Dependencias y Organismos Auxiliares de la

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Pronunciamiento General 01/2011
Sobre la eliminación de la violencia contra las mujeres
Comisión de Derechos Humanos del Estado de México
8 de marzo, Día internacional de la mujer
Dependencias y Organismos Auxiliares de la Administración Pública
Estatal; Honorable “LVII” Legislatura del Estado de México; Honorable
Tribunal Superior de Justicia del Estado de México; Ayuntamientos del
Estado de México; Organismos Públicos Autónomos del Estado de
México; Organismos de la Sociedad Civil; Instituciones Académicas;
Sociedad en general:
La Comisión de Derechos Humanos del Estado de México, en el Día
Internacional de la Mujer, con el objeto de promover el mejoramiento de las
prácticas administrativas indispensables para la prevención, atención,
sanción y eliminación de la violencia contra la mujer, y con fundamento en el
artículo 13 fracciones IX y XXIII de la Ley de la Comisión de Derechos
Humanos del Estado de México, emite el presente pronunciamiento general,
de conformidad con lo siguiente:
Antecedentes
En 1972 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas
proclamó que 1975 sería el Año Internacional de la Mujer, como resultado
de importantes acontecimientos históricos y grandes luchas emprendidas
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por las mujeres por la igualdad entre los géneros, la justicia, la paz y el
desarrollo. Tiempo después, en 1977, invitó a todos los Estados a que
establecieran, de acuerdo con sus tradiciones históricas y costumbres
nacionales, un día específico para conmemorar los derechos de las
mujeres.
En ese contexto, hoy conmemoramos el Día Internacional de la Mujer como
una oportunidad para reflexionar sobre los avances conseguidos y los retos
que debemos enfrentar como sociedad, para salvaguardar el derecho de las
mujeres a una vida libre de violencia.
El fenómeno de la violencia
La violencia se ha generalizado en muchas partes, adoptando nuevas y
complejas formas que no distinguen nacionalidad, edad, género, raza,
cultura o religión, en detrimento de la libertad, la justicia y la paz. Esta
situación ha inspirado la suscripción de los instrumentos internacionales
más importantes en materia de derechos humanos, como la Carta de las
Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud la violencia puede ser
entendida como el uso intencional de la fuerza o el poder físico o las
amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o comunidad, que
afecte o tenga muchas probabilidades de lastimar la dignidad en cualquier
forma, incluidas las lesiones, la muerte, los daños psicológicos, los
trastornos del desarrollo o las privaciones.
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En ese sentido, considerando la naturaleza de sus graves consecuencias y
que los profesionales de la salud se encuentran con frecuencia entre los
primeros que tienen contacto con las víctimas, en 1996 la Asamblea
Mundial de la Salud declaró que este flagelo debe ser concebido como un
problema de salud pública.
Violencia contra las mujeres
Todos estamos expuestos a sufrir agresiones que pueden lastimar nuestra
dignidad, pero existen personas que por costumbres y pensamientos
misóginos, injustamente tolerados, resultan afectadas en mayor grado.
Mujeres de todas las edades, condiciones sociales y económicas, sin
distinción, son vulnerables a ser violentadas a través de formas distintas,
que transitan desde las normalizadas, bajo el contexto de la disciplina, hasta
las más perversas e indecibles prácticas de tormento. Esa susceptibilidad
se
acentúa
cuando
las
mujeres
se
encuentran
en
situaciones
particularmente difíciles como la discapacidad, la condición migratoria, la
marginación, la pobreza, la indigencia, la detención o reclusión y la
pertenencia a una minoría étnica o religiosa.
De acuerdo con la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y
Erradicar la Violencia contra la Mujer, Convención de Belém do Pará, la
violencia contra las mujeres debe entenderse como cualquier acción o
conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento
físico, sexual o psicológico, tanto en el ámbito público como en el privado.
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La violencia física, sexual y psicológica, así como el abuso de carácter
patrimonial, pueden manifestarse de maneras distintas, en función del
contexto social, económico, cultural y político, independientemente de que
la dinámica social propicie el surgimiento de otras nuevas.
