla 1.14, estableció como novedad que podrán reconocerse intereses sobre saldos de depósito en cuenta corriente en las condiciones que libremente se convenga con los clientes. Agregándose en los párrafos sucesivos que los mencionados intereses sobre los saldos de depósitos en cuenta corriente, sea que las cuentas operen en pesos o en dólares estadounidenses, se liquidarán y capitalizarán por períodos vencidos no inferiores a 30 días, ni superiores a un año, y disponiendo finalmente que al producirse el cierre de la cuenta de que se trate, los intereses se deberán liquidar hasta el día anterior al de operarse tal cierre. Es decir que nuestro país, que en la anterior edición de esta obra fue encuadrado entre la mayoría que prohibía a los bancos pagar intereses sobre los saldos deudores en cuenta corriente bancaria si ella operaba con servicio de cheques, en la actualidad, en virtud de la norma reglamentaria trascrita, ha pasado a integrar la nómina de países que permiten pactar el pago de esos intereses sobre saldos en favor del cliente, sin distinguir si la cuenta corriente es o no con servicios de cheques (art. 796 Ver Texto, C. Com., y regla 1.14). III. Intereses en favor del banco. En la actualidad, los saldos deudores en cuenta corriente bancaria que devenguen intereses compensatorios en favor del banco que incluya en ella el servicio de cheques, pueden originarse en dos situaciones distintas que presentan sensibles diferencias de naturaleza y de efectos: A) Mediante un contrato de apertura de crédito en cuenta corriente bancaria, por el cual el banco se obliga a tener a disposición del cliente una suma de dinero, que el beneficiario puede retirar, parcial o totalmente, según sus necesidades, girando sobre la cuenta corriente durante la vigencia del contrato, que puede o no tener plazo determinado. Asimismo, el cliente puede extinguir el crédito utilizado, mediante reembolsos parciales o totales, según lo convenido, a fin de poder utilizar nuevamente el crédito reintegrado dentro del límite fijado en el contrato. Según la más moderna doctrina, el banco cobrará la comisión convenida, como contrapartida de la concesión de la disponibilidad en favor del cliente, quien podrá o no utilizarla, según sus necesidades (527) . En el caso de que lo haga, en función del art. 796 Ver Texto, C.Com., las sumas efectivamente utilizadas devengarán los intereses compensatorios pactados, por el tiempo que trascurra hasta su reembolso, quedando facultado el banco a la capitalización de tales intereses, aun cuando no lo hubieran acordado las partes (art. 795 Ver Texto, C.Com.), tema del cual nos ocupamos en el ap. IV, que sigue. B) Mediante un adelanto transitorio en cuenta corriente, por el cual el banco atiende el descubierto momentáneo producido en la cuenta corriente bancaria del cliente por un sobregiro ocasional de éste. Si bien parte de la doctrina asimila tal situación con la apertura de crédito en cuenta corriente descrita en el parágrafo anterior (528) , hay que convenir que, en rigor, desde un punto de vista técnico-jurídico estricto, este adelanto transitorio en cuenta corriente no es nada más que una consecuencia accesoria del servicio de caja que el banco se comprometió a prestar por cuenta y orden del titular de la cuenta corriente bancaria (529) . La distinción doctrinal efectuada se ve confirmada por la reglamentación dictada por el Banco Central de la República Argentina, que menciona a estos "adelantos transitorios" como los designa la OPASI 2/97, que presentan las siguientes características: 1) Se concreta por iniciativa del banco, sin acuerdo previo pactado con el cliente. 2) El crédito concedido, en principio, no tiene límite en su monto; empero, indirectamente, tal crédito puede sufrir dos condicionamientos: de un lado, ya que el Banco Central ha determinado que el total de los adelantos transitorios no deben exceder un porcentaje máximo (30 %) del total de adelantos y documentos descontados. De otro lado, aun cuando el banco acreditante no realiza -como en el caso de la apertura de crédito en cuenta corriente- un estudio previo y detenido de la situación patrimonial del cliente, tanto la efectivización del acreditamiento, como su monto, están predeterminados, económicamente, por el volumen o promedio de la operatividad de la cuenta corriente, pues de ellos surgirá si ofrece suficiente credibilidad que haga verosímil y posible un rápido cubrimiento del adelanto transitorio concedido. 3) En cuanto al tema específico que nos ocupa -los intereses-, como por hipótesis no suponen un pacto previo y expreso, quedan determinados, en la práctica bancaria, día por día, por la mayor de las tasas pasivas determinadas sobre la base de las encuestas diarias que realiza el Banco Central, correspondientes a los tres días hábiles inmediatos anteriores o la que a tal fin comunique esta institución, cuando las condiciones del mercado lo aconsejen. Si el adelanto transitorio es cubierto dentro del plazo máximo reglamentario (30 días), de hecho no habrá capitalización de intereses; en cambio, y aun cuando no hubiera pacto expreso, si se dan las condiciones legales establecidas en el art. 795 Ver Texto, C.Com., el banco estará autorizado a capitalizar los intereses trimestralmente, pues como ha entendido la jurisprudencia, el hecho de que el saldo deudor de la cuenta corriente bancaria, originado en un adelanto transitorio concedido por el banco, no se trasforma o sufre novación, por haber sido pasado a la categoría de crédito en gestión y mora (530) . Sin embargo, hay que señalar que en la mayoría de los casos los bancos, al reclamar judicialmente el pago de estos saldos, solicitan en su petición el monto de él, y en su caso su actualización monetaria y el interés puro correspondiente, y excepcionalmente solicitan la capitalización, aun cuando en la práctica ésta siempre es pactada para realizarla mensualmente (531) . IV. Capitalización de intereses. Respecto de este tema y a pesar de alguna autorizada opinión vertida recientemente (532) , entendemos que luego de las reformas legales y reglamentarias que se han operado con posterioridad a la primera edición de esta obra, ha dejado de tener las marcadas aristas conflictivas señaladas entonces. En efecto, a la luz de la normativa vigente entonces habíamos recomendado la interpretación restrictiva del art. 795 Ver Texto, C.Com., ya que como había señalado el Dr. Fernández -uno de los coautores de esta obra, hoy fallecido-, "entre dos interpretaciones, una justa y equitativa y otra injusta y reñida con la equidad, el intérprete debe inclinarse por la primera" (533) . La pauta interpretativa sugerida era de toda lógica. En primer lugar porque el citado art. 795 Ver Texto, que establecía una aplicación particular del principio fijado para el mutuo comercial por el art. 569 Ver Texto del mismo Código, debía ser considerado una norma de excepción a la regla general, que prohibía el anatocismo, contenida en el art. 623 Ver Texto, C.Civ. En segundo lugar -y para nosotros era definitivo- porque el art. 795 Ver Texto, C.Com., que permitía pactar la capitalización de intereses, era de aplicación asimétrica respecto de las cuentas corrientes bancarias con servicio de cheque, pues -como ya se dijo- el Banco Central, reglamentariamente había dispuesto que sólo podían devengar intereses en favor del banco, y no del cliente, a estar al art. 42, circ. B-382/63, norma mantenida invariablemente hasta la sanción de la regla 1.14, trascrita más arriba. Pero el plexo normativo que rige la especie ha cambiado, tanto en materia reglamentaria de la cuenta corriente bancaria, como en materia civil con motivo de la ley 23928 Ver Texto, que en 1991 modificó el art. 623 Ver Texto, C.Civ. En el primer aspecto, quedó expresado que se permite pactar que los saldos obrantes en cuenta corriente bancaria, sin distinguir si ella tiene servicio de cheques o no. En el segundo aspecto el texto actual del art. 623 Ver Texto, C.Civ., permite el pacto de capitalización de intereses, así como la condena judicial en ese sentido cuando el deudor entre en mora del pago de la deuda judicialmente liquidada con sus respectivos intereses, determinando, además, que será válido el pacto de capitalización de intereses cuando se base en la evolución periódica de la tasa de interés de plaza. De acuerdo con la normativa vigente -legal y reglamentaria- podemos concluír que: 1) Capitalización legal. Adquiere plena vigencia el art. 795 Ver Texto, C.Com., en cuanto dispone que "en la cuenta corriente bancaria los intereses se capitalizan por trimestre, salvo estipulación en contrario". Es decir que a tenor de la regla legal trascrita la capitalización de los intereses se opera de pleno derecho, salvo convención contraria; de ese modo se determina una diferencia sustancial con el régimen adoptado para la cuenta corriente mercantil, en la cual, si bien los intereses corren de pleno derecho, para capitalizarlos es imprescindible la convención en ese sentido. Se invierten, pues, los términos: en la cuenta corriente mercantil, el convenio es necesario para que proceda la capitalización; en la cuenta corriente bancaria, al contrario, se requiere convenio para evitarla. 2) Capitalización convencional. Según la regla 1.14, ya no existe impedimento para que se opere la capitalización legal que establece el art. 795 Ver Texto, C.Com., pero subsiste la posibilidad de que las partes libremente pacten la capitalización de intereses por períodos vencidos, no inferiores a treinta días, ni superiores a un año. Es decir que se ha adoptado en la normativa que rige la especie, lo que en los hechos era moneda corriente en la actividad bancaria, aunque ahora sin el freno de la prohibición que esos pactos pudieran favorecer a los clientes cuyas cuentas tuvieran saldos en su favor. V. Capitalización de intereses sobre el saldo definitivo. Se había declarado en un fallo de la Suprema Corte de Mendoza (534) que este tema no había sido tratado por los autores, a excepción del Dr. R. L. Fernández, que oportunamente dijo (535) : conforme al criterio restrictivo que se debe observar respecto de la capitalización de intereses, conceptuamos que el precepto contenido en el art. 795 Ver Texto, C.Com., debe considerárselo como refiriéndose a los intereses que corren mientras la cuenta está abierta, y que terminada ésta definitivamente, los intereses del saldo no se capitalizan, salvo que otra cosa se hubiera convenido (536) . Tal interpretación fue acogida por alguna jurisprudencia del interior, que declaró que el mentado art. 795 Ver Texto, C.Com., sólo alude a que los intereses en las cuentas corrientes bancarias se capitalizaran por trimestre, salvo estipulación expresa en contrario, de modo que no atañe a la cuestión de los intereses de los saldos -al cierre de la cuenta-, sino de la capitalización durante la dinámica de ella (537) . Sin embargo, y luego de reconocer que el fallo precitado es el único que ha encontrado sobre el particular referido a la cuenta corriente bancaria, la vocal preopinante del alto tribunal mendocino reconoce que tal orfandad jurisprudencial se debe a que los bancos ejecutantes peticionaban la actualización monetaria del saldo, más los intereses puros, o bien los réditos pactados (538) , resolviendo, en definitiva, que como el cierre de la cuenta corriente bancaria no importa novación de la deuda generada, no se advierte razón legal frente a la subsistencia de la misma deuda para que no se produzca la capitalización de intereses en el futuro, del mismo modo que se hizo antes del apuntado cierre de la cuenta. Actualmente, según las nuevas normas vigentes citadas (art. 623 Ver Texto, C.Com., y regla 1.14), la capitalización de intereses sobre el saldo de la cuenta corriente bancaria es indiscutible, mientras la cuenta se halle en funcionamiento, pues el art. 795 Ver Texto, C.Com., ahora no es una norma de excepción frente a la que incluye el art. 623 Ver Texto, C.Civ. reformado por la ley 23928 Ver Texto. Para el caso de que la cuenta hubiera sido cerrada por causal legal o reglamentaria, la capitalización será posible en función del pacto que las partes tengan suscrito, y si éste no existiera -cosa bastante improbable en virtud de las características de contrato de adhesión que tiene la cuenta corriente bancaria- habrá que dilucidar la cuestión a partir de que se considere o no que el cierre de la cuenta no produce novación de la deuda así generada. En el caso que la respuesta sea negativa, esto es, que no se opera la novación, como lo ha entendido la Corte mendocina en el fallo citado en consonancia con la doctrina mayoritaria, se podrán capitalizar intereses sobre el saldo por imperativo legal, de la norma que trae el art. 795 Ver Texto, C.Com. A la inversa, si se considera que la cuenta corriente bancaria produce un efecto novatorio atemperado, en virtud del principio de indivisibilidad que se le reconoce -aun cuando esto no tenga los mismos efectos que respecto de la cuenta corriente mercantilla capitalización legal de intereses sobre el saldo de la cuenta cerrada, no será procedente, sino que requerirá la existencia de pacto expreso, en ese sentido. Claro está que esta última interpretación no obsta a la capitalización de intereses, cuando el importe del saldo de que se trate sea una deuda liquidada judicialmente con los intereses y el juez mandase pagar la suma total, por capital y accesorios, que resultare, y el deudor fuese moroso en hacerlo (arg. art. 623 Ver Texto, C.Civ.). JURISPRUDENCIA Si bien no existe norma específica atributiva de intereses en la cuenta corriente bancaria, por aplicación analógica del art. 477 Ver Texto, inc. 4, C.Com., cabe concluír que aunque no devenga intereses cada remesa, en función de disposiciones de su regulación superintendencial, sí lo hace el saldo deudor fijado al ser cerrada la cuenta (Cám. Com., D, LL, 1979-B, 262). En nuestro derecho la cuenta corriente bancaria es un contrato autónomo, sujeto en primer término a los preceptos de su propio capítulo, y en lo que sean aplicables a los del capítulo anterior, relativo a la cuenta corriente mercantil. Conforme a ello, es aplicable a la cuenta corriente bancaria el art. 785 Ver Texto, C.Com., que prevé la productividad de intereses del saldo. Atento a lo expuesto, la desvalorización monetaria e intereses del 6 % anual deberán ser calculados desde el cierre de la cuenta que determinó el saldo deudor del cuentacorrentista (Cám. Com., A, LL, 1982-C, 60; ídem, LL, 1981-D, 467; ídem, LL, 1984-A, 562). La cuenta corriente bancaria cuyo saldo ha quedado determinado devenga intereses, por ser género próximo con la cuenta corriente mercantil, constituyendo ello una situación independiente de la expedición del certificado del saldo deudor necesario para la ejecución. Por tanto, dicha accesoria se adeuda desde la determinación del saldo, lo cual aconteció en la especie con el cierre de la cuenta bancaria (Cám. Com., D, LL, 1981-C, 465; C, LL, 102, 880). El régimen de la cuenta corriente bancaria está sometido al precepto de ser propio de la naturaleza del instituto que todos los valores del débito y del crédito -y a fortiori el saldo deudor- produzcan los intereses legales o los que las partes hubiesen estipulado, según el art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com. (del voto de la mayoría) (Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 19). La cuenta corriente bancaria, que no reconoce remesas recíprocas, ni produce intereses respecto de los depósitos efectuados por el cliente del banco, solamente puede devengar intereses en aquel supuesto que el código argentino denomina "en descubierto" (art. 791 Ver Texto), es decir, cuando se opera con anticipos, o, más genéricamente, con créditos abiertos por el banco. Como contrapartida o contraprestación de estas disponibilidades crediticias se fijan -amén de comisiones y gastos- intereses (art. 795 Ver Texto) capitalizables (art. 796 Ver Texto). Estos réditos, tal como los que se considera connaturales con la cuenta corriente mercantil (art. 777 Ver Texto, inc. 4), son compensatorios. Las conclusiones que dejamos sentadas no resultan afectadas ni alteradas por la regla del art. 785 Ver Texto, C.Com., según ya lo advirtió la doctrina, la determinación del saldo no excluye que los intereses pactados o corrientes continúen su curso como antes, y aunque surjan cuestiones con motivo de la liquidación de la cuenta, por lo que estos intereses se devengan con independencia de que el saldo sea exigible. O como lo expresa concordantemente Fernández, con cita de Malagarriga, lo dispuesto por el art. 785 Ver Texto significa que el curso de los intereses a que se refiere el art. 777 Ver Texto, inc. 4, no se detiene con el cierre de la cuenta (de la ampliación de fundamentos al voto de la mayoría, de los Dres. Quintana Terán, Anaya y Caviglione Fraga) (Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 19). La capitalización de intereses no es extraña al régimen de la cuenta corriente bancaria, según lo dispuesto en el art. 795 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., A, LL, 1986-E, 232). Para completar la jurisprudencia concerniente al tema de los intereses, remitimos al lector, en honor a la brevedad, a la reseña efectuada, en este capítulo, nº 27, ap. k). Pagar los intereses, comisiones y gastos, donde se puede consultar la reseña de los pronunciamientos sobre los siguientes temas: "Normas aplicables de la cuenta corriente mercantil"; "Condiciones para que se devenguen intereses moratorios de base legal"; "Capitalización de los intereses legal y convencional"; "Intereses corrientes o de plaza"; "Aplicación de la tasa activa"; "Call Money"; "Razonabilidad de la tasa". b) Comisiones y gastos. El Código de Comercio establece el derecho y consagra la libertad de las partes para fijar convencionalmente las comisiones y gastos que se originen con motivo del servicio de caja que presta el banco mediante la cuenta corriente bancaria (arts. 778 Ver Texto y 796 Ver Texto, C. Com.). Si bien durante mucho tiempo se consideró que el hecho de no pagar intereses a los clientes por los saldos acreedores que éstos tenían en su favor en la cuenta corriente bancaria era suficientemente remunerativo para cubrir los gastos del servicio de caja a cargo del banco (539) , el creciente aumento de los costos de explotación de la empresa bancaria obligó a ésta a exigir el pago de diversas sumas por la atención de las prestaciones de los servicios que efectuaba. Si bien hay bancos que no perciben algunos cargos o comisiones que a continuación mencionamos, nuestra experiencia profesional nos dice que la mayoría lo hace, aun cuando puede llevar distinta denominación de la que aquí mencionamos. I. Comisión por gestión de cobro de cheques girados sobre otros bancos que no están comprendidos en el sistema de clearing bancario establecido y que por esa razón deben ser depositados por el cliente como "valores al cobro". II. Cargo por gastos de cheques de terceros depositados en la cuenta corriente, que son devueltos por el banco girado, por falta de fondos, cuenta cerrada o alguna otra causal legal o reglamentaria. III. Cargos por gastos que produce el rechazo de un cheque girado por el cliente contra su propia cuenta, que normalmente es notificado por el banco para computar ese rechazo para el futuro cierre de la cuenta corriente. IV. Comisión por mantenimiento de la cuenta corriente. Este rubro puede presentar alguna variante; v.gr.: A) algunas veces se funda en que el promedio mensual de los depósitos no alcanza a determinada suma; B) otras veces se funda en la circunstancia de que siendo un promedio mensual bajo, el movimiento de la cuenta es intenso por el libramiento de gran cantidad de cheques de pequeño valor. V. Comisión por gastos de impresión de las libretas de cheques que se provee a los titulares de la cuenta corriente. Desde hace poco tiempo, también se incluye el cargo por impresión de las libretas de formularios de depósitos. VI. Comisión por riesgo contingente cuando el cliente deposita cheques con clearing de 24 horas o más, y es autorizado a girar en descubierto sobre la base del valor depositado sin confirmar. En este caso, aun cuando el cheque sea atendido por el banco girado el cliente habrá pagado esta comisión, con más el interés compensatorio por el adelanto transitorio autorizado. Como se comprende, si el cheque es rechazado y devuelto por el banco, además de este cargo deberá atender el cargo indicado en el ap. II, reintegrar los fondos del adelanto transitorio recibido, con más sus intereses por el término que tardó en cubrir el descubierto. VII. Cargo por confección del resumen de cuenta, que generalmente es mensual. Si por la operatividad de la cuenta corriente, el cliente solicita la confección de resúmenes (o cortes) quincenales o semanales, éstos tienen un costo adicional, que también es debitado en la cuenta como "cargo". VIII. Comisión por la prestación del servicio de caja mediante cajeros automáticos permanentes, la cual se ve incrementada cuando ellos integran una red interbancaria. IX. Comisión por la atención del servicio de caja mediante débitos automáticos. En este aspecto, algunos bancos, en lo concerniente al pago de algunos servicios -v.gr., tarjeta de crédito, seguros, etc.- en los cuales la institución intermedia, no cobra comisión alguna. Lo propio ocurre, desde tiempo reciente, con el pago de algunos servicios públicos -v.gr., gas, electricidad, teléfono-. Estas comisiones u otros cargos, que el banco tiene derecho a cobrar por los servicios que presta con la cuenta corriente bancaria, serán convenidas con el cliente en oportunidad de la apertura de la cuenta o posteriormente (regla 1.1.1.4), a condición de que el servicio sea efectivamente prestado por la entidad (regla 6.4.1). Es necesario señalar aquí, que como en oportunidades anteriores, la circular reglamentaria ha enfatizado en el párr. 1, regla 1.1.1.4, que tales comisiones pueden ser pactadas libremente. Sin embargo, con técnica de redacción totalmente deficiente, establece en el párr. 2 de la misma norma reglamentaria la prohibición, "aun cuando el cliente hubiere prestado su conformidad" de que el girado efectúe cargos fundados en operaciones "instrumentadas mediante títulos que en sí mismo no posean fuerza ejecutiva". Ya hemos dicho (540) que el destinatario de esa prohibición, sin perjuicio de que pueda alcanzar a casos cuya exclusión no se ha querido realmente, es el cargo en virtud de las tarjetas de crédito. Sin embargo, en el párr. 3 de la norma mencionada, se menciona las excepciones a la prohibición establecida en la anterior, enumerando varias operaciones cuyos débitos se pondrán en la cuenta corriente, puntualizándose que se puede cargar en cuenta los débitos originados en servicio que preste la propia institución. Expresión ésta muy abarcativa, que a nuestro entender permite a los bancos efectuar los cargos de las tarjetas de crédito vendidas a sus clientes que sean titulares de sus cuentas corrientes bancarias, a condición de que como dice el párr. 4, agregado al art. 793 Ver Texto, C.Com., por la ley 24452 Ver Texto, exista pacto expreso en ese sentido. Resulta necesario señalar que la reciente Com. "A" 2514, del 14/2/97, ha guardado silencio sobre el tema, por lo que sigue vigente lo expresado más arriba. JURISPRUDENCIA La autorización del cuentacorrentista para la realización de débitos automáticos, por diversos rubros (pago de servicios, comisiones de mantenimiento de cuentas, sobregiros sin provisión de fondos, impuestos, servicios, etc.) no significa que los débitos efectuados o que pueda efectuar el banco, cuyo origen sea imposible de identificar por carecer de respaldo documental en la contabilidad del banco, pertenezcan a los mencionados conceptos (Cám. Com., A, ED, 151, 267). (519) Conf.: Nougués, 51; Rodríguez Azuero, 127; Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Bs. As., 1986, 31. (520) Fernández, III, 498, nº 2. (521) Conf.: Barbosa y Castaño de Barbosa, Contratos bancarios, Bogotá, 1978, 80. (522) Ferronière, 82. (523) Conf.: Garrigues, 171. (524) Conf.: Williams, 2-A, 332. A ello se agrega las dificultades de carácter técnicoeconómico de la intermediación financiera, referidas a las dificultades que acarrearía la inversión de los depósitos a la vista en razón de su naturaleza, ya que las entidades no estarían en condiciones de financiar y realizar operaciones a largo plazo. (525) Zavala Rodríguez, V, nº 40. (526) Conf.: Williams, 2-A, 332. (527) Conf.: Messineo, La apertura de crédito, 31. (528) Por ejemplo Martorano, 56. (529) Conf.: Fiorentino, Le operazioni bancarie, Nápoles, 216; Williams, 2-A, 288: En el descubierto en cuenta corriente no existe una apertura de crédito en sentido técnico, por cuanto: 1) de existir una obligación del banco, ésta es limitada en relación a la llamada masa de negocios, por lo cual la concesión de crédito tiene importancia secundaria y no constituye la causa del tipo contractual; 2) en la apertura de crédito la concesión de crédito constituye el fin esencial y es la causa típica del contrato, mientras que en el descubierto la situación se invierte, la concesión de crédito es medio para lograr la finalidad contractual; 3) si el anticipo es económicamente un préstamo, no lo es jurídicamente. Se trata del efecto secundario de otro contrato que es la cuenta corriente bancaria. (530) Cám. Com., C, LL, 1984-A, 563. (531) Conf.: F. J. Pozo, Capitalización de intereses en la cuenta corriente bancaria, RDCO, 1987, 1057. (532) Bonfanti, Contratos bancarios, Bs. As. Ver Texto (533) Fernández, III, 506. (534) S. C. Mendoza, RDCO, 1987, 1054, con nota de F. J. Pozo. (535) Fernández, lug. cit. (536) Cám. Com., 58, 232. (537) Cám. C. C. Junín, ED, 108, 270. (538) Conf.: Pozo, lug. cit. en nota 29. (539) Conf. Ferronière, 83. (540) Gómez Leo, Reglamentación, 16. 32. DIVERSOS EFECTOS PARTICULARES DEL FUNCIONAMIENTO DE LA CUENTA CORRIENTE BANCARIA. Consideramos a continuación diversos efectos jurídicos que se producen en la cuenta corriente bancaria, en tanto contrato autónomo, que difieren sustancialmente de los que se producen en la cuenta corriente mercantil (541) . a) Indivisibilidad menguada. Ya manifestamos que para nosotros la indivisibilidad no es sólo un efecto de la cuenta corriente mercantil, sino que se trata de la característica esencial de ese contrato, que hace que los créditos incluídos en la cuenta pierdan su individualidad para convertirse en simples elementos del crédito eventual de saldo de ella (542) . Es evidente que tal característica aparece en la cuenta corriente bancaria considerablemente menguada (543) , razón por la cual es inaplicable a ese contrato el art. 774 Ver Texto, C.Com., que condicionado con los demás que constituyen el capítulo de la cuenta corriente mercantil, consagra la indivisibilidad esencial de ésta y veda a las partes compensar las mesas de crédito y débito y exigir el saldo antes de la fecha convenida para la clausura y liquidación de la cuenta corriente (544) . b) La compensación. Según la normativa legal que trae el Código de Comercio, la compensación es sucesiva y escalonada, produciéndose de pleno derecho al asentarse cada partida en la cuenta (545) . Ese asiento determina el saldo en ese momento único que tienen en cuenta las partes; el banco no pagará los cheques del cliente, sino hasta el saldo disponible que exista en oportunidad de la presentación del título (art. 804 Ver Texto, C.Com., y art. 23, L.Ch.). Es decir que esa obligación del banco lo coloca en una situación completamente distinta de la situación del cuentacorrentista mercantil, que según el art. 771 Ver Texto, C.Com., no tiene obligación de tener a la orden de la otra parte una cantidad o valor equivalente (546) . JURISPRUDENCIA En la cuenta corriente bancaria no se produce la compensación de una vez y al cierre de la cuenta, como se opera en la cuenta corriente mercantil, sino que ella se produce en forma sucesiva o escalonada de tal modo que en cualquier momento y no sólo cuando se opere su clausura definitiva, se puede establecer el saldo (Cám. Com., A, LL, 1984-A, 550). Es decir que la compensación se produce, automáticamente, de pleno derecho, al quedar definitivamente incorporada la partida en la cuenta corriente (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). c) Embargos y otras medidas cautelares. En ese orden de ideas, también el art. 781 Ver Texto, C.Com., es inaplicable a la cuenta corriente bancaria, si se le reconoce a esa norma el alcance de limitar la eficacia de los embargos al saldo que resulte al fenecimiento de la cuenta en favor del deudor embargado (547) ; el depósito en cuenta corriente bancaria no hace perder al correntista la disponibilidad del saldo en su favor, sino que, al contrario, expresamente se le reconoce al obligar al banco a entregarlo por orden de aquél; es decir, contra la presentación de los cheques librados por él. Es evidente, pues, la procedencia del embargo, con eficacia inmediata sobre el saldo existente en el momento de la traba. No se requiere para ello cerrar la cuenta corriente a fin de determinar un saldo, como entiende Martín y Herrera (548) y, según él, algunos bancos, pues la traba del embargo cuyo monto puede ser inferior al saldo- no origina necesariamente tal cierre, pudiendo el depositante continuar sus depósitos y girar, con independencia de la suma embargada, que el banco debita en su cuenta y deposita a la orden del juez embargante. Ello se efectúa constante y diariamente, sin objeciones de parte de los embargados ni de los bancos (549) . En la actualidad existe una mala praxis por parte de los bancos, pues cuando reciben un oficio de embargo sobre una cuenta corriente bancaria por una suma superior al saldo existente en ese momento en ella, hacen efectiva la medida cautelar hasta esa suma, trasfiriendo a orden del juez ordenante y considerando cumplido el requerimiento judicial. O sea, que no afectan los fondos que pudieran ingresar en la cuenta con posterioridad a la notificación de la medida cautelar judicial, exigiendo -de hecho, pero sin derecho alguno- un nuevo oficio para efectivizar el embargo sobre el importe no cubierto por el embargo anterior cumplimentado parcialmente, o sea, hasta el monto de los fondos existentes en ese momento. Ese criterio incorrecto ha pretendido fundamentarse, por el banco notificado, en una causa judicial sentenciada hace más de dos décadas "que dentro de la organización y técnica bancaria le resulta imposible mantener la medida para lo futuro, es decir, respecto de los eventuales depósitos que se puedan efectuar en la cuenta a nombre del demandado". Tales argumentos fueron desestimados, por entenderse, con criterio que compartimos totalmente, que si bien "no deja de tenerse en cuenta que difícilmente, pueda existir la posibilidad del ingreso de nuevos fondos, no es menos cierto que en la medida que la institución bancaria mantenga abierta dicha cuenta deberá acatar el estricto cumplimiento de la orden judicial. Ello sin perjuicio de poder optar por la solución que contempla el art. 792 Ver Texto del C. Com., comunicándola también al tribunal a los efectos de ser debidamente conocida por las partes, para resguardo de los intereses en juego" (550) . La experiencia profesional nos dice que resulta fundamental que cuando se solicite al juez el embargo de los fondos existentes en una cuenta corriente bancaria, se peticione con todo cuidado que la medida cautelar deberá ser cumplida hasta cubrir totalmente la suma de que se trate, sobre los fondos existentes en la cuenta al notificar la medida y sobre los que pudiera ingresar en el futuro. De ese modo, al trascribir el auto que disponga el embargo en el oficio respectivo, el banco notificado no tendrá justificativo para trabar la medida parcialmente y, en caso de que ingresaren nuevos fondos en la cuenta corriente y el cliente embargado los extrajera, se debe aplicar el art. 736 Ver Texto, C.Civ., y el juez podrá hacer efectiva la responsabilidad del banco en el mismo expediente por el trámite de los incidentes o del juicio sumario, según corresponda, atendiendo a las circunstancias del caso (art. 533 Ver Texto, C. Proc.). En la edición anterior habíamos afirmado que teniendo en cuenta que la disponibilidad originada en una apertura de crédito en cuenta corriente es un derecho subjetivo patrimonial del cliente, hay que determinar si en ese caso la medida cautelar debe extenderse a una parte o a toda la disponibilidad. Dado que la obligación del banco acreditante es potencial, pues queda sujeta a una condición suspensiva potestativa que depende de una manifestación del acreditado, entendemos que no procede la traba del embargo si el acreditado no ha optado por requerir la utilización del crédito abierto. En un libro de reciente aparición, que por su notable volumen hemos tenido oportunidad de consultarlo sólo parcialmente, se ha manifestado que si bien la solución que propusimos entonces es la más perfecta desde el punto de vista técnico, "quizá no sea la más justa, en tanto y en cuanto -si el crédito fue otorgado- pareciera equitativo que pudiera trabarse la cautelar sobre él, para aplicarlo al pago de la deuda insatisfecha" (551) . Ante esa afirmación es necesario señalar que ella parte de un principio erróneo, como es considerar que cuando se ha concertado con un banco un contrato de apertura de crédito, por ese solo hecho "el crédito fue otorgado" (552) , cuando lo que en realidad se ha otorgado al cliente al abrirle el crédito es sólo "una disponibilidad", como correctamente el propio autor sostiene en otro lugar de la obra citada, con el agregado que allí mismo formula una afirmación que contradice frontalmente el pretendido andamiento de la traba del embargo. En efecto, en la p. 464, al estudiar la naturaleza jurídica del contrato de apertura de crédito, luego de compulsar diversas posiciones sostenidas por la doctrina, al exponer la suya el Dr. Martorell manifiesta: "El cliente acreditado, sin ser propietario de la suma de la cual -por contrato- tiene derecho a disponer, pasará a serlo en cuanto actúe su derecho de disposición". Siendo