2. Pensar en términos relacionales l. En ningún campo se aplican mejor estos principios que en la construcción del objeto, la operación sin duda más importante y, sin embargo, más ignorada, en particular en la tradición dominante, que se organiza en torno a la oposición entre la "teoría" y la "lnetodología". El paradigma (en el sentido de realización ejemplar) de la "teoría" teórica es la obra de Parsons, un meltingpot conceptual resultante de la recopilación meralnente teórica (es decir, ~~jenaa cualquier aplicaciÓn) de algllHas grandes obras (Durkheim, Parcto, Weber, etc.) reducidas a su dimensión "teórica" o, mejor dicho, profesoral o, tal vez, al \neofuncionalislTlo de Jeffrey Alexandcr, que es más cercano a nosot.ros. Producto de la enseflanza, estas recopilaciones eclécticas y clasificatorj;ts sirven para la enseflanza, y solamente para ello. Por otra /" parte, est.a/ 1ai,\." lnclo( 1o 1ogr;l)lln cata/ I1ogo ( e prcceptos que no compelen HI. a lat.epistemok>gía, como reflexiÓn encaminada a explicar los esquelnas de: la práctica cicntífica,! desde el punto de vista tanto de sus errores como dc sus aciertos, 11itampoco a la teoría científica. Aquí, pienso en I:<lz;lrsfeld.La ¡ pare:ja Parsol1s-Lazarsfeld (y, entre ambos, Me!·I~m,con sus teorías de mediano alcal]C-e) cOllstiruyÓ una cspecie de¡ holding "cicntífico", socialmcnte muy poderoso que dominÓ, durant.e treindl aÚos, el escenario de la sociología mundial. La divisiÓn "teoría"-"rnet.oclología" constituye, por oposiciÓn epistemológica, una oposición constit.utiva de la división social del trab<~o científico en un momento dado (como la oposiciÓn entrc profesores e investigadores). Creo que se debe rechazar categÓricamente esta divisiÓn en instancias separadas, porque estoy convencido de que no es posible restaurar lo concreto mediante la combinación de dos abstracciones. En efecto, las elecciones técnicas más "empíricas" son inseparables de las elecciones más "teÓricas" de construcción del objeto. Siempre es en función (k cierta construcción del objeto que se impone tal método de muestreo, dclnlllin;\(];¡ l<-cnicade acopio o de análisis de datos, ete. Más precisamente, 11/1 dalo nllpírico cualquiera sÓlo puede funcionar como prueba o, como 1(.7 .-- I ()S IU.\!'I iF\ 1.\', dicen los anglosajoncs, COlllo1'1IÚII'IIU', (:11 IlIlIcj(·)II.k 1111(IWIP" de Illp"Ic:;IS derivado de un cOI~unto de pn:misas 1("("ricas. A hOLI 11, (O( I 1111J( Ila frecuencia se procede COlTIO si fuera evidcnte aquello (1'11" 1)\II".Ic CILllholarsc COlno p-oidence. Esto, en función de una rutina cultuiml illlpllCSLte inculcada, las más de las veces, por la educación (los famosos cursos de "methodology" de las universidades estadounidenses). El fetichismo de la e-vidence conduce a rechazar trab.uos empíricos que no aceptan como evidente la definición misma de evid.ence: cada investigador no reconoce el estatus de datos (data) sino a una fracción ínfirna de lo dado; tampoco lo hace como debiera ser, con aquello que tiene den:cho a la existencia científica en virtud de su problemática (lo cual es perfectamente normal), sino sólo con lo que está respaldado y garantizado por la tradiciÓn pedagógica a la cual pertenece y solarnente por ésta. Resulta significativo que puedan construirse "escuelas" o tradiciones alrededor de una técnica de acopio de datos. Por ejemplo, en la actualidad, algunos etnometodÓlogos sólo admiten el an;ilisis de conversaciÓn que se reduzca al análisis de un texto extraído de su contexto, ignorando por completo los datos que pueden calificarse de elllográficos relativos al entorno inrnediato (lo cual se designa, tradicionalmente, con el nombre de situación), para no mencionar los