Los ámbitos de la violencia
Ese flagelo se encuentra presente en los principales entornos como la
escuela, el trabajo, la comunidad e incluso en los propios hogares, donde se
arraiga un clima de intimidación y sometimiento, que es disimulado por la
creencia equívoca de que se trata de un asunto que solamente concierne al
ámbito privado y que, por lo tanto, ninguna otra persona y menos una
autoridad puede entrometerse.
Las escuelas son el lugar donde las niñas y las adolescentes pasan la
mayor parte del tiempo, en éstas se debe procurar un ambiente que
salvaguarde su dignidad e impulse sus potencialidades. No obstante,
muchas veces los recintos educativos se convierten en espacios donde las
mujeres están expuestas al maltrato.
En el ámbito laboral, si bien es cierto las mujeres han asumido roles que les
permiten desarrollarse productivamente, muchas de ellas se enfrentan
diariamente a la segregación ocupacional y a las diferencias de los salarios,
respecto a los que perciben los hombres, sin pasar por alto que algunas
otras no tienen acceso a un trabajo formal. Ese panorama se agrava cuando
su éxito puede convertirse en una fuente de violencia, pues de acuerdo con
datos de la Encuesta nacional sobre la dinámica de las relaciones en los
hogares 2006, realizada por el Instituto Nacional de las Mujeres y el Instituto
Nacional de Estadística y Geografía, las mujeres que participan en el
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mercado de trabajo enfrentan en mayor medida incidentes de violencia en
general, con respecto de aquellas que solamente se dedican a los
quehaceres del hogar.
La comunidad también es un espacio en el que están expuestas a la
violencia, pues existen lugares seriamente influidos por factores de riesgo
como: niveles altos de delincuencia, marginación, pobreza o desempleo. En
este entorno, de acuerdo con el Estudio a fondo sobre todas las formas de
violencia contra la mujer de las Naciones Unidas, las agresiones también
pueden estar asociadas con los medios de comunicación, como el internet o
los teléfonos móviles.
Por otro lado, los abusos que se cometen en contra de las mujeres al
interior del hogar, paradójicamente, son recurrentes y, cuando aparecen,
suelen aumentar en frecuencia e intensidad, hasta llegar a consecuencias
fatales. Ante esos excesos, las mujeres son potencialmente vulnerables,
pues se encuentran en franca desventaja con sus agresores, y temen que
su resistencia o respuesta agrave la situación.
La protección de las mujeres en los instrumentos internacionales
Muchos tratados internacionales, en materia de derechos humanos,
contienen disposiciones, en virtud de las cuales, todas las personas quedan
bajo su protección. Asimismo, existen otros que específicamente están
encaminados a asegurar el reconocimiento, goce y ejercicio de las
libertades y derechos intrínsecos de las mujeres. Los más relevantes,
tratándose de violencia contra las mujeres, son aquellos que han sido
suscritos especialmente para prevenir, combatir y castigar la discriminación,
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el maltrato, el abuso y hostigamiento sexual, la violación, la trata de
personas y el homicidio doloso.
Estos instrumentos son trascendentales, pues de acuerdo con lo dispuesto
por el artículo 133 de nuestra Norma Fundante Básica, los compromisos
internacionales suscritos y ratificados por México, independientemente de
su
denominación
–ya
sean
tratados,
convenciones,
declaraciones,
acuerdos, protocolos o cambio de notas–, tienen fuerza legal en nuestro
país.
Esas muestras del compromiso internacional asumido en la defensa de las
mujeres
se
complementan
con
políticas,
programas,
resoluciones,
investigaciones, campañas e incluso con la trasformación de los órganos de
las Naciones Unidas. Así en el 2010 la Asamblea General creó ONU
Mujeres, que fusiona y da continuidad a las tareas de la División para el
Adelanto de la Mujer (DAW), el Instituto Internacional de Investigaciones y
Capacitación para la Promoción de la Mujer (INSTRAW), la Oficina del
Asesor Especial en cuestiones de género (OSAGI), y el Fondo de Desarrollo
de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), con la finalidad de acelerar
los objetivos en materia de igualdad de género y empoderamiento de la
mujer.