correcta la afirmación de que el cliente no es propietario del crédito si no manifiesta su voluntad de utilizar la disponibilidad, es incorrecto afirmar que aun antes de entonces "el crédito fue otorgado", y de allí concluír que se puede trabar una medida cautelar sobre ese crédito, que con toda claridad aún no ingresó en el patrimonio del deudor cuya cuenta se embargó. Ingreso que requiere una efectiva acreditación del importe en la cuenta corriente embargada, que por hipótesis y con toda claridad aún no se ha operado. Es del caso señalar que en la primera edición nos limitamos a remitir al rector al lugar donde tratamos el contrato de apertura de crédito, pero en esta oportunidad, a fin de cubrir cualquier duda, puntualizamos aquí que: - la solución propuesta de la imposibilidad de trabar embargo sobre una disponibilidad concedida en una apertura de crédito en cuenta corriente, además de ser técnicamente correcta es jurídicamente irreprochable, pues si bien la disponibilidad concedida dilata la capacidad financiera del acreditado (553) , el crédito no ingresó aún, como remesa, en la cuenta corriente embargada, por ello no lo puede afectar la cautelar, en tanto no integra el patrimonio del deudor, que es la prenda común de los acreedores. - La doctrina mayoritaria está de acuerdo en la improcedencia de embargar la disponibilidad que constituye el objeto del contrato de apertura de crédito, cuando el acreditado no haya optado por requerir la utilización efectiva del derecho de crédito (554) . - Messineo ha dicho al respecto que aun cuando el acreditado tuviese, no ya la facultad sino la obligación de utilizar el crédito que se le abrió, tal obligación subsistirá sólo frente al acreditante, mas no frente a terceros extraños a la relación de apertura de crédito (555) . - Rodríguez Azuero ha escrito que la mayoría de los autores se inclinan por sostener que no es posible embargar el derecho, o, mejor, que aun cuando se pudiese sostener que el derecho es embargable, en la práctica sus resultados serían negatorios, pues faltaría la expresión de voluntad del acreditado para que la suma de dinero ingrese en verdad en su patrimonio (556) . - Por la misma razón, la doctrina se ha pronunciado por la improcedencia de que los terceros acreedores, subrogándose en los derechos del acreditado, puedan disponer del crédito abierto en favor de este último (557) ; como asimismo ha concluído por negar la posibilidad de compensar la obligación a cargo del banco derivada de la celebración del contrato con cualquiera de otras obligaciones del acreditado (558) . JURISPRUDENCIA Una de las características de la cuenta corriente bancaria es que las remesas y el saldo pueden ser embargados en cualquier momento (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). La orden judicial dada al banco para girar a la cuenta de un determinado expediente judicial los fondos depositados en la cuenta corriente bancaria, se debe entender que se refiere no sólo a los fondos existentes en la cuenta al momento de notificar la medida judicial, sino también a los que pudieran ingresar en el futuro (Cám. Com., B, Rep. LL, XXXV, 398). No es procedente trabar embargo sobre cuentas corrientes bancarias, si es de presumir que el demandado posee otros bienes suficientes para responder al crédito, ya que ello ocasionará un perjuicio innecesario a aquél, que no se detiene con la inmovilización de los fondos depositados sino que originará serias dificultades económico-financieras del cuentacorrentista con los bancos y con los terceros tenedores de cheques que fueron librados con anterioridad al embargo. Sin embargo, no resulta aplicable en tales principios a los embargos que se decreten sobre depósitos en caja de ahorro, o imposiciones a plazo fijo -con certificados nominativos o trasferibles-, ya que dichos fondos no están afectados a aquellas relaciones, sino que en la mayoría de los casos suponen reservas al margen de la cuenta corriente y su inmovilización no afecta a terceros (Cám. C.C. Junín, JA, 1986- II, síntesis). Corresponde a la naturaleza del depósito a orden recíproca que cada uno de los depositantes pueda reclamar la totalidad del crédito, sin que las deudas de uno puedan enervar la acción del otro. Sería absurdo y antijurídico responsabilizar a uno constituyéndolo en deudor solidario, ya que ni siquiera es mancomunado. En consecuencia, es improcedente la oposición del banco al levantamiento del embargo trabado sobre dichos fondos solicitado por uno de los depositantes, alegando la calidad de deudor del otro depositante (1ª Inst. Fed. Corrientes, JA, 1942-IV, 826). La medida de bloqueo dispuesta, importa la inmovilización sine die de los fondos existentes en la cuenta; en cambio, si se hubiese tratado de un embargo, dichos fondos, lejos de ser inmovilizados, deben ser trasferidos al banco de depósitos judiciales (ley 16869 Ver Texto), no correspondiendo al banco compensar la pérdida producida por dicho bloqueo, dado que se limitó a cumplir la orden judicial que lo disponía, esto es, inmovilización de los fondos sin posibilidad de poder usarlos en sus operaciones financieras, ya que de haberlo hecho hubiera violado el mandato judicial incurriendo en desobediencia (Cám. Fed. C.C., III, JA, 1987-IV, 542 Ver Texto). d) El llamado efecto "novatorio". La doctrina extranjera mayoritaria niega efectos novatorios a la inclusión de valores, crédito o débitos en la cuenta corriente bancaria (559) . Los autores franceses, como ya hemos visto, al pronunciarse sobre el contrato de cuenta corriente mercantil y, consecuentemente, sobre el contrato que nos ocupa (560) , aceptan tales efectos novatorios, aunque disienten sobre la calificación del fenómeno jurídico que se produce, denominándolo de diversas maneras: "novación muy particular" (561) , "especie de novación" (562) , "quasi-novatio" (563) , hasta llegar a afirmar que "la inscripción en cuenta produce efectos que sólo hace recordar a la novación" (564) . En nuestro país, las opiniones se hallan divididas, pues Segovia (565) , Rivarola (566) y Malagarriga (567) , por aplicación del art. 775 Ver Texto, C.Com., referido a la cuenta corriente mercantil, atribuyen efectos novatorios a la cuenta corriente bancaria. En cambio, Obarrio (568) , Halperin (569) , Nougués (570) , Giraldi (571) y Villegas (572) niegan que la admisión de valores o créditos en la cuenta corriente bancaria produzca novación. Llegado este punto, resulta imprescindible exponer con todo cuidado lo expresado sobre el particular por el Dr. R. L. Fernández (573) , que no siempre ha sido citado con precisión por algunos autores de nuestro país. El recordado maestro manifestó: "Teniendo en cuenta que armonizan con la naturaleza y finalidades de la cuenta corriente bancaria, conceptuamos que son aplicables a la misma las siguientes disposiciones del capítulo anterior: . . . art. 775 Ver Texto, según el cual la admisión de valores en la cuenta corriente, cualquiera sea su origen, produce novación" (574) . Para agregar en nota 3, al pie de página: "Sobre el verdadero alcance del vocablo novación, que emplea el art. 775 Ver Texto, v. ps. 442 y 448". En el primero de los lugares citados, dice el Dr. Fernández: "Efectos. Se dice que el principal efecto de este contrato (se refiere a la cuenta corriente mercantil) es la indivisibilidad de las dos masas contrapuestas de debe y haber; para nosotros no se trata de un efecto sino de la característica esencial y fundamental del contrato, que hace que los créditos incluídos en la cuenta pierdan su individualidad para convertirse en simples elementos del crédito eventual de saldo; después de la inclusión no puede hablarse ya de crédito por precio, locación u otro concepto; tal crédito desaparece trasformándose, y la cantidad acreditada queda sujeta al régimen de la cuenta corriente: compensación de ambas masas y liquidación en el momento de procederse a su cierre. Como nuestra ley, en su art. 775 Ver Texto, dispone que la admisión de valores en la cuenta corriente produce novación, estudiamos este punto con más detenimiento en el respectivo comentario" (575) . En el segundo de los lugares citados, el maestro expresa: "Novación. Precedentemente (p. 442) hemos hablado de los efectos que la indivisibilidad del contrato de cuenta corriente produce respecto de los créditos incluídos en la cuenta: estos créditos (por precios de mercaderías compradas por el receptor o vendidas por éste en calidad de comisionista, por locación u otras operaciones) se desvinculan del contrato originario para constituír elementos de un crédito eventual, sujetos al régimen de la misma, es decir, para formar con los demás los bloques indivisibles de debe y haber, masas que se compensan, al cerrarse la cuenta, para arrojar un saldo que determina el acreedor y el deudor". "En línea dogmática se acepta por la doctrina moderna predominante el efecto expresado, pero como ocurre con otros institutos surgidos por imposición de las necesidades de la vida real (letra de cambio, desapoderamiento del fallido, etc.), se presentan discrepancias sobre la calificación de los fenómenos jurídicos que produce y la posibilidad de encuadrarlos en las figuras clásicas del derecho común. Muchos autores hablan categóricamente de novación y, con más precisión, de novación objetiva. Para otros, en cambio, no hay novación en sentido estricto, porque el crédito primitivo no se trasforma en otro crédito sino que desaparece como tal (Bonelli, Conto corrente, nº 25), convirtiéndose en un simple asiento de la cuenta corriente, conclusión que no puede admitirse, pues si bien antes de la clausura el crédito queda sujeto al régimen de la cuenta corriente, tornándose inexigible y susceptible de desaparecer en la compensación final de las masas, no pierde por ello totalmente su condición de crédito; en realidad existe, y tan es así que si no se incluyen otras partidas en la cuenta, al final constituirá el saldo, obligación crediticia exigible, no puede sostenerse que el deudor del crédito emergente de la negociación originaria quedó liberado de toda obligación por el hecho de incluírse el crédito en la cuenta; es indudable que tal inclusión hace nacer una nueva obligación sui generis, por sus modalidades y efectos. No faltan juristas para quienes la novación en sentido estricto sólo se opera cuando se formaliza el crédito de saldo (Lévy-Riesse, 28 y 48, nos. 11 y 12; Morando, nº 29). Para nosotros se trata claramente de un efecto de la indivisibilidad de la cuenta corriente y no hay razón alguna, para encuadrarlo en la figura de la novación". "De iure conditio no puede discutirse el efecto novatorio de la inclusión del crédito en la cuenta corriente, dados los términos categóricos del artículo que comentamos, si bien para precisar el alcance del precepto hay que atenerse al régimen que el mismo código instituye para este contrato, y no al establecido por el legislador para institutos que presentan analogías de formas o de fondo más o menos pronunciadas, pero que no pueden identificarse en absoluto. Por comodidad de lenguaje usamos el vocablo novación, que es el generalmente adoptado en legislación, doctrina y jurisprudencia, pero con la salvedad preindicada" (576) . JURISPRUDENCIA Nunca sería justificable que el art. 775 Ver Texto, C.Com., que trata de un supuesto excepcional de novación legal, pueda ser aplicado contrario sensu, es decir, respecto de las obligaciones extraídas de las cuentas corrientes bancarias, dado que los fundamentos que avalan la solución legislativa quedan desvanecidos en esta hipótesis. No se comprendería cómo el remitente, a pesar de haber obtenido el acreditamiento por el receptor, pudiese mantener todavía inalterado su crédito originario, cualquiera que fuese la causa de la cual provenga y ejerce los derechos relativos a él, dado que existe incompatibilidad entre el prevalerse del acreditamiento y el conservar el crédito por el título precedente. Por ese motivo, la ficción legal determina que la acreencia, una vez llevada a la cuenta corriente, se considere como extinguida y sustituída por una nueva causa, esto es, trasformada en una partida y confundida en la masa de valores resultante de la absorción de cualquiera otra obligación anterior que ha concurrido precisamente a alimentarlos. Pero esa ratio legis, que serviría de fundamento a la implementación legal de la novación cuando se incluye un crédito en una cuenta corriente, que en síntesis está basada en la necesidad de poner en pie de igualdad a los créditos incluídos en ella para posibilitar la compensación de deudas que a su vez permitan el funcionamiento de este específico contrato, resulta extraña e injustificada cuando se formula una operación en sentido contrario, es decir, cuando la obligación se extrae del saldo de la cuenta corriente bancaria y meramente se reconoce la existencia del crédito en un instrumento público, ya que al margen de que tal circunstancia no está comprendida en el art. 775 Ver Texto, C.Com., no existen motivos que autoricen a generar un contrato novatorio que prescinda del animus novandi y que tampoco rija por imperio de la ley (1ª Inst. Civil, nº 6, firme, ED, 91, 690). La incorporación del crédito en la cuenta corriente bancaria no produce efectos novatorios, por lo cual resulta inaplicable a ella el art. 775 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). La incorporación de un débito a una cuenta corriente bancaria no produce, per se, novación, ya que ella sólo puede tener lugar cuando en el caso la ley así lo indique o cuando provenga de una inequívoca manifestación de la voluntad de las partes, dado que la novación no se presume (Cám. Com., B, LL, 1991- C, 213). Al no existir remesas recíprocas, a diferencia de lo que ocurre en la cuenta corriente mercantil (art. 771 Ver Texto, C. Com.), en la cuenta corriente bancaria los créditos abiertos por el banco y las operaciones que en ellas se asientan se rigen, en cada caso, por las reglas legales inherentes a cada una; por ello, no existe la novación que prescribe el art. 775 Ver Texto, C. Com., que resulta, en consecuencia, inaplicable en la especie (Cám. Com., B, ED, 143, 688). I. Recapitulación. De los párrafos trascritos surge que: A) en la cuenta corriente mercantil no se produce novación de los créditos que ingresan en la cuenta, sino una trasformación de ellos en virtud de la indivisibilidad de aquélla, que es su característica esencial y fundamental; B) en la cuenta corriente bancaria, tal característica no es esencial, ni permanente, sino sólo natural y contingente, pues en ocasiones se ve suprimida, como ocurre a consecuencia de que la compensación es sucesiva, constante y opera de pleno derecho al asentarse cada partida en la cuenta bancaria (577) . Lo cual hace inaplicable el art. 774 Ver Texto, C.Com., a ese contrato (578) . C) tal compensación sucesiva y constante se produce tanto por los pagos de los cheques que libra el titular de la cuenta, como por los depósitos y acreditaciones que ingresan en ella, lo cual hace fluctuante el saldo, pero no impide que tal saldo sea exigible en todo momento a requerimiento del cliente (579) . II. Conclusiones. Llegado este punto, al tenor de lo expresado hasta aquí, tenemos que la indivisibilidad de la cuenta corriente bancaria se ve considerablemente menguada, respecto a como se manifiesta en la cuenta corriente mercantil, porque: A) la compensación es constante, sucesiva y opera de pleno derecho; B) el crédito disponible puede ser exigido en cualquier momento; C) el saldo puede ser objeto de embargo u otras medidas cautelares, sin esperar al cierre de la cuenta. Sin embargo, esa mengua de los efectos de la indivisibilidad no significa la total supresión de tal característica, pues si bien los elementos estructurales de los créditos que ingresan en la cuenta corriente bancaria (sujeto, consentimiento, causa y objeto) se mantienen (580) , se produce una trasformación, y ella radica en que las acciones individuales de esos créditos que han ingresado en la cuenta son reemplazadas por una nueva acción, que es la acción concedida para el cobro del saldo de la cuenta corriente bancaria (581) . No faltan juristas que califican esa trasformación que se opera en la cuenta corriente bancaria, como una novación por cambio de acción (582) . Empero, y del mismo modo que nos pronunciamos respecto de la cuenta corriente mercantil (583) , para nosotros se trata de un efecto de la indivisibilidad atemperada que presenta la cuenta corriente bancaria, y no hay razón alguna para encuadrarla en la figura de la novación. En suma, aunque menguada o atemperada, la indivisibilidad de la cuenta corriente produce los siguientes efectos: a) La acción por el cobro del saldo reemplaza a las acciones particulares derivadas de los créditos y débitos que ingresaron en la cuenta. b) La prescripción de esa acción es distinta de la que corresponde a los negocios solutorios que originaron los créditos que ingresaron en la cuenta (584) . Para concluír, y corroborando nuestras afirmaciones, resulta significativo poner en evidencia que todos los autores que se pronuncian por el carácter autónomo del contrato que nos ocupa y tratan este tema de la prescripción, coinciden -aun cuando sin utilizar nuestra terminología- en sostener que ella no es la que corresponde a los contratos cuyo resultado económico ingresó en la cuenta corriente, sino que se debe aplicar el propio de ésta (585) . (541) Quien escribe estas líneas se ha visto en la necesidad, no sólo de estudiar los temas que siguen desde el punto de vista jurídico-legal, sino además expondrá el pensamiento del Dr. R. L. Fernández, según sus conocidas obras, que desafortunadamente en algunas oportunidades y respecto de temas puntuales, no es citado con el rigor y la precisión que hubiera sido de desear. (542) V. nº 9, a. (543) Señalamos en la primera edición que ello fue puesto en evidencia por Fernández, en su Código comentado, III, 499/501, al puntualizar con toda precisión las reservas con las cuales se debía aplicar al contrato que nos ocupa, los arts. 771 Ver Texto, 775 Ver Texto, inc. 5, 776, 780 Ver Texto, in fine, y 784 Ver Texto, C. Com., regulatorios de la cuenta corriente mercantil. (544) Debido a ello hemos incorporado, en esta segunda edición en el nº 22, las normas correspondientes a la cuenta corriente mercantil que se aplican a la cuenta bancaria convenientemente actualizadas. (545) Fernández, lug. cit. Conf.: S. Maccarone, Osservazioni in tema di conto corrente, en operazioni bancarie, a cargo de G. B. Portale, Milán, 1978, II, 620; Borga, La compensación en la cuenta corriente, en LL, 43, 617; Williams, 2-A, 319; M. Gagliardo, Aspectos de la compensación civil, en ED, 76, 823. (546) Fernández, III, 499. (547) Conf.: Zavala Rodríguez, V, nº 159. (548) Martín y Herrera, publicación de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Instituto de Derecho Comercial, en el Cincuentenario de la reforma del Código de Comercio, 324. (549) Fernández, III, 501. (550) Cám. Com., B, ED, 60, 265. (551) E. Martorell, Tratado de los contratos de empresa, Bs. As., 1996, II, 213. (552) Martorell, Tratado de los contratos de empresa, Bs. As., 1996, II, 213. (553) Donadio, Sulla natura giuridica dell´apertura di credito, en BBTC, 1937-I, 51. (554) Conf.: Messineo, 153: Aun cuando el acreditado tuviese, no ya la facultad sino la obligación de utilizar el crédito que se le abrió, pues tal obligación subsistirá sólo frente al acreditante, no frente a terceros extraños a la relación de apertura de crédito. Rodríguez Azuero, 388: La mayor parte de los autores se inclinan por sostener que no es posible embargar el derecho, o, mejor, que aun cuando se pudiese sostener que el derecho es embargable, en la práctica sus resultados serían negativos, pues faltaría la expresión de voluntad del acreditado para que la suma de dinero ingrese en verdad en su patrimonio. (555) Messineo, lug. cit. (556) Rodríguez Azuero, lug. cit. (557) Messineo, 154; Montesseroni, Gli effeti del fallimento sui contratti bilaterali non ancora eseguiti, Toscana, 1917, 62. (558) Conf.: Rodríguez Azuero, 388; Messineo, 155; Williams, 2-B, 591. (559) Conf.: Nougués, 61. (560) V. nº 9, b, ap. I, y nº 20, b. (561) Thaller, nº 1664. (562) Lyon-Caen y Renault, IV, nº 823. (563) Lacour y Bouteron, II, nº 1492. (564) Hamel, 434. (565) Segovia, II, nº 2629. (566) Rivarola, IV, nº 1238, a. (567) Malagarriga, Tratado, II, 758. (568) Obarrio, Curso, II, 504. (569) Halperin, El contrato de cuenta corriente y las cuentas corrientes bancarias, en "Rev. Crítica de Jurisprudencia", III, 498. (570) Nougués, 64. (571) Giraldi, Cuenta corriente, 60. (572) Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Bs. As., 1986, 46. (573) Tomamos los textos de su Código de Comercio comentado, Bs. As., 1962, 3ª reimpresión del tomo III. (574) Fernández, III, 499. (575) Fernández, III, 442. (576) Fernández, III, 448/450, posición que quien escribe estas líneas comparte plenamente, razón por la cual la ha hecho suya en Cuenta corriente mercantil, Bs. As., 1988, 47 y 11, y reproducida en este volumen: nº 9, b, ap. I. (577) Conf.: Maccarone y Borga, lugs. cits. (578) Fernández, III, 500/1. (579) V. nº 23. (580) Conf.: R. T. Rives-Lange, Le compte courant en droit français. (581) Conf.: Zavala Rodríguez, VI, nº 557. (582) Rives-Lange, 39. (583) V. nº 9, b, ap, I, párr. A. (584) Conf.: Zavala Rodríguez, VI, nº 557. Coincidiendo con lo expresado en el texto, manifiesta: "Creemos que no se trata de un problema de novación [. . .]. Los contratos de crédito que preceden o se vinculan con la cuenta corriente, tienen su propia prescripción, pero la cuenta corriente da lugar a acciones que no son las de esos contratos, sino las de la relación depositante-banco, en una cuenta que ocasiona obligaciones y deberes distintos de los de esos contratos [. . .] y por eso resulta inaceptable aplicar prescripciones que no armonizan con los principios y normas de la cuenta corriente bancaria". (585) Conf.: Malagarriga, Tratado, IV, 450; Zavala Rodríguez, lug. cit.; Williams, 2-A, 378. 33. CLÁUSULA SALVO ENCAJE. Ya expusimos con detalles la problemática que presenta la cláusula "salvo encaje", regulada por los arts. 777 Ver Texto, inc. 2, y 779 Ver Texto, C.Com., según los cuales todo crédito proveniente de papeles de comercio que ingrese en la cuenta corriente mercantil, lo hace bajo la condición implícita de que su cobro tenga buen fin, salvo convención expresa en contrario (586) . Manifestamos, entonces, que aunque para algunos autores la naturaleza de la cláusula que nos ocupa es la de una condición suspensiva (587) , la opinión predominante, a la cual nos adherimos, afirma que se trata de una condición resolutoria (588) . Las normas precitadas son aplicables a la cuenta corriente bancaria (589) cuando el cliente deposita cheques de terceros o propios, girados contra otros bancos para su cobro por el banco depositario por medio de una cámara compensadora. Sin embargo, en estos casos es necesario realizar algunas precisiones respecto al contrato y la cláusula que nos ocupa, pues ésta presenta algunos matices en su naturaleza y operatividad. a) Cuando el cliente deposita el cheque librado contra otro banco, sometido a un clearing de 24 horas o más. En tal caso, no puede girar regularmente sobre su cuenta por ese importe, hasta tanto sea efectivizado por el banco girado. Es decir, que como ello es lo común y corriente, debemos concluír que la cláusula "salvo encaje" opera, normalmente, en la cuenta corriente bancaria como una condición suspensiva (590) . b) Al contrario, si el banco autoriza al cliente que depositó un cheque en las condiciones descritas en el apartado anterior, a girar sobre la base del valor depositado sin confirmar, la cláusula que nos ocupa operará como condición resolutoria, puesto que si el cheque no tiene buen fin y es devuelto por el banco girado, el banco depositario tiene derecho a debitar su importe de la cuenta corriente del cliente, junto con los cargos correspondientes y entregarle al cliente el título para que proceda a su cobro judicial o extrajudicial. Sentado ello, cabe señalar que las situaciones descritas son distintas del caso que puede ocurrir cuando el banco "compra" el cheque (591) , porque, entonces, el cliente se lo debe trasmitir en propiedad al banco, quien le acreditará una suma que resulta de deducir del importe del cheque en cuestión, los gastos e intereses calculados según el tiempo estimativo que demandará el cobro del cheque, los trámites que resulte menester llevar a cabo para ello y el precio del dinero en ese momento en plaza. Para el caso de que el cheque no tenga buen fin, será el banco "comprador" en su condición de nuevo portador legitimado quien deberá procurarse su cobro extrajudicial o judicial, teniendo a su disposición las acciones que conceden el art. 40 Ver Texto, N.L.Ch., es decir, podrá perseguir el cobro del cheque "comprado" contra todos y cada uno de los firmantes, incluído el cliente, que en su condición de endosante garantiza el pago del cheque (art. 16 Ver Texto, N.L.Ch.). JURISPRUDENCIA Cuando los cheques depositados por el cuentacorrentista no son librados contra el mismo banco depositario, se los entiende depositados bajo la cláusula "salvo encaje", es decir, sujeto a la condición suspensiva consistente en la existencia de provisión de fondos suficientes que permita efectivizarlos al banco girado (Cám. Com., A, LL, 1989C, 168; B, LL, 1980-A, 164). Los bancos desarrollan negocios de intermediación, entre los cuales se hallan las operaciones de cobranzas. En éstas, la entidad bancaria, en cumplimiento de un mandato, se halla investida del poder de percibir efectos cambiarios. Los procedimientos utilizados a tal fin consisten, sea en el endoso en procuración en favor del banco, sea en la cobranza con acreditación al cliente, salvo buen fin. En esta última operación el banco acredita el importe, o sea, le concede al cliente inmediata disponibilidad, ya que anticipa el importe del crédito al cliente. Ahora bien, la cláusula "salvo encaje" (arts. 777 Ver Texto, inc. 2, y 779 Ver Texto, C.Com.) funciona como condición resolutoria y autoriza al acreditante a debitar el importe respectivo en la cuenta corriente bancaria, es decir, los aspectos idénticos a los de la cuenta corriente mercantil y, por tanto, se aparta del carácter de condición suspensiva que presenta normalmente en la cuenta corriente bancaria (Cám. Com., B, LL, 1981-B, 50; A, LL, 1989-C, 168). El depósito de un cheque en cuenta corriente, si el banco admite la inmediata disponibilidad de los fondos y lo acredita en cuenta, ello extingue el título pues vale como pago (art. 13 , 5ª parte, decr.-ley 4776/63). En ese caso el banco no puede luego rechazarlo por invocación de la cláusula "salvo encaje", ni debitar la cuenta corriente por el importe del cheque autorizado, ni revivirlo con las acciones que de él deriva (Cám. Com., A, ED, 131, 636). Dentro del servicio de cheques que presta el banco a los titulares de las cuentas corrientes, resulta claro que todo librador debe proceder con respaldo suficiente de fondos, en ella. Por tanto, el rechazo de cheques por no tener dinero depositado o ya acreditado (es decir, con antelación suficiente) pone en evidencia un obrar antijurídico del cliente, en el sentido concreto de falta de diligencia o prudencia exigidas por las correspondientes circunstancias del acto (art. 512 Ver Texto, C.Civ.). En el caso concreto, no se ha invocado que el banco hubiera autorizado a una disponibilidad inmediata de los cheques que depositara el cliente -con la cláusula implícita "salvo encaje"- o al "giro en descubierto", por lo que el apresuramiento de éste en librar contra su cuenta ha sido culpable, pues tenía vigencia una condición suspensiva, consistente en la real existencia de fondos suficientes que permitiera al girado efectivizarlos (arts. 777 Ver Texto, inc. 2, 779 Ver Texto, 791 Ver Texto, 834 Ver Texto, C. Com., y 528 Ver Texto y 545 Ver Texto, C.Civ.) (Cám. C.C. 2ª, I, La Plata, causa B77. 266. Reg. int. 133, del 30/6/94). (586) V. nº 10, a. (587) Conf.: Giannini, nº 71; Lévy, 26; Viari, V, nº 4269. (588) Conf. autores citados en la nota 182 del cap. I. (589) Fernández, III, 500. Conf.: Malagarriga, V, nos. 211 y 218; Rivarola, V, nº 1238; Giraldi, Cuenta corriente, 98; Williams, 2-A, 305. (590) Conf.: Molle, 395/6; Fiorentino, 39; Giraldi, Cuenta corriente, 99; Williams, 2-A, 307. (591) V.: Gómez Leo, Instituciones, III, 187. CAPÍTULO VI - TERMINACIÓN DEL CONTRATO. EL SALDO 34. GENERALIDADES. El contrato de cuenta corriente se puede extinguir por diversas causas que estudiamos en este capítulo; una vez producida algunas de ellas, corresponde proceder al cierre de la cuenta y determinar el saldo definitivo. En caso de que el saldo resulta en favor del cliente, deberá ser puesto a su disposición mediante la notificación correspondiente. Si, al contrario, como generalmente ocurre, el saldo es en favor del banco, deberá ser pagado por el cuentacorrentista: caso contrario, previa confección del certificado que prevé el art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C.Com., la institución bancaria podrá iniciar su cobro ejecutivo. De modo análogo a lo manifestado respecto de la cuenta corriente mercantil (592) , es necesario enfatizar aquí que la extinción del contrato de cuenta corriente bancaria no tiene lugar por el cierre de ella, sino que es a la inversa: la extinción, terminación o resolución del contrato provoca el cierre o clausura de la cuenta. La aclaración vale, pues de los preceptos legales y reglamentarios que regulan el tema surgen expresiones: v.gr., "cierre", "clausura", "conclusión" de la cuenta, etc., que no facilitan la distinción conceptual efectuada (593) . JURISPRUDENCIA Las causas de conclusión del contrato de cuenta corriente bancaria han sido determinadas por los arts. 20 y ss., circ. B-382, y arts. 23 y ss., R.F. 666 (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). El contrato de cuenta corriente bancaria es rescindible unilateralmente (Cám. Com., LL, 44, 275; Cám. Com., B, LL, 1984-A, 579), y la clausura de la cuenta presume la terminación del contrato y, por ende, su cierre reviste carácter definitivo, no admitiendo posibilidad lícita de incorporación de nuevas partidas correspondientes a actos llevados a cabo pendiente el término; lo contrario afectaría el principio de unidad que informa a este contrato, así como la sujeción de cada operación al fin común del contrato (Cám. Com., B, LL, 139, 251). 