datos que permitirían ubicar la siruaciÓn dentro de la estructura social. l~stos "datos", que suelen confundirse con lo concreto mismo, son en realidad producto de una formidable abstrau:iÓn -lo cual sucede invariablemente, puesto que lo dado siempre es construido-, pero que, en este caso, se trata de una abstracciÓn que se desconoce como tal. Así, tcndremosmonomaniacos de las distrihuciones estadísticas, del análisis del discurso, de la observación participante, de la entrevista libre (ojJen-ended) o profundizada (in-rlejJth), de la descripciÓn etnogrMica, ete. La rígida adhesión a uno u otro de estos métodos definirá la pertenencia a una escuela; por ejemplo, los imeraccionistas se identifican por su culto a la "etnografía", y los etnólogos, por su pasiÓn exclusiva hacia el an;ilisis de la conversaciÓn. iY se considerará una ruptura radical con clmonoteísmo metodológico el hecho de combinar el an;í.lisis del discurso con el análisis etnográtlco! Habría que llevar a cabo el mismo análisis con respecto a lastécnicas de an;ilisis, el análisis de variables Imílliples, el de regresiÓn, el jJath analysis, el ndwo'J'k anaJysis, el facto)' analysis. Aquí, nuevamente, impera el monoteísmo. Ello se debe, sin duda alguna, a que da la apariencia de una base metodolÓgica a la arrogancia propia de la ignorancia: la más elemental sociología de la sociología enseÚa que, con mucha frecuencia, las condenas metodológicas son una manera de convertir la necesidad en virtud, de aparentar ignorar (en el senrido activo de la palabra) aquello que simplemente se desconoce. También habría que analizar la' retórica de la presentación de los resultados que, cuando se transforma en exhibi<)ón ostentatoria de datos, métodos y procedimientos, sirve a menudo para enmascarar errores elementales de 1>11" I'I',\;C;\I{ ,\ Er-; rf:RMINOS REL.l.CIONALES '''Il.,>lllheíoll del ••1'1'1", ell Lllllo que, por el contrario, al ser nledida (olllonne al\>.\ P;lI,11111'1, ••.\ de este exhibicionisn10 del datll:m brutu'llt, la exposiciÓn riglllosa y económica de los resultados pe1'linentes suscita con trn:uencia la desconfianza de los fetichistas del pmtocolo (en el doble sentido) de una forma de evidence ... Pero, con el propósito de convertir en precepto positivo todas estas críticas, me limitaré a decir que es necesario cuidarse de todos los rechazos sectarios que se ocultan detrás de las profesiones de fe demasiado exclusivas, e intentar, en cada caso, movilizar todas las técnicas que, dada la definición del ol~ieto, puedan parecer pertinentes y que, dadas las condiciones prácticas de acopio de los datos, sean utilizables en la práctica. Podemos, por (jemplo, emplear el an,íJisis de las correspondencias para llevar a cabo un an;iJisis del discurso (como lo hice en el caso de los discursos publicitarios de \as diferentes empresas de producción de inmuebles industriales), o combinar el análisis estadístico más clásico con un conjunto de entrevistas profundizadas II observacioncs etnográticas (como lo hice en La En (in, la investigación es una cosa muy seria y difícil para que distinción). podamos darnos el h~io de confundir la rigidez-, que es 10 contrario de la inteligencia y la inventiva, con eJligor, y prescindir de tal o cual de los recursos que puede obTcer el conjunto de las tradiciones intelectuales de la disciplina, y de las disciplinas afines, como la etnología, la economía y la historia. Me dan ganas de advertir: "prohibido prohibir" o "cuídense de los perros guardianes metodológicos". Desde luego, la extrema libertad que predico, y quc me parece ser mero sentido comÚn, tiene por contraparte una extrerna vigilancia sobre las condiciones de empleo de las