La situación en el Estado de México
En México, las cifras oficiales sobre este problema son una evidencia clara
de su gravedad, ya que de acuerdo con los resultados de la Encuesta
nacional sobre la dinámica de las relaciones en los hogares 2006, el 43% de
las mujeres del país han sido víctimas de violencia por parte de sus parejas.
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Esta situación ha motivado que en el plano nacional, la defensa de la mujer,
legalmente se materialice en la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos; el Código Civil Federal; el Código Penal Federal; la Ley del
Instituto Nacional de las Mujeres; la Ley para la Protección de los Derechos
de Niñas, Niños y Adolescentes; la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la
Discriminación; la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres; la
Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia; y la
Ley para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas.
Es preciso señalar que este problema no impacta exclusivamente al Estado
de México, pero sí lo apremia de manera especial para redoblar los
esfuerzos en el combate de este lastre social, pues de acuerdo con datos
del Censo de población y vivienda 2010 del Instituto Nacional de Estadística
y Geografía, en el territorio mexiquense, habitan 15 millones 175 mil 862
personas, de las cuales 7 millones 778 mil 876 son mujeres.
Nuestra entidad, en los últimos años, ha tenido avances significativos en la
adopción
de
medidas
legislativas
encaminadas
a
garantizar
el
reconocimiento, goce y ejercicio de las libertades y derechos intrínsecos de
las mujeres, en congruencia con la legislación federal y los estándares
internacionales, que se reflejan en la Constitución Política del Estado Libre y
Soberano de México; el Código Civil del Estado de México; el Código Penal
del Estado de México; la Ley para la Protección de los Derechos de las
Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de México; la Ley para la
Prevención y Erradicación de la Violencia Familiar del Estado de México; la
Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Estado de
México; la Ley de Igualdad de Trato y Oportunidades entre Mujeres y
Hombres del Estado de México, y recientemente con las reformas a
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distintos ordenamientos, en materia de equidad de género, impulsadas por
el Titular de Ejecutivo Estatal y la Honorable “LVII” Legislatura Local.
Así, es posible señalar que la violencia en contra de las mujeres, en nuestro
Estado, es un problema que –legalmente– está siendo abordado. Sin
embargo, debe enfatizarse que ninguna norma, por sí misma, puede evitar
que este grave flagelo se suscite.
El reclamo social se ha acrecentado pues los acontecimientos tan
lamentables que suceden en nuestra realidad continúan en aumento y
exigen hacer eficiente la coordinación institucional, así como las políticas
públicas, que tengan por objeto no solamente combatir y sancionar, sino
también prevenir la incidencia de esta problemática.
Acciones concretas del sector público en el Estado de México
Ante esas demandas, en el 2010 esta Defensoría de Habitantes dirigió a los
125 ayuntamientos de la entidad, la Recomendación General 01/2010, para
que en sus bandos de policía y gobierno homologaran y fortalecieran, entre
otros rubros, el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, en
congruencia con lo dispuesto por la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, los compromisos internacionales suscritos y ratificados
por México, así como en las leyes generales, federales y locales.
Por otro lado, en el Estado de México se instauró el Programa compromiso
con la equidad de género; se suscribió el Pacto y el acuerdo nacional por la
igualdad de mujeres y hombres; se firmaron Convenios de coordinación
para promover la transversalidad de la perspectiva de género en las 125
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administraciones municipales y se realizaron foros para promover la
equidad de género.
Asimismo, con la finalidad de investigar y perseguir los delitos cometidos
con violencia contra la mujer, delitos sexuales y aquellos que atenten contra
el pleno desarrollo de la personalidad y la dignidad de las mujeres, la
Procuraduría General de Justicia del Estado de México creó la
Subprocuraduría para la Atención de Delitos Vinculados a la Violencia de
Género, que tiene entre sus funciones vigilar, el cumplimiento de los
tratados internacionales, en materia de derechos humanos de las mujeres,
así como de la normativa federal y local, para hacer efectivo el derecho de
las mujeres a una vida libre de violencia.
