AGÜERA RUIZ, Antonio, Los Elementos de la Arquitectura por Sir Henry Wotton. Un texto crítico, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Valladolid, Valladolid 1998, 284 páginas. La tratadística inglesa de arquitectura es poco conocida en nuestro país, salvo los grandes textos del siglo XVIII. Por ello, no deja de ser curioso que el primer tratado teórico de arquitectura en aquel país, The Elements of Architecture, de Sir Henry Wotton, publicado en Londres en 1624, fuese traducida al castellano y publicado el año 1698. La circunstancia deja de ser pura anécdota, cuando comprobamos que el texto castellano de Wotton, o la versión en latín del mismo, publicada en Amberes por Juan de Laet en 1649 (a partir del cual se realiza la traducción por el anónimo castellano), son citados en varias ocasiones por los escritores de arquitectura de nuestro país. Así lo hace, a partir de la edición latina de Laet, Juan Caramuel en su Architectura Civil Recta y Obliqua, otorgándole cierta autoridad. Nos volvemos a encontrar el libro citado por Teodoro Ardemans en sus Ordenanzas de 1719, en Los elementos de toda la Arquitectura Civil de Rieger–Benavente de 1763, y en los Diferentes papeles críticos de Diego de Villanueva de 1766. Lo primero que debemos destacar del tratado de Wotton es su gran importancia dentro de la historia de la arquitectura inglesa; ya que pocos libros hicieron tanto para afianzar en ese país la idea de la arquitectura como una de las grandes artes, dotadas de un pretendido saber científico y de un claro contenido humanístico. Importancia que, en mi opinión, no fue suficientemente resaltada en su día por Rudolf Wittkower, en sus estudios sobre Palladio and the English Palladianism , o más recientemente por J. Rykwert en Los primeros modernos. Interesa comentar, de entrada, y como un dato que va a ser algo común en la historia de la arquitectura inglesa, que Henry Wotton no es arquitecto. Es más bien –como al autor del presente trabajo le interesa destacar– un aficionado, un curioso, un diletante, cuyos conocimientos artísticos fueron alcanzados gracias a sus largas estancias en Italia sirviendo como embajador del rey Jacobo I Estuardo ante la república de Venecia. Tal como podemos leer en el estudio realizado por el profesor Antonio Agüera, los primeros estudios de Wotton en la Universidad de Oxford, sus amistades con literatos y poetas, sus conocimientos de varias lenguas –latín, griego, francés, alemán, italiano y español–, el cultivo de la poesía y, sobre todo, la necesidad de tener que escribir continuas epístolas para dar a conocer sus trabajos en distintas embajadas, le hacen acreedor de un cierto renombre en las páginas de la literatura inglesa del cambio de siglo. En este sentido, la lectura de The Elements of Architecture –o del análisis de sus ideas realizados por Antonio Agüera– nos produce un cierto asombro y admiración, al apreciar la elegante prosa de Wotton, que se complace en mostrar su erudición, a la vez que procura instruir y deleitar a aquellas personas de nobleza y cultura ajenas a lo que debía ser la auténtica arquitectura, tal como se entendía en las principales cortes europeas por él visitadas con ocasión de sus embajadas. Un dato significativo, en el análisis efectuado por Agüera, es el juicio comparativo que realiza sobre la calidad literaria de los dos primeros tratados de arquitectura ingleses, cuya edición dista unos sesenta años. El primero de estos textos, The First & Chief Groundes of Architecture, escrito por el pintor John Shute en 1563, utiliza un inglés arcaico, de difícil comprensión por la sintaxis y ortografía empleada. Mientras que el de Wotton, del año 1624, se lee de corrido, a la vez que se disfruta del fino ingenio y de abundantes y sutiles paradojas, tan típicas –a partir de entonces y, en parte, gracias a él– en la literatura anglosajona. Y es que la segunda mitad del siglo XVI, en la que surge la primera literatura artística en Gran Bretaña, coincide con la época de William Shakespeare; es decir, con unos años en los que se irá forjando el idioma inglés con la incorporación de un amplio vocabulario procedente del continente. En este contexto, el profesor Agüera nos recuerda que, tanto la obra de Shute, como la de Wotton, irán acuñando en su idioma un conjunto de términos, procedentes del latín e italiano, que convenientemente adaptados a la fonética inglesa, enriquecerán su lengua con todo un arsenal de vocablos eruditos –como pueden ser arte, architecture, columne, pillar, pylaster, proportion, order, disposition, dorique, tuscan, corinthian, ionique, architrave, frize, cornice, capitall, voluta, contraction, modiglioni, mould, modello, gallerie, pinacothecia, commoditie, studiolo, y