35. TERMINACIÓN DEL CONTRATO. Tratamos en este número diversos supuestos, que según los preceptos legales y reglamentarios vigentes ponen fin al contrato de cuenta corriente bancaria; sin perjuicio de ello, consideramos otros supuestos, en los cuales no ocurre ello, aun cuando se pudiera suponer que resuelven la relación contractual. a) Vencimiento del plazo pactado. Si las partes, en aplicación del principio general de autonomía de la voluntad (art. 1197 Ver Texto, C.Civ.), hubiesen convenido un término para la conclusión del contrato que nos ocupa, éste se extingue por el cumplimiento del plazo acordado (arts. 782 Ver Texto, inc. 2, y 792 Ver Texto, in fine, C.Com.) (594) . En este caso no se requiere aviso previo, pues se trata de un plazo expreso, cierto y resolutorio (595) . b) Consentimiento de las partes. Este supuesto no merece mayores explicaciones, porque es de toda obviedad: las partes -tratándose de derechos disponibles- en cualquier momento, aunque hubiera término convenido, pueden extinguir cualquier contrato mediante mutuo disenso (596) (art. 1200 Ver Texto, C.Civ.), incluído el contrato de cuenta corriente bancaria (art. 782 Ver Texto, inc. 1, C.Com.). c) Voluntad unilateral de alguna de las partes. Si bien este supuesto responde a un principio de derecho común para los contratos de ejecución continuada carentes de plazo (597) , el art. 792 Ver Texto, C.Com., establece expresamente que la cuenta corriente bancaria puede concluír cuando lo exija unilateralmente el banco o el cliente, previo aviso con diez días de anticipación, salvo convención en contrario. El precepto mencionado ha sido interpretado en el sentido de que las partes pueden, de común acuerdo, ampliar o restringir el término de diez días, así como fijar una fecha determinada o establecer en qué circunstancias ocurrirá la terminación del contrato. Con motivo de la vigencia de normas reglamentarias puntuales sobre el tema, para una mejor comprensión consideramos en forma separada cuando la conclusión se produce por iniciativa del cliente, de cuando ello ocurre por iniciativa del banco. I. Por voluntad unilateral del cliente. Según la regla 1.5.1 la cuenta corriente podrá ser cerrada por decisión del cuentacorrentista, previo aviso con 10 días de anticipación, salvo que hubiera convención en contrario (art. 792 Ver Texto, Cód. Com., y regla 1.5.1.1). En tal caso deberá acompañar la nómina de los cheques comunes librados en los últimos 60 días que aún no hubiesen sido presentados al cobro y la nómina de cheques de pago diferido, que habiendo sido regularmente librados no hubieran sido presentados aún a registración, en ambos casos deberá indicar el importe de esos cheques (regla 1.5.2, ap. 1, s/Com. "A" 2512). También, deberá devolver los formularios no utilizados, dando la entidad recibo en el cual constará la numeración de los formularios devueltos (regla 1.5.2, ap. 1). Si el cuentacorrentista no cumplió con ambas obligaciones en oportunidad de solicitar el cierre de la cuenta corriente, deberá hacerlo dentro del plazo de 5 días hábiles bancarios, contados desde la fecha de notificación que haga el banco (arg. regla 1.5.2, ap. 3, s/Com. "A" 2514). En caso de que no se cumpla en término con las obligaciones mencionadas el girado deberá proceder al cierre de la cuenta y dar aviso al B.C.R.A. para que se lo incluya en la "Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados" (regla 1.5.2, ap. 4, s/Com. "A" 2514), por el plazo de 24 meses (reglas 1.4.2.2 y 1.8.2). Si el cuentacorrentista cumplió con las obligaciones mencionadas, el girado mantendrá abierta la cuenta por un plazo igual al establecido para la validez de los cheques (regla 1.5.2, ap. 3º, s/ Com. "A", 2514), in fine), en el caso de los cheques comunes el cuentacorrentista deberá depositar los fondos suficientes para su atención al momento de su presentación (regla 1.5.2, ap. 2). Respecto de los cheques de pago diferido, el girado mantendrá la cuenta abierta a los efectos que prevé el art. 60 Ver Texto, ap. 1, in fine, N.L.Ch., esto es, para que el cliente deposite las sumas necesarias para atender el pago de los cheques de esta clase, registrados pero aún no vencidos, así como para poder hacer los débitos por cargos y comisiones contratados oportunamente (regla 1.5.2, ap. 5º, s/Com. "A", 2514). Antes de concluír es necesario considerar el hecho de que el titular de la cuenta corriente bancaria, al extraer, sin aviso previo, la totalidad de los fondos disponibles en la cuenta, dejándola sin saldo deudor, ni acreedor, se puede considerar como un caso encuadrable en el supuesto que nos ocupa (598) . Conforme a lo puntualizado al principio de este número y en atención al carácter normativo del contrato de cuenta corriente bancaria (599) , anticipamos nuestra opinión terminante en sentido negativo (600) . Es decir, que en nuestro concepto la extracción total de los fondos disponibles en la cuenta corriente no es, per se, causal de resolución o terminación del contrato que estamos estudiando, sino que lo que se produce en ese caso es el cierre de la cuenta, a causa de producirse la compensación instantánea y de pleno derecho entre el débito producido por el pago del cheque efectuado por el banco y el saldo disponible en favor del cliente, que libró tal cheque por una suma exactamente igual a ese saldo. Ocurrido ello, será menester, para que el contrato concluya, que el cliente notifique al banco su voluntad de resolver el contrato (art. 792 Ver Texto, C. Com., y regla 1.5.1.1) o, en su defecto, que el banco decida, ante el estado de la cuenta, hacer uso de la facultad que le conceden las normas legales y reglamentarias (art. 792 Ver Texto, C.Com. y regla 1.5.1.1), caso del cual nos ocupamos en el apartado II, que sigue a continuación. Expuesta la solución que corresponde dar a la situación hipotética planteada, corresponde dejar en claro que ella tendría en la práctica una duración limitada, pues cuando en el primer día hábil siguiente a la terminación del mes calendario, el banco, como es de práctica inveterada, debite de la cuenta corriente los cargos correspondientes a "mantenimiento de la cuenta corriente", y por confección del "resumen de cuenta", ya estudiados (601) , la cuenta ya no quedará cerrada, sino que tendrá saldo deudor por la contabilización de los cargos mencionados. Respecto de este tema, generalmente se alude al art. 23, circ. B-382, mantenida como regla 1.1.3.1.3, OPASI 2/88, que disponía el cierre de la cuenta corriente "por falta de movimiento de la cuenta durante el término no menor a un año". Empero, como la citada regla no ha sido reiterada por el Banco Central, consideramos que esa circunstancia ya no es causal autónoma de resolución del contrato que nos ocupa. Sin embargo, tal afirmación, que no es nada más que lo que surge de la normativa vigente, ha llevado a una práctica disvaliosa observada por algunos bancos, quienes ante esta situación mantienen sine die la cuenta abierta y como por hipótesis no existen fondos en ella al continuar efectuando los débitos de práctica, v.gr. por mantenimiento de la cuenta, extensión de resúmenes de saldo, remisión de éstos, etc. Luego de varios meses, inclusive de algún par de años, se llega a sumas importantes con el consiguiente perjuicio para el cuentacorrentista. Es cierto que en esos casos existe una conducta negligente de este último, pero también lo es que se producen excesos y desbordes por parte del banco, tanto por los cargos que se van debitando y sumando, como -y especialmente- por los intereses compensatorios y sus capitalizaciones que se van acumulando vertiginosamente. En la práctica, cuando se llega al cierre de cuenta y se pasa el certificado extraído a "gestión y mora", generalmente el banco accede al pago, bloqueando el monto mediante la fijación del llamado "interés 0" -que significa que el saldo no devenga nuevos intereses-, y en algunos casos se efectúa alguna quita al importe reclamado a fin de facilitar su cobro extrajudicial, mediante el pago en cuotas. Todo ello es posible, pues el monto reclamado se ha incrementado natural, pero injustificadamente, por esa acumulación de cargos, intereses y capitalización de éstos a lo largo de varios meses, e inclusive, como se dijo, en oportunidades por el trascurso de algún par de años. La pregunta que corresponde efectuar es: en tales casos el importe reclamado ¿es por servicios efectivamente prestados o no? A primera vista pareciera que no. II. Por voluntad unilateral del banco. Cuando el banco decide unilateralmente dar por concluído el contrato de cuenta corriente bancaria que no tiene pactado plazo de duración, deberá comunicarlo al cliente, por medio fehaciente, con una anticipación de diez días (art. 792 Ver Texto, C.Com.); notificado el cuentacorrentista, dentro de igual término, deberá devolver los formularios de cheques no utilizados. Sin embargo, el cierre de la cuenta corriente tendrá lugar luego de trascurrido un plazo legal igual al establecido para la validez de los cheques -30 días o 60 días, según que ellos hayan sido librados en el país o desde el exterior, respectivamente-, contado desde la fecha de la recepción de la notificación (regla 1.5.2). Aunque generalmente los bancos toman esta decisión con las cuentas que tienen poco movimiento o no operan o cuentan con bajo promedio de sus depósitos, en rigor, su voluntad unilateral es discrecional o no es necesario fundar la resolución que adopte en una causal precisa o determinada. Habíamos señalado en la primera edición que, bajo la vigencia de la OPASI 2/88, cuando el banco optaba por la resolución unilateral del contrato de cuenta corriente bancaria que estamos estudiando, no correspondía aplicar entonces la regla 1.3.3, in fine. Es decir, considerábamos que al ser notificado el cliente de esa resolución, era de buen orden que procediera a devolver los formularios no utilizados e inclusive que acompañara una nómina de los cheques librados en los últimos 30 o 60 días, según los casos del art. 25, L.Ch. Sin embargo, entendíamos que ello no era obligatorio según el texto de la regla, 1.3.2 OPASI 2/88, y por natural consecuencia, si voluntariamente no procedía de ese modo, considerábamos que no era procedente imponer la sanción prevista en la regla 1.3.3, in fine, OPASI 2/88, pues esta norma era aplicable -según el texto anterior- sólo cuando la cuenta se cerrara por decisión del cuentacorrentista y atento al carácter reglamentario y sancionatorio de ella, no correspondía aplicarla por analogía en el caso que el cierre fuera por decisión del banco. Habiéndose mejorado la redacción de la normativa reglamentaria, en la actualidad, a la luz de lo dispuesto en la regla 1.5.2 s/Com. "A" 2514 al verificarse cualquiera de las causales establecidas en la regla 1.5.1, el cuentacorrentista deberá acompañar la nómina de cheques librados en los últimos sesenta días aún no presentados al cobro o a su registración -en los cheques de pago diferido-, con indicación de sus importes. Asimismo deberá devolver los formularios no utilizados, debiendo cumplir con esas obligaciones dentro de los cinco días hábiles bancarios contados desde la notificación efectuada por el banco de su voluntad de cerrar la cuenta, caso contrario se dará aviso al Banco Central a los efectos de que se incluya al incumplidor en la "Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados" (regla 1.5.2) por el plazo de 24 meses (reglas 1.4.2.2 y 1.8.2). Todo lo cual es razonable y, ahora, al estar precisamente reglamentado permite sin ninguna reserva aplicar las sanciones del caso al cuentacorrentista negligente en el cumplimiento de las obligaciones puestas a su cargo. JURISPRUDENCIA La cuenta corriente bancaria puede cerrarse cuando el banco o el cliente lo exijan, previo aviso con diez días de anticipación, salvo convenio contrario (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 579). Es decir, que la facultad que otorga el art. 792 Ver Texto, C.Com., es potestativa de una y otra parte. Lo único que requiere el precitado artículo es la existencia del "previo aviso con 10 días de anticipación" (Cám. Com., LL, 44, 275). La cuenta corriente bancaria crea un vínculo de confianza y buena fe; empero, no existe norma que impida que cualquiera de las partes pueda poner fin al vínculo, aun sin envíar el preaviso que prescribe el art. 792 Ver Texto, C.Com. Ello per se no implica sanción alguna; sin embargo, la contraparte tiene abierta, eventualmente, la acción de daños y perjuicios si considerara que el proceder de la otra parte fuera abusivo o arbitrario (arts. 519 Ver Texto y ss., C.Civ., por reenvío del art. 207 Ver Texto, C.Com.). Es decir, no existe norma alguna que sancione con la ineficacia la disolución del contrato de cuenta corriente bancaria, por el solo hecho de no haber dado un preaviso que no es condicionante de su validez (Cám. C.C. I, B.Blanca, LL, 1989-A, 520). Al no existir convenio sobre el término de duración de una cuenta corriente, ésta puede cesar por voluntad unilateral de cualquiera de los dos correntistas (Cám. C.C. I, Rosario, JA, 1993-III, síntesis). Si mediante la demanda se persigue el resarcimiento de los daños provocados por el cierre injustificado de una cuenta corriente bancaria, la medida cautelar innovativa solicitada por el actor -no innovar- para que se la reabra, excede el objeto de la demanda, pues intenta compeler al mantenimiento de una situación contractual de ejecución continuada que concierne a la voluntad del banco, sin perjuicio de los derechos que asisten al perjudicado si se determina que ha sido víctima de una conducta antijurídica (Cám. Com., E, LL, 1995-C, 164). d) Libramiento de cheques sin fondos disponibles suficientes. Cuando se produzcan 5 rechazos (regla 1.4.2.1) de cheques por carecer de fondos disponibles suficientes o autorización para girar en descubierto se opera la resolución del contrato de cuenta corriente, consiguientemente, el cierre de la cuenta de que se trate. Esto rige tanto para los cheques comunes, como para los cheques de pago diferido (regla 1.4.2.1). Esta causal es la más frecuente y típica de las que trae la normativa vigente; la estudiamos aquí en detalle para facilitar su comprensión y remitir al lector, en lo pertinente, a estos comentarios cuando consideremos las otras causales autónomas de cierre de la cuenta que traen las nuevas normas legales y reglamentarias. I. Procedimiento. Al producirse cada uno de los rechazos por esta causal, el girado deberá comunicar al cuentacorrentista, mandatario, apoderado, administrador, etc., dejando constancia en sus respectivos legajos de esas circunstancias y notificando además al Banco Central y al tenedor o presentante del cheque (regla 1.4.1, y art. 62 Ver Texto, ap. 1, N.L.Ch.). A fin de proceder al cierre de la cuenta, se computarán las situaciones individuales que cada persona registre en el conjunto del sistema financiero, comprendiendo tanto las cuentas en pesos, como en dólares estadounidenses, en el término de un año contado a partir del primer rechazo. En caso de rechazos de cheques firmados por la persona a cuya orden opere la cuenta, mandatario, apoderado, administrador, etc., corresponderá también hacer efectivo el cómputo en relación con los respectivos titulares, mandante, poderdante, administrador, etc., en la medida que se trate de documentos librados contra esa cuenta (regla 1.4.2.1). Es decir que el número de 5 (rechazos) se computará dentro del plazo de un año corrido, que principia a partir del primer rechazo. Por ejemplo, si éste se produce el día 2 de abril de 1996, se deberá tener en cuenta los rechazos que se produzcan por esta causal hasta el día 1 de abril de 1996 (art. 25 Ver Texto, C.Civ.). También hay que tener en cuenta que en la mayoría de los casos la sanción recaerá sobre quienes son titulares y además operen de forma personal y directa las cuentas que se cierren. Sin embargo, por la regla 1.4.2.1, ap. 3, la sanción impuesta se aplica tanto a las personas que operen la cuenta como mandatarios, apoderados, administradores, etc., las cuentas a nombre abiertas a nombre de otras personas, como respecto de esta últimas en su carácter de titulares, mandantes, poderdantes, etc. La innovación reglamentaria produce una suerte de vasos comunicantes tanto respecto de la situación personal de cada una de las personas mencionadas, como de la única o de las varias cuentas a las que se halle vinculado como titular u operador de ellas, pues todo ello se refleja en la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados (regla 1.4). El criterio adoptado es riguroso, pero saludable, pues pone fin a la corruptela observada cuando se procedía a dejar de operar las cuentas en las cuales se había producido algunos rechazos -siempre menos de 3 o 5, según los casos (regla 1.3.4.3, OPASI 2/88)y coetáneamente se abría otra cuenta, como un modo de evitar que se llegara al límite de rechazos que produciría el cierre de la cuenta anterior por esta causal. La regla 1.4.3 establece los casos que no se deben computar como rechazos, fijando un principio general e incluyendo excepciones, las que en algunos casos son parciales, todo ello con una sistemática que conspira contra la fácil interpretación que se puede hacer de ellas: En efecto, en ese sentido no se computarán los siguientes casos, y tampoco se impondrán las multas correspondientes, ni se efectuarán las respectivas comunicaciones al Banco Central: A) Cuando se hubiera pagado cheques falsificados o adulterados en razón de no ser -a juicio del girado- tales alteraciones o falsificaciones visibles a simple vista (arg. arts. 35 Ver Texto y 36, N.L.Ch.) y tal débito hubiera sido la consecuencia de la falta de fondos suficientes en la cuenta, que produjo el rechazo ulterior del cheque. Rechazo que -como ya se adelantó- por esas razones no se debe comunicar al Banco Central, ni computar para el cierre de la cuenta (regla 1.4.3.2). B) Cuando se hubiera rechazado cheques por error de la entidad girada, si en esa oportunidad hubiera fondos disponibles suficientes en cuenta (regla 1.4.3.3), como ocurre cuando un cheque es presentado luego de haber vencido el término que había para ello -30 o 60 días (art. 25 Ver Texto, N.L.Ch.)- y el girado por carecer de fondos lo rechaza, cuando la norma que trae el art. 38 Ver Texto, N.L.Ch., establece que sólo puede proceder a rechazarlo, cuando hubiera sido presentado en término. Conviene aclarar que si el cheque ha sido adulterado o falsificado y esas circunstancias anormales se las percibe a simple vista, pero sin embargo el girado paga el cheque, se trataría de un error del girado que lo haría responsable si de ese acto ilícito surgiera perjuicio para el cliente. A continuación la regla citada repite la disvaliosa excepción que estaba incluída en la reglamentación anterior y que criticamos oportunamente (602) , por la inmoralidad que encierra, ya que por hipótesis se reconoce que hubo contrato de apertura de crédito verbal para que el cliente girara en descubierto, y a pesar de ello el banco, en razón de no haberse hecho por escrito, lo desatiende, no cumpliendo con lo pactado (art. 1140 Ver Texto, C.Civ.), quebrantando la regla de buena fe que es como se deben interpretar y cumplir las convenciones (arts. 1197 Ver Texto y 1198, C. Civ.). C) Cuando se rechace cheques, a pesar de tener fondos suficientes, pero ellos no estar disponibles por haberse trabado alguna medida cautelar sobre la cuenta corriente y el cliente pruebe, a satisfacción del banco, que ignoraba esa circunstancia cuando libró el cheque de que se trate (regla 1.4.3.4). En los tres casos, los rechazos no se computarán, únicamente, hasta la concurrencia de sus montos con el saldo que hubiera tenido la cuenta de no haberse efectivizado el pago o incurrido en el error o dispuesto la medida cautelar (regla 1.4.3.4, ap. 3). JURISPRUDENCIA Si el cierre de la cuenta corriente bancaria obedeció al quinto rechazo por falta de fondos disponibles o autorización para girar en descubierto en que incurrió el titular de la cuenta, no corresponde aplicar el art. 792 Ver Texto, C.Com., y el plazo de preaviso indicado en esa norma legal, pues ella se refiere al supuesto de extinción del contrato por voluntad unilateral de cualquiera de las partes (Cám. Com., C, LL, 1995-A, 165). II. Sanciones resultantes. Además de la multa que en cada caso el cuentacorrentista deberá pagar según lo establecido en el art. 62 Ver Texto, N.L.Ch., y que en caso de no ser atendida puede ser una causal autónoma del cierre de la cuenta (reglas 1.3.8.6 y 1.4.2.3) al haber llegado al número de cinco rechazos por la causal que nos ocupa, quedará inhabilitado por 60 meses contados a partir de la inclusión que se efectúe del sancionado en la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados (regla 1.8.1, ap. 1). Ese término de inhabilitación se reducirá a 24 meses si el cuentacorrentista demuestra haber hecho efectivos los cheques comunes o de pago diferido devueltos por falta de fondos, incluídos los no vencidos de esta última clase al momento de cerrarse la cuenta (regla 1.8.1, ap. 2). Durante la vigencia de la inhabilitación adoptada, ninguna entidad financiera del país dará curso a las solicitudes de apertura de cuentas corrientes presentadas por las personas físicas o jurídicas sancionadas (regla 1.8.3 s/Com. "A" 2514), pues antes de resolver favorablemente la solicitud efectuada, la entidad de que se trate deberá proceder a consultar la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados (regla 1.1.2), de donde surgirá la inhabilitación vigente obstativa de la apertura de cuenta pedida. Consulta, ésta, que viene a reemplazar con ventajas la anterior que debía de efectuarse sobre los boletines que el Banco Central (regla 1.1.2, OPASI 2/88) distribuía a esos efectos. JURISPRUDENCIA Si mediante la demanda se persigue el resarcimiento de los daños y perjuicios provocados por el cierre injustificado de una cuenta corriente bancaria, la medida cautelar innovativa solicitada por el actor -de no innovar- para que se la reabra, excede el objeto de la demanda, pues intenta compeler al mantenimiento de una situación contractual de ejecución continuada que concierne a la voluntad del banco, sin perjuicio de los derechos que asisten al perjudicado si se determina que ha sido víctima de una conducta antijurídica (Cám. Com., E, LL, 1995-C, 164). e) Rechazos de cheques por errores formales. Ab initio, dejamos aclarado que el título que utilizamos es al solo efecto de unificar el desprolijo lenguaje observado, tanto por el legislador como por la autoridad de superintendencia, para referirse a este supuesto de hecho, que repetido en los términos de la reglamentación fundamenta el cierre de la cuenta corriente. En efecto, haciendo gala de una absoluta falta de rigor científico, se utiliza una terminología totalmente extraña a la materia sancionatoria. Para aludir a esa causal de rechazo se utilizan cuatro expresiones distintas; a saber: A) en el art. 2 Ver Texto, N.L.Ch., y en las reglas 1.3.8.5, 1.3.8.7 y 1.5.1.4 se menciona la expresión "motivos formales"; B) en la regla 1.3.8.1.3 se alude a "defectos formales", expresión que se reitera en los arts. 62 Ver Texto y 55 Ver Texto, N.L.Ch., con el agregado de que este último establece que se cite al librador para que corrija esos "vicios formales"; C) en la regla 1.3.8.1.2 se incluye la expresión "errores formales"; y D) finalmente, la regla 1.1.4 menciona otro caso de "vicio formal", que enseguida comentamos; expresión que también se utiliza en la regla 1.4.2.3 y como señalamos antes, también la incluye el art. 55 Ver Texto, N.L.Ch. Puestas en evidencia tales desprolijidades, es necesario señalar una cuestión de mayor gravedad, como fue la inclusión de dos supuestos, de multas por defectos formales, que trajo la circular reglamentaria, invocando la aplicación analógica del art. 2 Ver Texto, N.L. Ch., cuando en realidad no existen tales defectos formales que permitieran imponer ese criterio sancionatorio. En un caso que permanece vigente y por ello sujeto todavía a nuestra crítica, es el incluído en la regla 1.3.8.1.3, estableciendo que si en el cheque figuran inscripciones de propaganda o aditamentos que condicionen, directa o indirectamente, su negociación a otros requisitos que los establecidos en la ley, corresponde su rechazo y se considerará "defecto formal", por aplicación analógica del art. 2 Ver Texto, N.L.Ch. En rigor, no existe defecto formal alguno, sino incumplimiento del pacto de cheque, que no permite pagarlo, pues no existe cheque, al tener la promesa de pago sometida a una condición, y el art. 2 Ver Texto, inc. 5, N.L.Ch., exige que sea pura y simple. El otro supuesto -felizmente derogado por la Com. "A" 2514- estaba incluído en la regla 1.1.4, que disponía y dispone, en concordancia con el art. 4 Ver Texto, N.L.Ch., el rechazo del cheque perteneciente a una chequera, cuando habiendo sido retirada por una tercera persona, el titular no presentó su conformidad al banco, oportunamente. Pero en el texto derogado se disponía que en tal caso, cada uno de los rechazos por esa causal, debía considerarse "por vicio formal" y aplicarse la multa que trae el art. 2 Ver Texto, N.L.Ch. Sentado ello, debemos decir que cuando se produzcan ocho rechazos por errores formales, en el término de un año, contado a partir del primero de ellos por esa causal, corresponderá tener por rescindido el contrato de cuenta corriente y, por consiguiente, proceder a cerrarla (regla 1.5.1.4, ap. 1). En estos casos la sanción de inhabilitación para poder operar en cuenta corriente (o en caja de ahorro), con la entidad girada, tiene un término de duración de un año, contado a partir desde la fecha en que resulte aplicable el cierre de la cuenta (regla 1.5.1.4, ap. 2). Sin embargo, la entidad girada está facultada para mantener abiertas las cuentas del cliente siempre que medie una resolución fundada del directorio o, en su caso, del consejo de administración, o de la máxima autoridad en el caso de los bancos extranjeros. f) Órdenes de no pagar infundadas. Cuando se produzca el extravío, sustracción o adulteración de cheques comunes y de pago diferido -incluídos los no utilizados y los creados, pero no emitidos-, así como de los formularios de cheques o de las fórmulas especiales para solicitar las chequeras y, en su caso, de los certificados nominativos de registración emitidos por las entidades que han avalado los cheques de pago diferido de que se trate; se deberá dar aviso a las respectivas entidades intervinientes (regla 1.3.9.1.1), debiendo ratificarse personalmente en el día la denuncia (regla 1.3.9.1.2) y agregar dentro de las 48 horas hábiles el acta de la correspondiente denuncia policial o penal, según la tipificación del hecho acaecido. En tales casos el girado deberá rechazar los cheques de que se trate, bajo responsabilidad del denunciante, debiendo consignar al dorso del cheque (o certificado nominativo de registración) rechazado la leyenda "Cheque (o certificado) extraviado, sustraído o adulterado, según denuncia". "Difiere la firma del librador". "Con (o sin) fondos suficientes disponibles en cuenta", todo ello si así correspondiere (regla 1.3.9.2.2), debiendo en esos casos cumplimentar lo dispuesto en el art. 63 Ver Texto, N.L.Ch. Luego de producido el primer rechazo, el girado deberá requerir del cuentacorrentista que acredite fehacientemente la formulación de la pertinente denuncia ante el juez competente, mediante la presentación de copia autenticada de las actuaciones promovidas (regla 1.3.9.2.6). Si el cliente cumple este requisito, el girado deberá mantener disponible toda la información durante un año, para el caso de que el Banco Central la requiera (regla 1.2.2.13 s/Com. "A" 2514). Si el cheque rechazado por esta causal incluye, además, la causal "de insuficiente provisión de fondos en cuenta" y el cliente no acredita la formulación de la denuncia judicial, el girado debe informar al Banco Central (regla 1.3.9.2.8). La presentación de dos denuncias en esas condiciones, dentro del año de presentada la primera de ellas, producirá el cierre de la cuenta corriente (regla 1.5.1.5 s/Com. "A" 2514); en ese caso el cliente sancionado no podrá operar en cuenta corriente o en caja de ahorro, por el término de un año (regla 1.5.1.4, ap. 2). Si la formulación de la denuncia judicial por el cliente hubiera sido hecha fuera del término que establece la regla 1.3.9.2.6, ello podrá dar lugar a las gestiones para obtener la reapertura de la cuenta corriente y la baja de la Base de datos para cuentacorrentistas inhabilitados (regla 1.3.9.2.8, ap. 3). g) Falta de registración de cheques de pago diferido. Cuando la entidad girada rechace la registración de cheques de pago diferido, lo hará constar en el propio cheque, lo devolverá al presentante e informará al Banco Central (regla 1.3.7.9 s/Com. "A" 2514) y al librador (art. 57 Ver Texto, ap. 3, N.L.Ch.). Si bien el rechazo de la registración, normalmente, estará fundado en que ese cheque de pago diferido padece de defectos formales, que no han sido subsanados por el librador, una vez que fue citado por la entidad girada (art. 55 Ver Texto, N.L.Ch.), o cuando el Ch.P.D. no se ajusta a la condiciones pactadas para la operatividad de la cuenta; v.gr. caso de que se gire en moneda distinta de la pactada. La Com. "A" 2334 agregó a la Opasi la regla 1.3.7.11, que determinó que el Ch.P.D. podía ser rechazado a su registración, si el librador le hubiera incluído la cláusula "para ser avalado por el girado" y esta entidad no prestara el aval correspondiente. Habíamos dicho al respecto que la autoridad de aplicación al pretender reglamentar un verdadero condicionamiento de la registración a la circunstancia apuntada, inducía a producir Ch.P.D. nulos como papeles de comercio, pues la promesa de pago que efectúa el librador al crear el título debe ser, por definición y esencia, incondicionada. Felizmente, la Com. "A" 2514, lisa y llanamente, ha derogado la norma que oportunamente criticamos. La cuenta corriente será cerrada cuando se produzcan cinco rechazos de registración de los Ch.P.D. (regla 1.4.2.1), el cuentacorrentista y, en su caso, los demás responsables serán incluídos en la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados, de modo análogo al explicado al estudiar el cierre de la cuenta por libramientos de cheques sin fondos disponibles suficientes (letra d) (regla 1.8.1). h) Multas impuestas y no pagadas. Cuando el cliente sea sancionado con multa por el rechazo de un cheque común por defectos formales (art. 2 Ver Texto, N.L.Ch.); o falta de fondos disponibles suficientes (art. 62 Ver Texto, N.L.Ch.); o un cheque de pago diferido fuera rechazado por defectos formales no subsanados (art. 55 Ver Texto, N.L.Ch.), falta de registración (art. 57 Ver Texto, ap. 2, N.L.Ch.) o carencia de fondos disponibles suficientes o autorización para girar en descubierto (art. 57 Ver Texto, ap. 3, N.L.Ch.), y ellas no sean pagadas dentro del término legal (arts. 2 Ver Texto y 62 Ver Texto, N.L.Ch.) o no hubiera provisión suficiente en la cuenta para efectuar el débito correspondiente, se deberá tener por resuelto el contrato y proceder al cierre de la cuenta corriente a la cual accede dicho cheque (regla 1.3.8.5, ap. 3). i) Cierre reflejo, a consecuencia del cierre de otra cuenta. Asimismo, el banco, en particular, que resolvió el cierre de una cuenta corriente, por algunas de las causales descritas antes, así como las demás entidades financieras, en general, deberán verificar si las personas incluídas en la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados, tienen cuentas abiertas o están autorizados para librar cheques de cuentas a nombre de terceros, procediendo a rescindir el contrato de cuenta corriente respectivo y, consiguientemente, a cerrar esas cuentas (aun en las que figuren con otros titulares) o, en su caso, dejarán sin efecto las autorizaciones para que el inhabilitado opere cuentas corrientes a nombre de otros titulares, salvo que se tratare de cuentas abiertas a nombre de entes públicos. En tales casos deberán remitir los correspondientes avisos (regla 1.5.3). Para el caso de que la entidad girada no lo haga, rige el nuevo texto del art. 62 Ver Texto, in fine, consagrado por la ley 24760 Ver Texto y consecuentemente las reglas 1.5.3 y 1.6.4, s/Com. "A" 2514, que hace pasible a aquéllas de las multas allí establecidas, determinando, además, una responsabilidad solidaria hasta la suma de $ 30.000, respecto de los cheques rechazados por falta de fondos girados contra esas cuentas no cerradas oportunamente. Si el inhabilitado es una persona física, tal sanción dará lugar a su eliminación de toda otra cuenta en la que figure como cotitular o componente, apoderado, administrador, representante legal, etc., de una persona jurídica (regla 1.3.5.1, ap. 1). Cuando ocurra el cierre de las cuentas abiertas a nombre de un titular y a la orden de otro, originados por inhabilitación de la persona a cuya orden esté abierta la cuenta, por mandatario, apoderado, administrador, etc., se deberá comunicar a la Base de datos de cuentacorrrentistas inhabilitados, para que sean incluídos en ellas las personas a cuyo nombre esté la cuenta, mandante, poderdante, administrador, etc. (regla 1.3.5.1, ap. 2). Asimismo, la inhabilitación de una persona jurídica originará también la obligación de avisar al Banco Central, para su inclusión en la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados, respecto de las cuentas individuales o de otro carácter que pudieran tener sus representantes legales y firmantes de los cheques rechazados (regla 1.3.5.1, ap. 3). Para proceder a efectivizar el cierre de las cuentas corrientes o, en su caso, la cancelación de las autorizaciones, los bancos tienen la opción de efectuarla dentro del plazo de 10 días corridos desde que la información de las inhabilitaciones esté a disposición de los usuarios de la Base de datos (regla 1.6.1), o dentro de las setenta y dos horas hábiles contadas a partir del último día hábil de cada tramo establecido por la regla 1.6.3, ap. 1, que establece tres tramos, que comprenden respectivamente del día 1 al 10, del día 11 al 20 y del día 21 al último día que traiga el mes de que se trate. Cerrada la cuenta o resuelta la suspensión del servicio de pago de cheques (regla 1.5.3.3), las entidades giradas deberán notificar en forma fehaciente a las personas alcanzadas por las medidas adoptadas, por medio de sus casas centrales de cada entidad, con excepción de las correspondientes a las sucursales de los bancos extranjeros, que deberán remitirse por intermedio de su casa principal en el país (regla 1.6.3, aps. 2 y 4). I. Rectificación del cierre. A) Por vía administrativa. Si el cuentacorrentista padeció el cierre de la cuenta por no haber efectuado en término la denuncia policial o judicial del extravío, sustracción o adulteración de un cheque, podrá gestionar para lograr la reapertura de las cuentas que le hubieran sido cerradas por esa causa, así como solicitar la baja de la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados (regla 1.3.9.2.8). Lo propio podrá ocurrir a pedido del correntista cuando se hubiera cerrado la cuenta computando algunas de las causales de rechazos de cheques, cuando no corresponde tenerlos como tales (v.gr. regla 1.4.3), debiéndose acompañar toda la prueba relativa a su petición. Tal pedido deberá ser resuelto por los directorios o consejos de administración de las entidades, o por la máxima autoridad en el caso de las sucursales de entidades extranjeras. En caso de no existir dichos cuerpos o jerarquía, las pertinentes resoluciones estarán a cargo de la autoridad superior y del funcionario administrativo de mayor categoría (regla 1.4.5, ap. 2). Si el pedido de anulación de la sanción fuera admisible, por encuadrar en algunas de las causales previstas en la regla 1.3.4 la entidad girada deberá comunicar al Banco Central las circunstancias exonerativas del peticionante, en la que especificará detalladamente lo ocurrido a los fines de su posterior verificación (regla 1.4.5, ap. 1), debiendo acompañar: a) fotocopia del acta de directorio, consejo de administración o máxima autoridad, según corresponda (regla 1.4.5.1); b) detalles de los cheques rechazados, con expresa mención del firmante de cada uno de ellos (regla 1.4.5.2); c) fotocopia del registro de rechazos, donde surja la totalidad de los producidos (regla 1.4.5.3); y d) fotocopias de todas las fichas de "registro de firma" de todas las personas autorizadas para suscribir cheques de la cuenta de que se trate (regla 1.4.5.4) y de todos los cheques rechazados (regla 1.4.5.5). Las entidades giradas acompañarán todos los elementos de juicio que consideren oportunos para la resolución del caso. El Banco Central, una vez analizada la presentación descrita, dispondrá la rehabilitación y consecuente baja del sancionado de la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados (regla 1.4.5, in fine). B) Por vía judicial. Sin perjuicio de la expresado supra, quien hubiera sido sancionado con el cierre de la cuenta corriente bancaria, tiene expedita la vía judicial prevista en el art. 64 Ver Texto, N.L.Ch., que expresamente determina -con alguna falencia de expresión- el tribunal competente; los sujetos legitimados y el plazo para accionar; el procedimiento a seguir y los efectos de la acción interpuesta. De todo ello nos hemos ocupado antes de ahora, razón por la cual, en honor a la brevedad, remitimos al lector a esos lugares (603) . II. Cese de la inhabilitación. La reglamentación establece distintos momentos y circunstancias para solicitar el cese de la inhabilitación para operar en cuenta corriente, en cualquier entidad financiera del país, las que se negaran a dar curso a las solicitudes de apertura de esas