Los retos presentes y futuros
No obstante lo antes expuesto, debemos reconocer que aún queda mucho
por hacer y que no podemos considerar agotadas las acciones emprendidas
para garantizar, a las mujeres, un ambiente que les permita desarrollarse de
manera integral.
La prevención y el combate de la violencia contra las mujeres no son tarea
sencilla,
pues enfrentan grandes obstáculos como la
connotación
sociocultural tan arraigada que entraña este problema y la insuficiencia de
información, que nos permita tener un diagnóstico claro que evidencie la
incidencia y magnitud de cada forma de agresión, así como sus
consecuencias, para desarrollar acciones concretas con mayor probabilidad
de eficacia.
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En el mencionado Estudio a fondo sobre todas las formas de violencia
contra la mujer se ha sostenido que la prevención y el combate de la
violencia contra las mujeres, requieren ser abordados desde la perspectiva
de los derechos humanos, pues su amplitud permitirá impulsar la
participación conjunta de sectores diversos como salud, educación, trabajo,
desarrollo, seguridad pública, procuración y administración de justicia y de
la sociedad en general.
En ese sentido, en el 2008 Ban Ki-moon, Secretario General de las
Naciones Unidas impulsó la campaña Únete para poner fin a la violencia
contra las mujeres, que tiene como objetivos adoptar y hacer valer las leyes
nacionales para tratar y castigar todas las formas de violencia contra
mujeres y niñas, adoptar e implementar formas de alcance nacional de
sectores múltiples, fortalecer la recopilación de datos sobre el predominio de
violencia contra mujeres y niñas, aumentar la conciencia del público y la
movilización social y tratar la violencia sexual durante conflictos.
Esta campaña propone la realización de acciones concretas para las
autoridades locales, las instituciones académicas de todos los niveles, las
fuentes de trabajo y la sociedad, encaminadas a contribuir a la erradicación
de la violencia contra las mujeres, que dada su trascendencia merecen ser
promovidas, a través del presente documento para que sean impulsadas en
el Estado de México:
Acciones para las autoridades locales
Adoptar presupuestos que en su diseño, implementación y evaluación
consideren los intereses, necesidades y prioridades de mujeres y hombres,
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con el objeto de integrar transversalmente una política de género en planes,
programas y acciones gubernamentales.
Promover la creación y modificación de ordenamientos legales para
fortalecer la defensa de los derechos de las mujeres, fomentando la
participación ciudadana.
Establecer políticas públicas que garanticen el derecho de las mujeres a
una vida libre de violencia.
Mejorar los mecanismos para recabar la información sobre la violencia
contra las mujeres.
Otorgar reconocimientos y estímulos a las personas físicas y jurídico
colectivas, que trabajen para poner fin a la violencia contra las mujeres.
Acciones para las instituciones académicas
Definir en las políticas educativas los principios de igualdad, equidad y
no discriminación entre mujeres y hombres y el respeto pleno a los
derechos humanos.
Asegurar el derecho de las mujeres a la educación, a la alfabetización y
al acceso, permanencia y terminación de estudios en todos los niveles, a
través de la obtención de becas y otras subvenciones.
Impartir conferencias, cursos, seminarios, talleres, diplomados o
especialidades académicas para la capacitación de servidores públicos,
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educadores, profesionales del derecho y público en general, sobre temas
relacionados con género y combate a la violencia contra las mujeres.
Desarrollar programas de educación, destinados a concientizar a la
sociedad sobre las causas y las consecuencias de la violencia contra las
mujeres, con el objeto de generar una cultura encaminada al respeto de su
dignidad.
Acciones para las fuentes de trabajo
Realizar actividades para promover la igualdad de género entre los
empleados.
Reprobar la descalificación del trabajo realizado, las amenazas, la
intimidación, las humillaciones, la explotación y todo tipo de discriminación
por condición de género.
Acciones para la sociedad
Conocer y respetar los derechos de las mujeres.
