I n t r o d u c c i ó n Opciones y cambios saludables “En mi opinión, la perfección de los medios y la confusión de los fines parecen caracterizar a nuestra época”. —Albert Einstein De mis últimos años, 1950 P ese a que la observación de Einstein data de más de un siglo, es válida aún hoy en día: la búsqueda de la exactitud y la “excelencia” de los métodos, a menudo, nos lleva a perder de vista el objetivo principal. La confusión consecuente puede tener efectos graves para el control de las iniciativas de salud pública, sin importar qué tan buenas sean las intenciones. En el caso de la salud de los adolescentes, los formuladores de programas deben recordar que, aunque los distintos modelos de cambio de conducta representen métodos eficaces para la adopción de un estilo de vida promotor de la salud, el objetivo principal es lograr un cambio de conducta perdurable y positivo con el objeto de que los jóvenes sean los principales protagonistas de su propio cambio y alcancen sus objetivos autodefinidos. Según se expresa en la Carta de Ottawa, la promoción de la salud es un medio para acrecentar el control de las personas sobre los factores determinantes de la salud, mediante la ampliación de las capacidades de autocuidado, que constituyen las decisiones y medidas que toman las personas con respecto a su salud. Jóvenes: opciones y cambios brinda una variedad de marcos teóricos dentro de los cuales los profesionales de salud y otros dedicados a mejorar la salud de los adolescentes y jóvenes pueden diseñar mecanismos para estimular el ofrecimiento de opciones de estilos de vida saludables. Al fortalecer la capacidad de los jóvenes para tomar decisiones y al alentarlos a que aprovechen los sistemas mejorados de apoyo social dentro de la comunidad, el ímpetu por el cambio de conducta recibe un refuerzo positivo, continuo e inmediato. Desde una perspectiva general de promoción de la salud, podemos decir que la estimulación a los jóvenes para que adopten y mantengan estilos de vida y patrones de conducta saludables es de suma importancia para reducir la carga de las enfermedades crónicas en los países de América Latina y el Caribe, dado que gran parte de los hábitos perjudiciales para la salud, que posteriormente son causa de morbimortalidad en los adultos, se adquieren durante el período de la adolescencia (OPS 1998). Al mismo tiempo, como se observará en el capítulo 1, los jóvenes que pertenecen a esta región del mundo representan un segmento creciente de la población total y, por consiguiente, la salud y el desarrollo se convertirán en elementos clave para el desarrollo político y socioeconómico de la región ahora y en los años venideros (OPS 2000a). En el mundo de hoy, donde los jóvenes son el complejo objetivo de las industrias del alcohol, el tabaco y las cadenas de comida rápida, donde el acceso a la televisión es prácticamente universal, donde se hace una XXI J ÓVENES : OPCIONES Y CAMBIOS presentación glamorosa de la experiencia sexual y donde se ejerce presión social, los jóvenes son avasallados por un aluvión de mensajes que sutil y descaradamente los impulsan a realizar actividades que comprometen la salud. Los avisos publicitarios son el retrato de la inmensa presión social que existe para poner en práctica estilos de vida peligrosos. En este sentido, la promoción de la importancia de los estilos de vida y entornos saludables debe competir con otros mensajes que los jóvenes suelen encontrar más atractivos. A la vez, sobre la base de las pruebas existentes podemos demostrar que, aunque las intervenciones en salud pública logren promulgar con éxito el conocimiento de los jóvenes y los adolescentes sobre los riesgos para la salud, la concientización en sí no llega a ser suficiente para cambiar los patrones de conducta poco saludables. Tal hipótesis supone que, si bien los jóvenes pueden tener acceso a la información e incluso reconocer el riesgo de determinados patrones y prácticas de conducta, esto no basta para convencerlos de que modifiquen su actitud. Por el contrario, los jóvenes deben sentirse motivados a adquirir las habilidades y los recursos que los preparen para enfrentar los próximos años de cambio con un sentido de fortalecimiento positivo y con la convicción personal de que cuentan con la capacidad de tomar decisiones a conciencia sobre su vida, como la conveniencia de alejarse de las influencias y las situaciones negativas como forma de autopreservación y enriquecimiento. Jóvenes: opciones y cambios tiene cuatro secciones. En la Sección I se ofrece una visión general sobre el estilo de vida de los adolescentes en América Latina y el Caribe, y se indica la magnitud de los desafíos que enfrentan los programas de promoción de la salud