cuentas, interpuestas por las personas físicas y jurídicas sancionadas, mientras no trascurran los plazos que a continuación se detallan (regla 1.8.3 s/Com. "A" 2514) y no se solicita expresamente su rehabilitación (regla 1.8.4). A saber: A) A los 60 meses de haber sido incluído en la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados, si ella se originó en haber llegado al número máximo de rechazos de registración de los cheques de pago diferido o a rechazos por falta de fondos suficientes disponibles en cuenta que es común a ambas clases de cheques; o por haberse producido una acumulación de rechazos por falta de fondos y defectos formales (regla 1.4.2.3, in fine), además de los otros supuestos que incluye la regla 1.4.2.1, pero que son menos frecuentes que los enunciados. Ello es a condición de que la persona física o jurídica, de que se trate, no hubiera sido condenada en sede judicial con una sanción de inhabilitación mayor, porque en este último caso deberá cumplirla y acreditar que lo ha hecho (regla 1.8.1). Sin embargo, la inhabilitación se reducirá 24 meses si el cuentacorrentista demuestra haber cancelado los cheques comunes o de pago diferido devueltos por falta de fondos o de registración -incluídos los no vencidos- dentro de los 30 días del primer rechazo; haber pagado la multa establecida en el art. 62 Ver Texto, N.L.Ch.; haber reintegrado las fórmulas en blanco de los cheques en blanco no utilizados y probado la inexistencia de cheques sin presentar. B) A los 24 meses (regla 1.8.2 s/Com. "A" 2514) si la inhabilitación fue causada por no haber acompañado la nómina de cheques librados -comunes o de pago diferido- en los últimos 60 días aún no presentados para su cobro o registración o no haber devuelto las fórmulas de cheques -comunes y de pago diferido- no utilizados en el tiempo y forma establecidos en la regla 1.5.2 s/Com. "A" 2514. Es decir, dentro de los cinco días hábiles bancarios, contados desde la fecha de notificación de la intimación efectuada a esos fines, oportunidad en que se comunicó el cierre de la cuenta a la Base de datos de cuentacorrentistas inhabilitados (regla 1.4.2.2). O por no haber pagado en término la multa correspondiente al rechazo de cheques -comunes y de pago diferido- por carecer de fondos suficientes disponibles en cuenta (regla 1.4.2.3, ap. 1). Sin embargo, hay que tener presente que, como se dijo antes, la rehabilitación no es automática, pues los cuentacorrentistas sancionados, en principio, deberán presentar una solicitud de rehabilitación ante el Banco Central, acreditando los extremos señalados antes según sea la sanción recibida, acompañando en cualquier caso una constancia de haber depositado -en cualquier banco comercial- a orden del Banco Central, la suma de $ 3.000 en concepto de cargo de administración (regla 1.8.1), y además deberán dar cumplimiento a todos los requisitos que fija la reglamentación para la apertura de cuentas corrientes en la regla 1.1.1 como si fuera la primera vez que lo hace. Si la solicitud de rehabilitación y apertura de una nueva cuenta corriente, se interpone antes de trascurrido un año desde que cesó la inhabilitación establecida por las reglas 1.8.1, ap. 1, y 1.8.2 que se hubiera impuesto al peticionante, éste deberá depositar, además, en un banco comercial a orden del Banco Central un cargo de $ 1.000 y el importe de las multas por rechazos de cheques impuestas con anterioridad a su inhabilitación, si estuvieran impagas. Este depósito adicional no se deberá hacer efectivo si el inhabilitado fue beneficiado por haber cumplido con los requisitos de la regla 1.8.1, aps. 2 y 3 (regla 1.8.4.1, ap. 2). JURISPRUDENCIA La posible rehabilitación del cuentacorrentista constituye una modalidad propia y característica de la cuenta corriente bancaria, cuyas causales y procedimiento están regulados en la circular reglamentaria dictada por el Banco Central de la República Argentina (arts. 20 y ss., circ. B.382; arts. 29 y ss., circ. R.F. 666) (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). j) Muerte. Interdicción. Demencia. Inhabilitación. En estos casos, como en cualquiera otro que implique la pérdida de la libre administración de los bienes del titular de la cuenta corriente bancaria, se produce la resolución del contrato y el cierre de la cuenta (art. 782 Ver Texto, inc. 3, C.Com.). Para el caso de cuentas abiertas en forma especial y exclusiva a nombre del causante, como en los casos de cuentas abiertas a nombre de él y de otras personas, se debe observar las pautas expuestas oportunamente, en especial en lo que se refiere a la devolución de saldos en favor del causante, como en lo relativo al cobro de saldos deudores resultantes en favor del banco. JURISPRUDENCIA El dinero que el causante tenía depositado en la cuenta corriente en un banco no se convierte por razón de su muerte en un depósito judicial que el banco esté obligado a entregar o a exhibir ante una orden judicial, por aplicación analógica del art. 469 Ver Texto, C. Proc. Si el banco se allanara a entregarlo, la intimación ha evitado un trámite engorroso y pesado de una demanda; pero si no lo hace, si no reconoce ser deudor de lo que se le reclama o alega derecho sobre esos fondos, los interesados no tienen otro camino que deducir la acción que consideren viable (Cám. 2ª, II, La Plata, LL, 44, 666). Si a pesar del cierre de la cuenta corriente bancaria, por muerte de su titular, sus herederos dieron instrucciones al banco sobre las diversas obligaciones a cumplir con los fondos ingresados con posterioridad al cierre, ordenando el pago de los cheques en circulación, ello implicó admitir expresamente la vigencia y prórroga del contrato de apertura de crédito en cuenta corriente y el banco pudo compensar el saldo existente en la cuenta con el crédito que existía en su favor (Cám. Com., LL, 36, 971). k) Derecho concursal. El contrato de cuenta corriente bancaria queda resuelto por diversos supuestos legales (art. 782 Ver Texto, inc. 3, C.Com.) que surgen de la ley 24522 Ver Texto, de concursos y quiebra. A continuación tratamos algunos de ellos, así como también otros supuestos, aunque en rigor no producen la extinción del contrato que nos ocupa, pero resulta de interés su tratamiento por presentar matices dignos de consideración: I. Concurso preventivo. La declaración de apertura del concurso preventivo no produce per se la resolución del contrato de cuenta corriente bancaria (604) , pues el cuentacorrentista concursado puede realizar todos aquellos actos relativos a la administración ordinaria propia del giro de su negocio, bajo la vigilancia del síndico (arts. 16 Ver Texto y 17, ap. 2º, L.C. y Q.). Es preciso que el concursado manifieste su voluntad de continuar con la cuenta corriente bancaria de la cual es titular, solicitando la pertinente autorización judicial, previa vista al síndico, y concedida ella, comunicarla al banco dentro de los 30 días del auto de apertura del concurso (art. 21 Ver Texto, L.C. y Q.). Sentado ese principio general, se debe tener presente lo siguiente: A) La cuenta corriente operará normalmente en cuanto al servicio de cheques que se presta por medio de ella. B) En cuanto al servicio de caja que el banco cumple por cuenta y orden del cliente, no se podrá atender pagos de créditos propios o de terceros que éstos tengan contra el cuentacorrentista por causa o título anterior a la presentación en concurso preventivo, pues lo prohíbe el art. 17 Ver Texto, ap. 19, L.C. y Q. Tales créditos deberán ser insinuados en el concurso (art. 33), y una vez reconocidos serán atendidos en los términos que resulten del concordato aprobado por el juez del concurso (arts. 52 Ver Texto y 56 Ver Texto, L.C. y Q.). Quedan excluídos de esa prohibición y pueden ser atendidos por medio del servicio de caja que presta el banco, aquellos créditos que se originen en los actos y negocios propios del giro ordinario de la actividad del concursado, que hayan sido contraídos con posterioridad a la presentación del concurso. C) Sin perjuicio de lo expuesto supra, hay que tener en cuenta que tanto el banco como el cliente pueden, en cualquier momento, resolver el contrato de cuenta corriente bancaria en los términos del art. 792 Ver Texto, C.Com., y conforme al procedimiento que ya hemos expuesto (605) . II. Quiebra. El desapoderamiento del fallido en virtud de la sentencia declarativa de quiebra lo priva de la administración y disposición de sus bienes (art. 107 Ver Texto, L.C. y Q., y torna ineficaces con relación al concurso las obligaciones contraídas con posterioridad a su apertura (art. 109 Ver Texto, L.C. y Q.); es lógico, pues, que ponga término al contrato de cuenta corriente bancaria. Por otra parte, el art. 147 Ver Texto, L.C. y Q., determina expresamente la resolución del contrato que nos ocupa, de pleno derecho. Si resultara saldo en favor del síndico, debe peticionar que se trasfiera el importe a orden del juez de la quiebra. Si al contrario, existiera saldo deudor, el banco deberá solicitar verificación de crédito en la quiebra (art. 126 Ver Texto, L.C. y Q.) y cobrará el dividendo correspondiente (arts. 221 Ver Texto y 249 Ver Texto, L.C. y Q.) en oportunidad de que se proceda a su distribución (arts. 221 Ver Texto y 249 Ver Texto, L.C. y Q.). La conclusión de la quiebra no hace revivir la cuenta corriente bancaria terminada y liquidada (606) ; tampoco ocurre ello con el avenimiento (arts. 225 Ver Texto y ss., L.C. y Q.). JURISPRUDENCIA Corresponde autorizar a la concursada para librar cheques comunes, con determinadas limitaciones que serán comunicadas por el órgano jurisdiccional al banco, concernientes a: 1) número de cheques diariamente autorizados; 2) monto máximo autorizado por cada cheque; 3) fijación de un término periódico para que el síndico controle e informe las partidas de la cuenta corriente, apercibiéndose que el libramiento de cheques en forma indebida dará lugar a la aplicación de las sanciones previstas en el art. 18, L.C., y de las que pudieran corresponder (Cám. Com., C, JA, 1989-III, 200 Ver Texto). Frente al concurso, y mediando circunstancias que tornan dudosa la existencia o cuantía del saldo deudor en cuenta corriente bancaria, el banco que se vale del certificado extendido en los términos del art. 793 Ver Texto, 3er. párr., C. Com., debe aportar la demostración de la causa del crédito con una descriptiva y documentada reseña de las operaciones que concurrieron a formar al saldo (del voto de la Dra. Giannoni) (Cám. C.C., Santiago del Estero, JA, 1993- II, 362). Reiterándose que no es admisible el pedido de verificación de crédito con fundamento en un certificado de saldo deudor de cuenta corriente si él carece de referencia o alusión alguna a la evolución de la cuenta y, por ello, no acredita la causa de la obligación (Cám. Com., E, LL, 1995-C, 359). Sin embargo, se ha declarado que procede el pedido de quiebra solicitado contra el garante responsable solidario de débitos generales de un tercero, documentado en un certificado de saldo deudor de cuenta corriente bancaria (Cám. Com., B, LL, 1996-A, 542). El art. 793 Ver Texto, C.Com., establece que las constancias de los saldos deudores en cuenta corriente bancaria, otorgados en forma, serán considerados títulos ejecutivos que traen aparejada ejecución, lo que no empece a que frente al concurso y mediando circunstancias que tornen dudosa su existencia o cuantía, la institución que de ella se vale deba aportar la demostración de la causa del crédito con una descriptiva y documentada reseña de las operaciones que concurrieron a la formación del saldo (Cám. Com., C, LL, 1984-C, 566). Si bien el certificado de saldo deudor de una cuenta corriente bancaria constituye título ejecutivo, ante la impugnación de la sindicatura, el incidentista debe acreditar fehacientemente lo que surge de las constancias, y al no haber satisfecho la carga probatoria consiguiente, la pretensión verificatoria debe ser desestimada (Cám. Com., A, ED, 105, 198). Como el asentimiento del cuentacorrentista respecto del saldo no es preciso para otorgarle la fuerza ejecutiva al certificado de él, no afecta su habilidad como título ejecutivo el hecho de que su otorgamiento fuera posterior al decreto de quiebra de aquél (Cám. Com., D, 19/5/83, "Viale, F. J., c. Kyriazid, L., y otros"). III. Continuación de la explotación empresaria. Si el juez de la quiebra, por aplicación de los arts. 199 Ver Texto y ss., L.C. y Q., decide la continuación de la explotación empresaria, por imperio de la ley (arts. 191 Ver Texto y 192 Ver Texto, L.C. y Q.) no se produce la resolución del contrato de cuenta corriente bancaria, ya que el concurso, por medio de la sindicatura, puede mantenerlo si resulta de utilidad para que la actividad empresaria continúe (607) . A esos efectos, el síndico comunicará al banco, dentro de los 20 días corridos, desde el auto que dispuso la continuación de la explotación (art. 190 Ver Texto, L.C. y Q.), la voluntad de mantener la cuenta corriente, indicando a orden de quién o quiénes girará ella (art. 191 Ver Texto, inc. 5, L.C. y Q.). l) Derecho societario. Existen diversos supuestos que pueden ocurrir en la vida de las sociedades comerciales, que pueden tener incidencia sobre el contrato de cuenta corriente bancaria, tales como: I. Disposición y liquidación. La extinción de una sociedad comercial se lleva a cabo siguiendo un íter lógico que se integra por: A) la disolución por alguna causal legal o estatutaria; B) la liquidación del patrimonio social; C) la cancelación del pasivo; y D) la partición y distribución del remanente entre los socios (608) . La sociedad disuelta mantiene su personalidad jurídica hasta la completa extinción de su patrimonio social (art. 101 Ver Texto, L.S.C.) (609) ; por tanto, ocurrida alguna de las causales de disolución, los administradores (art. 99 Ver Texto, L.S.C.), o en su caso los liquidadores (art. 102 Ver Texto, L.S.C.), deberán comunicar al banco esa circunstancia, y esta institución adicionará a la denominación social de la titular de la cuenta la expresión "en liquidación" (art. 105 Ver Texto, ap. 3º, L.S.C.); empero, ello, per se, no produce la resolución del contrato de cuenta corriente bancaria (610) . Producida la realización del activo y la cancelación del pasivo, el liquidador deberá depositar el remanente a nombre de la sociedad en liquidación (611) y procederá a la partición definitiva y distribución de la suma depositada (arts. 109 Ver Texto y 110, L.S.C.), y si bien la extinción de la sociedad se verifica sólo con la cancelación de la inscripción del contrato social en el Registro Público de Comercio (art. 112 Ver Texto, L.S.C.) (612) , el cierre de la cuenta corriente bancaria, en rigor, se producirá a los 90 días de la agregación del balance final y el proyecto de distribución aprobados al legajo de la sociedad en el Registro Público de Comercio, oportunidad en la cual los importes no reclamados deberán ser extraídos de la cuenta corriente de la sociedad y se los depositará en un banco oficial a disposición de sus titulares (art. 111 Ver Texto, L.S.C.). JURISPRUDENCIA La convención sobre apertura de un crédito para ser utilizado en cuenta corriente bancaria, celebrada durante la vigencia de la sociedad conyugal, y bajo la responsabilidad de los bienes de ésta, cesa en sus efectos con relación a tal sociedad desde el momento que ella se disuelve por el fallecimiento de uno de los cónyuges; el cónyuge sobreviviente, con posterioridad a ese hecho, no puede legalmente hacer uso de ese crédito por cuenta de la sociedad, que ya no existe, sino a los fines de su liquidación (Cám. Com., LL, 18, 344). II. Trasformación. Según la Ley de Sociedades Comerciales vigente, la trasformación de una sociedad implica, únicamente, el cambio de un tipo societario a otro, pero no importa el cambio de objeto, ni la modificación del estatuto societario; tampoco se disuelve, ni se alteran sus derechos y obligaciones (art. 74 Ver Texto, L.S.C.). En consecuencia, el contrato de cuenta corriente bancaria no se resuelve por la trasformación de la sociedad; sólo requiere el cambio de la titularidad de la cuenta y la determinación de las personas a cuya orden girará ella (613) . III. Fusión y escisión. Habrá que distinguir distintos casos que pueden resultar. A) Fusión. Hay fusión impropia o por trasformación cuando dos o más sociedades se disuelven, sin liquidarse, para constituír una nueva (art. 82 Ver Texto, 1ª parte, L.S.C.), tratándose de una mera trasmisión de derechos y obligaciones cuya titularidad pasa a la nueva sociedad (614) . Asimismo, hay fusión por absorción cuando una sociedad ya existente incorpora a otra u otras, que sin liquidarse son disueltas (art. 82 Ver Texto, 1ª parte, in fine, L.S.C.). En el primer caso, la nueva sociedad, y, en el segundo caso, la sociedad absorbente, adquieren los derechos y obligaciones de las sociedades disueltas al inscribirse en el Registro Público de Comercio el acuerdo definitivo de fusión y el contrato o estatuto de la nueva sociedad (art. 82 Ver Texto, 2ª parte, L.S.C.), oportunidad en la cual se comunicará al banco esas circunstancias, para que concrete el cambio de titularidad de la cuenta corriente bancaria, y, en su caso, el nombre de las personas a cuya orden girará la cuenta corriente (regla 1.1.1.7.4). Es decir, que en principio ni la fusión por trasformación, ni la fusión por absorción, producen la resolución del contrato de cuenta corriente de las sociedades comprendidas en ella (615) . B) Escisión. Analizamos los tres supuestos legales: 1. En los casos de escisión-fusión que se producen cuando una sociedad, sin disolverse, destina parte de su patrimonio para fusionarse con sociedades existentes o para participar con ellas en la creación de una nueva sociedad (art. 88 Ver Texto, ap. I, L.S. C.); si bien en ninguno de los dos los contratos de cuentacorriente bancaria de que pudieran ser titulares las sociedades participantes, se resuelven por la escisión o fusión, en el segundo caso la nueva sociedad resultante, una vez inscrita en el Registro Público de Comercio (arts. 83 Ver Texto y 88 Ver Texto, in fine, L.S.C.), si necesita para su desenvolvimiento comercial una cuenta corriente bancaria, deberá solicitar su apertura cumpliendo los requisitos necesarios para ello. 2. En el caso de escisión-constitución, que se da cuando una sociedad, sin disolverse, destina parte de su patrimonio para constituír una o varias sociedades nuevas (art. 88 Ver Texto, ap. II, L.S.C.), la situación es análoga al caso de escisión-fusión, pues no se resuelven los contratos de cuentas corrientes bancarias existentes, y las nuevas sociedades resultantes, una vez inscritas (arts. 84 Ver Texto y 88 Ver Texto, inc. 6, L.S.C.), podrán solicitar la apertura de sus respectivas cuentas corrientes, según sus necesidades. 3. En el nuevo supuesto de escisión-división, incorporado por la ley 22903 Ver Texto, que se concreta cuando una sociedad se disuelve, sin liquidarse, para constituír con la totalidad de su patrimonio nuevas sociedades (art. 88 Ver Texto, ap. III, L.S.C.), esta última circunstancia produce la resolución del contrato de cuenta corriente bancaria de la cual pudiera ser titular la sociedad escindida, respecto de la cual se debe cancelar su inscripción registral en razón de su disolución (arts. 84 Ver Texto, ap. 2º, y 88 Ver Texto, inc. 6, L.S.C.). Respecto de las nuevas sociedades resultantes de la escisióndivisión, si desean operar en cuenta corriente deberan solicitarlo, cumpliendo en cada caso con los requisitos comunes para peticionar su apertura. 36. SUSPENSIÓN DEL SERVICIO DE PAGO DE CHEQUES. Producida algunas de las causales de resolución del contrato de cuenta corriente bancaria, que estudiamos en el número anterior, no necesariamente el banco procederá al cierre de la cuenta, pues en determinadas circunstancias queda autorizado a mantenerla abierta. En efecto, la regla 1.5.3.3, que reconoce su antecedente en el art. 29, circ. B-382/63, en su ap. 1, dispone: que se podrá mantener la cuenta abierta cuando existieran operaciones pendientes por los conceptos a que se refieren las reglas 1.1.1.4 a 1.1.1.6, que son los débitos por los distintos cargos pactados por el cliente y el banco, v.gr., comisiones, débitos automáticos, servicios que preste la entidad, operaciones de comercio exterior, adelantos transitorios, los correspondientes intereses devengados, así como los correspondientes a las multas impuestas al cliente. Para definir en el segundo apartado, el fundamento y la finalidad de esta institución al decir: "Esta figura ha sido creada exclusivamente para tales circunstancias y al único efecto de finiquitar esas operaciones, a cuyo término se dispondrá el cierre definitivo". En la práctica esta figura de suspensión del servicio de pago de cheques, de un lado, facilita enormemente al banco el cobro de las sumas que el cliente pudiera llegar a adeudarle por todas las operaciones comprendidas en el servicio de caja que le presta el banco por medio de la cuenta corriente bancaria, pues concluídas ellas, en ejercicio de la facultad que le concede el art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C.Com., quedará en condiciones de cerrar la cuenta corriente y extender el certificado del saldo deudor resultante, que lo habilita a demandar su cobro judicial por vía ejecutiva. De otro lado, posibilita al cliente que aunque suspendido el servicio de cheques, pero no cerrada la cuenta, puede depositar o hacer ingresar fondos en ella por cobros que el banco, previamente autorizado, efectúe por su cuenta y orden, permitiendo la disminución y, en su caso, la cancelación del saldo deudor obrante en favor del banco. Es del caso señalar que este caso es un ejemplo muy claro que refuta terminantemente que no se puede ni se debe identificar el servicio de caja con el servicio de cheques, así como que es un error conceptual afirmar que el cheque es tipificante de la cuenta corriente bancaria, pues puede existir ésta sin aquél mientras que la inversa no es posible, pues no puede haber cheque, regular, como orden de pago dirigida al banco, si no existe una cuenta corriente bancaria abierta contra la cual se gira (art. 1, L.Ch.). JURISPRUDENCIA La suspensión del servicio de pago de cheques constituye una modalidad propia y característica de la cuenta corriente bancaria, cuyas causales y procedimientos, como la posible rehabilitación, están regulados en los arts. 20 y ss., circ. B, 382; y arts. 29 y ss., R.F. 666 (Cám. Com., B, LL, 1980-A, 164). (592) V. nº 13, a. (593) V.: Williams, 2-A, 333, quien con todo acierto trata el tema titulándolo "Resolución del contrato", afirmando, a continuación, que los casos que estudia son supuestos que ponen fin al contrato. (594) Conf.: Rodríguez Azuero, 217; Giraldi, Cuenta corriente, 111. (595) Busso, III, 554; Cazeaux-Trigo Represas, II, vol. 1, 239. (596) Conf.: Spota, Instituciones, III, 519: contrario disenso. (597) V.: Planiol y Ripert, VI, nos. 370 y 428. (598) Malagarriga, Tratado, II, 767; Cám. Penal Económico en pleno, RDCO, 1974, 87. (599) V. nº 21, b, ap. IV. (600) Conf.: Nougués, Clausura de una cuenta corriente bancaria por la extracción de la totalidad de fondos, RDCO, 1974, 87, criticando el fallo plenario, cita en la nota 7. (601) V. nº 29, b, aps. IV y VII. (602) Gómez Leo, Reformas, 2ª ed., 93. (603) Gómez Leo, Cheques, 28. (604) Conf.: Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Bs. As., 1986, 144. Contra: Cámara, I, 538, sin dar los fundamentos del porqué de la afirmación que "la cuenta corriente no prosigue". (605) V. nº 33, c. (606) Doctrina uniforme: entre otros: Lyon-Caen y Renault, IV, nº 848; Morando, 191, nº 1; Vivante, IV, nº 1578; Williams, 2-A, 339. (607) Sin embargo, en forma sugerente discurre Provinciali, II, 363: Se admite que el contrato pueda ser mantenido con vida en el caso de continuación de la empresa, a tenor del art. 90, ley de quiebras (italiana). Pero, sustituyéndose el organismo concursal del quebrado, en relación de cuenta corriente, hay que estimar que esto determine la constitución de una nueva relación, no continuación de la anterior. (608) V.: H. Cámara, Disolución y liquidación de sociedades mercantiles, Bs. As., 1959, 205; M. de la Cámara Álvarez, Estudios de derecho mercantil, Madrid, 1978, II, 639; A. Verón, Sociedades comerciales, Bs. As., 1982, 2, 186. (609) Conf.: A. Rocco, Sulla liquidazione delle societ… commerciale, en Studi di diritto commerciale, Roma, 1933, I, 201. (610) Conf.: Williams, 2-A, 340; Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Bs. As., 1986, 145. (611) Conf.: Cámara, 501. (612) Conf.: Garrigues-Uría, Comentarios a la ley de sociedades anónimas, Madrid, 1952, 212. (613) Conf.: Williams, 2-A, 340. (614) A. Velazco Alonso, La ley de sociedades anónimas, Barcelona, 1959, 512. (615) Conf.: Williams, 2-A, 341. 37. POSIBILIDAD DE COMPENSACIÓN ENTRE VARIAS CUENTAS DE UN MISMO TITULAR. a) Generalidades. Cuando una persona -física o jurídica- es titular de varias cuentas corrientes en una misma institución bancaria se plantea el problema de saber si existe la posibilidad de compensar los saldos acreedores de alguna o algunas de ellas con los saldos deudores que puedan resultar de las otras cuentas. Asimismo, cabe preguntar si esa compensación puede ser llevada a cabo por el banco cuando se den las condiciones objetivas (liquidez y exigibilidad de los créditos) y subjetivas (identidad de sujetos), por ministerio de la ley (arts. 818 Ver Texto y 819, C.Civ.). O si resulta necesario que se convenga en forma expresa, entre el cliente y el banco, esa posibilidad. Como en nuestro derecho no existen normas legales o reglamentarias concernientes a la cuenta corriente bancaria que contemplen esa situación, nos referiremos en primer lugar al derecho italiano, que contempla específicamente el caso que nos ocupa, para luego extraer las conclusiones aplicables a nuestro país. b) Código Civil italiano. El art. 1853 del código de 1942 dispone que "si entre el banco y el cuentacorrentista existen varias relaciones o varias cuentas, aun cuando sea en monedas diferentes, los saldos activos y pasivos se compensan recíprocamente, salvo pacto en contrario". La doctrina comercialista itálica ha interpretado este precepto en los siguientes términos: I) Se ha dicho (616) que la norma ha tenido por finalidad eliminar las dudas que podrían derivar de la denominación de cuenta corriente dada a las relaciones bancarias, y dejar perfectamente aclaradas las diferencias existentes con la compensación de la cuenta corriente mercantil; en tanto, en los contratos bancarios regulados en cuenta corriente la compensación opera según las normas del derecho común. Sin embargo, es probable que el legislador haya tenido en cuenta una costumbre, confirmada por los reglamentos de banco, según la cual todos los saldos activos y pasivos de las cuentas de un mismo cliente se compensan entre sí. II) El artículo citado prevé dos hipótesis: una estaría dada por la existencia simultánea de varias cuentas, y la otra la constituye la existencia concomitante de varias relaciones. Es decir, no pone límite ni hace distinción y, sobre todo, no dice que esa compensación legal está prohibida, si la cuenta está destinada al pago de cheques. El solo hecho de que la cuenta esté destinada al pago de cheques no implica que el banco haya renunciado a incluír en tal cuenta sus eventuales créditos, ni que tal renuncia pueda considerársela implícita en el contrato de cheque, no observándose incompatibilidad alguna entre tal convención y la compensación de los créditos del banco. Dado que la compensación no opera automáticamente, ya que constituyendo el ejercicio de un derecho potestativo, es necesario que el banco ponga en conocimiento del cliente, de cualquier forma, su propósito de incluír en la cuenta como débito su crédito extraño a la relación, evitando así el peligro de que el cliente pueda emitir cheques que sin su culpa quedarían al descubierto (617) . III) Cuando se den algunas de las situaciones comprendidas que autoricen la compensación legal según la norma que estamos estudiando, teniendo en cuenta el carácter recepticio de la comunicación que debe efectuar el banco, tal compensación se perfecciona en el momento del recibo o recepción de la comunicación por parte del cliente, aun cuando sus efectos se retrotraen al momento de la efectiva coexistencia de los débitos y los créditos, líquidos y exigibles (618) . c) Las posibilidades en nuestro derecho. Al no existir en nuestro derecho positivo normas expresas de las características de la incluída en el código civil italiano, consideramos que no es posible que los bancos efectúen la compensación ministerio legis de los saldos deudores y acreedores de diversas cuentas cuya titularidad pertenezca a un mismo cliente, si no existe convenio expreso en ese sentido (619) . Tal convenio deberá determinar, taxativamente, los casos y las condiciones en las cuales se autoriza la compensación. Ellos pueden adoptar distintas modalidades, entre las cuales podemos citar las siguientes: I) Convención de compensación, mediante la cual el banco queda autorizado a compensar los saldos acreedores y deudores de las diversas cuentas que tiene el cliente en la institución. II) Combinación o fusión de cuentas, por la cual, en las condiciones que el cliente y el banco acuerden, éste queda autorizado a combinar cuentas corrientes distintas del mismo titular, extrayendo, en definitiva, el saldo resultante de las fusiones que realice. III) Convenio o cartas de fusión. Se establece, en oportunidad de la apertura de la cuenta corriente bancaria, que ésta, las ya existentes y las que ulteriormente pueda abrir el cliente, aunque se lleven en forma separada, constituyen y constituirán los elementos de una y sola cuenta corriente, que es, por tanto, indivisible. IV) Acuerdo de compensación entre la cuenta corriente bancaria y las otras relaciones negociales. Aunque, en rigor, no se trate de una compensación entre saldos de dos o más cuentas corrientes, siguiendo el precepto italiano trascrito antes, es de práctica en algunos bancos incluír entre las condiciones particulares de los contratos bancarios que suscriben con sus clientes, la siguiente cláusula: "En caso de tener más de una cuenta o de existir otras obligaciones o créditos a nombre de los solicitantes, el banco queda autorizado a compensar los saldos, pudiendo dar aviso a los solicitantes". Esta clase de convenio, pacto, acuerdo o convención, tiene plena vigencia entre las partes; sin embargo, su oponibilidad a terceros resulta problemática, respecto de los cuales tales convenios son res inter alios acta (620) . En caso de quiebra del cuentacorrentista rigen normas de orden público, como el art. 30 Ver Texto, L.C. y Q., que dispone: "La compensación sólo se produce cuando se ha operado antes de la declaración de quiebra". Es decir, que los créditos y las deudas compensables deben ser líquidas y exigibles antes de la declaración de quiebra (arts. 80 Ver Texto y 88 Ver Texto, L.C. y Q.), y no como consecuencia de ella (art. 828 Ver Texto, C.Civ.). Asimismo, habrá que tener en cuenta la fecha del convenio de compensación suscrito entre el banco y el ahora fallido, porque si él ha sido otorgado en fraude de los demás acreedores concurrentes dentro del período de sospecha, será oponible al concurso (arg. arts. 118 Ver Texto y 119, L.C. y Q.) (621) . JURISPRUDENCIA No son compensables ipso iure las remesas de cuenta corriente bancaria que existen en una institución de esta índole, con una deuda que con dicha institución bancaria tuviera pendiente el titular de esa cuenta corriente (Cám. Fed. Rosario, LL, 43, 617). 