técnicas, sobre su pertinencia con respecto al problema planteado y sobre las condiciones de su aplicación. Descubro con frecuencia que nuestros apÓstoles del rigor metodológico se muestran bastante indulgentes, incluso descuidados, en el ernpleo mismo de aquellos métodos de los que prelelHkn ser defensores ... Lo que haremos aquí tal vez les parezca irrisorio. Pero, anle todo, la construcción del ol~jeto -por lo menos de acuerdo con mi experiencia como investigador- no es algo que se lleva a cabo de llna vez por todas, mediante una suerte de acto teórico inaug'ural, yel programa de análisis u observaciones a través del cual se efeclíia dicha construcción no es un plan elaborado de antemano, como el de un ingeniero: se trata de un trabajo de larga duraciÓn, que se realiza poco a poco, mediante retoques sucesivos y (o(\;¡ ulla serie de correcciones y rectificaciones dictadas por lo quc ILunamos la experiencia, es decir, este cOI~junto de principios pr:1Cli,(l.\(1'1(' orientan las elecciones minÚsculas y, sin embargo, decisivas. Por 1;\111", 5(>10has;ílldosc en una idea un tanto exaltada y muy poco n~ali~;L\,1<- b i I\\,'~,I i:~;\ci('llI,podr;í i r del ;dlcs en alguien sOl'prenderse de que dediquemos tanlo 11011\1''' ,1.!i:',(1l1 apariencia Ínfimos -incluso insignificanl ('s "1111< • h , Ileo,l ¡,)! 1 d(' s;I1)('1'si el "'1l11.1I5e.!elLis d(' investigador debe proclamar su cali(bd ,1"',,,,1,,1,,;,," 11 -_.~ 169 I ¡,O /'/ ',/'! 1', I \', una idcrllid;ld 111:1.'> ;1.(·pLd./cP('I '·Ielllj>l,., I.r .Ie 1'III<d,,)',"" 111,1'>11.1<1(>1--, o si conviene IJI;ís inclllir de(TIIIIII;)( b pn'gllllLl ('11 1111, 11(",11, >11.111', (1(',>,1 ¡nado a un etcétera. Inancjo estadístico o reservada pa!;1 1111illl"'r('g.lI( ••1<.,1 l. l.', 111I"llIladores, I11 I1I1 ! 111 ! 1I1 1 ! 1, 1 ! III!I , I I I 1 111 Esta atención a los detalles de los procedimientos de Lt ill\ (',',1 Ig;l<i(')n, cuya dimensión propiamente social (cómo encontrar buenos inl"oll 11;)(j. )fes, cómo dirigirse a ellos, cómo exponerles los propósitos de la investigaciÓn y, más generalmente, cómo "penetrar" en el entorno estudiado, ete.) no es la menos importante, deb(Tía tener el efecto de ponerlos en guanlia contra el fetichismo de los conceptos y de la "teoría", el cual tiene su origen en la propensión a considerar los instnunentos "teóricos"" como aquéllos de habitus, campo, capital, cte., en sí mismos, en vez de hacerlos funcionar, de aplicarlos. I 1 ~ Sin embargo, no basta con emplear las grandes palabras de la "gran teoría" para escapar al modo de pensamiento realista. Por c;jemplo, con respecto al poder, se fÓnnularán intelTogantes sustancíalistas y realistas de localización (a la manera de los antropólogos culturalistas que se preguntaban sin cesar el el 1 ! La noción de campo es, en cierto sentido, la estenografía conceptual de un modo de construcción del ol~jeto que habr;i de regir -u orientartodas las decisiones pr;icticas de la investigación. Funciona como un recordatorio: debo verificar que el objeto que rne propongo estudiar no esté atrapado en una red de relaciones a las cuales deba la esencia de sus propiedades. A través de la noción de campo, se tiene en cuenta el primer precepto del método, que exige combatir por todos los medios la inclinación inicial a concebir el mundo social de modo realista o, como diría Cassirer, de manera slIstanr:ialista (véase Substa1/zbegrilf 111ld FU1/htio1/sbeg'JiU): es menester pensar en téJ'minos relru:io1/ales. Ahora bien, resulta m;is C;ícil pensar en términos de realidades hasta cierto punto palpables, como grupos e individuos, que en términos de relaciones. Por ejemplo, resulta más accesible concebir la diferenciación social en fÓnna