Freud y el Surrealismo El mundo es mucho más de lo que vemos, decían los surrealistas. El mundo es lo que soñamos, lo que olemos, lo que deseamos. La psicología se transforma en una herramienta fundamental para el análisis del surrealismo, pues en cada obra surrealista vemos reflejados lejanos recuerdos mezclados con la cotidianidad reciente, sueños entrecortados con otros sueños, obsesión y deseos ocultos. A través de los sueños podemos transportarnos a un mundo irreal, paralelo, en el cual somos amos y esclavos, a la vez, de nuestros propios deseos y aspiraciones. Los pintores surrealistas utilizaron como vías de acceso a la "superrealidad" de sus mundos internos, las técnicas del automatismo, el sondeo del inconsciente, los sueños despiertos, el azar, entre otras, y de esta manera lograron acceder a lo más recóndito de la mente humana; o como diría Salvador Dalí, a ese tras-país de cada individuo que no se deja alcanzar más que detrás del horizonte. Hubo quienes llevaron a su trabajo la idea del automatismo, definida por Bretón como la actividad de limitar la expresión artística mediante mecanismos inconscientes, es decir, manifestar sólo las imágenes que apareciesen en los sueños y hacerlas protagonistas sobre las demás imágenes, y de esta manera, reducir el control de la razón sobre la expresión aumentando así la rapidez para realizar obras de arte. Freud se interesaba por el arte y escribió amplios ensayos sobre la "Mona Lisa" de Leonardo da Vinci, y "El Moisés" de Miguel Angel; buscaba en estas obras indicios que revelasen el mundo interior de sus autores. Freud entendía que la mente consciente, condicionada por las convenciones sociales, ofrece una imagen limitada y engañosa de la personalidad, y que en el nivel más profundo de los sueños los hombres expresan sus deseos y preocupaciones, mediante un lenguaje oculto de símbolos y asociaciones. "(…) el sueño es una segunda vida, en la cual no existen fronteras ni inhibiciones. El inconsciente se desarrolla automatizando las expresiones artísticas y materializándolo todo" (1). Los pintores surrealistas aprovecharon el poder de la psiquis para esbozar sus sentimientos, materializarlos y de esta manera hacer relativa a la realidad, en materia artística; "Como el proceso del conocimiento ya no tiene lugar y la inteligencia no se tiene ya en cuenta, sólo el sueño deja íntegro el derecho del hombre a la libertad. Gracias al sueño, la muerte no tiene ya un sentido oscuro y el sentido de la vida se vuelve diferente" (2). Página 1 Los artistas: Marx Ernst (1891-1976) Durante un período de seis años, entre 1920 y 1926, Ernst profundiza sus conocimientos sobre el subconsciente y los sueños; y en sus obras plasma su época dadaísta a través de elementos fantásticos como sus famosos pájaros que se confunden con figuras humanas, bosques y mujeres desnudas. Pareja zoomórfica en gestación. 91.5 x 73 cm Joan Miró (1893-1983) En sus pinturas Paisaje catalán y Tierras labradas no se ven detalles sino formas reales y fantásticas, elementos coexistentes y simbólicos, como pipas, bigotes y barbas; aparecen figuras geométricas y el dadaísmo se ve explícito en la deformación de los objetos. Entre 1924 y 1927, Miró pinta La botella de vino y El carnaval del Arlequín demostrando así que es un pintor surrealista más allá de no pertenecer al grupo de Breton. Página 2 El carnaval del Arlequín 1924-1925. 66 x 93cm. René Magritte (1898-1967) La pintura de Magritte resalta la noción de identidad y propiedad de las cosas. En ella existe una proyección psicológica y filosófica que fue difamada durante varios años por los críticos de arte de su país natal. Magritte hizo público el por qué de su pintura surrealista; decía que quería producir el equivalente del sentimiento de misterio experimentado por él durante su infancia y adolescencia. Este pintor no pinta sueños pero a través de su imaginación los objetos parecen haber sido soñados. El asesino enmascarado. Página 3 Salvador Dalí (1904-1989) Dalí afirmaba que sus cuadros eran fotografías de sueños pintadas a manos y buscó siempre en el inconsciente una nueva realidad, una surrealidad diferente a la visual. Sus cuadros representan visiones y sueños llenos de de signos y códigos cuya comprensión no es lógica ni racional. Salvador Dalí fue uno de los primeros promotores del surrealismo. En sus primeras obras se ven las influencias de Picasso, Max Ernst, Miró y Magritte; y en ellas se ve una colección de imágenes delirantes; relojes blandos, jirafas derretidas, párpados sostenidos por muletas y personajes con miembros atrofiados. Estas pinturas y sus interpretaciones freudianas sirvieron para comercializar el surrealismo de Dalí, que se caracterizaba por la extravagancia de sus presentaciones públicas junto a, quien sería el amor de su vida, su novia Gala. El gran masturbador. 1929. 110 x 150cmCitas: (1)-GARCÍA TORRES, M.; Grandes Pintores del Siglo XX; Ed. Globos; Madrid; 1995; passim; Primera edición. (2)FREUD, S.; La interpretación de los sueños, Obras Completas; Tomo I; Capítulo VII: "Psicología de los procesos oníricos"; Madrid; Biblioteca Nueva; 1981; p 67; Cuarta edición. Resumen del trabajo: "Pictóricas del surrealismo: Magritte, Ernst, Miró y Dalí", texto realizado en el contexto de la materia Principales corrientes del pensamiento contemporáneo de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, en 2005. Fuente: Emilia Vexler Página 4