38. DETERMINACIÓN DEL SALDO. a) Generalidades. En torno a este tema se han suscitado algunos matices polémicos que han dividido a la doctrina y jurisprudencia. A fin de presentar un panorama amplio y comprensible de las diversas cuestiones, exponemos en este y el próximo número todas aquéllas, aun cuando algunas ya han sido tratadas y otras tengan una vinculación secundaria con el tema central, para que, en nuestro concepto, coadyuven al mejor desarrollo de la exposición que efectuamos. b) Cierre y liquidación de la cuenta corriente bancaria. El procedimiento lógico para determinar el saldo definitivo de una cuenta corriente bancaria, comienza cuando ocurrida alguna de las causas ya estudiadas se produce la terminación o resolución del contrato. A ese primer estadio, que puede originarse en circunstancias fácticas y jurídicas suficientemente explicadas en su diversidad, sigue, naturalmente, el cierre y la liquidación de la cuenta, con determinación por el banco del saldo final. Para que ese saldo resultante pueda ser considerado definitivo, será necesario que el cuentacorrentista preste, expresa o tácitamente, su conformidad una vez que sea notificado por medio fehaciente, al domicilio registrado en el banco. JURISPRUDENCIA Las causas de conclusión del contrato de cuenta corriente bancaria han sido determinadas por los arts. 20 y ss. de la circular B-382 y arts. 23 y ss. de la circular R.F. 666 (Cám. Com., B, LL, 1980- A, 164). En la cuenta corriente bancaria sólo existe clausura definitiva de ella, ya que la liquidación y fijación del saldo únicamente proceden con motivo de la resolución o rescisión del contrato (del voto de la minoría) (Cám. Com. en pleno, LL, 1985-A, 19). La referencia argumental a que la cuenta no se halla clausurada no es óbice para la habilidad del título con que se acciona, pues el certificado bancario expedido conforme a lo prescrito en el art. 793 Ver Texto del C. Com. presupone la mencionada clausura, no siendo requisito esencial para la ejecutividad de aquél, que tal circunstancia esté expresamente citada (C.Apel. C.C. Junín, 10 mayo 1990, ED, 139-748). c) Suspensión del servicio de pago de cheques. Sin embargo, si el banco tuviera operaciones que integrando el servicio de caja objeto de la cuenta corriente estuvieran pendientes de liquidar, como ya dijimos, queda autorizado para mantener la cuenta abierta con suspensión del servicio de pago de cheques, al único efecto de finiquitar esas operaciones, a cuyo término la cerrará determinando el saldo final (regla 1.5.3.3), que también requerirá la conformidad, expresa o tácita, del cuentacorrentista para que pueda considerárselo saldo definitivo. En este caso, como en el anterior, la conformidad debe ser prestada por el titular o quien tenga derecho a girar contra la cuenta; si ésta fuera a orden conjunta se requerirá la conformidad de todos los notificados; si fuera a orden recíproca, bastará con que uno de ellos lo haga. JURISPRUDENCIA La suspensión del servicio de pago de cheques constituye una modalidad propia y característica de la cuenta corriente bancaria, cuyas causales y procedimientos a seguir, como la posible rehabilitación del cuentacorrentista, regulan la circular B, 382 (arts. 20 y ss.) y la circ. R.F. 666 (arts. 29 y ss.) (Cám. Com., B, LL, 1980- A, 164). d) Pase del saldo deudor a cuenta de gestión y mora. Es de práctica bancaria que al cerrar una cuenta corriente bancaria, si resulta un saldo deudor, se lo trasfiera a una cuenta especial designada "De gestión y mora". Ello importa un recaudo de técnica contable autorizado por el Banco Central (circ. B-971), para que el banco que cerró la cuenta, además de cumplir con los recaudos reglamentarios que le impone ese organismo de control, pueda gestionar la conformidad del cuentacorrentista y, en su caso, el cobro -judicial o extrajudicial- del saldo resultante en su favor. Esta trasferencia o pase a "gestión y mora": I) tratándose, como se dijo, de un simple recaudo de técnica contable, no surte efectos novatorios sobre la obligación resultante del cierre de la cuenta, a cargo del cliente (622) ; II) por ello, no influye en modo alguno en la naturaleza y efectos del crédito en favor del banco (623) ; III) y, fundamentalmente, no influye en el curso de los intereses por el saldo de la cuenta cerrada, que tienen carácter compensatorio y se devengan por imperio de la ley (arg. art. 785 Ver Texto, C.Com.). Es decir que son los mismos intereses que rigen durante la vida de la cuenta corriente bancaria y que, naturalmente, no se detienen con su cierre. Resulta necesario dejar totalmente aclarado aquí, sin perjuicio de lo que expresamos más adelante, que para que el banco pueda incrementar la alícuota de interés que el saldo deudor estuviere devengando -si es que no tiene convenido un plazo expreso para satisfacer el saldo deudor resultante del cierre de la cuenta-, deberá interpelar al cliente, medio idóneo de colocarlo en mora, que faculta al banco para adicionar el porcentual correspondiente a los intereses moratorios (624) . JURISPRUDENCIA El asiento por el cual se cancela el saldo deudor de la cuenta corriente bancaria, por habérselo incorporado a la cuenta de deudores morosos, importa un ajuste derivado de la aplicación de la técnica contable; al incluírse ese saldo en la cuenta de créditos en gestión y mora -como una de las alternativas impuestas por las circulares del Banco Central-, no puede perdurar contablemente ese crédito en la cuenta clausurada del deudor, puesto que importa una duplicación del mismo hecho patrimonial en los libros del banco (Cám. Com., C, LL, 1979-C, 377; ídem, LL, 1984- A, 563). El traslado por el banco del saldo deudor de la cuenta corriente bancaria a la cuenta de deudores morosos, no importa movimiento de cuenta que desvirtúe que la cuenta corriente está cerrada, ni afecta la habilidad del certificado como título ejecutivo (Cám. Com., LL, 1979-C, 377). La contabilización del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria en otra denominada de gestión y mora, efectuada por disposición de una circular del Banco Central, no constituye novación (Cám. Com., LL, 1979-C, 377; ídem, ED, 72, 685; B, 16/8/79, "Banco de Hurlingham S.A. c. Equinoquímica S.A."). e) Aprobación del saldo final. Si bien las posibilidades jurídico-legales para obtener la aprobación del saldo final de una cuenta corriente bancaria son múltiples -v.gr., conformidad expresa o tácita, sometimiento o arbitraje, recurrir a la justicia, etc.-, en la práctica la llevan a cabo los bancos, mediante el envío de un extracto o liquidación de la cuenta, en la actualidad confeccionada mediante computarización, al domicilio que el cliente tiene registrado en el banco, dentro del quinto día de cerrada la cuenta, solicitándole su conformidad escrita o, en su caso, las observaciones a que hubiere lugar, rigiendo al respecto las normas contenidas en el art. 793 Ver Texto, aps. 1º y 2º, C.Com. Ellas determinan que las observaciones que el cliente pudiera efectuar a la liquidación recibida, deben ser presentadas dentro de los cinco días de notificado; caso contrario, se tendrán por reconocidas las cuentas en la forma en que han sido presentadas y conformado el saldo resultante. Sin embargo, es necesario reiterar aquí que tales reglas legales de derecho sustancial han sido modificadas por la regla 1.2.2.3, en el sentido de que el plazo de cinco días mencionado se ha extendido a sesenta días, para observar el saldo remitido por el banco; y también puntualizar que si bien la técnica legislativa empleada es enjuiciable al modificar una norma de fondo, mediante una disposición reglamentaria, puede admitírsela en función de que la modificación es en favor del cliente (625) . Atento a lo expresado hasta aquí, tenemos que el banco puede obtener la aprobación del saldo final, que lo trasformará en definitivo mediante la conformidad expresa o tácita del cuentacorrentista, mediante el procedimiento descrito, que se halla establecido en el art. 793 Ver Texto, aps. 1º y 2º, C.Com., y regla 1.2.2.3 y decimos puede -y es de buen orden moral, comercial y empresario que lo haga- porque, como más adelante veremos, tiene otro procedimiento mucho más expeditivo, que aunque no significa aprobación del saldo, le posibilita el cobro compulsivo de él por medio de un juicio ejecutivo (art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C.Com.). Debemos dejar aclarado que cuando el procedimiento descrito más arriba y regulado por el art. 793 Ver Texto, aps. 1º y 2º, C.Com., era el único camino para que los bancos, una vez fijado el saldo definitivo, pudieran perseguir su cobro, se consideraba que no se hallaban suficientemente protegidas en el recupero de sus créditos en mora originados en saldos deudores de las cuentas corrientes cerradas. De un lado, por las dificultades para ubicar y notificar al cuentacorrentista (626) , y, de otro lado, la necesidad de tener que recurrir sea a la vía ordinaria (627) o, en el mejor de los casos, a la preparación de la vía ejecutiva, mediante el previo reconocimiento judicial del saldo, que en la mayoría de los casos derivaba en la ordinarización del proceso, si el deudor citado se pronunciaba negativamente ante el requerimiento (628) . Todo ello hizo que en el Primer Congreso Nacional de Derecho Comercial de 1940 el Banco Español del Río de la Plata formuló una sugerencia destinada a: "e) cuentas corrientes: 1) ampliar las disposiciones concernientes al saldo bancario que no ha sido objetado, dándole carácter de título ejecutivo" (629) . Tales reformas sugeridas se concretaron en 1946, mediante el decreto 16.364/46, que agregó al art. 793 el 3er. párr., actualmente vigente, del cual nos ocupamos en el nº 37. Antes de concluír, es dable adelantar algunos conceptos liminares, de suma importancia, que evidenciados aquí, advertirán al lector sobre algunos matices trascendentes de los temas que siguen, y que en nuestro concepto no siempre aparecen planteados con claridad. A saber: I) Si bien es de buen orden obtener la conformidad, expresa o tácita, del cuentacorrentista, sobre el saldo final resultante del cierre de la cuenta, que lo convierte en saldo definitivo y exigible, ello no obsta a su rectificación en los casos que estudiamos en el apartado siguiente: letra f. II) El procedimiento descrito para la aprobación del saldo, previsto en el art. 793 Ver Texto, aps. 1º y 2º, C.Com., no implica per se la constitución en mora del cuentacorrentista, y si no hubiera plazo pactado previamente para el pago, será necesario, una vez conformado el saldo definitivo, efectuar la correspondiente interpelación al deudor para colocarlo en mora. III) La aprobación o conformación del saldo no resulta necesaria ni obligatoria para el banco, cuando éste, una vez cerrada la cuenta corriente bancaria, ejerce el derecho que le concede el art. 793 Ver Texto, 3er. párr., C.Com. En uso de él, al extender el certificado que esa regla prevé con las debidas formalidades, sin necesidad de notificar al cuentacorrentista, ni obtener su aprobación, queda habilitado para iniciar su cobro judicial mediante el respectivo juicio ejecutivo autorizado por las normas de fondo y forma, que rigen la especie. JURISPRUDENCIA El art. 793 Ver Texto, 1º y 2º párr., C. Com., se refirió originariamente al procedimiento que los bancos debían seguir para obtener la conformidad -expresa o tácita- del saldo deudor de la cuenta corriente bancaria, que por hipótesis, puede ser en favor del cliente o en favor del banco (Cám. C.C.L, Rafaela, Z, R.8. 783). Periódicamente el banco remite al cliente un duplicado de la hoja o extracto para su información y conformidad (art. 793 Ver Texto, C.Com.), que establece una presunción iuris tantum, de conformidad con el movimiento registrado, si dentro del término legal no reclama por las operaciones registradas o por no haber recibido el extracto (Cám. Com., B, ED, 122, 418), pero tal circunstancia no precluye el derecho de obtener su rectificación, en razón de errores o vicios formales que padezca (Cám. Com., JA, 1985II, síntesis), y ello es así pues toda aprobación de cuenta se integra con dos declaraciones unilaterales de verdad o enunciativas, por lo que tal aprobación configura un reconocimiento de una obligación preexistente, que debe ceder ante el contenido de la prestación original (art. 723 Ver Texto, C.Civ.) que no produce novación, ni modifica objetivamente la relación (Cám. Com., C, LL, 1986-B, 605). El banco cumple con su obligación de remitir el estado de cuenta, para su conformación al domicilio constituído por el cliente en oportunidad de la apertura de la cuenta corriente bancaria, mientras no sea expresamente modificado (Cám. Fed. C.A. I, LL, 1986-E, 99; Cám. Com., C, ED, 7, 742). f) Rectificación del saldo. La aprobación amigable o judicial del saldo o por conformidad expresa o tácita del cuentacorrentista, con el extracto remitido a su domicilio (arts. 73 Ver Texto, 790 Ver Texto, 793 Ver Texto, ap. 2º, C.Com., y arts. 915 Ver Texto y 919 Ver Texto, C.Civ.), no obsta al derecho de éste para obtener la rectificación del saldo por error de cálculo, omisiones, artículos extraños, o indebidamente llevados al débito o crédito, o duplicación de partidas (630) , pues la aprobación del saldo no implica una declaración de voluntad negocial, en sentido técnico, sino sólo una declaración de verdad, que tiene naturaleza confesoria de un hecho pasado: la realidad aritmética de los asientos de la cuenta y su reflejo en el saldo (631) . De allí que la eficacia de la aprobación, en tanto declaración confesoria, halla su fundamento en la verdad de los hechos admitidos, es decir, se apoya sobre el presupuesto fáctico de que esos hechos se hayan verificado efectivamente (632) , porque es indudable, dentro de la normalidad de la vida cotidiana, que nadie reconocerá hechos que le sean desfavorables, en el caso de que no sean verdaderos (633) . Es de toda obviedad que bastará la prueba de la discordia entre lo verdadero y la declaración de verdad, para que la eficacia de esta última caiga, sin necesidad de indagar si el error es o no esencial (634) . El derecho para solicitar la rectificación prescribe a los cinco años, término que corre a partir de la aprobación efectuada (635) . I. Vía procesal. El camino procesal adecuado para deducir la rectificación del saldo de una cuenta corriente bancaria, no es el de oponer tal derecho en el juicio ejecutivo en el cual el banco ejecuta el certificado que establece el art. 793 Ver Texto, ap. 3, C.Com., pues en ese tipo de proceso está vedado discutir la integración del saldo, ya que ello sería entrar a la discusión de la legitimidad de la causa del título base de la ejecución (arg. art. 544 Ver Texto, inc. 4, C.Proc.) (636) . II. Rectificación y revisión. Pero hay que tener en cuenta, como hemos señalado antes de ahora, que esta rectificación que nos ocupa debe ser distinguida de la posible revisión de la cuenta, que implicaría la reapertura de la discusión sobre la procedencia de la inclusión o exclusión de determinadas partidas, pues esta última deviene improcedente, por extemporánea, con posterioridad a su aprobación extrajudicial -expresa o tácita-, arbitral o judicial (637) . III. Posible supuesto de revisión. Sin embargo, como hemos manifestado al anotar un fallo de la Excma. Cámara de Apelaciones, Civ. y Com. de Rosario, Sala IV, existe la posibilidad de pedir la revisión de la cuenta, en el siguiente supuesto: supongamos que el Banco utilizó, como es de práctica, el procedimiento que autoriza el tercer párrafo del art. 793 Ver Texto, C. Com., agregado según el decr. 15354/46, y extrajo el certificado del saldo deudor de la cuenta corriente, que posibilita su cobro compulsivo por medio de la vía ejecutiva. En ese caso, y en aplicación de la doctrina plenaria establecida en "Banco de Galicia y Buenos Aires c. Lussich, J., y otros" Ver Texto (638) , el banco no tuvo necesidad de notificar al deudor pidiendo su conformidad y, por tanto, estarán dadas las condiciones para que éste pueda pedir la revisión de la cuenta corriente, lo que si bien deberá plantear en el juicio de ejecución del saldo, conforme al art. 553 Ver Texto, C.Proc., deberá ser ventilado en el juicio ordinario posterior al proceso ejecutivo iniciado por el banco. Sentado ello, conviene preguntarnos cuáles rubros, asientos o artículos incluídos en la cuenta pueden ser cuestionados. Siguiendo el devenir lógico de los hechos, consideramos que la porción de la cuenta corriente sujeta a revisión, será, en la mayoría de los casos, la que corre desde la conformación -generalmente tácita, por no haber sido observada por el cliente- del último resumen periódico enviado, rutinariamente, por el banco, hasta el cierre de la cuenta. Lo que no es poco, porque en ese momento culminante -además del probable descubierto que existirá- generalmente se efectúan todos los débitos que el cliente pudo pactar que se le carguen en su cuenta. Y adquirirá papel protagónico la ampliación a 60 días, que ha efectuado la regla 1.2.2.3 del período necesario para tener por conformado tácitamente el saldo comunicado al cliente, por el silencio de éste. O dicho de otra manera, si por hipótesis el banco remite todos los fines de mes el extracto con el movimiento y saldo de la cuenta y ésta se cierra durante el mes de junio (o antes) y se extiende el certificado de saldo deudor que prevé el art. 793 Ver Texto, ap. 3, C.Com. El cuestionamiento y revisión que se puede hacer será respecto de todos los movimientos efectuados en la cuenta desde el 1 de abril, pues también por hipótesis, han quedado conformados los movimientos y saldos comunicados hasta el 31 de marzo, pero no los posteriores, los que quedan sujetos a revisión en los términos explicados. JURISPRUDENCIA Del mismo modo en que el banco acredite activos en la cuenta corriente de su cliente, cuando estima que así debe ser -se trate de un depósito, autorización para girar en descubierto o del cobro a un tercero por mandato de un cliente, etc.-, puede dejarlos sin efecto (Cám. Com., D, LL, 1984-A, 549). Procede la rectificación del saldo de la cuenta corriente bancaria si el banco incurrió en error al acreditar dos cheques que no correspondían (Cám. Com., B, LL, 151, 50). Si bien los saldos no se los puede discutir cuando no fueron observados en el lapso marcado por la ley, ello no implica ni se refiere a aquellos casos en que el perjuicio del cuentacorrentista surge de una negligencia evidente del banquero, que se apartó de las más elementales normas del caso y en que aparece una maniobra por parte de quienes intervinieron en la entrega del cuaderno de cheques y en la posterior desaparición del cheque del banco (Cám. Fed. Tucumán, LL, 132, 567). La aprobación de las cuentas y sus saldos en aplicación de lo reglado por el art. 793 Ver Texto, C. Com., no precluye el derecho de obtener una rectificación por errores u otros vicios que se padezca, de análoga manera a lo que acontece con la aprobación de cuentas rendidas conforme a lo dispuesto por el art. 73 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., C, LL, 1986-B, 605). También se ha declarado que el art. 793 Ver Texto, C.Com., inhibe cuestionar argumentalmente el saldo definitivo fijado en la cuenta; pero no deroga la posibilidad de revisar con fundamento partidas viciadas de la cuenta, para lo cual el art. 790 Ver Texto, C.Com., otorga 5 años. Ésa es la interpretación que hace compatible ambas normas (Cám. Com., D, LL, 1985-A, 145). La única reserva que se debe admitir al principio de inmutabilidad de las registraciones asentadas en cuenta corriente una vez aprobada ella, se refiere a los vicios puramente formales o a errores de cálculo. Por ello se descarta la introducción de cuestiones sustanciales atinentes a la legitimidad de las inclusiones o eliminaciones de partidas (Cám. C.C., IV, Rosario, LL, 1994-A, 219, con nota de O. R. Gómez Leo). La aprobación del saldo de una cuenta corriente bancaria, por aplicación de la norma incluída en el art. 793 Ver Texto, C.Com., no hace precluír todo derecho al cuentacorrentista a impugnar posteriormente el estado de la cuenta respectivo (Cám. C.C., IV, Rosario, LL, 1994-A, 219, con nota de O. R. Gómez Leo). El art. 790 Ver Texto, C.Com., prevé exclusivamente la acción para el arreglo o rectificación de la cuenta corriente sin estar legalmente prevista la posibilidad de introducir esta cuestión por vía de excepción. Al respecto, se debe comparar con la diversa regulación que el art. 1058 bis Ver Texto, C. Civ., dispone para la declaración de nulidad o anulación de los actos jurídicos (Cám. Com., D., LL, 1990-A, 510). Se debe distinguir entre el pedido de revisión de una cuenta aprobada y la solicitud de rectificación de ella; esta última no reabre la cuenta a una rendición general, pues persigue la discusión de determinados artículos cuya impugnación se hace específica y determinada. En cambio, la revisión pone en tela de juicio la cuenta toda, lo cual no es permitido por la ley, so pena de hacer interminables los juicios y favorecer a los deudores de mala fe (Cám. C.C., IV, Rosario, LL, 1994-A, 219, con nota de O. R. Gómez Leo). La jurisprudencia prevaleciente ha establecido que no existe un plazo de prescripción especialmente establecido para la cuenta corriente bancaria (Cám. Com., E, ED, 126, 564), por lo que corresponde aplicar a la acción de cobro del saldo deudor en favor del banco, resultante de esa clase de cuenta corriente (Cám. Com., D, JA, 1990-I, síntesis), el plazo quinquenal del art. 790 Ver Texto, C.Com., específicamente establecido para la cuenta corriente mercantil (Cám. Com., E, ED, 126, 564), el cual se computa a partir de su cierre (Cám. Com., B, JA, 1992-I, 800 Ver Texto). Con un criterio distinto, también se ha resuelto que siendo un contrato autónomo, con notorias diferencias con la cuenta corriente mercantil, a falta de un plazo de prescripción específicamente previsto para la ejecución del saldo deudor en cuenta corriente bancaria, él debe ser el contemplado por el art. 486 Ver Texto, C. Com., para la prescripción ordinaria en materia comercial (Cám. C.C., IV, Rosario, LL, 1992-E, 284). (616) A. Fiorentino, Depósito. Conto corrente. Contratti bancari, en Commentario del Codice Civile, bajo la dirección de Scialoja-Branca, Bolonia-Roma, 1956, 512. (617) Molle, 417. (618) Maccarone, II, 624. (619) Conf.: Molle, 390; Vasseur-Marim, 492; Escarra y Rault, VI, nº 531; Brunelat, La protection du banquier au cas de faillite du remettant en compte courant, París, 1963, nº 68; Rives-Lange, 226; M. Megrah, Paget´s law of banking, Londres, 1964, 126; Malagarriga, Tratado, II, 765; Giraldi, Cuenta corriente, 133; Williams, 2-A, 323. Contra: J. C. Malagarriga; J. M. Santillán, Bancos y sociedades financieras, Bs. As., 1964, 65; Nougués: los fondos existentes en una cuenta bancaria debe ser permanente garantía de las deudas que, por cualquier motivo, contraiga el cliente con el banco. Negarlo significaría un importante aspecto del negocio bancario. (620) Conf.: Hamel, I, 399, respecto de las convenciones de compensación. Contra: Rives-Lange, 459, que las considera lícitas, sin que con ellas las partes no pretenden quebrar la regla de igualdad entre los acreedores, sino simplemente prevenirse respecto de los riesgos de la falta de pago. (621) Conf.: Giraldi, Cuenta corriente, 119. (622) Conf.: Cám. Com., B, 16/8/79, "Banco de Hurlingham S.A. c. Equinoquímica S.A.". (623) Conf.: Cám. Com., C, ED, 72, 685. (624) Conf.: Cám. Com., en pleno, LL, 1985-A, 19, especialmente la ampliación de fundamentos de los Dres. Anaya, Caviglione Fraga y Quintana Terán. (625) Conf.: Giraldi, Cuenta corriente, 118. (626) Cám. Com., JA, 30, 447; es improcedente la notificación de la liquidación de la cuenta por edictos, por lo cual la notificada en esa forma y no observada, no es título que traiga aparejada ejecución. (627) Conf.: Cám. Fed. La Plata, JA, 13, 54; Cám. Com., JA, 26, 1314; J. Labanca, En torno a la interpretación del art. 793, C. Com., en ED, 7, 736; Giraldi, Cuenta corriente, 123. (628) Conf.: Williams, 2-A, 342. (629) Actas, Bs. As., 1943, I, 54; lo propio hizo el Dr. C. Suárez, en una proposición para ampliar: Las seguridades de las partes contratantes, en cuanto a la liquidación del contrato (I, 453) aunque sin acompañar fundamentos. (630) Conf.: Segovia, II, nº 2620; Malagarriga, V, nº 201; Giraldi, Cuenta corriente, 122; Williams, 2-A, 375; Cám. Com., B, 29/12/67: rectificación por vía judicial; ídem, ED, 49, 739. Contra: Nougués, 71. (631) Conf.: Garrigues, 172. (632) Conf.: Fiorentino, Dei contratti bancari, 406. (633) Conf.: Garrigues, 172. (634) Fiorentino, lug. cit.; Giraldi, Cuenta corriente, 122. (635) V. nº 15. Conf. Giraldi, Cuenta corriente, 123. (636) Conf.: Cám. Com., LL, 59, 213; Cám. Com., C, LL, 1983-B, 605; D, LL, 1985-A, 145. (637) Conf. Bonelli, 89; Malagarriga, V, nº 184. (638) LL, 136, 209. 39. LA PROBLEMÁTICA DE LOS INTERESES MORATORIOS. a) Generalidades. La doctrina judicial presenta marcadas discrepancias sobre las condiciones necesarias para que los bancos tengan derecho a percibir intereses moratorios sobre el saldo resultante en su favor, en oportunidad del cierre de una cuenta corriente bancaria. Las divergencias versan, de un lado, sobre cuestiones generales del derecho de obligaciones -v.gr., no distinción de la exigibilidad de una deuda y de la colocación del deudor en estado de mora-; de otro lado, sobre la cuestión específica en la cuenta corriente de cuándo el saldo es exigible y cuándo el cuentacorrentista entra en mora. Para facilitar el conocimiento y comprensión del mosaico de opiniones vertidas, así como de permitir apreciar la fundamentación de nuestra opinión respecto, especialmente, de la última de las cuestiones enunciadas, comenzamos exponiendo algunas cuestiones conceptuales, proseguimos reseñando diversos pronunciamientos judiciales, para finalizar expresando las conclusiones que entendemos que corresponde extraer sobre este tema. b) Clases de intereses. En términos generales, los intereses pueden ser clasificados desde diversos puntos de vista (639) . Los que aquí nos interesan son las clasificaciones según su función económica y según su fuente. Según su función económica se distinguen los intereses compensatorios (o lucrativos), que tienen por fundamento retribuír el uso del capital ajeno, en tanto se los considera frutos civiles de él; de los intereses moratorios (resarcitorios), que se devengan en concepto de indemnización, por el perjuicio sufrido por el acreedor ante el retardo o mora del deudor. Según su fuente (u origen), los intereses pueden ser clasificados en convencionales o legales, según se originen en un convenio de partes o deriven de la ley por razones de equidad, en función del solo uso de dineros ajenos (640) . Sentado ello, corresponde reiterar que en caso de existir pacto expreso que obligue al cuentacorrentista a satisfacer el saldo deudor resultante luego de un determinado plazo, desde el cierre de la cuenta corriente bancaria los intereses moratorios pactados corren, automáticamente, en virtud de la mora ex contractu, acaecida por el solo trascurso del tiempo convenido (arg. art. 796 Ver Texto, C. Com., y art. 509 Ver Texto, 1er. párr., C.Civ.). Por natural implicancia, si no existe pacto expreso convenido, será necesario la constitución en mora del cliente para que nazca el derecho del banco a percibir los intereses moratorios correspondientes. Sin embargo, no hay que olvidar que tratándose de un contrato oneroso, los intereses compensatorios (o lucrativos) no se detienen en su curso por el cierre de la cuenta, y en caso de no estar pactada la tasa, serán los corrientes en operaciones de esta naturaleza. O dicho de otro modo: los intereses compensatorios, en tanto frutos civiles, continúan devengándose, con independencia de que el deudor haya o no sido colocado en mora (641) . Con lo expuesto, queda delimitado que la cuestión a dilucidar versará sobre la determinación de los requisitos que son necesarios para que el saldo deudor resultante de una cuenta bancaria -en caso de que no haya convenio expreso- devenguen intereses moratorios, los cuales podrán ser adicionados a los intereses compensatorios que, naturalmente, produce el saldo de la cuenta (arts. 777 Ver Texto, inc. 4, 784 Ver Texto, 785 y 795 Ver Texto, C.Com.) (642) . JURISPRUDENCIA Si existe una convención entre el cliente y el banco, prescriptiva del automático estado de mora al cabo de cierto período, el banco queda autorizado para elevar la alícuota del interés que estuviera devengando, naturalmente, la sola existencia del saldo deudor de la cuenta corriente bancaria (del voto de la mayoría) (Cám. Com., en pleno, LL, 1985-A, 19). La cuenta corriente bancaria solamente puede devengar intereses en el supuesto que el Código argentino denomina "en descubierto" (art. 791 Ver Texto, C. Com.), es decir, cuando se opera con anticipos, o, más genéricamente, con crédito abierto por el banco. Como contrapartida o contraprestación de estas disponibilidades crediticias se fijan amén de comisiones y gastos- intereses (art. 795 Ver Texto, C.Com.) capitalizables (art. 796 Ver Texto). Estos réditos, tal como los que se considera connaturales con la cuenta corriente mercantil (art. 777 Ver Texto, inc. 4), son compensatorios. Las conclusiones que dejamos sentadas no resultan afectadas, ni alteradas por la regla del art. 785 Ver Texto, C.Com., pues la determinación del saldo no excluye que los intereses pactados o legales continúen su curso como antes del cierre, pues estos intereses se devengan con independencia de que el saldo sea exigible. O sea, que como lo ha reconocido expresamente la doctrina, lo dispuesto por el art. 785 Ver Texto, C. Com., significa que el curso de los intereses a que se refiere el art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com., no se detiene con el cierre de la cuenta corriente (de la ampliación de fundamentos al voto de la mayoría, de los Dres. Quintana Terán, Anaya y Caviglione Fraga) (Cám. Com., en pleno, LL, 1986-E, 232). Corresponde admitir intereses desde el cierre de la cuenta corriente, porque el devengamiento automático de intereses por los saldos insolutos halla respaldo legal en el art. 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com., aplicable a la cuenta corriente bancaria por ser una especie de la cuenta corriente (Cám. Com., D, LL, 1992-D, 519; A, JA, 1990-I, síntesis; B, ED, 143, 688). Tales intereses son compensatorios y se devengarán a una tasa del 6 % anual, desde el cierre de la cuenta hasta la constitución en mora (Cám. Com., D, JA, 1991-III, 37 Ver Texto), razón por la cual es improcedente retrotraer el comienzo de su curso a la fecha de una comunicación anterior al cierre de la cuenta, por una suma distinta de la ejecutada (Cám. Com., D, JA, 1992-IV, 274 Ver Texto). En la cuenta corriente bancaria los intereses devengan sobre el saldo con independencia del cierre de la cuenta, ya que es inherente a esa operación la producción de aquéllos (art. 777 Ver Texto, inc. 4, C. Com.); en cambio, la constitución en mora podría autorizar a computar intereses punitorios, si así se hubiese convenido o actualizar lo adeudado con los intereses correspondientes (Cám. Com., E, ED, 141, 335); por ello la clausura de la cuenta es irrelevante, tanto para el devengamiento de los primeros, como para la constitución en mora (Cám. Com., E, ED, 142, 382). El capital debido por la ejecución promovida sobre la base de un certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria, devengará intereses desde la fecha de intimación de pago al deudor (Cám. Com., ED, 131, 583, con nota de F. H. Payá [h.]), y la tasa será la que cobre el Banco de la Nación sobre los descubiertos en sus cuentas corrientes (Cám. Com., D, JA, 1993-IV, 304). Si bien se ha resuelto que mediando obligación de pago de intereses en materia de cuenta corriente bancaria, su capitalización se halla legalmente prevista, salvo pacto en contrario. No existiendo tal pacto, de conformidad con lo establecido en los arts. 509 Ver Texto, 622 Ver Texto, C. Civ., y arts. 560 Ver Texto, 571 Ver Texto, 791 Ver Texto, 793 Ver Texto, 795 Ver Texto, C.Com., los intereses moratorios que acompañen al capital reclamado en concepto de saldo deudor y que integren la condena pueden legítimamente liquidarse con capitalización por trimestre (Cám. C.C. 1ª, III, La Plata, causa 213.291, Reg. int. 284 del 8/10/1992), salvo como en el caso de autos, donde existe convenio expreso de capitalización mensual (Cám. C.C. 2ª, II, La Plata, causa, 80.381, del 4/4/1995). También se ha sentenciado que si bien el art. 795 Ver Texto, C. Com., admite la capitalización de intereses trimestralmente, salvo pacto contrario, lo cierto es que está referido, en principio, a las operaciones normales entre el banco y el cliente y como consecuencia de la normal operatividad de la cuenta corriente, pero de ningún modo se refiere a los intereses adeudados a partir de la constitución en mora del deudor y del cierre de la cuenta (Cám. C.C. 1ª, II, La Plata, causa 213.298, Reg. int. 559, del 22/9/1992), y ello debe ser así, teniendo en cuenta el criterio de interpretación restrictivo que debe hacerse del art. 795 Ver Texto, C. Com. (Cám. C.C. 2ª, I, La Plata, causa 79.930, Reg. int. 36, del 7/3/1995). c) Las tendencias jurisprudenciales. Los diversos pronunciamientos dictados por la Cámara en lo Comercial de la Capital Federal pueden ser sintetizados del siguiente modo: I) La Sala A (643) , al resolver un recurso contra la sentencia de 1ª instancia que fijó como fecha de constitución en mora la de la expedición del certificado del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria, revocó ese pronunciamiento, declarando que la fecha de constitución en mora fue la del cierre de la cuenta corriente, y no la fecha de expedición del certificado, razón por la cual mandó calcular la devaluación monetaria y los intereses del 6 %, a partir de aquélla. Fundando su decisión en que la cuenta corriente bancaria, en nuestro derecho, es un contrato autónomo sujeto en primer término a los preceptos de ese capítulo y, en lo que sean aplicables, a los del capítulo anterior relativos a la cuenta corriente mercantil (Fernández, Código de Comercio comentado, III, 498/499), siendo aplicable entonces el art. 785 Ver Texto, que prevé la productividad de intereses sobre el saldo (644) . II) La Sala B (645) resolvió que el plenario del fuero de fecha 5/9/69 (646) determinó que el certificado bancario es hábil, no siendo necesario demostrar que el saldo fue hecho conocer al deudor. Consecuentemente, al determinarse que el procedimiento ejecutivo es idóneo a efectos de ejecutar el saldo, se está reconociendo la exigibilidad del saldo y, por tanto, la mora del deudor (647) . III) La Sala C (648) resolvió que al no haber sido acreditado en autos que el cierre de la cuenta corriente haya sido notificado en los términos del art. 792 Ver Texto, C.Com. (conc. art. 20, inc. a, circ. B-382, B.C.R.A.), respecto del momento en que se produjo la mora deberá estarse a la fecha que se ha fijado en el decisorio de 1ª instancia, o sea, aquella de la época en que se practicó la diligencia de intimación de pago y citación de remate; ello por ser ésta la primera oportunidad -a la luz de la constancia del expediente- en que la parte demandada conoció el reclamo (esta Sala: "Banco de Crédito Rural Argentino S.A. c. Venezia S.A.", del 23/3/79). IV) La Sala D (649) resolvió que para la ejecución del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria es suficiente su clausura, aun sin comunicación al cliente, para agregar que los accesorios devengan desde la fecha de emisión del certificado de la ejecución. Y ello en razón de que el curso de los intereses no viene como efecto de la mora sino que es un efecto propio de la naturaleza misma de la cuenta bancaria (arts. 795 Ver Texto y 777 Ver Texto, inc. 4, C.Com.). Por esto, los frutos del capital son debidos desde la época de clausura de la cuenta, ya que ello es sólo la subsistencia de la situación precedente (650) . V) Por último, la Sala E (651) declaró que no habiéndose cumplido respecto del deudor principal la comunicación prevista en el párrafo 1º del art. 793 Ver Texto, C.Com., la fecha de fijación de la mora es aquella en que se practicará la intimación de pago y citación de remate, por resultar la primera oportunidad en que se hizo conocer a la parte demandada el pertinente reclamo (conf. esta Sala, in re "Banco Sudameris c. Millamil S.A.", del 4/8/81). d) El fallo plenario. A consecuencia de los pronunciamientos encontrados que presentaba la doctrina judicial, al