de grupos definidos como poblaciones, recorriendo a la noción de clase o, incluso, a la de antagonismos entre estos grupos, que en forma de un espacio de relaciones!. Los ol~jelos ordinarios de la investigación son realidades ser-¡aladas al invesligador por el hecho de que "se hacen notar" en cierta fÓnna, "al plarHear problernas" (por ejemplo, "las madres solteras del ghetto negro de Chicago"). Y, las m;ís de las veces, los investigadores toman corno objetos los problemas planteados por poblaciones delimitadas en UIla forma m;ís o menos arbitraria, obtenidas mediante divisiones sucesivas de una categoría prccslablecida, tales como "los ancianos", "los jóvenes",: "los inmigrantes"" ele. Así tendremos, por ejemplo: "los jóvenes de los suburbios occidentales de Villeurbanne". (En todos eslos casos, lo primero que habría que hacer sería tomar como objeto el trabajo social de construcción del objeto preconstruido: ahí es donde se encuentra el verdadero punto de ruptura.) I 1 , rr sq. '1 l' I 1\ ") ',IF H, III,:~",".;()',I:II \( Il)I",\U\ "/1 :,C IllllTIO¡.',;ILín('1/ dríl/rl(: esl;í, qu.U'1/ lo 1"' H ("de desde arriba o desde ab;úo, ete., de b 11 liS11 1;\ mall('f.1 '1"l' Hlll ", ..,ociolingiÚstas se preocupan por averiguar en rl';IIr!(' oculTe el ('11111,1<' IlIlgiiíSlico, si entre los burgueses o los pequeii.oburglleses, ete. A fin de J'()(uper con este modo de pensamiento -y no por el gusto de aplicar ulla nueva etiqueta a viejos odres teóricos-, hablaré del campo de poder (en vez de clase dOlllinante, concepto realista que designa a una población muy tangible de detentadores de esta realidad, igualmente tangible, que recibe el nombre de poder): entendiéndose con ello las relaciones de fuerza ~ntre las posiciones sociales que garantizan a sus ocuparlles un quantum suficiente de fuerza social-o capital- para que estén en condiciones de participar en las luchas por el monopolio del poder, del cual son una dimensión capital las luchas por la definición de la fonna legítima del poder (pIenso, .. , Io, en Ios en f'rentanllentos .. , , " y "1 por t:]emp entre ".anlstas )urgueses " en el siglo XIX). Dicho esto, una de las dificultades dd análisis relacional estriba en que, la mayor parte del tiempo, no se pueden aprehender los espacios sociales sino b<úo la forma de distribuciones de propiedades entre iudividuos. Esto, porque la información accesible está ligada a individuos. Así, para entender el subcampo de! poder económico y las condiciones socioeconÓmicas de su reproducción, nos vemos obligados a interrogar a los doscientos ernpresarios franceses más importantes. Sin embargo, es indispensable cuidarse de la regresión hacia la "realidad" de las unidades sociales preconstruidas. Para ello, les sugiero que recurran a este instrumento muy sencillo y muy cómodo de los rasgos pertinentes de un de construcción del ol~jeto que es el c1l(1.(l1'O conjunto de agentes o instituáones; por (:jemplo, al analizar diferentes artes marciales (la lucha, e! judo, el karate, de.), distintos establecimientos de enseii.anza superior o diferentes periódicos parisinos, escribiré el nombre de cada una de las instituciones en un renglón y abriré una llueva columna toda vez que descubra una propiedad necesaria para caracterizar a una de ellas, lo cual me obligará a investigar, en todas las dem,Í,s, la presencia o ausencia de dicha propiedad. Esto, en la fase puramente inductiva de localización. Luego, habrá que eliminar las superposiciones y reunir las columnas reservadas a rasgos estructural o funcionalmente equivalentes, de tal manera que pueda retener todos aquellos rasgos -y solamente éstos- que sean capaces de discriminar m,Í,so menos claramente a las