Documento descargado de http://www.elsevier.es el 18/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. CARTAS AL DIRECTOR S. Pino Gómez, A. Parrado Figueroa ∗ , B. Blanco del Val y J. Nuño Gil Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapia del Dolor, Complejo Asistencial de Burgos, Burgos, España Desmielinización osmótica. Descripción de un caso de mielinolisis central extrapontina Osmotic demyelination. A description of a case of central pontine myelinolysis Sr. Director: La desmielinización osmótica es una entidad neurológica aguda y adquirida de presentación infrecuente, de mal pronóstico, que incluye la mielinolisis central pontina y la extrapontina. La forma pontina es la más habitual. Fue descrita por primera vez por Adams et al. en 1959, en pacientes con malnutrición y alcoholismo1 . Posteriormente, se ha asociado a otros factores, entre los que destacan la corrección rápida de hiponatremia y en pacientes sometidos a trasplante hepático2,3 . Presentamos el caso de un paciente de 72 años, con antecedentes de hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, bronquitis crónica, ablación cardiaca por flúter auricular, hemorragia subaracnoidea, hipertiroidismo y espondiloartrosis, que ingresó en la Unidad de Reanimación tras ser intervenido de hemicolectomía izquierda por cáncer de colon descendente. En las primeras 48 h desarrolló una neumonía basal derecha que desencadenó gran trabajo respiratorio. Este (aún sin hipoxemia) obligó a la intubación traqueal y ventilación mecánica. Se inició antibioterapia empírica con imipenem y amikacina, y posteriormente linezolid por sospecha de neumonía asociada a ventilación mecánica con mala evolución, y con anidulafungina por hemocultivos positivos para Candida albicans. Tras 2 semanas de evolución tórpida, el paciente presentó criterios de shock séptico, por lo que iniciamos terapia con medicación vasoactiva. Posteriormente desarrolló insuficiencia renal oligoanúrica requiriendo hemofiltración veno-venosa continua durante una semana. Tras el primer mes de ingreso destacó un pico de hipernatremia (164 mmol/l), que coincidió con hiperglucemia de hasta 256 mg/dl (estado hiperosmolar), y que fue corregido disminuyendo el aporte de sodio y con diuréticos del asa en 72 h. Tras esto, el paciente evolucionó favorablemente, por lo que se retiró la sedación, objetivándose tetraparesia flácida con apertura espontánea de los ojos, desconexión del medio, distonía en cuello y miembro superior derecho y síndrome de desaferenciación. Se realizó una tomografía computarizada (TC) craneal en la que se apreció hipodensidad difusa cápsulo-ganglionar bilateral sugestiva de cambios por alteraciones metabólicas, y en la que no se observaron lesiones ocupantes de espacio, ni alteraciones que sugirieran ictus o encefalopatía anóxica. El electroencefalograma mostró actividad de fondo con moderada afectación cerebral difusa, sobre la 57 Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (A. Parrado Figueroa). ∗ http://dx.doi.org/10.1016/j.redar.2012.05.021 que aparecen frecuentes anomalías epileptiformes frontotemporales izquierdas. Se realizó una resonancia magnética (RM) de cráneo, que mostró alteraciones en la sustancia blanca subcortical insular y parietal, bilaterales y simétricas, tenuamente hipointensas en T1 e hiperintensas en T2 y en FLAIR que sugirieron lesiones desmielinizantes (fig. 1), con protuberancia respetada (fig. 2). El paciente fue diagnosticado de mielinolisis central extrapontina a la vista del cuadro clínicorradiológico compatible. En los días posteriores evolucionó nuevamente hacia shock séptico y fracaso multiorgánico y falleció tras 76 días de ingreso. No se confirmó el diagnóstico anatomopatológico por negativa familiar a la autopsia. La desmielinización osmótica raramente se ha asociado a insuficiencia renal y a sesiones de hemodiálisis, a hipo e hiperglucemias severas, infección por VIH o a sepsis2 . Aunque la etiología más conocida son los trastornos de la natremia, especialmente la corrección rápida de hiponatremia grave, en general puede ocurrir en cualquier enfermedad que produzca estrés osmótico4,5 . La prevalencia exacta es desconocida. A pesar de que los síndromes de desmielinización osmóticas son raros, existen series de autopsias en las que se llegan a alcanzar prevalencias en torno a 3 de cada 1.000 pacientes6 . El cuadro clínico se caracteriza por disminución del nivel de conciencia, tetraparesia flácida que posteriormente puede ser espástica, alteraciones pupilares e imposibi- Figura 1 RM craneal. Plano coronal, secuencia en T2. Alteraciones hiperintensas de sustancia blanca subcortical en región insular y parietal (flechas). Documento descargado de http://www.elsevier.es el 18/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. 