y las instancias normativas. Se resalta la necesidad de salvar la distancia entre el cambio de conducta y los conocimientos. Posteriormente, se desarrolla el tema de la importancia de adoptar un marco teórico adecuado que constituya las bases fundamentales para realizar intervenciones acertadas y respetuosas. En esa sección también se resalta la relación crucial entre las diferentes etapas de desarrollo de los adolescentes y la implementación de las teorías y los modelos de promoción de la salud y el cambio conductual, adaptados específicamente a estas etapas, entre ellos, las características culturales y propias de cada sexo. En el último capítulo de la Sección I, las autoras describen el modelo Jóvenes: opciones y cambios y explican la razón por la cual la Organización Panamericana de la Salud lo recomienda como un instrumento eficaz para la planificación de intervenciones en el campo de la salud dirigidas a los adolescentes. En la Sección II se analizan las teorías y los modelos más destacados de cambio conductual y promoción de la salud utilizados con una perspectiva de desarrollo. Además, se advierte que los formuladores de programas no solo deberían considerar estas teorías y modelos desde el punto de vista del cambio individual, sino también los que promuevan el cambio en los ámbitos interpersonal, comunitario y normativo. El lector encontrará una amplia reseña bibliográfica de las aplicaciones de las diferentes teorías y modelos cuando se insta a adoptar y mantener patrones de conducta que promuevan la salud de los adolescentes y a interrumpir los patrones que la comprometan. En la Sección III se resalta la importancia de comprender los diferentes procesos de desarrollo por los que atraviesan los adolescentes y la manera en que esta evolución debe servir de contexto para aplicar cualquier marco teórico. Las autoras advierten que, aunque la mayoría de las teorías y los modelos clásicos de cambio conductual y promoción de la salud descritos en la sección anterior son muy prometedores, solo permitirán lograr resultados si los planificadores de los programas comprenden las necesidades y los deseos de cambio de los adolescentes en sus diferentes etapas de desarrollo, y adaptan las intervenciones y los objetivos adecuadamente. La OPS considera que en los programas de salud de los adolescentes se pasan por XXII I NTRODUCCIÓN alto los grupos de la etapa de la preadolescencia1 y de la adolescencia inicial; además, resalta la importancia de promover la adopción y el mantenimiento de patrones de conducta saludables que se inician en la preadolescencia, en lugar de esperar hasta que sea demasiado tarde, cuando hayan comenzado y estén afianzados los patrones de conducta que comprometen la salud, por lo que los cambios serían difíciles de llevar a cabo. En los últimos capítulos de esta sección, la OPS plantea una serie de objetivos adecuados desde el punto de vista del desarrollo para que se consideren en el momento de planificar los programas de promoción de la salud y de prevención dirigidos a estos dos grupos de edad. En la Sección IV, la última, se resume el contenido de las tres secciones anteriores y se destacan las contribuciones incomparables de este libro, en particular, la importancia dada a la intervención temprana durante la etapa de la preadolescencia y de la adolescencia inicial, así como la atención centrada en la incorporación de una perspectiva de desarrollo y crecimiento en la creación de los programas de promoción de la salud de los adolescentes. Por otra parte, se brinda un conocimiento profundo de los desafíos y las ventajas socioeconómicas actuales que tiene la juventud de América Latina y el Caribe, y se presenta un análisis de los compromisos internacionales asumidos por los países miembros de las Naciones Unidas y concebidos para afianzar la salud y el desarrollo de los jóvenes de la Región de las Américas. La sección concluye con una serie de recomendaciones que ayudarán a mejorar las oportunidades de desarrollo y salud para este grupo en el próximo decenio. El Proyecto de Salud del Recién Nacido, Niño y Joven de la OPS lanza este libro con la esperanza de que estimule y, en el futuro, mejore el diálogo —en las comunidades académicas y de salud pública, en el programa de trabajo político nacional, por citar solo algunos ejemplos— sobre la necesidad de promover y proteger la salud y el bienestar de los jóvenes de todo el mundo, un valioso recurso de hoy y una sólida inversión en el desarrollo socioeconómico sostenido del mañana. 1 La preadolescencia comprende la edad de 9 a 12 años en las niñas y de 10 a 13 años en los varones. La adolescencia inicial comprende la edad de 12 a 14 años y de 13 a 15 años, respectivamente. XXIII