Eliminar prácticas misóginas que vulneren la dignidad de las mujeres.
Colaborar con las autoridades municipales y estatales en las acciones
que realicen para prevenir y combatir la violencia contra las mujeres.
Denunciar las agresiones que se cometan en contra de las mujeres,
para que éstas no permanezcan en la impunidad.
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Formular propuestas para prevenir, atender, sancionar y eliminar este
agravio.
Consideraciones finales
La legislación, las políticas públicas, las campañas que promueven acciones
de gobierno deben partir, sin lugar a dudas, de la dignidad, fuente de
nuestros derechos y el mayor valor de los seres humanos. La dignidad es la
condición de superioridad de la persona humana, es el elemento que nos da
valor absoluto y que forma parte integral de nuestra identidad.
Todos los esfuerzos que se realicen desde las instituciones públicas, desde
las organizaciones sociales, o desde los ciudadanos en su individualidad,
deben tener como objetivo principal fortalecer el reconocimiento a nuestra
dignidad. El cambio cultural que permita una disminución real de la
violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, deberá partir de entender
que la defensa de los derechos emana del reconocimiento a la libertad que
los seres humanos tenemos para decidir nuestra vida con independencia.
La apuesta para el presente, y hacia el futuro inmediato, debe ser el
empoderamiento de las mujeres, que significa tener la capacidad de vivir
como una persona íntegra, capaz de tomar decisiones, además de adquirir
recursos emocionales y sicológicos para alcanzar autonomía. Nunca en
detrimento de los otros, en este caso de los hombres, sino como búsqueda
permanente de respeto y equidad hacia lo que ellas representan como
integrantes plenos de la sociedad.
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Si fracasamos en la lucha para eliminar la violencia contra las mujeres
corremos el riesgo de bloquear el crecimiento personal de la mitad de la
población. Los hombres –y las mujeres también– tenemos la obligación de
comprometernos con la tarea de construir nuestras historias personales y la
historia de nuestra comunidad a partir del respeto a la dignidad de las
personas y por ende, a los derechos humanos.
En nuestra institución estamos convencidos de que las tareas que deben
prevalecer, en el fortalecimiento de la cultura de respeto a los derechos
humanos, son las preventivas. Con esta convicción nos empeñamos en
contribuir a la educación que forje mujeres fuertes, que tomen decisiones,
que construyan, defiendan su proyecto de vida y luchen por su identidad,
ante los demás integrantes de la sociedad. Y en contraparte, nos
esforzamos porque los hombres acepten estos nuevos paradigmas como
parte de una realidad que llegó para quedarse.
Mujeres que sean capaces de mostrarse unas a otras, y mostrar a los
hombres, que sí es posible vivir en equidad, en armonía, en respeto hacia lo
que somos, lo que pensamos, lo que sentimos. Mujeres que se eduquen a
sí mismas, y a sus hijas e hijos, como seres humanos dignos, íntegros,
responsables de sus deberes, respetuosos de sus derechos y de los
derechos de quienes las rodean.
La violencia en contra de las mujeres es una vergonzosa realidad que debe
ocuparnos, no únicamente hoy, sino todos los días, para lograr el tránsito
desde cualquier situación de opresión, desigualdad, discriminación o
explotación, hacia un estado de conciencia y autodeterminación, que se
manifieste en el goce pleno de los derechos y las libertades de cada uno.
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Al celebrarse el Día Internacional de la Mujer la Comisión de Derechos
Humanos del Estado de México hace un llamado a los sectores público,
social y privado, para mejorar las prácticas en materia equidad de género y
para impulsar la cultura de respeto a los derechos de las mujeres.
Nuestro Organismo busca dejar testimonio de que cuando los derechos y la
dignidad humana no son respetados hay que hablar claro y fuerte para
evitar que estas situaciones se transformen en costumbres y todos
corramos el riesgo de ser víctimas de nuestra propia indiferencia o
aceptación ante los hechos violentos.
M. en D. Marco Antonio Morales Gómez
Comisionado
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