distintas instituciones, o sea, los rasgos pertinentes. Este instrumento tan sencillo tiene la virtud de obligar a conceptualizar en términos relacionales tanto las unidades sociales consideradas como sus propiedades, las cuales pueden caracuTizarse en términos de presencia o ausencia (sí/no). Al costo de semejante trab~jo de construcción, qtlc 110 sc lleva a cabo sino mediante una larga serie de tanteos, se construVCII, poco a poco, espacios sociales que, aunque sólo se pueden CO!l(l("1 !,;tío b l<lI'lna de relaciones :,,,111(' III l/le /0' I l' IILI ( \\'/1(/ 11\ "/ ,1:0/" '11111'" 111 \ ).' e I ',(",1111"" >11 , '" ,''¡ I'¡ '<) L, F ,. '.1'111 '. I .\', ()I~jclivas IIIIIY;II>SII";ICI;IS, LIs C1laks 110 fll)('d(,11 lull',II'" 111' .• IId.I",'- ""1 el dedo, constituyen la esencia dclllllll\(lo s()(ial. I,().~1"11111('.1"'1 (Icllqll(l, a un trab~o que acabo de publicar accrca de las gl;lIld." (',( 1",LIS dondc explico, mediante una especie de crónica muy resumid;1 d(' 1111;1 íllvntigación cuya realización tomó cerca de dos décadas, cómo se pasa de la nH)I}ografía, que tiene todo e! aspecto de cientificidad, a un verdadero objeto construicic:: el campo de las instituciones escolares asegura la reproducción del campo de! poder. Es menos fácil evitar la trampa del objeto preconstruido cuando se trata, por definición, de un ol~jeto que me interesa, sin que conozca con precisión el verdadero motivo de este "interés". Veamos el caso de la Escuela Normal: el conocimiento inicial que yo pueda tener de ella, el cual es tanto más pernicioso cuanto se experimenta como desmistificado y desmistificador, genera toda una serie de interrogantes sumamente ingenuos que cua]quier estudiame de la Normal encontrará interesantes porque "se le ocurren espontáneamente" a] normalista que se interrogue acerca de su escuela, es decir, acerca de sí mismo: ¿Tienen los literatos nOITnalistas un origen social más elevado que los ciemíficos? ¿Contribuye el orden de ingreso a determinar la elección de las disciplinas, ¡natemáticas o física, filosofía o letras, cte.? De hecho, la problemática espontánea, en la cnal interviene un poderoso factor de complacencia narcisista, suele ser aÚn más ingenua. Para corroborar esto, harán bien en consultar las obras con pretensión científica que, desde hace unos veinte aÚos, han sido dedicadas a talo cual gTan escuela. A] final, se podd, escribir un grueso volumen repleto de hechos en apariencia perféctament.e científicos, pero que no tocarán lo esencial, a saber, al menos corno lo creo, si ]a Escuela Normal, a la cual pueden unirme vínculos afect.ivos, positivos y/o negativos, producto de mis inversiones anteriores, no es, en realidad, m{ls que un punto ubicado ell un espacio de relaciones ol~ietivas (un punto del que, por ot.ra pane, habrá que det.erminar el "peso" en la estructura); y si, más precisament.e, la verdad de esta instituciÓn radica en ]a red de relaciones de oposiciÓn y competición que la asimilan al cor~junto de las inst.it.ucioncs de enseÚanza superior, y que unen est.a red rnisma al conjunto de las posiciones dent.ro del campo del pode¡', posiciones a las cuales el paso por las grandes escuelas permite el acceso. Si es cieno que lo real es relacional, resulta muy faClible que yo no sepa nada de una instituciÓn acerca de la cual creo saberlo todo, porquc ella no es nada fuera de sus relaciones con el todo. De ahí, los problemas de estrategia que siempre se present.an, y que habrán de resurgir una y otra vez en nuestras discusiones sobre proyectos de investigaciÓn: ¿conviene más:esrudiar de rnanera extensiva el cor~junt.o deelementos pertinentes del objeto cons/ruicIQ\ o estudiar imensivamemeun fragmento