un largo etcétera– que permiten entender y hablar con propiedad de la nueva arquitectura procedente del continente. Es más que probable, en este contexto, que el conocimiento y empleo de estas palabras, en la conversación erudita sobre el arte y la arquitectura, se convirtiese en una moda entre los cortesanos de la corte de los primeros Estuardo. Pero no es éste el único, ni siquiera el principal mérito de The Elements of Architecture, tal como se nos narra en el presente trabajo. Si en algo destaca el pequeño tratado de Wotton es por dos motivos. En primer lugar, por haber inaugurado en Inglaterra la costumbre de publicar textos sobre arquitectura dirigidos, no a especialistas en la construcción –surveyors, maestros de obra o artesanos–, sino a personas de la nobleza o de la cultura. Se trata del primero de una serie de libros que se proponen, como objetivo prioritario, cultivar una determinada sensibilidad y buen gusto. Ofreciendo al lector interesado la oportunidad de conocer una serie de criterios de juicio y valoración ante una manera italianizante de hacer y entender la arquitectura hasta entonces desconocida en el país. Ya que, conviene recordar, debido a los sucesos políticos y religiosos del siglo XVI, Inglaterra vivía replegada sobre sí misma durante la época isabelina, ajena a las nuevas experiencias artísticas italianas y europeas, lo que inducía a un panorama artístico y arquitectónico en extremo empobrecido y arcaizante. En segundo lugar, la importancia del texto de Wotton reside en haber sido el primero en forjar una predilección por la arquitectura veneciana, y más concretamente por la arquitectura de Palladio, que tanta repercusión tendría en el desarrollo posterior de la arquitectura inglesa. A partir de estas dos premisas –expuestas con gran claridad por el profesor Agüera– podemos llegar a comprender el importante papel que jugó el libro de Wotton en la corte del infortunado Carlos I Estuardo, en cuanto necesario complemento para que la gente de la nobleza pudiera entender y apreciar las nuevas obras de arquitectura promovidas por la corona –la Queen’s House en Greenwich, el Banqueting Hall en Whitehall, la Queen’s Chapel en St. James, St. Paul en Covent Garden, o el pórtico añadido a la fábrica gótica de la catedral de San Pablo– y erigidas por Inigo Jones en Londres, entre 1619 y 1634, según las pautas de la arquitectura palladiana y del véneto. Pero también nos permiten pensar en la innegable influencia que jugó The Elements of Architecture en la tarea de asentar la nueva figura del arquitecto en cuanto persona singular –en todo distinta a cualquier hábil surveyor–, adornada de una amplia cultura, de un importante bagaje de saberes científicos, y de sólidos conocimientos artísticos referidos a la arquitectura de la antigüedad y del nuevo clasicismo renacentista. De todo ello, y de muchos más aspectos relacionados con la arquitectura inglesa de la época, se trata en el estudio ahora publicado. Un estudio que se estructura en tres partes bien diferenciadas. En la primera, a través de la presentación de la figura y linaje de Henry Wotton, el lector de nuestro país podrá descubrir unas páginas de la historia europea que quizá sean para nosotros poco conocidas. Se trata, como se podrá ver, de una historia realmente fascinante, en la que se entrecruzan acontecimientos políticos y religiosos que marcarán el futuro desarrollo de todo el siglo XVII. En la segunda parte, el autor del presente trabajo se centra en situar la obra de Wotton en el contexto de la literatura arquitectónica del momento, además de narrar su fortuna crítica en Inglaterra y España. Por último, en la tercera parte, se ocupa del análisis de las páginas del tratado, con especial referencia a las deudas con los textos arquitectónicos precedentes –Vitruvio, Alberti, Vasari, Philibert de l’Orme–, a sus aportaciones originales y a algunas peculiaridades de la versión castellana. Como apéndice, y en columnas paralelas, se recoge la primera edición inglesa de 1624 y la versión castellana de 1698. Permitiendo al lector interesado cotejar ambas versiones, disfrutando de la brillantez literaria del texto inglés, y de las dificultades, omisiones, añadidos e equivocaciones de la traducción al castellano. La iniciativa de publicar este libro por parte de la Universidad de Valladolid, en colaboración con el Colegio de Arquitectos de esa demarcación, pone a nuestro alcance un texto sobre arquitectura siempre de interés, pues como bien escribió ese otro curioso, crítico e impertinente, que fue nuestro Diego de Villanueva, “esta obra está llena de bellas máximas y conocimientos, y da una idea de toda la Arquitectura”. CARLOS MONTES SERRANO