prosperar el recurso de inaplicabilidad de la ley, en la última de las causas reseñadas en el parágrafo anterior, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial convocó a acuerdo plenario, para resolver la siguiente cuestión: "Si para la constitución en mora del cuentacorrentista basta el cierre de la cuenta corriente que determinó el saldo deudor o es necesaria la notificación a que se refiere el art. 793 Ver Texto, C.Com.". Empero, la doctrina plenaria sentada en esa oportunidad modificó la cuestión propuesta, al resolver, por mayoría, que "la mora de base legal del cuentacorrentista responsable del saldo deudor requiere la comunicación del párrafo primero del art. 793 Ver Texto, C.Com., o la comunicación del párrafo segundo del art. 509 Ver Texto, C.Civ." (652) . La minoría, en cambio, sostuvo que teniendo en cuenta lo resuelto por el acuerdo plenario del 8/9/69 (653) , la mora del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria corre a partir de la emisión del certificado, por cuanto el incumplimiento por parte del cliente de la obligación contraída, en oportunidad de la celebración del contrato, de mantener suficiente provisión (art. 791 Ver Texto, C.Com., y OPASI 1/1.1.2.2.1), es causa de la resolución de pleno derecho de él, lo cual produce la liquidación de la cuenta y faculta a la entidad bancaria a la emisión del certificado aludido (654) . e) A modo de conclusión. Releyendo el fallo plenario dictado y con la finalidad de extraer de él valiosas consideraciones sobre algunos aspectos relativos al esclarecimiento del tema que nos ocupa, debemos expresar que coincidimos con varias de las allí vertidas; sin embargo, rechazamos las referidas por la doctrina plenaria establecida, en lo que respecta a la alusión del art. 793 Ver Texto, C. Com. Debido a ello, en una primera aproximación exponemos una y otras en forma separada, para concluír expresando nuestra opinión sobre el modo idóneo y el tiempo oportuno de constituír en mora al cuentacorrentista. I. Coincidencias. A) Nuestro legislador ha incluído a la cuenta corriente bancaria como un capítulo del título XII, bajo la denominación "De la cuenta corriente", de lo cual resulta que en nuestro derecho la cuenta corriente es un contrato autónomo, sujeto en primer término a los preceptos del capítulo II, específico del contrato que nos ocupa, y en lo que sean aplicables, a los del capítulo I, relativo a la cuenta corriente mercantil (655) . B) Según el criterio expuesto y teniendo en cuenta que armonizan con la naturaleza y finalidades de la cuenta corriente bancaria, conceptuamos que son aplicables a ella, entre otros, el art. 774 Ver Texto, inc. 4, C.Com., que determina el devengamiento de intereses compensatorios del saldo deudor de la cuenta corriente bancaria, como natural consecuencia de la onerosidad de éste y el carácter de frutos civiles que tienen aquéllos para el acreedor, como contrapartida del empleo útil que supone el uso del capital ajeno para el deudor. C) Tales intereses compensatorios corren durante la vigencia del contrato que estamos estudiando, y una vez cerrada la cuenta no se detienen, sino que persisten devengándose naturalmente, sin que ello sea una consecuencia necesaria de la exigibilidad del saldo o de la puesta en mora del deudor (656) . Esta última otorga al banco el derecho de incrementar la alícuota de interés que el saldo devengará a partir de esa fecha. El nuevo porcentual exigible quedará integrado con la tasa de interés compensatorio que persiste, con más la tasa de intereses moratorios que puede adicionar con carácter sancionatorio por el retardo incurrido hasta el efectivo pago. D) Considerar que se perfecciona el estado de mora del deudor, con la determinación del saldo de la cuenta corriente bancaria producido por el cierre de ella (657) o con la emisión del certificado del saldo deudor que prevé el art. 793 Ver Texto, 3er. párr., C.Com. (658) , no es acertado. Ello es así porque la exigibilidad de una deuda se refiere sólo al elemento material u objetivo de la mora del deudor cuando no existe plazo fijado, necesitando de otros elementos para su composición o perfeccionamiento, como son la imputabilidad del retardo que supone culpa o dolo del deudor (elemento subjetivo) y la interpelación, que le otorgue la oportunidad para cumplir con su obligación (elemento formal) (659) . II. Discrepancias. Sin embargo, no estamos de acuerdo en los siguientes aspectos, pues: A) Considerar que se cumple con la interpelación que constituye en mora al deudor mediante el envío de la comunicación que prevé el art. 792 Ver Texto, C.Com. (660) , o con la remisión de la liquidación prevista por los dos primeros párrafos del art. 793 Ver Texto, C.Com. (661) , en nuestro concepto no es acertado. En el primer caso, porque la comunicación prevista en el art. 792 Ver Texto, C.Com., en concordancia con la regla 1.3.2, OPASI 2/88, efectuada por el banco, no cuenta con virtualidad, per se, para producir la mora del cuentacorrentista, ni el cierre de la cuenta. Con la siguiente variante a tener en cuenta: 1) si el cliente, al recibir la comunicación, procede a devolver los formularios de cheques no utilizados, el cierre tendrá lugar luego de trascurrido el plazo legal igual al establecido para la validez de los cheques -30 o 60 días, según se hubieran librado en el país o desde el extranjero, respectivamente-, contado desde la fecha de la recepción de esa notificación; 2) si el cliente no cumpliera con devolver los formularios de cheques no utilizados y se aplicara, por analogía, la regla 1.3.3, in fine, OPASI 2/88 vigente entonces, correspondería cerrar la cuenta a los diez días de la notificación. Es decir, que en ambas hipótesis la mentada comunicación que menciona el art. 792 Ver Texto, C.Com., no tiene virtualidad para constituír en mora al cuentacorrentista, pues no existe saldo definitivo ni exigible, y esa falta de exigibilidad obsta a la existencia de uno de los elementos constitutivos de la mora: esto es, el retardo como elemento material u objetivo (662) . Es del caso recordar aquí que la comunicación del art. 792 Ver Texto, C.Com., si no existe plazo convenido, es una condición para la procedencia de que el banco resuelva unilateralmente el contrato que nos ocupa, y vencido el plazo correspondiente proceda al cierre de la cuenta y a la determinación del saldo. Es decir, reiteramos que en este caso la extinción del contrato de cuenta corriente no tiene lugar por el cierre de la cuenta, sino que es a la inversa: la existencia, término o resolución del contrato provoca el cierre o clausura de la cuenta (663) . En el segundo caso, porque la remisión de la liquidación prevista en el art. 793 Ver Texto, párr. 1º, C.Com., es un paso dentro del procedimiento para determinar el saldo definitivo, que comienza con el cierre de la cuenta, una vez ocurrida alguna de las causas de resolución o rescisión del contrato. Para aventar toda duda y en absoluta congruencia con lo expresado antes, enfatizamos aquí que ocurrida la resolución o terminación del contrato, el banco queda facultado a cerrar la cuenta, presentándose las siguientes alternativas: 1) comunicar el saldo final resultante, para que el deudor preste su conformidad -expresa o tácita- a partir de la cual se podrá considerar saldo definitivo y exigible (art. 793 Ver Texto, párr. 2º, C.Com.); 2) optar por pasar el crédito a cuenta de "gestión y mora", y extender el certificado del saldo deudor que lo torne exigible y reclamable por vía ejecutiva (art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C.Com.). Queda demostrado que tanto el saldo conformado mediante el primer procedimiento o mediante el certificado citado en segundo lugar, es líquido y exigible, pero en ambos casos (664) falta el elemento formal constituído por la interpelación para constituír en mora al cuentacorrentista, como claramente quedó demostrado con las consideraciones efectuadas supra, con las cuales paradójicamente está de acuerdo el voto de la mayoría del plenario que estamos considerando. En suma, la primera parte de la doctrina plenaria sentada en ese plenario, en cuanto declara idónea la comunicación a que se refiere el art. 793 Ver Texto, párr. 1º, C.Com., para colocar en mora al cuentacorrentista, incurre en la confusión de identificar la exigibilidad de una deuda, con la mora del deudor. III. Nuestra opinión. Habiendo dejado totalmente aclaradas nuestras discrepancias con la doctrina judicial reseñada, en los aspectos puntualizados, consideramos que la mora de base legal del responsable del saldo deudor resultante del cierre de una cuenta corriente bancaria, requiere la intimación o interpelación por el pago de él para que el banco adquiera el derecho a percibir intereses moratorios. Tal intimación puede ser realizada: A) judicialmente; B) extrajudicialmente, y en este caso, de tres modos distintos. A) Intimación judicial. Se llevará a cabo por la notificación de la demanda o reconvención en los procesos de conocimiento (ordinario o sumario) o por la intimación de pago en el proceso ejecutivo, aunque se haya interpuesto ante juez incompetente o presente defectos formales (665) . B) Intimación extrajudicial. Se puede llevar a cabo de las siguientes maneras: 1) En forma verbal. La doctrina es unánime en ese sentido, pues considera que el requisito de la interpelación no está sometido a forma alguna; empero, este modo de efectuarlo presenta en la práctica las dificultades probatorias consiguientes, razón por la cual en principio no resulta aconsejable. 2) En forma escrita. En el caso que nos ocupa, es conveniente efectuarla mediante notificación escrita, por medio fehaciente, en el domicilio que el responsable de la cuenta corriente tiene registrado en el banco, y debe serlo una vez cerrada la cuenta y cuando el saldo sea exigible. Es decir, que como ya evidenciamos, habrá que distinguir: a) si el banco optó por el procedimiento estatuído en los dos primeros párrafos del art. 793 Ver Texto, C.Com., la interpelación deberá efectuársela una vez que el saldo final comunicado haya quedado conformado -expresa o tácitamente- por el cuentacorrentista; b) si el banco optó por el procedimiento de extender el certificado que prevé el tercer párrafo del artículo citado, una vez que el cuentacorrentista ha sido expresamente interpelado por el importe contenido en el citado certificado. Ello es así, reiteramos, pues en ambos casos la mora se configura sólo entonces, con los tres elementos que la componen: I) formal: interpelación; II) objetivo: exigibilidad y retardo; III) subjetivo: culpa o dolo del deudor. 3) Comunicación del saldo, con intimación de pago bajo condición. Reiteradamente hemos manifestado que la comunicación por parte del cuentacorrentista, no coloca en mora "per se" a éste, porque cuando el banco efectúa esa comunicación, el saldo aún no es exigible (art. 793 Ver Texto, párr. 1º, C. Com.), y sin exigibilidad de la deuda no hay mora del deudor (666) . Sin embargo -y éste es un aspecto que no surge de la doctrina judicial reseñada-, si la mencionada comunicación incluye la intimación de pago del saldo, bajo la condición de que quede conformado -expresa o tácitamente-, fijándose un plazo para su efectivización, se habrá configurado la mora del cliente en virtud del siguiente íter lógico: I) El saldo final notificado, al quedar conformado -expresa o tácitamente-, adquiere la calidad de definitivo y exigible. II) Con ello se ha operado la condición bajo la cual se efectuó la intimación o interpelación de pago, razón por la cual comienza a correr el plazo en que se debe realizar el pago. III) Con la expiración del plazo fijado, sin que el deudor efectivice el pago intimado, ha quedado constituído en mora (667) . IV) Configurada la mora, nace para el banco el derecho a percibir, además de los intereses compensatorios que devenga naturalmente el saldo deudor, los intereses moratorios correspondientes hasta que se le efectúe el efectivo pago de ese saldo. JURISPRUDENCIA En la cuenta corriente bancaria los intereses devengan sobre el saldo con independencia del cierre de la cuenta, ya que es inherente a esa operación la producción de aquéllos (art. 777 Ver Texto, inc. 4, C. Com.); en cambio, la constitución en mora podría autorizar a computar intereses punitorios, si así se hubiese convenido o actualizar lo adeudado con los intereses correspondientes (Cám. Com., E, ED, 141, 335); por ello, la clausura de la cuenta es irrelevante, tanto para el devengamiento de los primeros, como para la constitución en mora (Cám. Com., E, ED, 142, 382). El certificado de saldo deudor de cuenta corriente, si bien es exigible desde su determinación no queda regido por el sistema de la mora automática, dado que se trata de una obligación pura y simple, queda regido por los arts. 508 Ver Texto y 509, 2º párr., C. Civ. Es decir, que la mora requiere interpelación idónea del acreedor al obligado para poder tenérsela por configurada (Cám. C.C. 1ª, III, La Plata, causa 211.560, Reg. int. 98, del 23/4/92). Si el banco constituyó en mora al cuentacorrentista por medio de telegrama colacionado que resulta idóneo en los términos del art. 509 Ver Texto, ap. 2, C. Civ., corresponde considerar incurso en mora al ejecutado a partir del recibo de la citada comunicación (Cám. Com., B, LL, 1986-B, 602). La doctrina plenaria del caso "Banco de Entre Ríos S.A. c. Genética Porcina S.A." Ver Texto sobre que es necesario constituír en mora al deudor, para que se devenguen intereses moratorios de base legal, cede ante el convenio de las partes sobre los intereses moratorios (pacto de mora automática) (Cám. Com., E, JA, 1991-II, 391 Ver Texto; S.C.B.A., AS, 1986-2, 134). (639) V. t. III-A, 169. (640) Conf.: Llambías, Tratado. . . Obligaciones, II, 217. (641) Conf.: Segovia, II, nº 2606. (642) V. nº 14, d; nº 21, b, ap. III, y nº 29, a. (643) "The Royal Bank of Canada S.A. c. Arahalian, R." Ver Texto, del 20/8/81, LL, 1981-D, 465. (644) Esta doctrina judicial fue reiterada, entre otras, en las causas "Banco Shaw S.A. c. González" del 21/10/81 Ver Texto; "Banco de Intercambio Regional, s. quiebra, c. Centanaro, A.", del 21/12/81; "Banco San Miguel Coop. Ltdo. c. Albardonero S.A.", del 11/5/82 Ver Texto. (645) "Banco Sudameris S.A. c. Evangelista, A., y otro", del 10/2/83. (646) "Banco de Galicia y Buenos Aires c. Lussich, J., y otro" Ver Texto, ED, 28, 689, y LL, 136, 209. (647) Esta doctrina se reiteró, entre otras, en las siguientes causas: "Banco de Galicia y Buenos Aires S.A. c.Taller Roal y otro" Ver Texto, del 12/12/83; "Banco de Galicia y Buenos Aires, S.A. c. Sabatini, E.", del 7/2/84; "Banco del Sud S.A. c. Sáenz Briones, y Cía.", del 14/2/84. (648) "Banco de Hurlingham S.A. c. Corp. Arg. Proteico Opoterápica S.A.", del 15/2/80, Rep. LL, XL, 197. (649) "Banco de Galicia y Buenos Aires S.A. c. Ingerflon, H." Ver Texto, del 11/2/83, ED, 104, 766. (650) Esta doctrina se reiteró en "Banco de Intercambio Regional S.A. c. Bejar, J.", del 9/3/84. (651) "Banco de Entre Ríos S.A. c. Genética Procina S.A." Ver Texto, del 15/4/83. (652) Publ. en ED, 111, 636, y LL, 1985-A, 19, la mayoría estuvo integrada por los Dres. Naveira, Alberti, Milberg, Rivera, Guerrero, Bengolea, Garzón Vieyra, Anaya, Quintana Terán y Caviglione Fraga. Estos tres últimos con ampliación de fundamentos. (653) Plenario "Banco de Galicia y Bs. As. c. Lussich" Ver Texto, citado en nota 55. (654) La minoría quedó integrada por los Dres. Williams, Morandi, Jarazos Vieyras y Barrancos y Vedia. (655) V.: Fernández, III, 498. Conf. voto de la mayoría. (656) Conf. A. M. Morello, La mora, en Rev. Notarial, 1963, nº 751, 6. (657) Como entendió la Sala A, en el fallo citado en la nota 52. (658) Como entendió el fallo de 1ª instancia, revocado por decisión de la Sala A, citada en la nota anterior, y la Sala B, en los fallos citados en las notas 54 y 56, así como la minoría del fallo plenario que estamos considerando. (659) Conf.: Cazeaux-Trigo Represas, I, 140. (660) Paradójicamente, han coincidido en ello la Sala C, en el fallo citado en la nota 57 y la Sala B (ampliación de fundamentos de los Dres. Williams Morandi) en la causa "Banco Sindical S.A. c. Asoc. de Empleados de Comercio de Cnel. Suárez", del 14/10/85, y "Banco Casa Coop. Ltdo. c. González, E., y otro", del 20/12/85. (661) Como ha entendido la doctrina plenaria en la primera parte del fallo que estamos considerando. (662) Conf.: Cazeaux-Trigo Represas, I, 140; Morello, La mora, 6; Borda, Obligaciones, I, 341; Enneccerus-Lehmann, II, vol. 1, 51-1. (663) Ver y ampliar: nos. 32, 33, y 34. (664) En el segundo caso fue reconocido en el plenario "Lussich", cit. en nota 55. (665) Conf.: Busso, III, art. 509, nº 63; Salvat, Obligaciones, I, nº 92; Lafaille, Obligaciones, I, nº 162; Rezzónico, I, 130; Borda, Obligaciones, I, 72: pues cualquiera que sea la suerte de la demanda mal instaurada, es inequívoca la voluntad del acreedor de reclamar el pago, lo que basta para la constitución en mora. (666) Conf.: Morello La mora, 6; Borda, Obligaciones, I, 341. (667) Conf.: Busso, III, art. 509, nº 43, Borda, Obligaciones, I, 75; EnneccerusLehmann, II, vol. 1, nº 51, II, 3; von Tuhr, Obligaciones, II, nº 71, p. 113. 40. CERTIFICADO DEL SALDO DEUDOR. a) Antecedentes. Con la reforma del sistema bancario argentino efectuada en el año 1946, el Banco Central pasó a ser una entidad autárquica dependiente del Poder Ejecutivo nacional (decr.-ley 8503/46); se nacionalizaron los depósitos existentes en los bancos, convirtiéndose a éstos -oficiales, mixtos y particulares autorizados- en meros agentes del Banco Central, pues tales entidades recibieron los depósitos por cuenta y orden del mencionado organismo de control, fueran ellos efectuados en cuenta corriente, caja de ahorro, plazo fijo o bajo otras denominaciones que se le captaran en forma de un contrato de depósito, otorgándose a ellos la garantía de la Nación (decr.-ley 11554/46). Complementariamente, se dictó entre otros (668) el decreto-ley 15354/46, que dispuso: Art. 1: "Las constancias de los saldos deudores en cuenta corriente bancaria, otorgadas con las firmas conjuntas de gerente y contador del banco, serán considerados tílulos que traen aparejada ejecución, siguiéndose para su cobro los trámites que para el juicio ejecutivo establezcan las leyes de procedimientos del lugar donde se ejercite la acción". Art. 2: "Incorpórase la disposición procedente al Código de Comercio, la cual deberá insertarse como tercer apartado del art. 793 793 de dicho código en la próxima edición oficial". En un breve considerando se fundamentó la innovación normativa, en la necesidad social derivada del comercio bancario de "reformar los procedimientos seguidos hasta ahora para la recuperación del importe de los saldos deudores resultantes de los préstamos acordados en cuentas corrientes bancarias, como un medio de facilitar dicho reintegro en forma sencilla y breve", concluyendo por afirmar que "tal procedimiento puede lograrse asignando a las constancias de los saldos deudores en cuenta corriente bancaria, el carácter de título ejecutivo". Mediante el decreto-ley 13127/57 se modificó, en términos generales, el sistema bancario vigente entonces; en lo concerniente al tema que nos ocupa, se dispuso: I) que a partir del 1 diciembre 1957, los depósitos recibidos por los bancos sería nuevamente por cuenta de las entidades depositarias (669) ; II) se implantó un régimen de garantía de los depósitos limitada a los bancos particulares y mixtos, al disponer en el art. 11 del citado decreto-ley 13127/57 que "en caso de liquidación de un banco particular o mixto, el Banco Central adelantará los fondos necesarios para la devolución de los depósitos a sus titulares o su trasferencia a otro banco. Tales adelantos serán respaldados por afectación de activos del banco en liquidación y otras garantías a satisfacción del Banco Central"; III) subsistió la vigencia del art. 1, decreto-ley 15354/46, incorporado como tercer párr. del art. 793 Ver Texto, C.Com. Si bien hay que reconocer que la técnica legislativa utilizada es objetable, la norma citada rige y ha sido invariablemente aplicada por nuestros tribunales (670) . Empero, su interpretación doctrinal (671) y jurisprudencial ha sido polémica, como veremos en el parágrafo siguiente. JURISPRUDENCIA La facultad legal concedida a los bancos de emitir certificados de saldo deudor con calidad de título ejecutivo, ha sido otorgada a sujetos sometidos a un especial control por parte de una entidad estatal, y se funda en la conveniencia de asegurar al intermediario en el ahorro público, una adecuada fluidez en el ingreso de fondos; más concretamente, en el recupero del crédito, lo cual es, no sólo del interés de un determinado banco, sino del sistema bancario en general (Cám. Com., D, LL, 1988- E, 567). La voluntad del legislador al incorporar el tercer párrafo del art. 793 Ver Texto, C.Com., ha sido asegurar el reintegro en forma sencilla y breve de un crédito líquido y exigible en favor del banco (Cám. Com., E, LL, 1985-D, 565). Carece de sustento la alegada derogación de la disposición que autoriza la emisión de certificados ejecutables por las entidades bancarias. La abrogación del decr.- ley 11554/46, no se puede extender por analogía; la mención "a las disposiciones que se opongan al presente decreto. . ." no puede autorizar tampoco tal interpretación, pues no se advierte en qué aspecto se presenta la oposición entre uno y otro régimen bancario (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 555). Es inadmisible el planteo de inconstitucionalidad del art. 793 Ver Texto, C.Com., que autoriza a certificar el saldo deudor en cuenta corriente bancaria con carácter ejecutivo (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 555). El art. 793 Ver Texto, C.Com., creó en su 3ª parte, un título ejecutivo mediante el certificado del saldo deudor otorgado por el banco, con la firma del gerente y del contador (Cám. C.C., II, Mercedes, LL, 1988-E, 35); tal documento es título ejecutivo hábil, en los términos del art. 523 Ver Texto, C.Proc., cuando cumple con los requisitos de la ley de fondo (art. 793 Ver Texto, C.Com.) (Cám. Com., E, LL, 1985-B, 65; C, LL, 148, 256); su ejecutividad deriva del hecho de ser continente de dicho saldo deudor en favor del banco emisor (Cám. Com., D, LL, 1982-A, 41). El título ejecutable creado por el último párrafo del art. 793 Ver Texto, C.Com., no se vincula con las disposiciones precedentes que contiene el propio artículo mencionado; no existe, entre los dos primeros párrafos de la norma y el último, introducido por el decreto-ley 15354/46, dependencia alguna, por lo que en la ejecución del saldo no se puede arg�ír con la irregularidad del trámite, que es ajeno, en rigor, al título en sí (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 555). Lo dispuesto por el decreto-ley 15354/46, por sus características precisas y por los fines evidentemente tenidos en cuenta por el legislador al dictarlo, no resulta susceptible de interpretación extensiva (Cám. Com., B, LL, 150, 353). Más recientemente se ha declarado que conforme a los claros términos del decreto-ley 15654/46, la fuerza ejecutiva conferida a la simple certificación del saldo firmada por gerente y contador, es indiscutible. Esta forma de "autocreación" del título ejecutivo, que no necesita la conformidad firmada del obligado, ha sido instituída por una especial regulación pública de la actividad de los bancos y tiene por fundamento una norma sustancial, no tan sólo procesal, que se debe considerar constitucional, en cuanto faculta a los bancos a instituír títulos ejecutivos en las condiciones reguladas en el art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C. Com. (Cám. C.C. 2ª Rosario, Z, R.8, 785). La autorización legal para expedir la constancia del saldo deudor como título ejecutivo ha sido conferida a los bancos porque están sometidos al control y directiva del Banco Central de la República Argentina. Disponen de esa facultad con el solo requisito de que el certificado lleve las firmas conjuntas de su gerente y su contador, sin que sea viable exigir el cumplimiento de otras formalidades ajenas al título, dado que éste es esencialmente autónomo. El sistema, con notables resultados, fue adoptado para la ejecución de saldos deudores de créditos hipotecarios y prendarios ajustables (art. 4 Ver Texto, ley 21309). Los posibles errores o abusos por parte de las entidades no avasallan los derechos del cliente, quien cuenta con la vía ordinaria de repetición en su salvaguarda, e incluso la vía penal (ST Córdoba, ED, 135, 527). La facultad verdaderamente excepcional de los bancos de poder crear por su sola autoridad y sin más cortapisas que su honestidad supuesta, el título de su propio crédito que le permite obrar ejecutivamente contra el presunto deudor sin que se examine previamente la legitimidad de la deuda, debe ser ejercida con suma prudencia, cuidando de no irrogar padecimientos innecesarios (Cám. Com., C, JA, 1992-III, 80 Ver Texto). Dado que el art. 793 Ver Texto, ap. 3, C.Com., se limita a establecer que el certificado de saldo deudor en cuenta corriente tiene fuerza ejecutiva, esta atribución debe ser interpretada con carácter estricto, dado que implica facultar al acreedor para crear, unilateralmente, el título para ejecutar a su deudor (Cám. Com., C, LL, 1992-A, 407). Si la atribución discrecional y privilegiada de extraer un certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria sin la intervención de su titular y presunto deudor deriva de una situación abusiva o un aprovechamiento indebido o aun de equivocaciones producidas por ciertas ligerezas en el obrar del banco, lo lógico es que quien usualmente se beneficia con la prerrogativa, soporte también las consecuencias desfavorables de su accionar, por lo que, en el caso, corresponde distribuír las costas en el orden causado (Cám. Com., C, LL, 1992- A, 170, con nota de P. J. Fortin). b) Las tendencias jurisprudenciales. Como natural consecuencia de la apuntada desprolijidad legislativa se produjo la siguiente discrepancia en la doctrina judicial. Una vertiente jurisprudencial consideró que es necesario integrar el título ejecutivo para el cobro del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria con: I) la conformidad escrita del deudor o que éste no haya observado en término la liquidación notificada por el banco (art. 793 Ver Texto, párrs. 1º y 2º, C. Com.); II) el certificado del saldo deudor, extendido en forma, por el banco ejecutante (art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C.Com.). Entendiéndose que la falta de alguno de esos dos recaudos documentales importan la inhabilidad del título del banco ejecutante, pues ambos se refieren a la forma extrínseca del documento base de la ejecución intentada (672) . Es decir, que para esta postura el art. 793 Ver Texto, C.Com., en su redacción actual, debe ser interpretado mediante una integración forzosa del texto originario -v.gr., párrs. 1º y 2º- con el nuevo texto introducido por el art. 1, decreto-ley 15354/46, como párrafo 3º (673) . En oposición al criterio expuesto, otra vertiente jurisprudencial consideró que el certificado del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria, extendido por el banco acreedor con las formalidades legales (art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C.Com.), constituye un título ejecutivo autónomo, en el sentido de que se basta a sí mismo y no necesita de complemento alguno (674) . O sea que no requiere el previo reconocimiento y aceptación -expresa o tácita- de parte del cliente, del saldo resultante de la cuenta contenido en el certificado; ello así, por no surgir, esta última exigencia, del art. 1, decreto-ley 15354/46 (675) , pues este precepto legal no está vinculado a ninguna otra disposición del Código de Comercio, pues su inclusión como último apartado del art. 793 Ver Texto no significa que esté restringido y limitado en su aplicación por los parágrafos precedentes. Cabe afirmarlo porque no se advierte ninguna relación de dependencia con relación a ellos, y porque los dos primeros apartados se refieren a obligaciones impuestas a los bancos y a las consecuencias del silencio de sus clientes que no prestan conformidad al saldo de sus cuentas corrientes, todo lo cual es ajeno al procedimiento con arreglo al cual los bancos están autorizados para reclamar los saldos acreedores que certifiquen de consuno dos de sus autoridades administrativas (676) . O en otras palabras, que los dos primeros párrafos del art. 793 Ver Texto, C.Com., que constituían el texto originario, y su tercer párrafo, proveniente del art. 1, decreto-ley 15354/46, se refieren a documentos distintos: "El primero hace mención del resumen o extracto de cuenta, comunicación escrita remitida periódicamente por el banco al cuentacorrentista, y el segundo, al documento suscrito por el gerente y el contador del banco en donde consta el saldo deudor de la cuenta bancaria. Sólo a este último documento la ley le otorga fuerza ejecutiva" (677) . Una adecuada ponderación de los elementos básicos a tener en cuenta en una recta interpretación de las reglas legales implicadas (678) , nos hace adherirnos a la segunda de las posiciones expuestas. En efecto, además de los sólidos fundamentos ya considerados, estimamos que desde el punto de vista lógico-sistemático es indudable que se trata de dos reglas jurídico-legales diferentes, pues el texto originario se refirió al procedimiento a seguir para obtener la conformidad -expresa o tácita- del saldo de la cuenta corriente bancaria, que por hipótesis puede ser en favor del cliente o en favor del banco (679) ; mientras que el art. 1, decreto-ley 15354/46, se refiere a la creación de un título ejecutivo, exclusivamente, en favor del banco, para que esta institución recupere fácilmente su cartera de crédito en mora. Ello echa por tierra la pregonada "conexión forzosa" de las dos reglas legales que trae el art. 793 Ver Texto, C.Com., porque resultaría una interpretación "ininteligible, absurda e irracional" (680) que el cuentacorrentista pudiera quedar habilitado para extender un certificado del saldo en su favor y ejecutar al banco. Desde el punto de vista teleológico ha quedado expresamente establecido en el considerando trascrito supra, cuál ha sido la finalidad o télesis tenida en vista por el legislador (681) y la ratio legis de la regla legal, sancionada mediante el art. 1, decretoley 15354/46, que debe ser la meta del intérprete, en tanto motivo (o razón) y fin de la norma instituída (682) . Finalmente, la occasio legis, en tanto circunstancia histórica que determinó la formulación del precepto legal (683) , viene a ratificar la independencia de ambas reglas legales, pues no resulta congruente pensar que, de un lado, se sancionó la posibilidad de extender un certificado del saldo con fuerza ejecutiva con la finalidad ya expresada y, de otro lado, se supeditara la extensión de ese certificado y su ejecutividad, al previo reconocimiento -expreso o tácito- por parte del cuentacorrentista (684) . JURISPRUDENCIA La jurisprudencia prevaleciente había declarado que la necesidad del previo reconocimiento y aceptación de los saldos en cuenta corriente bancaria, para que sea viable la acción ejecutiva, no surge de lo dispuesto en el art. 1, decr.-ley 15354/46, ratificado por la ley 12962 Ver Texto, por más que ese artículo haya sido incorporado al Código de Comercio, ap. 3º, del art. 793 Ver Texto (Cám. Paz, I, ED, 6, 850; Cám. Fed. Córdoba, LL, 132, 1055), porque la obtención de tal conformidad implicaría desnaturalizar el carácter del documento y privado, prácticamente, de eficacia frente a deudores desaprensivos (Cám. Civ., E, Rep. LL, XL, 197). Asimismo, a la vez de ratificar la irrelevancia de la conformidad del cuentacorrentista, la jurisprudencia ha sido constante en exigir, como condición de procedencia del juicio ejecutivo por el cobro del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria, sobre la base del certificado expedido por el banco acreedor en virtud del art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C.Com., la previa clausura de la cuenta y su cierre definitivo (Cám. Com., A, Rep. LL, XL, 1479; ídem, LL, 1984-A, 556; ídem, ED, 49, 180; ídem, LL, 1976-A, 494; B, LL, 1984-A, 566; C, LL, 1975-D, 348; D, LL, 1984-A, 556; Cám. C.C., I, B.Blanca, LL, 1989-A, 521). No habiéndose cerrado la cuenta corriente bancaria, el certificado del saldo deudor ha sido expedido contrariando las disposiciones legales vigentes y, en consecuencia, tal certificado no trae aparejada la fuerza ejecutiva (Cám. Com., C, LL, 1975-D, 348). Es improcedente la medida de no innovar que no se halla encaminada a proteger aquello que es objeto de la pretensión deducida, sino que se orienta a inhibir la expedición del certificado del saldo deudor normado por el art. 793 Ver Texto, C.Com. (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 561). c) Doctrina plenaria. A consecuencia de las discrepancias surgidas en la doctrina judicial, la Cámara Nacional en lo Comercial, de la Capital Federal, en acuerdo plenario del 5/9/69, declaró en la causa "Banco de Galicia y Buenos Aires c. Lussich, J., y otros" Ver Texto (685) ; que "la habilidad del certificado bancario del art. 793 Ver Texto del C. de Com. exige que el saldo se determine en ocasión de la clausura de la cuenta corriente, sin que sea menester demostrar que ha sido comunicado al cliente o conformado expresa o tácitamente por éste". Del voto del vocal preopinante, Dr. I. Halperin, al cual se adhirió la totalidad de los integrantes del tribunal (686) , surgen los sólidos fundamentos tenidos en cuenta en esa oportunidad: "1) La cuenta corriente bancaria es un contrato normativo y consensual, [. . .] normalmente celebrado sin término (art. 792 Ver Texto, C.Com.), (que) puede cerrarse cuando lo exija el banco o el cliente, previo aviso (art. 792 Ver Texto, cit.); [. . .] se trata de un contrato de duración, y para ponerle término, por su naturaleza, se exige la denuncia de su finalización (requisito consagrado por el art. 792 Ver Texto, cit.); esto es, clausura de la cuenta, con lo que a ese momento se establecerá por el banco el saldo definitivo de la cuenta, ya que a partir de entonces no podrá inscribir operación alguna, puesto que si así no fuera, si este saldo pudiera variar por órdenes o depósitos del cliente, no nos hallaríamos ante un crédito líquido y exigible del banco, susceptible de ser materia de un título ejecutivo, por cuanto pudiera ocurrir que el certificado emitido tradujera un saldo inexacto al tiempo de promoverse la ejecución". "3) Distinta es la conclusión respecto a la necesidad de comunicación del saldo y la conformidad expresa o tácita del cliente a su respecto. Justamente es sobre este tópico que influye decisivamente la reforma introducida por el decreto-ley 15354/46, ratificado por la ley 12962 Ver Texto. Los párrs. 