the neuroscience of human relationships: attachment and the

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Neurobiología. INterpersonalidad. Cerebro Social
Alberto Botto
Neurobiology. Interpersonality. Social Brain
Comentario de Libros
The Neuroscience of Human
Relationships: Attachment
and the Developing Social Brain
Autor: Louis Cozolino
W.W. Norton & Company, New York, 2006
Disponible en: www.amazon.com
(Rev GPU 2007; 3; 3: 243-245)
Alberto Botto1
D
esde las primeras críticas de Freud al localizacionismo estrecho característico del método anátomo-clínico imperante en aquellos años, y posteriormente los
trabajos de Luria que dieron inicio a la neuropsicología
dinámica, la pregunta por el origen de los fenómenos
psico(pato)lógicos no ha encontrado una respuesta
satisfactoria que se mantenga al margen de cualquier
reduccionismo.
Luego del énfasis puesto en los fenómenos cognitivos, el desarrollo de la neurociencia afectiva ha dado
paso a una serie de elaboraciones en torno a los fundamentos biológicos de los sistemas motivacionales,
los vínculos de apego y las relaciones interpersonales,
donde es posible incluir también a las relaciones de
ayuda como la psicoterapia. De esta manera, y dando
una muestra del espíritu integrador que caracteriza
a algunos representantes de disciplinas tan diversas
como la filosofía y la neurociencia, Paul Ricoeur, en un
diálogo inmensamente creador con un científico como
Jean-Pierre Changeux2 afirma, por ejemplo, que “Lo
mental vivido implica lo corporal, pero en un sentido
de la palabra cuerpo irreductible al cuerpo objetivo tal
como lo conocen las ciencias de la naturaleza. Al cuer-
po-objeto se opone semánticamente el cuerpo vivido,
el cuerpo propio, mi cuerpo (del cual hablo), tu cuerpo
(a ti, al que me dirijo), su cuerpo (de él o de ella cuya
historia narro)”. Y, en otra parte, refiriéndose al dualismo
mente/cuerpo: “…mi cerebro no piensa, pero mientras
yo pienso, ocurre siempre alguna cosa en mi cerebro.
¡Hasta cuando pienso en Dios!”. Que estas palabras sirvan como introducción al texto que comentamos y que
continúa la línea de otro estupendo trabajo3 del mismo
autor publicado el año 2002.
El libro está conformado por seis capítulos donde
se tratan diversos temas, desde la anatomía y funcionamiento del llamado cerebro social hasta los mecanismos
que participan en la patogénesis de algunos cuadros
paradigmáticos, como el trastorno de personalidad limítrofe y el autismo. Si hubiera que destacar un concepto
que sirva de hilo conductor en el desarrollo de las ideas
expuestas, éste sería el de neurobiología interpersonal, la
que, en forma muy resumida, considera que el cerebro es
esencialmente un órgano social que se construye a través de la experiencia con otro. Para el autor no existe un
cerebro aislado e independiente; por el contrario, éste
aparece en una “interfase enigmática” entre los genes
Departamento Psiquiatría Oriente, Facultad de Medicina, Universidad de Chile.
Changeux J-P, Ricoeur P. México, D.F.. Fondo de Cultura Económica, 2001.
3
Cozolino L. New York: W.W. Norton & Company, 2002.
1
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(la biología) y la experiencia mediada por el ambiente
y los vínculos tempranos. Así, con este planteamiento
como trasfondo, es posible comenzar a articular una serie de teorías, pensamientos y líneas de investigación.
Representando a las ideas evolucionistas (y sin estar exentos de crítica), los desarrollos de Paul MacLean
sobre el cerebro triuno (triune brain) se proponen como
una alternativa para integrar las discontinuidades
entre el desarrollo cerebral y la conducta. Según este
modelo, el cerebro humano está conformado por un
sistema filogenético de tres partes o capas que representan nuestra relación con los mamíferos primitivos
y los reptiles. El nivel más profundo y antiguo está
representado por el cerebro reptiliano cuyo correlato
anatómico es el tronco encefálico y los ganglios basales. Luego se encuentra el cerebro paleomamífero
(sistema límbico) y, finalmente, la adquisición más
reciente, la corteza cerebral, en el denominado cerebro neomamífero. Desde muchos puntos de vista hoy
en día estas ideas parecen estar muy simplificadas. Si
se piensa, por ejemplo, en la lateralización cerebral la
situación se torna bastante más compleja, y es lo que
ha llevado a muchos a plantear que, debido a la especialización hemisférica, casi se podría hablar de dos
cerebros distintos.