limitado de este cor~uT\to teórico que carece de justificación científica? La elección que cuent.a con mayor aprobación social, en nornbre de una idea ingenuamente positivista de la precisión y la "seriedad", es la PENSAR EN TÉRMINOS REL'\CIONALES 173 segunda: la de estudiar "a fonclo un objeto muy preciso y circunscrito", como opinarían los asesores de tesis. (Sería demasiado fácil demostrar cómo las vinudes pequefloburguesas de "prudencia", "seriedad", "honestidad", ete., que podrían practicarse por igual en la gestión de una contabilidad comercial o un empleo administrativo, se transforman aquí en "método científico". ) En la práctica, se planteará la cuestión de los límites del campo, asunto en apariencia positivista, al cual es posible dar una respuesta teórica (el límite de un campo es el límite de sus efectos 0, en el otro sentido, un agente o una institución forma parte de un campo en la medida en que suti'c y produce efectos en el mismo), contestación susceptible de orientar estrateg'ias de investigación encaminadas a encontrar respuestas fácticas. A consecuencia de ello, uno casi siempre se cnfrentará a la alternativa: <ln;í.lisis inrcnsivo de una fracción prácticamenre tangible del ol~jetoo análisis extensivo clel objeto verdadero. Pcro la ganancia científica inherente al conocimiento clel espacio dentro del cual se aisló el objeto estudiado (por ejemplo, una escuela particular), que es preciso tratar de enrender, así sea somerarnente e, incluso, a falta de algo mejor, mediante informaciones de segunda mano, radica en que, al saber lo que uno está haciendo y conociendo la esencia de la realidad de la cual se abst'mjo un fragmento, se hace posible por lo rnenos identificar las grandes líneas de fuerza del espacio cuya coacción se c:ierce sobre el punto considerado (un poco a la manera de los arquitectos del siglo XIX, quienes realizaban, con carboncillo, admirables bocetos del cor~junto del eclificio donde se encontraba ubicada aquella parte que deseaban representar con todo detalle). Y, sobre todo, se evita el riesgo de buscar (v "encontrar") en el fragmento estudiado mecanismos o prin(~ipios que, en j:ealidad, se hallan fuera de él, en sus relaciones con otros objetos. Construir el objeto implicl también que se asuma, ante los hechos, una postura activa y sistemática: para romper con la pasividad cmpirista, que tan sólo ratifica las preconstruccioncs del sentido comLÍn, no es menester proponer grandes construcciones teóricas vacuas, sino abordar un caso empírico con la intenciÓn de c9nstruir un modelo -el cual no necesita adoptar una forma matemática o 'formalizada para ser riguroso-, combinar los datos pertinentes de tal manera que funcionen como un programa de investigaciones que planteen preguntas sistern:llicas, aptas para suscitar respuestas igualmente sistemálicas, en fin, construir un sistema coherente de relaciones, <¡ue deberá probarse como tal. Se trata de investigar sistemáticamente el caso parl icular, constituido en "caso particular de lo posible" como dice BacheLtnl, p;II'a despejar SIlS propiedades generales o invariantes que sólo se Plw<len <lescnhril 11I(,<li:III«'eslc tipo de investigaciÓn (el hecho de que esta inlel\('j"lJl ('si,', ,11I1C11I1(1,) :111.',('111 •. de !()s lr:tl);¡jos (k los historiadores se debe, .',;11dll( LI :d¡',IIILl. ,1 '1"' L" 1.-1 1111';"11'" "i:d de ."11Li. 1';1, h elLd .\(' CIIClI('II(ra In.'.• 111.1"11 LI .1,11111.1 •• 11 '.'" 1.11d">l1 .1"" l¡díILl, (", III('II"~, :lIl1hici".":1 o I '¡ I I~ 1.