1º y 2º del art. 793 Ver Texto del C. cit. prevén que el saldo comunicado y aceptado expresa o tácitamente por el cliente, es definitivo. . . El citado tercer párrafo del art. 793 Ver Texto, agregado por el decreto 15354 referido, ha perseguido suplir la conformidad expresa o tácita del cliente, reemplazándola con el certificado del saldo, para la recuperación de los saldos deudores, otorgándole a los bancos "algo muy parecido a un privilegio que sólo puede ser admitido como una especialísima concesión de la autoridad pública, bajo severas condiciones de vigilancia y control ejercido por el Estado" (Exposición de motivos, en Anales de Legislación Argentina, VI, 388). "Este fin del legislador coincide con el funcionamiento de los demás párrafos del artículo: si se exigiera, además del certificado en cuestión, el acuerdo expreso o tácito del cliente con el saldo, tal certificado sería decididamente inútil, ya que tal reconocimiento del saldo sería título ejecutivo hábil por sí solo, con lo que vendría a atribuírse al legislador un verdadero despropósito. Podrá ser no muy feliz la ubicación de la norma en cuestión, y por ello la encontrada interpretación existente a su respecto, pero juzgo que debe ser interpretada armónicamente con las restantes disposiciones en el sentido apuntado". C. Malagarriga, H. Fernández Marelli, A. F. Rossi y H. D. Parodi. JURISPRUDENCIA Desde el punto de vista lógico-sistemático es indudable que las reglas jurídico-legales, contenidas en los dos primeros párrafos del art. 793 Ver Texto, C. Com., son diferentes del que incorporó el decr. 15354/46, como párrafo tercero, pues el texto originario se refirió al procedimiento a seguir para obtener la conformidad -expresa o tácita- del saldo deudor de la cuenta corriente bancaria, que por hipótesis puede ser en favor del cliente o en favor del banco. En cambio, el texto incorporado se refiere a la creación de un título ejecutivo, exclusivamente en favor del banco, para que éste recupere fácilmente su cartera de crédito en mora (Cám. C.C.L. Rafaela, Z, R.8, 783). El art. 1, decr.-ley 15354/46, no está vinculado a ninguna disposición del Código de Comercio, pues su inclusión como 3er. apartado del art. 793 Ver Texto, no significa que esté restringido o limitado para su aplicación por los parágrafos precedentes (Cám. Com., E, JA, 1992-II, 464 Ver Texto). d) Posibilidad de extender el certificado sin cerrar la cuenta. Quedó expuesto que en el caso "Banco de Galicia y Buenos Aires c. Lussich, J., y ots." Ver Texto se estableció que es necesario el cierre de la cuenta corriente bancaria en oportunidad de extender el certificado de saldo deudor que establece el art. 793 Ver Texto, ap. 3, C. Com., puesto que si así no fuera, no nos hallaríamos frente un crédito líquido y exigible en favor del banco. Tal doctrina plenaria ha sido seguida, invariablemente y sin sobresaltos, a lo largo de casi tres décadas por la jurisprudencia capitalina. Sin embargo, tanto en doctrina (687) como en algunos pronunciamientos judiciales (688) se ha sostenido que no es recaudo imprescindible que se cierre la cuenta corriente para extender el certificado de saldo deudor que trae aparejada ejecución (689) . Los fundamentos que se han esgrimido, son diversos y de distinta importancia. Así se ha dicho: I. No existe norma legal alguna que exija el cierre de la cuenta para extender el certificado del saldo deudor, por parte del banco. II. El plenario "Banco de Galicia y Bs. As. c. Lussich, J., y ots." Ver Texto se limitó a hacer conocer el momento en que se debía proceder a la expedición del certificado, pero no condicionó su fuerza ejecutiva a que se procediera al cierre de la cuenta. III. No es presupuesto ineludible para la ejecutabilidad del título que se establezca un saldo definitivo en ocasión de la clausura de la cuenta corriente. IV. No es necesario cerrar la cuenta para conocer el saldo, pues éste queda fijado a cada momento, siendo obligación del banco tenerlo actualizado diariamente. V. Tampoco se entiende qué se quiere indicar al requerir un cierre de la cuenta, que de todos modos ocurre igual cada día, cuando cesa la recepción de las operaciones que se llevan a cabo. De allí que, técnicamente, el cierre no sólo no es finiquito del contrato de la cuenta corriente bancaria, sino que, al contrario, constituye una prueba de su cumplimiento. VI. Que manteniendo la cuenta abierta, se da posibilidad al deudor que efectúe depósitos en ella, luego de que el banco ha extendido el certificado de saldo deudor que prevé el art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C.Com. Efectuado el ingreso en cuenta, el banco lo imputará al saldo, debiendo comunicar tal situación al juzgado interviniente. Hasta aquí los argumentos recogidos en los trabajos y fallos que patrocinan esta corriente renovadora en esta materia. Ellos no nos resultan convincentes; al contrario, se presentan como sumamente disvaliosos, pues llevarían a magnificar el privilegio que ya significa la posibilidad de que todo banco que preste el servicio de cuenta corriente bancaria, puede emitir, unilateralmente, el propio título ejecutivo contra los correntistas, sin ninguna intervención de éstos (art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C. Com.). Posición privilegiada la de estas entidades financieras, inédita entre sujetos del derecho privado patrimonial, que sólo pudo justificarse al momento de sancionarse el decr.-ley 15354/46, por las razones expuestas en la Exp. de Motivos, respecto del recupero de los saldos deudores resultantes y de las especiales circunstancias en que los bancos comerciales funcionaban como meros agentes del Banco Central, al tomar los depósitos por cuenta y orden de ese organismo de control. Se crearía una situación de total incertidumbre (690) a los cuentacorrentistas en virtud de un contrato, como el de cuenta corriente bancaria, que la doctrina ha considerado de confianza (691) , pues si existe un saldo deudor, que puede ser totalmente eventual, pues -por ejemplo- se ha depositado varios cheques con clearing de 72 o 96 horas, y el banco -en actitud totalmente legal para la posición que repudiamos- extrae el certificado de saldo deudor antes que los importes de tales cheques sean acreditados en cuenta, se producirá todo un problema, pues el correntista, en total y absoluta indefensión, aunque preparado y dispuesto a saldar su deuda, debería cargar con las costas del juicio iniciado. Algo similar ocurriría si se inicia la ejecución del saldo deudor sin cerrar la cuenta y el correntista ingresa fondos en ella, tales fondos, según la posición que estamos enjuiciando, deberán ser tomados como pagos a cuenta, trasferidos al juzgado interviniente y deducidos, oportunamente de la liquidación judicial que practique el banco. Es decir, que el cliente, en este caso, también deberá cargar con las costas de la ejecución. Lo cual también es disvalioso. Por otra parte, si se emite el certificado de saldo deudor que prevé el art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C. Com., y se inicia la ejecución, manteniendo la cuenta abierta. Tal cuenta, por ese solo hecho de permanecer abierta, será una efectiva generadora de débitos en contra del cliente, aunque no la utilice, pues se debitarán en ella todos los cargos y gastos de mantenimiento que ulteriormente devengarán intereses en favor del banco y, además, serán capitalizados mensualmente. Por tales razones somos de opinión que se debe seguir el criterio establecido oportunamente en el plenario "Banco de Galicia y Buenos Aires c. Lussich, J., y ots." Ver Texto, y cuando el banco emita el certificado de saldo deudor en cuenta corriente, deberá cerrar ésta, de modo tal que -como manifestó el Dr. I. Halperin, como vocal preopinante del citado plenario- el importe de saldo pueda ser considerado líquido, definitivo y exigible por los medios normales que el ordenamiento jurídico otorga para su cobro. Por otra parte, si el banco ha considerado que llegó el momento de expedir el certificado de saldo deudor e iniciar su cobro ejecutivo, es porque ya no confía que el cliente le pagará espontáneamente. Entonces cabe preguntarnos: ¿qué sentido tiene que el banco lo ejecute y mantenga la cuenta abierta y por consiguiente que mantenga el contrato de cuenta corriente vigente, a pesar del carácter de intuitu persona que tiene ese contrato? ¿Es lógico que por un lado se ejecute al cuentacorrentista en virtud de la cuenta corriente bancaria de que es titular, y por otro lado se reciba depósitos en esa cuenta, de dinero, valores, etc., y en la mayoría de los casos -a pesar de la regla 1.14, OPASI 2/95sin pagar ningún interés por la utilización de los fondos recibidos. Parece más lógico que si existe saldo deudor en cuenta y el cliente no lo cubre dentro de un plazo y circunstancias razonables conforme a las prácticas bancarias, ello sea considerado una causal lógica de resolución o terminación del contrato, con el consiguiente cierre de la cuenta corriente bancaria de que se trate. Es del caso señalar aquí, pues se trata de una posible solución dada por vía reglamentaria, que también se puede adoptar respecto del tema que nos ocupa, que la Com. "A" 2334 del 2/5/95, para solucionar el problema de la financiación de las multas que primeramente estableció la ley 24452 (arts. 2 Ver Texto y 62 Ver Texto), dispuso que si no hay fondos en la cuenta y el banco debitó la multa, el cliente no depositó el importe, pero no se procedió al cierre de la cuenta, debe trasferir el importe al Banco Central, pues se considera que lo ha financiado por medio de una apertura de crédito o por un anticipo transitorio en cuenta corriente. Si, en cambio, no trasfiere el importe de la multa impuesta y debitada, por no estar dispuesto a financiarla, debe cerrar la cuenta corriente, con el correspondiente saldo deudor originado en la multa de marras y cualquier otro débito que corresponda hacer por cualquier concepto. Debe quedar claro, entonces, que con lo afirmado no se está diciendo que el certificado de saldo deudor de cuenta corriente bancaria no sea un título ejecutivo hábil e independiente de la cuenta que le sirve de causa. Es decir, es un título ejecutivo completo que se basta a sí mismo, pero que tal como se declaró en el plenario, su emisión por el banco, supone el cierre de la cuenta corriente, y lo cual, como hemos dicho en el primer número de este capítulo, presupone la terminación o resolución del contrato de cuenta corriente bancaria que es su soporte jurídico. JURISPRUDENCIA La sola clausura de la cuenta corriente, acreditada por el certificado respectivo, determina la existencia de un saldo líquido y exigible, pues la certificación de ese saldo constituye, por sí, título ejecutivo hábil para demandar al titular de ella (Cám. Com., D, JA, 1992-IV, 274 Ver Texto), sin que sea necesario el previo reconocimiento y aceptación -expresa o tácita- de parte del cliente del saldo resultante de la cuenta (Cám. Com., E, JA, 1992-II, 464 Ver Texto). La habilidad del certificado bancario del art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C.Com., exige que el saldo se determine en ocasión de la clausura de la cuenta corriente, sin que sea menester demostrar que ha sido comunicada al cliente o conformada expresa o tácitamente (Cám. C.C. I, Rosario, Z, R.7, 533; Cám. C.C. Junín, ED, 139, 748; Cám. Fed. Resistencia, JA, 1986-IV, síntesis). El cierre o conclusión de la cuenta corriente bancaria constituye presupuesto de habilidad del título ejecutivo, que es el certificado del saldo deudor (Cám. Com., D, JA, 1984- II, síntesis). La habilidad del certificado de saldo deudor de la cuenta corriente bancaria exige que tal saldo se determine en ocasión de la clausura de la cuenta, pero sin que sea menester demostrar que ha sido comunicado al cliente o conformado expresa o tácitamente (Cám. C.C. III, Santa Fe, Z, R.9, 714; Cám. C.C., III, Rosario, Z, R.8, 783). Autoriza el rechazo de la ampliación de la demanda ejecutiva con base de un certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria, como incluso el de la ejecución misma por defecto formal conducente a la inhabilidad del título primigenio, fundada en que el certificado se emitió sin el debido cierre de la cuenta, conforme a la doctrina plenaria vigente (caso Lussich) (Cám. Com., C, LL, 1992-A, 170, con nota de P. J. Fortin). Cuando el art. 793 Ver Texto, C.Com., establece que las constancias de los saldos deudores en cuenta corriente bancaria. . . serán considerados títulos que traen aparejada ejecución, establece un principio de certeza que se asienta en la afirmación de la entidad bancaria, pero que supone el cierre de la cuenta respectiva para que surja el saldo definitivo, forma a través de la cual se traduce la finalización de un contrato de duración, momento a partir del cual no se podrá inscribir operación alguna (del voto del Dr. Fragueiro). Corresponde hacer notar que es presupuesto esencial para la procedencia del juicio ejecutivo promovido por la certificación mencionada, el de que el saldo se determine en ocasión de la clausura de la cuenta, porque, como contrato normativo y consensual celebrado por el banco y su cliente conforme a lo establecido por el art. 791 Ver Texto, C.Com., y que no tiene término (art. 792 Ver Texto, C. cit.) se puede cerrar cuando lo decida el banco o el cliente, previo aviso, pero como se trata a la vez de un contrato de duración, se exige la clausura de la cuenta, con lo cual, a ese momento, se establecerá el saldo definitivo en cuestión. En consecuencia, como la cuenta no ha sido clausurada, no se puede determinar en forma válida y oportuna el saldo; por tanto, el título con el que fue promovida la ejecución no es hábil (del voto del Dr. Martínez Gavier) (Cám. C.C. 2ª, Córdoba, "Banco de la Pcia. de Córdoba c. Nacacchian y Vázquez, S.R.L". Reg. sent. nº 32, del 5/8/1986). El cierre de la cuenta corriente a que se refiere el art. 792 Ver Texto, C.Com., carece de virtualidad y vinculación jurídica con el procedimiento de realizar la operación de contabilidad para extraer el saldo, pues dicho precepto legal simplemente establece que la cuenta corriente se puede cerrar cuando lo exige el banco o los clientes, previo aviso, y ello con la finalidad de no privarlos a estos últimos de su servicio de caja sin esa clausura formal, pero el cierre de la cuenta con esas consecuencias es cuestión distinta de la elucidación del saldo, en un momento dado, y ello está normado por el art. 793 Ver Texto. Las finalidades son disímiles en el supuesto de cierre de la cuenta -situación contemplada por el art. 792 Ver Texto- y en la determinación del saldo deudor que prevé el art. 793 Ver Texto, sin que la ley exija para el cobro judicial de éste la clausura o cierre de la cuenta corriente bancaria, aun cuando tal cierre va ínsito en el certificado expedido (Cám. C.C. 2ª, I, La Plata, causa 73.244, Reg. int. 70, del 26/3/92). El plenario "Banco de Galicia y Bs. As. c. Lussich" Ver Texto se limitó a hacer conocer el momento en que se debía proceder a la expedición del certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria, pero no condicionó su fuerza ejecutiva a dicho recaudo, ya que es el art. 793 Ver Texto, C.Com., el que otorga el carácter de títulos que traen aparejada ejecución (Cám. Com., D, 26/5/80, "Banco Sindical S.A. c. Ajon, S."). Basta la sola certificación del saldo deudor en cuenta corriente expedida por gerente y contador, sin que sea necesario el cierre de la cuenta, ni ningún otro recaudo complementario o requisito previo para que la entidad crediticia pueda ejecutar dicho saldo, por constituír la certificación aludida título hábil, abstracto, autónomo y suficiente por sí (Cám. C.C. 2ª, I, Paraná, Z, R., 7, 533). El cierre de la cuenta corriente bancaria como requisito para otorgar fuerza ejecutiva al certificado de saldo deudor (art. 793 Ver Texto, párr. 3, C. Com.) no es necesario; pues ello implicaría integrar el título ejecutivo con elementos ajenos a él (ST Córdoba, ED, 135, 529, con nota de R. P. Massot). La clausura de la cuenta corriente bancaria para establecer un saldo definitivo, no es presupuesto ineludible para la ejecutabilidad del certificado que autoriza emitir el art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C. Com. Puede ser que estando impagas obligaciones asumidas por el deudor, el banco suspenda la cuenta y sobre la base del saldo existente a ese momento, ejecute la deuda, sin perjuicio de que luego la cuenta continúe operando. Si existieren ingresos posteriores a la expedición del certificado, igual que en cualquier ejecución donde el acreedor percibe algún pago parcial, él puede imputarlo al saldo, debiendo reducir el monto de su pretensión ejecutiva o deducirlo de la liquidación. Conviene mantener abierta la cuenta corriente bancaria, porque si con posterioridad a la expedición del certificado ingresaran valores pendientes en favor del banco, éste puede expedir un nuevo certificado que gozará de vía ejecutiva; caso contrario, clausurada la cuenta, y presentándose tal situación, debería perseguir judicialmente el saldo por vía ordinaria (ST Córdoba, ED, 135, 529, con nota de R. P. Massot). (668) Los más importantes fueron: la reforma de la carta orgánica del Banco Central: decrs.-leyes 12596; 14957, 15532 y 15651, año 1946; del Banco de la Nación Argentina: 14959/46; del Banco de Crédito Industrial Argentino: 14960/46; del Banco Hipotecario Nacional: 14961/46; cración del Instituto Argentino de Promoción e Intercambio (IAPI): 15350/46; y e las figuras jurídicas de prenotación hipotecaria: 15347/46, y prenda con registro: 15348/46 (v. t, III-C, 119 y ss.). (669) Es del caso recordar las fluctuaciones que ha sufrido nuestra legislación en este aspecto: v.gr., el sistema fue mantenido con la sanción de la ley 18061 Ver Texto (22/1/69). Modificado mediante la ley 20520 (12/7/73), de nacionalización de los depósitos, similar al sistema de 1946. Reinstaurándose, mediante las leyes 21495 Ver Texto y 21526 Ver Texto, la decentralización de los depósitos bancarios, lo mismo que en la reforma de 1973. (670) Ha sido reconocida expresamente la vigencia de esta regla por la Cám. Com., C, 11/10/1982. (671) Se puede ver: Labanca, ob. cit. en nota 36, y Sobre la ejecución de saldos de cuentas corrientes bancarias, en JA, 1967-II, 125; Zavala Rodríguez, V, nº 155; Williams, 2-A, 346; C. Varangot, Título ejecutivo y certificado de saldo de cuenta corriente bancaria, en LL, 126, 448. (672) Cám. Com., C, ED, 7, 741. (673) Conf.: Varangot, lug. cit. Comp. con Giraldi, Cuenta corriente, 128. (674) Conf.: Labanca, ED, 7, 736; Nougués, 89; Williams, lug. cit. (675) Cám. Paz, I, ED, 6, 850; Cám. Fed., Córdoba, LL, 132, 1055; Cám. Civ., E, Rep. LL, XL, 197; Cám. C.C. 2ª, LL, 118, 910. (676) Cám. Com., A, JA, 1967-II, 125, con nota aprobatoria de J. Labanca. Este fallo fue comentado por C. Varangot, en LL, 126, 448, quien lo criticó severamente, proponiendo una interpretación "forzosamente integradora" de los tres apartados del art. 793 Ver Texto, C. Com. (677) Conf.: Labanca, ED, 7, 736. (678) L. Legaz, Introducción a la ciencia del derecho, Barcelona, 1943, 395; Enneccerus, Derecho civil. Parte general, Barcelona, 1934, t. I, vol. I, 203 y 212; J. Castán Tobeñas, Teoría de la aplicación e investigación del derecho, Madrid, 1947, 237. (679) V. nº 36, e. (680) Conf. N. Coviello, Manuale di diritto civile italiano. Parte generale, Milán, 1915, 70. (681) Conf.: Labanca, lug. cit. (682) Conf.: F. C. de Savigny, Sistema de derecho romano actual, Madrid, 1878, I, nº 33, 211. (683) Conf.: Castán Tobeñas, 240. (684) Zavala Rodríguez, V, nº 155: tal certificado sería decididamente inútil, ya que tal reconocimiento del saldo sería título ejecutivo por sí solo. (685) Publ. en LL, 136, 209, y ED, 28, 689. (686) Dres. A. A. Vázquez, J. C. Susini, C. (687) E. M. Alberti, La ejecución del saldo deudor en cuenta corriente, en Rev. Jur. del Bco. de la Nación Argentina, Bs. As., 1978, nº 40, 30 y ss. Comp. con Bonfanti, Contratos bancarios, Bs. As. 122 Ver Texto, quien parece participar de esa postura. (688) Voto del Dr. Roitman, como integrante del S.T. Córdoba, en el fallo citado en la nota precedente. (689) Cám. Com., D, 26/5/80, "Banco Sindical S.A. c. Ajon, S.". Este fallo inédito fue incluído en la edición anterior de este Tratado, como jurisprudencia alusiva a este tema (III-D, 325); TS, Córdoba, "Banco de la Pcia. de Córdoba c. Nacachian y Vázquez, S.R.L.", ED, 135, 529, con nota de R. P. Massot; Cám. C. C. 1ª B. Blanca, "Banco del Sud, S.A. c. Campo, A.R.", citado por Bonfanti, Contratos bancarios, 122 Ver Texto. (690) A. M. Rojas Legarde y E. Cortinas, Ejecución del saldo deudor en cuenta corriente bancaria, en rev. LL, diario del 13/12/1989, Suplemento de Derecho Bancario, 7. (691) Villegas, La cuenta corriente bancaria y el cheque. Bs. As., 1986, 34: es un típico contrato de confianza. 41. EL CERTIFICADO DEL SALDO DEUDOR COMO TÍTULO EJECUTIVO. Realizamos la exposición de este tema, de gran interés en la práctica comercial, bancaria y profesional, siguiendo las distintas cuestiones que ha debido resolver la jurisprudencia, y sin perjuicio de reseñar, siguiendo la metodología de este tratado, la gran cantidad de fallos que sobre el particular se han dictado. a) Solidaridad pasiva en las cuentas pluripersonales. Ya vimos que las cuentas corrientes bancarias pueden ser abiertas a nombre de una o más personas -físicas o jurídicas-; en caso de ser pluripersonales, pueden operar a orden conjunta o recíproca de sus titulares. En cualquiera de los dos supuestos, si esas cuentas pluripersonales arrojan un saldo deudor al cierre y liquidación de ellas, responsabilizan solidariamente a todos los titulares (692) . Es decir, que no corresponde dividir, en esos casos, las consiguientes responsabilidades y efectos contractuales entre sus titulares, atento a la indivisibilidad intencional (arg. nota del art. 670 Ver Texto, C.Civ.) (693) de la obligación asumida al abrir la cuenta pluripersonal (694) . Asimismo, es procedente ejecutar el saldo resultante de la cuenta corriente bancaria, contra los fiadores del cuentacorrentista, siendo menester el reconocimiento previo del compromiso asumido por el garante. Conviene recordar la diferencia que presenta la ejecución del saldo deudor de la cuenta corriente bancaria pluripersonal, con la ejecución de un cheque rechazado (art. 38, L.Ch.) que se hubiera librado sobre esa clase de cuenta que opere a orden recíproca o indistinta de alguno de sus titulares. En efecto, en el primer caso la acción será de naturaleza extracambiaria, pues tiene origen contractual (arts. 686 Ver Texto, 699 Ver Texto, 1137 Ver Texto, 1197 Ver Texto y 1199 Ver Texto, C.Civ.), y, como ya se dijo, podrá dirigírsela contra cualquiera de los titulares del fenecido contrato de cuenta corriente bancaria, por ser responsable solidario de los efectos resultantes del contrato mencionado. En cambio, en el segundo caso la acción será de naturaleza cambiaria, pues se fundamenta exclusiva y excluyentemente en el cheque rechazado, en tanto papel de comercio, que tiene carácter literal y completo; por esa razón, sólo podrá ser ejecutado el firmante del cheque, pues los demás titulares, al no haber firmado el título, no son obligados cambiarios (art. 40, L.Ch.) (695) . JURISPRUDENCIA En las cuentas a orden recíproca o indistinta los cotitulares serán acreedores o deudores solidarios del banco (Cám. Com., A, LL, 1983-D, 356). Si bien los titulares de una cuenta corriente bancaria conjunta, a la orden recíproca o indistinta, son solidariamente responsables por el saldo deudor que resulte de ella (Cám. Com., A, LL, 1983-D, 356; B, LL, 1986-D, 661; C, LL, 1976-A, 46), sin embargo, cuando se ejecuta un cheque correspondiente a esa clase de cuenta corriente firmado por una de las personas autorizadas para girarlo regularmente, en atención al carácter abstracto, formal y completo del título, es procedente la excepción de inhabilidad de título opuesta por quien está facultado para librar cheques respecto de esa cuenta, pero no lo firmó el que se ejecuta, por cuanto es ajeno a las obligaciones cambiarias contratadas por el librador (Cám. Com., A, LL, 1983-D, 356; ídem, LL, 154, 404; ídem, LL, 137, 780; B, ED, 97, 718; ídem, JA, 1980- II, síntesis; C, LL, 1975-D, 410; ídem, JA, 1982-IV, 39; E, LL, 1984-A, 130, con nota de O. R. Gómez Leo; Cám. C.C. 4ª Córdoba, JA, 1973-20, 692; Cám. C.C. 1ª B. Blanca, 12/3/60, causa 40.075). Compete la acción ejecutiva contra el fiador del saldo deudor en cuenta corriente bancaria, siempre que haya suma líquida y exigible contra el deudor principal y se prepare la vía ejecutiva contra el fiador mediante reconocimiento del compromiso asumido frente al banco. Ambos documentos -la constancia emitida por el banco del saldo deudor y el escrito de fianza reconocido- dejan expedita la vía ejecutiva (Cám. Com., A, Rep. LL, XL, 1181; ídem, ED, 92, 276). El certificado de deuda que integró el título ejecutivo trae aparejada ejecución, contra el deudor sin más, conforme al art. 793 Ver Texto, C.Com., y, por tanto, también la otorga contra el fiador, constituído en deudor principal, liso y llano pagador (Cám. Fed. B. Blanca, LL, 152, 457; Cám. Com., B, JA, 1992-IV, 504 Ver Texto). Si la documentación en que se funda la demanda está constituída por el certificado del saldo deudor expedido por el banco acreedor y, además, por el contrato de fianza, en el cual el demandado asume la condición de "fiador solidario, liso y llano y principal pagador" de las obligaciones que por descubierto en cuenta corriente adeudara la sociedad deudora al banco actor, el garante no puede invocar que el mencionado documento sólo lo obligaba mientras revestía el carácter de integrante de la sociedad, es decir, como director, y no a título personal, pues del contrato de garantía, no sólo no surge que los fiadores desempeñaran cargo social alguno, sino que establece la total autonomía de la responsabilidad de los coobligados (Cám. Com., C, LL, 1975-A, 774). No procede la excepción de litispendencia si en el caso se ejecuta un contrato de fianza y el ejecutado sustenta su defensa en la pretensión verificatoria deducida por el demandante en la quiebra del obligado principal, con base en un certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria emitido por el banco, que cedió su acreencia en favor del pretensor (Cám. Com., D, LL, 1984-A, 561). Recientemente se ha declarado que en las cuentas corrientes bancarias a orden recíproca o indistintas, como principio general los cotitulares son acreedores o deudores solidarios del banco (Cám. Com., LL, 1993-C, 1, con nota de J. M. Curá). b) Caracterización del certificado. Teniendo en cuenta la doctrina y jurisprudencia prevaleciente, se puede caracterizar al certificado del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria, que emite el banco conforme al art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C.Com., del siguiente modo: I. Se trata de un beneficio concedido, exclusivamente, a los bancos debidamente autorizados, por la autoridad de control, para actuar en el país. Debido a ello, realizando una interpretación restrictiva, de un lado, no resulta extensible a las entidades financieras no bancarias, estén o no autorizadas. De otro lado, tampoco beneficia a los bancos extranjeros, que no tengan casa o sucursal instalada y autorizada por el Banco Central, para operar regularmente en nuestro país. JURISPRUDENCIA Lo dispuesto por el decreto-ley 16354/46, por su carácter preciso y por los fines evidentemente tenidos en cuenta por el legislador al dictarlo, no puede ser objeto de interpretación extensiva (Cám. Com., B, LL, 150, 353; ídem, ED, 47, 576). En esa tesitura se ha sentenciado que: 1) se refiere en exclusividad a la cuenta corriente bancaria, y no a otras operaciones de banco; 2) siendo la creación del título unilateral por el banco acreedor, se requiere que estas instituciones operen en el país, con sumisión al control del Banco Central de la República Argentina; 3) por natural consecuencia, y ante la imposibilidad reglamentaria de la existencia de cuentas corrientes bancarias en moneda extranjera, el certificado en cuestión no puede ser otorgado en virtud de saldos en cuenta corriente que no sean en moneda que no tenga curso legal en el país (1ª inst. com., Juzg. 6, firme, JA, 1964-VI, 241; ídem, ED, 8, 69). II. No requiere, necesariamente, la previa conformidad -expresa o tácita- y ni siquiera la notificación de los responsables de la cuenta corriente bancaria. Se trata de un título ejecutivo completo, que no requiere complementación de otros instrumentos. JURISPRUDENCIA El certificado del saldo deudor en cuenta corriente bancaria, no requiere la notificación al cuentacorrentista (Cám. Com. en pleno, LL, 136, 209) o la conformidad de éste para tener fuerza ejecutiva (Cám. Fed. Córdoba, LL, 132, 1055; Cám. C.C., I, B. Blanca, LL, 1989-A, 521; Cám. Com., D, LL, 1984-A, 557), pues ello no surge de lo dispuesto por el art. 1, decreto-ley 15354/46 (Cám. Paz, I, ED, 6, 850), e implicaría desnaturalizar el carácter del documento y privarlo prácticamente de eficacia frente a deudores desaprensivos (Cám. Civ., E, Rep. LL, XL, 197), en tanto título ejecutivo continente del saldo deudor (Cám. Com., D, LL, 1982-A, 41). Las constancias certificadas del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria, son títulos ejecutivos que se bastan a sí mismo. El propósito perseguido por el art. 1, decr.ley 15354, es asegurar el reintegro de las sumas acordadas en crédito en forma sencilla y breve. Finalidad que fracasaría si se obligara al banco ejecutante a probar la conformidad expresa o tácita del deudor (Cám. C.C. Dolores, DJBA, 123, 171). Es decir que no requiere la previa conformidad del deudor para tener fuerza ejecutiva (Cám. Fed. Córdoba, ED, 27, 213). El asentimiento del cuentacorrentista respecto del saldo no es necesario para otorgar fuerza ejecutiva al instrumento, por lo que no afecta la habilidad del certificado de saldo el hecho de que su creación fuera posterior al decreto de quiebra de aquél (Cám. Com., D, 19/5/1983, "Viale, F.J., c. Kyriazid, L., y ots.". Resolviéndose en forma reiterada que se trata de un título autónomo, en cuanto no necesita ser completado por otros elementos si ha sido emitido conforme a la ley sustancial (art. 793 Ver Texto, 3er. ap., C. Com.) (S.T. Córdoba, ED, 135, 527; Cám. C.C. Dolores, DJBA, 123, 171; Cám. C.C. 2ª, I, Paraná, Z.R., 7, 533). Es decir que constituye un título ejecutivo autónomo, en el sentido de que se baste a sí mismo y no necesita complemento alguno (Cám. C.C., I, Rosario, JA, 1992-III, síntesis; Cám. Com., E, JA, 1992- II, 464 Ver Texto), ni prueba pericial o de informes que lo respalde (Cám. Com., B, LL, 1995-E, 458). III. El banco emisor del certificado debe redactarlo con lenguaje claro y conciso, propio de la solvencia técnica que hacen presumir las instituciones bancarias; máxime que se trata de un título autónomo, completo, que trae aparejada ejecución. De otro modo, las deficiencias instrumentales que pudieran derivar de un certificado concebido en términos confusos, carente de nitidez, sería un obstáculo serio. De un lado, dificultaría una fluída administración de justicia; de otro lado, podría obstar a la admisibilidad de la pretensión ejecutiva intentada, si el título base de ella no se bastara a sí mismo. JURISPRUDENCIA Si bien se ha declarado que el art. 793 Ver Texto, C. Com., no exige declaración asertiva de los funcionarios del banco emisor, bastando para conformar el título ejecutivo la constancia del saldo deudor en cuenta corriente (Cám. Com., C, ED, 101, 778), se exige la necesidad del mayor rigor en la expedición del certificado por parte de las instituciones bancarias, pues su nitidez y precisión son exigibles como manifestación de la solvencia técnica que cabe presumir en ellas (Cám. Com., D, LL, 1979-C, 374, con nota de Fco. Migliardi). En consecuencia, corresponde amonestar al banco emisor del certificado, por las deficiencias instrumentales exhibidas, que generaron confusión y que se tornaron no sólo en contra suyo sino en obstáculo del ágil servicio judicial debido a los habitantes de la República (Cám. Com., D, 13/6/1983, "Banco del Oeste S.A. c. Luján J.A." Ver Texto). El art. 793 Ver Texto, C.Com., si bien no exige declaración asertiva de los funcionarios del banco emisor del certificado de saldo deudor en cuenta corriente, se exige el mayor rigor en las entidades bancarias en cuanto a la nitidez y precisión del documento. Sin embargo, no es imprescindible que se aclare los nombres de los funcionarios firmantes, si se ha hecho ello con los cargos que desempeñan (Cám. Com., A, LL, 1995-D, 31). IV. El certificado debe llevar la firma del gerente y del contador del banco acreedor, sin necesidad de que se hallen autenticadas. En ausencia de los titulares de esos cargos administrativos, podrá ser firmado por los reemplazantes naturales dentro de la estructura orgánica del banco. Asimismo, puede extender idóneamente el certificado el Banco Central, actuando como liquidador del banco acreedor, por medio de su personal jerárquico delegado, pues se debe entender que ellos han asumido la representación de la entidad a todos los efectos necesarios de esa liquidación. JURISPRUDENCIA El art. 793 Ver Texto, C.Com., exige que el certificado del saldo deudor