Siguiendo con la importancia de los vínculos tempranos, la teoría del apego ha tomado una enorme
relevancia. Sobre este tema se ha escrito bastante;
sin embargo pareciera que la (dis)regulación afectiva en el contexto del desarrollo normal y patológico
y su relevancia clínica en torno a la comprensión de
ciertos cuadros (como la personalidad limítrofe) sería
un objetivo fundamental para la psicoterapia. Desde
la neurociencia afectiva, Panksepp ha propuesto la
existencia de cuatro sistemas motivacionales con un
sustrato anátomo-funcional asociado y un correlato
en la psico(pato)logía del desarrollo. El sistema de búsqueda (seeking) promueve las conductas exploratorias
y se relaciona con la función dopaminérgica en vías
mesolímbicas y mesocorticales (área ventrotegmental
anterior, hipotálamo, núcleo accumbens, giro cingulado anterior, corteza prefontal). El sistema de miedo
(fear) se asocia con la regulación de las ansiedades
paranoides, su neurotransmisor asociado es GABA y se
localiza en relación a la sustancia gris periacueductal,
hipotálamo y la amígdala central y lateral. El sistema
de ira o rabia (rage) se asocia con conductas predatorias y hostiles y compartiría algunas estructuras con el
sistema de búsqueda además de la amígdala medial y
Schore A. New York: W.W. Norton & Company, 2003.
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la sustancia gris periacueductal. Finalmente, el sistema de pánico (panic) media las conductas de apego y
el distrés de separación. Anatómicamente se ubica en
regiones del giro cingulado anterior, núcleos talámicos
e hipotalámicos, área ventrotegmental y sustancia gris
periacueductal. Los neurotransmisores asociados son
opioides endógenos, oxitocina y prolactina. El sistema
de pánico pareciera tener una especial relevancia en el
origen de cuadros clínicos como la depresión y el autismo. Además, cada día existe mayor evidencia sobre la
importancia de la oxitocina y los glucocorticoides en la
psiquiatría. En relación a la primera, algunos estudios
han mostrado una asociación entre su metabolismo y
la capacidad de mentalizar. Este hallazgo tendría implicancias clínicas de gran relevancia, por ejemplo, en
el tratamiento de los trastornos del espectro autista, la
depresión y los cuadros ansiosos.
En relación a la capacidad de tener una teoría de
la mente (theory of mind, TOM, en inglés), un área muy
interesante de estudio se encuentra en el sistema de
las neuronas espejo. Éstas corresponden a un grupo de
neuronas visomotoras, descubiertas accidentalmente por Rizzolatti en el área F5 de la corteza premotora
del mono. Su característica es que se activan cuando el
mono realiza una determinada acción o cuando observa
a otro efectuando la misma acción. Su funcionamiento
estaría en la base de los procesos de imitación, identificación y empatía, y podrían corresponder al sustrato
biológico de la mentalización.
Luego de exponer sus ideas en forma clara y didáctica, acompañada de múltiples ejemplos y viñetas
clínicas, el autor se pregunta por la importancia que
el conocimiento neurocientífico pudiera tener para la
psicoterapia. Si se entiende a la psicoterapia como una
forma de aprendizaje (y esto lo demostró Kandel en sus
estudios con el caracol marino Aplysia Californica), entonces es posible que la psicoterapia funcione optimizando la neuroplasticidad a través de: 1. Una relación
de seguridad y confianza con un terapeuta disponible
emocionalmente, 2. La mantención de un moderado
nivel de arousal, 3. La activación de cognición y emoción, y 4. La co-construcción de narrativas que sean el
reflejo de un self positivo y optimista.
Para Cozolino el conocimiento neurocientífico
sería un aporte para la práctica de la psicoterapia a
través de: 1. Posibilitar el acceso a múltiples vías de
influencia sobre el cerebro con el fin de facilitar los
fenómenos neuroplásticos, 2. Incluir una perspectiva racional basada en el conocimiento científico
para elegir qué tipo de tratamiento (y esto podría ser
restringido a qué tipo de psicoterapia) será más útil
para cada paciente en forma particular, 3. Enseñar al
Alberto Botto
paciente sobre su cerebro con el fin de que pueda colaborar activamente en el tratamiento, por ejemplo a
través de la psicoeducación en el manejo de una crisis de pánico, 4. Potenciar el optimismo respecto a la
posibilidad de cambio a través del reconocimiento de
la neuroplasticidad y la neurogénesis, 5.Considerar la
posibilidad de reescribir la historia personal pensando en la maleabilidad de la memoria, y 6.Enfatizar la
importancia del vínculo terapéutico en el logro de los
objetivos y el cambio.
Por último, y tal vez como una forma de responder a la pregunta por el sentido de la integración al que
nos referíamos al comienzo, sólo cabe pensar, como
Ricoeur, que “…es el mismo cuerpo el que es vivido y
conocido. Es la misma mind que es vivida y conocida; es
el mismo hombre el que es mental y corporal”.
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