\1" ".'; 1 \'. pretcllciosa, pero LlIllhi<"lIlllCIlOS cxigclllc, ,I<-,<,d,·l',l, .1. '111«' b que se impone al sociÓlogo). EIJ'azonamiento analógico, que se apoya CIl la illlll/' 1011 1.1I011;IlLi de las homologías (fundada, ella misma, en el cOllocimiento de LI."I<-yesillvariantes de los campos), es un formidable instrumento de cOllslrllu:iÓIl del o~jeto: posibilita sumergirse por completo en la particularidad del caso estudiado sin ahogarse, como lo hace la ideografía empirista, y cumplir con el propósito de genemlizar:iÓn, que es la ciencia misma, 110 mediante la aplicación de grandes construcciones formales y vacuas, sino a través de esta manera peculiar de conceptualizar el caso particular, consistente en concebido realmente como tal. Este modo de pensamiento se aplica en una forma totalmente lÓgica dentro y por medio del recurso al método ('olllj){J'/'(llivo, que permite conceptualizar CII términos relaciollales un caso particular constituido en caso particular de lo posible, apoy;índose en las homologÍas estructurales cxistentes entre campos diferentes (el campo del poder universitario y el campo del poder religioso, a trav(~s de la homología propia de las relaciones profesor-illteleCl ual y obispo-teÓlogo) o entre estados dislilllos del mismo campo (el campo religioso en la Edad Media y eIl la actualidad). Si este seminario funciona como lo espero, se presentará C0ll10 una realización social pr;Íctica del método quc intento promover: ustedes escucharán a personas que, a pesar de que estén trab;~jando con ol~icros extremadamente variados, ser;Ín sometidas -,v se someterána ¡lIJa intcrrogación siemprc orientada por los mismos principios; dc esta manera, el modw ojJC'J'andi quc dcsco transmitir sc lranslllitir;í cn ulla forma cn cicrto modo práctica, sin CJuc haya neccsidad de explicitado tcóricamente, IlIcdialllc su repetida aplicación a casos diferentes. Cada quien, al escuchar a los dcmás, pensará en su propIa investigaciÓn, y la situación de comparaciÓn institucionalizada así crcada (clnlÚodo, al igual <¡\le la llIoral, sÓlo funciona si logra inscribirse en los mecanismos de un universo social) la obligará, al mismo tiempo y sin contradicciÓn alguna, a particularizar su oJ~jeto, a percibido como un caso particular (esto, en oposiciÓn a uno de los errores In;ís comunes de la ciencia social, a saber, la universalización del caso particular), a generalizarlo, ya descubrir, mediante la ;¡plic:ación de prcgulltas generales, los rasgos invariantes quc pucda ocultar bajo la apariencia de singularidad. (Uno de los efectos lII;ís directos de este modo de pensamiento sería el de excluir la sernigencralizaciólI, quc conduce a producir conceptos concrelosabstractos, result.antes de la introducciÓn clandestina, en el discurso científico, de palabras o hechos autóctonos no analizados.) En la época en que yo era más directivo, recomendaba con insistencia a los investigadores que estudiaran por lo menos dos ol~jetos: por t:jemplo, en el caso de los historiadores, aparte de su objeto principal, es decir, determinado editol' del siglo ~TVIII o los coleccionistas del Segundo Imperio, el equivalente contemporáneo de este objeto -una editorial parisina o un grupo de coleccionistas-, (>1111110 \ 1 I!, 111 !I" !I. '11 1:1 III .1 11 1 !II 111 111 \11 1 11 11 I!I ~I 11'.1.1, < 11 fl 111 1 ~ ~ ~ 11 ~ ~ I 1\1 1 ~ (t¡ ::; ~ '< '-' x ~ :.:: n :: r-l' ;:¡ ~ o -: ;3 ~',1) o M ::: c: == ~ ~'"' ,... r:. re &~"'rr.~2.. :::...c 2:; =: _ ~ ::: -- -"J: - -.-:: - -- -= ~ ..., - -;,.... :.:.-:-" - :,r ".... ;: - - "" ::: ""': -- - ---- . . "':= :::: "-" ,... ~,-:. -:: - - =- - "" -~.-: - --- -='w"':'; - _ :: =- = --- ~ ~ ~ ~ ,.:. -: '::: :,,. g~1"~ ~~~:. -~~ O' ""' ~:; --: -:. ~ ;J,..<: !'"l ::1 : ~ 'J"i - G ~ ::: §'"' ~n :; -J; -= _. O ::1 - -- < ~ ""~ ~, .. ~ - -::; _:r- l ",. 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