en cuenta corriente bancaria, sea firmado por el gerente y el contador del banco respectivo (Cám. 2ª C.C. Córdoba, LL, 118, 910), sin necesidad de ninguna declaración de tales funcionarios, bastando la constancia del saldo deudor (Cám. Com., C, ED, 101, 778). La exigencia formal es que el certificado se halle refrendado conjuntamente por el gerente y contador del banco emisor (Cám. C.C., II, Mercedes, LL, 1988-E, 35), sin necesidad de que se acredite la prueba de los cargos desempeñados por los firmantes (Cám. Paz, I, Rep. LL, XXIII, 83), ni la autenticación de las respectivas firmas que suscriben el certificado (Cám. Com., C, LL, 107, 985). En ausencia de los titulares del cargo -contador y gerente-, el saldo debe ser certificado por quienes resultan reemplazantes naturales de tales funcionarios dentro de la organización jerárquica del banco (Cám. Com., E, LL, 1982-C, 40; B, "Banco Los Pinos Coop. Ltdo. c. Rodríguez, A.", del 22/8/85). En esa perspectiva se ha declarado que cumple con el requisito legal el certificado expedido por el subgerente en ejercicio de la gerencia (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 557), o cuando el documento es firmado por el contador general y un director, si éste ejerce las funciones de gerente (Cám. Com., A, LL, 1984-A, 557), o por el gerente comercial y el gerente administrativo, si este último es contador y se halla en ejercicio (Cám. Com., A, LL, 1984-A, 557). Si bien se ha resuelto que no obsta a la habilidad del certificado el hecho de que la entidad esté en liquidación por el Banco Central, ni corresponde que sea rubricado por el delegado liquidador (Cám. Com., E, 9/6/82, "Banco Hispano Corfin S.A. c. Cahan, J., y otros"), también se ha declarado, con acierto, que es título hábil el certificado expedido por el delegado del Banco Central para ejercer la liquidación del banco acreedor (Cám. Com., C, LL, 108, 221). La exigencia del art. 793 Ver Texto, C. Com., de la firma de contador, no se refiere al título profesional, sino a la función que el firmante desempeña en la institución bancaria acreedora (Cám. Com., B, 14/6/79, "Banco de Quilmes S.A. c. Lignelli, G."; ídem, LL, 1984- B, 382). Se ratifica que no es título ejecutivo la constancia del saldo deudor que carece de las firmas conjuntas del gerente y contador (art. 4 Ver Texto, ley 21309) (SCBA, LL, 1986E, 698), o cuando está firmado por un jefe de división y el gerente administrativo (Cám. Com., D, LL, 1984-A, 558; ídem, LL, 1982-C, 40), o por el presidente y el tesorero del banco (Cám. Com., D, LL, 1982-D, 494), o cuando llevan la firma de dos subgerentes (Cám. Com., D, LL, 1984-A, 557). Más recientemente se ha declarado que cuando el art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C. Com., prescribe que los certificados de saldo deudor en cuenta corriente bancaria deben ser otorgados con las firmas conjuntas del gerente y contador del banco, implica que las citadas firmas deben pertenecer a funcionarios del banco, en quienes el directorio delegó funciones ejecutivas (art. 270 Ver Texto, ley 19550), sin que corresponda distinguir entre gerente general del banco o el gerente especial de la sucursal (Cám. C.C., II, Quilmes, causa 123, Reg. int. 10, del 28/6/1995; Cám. Com., A, JA, 1989- II, síntesis; E, JA, 1989-III, 681 Ver Texto). La circunstancia de que el certificado aparezca firmado por quienes actúan como gerente o contador en ausencia de sus titulares, en lugar de ser suscritos por estos últimos, no descalifica la actuación si se trata de representantes naturales dentro de la organización jerárquica del banco (Cám. C.C. 2ª, III, La Plata, causa 69.364, Reg. int. 87/90, del 24/5/90; Cám. Com., C, LL, 1992-A, 170, con nota de P. J. Fortin), como ocurre cuando el firmante es el liquidador del banco acreedor designado por el Banco Central, pues se debe entender que él ha asumido la representación de la entidad a todos los efectos necesarios de esa liquidación (Cám. C.C., II, Quilmes, causa 123; Reg. int. 10, del 28/6/1995) o cuando quien firma el certificado del saldo deudor lo hace en su condición de "subcontador" (Cám. Com., C., LL, 1992-A, 170). La exigencia de que el certificado vaya firmado por el contador, no se refiere al título, sino a la función desempeñada en la institución bancaria (Cám. Com., B, JA, 1990-I, síntesis). El art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C.Com., exige que el certificado del saldo deudor sea otorgado con las firmas de gerente y contador del banco, mas no requiere la prueba de que los cargos desempeñados por los firmantes (Cám. Com., B, LL, 1995- E, 459); tampoco exige la autenticación de las firmas de ellos (Cám. C.C., II, Quilmes, causa 123, Reg. int. 10 del 28/6/1995); sin embargo, es admisible la recepción de la prueba ofrecida, tendiente a demostrar que las firmas no corresponden a quienes desempeñan los cargos de gerente y contador de la entidad emisora, cuando dichos extremos están controvertidos (Cám. Com., C, LL, 1995-D, 568). Sin embargo, cuando firman gerente y otra persona que se la denomina "jefa administrativa" de la entidad no se satisface el precepto legal, por tratarse de una calidad diferente de la requerida por la norma. Sin que se pueda ventilar en un juicio ejecutivo la organización interna del banco ejecutante, ni determinar si la "jefa administrativa" cumple funciones de "contador" en esa estructura orgánica (Cám. Com., D, LL, 1994- D, 279). V. Conforme a la doctrina plenaria establecida en el caso "Lussich" consideramos que el saldo deudor de la cuenta corriente bancaria, se determine, necesariamente, en ocasión de la liquidación y cierre de la cuenta de la cual proviene, única manera de poder considerarlo definitivo. A partir de entonces el banco no podrá inscribir operación alguna en la cuenta, única manera de tener un saldo líquido y exigible. De no ser así, el monto del saldo deudor no sería definitivo y podría variar durante el curso de la ejecución. JURISPRUDENCIA La habilidad del certificado bancario del art. 793 Ver Texto, C.Com., exige que el saldo se determine en ocasión de la clausura de la cuenta corriente bancaria (Cám. Com., en pleno, LL, 136, 209), siendo la jurisprudencia constante en exigir como condición de procedencia del juicio ejecutivo por el cobro del saldo deudor en cuenta corriente, la clausura y cierre definitivo de ésta (Cám. Com., A, ED, 49, 180; B, LL, 1984-A, 556; C, LL, 1975-D, 348; D, LL, 1984-A, 556; ídem, "Banco de Avellaneda S.A. c. Trigerio, L." Ver Texto, del 16/6/83). La expedición del certificado presupone la clausura y cierre de la cuenta corriente, no siendo requisito esencial, para que él sea título ejecutivo, que tal circunstancia esté expresamente mencionada (Cám. Com., A, Rep. LL, XL, 1479), ni que sea necesario que contenga la fecha de la clausura (Cám. Com., C, LL, 1984-A, 556). Por natural implicancia se ha declarado que el certificado del saldo deudor es inhábil, como título ejecutivo, si la cuenta no ha sido clausurada (Cám Com., B, LL, 1984-A, 556), pues ha sido expedido contrariando las disposiciones legales vigentes y, en consecuencia, tal certificado no trae aparejada ejecución (Cám. Com., C, LL, 1975-D, 348), pues el saldo carece de la liquidez y exigibilidad requeridas por el art. 520 Ver Texto, ap. 1º, C.Proc. (Cám. Com., A, LL, 1976-A, 494). Recientemente se ha resuelto sobre este tema que la sola clausura de la cuenta corriente, acreditada por el certificado respectivo, determina la existencia de un saldo líquido y exigible, pues la certificación de ese saldo constituye por sí, título ejecutivo hábil para demandar al titular de ella (Cám. Com., D, JA, 1992-IV, 274 Ver Texto), sin que sea necesario el previo reconocimiento y aceptación -expresa o tácita- de parte del cliente del saldo resultante de la cuenta (Cám. Com., E, JA, 1992-II, 464 Ver Texto). La habilidad del certificado bancario del art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C.Com., exige que el saldo se determine en ocasión de la clausura de la cuenta corriente, sin que sea menester demostrar que ha sido comunicada al cliente o conformada expresa o tácitamente (Cám. C.C., I, Rosario, Z, R., 7, 533; Cám. C.C. Junín, ED, 139, 748; Cám. Fed. Resistencia, JA, 1986-IV, síntesis). El cierre o conclusión de la cuenta corriente bancaria constituye presupuesto de habilidad del título ejecutivo que es el certificado del saldo deudor (Cám. Com., D, JA, 1984-II, síntesis). La habilidad del certificado de saldo deudor de la cuenta corriente bancaria exige que tal saldo se determine en ocasión de la clausura de la cuenta, pero sin que sea menester demostrar que ha sido comunicado al cliente o conformado expresa o tácitamente (Cám. C.C., III, Santa Fe, Z, R, 9, 714; Cám. C.C., III, Rosario, Z, R, 8, 783). Autoriza el rechazo de la ampliación de la demanda ejecutiva con base en un certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria, como incluso el de la ejecución misma por defecto formal conducente a la inhabilidad del título primigenio fundada en que el certificado se emitió sin el debido cierre de la cuenta, conforme a la doctrina plenaria vigente (caso: Lussich) (Cám. Com., C, LL, 1992-A, 170, con nota de P. J. Fortin). Cuando el art. 793 Ver Texto, C.Com., establece que las constancias de los saldos deudores en cuenta corriente bancaria . . . serán considerados títulos que traen aparejada ejecución, establece un principio de certeza que se asienta en la afirmación de la entidad bancaria, pero que supone el cierre de la cuenta respectiva para que surja el saldo definitivo, forma por medio de la cual se traduce la finalización de un contrato de duración, momento a partir del cual no se podrá inscribir operación alguna (del voto del Dr. Fragueiro). Corresponde hacer notar que es presupuesto esencial para la procedencia del juicio ejecutivo promovido por la certificación mencionada, el de que el saldo se determine en ocasión de la clausura de la cuenta, porque, como contrato normativo y consensual celebrado por el banco y su cliente conforme a lo establecido por el art. 791 Ver Texto, C.Com., y que no tiene término (art. 792 Ver Texto, C. cit.), se puede cerrar cuando lo decida el banco o el cliente, previo aviso, pero como se trata a la vez de un contrato de duración, se exige la clausura de la cuenta, con lo cual, a ese momento, se establecerá el saldo definitivo en cuestión. En consecuencia, como la cuenta no ha sido clausurada, no se puede determinar en forma válida y oportuna el saldo; por tanto, el título con el cual fue promovida la ejecución no es hábil (del voto del Dr. Martínez Gavier) (Cám. C.C. 2ª Córdoba, "Banco de la Pcia. de Córdoba c. Nacacchian y Vázquez, S.R.L", Reg. sent. 32, del 5/8/1986). El cierre de la cuenta corriente a que se refiere el art. 792 Ver Texto, C.Com., carece de virtualidad y vinculación jurídica con el procedimiento de realizar la operación de contabilidad para extraer el saldo, pues dicho precepto legal simplemente establece que la cuenta corriente se puede cerrar cuando lo exige el banco o los clientes, previo aviso y ello con la finalidad de no privarlos a estos últimos de su servicio de caja sin esa clausura formal, pero el cierre de la cuenta con esas consecuencias es cuestión distinta de la elucidación del saldo, en un momento dado, y ello está normado por el art. 793 Ver Texto. Las finalidades son disímiles en el supuesto de cierre de la cuenta -situación contemplada por el art. 792 Ver Texto- y en la determinación del saldo deudor que prevé el art. 793 Ver Texto, sin que la ley exija para el cobro judicial de éste la clausura o cierre de la cuenta corriente bancaria, aun cuando tal cierre va ínsito en el certificado expedido (Cám. C.C., 2ª, I, La Plata, causa 73.244, Reg. int. 70, del 26/3/92). El plenario "Banco de Galicia y Bs. As. c. Lussich" Ver Texto se limitó a hacer conocer el momento en que se debía proceder a la expedición del certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria, pero no condicionó su fuerza ejecutiva a dicho recaudo, ya que es el art. 793 Ver Texto, C.Com., el que otorga el carácter de títulos que traen aparejada ejecución (Cám. Com., D, 26/5/80, "Banco Sindical S.A. c. Ajon, S."). Basta la sola certificación del saldo deudor en cuenta corriente expedida por gerente y contador, sin que sea necesario el cierre de la cuenta, ni ningún otro recaudo complementario o requisito previo para que la entidad crediticia pueda ejecutar dicho saldo, por constituír la certificación aludida título hábil, abstracto, autónomo y suficiente por sí (Cám. C.C. 2ª, I, Paraná, Z, R, 7, 533). VI. Su ejecutividad sustancial (art. 793 Ver Texto, ap. 3º, C. Com.) receptada por el código ritual (v.gr., art. 523 Ver Texto, inc. 5, C. Proc.), le concede el beneficio de ser procesalmente abstracto, en tanto las alternativas causales concernientes a la determinación del saldo, requisitos extrínsecos, posibles rectificaciones, etc., no cabe ventilarlos en el proceso ejecutivo. Ello sin perjuicio del derecho del deudor a discutir esas cuestiones improponibles por razones de índole procesal, mediante la deducción de la acción ordinaria en un proceso de conocimiento (sumario u ordinario) posterior al juicio ejecutivo ya sustanciado. Es del caso, en esta nueva edición, aclarar que la jurisprudencia y algún autor suelen referirse al certificado como título autónomo. Consideramos que ello no es adecuado, pues él no produce la prescindencia de las situaciones personales de ningún sujeto, ni en la adquisición, ni en la asunción de los derechos u obligaciones que pudieran surgir del título, como ocurre en materia cambiaria, donde se origina el vocablo "autonomía" (arts. 18 Ver Texto y 7 Ver Texto, L.C.A., para la cambial y el pagaré; y arts. 19 Ver Texto y 10 Ver Texto, ley 24542, para el cheque. Con más propiedad se lo ha calificado de "autosuficiente", pues ello alude al aspecto característico del certificado como título ejecutivo completo, que se basta a sí mismo con independencia de la cuenta corriente que le sirve de causa. También resulta oportuno reiterar lo expresado en la edición anterior, de que el certificado que nos ocupa es un título que goza de abstracción procesal, sin que las referencias causales que pueda incluír facultativamente el banco emisor, lo trasforme en un título causal (696) . JURISPRUDENCIA El art. 793 Ver Texto, C.Com., en su 3ª parte, creó un título ejecutivo mediante el certificado del saldo deudor otorgado por el banco, previo cierre de la cuenta corriente bancaria, con la firma del gerente y del contador (Cám. C.C., II, Mercedes, LL, 1988-E, 35); tal documento es un título autónomo (Cám. Com., A, LL, 124, 735; E, ED, 89, 452), que trae aparejada ejecución, en los términos del art. 523 Ver Texto, C. Proc., cuando cumple con los requisitos formales de la ley de fondo (Cám. Com., E, LL, 1985- B, 56; C, LL, 148, 256); su ejecutividad deriva del hecho de ser un título abstracto, que se basta a sí mismo (Cám. Com., C, ED, 20, 112), continente del saldo líquido y exigible en favor del banco emisor (Cám. Com., D, LL, 1982-A, 41). En el juicio ejecutivo por el cobro del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria, no se puede entrar a discutir el abuso de la creación del certificado (Cám. Com., C, ED, 50, 213), las alternativas causales vinculadas al certificado (Cám. Com., C, ED, 113, 198), o a la formación y liquidación del saldo (Cám. Com., B, LL, 1987-B, 301; A, LL, 1987D, 301; E, LL, 1985-B, 64; ídem, LL, 1982-C, 40). Las mencionadas alternativas, cualquier error o abuso incurrido en la extensión del certificado (Cám. Com., A, ED, 50, 213; ídem, LL, 121, 541), o en el haber simulado la existencia de la cuenta corriente, corresponde ventilarlo en el juicio ordinario posterior de repetición (Cám. Com., B, LL, 1984-A, 556). Más recientemente se ha declarado que el certificado de saldo deudor en cuenta corriente, extendido por el banco acreedor con las formalidades legales (art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C.Com.) constituye un título ejecutivo autónomo, en el sentido de que se basta a sí mismo y no necesita de complemento alguno (Cám. Com., E, JA, 1992-II, 464 Ver Texto; ídem, LL, 1996-A, 570, con nota de W. A. Marinetti; A, ED, 145; B, LL, 1995-E, 458; Cám. C.C., I, Rosario, JA, 1992-III, síntesis; ST Córdoba, ED, 135, 527; Cám. C.C. Dolores, DJBA, 123, 171), pues es autónomo y autosuficiente que trae aparejada ejecución, sin que sea necesario complemento de otra naturaleza (Cám. C.C. Concordia, Z, R, 7, 603) ni requiere el previo reconocimiento de la aceptación por el cliente (Cám. Com., E, LL, 1996-A, 570, con nota de W. A. Marinetti) ni prueba pericial o de informe que lo respalde (Cám. Com., B, LL, 1995-E, 458). Es decir que se autoabastece sin necesidad de ocurrir a complemento alguno, reposando en una implícita responsabilidad del banco emisor (Cám. C.C. 2ª, I, La Plata, causa 67.593, Reg. int. 138, del 20/6/89). También se ha declarado que el certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria es un título abstracto. Frente a él, sólo se pueden oponer las excepciones previstas en el art. 544 Ver Texto, C.Proc. (Cám. Com., E, ED, 140, 378). Reiterándose que se trata de un título ejecutivo hábil abstracto, autónomo y suficiente por sí (Cám. C.C. 2ª, I, Paraná, Z.R., 7, 533). VII. Sin embargo, mediante una verdadera creación pretoriana, fundada en la equidad, una parte de la jurisprudencia, teniendo en cuenta, quizá, que como expresó la exposición de motivos del decreto-ley 15354/36, este certificado que se autoriza a extender a los bancos es "algo muy parecido a un privilegio que sólo puede ser admitido como una especialísima concesión de la autoridad pública, bajo severas condiciones de vigilancia y control ejercidos por el Estado" (697) . Es decir que en atención a que el acreedor (banco) queda facultado a crear un título que trae aparejada ejecución, unilateralmente, sin la intervención, notificación o consentimiento del deudor, ha flexibilizado la rigidez anticausalista del juicio ejecutivo, permitiendo entrar a considerar cuestiones de clarísimo carácter causal, en oportunidad en que se ha negado la existencia misma de la cuenta corriente bancaria, que presuntamente habría originado el certificado cuestionado. Empero, en otras oportunidades, con un criterio estricto, que compartimos, se ha declarado que corresponde desestimar la excepción de inhabilidad de título, si alegándose la inexistencia de la cuenta corriente bancaria, se pretende introducir en la discusión la legitimación de la causa (698) . JURISPRUDENCIA Tanto la doctrina como la jurisprudencia han admitido la apertura a prueba en la ejecución de un saldo deudor en cuenta corriente bancaria, cuando los argumentos esgrimidos no implican necesariamente el examen del problema causal, en sentido estricto, sino que lo que se ha cuestionado es la existencia misma de ese contrato (Cám. C.C., II, Mercedes, LL, 1988-E, 35; Cám. Com., A, ED, 50, 213; ídem, LL, 1983-A, 565). Si bien la excepción de inhabilidad de título debe referirse a las formalidades extrínsecas del certificado, cuando esa inhabilidad surge de la documentación proveniente del banco beneficiario de la certificación referida formalmente a una cuenta corriente que no ha sido tal, fuerza es concluír que la realidad ha aplastado a la protección formal dispensada al título ejecutivo, con la consecuencia de que una "no cuenta" sólo puede generar un "no título", e igualmente es forzoso concluír que con la base de un "no título" mal se puede llevar adelante una ejecución (Cám. Com., D, LL, 1989-D, 151, con nota de C. G. Villegas; A, LL, 1987-D, 620; ídem, LL, 1983-A, 565; B, LL, 123, 967; LL, 1980-A, 162; ED, 127, 407, con nota de F. Legón; C, ED, 127, 410, con nota de F. Legón; D, ED, 129, 417, con nota de F. Payá (h.); E, ED, 112, 592). Si no se negó la existencia del contrato de cuenta corriente bancaria, resulta inadmisible agraviarse por la inclusión en la cuenta de rubro que se alegan son ajenos a ella (Cám. Com., A, ED, 145, 686). No negada la existencia de la cuenta corriente bancaria, se debe reconocer necesariamente la habilidad ejecutiva que el art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C. Com., asigna a las certificaciones del saldo deudor (Cám. Com., D, LL, 1992-D, 190). Se considera un exceso ritual manifiesto que lesiona el derecho de defensa del ejecutado, si éste negó la existencia misma de la cuenta corriente bancaria cuyo saldo se pretende ejecutar, con lo cual resulta negada la deuda reclamada, aun cuando por diferente título, el deudor haya admitido deber a la institución bancaria ejecutante (Cám. Com., A, LL, 1991-E, 625). Sin embargo, también se ha declarado que en el cobro ejecutivo del saldo deudor de una cuenta corriente no se puede discutir el abuso de creación del certificado, sus alternativas causales o el haber simulado la existencia de la cuenta corriente, pues todo ello corresponde ventilarlo en el juicio ordinario posterior (Cám. C.C.L., Rafaela, Z, R., 8, 790). (692) V. nº 25, b. (693) Busso, IV, art. 669, nº 11; Llambías, Obligaciones, II, nº 1113; Lafaille, II, nº 1084; Rezzónico, I, 597; Galli, en Salvat, Obligaciones, II, nº 809, b. (694) Conf.: Giraldi, Cuenta corriente, 123; Nougués, 103. (695) V.: Gómez Leo, Inexistencia de solidaridad cambiaria en un cheque, en LL, 1984A, 130, y jurisprudencia allí reseñada. (696) Ver y comp. con Martorell, Tratado de los contratos de empresa, Bs. As., 1996, II, 258, quien trata con distinto criterio los temas considerados en este ap. VI. (697) V.: ADLA, t. VI, 388. (698) Cám. Com., B, "Banco de Galicia y Bs. As. S.A. c. Lewin, R., y otros". c) Oposición del ejecutado. La ley procesal vigente enuncia como únicas excepciones admisibles en el juicio ejecutivo, las enunciadas en el art. 544 Ver Texto, C.Proc., con la opción que suministra el art. 545 Ver Texto del mismo cuerpo legal, respecto de la nulidad de ejecución que puede ser deducida por vía de excepción o de incidente. La casuística jurisprudencial se ha pronunciado, en términos generales, respecto de inadmisibilidad, en el juicio ejecutivo, de las siguientes defensas o excepciones: I) Abuso de derecho. Por vía de principio se ha declarado que no se puede discutir en un juicio ejecutivo el pretendido ejercicio abusivo del derecho del ejecutante, pues ello excede en mucho el marco de cognición de esa clase de proceso (699) . En la ejecución del saldo deudor en cuenta corriente bancaria no corresponde oponer al principio consagrado por el art. 795 Ver Texto, C.Com., el pretendido abuso de derecho del banco ejecutante, fundado en el art. 1071 Ver Texto, C.Civ. (700) . Se reitera el principio al declarar que la capitalización de intereses, además de no ser extraña al régimen de la cuenta corriente bancaria (art. 795 Ver Texto, C.Com.), no resulta indagable en el juicio ejecutivo (art. 544 Ver Texto, inc. 4, C.Proc.), debiendo ser ventilado el invocado abuso de derecho en el juicio ordinario posterior, según lo dispone el art. 553 Ver Texto del mismo código procesal (701) . Asimismo, se ha resuelto que no corresponde analizar, en el juicio ejecutivo, la bondad de los procedimientos utilizados para llegar al saldo que se ejecuta. Ello sin perjuicio de poder alegar y probar en el juicio ordinario posterior de repetición el presunto ejercicio abusivo del derecho del aquí actor (art. 553 Ver Texto, C.Proc.) (702) . JURISPRUDENCIA El abuso en que habría incurrido el banco en la determinación del saldo y la existencia de un acuerdo para el cierre de la cuenta corriente bancaria son aspectos improponibles no sólo en la limitada etapa de conocimiento del juicio ejecutivo, sino en toda su instancia en virtud de la restricción cognoscitiva impuesta en el art. 544 Ver Texto, inc. 4, C. Procesal, que veda la indagación causal (Cám. Com., A, ED, 140, 795). Los posibles errores o abuso en que pudiera haber incurrido la entidad emisora ejecutora del certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria, no avasallan los derechos del cliente, dado que éste cuenta con la vía ordinaria de repetición en su salvaguarda, e incluso la vía penal (ST Córdoba, ED, 135, 527). II) Arraigo. Con alcances generales, se ha declarado que no se admite la excepción de arraigo en el juicio ejecutivo, por no estar autorizada por la ley procesal (en el caso: art. 59 , ley 14237) (703) . III) Citación de evicción. Se ha desestimado la citación de evicción invocada por el ejecutado por ser extraña a los trámites del juicio ejecutivo (704) . IV) Defecto legal. Esta excepción no es oponible en los juicios ejecutivos, en razón de que no se halla incluída en la enumeración taxativa contemplada en la ley respectiva (705) . V) Excesiva onerosidad. El estrecho margen conocitivo del juicio ejecutivo veda la posibilidad de examinar la sobreviniente onerosidad que puede haber experimentado la obligación que se ejecuta, ya que su tratamiento escaparía a lo extrínseco del título base de la ejecución, y el remedio previsto para enmendar los perjuicios derivados del presente juicio es el juicio ordinario (706) . VI) Inconstitucionalidad. En principio, la defensa de inconstitucionalidad no es admisible en el juicio ejecutivo, puesto que aparte de que se trata de una cuestión no prevista en la taxativa enumeración del art. 544 Ver Texto, C.Proc., es posible su replanteo de la cuestión constitucional en el juicio de conocimiento posterior (art. 553 Ver Texto, C.Proc.), razón por la cual la limitación de las interposiciones de excepciones no genera agravio irreparable al ejercicio del derecho de defensa en juicio (707) . Asimismo, se ha declarado que es inadmisible el planteo de inconstitucionalidad del art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C. Com., en cuanto autoriza al banco, unilateralmente, a certificar el saldo deudor en cuenta corriente bancaria, otorgándole carácter de título ejecutivo (708) . JURISPRUDENCIA Es constitucional el 3er. párr. del art. 793 Ver Texto, C.Com., introducido por el decr.-ley 15354/46, en cuanto su sanción tuvo por finalidad facultar a los bancos a emitir títulos ejecutivos con las constancias de los saldos deudores en cuenta corriente (Cám. C.C., II, Rosario, Z.R., 8, 785). VII) Invocación de fuerza o miedo. Resulta inadmisible invocar esta excepción con relación a la causa originaria de la obligación, y no al título que la documenta, porque ella sólo puede ser resuelta en la sustanciación de un juicio ordinario (709) . VIII) Plus petitio. También se ha declarado improcedente la defensa de plus petitio invocada por el ejecutado, por no estar comprendida en la enumeración taxativa que trae la ley procesal (710) . Por natural implicancia, se ha declarado que no se puede cuestionar la idoneidad del certificado del saldo deudor en cuenta corriente bancaria como título ejecutivo, aduciendo que se ha demandado el cobro de una suma menor a la que de él surge (711) . d) Excepciones en particular. A continuación consideramos en forma particularizada algunas de las cuestiones que ha tratado la jurisprudencia respecto de las excepciones en la ejecución del saldo deudor en cuenta corriente, con base en un certificado extendido por el banco acreedor en virtud del art. 793 Ver Texto, C.Com. I) Litispendencia. Esta excepción procesal y dilatoria tiene como presupuesto la existencia de otro juicio ejecutivo, y como requisito de admisibilidad la existencia de tres identidades: v.gr., que sea entre las mismas partes, por la misma deuda y por igual título (712) . Respecto de ella se ha reiterado que sólo puede fundarse en la existencia de otro juicio ejecutivo, seguido entre las mismas partes y en virtud del mismo título, lo cual se corresponde con la naturaleza del juicio ejecutivo, ya que la pretensión de que se examine un proceso de conocimiento, presuntamente conexo con uno de ejecución de saldo deudor en cuenta corriente bancaria, sólo conduciría, bien que por vía elíptica, a analizar la causa de la obligación, lo que se halla vedado en esta clase de proceso. Ello, además, tornaría inoperante la única vía lícita prevista para debatir la relación sustancial (713) . No procede la excepción de litispendencia si en el caso se ejecuta un contrato de fianza y el ejecutado sustenta su defensa en la pretensión verificatoria deducida por el demandante en la quiebra del obligado principal, con base en un certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria emitido por el banco, que cediera su acreencia en favor del pretensor (714) . II) Falsedad. Esta excepción contemplada en el art. 544 Ver Texto, inc. 4, C.Proc., tiene naturaleza sustancial y carácter perentorio, fundamentándose específicamente en la adulteración material, en todo o en parte, del título base de la acción, tomándose en consideración para ello, únicamente, sus formas exteriores (715) . Respecto de ella se ha declarado que no configura falsedad que pueda ser opuesta en juicio ejecutivo -prescindiendo de lo que en definitiva y por la vía autónoma pertinente hubiese de juzgarse- la inexactitud que se aduce en el resumen de cuenta corriente bancaria que dio origen al certificado del saldo igual a cero, si ello obedece a la trasferencia de la deuda a cuenta diversa con el fin de la gestión de su cobro. En efecto, sobre la base de la necesidad de la mencionada trasferencia, es obvio que ésta es precisamente la condición contable de la expedición del certificado del saldo deudor que se ejecuta (716) . No es viable la excepción de falsedad por el solo desconocimiento de las firmas del gerente y contador del banco, que no importa una afirmación categórica de inexactitud o falsedad, requisito indispensable éste, exigido por la jurisprudencia del tribunal (717) . Cabe agregar a ello que no existe disposición legal alguna que exija la prueba de los cargos de los firmantes del certificado del saldo deudor en cuenta corriente bancaria (718) , ni la autenticación de sus firmas (719) . Las constancias de los saldos deudores en cuenta corriente bancaria traen aparejada ejecución, sin que obste a ello la negativa de la autenticidad del extracto, si no se desconoció la calidad de los dependientes del banco que suscribieron el certificado pertinente, con las firmas autenticadas por escribano, no se produjo ninguna prueba sobre la inexistencia de la cuenta corriente a nombre del ejecutado, ni se cuestionó en forma concreta y oportuna las constancias o el proceder del banco al respecto (art. 793 Ver Texto, C.Com., y art. 14, ap. c, circ. B-382) (720) . No se puede ventilar en la ejecución lo relativo a que las constancias del saldo deudor en cuenta corriente bancaria no son fiel reflejo de las operaciones realizadas (721) , o la falta de causa de débitos por intereses de una carta de garantía, atento a que sólo cabe considerar las formas externas del título base de la ejecución (722) . No procede la excepción de falsedad cuando la documentación aportada por el ejecutado consiste en resúmenes de cuenta anteriores a la fecha de emisión del certificado, ya que no constituyen prueba fehaciente de la ilegitimidad del saldo deudor, que se reclama (723) . Se debe hacer lugar a la excepción de falsedad si el certificado base de la acción no se ajusta a las constancias de los libros del banco actor, con el agregado de que el resumen presentado por el demandado en su contestación se ajusta a esos libros y no arroja el saldo deudor reclamado (724) . Es inhábil el certificado del banco por el cual se pretende ejecutar un saldo deudor inexistente a la fecha del cierre de la cuenta corriente bancaria, ocurrido un año antes (725) . La facultad de obtener la apertura a prueba de la excepción de falsedad en la ejecución del saldo deudor en cuenta corriente bancaria, está condicionado a la agregación de las constancias de liquidación o resúmenes de los cuales se puede presumir, razonablemente, el abultamiento unilateral de dicho saldo (726) . Sin embargo, no basta que el ejecutado exprese que no le consta el desempeño de los cargos de los firmantes del certificado del saldo deudor base de la ejecución, para imponer la apertura a prueba, si no ha impugnado categóricamente la exactitud de tal constancia o aduzca la falsedad de las firmas (727) . Si la demandada opuso en defensa de sus derechos la negativa de que el préstamo resultante de haber operado la cuenta corriente bancaria, bajo la modalidad "en descubierto", con otorgamiento, por el banco, de sucesivos adelantos, "nunca se materializó", lo cual no ha sido probado en autos, no resulta dudosa la procedencia de la ejecución (728) . Siendo que el certificado del saldo deudor de una cuenta corriente bancaria es un título autónomo (729) , que trae aparejada ejecución, si no fue negada la existencia de la cuenta corriente, la discusión de alternativas causales de la formación de ese saldo es inaudible en el juicio ejecutivo, lo cual descalifica la pretensión del ejecutado acerca de la valoración de ciertos instrumentos probatorios ofrecidos en sustento de sus apreciaciones (730) . JURISPRUDENCIA La ejecución del certificado de saldo deudor en cuenta corriente bancaria comienza con el título ejecutivo que la ley ha creado (art. 793 Ver Texto, párr. 3º, C.Com.), y que sólo debe ser juzgado como tal. Opuesta, entre otras, la excepción de falsedad, no se debe resolver si en la relación cuentacorrentista-banco hubo o no excesos o mal manejo de los débitos por la entidad financiera y asientos contables que respaldan el contenido del certificado, pues la excepción de falsedad "podrá fundarse únicamente en la adulteración del documento". Cualquier otra objeción al crédito reclamado -no ya al título- sería entrar al campo de la causa y ésta solamente puede ser discutida en el juicio pleno posterior (art. 551 Ver Texto, C.Proc.) (Cám. C.C., I, B. Blanca, ED, 134, 371), suerte que deben correr la posible invocación de errores, falsedades y abusos incurridos por la entidad emisora del certificado (Cám. Com., A, ED, 148, 206). La virtual falsedad ideológica atribuíble a un certificado de saldo deudor de una cuenta corriente bancaria no es investigable en el juicio de ejecución de aquél, pues ello importaría entrar en un debate extr