58 CARTAS AL DIRECTOR en autopsia. La RM es el examen de referencia; el mejor criterio radiológico es la presencia de lesiones hiperintensas en secuencias T2 y FLAIR y, levemente hipointensas en secuencia T1 con carácter simétrico, tanto en localizaciones pontinas, como extrapontinas. El diagnóstico de certeza es anatomopatológico. Los diagnósticos diferenciales incluyen lesiones isquémico-anóxicas, enfermedades desmielinizantes, infecciosas, neoplásicas y metabólicas, como las encefalopatías de Wernicke y de Marchiafava Bignami1,7,10 . En nuestro paciente se daban 3 posibles factores etiológicos: estado hiperosmolar secundario a hiperglucemia e hipernatremia, sepsis e insuficiencia renal que precisa de técnicas de depuración extrarrenales; siendo el más probable el estrés osmótico secundario al estado hiperosmolar. La principal opción terapéutica es preventiva. Una vez instaurado el cuadro, el tratamiento es de soporte vital. Sin embargo, encontramos en la literatura series de casos con buena respuesta a corticoides, inmunoglobulinas y hormona tirotropa, aunque sin alcanzar suficiente evidencia científica para poder recomendar su administración en estos pacientes6 . Figura 2 RM craneal. Plano coronal a nivel de las órbitas oculares, secuencia potenciada en T2. Puede observarse la protuberancia sin lesiones. lidad para dirigir la mirada verticalmente, alteraciones psiquiátrico-conductuales y trastornos del movimiento como catatonia, parkinsonismo o formas variables de distonía2,7 . La forma de comienzo de los trastornos motores suele ser tardía y suele existir correlación clinicotopográfica entre los síndromes distónicos y parkinsonianos y la localización de las lesiones desmielinizantes. La evolución varía desde la recuperación total del paciente hasta la muerte, siendo generalmente desfavorable y, quedando secuelas en la mayoría de los pacientes que sobreviven. La fisiopatología no es bien conocida, pero se sabe que los estados hipoosmolares tienden a inducir edema cerebral, lo cual se evita mediante la salida de electrolitos y solutos orgánicos (llamados osmolitos) de las células. Tras estos cambios, el cerebro queda desprotegido ante posibles elevaciones rápidas de la osmolaridad, ya que aunque puede movilizar los electrolitos en varias horas, precisa de entre 5 y 7 días para movilizar los osmolitos al espacio intracelular. Por ello, el cambio hacia la hipertonicidad del plasma provocará deshidratación y daño celular con mielinolisis8 . Aunque las alteraciones en la homeostasis del sodio se describen en la mayoría de los casos publicados, también existen casos de mielinolisis en pacientes con natremias normales y alteraciones bruscas de la osmolaridad del plasma, sobre todo hacia la hiperosmolaridad9 . Las células del sistema nervioso central son muy sensibles al estrés osmótico, en especial los oligodendrocitos, en los cuales se produce rápidamente apoptosis9 . La anatomía patológica se caracteriza por focos mielinolíticos, no inflamatorios, simétricos que afectan con mayor frecuencia a la línea media de la base de la protuberancia (90% de los casos) y más raramente a otras localizaciones extrapontinas de distribución marcadamente simétrica1,2 . El diagnóstico exige la presencia de factores de riesgo, un cuadro clínico característico y la detección de alteraciones estructurales compatibles en técnicas de imagen o Bibliografía 1. Adams RD, Victor M, Mancall EL. Central pontine myelinolysis. A hitherto undescribed disease ocurring in alcoholic and malnourished patients. Arch Neurol Psychiatry. 1959;81:154---72. 2. López-Sendón Moreno J, Vera Lechuga R, Estévez Santé S, Navacerrada Barrero FJ, Corral Corral I. Mielinolisis central pontina y extrapontina: cuadro clínico, resonancia magnética cerebral y evolución en 13 pacientes. Neurología. 2009;24:165---9. 3. Mata Tapia I, Galán Cabezas A, Lluch Fernández M. Mielinolisis central pontina en el contexto de un trasplante hepático reducido. Rev Esp Anestesiol Reanim. 2010;57:606---7. 4. Kleinschmidt-De Masters BK, Rojiani AM, Filley CM. Central and extrapontine myelinolysis: Then. . . and now. J Neuropathol Exp Neurol. 2006;65:1---11. 5. Chih-Ming L, Helen L. Extrapontine myelinolysis after correction of hyponatremia presenting as generalized tonic seizures. Am J EmerG Med. 2008;26:632, e5---6. 6. Martin RJ. Central pontine and extrapontine myelinolysis: the osmotic demyelination syndromes. J Neurol Neurosurg Psychiatry. 2004;75 Suppl. iii:iii22---8. 7. Quiñones Ortiz L, Suárez Laurés A, Pérez Carvajal AJ, Pobes A. Mielinolisis o desequilibrio tardío en diálisis. Nefrología. 2010;30:266---7. 8. Lien YH, Shapiro JI, Chan L. Study of brain electrolytes and osmolytes during correction of chronic hyponatremia. Implications for the pathogenesis of central pontine myelinolysis. J Clin Invest. 1991;88:303. 9. Burns JD, Kosa SC, Wijdicks EFM. Central pontine myelinolysis in a patient with hyperosmolar hyperglycemia and consistently normal serum sodium. Neurocrit Care. 2009;11:251---4. 10. Vargas MI, Kohler R, Lovblad K, Delavelle J. Mielinolisis central pontina: criterios diagnósticos en resonancia magnética. Rev Neurol. 2009;48:654---5. F. Toro ∗ , I.A. Becerra, M.E. Agudelo y J.M. Aparicio Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor, Complejo Hospitalario Universitario de Badajoz, Hospital Infanta Cristina, Badajoz, España Autor para correspondencia. Correo electrónico: [email protected] (F. Toro). ∗ http://dx.doi.org/10.1016/j.redar.2012.05.010